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INSTITUTO FILOSÓFICO “MANUEL ENRIQUE PIÑOL” POSTNOVICIADO - SALESIANIDAD

Ciudad de Guatemala - GUATEMALA Correo electrónico: filosofadocam@itelgua.com

SEGUNDA UNIDAD:
La aprobación de la Sociedad Salesiana y de las Constituciones (1864-1869; 1874). E1 asunto
de los privilegios (1884).

PRIMERA PARTE: LA APROBACIÓN PONTIFICIA DE LA SOCIEDAD SALESIANA

Año 1864. El Decretum Laudis.

12. La situación de la Sociedad Salesiana a la muerte de Mons. Fransoni.

La nueva Congregación fundada e1 18 de Diciembre de 1859 no había definido aún su


situación jurídica a la muerte del arzobispo Luis Fransoni en exilio (26 de marzo de 1862). Don
Bosco le había enviado el texto constitucional el 13 de Junio de 1860. Esperaba la rápida
aprobación del prelado, tan cercano a su obra y deseoso, así mismo, de que ésta le diera
consistencia jurídica y estabilidad, abriéndole camino a la aprobación romana. Pero Monseñor
había querido sondear el parecer de, algunos expertos de la vida religiosa, y sobre todo del
lazarista Marco Antonio Durando, entonces de 63 años y hombre de grande experiencia y
prestigio en el medio eclesial. Este, por su parte, se mostró perplejo acerca de algunos
aspectos del proyecto de vida consagrada presentado por Don Bosco y Monseñor no tuvo
tiempo para esclarecer las cosas como hubiese deseado, por tanto, la aprobación diocesana de
"un Instituto al cual el prelado mostraba evidente simpatía", no llegó a producirse 2.

13. La primera solicitud de Don Bosco a Roma.

El fundador recurrió entonces directamente a la Curia Romana.


Lo hizo con una solicitud firmada el 12 de febrero de 1864. El documento había sido
precedido por "Cartas Comendaticias " de los obispos de Cúneo, Acqui, Mondoví, Susa, Casale
y del vicario capitular de Turín, José Zapata (1862-1867) 3.
Don Bosco no buscaba otra cosa con la aprobación sino hacer explícito a1 Papa, como se lo
expresa dos veces en su carta, que su único móvil era un móvil de fe: “ la Gloria de Dios y el bien
de la pobre e inexperta juventud” que constituía “la grey de Jesucristo de la cual se ocupaban en ese
momento setenta y cinco socios que estaban dispuestos a entregar su vida y todo lo que poseían por
ellos”.
14. El Decretum Laudis

2
Cartas de Monseñor a su vicario General, Celestino Fissore, del 15 de Julio, 21 de Agosto y 11 de noviembre de 1860. (Epistolario Fransoni,
Edición María Franca Mellano, Las-Roma, 1994, ns. 237; 238; 241. BCSR, 271.220, FRAN). -Pietro BRAIDO, “Don Bosco prete dei
giovani nel secolo delle libertá”, I, Las-Roma, 2003, 439-444.BCSR, 271.220, BRA.

3
Súplica de Don Bosco a Pío IX, en Giovanni BOSCO, “Costituzioni della Società di S.Francesco di Sales (1858)- 1875”, a cura di Francesco MOTTO,
Las-Roma, 1962, pp. 228-229. BCSR, 271.910,BOS.
Fuera de las de los obispos citados, las “Cartas”, que posteriormente seguirán dando res puesta a la petición de Don Bosco están fechadas desde Julio de
1867 a octubre de 1868. Son las de Santiago Jans, obispo de Aosta; Lorenzo Gastaldi , de Saluzzo, Antonio Colli, de Alessandria; Pedro María Ferré, de
Pavía, quien además aprobaba a nivel diocesano, tanto la Sociedad Salesiana como sus Constituciones. El arzobispo Andrés Charvaz, de
Génova; Cosme Corsi, arzobispo de Pisa, y cardenal. El vicario capitular de Acqui, Francisco Cavalleri; el arzobispo de Ancona, Antonio
Antonucci. Las de los obispos Carlos Savio, de Asti; Félix Cantimorri, de Parma; Santiago Felipe Gentile, de Novara; Carlos Macchi, de
Reggio Emilia; Juan Ghilardi, de Mondovi; Julio Arrigoni, de Lucca. El cardenal Felipe de Angelis, de Fermo. Los vicarios capitulares de Susa, José
Sciandra y Vicente Capelli, de Vigevano. Monseñor Pedro Rota* de Guastalla; Rafael Biale, de Albenga, Monseñor Galletti, de Alba.
Monseñor Riccardi de Netro, se pronunció condicionando su Carta Comendaticia a sus exigencias. Era el Ordinario de don Bosco en Turín; y solidario con é,
Mons. Lorenzo Renaldi, obispo de Pinerolo, se negó a concederla. (Pietro BRAIDO, o. c., 484-494)

