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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓN OM A DE MÉXICO

P ublicaciones de DIANOIA
CEN TRO DE ESTUDIOS FILOSÓFICOS

Director: Eduardo Garda Máynez. Investigadores: Eduardo Garda Máynez,


Luis Recaséns Siches, Leopoldo Zea, Eli de Gortari, Robert S. Hartman,
Miguel Bueno, Alejandro Rossi, Adolfo Garda Díaz.
Lógica del concepto
jurídico
EDUARDO GARCÍA MÁYNEZ

FONDO DE C U L T U R A ECONÓM ICA


México - Buenos Aires
D I A N O I A
A n u a r io df. F il o s o f ía

Correspondencia editorial: Centro de Estudios Filosóficos /


Dirección del Anuario de Filosofía / Torre de Humanidades,
piso / Ciudad Universitaria / México 12, D. F.

Correspondencia comercial: Fondo de Cultura Económica


Av. de la Universidad, 975. México 12, D. F,

© Eduardo García Máyncz, >950

Impieso y hecho en México


Printed and inade in México
E). concepto es una moneda que tiene un valor preciso,
con el cual puedo confiadamente contar; no es, como la
visión, una joya que vale mucho, pero nunca sé seguramen­
te cuánto vale, y por eso no puedo contar exactamente
con su valor.

O rtega y G asset, La idea de principio en Leibniz.


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Capitulo I
CON CEPTO DEL CO N CEPTO , EN LA LÓG ICA PU RA
Y EN LA JURÍDICA

i . P l a n t e a m ie n t o

Es usual, en manuales y tratados de lógica, dividir la exposición


en tres grandes partes, referidas, respectivamente, al juicio, al
concepto y al raciocinio. Algunos autores abordan estos temas
en el mismo orden en que acabamos de enumerarlos; otros, en
cambio, tratan primeramente del concepto, siguen con el juicio
y concluyen con el análisis de la inferencia. No deseamos exa­
minar aquí las razones invocadas en apoyo de cada uno de los
dos procedimientos.1 Hemos optado ya por el primero, y a ello
se debe que nuestra Lógica del juicio jurídico 23* verse sobre lo
que creemos ha de ser la parte inicial de un tratado completo
sobre la materia. En este libro vamos a exponer la lógica de
los conceptos jurídicos, y en el tercero de la serie analizare­
mos las formas que el raciocinio asume en la órbita del derecho.8
El primer tópico que debemos discutir en estas páginas es
análogo al que examinamos al emprender la redacción de nues-

1 Sobre este punto puede el lector consultar las siguientes obras: Ed-
mond Goblot, Traité de Logique, Huitiéme Edition, Librairie Armand Co­
lín, Paris, 1947, Introduction, 18, pág. 41; A. Pfiinder, Lógica, Introducción,
§ 6; Francisco Miró Quesada, Lógica, Biblioteca de la Sociedad Peruana de
Filosofía, Lima, 1946, Primera Parte, cap. 1, a), pág. 21.
2 Eduardo García Máynez, Lógica del juicio jurídico, Fondo de Cul­
tura Económica, México, 1955.
3 Algunos de los autotes contemporáneos que han escrito sobre lógica del
derecho conciben esta disciplina como ‘teoría de la deducción jurídica’, y
atribuyen sólo importancia secundaria al juicio y al concepto jurídicos.
Véanse, por ejemplo, la Juristische Logik de Ulrich Klug, Springer Verlag,
Berlín, 1951, y el libro de Francisco Miró Quesada, Problemas fundamentales
de la lógica jurídica, Biblioteca de la Sociedad Peruana de Filosofía, Lima,
1956. "La lógica jurídica — escribe el autor últimamente citado— es una
especie de lógica aplicada, y como tal debe versar sobre las leyes lógicas que
permiten efectuar las derivaciones deductivas en el pensamiento jurídico”
(Pág- !5)-
9
ÍO CON CEPTO DEL C O N C E PT O

tra última obra. ¿Puede justificadamente hablarse de una lógica


del concepto jurídico, así como se habla de la de la norma de
derecho? O, para plantear el asunto en términos más amplios:
¿tiene la llamada jurídica autonomía frente a la lógica pura, o
se trata, por el contrario, de una simple aplicación de ésta a uno
de los sectores del conocimiento humano?
No sólo en aquella investigación, sino en varios opúsculos,4
hemos ofrecido las razones justificativas de nuestra actitud. La
lógica del derecho, más que aplicación, es complemento de la ge-
neral. Esto vale no solamente para los estudios lógico-jurídicos,
sino para lo que algunos filósofos denominan lógica de lo nor­
mativo,5 en oposición a la clásica, que es y ha sido siempre
apofdntica.
Si, como creemos haberlo demostrado en anteriores trabajos,
las normas del derecho son juicios, y éstos difieren radicalmente
de los que considera la lógica aristotélica (como lo revela el
hecho de que no les son aplicables los atributos de verdad y
falsedad), resulta ocioso seguir sosteniendo que la del derecho
nada nuevo aporta al conocimiento de las formas y legalidades
del pensamiento jurídico. La prueba de que la enseñanza tradi­
cional no puede trasladarse sin modificación al campo de que
tratamos, está en que las formas lógicas 6 que exhiben la estruc-
tura de los juicios enunciativos residían inutilizables para expli­
car la de las normas de conducta, lo que, por otra parte, no
debe extrañarnos, ya que los primeros están referidos al orden
del ser, en tanto que las segundas se refieren al de lo que debe o
4 Eduardo García Máynez, "La lógica cleóntica de G. H. von Wright y
la Ontología formal del Derecho”, en Revista de la Facultad de Derecha de
México, tomo III, enero-marzo de 1955, N<> 9, págs. 9-39; Eduardo García
Máynez, "Lógica y ontología del Derecho, dos nuevos capítulos de la Filo­
sofía jurídica” , en Memoria del Congreso Científico Mexicano, U.N.A.M.,
México, 1953. tomo XIV, págs. 25-32.
r> Cfr. Héctor Neri Castañeda, “Un sistema general de lógica normativa”,
en Diánoia, Anuario del Centro de Estudios Filosóficos de la Universidad
Nacional Autónoma de México, Fondo de Cultura Económica, 1957, págs.
303 - 334 -
0 Sobre los conceptos de ‘forma lógica’ y ‘forma lógica perfecta’ véase lo
expuesto por Heinrich Scholz en su Geschichte der Logik, Junker und Dünn-
haupt Verlag, Ilcrlin, 1931, § 1. Sobre la noción de ‘estructura’: S. K. Langer,
A11 Introduction to Symbolic Logic, Dover Publications, New York, Sccond
Edition, 1953.
P L A N T E A M IE N T O 11

puede ser licitamente,7 Lo propio ha de decirse de los llamados


principios supremos (laws of thought, como dicen los ingleses),
porque los de la lógica clásica sólo valen para los juicios enun-
ciativos. Los de la normativa, en general, o los de la del dere­
cho, en particular, son, en cambio, principios sobre la validez o
invalidez de cualquier norma, o sobre los mismos atributos de
las jurídicas.8
Mientras no logre demostrarse — y hasta hoy nadie ha con-
seguido tal cosa— que el concepto de regla de comportamiento
es reductible al de enunciación, o que las nociones de validez e
invalidez pueden reducirse a las de verdad y falsedad, permane­
cerá en pie el aserto de que la lógica de las normas complementa
a la aristotélico-tomista, y resultarán inobjetables los títulos de
legitimidad de las indagaciones contemporáneas sobre aquélla,
o sobre la especial de los preceptos del derecho.
Que las últimas no se limitan a aplicar la apofántica de
Aristóteles es algo que nos parece suficientemente comprobado;
mas ello no demuestra que exista también, con pareja autono­
mía, una lógica de los conceptos jurídicos. El problema central
de este trabajo consiste, pues, en inquirir si esos conceptos di­
fieren o no de los que estudia bajo el segundo de sus grandes
rubros la' doctrina clásica.
Es evidente que, por la índole de los objetos a que aluden,
existen diferencias de orden material entre las nociones que in­
tegran el acervo teórico de cada disciplina; pero ello no justifica
que se hable de la teoría de los conceptos normativos como de
una nueva rama de la ciencia lógica.
La cuestión estriba más bien en esclarecer si a las indudables
discrepancias de naturaleza material (derivadas de la índole de
los objetos) corresponden otras de carácter formal; o si, por lo
contrario, entre los conceptos de las disciplinas normativas y
los de otras ciencias no hay diversidad en el segundo respecto.
Si la apofántica aristotélica no es aplicable a los juicios que
imponen deberes o conceden derechos, y entre enunciados y
normas existen diferencias de estructura, parece dudoso que los

7 Cfr. Eduardo García Máynez, Lógica del juicio jurídico, caps, i y n.


8 Cfr. Eduardo Garda Máynez, Introducción a la lógica jurídica, Fondo
de Cultura Económica, México, 1951, cap. I, 1.
12 CON CEPTO DEL CONCEPTO

conceptos que fungen como elementos de las dos clases de juicios


no difieran también desde el punto de vista lógico.
A estos interrogantes no puede, empero, responderse, sino des­
pués de concluir el estudio de lo que uno de los mas ilustres
representantes de la Escuela Sudoccidental Alemana denomina
“métodos de formación conceptual” en las distintas ciencias.9 El
problema a que nos enfrentamos aquí como juristas es análogo
al que Rickert se planteó con relación a los conceptos históricos
y, por ende, a la historia, como disciplina científica que utiliza
un procedimiento de formación conceptual radicalmente diverso
del de las ciencias de la naturaleza. ¿Podrá probarse que, así
como la índole del suceso histórico da origen a diferencias de
orden lógico entre los conceptos que interesan al historiador y
los de las ciencias físicas, el carácter peculiar de los objetos de
que tratan las disciplinas normativas engendra también dife­
rencias del mismo tipo entre los conceptos de que se sirven esas
disciplinas y los que manejan los cultivadores de las otras?
Para solucionar cuestiones tan arduas deberemos, ante todo,
tratar de definir, no sólo en el plano general de la lógica, sino
en el especial de la normativa o en el más reducido aún de la
jurídica, el concepto del concepto, ya que sólo así podremos
poner en claro si los normativos difieren o no de los no norma-
tivos, sean éstos de la especie que fueren.
En lo que respecta especialmente al campo del derecho, ha­
brá que contestar dos preguntas:
1) ¿Qué es un concepto?
2) ¿Qué es un concepto jurídico?
Sólo entonces estaremos en condiciones de decidir si los del
segundo grupo difieren lógicamente de los demás o, por lo con­
trario, la diversidad no está en ellos, sino en los objetos a que se
refieren. Es claro que los mismos problemas pueden ser exami­
nados en lo que atañe a los conceptos normativos. De los resul­
tados a que se llegue, una vez emprendidos estos análisis, depen­
derá el que pueda o no hablarse de una lógica general de
aquellas nociones, o de la especial de las jurídicas.

'■> H. Rickert, Die Grenzen der naturwissenschaftlichen Begriffsbildung,


Eine logische Einleitung in die historischen Wissenschaften, Fünfte Auflage,
1929, Verlag von J. C. B. Mohr, Tübingen.
CONCEPTOS V PALABRAS

2. C o n c e p t o s y p a l a b r a s

Antes de intentar una definición, comenzaremos por decir, si-


guiendo el método de algunos lógicos, lo que el concepto no es.
De esta suerte podremos evitar numerosos errores que han oscu­
recido el tratamiento del problema, y será más fácil preparar
el terreno para nuestras investigaciones sobre el tema central
de este libro.
Ante todo hay que distinguir entre conceptos y palabras. Los
conceptos no son palabras, aun cuando muchas veces nos sirva­
mos de ellas para expresarlos. El nexo entre el concepto y su
expresión verbal es análogo al que existe entre juicios y oracio­
nes.10 La oración es la envoltura lingüística de la significación
judicativa, el medio de que nos valemos para trasmitir un pen­
samiento. La palabra, por su parte, es el molde verbal del con-
cepto. Esto no implica que los conceptos sólo con palabras pue­
dan ser pensados. Las voces del idioma son su instrumento
normal de expresión; pero pueden también existir en forma in­
dependiente; de aquí que podamos pensarlos sin auxilio del
lenguaje.
Los elementos de las oraciones no se confunden con los de
los juicios. Las palabras se componen de fonemas; los conceptos
no. El concepto puede ser la significación de un vocablo, pero,
como escribe Pfander, esto es “accidental” y, por tanto, no
pertenece a la esencia de aquél.11 Palabras diversas expresan a
veces un mismo concepto, y conceptos distintos pueden corres­
ponder a sentidos diferentes de una misma voz, caso en el cual
decimos que ésta es equívoca.
El plano de las oraciones debe ser cuidadosamente distingui­
do del de los juicios.12 Por la misma razón hay que distinguir
las palabras, como elementos verbales, de los conceptos, que no
forman parte de la oración, sino de su contenido significativo.
La diferencia entre palabras y conceptos resulta diáfana
cuando se recuerda que las primeras fungen como signos y, como

10 A. Pfander, Lógica, Primera Parte, cap. i. Preliminares, 2.


11 A. Pfander, Lógica, Segunda Parte, cap. i, pág. 154 de la segunda edi­
ción de la versión castellana de J. Pérez Bances. Espasa-Calpe Argenti­
na, S. A. Buenos Aires, México, 1940.
12 A. Pfander, Lógica, traducción y edición citadas, pág. 12.
14 CO N CE PTO DEL CO N CEPTO

tales, tienen siempre un aspecto físico.13 En el caso del lenguaje


oral trátase de sonidos; en el del escrito, de manchas de tinta
sobre el papel. Pero a los signos verbales corresponden concep­
tos cpie, en su carácter de elementos lógicos del pensamiento ju-
dicativo, no participan ya de la naturaleza sensible de la ex­
presión.

3. C o n c e p t o s y o b je to s

Todo concepto se refiere a un objeto, si por tal entendemos lo


que puede recibir un predicado cualquiera.14 Y como no hay
nada de lo que no podamos predicar algo, resulta que no sólo
los entes, sean de la especie que fueren, sino las relaciones e in­
cluso las figuras de la fantasía, pueden ser correlatos del pensa­
miento y convertirse en objetos-sujetos de un enunciado. Así
como las aserciones aluden siempre a una situación objetiva,™
los conceptos que las componen refiérense en todo caso a un
objeto, a una determinación, o a la conveniencia o inconvenien-

t3 cf. E. Husserl, Investigaciones lógicas. Traducción castellana de Ma­


nuel G. Mótente y José Gaos, Revista de Occidente, Madrid, 1929, tomo II,
pág. 39.
14 “El pensar y los pensamientos se refieren siempre necesariamente a
algún objeto. No hay pensamiento sin objeto o pensamiento sin relación
con objetos. Son totalmente imposibles, porque su esencia mis íntima de­
manda tal relación. Pero el pensar y los pensamientos no están limitados
en manera alguna a determinados objetos’’. . . “ Los objetos del pensar y de
los pensamientos pueden pertenecer a todas las esferas de objetos. Todas las
esferas de la realidad están abiertas en principio al pensar. El mundo ma­
terial de los objetos inanimados, el mundo de las criaturas corporales, el
mundo psíquico, el mundo social, el mundo cultural y el mundo de los
objetos religiosos, todos se ofrecen al pensamiento como objeto posible. I’ cro,
además, todos los objetos irreales de relación, tanto los ideales como los
ficticios, son accesibles al acto de pensar. No hay, pues, en principio, abso­
lutamente nada que no pueda ser de algún modo objeto de un pensar o de
un pensamiento." A. Pfandcr, Lógica, traducción y edición citadas, pág. 13.
15 “ Consideremos, por ejemplo, proposiciones enunciativas de la forma .
S es P. Regularmente se considera que el objeto del enunciado es el objeto
que hace de sujeto, o sea aquel 'de quien’ se enuncia lo que se enuncia. Pero
hay también otra concepción posible, que concibe toda la situación objetiva
correspondiente al enunciado como el análogo del objeto nombrado en el
nombre y distingue esa situación objetiva y la significación de la proposición
enunciativa." E. Husserl. Investigaciones lógicas, traducción y edición cita­
das, tomo II, pág. 54.
C O N C E PTO S Y O BJETO S 15

cia de ésta, relativamente al objeto-sujeto. Lo dicho no significa


que sólo se refieran a objetos los conceptos que en el juicio
desempeñan el papel de sujetos, puesto que los referidos a deter­
minaciones, o los meramente copulativos, pueden también ser
conceptos-sujetos de otros enunciados, lo que eo ipso da a sus
correlatos intencionales el carácter de objetos, en el sentido lógico
del término. Así, en el juicio ‘la casa es blanca’, cualquiera de
sus conceptos integrantes puede fungir como concepto-sujeto
de otras proposiciones. No sólo es posible decir que ‘la casa es
blanca’, sino afirmar, por ejemplo, que ‘ ‘blanca’ es el concepto
predicado’, o que ‘ ‘es’ funge como cópula’.
Evidente resulta, de acuerdo con lo expuesto, que toda no­
ción, sea cual fuere su especie, está referida a un objeto. Es
igualmente obvio que esa referencia no sólo existe cuando el
concepto es elemento de un juicio, sino cuando aparece desligado
de la conexión apofántica. Las palabras ‘casa’, ‘es’, ‘blanca’, tie­
nen sentido fuera del citado contexto y, por ende, refiérense a
objetos, en el sentido lógico del vocablo. Este principio de la
enseñanza tradicional vale para cualquier concepto, inclusive
para los llamados ‘imposibles’.1* Pues en el caso de nociones
como ‘cuadrado redorulo’,17 nada impide convertirlos en objeto-
sujeto de una proposición. Sucede así, por ejemplo, cuando
declaramos que ‘ ‘cuadrado redondo’ es un contrasentido’, o que
‘se refiere a un objeto que no existe’. Recuérdese que en el ám­
bito de las logística toda pareja de conceptos incompatibles,
unidos en una forma definitoria, puede emplearse para definir
la llamada ‘clase nula’, esto es, la que no tiene miembros.18 Los
que no existen son, según lo dicho, objetos en sentido lógico.
- Toda noción posee un correlato objetivo, pero éste no se
confunde con su concepto. El concepto ‘casa’ no es el objeto
mentado por esta palabra, ni pertenece al orden de la realidad.
La determinación a que alude el predicado de los juicios enun­
ciativos no es atribuida al sujeto del juicio, como tal, sino al

l <5 E. Husserl, Investigaciones lógicas, traducción y edición citadas, tomo


IV, pág. 198.
17 E. Husserl, Investigaciones lógicas, traducción y edición citadas, tomo
lí, pág. 53.
18 s. K. Langer, An Introduction to Symbolic Logict Dover Publications,
New York, Sccond Edition, 1953, cap. v, 7, pág. 122.
6 CONCEPTO DEL CO N CE PTO

objeto-sujeto. Si digo: ‘la casa es de madera’, el predicado no


designa una determinación del concepto ‘casa’. Una casa puede
ser de madera, un concepto no.
Es claro que los objetos de los conceptos pueden ser entes
ideales y, por tanto, otros conceptos; pero siempre habrá que
distinguir entre el objeto del concepto y el concepto del
objeto.
El principio de la lógica clásica: cualquier concepto puede
fungir como sujeto lógico de un enunciado, no es aplicable a
los juicios normativos ni, por tanto, a los jurídicos.
Al analizar, en otra parte, la estructura de la regulación bi.
lateral, encontramos que consiste en el necesario enlace de dos
juicios que se fundan de manera recíproca: uno prescriptivo y
otro atributivo.19* Por la misma índole de aquélla, es obvio que
siempre se traduce en la imposición de deberes y el otorgamiento
de derechos a determinados sujetos, como consecuencia de cier-
tas hipótesis, establecidas por una norma. Siendo así, no hay
duda de que el término sujeto de derecho no puede designar
simplemente la posición de un concepto dentro del juicio jurí­
dico, sino que corresponde a una noción sui generis.r0 En el plano
lógico de las normas el lugar del sujeto no lo pueden ocupar
conceptos copulativos ni de cosas, así como en el ontológico de
las situaciones objetivas21 deberes y derechos sólo pueden impu­
tarse a personas, nunca a relaciones o a realidades materiales. Lo
anterior no significa que el concepto-sujeto de la norma de de­
recho esté referido al ser humano, pues objeto de tal concepto
no es el hombre, sino la persona, física o moral. Mientras que
en la órbita de los juicios enunciativos cualquiera aserción, posi­
tiva o negativa, puede, según vimos, referirse indistintamente a
individuos, cosas, estados, actos, etc., en la de los jurídicos la
atribución de facultades o la imposición de deberes necesaria­
mente recae sobre un sujeto.
Así como en el caso de los juicios estudiados por la lógica
apofántica hay que distinguir entre concepto-sujeto y objeto-
sujeto, en el de la regulación bilateral el concepto-sujeto no debe

19 Cfr. Eduardo García Máynez, Lógica del juicio jurídico, cap. n.


2° Cfr. Pfánder, Lógica, traducción y edición citadas, Segunda Parte,
cap. i, pág. 151.
21 Cfr. Eduardo García Máynez, Lógica del juicio jurídico, cap. 1, 2.
CONCEPTOS Y O B JETO S »7
confundirse con la persona objeto de la imputación.22 Expresado
en otra forma: el correlato objetivo de aquél es en todo caso un
ente dotado de personalidad jurídica. Al concepto-sujeto de los
juicios predicativos puede en cambio corresponder, en el plano
ontológico, una persona, un comportamiento, una relación, un
estado o, en general, cualquier objeto.
Cosa análoga cabe afirmar del término ‘cópula jurídica’.23
Este último tampoco indica simplemente la posición de un con­
cepto dentro de la norma de derecho. Se trata también de una
noción sui generis, incapaz de fungir como sujeto o predicado
de los juicios jurídicos. Si el papel de la cópula, en estos últi­
f. mos, necesariamente se traduce en la imposición de deberes o
í
¡ el otorgamiento de facultades, el correlato de aquélla no puede,
i- a su vez, ser objeto de un acto imputativo. Para decirlo en forma
I más clara: un deber o un derecho son, a jortiori, deber o derecho
de un sujeto; mas no pueden ser titulares de facultades ni pasi­
bles de obligaciones.
r
En el juicio prescriptivo la cópula cumple una función im­
! perativa, en tanto que en el atributivo su papel consiste en la
imputación de derechos; pero el contenido del deber o del dere­
cho no lo determina la misma cópula, sino el predicado reía,
cional. Según lo explicamos en la penúltima sección del capí-
lo n de nuestra Lógica del juicio jurídico, este elemento de la
norma desempeña dos funciones: determina, por una parte,
la conducta objeto del deber o del derecho imputados al obli-
gado o al pretensor; señala, por otra, al sujeto frente al cual
existen la facultad o el deber.24
El correlato del predicado, en la norma de derecho, es,
pues, la conducta objeto del deber jurídico o del derecho sub­
jetivo. Se trata, en otras palabras, de lo que el sujeto de la
regulación debe o puede licitamente hacer u omitir. Pero como,
por la misma naturaleza de tal regulación, los juicios prescrip­
tivo y atributivo se implican recíprocamente, la parte de éstos
constitutiva del predicado no solamente expresa cuál es el objeto
o contenido del deber o del derecho, sino que apunta al otro

22 Cfr. Eduardo García Máynez, Lógica del juicio jurídico, cap. 11, i.
23 Cfr. Eduardo Garda Máynez, Lógica del juicio jurídico, cap. 11, 3.
24 Cfr. Eduardo García Máynez, Lógica del juicio jurídico, cap. 11, 7,
pág. 5 5 -
i8 CON CEPTO DEL CO N CEPTO

término de la relación, es decir, al sujeto frente al cual existen


la facultad o el deber.
Las significaciones que forman el predicado, en la norma
jurídica, están siempre referida j'''(en la medida en que señalan
el contenido del deber o del derecho), a la conducta que la per­
sona objeto de la regulación debe o puede lícitamente realizar
o no realizar. El correlato objetivo de esas significaciones no es
el comportamiento efectivo de las personas a quienes la norma
obliga o faculta, sino el prescrito o facultado por ésta.
En resumen: el concepto-sujeto de la norma de derecho se
refiere siempre a personas; la cópula refiérese a deberes jurídicos
o a derechos subjetivos, y el predicado relacional indica cuál
es la conducta objeto de esos deberes o derechos.

4. E l pe n sa r y lo p e n sa d o

Los conceptos no sólo deben ser distinguidos de las palabras


que los expresan y los objetos a que se refieren, sino de los actos
en que los pensamos.
El acto por el cual pienso un objeto, lo mismo que el en que
afirmo algo acerca de una cosa, son hechos psíquicos, tempo­
ralmente localizados, que es necesario distinguir de los conceptos
y de los juicios, ya que éstos no son hechos psicológicos, sino
entes ideales. El acto de pensar no se confunde con lo pensado,
ni lo pensado es algo que solamente exista en virtud del pensar,
es decir, que no pueda concebirse fuera de la actividad mental
de un sujeto.
Así como, por ejemplo, el juicio ‘el todo es mayor que cual­
quiera de sus partes’, no se identifica con el acto de quien lo
piensa, ni es creación o producto de su espíritu, los elementos
lógicos del mismo, esto es, los conceptos que lo forman, tampoco
son, desligados de la conexión apofántica, algo que sólo pueda
existir en el pensar humano, o que se confunda con este mismo
pensar.
La prueba de que el pensar y el pensamiento objetivo no
se identifican, reside en que tanto el juicio como el concepto
pueden ser materia de un número indefinido de procesos men­
tales, sin perder por ello su unicidad. Si pienso diez veces el
concepto ‘triángulo’, la noción, diez veces pensada por mí, no
EL PEN SAR Y LO PEN SAD O 19
deja por ello de ser ‘una’, ni de permanecer idéntica a sí mis­
ma, lo qu e no podemos decir de los correspondientes actos. La
prueba de que el mencionado concepto o, en general, cualquier
otro, difieren del acto por el cual los pienso, está en que la rei­
teración del acto no m ultiplica el concepto, precisamente porque
éste no es engendro del pensar, sino entidad independiente.
C om o el juicio consta de conceptos y, en cuanto anidad ideal
de significación, no participa de la naturaleza psíquica de los
correspondientes actos, los elementos de aquél tampoco partici­
pan de tal naturaleza.
L a distinción entre el pensar y lo pensado corresponde a la
que en su Wissenschaftslehre Bernardo Bolzano establece entre
representación subjetiva y representación en si (Vorstellung an
sich). E l término ‘representación’, en sentido psicológico, es “ el
nombre general que aplicamos a lo que se manifiesta en nuestro
ánimo, y cuyas diferentes especies son designadas con las pala­
bras ver, oir, sentir, percibir, imaginarse, pensar, etc.” .26 "Cada
representación, en este sentido, presupone a un ser viviente como
sujeto en que la representación se da; por eso la llamo subjetiva
o pensada.” 28 A esta forma de representación, que por su mismo
carácter de hecho psíquico está localizada en el tiempo, contra­
pone aquel autor la objetiva o en sí, que "no ha menester de
ningún sujeto que la tenga” ,27 y puede caracterizarse diciendo
que "el hecho de que uno, dos, tres o más seres la piensen no la
multiplica, como ocurre con la correspondiente representación
subjetiva” .28
L o que Bolzano denomina ‘representación en sí’ no es, pues,
ningún hecho psicológico, sino lo que llamamos ‘concepto’, en el
sentido lógico del vocablo.
Kiesewethers expresa con gran claridad el mismo pensamien­
to: "A un cuando yo piense mil veces el concepto ‘hombre’, a
través de las notas ‘anim al’ y ‘racional’, ese concepto es y sigue
siendo siempre el mismo.” 29 Y, en forma muy feliz, Herbart2 3

23 B. Bolzano, Wissenschaftslehre, Leipzig, 1914, Verlag von Félix Meiner,


I, pág. 217.
20 B. Bolzano, npus cit.. I, pág. 217.
27 B. Bolzano, o pus cit., I, pág. 217.
28 B. Bolzano, opus cit., I, pág. 217.
20 Citado por Bolzano en sil Wissenschaftslehre, I, pág. 225.
20 CONCEPTO DEL CONCEPTO

escribe: “dos conceptos iguales no podrían distinguirse en fun­


ción de lo que por medio de ellos es pensado; esto es, no podrían
distinguirse en cuanto conceptos. En cambio, el acto de pensar
uno y el mismo concepto puede reiterarse en un número infinito
de ocasiones, ser producido y evocado en diversas oportunidades
o darse en incontables seres pensantes, sin que por ello el con­
cepto resulte multiplicado”.30

5. C o n c e p t o s y r ep r e sen ta cio n e s

El pensamiento conceptual suele ir acompañado de la represen,


tación del objeto. Empero, tal enlace no es necesario y, en mu­
chos casos, resulta imposible. De multitud de objetos no tenemos
representación ninguna, por la sencilla razón de que no se trata
de cosas corpóreas. Muchos de ellos no sólo no son represen­
tados de hecho, sino que, como escribe Pfánder, resultan “irre-
presentables en absoluto, como por ejemplo, ‘el Estado bávaro’, o
‘la física’. Por ello se habla de representaciones inintuibles, o no
intuitivas.” 31 A lo que habría que objetar que si son inintuibles
no son verdaderas representaciones, en el sentido correcto de la
palabra.
En el campo jurídico abundan los ejemplos. A los objetos
designados por los conceptos ‘hipoteca’, ‘anticresis’, ‘novación’,
‘fraude’, ‘renuncia’, ‘aval’, ‘derecho subjetivo’, etc., no corres-
ponde una intuición sensible, por lo que nadie puede formarse
de ellos una representación adecuada. Es verdad que cuando
los pensamos suelen surgir en nuestro espíritu ciertas representa­
ciones, mas no se trata ni puede realmente tratarse de imágenes
de tales objetos. Por ejemplo: en el caso de una hipoteca puedo
representarme a los contratantes en el acto de firmar la escri­
tura en presencia de un notario; pero esa representación no co­
rresponde al objeto jurídico ‘hipoteca’, sino a una acción (la de
suscribir un documento), que bien podría estar referida a un
negocio jurídico distinto o a un acto no jurídico.
“ Manteniendo resueltamente la distinción entre la imagen
y el concepto, aquélla sensible y únicamente individual, éste in-

30 Citado por Bolzano en su tVissenschaftslehre, I, pág. 227.


SI Pfander, Lógica, traducción y edición citadas, pág. 155.
EL CONCEPTO NO ES S U M A DE NOTAS E S E N C IA L E S 21

dividual o no, pero lógico y nunca sensible, y atendiendo ahora


al posible paralelismo entre imagen y concepto, hallamos tres
casos: imagen y concepto recogen las mismas o casi las mismas
notas del objeto, sensiblemente la imagen e intelectualm ente el
concepto, como cuando el objeto es una mera superficie colorea,
da. O bien, la imagen y el concepto difieren como para el objeto
Tierra, en cuyo concepto entran referencias a notas que la im a­
gen no recoge; o, por último, la imagen propiamente dicha no
es posible, y los elementos representativos se lim itan a aludir al
objeto o a simbolizarlo.” 32

G. E l c o n c e p t o n o es l a s u m a d e l a s n o t a s
ESENCIALES DEL OBJETO

Según una vieja definición, el concepto es la suma de las notas


esenciales de un objeto (complexus notarían essentialium). Por
notas esenciales entiéndese las que la cosa tiene en común con
las demás de su especie, y en virtud de las cuales podemos dis­
tinguirla de las que caen bajo otra noción. De acuerdo con la
teoría que sirve de base a aquella fórmula, la función del con­
cepto, en el proceso cognoscitivo, consiste en indicar lo que el
objeto es.
El contenido conceptual expresa la esencia o quididad (essen-
tia, quiditas) de lo que se pretende conocer.33 Y, según la misma
doctrina, las notas que exhiben la esencia de un objeto son las
que, de acuerdo con los fines de cada investigación, determinan
en forma adecuada el ‘qué’ de éste. “ N o sólo en el ámbito de d i­
ferentes disciplinas, sino incluso dentro de un mismo sector del
conocimiento, puede haber distintos conceptos de un objeto, si
conocemos las diferentes notas o los complejos de notas capaces
de distinguirlo de los demás de cada ciencia.” 34
Pero es obvio, si se recuerda lo expuesto en la sección 3,
que el objeto a que se refiere el concepto y las cualidades de
aquél no deben ser confundidas con los elementos del contení­

as Romero y Pucciarelli, Lógica, 4a edición, pág. 40.


33 Joseph Geyser, Grundlagen der Logik und Erkenntnislehre, Münster
i. W. Verlag von Heinrich Schoning, 1909, pág. í ri .
34 Joseph Geyser, opus c i t pág- 114.
22 CONCEPTO DEL CO N CEPTO

do conceptual. La definición que criticamos “identifica al ob­


jeto con la suma de sus notas’’. Si se quisiera corregir la defini­
ción “y considerar como contenido del concepto no las notas del
objeto, sino las referencias mentales a esas notas, faltaría en el
contenido del concepto, así definido, aquel elemento que se
refiere al objeto mismo, al cual se atribuyen ciertas notas. El
concepto ‘oro’ se refiere a una determinada sustancia y puede
coordinar a ésta las notas de amarillo, brillante, peso específico
19.3; pero la coordinación de tales notas al objeto oro presu­
pone el pensamiento de aquella sustancia a la que son atribui­
das. La sustancia determinada no es, en este concepto, una nota
— ¿nota de qué?— ni tampoco una suma de notas, que 110 serían
notas de algún objeto” .35
Además, los objetos pueden poseer un número de determi­
naciones mayor que el de las que el concepto toma en cuenta.

7. Los CONCEPTOS COM O S IG N IF IC A C IO N E S ELEM EN TALES

Sabemos ya que el concepto no es la palabra que lo mienta, ni


aquello a que se refiere, ni el acto por el cual es pensado, ni la
representación del objeto (cuando ésta es posible) , ni la suma
de las notas esenciales del correlato objetivo. Tratemos aho­
ra de precisar lo que el concepto es.
En nuestro último libro expusimos la doctrina de Husserl
y Pfander según la cual el juicio es la unidad ideal de signifi­
cación (en sentido noemático) .36 Si los conceptos son elementos
de los juicios y éstos tienen el carácter de significaciones, aqué­
llos tendrán necesariamente que participar de la naturaleza del
todo que los comprende. Relativamente a las proposiciones enun­
ciativas, los citados autores distinguen tres diferentes planos: el
de las oraciones que las expresan (o gramatical); el de las sig­
nificaciones que las constituyen (o lógico), y el de las situaciones
objetivas a que se refieren. Al afirmar que los juicios son el
contenido significativo de las oraciones, con esta expresión no

A. Pfanckr, Lógica, traducción y edición citadas, pág. 157.


»'> Eduardo García Máynez, Lógica del juicio jurídico, cap. 1, I. Sobre la
distinción entre uocsis y nóema: Husserl, Ideas relativas a una fenomenolo­
gía juna y una filosofía fenomenológica, cap. 111, §§ 87-96.
L O S C O N C E P T O S C O M O S IG N IF IC A C IO N E S E L E M E N T A L E S 23

queremos referirnos al acto de dar significación, sino a lo sig­


nificado o, con otras palabras, a la significación misma, en el
sentido noemático del término.37 Lo que Husserl y Pfánder en­
señan sobre las relaciones de los tres planos debe pues aplicarse,
mutatis matandis, al estudio de los conceptos. Éstos no son ni
las voces que eventualmente los envuelven ni los objetos que
fungen como sus correlatos, ni el acto en que alguien los
piensa.
En la sección 3 quedó explicado cómo todo concepto se re­
fiere a un objeto, si por tal entendemos lo que es susceptible de
recibir una determinación cualquiera. Los conceptos son, pues,
significaciones elementales, referidas a objetos. Pero como tam­
bién los juicios están en todo caso referidos a situaciones obje­
tivas, habrá que encontrar un criterio que permita distinguir
con claridad las dos especies de que hablamos.
Creemos que tal criterio es el que propone Aristóteles en
el capítulo 4 de su tratado De Interpretatione,38 La diferencia
entre la significación judicativa y la no judicativa consiste en
que sólo de la primera podemos decir que es verdadera o falsa.
Los conceptos que entran como elementos en un enunciado sig­
nifican indudablemente algo, pero no son juicios; por ello no es
posible atribuirles las notas de verdad o falsedad. La palabra
‘humano’, por ejemplo, tiene sentido, “pero no es un juicio, ni
positivo ni negativo. Sólo cuando otras palabras se le añaden
puede el todo convertirse en afirmación o negación”.39
De acuerdo con el criterio aristotélico, cabe afirmar que la
estructura significativa que nosotros llamamos juicio, y a la que
Bolzano daba el nombre de proposición en sí,40 necesariamente es
(si de enunciados se trata) verdadera o falsa. Los conceptos
nunca tienen estos atributos. El aserto: ‘la plegadera está sobre
la mesa’, a fortiori es verdadero o no verdadero, según que la
situación objetiva a que se refiere concuercle o no con lo enun­
ciado. En cambio, carecería de sentido sostener que las nociones
‘plegadera’, ‘está’, etc., expresan una verdad, o declarar que son
falsas.

37 Husserl, Ideas, cnp. m, § 88.


38 Aristóteles, De Interpretatione, cap. 4, 17a.
39 Aristóteles, opus cit., cap. 4, 16a. 26-30.
<9 Bolzano, IVissenschaftslehre, Erster Bantl, Funciatnentallchre, § ig.
24 CON CEPTO DEL CONCEPTO

La teoría de los tres planos también es aplicable a los jui­


cios normativos; pero cuando de éstos se trata los correspondien­
tes atributos no son los de verdad o falsedad, sino los de validez
o invalidez.41 En el caso de los enunciados, la verdad y la false­
dad están condicionadas por la conveniencia o inconveniencia
de la determinación predicada (relativamente al objeto-suje­
to) ; 42 en el de las normas, en cambio, la validez del acto impu­
tativo depende de que los deberes o derechos que el precepto
impone u otorga efectivamente correspondan a los sujetos sobre
quienes la imputación recae.43
Así como las notas de verdad y falsedad sólo son atribuibles
a los juicios enunciativos y no a los conceptos que los integran,
las de validez e invalidez convienen únicamente a las normas,
no a los conceptos que las componen. Validez e invalidez son,
por tanto, atributos de la imputación normativa de facultades
o deberes, no de los conceptos como tales. Esto es lo que nos
ha llevado a distinguir las significaciones judicativas de las no
judicativas. Tanto los juicios enunciativos como las normas de
conducta pertenecen al primer grupo; los conceptos, en cambio,
al segundo.
En contra de lo anterior podría objetarse que, si el concepto
tiene la función de indicar la esencia de un objeto, y ésta se
expresa por medio de definiciones, la perfección lógica del co­
nocimiento conceptual sólo se logra cuando el objeto es definido.
Pero como la definición (al menos la que se hace por medio de
palabras) es un juicio, los conceptos serían también, de acuerdo
con esto, significaciones judicativas.
Analicemos el argumento, y refirámoslo primeramente al
campo de la lógica apofántica. Si el papel del concepto consiste
en exhibir la esencia de un objeto, y la esencia se expresa por
medio de una definición adecuada, parece que en realidad no
hay diferencia entre las dos clases de significaciones. Quizá por
ello se ha sostenido que los conceptos son juicios implícitos,

<1 Cfr. Eduardo García Máynez, Introducción a la lógica jurídica, Fondo


de Cultura Económica, México, 1951, cap. 1, 1; Lógica del juicio jurídico,
Fondo de Cultura Económica, México, 1955, cap. 1.
42 A. Pfánder, Lógica, traducción y edición citadas, pág. 94.
43 Eduardo García Máynez, Lógica del juicio jurídico, cap. ni, 9.
LO S C O N C E P T O S C O M O SIG N IF IC A C IO N E S E L E M E N T A L E S 25

que se tornarían explícitos merced al procedimiento definí-


torio.44
Una de las finalidades primordiales del conocimiento es la,
adecuada definición de los conceptos. Es más: éstos sólo tienen'
valor científico cuando se ha logrado definirlos de manera co-i
rrecta. De aquí no se sigue, empero, que el concepto, como ele-j
mentó lógico de un enunciado, se confunda con la definidor^
Pues ésta se expresa (si prescindimos de las que sólo contienen
símbolos) por medio de un juicio o, lo que es igual, mediante
una conexión de conceptos distintos del que se trata de definir,
y en virtud de los cuales se indica — según la índole del proce­
dimiento definitorio empleado—- ya lo que el objeto es, ya el
contenido de su concepto, ya la forma en que debe usarse el de-
finiendum,45
El concepto no puede definirse a sí mismo, lo cual demues­
tra que, como elemento de la significación judicativa, no se
confunde con ella o, lo que es igual, con el todo de que forma
parte. Si los conceptos fueran juicios, ninguna diferencia habría
entre las dos unidades significativas, ni tendríamos por qué se­
guir hablando de aquéllos como de entidades lógicas distintas.
Esto revela que, aun cuando se admita que la perfección lógica
del saber sólo se alcanza a través de la definición, el concepto,
como tal, debe ser distinguido de la fórmula definitoria, ya que
ésta no es un concepto. Como esperamos demostrarlo más ade­
lante, nuestra conclusión es válida sea cual fuere la tesis que se
adopte sobre la esencia y finalidades del procedimiento definí-
torio, o sobre la índole de las expresiones o de los juicios en que
tal procedimiento culmina. Pues aun cuando fuese cierto — como
lo sostienen, entre otros, Klug y Dubislav— que las definiciones
auténticas no pueden ser verdaderas ni falsas, sino adecuadas o
no a determinados fines (zweckm¿issig),ia no hay duda de que las
proposiciones de que solemos servirnos para expresarlas no son
conceptos, sino juicios. Lo único que quedaría por esclarecer, en

41 Cfr. Heinrich Rickert, Die Grenzen der naturwissenschaftlichen Begriffs-


bildung, Verlag von J. C. B. Mohr, Tübingen, Fiinfte Auflage, 1929, Erstes
Kapitel, II, págs. 45-53.
45 Véase lo expuesto en la sección 13 de este capítulo.
40 Cfr. Ulrich Klug, Juristische Logik, Springer Verlag, Heidelberg, 1951,
II, § 8.
26 CON CEPTO DEL CO N CEPTO

tal hipótesis, sería la índole de estos últimos. En lo que concre­


tamente atañe a las definiciones legales, fácil será comprobar
que no se trata de enunciados, sino de normas, por lo cual los
correspondientes atributos no son los de verdad o falsedad de
que hace uso la lógica apofántica, sino los de validez o invalidez.
La definición del delito de robo, por ejemplo, tiene, como más
tarde veremos, carácter normativo; pero ello no nos autoriza
para declarar que el correspondiente concepto sea norma tam-
bien. Es claro que sólo podemos tener conocimiento del men-
donado delito cuando examinamos su definición legal; pero esta
última es norma, no concepto. El análisis del precepto defini-
torio permite determinar los elementos constitutivos del hecho
delictuoso, y hace posible la aplicación de todas las disposicio­
nes en que aparece la palabra ‘robo’.
Lo propio vale para las definiciones no normativas de tér­
minos jurídicos, es decir, para las que no tienen el carácter de
normas. Pongamos un ejemplo: cuando afirmo que conducta
jurídicamente ordenada es aquella cuya ejecución se permite y
cuya omisión se veda defino el sentido del término ‘conducta
jurídicamente ordenada’; pero el juicio de que me valgo para
definirlo no es un precepto legal, sino un simple enunciado (ya
que no estatuye ningún deber). Y en este caso tendré tam-
bién que distinguir entre el concepto ‘conducta jurídicamente
ordenada’, contenido en la correspondiente expresión, y el ju i­
cio que lo define.
Aun cuando (relativamente a los juicios) los conceptos apa­
recen como significaciones elementales, ello no quiere decir que
en todo caso sean algo absolutamente simple. Pueden también
tener elementos, y sus elementos son otros conceptos. Las no­
ciones compuestas no poseen el carácter de juicios, y la diferencia
radica en las significaciones correspondientes. Las que integran
conceptos como ‘delito de homicidio’, ‘torre de acero’, ‘el com­
prador de la cosa’, no asumen ese carácter, aun cuando aquellos
conceptos sean complejos.
En las significaciones judicativas necesariamente intervienen
conceptos copulativos y, si de enunciados se trata, cumplen siem­
pre la doble función de referir una determinación a un objeto
y de afirmar (o negar, según la cualidad del juicio) la conve-
L O S C O N C E P T O S C O M O S I G N IF IC A C IO N E S E L E M E N T A L E S 27

niencia de tal determinación.47 En el caso de las normas, esas


significaciones encierran también conceptos copulativos, cuya
función es imputar, a uno o más sujetos, el deber (o el derecho)
de observar tal o cual conducta. Cuando la significación es rela-
cional, el juicio consta cuando menos de tres elementos concep­
tuales: dos de ellos aluden a los términos relacionados (referen­
te y relato) y el otro a la relación que los liga.48
La diferencia entre las dos especies de significaciones puede
expresarse de otro modo. Las no judicativas se refieren a un
objeto (en el sentido lógico del término); las judicativas, a
una situación. ‘Cuchillo’ o ‘cuchillo de plata’, designan obje­
tos, aun cuando la segunda de tales nociones sea compuesta. En
cambio, “ en la frase ‘el cuchillo está sobre la mesa’, el cuchillo
es el objeto ‘acerca’ del cual se juzga, o ‘del’ que se enuncia algo;
pero, sin embargo, no es el objeto primario, es decir, el del
juicio completo, sino sólo el del sujeto del juicio. El juicio en­
tero tiene por objeto pleno y total la situación de hecho sobre
que se juzga y que puede ser representada como idéntica en una
mera representación’’.49
Cosa análoga podemos decir de las significaciones jurídicas.
Conceptos como ‘trabajador’ o ‘patrono’ se refieren a objetos del
conocimiento normativo, en tanto que el precepto ‘el trabajador
que ha sufrido un accidente de trabajo tiene el derecho de exigir
del patrono el pago de una indemnización’, refiérese a una situa­
ción, que en el caso del ejemplo es, también, de índole relacional.50
En el de los juicios enunciativos la unidad objetiva (o situa­
ción) a que la significación unitaria hace referencia tiene como
elementos el objeto sujeto, la determinación predicada y el nexo
entre uno y otra (relación de inherencia) ; 61 en el de las normas
jurídicas, en cambio, los elementos son: el sujeto, la imputación
de un deber o de un derecho, y el señalamiento del objeto de
estos últimos.

