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6.1 Introducción
Para el mayor ahorro, minimizar la corrosión debido a los efectos de las propiedades
químicas, de las variables de proceso y las condiciones de operación de la planta. Existen
cuatro formas para controlar y para evitar la corrosión: (1) controlar las variables de proceso,
(2) diseño de ingeniería, (3) protección, y (4) selección de materiales (Roberge, 2008).
Todas ellas pueden ser usadas simultáneamente en una planta química. En este capítulo,
nos ocuparemos del control de las variables de proceso. El siguiente capítulo cubrirá el
diseño de ingeniería. Futuros capítulos retomarán los dos restantes. Algunas de las más
comunes variables de proceso que influyen en la corrosión se listan en la tabla 9. Cada una
de ellas será discutida en mayor detalle.
Tabla 9
A su vez, esto permite una alta velocidad de disolución anódica (M → M +n + ne). Esto es lo
que ocurre en todo el intervalo de concentración en el ácido clorhídrico. En ácido sulfúrico,
la concentración de iones hidrógeno también incrementa con la concentración, pero a
niveles muy altos estos disminuyen de nuevo, como se muestra en la Figura 35.
Figura 35. La composición ácida afecta a la concentración de iones hidrógeno en solución sulfúrica. Adaptada de
Riskin (2008).
Note la correlación bastante buena entre la concentración de iones hidrógeno y la velocidad
de corrosión (Figura 34b y 35). Debido a esto, el hierro puede ser usado para manipular
ácido sulfúrico a temperatura ambiente. Deben tomarse precauciones para prevenir
cualquier contaminación con agua debido a que se puede diluir el ácido e incrementar la
velocidad del ataque. En muchos procesos es posible controlar la composición de un
producto (al menos en ciertas etapas del proceso) para minimizar la corrosión. También, es
posible eliminar un corrosivo perjudicial por completo, sin alterar la eficiencia del proceso.
Por ejemplo, si un ácido inorgánico es necesario en el proceso, entonces la elección de
ácido sulfúrico o nítrico podría hacer al costo de los materiales de construcción muchas
veces menor que para ácido clorhídrico.
Las impurezas en un corrosivo pueden ser buenas o malas desde un punto de vista de
corrosión (Raj, 2009). Los efectos beneficiosos son dependientes de las mismas reglas que
los inhibidores que se discutirán más adelanten en este artículo. La reducción de la
corrosión debido a impurezas en una corriente de proceso se puede considerar como el
resultado de un inhibidor libre (y frecuentemente poco reconocido). Esto está bien si la
impureza está siempre presente (en la cantidad correcta). Si desaparece repentinamente
(por ejemplo, nueva fuente de materias primas), el aumento de la corrosión resultante
puede ser desfavorable, y puede dar lugar a colocar incorrectamente la culpa en otros.
Los efectos perjudiciales están naturalmente más publicitados. Los que vienen a la mente
con más facilidad son los debidos a iones activos como los cloruros. El ion cloruro es típico
de una impureza que es perjudicial debido a que interfiere con la reacción anódica. Los
cloruros pueden ser particularmente efectivos en la destrucción de materiales pasivos tales
como los aceros inoxidables. La Figura 36 muestra el efecto del contenido de cloruro sobre
el comportamiento pasivo del acero tipo 304 en ácido sulfúrico. El intervalo de pasividad (es
decir, el intervalo de potencial arriba del cual la velocidad de corrosión es lenta) disminuye
a medida que el contenido de cloruro aumenta.
Figura 34. Influencia de los cloruros en la polarización anódica del acero 304.
Adaptado de West (1986)
Esto se logra por una reducción gradual del potencial de picadura. La presencia de cloruros
(particularmente a temperaturas elevadas) es la más frecuente causa de picaduras en
aceros inoxidables. Usualmente, es difícil definir un nivel mínimo válido de una impureza a
fin de evitar problemas.
Esto es debido a que los problemas (picaduras, agrietamiento por corrosión bajo tensión,
etc.) son frecuentemente localizados. En estos casos, hay generalmente mayor
concentración de la impureza a un nivel necesario para causar el daño. Esto es
particularmente cierto en los casos de corrosión por hendedura, y situaciones donde existe
evaporación. Ambos pueden resultar en una concentración local de la impureza que es
muchas veces mayor que la de al resto de la solución.