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Cinco meses después, siguiendo exactamente la praxis canónica de la Curia, fue expedido el
“Decretum laudis”, e1 23 de julio del mismo año. Su Santidad, remitiendo para una próxima
ocasión, el asunto de las Constituciones, alababa y recomendaba, “amplísimis verbis”, la amada
Sociedad. O sea, firmaba con palabras generosas, el decreto de reconocimiento de las bondades
de la Institución creada por Don Bosco, cuyo “grato recuerdo” siempre lo acompañaba4.
El Decreto reconoce que Don Bosco con sus sacerdotes, clérigos y laicos, atienden a adolescentes
que "viven en una condición miserable", y, al mismo tiempo alababa a la Congregación, y
constituye de por vida como Superior General a Don Bosco.

Los años difíciles de 1867 a 1869. La aprobación definitiva de la


Sociedad de S. F. de Sales.

1º. ¿Unas precipitadas e inoportunas intervenciones de Don Bosco?


15. (1867) Don Bosco retoma las gestiones con Roma.

Año 1867.
El Fundador, no obstante haber pasado solamente escasos dos años y medio de la expedición
del Decretum Laudis, vio conveniente retomar en seguida las prácticas pertinentes para la
aprobación definitiva de su Instituto. Ante todo, obtuvo el 28 de marzo de 1867 una nueva
Carta de Recomendación por parte de la Vicaría General de la arquidiócesis y ese mismo año,
aprovechando un viaje a Roma que tenía programado para hablar acerca del nombramiento de
obispos para algunas de las diócesis vacantes, intentó, sin fruto alguno, recomenzar las
conversaciones sobre la Sociedad Salesiana. También parecía inoportuna esa insistencia en un
momento en el cual la Santa Sede trataba de resolver situaciones graves respecto a la relajación
de la vida religiosa en varias comunidades, hasta el punto que se había decidido ya la supresión
de algunas de ellas.
16. La nueva solicitud del 1868 y su rechazo.

Año 1868.

Don Bosco, sin embargo, sorteada la difícil situación del 67, y no habiendo transcurrido aún el
tiempo de 5 a 10 años que debería mediar entre el Decretum Laudis y la aprobación, prescrito por
la Sagrada Congregación para retomar las diligencias ordinarias, vuelve en Junio, o a comienzos
de Julio de 1868 a enviar a Roma una nueva solicitud formal para la aprobación tanto de la
Sociedad Salesiana como la de sus Constituciones. Poseemos, efectivamente una carta del
Secretario de la Sagrada Congregación, Monseñor Estanislao Svegliat, del 28 de julio,
siguiente, enviada al encargado de negocios de la Santa Sede en Turín, Cayetano Tortone, en la
que se hace directa referencia a la petición de Don Bosco 5.

Al final del documento Don Bosco adjunta una relación sobre el estado de su Instituto, y una
larga lista de cartas comendaticias de obispos pertenecientes a la Provincia Eclesiástica de
4
Giovanni BOSCO, “Costitwioni della Società di S.Francesco di Sales (1858) – 1875, Ed. F. Motto ; o., c., pp. 231. Morand W I R T H , “ Da
Don Bosco ai nostri giorni. Tra storia e nuove sfide”, Las-Roma, 2000, pp. 131-132, BCSR, 271. 310. WRT. MB.,VII, Caps. LXI y XIX , pp.
524-531;596-609. ; Anali I, Cap. VI, pp. 57-70. BCSR, 271. 310. CER

5
MB., IX; pp. 340.

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Turín, recopiladas desde comienzos de ese año, y entre las que figuraban los nombres de
Cardenales como Felipe de Angelis, arzobispo de Fermo, y Cosme Corsi de Pisa. Citaba, así
mismo, el decreto del Obispo de Casale, Pedro María Ferré, emanado el 19 de enero de 1868, con
el que aprobaba la Sociedad Salesiana a nivel diocesano.