47 A. Pfiinder, Lógica, traducción y edición citadas, pág. 51.


48 Cfr. Eduardo García Máynez, Lógica del juicio jurídico, Fondo de Cul­
tura Económica, México, 1955, cap. it, 7.
49 Husserl, Investigaciones lógicas, traducción castellana de Mótente y
Gaos, Investigación Quinta, § 17, pág. 182 del tomo III.
•SO Eduardo García Máynez, Lógica del juicio jurídico, 11, 7.
El Eduardo García Máynez, Lógica del juicio jurídico, n, 7.
28 CONCEPTO DEL CONCEPTO

Sólo cuando tales elementos entran en conexión, puede ha­


blarse de un juicio jurídico completo. Los de éste, aisladamente
considerados, no forman una significación judicativa; son sólo
momentos no independientes de la significación total. Volviendo
al ejemplo: ‘el trabajador que ha sufrido un accidente de tra­
bajo’, ‘tiene el derecho de’, y ‘exigir del patrono el pago de una
indemnización’, no son significaciones autónomas. El primer
concepto está referido a una persona; el segundo, a una facultad
legal y el tercero a la conducta objeto del derecho. La signifi­
cación jurídica completa sólo surge cuando las elementales refe­
ridas a un sujeto, a un deber o a un derecho y a la conducta
objeto del derecho o del deber, son enlazadas en forma impu­
tativa. La imputación presupone, por su misma esencia:
1) un sujeto sobre el cual recae;
2) la imputación misma (atributiva o prescriptiva) ;
3) la indicación de la conducta objeto del deber impuesto o
del derecho atribuido por la norma, y el señalamiento del su­
jeto de la facultad o del deber correlativos.
Lo que tanto en el caso de los enunciados como en el de las
normas determina el carácter situacional del correlato objetivo
es la referencia implícita en la cópula (y normalmente expresa­
da por el verbo). Cuando en la oración gramatical no figuran
la palabra o palabras que expresan la conexión copulativa, el
pensamiento no es un juicio y, por tanto, no está referido a una
situación, sino a un objeto. Compare el lector estas dos frases:
1) ‘el verso está inscrito en la tumba’.
2) ‘el verso inscrito en la tumba’.
De ellas, sólo la primera contiene un juicio. La segunda da
expresión a un concepto complejo. Aquélla se refiere a una
situación objetiva; ésta, a un objeto. Con las expresiones jurí­
dicas ocurre lo propio: si no contienen un concepto copulativo
(o lo que en el caso es igual: imputativo) no cabe hablar de
una norma y, en consecuencia, la expresión de que se trate sólo
estará referida a un objeto, independientemente de la mayor o
menor complejidad del concepto expresado. Ejemplos:
a) ‘el obrero que ha sufrido un accidente de trabajo tiene
el derecho de exigir del patrono el pago de una indemnización’.
b) ‘el obrero que ha sufrido un accidente de trabajo’.
O B JETO F O R M A L Y O B JE T O M A T E R IA L 2g

c) ‘el obrero que tiene el derecho de exigir del patrono el


pago de una indemnización’.
De estas tres expresiones sólo la primera encierra un juicio.
Las otras son conceptos complejos, y están referidas al objeto-
sujeto de aquélla. Pues aun cuando en c) interviene el concepto
‘tiene el derecho de’, la expresión no encierra una norma.

8. O b je t o f o r m a l y o b je t o m a t e r ia l d e l c o n c e p t o

Los conceptos poseen, como dice Wundt, dos características esen­


ciales: determinación del contenido y conexión con otros con.
ceptos.52
Lo que permite aislarlos de la conexión judicativa y pensar­
los fuera de ésta es precisamente la determinación de su conté-
nido. Si la significación conceptual cambiase constantemente no
podría cumplir la función que le corresponde como elemento
del juicio, ni referirse siempre al mismo objeto. Tampoco po­
dría entrar en relación con otras nociones, pues ello supone que
los elementos relacionados permanecen idénticos, al menos mien­
tras la relación subsiste.53 Sin la constancia -— relativa al me­
nos— del contenido conceptual, el enlace de los pensamientos
sería imposible. “Si en el caso del predicado, por ejemplo, no
volviese a pensarse en el mismo sujeto, o si en la conclusión de
un silogismo no entrasen las mismas nociones que figuran en las
premisas, el pensamiento se dislocaría, falto de toda conexión.” 54
Naturalmente que la constancia de que hablamos no es abso­
luta. Si el contenido de los conceptos permaneciese inalterable,
el progreso científico no podría existir. Precisamente a través
del enlace de unos pensamientos con otros, dentro del proceso
cognoscitivo, es como puede alcanzarse una determinación cada
vez más rigurosa de cada noción.
De ser correcta la tesis que afirma que el concepto ha de
exhibir la esencia de un objeto, no podríamos considerar como

62 Wilhelm Wundt, Allgemeine Logik und Erkenntnistheoríe, Verlag von


Ferdinand Enke, Vierte Auflage, Stuttgart, 1919, Zweiter Abschnitt, Erstes
Kapitel, 1, pág. 92 y sigs.
63 Wundt, opus cit., pág. 93.
64 Wundt, opus cit., pág. 94.
30 CONCEPTO DEL CONCEPTO

significaciones conceptuales las que no aluden a la esencia de


su correlato, como ocurre con infinidad de las no científicas.
Además, aquellas en que sí hay referencia a las notas esenciales,
sólo fungirían como conceptos al ser explicitadas, pero no cuan­
do, dentro de un contexto, simplemente designan, ya el objeto-
sujeto, ya la determinación predicada, ya la conveniencia o in­
conveniencia de la última, relativamente al mismo objeto. La
prueba de que expresar la esencia de las cosas no es función ne­
cesaria del concepto, reside en que éste puede formar parte de
infinidad de juicios distintos del definitorio, en los que su papel
queda reducido a hacer posible, junto con otras nociones, la
conexión apofántica.
Uno de los propósitos del hombre de ciencia es definir de
manera adecuada los objetos que estudia; pero ello no quiere
decir que todas las significaciones no judicativas tengan rigor
científico. Los conceptos vulgares no dejan de ser conceptos por
el hecho de ser vulgares, como no dejan de serlo, pese a su im­
perfección, los confusos u oscuros. Es verdad que la mayor o
menor claridad o distinción de aquéllos obedecen a la estrechez
del conocimiento humano, y que, en tal sentido, poseen un ca­
rácter predominantemente gnoseológico; pero en relación con el
pensar real de los hombres esas limitaciones no pueden ser ig-
noradas. Por ello es indispensable distinguir los conceptos cien­
tíficos de los no científicos, y reconocer la posibilidad de que el
contenido de unos y otros se enriquezca, en la medida en que
el saber acerca del correlato objetivo es más perfecto.
En lo que atañe al objeto de la relación epistemológica, con­
siderado no como simple elemento de la misma, sino como exis­
tente en sí y por si, debemos distinguir, de acuerdo con los finos
análisis de Nicolai Hartmann, cuatro diferentes aspectos:
j) el de lo conocido (objectum);
2) el de lo cognoscible (u objiciendum);
3) el de lo no conocido (o transobjetivo), y
j) el de lo incognoscible (irracional o transinteligible).
Las diferencias que estas cuatro significaciones exhiben sólo
pueden establecerse tomando en cuenta las limitaciones del sa­
ber, por una parte, y la perfectibilidad del conocimiento, por
la otra. En la medida en que se ensanchan los límites del con­
cepto o, en otras ¡palabras, conforme se enriquece el contenido
O B JE T O F O R M A L Y O B JE T O M A T E R IA L gl

conceptual, redúcese la zona de lo cognoscible fobjiciendum) y


el saber se acerca cada vez más al límite de lo transinteligible
(figura i) .

¡
í
i
!•

Fie. i

Estas diferencias no pertenecen al objeto como tal. “Son


gnoseológicas, no ontológicas.” sr> Frente al sujeto que conoce,
los aspectos del objeto señalados por Hartmann tienen todos
carácter trascendente. T al carácter corresponde no sólo a lo
transobjetivo, esto es, a lo no conocido y a lo incognoscible, sino
también al objectum. Las notas a que alude el contenido del
concepto pertenecen, por tanto, a lo que la lógica clásica deno­
mina objeto formal.
La determinación del contenido no es, pues, absoluta, ni exi­
ge que la significación conceptual exhiba en todo caso la esencia
de algo. Para que pueda hablarse de determinación, basta que
la referencia al objeto permanezca constante, al menos mientras
el progreso científico no permite enriquecer el contenido de
cada noción.
El objeto formal se encuentra en todo caso determinado por
el contenido. A las determinaciones objetivas corresponden exac-

r.n MicoJai Hartmann, Grundziigc ciner Metaphysik der Erkenntnis, Vcrlag


Waltcr de Gruyter, Zueite Auflage, Berlín, 1925, Erster Teil, III, 8, pág. 85.
32 CO N CEPTO DEL CO N CEPTO

tamente, como dice Pfánder, los elementos del contenido, y a los


elementos de éste las determinaciones del objeto formal.50 Mas
no por eso el contenido está integrado “ por los elementos del
objeto formal, sino sólo por las referencias mentales a dichos
elementos’’.5
575
6 8 Desde el punto de vista lógico, el concepto es lo
primario y el objeto formal lo secundario, ya que este último
está condicionado por aquél, y no a la inversa. Aun cuando en
el proceso de formación de los conceptos los objetos sean toma-
dos como pauta o norma de los contenidos conceptuales, para
la consideración lógica los contenidos son determinantes del
objeto formal.5S Cuando al contenido de un concepto se añaden
nuevos elementos, a los que corresponden otras tantas cletermi-
naciones, distintas de las primeramente consideradas, el conté-
nido conceptual se enriquece. Empero, tal enriquecimiento sólo
es posible cuando el concepto conserva su sentido unitario. “Así,
en el concepto de ‘triángulo’, que se refiere al objeto trián­
gulo en general, puede recogerse el concepto de ‘rectángulo’,
aumentando así su contenido, porque aquello a que se refiere
el concepto ‘rectángulo’ determina al objeto intencional trián­
gulo como triángulo rectángulo. Pero no cabe aumentar el con­
tenido del concepto triángulo recogiendo en él el concepto de
‘intensidad’ pues con ello pierde aquél su sentido unitario. Tam-
poco cabe aumentar el contenido del concepto ‘rojo’ añadiéndole
el concepto ‘rosa’, pues con ello el concepto salta a otro; al prin­
cipio se refería al rojo, color tomado en sí mismo; pero después
de añadirle el concepto ‘rosa’ se refiere sólo a una especie de
flor determinada, a la que se subordinaría el ‘rojo’ como cua­
lidad. Por consiguiente, el aumento de contenido de un con­
cepto está sometido a la condición limitativa de que, en primer
lugar, el concepto no pierda por ello su sentido unitario y, en
segundo lugar, mantenga como base la especie de objeto a que
se refería originariamente.” 59
La segunda característica de todos los conceptos es su conexión
con otros conceptos. Ello se debe al carácter elemental de las
significaciones no judicativas. Cuando forman parte de un jui-
56 A. Pfander, Lógica, traducción y edición citadas, pág. 158.
57 A. Pfander, Lógica, traducción y edición citadas, pág. 158.
58 Cfr. Joseph Geyser, Gruncllagen der Logik und Erkenntnislehre, pág. 53.
50 A. Pfander, Lógica, traducción y edición citadas, pág. 159.
C O N C E P T U A C IÓ N E N LA S C IE N C IA S N A T U R A L E S g 'j

cío, con el carácter de elementos, entran siempre en relación con


otras nociones. Si el juicio es predicativo necesariamente desem­
peñan el papel de sujeto lógico, o el de predicado lógico, o el
de cópula, según el lugar que ocupen dentro del enunciado. Y
si el juicio es relacional, a fortiori se refieren ya al término rela­
to, ya al término referente, ya a la relación misma; y en cual­
quiera de los casos mencionados entran en conexión con otras
nociones.
Es cierto que los conceptos pueden ser considerados fuera
de la conexión judicativa; mas no por ello desaparecen las rela­
ciones de que hemos hablado. La prueba está en que no pode­
mos definirlos por sí mismos, sino en función de otros conceptos.
Además, no por tener carácter elemental, relativamente a los
juicios, carecen en todo caso de elementos. Si hay algún con­
cepto absolutamente simple, es indudable que los demás no
tienen tal carácter, y que los elementos que los forman son, a su
vez, significaciones conceptuales.60 A lo que habría que añadir
que si todo concepto se refiere a un objeto y entre los objetos
hay relaciones, los conceptos referidos a los términos de éstas
necesariamente tienen que hallarse en conexión con los corres­
pondientes relaciónales.61
Las dos características que hemos discutido (determinación y
conexión con otras nociones) pertenecen a todos los conceptos,
lo mismo a los vulgares que a los científicos. Pero de aquí no
se sigue que los últimos no tengan otras. Precisamente porque
los jurídicos no son vulgares, es para nosotros de la mayor im­
portancia establecer las propiedades de los manejados por los
hombres de ciencia. Cumplida esta tarea, estaremos ya en con­
diciones de preguntar, concretamente, cuáles son los atributos
comunes a los que utiliza el jurista.

g. L a f o r m a c ió n de c o n c e p t o s en la s c ie n c ia s de i .a n a t u r a l e z a

El problema que estriba en saber cuáles son las características


de los conceptos científicos, no puede empero plantearse de ma­
nera tan general, ya que las ciencias no sólo difieren en lo que
CO Cfr. Wundt, Allgemeine Logik und Erkenntnistheorie, Erstes Kapitel, i.
61 Eduardo García Máynez, Lógica del juicio jurídico, cap. 11, 7.
CONCEPTO DEL CONCEPTO
34
respecta a la índole de los objetos que estudian, sino en lo
que atañe a la naturaleza de los métodos que emplean.
Uno de los aspectos más sugestivos y originales del pensa­
miento moderno es precisamente la negación del principio aris­
totélico de que “no hay ciencia de lo singular como singular” .
"Todos los investigadores, no sólo los filósofos, también los
especialistas, parecen hoy estar de acuerdo en que las ciencias
particulares se dividen en dos grandes grupos, y en que los teó­
logos y los jurisconsultos, los historiadores y los filósofos, se
hallan unidos por intereses comunes, del mismo modo que los
físicos y los químicos, los anatómicos y los fisiólogos.” 02 Esta
división de las ciencias no descansa únicamente en puntos de
vista materiales (esto es, referidos a la índole de los objetos), sino
además, y sobre todo, formales. La diferencia entre ciencias de
la naturaleza y de la cultura radica, en opinión de Windelband
y Rickert, en los métodos de formación conceptual utilizados
por unas y otras. Más que de diversidad, se trata de un radical
contraste, ya que, mientras la esencia de la conceptuación cien­
tífica naturalista estriba en la formación de nociones universales,
a las que pueden subordinarse, como “ejemplares”, los casos de
aplicación de aquéllas, la formación de conceptos en las ciencias
de la cultura obedece al propósito de descubrir los aspectos
singulares o individuales del acontecer, sin tomar en cuenta las
características comunes. Por ello ha escrito Rickert que "la rea­
lidad se hace naturaleza cuando la consideramos con referencia
a lo universal”, y se hace historia “cuando la consideramos con
referencia a lo particular e individual”.03 De acuerdo con este
criterio, la teoría de la ciencia tendría que dividir las disciplinas
científicas en dos grandes clases: la de las que tienden a la ela­
boración de conceptos genéricos, y la de las que tratan de formu­
lar conceptos individuales.
Si esta doctrina es correcta, entre el estudio científico de la
naturaleza y el de la cultura habría una diferencia metodológica
capital, que tendría su fundamento en los métodos de concep­
tuación de las dos especies de disciplinas. La conceptuación6 3
2

62 H. Rickert, Ciencia natural y ciencia cultural, traducción de Manuel


García Morente, Espasa-Calpe Argentina, S. A., 1943, pág. 25.
63 H. Rickert, Ciencia natural y ciencia cultural, pág. 98 de la traduc­
ción castellana.
C O N C E P T U A C IÓ N E N L A S C I E N C I A S N A T U R A L E S 35

generalizadora sería, pues, característica de las ciencias natura­


les, no de las demás.
Pero como la del derecho suele incluirse en el segundo gru­
po, resulta de todo punto indispensable examinar más a fondo
la tesis de Rickert, a fin de poder establecer: i) si el enfoque
generalizador es en realidad característico o exclusivo de la con-
ceptuación naturalista, y 2) si por ser el derecho un fenómeno
cultural, el método de formación de conceptos utilizado en la
jurisprudencia es el individualizador de las ciencias históricas.
■ Antes de responder a estas preguntas, examinemos con mayor
detenimiento la mencionada doctrina. Tomaremos como base
la obra titulada Die Grenzen der imturwissenscliafllichen Be-
I grijfsbildung. Como el título lo indica, lo que Rickert se pro-
í‘ pone es estudiar el método y los límites de la formación de
conceptos en las ciencias físicas. Su punto de partida es la divi-
t' sión de las nociones científicas en naturales e históricas. Como
t en las obras de lógica suele examinarse exclusivamente la pri-
; mera forma de conceptuación, resulta indudable que la ense-
í ñanza clásica presenta un aspecto unilateral.
Todo el mundo reconoce que entre la historia y las cien-
‘ cias de la naturaleza existe un hondo contraste. Pero lo que
ahora nos preocupa no son las diferencias materiales, sino las de
carácter estrictamente lógico. Estas últimas derivan de los mé-
¡ todos de conceptuación, ya que a la generalizadora de las ciencias
físicas se contrapone la individualiza dora de las históricas.
Para justificar su aserto, Rickert examina en primer término
la función de las significaciones conceptuales en aquéllas. Cuan­
do reflexionamos en la rica e inabarcable multiplicidad de lo
real, caemos pronto en la cuenta de que el hombre es incapaz
de conocer el mundo tal como es en si. Ni estamos en condicio­
nes de descubrir su origen en el tiempo, ni podemos tampoco
señalarle límites en el espacio. Más bien se nos ofrece como
1 una abigarrada multiplicidad de formas y estructuras, cada una
de las cuales difiere de las demás cuantitativa y cualitativamente.
Conocer esas formas y estructuras como son en si mismas, re­
sulta para el limitado espíritu del hombre una tarea insoluble
en p rin cip io .C u a n d o nos referimos al mundo en su totalidad,
04 H. Rickert, Die Grenzen der naturwisscnschnftlichcn Begriffsbildung,
Verlag von J. C. B. Mohr, 5. Aufl., Tübingen, 1929, pág. 32.
36 CO N CEPTO DEL CONCEPTO

su multiplicidad asume un carácter “extensivo” ; cuando con.


templamos cada uno de sus aspectos asume carácter “ intensi­
vo” .05 El conocimiento científico exige, pues, la superación de
esa multiplicidad en las dos dimensiones. La función del concep­
to científico consiste precisamente en lograrlo. Pero para ello
es indispensable encontrar algún medio capaz de simplificar la
realidad.
El instrumento precientífico que nos permite iniciar tal sim­
plificación es la palabra. En cuanto las voces del idioma encie­
rran significaciones generales, su empleo hace posible obtener
una primera superación de la multiplicidad extensiva e inten­
siva del mundo. La extensiva puede reducirse en cuanto una
sola voz nos permite abarcar una infinidad de objetos. La in­
tensiva de cada objeto es superada en cuanto, sin necesidad de
hacernos presente su contenido intuitivo, lo cual sería imposi­
ble, podemos sin embargo subordinarlo a una significación
verbal.00
La simplificación de la realidad por medio de vocablos no
basta para los fines de la ciencia. Las significaciones generales
de las voces de que hacemos uso sólo pueden adquirir el ran­
go de conceptos científicos cuando su empleo está orientado ha­
cia la superación consciente de la heterogeneidad de la na­
turaleza.
El “rendimiento científico” de los conceptos puede caracte­
rizarse, según Rickert, con ayuda de dos expresiones de uso fre­
cuente en la lógica clásica: a través del contenido de aquéllos
podemos superar la multiplicidad intensiva; a través de su ex­
tensión, la multiplicidad extensiva.
Para convertirse en conceptos lógicamente perfectos, las sig­
nificaciones verbales han menester de una elaboración lógica
ulterior,07 pues, por regla general, las palabras de que nos ser­
vimos no nos indican cuál es su contenido significativo, y aun
cuando esta vaguedad no nos impide usarlas en el lenguaje coti­
diano, en el científico supone en cambio una desventaja enor­
me. Empero, ésta puede ser fácilmente vencida, y el instrumento
que nos permite vencerla es la definición. Para eliminar la6 5
65 H. Rickert, Die Grenzen, pág. 34.
66 H. Rickert, Die Grenzen, pág. 38.
07 H. Rickert, Die Grenzen, pág. 45.
C O N C E P T U A C IÓ N E N L A S C IE N C IA S N A T U R A L E S §7

equivocidad de las significaciones verbales "definimos” el co­


rrespondiente concepto, es decir, “indicamos expresamente su
contenido” .03 La definición sólo puede hacerse a través de propo­
siciones que contienen un análisis de la noción que se quiere
definir. Dicho de otra manera: “la determinación conceptual
puede lograrse si en vez de la palabra dejamos que aparezca una
proposición cuyo sentido es entendido por nosotros” .09 Para
definir un concepto no basta con hacer uso de otros o recurrir
a nociones compuestas; es indispensable que los empleados for­
men parte de una significación judicativa. Cuestión distinta es
saber si se trata o no de un juicio válido.70
Sólo que el procedimiento definitorio no constituye la solu­
ción perfecta del problema. Pues como las proposiciones de que
nos valemos para definir un concepto están integradas por otros,
y el contenido de éstos puede ser más o menos vago, la deter­
minación absoluta de todas las significaciones conceptuales re­
sulta imposible. Y aun cuando tenemos el recurso de definir
cada una de las que forman la proposición definitoria, en las
nuevas definiciones intervendrán siempre otros conceptos, que
habrá que definir también. A l explicitar los contenidos concep­
tuales por medio de proposiciones no es posible construir con­
ceptos absolutamente determinados, por lo que tampoco los ya
definidos pueden superar en forma lógicamente perfecta la he­
terogeneidad de lo real.
El conocimiento científico no puede lograrse a través de no­
ciones cuya generalidad sea puramente empírica; por ello es que
los juicios que explicitan el contenido de esas nociones deben
tener validez absoluta. Sólo los que valen, sin excepción, para
todos los objetos o procesos a que su hipótesis se refiere, per­
miten superar la multiplicidad extensiva e intensiva de la na­
turaleza.
Los que no sólo tienen validez para una realidad directa­
mente experimentable, sino para todos los casos de aplicación
comprendidos en su supuesto, se llaman leyes, por lo cual la su­
peración de la heterogeneidad del mundo sensible exige el em­
pleo de conceptos cuyo contenido se explícita en juicios que, o

«8 H. Rickert, Die Grenicn, pág. 48.


09 H. Rickert, Die Gremen, pág. 48.
70 H. Rickert, Die Gremen, pág. 48.
CONCEPTO DEL CO N CEPTO
38
son leyes de la naturaleza, o en alguna forma las implican.'1
Esas nociones difieren esencialmente, en lo que a su valor cog­
noscitivo respecta, “de los conceptos generales de la lógica tra­
dicional, o de los simples conjuntos de notas” .72 Los conceptos
específicos (Gattungsbegriffe) basados en la comparación empí­
rica de los objetos, sólo pueden servirnos para la clasificación
de una parte limitada y abarcable de la realidad, mas no para
descubrir la legalidad necesaria cuyo conocimiento constituye
el ideal de las ciencias físicas.
Lo que se llama “caso concreto” no tendría ningún interés
para el investigador, si no pudiéramos considerarlo “como re­
presentante” de una totalidad de situaciones de igual especie. Por
ello es que el propósito más elevado de los cultivadores de las
ciencias físicas debe consistir en el establecimiento de “concep­
tos de validez general incondicionada” , que impliquen o con­
tengan leyes naturales.73 Las significaciones, en la órbita de la
ciencia, no pueden serlo simplemente de palabras sueltas, sino
que, de acuerdo con su contenido lógico, deben hallarse en co­
nexión con juicios que, o expresan leyes científicas, o de algún
modo las preparan. “La última propiedad de los conceptos, su
validez incondicionada y absoluta, resulta de su esencia lógica,
esto es, de que son medios para la superación de la inabarcable
multiplicidad del mundo corpóreo.” 74
Pero no solamente se trata de llegar a la formulación de con-
ceptos que implican o contienen leyes; también hay que investi­
gar las conexiones y legalidad de estos últimos, con la mira de
formar un sistema. Y es claro que el ideal consistiría en descu.
brir un supremo concepto de generalidad máxima, una legalidad
última, capaz de explicar todas las restantes.
El resultado de las anteriores consideraciones puede resumir­
se así. La simplificación de la realidad empírica por medio del
concepto científico es el instrumento de que el ser humano se
vale para superar la multiformidad de aquélla y hacer posible
el conocimiento de los fenómenos. En esta tarea simplificadora
podemos distinguir tres momentos:
Ti H. Rickert, Die Grenzen, pág. 61.
T2 H. Rickert, Die Grenzen, pág. 58.
T3 H. Rickert, Die Grenzen, pág. 61.
T4 H. Rickert, Die Grenzen, pág. 02.
C O N C F .P T U A C IÓ N EN L A S C IE N C IA S H IS T Ó R IC A S 39

j) El primero está constituido por las significaciones elemen­


tales de las palabras. Lo que de ellas nos interesa es su genera-
lidad, es decir, la circunstancia de que puedan ser referidas a
una pluralidad de formaciones individuales diferentes. Pero
sólo adquieren valor teórico gracias a la conexión en que se les
sitúa o, expresado en otro giro, a la finalidad científica a que
sirven. Antes de que tal finalidad pueda lograrse, simplemente
aparecen como elementos de los conceptos científicos, no como
nociones autónomas.
2) El segundo estadio es el de la determinación del contenido
conceptual. Y ésta sólo puede obtenerse por medio de juicios
que indiquen los elementos de tal contenido.
5) El tercer estadio hace posible la conclusión del trabajo
iniciado en los anteriores. La ciencia natural no sólo enlaza los
elementos conceptuales para formar nociones empíricas, sino que
estudia sus conexiones necesarias, "abriendo así el camino para
una especie de formación conceptual capaz de llevar finalmente
al establecimiento de conceptos generales incondicionados, o le­
yes de la naturaleza”.75

10. T esis de R ic k e r t sobre l a f o r m a c ió n de co n c e p to s


EN LAS CIENCIAS HISTÓRICAS

La cuestión central que Rickert se plantea puede enunciarse


asi: ¿cuál es el límite de la conceptuación en las ciencias físi­
cas? Para responder a este interrogante tendremos que inquirir
qué es lo que necesariamente se pierde en la transformación
y simplificación implícitas en las exposiciones y sistemas científi­
co-naturales (o, para expresarlo de otra manera: en las disci­
plinas generalizacloras). Lo que en éstas fija un límite infran­
queable a la conceptuación es "la misma e irrepetible realidad, tal
como directamente la captamos a través de nuestros sentidos,
en su individualidad y riqueza intuitiva” .76 Las ciencias de
leyes, o nomotéticas, como las llama Windelband, jamás se pro­
ponen introducir en sus teorías la individualidad de la multifor­
me realidad sensible. El contenido de los conceptos referidos a

75 H. Rickert, Dic Grenzen, pág. 102.


76 H. Rickert, Die Grenzcn, pág. 200.
40 C O N C E PTO DEL CO N CE PTO

leyes naturales es necesariamente general; el de la realidad em-


pírica es, en cambio, individual. T al abismo es insalvable, y en
él puede encontrarse el sentido del conocimiento de lo real como
naturaleza.7778
“ No hay en el mundo cosa ni proceso alguno que sea per­
fectamente igual a otro, sino que es sólo más o menos seme­
jante; y aun dentro de cada cosa y cada proceso, distínguese a
su vez la más mínima parte de cualquiera otra, ya sea próxima, ya
lejana, en el espacio o en el tiempo. Así, puede decirse también
que toda realidad presenta un sello peculiar, propio, indivi­
dual. Nadie es capaz de sostener que ha tropezado nunca con
algo absolutamente homogéneo. Todo es diferente. Y esto po­
demos formularlo en el principio de la heterogeneidad de todo
lo real.” 78 Por su misma esencia, la ley natural nada nos indica
sobre lo que realmente ocurre, en forma irrepetible y única, en
un determinado momento. Lo dicho resulta mucho más patente
cuando se reflexiona en que las leyes naturales pueden expre­
sarse por medio de un juicio hipotético: si tal o mal cosa suce­
de, entonces tal o cual otra tendrá que ocurrir. Los conceptos
referidos al antecedente y al consecuente son en todo caso no­
ciones generales. Cuál será la forma individual, cuál el número,
cuál la localización temporal y espacial de los hechos que caen
bajo esos conceptos, ni lo dice ni puede decirlo la ley, si quiere
subsistir como enunciado científico.
La circunstancia de que con ayuda de las leyes físicas poda­
mos orientarnos prácticamente en el mundo y predecir los fenó­
menos, no desvirtúa el aserto de que el contenido individual e
intuitivo de la naturaleza jamás forma parte de los conceptos
elaborados por las ciencias nomotéticas. Más bien habría que
decir que si esos conceptos reflejasen la irreductible individua­
lidad de los fenómenos, sería imposible orientarse con ellos y
hacer predicciones y cálculos. Pues lo que permite la predicción
de ciertos hechos es precisamente la tarea simplificadora que con
su ayuda efectuamos. Nuestro dominio de la naturaleza resul­
taría inconcebible si no dispusiéramos de conceptos genéricos,

77 W. YVindelband, “ Geschichte und Naturwissenschaft”, en Pralitclien,


Yrerlag von J. C. B. Mohr, Neuníe Auflage, Tiibingen, 2924, Zweíter Band.
78 H. Rickert, Ciencia natural y ciencia cultural, pág. 66 de la traduc­
ción castellana.
T"

C O N C E P 1 U A C IÓ N EN L A S C I E N C I A S H I S T Ó R IC A S 41

?, ya que su empleo es precisamente lo que nos permite superar la


enorme diversidad de lo individual e intuitivo.
La predicción de hechos futuros tampoco supone el conoci­
miento de sus peculiaridades individuales. Pues si podemos
aplicar las leyes físicas ello simplemente se debe al conocimiento
de que, dadas tales o cuales condiciones, necesariamente ocu­
rrirá un hecho que constituye una instancia del principio ge­
neral.79
Aun cuando los conceptos de las ciencias de la naturaleza
recogen muy pocos aspectos de la realidad empírica, están sin
embargo en íntima relación con ella y en modo alguno podemos
considerarlos como construcciones caprichosas de nuestro espí­
ritu. Pues siendo cierto que la misión de esos conceptos no con­
siste en copiar o reproducir el orden real, tal como en sí mismo
es, resulta igualmente verdadero que la conceptuación generali-
zadora sólo tiene carácter científico cuando los conceptos en que
culmina valen para los fenómenos a que se refieren. En otras
palabras: “esos conceptos no son verdaderos porque reproduzcan
la realidad tal como es en sí misma, sino porque tienen validez
frente a ella’’.80
El pensamiento que acabamos de expresar es casi una tri­
vialidad, dice Rickert. En torno a la oposición de lo general y
lo individual la lógica ha venido debatiéndose desde Sócrates,
y cuando declaramos que lo intuitivo, singular e individual no
puede ser captado en su singularidad e individualidad por la
ciencia generalizadora, ello simplemente significa que “lo gene­
ral no es lo particular e individual” .81 Hasta hoy, aquella disci­
plina se ha referido, en forma casi exclusiva, a las ciencias cuyo
fin consiste en la exposición de principios generales, y ha pasado
por alto lo que en una exposición de este tipo necesariamente
tiene que perderse. “Pues por ‘naturaleza’ entendemos la reali­
dad desde el punto de vista de lo general.” s- Y como, con muy
pocas excepciones, los lógicos sólo atribuyen valor científico al
método generalizador, la lógica hubo necesariamente de cíesen­

os H. Rickert, Ciencia natural y ciencia, cultural, pág. Si de la traduc­


ción castellana.
80 II. Rickert, Die Grenzen, pág. 1115.
81 H. Rickert, D ie G renzen, pág. 21 ti.
82 H. Rickert, D ie G renzen, pág. 217.
42 CONCEPTO DEL CON CEPTO

volverse en forma incompleta, como lógica de las ciencias de la


naturaleza.
La demostración de que las últimas no copian ni reproducen
la realidad o, en otras palabras, no acogen en sus conceptos todo
el contenido de aquélla, sino que la transforman de acuerdo
con ciertos puntos de vista, en un sentido que tiene validez ge­
neral, indica que hay disciplinas que siguen un camino radical­
mente diverso y se proponen una transformación de los datos
empíricos completamente distinta. Pues infinidad de casos y
acontecimientos no nos interesan en cuanto pueden entrar en
relación con una ley o un sistema de conceptos generales, sino
en cuanto singulares, irrepetibles y únicos.
Toda realidad empírica está temporal y espacialmente loca­
lizada. En cuanto las cosas son ejemplares, instancias de con­
ceptos generales, no hay por qué tomar en cuenta el lugar en
que se hallan o el momento en que se producen. Es de la esen­
cia del concepto científico natural tener validez para objetos
que existen en diferentes lugares y en momentos distintos. Lo
único e individual se da en cambio en un cierto espacio y en
un determinado momento. La determinación espacial no tiene
en esta conexión mayor importancia. Pero de la temporali­
dad de todo lo real deriva, según Rickert, una característica de
las realidades individuales que es preciso tener en cuenta.
“Si tomamos la palabra ‘presente’ en sentido estricto, los ob­
jetos reales no nos interesan como ‘presentes’ en lo que a la
investigación científica de su individualidad y unicidad respecta.
Esos objetos se dan siempre en el pasado y su ser pretérito supo­
ne el transcurso de un cierto lapso. Las cuestiones referidas a
la realidad irrepetible e individual, tienen, pues, que asumir
esta forma: ¿qué fué antes en el mundo, y cómo llegó a ser lo
que existe?. .. En una palabra: la ciencia de lo individual e
irrepetible es, de modo necesario, ciencia de los sucesos ocurri­
dos en el pasado.” 83 Y tal ciencia se llama historia.
“Si contraponemos, pues, la ciencia natural y la historia,
como formalmente opuestas, tendremos que decir: mientras que
la ciencia natural — salvo pocas excepciones, ya mencionadas—
se propone abrazar con sus conceptos una pluralidad y, even-
tualmentc, una multitud incalculable de distintos objetos, en
S3 H. Rickert, Die Granen, p;ig. 220.
C O N C E P T U A C IÓ N E N L A S C I E N C I A S H IS T Ó R IC A S 43

cambio una ciencia histórica aspirará a que su exposición con-


venga al objeto único, distinto de todos los demás, que ella
investiga, ya sea una personalidad, un siglo, un movimiento so­
cial o religioso, un pueblo u otro cualquier objeto. La ciencia
histórica quiere que su exposición sitúe al lector o al oyente
en la mayor posible proximidad del proceso único a que se re­
fiere. La ciencia natural, en cambio, habrá explicado un trozo
de la realidad tanto mejor cuanto más universal sea el concepto
por medio del cual logra exponerlo, cuanto más claramente
manifiesto esté lo que lo particular tiene de común con el todo
de la naturaleza, y cuanto más lejanos uno de otro se hallen el
contenido del objeto singular, en su individualidad, y el conte­
nido del concepto universal.” 84
La historia considera la realidad desde un punto de vista
completamente distinto del de las ciencias físicas y se sirve de
diferentes métodos de exposición y conceptuación. Toda ciencia
y, por ende, la histórica, se encuentra en la necesidad de trans­
formar su material intuitivo y de referirlo a conceptos. Allí
donde la realidad tiene que ser descrita en sus aspectos indivi­
duales, resulta un contrasentido tratar de referirla a leyes o a
nociones genéricas.
"Cada hoja en el árbol, cada trozo de azufre que el químico
mezcla en su retorta es un individuo y, por tanto, no puede ser
incluido en un concepto científico natural, como no puede in-
cluirse en tal concepto ninguna de las grandes personalidades
de la historia.” "Si tratamos de transformar a un individuo
como Goethe en ejemplar de un concepto genérico, al punto
advertiremos que lo obtenido ya no es Goethe, sino un poeta,
un ministro, un hombre.” 85 Las grandes figuras no pueden ja- u
más disolverse en conceptos generales, por su misma unicidad e
individualidad.
La determinación positiva del concepto de ciencia histórica
exige sin embargo algo más: se trata del método de formación
conceptual individualizadora. Habrá que inquirir, ante todo,
cómo se constituyen en unidad los elementos de las nociones
históricas y en qué descansa su validez. De esta manera podre-
84 H. Rickert, Ciencia natural y ciencia cultural, pág. 107 de la traduc­
ción castellana.
85 H. Rickert, Die Grenzen, píg. 230.
CONCEPTO DEL CO N CEPTO
44
mos comprender el principio rector de la conceptuación indi,
vidualizadora, en oposición a la de las ciencias de la naturaleza.
El contraste entre historia y naturaleza es absoluto desde el
punto de vista lógico, en cuanto las ciencias empíricas sólo
pueden considerar la realidad o desde el ángulo de lo indivi­
dual o desde el ángulo de lo general. Un tercer grupo de dis­
ciplinas únicamente podría existir en el caso de ciencias en las
que tienen aplicación, a un tiempo, la forma expositiva histó­
rica y la de tipo científico, es decir, el método individualizador
y el generalizador de conceptuación. Pero esto en modo alguno
desvirtúa la diversidad de los dos procedimientos metódicos, ni
impide que algunas veces se trate de aplicar a la historia el
método de las ciencias naturales.
La formación de conceptos de contenido individual sólo pue­
de lograrse cuando se parte de la “relación” o de la “referen,
cia” de los objetos históricos a determinados valores. Esta refe­
rencia es precisamente lo que permite separar lo esencial de lo
inesencial. La conceptuación individualizaclora está referida a
valores y, por ende, también en este aspecto se contrapone a la
de las ciencias naturales, en la que no existe ninguna referencia
axiológica. El desenvolvimiento histórico es una trama de su-
cesos individuales e irrepetibles, que entran en los conceptos
históricos en virtud de su conexión con lo valioso.
Los objetos con los cuales tienen que ver las disciplinas de
que estamos hablando son, en contraste con los de las ciencias
naturales, objetos que caen bajo el concepto de cultura, preci­
sam ente porque los valores que orientan y determinan la for­
mación conceptual en aquellas disciplinas son culturales.
Los hechos en que no residen valores o, en otras palabras,
los de tipo “ natural” , no nos interesan en sus aspectos indivi­
duales, precisamente porque en ellos sólo vemos una instancia
o caso de un concepto genérico.
Al historiador, por lo contrario, no le preocupa lo que su
objeto de estudio tiene en común con los demás de su especie,
en el sentido de las ciencias de la naturaleza; su atención se di­
rige a las particularidades en las que está implícita una referencia
a valores. De aquí resulta que también para las de la cultura hay
elementos esenciales e inesenciales, es decir, individualidades que
tienen significación histórica y otras que no la tienen.
C O N C E P T U A C IÓ N EN L A S C I E N C I A S H IS T Ó R IC A S 45