Las impurezas aceleran el proceso de corrosión anódica de una forma distinta al interferir
con la pasivación. Las especies que rápidamente forman iones complejos (es decir, iones
cianuro) se complejarán incluso con los metales más nobles tales como el oro y la plata y
causarán rápida corrosión. Otro ejemplo es la conversión de cobre en complejos cobre-
amoniaco donde el amoniaco (en presencia de oxigeno) está presente como una impureza.
Los iones férricos son reducidos a iones ferrosos (Fe3+ + e → Fe2+ ). En la mayoría de la
solución, los iones ferrosos pueden ser re oxidados a iones férricos, por consiguiente,
reabasteciendo el suministro del ion perjudicial.
En el ejemplo anterior, los iones férricos eran perjudiciales para el hierro, pero pueden ser
beneficiosos para aceros inoxidables en soluciones ácidas. Esto es debido al carácter
oxidante del ion férrico moviendo el potencial de corrosión en la dirección noble y por lo
tanto en la zona pasiva. Por lo tanto, los efectos de la impureza son muy específicos para
un material y condiciones de operación dadas.
Ahora el punto de este ejemplo es: la sílice, si se presenta, puede combinarse con algo de
ácido hidrofluorhídrico para formar ácido fluorsilícico que es menos dañino que el ácido
hidrofluorhídrico. Las reacciones simplificadas son:
Ca10 F2 (PO4 )6 + 10H2 SO4 + 20H2 O → 10CaSO4 ∗ 2H2 O + 6H3 PO4 + 2HF
Este es un ejemplo de una impureza reaccionando con otra para reducir su efecto perjudicial
sobre la corrosión.
Los efectos de las impurezas son variados y usualmente son complejos (Genesca, Más allá
de la herrumbre II, 1989). En muchos casos, no hay nada que se pueda hacer para
removerlos, mientras que en otros pueden ser removidos o contrarrestados con otros
cambios. Frecuentemente, pueden ser benéficos. El primer paso para el dominio de las
impurezas es conocer lo que son (qué compuesto es), en qué cantidad está presente, y de
dónde viene.
A veces las temperaturas del metal que se corroe son más altas que las que se pretenden.
Un ejemplo es el problema de corrosión bajo condiciones de transferencia de calor. Vamos
a considerar la siguiente situación.
Las investigaciones del fallo fueron en varias direcciones. El operador del depósito de ácido
acusó al fabricante del serpentín de no darlo de material inoxidable. El fabricante, en
cambio, hostigo al productor de acero por darle acero de baja calidad. El vendedor de la
compañía de acero replico defensivamente que las condiciones de operación debieron
haber sido diferentes de las especificadas, pero para ir a lo seguro desvió el problema a su
departamento técnico.
La investigación mostró que, aunque la mayoría de la solución estaba a 140 °F, la presión
de vapor en el interior del serpentín fue tan alta que el metal en contacto con el ácido estaba
a 210 °F. Las pruebas de laboratorio usando pruebas de corrosión con transferencia de
calor confirmaron que bajo estas condiciones la falla del acero tipo 316 era de esperarse.
También mostraron que un material más resistente (aleaciones “20”) tendría un intervalo
aceptable bajo condiciones de operación idénticas. Un serpentín de remplazo de aleación
mayor sigue en operación al día de hoy, cinco años después.
Otros factores que habrían reducido al mínimo el problema podrían haber sido:
Aquí, tenemos una situación similar a la que previamente se describió, pero tenemos un
problema adicional. Sólo en el punto de entrada del tubo entrante (en A), la temperatura del
metal es mucho mayor que en otra parte en el calentador por dos razones: (1) allí hay menor
transferencia de calor desde la superficie del tubo, y (2) el vapor está en su punto más
caliente.
A veces una indicación de esto puede ser la ebullición de la solución (como se muestra en
la Figura 37) en la entrada del serpentín, aunque la mayoría de la solución está muy por
debajo del punto de ebullición. Un tubo reemplazable y preferentemente de paredes más
gruesas o un tubo adaptador entre los puntos a-a´ en la Fig. 35 puede minimizar la
corrosión. También es destacable que la corrosión en una interface aire-solución (como la
de A en la Figura 37) puede ser mayor debido a la diferencia de oxígenos, incluso si no hay
efectos de temperaturas.
pH = −log[H + ] (16)
Un diagrama de Pourbaix para hierro en agua se muestra en la Figura 38. Observe que
existen tres zonas: de corrosión, inmunidad a corrosión, y pasividad. Un diagrama de este
tipo es útil como una pantalla gráfica de métodos de control de la corrosión.