Los salesianos regentaban, efectivamente el Colegio de San Carlos en Mirabello, desde 1863,
de manera que el prelado conocía muy bien tanto la obra como el espíritu de la joven
Sociedad religiosa6.

17. Las graves acu saciones de Mons. Alejandro Riccardi.

Pero, juntamente con la voces de aprobación las hubo contrarias, como la de Mons. Alejandro
Riccardi di Netro, arzobispo de Turín, quien manifestaba el 14 de marzo, tener serias reservas
sobre la Congregación, a tal punto que si la aprobaban “así como la proponía Don Bosco”
sería “de gravísimo daño para la Iglesia, las diócesis y el clero”. Se refería, entre otras
cosas, a la deficiente preparación intelectual sea de los clérigos como de los laicos, a la
poca claridad sobre el año de noviciado; a la formación de clero diocesano en las casas
salesianas, y a la carencia de espíritu eclesiástico por parte de éste, dada la convivencia
que tenían con destinatarios de obras populares. “El colegio de Turín, decía explícitamente es
en estos momentos un caos pues andan mezclados aprendices, estudiantes, laicos, clérigos y sacerdotes.
Este desorden se hará cada vez mayor, al extenderse este tipo de obras”7.
También Mons. Lorenzo Renaldi, de Pinerolo, objetaba la manera como se llevaba a cabo la formación
del personal salesiano y la pretensión de Don Bosco por hacer exenta de la autoridad episcopal su institución
religiosa.
Eran contrarios, así mismo, personas de grande influencia en la Iglesia turinesa, como Mons.
Cayetano Tortone, encargado de negocios de la Sede Apostólica, Santiago Margotti, director
de la “Unidad Católica” y Marco Antonio Durando, lazarista, quien aludía al parecer de
Ángel Savini, consultor pontificio para las Constituciones, algunas de cuyas observaciones no
habían sido aceptadas por Don Bosco 8.

2º Uno de l o s mayores obstáculos: las “dimisorias” para las ordenaciones.

18. El “permiso” para las ordenaciones presbiterales. O sea, las “Cartas Dimisorias”.

6
Es muy interesante leer en el Capítulo VI del volumen IX de las Memorias Biográficas, las diligencias de Don Bosco para obtener las “cartas
comendaticias” para su Congregación ante el obispo de Casale (pp. 67 ss; 79); el Vicario General de Acqui, Francisco Cavalleri; el obispo de Asti,
Carlos Savio; el Cardenal Antonio Benedicto Antonucci, arzobispo de Ancona; el arzobispo de Turín, Alejandro Octaviano Riccardi, quien manifestaba
también algunas graves reservas. Ver, así mismo, la carta del mismo arzobispo a Mons. Ángel Quaglia, Prefecto de la Sagrada Congregación, con
las observaciones negativas acerca de la Sociedad Salesiana (pp. 93-103). Los trámites con los obispos de Ivrea, Luis Moreno; Félix
Cantimorri, de Parma; Santiago Felipe Gentile, de Novara; Carlos Macchi, de Reggio Emilia; Juan Tomás Ghilardi, de Mondoví; Santiago Antonio
Colli, de Alessandria; Julio Arrigonius, obispo de Lucca; el Cardenal Felipe De Angelis, arzobispo de Fermo; el Vicario General de Susa, José Sciandra;
el obispo de Guastalla, Pedro Rota; el de Albergna, Rafael Biale (pp. 138-157). La carta de Mons. Lorenzo Renaldi, de Pinerolo, en la que manifiesta a Don
Bosco las razones que tiene para no escribir la “Recomendación” solicitada; la misiva laudatoria de Mons. Lorenzo Gastaldi, obispo de Saluzzo (pp. 228-
231); la carta del Arzobispo de Módena, Francisco Emilio a Mons. Pedro Rota, en la que pide información sobre el parecer que tienen los prelados
piamonteses con relación a las "Cartas Comendaticias” pedidas por Don Bosco (pp. 279-280).
7
MB., IX, pp. 98-103, y especialmente las pp. 99-100.

8
Francesco MOTTO, “Don Bosco fondatore e la curia romana”, en “Don Bosco Fondatore della Famiglia Salesiana”, Dicastero per la
Famiglia Salesiana, Editrice S.D.B, Roma, 1989, pp. 133-134.

