Вы находитесь на странице: 1из 13

Zona

de habitabilidad


En astrofísica, se denomina zona de habitabilidad estelar a la región alrededor de una
estrella en la que el flujo de radiación incidente permitiría la presencia de agua en
estado líquido sobre la superficie de cualquier planeta (o satélite) rocoso que se
encontrase en ella y que contase con una masa comprendida entre 0,5 y 10 M y una
presión atmosférica superior a 6,1 mbar, correspondiente al punto triple del agua a
una temperatura de 273,16 K.1234 Además de la separación entre el planeta y la
estrella (semieje mayor), existen otros parámetros a tener en cuenta de cara a la
inclusión de un planeta dentro de la zona de habitabilidad de un sistema, como la
excentricidad orbital, la rotación planetaria, las propiedades atmosféricas del
exoplaneta o la existencia de fuentes de calor adicionales a la radiación estelar, como
el calentamiento de marea.5

Aunque las estimaciones realizadas varían según el autor, la más aceptada fija sus
márgenes en el sistema solar a una distancia de entre 0,84 y 1,67 UA respecto al Sol.6
Si la Tierra tuviese una órbita inferior al límite interno de la zona habitable, se
desencadenaría un proceso similar al observable en Venus, que sometería a nuestro
planeta a un efecto invernadero descontrolado; mientras que si superase su límite
externo, toda el agua superficial se congelaría.7

El descubrimiento de los primeros exoplanetas rocosos orbitando la zona de
habitabilidad de sus estrellas, gracias a las observaciones del telescopio espacial
Kepler, ha aumentado considerablemente el interés por su estudio,8 convirtiéndolo en
un pilar básico de la astrobiología, la exoplanetología y la astrofísica.59
Índice

1 Historia
2 Regiones
2.1 Confín interno
2.2 Centro
2.3 Confín externo
3 Expresión matemática
3.1 Resultados
4 Tipo estelar
4.1 M y K tardío
4.2 K, G y F
4.3 A, B y O
5 Zona de habitabilidad ultravioleta
6 Zona de habitabilidad galáctica
7 Potencial para la vida
8 Véase también
9 Notas
10 Referencias
10.1 Bibliografía

Historia

La primera vez que se hizo alusión a este concepto en el ámbito científico fue en 1853,
cuando William Whewell se refirió a él de forma cualitativa como la «zona templada
del sistema solar».10 Un siglo más tarde, en 1953, Harlow Shapley y Hubertus
Strughold profundizaron en la importancia del agua líquida como medio para el
desarrollo de la vida y establecieron lo que denominaron el «cinturón de agua líquida»,
es decir, la región en torno a una estrella en la que el flujo estelar permitiría su
presencia en este estado.11 En 1959, Su-Shu Huang efectuó un análisis más exhaustivo
de la zona de habitabilidad, considerando la evolución estelar, las limitaciones
dinámicas en sistemas múltiples y la órbita alrededor del plano galáctico.10 Poco
después, en 1964, Stephen H. Dole elaboró un concepto menos antropocéntrico de
esta región, estimando un alto número de planetas habitables en la Vía Láctea.12 Ya
en 1993, Kasting, Whitmire y Reynolds desarrollaron el concepto más extendido en la
actualidad, empleando modelos climáticos e identificando el proceso
retroalimentativo del CO2 para delimitar con exactitud el confín interno y externo de
la zona habitable.13
Regiones
Posición en la ZH de algunos de los planetas confirmados con mayor IST y temperatura
media superficial.14

La zona habitable comprende una amplia región en la que cualquier planeta rocoso
presente que cuente con las condiciones adecuadas (composición atmosférica,
excentricidad, rotación, etc.) puede tener agua en estado líquido sobre su superficie.5
Abundando en este concepto, un cuerpo planetario relativamente poco masivo y con
una baja concentración de gases de efecto invernadero tendría que orbitar la región
más interna de la zona para no traspasar el punto de fusión y verse sometido a una
glaciación global, mientras que uno más masivo o con mayor concentración de estos
gases sufriría un efecto invernadero descontrolado similar al de Venus si no
permanece en el confín externo de la misma.15

El Laboratorio de Habitabilidad Planetaria (o «PHL» por sus siglas en inglés) de la
Universidad de Puerto Rico en Arecibo ha establecido un indicador, denominado
Habitable Zone Distance o HZD (con valores comprendidos entre –1 y +1), que ubica la
posición relativa de un planeta en la zona habitable de su sistema, por lo que es
aplicable a cualquier cuerpo estelar con independencia de su luminosidad.16 Las tres
regiones existentes en toda zona habitable son el confín interno, la región central y el
confín externo, cuya amplitud varía en función de cada tipo de estrella, en relación a la
luminosidad de esta.1718
Confín interno

