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LOS CAMINOS DE LA ENFERMERÍA.

S XIX-S XXI

AUTORA:
Amparo Nogales Espert
Profersora titular Historia de la Enfermería.
Facultad Ciencias de la Salud.
Universidad Rey Juan Carlos. Madrid

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LOS CAMINOS DE LA ENFERMERIA. S XIX – SXXI

INTRODUCCIÓN

En estos momentos de grandes cambios que van a suponer una magnífica oportunidad
para Enfermería, es importante reflexionar sobre el camino que hemos recorrido hasta ahora y
que no debemos olvidar, ya que sobre la base del conocimiento y el reconocimiento al pasado
se construye el futuro, en este punto parece oportuno comenzar utilizando el vocablo camino,
como elemento de partida. .

Camino, entre otras acepciones del diccionario, significa tierra por donde se transita
habitualmente, o bien, vía que se construye para transitar, o también, dirección que ha de
seguirse para ir a algún lugar, y esto es lo que hemos hecho todos nosotros, transitar por una
vía construida, siguiendo una dirección que os ha llevado a un lugar concreto, nada más ni
nada menos que a la Enfermería; a convertirnos en enfermeros.

Así mismo sucede cuando iniciamos los estudios, los alumnos de primero se
convierten en alumno de segundo y los de segundo dejan de serlo para ser de tercero.

Este camino del estudio de la Enfermería que recorremos cuando somos estudiantes,
también es utilizado por otras personas. Nuestras familias discurren por este mismo camino,
cuando nos dan un soporte en forma de ayuda, preocupación, si hay algún contratiempo, y
alegría cuando las cosas salen bien. También circulan por el mismo sendero las personas que
participan en el objetivo de ayudarnos a llegar al final: Los enfermeros asistenciales, que
realizan una labor insustituible -la de transmitiros sus conocimientos en el ámbito de la
práctica de la Enfermería-, y los profesores, que desde sus distintas asignaturas, se proponen
ayudarnos a buscar las propias raíces de la Enfermería.

La profesión de Enfermería lleva siglos recorriendo un largo sendero de ayuda a la


humanidad. Ese camino de siglos, está lleno de avances y de cambios, y a veces, por ocurrir
lentamente en el tiempo, nos dan la sensación de que no se producen, o sencillamente, nos
parece que la Enfermería, o bien retrocede como profesión, o bien está estancada.

Para aumentar la perspectiva, podríamos ver brevemente, solo algunos apuntes sobre
la situación de la Enfermería en el siglo XIX, comparándola con la del siglo XX y los inicios
del XXI, para tratar de encontrar los cambios o los avances que nuestra profesión ha ido
experimentando en el tiempo.

PALABRAS CLAVE:

Enfermería, competencias, funciones, reglamentos, revisión histórica.

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SIGLO XIX

Vamos a referirnos al Hospital General de Valencia que, desde el punto de vista


histórico constituye, por la riqueza de sus archivos, un punto de referencia para estudiar la
historia de la Enfermería, no solo en Valencia, sino en todo el país. Así, en un documento
sobre borrador de normativa de funciones de las enfermeras del año 1858, vemos que los
enfermeros tenían las siguientes competencias (1):

ENFERMEROS: COMPETENCIAS

UNTURAS. SESION DE 24 DE NOVIEMBRE 1858

• Todo lo que pertenece al cuidado material, limpieza, aseo y demás auxilios de los
enfermos, bajo la vigilancia y mandato de las Hermanas de la Caridad

• Para los Practicantes, todo lo que conviene a los preceptos facultativos, sin permitir que
los enfermos se presten mutuamente a su asistencia respectiva

• La aplicación de las cantáridas será inmediatamente de cargo de los Practicantes

Nos encontramos, pues, con un campo de actuación de la Enfermería que está limitado
a la atención de las necesidades básicas del enfermo, quedando excluida del resto de
actividades. Además, los enfermeros se encuentran bajo las órdenes de las Hijas de la
Caridad, y parece que los practicantes realizan el resto de trabajos de asistencia a los
enfermos. De forma que, podríamos decir, los enfermeros ocupan un tercer nivel en las salas,
respecto al cuidado de los enfermos: En primero lugar la Hija de la Caridad, en segundo lugar
el practicante y en tercer lugar la enfermera.