‘ "Entre la inabarcable multitud de objetos individuales, es


! decir, diferentes todos unos de otros, fíjase el historiador en aque-
I Hos solamente que, en su peculiaridad individual, o encarnan
I' valores culturales o están en relación con éstos; luego, de la
I inabarcable multitud que cada objeto singular le ofrece en su
diversidad, elige de nuevo sólo aquellos rasgos en donde reside
i su significación para el desarrollo de la cultura, y en estos ras-
* gos consiste la individualidad histórica, a diferencia de la mera
diversidad. El concepto de cultura proporciona, pues, el princi-
) pió de selección de lo esencial para la conceptuación histórica;
f de igual manera que el concepto de naturaleza, considerada
• como la realidad desde el punto de vista de lo universal, propor-
■ dona el principio de selección para las ciencias naturales.” 88
Lo anterior no significa que el historiador tenga previamen-
j te que valorar, ya en forma positiva, ya de manera negativa, las
* realidades que se propone describir. “Aun cuando la historia
!. tiene que ver con los valores, no por eso es una ciencia valorati-
va. Se limita tan sólo a establecer lo que es. Por ejemplo: el
; historiador, en cuanto procede estrictamente como tal, no puede
r decidir si la Revolución Francesa ha sido o no beneficiosa para
Francia o Europa, porque esto supondría una valoración del
mencionado acontecimiento histórico.” “Pero a ningún histo-
; riador le cabrá duda de que los sucesos comprendidos bajo ese
• nombre han sido importantes y significativos en el desarrollo
cultural de Francia y Europa y, por tanto, deben ser recogidos
en su individualidad, por esenciales en la exposición de la his­
toria europea.” 87 Valorar o estimar algo es siempre alabarlo o
censurarlo. Referirlo a valores, no es ni una cosa ni la otra.
En resumen: para Rickert son dos, y solamente dos, los mé­
todos científicos de formación de conceptos: el generalizador,
propio de las ciencias físicas, y el individualizado!' o idiográfico,
característico de las histérico-culturales.
Por lo que toca al primer grupo de ciencias, la palabra natu­
raleza no sólo sirve para caracterizar su objeto, sino el método
que emplean. Son disciplinas referidas a un acontecer ajeno

88 H. Rickert, Ciencia, natural y ciencia cultural, pág. 137 de la traduc­


ción castellana.
87 H. Rickert, Ciencia natural y ciencia cultural, pág. 147 de la traduc­
ción castellana.
46 CON CEPTO DEL CONCEPTO

a toda referencia valorativa y cuyo interés se orienta hacia el


conocimiento de relaciones conceptuales de tipo universal y,
en la medida de lo posible, a la formulación de las leyes que
rigen ese acontecer. En ellas, lo particular es sólo una instancia
o caso de lo general.
Del otro lado están las histórico-culturales. Para designarlas
nos falta un término que, “ como la palabra ‘naturaleza’, pueda
caracterizarlas tanto con respecto a su objeto como con respecto
a su método. Tenemos, por tanto, que elegir dos expresiones
que correspondan a los significados de la palabra ‘naturaleza’.
Como ciencias culturales tratan de los objetos que están referí,
dos a valores culturales universales; como ciencias históricas, ex­
ponen la evolución singular de esos objetos en su particularidad
e individualidad”.83

11. E l m é t o d o de f o r m a c ió n c o n c e p t u a l en e l c a m p o jurídico

Hemos visto cómo, para Rickert, son dos solamente los méto­
dos de conceptuación en el orden científico: el generalizador, de
que se sirven los cultivadores de las ciencias de la naturaleza, y
el individualizador o idiográfico de las históricas.
Entre ellos no hay un tercer término, y en este punto parece
indiscutible la tesis que acabamos de exponer. Lo que no pode­
mos admitir es que los conceptos formados de acuerdo con el j
método generalizador necesariamente hayan de considerarse como !
científico-naturales, o que la conceptuación generalizadora sea j
exclusiva del primer grupo de ciencias, o aplicable sólo a los j
fenómenos físicos.
Si queremos referir la cuestión al tema central de este traba­
jo, habrá que preguntar, ante todo, cuál de los dos procedimien­
tos es empleado por los juristas, o si es posible que hagan uso
de ambos, de acuerdo con los intereses perseguidos por cada in-
vestigador. Pues si hay estudios históricos sobre instituciones, e
incluso sobre sistemas jurídicos de otras épocas, parece indudable
que habrán de orientarse hacia el conocimiento de las peculia-
ridades individuales de esas instituciones y sistemas, y tendrán,

ss H. Rickert, Ciencia natural y ciencia cultural, pág. 162 de la traduc-


ción castellana.
F O R M A C IÓ N CO N C E PTU A L EN E L C A M P O J U R ÍD IC O 47

por consiguiente, que usar el método individualizador propio


de la historia. ¿Pero es este método el único que puede em­
plearse o efectivamente se emplea en nuestro propio campo?
Si dirigimos primeramente la atención hacia la actividad del
legislador, al punto nos percataremos de que, por su misma índole,
a fortiori está orientada hacia la formulación de preceptos de
carácter genérico. La ley, como decía Aristóteles, “necesaria­
mente es siempre general, sin ser por ello menos buena: la falta
no está en ella; tampoco está en el legislador que dicta la ley:
está por entero en la naturaleza misma de las cosas; porque ésta
es precisamente la condición de todas las cosas prácticas”.89
Los preceptos emanados de la actividad legislativa son reglas
hipotéticas de carácter abstracto, que enlazan a la realización
de su supuesto determinadas consecuencias, válidas para todos
los casos a que se refiere el mismo supuesto. Las dos partes de la
norma legal, a saber, la hipótesis y la disposición, ostentan el
atributo de generalidad propio de las reglas que no valen para
un caso único, sino para todos los de cierta clase. En esto con­
siste precisamente la índole general del supuesto de derecho: no
es descripción de ningún hecho de la experiencia jurídica, sino
indicación de las notas comunes a un número indefinido de
casos, cuyas peculiaridades individuales no han sido ni han po­
dido ser tomadas en cuenta por el autor de la ley. Los que
pueden quedar comprendidos dentro de la hipótesis jurídica,
forman, desde el punto de vista lógico, una clase, y la pertenen­
cia a ésta encuéntrase condicionada por la posesión de una serie
de atributos, que el mismo supuesto enumera. Así, por ejemplo,
si la ley dispone que ‘dadas a, b, c, y d, debe ser la consecuencia
normativa /’, la posesión de las notas a, b, c y d determinará la
pertenencia del caso en que concurran a la clase de hechos
jurídicos que realizan el supuesto de derecho, y hará posible la
imputación, al mismo caso, de las consecuencias estatuidas por
la disposición aplicable. Todos aquellos en que se den esas
notas quedarán comprendidos en la hipótesis y deberán ser re­
sueltos de igual manera; pero cada uno tiene infinidad de par­
ticularidades que el supuesto jurídico no recoge y que permiten
distinguirlo de todos los otros de la misma clase. Los conceptos

8# Aristóteles, Ética Nicomaquea, I.ibro V, cap. 10, 1137b, 10.


48 C O N C E PTO DEL C O N CE PTO

cuya extensión está formada por todos los casos que realizan la
hipótesis de una ley o de cualquiera norma hipotética de índole
abstracta, derivan, pues, del método generalizador de concep- ¡
tuación, y no por ello se convierten en nociones de la ciencia
natural.
Lo que hemos dicho de los supuestos vale también para la
disposición normativa y los conceptos que la integran. Esa
parte de la norma indica las consecuencias jurídicas de la rea.
lización de cada supuesto. Si la norma es atributiva, su disposi­
ción tendrá la siguiente estructura: ‘el sujeto P tiene el derecho
de observar la conducta /'. Si es prescriptiva, la disposición que-
dará expresada por la fórmula: ‘el sujeto O debe observar la
conducta d’.00
En cualquiera de los dos casos, la disposición es una regla de
carácter genérico y, por consiguiente, no está referida a sujetos
individualmente determinados sino, indistintamente, a todos los
de la clase designada por su concepto-sujeto.
Según el artículo 2518 del Código Civil del Distrito y Te-
rritorios Federales, “los depositarios de títulos, valores, efectos
o documentos que devenguen intereses, quedan obligados a rea­
lizar el cobro de éstos en las épocas de su vencimiento...” El
concepto-sujeto de la disposición anterior es ‘depositarios de tí­
tulos, valores, efectos o documentos que devenguen intereses’. La
norma no obliga a un depositario individualmente determinado,
sino a todos los de la clase designada por aquel concepto, es
decir, a cualquier depositario en quien concurran las demás
notas que el mismo concepto enumera. Los deberes impuestos
o los derechos concedidos por la disposición de no importa qué
norma general, tampoco son deberes o derechos de persona o
personas individualmente determinadas. Por su mismo carácter
abstracto, la disposición normativa sólo puede referirse a los
deberes o derechos que ella misma enlaza a la realización del
hecho condicionante. Los conceptos que corresponden a las con-
secuencias de derecho no designan deberes o facultades indivi­
dualmente determinados, sino facultades o deberes de un cierto
tipo. Así, en el caso del artículo citado, el concepto referido a
la consecuencia normativa es ‘obligación de realizar el cobro9 0

90 Cfr. Eduardo García Máynez, Lógica del juicio jurídico, cap. 11, 1 y 2.
F O R M A C IÓ N C O N C E P T U A L EN EL CAM PO JU R ÍD IC O 49

i de los intereses de los títulos, valores, efectos o documentos que


los devenguen’. Aquí no se alude a la obligación de un sujeto
determinado individualmente, sino a una clase de obligaciones,
a saber, la formada por todas las que posean los atributos que el
mismo concepto señaia.
Las nociones que intervienen como elementos en los juicios
constitutivos de cualquier precepto legal son, pues, universales
o, como anteriormente dijimos, conceptos de clase. No est;in
referidas, por consiguiente, a la individualidad de determinados
hechos jurídicos, sujetos, deberes o facultades, sino genérica,
mente a hechos, personas, obligaciones o derechos subjetivos
de cierto género.
Precisamente porque se trata de conceptos universales que
fungen como elementos de juicios de índole abstracta, las corres­
pondientes normas son aplicables a cualquier caso que realice
su supuesto, y a cualquier persona que sea miembro de la clase
designada por el concepto-sujeto de su disposición. Todo ello
corrobora nuestra tesis de que el método de conceptuación
V; empleado por el legislador no es nunca el individualizante de las
disciplinas históricas, sitio el generalizador que Rickert declara
exclusivo y característico de las ciencias de la naturaleza. Lo
que hemos sostenido de los preceptos legales y de la actividad
legislativa, vale también para las normas que integran el dere­
c cho consuetudinario y para las constitutivas de la jurisprudencia
obligatoria. En tocios estos casos trátase de reglas abstractas y,
i por consiguiente, de juicios normativos formados por conceptos
universales.
Podría quizás argüirse que si bien las normas de carácter
genérico están integradas por conceptos de clase, “valen” para
casos concretos de la experiencia jurídica y pueden, por tanto,
aplicarse a ellos, lo que exige la individualización de los sujetos
a quienes obligan o facultan y de las consecuencias (facultades o
deberes) que a esos sujetos corresponden. Además, la aplica­
ción de preceptos genéricos se consuma, como lo han mostrado
\ los juristas de la Escuela Vienesa, a través de otras normas que
i
no tienen ya carácter abstracto. La existencia de las que Kelsen
llama “individualizadas” : ¿acaso no supone el empleo de un
método de conceptuación radicalmente diverso? Si en una sen­
tencia se resuelve, por ejemplo, que “ el deudor Juan Pérez debe
5° CONCEPTO DEL CONCEPTO

pagar al acreedor Pedro Sánchez la cantidad de mil pesos que el


segundo prestó al primero”, los conceptos integrantes de la re­
solución judicial se refieren a personas individualmente deter­
minadas y a una obligación igualmente determinada. Pero, a
diferencia de las normas generales relativas al contrato de mu­
tuo, en las que siempre intervienen conceptos de clase, en la
individual constitutiva de la sentencia los conceptos ‘Juan Pé­
rez’ y ‘Pedro Sánchez’ son singulares, puesto que no aluden a la
clase de los mutuatarios ni a la de los mutuantes, sino al deudor
Juan Pérez y al acreedor Pedro Sánchez. Del mismo modo, la
expresión ‘pagar mil pesos que el segundo prestó al primero’ no
designa, in abstracto, el deber que todo deudor tiene de devolver
al acreedor la suma prestada, sino la prestación que en el caso
concreto del ejemplo Juan Pérez debe realizar.
Es obvio que las nociones que integran el fallo del juez no
son universales; pero entre ellas y las de carácter idiográfico
que el historiador emplea media una diferencia esencial, pues
aun cuando las primeras se refieran a objetos singulares, no los
consideran en su individualidad irreductible, es decir, en lo que
tienen de irrepetible y único. El concepto ‘el deudor Juan Pé-
rez’ está referido a una persona concreta, a quien designa por
su nombre, pero la considera exclusivamente en su carácter de
miembro de la clase de los deudores, de igual manera que el
concepto ‘el acreedor Pedro Sánchez’ considera a éste no como
individuo humano, sino como miembro de la clase designada
por el concepto jurídico ‘mutuante’. Lo propio vale para la no­
ción referida al deber que la sentencia impone al sujeto deman­
dado. Su correlato objetivo es una consecuencia jurídica con­
creta que interesa al jurista no en sus aspectos individuales, sino
en cuanto miembro de la clase designada por el concepto ‘pres­
tación que el deudor está obligado a realizar’.
Los conceptos singulares referidos a personas jurídicas con­
cretas no tienen, pues, carácter idiográfico, ya que no toman en
cuenta la individualidad irreductible de aquéllas, sino su índole
exclusivamente jurídica, es decir, su carácter de miembros de
una cierta clase. La singularidad de esas nociones obedece sim­
plemente al propósito de determinar al sujeto sobre quien debe
recaer la imputación de cierta consecuencia normativa; no se
trata, pues, de describirlo en su individualidad o unicidad, sino
F O R M A C IÓ N C O N C E P T U A L EN E L C A M P O J U R ÍD IC O 51

simplemente de señalar su pertenencia a una clase, en virtud de


los atributos que posee en común con los demás miembros
de ésta. Recaséns Siches ha explicado mejor que nadie lo que
queremos decir, cuando escribe que ‘‘para el derecho no viene en
cuestión la integridad de mi persona humana, sino solamente
algunos de sus actos; además, hay que advertir que aquella parte
de mi comportamiento de la cual el derecho toma cuenta y
razón no es lo que yo tengo de individuo, no es mi persona real
auténtica, ni siquiera aspectos de mi conducta en tanto que ver­
dadero individuo, en tanto que persona humana concreta, sino
dimensiones genéricas, comunes, mostrencas e intercambiables
con otros sujetos. O lo que es igual, expresado de otro modo:
ser persona en derecho, o ser persona de derecho, no es lo mismo
que ser hombre individual, que ser persona en sentido radical
y primario, es decir, que ser individuo. Ser individuo es ser
yo y no otro; es ser una existencia única, intransferible, incan­
jeable, irreductible a cualquier otra; es la realidad de mi propia
vida, perspectiva en el horizonte del mundo distinta de todas
las otras perspectivas que son las demás vidas. La persona au­
téntica, profunda, entrañable, constituye esa instancia única e
intransferible de decisión que somos cada uno de nosotros. En
cambio, la personalidad jurídica atribuida al individuo se apoya
o se funda precisamente en aquellas dimensiones que éste tiene
de común con los demás. La dimensión del hombre que en el
derecho funciona como persona es la dimensión que éste tiene
de común con los demás sujetos jurídicos, por consiguiente, no
su radical individualidad. Y asimismo todas las varias concre­
ciones singulares de la personalidad jurídica en los sujetos deno­
tan aspectos o dimensiones genéricas, intercambiables, esto es,
funciones o papeles que en principio pueden ser desempeñados
por cualquier otro. El hombre en la plenitud y radicalidad de
su propia vida individual, no viene jamás en cuestión para el
derecho: en el derecho funciona como sujeto el ciudadano,
el contribuyente, el soldado, el juez, el comprador, el arrenda­
tario, el heredero, el moroso, el delincuente. En principio puede
haber cualquier otro sujeto que se encuentre en la situación
jurídica de comprador, de ciudadano, de funcionario, de acree­
dor, etc., en que mi persona jurídica se concreta. Todas las
determinaciones de mi personalidad jurídica son por así decirlo
^2 CONCEPTO DEL CO N CE PTO

funciones o papeles previamente dibujados, siluetas objetivadas


y delineadas de antemano que lo mismo que por mí, pueden ser
ocupadas o desempeñadas por cualquier otro en quien concu­
rran las condiciones previstas. En cambio, mi auténtica perso­
nalidad, mi vida radicalmente individual, propia y exclusiva,
única e intransferible, esa se halla siempre ausente, fuera de las
relaciones jurídicas” .01
Así pues, aun cuando los conceptos jurídicos singulares hagan
referencia a un solo objeto, no por ello derivan del método indi-
vidualizador de conceptuación; y en rigor presuponen el opuesto,
porque no atienden a la individualidad irreductible de cada uno
de sus correlatos, sino a las características que permiten incluir­
lo dentro de una clase y considerarlo como miembro de ésta.
La expresión ‘norma individualizada’ que usan los juristas
; de la Escuela de Viena no debe, pues, inducirnos a error. Si el
- nombre se emplea, es simplemente porque ya no se trata de un
. precepto genérico, sino de la norma que regula una situación
jurídica concreta. La regulación que dicha norma contiene no
deriva de un análisis de las peculiaridades individuales de un
hecho, considerado en su unicidad y, por ende, en lo que tiene
de propio, diverso e irreductible, sino del examen de las notas
que posee en común con otros de igual especie. Precisamente
porque no atiende a las distintivas, sino a las comunes, de la
situación regida por ella, puede la norma ser considerada como
“aplicadora” de preceptos abstractos.
Cada caso concreto de la experiencia jurídica, en cuanto con­
creto o real, a fortiori posee un número infinito de peculiari­
dades individuales, que ningún concepto general ni ninguna
norma puede recoger. Es pues, obvio, que cuando el caso es
considerado como "instancia” de un precepto genérico, ello en
modo alguno presupone el análisis de su individualidad irre­
ductible. Para que quede comprendido en la hipótesis norma-
! tiva y, por tanto, para que pueda aplicársele la disposición, lo
único que se requiere es comprobar que reúne las notas enume-
; radas en el supuesto. Pero tales notas no agotan ni pueden
agotar la individualidad del hecho; simplemente son elementos
de un molde, cauce o esquema en el que caben todas las sitúa-
91 Luis Recaséns Siclies, Vida humana, sociedad y derecho, pág. 231 d
la tercera edición.
F O R M A C IÓ N C O N C E P T U A L EN EL CAM PO J U R ÍD IC O 53

dones que ostentan los mismos atributos. Estos últimos nunca


reflejan las peculiaridades de tales hechos, su diversidad irre­
ductible, sino lo que tienen en común con los demás de su clase
y, por consiguiente, algo que no es individual, sino genérico. Se
trata, para decirlo de otro modo, de lo que, si bien pertenece a
objetos individuales, no es lo individual o característico de ellos.
El método de conceptuación de que se valen y tienen nece­
sariamente que servirse, por la índole de su tarea, los órganos
legislativos, lo mismo que las demás instancias creadoras de
normas abstractas es, pues, el generalizados- que Rickert juzga
privativo de las ciencias de la naturaleza. La conclusión parece
tanto más sorprendente cuanto que el derecho es, como todo el
mundo reconoce, un fenómeno de cultura, lo que parece conver­
tirlo en objeto de estudio de esas ciencias culturales cuyo método
de conceptuación es considerado por Rickert como individuali-
zador o idiográfico. Por otra parte, no puede ponerse en tela
de juicio que tanto los sistemas jurídicos como las instituciones
que los forman a veces son materia de investigaciones históri­
cas, y que éstas, si quieren conservar tal carácter, necesariamente
han de adoptar el método propio de la historia.02 Empero, la
última circunstancia no puede invocarse como argumento con-
tra la tesis, porque el autor de Ciencia natural y ciencia cultural
repetidamente insiste en que la dualidad metódica no indica
diversidad esencial de los objetos, sino simple diferencia en la
actitud o punto de vista en que cada investigador se coloca al
estudiarlos. Las conclusiones que hemos obtenido más bien se
92 "Tres momentos distintos caracterizan a toda ciencia jurídica. En
J ;
primer lugar, está referida a un orden jurídico concreto, históricamente único
y, por tanto, a una formación individual e irrepetible dentro del marco
del interminable proceso social; en tal medida es una disciplina idiográfica
en el sentido de la conceptuación rickertiana. Por otra parte, es ciencia
dogmática, en cuanto expone el contenido significativo o, mejor dicho,
deóntico, de ese orden específico en su conexión sistemática; en tal aspecto
aseméjase a la teología, que cumple la misma tarea relativamente a una reve­
lación religiosa, semejanza que ha sido subrayada una y otra vez tanto en la
consideración crítica como en la de carácter analítico. Es, por último, cien­
cia práctica o aplicada, en la medida en que esa interpretación dogmática
se realiza con vistas a la solución de controversias sociales concretas o al escla­
recimiento de dudas sobre el comportamiento social correcto.” Helmut
Coing, Grundzüge der Rechtsphilosophie, Walter de Gruyter, Kerlin, 1950,
pág- 5 -
54 CON CEPTO DEL CO N CEPTO

contraponen al aserto de que el primero de esos métodos es ex­


clusivo de las ciencias de la naturaleza. Pues el jurista, no sólo
cuando se propone interpretar, sino cuando trata de exponer
de manera sistemática el contenido de cada ordenamiento, nece­
sariamente tiene que seguir el método de conceptuación em­
pleado por los órganos creadores de derecho.
En cuanto a los encargados de aplicar las normas jurídicas,
es incuestionable que no pueden limitarse a comprobar que “el
caso’’ de que juzgan queda comprendido en el supuesto que lo
define. La “aplicación’’ de reglas genéricas a casos singulares
no sólo exige la individualización de los facultados u obligados,
sino la de las consecuencias de derecho que han de imputarse
a estos sujetos. Pero tal individualización sólo puede hacerse
si se atiende a una serie de características no recogidas por los
conceptos genéricos que integran las normas abstractas que el
juez debe aplicar. Cuando el problema consiste en establecer,
por ejemplo, la pena aplicable al autor de un delito de falsi­
ficación de moneda, no basta la simple comprobación de que el
hecho atribuido al acusado reúne los elementos de la definición
legal. Si los atributos que condicionan la pertenencia de .v a la
clase de los delitos de falsificación de moneda son a y b, la con­
currencia de éstos en tal hecho permitirá al juez declarar que
en cuanto x es a y b, x es F (es decir, pertenece a la clase de los
mencionados delitos) . Comprobada la existencia del hecho y
establecida la conexión entre el delito y la persona a quien se
señala como responsable, el juez debe determinar qué pena
ha de aplicarse al reo. Para hacer tal determinación, al menos
dentro de un sistema jurídico como el nuestro, no le basta el
examen de la correspondiente norma genérica, porque ésta se
limita a fijar los límites dentro de los que deberá la sanción
quedar comprendida, y deja al encargado de aplicarla la tarea
de individualizar la consecuencia de derecho. Si el juez consul­
ta el Código Penal, su lectura simplemente le indica que "al
que cometa el delito de falsificación de moneda se le aplicará
de seis meses a cinco años de prisión y multa de cien a tres mil
pesos’’; pero es claro cjue para aplicar tal precepto es forzoso
individualizar la pena. Al realizar esta tarea, en uso del arbitrio
que la ley le concede, no puede el juez fijar la sanción de ma­
nera arbitraria, sino que está obligado a tomar en cuenta una
F O R M A C IÓ N C O N C E P T U A L EN E L C A M P O J U R ÍD IC O 55

serie de peculiaridades del hecho de que juzga, y a las que eu


parte aluden, de una manera general, otros preceptos del mismo
Código, por ejemplo, el que dice que “en la aplicación de las
sanciones penales se tendrá en cuenta: i? La naturaleza de
la acción u omisión y de los métodos empleados para ejecutarla
y la extensión del daño causado y del peligro corrido; 2<? La
edad, la educación, la ilustración, las costumbres y la conducta
precedente del sujeto, los motivos que lo impulsaron o deter­
minaron a delinquir y sus condiciones económicas; 3? Las con­
diciones especiales en que se encontraba en el momento de la
comisión del delito y los demás antecedentes y condiciones per­
sonales que puedan comprobarse, así como sus vínculos de pa­
rentesco, de amistad o nacidos de otras relaciones sociales, la
calidad de las personas ofendidas y las circunstancias de tiem­
po, lugar, modo y ocasión que demuestren su mayor o menor
temibilidacl. El juez deberá tomar conocimiento directo del su­
jeto, de la víctima y de las circunstancias del hecho en la medida
requerida para cada caso”.03 Las a que hace referencia el artícu­
lo transcrito, evidentemente no figuran como elementos de la
definición de cada delito, pero el juez puede (y debe) tomarlas
en cuenta, para determinar la pena aplicable. Las notas en que
el juzgador se basa al hacer la individualización de la conse­
cuencia sancionadora, son peculiaridades del hecho de que co­
noce; pero esas notas no son las que condicionan la pertenencia
de éste a cierta clase de delitos. Si x pertenece a la clase F (es
decir, a la de los de falsificación de moneda), en cuanto en él con­
curren los atributos a y b que enumera la definición legal, esos
atributos sólo indican que el hecho que se imputa al acusado
pertenece a la clase supradicha, mas no permiten al juez indi­
vidualizar la pena. Si, para individualizarla, atiende, de acuerdo
con lo dispuesto por el artículo 52 del Código Penal, a las pecu­
liaridades c, d, f, g, h, i, j y k del mismo hecho, obvio es que esas
peculiaridades no son las que el delito tiene en común con
todos los demás de su clase. Parece, pues, que al menos en casos
como el del ejemplo, el método de conceptuación que los jueces
penales deben emplear cuando aplican normas genéricas a situa­
ciones concretas, no es ya el generalizador de que se sirven los9 3

93 Código renal del Distrito y Territorios Federales, art. 52.


5 r> CONCEPTO DEL CO N CEPTO

órganos legislativos, sino el idiográfico de que hacen uso ios cul­


tivadores de las disciplinas históricas. No es así, sin embargo.
Pues aun cuando es cierto (para volver ai ejemplo), que c, d, /,
g, h, i, j y k corresponden a peculiaridades de x, distintas de las
que determinan su pertenencia a la clase F, también es ver­
dad que no agotan ni pueden agotar la individualidad de éste
y, sobre todo, que sólo son tomadas en cuenta en la medida en
que permiten aplicar una sanción que en todo caso ha de quedar
comprendida dentro de los límites señalados por un precepto
genérico, lo que a su vez da a la sanción el carácter de miembro
de una cierta clase. Expresado en otra forma: aun cuando el
juez tome en cuenta, al juzgar los hechos de que conoce, pecu­
liaridades que no fueron consideradas por el autor de la ley, no
por ello procede ideográficamente, pues su propósito no es des­
cribir el hecho en su individualidad irreductible, sino referirlo
a una serie de normas genéricas y, por tanto, convertirlo en
' “caso de aplicación” de éstas. Incluso cuando toma en conside-
1 ración gran número de peculiaridades del hecho de que juzga,
como ocurre en materia penal dentro de ciertos sistemas, esas
peculiaridades son también referidas por él a pautas o criterios
generales que el legislador le brinda (como el de mayor o menor
temibilidad del delincuente) y, por tanto, tienen siempre el
carácter de "casos” de aplicación de tales criterios.
Lo que acabamos de decir no solamente vale para el arbitrio
judicial, sino para todas aquellas situaciones en que el juez tie­
ne que individualizar a los sujetos del acto imputativo, y deter­
minar — individualmente también— sus deberes y derechos. La
individualización de unos y otros presupone el análisis de una
serie de notas que no recogen los conceptos definitorios o, en
otras palabras, que no fueron tomadas en cuenta por el autor
de la ley. Ello revela que los órganos jurisdiccionales, por la
índole misma de su función, muévense en un plano de menor
generalidad que el de la actividad legislativa. Su tarea encuén-
trase empero condicionada por normas y principios genéricos y,
pese al elemento creador que la caracteriza, debe siempre cul­
minar en la aplicación o adaptación de esos preceptos y normas
a casos singulares. _
La situación no difiere cuando el hecho de que el juez conoce'*
no ha sido legalmente previsto. En tal hipótesis, le es forzosd
F O R M A C IÓ N C O N C E P T U A L EN E L C A M P O J U R ÍD IC O 57
elaborar la norma en que su decisión ha de fundamentarse. Su
actividad, en estos casos, aproxímase grandemente a la de los
órganos legislativos, y la diferencia sólo está en que la norma
que formula no rige un número indefinido de situaciones, sino
la imprevista que se trata de resolver. La regla de integración
que en materia civil establece, por ejemplo, la Constitución
Mexicana, es que las lagunas que la ley presenta se llenen de
acuerdo con los principios generales del derecho.94 Por muy
grande que sea la libertad de que el juzgador dispone, su acti­
vidad debe basarse en aquellos principios, por lo cual la deci­
sión a que llegue siempre está condicionada, e invariablemente
tiene el sentido de un aclo de aplicación.
Incluso cuando la ley le ordena inspirarse en criterios de
equidad, su decisión supone la aplicación de éstos y, en tal sen­
tido, hállase condicionada por principios de orden general. Pues
si bien la resolución que en tales principios se basa revela que
el juzgador ha tomado en cuenta las peculiaridades del hecho
singular, este último no pierde por ello su carácter de “caso de
aplicación” de criterios normativos que también pueden ser apli­
cados a otros hechos, si en ellos concurren las mismas caracte­
rísticas.
El papel atribuido al precedente en el derecho anglo-sajón,
explícase en cuanto el precedente tiene siempre el sentido de una
aplicación de principios generales, válidos para todas las situa­
ciones del mismo tipo.
Desde el punto de vista lógico, el proceder del juez que toma
en cuenta no 'sólo los elementos definitorios del hecho de que
conoce, sino un número más o menos grande de peculiaridades
del mismo (cuyo análisis le permite determinar a los sujetos del
acto imputativo e individualizar los deberes y facultades de éstos)
asume el carácter de una exposición 95
De acuerdo con la lógica de Kant, un objeto puede ser deter­
minado en tres distintas formas: por definición, por exposición
o descriptivamente.
La determinación definitoria puede lograrse sintéticamente,
¡'..en forma'constrúctiva, o analíticamente, en forma empírica. “En
í" el primer caso, x es un objeto creado por la definición misma,
84 Cfr. art. 14.
85 Cfr.“Kant, Logik, Allgemeine Methodenlehre, 1, § 102.
58 CON CEPTO DEL CO N CEPTO

cuyas propiedades son exhaustivamente indicadas por ella. Éste


es el caso de los objetos lógicos y matemáticos. En tal coyun­
tura, las propiedades del objeto y las del concepto son con- r
gruentes. Si A se define en función de a y b, ello significa que, a &
menos de que x sea a y b, no puede ser A.’’ 90 . . |
El otro caso de determinación por la vía definitoria'es el de g
la definición empírica. En éste, x es un objeto real, del cual son !
abstraídas ciertas propiedades, para formar su definición. Si de- *
claramos, por ejemplo, cjue x sólo es A si es a y b, a y b no son
las únicas propiedades del objeto empírico, sino el número que r
hace de x un d . \
Pero x puede tener muchas otras que no aparecen en la defi- *
nición. Si alguna o algunas de éstas se añaden a la fórmula ;
definitoria, obtendremos la “exposición” de x. El número de i.
esas propiedades poco importa, pues "es de la esencia de la ex­
posición no tener un contenido exactamente determinado.. . ”
“ Un libro de texto sobre los caballos no ofrecerá una definición
del caballo, sino una exposición o definición expositiva de éste.
Mientras que la definición del caballo contiene sólo tres pro­
piedades, la de carácter expositivo que encontramos, por ejem-
pío, en un diccionario científico como el de Funk y Wagnalls,
contiene 49.” 97
Cuando el juez resuelve que un hecho delictuoso pertenece a
la clase de los delitos de robo, su inclusión dentro de ésta sólo
exige comprobar que en tal hecho concurren los elementos enu­
merados por la definición legal. Si, por ejemplo, las propiedades
que hacen de x un delito de la clase R son a, |3 y y, la concurren­
cia de estas propiedades en el caso de que conoce justifica
la inclusión del hecho en la clase correspondiente. Pero cuando el
juzgador se plantea el problema de la individualización de la con­
secuencia sancionadora, necesariamente tiene que tomar en cuenta
una serie de peculiaridades que la definición ,no recoge, y que
en su conjunto constituyen lo que con el término kantiano ante­
riormente explicado puede llamarse “exposición” del caso. La
“ exposición” ocupa un punto intermedio entre la definición y

sg Robert S. Hartman, "The analytic, the svnthetic and the Good: Kant
and the paradoxes of G. E. Moore”, en Kant-Studien, Band 45, Heit 1-4,
1953/15154, pág. 70.
07 Robert S. Hartman, artículo y revista citados, pág. 72.
N O T A S D E L O S C O N C E P T O S J U R ÍD IC O S 59

la descripción, ya que esta última exigiría, para ser completa, el


registro de todas las peculiaridades del objeto. La exposición
está, pues, a igual distancia de la abstracción definitoria y de
cualquier descripción que pretenda, como las históricas, presen­
tar un hecho en su individualidad irreductible.
El método jurídico de conceptuación es, por tanto, del mismo
tipo que el empleado por los cultivadores de las ciencias natu­
rales. Hay, empero, una diferencia importante, a saber: que
mientras los conceptos y principios generales elaborados por la
ciencia natural no están referidos a valores (sino que en todo
caso son ajenos a cualquier valoración) los que el jurista elabora
tienen siempre carácter normativo, bien porque se trata de con­
ceptos que fungen como elementos de ciertas normas, bien
porque están constituidos por reglas normativas, lo que en ambas
hipótesis presupone una referencia axiológica.
Si quisiéramos servirnos de una expresión unitaria para indi­
car la característica de los conceptos jurídicos que hemos ex­
plicado, lo más correcto sería quizás decir que son conceptos
de clase, ya que están referidos a ciertas clases, o a los objetos
que forman parte de ellas. Lo que en el fondo equivale a sos­
tener que incluso las nociones jurídicas singulares no tienen la
finalidad de trasmitir el conocimiento de lo que en los objetos
hay de individual e irreductible, sino simplemente la de incluir­ s
los dentro de un concepto, o la de presentarlos como casos de
aplicación de un principio general, en la misma medida en que
tienen en común una serie de notas con los demás de su especie,
o en que realizan la hipótesis del precepto genérico que los rige.
Los prolijos análisis que acabamos de emprender han obede­
cido, pues, al propósito de corroborar algo que está ya implícito
en el concepto de ‘caso’: la referencia de un hecho a un princi­
pio general, dentro del cual queda comprendido. Precisamente
por ello se dice que aquél es una "aplicación” de éste.

12. Los CONCEPTOS JURÍDICOS Y LAS CARACTERÍSTICAS DE


DETERMINACIÓN Y CONEXIÓN CON OTROS CONCEPTOS

En ¡a sección 8 aludimos a la tesis de Wundt según la cual todos


los conceptos poseen dos características: determinación del con­
6o C O N C E P T O DEL C O N CE PTO

tenido y conexión con otros conceptos. Analicemos esta tesis en


lo que a las nociones jurídicas respecta.
Al hablar del contenido de los conceptos dijimos que con­
siste en un conjunto de referencias a las notas del objeto for­
mal.989 Por eso afirma Pfánder que el contenido es lo primario
y el objeto formal lo secundario. El conocimiento del objeto
está, pues, lógicamente condicionado por el del contenido. Ello
resulta particularmente claro en el caso de los conceptos que
Kant llama “construidos”, porque sus objetos formales son “ crea­
dos” por la definición correspondiente,8* como ocurre, según el
mismo filósofo, con los matemáticos.
Lo expuesto no resulta igualmente claro cuando de los con­
ceptos empíricos se trata, porque las notas del objeto son, en
cierto modo, la pauta o norma condicionante de la formación
conceptual.100 Como el concepto está referido a un objeto y la
perfección lógica del conocimiento sólo se logra indicando lo que
la cosa es, las referencias a las notas del objeto formal (consti­
tutivas del contenido) no pueden ser el resultado de una cons­
trucción arbitraria, sino que han de tener como base las propie­
dades esenciales de lo que deseamos conocer. Si queremos precisar
el concepto de determinación, en lo que a las nociones jurídicas
atañe, tendremos que preguntarnos si los objetos del conoci­
miento jurídico, en el nivel científico del mismo, son "creados”
por éste o tienen, por el contrario, existencia autónoma, como
puede ser, por ejemplo (frente a cualquier teoría) la de una í
piedra o una planta. Este planteamiento nos enfrenta a nume- j

rosas dificultades, pues aun cuando es verdad que algunas nocio­


nes jurídicas se refieren a objetos que pueden también serlo de
otras no jurídicas (como las de hombre, cosa, mujer, mueble,
corriente de agua, etc.), no es menos cierto que muchas están
referidas a entidades que evidentemente no poseen existencia
natural, como ocurre, verbigracia, con las de enfiteusis, hipoteca,
deber jurídico, derecho subjetivo, etc.
El problema sólo puede ser resuelto si se toma en cuenta
que el objeto del concepto, en el sentido lógico del término, es
el llamado formal, y que éste se encuentra condicionado por el

9S V é a s e la s e c c ió n 6 d e este c a p ít u lo .
99 Cfr. Kant, Logik, Allgemeine Methodenlehre, i, § 102. ^ *
100 Cfr. Joseph Geyser, opus cit., pág. 53.
N O T A S D E LO S C O N C E l’T O S J U R ÍD IC O S 6i

contenido, y no al revés. Consecuentemente, habrá que admitir


que cuando un concepto jurídico se refiere a objetos (en el sen­
tido lógico-material del vocablo) a los que también están refe­
ridas nociones no jurídicas (vulgares o no, poco importa), el
objeto formal de esos conceptos no es el mismo en cada caso,
aun cuando el material pueda serlo. El concepto jurídico ‘per­
sona física’ tiene un objeto formal distinto del que corresponde
a la noción biológica ‘hombre’, aun cuando uno y otra estén
referidos al individuo humano. Lo mismo podría decirse, para
citar otros ejemplos, de los conceptos jurídico y económico de
‘acto de comercio’ o del concepto jurídico y el concepto ético
de ‘valor heroico’, o dq los conceptos jurídico y biológico de
‘filiación’. Estos ejemplos revelan, a nuestro entender, cómo hay
nociones jurídicas “superpuestas” a otras no jurídicas, lo que,
pese a la identidad del objeto material, en modo alguno im­
plica la de los respectivos objetos formales. El formal del
concepto jurídico ‘acto de comercio’ no se identifica con el del co­
rrespondiente económico, ni el ‘hombre’ de la biología es la
persona jurídica individual de que habla el teórico del derecho.
Los conceptos jurídicos pueden dividirse, de acuerdo con lo
expuesto, en total y parcialmente construidos. A los de la pri­
mera categoría corresponden objetos cuya existencia es exclu­
sivamente jurídica, por lo que no hay nociones de otra índole
que a ellos se refieran. Los del segundo grupo, en cambio, alu­
den a un objeto material (en el sentido lógico del vocablo), al
que además están referidas nociones que no pertenecen al acervo
teórico de nuestra disciplina.
El ejemplo clásico de los de la primera especie lo ofrecen
las ficciones legales.101 Éstas poseen, como cualquier otro con­
cepto, su objeto formal; pero al material del mismo no corres­
ponden nociones no jurídicas. El acto inexistente, verbigracia, es
una construcción exclusivamente jurídica, y el correspondiente
concepto pertenece a la clase de los totalmente construidos.
En el otro caso, el objeto formal refiérese a notas del ma­
terial a las qué^también aluden nociones ajenas a la ciencia del
, derecho." Supede así, por ejemplo, con las de ‘hijo’, ‘cosa’, ‘filia­
ción’, ‘territorio’, ‘bien mueble’, ‘enfermedad profesional’, ‘cul-
101 Sobre las ficciones jurídicas: Hans Vaihinger, Die Philosophie des
Ais ob, Erster Teil, A, cap. v.
62 CON CEPTO DEL CO N CEPTO

pa’, ‘vehículo’, ‘pudor’, ‘intención’, etc., etc. Es obvio — para


incidir en uno de los anteriores ejemplos— que el concepto
jurídico ‘enfermedad profesional’ necesariamente toma en cuenta
notas del objeto material que entran también en conceptos no
jurídicos, como el correspondiente de la medicina. -. La diferen-
cia entre el jurídico de que hablamos y el biológico qué le sirve
de base, reside, pues, en el contenido de ambos". De aquí pro­
viene la diversidad de los correspondientes objetos formales.
El concepto de ‘superestructura’ resulta muy adecuado para
explicar la relación entre nociones de diferentes ciencias refe-
ridas al mismo objeto material. Este último es la infraestruc­
tura de una serie de objetos formales y, por tanto, de los corres-
pondientes conceptos. En tal sentido puede decirse que los de
‘enfermedad profesional’ o ‘filiación’ son superestructuras de los
correspondientes biológicos, o que las nociones jurídicas de ‘acto
de comercio’, ‘cheque’, ‘sociedad mercantil’, ‘mercancía’, etc
lo son de las correspondientes económicas. El objeto material de
esas parejas es, por tanto, el núcleo objetivo que sirve de base
a los objetos formales y a los conceptos superpuestos a ese núcleo.
A cada uno de estos núcleos pueden corresponder no sólo
dos, sino tres o más conceptos, según el número de las disci­
plinas que los tomen en cuenta para construir sobre ellos, desde
su propio ángulo visual y de acuerdo con sus peculiares méto­
dos, las nociones que hacen posible el conocimiento científico
a que se tiende.
La determinación del objeto formal, en la esfera jurídica,
depende, pues, del contenido de los diferentes conceptos, y la
explicitación rigurosa de éste sólo se logra por medio de la defi­
nición. Aquí volvemos a encontrar un paralelismo entre los
conceptos de las ciencias físicas y los de la jurídica. Las limita­
ciones del método definitorio, certeramente señaladas por Ri-
ckert102 en lo que respecta a las nociones científico-naturales,
existen también, como es obvio, en lo que concierne al otro
campo. Debe advertirse, ante todo, que los conceptos que el
jurista maneja no siempre han sido definidos, amén de que
resultaría imposible — y a veces es innecesario— definirlos todos.
Por otra parte, la definición de un concepto (sea éste de la