El confín interno de la zona habitable comprende el área más próxima a la estrella de
la misma, con un HZD desde –1 hasta aproximadamente –0,5.16 Al igual que en el
resto de los casos, no hay consenso científico sobre sus límites exactos. Mientras
algunos creen que en el sistema solar abarca desde la órbita de Venus a la de la
Tierra,16 otros son menos optimistas al respecto (llegando a situar su borde interno a
0,95 UA e incluso 0,99 UA del Sol, muy próximo a la órbita media terrestre).19
Cualquier planeta con una órbita inferior al confín interno de la zona habitable estaría
excesivamente expuesto a la luminosidad estelar y su temperatura media sería
demasiado alta como para encontrar agua líquida sobre su superficie.20 Sin embargo,
algunos estudios sugieren que el margen interno de la zona de habitabilidad podría ser
menos restrictivo para planetas secos, ya que el vapor de agua es en sí mismo un gas
de efecto invernadero y podría acelerar el proceso que desencadena el efecto
invernadero descontrolado observable en Venus.7

Puesto que la propia Tierra marca la separación entre el centro de la zona habitable
del sistema solar y el confín interno, cabe esperar que cualquier planeta de masa
terrestre orbitando a una estrella similar al Sol debe estar localizado en unos márgenes
orbitales parecidos a los de la Tierra para registrar temperaturas superficiales
semejantes, siempre que su composición atmosférica sea análoga a la de nuestro
planeta.1721

Los planetas situados en el confín interno de la zona habitable presentan una gran
exposición a la actividad de sus estrellas que, en última instancia, puede provocar una
elevada fotólisis del agua y la pérdida del hidrógeno al espacio por escape
hidrodinámico (la antesala de un efecto invernadero desbocado) o suponer un
acoplamiento de marea respecto a la estrella (con un hemisferio diurno y otro
nocturno, algo especialmente común en la zona de habitabilidad de estrellas poco
masivas).2223 Además, dado que las estrellas aumentan su luminosidad con el paso
del tiempo, los cuerpos planetarios ubicados en la región más interna de la zona
habitable tardarán menos en abandonar sus confines que aquellos situados en áreas
más externas.2413

Entre los exoplanetas confirmados potencialmente habitables hay varios hallazgos que
pertenecen al confín interno de la zona de habitabilidad de sus estrellas, ya que los
instrumentos actuales favorecen la detección de los cuerpos planetarios más próximos
a ellas.25 Tal es el caso de Kepler-438b, Kepler-296e y Gliese 667 Cc; los tres
exoplanetas confirmados con mayor índice de similitud con la Tierra.21
Centro
Órbita de Kepler-186f en el confín externo de la ZH de su estrella y comparación con la
órbita terrestre

La región central comprende el centro exacto de la zona habitable y sus inmediaciones
(con un HZD aproximado de entre –0,5 y +0,5).16 Puesto que la Tierra se encuentra
justo en el límite del confín interno del sistema solar, hay expertos que consideran que
un planeta más cercano al centro de la zona de habitabilidad de su sistema podría ser
más adecuado para la vida que nuestro planeta y, por tanto, «superhabitable».17 Sin
embargo, un exoplaneta proporcionalmente más distante de su estrella anfitriona que
la Tierra recibirá una menor cantidad de luz estelar y registrará unas temperaturas
inferiores a no ser que su perfil difiera del terrestre en ciertos aspectos que aumenten
el calor superficial, aunque no tanto como los planetas pertenecientes al confín
externo (mayor concentración de gases de efecto invernadero, atmósfera más densa,
calentamiento de marea suministrado por su propia estrella o algún satélite, etc.).26

La temperatura superficial de los exoplanetas confirmados hasta la fecha,
pertenecientes a la región central de la zona habitable, como Kepler-442b (suponiendo
una composición y densidad atmosférica, albedo y calentamiento de marea similares a
los de la Tierra), rara vez supera los 0 , siendo en su mayoría psicroplanetas e
hipopsicroplanetas según la clasificación térmica de habitabilidad planetaria del
PHL.21 En un futuro cercano, los nuevos instrumentos disponibles permitirán conocer
con exactitud la composición de sus atmósferas y su temperatura media real,
mediante análisis espectroscópicos de la pendiente de dispersión de Rayleigh durante
los tránsitos.27
Confín externo