Por ejemplo, vamos a considerar la corrosión del hierro en agua neutra (pH=7) con un
potencial de corrosión de -0.4 v. Si nos remitimos al diagrama de Pourbaix para hierro en
agua (Figura 39), vemos que está condición está marcada con una X. La termodinámica
muestra que la corrosión es posible en este punto y la práctica prueba que esto es el caso
(el hierro se oxida en el agua). Vemos que el hierro sería inmune a la corrosión si
pudiéramos cambiar el potencial a -0.8 v., más o menos.
Figura 39. El diagrama de Pourbaix muestra opciones para el control de la corrosión del
hierro en agua neutra. Recuperado de Pourbaix (1974).
Esto puede hacerse por la aplicación de un circuito externo (es decir, protección catódica
que será discutida en el futuro). También, podríamos reducir en gran medida la velocidad
de corrosión moviéndose por el intervalo pasivo (es decir, a los potenciales de 0 v., o
mayor). Esto último puede lograrse con un circuito externo, y es llamado protección anódica
(también será discutida en el futuro). Sin embargo, otra alternativa es incrementar el pH
original del agua neutra por la adición de álcalis.
Los diagramas de Pourbaix están disponibles para otros metales diferentes del hierro. La
Figura 40 muestra los diagramas para tantalio, titanio, aluminio y magnesio. Los diagramas
se correlacionan bien en general con la experiencia ahora bien conocida de que el tantalio
es relativamente inerte, el titanio es resistente a una amplia gama de condiciones, el
aluminio es anfótero, (rápidamente atacada por ácidos y álcalis en un amplio intervalo de
condiciones), y el magnesio es muy activo en un amplio rango de condiciones.
Figura 40. Condiciones teóricas para la corrosión de distintos
metales. Adaptado de Pourbaix (1974).
Los metales que no muestran pasividad y que se están corroyendo generalmente lo harán
a un ritmo más rápido si el oxígeno contenido en la solución se incrementa. La velocidad de
corrosión de los materiales que muestran pasividad usualmente se incrementa si ya están
corroyendo activamente. Un ejemplo de esto se discutió en la parte 2 para el caso de hierro
en ácidos diluidos. La misma cosa ocurre en agua como se muestra en la Figura 41. En
este punto, es útil aclarar la diferencia entre condiciones desaireadas, no aireadas y
aireadas. Estas se muestran en la Figura 41 respectivamente.
Para entender los efectos de la velocidad, debemos recordar que la corrosión es controlada
por la polarización en los ánodos y cátodos. La polarización es la desaceleración de una
reacción en el ánodo o cátodo. Existen dos tipos principales de polarización: por activación
y por concentración. La polarización por activación es el resultado de una etapa lenta en
una reacción química que ocurre en el ánodo o en el cátodo (en la interfase electrolito
metal). Por ejemplo, podría haber una tardanza en la transferencia de un electrón. La
polarización por concentración es una ralentización de la reacción debido a la dificultad en
la difusión de especies desde y hacia los electrodos lo suficientemente rápido para
continuar con las reacciones. Estos tipos de polarización que se aplican a la reacción
catódica se esbozan en la Figura 43 a y b. La más típica combinación de los dos se muestra
en la Figura 43c.
Figura 43. Efectos catódicos debidos a la polarización. Adaptado de Yang (2008).
¿Qué tiene esto que ver esto con efectos de velocidad? Primero, podemos decir que la
velocidad no tiene efecto cuando el proceso está completamente bajo el control de la
polarización por activación. Cuando la corrosión es controlada por la difusión, la velocidad
puede tener grandes efectos (Riskin, 2008).
Para metales corroyéndose activamente que no son pasivos, puede haber alguna ventaja
en la reducción de la velocidad. Para materiales pasivos, no se puede decir lo mismo sin
antes obtener datos para el intervalo específico. Toda la discusión previa sobre velocidad
ha asumido que no estamos recibiendo corrosión por erosión. A menudo, es difícil decir
cuándo la corrosión por erosión toma el control. La corrosión por erosión es un importante
problema y será discutido en el siguiente capítulo.