102 H. Rickert, Die Grenzen, Erstes Kapitel, vi.


N O T A S D E LO S C O N C E P T O S JU R ÍD IC O S 63

especie que fuere y se entienda el término ‘definición’ a la ma­


nera tradicional o de acuerdo con las nuevas doctrinas introdu­
cidas por la logística) exige siempre una fórmula definiloria,
éh la que a fortiori intervienen otros conceptos, algunos de los
cuales pueden no hallarse definidos, lo que hace imposible
determinar en forma exhaustiva o absoluta las nociones que
cada disciplina utiliza.
Esta relativa — e inevitable— indeterminación no impide,
sin embargo, conseguir los propósitos del conocimiento cientí­
fico, pues, como lo ha hecho ver el propio Rickert, ello no
siempre es obstáculo para el logro de esos fines, dada la impor­
tancia secundaria de los términos no definidos. “El jurista, por
ejemplo — escribe el citado filósofo— no se detendrá en la sig­
nificación elemental y, por ende, indeterminada, de la palabra
‘matrimonio’, a propósito de la cual es posible pensar en muy
diversos contenidos, sino que tratará de fijar explícitamente el
concepto, señalando las determinaciones legislativas que al ma­
trimonio se refieren. Pero, al hacerlo, no podrá evitar el em­
pleo de significaciones verbales como ‘hombre’ y ‘mujer’, y si
prescinde, relativamente a ellas, de una determinación concep­
tual explícita, le es lícito proceder así, porque la imprecisión
de esas significaciones no tiene como consecuencia una inde-
terminación del concepto de ‘matrimonio’ capaz de perturbar
al mismo jurista.” 103
i El número de expresiones jurídicas que han sido objeto de
una definición legal es seguramente inferior al de las no defi-
, nidas; pero ello simplemente obedece a que el sentido de las
últimas se supone conocido y, sobre todo, a la consideración
de qüe la imprecisión relativa de tales expresiones no impe­
dirá a los encargados de aplicar las normas legales, o a quienes
deban cumplirlas, entender la significación de éstas y asegurar
su, también relativa, eficacia. Y cuando, en el proceso de apli-
; cación, los jueces encuentran que es necesario fijar el sentido
de un término no definido por el autor de la ley, a ellos corres­
ponde establecer cómo debe ser interpretado.
Lo que llevamos dicho acerca de los procedimientos que
permiten determinar en forma rigurosa el contenido de un con-

103 H. Rickert, Die Grenien, pág. 50.


g 4 CONCEPTO DEL CONCEPTO CONCEPTO Y PAPEL DE LAS DEFINICIONES JURIDICAS 65
cepto jurídico, explica, además, la segunda característica de minación conceptual ( c o n s t r u c c ió n c o n c e p t u a l o a n á lis is d e u n
estas nociones, es decir, su necesaria conexión con otros con. c o n c e p to ).
ceptos. Ello explica, también, el carácter sistemático de esta ”C. La definición consiste, fundamentalmente, en una a c la ­
conexión, que en realidad deriva del de las normas que hacen ración o e x p o s i c ió n (no d is p o s ic i ó n o p r e s c r ip c ió n ) sobre el
posible determinar el contenido de aquellas nociones, descubrir sentido de un signo o sobre la forma en que el mismo suele
sus nexos y clasificarlas, lo que a su vez revela el lugar que a aplicarse.
cada una corresponde dentro del sistema que las abarca. ”D. La definición consiste, fundamentalmente, en una d is ­
El paralelismo entre los métodos de conceptuación de las p o sic ió n o p r e s c r ip c ió n (no a c la r a c ió n o e x p o s i c ió n ) sobre el
ciencias naturales y el derecho manifiéstase, de acuerdo con lo sentido de un nuevo signo, o sobre la forma en que d e b e ser
anterior, en otro aspecto no menos importante. Del mismo empleado.” 104
modo que la perfección lógica del conocimiento, en el primero El principal representante de la primera doctrina es Aristó­
de esos campos, exige la formulación de definiciones, que ver. teles. De acuerdo con él, Ja definición debe indicar la “esencia”
balmente se expresan por medio de juicios, el conocirhiento ! de lo que se pretende definir. Esto se logra determinando el
del contenido de los conceptos jurídicos sólo es riguroso cuando ; género p r ó x i m o a que el objeto pertenece y señalando las notas
los elementos de éste son normativamente señalados por los í esp e c ífic a s que permiten distinguirlo de los demás del mismo
órganos creadores de derecho. Hay, empero, una diferencia, j género. De aquí la célebre fórmula “ d e f i n i t i o f i t p e r g e n u s
En el primer caso, las definiciones científicas son juicios que, p r o x im u m e t d if f e r e n t ia m s p e c if i c a m ” .100
como escribe Rickert, o tienen el carácter de leyes naturales o La lógica clásica distingue las definiciones de objetos, a las
de algún modo las implican; en el segundo, en cambio, trá­ que denomina “reales”, de la puramente “nominal”, que se
tase de normas que estatuyen en qué forma deben ser entendí- limita a establecer el sentido de un vocablo.
dos los términos que las mismas definen. Pero este tópico es de Klug ofrece el siguiente ejemplo de definición nominal, en
tal importancia, y ha sido tan deficientemente estudiado, que el campo jurídico: “Perjurio es (o se llama) el hecho delictuoso
nos parece indispensable dedicar a su examen una sección regulado por el parágrafo 154 del Código Penal.” 100 Defini­
aparte. ción real, en cambio, sería, según el mismo jurista, esta otra:
“Robo con fractura es (o se llama) el robo (g é n e r o p r ó x i m o )
13. C oncepto y papel de las definiciones en el
en que se sustrae algo de un edificio o lugar cerrado por medio
CAMPO JURÍDICO
de horadación violenta o ampliación de una abertura, o por
escalamiento u horadación violenta de un depósito” ( d if e r e n ­
Antes de plantearnos el problema de las definiciones jurídicas cias e s p e c ific a s ).101
recordemos brevemente las principales teorías que acerca de la Entre los defensores de la segunda tesis figuran Kant y
definición en general han sido elaboradas, tanto en el terreno de Fríes,108 quienes determinan de esta manera el papel de las de­
la lógica clásica, como en el de la moderna y, especialmente, finiciones: “La definición sintética = construcción conceptual^
en la logística.
104 IValter Dubislav, Die Definition, Félix Meiner Verlag in Leipzig, Dritte
Según Dubislav, las principales doctrinas sobre el concepto Auflage, 1931, !, § tz, pág. 2.
de definición son cuatro: ios Cfr. S. Stebbing, A Modern Introduction to Logic, The Humanities
* i
“A. La definición consiste, fundamentalmente, en la deter­ i Press, New Torlfy Part III, chapter xxii.
minación de la esencia de algo (S a c h e r k lá r u n g , explicación de^. i loe Ulrich Klug, Juristische Logik, pág. 88.
• 107 Ulrich Klug, opus cit., pág. 88.
lo que una cosa es).
108 Kaht, Logik, Allgemeine Methodenlehre, I, § 99: J. F. Fries, System
”B. La definición consiste, fundamentalmente, en una deteV- — der Logik, Zweiter Abschnitt, Drittes Kapitel, § 66.
66 CON CEPTO DEL CONCEPTO

análisis conceptual, tiene la misión de formar un concepto que


se considera como no dado, por indicación de sus partes inte­
grantes = representaciones parciales; con lo que se obtiene al
propio tiempo el conocimiento de su contenido. A la defini- :
ción analítica — análisis conceptual, incumbe en cambio anali-j
zar en todas sus partes un concepto que se considera cómo dado,
para llegar al conocimiento de su contenido.’ ’ 109^
“ Las construcciones conceptuales (Begriffskonstrukticnie?i)
— los conceptos que se forman en virtud de las mismas reci­
ben también el calificativo de ‘construidos’, para distinguirlos
de los demás, o ‘dados’ ('gegebenen’)— son las de la matemá­
tica, mientras que en la órbita filosófica solamente podrían
aparecer si estuviéramos en posesión del sistema de supuestos
fundamentales de la filosofía.” 110
La tercera doctrina no ha sido, según Dubislav, sostenida
en forma explícita, pero numerosos investigadores de hecho se
han adherido a ella, en la medida en que pretenden enlazar
a las definiciones de palabras la pretensión de verdad caracte­
rística de las reales.111
Como ejemplo de definición nominal que en el campo jurí­
dico tiende a fijar el sentido de un uso lingüístico, el propio
Dubislav cita la muy famosa del ferrocarril: “ Un ferrocarril es
una empresa, dirigida al desplazamiento frecuente de personas
o cosas a través de distancias relativamente largas, sobre una
base metálica que está destinada a hacer posible el transporte
de cargas muy pesadas y el logro de una relativa celeridad del
movimiento de traslado, gracias a su consistencia, construcción
y lisura; y que en virtud de esta peculiaridad, mientras es utili­
zada por la empresa, es capaz de producir, en combinación con
las fuerzas naturales de que se hace uso (vapor, electricidad,
actividad muscular animal o humana, o también, cuando la
vía está en un plano inclinado, a causa del propio peso de los
vehículos de transporte, o de su carga, etc.) un efecto relativa­
mente poderoso (según las circunstancias, útil sólo en la medida
en que permite la realización del fin propuesto, o destructor en

3fo AValter Dubislav, opus cit., pág. 13.


110 Walter Dubislav, opus cit., pág. 13.
111 tValtcr Dubislav, opus cit., pág. 18.
CONCEPTO Y P A P E L D E L A S D E F IN IC IO N E S J U R ÍD IC A S 67

cuanto puede aniquilar vidas humanas o perjudicar la salud


de los h o m b r e s ) u -
.'Refirámonos ahora a la doctrina D, según la cual las defini­
I ciones consisten, fundamentalmente, “en una prescripción o dis­
i posición (no exposición o aclaración) sobre el sentido de un
t,
nuevo signo, o sobre la forma en que debe ser empleado” .
En los libros de lógica simbólica las definiciones de esta
especie suelen presentarse así:

Df.

La expresión que reemplaza a ‘-----------’ es llamada el ‘defi-


niendum’ y la que substituye a * . . . el ‘definiens’, o expresión
definitoria. La expresión completa se lee: ‘----------- equivale,
por definición, a .. .. ’ Las definiciones de esta clase encierran,
pues, dos expresiones: la que hay que definir (y que puede ser
un solo símbolo o una sola palabra) y la definitoria (que suele'
contener mayor número de símbolos o más de una palabra).
De acuerdo con Johnson, las definiciones consisten siempre
en una sustitución de expresiones o frases.113 Pero la que el
citado lógico llama ‘biverbal definition’, y de la que un ejem­
plo sería ‘jaculum’ significa ‘jabalina’, no es realmente defini­
ción, sino traducción de un vocablo. Pues, como certeramente
dice Susan Stebbing: “Al definir no sustituimos una expresión
(o una frase) por otra. Usamos dos que se relacionan entre sí
en la forma ya indicada. Es verdad que en cuanto son equiva­
lentes, podemos sustituir una por otra en cualquiera ocasión
en que tengamos que usarlas. Pero la definición no es el aserto
de que una de las dos expresiones puede ser sustituida por la
otra, si bien del hecho de que se trate de una definición resulta
que la sustitución es posible.” 114
Las reglas que deben observarse al definir son de dos clases:
unas atañen a la naturaleza de la definición; otras, a su fin.
Las concernientes a la naturaleza de la definición son éstas:
i. El definiens debe ser equivalente al definiendum.

U2 Walter Dubislav, opus cit., pág. 18.


US Cf. S. Stebbing, opus cit., pág. 423.
u-4 S. Stebbing, opus cit., pág. 423.
G8 CONCEPTO DEL C O N C E PT O

Corolarios:
ia. El definiens no debe abarcar más que el definiendum.
ib. El definiens no debe abarcar menos que el defi-
niendum.
Reglas relativas al propósito de la definición:
2. El definiens no ha de incluir ninguna expresión que apa.
rezca en el definiendum, o que sólo pueda ser definida
en términos de éste.
3. El definiens no debe ser expresado en lenguaje oscuro o
figurativo.
4. El definiens tampoco ha de expresarse negativamente, a
menos de que el definiendum sea negativo.115
“Como el propósito que se persigue al definir es aclarar el
sentido de una expresión, ese propósito se frustraría si cual-
quiera de las reglas anteriores fuese violada. Si la expresión
que ha de ser definida figura en la definitoria, esta última ten­
drá, a su vez, que ser objeto de definición. La inobservancia
de la regla que acabamos de mencionar conduce a lo que se
ha llamado falacia de la definición circular. El propósito del
que define se frustraría también si la expresión definitoria fuese
figurativa u oscura. La oscuridad de que hablamos es relativa
al conocimiento de la persona que quiere entender el sentido
de un término. La definición que el biólogo ofrece del ‘avis­
pón’ no es muy ilustrativa para el lego, a menos de que se le
expliquen todas las expresiones usadas en el definiens. En tal
coyuntura indudablemente adquirirá, a costa de cierto esfuerzo,
ideas más claras, pero tal vez habría sido más fácil satisfacer
su deseo por medio de una descripción. La regla según la cual
hay que evitar los términos negativos deriva igualmente de que
el fin que se persigue al definir es fijar el sentido de una ex­
presión. Y, por regla general, para entender ésta, no basta con
que simplemente se nos diga lo que no significa.” 116
Si por el momento prescindimos de la doctrina C, según la
cual el propósito de la definición consiste simplemente en fijar
el sentido en que un signo suele emplearse, y examinamos las
otras teorías que Dubislav enumera, podremos percatarnos de
que sus partidarios entienden en formas muy diversas la pala-
115 S. Stebbing, opus cit., pág. 424. ^ *
ll« S. Stebbing, opus cit., pág. 425.
CON CEPTO Y P A P E L D E L A S D E F I N I C I O N E S J U R ÍD IC A S 69

bra ‘definición’, y tienen ideas muy distintas sobre la finalidad


de la tarea deíinitoria.
En A, ‘definición’ significa señalamiento de la esencia de un
objeto; en B, análisis del contenido de un concepto, y en D,
determinación del sentido en que una palabra o, en general,
un signo debe ser empleado. La primera de las mencionadas
teorías está, pues, referida al plano de los objetos; la segunda,
al de los conceptos y la tercera al de los signos.
Pensamos quersi se tiene en cuenta la teoría de los diversos
planos, utilizada por nosotros en este capítulo y en nuestra
Lógica del juicio jurídico, es relativamente fácil aclarar los
términos del problema y.explicar el origen de las discrepancias
— en apariencia irreductibles— que separan a los autores.
Las incompatibilidades más hondas refiérense a dos puntos
cuya importancia es capital. El primero acabamos de señalarlo
y estriba en saber si la tarea de definir ha de referirse a obje­
tos, a conceptos o a signos. El otro consiste en investigar si
tiene o no sentido decir que las definiciones sobre la forma en
que un nuevo signo debe ser empleado, pueden ser verdaderas
o falsas.
Relativamente al primer punto juzgamos que nada impide ^
dar el nombre de definición ya al procedimiento que consiste
en descubrir la esencia de un objeto, ya al que estriba en hacer
el análisis del contenido de un concepto, ya, por último, al que
tiende a fijar el sentido en que un signo (verbal o de otra
especie), deba emplearse; lo único importante, en cualquiera
de estos casos, es precisar lo que por definición se entiende, y
a cuál de los tres planos es referido el procedimiento defini-
torio. Tan lícito es proponerse investigar la esencia de un objeto,
como analizar el contenido de una noción o prescribir en qué
forma deberá emplearse una palabra. Lo que no se justifica
es sostener que sólo uno de esos propósitos tiene valor cientí­
fico, o tratar de invalidar cualquiera de ellos con argumentos
que sólo tienen fuerza probatoria cuando son referidos — en
forma exclusiva!— á uno de aquellos planos.
Pongamos uñ ejemplo, a fin de aclarar nuestro pensamiento.
En su libro Elements of Symbolic Logic,117 afirma Reichenbach
117 H. Reichenbach, Elements of Syinbolic Logic, The Macmillan Com-
pany, New. York, 1948, I, § 5, pág. 20.
CONCEPTO DEL CO N CEPTO

que las definiciones sólo merecen este nombre cuando su pro-
pósito consiste en fijar el sentido en que un nuevo signo debe
usarse. Y añade: si declaramos, por ejemplo, que ‘submarino’
es un ‘barco que puede navegar por debajo del agua’, en modo
alguno daremos una definición del objeto que aquella palabra
designa, pues aun cuando podamos construir submarinos, resul.
ta enteramente imposible definirlos. Si referimos el -argumento
al plano gramatical y sostenemos que la palabra ‘submarino’ es
equivalente a la expresión ‘barco que puede navegar por debajo
del agua’, resulta obvio que lo definido es una palabra, y no el
objeto llamado ‘submarino’, y que el definiens es una expresión,
y no un barco con tales o cuales características. Esto no im­
pide, sin embargo, que tanto el vocablo definido como la expre­
sión definitoria tengan significación, ni que a través del plano
significativo hagan referencia a un objeto y a las cualidades
esenciales de éste. No hay, pues, duda, de que un submarino
puede definirse, si por definición se entiende, de acuerdo con
la doctrina clásica, el procedimiento cuyo fin consiste en indi­
car lo que un objeto es. Puede también hablarse de la defini­
ción de un concepto si lo que pretende hacerse es un análisis
de los elementos de este último. Lo que no se justifica, en
cambio, es confundir los diversos planos y tratar de aplicar,
por ejemplo, al de los objetos, principios que sólo valen para
el lógico o el gramatical.
“La definición cuyo fin consiste en indicar el significado de
una palabra, difiere por completo de la que se propone deter­
minar el contenido de un concepto. En el primer caso se trata
de la palabra misma, y el concepto que ha de enlazarse a ella se
presupone como algo elaborado ya. En el segundo caso, en cam-
bio, de lo que se trata es de las estructuras significativas que
corresponden a las palabras, y que son comprendidas por noso­
tros o a las que hacemos referencia cuando hablamos. Lo que en
este caso está a discusión es precisamente el concepto que pen­
samos y debemos enlazar a un vocablo." 118
Lo expuesto puede indudablemente aplicarse al caso de las
definiciones jurídicas, según que las interpretemos como indi-

118 Heinrich Ríckert, Zur Lehre von der Definition, Verlag yon J. C. B
Mohr, Tiibingen, Dritte Auflage, 1929, pág. 17.
CON CEPTO Y P A P E L DE LA S D E F IN IC IO N E S JU R ÍD IC A S -¡l

cación de los elementos esenciales de un objeto, o como análisis


de un concepto o, por último, como prescripción sobre la forma
en que'un nuevo término debe ser empleado.
Aun cuando es lícito entender la palabra ‘definición’ en
cualquiera de los tres sentidos (con tal de que se señale clara­
mente en cada caso de qué manera se usa), creemos que sería
preferible limitar su empleo al último de los cuatro que enu­
mera Dubislav, es decir, al de prescripción sobre el sentido de
un nuevo signo o sobre la forma en que éste debe ser usado.
En los otros casos habría que hablar va de descripción de las
propiedades esenciales de una cosa, ya de análisis de un concep­
to, ya de señalamiento del significado que una voz ha tenido en
tal o cual lugar o época. El tercer procedimiento no se confunde
con el cuarto de los que estudia Dubislav, porque no consiste
en prescribir algo sobre el empleo de un nuevo signo, sino en
fijar el sentido que históricamente corresponde a una palabra.
Este método es el más comúnmente empleado en los diccionarios,
por lo que Robinson piensa que a las definiciones cuyo objeto
consiste en establecer el sentido de un uso lingüístico debe dár­
seles el calificativo de ‘léxicas’.119
El segundo punto de capital discrepancia entre los que han
escrito sobre el problema es el que consiste en saber si en el
caso de las definiciones que establecen respectivamente el sentido
de un signo o la forma en que éste debe ser empleado, puede
o no hablarse de verdad o falsedad de la fórmula definitoria.
La mayoría de los lógicos para quienes la definición consiste
— de acuerdo con la tesis de Russell y Whitehead— en prescri­
bir el sentido de un signo nuevo, considera que las definiciones
(así entendidas) no pueden ser ni verdaderas ni falsas, ya que
se trata de convenciones o prescripciones, y no de juicios. Las
fórmulas de esta clase, a las que Robinson llama “estipulad-
vas”,120 tienen — de acuerdo con el citado autor— más que el
carácter de “ proposiciones”, el de “propuestas” o “mandatos”
y, en consecuencia, no se refieren al pasado sino al futuro;
además, su función no consiste, como ocurre con los juicios

119 Richard Robinson, Definition, Oxford, At the Clarendon Tress, 1950,


III, págs. 35-53.
1-0 Richard Robinson, opus cit., IV, págs. 59*81.
>
/--o CO N CEPTO DEL CO N CEPTO

enunciativos, en “ adaptarse a las sinuosidades de la realidad";


trátase más bien de una “convención”, de una “elección arbitra­
ria” o, como alguien ha escrito, del “ bautizo” del signo.
Pero como en estas definiciones el dejiniens ha de ser equi­
valente al dejiniendum, otros lógicos juzgan que puede decirse
que son verdaderas “cuando la expresión definitoria equivale
al uso correcto del dejiniendum; o falsas, si tal equivalencia no
existe”.
Creemos que los partidarios del método definitorio preconi-
zado por Russell no se han tomado el trabajo de analizar cuida­
dosamente el sentido de las expresiones de que se sirven cuando
hablan de las definiciones “estipulativas” ni, mucho menos,
cuando pretenden explicar por qué los valores veritativos no les
son aplicables. Los autores de Principia Mathematica se limitan
a escribir que éstas no pueden ser verdaderas ni falsas porque
no son enunciados, sino expresión de un acto volitivo;121 al­
gunos hablan de “convenciones”; otros, como el ya citado
Robinson, de “ propuestas”, "mandatos” , “ estipulaciones” o “pres­
cripciones”.
Según Russell y Whitehead, un ejemplo de definición sería
el siguiente:
p -» q ■ =r • '-~-p V q Df.122

¿Puede decirse que la expresión anterior sea prescriptiva?


¿Tenemos el deber de entender el dejiniens en la misma forma
que Russell y Whitehead? O, en otras palabras: ¿es correcto
afirmar que la fórmula que acabamos de transcribir contiene
un mandato o una norma?
Pensamos que nadie pondrá en duda que el signo no
tiene (en el ejemplo anterior) sentido normativo, ya que sim­
plemente indica la equivalencia del dejiniendum y el dejiniens.
Quizás podría decirse, como lo hacen algunos autores, que la
expresión definitoria debe ser considerada como equivalente a
la definida, ya que así lo ha establecido o postulado el autor
de la definición. A nosotros nos parece, sin embargo, que el

121 A. N. Whitehead and B. Russell, Principia Malhematica, Cambridge,


At the University Press, Second Edition, 1950, vol. I, pág. 11.
122 Whitehead and Russell, opus cit., I, pág. 11. % 1
CONCEPTO Y P A P E L D E L A S D E F I N I C I O N E S J U R ÍD IC A S 73

empleo (le! verbo ‘deber’ no se justifica aquí, pues nadie está


obligado a entender — o a emplear— un signo en la forma
querida por el autor de un libro, sea cual fuere la competencia
de éste en la materia a que la definición pertenece. Más bien
habría que declarar que si queremos entender el sentido de la
operación proposicional llamada implicación, y la forma en que
Whitehead y Russell emplean el signo correspondiente, tendre­
mos que ajustarnos a las convenciones establecidas por ellos, y
considerar que la expresión ’p —» q’, equivale, por definición, a la
otra. Planteada la cuestión en estos términos, obvio es que no
se trata de un deber, sino de una necesidad o tener que ser.
Y la necesidad a que nos referimos está condicionada por la
hipótesis que formulamos arriba, esto es, por la de que un sujeto
cualquiera se proponga entender el sentido que la expresión
i
‘p —» q’ tiene en lógica matemática, o quiera emplearla correc­
■ M ttü iM n

tamente en los cálculos. De acuerdo con esta tesis, las definicio­


nes relativas al sentido de un signo o un conjunto de signos
(en las disciplinas no normativas) implicarían todas la existen­
cia de una regla técnica, que podría enunciarse de este modo: “si
quieres entender — dentro de un tratado cualquiera— el sentido
de un signo o de un conjunto de signos, o emplear éstos correc­
tamente, tienes que interpretar — o usar— ese signo o conjunto
de signos en la misma forma en que lo hace el autor de la
definición”.
Las reglas de esta índole evidentemente no tienen un sentido
prescriptivo — en la acepción correcta de la palabra— , pues le­
jos de estatuir un deber condicionado — como diría Rodolfo
Laun— 123 expresan una necesidad condicionada. La que arriba
formulamos puede recibir el calificativo de técnica porque, a
semejanza de las de las artes, señala los medios que es necesario
emplear para la consecución de un propósito.124 Empero, la que
expresa la necesidad de entender — o usar— los nuevos signos
en la misma forma que el autor de la definición, no es la
definición misma, sino un principio de orden práctico, relativo
al empleo dé la! fórmula definitoria.
I v, - 1 '
12® R. Laun! Jlecht und Sittlichkeit, Verlag von C. Boysen, 23 edición,
1927.
124 Cfr. Eduardo García Máynez, Introducción al estudio del Derecho,
Ed. Porrúa Hermanos, México, séptima edición, 1956, cap. 1, 6.
CONCEPTO DEL CONCEPTO
74
La tesis de Susan Stebbing, según la cual las definiciones
sobre el sentido de un signo o de una palabra expresan una
equivalencia, y, por tanto, pueden ser verdaderas o no verda­
deras, parece más plausible. La verdad — o la falsedad— de la
definición dependerán entonces de que “la expresión definitoria .
sea equivalente al uso correcto del dcfiniendum’*.13* .(Si entende­
mos el término equivalencia en la forma en qüe^Husserl lo
hace,1*0 el resultado es el mismo, porque cuando la expresión
definitoria equivale a la definida, las dos se refieren al mismo
objeto, pese a sus diferentes significaciones.
Por otra parte, y suponiendo, sin conceder, que todas las
definiciones sobre el empleo de un nuevo signo o conjunto de
signos (verbales o de otra clase), fueran prescriptivas, de aquí
no podría inferirse que no asumen el carácter de juicios. Lo
que ocurre es que cuando los defensores de la tesis que combati­
mos hablan de juicios, piensan sólo en los predicativos o enun­
ciativos que estudia la lógica aristotélica. Las normas son juicios
también, pero de diferente estructura y naturaleza. De ellas no
puede decirse que sean verdaderas o falsas, pero sí cabe afirmar
que tienen o no validez.
En consecuencia, habrá que preguntar nuevamente: ¿son las
definiciones sobre el empleo de un nuevo signo prescripciones
auténticas, en el sentido normativo de esta expresión?
Ya hemos dicho que en el caso de las a que alude la tesis
de Russell y Whitehead, no se trata, en nuestro sentir, de juicios
prescriptivos; pero ello no significa que no admitamos la exis­
tencia de otras — referidas también al sentido de signos— que
sí son normas auténticas. T al es el de las jurídicas. Éstas pueden,
en efecto, ser interpretadas no sólo como expresión del sen­
tido de un signo verbal, sino como prescripción sobre la forma
en que un nuevo término debe emplearse. Dicho de otro modo:
cuando el legislador establece, por ejemplo, que “se llama infan­
ticidio la muerte causada a un niño dentro de las setenta y dos
horas de su nacimiento, por alguno de sus ascendientes consan­
guíneos”,127 la definición no tiene el sentido de una simple^

lar. L. S. Stebbing, opus cit., pág. 426.


120 Husserl, Investigaciones lógicas, tomo III, pág. 53 de la traducción
castellana.
527 Código Penal del Distrito y Territorios Federales, art. 325.
CONCEPTO Y P A P E L D E L A S D E F IN IC IO N E S JU R ÍD IC A S

indicación sobre la forma en que el autor de la ley se propone


emplear la palabra que ocupa el lugar del definiendum, sino
el de prescripción sobre lo que los sujetos a quienes el precepto
se dirige deben entender por ‘infanticidio’. Entender la expre­
sión definida en términos de la definitoria no es en el caso
— por ejemplo para el juez— contenido de una regla técnica, o
expresión de una necesidad condicionada, sino objeto de un deber
jurídico. En otras palabras: los jueces penales están obligados
a atribuir el carácter de infanticidio a todo hecho en que con­
curran los elementos que enumera la definición legal del citado
delito, y a negar tal carácter a cualquiera otro en que esos
elementos no concurran.
Según Ulrich Klug, para quien las definiciones jurídicas
deben incluirse dentro del último grupo de las estudiadas por
Dubislav,128 resulta indispensable hacer algunas distinciones, rela­
tivamente al mismo grupo. Siguiendo la opinión de Carnap,129
divide las que prescriben la forma en que un nuevo signo debe
emplearse (a las que llama también explícitas lato sensu), en
explícitas en sentido estricto y definiciones en uso (Gebrauchs-
definitionen, definitions in use).
J

Da el nombre de definición explícita en sentido estricto a


aquella en que el definiendum consiste únicamente en el nuevo
signo o en el conjunto de signos que se pretende definir.
"Definiciones en uso son aquellas en que el definiendum con­
tiene, además del nuevo signo o conjunto de signos, otros dife­
rentes.” “ Se trata de convenciones sobre un signo nuevo, en las
que éste no tiene por sí ninguna significación, y que indican qué
£ sentido deben tener las proposiciones en que dicho signo apa­
rezca.” 130
Ü* •
Podemos, pues, sostener que la ya citada del infanticidio es
una definición explícita en sentido estricto, porque en ella el
definiendum únicamente está formado por la palabra que el le­
gislador quiere definir.
i' * Como ejemplo de definición en uso cita Klug el concepto
!•
128 Ulrich Klug, Juristisclie Logik, pág. 8 8 .
129 Rudolf Carnap, The logical Syntax of Language, The Humanities
Press, New York, 1951, pág. 24.
130 Ulrich Klug, opus cit., pág. 8g.
7" CON CEPTO DEL. C O N C E P T O

de pena en el Código Alemán. T al concepto — escribe el mismo


Klug— no es en ninguna parte explícitamente definido (en
sentido estricto) por el legislador. Pero éste lo emplea ininte-
rrumpidamente desde un principio. En la medida en que la
significación del término ‘pena’ es establecida por indicación
del sentido de los complejos de palabras y oraciones en que
aparece -—como, por ejemplo, en el parágrafo 13//. del mencio­
nado ordenamiento— , cabe hablar de una definición en uso
de aquel término.131 El ejemplo nos parece acertado, y vale j
también para nuestro Código Penal del Distrito y Territorios j
Federales, que tampoco contiene una definición explícita (sensu j '
stricto) de aquella expresión.
A las explícitas en sentido amplio contrapone Klug las llama­
das implícitas. “La implícita o por axiomas consiste en que uno
o varios conceptos son rigurosamente determinados en la medida
en que se establece que tales o cuales axiomas deben valer para
ellos.” 132 Klug niega que en el campo jurídico pueda haber
definiciones de esta especie, por no existir, en el propio campo,
una axiomática jurídica. La que nosotros hemos formulado, en
relación con los conceptos de lo jurídicamente permitido, lo
jurídicamente prohibido, lo jurídicamente ordenado y lo jurí­
dicamente potestativo demuestra precisamente lo contrario.133
Pero debe tenerse en cuenta que las definiciones de esta clase >
no poseen, como lo explicamos ya en otra ocasión, carácter ñor-
mativo. Los juicios que las expresan no son normas y, por
ende, relativamente a ellos es lícito plantear el problema de si
son verdaderos o falsos.
Esto prueba que es necesario — en lo que a nuestro propio
campo concierne— distinguir con pulcritud dos grandes grupos
de definiciones: el de las normativas (obra de los órganos crea-
dores de derecho) y el de las que — por su índole meramente
teórica— se expresan por medio de enunciados (como, por ejem-
pío, la de ‘conducta jurídicamente ordenada’ que arriba citamos
y, en general, todas las que forman parte de nuestra Ontología

L31 Ulrich Klug, opus cit., pág. 93.


132 Ulrich Klug, opus cit., pág. 90.
133 Cfr. Eduardo Garda Máynez, Los principios de la ontología {ornial ^
del Derecho y su expresión simbólica. Imprenta Universitaria, México, 1953.
CONCEPTO Y PAPEL D E L A S D E F I N I C I O N E S J U R ÍD IC A S 77

Formal del Derecho). Las últimas pertenecen al grupo de las


implícitas; las primeras, al de las explícitas (lato sensu).
De acuerdo con Klug, en el campo jurídico podemos dividir
las de la primera categoría en explícitas stricto sensu y definicio­
nes in usu. Se obtiene así el siguiente cuadro:

1. Explícitas

Definiciones jurídicas -<


A. Explícitas
(lato sensu)
{ (sensu stricto)

2. Definiciones
in usu

__B. Implícitas (o por axiomas)

Las de la primera categoría tienen carácter normativo; no así


las de la segunda. Aquéllas estatuyen cómo se debe aplicar un
nuevo término (explícitas sensu stricto) , o qué sentido ha de
atribuirse a una expresión que los órganos creadores de derecho
no han definido explícitamente en sentido estricto (definiciones
in usu); éstas determinan el contenido de ciertos conceptos de
acuerdo con un conjunto de axiomas que les son aplicables.
Las definiciones jurídicas explícitas, por su mismo carácter
normativo, no persiguen una finalidad primordialmente teórica,
sino fundamentalmente práctica. En otras palabras: su fin esen­
cial consiste en facilitar la interpretación y aplicación de las
normas que integran cada sistema de derecho. Los preceptos
jurídicos definitorios no tienden, pues, a la satisfacción de un
propósito de índole científica, como ocurre, por ejemplo, con las
definiciones elaboradas por los cultivadores de la matemática o
de la ciencia natural, sino al logro de un desiderátum completa­
mente distinto: hacer posible la interpretación y aplicación de
los preceptos, én que intervienen las expresiones definidas y,
,de esta giiisa, asegurar la eficacia de tales preceptos y la realiza­
ción de los valores que les sirven de base. No se trata, en
consecuencia, de una finalidad lógica o epistemológica, sino axio-
lógica. Es verdad que el estudio de un código o de un tratado
y8 C O N C l 'P T O DEL CONCEPTO

sistematizador de sus preceptos puede orientarse hacia el cono-


cimiento de las normas jurídicas; pero la finalidad teórica a que
nos referimos — y a cuyo logro puede aspirar, sin ulterior pro­
pósito, un estudiante de jurisprudencia o un investigador cual­
quiera— no se confunde con la de los órganos ‘ creadores de
derecho, ni es, en el caso del fiscal, del juzgador .o del futuro
abogado, una finalidad última.
Con las definiciones implícitas del tipo de la que define la
conducta jurídicamente obligatoria, ocurre precisamente lo con­
trario. La finalidad inmediata es aquí de índole especulativa, y
la remota de orden práctico. Y ésta existe en la medida en
que el conocimiento de ciertas conexiones esenciales de carácter
formal entre conceptos o entre objetos jurídicos contribuye a
esclarecer y facilitar las tareas hermenéuticas y de aplicación de
las normas del derecho. En apoyo de este aserto podemos citar la
determinación del sentido y verdadero alcance de principios como
“ lo que no está jurídicamente prohibido está jurídicamente per­
mitido” o "nadie está obligado a lo imposible”. Pues sólo cuan­
do se ha comprendido debidamente la significación de estos
enunciados y su carácter no normativo es posible evitar su in­
correcta aplicación.
Si, para concluir, nos preguntamos cuál de las cuatro doctri­
nas sobre la definición de la definición expresa mejor la esencia
de las jurídicas, podemos responder: tanto la primera como la
segunda y la cuarta son aplicables al caso, en cuanto pueden
hallarse referidas ya al sentido de un nuevo signo o conjunto
de signos (doctrina D ) , ya a los elementos de un concepto (doc­
trina J3) , ya a los atributos esenciales de un objeto (doctrina A ) .
Además, y sobre todo: cuando los órganos de creación jurídica
(ora el legislador, ora los jurisdiccionales) determinan en qué
forma debe ser entendido o aplicado cierto término, la significa­
ción de la expresión definida es, desde el punto de vista lógico,
un concepto, lo que demuestra la licitud de cualquiera investiga­
ción orientada hacia el análisis del contenido conceptual y
referida ya no al plano lingüístico de las oraciones, sino al lógico
de los juicios y de los elementos que los componen. Pero como
en todo juicio ■— no sólo en los enunciativos, sino en los norma­
tivos— existe siempre una referencia objetiva, el problema de la
definición puede ser referido al tercer plano, y de lo que enton-
O T R A S C A R A C T E R ÍS T IC A S DE L O S C O N C E P T O S JU R ÍD IC O S 79

ces se trata es de descubrir los atributos esenciales de un objeto.


Si volvemos al ejemplo del infanticidio encontraremos que rela­
tivamente a este delito cabe hablar no sólo de la definición de
la palabra que le da nombre, sino — con igual derecho— de la
del correspondiente concepto o de la del hecho delictuoso a que
tal concepto se refiere. El primer problema consiste en fijar el
sentido de un término, lo cual se logra por medio de una serie
de palabras que en el caso del ejemplo son “muerte causada a
un niño dentro de las setenta y dos horas de su nacimiento, por
alguno de sus ascendientes consanguíneos’’; el segundo estriba en
determinar el contenido del concepto a que la palabra "infanti­
cidio” da expresión, y se resuelve indicando los elementos de tal
contenido; el tercero, y último, consiste en descubrir los atribu­
tos esenciales del delito a que están referidos tanto la palabra
como el concepto, y puede solucionarse señalando los que hacen
posible la inclusión del hecho dentro de la clase designada por
el citado concepto. Esto nos permite precisar muy claramente el
sentido del tecnicismo 'atributos esenciales’, en relación con los
hechos jurídicos. Son esenciales los que condicionan la perte-
nenciá a cualquiera de las clases de hechos que el legislador de­
fine como productores de consecuencias normativas. Así, en el
caso del ejemplo, ha de tratarse: i? de la muerte de un niño;
2<? ocurrida dentro de las setenta y dos horas siguientes al naci­
miento de éste, y 3? provocada por alguno de sus ascendientes
consanguíneos. Los llamados ‘atributos esenciales’ son, pues, en
el caso, las condiciones necesarias y suficientes para la existen­
cia del hecho delictuoso tomado como ejemplo.

14. O t r a s c a r a c t e r ístic a s de lo s c o n c e p t o s ju r íd ico s :


FUNDAMENTO NORMATIVO, REFERENCIA AXIOLÓGICA
Y CARÁCTER SISTEMATICO

Al hablar, en el capítulo siguiente, de la clasificación de los con­


ceptos jurídicos, veremos cómo pueden ser nociones que fungen
como elementos de las normas del derecho, o conceptos acuñados
por la ciencia o la filosofía jurídica, pero que en todo caso se
refieren a las de la primera especie.334 Esto nos permite afirmar
1 3 4 Cfr. cap. n de esta obra: "Conceptos jurídicos normativos y no nor­

mativos”.
8o CONCEPTO DEL C O N CE PTO

ia conexión esencial, directa o indirecta, de tales conceptos


con las normas del derecho, y añadir, a las características de
determinación del contenido y conexión con otros conceptos,
la que designaremos con el nombre de fundamento normativo. La
referencia a normas — mediata o inmediata— corrobora, por
otra parte, lo expuesto sobre el método generalizador de con-
ceptuación empleado tanto por el jurista o el abogado como
por los órganos creadores y aplicadores del derecho, porque los
objetos que figuran como correlatos de las nociones jurídicas
tienen, ya el carácter de clases (en el sentido lógico del término,
como ocurre, verbigracia, con los de ‘robo’ o ‘hipoteca’), ya el de
miembros de ciertas clases, a los que hacen referencia otros con­
ceptos y, en última instancia, ciertas normas jurídicas. Esto vale
también, como hemos visto, para los correlatos objetivos de
nociones jurídicas singulares, pues aun cuando éstas se refieran
a individuos,- y sirvan para distinguirlos de otros de la misma
clase, no son conceptos idiogrdficos, sino nociones en las que in­
variablemente está implícita la referencia a un concepto general.
Podemos decir, por ende, que si bien no todos los jurídicos son
generales, todos tienen sin embargo conexión con conceptos de
clase.
En la sección II de este capítulo sostuvimos que los órganos
encargados de aplicar preceptos abstractos, no pueden limitarse
a comprobar que los casos singulares están comprendidos dentro
de la clase definida por la hipótesis de aquellos preceptos, sino
que tienen el deber de individualizar a las personas faculta­
das u obligadas, así como las consecuencias de derecho que los
mismos preceptos señalan. Esto sólo puede hacerse de acuerdo
con notas distintas de las que permiten incluir el caso dentro
de la correspondiente clase, y supone, en consecuencia, el estu­
dio de diversas peculiaridades del mismo, o el de los hechos
jurídicos de designación de que habla Schreier.135 Pero, según
lo explicamos en el mismo lugar, tales peculiaridades no son
tomadas en cuenta con un propósito descriptivo o idiográfico,
sino de acuerdo con determinados criterios, y con la mira de
referir el “caso” a un principio, como “ aplicación” de éste.