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Las “litteras dimisorias” son las cartas por las cuales el Ordinario del lugar autoriza que un
clérigo que está bajo su directa jurisdicción pueda ser ordenado por otro obispo. Don Bosco,
para obtener la autonomía necesaria respecto a las ordenaciones de sus propios clérigos,
solicitaba esta facultad ya que era un uso corriente en los institutos ya aprobados por la Sede
Apostólica. Las dificultades que habían comenzado a presentarse con el arzobispo de Turín y
las que se preveían para casos similares se lo aconsejaban. Nadie mejor informado que el
propio superior para autorizar la identidad del sujeto que pedía acceder a las órdenes
sagradas.
Este sería un asunto muy delicado en el proceso de la aprobación tanto de la Sociedad de San
Francisco de Sales como de sus Constituciones. Sobre todo para que la concesión de este
derecho no se viera como un privilegio que facilitaba al superior de los Salesianos evadir la
autoridad diocesana en un asunto que miraba a la aptitud y calidad de los candidatos, y, por tanto a la
competencia y dignidad de su ministerio en la Iglesia, responsabilidades detentadas específicamente por
los Ordinarios del lugar. Tanto más que Don Bosco solicitaba esa facultad también para las
ordenaciones de los seminaristas que, perteneciendo a otras diócesis, hicieran sus estudios en
las Casas de la Congregación.
En el aspecto del sostenimiento económico de los clérigos, como lo exigían los cánones, Don Bosco
se fundamentaba en la así llamada “mensa comunis”, es decir en el patrimonio del Instituto,
asimilando, así su caso, al de las órdenes exentas.
19. Los “seminaristas” en Valdocco.

Respecto a este asunto habían graves objeciones sea entre el clero turinés como en Roma, al
punto que se aconsejaba a Don Bosco desligarlo del de las aprobaciones de su Sociedad y de
las Reglas. Pero los hechos que lo habían llevado a solicitar este privilegio, eran el que
habiéndose constituido el Oratorio en seminario de los clérigos cuyos seminarios habían sido
cerrados a raíz de las revueltas liberales del 1848, éstas quedarían al arbitrio y criterio de sus
ordinarios, y, además, que las exigencias y dificultades encontradas al pedir este permiso, que
no siempre se les concedía, desalentaba a muchos, llevándolos no solamente a abandonar el
Oratorio, sino a dejar la misma vocación 9.
En Valdocco, efectivamente, hubo en esos años (1848-1868) estudiantes de las diócesis de
Acqui, Asti, Casale, Chieri, Saluzzo, Turín, Vercelli y Vigevano. En 1868, 35 cursaban los
estudios teológicos y 24 la filosofía. El total de oratorianos residentes era de 804 y las edades
oscilaban entre los 16 y 24 años 10.
20. Las exigencias del arzobispo Riccardi di Netro.

Además, las exigencias de Mons. Alejandro Riccardi di Netro, recientemente posesionado en


la arquidiócesis de Turín (22 de mayo de 1867), afectaban directamente a los clérigos de la
Congregación, a los que consideraba como seminaristas diocesanos. Monseñor había dispuesto
que todos los estudiantes que estaban autorizados para vivir fuera del Seminario, ingresaran a
él un año antes de la recepción de las órdenes , y que, después de ordenados, frecuentaran el
Convitto Eclesiástico. Estas determinaciones se las comunicó personalmente a Don Bosco el 11
de septiembre de ese mismo año 11.

9
Annali I, o.c., pp. 95 y 100 -101.

10
Fausto JIMENEZ, “Don Bosco y la formación de las vocaciones eclesiásticas y religiosas”, en “Don Bosco en la Historia”, Las-
Roma,1.900, p p . 3 9 9 - 5 0 5 .

11
Annali I, o. c., pp. 100, n. 2.

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3º. El cambio radical de los acontecimientos.

Año 1869.
21. Don Bosco en Roma. Una intervención decisiva (15 de enero a 2 de marzo de 1869).

Cuando las diligencias ante la Sede Apostólica parecían irse al traste y cuando la Sagrada
Congregación acababa de rechazar rotundamente la solicitud de Don Bosco, una intervención
suya, personal, en Roma, con los miembros de la misma y con personas influyentes ante el
papa y la Curia Romana, cambió por completo las cosas.
Esta es una breve crónica de los hechos:
22. Una carta de Monseñor Lorenzo Gastaldi. 8 de enero de 1869.