El confín externo de la zona habitable marca el límite de esta región, con un HZD
comprendido entre unos +0,5 y +1.16 Considerando la gran cantidad de factores que
pueden incrementar la temperatura de un planeta, el área exterior de la zona
habitable es la más amplia de las tres zonas observadas, y los científicos postulan que
posiblemente sea incluso mayor, por lo que algunos modelos incluyen una región
adicional a la zona de habitabilidad conocida como «zona de habitabilidad
optimista».28 Según algunos autores, el límite del confín externo está representado
por el punto de condensación del CO2, es decir, si la temperatura media de un planeta
es lo suficientemente baja como para que el dióxido de carbono se condense, este
empezaría a formar nubes (que a su vez aumentarían el albedo) y disminuiría la
eficacia del efecto invernadero, dando comienzo un proceso retroalimentativo que
culminaría con una glaciación global perpetua.29

Asumiendo unas características atmosféricas similares a las de la Tierra, la mayoría de
los exoplanetas confirmados cuyas órbitas se sitúan en el confín externo de la zona
habitable (como Kepler-186f), tienen temperaturas medias superficiales estimadas de
–30 °C o menos.21
Expresión matemática

Los límites interno y externo de la zona habitable varían en función de la luminosidad
estelar, en una relación directa, es decir, cuanto más luminosa sea una estrella, mayor
será la distancia entre ella y el confín interno de la zona habitable del sistema.30 Dado
que la única zona habitable estudiada en profundidad es la del sistema solar, la
estimación de sus límites para otras estrellas es puramente teórica y existen
discrepancias entre los distintos autores.3118 Algunos investigadores sugieren que su
extensión podría ser mayor (en su confín interno3233 o externo)28 mientras que otros
consideran que sus límites podrían ser más restrictivos en una o ambas direcciones.28

Según el PHL, basándose en los estudios de David R. Underwood (2003) y Franck Selsis
(2007) para unos bordes conservadores de «Venus reciente» y «Marte primitivo»,n. 1
el cálculo de los límites de la zona habitable se realiza mediante la expresión:16

r i = [ r i s − a i ( T e f f − T s ) − b i ( T e f f − T s ) 2 ] L {\displaystyle {r_{i}}=[{r_{is}}-
{a_{i}}({T_{eff}}-{T_{s}})-{b_{i}}{({T_{eff}}-{T_{s}})^{2}}]{\sqrt {L}}} {r_{i}}=[{r_{{is}}}-
{a_{i}}({T_{{eff}}}-{T_{s}})-{b_{i}}{({T_{{eff}}}-{T_{s}})^{2}}]{\sqrt {L}}
r o = [ r o s − a o ( T e f f − T s ) − b o ( T e f f − T s ) 2 ] L {\displaystyle
{r_{o}}=[{r_{os}}-{a_{o}}({T_{eff}}-{T_{s}})-{b_{o}}{({T_{eff}}-{T_{s}})^{2}}]{\sqrt {L}}}
{r_{o}}=[{r_{{os}}}-{a_{o}}({T_{{eff}}}-{T_{s}})-{b_{o}}{({T_{{eff}}}-{T_{s}})^{2}}]{\sqrt {L}}

Donde ri es la distancia entre el límite interior del confín interno y la estrella en UA, ro
la distancia respecto al exterior del confín externo, L es la luminosidad estelar en
unidades solares, Teff es la temperatura efectiva de la estrella en kelvin (K), Ts=5700 K,
ai=2,7619×10-5, bi=3,8095×10-9, ao=1,3786×10-4, bo=1,4286×10-9, ris=0,72 y
ros=1,77.

A su vez, para el cálculo del HZD de un planeta, emplean la fórmula:

HZD = 2 r − r o − r i r o − r i {\displaystyle {\text{HZD}}={\frac {2r-{r_{o}}-
{r_{i}}}{{r_{o}}-{r_{i}}}}} {\text{HZD}}={\frac {2r-{r_{o}}-{r_{i}}}{{r_{o}}-{r_{i}}}}

Donde r es la distancia entre el planeta y su estrella en UA y tanto ri como ro se
obtienen del cálculo de los límites de la zona habitable para el sistema en cuestión.16
Resultados
Véase también: Anexo:Exoplanetas confirmados potencialmente habitables

A continuación, figuran los resultados de las fórmulas anteriores aplicadas a los diez
exoplanetas confirmados con mayor Índice de Similitud con la Tierra (IST):3536n. 2
# Nombre Tipo estelar Confín interno Confín externo
Distancia HZD Temperatura ( ) Anclado
N/d Tierra G 0.84 UA 1.67 UA 1 UA –0.5 14 No
1 Kepler-438b K 0,159 UA 0,407 UA 0,17 UA –0,94 37,45

2 Kepler-296e M 0,134 UA 0,347 UA 0,15 UA –0,87 33,45

3 Gliese 667 Cc M1.5V 0,096 UA 0,251 UA 0,12 UA –0,62 13,25

4 Kepler-442b K 0,274 UA 0,681 UA 0,41 UA –0,34 –2,65
No
5 Kepler-62e K2V 0,353 UA 0,857 UA 0,43 UA –0,70 28,45
No
6 Kepler-452b G2 0,828 UA 1,95 UA 1,05 UA –0,61 29,35
No
7 Gliese 832 c M1.5 0,132 UA 0,343 UA 0,16 UA –0,72 21,55