135 Fritz Schreier, Conceptos y formas fundamentales del Derecho, tra*¿^


ducción castellana de Eduardo García Máyncz, Editorial Losada, S. A,^ Bu£- __
nos Aires, 1942, pág. 211.
O T R A S C A R A C T E R Í S T I C A S D E L O S C O N C E P T O S J U R ÍD IC O S 8l

Hay que advertir que las reglas para la llamada “ individua-


1 lización” de los sujetos del acto imputativo, o de sus obligaciones
I y derechos, tienen carácter normativo y, pese a su generalidad,
| se refieren siempre a valores, a diferencia de lo que ocurre con
¡- las leyes naturales en el ámbito de las ciencias físicas,
í Aparece así otra característica de los conceptos de que tra-
tamos: su referencia axiológica. En cuanto poseen un funda­

I mento normativo — directo o indirecto— a fortiori se hallan


— también directa o indirectamente— , referidos a valores. En tal
sentido, son culturales y, por tanto, sus correlatos merecen igual
f designación; pero, según lo demostramos más arriba, ello no
E implica que sean nociones idiográficas, como diría Windelband,
f ni que deriven del método individualizador de conceptuación
r característico de la historia. La “ exposición” jurídica de un
| asunto, realizada por el fiscal, el juez o el abogado, aun cuando
| esté referida a un hecho, no pretende describirlo en su unicidad
| irreductible, sino establecer su conexión con la norma que lo
» prevé y, por tanto, presentarlo como ‘caso de aplicación’ de ésta.
| Las peculiaridades que integran la “exposición”, distintas de
t las de índole definitoria, permiten individualizar las consecuen-
| cias de derecho. Pero si bien tal individualización se consuma
| a la luz de directrices generales, las notas a que de acuerdo con
i esas directrices hay que atender, tienen un cariz axiológico, e im-
I plican, por decirlo así, una especie de “cualificación del predi-
l cado”. Por ejemplo: para individualizar la pena que ha de im­
ponerse al culpable de un delito, en sistemas jurídicos como el
I nuestro, debe el juzgador hacer una serie de valoraciones, a la luz
; de las pautas estimativas que el código le ofrece, pero siempre
en conexión con el hecho delictuoso de que juzga. Los juicios de
valor no sólo han de ser hechos en el proceso de aplicación
de normas genéricas a situaciones singulares, sino, con mayor
razón, cuando de lo que se trata es de formular aquellas normas.
Pues si, por definición, han de estatuir lo que en tales o cuales
circunstancias señaladas in abstracto por sus supuestos debe ser
o no ser jurídicamente, o puede o no hacerse en ejercicio de un
ív-derecho, "la determinación de las consecuencias legales que ha-
| brán de producir los hechos previstos, necesariamente supone
el conocimiento de los valores que a través de la aplicación del
precepto'.han de ser realizados por el acto aplicador. Cierto que
82 CON CEPTO DEL CO N CEPTO

en la etapa de formulación de preceptos genéricos no puede el


órgano encargado de formularlos conocer todas las peculiarida­
des de los casos a que habrán de aplicarse y que, por ello mismo,
tendrá que generalizar sus valoraciones y referirse a situaciones 4
típicas, es decir, de cierta “ clase", lo que a fortiori trae consigo -!
un esquematismo tanto más acentuado cuanto rrtayqr séa la gene- *
ralidad de la norma. ' *
La necesidad de realizar los valores jurídicos en una determi­
nada circunstancia histórica, ha hecho indispensable el estableci­
miento de la organización política, una de cuyas funciones pri­
mordiales precisamente consiste en la formulación y aplicación
de los preceptos del derecho. Un sistema jurídico sólo puede
existir — como tal— si tiene un fundamento último — y único—
de validez, que no sólo ofrece reglas sobre organización y funcio­
namiento del poder, sino prescripciones sobre formulación, apli­
cación, derogación o reforma de las normas del sistema. Y aun
cuando la agrupación política reclama para sí el monopolio de
las tareas creadoras y aplicadoras del derecho vigente, y niega
a los particulares la facultad de poner en tela de juicio la fuerza
obligatoria de las leyes en vigor, o la de contraponer al criterio
oficial de validez una pauta distinta (referida no a elementos
formales, sino al valor intrínseco del orden jurídico), es indiscu­
tible que tanto en el momento de la aplicación como — especial­
mente— en el de creación de normas generales, los órganos del
Estado no pueden dejar de tomar en cuenta criterios axiológicos,
que sólo en parte aparecen formulados o se hallan implícitos en
la ley suprema. Y es claro que la misma dificultad se presenta
— pero en forma mucho más aguda— al Poder Constituyente, ya
que sus miembros se ven obligados a •establecer, en un reducido
número de normas, los lincamientos generales de la organiza­
ción de un país, los derechos subjetivos públicos de los particu­
lares y, en una palabra, las directrices axiológicas supremas de la
vida colectiva, lo que supone la adopción de una filosofía polí­
tica, el reconocimiento expreso o tácito de una tabla de valores
y, en última instancia, el deseo de reflejar, en el ordenamiento
jurídico, una determinada cosmovisión. En este caso, el proble­
ma no consiste simplemente en realizar, dentro de un cierto
ámbito espacial y temporal, ciertos ideales de justicia, sino los
principios rectores de organización y funcionamiento de la vida
O T R A S C A R A C T E R Í S T I C A S D E L O S C O N C E P T O S JU R ÍD IC O S 83

de un pueblo, lo que exige, amén de una clara intuición de aque­


llos ideales, un conocimiento profundo de la realidad social, de
ias.'íue'rzas económicas y políticas que en ella actúan, y del grado
de cultura de los componentes del grupo. No se trata, pues, de in­
tuir solamente ideales jurídicos, sino de adoptar un sistema de
valoraciones y de tener clara conciencia de las jerarquías axioló-
gicas, de la posibilidad de conflictos estimativos y de la necesidad
de ciertas pautas para su solución. Interpretada en su sentido
más amplio, la fórmula que Ulpiano da de la justicia se refiere
tanto a lo que jurídicamente pertenece a cada quien, como a lo
que a cada uno corresponde como persona, en la acepción moral
de esta palabra. De este modo — como escribe Coing— la dig­
nidad del hombre, fundada sobre el valor de su personalidad
ética, es criterio complementario del de justicia. El orden social
no ha de tratar solamente al hombre como ser moral, ni, por
consiguiente, juzgar sus actos — sea para aprobarlos, sea para
censurarlos o aplicarles un castigo— sino en función de su líber,
tad; debe, también, reconocer su valor intrínseco y, por tanto,
abstenerse de hacer de él un simple instrumento para el logro de
fines,'ya de otros hombres, ya de la comunidad; y, por lo mismo,
lejos de poner obstáculos, ha de fomentar su desarrollo espiri­
tual, lo que necesariamente exige el reconocimiento y protección
de su esfera de actividad libre.130*
La tarea legislativa presupone, pues, la existencia, intuición
y realización de ciertos valores y, por ende, una “ experiencia
1
axiológica prenormativa” ,137 que permite al autor de la ley deter­
minar lo que desde el punto de vista jurídico es “ esencial” o “ in­
i
esencial”. Para establecer, por ejemplo, qué conductas humanas
han de ser consideradas como delitos en determinado lugar y en
cierta época, resulta indispensable la previa estimación de las
consecuencias de esos hechos que se juzga indispensable prevenir

130 "La libertad es la esencia de toda vida espiritual, la expresión de la


dignidad personal del hombre. Por ello es el bien jurídico supremo, que
a todos y a cada uno corresponde: ‘libertas inaestimabilis est’ (D. 50, 17.106).”
Coing, Die obersten Grundsdtze des Rechts. Ein Versuch zur Neugründung
des Katurrcchts, Schriften der Süddeutschen Juristen Zeitung, Heidelberg,
■347. pág. 4 1-
137 Cfr. Eduardo García Máynez, Lógica del juicio jurídico, cap. m, 9,
pág. 80.
84 CON CEPTO DEL CO N CE PTO

o castigar, y a los que conviene atribuir el calificativo de delic­


tuosos. T al estimación sólo es correcta cuando se basa en un
conocimiento adecuado de los valores jurídicos, de su jerarquía,
y de la forma en que es posible realizarlos en una determinada
circunstancia histórica. De todo lo cual resulta que lo “esen­
cial” o “inesencial” en el campe del derecho sólo puede ser lo
que, desde el punto de vista de la axiología jurídica, tiene ese
carácter.
Como el orden jurídico de cada país, por el hecho mismo de
reflejar una tabla de valores, sólo puede estar compuesto por
normas de diversa importancia, los preceptos que lo integran
no poseen todos igual rango. A la jerarquía axiológica que cons­
tituye el trasfondo del mismo ordenamiento corresponde pues,
dentro de éste, una jerarquía normativa, cuyos diferentes niveles
son establecidos por la ley fundamental. Y, en cuanto los demás
preceptos del sistema encuentran en ésta la razón de su fuerza
obligatoria, resultan, eo ipso, subordinados a tal ley. La posibi­
lidad de referir directa o indirectamente un precepto de derecho
a la norma básica, condiciona — como lo han explicado muy
bien los juristas de la Escuela Vienesa— su pertenencia al orde­
namiento en cuestión. El orden jurídico, como el sustantivo lo
indica, está sistemáticamente estructurado, y las relaciones de
supra y subordinación entre sus normas dependen de las pres­
cripciones de la ley fundamental. Las conexiones sistemáticas
entre los valores jurídicos, por una parte, y las normas de cada
ordenamiento positivo, por la otra, necesariamente se reflejan
en los conceptos que fungen como elementos de esas normas, así
como en los que la jurisprudencia elabora al estudiarlos. Al sis­
tema jurídico normativo, propiamente dicho, viene a superpo­
nerse el que la ciencia del derecho construye con el propósito de
conocer, sistematizar y aplicar los preceptos del primero. Y la
tarea sistematizadora sólo puede cumplirse con rigor cuando obe­
dece a principios y métodos de orden científico. La lógica del
derecho no sólo debe formular los principios lógico-jurídicos
supremos (identidad, contradicción, tercero excluido y razón sufi­
ciente) sino, a la luz de todos ellos, hacer posible la exposición
coherente y ordenada de los preceptos de cada orden concreto,
así como el conocimiento de su jerarquía y de las reglas sobre
interpretación y aplicación de los textos legales. Debe, además;
O T R A S C A R A C T E R Í S T I C A S D E L O S C O N C E P T O S J U R ÍD IC O S 85
examinar la estructura de las normas, tanto genéricas como indi-
vidualizadas; emprender el análisis de los conceptos jurídicos;
indicar cómo deben ser definidos y ordenados, y dar cuenta de
los métodos a que las inferencias jurídicas han de quedar sujetas.
Los conceptos jurídicos, precisamente por hallarse engarzados
en un plexo sistemático, sólo pueden ser debidamente interpre­
tados y definidos en función de los demás que forman parte del
sistema. La conexión de esos conceptos entre sí, lo mismo que
su carácter de elementos de normas que constituyen, también, un
sistema, necesariamente engendra una serie de nexos de orden
lógico entre tales conceptos, e impone al jurista la necesidad de
interpretarlos, dividirlos .y clasificarlos sin perder de vista esas
relaciones y, por ende, sin olvidar que no tienen pleno sentido
por sí mismos, sino únicamente en su conexión con otros y, por
ende, con las normas de que todos forman parte. Así como entre -
los preceptos que integran el orden jurídico de un país pueden
existir, desde el punto de vista lógico, relaciones de dependen-
. cia. o independencia, compatibilidad o incompatibilidad, coordi­
nación o supra y subordinación, entre los conceptos jurídicos
hay también relaciones de igual naturaleza. A l discutir, en el
capítulo segundo de esta obra, el problema de la clasificación de
aquellas nociones, confirmaremos el anterior aserto.138 Los mis­
mos criterios que sirven para la clasificación de las normas del
t derecho pueden, pues, aplicarse al caso de los conceptos jurí­
dicos. Que éstos necesariamente difieren de los no jurídicos, in­
cluso cuando se les designa con la misma palabra y se encuentran
referidos a un núcleo objetivo común,139 es algo que obedece
a la diversidad de sus objetos formales y pone al descubierto su
carácter sui generis, así como la diferencia entre ellos y los de
otras ciencias, las naturales, por ejemplo. Pues incluso cuando
las nociones que el jurista maneja están en conexión con un
núcleo objetivo al que también están referidos otros conceptos
(no jurídicos), el objeto formal de aquéllos no se confunde con el
de éstos. Desde-i tal punto de vista, los primeros son conceptos
construidos,'y>la diyisión de los mismos en total y parcialmen­
te construidos obedece sólo a la necesidad de indicar la relación

138 Véase lo expuesto en la sección 4 del siguiente capítulo.


139 Recuérdese lo expuesto en la sección 12 de este capítulo.
S6 CONCEPTO DEL CON CEPTO

de los últimos con núcleos objetives a los que corresponden otras


nociones no jurídicas, como ocurre, verbigracia, con lás de ‘per­
sona’, ‘cosa’, 'bien mueble’, ‘enfermedad profesional’, etc.
En resumen: los conceptos jurídicos poseen, de acuerdo con ■
lo dicho, cuatro características, de las cuales las'Ados primeras'
pertenecen a todo concepto: ■ <---

1) determinación;
2) conexión con otros conceptos;
3) fundamento normativo;
4) referencia axiológica.

Trátase, además, de conceptos de clase, es decir, de nociones


referidas a clases — en el sentido lógico del término— o a miem­
bros de éstas. Lo cual, según dijimos en la sección II de este
capítulo, es consecuencia del método generalizador de concep-
tuación de que se sirven tanto el teórico del derecho como los
órganos creadores y aplicadores de normas jurídicas. En este
sentido, las nociones de que tratamos aseméjanse a las de las
ciencias físicas, y se contraponen a las idiográficas que maneja
el historiador; pero, a diferencia de las de las ciencias naturales,
su fundamento es normativo y, por ello mismo, en todo caso se
encuentran referidas — directa o indirectamente— a valores. Esta
última característica la comparten con las históricas, lo que ex­
plica la inclusión de la jurisprudencia en el grupo dé las llama­
das ciencias culturales; no así el fundamento normativo, que
nunca exhiben los conceptos que utiliza el historiador.
Si tomamos en cuenta que la tercera de las características
mencionadas pertenece también a los'conceptos éticos y, en gene­
ral, a todos los que fungen como elementos de juicios norma­
tivos o están referidos a tales juicios, y volvemos a la pregunta
inicial de este capítulo, advertiremos que la ¡característica de los
conceptos jurídicos que permite distinguirlos de los demás de
índole normativa y, por tanto, la que privativamente les perte­
nece, no depende sólo de su fundamento normativo, sino de la
índole propia de la regulación jurídica, esto es, de su carácter
relaciona!. El hecho de que los conceptos jurídicos se funden
-— mediata o inmediatamente— en normas prescriptivas o atri-
butivas que se implican de modo recíproco, es mera consecuencia
O T R A S C A R A C T E R ÍS T IC A S DE LO S C O N C E P T O S J U R ÍD IC O S 87

de su inclusión en el sistema de éstas, va como elementos lógi­


cos de las mismas, ya como conceptos cuyo carácter jurídico de-
péndé de su referencia a ese sistema, a los preceptos que lo
‘ integran, a las partes y elementos de los mismos preceptos, a los
elementos de los conceptos jurídicos normativos, o a las rela­
ciones de todos ellos.

firí'

U/
m
mr

VI1-

1 ■

y:

&
Capítulo II

C L A S IF IC A C IÓ N DE L O S C O N C E P T O S JU R ÍD IC O S

Criterios de clasificación

Los conceptos jurídicos pueden ser clasificados:


1) Desde el punto de vista de los objetos a que se refieren.
2) Desde el punto de vista de su extensión.
Desde el punto de vista de su contenido.
4) Desde el punto de vista de sus relaciones recíprocas.

1. C l a s i f ic a c i ó n de l o s c o n c e p t o s ju r íd ic o s d e sd e e l
PUNTO DE VISTA DE LOS OBJETOS A QUE SE REFIEREN

Desde este ángulo visual pueden dividirse en lógico-jurídicos y


ontológico-jurídicos.

I. Conceptos lógico-jurídicos

Son los referidos a conceptos, a juicios o a raciocinios; a notas


de conceptos o a elementos de juicios o de raciocinios jurídicos.
Ejemplos de conceptos referidos a conceptos jurídicos o a
notas de los mismos: ‘cópula jurídica’, ‘concepto-sujeto’, ‘con­
cepto relacionar, ‘concepto-predicado’, etc. (Los términos ‘concep­
to-sujeto’, ‘concepto relacional’, ‘concepto-predicado’, designan,
naturalmente, elementos lógicos de la norma de derecho.)
Conceptos referidos a juicios o a elementos de éstos: ‘juicio
jurídico prescriptivo’, ‘norma genérica’, ‘norma individualizada’,
‘supuesto jurídico’, ‘disposición normativa’, etc.
Conceptos referidos a raciocinios jurídicos: ‘argumento a '
contrario’, ‘argumento de analogía’, ‘inferencia jurídica’, ‘silo­
gismo jurídico’, etc. ' ;
Los objetos de todos estos conceptos son, pues, objetos lógi- ■.
eos.1 Ello equivale a sostener que están insertos en el plano j
a», -
1 La lógica, como ciencia de los pensamientos, ha tenido siempre pon
objeto el estudio de los conceptos, los juicios y los raciocinios. De aqilí lai ,
88
C O N C E P T O S L Ó G IC O -J U R ÍD IC O S 89

lógico jurídico.2 Adviértase la diferencia entre las nociones de


que acabamos de hablar y las referidas al de la conducta jurídica,
mente regulada.3 Si digo, por ejemplo, que ‘tiene el derecho de’
es la ‘cópula’ del juicio atributivo,4 la expresión ‘tiene el derecho
de’ no alude a una facultad legal, sino a un elemento de la norma.
Si afirmo, en cambio, que ‘el dueño del inmueble está facultado
para exigir el pago de la renta’, estas palabras no se refieren a la
cópula del juicio, sino a un derecho subjetivo. Recuérdese la dis­
tinción entre plano, de las oraciones, plano de los juicios y plano
de la conducta jurídicamente regulada* A l primero pertenecen
las palabras correspondientes a conceptos jurídicos; al segun­
do, los conceptos a que esas palabras aluden y, al tercero, los
objetos de tales conceptos. Basándonos en el ejemplo podemos
decir que ‘dueño’ es un ‘substantivo’; que ‘dueño del inmueble’
es el ‘concepto-sujeto’ del juicio jurídico, o que el dueño del
inmueble tiene el derecho de exigir el pago de la renta. En
el primer caso nos referiremos a una palabra (y, por tanto, a
un elemento de la oración gramatical); en el segundo, a un con­
cepto (es decir, a un elemento del juicio) y, en el último, al

división en lógica del concepto, lógica del juicio y lógica del raciocinio.
Aquella disciplina es, pues, "un conjunto de pensamientos sobre los pensa­
mientos. El lógico piensa el concepto del concepto, del juicio, etc., y enuncia
juicios sobre los conceptos, los juicios, etc. Aun en este caso extremo, como
se anotó ya, se cumple la regla general de que todo pensamiento es distinto
de su objeto. Los pensamientos son el objeto de los pensamientos que cons­
tituyen la lógica”. F. Romero y E. Pucciarelli, Lógica y nociones de Teoría
del Conocimiento, Cuarta edición, Espasa-Calpe Argentina, S. A., Buenos
Aires-México, 1942; pág. 18.
2 En mi Lógica del juicio jurídico (Fondo de Cultura Económica, Méxi­
co, 1955, cap. 1 ) he establecido la distinción entre plano de la regulación
jurídica de la conducta humana (o lógico-jurídico); plano de la conducta ju ­
rídicamente regulada (u ontológico-jurídico) y plano de la conducta efectiva
de los sujetos facultados u obligados por las normas del derecho.
3 Lógica del juicio jurídico, Fondo de Cultura Económica, Publicaciones
de Diánoia, México, 1955; cap. 1, 2.
4 La regulación jurídica tradúcese siempre en la conexión necesaria y recí­
proca de dos juicios normativos: el que obliga (norma prescriptiva) y el que
• faculta (norma'attibutiVa) . Las dos se implican recíprocamente, lo que de­
termina la correlatividad del deber jurídico y el derecho subjetivo. Cfr. Lógica
del juicio jurídico, cap. 11.
3 Lógica del juicio jurídico, cap. 1, 2.
qo C L A S IF IC A C IO N DE LO S C O N C E P T O S JU R ID IC O S

propietario de la cosa v, por consiguiente, a uno de los sujetos


de la relación jurídica.
El concepto se halla, como dice Hessen. entre la palabra v el
objeto. Representa un plano intermedio, lo mismo que el jui­
cio. “Esto tiene como consecuencia una diferente suposición de~
aquél. Lo anterior significa que puede cumplir^diferentes fun­
ciones, según que lo mentado sea el vocablo,' o^ el concepto
mismo, o su objeto. De aquí la distinción entre suposición ver­
bal (suppositio materialis), suposición lógica (suppositio lógica)
y suposición real (suppositio realis). Ejemplo: ‘hombre’ es un
substantivo; ‘hombre’ es un concepto específico; ‘hombre’ es
un viviente dotado de razón.” 0
La relación entre la palabra, el concepto y el objeto es del
mismo tipo que la que existe entre la oración, el juicio expre­
sado por ella y la situación objetiva a que éste se refiere.7

II. Conceptos ontológico-juridicos

Si pasamos del plano de las significaciones al de sus correlatos '


objetivos, y nos preguntamos cómo deben ser clasificados los
correspondientes conceptos, encontraremos que pueden ser:
a) Conceptos referidos a hechos jurídicos.
b) Conceptos referidos a consecuencias de derecho y, por
tanto, a deberes jurídicos, derechos subjetivos y relaciones jurí­
dicas. t.
c) Conceptos referidos a la conducta objeto de esos deberes
y derechos.
d) Conceptos referidos a los sujetos de la relación'jurídica.
A los de hechos jurídicos podemos llamarlos situacicmales; a
los que se refieren a deberes y derechos les damos el nombre de
relaciónales o imputativos; a los que aluden a la conducta objeto
de los deberes y derechos los llamamos predicativos, y a los que

c Johannes Hessen, Lehrbuch der Philosopliie, WissenschafIslchrc, Ernst


Reinhardt Verlag, Miinchen-Basel, 1950, 2. Aufl., I, pág. 135. Sobre el con­
cepto de suppositio materialis véase lo que dice Husserl en la cuarta de sus
Investigaciones Lógicas, tomo III, pág. 105 de la traducción castellana de
Morente y Gaos.
7 Cfr. A Pfander, Lógica, Traducción de J. Pérez Bances, Espasa-Calpe
Argentina, S. A., Buenos Aires-México, 1940; Primera Parte, cap. I.
C O N C E P T O S O N T O L Ó G IC O -JU R ÍD IC X )S 91
mientan a las personas les aplicamos la designación de substan.
iivos.
. Ejem plos:
v' a) Conceptos situacionales: ‘hecho jurídico’, ‘acto jurídico’,
‘contrato de compraventa’, ‘depósito’, ‘homicidio’, ‘nacimiento’,
‘estupro’, ‘muerte del ausente’, ‘mayoría de edad’, ‘renuncia’, etc.
b) Conceptos relaciónales o imputativos: ‘deber jurídico’, ‘de­
recho subjetivo’, ‘relación jurídica’.
c) Conceptos predicativos o determinantes de la conducta
objeto del deber o del derecho: ‘hacer’, ‘omitir’, ‘vender’, ‘com­
prar’, ‘pagar el precio’, ‘entregar la cosa al comprador’, ‘dividir
en forma equitativa’, etc.
d) Conceptos substantivos: ‘sujeto de derecho’, ‘obligado’,
_‘pretensor’, ‘sujeto activo’, ‘albacea’, ‘depositario’, ‘sindicato’, ‘so­
ciedad anónima’, etc.

k
a) Conceptos situacionales

Son los referidos a los hechos condicionantes de las consecuencias


de derecho. Ejemplo: según el artículo 75 de la Ley del Trabajo,
“en los casos de siniestro o riesgo inminente, en que peligre su
vida, la de sus compañeros, la de sus patronos o la existencia
misma de la empresa, el obrero estará obligado a trabajar por
un tiempo mayor que el señalado para la jornada máxima, sin
f percibir salario doble” . En esta norma, conceptos situaciona-
: les son los que expresan las palabras ‘siniestro o riesgo inminente
en que peligre la vida del trabajador, de sus compañeros, del
patrono, o la existencia misma de la empresa’. El precepto con­
dene una serie de hipótesis, cada una de las cuales produce, al
realizarse, la misma consecuencia normativa. El deber de traba­
jar por un tiempo mayor que el señalado para la jornada
máxima, sin percibir salario doble, puede, en efecto, estar con­
dicionado por cualquiera de estos hechos:
1) Siniestro que ponga en peligro la vida del obrero.
2) Riesgo inminente, en relación con la vida de este último.
r 3) Siniestro que ponga en peligro la vida de sus compañeros,
j/ . 4) Riesgo inminente para la vida de los compañeros del
trabajador.
5) Siniestro que ponga en peligro la vida del patrono.

-
go C L A S IF IC A C IÓ N DE L O S C O N C E P T O S J U R ÍD IC O S

6) Riesgo inminente para la vida del empresario.


7) Siniestro que ponga en peligro la existencia de la empresa.
8) Riesgo inminente, en relación con la existencia del ne­
gocio.
Los supuestos cuya realización condiciona el deber estatuido
por el artículo 75 de la Ley Federal del Trabajo son, pues, en
número de ocho. A cada uno corresponde un hecho diferente,
y todos los previstos son condicionantes de la obligación im­
puesta por la norma. La disyunción establecida por el supuesto
complejo es de carácter no exclusivo.8 Esto significa que la con-
secuencia de derecho puede ser producida por uno, varios o todos
los hechos enumerados.
A cada uno de los hechos parciales integrantes de los que
condicionan el deber jurídico, refiérese, en el plano de la regu­
lación normativa, un concepto diferente. Podemos, pues, hablar
de conceptos referidos a hechos jurídicos, y de conceptos parcia­
les determinantes de los elementos de cada uno de esos hechos.
A la segunda categoría pertenecen, v. g.: ‘riesgo inminente’, ‘pe­
ligro para la vida del trabajador’, ‘peligro para la vida del
patrono’, etc.
Mientras la disposición 9 de los preceptos genéricos necesaria,
mente regula la conducta de determinados sujetos, el supuesto
jurídico puede hacer referencia a hechos independientes del com­
portamiento humano. Hay que tener en cuenta, sin embargo,
que los condicionantes de las consecuencias de derecho no
son, para emplear una expresión kelseniana, “hechos absolu-

8 La fórmula de la disyunción no exclusiva, en lógica matemática, es X V


Y (léase X o í ) . El juicio expresado por tal fórmula sólo es verdadero cuando
una, al menos, de las dos proposiciones X o f e s verdadera. Esta ‘o’ "no es
la ‘o’ exclusiva, en el sentido de ‘una cosa o la otra’. Tiene más bien la sig­
nificación ‘o también’. Queda, pues, abierta la posibilidad de que tanto
X como Y sean proposiciones verdaderas. La ‘o’ utilizada en el caso corres­
ponde al ‘vel’ y no al ‘a u t-a u t’ latinos. Podría afirmarse, consecuentemente,
que X V Y designa la proposición que únicamente es falsa cuando tanto X
como 7 lo son” . Ulrich Klug, Jurisiische Logik, Springer Verlag, Berlín, 1951;
pág. 25.
9 Las normas jurídicas genéricas constan siempre de dos partes: el supuesto
y la disposición normativa. El supuesto es la hipótesis de cuya realización,£
depende el nacimiento de las consecuencias de derecho: la disposición indica
las consecuencias legales de la realización del supuesto.
C O N C E P T O S O N T O L Ó G IC O -J U R ÍD I C O S 93
tos”,10 es decir, simples formas de conducta o fenómenos natura­
les, sino acontecimientos a los que se atribuye, en la forma
establecida por la ley, determinadas consecuencias normativas
(facultades o deberes). Puede ocurrir que los sujetos de una re-
;; lación jurídica, sin necesidad de ninguna declaración o interven-
| ción oficial, reconozcan la existencia del hecho jurídico y, de
acuerdo con la disposición del precepto, cumplan las obligacio-
í nes o ejerciten los derechos a que ésta se refiere. Pero también
1 es posible que la-existencia del condicionante sea puesta en tela
. de juicio; que haya incertidumbre acerca del alcance o carác-
í ter de sus consecuencias, o que el obligado no cumpla con su
í obligación. Cuando el asunto se lleva a los tribunales, el órgano
•' jurisdiccional debe resolver si el supuesto de la norma en que
¿ el actor funda sus pretensiones efectivamente se ha realizado, y
I determinar, además, cuáles son las consecuencias, y quiénes los
£ sujetos pasibles de los deberes o titulares de los derechos que el
precepto genérico11 enlaza al hecho antecedente. La aplicación
f_ de normas abstractas12 a casos singulares reviste, desde el pun-
| to de vista lógico, forma silogística,13 y en el silogismo jurídico
| la premisa mayor es el precepto genérico, la menor el juicio que
| declara probado el condicionante de las consecuencias normad-
vas, y la conclusión la sentencia, es decir, la imputación del
í deber o del derecho condicionados por la realización de la hipó-
p tesis. Completamente errónea es la tesis según la cual la premisa
mayor es la norma abstracta, en tanto que la menor estaría cons-
| tituida por el hecho jurídico. Y no corresponde a la verdad por
; la sencilla razón de que el silogismo es una inferencia mediata
que consiste en obtener de dos juicios dados un tercer juicio,

JO Hans Kelsen, Teoría general del Derecho y del Estado, traducción cas­
tellana de Eduardo García Máynez, Imprenta Universitaria, México, 1949;
pág. 141.
11 Sobre Indistinción entre normas genéricas y normas individualizadas:
Kelsen, Teoríai-general del Derecho y del Estado, I, XI, B), b) y h). Tam-
r*;,bién: E. Gárcía^Máynez¡Lógica del juicio jurídico, cap. v, 3.
¿v 12 Las expresiones ‘normas jurídicas genéricas’ y ‘normas jurídicas abs-
"■ tractas’ pueden emplearse como sinónimas.
13 Cfr. Ulrich Klug, Juristische Logik, Springer Verlag, Berlín, 1951; II,
5, págs. 46!)' sigs.
C L A S IF IC A C IÓ N D E L O S C O N C E P T O S J U R ÍD IC O S
94
implícito en ellos,14 lo que demuestra que un hecho no puede
ser elemento de tal inferencia.15 Cuando el juez aplica una ley,
la menor del razonamiento no es una mera enunciación, sino
que adquiere, incuestionablemente, significación normativa. Ello
resulta particularmente claro en el caso de lps fallos del tribunal. -
de última instancia, o en el de las resoluciones' (fue han adqui-
rido la autoridad de cosa juzgada. En éstos, la 'menpr del racio-
ciñió que culmina en la sentencia puede no corresponder, en
sentido epistemológico, a la realidad de los hechos examinados
por el juez, pese a lo cual aquélla no deja de ser válida, como
no deja de serlo el fallo emitido en el proceso. Los atributos ■
que desde el punto de vista de la lógica convienen al juicio que „
funge como premisa segunda no son los de verdad o falsedad,
sino los de validez o invalidez. La proposición relativa a la rea- h
lización del supuesto puede ser incorrecta, en sentido gnoseoló-

'■JLs-A W
gico, y conservar, empero, su validez. En tal coyuntura, el
condicionante de las consecuencias de derecho es el que el ór­
gano jurisdiccional declara existente o, en otras palabras, el que *
i
14 Cfr. Eduardo García Máynez, Lógica del juicio jurídico, cap. vil, g. ,
"Silogismo — según la definición de Alejandro Pfánder— es un raciocinio
concluyente, en el cual de dos juicios se sigue un tercero." Los raciocinios
pueden ser mediatos o inmediatos. Los segundos se componen solamente
de dos juicios, de los cuales uno se infiere del otro. “ Los que se compo­
nen de más de dos juicios, de modo que la conclusión se sigue de una
premisa por intermedio de la otra son raciocinios mediatos. Estos racioci­
nios constan, por consiguiente, de tres juicios por lo menos: dos de ellos
están ligados entre si como premisas, y el tercero se enlaza con ellos, como
conclusión, por medio del concepto deductivo.” Pfander, op. cit., pág. 294.
15 "Toda aplicación de la norma jurídica, sea hedía por quien quiera,
en cualquier forma y para cualquier fin, presupone, por consiguiente, siem­
pre un juicio lógico, y precisamente un silogismo, en que la premisa mayor
es dada por la norma, la menor por la particular relación de que se trata, y
la conclusión por una norma de conducta especial para aquella determinada
relación, procedente de la norma general.” Alfredo Rocco, La sentencia civil,
traducción de Mariano Ovejero, Editorial La España Moderna, Madrid, sin ,
fecha; pág. 8. En la página 44 de la misma obra, el autor vuelve sobre el
tema en estos términos: "La operación por la cual, dada una norma general,
se determina cuál es la conducta que debe seguir en el caso concreto el
particular sujeto a la norma, es una pura operación lógica y, como se suele
decir, un silogismo, en el cual, tomada como premisa mayor la regla gene­
ral, como menor el caso concreto, se deduce la norma de conducta que hay
que seguir en el caso particular.”
C O N C E P T O S O N T O E Ó G IC O -J U R ÍP IC O S 95

considera legalmcnle probado, de acuerdo con las reglas del pro­


cedimiento aplicable. Por ello sostenemos que el juicio que esta­
blece la existencia de tal hecho no es enunciativo, sino norma­
tivo, sea cual fuere la forma de su expresión gramatical.

b) Conceptos relaciónales

Zsta denominación se aplica a las nociones de derecho subjetivo


y deber jurídico, y al concepto de relación jurídica. Derecho y
deber son, en el plano de la conducta jurídicamente regulada,
i correlatos objetivos de aquellas nociones.1C La relación entre el
í , sujeto del derecho y el del deber constituye, en el mismo plano,
W el correlato del concepto de relación jurídica.
{■ f Es necesario distinguir con todo cuidado el plano de los con-
[>•.: ceptos y el de sus correlatos objetivos, y percatarse de que, mien­
tras las nociones de cópula jurídica y norma de derecho perte-
ffi necen al plano lógico-jurídico y tienen como correlatos los
¡j correspondientes objetos lógicos, a tales correlatos corresponden,
í en el plano de los conceptos ontológico-jurídicos, las nociones de
deber jurídico, derecho subjetivo y relación jurídica. En otras
palabras: hay que distinguir entre concepto del deber jurídico
ll y deber jurídico del obligado, y concepto del derecho subjetivo y
derecho subjetivo del pretensor. El concepto ontológico-jurídico
I’; de derecho subjetivo o el ontológico-jurídico de obligación, no
se confunden con el lógico-jurídico de cópula atributiva ni con
el lógico-jurídico de cópula imperativa o prescriptiva. Los últi­
mos son en realidad conceptos de conceptos, en tanto que los
otros mientan derechos subjetivos, obligaciones y vínculos ju ­
rídicos.

c) Conceptos predicativos (o determinantes del objeto


Ir del deber jurídico o del derecho subjetivo)

Damos este nombre a los que integran el predicado de la norma


[i de derecho.17 Vistos en su conjunto, constituyen en realidad un

IG Cfr. Lógica del juicio jurídico, cap. n, 5.


I, , i" En el caso del juicio enunciativo, el predicado se refiere a una deter-
minadón del objeto-sujeto; en el de la norma de derecho está en cambio
referido a la conducta objeto de las facultades o de los deberes que se impu­
tan al sujeto de la facultad o del deber.
96 C L A S IF IC A C IÓ N D E L O S C O N C E P T O S JU R ID IC O S

concepto compuesto, al que corresponde, de acuerdo con la teo­


ría que expusimos en nuestra Lógica del juicio jurídico, el nom­
bre de predicado relacional- Lo llamamos así porque indica el
objeto del deber o del derecho establecidos por la norma y apun­
ta, además, al sujeto frente al cual existen la facultad o el deber.18
Si los consideramos aisladamente o, en otras palabras, si des­
componemos el concepto compuesto, encontraremos que cada
uno de sus elementos es determinante del anterior y, por tanto,
de los que le preceden en la serie.
Ejemplo: ‘el comprador debe pagar el precio de la cosa al
vendedor’. Este juicio tiene la siguiente estructura:
Concepto sujeto: ‘El comprador
Cópula jurídica: debe
Predicado relacional: pagar el precio de la cosa
al vendedor’
A l analizar la noción compleja ‘pagar el precio de la cosa
al vendedor’, descubrimos que es posible descomponerla en tres
conceptos parciales: 1) ‘pagar’; 2) 'el precio de la cosa’; 3) ‘al
vendedor’. De éstos, ‘pagar’ determina el objeto del deber jurí­
dico a que hace referencia la cópula del juicio, o lo que es
igual, indica lo que el sujeto obligado debe hacer. Del mismo
modo, el segundo de los conceptos parciales, o sea ‘el precio de
la cosa’, precisa el objeto de la acción a que se refiere el ante­
rior, puesto que lo que el obligado debe pagar es el precio de un ¡
objeto (y no, por ejemplo, el de un servicio). Por último, el
contenido en las palabras ‘al vendedor’ determina a todos los
anteriores, en cuando dice a quién debe el comprador hacer
el pago. Cada uno de los conceptos parciales es determinante de
los precedentes y, por tanto, del objeto del deber impuesto por
la norma de derecho. Pero, tomados en su conjunto, son en rea­
lidad un solo concepto, la noción compleja llamada predicado 4
relacional. Por ello es que el sentido de cada uno de los térmi- J
r d
ís El derecho otorgado al pretensor por la norma atributiva es córrela- j
tivo del deber impuesto al obligado por la prescriptiva, y al revés. La posi-' j
bilidad de hacer (o de omitir) lícitamente algo es derecho subjetivo en cuanto
a tal posibilidad corresponde en todo caso la obligación impuesta a otra ‘
(o a otras) personas, de observar la conducta que hace posible el ejercicio -yí
cabal satisfacción de las facultades conferidas al sujeto activo de la relación.
Cfr. Lógica del juicio jurídico, cap. n.
C O N C E P T O S O N T O L Ó G IC O -J U R ÍD I C O S 97

nos que integran la parte de la norma que corresponde a ese


elemento debe fijarse sin olvidar el nexo que tiene con los
demás.
La determinación del objeto del deber o del derecho puede
hacerse desde diversos puntos de vista. La función de que ha­
blamos es cumplida por los conceptos parciales que constituyen
el predicado relacional. Dichos conceptos pueden ser determi­
nantes:
a) de la forma*,categorial de manifestación de la conducta;
b) del qué de la misma;
c) del dónde;
d) del cuándo;
e) de las cosas a que eventualmente se refiere;
f) de la cantidad de éstas;
g) de la manera de contarlas, pesarlas, medirlas o estimarlas;
h) del modo o forma en que debe realizarse el comporta­
miento objeto de la facultad o del deber;
i) de los criterios para calificarlo o para individualizar las
consecuencias jurídicas;
j) del sujeto de la obligación o del derecho correlativos.

a) La primera especie de determinación de la conducta ju ­


rídicamente regulada atañe a su forma categorial de manifesta­
ción-19 Son determinantes de ésta los conceptos que indican si el
comportamiento consiste en una acción o en una omisión. La
conducta jurídicamente regulada y, en general, la humana, tiene
estructura bipolar, lo cual significa que sólo puede asumir una
de aquellas formas.20 La determinación puede hacerse de modo
expreso, es decir, mediante el uso de conceptos como ‘ejecutar’,
‘abstenerse’, etc., o en forma implícita, por medio de términos
que designan acciones u omisiones, como ‘comprar’, ‘vender’,
‘tolerar’, etc.