8 de Enero. Don Bosco sale de Turín. Todo el Oratorio queda a la expectativa y en oración.
Él había sido muy lacónico respecto a este viaje que había sólo presentado al Oratorio, como
definitivo para el futuro de la Congregación. En las buenas noches del día anterior había
hecho énfasis en su importancia excepcional: “¿Sabéis por qué voy a Roma?...por vosotros”. El
futuro de su obra, efectivamente, estaba en juego.
Ese mismo día de la partida de Don Bosco, Mons. Lorenzo Gastaldi, obispo de Saluzzo, había
escrito al Cardenal Ángel Quaglia, prefecto de la citada Congregación, recomendándole
encarecidamente el caso de Don Bosco: “esos clérigos y sacerdotes que han comenzado a integrar la
Sociedad serán los que le den duración a una obra tan prometedora como esa. El suscrito la vio nacer y
crecer, conoce las personas que la componen y no puede sino hablar elogiosamente de ella y desear su
definitiva estabilización.
Por tanto, es necesarísimo que obtenga la aprobación definitiva de la santa Sede. El Señor Don Bosco
envió ya las Reglas y elevó la súplica para que le concedieran las gracias y exenciones que necesita toda
Sociedad.
El suscrito recomienda fervorosamente a Su Eminencia este deseo suyo y le ruega lo asista para que
obtenga lo que sea indispensable para poder consolidar como es debido su Sociedad, la que, sin duda,
seguirá trabajando, como lo ha hecho hasta ahora, por algo tan urgente en nuestro tiempo como es la
educación cristiana de la juventud” 12.

15 de Enero. Don Bosco llega a Roma, después de haberse detenido en Florencia. De


inmediato comienza sus conversaciones con personas que son decisivas en los trámites que
lleva a cabo con la Sagrada Congregación para obispos y regulares, o que pueden ayudar a
Pío IX en la información y motivaciones que necesite.
Ante todo, le pide a Monseñor Estanislao Svegliati, Secretario de dicha Congregación, escriba
al teólogo Santiago Margotti para saber qué piensa acerca de la Sociedad Salesiana. Margotti,
efectivamente, era sincero admirador de Don Bosco y de su trabajo educativo. La respuesta,
no se hizo esperar. En todo estaba de acuerdo con Don Bosco menos en lo de las cartas
dimisorias. Empezar por esta clase de excepciones acabaría por destruir la unidad del clero turinés.
Era mejor seguir bajo la directa autoridad del prelado diocesano. Don Bosco, quedó frío.
Quería decir, entonces, que se debía descartar su proyecto.

24. Hechos extraordinarios atribuidos por Don Bosco a la intercesión de la Virgen.

12
Annali I, o. c., pp. 115.

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En Valdocco se intensifican las oraciones a la Virgen. Así lo pide desde Roma Don Bosco.
Algunos hechos extraordinarios ocurren por esos días en la Urbe, hechos maravillosos que el
fundador atribuye a la intercesión de María: las curaciones de un pequeño sobrino del
cardenal José Berardi, atestiguada por Monseñor Emiliano Manacorda; y las del cardenal
Santiago Antonelli y de Monseñor Estanislao Svegliati, Pro-secretario de la Sagrada
Congregación. Y estos sucesos, llamados por él “providenciales”, de hecho le ganan opiniones
favorables a su causa13.

Pero, sobre todo, se sirve del consejo de personas expertas en la materia, como el Procurador
de los Padres Vicentinos 14, y emplea todo el tiempo necesario para aclarar con el cardenal
Quaglia, Prefecto de la Sagrada Congregación, y con el secretario, Svegliati, las dificultades
que se han ventilado en el seno de la misma. Luego, es llamado a audiencia con Pío IX.

25. 3 de febrero de 1869. Una audiencia decisiva con Pío IX.