Otro documento original posterior, de 1880, se refiere a las competencias propias de


los practicantes, que eran las siguientes (2):

PRACTICANTES. COMPETENCIAS 1880

• Cumplimiento de las prescripciones terapéuticas

• Auxiliar a los profesores (médicos) en las operaciones

• Practicar las curaciones que les confíen

• Llevar los recetarios

• Asistir a las autopsias y tomar las notas que los facultativos les dicten

Así pues, vemos como, en efecto, los practicantes realizaban trabajos más técnicos y
en mayor variedad y número que los enfermeros, como habíamos dicho.

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Posteriormente, en 1897, el Hospital Provincial de Valencia editó un nuevo
reglamento, que recoge las funciones propias de su personal, titulado Reglamento de las
Enfermerías del Hospital Provincial de Valencia. Vamos a observar las actividades asignadas
a los tres grupos a los que nos estamos refiriendo: Hijas de la Caridad, practicantes y
enfermeros, para ver los posibles cambios producidos en las funciones asignadas a estos
grupos, en un período de tiempo aproximado de veinte años (3).

HOSPITAL PROVINCIAL DE VALENCIA, 1897. REGLAMENTO

FUNCIONES DE LAS HIJAS DE LA CARIDAD

• Acompañar a los facultativos durante su visita y seguir sus indicaciones

• Ayudar a los enfermos en las tomas de medicinas

• Cuidar de que el servicio doméstico se cumpla esmerada y puntualmente, así como el


tratamiento y el régimen alimenticio de los enfermos

• Animar y consolar a los enfermos en sus padecimientos, especialmente en los momentos


de crisis y en las curaciones y operaciones que hubieren de sufrir

• Atender a que la limpieza de las enfermerías se haga puntualmente, así como la de los
enfermos, camas, ropas, vasos y mobiliario

• Cuidar del buen orden de las enfermerías, evitando y corrigiendo cualquier hecho que
tienda a alterarlas, ya sea por parte de los enfermos, ya de los que los asisten

• Al frente de cada sala habrá una Hija de la Caridad, cabeza de aquélla

• La Hija de la Caridad oirá y trasladará a quién proceda las reclamaciones de los enfermos,
y recibirá directamente de los facultativos las ordenes y recomendaciones que dicten

• La Hija de la Caridad llevará un inventario detallado de las ropas y efectos que están
destinados al servicio de aquélla.

Según nos indica el texto original, las Hijas de la Caridad realizaban una labor de
vigilancia de la sala, e incluso recibían la denominación de “cabeza de sala”, y ello parece
indicar que desempeñaban unas funciones muy semejantes a las de la supervisión de su
departamento, al convertirlas prácticamente en responsables directos del mismo.

Por otro lado, aparece también en este texto un apartado dedicado a la Superiora de las
Hijas de la Caridad, quien debía responsabilizarse de las siguientes funciones:

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SUPERIORA DE LAS HIJAS DE LA CARIDAD

• Compete la inmediata dirección, inspección y vigilancia del servicio encomendado a las


Hermanas, dando conocimiento a la Dirección de las faltas que notare y que por sí misma
no pueda subsanar

• Visitará los departamentos con la frecuencia que cada situación exija

De manera que, a juzgar por estas responsabilidades, quizá podíamos identificarlas


con las correspondientes a las de las actuales Directoras de Enfermería.