8 K2-3 d M0.2 0,207 UA 0,527 UA 0,21 UA -1,00 48,95

9 Kepler-283c K 0,260 UA 0,646 UA 0,34 UA –0,58 17,95

10 Tau Ceti e G8.5V 0,522 UA 1,250 UA 0,55 UA –0,92 49,75
No
Tipo estelar
Un ejemplo de un sistema basado en la luminosidad estelar para predecir la
localización de la zona habitable alrededor de varios tipos de estrellas. Los tamaños de
planeta, tamaño de estrella, longitud de órbita y tamaño de zona habitable no están a
escala.

El principal factor que determina la extensión y características de la zona habitable es
la luminosidad estelar y, como tal, varía significativamente en función del tipo de
estrella y de su ciclo vital, siendo más amplia y variable cuanto más luminosa sea la
estrella a la que pertenece.37 Las estrellas más frías y pequeñas que el Sol (tipo M y K)
permanecen mucho más tiempo en la secuencia principal y su reducida zona habitable
varía muy poco en el transcurso de la misma, mientras que las más masivas (tipo F, A,
B y O) cuentan con una zona de habitabilidad mucho más extensa y variable a lo largo
de su corto ciclo vital.38
M y K tardío
Véase también: Habitabilidad en sistemas de enanas rojas

Este tipo de estrellas, conocidas como enanas rojas, son las más pequeñas de la
secuencia principal y también las más comunes, llegando a representar un 75 % de la
población total de la Vía Láctea.39 Puesto que la esperanza de vida de una estrella es
inversamente proporcional a su masa, son además las más longevas, pudiendo
permanecer en la secuencia principal hasta 10 billones de años frente a los
aproximadamente 10 000 millones del Sol.40

No obstante, el potencial para la vida de las enanas rojas es objeto de debate entre la
comunidad científica, ya que presentan graves problemas para que la vida pueda surgir
sobre cualquier planeta rocoso que orbite a una de ellas en su zona de habitabilidad.41
En sus primeros miles de millones de años de vida son extremadamente activas,
llegando a incrementar sus niveles de radiación ultravioleta hasta 10 000 veces en
repetidas ocasiones a lo largo de un día terrestre como consecuencia de sus violentas
llamaradas.41 Los modelos sugieren que un planeta similar a la Tierra, que orbite a
una de estas estrellas en su zona habitable, perdería gradualmente su atmósfera
aunque su magnetosfera fuese semejante a la de nuestro planeta.42

Debido a su escasa luminosidad, la zona de habitabilidad de las estrellas tipo M y K-
tardío comprende una región muy pequeña y próxima en comparación con la de
cuerpos estelares mayores.16 Esa cercanía también se traduce en una gran influencia
gravitacional de la estrella sobre sus planetas potencialmente habitables, siendo poco
probable que mantengan esta condición rebasando el límite de anclaje por marea (es
decir, en la mayoría de los casos el punto a partir del cual la influencia gravitatoria de
una estrella es lo suficientemente baja como para permitir que un planeta rote sobre
su eje y tenga ciclos de noche y día como la Tierra, se encuentra más allá del límite
exterior del confín externo de la zona habitable).41 La ausencia de rotación puede
perjudicar seriamente el campo magnético planetario, desprotegiendo al planeta
frente a los efectos de su estrella.41
La extensión de la ZH varía sustancialmente entre las estrellas más masivas que el Sol
(arriba) y las de menor tamaño (abajo)

Como contrapartida, algunos expertos sugieren que el tipo de luz emitida por las
enanas rojas podría reducir el efecto de retroalimentación del hielo por el aumento en
el albedo del planeta, es decir, que los planetas terrestres pertenecientes al borde
externo de la zona habitable de estas estrellas podrían eludir una glaciación global
permanente con más facilidad que sus análogos de cuerpos estelares mayores, lo que
aumentaría el límite del confín externo de un 10 a un 30 % sobre las estimaciones
iniciales.43 Además, los estudios indican que, a pesar de que el tipo de luz emitido por
esta clase de estrellas difiere de la del Sol (principalmente en el espectro infrarrojo), la
fotosíntesis sería posible.44
K, G y F
Véase también: Habitabilidad en sistemas de enanas naranjas