El Papa quiere tratar el asunto personalmente con él. Es el 23 del mismo mes de enero. Su
santidad le indica personalmente la manera de afrontar las cosas y de clarificar y resolver las
objeciones. Luego se detiene en el tema de las “cartas dimisorias”: con los candidatos llegados a las
casas salesianas antes de los 14 años no habría problema alguno porque solamente los
superiores pueden conocerlos suficientemente como para decidir sobre su idoneidad y darles
el permiso para las ordenaciones, sin recurrir a las “testimoniales” de los obispos. Es el criterio
y la implícita autorización del Papa. Respecto a otros casos distintos que se presenten entre
candidatos para la Congregación, Don Bosco debía recurrir, vez por vez, a la Sede Apostólica.
Quedaban pendiente los trámites para la admisión al Noviciado y a las Profesiones pues, desde
1848, Roma había emanado los exigentes documentos: “Romani Pontífices”y “Regulari
disciplina”, según los cuales sólo los Superiores y Superioras de las Congregaciones
definitivamente constituidas y aprobadas podían dar esta autorización. También aquí el papa
procediendo por vía de privilegio, permitió que Don Bosco hiciera lo mejor que le fuera
posible15.
26. 19 de febrero. La aprobación definitiva y la segunda audiencia concedida por el papa a Don Bosco.
3 y 19 de febrero. Después de la audiencia Don Bosco esperará confiado y optimista. El día
3 Don Bosco escribe al padre Miguel Rúa dándole informe de todo. El, por su parte, “espera
en silencio y rezando”. Para el 19 se aguardaba el fallo definitivo de la Sagrada Congregación,
y éste fue favorable. Esa misma tarde Pío IX recibe de nuevo a Don Bosco. Los consejos que le
da se pueden leer en las Memorias Biográficas Vol. IX, de la página 510 a 512. Esta es una
síntesis:
1. Sed prudentes como las serpientes y simples como las palomas. Conservad la unidad y salvad la honra
de la Sociedad.

13
Annali, I, o.c., pp.117.

14
MB IX, 461. El Padre Marco Antonio Durando (1801-1880), era de Mondoví, provincia de Cúneo. Por 43 años consecutivos fue superior de
los Vicentinos en el Norte de Italia y en Cerdeña. Desde 1862, se extendió su responsabilidad sobre los Lazaristas y las Hijas de la Caridad,
también en Roma y en Nápoles. Asesoró la redacción de las Constituciones del Monasterio de las Magdalenitas de la Marquesa Julieta de Barolo
y fue su director espiritual por 33 años. En 1865 fundó las Hermanas Hijas de Jesús Nazareno, o Nazarenas, bajo la dirección de la Sierva de
Dios Luisa Borgiotti, para la atención domiciliaria de los enfermos y la educación de las jóvenes abandonadas. Dio gran impulso al movimiento
misional piamontés. Había sido el predicador de Ejercicios Espirituales para la ordenación de Don Bosco, en la Casa e iglesia de la Visitación de
Turín. El santo lo tuvo, así mismo, por consejero personal cuando procedía a la redacción de las Constituciones Salesianas en las cuales el
espíritu de San Vicente ha dejado su huella evidente. (“Sussidi 2. Dizionarietto”, Dicastero per la formazione, Tip. Giammariolli, Torino, 1988,
pp. 262-263)

15
Annali I, o.c, pp. 122.

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2. Hablad siempre bien los unos de los otros. En esto la caridad es ingeniosa. Defendeos mutuamente en
todas circunstancias y animaos recíprocamente en el bien.
3. Recordad que lo que le da sentido a una Casa religiosa, no es el número de personas sino el espíritu con que
viven su vocación. No recibáis a nadie si, antes, no habéis comprobado suficientemente su idoneidad.
4. Vuestra Congregación florecerá si practicáis las Reglas y hasta cuando no se den privilegios y
categorías entre los hermanos, y se introduzcan la comodidad y la relajación.
Ateneos siempre a los pobres y a los jóvenes de condición popular. No os desviéis de vuestro objetivo
prioritario y tenedlo siempre presente ante vuestros ojos.
5. Revisad cada año el testamento de quienes, poseyendo algunas bienes de fortuna, hayan ingresado a la
Congregación.
6. Creo que está en mejores condiciones una Casa religiosa en donde se reza poco pero se trabaja mucho
que aquella en la que se reza mucho pero se trabaja poco o nada 16.

27. El 2 de marzo de 1869, la vuelta de Don Bosco a Turín.

2 de marzo. Don Bosco parte hacia Turín llevando consigo los documentos pertinentes,
sellados por la Sagrada Congregación y remitidos por su medio al arzobispo Riccardi di Netro.
Contenían el decreto de aprobación y una carta para el arzobispo en la que se le invitaba a
continuar prodigándole la protección y la ayuda a la nueva Congregación que tanto bien hacía
ya en Turín, de suerte que pudiera alcanzar lo mejor que le fuera posible las finalidades para
las que había sido fundada17.

16
Annali I, o.c, pp. 128-129.

17
El Decreto está textualmente citado en español y latín en las MB., IX, 505-506; - Annali I, o.c, pp. 126-127.

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