19 Hablamos de formas categoriales, porque la conducta humana nece­


sariamente se tfaduce en omisiones o en actos, y no puede manifestarse de
otro modo. Paradla; fenomenología, las formas categoriales son estructuras
'objetivas o esendalgsídel ser, que captamos por medio del pensamiento. Cfr.
; E. V. Aster, Die Philosophie der Gegenwart, Leiden, 1935, pág. 80.
I; 20 Cfr. Eduardo Garda Máynez, “ Principios ontológicos y ontológico-ju-
ridicos sobre el hacer y el omitir” , en Filosofía y Letras, núms. 45-46, enero-
junio, 1952.'..
9§ C L A S IF IC A C IÓ N DE L O S C O N C E P T O S J U R ÍD IC O S

El artículo 602 del Código Civil del Distrito y de los Terri­


torios Federales dispone en su primer párrafo que “el tutor
o, en su falta, quien lo represente, rendirá las cuentas generales
de la tutela en el término de tres meses’’, contados desde el día ,
en que ésta fenezca. Las palabras ‘rendirá las cueqtas generales .
de la tutela’ determinan implícitamente el carácter de acción *
que la conducta posee. En el caso del articuló'850 del mismo
Código, según el cual “no se puede tener ventanas para asomar-
se, ni balcones y otros voladizos semejantes sobre la propiedad
del vecino, prolongándose más allá del límite que separa las he­
redades’’, la expresión ‘no se puede tener ventanas’, implica en ¿
cambio que el objeto del deber es una omisión.
b) Para determinar el contenido de un deber jurídico o de J
un derecho subjetivo no basta con decir que se trata de actos j
o de omisiones, sino que es indispensable señalar en qué con■ ji
sisten el acto o la omisión. Ello suele hacerse por medio de giros ?¡
verbales como ‘depositar’, ‘vender’, ‘suplir’, ‘dar aviso’, ‘exten­
der el documento’, ‘determinar los sueldos de los dependientes’,
‘constituir fianza’, etc.
c) Otros conceptos son determinantes del dónde, es decir, del
ámbito espacial de aplicación de la norma.21 Según el artículo
2082 del Código citado, “ el pago debe hacerse en el domicilio 3
del deudor, salvo que las partes convinieren otra cosa, o que lo
contrarío se desprenda de las circunstancias, de la naturaleza ’
de la obligación o de la ley” . El concepto ‘domicilio del deudor’ ¡j1
fija el lugar en que la prestación debe ser ejecutada.
d) La función de algunos conceptos parciales, dentro del pre- :
dicado relacional, consiste en señalar el momento en que una $
conducta debe o puede lícitamente realizarse. En el caso de la
expresión ‘el pago se hará en el tiempo designado en el con­
trato. . . ’, el momento del pago lo especifica el concepto ‘tiempo
designado en el contrato’. ¿
21 Toda norma jurídica general o abstracta tiene, de acuerdo con Kclscn,
cuatro ámbitos de aplicación: el espacial, el temporal, el material y el per­
sonal. El primero es el lugar del espacio en que aquélla es aplicable; el
segundo, el lapso en que está en vigor; el tercero, su materia o contenido
o, en otras palabras, lo que el precepto dispone; el cuarto, y último, la per­
sona o el conjunto de personas a quienes obliga o faculta. Cfr. Kelsen, El I
contrato y el tratado, traducción de E. García Máyncz, Imprenta Universi­
taria, México, 1943, pág. 53.
C O N C E P T O S O N T O L C )G IC O -J U R ÍD IC O S 99

e) Como la conducta objeto del deber o del derecho puede


estar en relación con cosas, la función de ciertos términos, den-
tro del predicado relacional, consiste en designar éstas. Ejem­
plos: ‘mueble’, ‘vehículo’, ‘mercaderías’, ‘bien mostrenco’, etc.
f) Otras veces es necesario establecer la cantidad, la magni­
tud, el peso o el valor de ciertos objetos, o
g) La manera en que deben ser contados, medidos, pesados
o estimados.
h) Entre los conceptos determinantes figuran también los re­
lativos al modo o forma en que puede o debe realizarse la con­
ducta objeto del derecho o del deber. El artículo 993 del Código
- Civil del Distrito y de los Territorios Federales dispone que “si
el usufructo comprendiera cosas que se deterioraren por el uso, el
usufructuario tendrá derecho a servirse de ellas, empleándolas
según su destino, y no estará obligado a restituirlas, al concluir
el usufructo, sino en el estado en que se encuentren; pero tiene
obligación de indemnizar al propietario del deterioro que hu­
bieren sufrido por dolo o negligencia”. Las palabras ‘según su
destino’ prescriben la forma de empleo de las cosas a que se re­
fiere el derecho concedido al usufructuario. De manera análoga,
el concepto ‘en el estado en que se encuentren’, indica el modo o
forma del cumplimiento de la obligación impuesta por la segun­
da parte del artículo.
i) Figuran asimismo entre los conceptos que integran el pre­
dicado relacional, los que ofrecen criterios para la calificación
de la conducta, para la estimación de la prueba o para la indi­
vidualización de las consecuencias de derecho.
El artículo 31 de nuestra Constitución Federal estatuye en
su fracción IV que los mexicanos están obligados: “IV. A con­
tribuir para los gastos públicos, así de la Federación como del
Estado y Municipio en que residan, de la manera proporcional
y equitativa que dispongan las leyes.” El concepto ‘de manera
proporcional y equitativa’ brinda el criterio que ha de aplicarse
al fijar el monto de los impuestos a que se refiere la citada
fracción IV. Trátase de una regla para la calificación de la con­
ducta constitutiva del objeto del deber.
Otro ejemplo: el artículo 51 del Código Penal ordena que
“dentro de los límites fijados por la ley, los jueces y tribunales
aplicarán las sanciones establecidas para cada delito, teniendo

■¿y
100 C L A S IF IC A C IÓ N DE L O S C O N C E P T O S JU R ÍD IC O S

en cuenta las circunstancias exteriores de ejecución y las pecu­


liares del delincuente”. Las palabras finales nos dan un canon
para la estimación de la conducta y, a la vez, una pauta para la
individualización de la pena.
Entre los conceptos de este grupo despiertan singular inte­
rés los llamados ‘‘standards”. Son, como escribe Sanhourv, ‘direc­
tivas generales’ de que el juzgador puede servirse, a fin de llegar
a una solución más justa, basada en el examen de las circuns­
tancias especiales del caso de que conoce.-- Constituyen, por
consiguiente, ‘‘criterios axiológicos” para juzgar del comporta­
miento objeto de un deber o de un derecho.2 23
2
j) Vienen, por último, los determinantes del sujeto del deber
o del derecho correlativos de la facultad concedida o de la obli­
gación impuesta por la norma. Por ejemplo: según el artículo
149 de nuestra Ley Federal del Trabajo, ‘‘el capitán otorgará el
descanso semanal, en el puerto o en el mar, al personal franco,
cuando por dicho descanso no se afecte el servicio de la embar­
cación”. El concepto ‘personal franco’ indica quiénes son los
titulares del derecho.
La referencia al sujeto del deber o del derecho correlativo

22 “ El ‘standard’ ofrece un criterio estimativo de la conducta social, sus­


ceptible de adaptarse a las particularidades de cada hipótesis especial. El
de ‘buena fe’ en los negotia bonae fidei refleja el matiz de cada una de las
situaciones jurídicas a que se aplica, y cuso estudio concreto es necesario
para convencerse de que las condiciones del mismo ‘standard’ han quedado
satisfechas. Idéntica observación vale para el standard ‘cuidados de un buen
padre de familia’ relativamente a la noción de falta, o para los de ‘reasona-
ble Service and reasonable facilities’ en la ‘law of public Utilities’ y ‘racio­
nalidad’ en el dominio de los ‘restraints of trade’ ” . A. A. Al-Sanhoury, "Le
Standard Juridique”, en Recueil d’Études sur les sources du droit en l’hon-
neur de Frangois Gény, Tomo II, Sirey, Paris, pág. 145.
23 "Todos los standards implican: 1) Un cierto juicio moral acerca de
la conducta. Ésta ha de ser ‘justa’, ‘consciente’, ‘prudente’, ‘diligente’ o ‘ra­
zonable’. 2) No exigen un conocimiento jurídico exacto que haya de ser
exactamente aplicado, sino el empleo del sentido común acerca de cosas co­
munes, o la intuición del experto en asuntos de la experiencia cotidiana.
3) No son formulados con carácter absoluto, ni se les da un contenido fijo, ya
legislativamente, ya por decisión judicial, sino que son relativos a los dife­
rentes lugares, momentos y circunstancias, y deben ser aplicados de acuerdo.
con las particularidades del caso que se estudia.” Roscoe Pound, An Intrct
duction to the Philosophy of Law, Yale University Press, 1945: pág. 1Í8. - '
C O N C E P T O S O N T O L O G 1C O -J U R ÍD 1C O S lO X

puede no ser explícita. Entre los conceptos parciales que inte­


gran el predicado relacional no figura necesariamente el deter­
minante de aquel sujeto. En la misma Ley Federal del Trabajo,
el artículo 151 dispone que “ a elección de los tripulantes, los
salarios podrán ser pagados en moneda extranjera, entregándo­
seles una cantidad equivalente a la señalada, cuando la embar­
cación se encuentre en puerto, en aguas extranjeras o próxima
a llegar a ellas”. La referencia al sujeto de la obligación (es
decir, al patrono) está implícita en la palabra ‘salarios’.
Hemos dicho que los conceptos parciales que integran el
predicado relacional forman una serie, dentro de la cual cada
uno es determinante del anterior. Lo que acabamos de afirmar
de esos conceptos puede aseverarse también del compuesto, por­
que éste, a su vez, es determinante de la cópula, en cuanto
especifica el objeto del deber o del derecho subjetivo a que
aquélla hace referencia. Otra relación del mismo tipo existe
entre la cópula y el concepto sujeto, en cuanto la primera
determina el carácter con que el sujeto cuya conducta se regula
interviene en la relación, es decir, su calidad de pretensor o de
obligado, Y como la norma atributiva y la prescriptiva se impli­
can recíprocamente, resulta que los elementos de cada una (lo
mismo que los conceptos parciales que forman el predicado
....
relacional) son determinantes de los elementos de la otra y de
las nociones parciales que integran el último de dichos elemen­
tos (véase el cuadro de la página que sigue).
Si tomamos otra vez como ejemplo la norma ‘el comprador
debe pagar el precio de la cosa al vendedor’, descubriremos que
en cada uno de sus elementos está implícita la referencia a los de
la norma que atribuye al vendedor el derecho de exigir el pago.
En el concepto ‘comprador’ está implicada la referencia al corre­
lativo ‘vendedor’ y al sujeto vendedor; en la cópula ‘debe’, la
referencia al correlativo ‘tiene el derecho’ y al derecho del
vendedor y, en el concepto predicado, la referencia al concepto
correlativo y al objeto del derecho. Y como las normas atri­
butiva y .présériptiva son equivalentes, por referirse a la misma
'situación relacional,24 podemos sostener que sus conceptos inte­
V grantes no sólo determinan a los anteriores, dentro de cada una,
f
24 Cfr. -Lógica del juicio jurídico, cap. 11, secciones 6 y 7.
102 C L A S IF IC A C IÓ N DE L O S C O N C E P T O S JU R ÍD IC O S

sino a los correlativos de la otra y, por ende, a la relación creada


por el enlace de ambas.

Concepto-sujeto Cópula jurídica Predicado relacional


; - W

‘El comprador debe pagar el precio al ven­
de la ' cedor’
cosa
i a 3

Concepto determi­ Concepto determi­ Conceptos parciales determinantes


nante del sujeto de nante de la función del objeto del deber y del sujeto
la obligación. del sujeto en la re­ del derecho correlativo.
lación jurídica.

‘El vendedor tiene el derecho de exigir el pago al com­


déla prador’
cosa
i 3

Concepto determi­ Concepto determi­ Conceptos parciales determinantes


nante del sujeto nante de la fu n ­ del objeto del derecho y del sujeto
del derecho. ción del sujeto en del deber correlativo.
la relación jurídica.

d) Conceptos substantivos

Son los que designan sujetos de derecho, colectivos o indivi­


duales.
Estas nociones son las únicas que de acuerdo con la lógica
pueden ocupar el lugar del sujeto 25 en el juicio jurídico, porque,
dada la índole imperativo-atributiva de la regulación, los deberes
impuestos o las facultades otorgadas por los preceptos que la
integran necesariamente están referidos a personas. Aun cuando
podamos afirmar que las últimas son objeto de tal regulación,
en el sentido de que su conducta es lo que se regula, en el
plano del comportamiento jurídicamente regulado y, por tanto,

25 Ésta es una de las diferencias entre juicios enunciativos y normativos,


porque, en los primeros, el lugar del sujeto puede ser ocupado por conceptos
que no hacen referencia a personas.
C O N C E P T O S O N T O L Ó G IC O -J U R ÍD IC O S 103

en el de las relaciones jurídicas, los entes dotados de persona­


lidad no son objetos, sino sujetos o términos de éstas. Es, pues,
obvio' que no pueden disolverse en ellas.
En la moderna literatura jurídica destácase, por su origina­
lidad e interés, la tendencia de quienes, como Kelsen, tratan de
entender el concepto de sujeto de derecho en forma puramente
funcional. La persona, en sentido jurídico, no es para el citado
autor una substancia, sino un centro o punto ideal de imputa­
ción de deberes y facultades. Los sujetos jurídicos, en tanto
que sujetos jurídicos, no son algo que exista fuera de las rela­
ciones normativas o independientemente de éstas, sino que se
constituyen dentro y en virtud de las mismas, en la medida
en que la conducta prescrita o facultada es referida a esos puntos
ideales de imputación, que fuera de la norma no tienen realidad
' ninguna, como no la tienen el deber jurídico o el derecho sub­
jetivo. Y como los últimos son definidos, dentro de la doctrina
\ kelseniana, como la misma norma de derecho en determinada
' relación con un sujeto, y las personas son los centros de impu-
; tación que permiten concebir de manera unitaria un conjunto
de preceptos e incluso todo un sistema normativo (como ocu­
rre en el caso del Estado), a fin de cuentas resulta que acaban
por diluirse en el derecho, como se diluyen en él, de acuerdo con
la misma tesis, el deber jurídico y el derecho subjetivo.26 Pero
esto equivale a desconocer que los juicios jurídicos, como todos
los demás, tienen un correlato objetivo,27 y representa el empeño
imposible de pensar en relaciones sin términos.28

I 26 Kelsen, Teoría general del Derecho y del Estado, I, caps, iv y vi.


Cfr. Lógica del juicio jurídico, cap. I, 2.

1 28 "La relación no existe en el mismo sentido que un ser independiente,


por ejemplo, un hombre, un cuerpo, etc. Existe siempre en otro — como
f'ya lo enseñaba Aristóteles— o se da entre dos o más existentes autónomos.
Por ejemplo: la ‘igualdad’ o la ‘semejanza’ no existen en sí; sólo hay cosas
iguales o semejantes, entre las que media la correspondiente relación.” Akos
von Pauler, Logik, Vcrsuch einer Theorie der Wahrheit. Aus dem Ungarischen
übersetzt von Dr. Joseph Somogyi, Walter de Gruyter & Co., Berlin, 1929;
pág. 95. Análogamente, deberes y derechos no pueden existir por sí; existen
siempre entre sujetos jurídicos o, en otras palabras, como derechos y deberes
de éstos.
104 C L A S IF IC A C IÓ N D E L O S C O N C E P T O S JU R ID IC O S

Ley de correspondencia

Los anteriores análisis nos permiten formular el siguiente enun­


ciado general, al que damos el nombre de ley de corresponden­
cia: a cada concepto lógico-jurídico corresponde otro ontológico-
jurídico, y al revés. Ello es consecuencia necesaria de la distinción
entre plano de la regulación jurídica de la conducta y plano de
la conducta jurídicamente regulada.29 Los conceptos que perte­
necen a cada uno se corresponden en forma biunívoca,30 lo
mismo que las series integradas por las dos clases de nociones.
A la pareja de conceptos lógico-jurídicos: supuesto de derecho-
disposición normativa, corresponden los ontológico-jurídicos he-
cho jurídico y consecuencias de derecho, y a la serie de los
integrantes de la disposición de la norma atributiva, es decir, a
los de sujeto, cópula y predicado de la misma, la de los ontoló­
gico-jurídicos sujeto facultado, derecho subjetivo y conducta
objeto del derecho. Análogamente, en el caso de la disposición
de la norma imperativa hay correspondencia entre los conceptos
lógicos sujeto, cópula y predicado del juicio prescriptivo, y los
ontológicos sujeto obligado, deber jurídico y conducta objeto'
del deber. Si para comprobar lo dicho tomamos como ejemplo
cualquier norma, podremos señalar los conceptos ontológico-
jurídicos que corresponden a los de orden lógico que forman
el precepto. Así, tratándose de la disposición ‘el patrono está
obligado a indemnizar al trabajador que ha sufrido un acciden­
te’, cabe distinguir entre ‘patrono’, como concepto-sujeto de la
norma prescriptiva, y ‘patrono’, como ‘sujeto pasivo de la rela­
ción jurídica’; o entre la cópula imperativa ‘está obligado a’ y
el concepto ‘deber jurídico del patrono’ o, por último, entre
‘predicado de la norma prescriptiva’ y ‘conducta objeto de la
obligación’. ■3
El sentido de la ley de correspondencia podrá captarse con ss
mayor facilidad comparando los ejemplos que ofrece el siguiente
cuadro:

29 Cfr. Lógica del juicio jurídico, cap. 1, sección. 2.


30 Cfr. T. D. García Bacca, Introducción a la lógica moderna, Editorial
Labor, Barcelona, 1936: pag. 12. *■'
CONCEPTOS N O R M A T IV O S Y NO N O R M A T IV O S 10 5

C o n cep to s ló g ico -ju ríd ico s C o n c ep to s o n to ló g ico -ju r íd ico s

Supuesto jurídico Hecho jurídico


Disposición normativa Relación jurídica Si
Sujeto de la norma atributiva Facultado
Sujeto de la norma imperativa Obligado
Cópula atributiva Derecho subjetivo
Cópula imperativa Deber jurídico
Predicado de la norma atributiva Conducta objeto del derecho
Predicado de la norma imperativa Conducta objeto del deber

Conceptos jurídicos normativos y no normativos

Tanto los lógico-jurídicos como los ontológico-jurídicos pueden


ser nociones que fungen como elementos de las normas del
derecho, o conceptos que, sin pertenecer a tales normas, han
sido acuñados por la ciencia o la filosofía jurídicas. Lo que de­
termina el carácter jurídico de los del primer grupo es el hecho
de que forman parte de aquellas normas; lo que condiciona la
índole de los del segundo es la circunstancia de que en todo
caso están referidos a nociones de la primera especie. Los elabo­
rados por la doctrina que no intervienen como elementos en las
normas del derecho no son jurídicos por sí mismos, sino por su
referencia a otros. A los de la primera clase podemos darles
la denominación de normativos, y a los de la segunda la de no
normativos. Al hablar de conceptos normativos no pensamos
exclusivamente en los de normas, sino en los lógico-jurídicos
y ontológico-jurídicos que integran los preceptos del derecho.
Son nociones normativas, por ejemplo, las de ‘deber jurídi­
co’, ‘homicidio’, ‘compraventa’, ‘acreedor hipotecario’, ‘enfiteu-
sis’, ‘sanción’, etc. Como ejemplo de conceptos no normativos
citaremos los de ‘ontología formal del derecho’, ‘principio lógico-
jurídico de* razón suficiente’, ‘teoría de la pirámide jurídica’,
etcétera. •
r> La distinqióri no¡ tiene un valor absoluto, ya que los conceptos
í doctrinales que no son, a la vez, elementos de las normas del3 1

31 C ír. L ó g ica d el ju ic io ju r íd ic o , cap. n, sección 7.


ÍOG C L A S IF IC A C IÓ N D E L O S C O N C E D I O S J U R ÍD IC O S

derecho, pueden ser incorporados a éstas, y convertirse en norma,


tiros. La determinación de si un concepto corresponde a la
primera o a la segunda de las dos categorías sólo puede hacerse,
relativamente a cada orden jurídico, después de un examen >
de las prescripciones que lo integran. Es,, pueg,-^posible, que -
ciertas nociones asuman carácter normativo en el-derecho de un
país y no lo tengan en el de otro, incluso cuando aquéllas
pertenecen al acervo conceptual de la jurisprudencia.
De acuerdo con Heck,3- el pensamiento jurídico está llamado
a realizar tres tareas: a) en primer término, la de formulación
de normas; b) en segundo lugar, la de establecimiento de hechos
y, c) por último, la de presentación de resultados.
A estas tres clases de problemas corresponden, según el mismo
Heck, otras tantas de conceptos: los normativos, los cognoscitivos
(o referidos a hechos) y los clasificatorios. Los primeros figuran
principalmente en las codificaciones, pero también en las inicia­
tivas presentadas al legislador por los teóricos del derecho. Los
segundos surgen en la investigación fáctica preliminar realizada
por la ciencia jurídica o en las decisiones judiciales sobre cues­
tiones de hecho. Los últimos son acuñados por los juristas y, en
menor escala, por el autor de la ley.
Esta tesis confirma nuestro aserto de que la división de los
conceptos jurídicos en normativos y no normativos depende, en
cada caso, de que formen o no parte de los distintos sistemas, y
se basa, por tanto, en un criterio puramente extrínseco, ya que
no está referido al contenido de las nociones clasificadas, sino
al hecho de su inclusión o no inclusión en las normas del
derecho.
Los juicios jurídicos pueden también clasificarse, según lo
explicamos en otra obra,33 en normativos y no normativos. A
la primera clase pertenecen todas aquellas normas; a la segunda,
los enunciativos sobre objetos del conocimiento jurídico. El
principio: ‘lo que está jurídicamente ordenado está jurídica­
mente permitido’, no expresa un deber, sino una vérité de raison, ■
en el sentido que Leibniz da a estas palabras.34 Trátase,

se Pliilipp Heck, B e g r iffs b ild u n g u n d I n te r e s s e u ju r isjn u d e n z , Tübingen,


Verlag von J. C. B. Mohr (Paul Siebeck), 1932; I, cap. 11, B, vi.
as Cfr. L ó g ica d e l ju ic io ju r íd ic o , Palabras Preliminares.
ai Cfr. M o n a d o lo g ia , 33.
C O N C E P T O S F U N C IO N A L E S PU R O S

pues, de un juicio enunciativo; y si !o incluimos entre ios jurí­


dicos es porque pertenece al sistema de verdades que integran
la-ciencia del derecho. Dicho de otro modo: no es jurídico por
sí mismo, sino por la índole del objeto a que hace referencia.

Conceptos funcionales puros

Pfander da este nombre a los que no designan “ningún objeto”


y cuya función lógica “ es completamente pura”, como ‘y’, ‘aun­
que’, ‘es decir’, etcétera.
Prescindimos — escribe el citado autor— de que estas expre­
siones puedan, en casos excepcionales, “ tomarse en suposición
gramatical; entonces pueden referirse a sí propias, como tales
figuras gramaticales. Pero no es necesaria esta referencia a sí
mismas y, ordinariamente, no se toman en suposición gramatical.
En estudios de lógica pueden tomarse también en suposición
lógica, de manera que se refieran a sus propias significaciones y,
por tanto, a las de los conceptos por ellas expresados. Pero esto
no es necesario tampoco y, de hecho, en los casos normales no se
toman en suposición lógica, y no por ello pierden su sentido.
¿Cuál es, pues, este sentido en los casos normales?” 35
Si consideramos, por ejemplo, la significación de la palabra
Y en la frase ‘oro y azufre’, vemos que “consiste en enlazar
el oro y el azufre, debiendo notarse que por la función lógica
de ‘y’ se ligan no sólo las palabras y los conceptos ‘oro’ y ‘azu­
fre’, sino los objetos” . El lazo que así se crea “no es, natural­
mente, objetivo, ni como tal se entiende, sino puramente
mental. La palabra ‘y’ cose un hilo de puro pensamiento, tiende
un puente puramente mental entre los dos objetos a que los
conceptos se refieren. Por consiguiente, el concepto que se
expresa con la palabra ‘y’ se agota en la función lógica de esta­
blecer un enlace puramente mental entre dos objetos determina­
dos por dos conceptos”.36
Entre los funcionales puros revisten especial importancia y
han sido objeto de prolijos estudios en el campo de la lógica
simbólica, los que corresponden a las llamdas operaciones

35 Pfander, Lógica, edición y traducción citadas, pág. 190.


30 Pfander, Lógica, edición y traducción citadas, pág. 191.
108 C L A S IF IC A C IÓ N D E L O S C O N C E P T O S J U R ID IC O S

proposicionales, es decir, la negación, la disyunción, la inclusión


y la equivalencia.3'1 La palabra ‘y’, que Pfánder toma como
ejemplo, expresa la segunda de tales operaciones. Su función
lógica principal consiste en establecer relaciones entre juicios
y conceptos y, por tanto, entre los objetos y situaciones objeti­
vas correspondientes. Lo que acabamos de decir de conceptos
como ‘y’, ‘no’, etc., puede afirmarse de los demás funcionales
puros, ya que todos ellos, como lo indica el análisis de los
estudiados por Pfánder, establecen relaciones entre conceptos y
juicios y, por tanto, entre objetos y situaciones.
Volviendo al campo jurídico, encontramos que en las normas
del derecho intervienen también diversos conceptos de índole
puramente funcional. Si tomamos otra vez como ejemplo la ñor-
ma ‘el comprador debe pagar el precio de la cosa al vendedor',
y examinamos el cuadro de la página 102, podremos percatarnos
de que, además de la palabra ‘debe’, que funge como cópula
del juicio, en éste hay ciertas palabras que sólo tienen sentido por
su relación con otras, como ‘el' (en relación con ‘precio’); ‘de’ ,
y ‘la’ (en relación con ‘cosa’) , y ‘al’ (en relación con ‘vende­
dor’) . Si inquirimos cuál es el sentido de tales términos y, para­
lelamente, qué significación tienen los conceptos que expresan, 4
descubriremos que establecen relaciones entre otros conceptos ■
del mismo juicio y, por tanto, entre los objetos a que hacen ■
referencia. Así, por ejemplo, ‘el’ relaciona ‘pagar’ y ‘precio’ )
y, consecuentemente, permite una primera determinación de la j
conducta objeto del deber jurídico, al revelamos que lo que
el comprador debe pagar es ‘el precio’ de algo (la función de ‘el’ j
es aquí, como diría Pfánder, de índole designativa). De modo j
análogo ‘de’ y ‘la’ permiten una nueva determinación, al ligar ¡
los conceptos ‘precio’ y ‘cosa’, ya que indican que ‘el precio’ -J
que ese sujeto ‘debe pagar’ es ‘el de la cosa’. ‘Al’, por último, ¡
cumple una función semejante a la de la cópula, en cuanto
apunta al sujeto titular del derecho correlativo. :
Aun cuando, de acuerdo con las explicaciones hechas en c), ]
los conceptos ‘pagar’, ‘precio’, ‘cosa’, ‘vendedor’, cumplen tam­
bién, dentro de la norma de derecho, una función determinativa,3 1

31 Cfr. Hans Reichenbach, Elements of Symbolic Logic, The Marraigan ^


Company, New York, 1948; II, págs. 23 y sigs.
C O N C E P T O S F U N C IO N A L E S PU RO S IO g

distíngueme, empero, de los funcionales ‘el’, ‘de’, ‘la’, ‘al’, en


que los últimos no tienen, si se les considera aisladamente,
ninguna significación jurídica. Por ello es que, al hacer el
análisis del predicado relacional sólo atribuimos un sentido
jurídico unitario a los siguientes conceptos parciales: i. ‘pagar’;
2. ‘el precio de la cosa’; 3. ‘al vendedor’.38
Los funcionales puros de que trata Pfander son, pues, signi.
ficaciones sincategoremáticas, en la terminología de Edmundo
Husserl. Según e} autor de las Investigaciones lógicas no sólo
debemos distinguir entre expresiones, sino “entre significaciones
categoremáticas y sincategoremáticas” . Las últimas son en todo
caso no-independientes, lo que equivale a declarar que han
menester de un complemento significativo. Dicho en otra forma;
los términos sincategoremáticos poseen en todo caso significa­
ción (incluso cuando se presentan aislados); pero esa significación
no es completa. Cuando el sincategoremático funciona normal­
mente, es decir, cuando forma parte de una expresión indepen­
diente, “ tiene siempre una relación determinada de significa,
ción con el pensamiento total” ; es “depositario de la significación
de cierto miembro no-independiente del pensamiento y presta
así a la expresión como tal su determinada contribución” .39
“De una conjunción como pero, de un genitivo como del padre,
decimos, pues, con buen sentido, que tienen significación. En
cambio no decimos tal cosa de una sílaba cualquiera como vo.
Sin duda, tanto el uno como la otra se nos ofrecen necesitados
de complemento. Pero esa necesidad de complemento es en
ambos casos esencialmente diferente. En el primer caso alcanza
í no sólo a la expresión, sino principalmente al pensamiento. En el
: segundo caso, sólo a la expresión o, mejor dicho, al pedazo
« de expresión, para llegar a ser efectivamente expresión, posible
í estimulador de un pensamiento. En la formación sucesiva de la
. complicada trama verbal va construyéndose paso a paso la sig­
nificación total; en la formación sucesiva de la palabra sólo se
construye la -palabra y, cuando ya está lista, acude el pensamien­
to. Sin duda,ven cierto modo, el pedazo de palabra despierta
" un pensamiento,^ justamente el pensamiento de que es un pe-
V 38 Véase el cuadro que aparece al final de la sección 7.
30 Husserl, Investigaciones lógicas, traducción castellana de Morente y
Gaos, Revista de Occidente, Madrid, 1929; tomo III, pág. 90.
lio C L A S IF IC A C IÓ N D E LO S C O N C E P T O S J U R ÍD IC O S

dazo de palabra y de cómo haya de ser su complemento; pero


naturalmente no es ésa la significación del pedazo. Y si unas
veces se produce éste, otras aquel complemento (vo-voluntad,
volar, vocerío) cambia la significación, pero sin que pueda s
descubrirse en las múltiples significaciones nada.de común que
quepa adscribir al elemento común (vo) como- su sighificación *
propia; también buscaríamos en vano en la "-significación de
cada una de esas palabras una articulación que tenga uno de sus
miembros adscrito como significación propia al trozo de palabra
en cuestión.” 40
Los conceptos sincategoremáticos son no-independientes, ‘‘por­
que no pueden tener consistencia por sí mismos, sino sólo como
partes de todos más amplios” .41 “Toda no-independencia obe­
dece a una ley según la cual, en general, un contenido de la
especie referida, por ejemplo, de la especie a, no puede existir
más que en la conexión de un todo T (a b ... m), donde b ... m
son signos de especies determinadas de contenidos. Hemos sub­
rayado la palabra determinadas, pues ninguna ley se limita a
decir que entre la especie a y cualesquiera otras subsista una ■
conexión y que a necesite un complemento en general y cual­
quiera, sino que la legalidad implica determinación en la especie
de la conexión; las variables dependientes e independientes J
tienen su esfera circunscrita por caracteres fijos de género y ,•
especie. Con las especies queda entonces eo ipso y por ley de
esencia determinada también la forma genérica de la co- '|
.t i
nexión.” 42
Estos principios valen no solamente para las significaciones j
sincategoremáticas sino, en general, para toda significación no- |
independiente. Si volvemos al campo .jurídico, y recordamos la |
norma ‘si dos personas concluyen un contrato de compraventa, :;j
el comprador debe pagar el precio de la cosa al vendedor’, des- 1
cubriremos que los momentos no-independientes de la significa­
ción total constitutiva del juicio jurídico, lejos de complementarse

40 Husserl, In v estig a cio n es lógicas, traducción de Morente y Gaos, tomo III, í


pág. 91.
41 Husserl, In v estig a cio n es lógicas, traducción de Morente y Gaos, tomo III, *
pág- 95- J
42 Husserl, In v estig a cio n es lógicas, traducción de Morente y Gaos, tomo III,
pág. 95-
C O N C E P T O S F U N C IO N A L E S PU RO S 111

de cualquier modo, exigen complementos de determinada especie.


El momento significativo no-independiente expresado por las
palabras: ‘si dos personas concluyen un contrato de compraventa’
^supuesto de derecho) sólo puede tener como complemento una
significación referida a las consecuencias normativas de la reali­
zación de esc supuesto. Esto excluye la posibilidad de un com­
plemento que no se refiriese a los deberes y facultades de las
partes, sino a hechos independientes de su actividad. Lo que
acabamos de decir del supuesto, relativamente a la disposición,
vale también, mutatis mutandis, para los elementos no-indepen­
dientes de esta última. La cópula jurídica ‘debe’ es un momento
no-independiente dentro de la significación total, y como no-
independiente ha menester de complementación; pero el com­
plemento significativo sólo puede referirse a una determinada
forma de conducta, y no, por ejemplo, a hechos físicos, ya que,
por ley de esencia, el objeto de un deber jurídico consiste
siempre en un comportamiento determinado (en el caso: pagar
el precio de la cosa al vendedor). Si atendemos, por último, a la
expresión sincategoremática ‘al’ (y, paralelamente, a la significa­
ción de ésta) podremos percatarnos de que la complementaria
sólo puede hacer referencia a un sujeto de derecho, y no a una
cosa, sencillamente porque el papel del sincategoremático, dentro
de la significación normativa independiente, consiste en apuntar
al sujeto titular del derecho correlativo del deber que la norma
impone.
De acuerdo con Husserl, los sincategoremáticos sueltos, como
por, en relación, con, y, o, etc., “no pueden obtener una com­
prensión intuitiva, un cumplimiento significativo, como no sea
en conexión de un todo de significación más amplio. Si quere­
mos esclarecer lo que la palabra igual significa, tendremos que
considerar una igualdad intuitiva, tendremos que verificar actual­
mente (‘propiamente’) una comparación y sobre esta base llevar
a comprensión impletiva una proposición de la forma a — b.
Si queremos esclarecer la significación de la palabra y, tendremos
que verificar realmente algún acto de colección y, en el conjun­
to que así viene a ser representado, llevar a cumplimiento una
significación de la forma a y b” .43 Por ello es que el sincategore-
43 Husserl, Investigaciones lógicas, traducción de Morente y Gaos, tomo III,
pág. 98.
112 C L A S IF IC A C IÓ N D E L O S C O N C E P T O S JU R ID IC O S

mático suelto “o bien no tiene la misma significación que unido


a una conexión categoremática, o bien la tiene, pero experimenta
un complemento de significación, aunque objetivamente inde­
terminado, de manera que se convierte en expresión incompleta
de la significación momentáneamente viva y completa” .44
En el campo del derecho hay que tomar en cuenta que ios
sincategoremá ticos sueltos, como el, de la, al, para seguir con
el ejemplo de la norma que obliga al comprador a pagar al ven­
dedor el precio de la cosa, no tienen, por sí mismos, ninguna
significación jurídica. Los conceptos ‘pagar’, ‘vendedor’, ‘pre­
cio’, ‘cosa’, ‘comprador’, poseen en cambio, aunque se les des­
ligue de la conexión categoremática, un sentido específicamente
jurídico, pese a su carácter de significaciones no-independientes.
Podemos sostener, por tanto, que las significaciones de las que
en la órbita del derecho se predica la no-independencia, dividen-
se en dos grandes grupos: el de las categoremáticas y el de las
sincategoremáticas. Unas y otras han menester de complementa,
ción (en cuanto no-independientes); pero al paso que las prime­
ras poseen por sí mismas sentido jurídico, las segundas no lo
tienen por sí, y sólo pueden adquirirlo dentro de una conexión
categoremática.

Análisis de las proposiciones, de las normas


y de las relaciones jurídicas

Paralelamente a la distinción entre plano gramatical de las


oraciones, lógico de la regulación jurídica y ontológico de la i
conducta jurídicamente regulada, cabe hablar del análisis de jj
las oraciones, del de las normas y del de las relaciones jurídicas.
Como las oraciones de que tratamos no son otra cosa que la
envoltura lingüística de las normas del derecho, el análisis de j
aquéllas es asunto de la gramática. El de los juicios jurídicos
y el de las relaciones que constituyen el correlato de estos últimos,
son, en cambio, problemas que incumben directamente al ju­
rista, no sólo en el ámbito de la lógica, sino en el más general
de la filosofía del derecho.*

** Husserl, Investigaciones lógicas, traducción de Morente y Gaos, tomo III,


pág. 99. * %
A N Á L I S IS J U R ÍD IC O 1 1 ÍJ

En lo que atañe a las normas, el análisis debe contraerse


a estos puntos:
1. Determinación del carácter genérico o individualizado
de cada regla.
2. Si el precepto es de índole abstracta, indicación del supues­
to jurídico y de la disposición normativa.
3. Examen de los conceptos parciales integrantes del supuesto
de derecho.
4. Estructura lógica y elementos de la disposición. Sujeto,
cópula y predicado de la misma, si el análisis se hace desde
el punto de vista de la lógica aristotélica, y término referente,
concepto relacional y término relato, si el precepto se analiza
a la luz de la teoría de las relaciones.
5. En lo que concierne al predicado relacional, señalamiento
de los conceptos parciales determinantes del objeto del deber
o del derecho, y del sujeto de la facultad o del deber correla­
tivos.
6. Indicación de las partes y elementos del juicio relacional
converso. (Si el directo es atributivo o, en otras palabras, si
confiere un derecho al pretensor, el converso ha de ser impositivo
de una obligación, y al revés.) 46
- 7. Cuando, además de su conexión con el juicio converso, la
norma es fundante de otra o se funda en un precepto jurídico
distinto, habrá que señalar los elementos de los juicios fundante
y fundado. (Toda disposición de índole prescriptiva, verbigracia,
es fundante de la que concede al obligado el derecho de cumplir
con su deber.) 46
8. Hecho el estudio de los juicios relaciónales directo y con­
verso, lo mismo que el de las normas fundantes o fundadas que
se relacionan con ellos, el análisis puede completarse con la
consideración de todos esos juicios desde el cuádruple punto
de vista de la cantidad, la calidad, la relación y la modalidad.47
9. En el caso de las normas individualizadas, además del
examen de sti estructura lógica y de las relaciones de fusión que
puedan existir.,entre ellas y otras de igual especie, será preciso
indicar cuáles, son las genéricas que les sirven de fundamento.
45 cfr. Lógica del juicio jurídico, cap. 11, sección 7.
40 Cfr. Lógica del juicio jurídico, cap. 11, sección f}.
47 cfr. Lógica del juicio jurídico, caps, iv, v, vi y vn.
114 C L A S IF IC A C IÓ N D E L O S C O N C E P T O S JU R ÍD IC O S

La segunda forma de análisis jurídico es la que se refiere


a las relaciones creadas por las normas del derecho. Tales rela­
ciones son el correlato objetivo de la regulación bilateral de la
conducta humana, y deben estudiarse en los siguientes aspectos: i
1. Sujetos de las mismas: titular del derecho o'■ sujeto activo,-'
y obligado, o sujeto pasivo. *
2. Objeto del derecho y objeto del deber, y elementos de cada
una de estas formas de comportamiento.
3. Número de los sujetos activos y pasivos, a fin de establecer
si la relación jurídica es uni-única, uni-múltiple, multi-única
o multi-múltiple.48
4. Por último, ya no a la luz de la lógica jurídica, sino de
acuerdo con las prescripciones del derecho positivo, determina­
ción de la naturaleza pública o privada de cada vinculo, y de la
índole del derecho y del deber de los sujetos vinculados.

2. C l a s if ic a c ió n de lo s c o n c e p t o s ju ríd icos desde


EL PUNTO DE VISTA DE SU EXTENSIÓN

Desde este ángulo visual, los conceptos jurídicos divídense en:


I) singulares; II) plurales; III) universales.

I. Conceptos singulares ■

Son los referidos a un objeto único, esto es, ni general ni espe- %


cífico. De esta clase es, por ejemplo, el concepto ‘delito de
homicidio cometido el día 17 de julio de 1928 por José de León
Toral’, ya que no se refiere a una caiegoria de hechos delictuo­
sos, ni genéricamente a todos los homicidios, sino al perpetrado •“
por Toral en ese día del mes de julio de 1928. Las expresiones i
‘un objeto’ y ‘objeto único’, no significan lo mismo, como certera­
mente dice Akos von Pauler. El triángulo rectángulo es un
objeto, mas no único, ‘‘porque puede haber más de un triángulo -j
de esta especie, mejor dicho, una infinidad de ellos. Incluso j
puede existir una ilimitada cantidad de triángulos rectángulos
congruentes entre sí y, por tanto, enteramente iguales. ‘Ünico’ s

48 Cfr. Lógica del juicio jurídico, cap. 11, sección 7.


E X T E N S IÓ N D E L O S C O N C E P T O S JU R ID IC O S 115

significa, en cambio, que el objeto designado por esta palabra


_ só.lo puede consistir en un ejemplar. Tales son, verbigracia, los
r ^seres humanos individuales y, también, todo objeto singular”.48
jj Volviendo al campo del derecho diremos, pues, que son
i1 singulares los conceptos referidos a objetos concretos del conoci-
» miento jurídico, como ‘Azúcar, S. A .’, ‘contrato de arrendamiento
r de la casa número 20 de la Calle de la Moneda, concluido entre
lí Juan Pérez como arrendador y Carlos López como inquilino’,
‘artículo 37 de la Ley Federal del Trabajo’, ‘Carta de las Nacio­
nes Unidas’, etc., etc.
* Los singulares pueden designar un objeto solitario, como en
! el caso del concepto ‘fraude cometido por Isabel Gutiérrez el
10 de junio de .1947’, o un objeto colectivo, como en el de los
l conceptos ‘Sindicato Mexicano de Electricistas’ o ‘Estados Unidos
* de Norteamérica’. Aun cuando en estos casos se trate de objetos
f* colectivos, los correspondientes conceptos son singulares, porque
| designan personas jurídicas concretas. El Sindicato Mexicano
~ de Electricistas es un sujeto, pudiendo decirse lo propio de los
; Estados Unidos de Norteamérica o de la República Francesa. En
los últimos ejemplos no hay diferencia desde el punto de vista
■ de la lógica, porque ‘Estados Unidos de Norteamérica’ no desig-
f na una pluralidad de Estados, sino un solo Estado, si bien de
tipo federal. El Estado Federal es uno, pese a la pluralidad
I; de sus miembros.

II. Conceptos plurales

j Son los que designan varios objetos, cuando la reunión de éstos


?• es de carácter numérico y, por tanto, independiente de consi­
deraciones de índole cualitativa.80 Entre los conceptos plurales
j y los genéricos y específicos hay una diferencia fundamental.
‘‘ ‘Todos los hombres’, ‘todos los cuerpos’, refiérense, sin excep­
ción, a cualquier hombre y a cualquier cuerpo. El fundamento
V de la pertenencia a una clase común es un momento puramente
! cualitativo, a saber, la especie o el género de los objetos. En
i cambio, el concepto plural se refiere a diversos objetos, no sobre4 0
5
9
49 Pauler, Logik, Versuch einer Theorie der Wahrheit, Walter de Gruyter,
Berlín, 1929, pág. 72.
50 Pauler, opus cit., pág. 73.
J l6 C L A S IF IC A C IÓ N D E L O S C O N C E P T O S JU R ÍD IC O S

la base de la pertenencia a una clase común, sino atendiendo


exclusivamente a un punto de vista cuantitativo- Las nociones
plurales no designan especies ni géneros, sino conjuntos.” 51
“El ‘conjunto’ es el concepto plural por excelencia, porque
designa una reunión de objetos cuyas relaciones recíprocas no
son tomadas en cuenta. Aun cuando esta definición puede susci.
tar reparos, desde cierto punto de vista corresponde perfecta­
mente a la naturaleza de las cosas, en cuanto indica en qué
difiere el ‘conjunto’ de otras especies de totalidades, como la
‘especie’ y el ‘género’. Los últimos incluyen a sus elementos
en virtud de la relación que entre ellos existe. Cuando entre
los objetos hay coincidencia de propiedades fundamentales, deci­
mos que son del mismo género, ya se trate de objetos ‘animados’
o ‘inanimados’, ya de los que carecen de existencia real, como
las figuras geométricas, los ideales o los juicios. A un mismo con­
junto pueden en cambio pertenecer entidades de la más dispar
naturaleza, como una casa, un hombre, algunas herramientas,
una aspiración y un teorema matemático.” 525 3
Como ejemplo de nociones plurales, en el campo jurídico,
señalamos los conceptos ‘dos cosas’ y ‘cualquiera de esos hechos
o cosas’, que aparecen en este artículo del Código Civil del Dis- ;
trito y Territorios Federales: “Si el deudor se ha obligado a uno
de dos hechos, o a una de dos cosas, o a un hecho o a una cosa,
cumple prestando cualquiera de esos hechos o cosas; mas no i
puede, contra la voluntad del acreedor, prestar parte de una i
cosa y parte de otra, o ejecutar en parte un hecho.”