Las estrellas de tipo naranja-intermedio a blanca-amarilla representan el óptimo para
la vida por su estabilidad, distancia de la zona habitable respecto a la estrella y ciclo
vital.38 A diferencia de las enanas rojas, las naranjas, amarillas y blancas-amarillas
tienen una fase de intensa actividad estelar tras su formación mucho más corta (unos
500 millones de años para una similar al Sol, frente a los 2000 o 3000 millones de una
de tipo M), lo que, unido a la separación entre la zona de habitabilidad y la estrella,
evita que los planetas potencialmente habitables pierdan sus atmósferas en sus
primeros miles de millones de años de existencia.41 A su vez, dado que el límite de
anclaje por marea coincide con el borde interior del confín interno de la zona habitable
de las de tipo K-intermedio, es poco probable que los planetas que orbiten a estas
estrellas en esa región carezcan de una rotación significativa como consecuencia de la
influencia gravitacional de su anfitriona.21

Sin embargo, aunque estos tres tipos de estrellas son a priori los más favorables para
la vida, hay importantes diferencias entre ellas.45 A medida que ascendemos en la
secuencia principal, crece la emisión de radiación ultravioleta de los cuerpos estelares:
Mientras que en exoplanetas tipo-tierra situados en la zona habitable de enanas
naranjas sería posible la vida sin la protección de una capa de ozono, en estrellas de
tipo F un cuerpo planetario de características similares necesitaría una densa
ozonosfera para permitir la aparición de vida no acuática.4446 Por esta y otras
razones, se considera que las enanas naranjas (tipo K) son las más favorecedoras para
la habitabilidad planetaria por encima de los análogos solares u otros tipos de
estrellas, albergando a los hipotéticos planetas superhabitables.47
Concepción artística de Sirio A, una estrella tipo A, y su compañera Sirio B
A, B y O

Las estrellas de tipo A, B y O son las más luminosas y masivas de la secuencia principal,
y también las que agotan su combustible con mayor rapidez (algunos cientos o
decenas de millones de años).45 Las gigantes azules (tipos O y B), las mayores de la
clasificación de Morgan-Keenan, emiten fuertes vientos estelares y grandes cantidades
de radiación ultravioleta que impiden la formación planetaria incluso en estrellas
vecinas situadas a menos de 0,1 años luz, especialmente las de tipo O.48 Así pues,
aunque cuenten con la zona habitable más amplia de toda la clasificación estelar, es
muy improbable que ningún planeta pueda formarse en ellas antes de que todo el
material del disco protoplanetario sea expulsado al espacio interestelar.18

La formación planetaria en torno a la zona habitable de una estrella de tipo A podría
ser posible, a pesar de sus fuertes emisiones y de su corto ciclo vital, pero los expertos
postulan que hasta en las estrellas de tipo F-temprano la radiación ultravioleta sería
excesiva y alteraría o destruiría moléculas como el ADN (imprescindible para una
bioquímica basada en el carbono).49 Con independencia de ello, la zona de
habitabilidad de una estrella tipo A se expandiría con rapidez y posiblemente cualquier
planeta situado en ella traspasaría el confín interno antes de que la vida pudiese
evolucionar.1849
Zona de habitabilidad ultravioleta

Esta zona está delimitada por la cantidad de radiación UV tolerable para el ADN.50
Planetas con órbitas inferiores al límite interno de la zona de habitabilidad ultravioleta
estarían demasiado expuestos y cualquier molécula presente sería destruida o
severamente alterada, mientras que los situados más allá del límite externo carecerían
de los niveles mínimos requeridos para que pudiesen desempeñar sus procesos
biogénicos.51

Los expertos consideran que la cantidad máxima de radiación ultravioleta admisible
para el ADN es equivalente al doble de la recibida por la Tierra desde el espacio hace
3800 millones de años, así que la zona de habitabilidad ultravioleta del sistema solar
estaría situada actualmente entre las 0,71 y las 1,9 UA.50 Los estudios indican que esta
región suele encontrarse mucho más próxima a la estrella que la zona habitable por
término medio, especialmente en torno a cuerpos estelares poco luminosos, hasta el
punto de que no coinciden en casi un 60 % de los casos.50 En el otro extremo, las
estrellas más masivas que el Sol, como las de tipo F, cuentan con una región dentro del
confín interno de la zona habitable en la que cualquier organismo sería quemado por
la radiación ultravioleta.50
Zona de habitabilidad galáctica
Zona galáctica habitable de la Vía Láctea

En su libro Rare Earth: Why Complex Life Is Uncommon in the Universe (2000), Peter
Ward y Donald E. Brownlee justifican los factores que convierten a la Tierra en un caso
poco común en el universo, fruto de una concatenación de casualidades
extremadamente inusuales (hipótesis de la Tierra especial), siendo una de ellas la
ubicación del sistema solar en una región de la galaxia conocida como «zona galáctica
habitable».52 La obra, que contó con una gran aprobación y seguimiento entre la
comunidad científica en aquellos años, ha sufrido importantes críticas a raíz de nuevos
estudios y observaciones que han desmentido gran parte de sus puntos principales,
tales como la necesidad de un gigante gaseoso en el sistema para prevenir los
impactos astronómicos53 o la dependencia de un satélite de considerables
dimensiones que equilibre el eje planetario y mantenga una tectónica de placas.54
Uno de los puntos que, lejos de ser desmentidos, han sido confirmados con el paso de
los años, ha sido la existencia de una zona galáctica habitable.55