Vamos a ver seguidamente las funciones asignadas a los enfermeros:

FUNCIONES DE LOS ENFERMEROS

Corresponde a estos empleados, verdaderos sirvientes de las enfermerías y sus


dependencias, la práctica y detalle del servicio doméstico de los departamentos, bajo la
inmediata dirección, inspección y vigilancia de las Hijas de la Caridad y de los Facultativos.

COMPETENCIAS:

• Llevar los aparatos parciales de curación propios de cada sala durante las curas

• Recoger los vendajes y efectos que hayan servido en las mismas, haciendo entrega de
ellos, según su clase y estado a las Hijas de la Caridad, o a los practicantes

• Ayudar como mozos en los servicios mecánicos de las operaciones quirúrgicas, a las
órdenes de los facultativos

• Conducir a las salas, acompañados del practicante, los despachos de medicina y objetos de
curación que se les ordene

• Repartir los alimentos y dietas bajo la inmediata dirección de las Hijas de la Caridad, e
inspección de los facultativos

• Ayudar a mover a los enfermos que se hallen imposibilitados

• Darles los vasos para sus funciones naturales y sostenerles cuando su debilidad lo exija

• Prepararles las aguas para los baños locales, y aproximarles los oportunos aparatos para
tomarlos

• Hacer las camas, limpiar y asear a los enfermos y auxiliarlos en todo cuanto las Hijas de la
Caridad o los facultativos les ordenen

• Hacer limpieza de las salas y cuidar esmeradamente de su aseo, cumpliendo las ordenes de
las Hijas de la Caridad

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• Fregar la vajilla para el uso de los enfermos

• Traer y llevar a los almacenes correspondientes las ropas, efectos y mobiliario,


acompañados de una Hija de la Caridad

• Conducir y llevar a los enfermos, a su ingreso en el establecimiento, al lugar que hayan de


ocupar, o trasladarles a otras salas o departamentos a que se les destinen, a brazo o en
camilla, con los cuidados que el estado de los mismos exija

• Conducir a los cadáveres de los enfermos fallecidos, desde las camas al depósito, o al lugar
en que hayan de practicarse las autopsias, y servir como mozos de éstas

• Ayudar a quien corresponda, en el trabajo de barrido y limpieza general del


establecimiento

• Los enfermeros amortajarán todos los cadáveres de los enfermos o enfermas que fallezcan
en el hospital, aún de aquellos que se consideren como pensionistas, sin derecho a exigir
por tal servicio retribución alguna de las familias de éstos.

Podíamos destacar de su lectura varias observaciones:

Como grupo asistencial, los enfermeros continúan bajo las órdenes de la Hija de la
Caridad, cabeza de sala.

Al tratarse ésta de una relación de funciones más pormenorizada, nos damos cuenta de
que el trabajo de Enfermería consistía en realizar algunas funciones propias de las enfermeras,
y el resto de trabajos eran actividades hoy dentro del campo de actuación de auxiliares,
celadores y personal de limpieza.

Con respecto a otras épocas anteriores, la Enfermería sufrió, en estos momentos, un


retraso, comparándola, por ejemplo, con el siglo XVII. A finales de esta última centuria,
concretamente en el año 1695, en el Hospital se redactó un reglamento de funciones del
personal titulado “Sumari de les obligacions de tots los oficials i comensals del Hospital
General de Valencia” (4) y en ese documento, el enfermero y la enfermera, llamados “pare” y
“mare”, son los responsables, ellos mismos, de la sala correspondiente y del material existente
en ella. Además, el enfermero, o la enfermera de la sala, debía realizar un inventario anual
del material correspondiente a su dependencia; actividades de las que, como vemos, las
enfermeras son relegadas en el siglo XIX, por pasar de estas a otras manos.

En cuanto a los practicantes, continuarán con el desempeño de actividades de carácter


más técnico, encargándose del aparataje, y del material y las actividades directamente
relacionadas con la cirugía. Concretamente se crea la figura del “aparatisra”. Veamos sus
funciones, así como las del resto de practicantes.