III. Conceptos universales

Llámanse así los referidos a todos los miembros de una clase.54 >
En el precepto ‘el comprador debe pagar al vendedor el precio j
de la cosa’, ‘comprador’ es un concepto universal, pese a la
forma de la expresión, porque no alude a un comprador con-
^
Pauler, opus cit., pág. 73.
51
Pauler, opus cit., pág. 74.
52
53 Art. 1962 del Código Civil para el Distrito y Territorios Federales.
54 Sobre el concepto de clase véase la obra de S. K. Langer, An Introduf:4*
tion to Symbolic Logic, Dover Publications, New York, Second Editiom. 1953, _
caps. v-vm.
E X T E N S IO N D E LO S C O N C E P T O S J U R ID IC O S 11 7

crelo, ni a varios compradores, sino a todos Jos miembros de la


clase correspondiente. Al hablar, en nuestra Lógica del juicio
jurídico, del ámbito personal de validez de los preceptos gené­
ricos, dijimos que se aplican a todos los comprendidos dentro
de la clase designada por el concepto-sujeto de la disposición
normativa.55
La pertenencia a una clase depende de un elemento pura­
mente cualitativo, a saber; el atributo común a los miembros de
aquélla. Tratándose de las nociones universales ‘todos los escri-
tos’, ‘todos los vertebrados’, las clases correspondientes están
constituidas “ por todos los escritos que han existido, existen o
habrán de existir, y por los vertebrados que han vivido, viven
actualmente o vivirán en el futuro, y ello con absoluta indepen- ■
dencia de que haya o no un espíritu capaz de pensar o conocer
tales ejemplares.” 50 El concepto universal está referido a un
momento específico o genérico, en la medida en que dicho mo­
mento “necesariamente se da en cada miembro de la correspon­
diente clase”. “Aquí radica una de las diferencias más profundas
entre conceptos plurales y universales. ‘Algunos hombres’ simple­
mente significa que tal o cual predicado, ‘docto’, por ejemplo,
conviene a cierto número de individuos humanos. ‘Todos los
hombres’, en cambio, denota que un determinado momento per­
tenece como propiedad a cada uno de los individuos de la espe­
cie, en cuanto deriva de la esencia humana de éstos/’ 57
Los conceptos universales divídense en genéricos y específicos,
según que estén referidos a géneros o a especies. Como la última
distinción es relativa, el mismo carácter asume la que acabamos
de establecer en lo que respecta a los conceptos universales.
Las especies que tienen otras debajo de sí se llaman géneros;
pero como aquéllas pueden, a su vez, asumir el carácter de espe­
cies relativamente a un género superior, la relatividad de las
expresiones que estamos usando resulta obvia. Por ejemplo:
bajo el concepto genérico hechos jurídicos caen gran número de
especies y subespecies. Si dividimos los hechos jurídicos en volun­
tarios e involuntarios, y los voluntarios en lícitos e ilícitos, los
. •V'* i
55 Lógica d fi juicio jurídico, Fondo de Cultura Económica, México, 1955,
cap. v, 3.
50 Pauler, opus cit., pág. 74.
57 Pauler, opus cit., pág. 75.
1 18 C L A S IF IC A C IÓ N D E L O S C O N C E P T O S J U R ÍD IC O S

conceptos ‘hecho jurídico lícito' y ‘hecho jurídico ilícito’ serán


específicos, frente a la noción ‘hecho jurídico voluntario’; pero,
relativamente a otras de menor generalidad, como ‘contrato’ o
‘cuasicontrato’ (dentro de la clasificación de los lícitos), o ‘falta’
y ‘delito’ (dentro de la de los ilícitos) habrá que; considerarlos
como O genéricos. ' i; ^^ . •
Si pasamos del plano de los conceptos al de sus correlatos
objetivos, encontraremos que a cada concepto universal (especí­
fico o genérico) corresponden objetos de una determinada clase.5S
La noción genérica está supraordinada a las específicas, y estas
últimas, si poseen el mismo rango dentro de la pirámide con­
ceptual, aparecen coordinadas entre sí. Mientras la relación entre
conceptos genéricos y específicos es de supraordinación, la que
existe entre las clases a que tales conceptos se aplican es de inclu­
sión.™ Volviendo a los ejemplos: la de los hechos jurídicos
incluye a la de los hechos ilícitos; la de los hechos ilícitos a la
de los delitos; la de los delitos a la de los atentados al pudor, etc.
Lo que permite establecer relaciones entre clases, en lo que
a su extensión atañe, es la comunidad o no comunidad de ele­
mentos. Aquellas relaciones están siempre condicionadas por
el hecho de que las clases tienen en común todos o algunos de
sus miembros o, por el contrario, carecen de elementos comunes.
Hay, como escribe Susan Langer, cinco casos posibles:
1) Inclusión recíproca o identidad.
2) Inclusión completa de una clase menor en otra más extensa.
3) Inclusión parcial de una clase en otra, o interferencia de
éstas.
4) Inclusión completa de dos o más clases en otra más am­
plia, o “composición” de una clase por otras menores.
5) Exclusión recíproca y completa.00
Estas relaciones pueden ser representadas por medio de los
cinco diagramas que en seguida explicaremos, y que hemos toma­
do de la obra Introduction to Symbolic Logicé1
La primera se representa por medio de dos círculos A y B, cuya
extensión es idéntica (fig. 1). Basta pues, para visualizar la reía-59
8
58 Langer, opus cit., V, 3.
59 Langer, opus cit., VI, 1-3. \
;
90 Langer, opus cit., VI, 2, pág. 137.
01 Langer, opus cit., VI, 2, págs. 138, 140 y 142.
E X T E N S IÓ N DE L O S C O N C E P T O S JU R ÍD IC O S 119

Fie. 1

ción, uña sola figura, que corresponde a las dos clases que se
incluyen de manera recíproca. La fórmula de esta clase de inclu­
sión es:
A < B, B < A, o A = B

Segundo tipo: la clase B está totalmente incluida en A (fig. 2).


Esto significa que todos sus miembros son, también, miembros
de la incluyente. Y como el ámbito de B está totalmente com­
prendido en la extensión de A, B es subclase de A.

>/ Fórmula:
B < A

El tercer caso es el de inclusión parcial, también llamado


interferencia o conjunción de clases. Se presenta cuando A y B,
ninguna de las cuales es incluyente de la otra, tienen sin em­
bargo miembros en común. Los círculos que las representan no
coinciden, ni son independientes uno del otro, sino que se cortan
(fig. 3). En la hipótesis que estamos considerando, "ni es verdad

n
H;
®í
3 20 C L A S IF IC A C IÓ N D E LO S C O N C E P T O S JU R ÍD IC O S

Fie. 3

que (x ): (x e A) —> (x t B), ni tampoco que (x) : (x e B) —» (x e .4);


sino que la verdad consiste en que (-j x ) : (x e A) • (x e B), pues
un individuo, cuando menos, es miembro de A y también de 5 ”.02
“La clase de los elementos que son miembros de A y de B es lla­
mada producto de A y B, y se simboliza de este modo: A X B.
A las clases que tienen miembros comunes se les llama conjun.
tas; de aquí que la operación simbolizada por ‘X’ reciba el nombre
de conjunción." 03
El cuarto caso es el de dos o más clases totalmente incluidas
en otra de mayor extensión. A y B, sumadas, constituyen una
nueva clase, a la que pertenecen todos los miembros de aquéllas.
Esta nueva clase es la suma de A y B, o A + B. Su forma defi-
nitoria es
(x 8 A) V (x e B)

Fie. 4

En el diagrama núm. 4 el área comprendida dentro de la


línea puntuada es la extensión de A + B. Y como esta última
es la suma de A y B, todo miembro de cualquiera de las clases

02 Langer, opus cit., VI, 3, pag. 138.
03 Langer, opus cit., VI, 3, pág. 138. \ *
E X T E N S IÓ N D E L O S C O N C E P T O S J U R ID IC O S 121
sumadas pertenece, también, a A + B. Luego, tanto A como B
son subclases de A Como lo indica la iigura 4, A y B tienen
miembros comunes, puesto que hay una clase A X B que forma
parte de las dos clases factores. Los miembros de la clase pro­
ducto son, a un tiempo, miembros de A y de fí y, por ende, perte­
necen, igualmente, a A + B.
Las que componen una tercera reciben el calificativo de dis­
yuntas; por ello se afirma que '+ ’ es el signo de la disyunción.
El quinto, y último tipo de relación entre clases es el de la
exclusión mutua.64 Dos clases son mutuamente excluyentes cuan­
do no poseen ningún miembro en común o, en otras palabras,
cuando su producto es la clase nula.65 En la figura 5, A y B se

excluyen entre sí, ya que ningún miembro de la primera perte­


nece a la segunda, y al revés. Luego A X B = 0 . Ejemplo: la
clase de las conductas jurídicamente permitidas y la de las con­
ductas jurídicamente prohibidas son mutuamente excluyentes.
O, expresado de otra manera: la de los procederes que se en­
cuentran, a un tiempo, permitidos y vedados, es una clase sin
miembros, o vacía.

Tesis de Pfander sobre la extensión de los conceptos


Según PfánéLer, el número de objetos que caen bajo un concepto
no es idéntico. £t”Su extensión. “La extensión de un concepto debe
ser una drménSán fija, completamente independiente del mundo
real y sus alteraciones, y que no sufra modificaciones en el tiem-
01 Langer, opus cit., VI, 4 pág. 141.
05 Langer, opus cit., VI, 4, pág. 141.
122 C L A S IF IC A C IÓ N D E L O S C O N C E P T O S JU R ÍD IC O S

po. Pero entre los objetos que caen bajo un concepto pueden
hallarse objetos reales, cuyo número depende de las circunstan­
cias de la realidad y varía en el tiempo, ya que algunos perecen
mientras otros nuevos vienen a añadirse a ellos. Si, pues, se con­
tasen estos objetos reales dentro de la extensión del concepto,
ésta no sería constante, sino que variaría con'la muerte-y el naci­
miento de los objetos. Así, pues, caen, por- ejemplo, bajo el
concepto ‘águila’ todas las águilas individuales que 'actualmente
existen. Pero si la extensión del concepto ‘águila’ estuviera cons­
tituida por el número de las águilas reales, dicha extensión
aumentaría suponiendo que aumentasen los nacimientos de águi­
las, y disminuiría si aumentase su mortalidad. La extensión del
concepto no tendría una dimensión determinada.” 06 De hecho,
los objetos reales que caen bajo un concepto no se cuentan en
su extensión; pues, cuando se trata de determinar la de uno de
estos conceptos, no se hace el recuento estadístico del número
de objetos que caen bajo él. “Si la frase ‘campo de aplicación’
o ‘esfera de validez’ de un concepto no quiere decir más que el
círculo de objetos que caen bajo el concepto, y si se cuentan den­
tro del concepto los objetos reales, resulta claro que estos últimos
no pueden ser idénticos a la extensión del concepto” , ya que la
esfera de validez de éste "se reduciría o aumentaría al modifi­
carse el número de los objetos reales”.07
Si la extensión ha de ser una magnitud constante, obvio es
que sólo podrá estar constituida por los objetos que, cayendo
bajo el concepto, no se hallen expuestos a las modificaciones del
mundo real. “Estos objetos son, como hemos visto, los especí­
ficos y los genéricos; y entre ellos constituyen la extensión de
un concepto las especies ínfimas. Las especies ínfimas, como,
por ejemplo, los diversos matices del rojo, son completamente
independientes del número y destino de los ejemplares indivi­
duales. Tales especies ‘caen’ primero bajo los conceptos especí­
ficos que a ellas se refieren; pero, además, bajo todos los demás
conceptos específicos superiores. Así, los diversos matices del
rojo cuyo objeto constituyen; pero luego caen todos bajo el con­
cepto específico superior de ‘rojo’; y, finalmente, junto con todos
cc A. Pfánder, Lógica, traducción de J. Pérez Bances, 2* edición. Espasa-
Calpe, Argentina, Buenos Aires México, 1940, pág. 176.
6Z Pfander, obra y edición citadas, pág. 177.
E X T E N S IÓ N D E L O S C O N C E P T O S JU R ID IC O S IS g

los matices del amarillo, del verde, del azul y del violeta, bajo el
concepto superior de ‘color’. Todos los matices del rojo forman
- la extensión del concepto ‘rojo’; todos los matices del color, en
•general, la del concepto ‘color’.” €S
De ello se sigue que los conceptos individuales no tienen, de
acuerdo con la doctrina de Pfánder, extensión alguna, ya que
no están referidos a especies inferiores. ‘‘Por tanto, un concepto
de especie inferior, por ejemplo, el de un determinado matiz del
rojo, tiene la extensión mínima, pues sólo cae bajo él una espe­
cie inferior, justamente el matiz del rojo a que se refiere.” 00
La extensión de los conceptos específicos superiores será, pues,
tanto mayor cuanto más elevado sea el número de las especies
inferiores comprendidas bajo ellos. El concepto específico ‘rojo’
abraza todos los matices del rojo, y tiene “mayor extensión que
el concepto de un determinado matiz del rojo, que sólo abarca
este matiz. El concepto específico superior de ‘color’ abraza no
sólo todos loj matices del rojo, sino los de las demás especies
„ de color, y tiene, por tanto, mayor extensión que el concepto
‘rojo’ ” .6
70
9
6
8
' • -

Si sólo poseen extensión los conceptos específicos y genéricos,


• ' -

“únicamente a propósito de éstos puede plantearse el problema


de las relaciones entre el contenido y la extensión”.71 Y como
- .m

para determinar la de un concepto de especie hay que tomar en


cuenta los objetos específicos inferiores que caen bajo él, y ello
• '

depende del contenido del mismo concepto, resulta que el con­


■<■:■■■’■**.&*■? • . '
'• •

tenido es "lo primario” y la extensión “ lo secundario”.72


*.■••-'

El concepto individual tiene, pues, contenido, pero carece de


extensión. Relativamente a sus conceptos específicos “ tiene el
máximum de contenido, pero una extensión cero” .73 Si prescin­
dimos del momento de la individuación, el concepto ya no se
r a r
‘ V -- “

referirá a un objeto individual, sino a todos los de la especie


ínfima. Cuando un concepto específico ínfimo es nuevamen­
r v . 'w

te reducido, la extensión aumenta, y el nuevo concepto pasa a

68 pfander, obra y edición citadas, pág. 177.


w
r*!'V

69 Pfander, obra y edición citadas, pág. 177.


70 Pf;inder, obra y edición citadas, pág. 178.


71 Pfander, obra y edición citadas, pág. 178.


72 Pfander, obra y edición citadas, pág. 178.
73 Pfander, obra y edición citadas, pág. 178.
5*?
12 4 C L A S IF IC A C IÓ N D E LO S C O N C E P T O S JU R ID IC O S

referirse a la especie inmediatamente superior. “Si, por el con­


trario, partimos de un concepto específico superior y aumenta­
mos su contenido gradualmente, haciendo que vaya refiriéndose
sucesivamente a la especie inmediatamente inferior, su extensión
irá disminuyendo a medida que vayan cayendo bajo el concepto
cada vez menos especies inferiores, hasta que, al convertirse en
el concepto de la especie ínfima, adquiera la dimensión mínima
i y, finalmente, se convierta en cero, si en el contenido entra el
momento de la individuación.” 74
La diferencia entre la tesis de Pfánder y la expuesta en la
sección anterior deriva de que en un caso la extensión se con­
cibe en un sentido primordialmente lógico y, en el otro, primor­
dialmente ontológico. Pero como el plano lógico está condicio­
nado por el ontológico, como el propio Pfánder lo reconoce, no
hay inconveniente en sostener que la extensión de un concepto
está constituida por su campo de aplicación, caso en el cual la
de los individuales no sería igual a cero, sino a i, ya que cada con­
cepto individual se aplica a un objeto.

3. C l a s if ic a c ió n de lo s c o n c e p t o s jurídioos desde
E L P U N T O DE V I S T A D E SU C O N T E N ID O

La lógica tradicional divide los conceptos, desde este punto de


vista, en simples y compuestos. “Aquéllos encierran sólo un pen­
samiento, una nota; éstos, varias notas. Concepto simple es el ¿
del ser, no en cambio el concepto ‘rojo’, porque en él está im­
plícito el concepto ‘color’. Los simples no son definibles, ya que
no se les puede dividir. Sólo los compuestos pueden ser materia
de definición, en el sentido estricto del término, puesto que com­
prenden varios conceptos parciales.” 75 Excepción hecha del con­
cepto del ser, todos los demás son compuestos. A los términos
simple y compuesto puede, empero, dárseles otro sentido, si por
concepto simple se entiende cualquiera de los integrantes de otro,
y por concepto compuesto el que implica a otras nociones. La
distinción no es absoluta, ya que sólo puede aplicarse a los con-

74 Pfánder, obra y edición citadas, pág. 180. - ■'-■j


15 Johannes Hessen, Lehrbuch der Philosophie, I, 2. Aufl., E. ReinhardT
Verlag, München-Basel, 1950, pág. 140. \ -I v—-
R E L A C IO N E S R E C ÍP R O C A S 125
ceptos integrantes de tina noción compleja, para diferenciarlos
de ésta. Tal es la forma en que hemos empleado aquellos tér­
minos, al decir, por ejemplo, que el concepto que en la norma
jurídica sirve como predicado se compone de una serie de con­
ceptos parciales. En el caso del precepto: ‘el comprador debe
pagar el precio de la cosa al vendedor’, el concepto compues­
to ‘pagar el precio de la cosa al vendedor’ funge como predicado
relacional 70* Las nociones parciales que lo integran son ‘pagar’,
‘precio de la cosá’ y ‘vendedor’. A l llamar simples a estos últi­
mos, lo que queremos decir no es que en su significación no
estén implícitos otros, sino solamente que, frente al de orden
complejo constitutivo del predicado relacional, asumen el carác­
ter de elementos. Ésta es la forma en que Fritz Schreier emplea
dichos términos, cuando afirma, verbigracia, que el concepto
‘comisión de un homicidio’, en el caso de la norma sancionadora
del no calificado, corresponde a una hipótesis jurídica simple,
en tanto que las palabras ‘homicidio con ventaja, premeditación
y alevosía’ dan expresión a un supuesto jurídico complejo.77
‘Homicidio’ es un concepto jurídico simple sólo en relación
con 'homicidio calificado’, mas no en el sentido de la teoría tra­
dicional, ya que en él están implícitas las nociones referidas a
los elementos que constituyen el hecho delictuoso.

4. C l a s if ic a c ió n de los c o n c e p t o s ju r íd icos desde e l


PUNTO I)E V IS T A D E SU S R E L A C IO N E S R E C ÍP R O C A S

Los principales tipos de relación entre conceptos jurídicos, desde


el punto de vista lógico, son los siguientes:
I) Dependencia o independencia
II) Compatibilidad o incompatibilidad
III) Coordinación
IV) Supra o subordinación

70 Recuérdese Jo expuesto en la sección i, II, c) de este capítulo.


77 Cfr. F. Schreier, C o n cep to s y form as fu n d a m en ta le s d e l d erech o , traduc­
ción de E. García Máynez, Editorial Losada, Buenos Aires, 1942, Segunda
Parte, cap. 1, I, A).
¡c’ 6 C L A S IF IC A C IÓ N DE LO S C O N C E P T O S J U R ÍD IC O S

I. Conceptos jurídicos dependientes y conceptos


jurídicos independientes
Los conceptos son significaciones elementales, y las significacio­
nes pueden ser dependientes o independientes. A¿ referirnos a .
la distinción entre expresiones categoremátícas jy-¿sincategoremá-
ticas,78 dijimos ya que una significación es dependiente cuando
exige un complemento. Las sincategoremáticas son^no-indepen-
dientes; pero una significación no-independiente puede tener sen­
tido por sí misma, es decir, fuera de toda conexión significativa.
Al hacer el análisis del precepto que impone al comprador de
una cosa el deber de pagar el precio al vendedor, vimos cómo
la expresión no-independiente ‘pagar el precio de la cosa’ tiene
por sí sentido jurídico, lo que no ocurre con las palabras ‘el’,
‘de la’, ‘al’, que sólo lo adquieren dentro de la parte del precepto
llamada disposición.'19
En este punto es indispensable tener en cuenta “la relación
que existe entre la independencia y no-independencia de las sig­
nificaciones y la independencia y no-independencia de los obje­
tos. Por un momento podría creerse que la primera se confunde
con la última. Los actos que confieren significación refiéren-
se, como ‘representaciones’, como ‘vivencias intencionales’, a obje-
tos. Si, pues, algún elemento del objeto es no-independiente, no
podrá ser representado por sí solo y, por tanto, la significa­
ción correspondiente exigirá un complemento y será por su parte
no-independiente.. . ” “ Pero en seguida nos convencemos de que
esta concepción es falsa. La expresión misma de momento no
independiente ofrece una refutación decisiva. Es una expresión
categoremática y, sin embargo, representa algo no-independiente.
Y así, en general, todo objeto no independiente admite — y de
modo directo— ser objeto de una significación independiente.
Por ejemplo, la rojez, la figura, la igualdad, el tamaño, la uní.
dad, el ser. Por estos ejemplos se ve que no sólo a los momentos
objetivos materiales, sino también a'las formas categoriales, co­
rresponden significaciones independientes, significaciones que se
enderezan propiamente a esas formas y, por tanto, las hacen
"8 Véase, en este mismo capítulo, lo expuesto en la sección titulada “ Con­
ceptos funcionales puros”.
19 Sobre el concepto de disposición normativa, cfr. Lógica del juicio jurí­
dico, cap. vi.
R E L A C IO N E S R E C IP R O C A S 127
objetos por sí, aunque no sean objetos por sí en el sentido de la
independencia. Esta posibilidad de significaciones independien,
tes referidas a momentos no-independientes no tiene nada de
"extraño si pensamos en que la significación, aunque ‘representa’
un objeto, no por eso tiene el carácter de una copia, sino que su
esencia reside más bien en una cierta intención que precisa­
mente en el modo intencional puede ‘dirigirse’ a todo, a lo inde-
pendiente como a lo no-independiente. Y así todo puede ser
objeto en el modo del significar, esto es, todo puede ser objeto
intencional.” 80
Los conceptos referidos a los elementos lógicos de la dispo­
sición de las normas jurídicas abstractas S1 comprueban la exac­
titud de estos asertos. Es obvio que los conceptos ‘cópula jurí­
dica’ y ‘objeto del deber’, por ejemplo, son categoremáticos, a
pesar de que se refieren a elementos no independientes del pre­
cepto de derecho. A l hablar de independencia y no indepen­
dencia es indispensable esclarecer si tales nociones se refieren a
los conceptos o a los objetos intencionales de estos últimos. Si
volvemos nuevamente al ejemplo de la norma que obliga al com­
prador a pagar el precio de la cosa, podremos decir, de acuerdo
con la distinción establecida por Husserl, que el concepto 'pagar
el precio de la cosa al vendedor’ es no-independiente, en tanto
que ‘objeto del deber jurídico’ es independiente. De manera
semejante, el concepto jurídico ‘mora’ es una significación inde­
pendiente, aun cuando el objeto a que se refiere, esto es, el
retraso en el cumplimiento, no lo sea, ya que presupone la exis­
tencia de la obligación sujeta a término. Lo mismo podría decirse
de los conceptos ‘premeditación’, ‘alevosía’ y ‘ventaja’, que son
independientes, pese a que se refieren a hechos jurídicos que no
tienen tal carácter.
t:
|
II. Conceptos jurídicos compatibles y conceptos
jurídicos incompatibles

Las significaciones, ya se trate de conceptos, ya de juicios, diví-


R
K
fes •
80 Husserl, In vestig acion es lógicas, traducción de Morente y Gaos, tomo III,
’ pág. 96.
| 31 Recuérdese lo expuesto en este capítulo acerca de los “ conceptos pre-
Í dicativos”.
128 C L A S IF IC A C IÓ N DE L O S C O N C E P T O S J L R ÍD IC O S

dense en posibles (o compatibles) c imposibles (o incompatibles).e2


La posibilidad de una significación se define diciendo que
en la esfera de los actos objetivantes 83 “ le corresponde una esen­
cia adecuada, esto es, una esencia cuya materia es idéntica a la
suya o, lo que es lo mismo, que tiene un sentido impletivo o,
también, que hay una intuición perfecta ‘in specie’ cuya materia
es idéntica a la suya” .54 Por ejemplo: los conceptos ‘derecho
subjetivo’ y ‘ejercicio obligatorio’ son compatibles, en cuanto al
concepto complejo ‘derecho de ejercicio obligatorio’ corresponde
una esencia cuya materia es idéntica a la de este último. En
cambio, si unimos las significaciones ‘deber jurídico’ y ‘cumpli­
miento potestativo’, encontraremos que la expresión compleja
‘deber jurídico de cumplimiento potestativo’ encierra un con­
cepto imposible, precisamente porque las significaciones parcia- i
les no son compatibles entre sí. Del mismo modo que en el
plano lógico jurídico esas significaciones se excluyen y, por tanto,
determinan la imposibilidad del concepto complejo, en el de los ]
correlatos objetivos (o, en otras palabras: en el de la conducta j
jurídicamente regulada) no existe un deber jurídico cuyo cum­
plimiento o incumplimiento sea objeto de una facultas optandi. ;
El término ‘deber jurídico de cumplimiento potestativo’ encierra j
una contradicción, un contrasentido.
En rigor, las significaciones parciales de que acabamos de \
hablar son, en sí mismas, posibles, en el sentido de la definición
husserliana; imposible es solamente la noción compleja ‘deber
jurídico de ejercicio potestativo’, que resulta del enlace de las
dos primeras. Por ello dice el autor de las Investigaciones lógi- ’J
cas que dos contenidos son inconciliables “cuando no se compa-
decen en la unidad de un todo’’.85 Por ejemplo, los conceptos
p y q son compatibles no simplemente por hallarse unidos, sino f
por hallarse comprendidos dentro de un todo T, “que excluye la :
contrariedad de p y q, con respecto al mismo T ” . Dos conceptos |
82 HusserI, In vestig acion es lógicas, traducción de Moren te y Gaos, tomo IV, »
pág. ii2.
83 HusserI, Investig aciones lógicas, traducción de Moren te y Gaos, tomo IV.’if
Sección Primera, caps. i-iv.
84 HusserI, Investig aciones lógicas, traducción de Morente y Gaos, tomo fV,. íj
pág. 113. 'í
83 HusserI, Inxrestigaciones lógicas, traducción de Morente y Gaos^ toujo fV,
pág. 117.
R E L A C IO N A S R E C ÍP R O C A S 129
son, en cambio, incompatibles, cuando “no se compadecen’’ como
miembros de ese todo. En otras palabras: cuando se habla de
incompatibilidad o inconciliabilidad de significaciones, la expre-
sión ‘inconciliabilidad’ sólo concierne "a la relación de las signi­
ficaciones parciales de una significación compleja, que no se
cumple en una intuilivación objetivamente compleja, sino que
se decepciona o puede decepcionarse” .80 No tiene sentido ha­
blar de conceptos incompatibles en si mismos, sino sólo de in­
compatibilidad de ciertos conceptos con otros. Puede, en cam­
bio, hablarse de conceptos imposibles; pero entonces se trata, como
escribe Husserl, del enlace de dos significaciones “que no se
compadecen”.
En el caso de los llamados imposibles la imposibilidad no
consiste en la formación del concepto complejo; más bien se trata
de imposibilidad del objeto a que aquél hace referencia. Po­
demos perfectamente hablar de un ‘círculo cuadrado’ o de un
'deber jurídico de cumplimiento potestativo’ y entender el sen­
tido de las correspondientes expresiones; pero precisamente por­
que las entendemos resulta evidente la imposibilidad de que
corresponda a ellas algo objetivo.87 Volviendo al segundo ejemplo
jkj .
®° Husserl, In v estig a cio n es lógicas, traducción de Morente y Gaos, tomo XV,
pág. 123.
87 " L a esfera d e la sig n ifica ció n es m u c h o m ás a m p lia q u e la de la in t u i­
ción, esto es, que la esfera total de los cumplimientos posibles. Pues por el
lado de las significaciones hay que agregar la ilimitada multiplicidad de
significaciones complejas que carecen de realidad o posibilidad; hay comple­
jos de significaciones que se combinan en significaciones unitarias, pero tales
que no les corresponde n in g ú n correla to d e c u m p lim ie n to u n ita r io p o sib le ".
‘‘Por consiguiente, no existe un p le n o p a ra lelism o entre los tip o s categoriales
(o los tipos de intuición categorial) y los tip o s d e la sig n ifica ció n . A todo tipo
categorial de grado inferior o superior corresponde un tipo de significación;
pero en virtud de nuestra libertad para enlazar los tipos significativos en
tipos complejos, no corresponde un tipo de objetividad categorial a cada uno
de los tipos que así surgen. Recordemos los tipos de contradicciones analíticas,
como u n A q u e n o es A , tod os los A so n B y a lg ú n A n o es B , etc. El parale­
lismo sólo puede y necesita existir con respecto a los tipos primitivos, pues
todas las significaciones primitivas sin excepción tienen su origen en la ple-
t nitud de una intuición correlativa; o para expresarlo más claramente: como
* sólo se puede hablar de compatibilidad e incompatibilidad dentro de la esfera
l de lo compuesto o de lo susceptible de composición, la significación simple,
’ como expresión de algo simple, no puede ser nunca imaginaria; y esto alcanza,
| por ende, a toda form a de significación simple. Si es imposible alg o q u e sea a
ife
C L A S IF IC A C IÓ N DE L O S C O N C E P T O S J U R ÍD IC O S
i3 °
podem os decir, por tanto: si es de la esencia de todo deber el ser
fundante d e un derecho d e ejercicio obligatorio, referido al
cumplimiento de lo prescrito, a priori queda excluida la posibi­
lidad de deberes entre cuyo cumplimiento o incumplimiento el *
sujeto obligado tenga el derecho de optar. El fundamento onto- - -
lógico de la distinción entre conceptos posibleste-ámpósibles, en *
el caso de nociones no jurídicas, es el axioma según el cual a nin­
gún obieio pueden convenirle a la vez, en un mismo respecto,
predicados contradictorios. Tratándose de nociones referidas
a la conducta jurídicamente regulada, el fundamento de la dico­
tomía reside en el principio según el cual dicha conducta no
puede hallarse, relativamente a los mismos sujetos y en condi­
ciones iguales de espacio y tiempo, jurídicamente prohibida y
jurídicamente permitida.
La distinción entre conceptos posibles e imposibles resulta «
particularmente diáfana si se toma en cuenta el nexo entre cada
concepto y los objetos que constituyen su campo de aplicación.
El conjunto de objetos a que un cierto concepto se aplica J
constituye la extensión de la clase correspondiente.88 La de las
'conductas jurídicamente obligatorias’, por ejemplo, es la for­
mada por los procederes que constituyen él campo de aplicación
de tal concepto. Al definir dichos procederes como aquellos cuya J
ejecución se permite y cuya omisión se veda,89 tenemos el criterio ¿
para determinar qué formas de conducta deben incluirse den- v
tro de la misma clase. Tomando como pauta la definición del í
concepto podemos decidir si un objeto pertenece o no a ella. La í
pertenencia está condicionada por la posesión de las notas defi- |
nitorias de la noción de que se trate. , J
“Si pensamos en todos los individuos a quienes conviene el :
concepto ‘zorro’, formaremos la clase de los ‘zorros’. Si queremos l
formar la de los números primos, tendremos que preguntarnos \;
por los objetos a que el concepto ‘número primo’ puede apli- f
carse. Una clase es, por ende, el campo de aplicabilidad de un |

la vez A y n o A , es en cambio posible u n A y B ; la forma y tiene, como I


simple que es, un sentido real.” Husserl, In v estig a cio n es lógicas, traducción
de Moren te y Gaos, tomo IV, pág. 198.
88 Langer, opus. cit., pág. 116.
SO In tr o d u c c ió n a la lógica ju r íd ic a t Fondo de Cultura Económica, Méxi­

co, 1951, cap. vi, 8.


R E L A C IO N E S R E C ÍP R O C A S !3 1
concepto; y la lógica tradicional da a este campo el nombre de
extensión del concepto. Acaso no sepamos lo que ese campo
incluye; pero siempre será posible aludir a él en lo general, es
'"decir, al campo mismo, independientemente del número de obje­
tos que comprende. Cabe hablar, por ejemplo, del concepto
‘político', aunque no se sepa si su extensión es grande o peque­
ña. De aquí que la noción de clase no sea una noción colectiva
especifica, sino general. Podemos referirnos a la extensión del
concepto ‘político’, sean cuales fueren los objetos que abarca, y
al hacer tal cosa en realidad hablamos de la ‘clase de los po­
líticos’.” 60
Ahora bien; tratándose de conceptos imposibles o, lo que es
igual, del contrasentido, la clase correspondiente es una clase
‘nula’, ya que no hay ningún objeto a que el concepto pueda
aplicarse. Los cultivadores de la lógica simbólica definen di­
cha clase como la extensión de un concepto sin aplicación.91 La
clase nula puede quedar definida por cualquier pareja de con­
ceptos incompatibles, combinados en una forma definitoria. Si
unimos, por ejemplo, las nociones ‘círculo’ y ‘cuadrado’, para
formar el concepto complejo ‘círculo cuadrado’, encontraremos
que a este último corresponde una clase ‘vacía’, por la sencilla
razón de que el círculo cuadrado no existe.
Análogamente, al unir los conceptos ‘deber jurídico’ y ‘cum­
plimiento potestativo’, hallamos que la clase designada por la
noción compleja no tiene miembros o, en otras palabras: descu-
5 brimos que la noción es imposible, dada la incompatibilidad de
las significaciones parciales que la integran. Lo propio habría
que afirmar de conceptos como ‘acto prohibido y ordenado’,
■ ‘delito lícito’, ‘abuso del derecho’, etc.
Cuando unimos dos conceptos compatibles para formar una
noción jurídica compleja, la clase designada por esta última
constituye el producto lógico de las correspondientes a aquellos
conceptos. Esto equivale a sostener que la primera está integrada
por los miembros que las clases factores tienen en común. Por
ejemplo; al unir los conceptos ‘hecho jurídico’ y ‘hecho volun­
tario’, obtenemos la noción compleja ‘hecho jurídico volunta.

90 Langer, opus cit., pág. 115.


91 Langer, opus cit., pág. 131.
Ig 2 C L A S IF IC A C IÓ N D E LO S C O N C E P T O S JU R ÍD IC O S

río’, a la cual corresponde la clase de los hechos que son, a la


vez, jurídicos y voluntarios.
Aun cuando la clase es el campo de aplicabilidad de un con-
cepto, sería erróneo creer que sus miembros son partes de la
misma. Ésta no es la suma de aquéllos, ni la relación de perte-
nencia es equivalente a la que existe entre la parte y el todo.929
3

III. Relaciones de coordinación entre conceptos jurídicos


Algunos lógicos distinguen tres clases o especies de relaciones de
coordinación entre conceptos: a) cruce, b) equivalencia, c) co­
rrelatividadA3
a) Entre dos conceptos se da la relación llamada cruce cuan,
do en sus significaciones hay un elemento que permite consi­
derarlos como especies distintas de un mismo género. Un nexo
de esta índole existe entre los conceptos delito y contrato, ya que
ambos designan hechos jurídicos y deben, por consiguiente, cla­
sificarse como especies de un género común. Del mismo tipo
es la relación entre ‘conducta jurídicamente ordenada’ y ‘con­
ducta jurídicamente permitida’, o entre ‘persona física’ y ‘perso­
na moral’.
Adviértase que no hay conceptos jurídicos que carezcan de
algún elemento común, pues incluso aquellos que más difieren
entre sí, quedan siempre incluidos dentro de la noción genérica
‘concepto jurídico’. Dicho de otro modo: el ser ‘jurídicos’ consti­
tuiría, aun en el caso de máxima heterogeneidad, el elemento
coincidente.
b ) Una segunda clase de relación entre conceptos coordinados
es la equivalencia. Existe cuando dos conceptos cuyo significado
es distinto se refieren a un mismo objeto. “Dos nombres — enseña
Husserl— pueden significar distinta cosa y nombrar una misma.
Así, por ejemplo: el vencedor de Jena y el vencido de Waterloo;
el triángulo equilátero y el triángulo equiángulo. La significa­
ción expresada es en los ejemplos claramente distinta; sin em­
bargo, ambas expresiones mientan el mismo objeto. Igual acon­
tece con los nombres que por su indeterminación tienen una
‘extensión’. Las expresiones: un triángulo equilátero y un trián-
%
92 Langer, opus cit., pág. 117.
% I
93 A. von Pauler, opus cit., pág. 78.
R E L A C IO N E S DE C O O R D IN A ,C IÓ N

guio equiángulo, tienen la misma referencia objetiva, la misma


área de aplicación posible.” 94
Volviendo al campo jurídico podemos declarar que los con­
ceptos ‘derecho de ejercicio potestativo’ y ‘derecho no fundado
en un deber jurídico del titular’ son equivalentes, porque, pese a
su diversa significación, refiéreme al mismo objeto. Esto es obvio,
pues si un derecho no se funda en un deber del sujeto facultado
(como ocurre, por ejemplo, en el caso de los personales o de cré­
dito), el titular puede lícitamente optar entre el ejercicio y el no
ejercicio de la facultad fundante.95 Los conceptos ‘derecho sub­
jetivo de ejercicio obligatorio’ y ‘derecho fundado en un deber
del titular’, también son equivalentes, porque ambos se refieren
al derecho que el obligado tiene de cumplir su propia obliga­
ción. Entre ‘conducta jurídicamente prescrita’ y ‘conducta cuya
ejecución es lícita y cuya omisión está jurídicamente prohibida’,
hay asimismo equivalencia, ya que en ambos casos se alude al
comportamiento jurídicamente ordenado.
Las nociones equivalentes se implican de modo reciproco.
‘Derecho de ejercicio potestativo’ no sólo implica a ‘derecho no
fundado en un deber del titular’, sino que es implicado por tal
concepto, y lo propio puede afirmarse de las otras dos parejas
de términos.
Si nos preguntamos qué relación hay entre las clases designa­
das por conceptos equivalentes, descubriremos que a estos últimos
no corresponden dos clases, sino una sola. Expresado en otro
giro: las clases se incluyen recíprocamente, ya que tienen los
mismos miembros. “Difieren sólo en sus definiciones o, como
dicen los lógicos, desde el punto de vista de su comprensión. La
extensión es, en cambio, exactamente igual.” 98 La clase de los
derechos de ejercicio potestativo y la de los derechos no funda­
dos en un deber del titular son idénticas o, mejor dicho, forman
una sola, ya que están referidas a los mismos objetos.
c) El tercer tipo de relaciones de coordinación entre concep­
tos es la correlatividad. “En los términos que los lógicos llaman
correlativos. Rescribe García Morente— la relación consiste en
. ; » i
•iC v - 'i i
j 94 Husserf, obra y traducción citadas, tomo I I , pág. 53.
y 95 E. García Máynez, I n tr o d u c c ió n a la lógica ju r íd ic a , Fondo de Cul­
tura Económica, México, 1951, cap. vi, 15.
g 9 6 Langer, op u s cit., pág. 137.

I
I»*
19,4 C L A S IF IC A C IÓ N D E L O S C O N C E P T O S J U R ÍD IC O S

que no puede existir el uno sin el otro, ni el otro sin el uno.” 97


Son correlativos, por ejemplo, los integrantes de las siguientes
parejas: ‘derecho objetivo’ v ‘derecho subjetivo’, ‘derecho subje­
tivo’ y ‘deber jurídico’, ‘sujeto activo’ y ‘sujeto pasivo’, ‘acreedor’ j
y ‘deudor’, ‘depositante’ y ‘depositario’, etc., etQ.vSi hablamos,-,
verbigracia, del ‘sujeto activo’ de una relación, ello-pecesariamente "
supone que hay un ‘sujeto pasivo’, y al revés: L b propio cabria
afirmar de los otros conceptos, ya que no hay derecho objetivo
que no conceda derechos subjetivos, ni derechos subjetivos sin los
correspondientes deberes, ni acreedor sin deudor, ni depositante
sin depositario, etc. Una forma especial de correlatividad es la
junción, en sentido matemático, caso en el cual, de acuerdo con -
una legalidad determinada, “la transformación de una cosa nece­
sariamente trae consigo la de otra” . “La relación funcional se
funda precisamente en que un objeto (a) presupone a otro (b),
por lo cual la modificación de a necesariamente implica la de
b.” 88 Un nexo de esta índole se da entre los conceptos ‘deber
jurídico’ y ‘derecho del obligado’, ya que el último presupone al
anterior y sólo existe en función del mismo. Si una persona debe
observar tal o cual comportamiento, obvio es que no tiene sola­
mente la obligación de ejecutar la conducta prescrita, sino el
derecho de ejecutarla. El deber jurídico del obligado es, pues,
fundante del derecho que al mismo sujeto corresponde de cum­
plir su obligación. Dada la índole del vínculo entre deber fun­
dante y facultad fundada, la existencia de la última depende
de la del primero, por lo cual no es menester que el legislador de­
clare expresamente que esa facultad existe. Basta con que un
precepto jurídico imponga una obligación a una persona, para
que el obligado adquiera el derecho, de observar la conducta
ordenada. De no ser así, tal conducta hallaríase, a la vez, pres­
crita y prohibida, lo que implica contradicción. El derecho de1
obligado, o facultad que éste tiene de cumplir con su deber,
depende, en su existencia y contenido, de la obligación fundante
o, para expresarlo de otro modo, existe en función de la última.
Por ello es que el ‘objeto’ de tal facultad, o sea, lo que en cada
caso el obligado tiene el derecho de hacer, puede considerarse
9 ” M. G. Morente, L e c c io n e s P r e lim in a r e s d e F ilo s o fía , Tucum án, 1938,
pág. 192.
9 S A. von Pauler, opu s cit., pág. 78.
REI A C I O N E S DE S U F R A V S U B O R D IN A C IÓ N 135

como una ‘variable’ que depende de otra 'variable', es decir:


de la existencia y contenido del deber jurídico fundante. Si el
objeto de la obligación consiste en el pago de un impuesto,
.v el del derecho del obligado será exactamente el mismo. De aquí
que se diga que tal derecho se agota en la posibilidad jurídica
de cumplir el propio deber, y que el derecho en cuestión es de
ejercicio oblogatorio. Lo que acabamos de expresar relativamente
al deber jurídico y al derecho de cumplirlo, vale también para
los correspondientes conceptos, ya que el segundo depende del
primero y sólo en función de éste puede definirse."
De igual especie es el nexo entre las nociones ‘derecho de
libertad’ y ‘derecho no fundado en un deber jurídico’. En efecto:
si el de libertad jurídica es la facultad de optar entre el ejercicio
y el no ejercicio de cualquier derecho no fundado en una obliga­
ción del titular, la existencia y contenido de aquél necesariamente
dependen de la existencia y contenido de la facultad fundante, lo
que nos permite decir que entre los conceptos correspondientes
hay una relación funcional del mismo tipo. Si Juan está facul­
tado para reclamar la entrega del reloj que ha comprado a Pedro,
tal derecho condiciona la existencia y contenido de otra facultad
del comprador, a saber, la que éste tiene de escoger entre el ejer­
cicio y el no ejercicio del derecho de crédito. El objeto de la
facultas optandi es, pues, en este caso, una ‘variable’ que depende
de otra ‘variable’, o sea, del objeto o contenido del derecho inde­
pendiente.100
ii
IV. Relaciones de supra y subordinación entre
conceptos jurídicos
La lógica clásica suele considerar exclusivamente como relacio­
nes de supra o subordinación entre conceptos, las que existen
entre nociones referidas a clases y a miembros de éstas, o a clases
y subclases. Si nos preguntamos, por ejemplo, qué relación media
entre los conceptos ‘contrato’ y ‘contrato de aparcería’, encontra­
remos que la clase de objetos designada por el segundo está

£ " E. García Máynez, In tro d u cció n a la lógica jurídica., Fondo de Cultura


Económica, México, 1951, cap. vi, 8.
100 E. García Máynez, In tro d u cció n a la lógica ju ríd ica , Fondo de Cul­
TWV.’TTV

tura Económica, México, 1951, cap. vi, 15.