La zona de habitabilidad galáctica forma un anillo alrededor del centro de la galaxia,
desde los 4 kpc hasta los 10 kpc de distancia respecto al centro de la Vía Láctea, que
comprende la única región de la misma en la que pueden aparecer sistemas con
planetas capaces de albergar algún tipo de vida.52 Más allá de su límite exterior, la
metalicidad de las estrellas es demasiado baja como para permitir la formación de
planetas telúricos como la Tierra, y más cerca del violento centro galáctico la
exposición a eventos altamente energéticos (como las supernovas) sería muy hostil
para la vida.55
Potencial para la vida
Impresión artística de un exoplaneta análogo a la Tierra

Originalmente, el término «zona habitable» era vinculado directamente con la región
en torno a una estrella capaz de sustentar planetas con algún tipo de organismo vivo
sobre su superficie.30 Sin embargo, posteriormente su significado fue modificado para
referirse únicamente a la zona alrededor de las estrellas en la que cualquier planeta
que reúna las características adecuadas puede tener agua en estado líquido sobre su
superficie.5 Actualmente, se tiene en cuenta la posibilidad de que la vida surja en
escenarios alternativos, algunos más allá de cualquier teoría o hipótesis desarrollada
hasta la fecha.5657 Por supuesto, también se presupone que incluso en el mejor de los
escenarios de habitabilidad planetaria, que resulte en un universo mucho más poblado
y biológicamente diverso de lo que pudiésemos imaginar, la mayoría de los planetas
situados en la zona habitable no albergarían ningún tipo de vida.585

Entre los múltiples escenarios en los que la vida podría surgir más allá de la zona
habitable, destaca especialmente la posibilidad de encontrar planetas situados en
órbitas superiores al confín externo de la zona de habitabilidad que cuenten con
grandes océanos submarinos bajo una corteza helada, mantenidos por el calor de su
actividad geológica o por el calentamiento de marea producido por algún planeta o
satélite cercano, como se cree que podría presentar la luna joviana Europa. De igual
modo, en los últimos años se ha debatido la posibilidad de que formas de vida basadas
en una química diferente a las de la Tierra puedan sobrevivir en ambientes en los que
el metano sea el medio primario, con un ciclo similar al del agua en nuestro planeta.56
Esta teoría, que ha acrecentado el interés en Titán, uno de los satélites de Saturno, ha
dado lugar al estudio de la denominada «zona de habitabilidad del metano», cuyos
límites se situarían a una distancia mucho mayor de la estrella que la zona habitable
convencional.56

Por otro lado, la ubicación de un planeta respecto a su estrella es solo uno de los
factores en el estudio de la habitabilidad planetaria.59 Incluso si un planeta se
encuentra en la zona habitable de su sistema y recibe unos niveles de radiación
ultravioleta aptos para la vida, puede tratarse de un gigante gaseoso o de un cuerpo
planetario pequeño incapaz de retener su atmósfera.60 Las investigaciones del equipo
HARPS-N indican que existe un límite de 1,6 R y/o 6 M a partir del cual la
probabilidad de que un planeta acumule grandes cantidades de hidrógeno y helio
sobre su superficie aumenta sustancialmente (en un estado de transición a gigante
gaseoso denominado «minineptuno»).61 Otros factores a tener en cuenta son la
composición atmosférica, el tipo de órbita del planeta (si es demasiado excéntrica
puede rebasar los confines de la zona habitable), las características de su estrella, la
posición del sistema en la galaxia, la rotación del planeta, si posee un campo
magnético significativo, la edad del sistema, etc.5926

No obstante, los miles de exoplanetas confirmados hasta la fecha han permitido
estimar el número de planetas de masa similar a la terrestre situados en la zona de
habitabilidad de sus sistemas en unos 40 000 millones solo en la Vía Láctea, de los que
hasta 11 000 millones podrían orbitar estrellas similares al Sol.5862 Estas cifras, que
podrían suponer que el exoplaneta habitable más cercano se encontrase a 12 años luz
de la Tierra, invitan al optimismo, confirmando quizás el principio de mediocridad en el
campo de la astrobiología.63
Véase también

Ver el portal sobre Astronomía Portal:Astronomía. Contenido relacionado con
Astronomía.
Habitabilidad planetaria
HZD
Análogo a la Tierra
Planeta Ricitos de Oro
Planeta superhabitable
Clasificación térmica de habitabilidad planetaria
Vida extraterrestre
Anexo:Planetas extrasolares potencialmente habitables
Anexo:Exoplanetas confirmados potencialmente habitables

Notas

El estado de «Venus reciente» se corresponde con el momento en el que la evolución
solar hizo que Venus perdiese toda el agua de su superficie, mientras que el estado de
«Marte primitivo» marca el instante en el que el planeta rojo perdió los últimos
vestigios de agua líquida sobre su corteza.34

Dejando el cursor sobre el encabezado de cada columna, figura una explicación
sobre su contenido.