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FUNCIONES DE LOS PRACTICANTES

• Auxiliar a los médicos en las operaciones

• Llenar los recetarios

• Asistir a las autopsias y tomar notas

• Practicar las curaciones de los enfermos necesarias entre las visitas

• Administrar las medicaciones que exijan gran precisión en la dosis y época de tomarlas

APARATISTA

• Guardar y conservar las colecciones de instrumentos, máquinas, aparatos de curación del


establecimiento, para uso de los enfermos

• Asistir a las operaciones

• Tener dispuesto un surtido de: férulas, fanones, charpas, vendajes preparados, compresas

• Cuidar que estén dispuestos para su inmediato servicio, los aparatos de curación de cada
sala

• Llevar con exactitud un registro de todos los aparatos quirúrgicos y objetos de curación
que tiene a su cargo

• Los demás practicantes bajo la vigilancia de los facultativos deberán cumplir las
prescripciones terapéuticas

Por tanto, las técnicas de cirugía, así como las curas, a finales del siglo XIX siguen
escapando de la responsabilidad de los enfermeros, por corresponder a actividades propias de
los practicantes.

Podemos decir, en consecuencia, que no solo se produce una evolución y un avance


de la ciencia médica aplicada a la asistencia de los enfermos, sino que también la propia
dedicación a los cuidados de los enfermos experimenta una serie de cambios desde el punto
de vista organizativo que suponen para la Enfermería en estos momentos, la pérdida de un
buen número de parcelas de actividad que le eran propias, como ya apuntamos. A finales del
siglo XIX, la Enfermería se halla limitada en las funciones del cuidar, teniendo que asumir
actividades que más tarde, pasarán a otras profesiones sanitarias. Veamos seguidamente los
rasgos más destacables del siglo XX.

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SIGLO XX

Respecto al siglo XX, haremos primero un breve preámbulo, refiriéndonos a dos hechos:

1. La Ley de Instrucción Pública de 9 de Septiembre de l857, es el documento en donde


aparece la primera referencia legal a los títulos de practicantes y matronas. Ya hemos
visto cómo sólo un año después, en 1858, los trabajos correspondientes a las enfermeras,
al menos en el Hospital Provincial de Valencia, eran bastante restringidos para un
colectivo que no había recibido todavía una capacitación amparada por la ley.

2. En 1880 el Dr. Federico Rubio y Galí fundó la primera Escuela de Enfermeras en Madrid.
Nos encontramos ya con una estructura reglamentada de los estudios de Enfermería, hecho
este de una gran importancia, porque significó el reconocimiento de la necesidad de la
existencia de esta profesión y por otorgarle una estructura organizativa y sistemática a los
estudios. Pero como ya hemos visto, al menos en Valencia más de una década después, el
Reglamento de 1897 seguía limitando las funciones de las enfermeras, que eran
encomendadas a otros grupos asistenciales.

Ya en el siglo XX, La Cruz Roja creará una Escuela de Enfermería en Madrid; en


Barcelona se fundará la Escuela de Enfermería de Santa Madrona, y en 1916 nace en Madrid
la Escuela de Santa Cristina para la formación de Matronas (1). La primera constancia legal
de la titulación de enfermeras aparece en 1915.

Fue en 1952 cuando se produce la unificación de las tres profesiones existentes, es


decir, practicantes, matronas y enfermeras, con la creación de un nuevo titulo homogéneo
para los tres: “Ayudante Técnico Sanitario”.

Esta fusión en una sola carrera significó la exigencia de un mayor nivel de estudios
previos (obligaba a tener cursados al menos cuatro cursos de bachiller), y además supuso la
vinculación de las escuelas a las Facultades de Medicina, y la aparición de un plan de
estudios con contenidos teóricos y `prácticos.