Una velocidad alta ayuda a evitar la corrosión por picadura. Las picaduras frecuentemente
se forman bajo depósitos sólidos. Condiciones de alta velocidad minimizan la formación de
ft
depósitos, y por tanto limitan las picaduras. Una velocidad de flujo mínima de 10 s es común
en aplicaciones donde las picaduras son esperadas (por ejemplo, acero inoxidable en agua
de mar.
Según West (1986) un inhibidor es una substancia que reduce el daño de la corrosión
cuando relativamente pequeñas cantidades de él están presentes en el corroyente. Los
inhibidores se clasifican de muchas maneras: por su composición (orgánica e inorgánica),
mecanismo de acción (control anódico o catódico), o por su forma (en solución o en fase
vapor). Aquí, vamos a colocarlos en cuatro categorías: anódicos, catódicos, de adsorción y
en fase vapor.
Los inhibidores anódicos retardan la reacción anódica (ver la Figura 45). Por lo general se
usan en: (1) agentes oxidantes (cromatos, nitratos, sales férricas) que promueven la
pasividad, o (2) Los formadores de película que precipitan las películas insolubles en el área
del ánodo (por ejemplo, álcalis, fosfatos, silicatos, benzoatos). Los inhibidores anódicos a
menudo se denominan peligrosos (particularmente del tipo oxidante) debido a que deben
proteger por completo las zonas anódicas para ser eficaz. Si un área pequeña del ánodo
no está protegida, va a corroerse muy rápidamente (picaduras) debido al gran proporción
´cátodo-ánodo (la velocidad de corrosión es función de la densidad de corriente). Los tipos
de inhibidores oxidantes tienen problemas adicionales en que pueden despolarizar la
reacción del cátodo y acelerar la corrosión antes de que tengan pasivado por completo el
área del ánodo.
Figura 45. Los inhibidores cambian la polarización. Recuperado de
General Physics Corporation (1981).
Los inhibidores catódicos retrasan el proceso catódico (Figura 45). Básicamente existen
tres tipos:
Estos eliminadores son más efectivos en soluciones cercanas a las neutras y ligeramente
ácidas, y son inefectivos en soluciones fuertemente ácidas donde la reacción catódica
primaria es el desprendimiento de hidrógeno. El sulfito de sodio y la hidracina son usadas
en sistemas cerrados, particularmente en agua hervida. Pueden ser perjudiciales en
algunas aplicaciones de aceros inoxidables donde las condiciones están al límite entre
corrosión activa y pasiva (disminución en el contenido de oxígeno inclina la balanza en favor
de la corrosión activa).
3.- Películas insolubles que se forman sobre el cátodo y reducen su área efectiva. Un
ejemplo es la adición de bicarbonato de calcio a acero en agua neutra o ligeramente
alcalina, la cual se convierte en carbonato de calcio insoluble.
Los inhibidores catódicos no son peligrosos en la misma forma que los anódicos, debido a
que no estimulan la corrosión si se presentan en cantidad insuficiente. Por lo general son
menos efectivos que los inhibidores catódicos.
Los inhibidores en fase de vapor tienen altas presiones de vapor que permiten que puedan
propagarse en la atmósfera, y entonces adsorberse sobre las inmediaciones de las
superficies metálicas. Son similares en naturaleza a los inhibidores de adsorción.
Son usados para evitar la corrosión en ambientes naturales en espacios cerrados tales
como partes metálicas en almacenes o durante los envíos. En este último caso, el inhibidor
puede ser puesto junto al artículo de metal en forma de solución. Un interesante avance ha
sido la impregnación de materiales de embalaje con estos inhibidores. Ejemplos típicos son
las sales de aminas, morfolina y benzoato de sodio.
Los inhibidores son un método bien establecido para minimizar la corrosión, particularmente
en sistemas cerrados. Se debe tener cuidado con los inhibidores peligrosos discutidos
previamente. También, se debe notar que los inhibidores a menudo tienen efectos
secundarios perjudiciales, que pueden ser:
No todos los problemas de tiempo inactivo están relacionados solo al ambiente. En muchos
casos, la temperatura de servicio podría haber sido suficientemente alta para cambiar la
estructura metalúrgica de los materiales. Esto los hace más susceptibles a la corrosión a
bajas temperaturas. Por ejemplo, la corrosión intergranular y muchos casos de
agrietamiento por corrosión bajo tensión ocurren de esta manera. En estas situaciones, es
particularmente importante remover especies que causan la corrosión si el paro es
inevitable.
Actividades complementarias