Referencias

Forget, François (2013). «On the probability of habitable planets». International
Journal of Astrobiology (en inglés): 1-3. Consultado el 28 de abril de 2015.
Perryman, 2011, p. 267.
«New Instrument Reveals Recipe for Other Earths». Harvard-Smithsonian Center for
Astrophysics (en inglés). 5 de enero de 2015. Consultado el 28 de abril de 2015.
Selsis, 2007, p. 2.
Perryman, 2011, p. 283.
Kasting, Whitmire y Reynolds, 1993, p. 10.
Choi, Charles Q. (1 de septiembre de 2011). «Alien Life More Likely on 'Dune' Planets,
Study Suggests». Space.com (en inglés). Consultado el 30 de abril de 2015.
Wall, Mike (6 de enero de 2015). «1,000 Alien Planets! NASA's Kepler Space Telescope
Hits Big Milestone». Space.com (en inglés). Consultado el 29 de abril de 2015.
«Planets in the habitable zone around most stars, calculate researchers». Astrobiology
Magazine (en inglés). 18 de mayo de 2015. Consultado el 29 de abril de 2015.
Heller y Armstrong, 2014, p. 1.
Kasting, James (2010). How to Find a Habitable Planet (en inglés). Princeton University
Press. p. 6. ISBN 0691138052. Consultado el 5 de julio de 2015.
Dole, Stephen H. (1964). «Habitable Planets for Man». Blaisdell Publishing Company
(en inglés). p. 103.
Heller y Armstrong, 2014, p. 2.
PHL. «HEC: Graphical Catalog Results» (en inglés). Consultado el 29 de abril de 2015.
Nesvold, Erika (7 de febrero de 2013). «Finding the Edges of the Habitable Zone».
Astrobites (en inglés). Consultado el 29 de abril de 2015.
Mendez, Abel (10 de agosto de 2011). «Habitable Zone Distance (HZD): A habitability
metric for exoplanets». PHL (en inglés). Consultado el 29 de abril de 2015.
Heller y Armstrong, 2014, p. 7.
Perryman, 2011, pp. 283-284.
Selsis, 2007, p. 4.
Kasting, Whitmire y Reynolds, 1993, p. 4.
«PHL's Exoplanets Catalog». PHL (en inglés). 2 de abril de 2015. Consultado el 30 de
abril de 2015.
Redd, Nola T. (15 de diciembre de 2011). «Alien Planets With No Spin May Be Too
Harsh for Life». Space.com (en inglés). Consultado el 30 de abril de 2015.
Perryman, 2011, pp. 278-282.
Kasting, Whitmire y Reynolds, 1993, p. 2.
NASA. «Five Things About Kepler» (en inglés). Consultado el 1 de mayo de 2015.
Heller y Armstrong, 2014, pp. 5-10.
Carroll, Joshua (8 de diciembre de 2014). «Spectroscopy: The Key to Humanity’s Future
in Space». Universe Today (en inglés). Consultado el 1 de mayo de 2015.
Moskowitz, Clara (29 de enero de 2013). «'Habitable Zone' for Alien Planets, and
Possibly Life, Redefined». Space.com (en inglés). Consultado el 2 de mayo de 2015.
Kasting, Whitmire y Reynolds, 1993, p. 3.
Kasting, Whitmire y Reynolds, 1993, p. 1.
Heller y Armstrong, 2014, pp. 1-2.
Kasting, Whitmire y Reynolds, 1993, pp. 7-8.
Tate, Karl (11 de diciembre de 2013). «How Habitable Zones for Alien Planets and Stars
Work (Infographic)». Space.com (en inglés). Consultado el 12 de mayo de 2015.
Selsis, 2007, pp. 3-6.
«PHL's Exoplanets Catalog». PHL University of Puerto Rico at Arecibo (en inglés).
Consultado el 14 de mayo de 2015.
PHL. «HEC: Graphical Catalog Results» (en inglés). Consultado el 13 de mayo de 2015.
Niels Bohr Institute (18 de marzo de 2015). «Planets in the habitable zone around most
stars, calculate researchers». Astrobiology Magazine (en inglés). Consultado el 13 de
mayo de 2015.
Kasting, Whitmire y Reynolds, 1993, pp. 13-18.
Wall, Mike (6 de febrero de 2013). «4.5 Billion 'Alien Earths' May Populate Milky Way».
Space.com (en inglés). Consultado el 13 de mayo de 2015.
O'Callaghan, Jonathan (3 de enero de 2013). «Red Dwarfs: The fascinating stars that