Nosotros podemos valorar, después de haber visto la situación de la Enfermería en el


siglo XIX, lo que realmente significó esta unificación de los estudios. Su consecuencia fue un
verdadero desarrollo para las enfermeras, que vieron aumentar sus responsabilidades y
competencias en la práctica, especialmente por asumir las actividades que en este período
inmediatamente anterior habían correspondido en exclusiva a los practicantes.

El siguiente gran avance para el desarrollo de la Enfermería se dio en 1977, con el


Real Decreto 2128 / 77, que daba paso a la conversión de las Escuelas de A.T.S. en Escuelas
Universitarias de Enfermería. Con ello, las enfermeras accedíamos a la Universidad, con un
plan de estudios que incluía diez años de estudios previos, o bachiller superior, y una carrera
de tres años con cuatro mil seiscientas horas teóricas y prácticas (2).

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SIGLO XXI

La trayectoria seguida hasta el momento por la Enfermería nos sirve, aunque


únicamente de forma orientativa, para esbozar con prudencia algunas líneas entre las que
probablemente la Enfermería recorrerá su andadura en el tercer milenio y que a nuestro juicio
son las siguientes:

Los avances de la técnica en el campo de la medicina, llevarán a la Enfermería al


empleo de técnicas sofisticadas en su trabajo y a la aplicación de la alta tecnología a buen
número de actividades del cuidar.

La Licenciatura en Enfermería se alcanzará con la mayor seguridad; de hecho, ya


existe como titulación propia en algunas universidades, como es el caso en nuestra
Comunidad Valenciana, de Alicante. Ello significará la posibilidad para los enfermeros, de
acceder al máximo rango dentro de la Universidad, el de doctor, abriéndose con ello las
puertas plenamente para la investigación en Enfermería.

Por la orientación que sigue la sociedad de fines del siglo XX y principios del XXI, la
educación sanitaria y la cultura de la salud, continuarán centrándose en acentuar el valor del
cuidado del propio cuerpo por el ser humano, que dará gran importancia a su alimentación,
eliminación, ejercicio físico, el descanso e higiene, encaminado todo ello a conservar la vida
en las mejores condiciones, durante el mayor tiempo posible.

Por tanto, con independencia del manejo de unas técnicas cada vez más complejas,
las enfermeras probablemente tengamos que volver a revalorizar el cuidado de las
necesidades básicas de nuestros pacientes, teniendo muy en cuenta la importancia para el ser
humano de los aspectos comentados de la higiene, reposo y movimiento, alimentación y
eliminación, que pasarán a considerarse fundamentales para vivir en salud, además de la
necesidad de sentirse en un entorno tranquilo, seguro y protegido.

Como dice TEIXIDOR FREXA, “En los últimos años se observa un esfuerzo
sistemático de profundización teórica que trasciende a la pura ruina de las tareas de
Enfermería y que está marcado por la cristalización del objeto, la definición de los ámbitos
de actuación y el compromiso en el desarrollo de un campo de investigación propio” (3).

En efecto, la Enfermería se adentrará en el tercer milenio dedicando una parte de su


tiempo a la reflexión y a la expresión de su pensamiento; a profundizar en el significado de
nuestro trabajo, tratando de buscar qué clase de profesionales hemos de ser, teniendo en
cuenta nuestra misión de encargados de ayudar al ser humano en la conservación de la salud y
en el trance de la enfermedad y la muerte. Y ello nos obligará, en primer lugar, a saber crear
un entorno físico y humano menos agresivo, a las personas a nuestro cuidado.

Teniendo en cuenta que las encuestas de calidad que responden pacientes y familiares
dan como resultado que su percepción de la calidad se expresa, entre otros aspectos
fundamentales, en la captación de la empatía que la enfermera transmite a su paciente a través
de los cuidados enfermeros, se pone de manifiesto la importancia de subrayar las
características personales que debe reunir una enfermera. Tal vez por esto cuando se preguntó
a la señora FAWCER-HENESY, enfermera de la OMS sobre las cualidades que en su

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opinión deben reunir las enfermeras, dijo en primer lugar que una enfermera debe ser
“comprensiva y humana” (4).