live for trillions of years». Space Answers (en inglés). Consultado el 13 de mayo de
2015.
Schirber, Michael (9 de abril de 2009). «Can Life Thrive Around a Red Dwarf Star?».
Space.com (en inglés). Consultado el 13 de mayo de 2015.
Walker, Lindsey N. (11 de junio de 2014). «Red Dwarf Planets Face Hostile Space
Weather Within Habitable Zone». Astrobiology Magazine (en inglés). Consultado el 13
de mayo de 2015.
Choi, Charles (23 de febrero de 2012). «Red Dwarf Stars May Be Best Chance for
Habitable Alien Planets». Space.com (en inglés). Consultado el 13 de mayo de 2015.
Heller y Armstrong, 2014, p. 8.
Redd, Nola T. (5 de mayo de 2015). «Main Sequence Stars: Definition & Life Cycle».
Space.com (en inglés). Consultado el 14 de mayo de 2015.
Astrobio (12 de agosto de 2009). «Stars Choose the Life Around Them». Astrobiology
Magazine (en inglés). Consultado el 14 de mayo de 2015.
Heller y Armstrong, 2014, pp. 1-18.
Foley, James A. (11 de marzo de 2014). «O-Type Stars Act as 'Death Stars,' Sucking
Away Planet-Forming Matter». Nature World News (en inglés). Consultado el 15 de
mayo de 2015.
Hadhazy, Adam (20 de marzo de 2014). «Could Alien Life Cope with a Hotter, Brighter
Star?». Astrobiology Magazine (en inglés). Consultado el 15 de mayo de 2015.
Buccino, Andrea P.; Lemarchand, Guillermo A.; Mauas, Pablo J. D. (2006). «Ultraviolet
radiation constraints around the circumstellar habitable zones». Icarus (en inglés) 183
(2): 491-503. ISSN 0019-1035. Consultado el 15 de mayo de 2015.
Perryman, 2011, p. 284.
Ward, P.; Brownlee, D. E. (2000). Rare Earth: Why Complex Life Is Uncommon in the
Universe.
Horner, J.; Jones, B. W. (2008). «Jupiter – friend or foe? I: the asteroids» (PDF).
International Journal of Astrobiology 7 (3&4): 251-261. Bibcode:2008IJAsB...7..251H.
arXiv:0806.2795. doi:10.1017/S1473550408004187.
«New Map Provides More Evidence Mars Once Like Earth». 10 de diciembre de 2005.
Astrobio (18 de mayo de 2001). «Galactic Habitable Zones». Astrobiology Magazine (en
inglés). Consultado el 15 de mayo de 2015.
Cooper, Keith (16 de noviembre de 2011). «Could Alien Life Exist in the Methane
Habitable Zone?». Space.com (en inglés). Consultado el 16 de mayo de 2015.
Wall, Mike (20 de febrero de 2015). «NASA Europa Mission May Search for Signs of
Alien Life». Space.com (en inglés). Consultado el 16 de mayo de 2015.
«There are 8.8 billion Earth-like planets in the Milky Way». NY Daily News (en inglés). 5
de noviembre de 2013. Consultado el 16 de mayo de 2015.
Perryman, 2011, pp. 282-286.
Perryman, 2011, p. 285.
Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics, ed. (5 de enero de 2015). «New
Instrument Reveals Recipe for Other Earths» (en inglés).
Overbye, Dennis (4 de noviembre de 2013). «Far-Off Planets Like the Earth Dot the
Galaxy». The New York Times (en inglés). Consultado el 16 de mayo de 2015.

«17 Billion Earth-Size Alien Planets Inhabit Milky Way». Space.com (en inglés). 7 de
enero de 2013. Consultado el 16 de mayo de 2015.

Bibliografía

Heller, René; Armstrong, John (2014). «Superhabitable Worlds». Astrobiology (en
inglés) 14 (1): 50-66.
Kasting, James F.; Whitmire, Daniel P.; Reynolds, Ray T. (1993). «Habitable Zones
around main Sequence Stars». Icarus (en inglés) 1 (101): 101-128.
Perryman, Michael (2011). The Exoplanet Handbook (en inglés). Cambridge
University Press. ISBN 978-0-521-76559-6.
Selsis, Franck (2007). «Habitable planets around the star Gliese 581?». Astronomy &
Astrophysics (en inglés) 476 (3): 1373-1387.

Вам также может понравиться