Así pues los programas de humanización que ya se están desarrollando desde


instancias superiores, concretamente en Valencia desde la Consejería de Sanidad, en mi
opinión están dando en la diana de las necesidades, tanto de profesionales como de usuarios, y
creo que se deben orientar muy especialmente, hacia la formación del personal, en nuestro
caso de las enfermeras, en los valores de la solidaridad, la comprensión y la ayuda al ser
humano en el campo de la salud y la enfermedad.

¿Qué espera de nosotros la sociedad? ¿Cómo nos ve? VICENTE FERRER, uno de los
grandes paradigmas de nuestros días, en cuanto a ayuda humanitaria al Tercer Mundo,
presentó en una conferencia reciente en Valencia, una visión muy interesante sobre los
profesionales sanitarios y sobre las enfermeras, en cuanto a sus valores (5).

VALORES PROFESONALES DE LA SALUD

Las profesiones sanitarias ejercemos una gran influencia sobre las personas que nos
rodean. Por ello, tenemos también gran capacidad de ayuda al ser humano.

Vicente Ferrer habló también del valor humano de las profesiones que dedican su
tiempo y su alegría a cuidar con suma atención a los seres más imperfectos, en su enfermedad
y en su camino hacia la muerte.

Finalmente resaltó que los profesionales de la salud tenemos la gran oportunidad de


crecer en humanidad, a través de nuestro trabajo. Aspectos todos ellos con los que dejó muy
clara su visión de las profesiones sanitarias, como profesiones altamente humanitarias.

Me gustaría acabar el artículo con una frase, también de VICENTE FERRER, que
deseo firmemente que alcancemos todos nosotros:

“LOS SERES HUMANOS TENEMOS UN GRAN POTENCIAL DE BONDAD EN EL


CORAZÓN, PARA PRACTICAR ESA BONDAD, NO HAY MAS QUE ESCUCHAR AL
PROPIO CORAZÓN, QUE HA SIDO DOTADO DE ESA POTENCIALIDAD”.

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FUENTES PRIMARIAS

1.- Borrador de Reglamento. Hospital Provincial de Valencia. Unturas, sesión de 24 de


Noviembre de 1858. A.D.P.V. Signatura I-5.1-C-2 leg. 17

2.- Borrador de Reglamento Hospital Provincial de Valencia. Practicantes, 1880. A.D.P.V.


Sig. I – 5.1 / C – 2 legajo 29

3.- Reglamento de las Enfermerías del Hospital Provincial de Valencia, 1897. A.D.P.V. Sig. I
– 5.1 / C – 2, leg. 34

4.- “Sumari de les obligacions de tots los oficials y comensals del Hospital general de
Valencia “, 1695. A.D.P.V. Sig. IV. 4.2 – C –1 leg. 7

BIBLIOGRAFÍA

1.- Alberdi R.M., Arroyo P., Cabedo B., Mompart M.O.; Segura M. Conceptos de Enfermería.
Madrid: U.N.E.D; 1983

2.- Santo Tomás M. Enfermería Fundamental. Barcelona: Masson; 1977

3.- Texidor Frexa M. “Gestió d’ Infermería i humanització”. V Jornadas Nacionales.


Humanización de la salud. Sitges, Mayo 2000

4.- Pérez Company P. Mesa Redonda. Humanización y Enfermería. Indicadores de


humanización de los cuidados de Enfermería. V Jornadas Nacionales. Humanización de la
salud. Sitges, Mayo 2000

5.- Ferrer V. “La humanización de la atención sanitaria”. Jornada sobre Políticas Sanitarias
para la humanización de los Servicios de salud. Valencia, 15 Mayo, 2002.

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