Ig6 C L A S IF IC A C IÓ N DE LO S C O N C E P T O S JU R ID IC O S

incluida en la que el primero designa. En otras palabras: la de


los contratos de aparcería es en realidad subclase de la de los con­
tratos, lo que equivale a sostener que todos los miembros de
aquélla son, a la vez, miembros de ésta. El primer concepto
tiene, relativamente al segundo, el carácter de noción genérica,
en tanto que éste es, frente a aquél, noción especifica. Pero
como la distinción entre género y especie no es absoluta, ya que
el concepto genérico puede a la vez ser específico en relación con
nociones de mayor generalidad, habrá que admitir que el conjun-
to de objetos que en cierta relación tiene el carácter de clase
incluida, puede en otra aparecer como incluyente.101 Por ejem­
plo: la de los hechos jurídicos incluye a la de los delitos, y dentro
de esta última queda incluida la de los atentados al pudor. El
concepto que corresponde a la segunda es específico en rela­
ción con el que corresponde a la primera, pero tiene carácter
genérico en relación con el que corresponde a la última.
El nexo de subordinación puede darse también entre concep­
tos referidos a miembros de una clase y conceptos genéricos o es­
pecíficos. De este tipo es, por ejemplo, el que existe entre el
comprador Juan Pérez y la clase de los compradores. Aquí ya no
se trata de la relación entre clases y subclases, sino de la que
existe entre una clase y sus miembros.
Según Akos von Pauler, las relaciones de que acabamos de
hablar, y a las que el lógico húngaro llama de subsunción, deben
ser distinguidas de las que median entre conceptos referidos a
un todo y sus partes y entre nociones que se corresponden en
forma biunívoca.
A las del segundo tipo les da el nombre de relaciones de
continencia, y las define como nexos entre el concepto referido a
un objeto (considerado en su totalidad) y nociones referidas a par­
tes de este último. Por ejemplo: hay una relación de continen­
cia entre las siguientes parejas de conceptos: ‘tierra’ y ‘corteza
terrestre’, ‘casa’ y ‘pared’. En el campo jurídico podemos poner
como ejemplo la relación entre las nociones ‘norma jurídica’
y ‘supuesto de derecho’, ya que la primera se refiere a un ob­
jeto del conocimiento jurídico y la segunda a una parte de
este.102
A
101 Cfr. S. Langer, op u s cit., cap. vi. I.
102 Cfr. E. García Máynez, L ó g ica d e l ju ic io ju r íd ic o , cap. vi.
R E L A C IO N E S HE S U F R A Y S U B O R D IN A C IÓ N

La otra forma de subordinación conceptual se da, según von


Pauler, entre conceptos referidos a objetos que se corresponden
dentro de series paralelas. En estos casos, un concepto (a) se
encuentra subordinado a otro concepto (ft) en tal forma “que
a cada elemento de un conjunto a necesariamente correspon­
de, de acuerdo con una legalidad determinada, un elemento de
otro conjunto b.103 De este tipo es el nexo entre los conceptos
relativos a la serie de los números naturales y la serie de los
relativos a los números pares:

9, . . . . . in inf.
«O

OO
1. 2, 3,
1^-
4*

. . . in inf.
00

2, 4,. 6, 8, 10, 12, 14, 16,

La relación entre conceptos lógico-jurídicos y ontológico-jurí-


dicos es de esta clase. Tal relación es precisamente la expresada
por la ley de correspondencia, expuesta por nosotros en este ca­
pítulo.

$
w tf

'
Wt

> l

103 A. von Pauler, o p u s cit.f pág. 79.


Capítulo III

CONCEPTOS JURÍDICOS FUNDAM ENTALES


i. T e o r ía de So m l ó sobre lo s e lem e n to s m a t e r ia l e s y

FO R M ALES DEL DERECH O '

La clasificación que ha sido mejor estudiada por los autores de


los siglos xix y xx es, sin disputa, la que divide los conceptos
jurídicos en fundamentales y no fundamentales. Prima facie po­
dría creerse que coincide con la discutida en la última parte del
capítulo anterior, es decir, con la que toma en cuenta los vínculos
de supra y subordinación entre esos conceptos.1 De ningún modo
ignoramos que los llamados fundamentales (o categorías jurídicas,
como decía Stammler) son — después de la noción universal del
derecho— los de máxima generalidad, lo que a la vez les confiere
un rango más alto dentro de la pirámide de los que maneja el ju­
rista; pero aun cuando aparezcan supraordinados a todos los de­
más, lo que determina su carácter sui generis y condiciona su im­
portancia no es simplemente el hecho de que sean más generales.
Para que una noción jurídica merezca el calificativo de fun.
damental no basta que sea más amplia que las que le están su­
bordinadas. El concepto ‘atentado al pudor’ cae bajo el de ‘hecho
delictuoso’ y, sin embargo, el último no pertenece por ello al
grupo de los fundamentales. La inclusión de un concepto en
tal grupo no depende de su mayor amplitud, sino de otras carac­
terísticas, que ha llegado el momento de establecer. Sólo que
-— para descubrirlas— parece indispensable precisar previamente
la diferencia entre formas y contenidos jurídicos, que servirá
como punto de partida en el camino que conduce a la otra dis­
tinción. ' ,
El tratamiento más claro y profundo del tema es, incuestio­
nablemente, el del jurista húngaro Félix Somló. Considera éste
que el análisis científico de las normas del derecho puede ha­
llarse dirigido a dos facetas distintas de tales preceptos, y exige
el empleo de métodos radicalmente diversos. Cabe pregun-

1 Sección 4, IV.
1 38

N\
TEORÍA de s o m l ó !39
tar, en primer término, qué es lo que dichas normas estatuyen
o, en otras palabras: qué debe o puede licitamente hacerse u omi.
ti'rse 'de acuerdo con ellas. La respuesta a tal interrogante indi-
*,'cará en cada caso el contenido o materia de las mismas. Al com­
parar, por ejemplo, el artículo del Código Civil según el cual si
una persona descubre un tesoro en terreno ajeno debe entregar
la mitad del tesoro al dueño del predio,2 y el precepto de la Ley
Federal del Trabajo que concede a quienes dependían económica­
mente de un obrero muerto en un accidente el derecho de exigir
del patrono el pago de una indemnización,3 descubrimos que lo
que permite diferenciar tales prescripciones es precisamente su
contenido: la primera impone un deber a quien ha descubierto
un tesoro en terreno ajeno; la segunda concede un derecho a los
dependientes económicos del obrero víctima de un accidente de
trabajo. Si seguidamente preguntamos en qué coinciden esos pre­
ceptos, podremos responder que su estructura lógica es la misma.
Los dos son normas ■ jurídicas, y en los dos existen los mismos
elementos formales. Tanto en un caso como en el otro trátase de
juicios normativos que hacen depender, de la realización de una
hipótesis, determinadas consecuencias de derecho. O, para de­
cirlo de otro modo: ambos tienen la forma de una implicación
normativa,4 Sus partes pueden, por ello, recibir nombres comu­
nes: en ambos encontramos un supuesto o hipótesis y una dispo­
sición. Y las disposiciones encierran, a su vez, elementos lógicos
de idéntica especie: concepto-sujeto, cópula jurídica y predicado
rclacional.6
§: La consideración de estas dos caras de la norma de derecho
da origen a dos diferentes tipos de disciplinas. La llamada Juris­
prudencia Técnica es — como dice Somló— una Rechtsinhalts-
wissensclxaft, o ciencia de contenidos jurídicos, ya que su finalidad
! consiste en la exposición sistemática de lo que las normas vigen-
i tes en un determinado país y un momento dado permiten, prohí­
ben u ordenan a sus destinatarios.0 La ciencia del derecho no

- Código Civil para el Distrito y Territorios Federales, art. 877.


a Ley Federal del Trabajo, art. 291.
li 4 Cfr. Lógica, d e l ju ic io ju r íd ic o , cap. vi.
i o L ó g ica d e l ju ic io ju r íd ic o , cap. II, secciones 1-3.
C Félix Somló, Ju rislisch e G r u n d le h r e , Félix Meiner Verlag, Zweite Auflage,
■ Leipzig, 1927, Einleiiung, § 2, pág. 2.
] JO CONCEPTOS JU R ÍD IC O S FU N D AM EN TALES

se propone exhibir la estructura de esas normas, sino conocer


lo que disponen o, en otras palabras, determinar su contenido.
Pero aquella ciencia no es, para Somló, el único saber referido al
elemento material de los preceptos jurídicos. A su lado figuran
la Historia del Derecho y la Política Jurídica.7 Mientras la Juris­
prudencia se contrae a la mera exposición, sinc ira et studio, de
las prescripciones de un determinado ordenamiento, la Política
Jurídica discute cuál debe ser, en determinadas circunstancias (y
a la luz de ciertas pautas axiológicas), el contenido de aquellas
prescripciones. Trátase de la oposición que “bajo los nombres
de puntos de vista de lege lata y de lege ferenda es familiar a
todos los juristas” .89
La otra ciencia de contenidos jurídicos, la histórica, contem­
pla esos contenidos “desde el ángulo visual de su origen, su cam­
bio y su extinción. Investiga las causas que han engendrado una
materia jurídica especial, sus factores determinantes lo mismo
que sus consecuencias y su término, y describe el curso de las
transformaciones que esa materia ha sufrido”.8
A estas disciplinas contrapone Somló la que sin tomar en
cuenta lo que cada precepto dispone, examina su estructura y
pregunta qué hay que entender por norma jurídica, qué ele-
mentos constantes tienen las del derecho, y de qué modo es posi­
ble distinguirlas de otras especies normativas de regulación del
obrar. Una investigación de tal jaez no se refiere ya a elementos
materiales, sino a formas jurídicas, si bien conviene no olvidar
“que las categorías de forma y contenido figuran entre las más
relativas y subjetivas en todo el ámbito del pensamiento, y que
lo que en cierto respecto es forma, puede no serlo en otro”.10
En tanto que las disciplinas del primer grupo se hallan coor­
dinadas entre sí o, en otras palabras, cada una investiga de ma­
nera más o menos autónoma su propio campo y sólo ocasional,
mente se refiere a las demás, la doctrina de las formas jurídicas
está supraordinada a ellas. En realidad, constituye su supuesto,
y su trabajo ha de hallarse concluido "antes de que las de la otra
clase inicien su tarea o pretendan — dentro de ciertos límites^

7 Somló, o p u s cit., pág. 3.


8 Somló, o p u s cit., pág. 3.
9 Somló, o p u s cit., pág. 4. *
10 Somló, op u s cit., pág. 5. *
T E O R ÍA DE SO M LÓ 141

proseguirla”.11 Para que puedan existir la Historia del Derecho,


la Política Jurídica y la Jurisprudencia Técnica, el concepto del
derecho debe estar ya formulado. Si así no fuese: “¿cómo podría
saberse, en el caso de una investigación histórico-jurídica, qué
pertenece a su propio ámbito y qué debe abandonarse a otras
ramas de la investigación histórica?” 12 Esto vale sobre todo,
para la Jurisprudencia, ya que a las otras disciplinas puede bas­
tarles, al acotar su propió campo, un concepto provisional y más
o menos impreciso del derecho. A la primera le resulta indispen­
sable, en cambio, una noción clara del mismo, y un conocimiento
profundo de las verdades que tienen validez para el objeto a que
se halla referida.
La disciplina cuyo asunto consiste en el estudio de las for­
mas jurídicas constituye la parte primera de la Filosofía del Dere­
cho, y en la obra de Somló recibe el nombre de Teoría jurídica
fundamental (Juristische Gruttdlehre).13 Sus temas centrales son
el de la definición del derecho y el de los conceptos jurídicos fun­
damentales, o nociones implícitas en la primeramente definida
(que, por ello mismo, podría recibir la denominación de básica o
suprema).
Lo que Somló no advierte es que la forma del derecho — en el
sentido objetivo y más amplio de la expresión— difiere de la de
cualquiera de sus normas o de la de una inferencia jurídica.
Análogamente, la de un concepto es distinta de la del objeto a que
la significación conceptual hace referencia. Determinar, por ejem­
plo, la de la noción ‘derecho subjetivo’ no es lo mismo que descu­
brir la del derecho subjetivo como tal.
Esto revela que en la doctrina de las formas jurídicas de Somló
hay ciertos puntos oscuros y algunas vaguedades que conviene
esclarecer. Tenemos la creencia de que las investigaciones que
hemos realizado en nuestra Lógica del juicio jurídico y, sobre
todo, en los dos primeros capítulos de esta obra, podrán servimos
como hilo conductor en este aparente laberinto. Habrá que in­
tentar, por* tanto, una reelaboración de la teoría de las formas
jurídicas. i
* v, * : ?
11 Somló, o p u s cit., pág. 6.
12 Somló, o p u s cit., pág. 6.
13 Somló, o p u s cit., pág. 5.
1^2 CONCEPTOS J U R ÍD IC O S FUN DAM EN TALES

a. C o n cepto s de ‘f o r m a l ó g ic a ’ y ‘f o r m a l ó g ic a f fr f e c t a ’

De ‘formas’ puede hablarse — y se ha hablado desde Aristóteles—


en relación con objetos lógicos, es decir, relativamente a conceptos,
juicios y raciocinios. A las de esta especie puede aplicárseles — en
razón de su propia índole— la denominación de -discursivas, ya
que solemos expresarlas por medio del lenguaje*-'-Cabe inquirir
cuál es la forma de un concepto, cuál la de un juicio o la de un
raciocinio, y en cualquiera de estos casos se hace abstracción del
contenido del concepto, del juicio o del raciocinio.
En su Geschichíe der LogikA* Scholz ha precisado con admi­
rable claridad las nociones de ‘forma lógica’ v ‘forma lógica per­
fecta’, implícitas en el Organon de Aristóteles y, por tanto, el
sentido en que — relativamente a objetos lógicos— puede hablarse
de elementos materiales y formales.
Sin perder de vista el paradigma de la matemática, e inspi­
rándose en las enseñanzas de Platón, el Estagirita plantea, en
sus Segundos Analíticos, el problema de la esencia del saber cien­
tífico.}-5 La respuesta aristotélica jmede formularse así, en opi­
nión de Scholz: ciencia es un conjunto de proposiciones verdade­
ras que es posible dividir en dos clases. A la primera pertenecen
los principios básicos o axiomas, esto es, los enunciados cuya
verdad es tan evidente, que de ellos cabe decir que ni son suscep­
tibles de prueba ni la necesitan. Forman la segunda los teoremas,
es decir, determinadas proposiciones cuya verdad puede demos­
trarse de acuerdo con los axiomas. Esto significa, en sentido aris­
totélico, que la inclusión de los teoremas en la clase de las
proposiciones verdaderas puede lograrse, sobre la base de las de
carácter axiomático, gracias al empleo.de ciertas operaciones o
reglas de inferencia, a las que actualmente damos el nombre de
operaciones lógicas. “Aristóteles no les dio todavía ese nom­
bre, pero las formuló de tal manera en sus Primeros Analíticos,
que es lícito considerarlas como la substancia histórica de dicha
obra.” 10
Para entender en qué sentido el adjetivo ‘formal’ conviene a14 5

14 Heinrich Scholz. G e s c h ic h te d er L o g ik , Jünker und Dünnhaupt Verlag,


Berlín, 1931, págs. 3 y siguientes.
15 Scholz, op u s cit., pág. 2.
l« Scholz, op u s cit., pág. 3.
‘f o r m a l ó g ic a ’ V ‘f o r m a 143
l ó g ic a per fe cta ’

la lógica aristotélica, inquiramos “qué debe entenderse por ‘for­


ma' en general y por ‘forma perfecta’ en particular” .17 “Presu­
ponemos con Aristóteles que estamos en condiciones de dividir
v ios elementos integrantes de cualquier enunciado — entendiendo
por tal, con el mismo filósofo, Ja expresión de la que puede afir­
marse que es verdadera o falsa— en dos clases, de suerte que a la
primera pertenezcan los elementos que juzgamos fijos o invaria­
bles, v a la segunda los que queremos considerar como variables.
A los últimos los designamos, también con Aristóteles, por medio
de letras, e interpretamos las letras como signos de variables o,
más brevemente, como variables, esto es, como signos para luga­
res vados en los que puede introducirse algo, de cuya naturaleza
en un principio hacemos abstracción. Podemos, pues, decir esto:
por ‘forma’, en general, entendemos una expresión en que apa­
rece, al menos, una variable, de modo que al sustituir esa
i, variable por algo, o, para expresarlo de manera más precisa, al
dar un contenido adecuado al lugar que ocupa, la correspon­
diente expresión se convierte en un enunciado verdadero o
¡fe1falso”.18
; ‘Forma perfecta’ es la expresión que puede obtenerse de un
enunciado “ cuando sustituimos por signos idóneos todos los
elementos del mismo que pueden considerarse como variables” .19
i. El ejemplo más sencillo de ‘forma lógica perfecta’, en la simbó-
I lica elemental del Estagirita, es la expresión ‘todos los S son P ’,
1 “pues la lógica aristotélica considera las palabras ‘todos’ y ‘son’
f como elementos invariables, lo que hace que la expresión cumpla
sí las condiciones de una forma perfecta”.20 Las de esta clase son las
únicas de que se ocupa aquella lógica. Esto no quiere decir que
- convierta en objeto de estudio cualquiera de esas formas, sino
t sólo las que pueden quedar sometidas a ciertas reglas, llamadas
’ Me inferencia’. Una regla de esta naturaleza encierra siempre,
‘ para Aristóteles, tres formas perfectas Flf Fo, F3, de suerte que,
j si /q y F2 pueden convertirse en proposiciones verdaderas, de su
: verdad cabe inferir la de la proposición que corresponde a F3.
■ En resumen: “la lógica aristotélica o, dicho con más rigor, la

*. 17 Scholz, o p u s cit., pág. 3.


¿V 18 Scholz. o p u s cit.. pág. 3.
| lí» Scholz, o p u s cit., pág. 3.
fe; -20 Scholz, o p u s cit., pág. 4.
144 CONCEPTO S J U R ÍD IC O S FU N D AM EN TALES

lógica a que Aristóteles dio un fundamento, es formal en la me­


dida en que exclusivamente se ocupa con formas perfectas, que
escoge de manera de poder formular, en el sentido ya indicado,
determinadas reglas deductivas”.21
Lo que en el campo de la lógica clásica vale para los concep­
tos, los juicios y los raciocinios en general, es aplicable, mutatis
mutandis, a los conceptos, los juicios y los raciocinios jurí­
dicos.
Por ejemplo: la fórmula estenográfica: “Si s es h, O debe asu­
mir la conducta d y P puede lícitamente observar el comporta­
miento f r 2 exhibe la estructura de la regulación jurídica o, en
otras palabras, indica qué elementos de la misma son constantes
y cuáles no tienen tal carácter. Conocemos así la forma de aqué­
lla y podemos distinguir — relativamente a las normas prescrip-
tiva y atributiva2® — los elementos variables e invariables de ii
ambos juicios. En el caso del ejemplo trátase de una ‘forma ló­ T
gica perfecta’, porque si sustituimos adecuadamente los signos fe |
de los variables, obtenemos un juicio del que es dable predicar
i
— dado su carácter normativo— ya la validez, ya la invalidez.21 I
Para distinguir dos o más conceptos, dos o más juicios, o dos í
o más raciocinios jurídicos es necesario tener en cuenta su conte­
nido o, en otras palabras, el elemento variable de aquéllos. Por '■
ejemplo: la forma lógica de las nociones compuestas ‘derecho t:
de ejercicio potestativo’ y ‘derecho de ejercicio obligatorio’ es <
idéntica, y lo único que permite diferenciarlas es su aspecto ma­ 1
terial. Análogamente, los silogismos jurídicos que siguen poseen J
los mismos elementos formales, y sólo difieren en el otro aspecto: í
j) ‘El que sin mandato y sin estar obligado a ello se encarga
de un asunto de otro, debe obrar conforme a los intereses del i
dueño del negocio.’
‘Primus se ha encargado de tal o cual asunto de Secundas, sin i
mandato de éste y sin estar obligado a ello’; luego:
‘Primus debe obrar, en el manejo de ese asunto, conforme a
los intereses de Secundus.’
2) ‘El que sin causa se enriquece en detrimento de otro, está
!
21 Scholz, o p u s cit., pág. 4.
22 L ó g ica d el ju ic io ju r íd ic o , cap. 11, sección 1.
23 L ó g ica d el ju ic io ju r íd ic o , n, 5-7. ,
24 L ó g ic a d el ju ic io ju r íd ic o , 1, 2. /‘
F O R M A S ‘ D IS C U R S IV A S ’ Y ‘ N O D IS C U R S IV A S ’ J4 5

obligado a indemnizarlo de su empobrecimiento en la medida


en que se ha enriquecido.’
‘X se ha enriquecido sin causa en detrimento de Y’; luego:
‘X debe indemnizar a Y de su empobrecimiento, en la medida
en que se ha enriquecido.’ 25
En todos estos casos trátase de estructuras lógicas o, para ha­
blar con mayor rigor, de formas de objetos lógicos. Podemos sos­
tener, por tanto, que las discursivas de que ahora tratamos co­
rresponden siempre-?a conceptos, a juicios o a raciocinios, y
exhiben lo que de invariable o constante hay en esas significa­
ciones.

3. F o r m as j u r íd ic a s ‘d is c u r s iv a s ’ y ‘n o d is c u r s iv a s ’

En la esfera jurídica no sólo puede hablarse — ni sólo se ha ha­


blado— de formas lógicas o, en otros términos, de formas de con­
ceptos, de raciocinios o de juicios. En ella existen igualmente
formas de otra especie, que no se refieren ya a los conceptos, a
los juicios o a los raciocinios, sino a sus correlatos objetivos. No
sólo en los objetos lógico-jurídicos, también en los ontológico-jurí-
dicos encontramos elementos de orden formal y material. La
‘geometría del fenómeno jurídico’ — a que alude Kelsen en una
página de sus Hauptprobleme26— es, en realidad, una teoría so­
bre los elementos formales de los objetos jurídicos, ya se trate de
los insertos en el plano lógico, ya de los que pertenecen al ontoló-
gico.. Estamos, pues, dada la naturaleza de aquellos objetos, en
' presencia de una especie de geometría de formas inextensas, ya
que está referida a objetos ideales.21 Que un argumento analógico
o un derecho de crédito — para poner ejemplos de objetos que
pertenecen a los dos planos— se hallan insertos en el orden de la
idealidad — y no en el del ser real— resulta evidente, pues nadie
ha ‘visto’ o ‘tocado’, ni puede aprehender a través de sus senti­
dos, ninguna de esas entidades. Y aun cuando ambas pertenezcan
al ser ideal, entre ellas existe una diferencia, pues mientras la
*4.^1» - ,
25 Cf. Ulrich -Kltigf Jxiristische L o g ik , II, 5.
2 <>-lCelsen, H a u p tfr o b le m e d e r Sta atsrech tslehre, pág. 618.
^ Sobre el concepto de objeto ideal, véase la obra de N. Hartmann,
G rundzüge e in e r M eta p hysik d er E r k en n tn is, W alter de Gruyter, Zweite
-Auflage, Berlín, 1925, Fünfter T eil, I.
146 CONCEPTOS J U R ÍD IC O S FUN DAM EN TALES

forma de la primera es lógica o discursiva, la de la segunda nc*


tiene tal carácter, ya que los derechos de crédito — como en
general los subjetivos—- no son conceptos,28 ni juicios, ni racio­
cinios. |.
¿En qué sentido cabe afirmar que un derecho, sjrbjetivo o u n .:
deber jurídico, por ejemplo, poseen un contenido y una forina?*
Si frente a dos o más facultades legales irfdagamos en qué j
coinciden y en qué difieren, sin esfuerzo podremos percatarnos
de que lo que tienen en común es precisamente ser derechos sub­
jetivos, mientras que su diversidad depende del contenido u
objeto29 de cada una.
¿Por qué decimos que se trata de derechos subjetivos? O, en i
otros términos: ¿por qué sostenemos que son objetos del mismo i
género? La respuesta a tales interrogantes y, en general, a la pre- j
gunta sobre lo que determina la pertenencia de un objeto a una $
clase, es muy sencilla: lo que condiciona tal pertenencia es la jj
posesión — por parte de algo— de los atributos que todos los fj
miembros de la clase tienen en común. Se trata — para decirlo d
de otro modo— de las condiciones que en forma necesaria y sufi- f
dente determinan la inclusión de cada uno en la misma clase. j¡
Y como — para retomar el ejemplo— la definición del derecho y
subjetivo indica qué tienen en común todos ios miembros de la J
clase designada por el correspondiente concepto,30 a fin de cuen- J
tas resulta que los elementos invariables de esos objetos son,
precisamente, los definitorios.31 Y así como en el caso de los
conceptos, los raciocinios y los juicios dimos el calificativo de j
formales a los elementos constantes de éstos, en el de los ontoló-
gico-jurídicos nada impide sostener que su forma está condicio­
nada por los elementos invariables -5 -0 , lo que es igual— por la j
definición — de tales objetos.
En otra obra hemos definido el derecho subjetivo como la jj
posibilidad, concedida a una persona por una norma, de hacer o j
\
28 Pues aun cuando hay un c o n c e p to del derecho subjetivo, tal concepto .
no se confunde con su o b je to , es decir, con el derecho subjetivo como tal.
29 O bjeto de un derecho es lo que en virtud del facultamiento puede el
facultado hacer u omitir.
3 0 Sobre el concepto de clase, recuérdese lo expuesto en el capítulo ante-
F O R M A S ‘ D IS C U R S IV A S ’ Y ‘ N O D IS C U R S IV A S ’ 147

de omitir lícitamente algo.™ Usando giros aristotélicos podría


decirse que el género próximo queda indicado por las palabras
- ‘posibilidad de hacer o de omitir algo’. Los derechos subjetivos
•ní> son hechos, sino meras posibilidades de acción o de omisión.
El dueño de una finca tiene la posibilidad de vivir o no vivir en
ella; la de rentarla, venderla, permutarla, etc.; pero ninguna de
estas posibilidades es un hecho. La realización de cualquiera
de ellas, en cambio, sí tiene tal carácter, por ser una forma de con-
ducta; y, precisamente porque estamos ante la realización de
una de las en que el derecho consiste, declaramos que el compor­
tamiento que la realiza implica el ejercicio de la facultad legal.
No se trata, simplemente, de la realización de una conducta po­
sible ■— por parte del sujeto facultado— sino de un acto (o de
una omisión) que la norma que atribuye el derecho considera
como formas de ejercicio del mismo. La posibilidad que al reali­
zarse puede ser vista como acto de ejercicio, no es una posibilidad
cualquiera (una mera posibilidad de hecho), sino normativa,
mente calificada, esto es, la de hacer u omitir licitamente algo.
El adverbio ‘lícitamente’ indica — para valernos otra vez de giros
aristotélicos— la diferencia especifica del concepto, y revela que
sólo pertenecen a la clase de los derechos subjetivos las posibili­
dades que al realizarse ostentan el signo positivo de la licitud.
Y como sostener que un comportamiento es lícito equivale a
decir que está jurídicamente permitido;33 el derecho subjetivo
puede igualmente definirse como permisión normativa de una
conducta (acción u omisión). Declarar que un sujeto tiene el de­
recho de hacer (o el de omitir) algo, y decir que una norma
jurídica le permite hacerlo (u omitirlo), es enteramente lo
mismo.
Podemos, pues, sostener que en el derecho subjetivo la forma
consiste en la permisión de un comportamiento, y el contenido en
lo que en cada caso el titular puede lícitamente hacer o no hacer.
Lo que distingue a dos o más facultades jurídicas es precisamente
el susodicho elemento material; la forma, en cambio, es idéntica
en todas, pues todas consisten en una permisión. Sólo cuando3 2

32 I n tr o d u c c ió n a la lógica ju r íd ic a , Fondo de Cultura Económica, México,


1951, V II, 1, pág. 232.
3 3 E. García Máynez, L o s p r in c ip io s de la O n to lo g ia F o r m a l d e l D e r ech o
y su ex p r esió n sim b ó lica , Imprenta Universitaria, México, 1953, I. pág. 17.
148 CONCEPTOS JU R ÍD IC O S FUNDAM ENTALES

sabemos qué es lo que un sujeto puede lícitamente hacer u omi­


tir, estamos en condiciones de indicar concretamente el objeto
del derecho, y de establecer diferencias entre éste y cualquiera
otro del mismo género, ya de la misma persona, ya de un sujeto
diverso. La palabra ‘algo’, en la primera de las dos definiciones,
desempeña el mismo papel que en las fórmulas lógico-matemáti­
cas corresponde al signo de la variable. Si bien el contenido es
elemento esencial de todo derecho, tal elemento es — por esen-
cia— variable. Mejor dicho: variable es el objeto específico di
cada facultad (lo en cada caso permitido o facultado); invariable,
en cambio, la presencia de ese elemento que permite distinguir un
derecho de otro, y que, unido a los demás definitorios, exhibe la
forma de todos los miembros de la clase. Ello revela que el con­
tenido es el elemento individualizador de los derechos subjetivos
y, en general, de todo objeto del conocimiento jurídico.
Si comparamos nuestra obligación de pagar determinado im­
puesto con la de devolver un libro que nos fue prestado, inme­
diatamente advertiremos que el contenido de esos deberes es el
elemento distintivo de ambos. La conducta objeto del deber es
en un caso el pago de cierta suma; en el otro, la devolución de un
libro. Y aun cuando los dos deberes tienen su propio objeto (al '
lado de otros elementos formales), el contenido varía en cada j
caso. La forma, empero, es la misma, pues en ambos se trata de
deberes jurídicos. Y como el deber jurídico es la restricción de la
libertad exterior de una persona, derivada de la facultad, conce­
dida a otra u otras, de exigir de la primera una acción o una
omisión,3* los elementos formales de todo deber son los que la
anterior definición señala.
El deber jurídico restringe la libertad de acción del obligado
en cuanto le niega el derecho de omitir la conducta prescrita o el
de ejecutar la prohibida, y sólo le concede el de hacer lo que |j
le manda o el de omitir lo que le veda.35 T al restricción deriva ;
siempre del derecho, correlativamente concedido a otro (u otros),
de exigir del obligado que haga (u omita) algo. Aquí, también, J
la palabra ‘algo’ apunta al ‘objeto’ del deber, es decir, al elemento %
variable, aun cuando uno de los constantes o esenciales sea la pre- í
sencia del que en cada caso cambia. ■ -i
34 In tr o d u c c ió n a la lógica ju r íd ic a , V II, 1, pág. 232.
35 In tr o d u c c ió n a la lógica ju r íd ic a , VI, n , pág. 200.
F O R M A S ‘D IS C U R S IV A S ’ Y ‘ N O D IS C U R S IV A S ’
149
Y así como la forma ‘atributiva’ de regulación (o, en otras
palabras, la que concede el derecho subjetivo) consiste siempre
en la permisión de algo (lo que supone que hay una norma que
permite, un sujeto a quien se permite, una permisión y una con­
ducta permitida), la forma ‘prescriptiva’ (esto es, la que impone
el deber jurídico), en todo caso implica una prohibición: ora la
de omitir la conducta ordenada, ora la de ejecutar la prohibida
Lo cual revela, al propio tiempo, que el destinatario de las dis­
posiciones que ordenan o prohiben — el obligado— nunca es
libre (en el sentido jurídico del término) relativamente al objeto
0 contenido de la prohibición o del mandato, ya que no puede
lícitamente optar entre la ejecución y la omisión de la conducta
prohibida u ordenada.37
Como, de acuerdo con la ley de correspondencia33 que formu­
lamos en la sección II del capítulo anterior, a cada concepto
lógico-jurídico corresponde otro mitológico jurídico y, además,
todo concepto tiene su correlato objetivo, resulta obvio que el
número de ‘formas’ y ‘contenidos’ es el mismo en cada uno de los
correspondientes planos. Y esto vale no sólo para los conceptos,
sino también para los demás objetos lógicos, ya que todos tienen
un correlato ontológico-jurídico. A toda norma de derecho, por
ejemplo, corresponde en el plano ontológico una relación jurí­
dica, y ésta, como los demás objetos de su clase, posee también
un contenido y una forma.
j La única diferencia, relativamente a los insertos en cada
uno de esos planos, consiste, como hemos visto, en que la ‘for-
ma' de los lógico-jurídicos (conceptos, juicios y raciocinios), es
discursiva, en tanto que la de los otros no ostenta ese carácter.
Pero, en ambos casos, el elemento constante es el formal, y lo
que varía es el contenido.
1 La distinción entre elementos materiales y formales aplícase
tanto a los conceptos implícitos en la noción universal del dere­
cho39 cuanto a ló s objetos que designan, lo mismo que a los
. -V> i
3 6 In tr o d u c c ió n a la lógica ju r íd ic a ,V I, 11, pág. 201.
37 In tr o d u c c ió n a la lógica ju r íd ic a , VI, 8, pág. igo.
3 8 Pág. 104 de esta obra.
3® Véase lo expuesto en la sección 5 de este capítulo.
l^ o CONCEPTO S J U R ÍD IC O S FU N D AM EN TALES

conceptos de menor generalidad subordinados a los primeros y


a los correlatos de esos conceptos menos generales. En otras pa­
labras: todo objeto del conocimiento jurídico — ya en el plano
lógico, ya en el ontológico— posee un contenido y una forma, í
sea cual fuere la amplitud de la noción correspondiente. Lo
dicho puede, por ejemplo, aplicarse lo mismo a'l "correlato obje­
tivo del término ‘deber jurídico’, que al del concepto ‘deber
jurídico del comprador de una cosa’. Lo propio cabe afirmar
— para poner otro ejemplo— del derecho subjetivo (genérica­
mente considerado) y un derecho real o un derecho de crédito.
Para definir los conceptos jurídicos que Somló llama ‘funda­
mentales’ no basta, pues, el conocimiento de la distinción que
hemos venido estudiando, ya que ésta es aplicable a todos los
objetos jurídicos, sea cual fuere el plano en que estén insertos o
la mayor o menor generalidad de las correspondientes nociones.
Lo único que hemos puesto en claro es que la Teoría Jurídica
Fundamental no se interesa por los contenidos, sino por la forma
de ciertos objetos: en primer término, por la del derecho en
general y su concepto; en segundo lugar, por la de las nociones
fundamentales implícitas en tal concepto y la de los correlatos
objetivos de aquéllas.
De esta suerte introducimos una primera modificación en la
tesis del jurista húngaro y ampliamos su alcance, al distinguir
los conceptos jurídicos fundamentales y sus correlatos objetivos.
No es lo mismo, en efecto, la noción universal del derecho que el
objeto a que está referida, ni podemos tampoco confundir, por
ejemplo, el derecho subjetivo o el deber jurídico, como tales, con ;
el concepto del derecho subjetivo o el del deber jurídico. Por ~
tanto, la Teoría Jurídica Fundamental no sólo debe inquirir la 1
‘forma’ de los conceptos fundamentales, sino la de sus correlatos »
objetivos, sea cual fuere el plano en que aparezcan. No se trata,
- ••• j-« -v

pues, solamente de estudiar la de esos conceptos, sino la de todos


los objetos lógico-jurídicos (juicios,-por ejemplo), de carácter
-•*

fundamental y, naturalmente también, la de los correlatos obje­


tivos correspondientes. En otras palabras: la teoría de las ‘for­
mas’ jurídicas fundamentales comprende dos grandes ramas: en
cuanto estudia ‘formas discursivas’ es Lógica Jurídica; en cuanto
se refiere a ‘formas no discursivas’ se llama Ontología Formal del
Derecho. La última puede definirse como estudio del aspecto i,
T E SIS DE J O H N A U S T IN 151

formal de los objetos mitológico-jurídicos que fungen como co­


rrelatos de los lógico-jurídicos fundamentales. La relación entre
Ontólogía y Lógica Jurídicas es muy íntima, ya que — como lo
abemos mostrado en anteriores trabajos— la primera constituye
la base o el fundamento de la otra.40
Nuestro pronlema estriba, por tanto, en saber qué conceptos
jurídicos merecen el calificativo de fundamentales, independien­
temente de la índole de los objetos designados por ellos. Y es
claro que la distinción entre elementos formales y materiales
tendrá que aplicarse no solamente a tales conceptos, sino a sus co­
rrelatos, entre los que hay objetos lógicos que no son conceptos,
como los llamados norma jurídica atributiva y norma jurídica
prescriptiva, que fungen como elementos de la regulación bilate­
ral del comportamiento humano.414 2

4. T esis de J o h n A u stin

El primer jurista que planteó con claridad el problema de los


conceptos jurídicos fundamentales fue el inglés Austin. En el en­
sayo titulado Uses of the Study of Jurisprudence42 después de
sostener que el tema de esta disciplina, en cualquiera de sus ra­
mas, es el estudio del derecho positivo, aclara que “si bien todo
sistema jurídico tiene sus diferencias características y específicas,
hay principios, conceptos y distinciones comunes a varios siste­
mas’’,43 y que esos conceptos, principios y distinciones constituyen
el objeto de la Jurisprudencia General, que el autor británico
distingue de la particular o nacional de cada país, lo mismo que
de la política legislativa.44
Seguidamente afirma que “ de los principios, conceptos y dis­
tinciones que constituyen el objeto de la General Jurisprudence,
algunos son necesarios. Pues — añade— no podemos pensar de
modo coherente un sistema jurídico, sin ver en tales conceptos,
distinciones y principios los elementos imprescindibles de éste”.45
40 Cfr. In tr o d u c c ió n a la lógica ju r íd ic a , cap. v.
41 L ó g ica d el ju ic io ju r íd ic o ,II, 6.
42 En el volumen que lleva por título T h e P r o v in c e o f Ju r isp r u d cn ce Deter-
m in ed , T h e Noondav Press, New York, 1954, págs. 363 y siguientes.
43 Austin, opu s cit., pág. 365.
44 Austin, opus cit., pág. 367.
45 Austin, opu s cit., pág. 367.
j -2 CONCEPTOS JU R ÍD IC O S FU ND AM ENTALES

Como ejemplos de conceptos fundamentales ofrece los de ‘deber


jurídico’, ‘derecho subjetivo’, ‘libertad’, ‘entuerto’, ‘castigo’, etc.;
entre las distinciones necesarias menciona la que existe entre
derecho escrito y no escrito; la que media entre derechos subje­
tivos relativos y absolutos; la división de los absolutos en derecho
de propiedad y desmembramientos; la de las obligaciones en
'ex contractu’ y ‘quasi ex contractu’; la de los delitos en privados
y públicos, etc. Tienen la misma naturaleza, por último, ciertos
principios implícitos en aquellos conceptos y distinciones, que
el teórico del derecho debe descubrir, a fin de desprender de ellos
las consecuencias que encierran.
Los principios, conceptos y distinciones cuyo estudio corres­
ponde a la Jurisprudencia General no son todos necesarios. Po­
demos pensar de manera coherente un sistema de derecho, sin
atribuir a todos ese carácter. Algunos son ajenos a ciertos orde­
namientos jurídicos, pese a su generalidad y conveniencia prác­
tica. Empero, es inútil tratar de exponerlos de manera siste­
mática, si no se tiene ya el conocimiento de los que sí son
fundamentales. Es posible que un orden jurídico ignore la divi.
sión de los derechos en reales y de crédito; pero no hay ninguno
en que no existan derechos subjetivos, deberes jurídicos, sujetos
de derecho, sanciones, etc.46
El criterio propuesto por Austin para caracterizar los con­
ceptos, divisiones y principios fundamentales se reduce, pues, a
inquirir si existen necesariamente. En otras palabras: pertene­
cerán al primer grupo los en cuya ausencia no podamos pensar
un sistema de derecho; el otro quedará formado por los princi­
pios, divisiones y conceptos que históricamente pueden existir
o no existir.
Como muy bien lo ha advertido Somló,47 échase de menos,
en la doctrina de Austin, un análisis profundo del sentido de la j
expresión ‘conceptos necesarios’, lo cual explica, por otra parte,
el error en que el famoso autor incurre al incluir dentro de esa
clase algunos que en realidad son meramente históricos, como
la división de las obligaciones en ex contractu, ex delictu y quasi
ex contractu, o la contraposición de los conceptos de posesión y A

4 <* Austin, o p u s cit., pág. 369.


47 Somló, o p u s cit., pág. 33.
D E R IV A C IÓ N DE LO S CONCEPTOS FU N DAM EN TALES 153

propiedad.48 Lo que en buena parte ha originado el error es


— en opinión de Somló— el distingo que Austin introduce al ha­
blar de conceptos necesarios de cualquier orden jurídico y de los
ordenamientos jurídicos evolucionados-495 012 De este modo mezcla
ciertos contenidos generales con los elementos de orden formal de
las nociones que maneja. No puede, empero, desconocerse que el
autor de las célebres Lectures on Jurisprudence fue el primero
en descubrir una de las características distintivas de esos concep-
tos, que los separa de los que sólo tienen validez histórica, y a
los que, por ello mismo, puede dárseles el calificativo de contin.
gentes.
Falta, en cambio, en- la misma doctrina, la distinción entre
elementos formales y materiales de los conceptos jurídicos, lo
mismo que una idea precisa acerca del método que conduce
al descubrimiento de los que tienen carácter básico. Estos per­
feccionamientos no se encuentran en las enseñanzas de los discí­
pulos de Austin, que no se preocuparon por profundizar tal
aspecto de la teoría de su maestro, sino en las obras de Rodolfo
Stammler y Félix Somló.

5. E l pr o b le m a de l a d e r iv a c ió n de los co n cepto s

J U R ÍD IC O S F U N D A M E N T A L E S

Nadie, en opinión de Somló, ha reconocido como Stammler la


necesidad de una doctrina de las formas jurídicas, ni desenvuelto
ésta con mayor rigor y consecuencia.60 Esbozada ya en Economía
y Derecho (1896), encuentra su formulación cabal en Teoría de
la Ciencia Jurídica, que vio la luz en 1911.61
La suprema aspiración del conocimiento humano consiste,
para el famoso autor, en el establecimiento de principios y ver­
dades de validez incondicional y absoluta.02 Este postulado debe
orientar toda pesquisa de orden científico, y naturalmente es
aplicable al estudio del derecho. La consideración de aspectos

48 Austin, apus c i t j pág. 368.


*^ í
49 Somló, opu s ¿ it ., pág. 34.
5 0 Somló, opü s cit., pág. 43.
51 T h e o r ie d er R ech tsw issen sch a ft, Buchhandlung des Waisenhauses, Zweite
Aufl., 1923.
52 Stammler, o p u s cit., pág. 1.
1^4 CONCEPTOS J U R ÍD IC O S FUNDAM ENTALES

aislados o de peculiaridades de una materia jurídica cualquiera,


jamás podrá conducirnos a ningún principio de validez univer­
sal. La misión de la reine Rechtslehre53 estriba en descubrir lo
que en las disquisiciones jurídicas vale de manera incondicio­
nada. De esas disquisiciones habrá, pues, que abstraer “lo que
sólo tenga una significación condicionada, para5dirigir' exclusi­
vamente la atención a los pensamientos jurídicOs^puros” .54 Trá­
tase, en otras palabras, de cumplir esta exigencia: “ contemplar
todas las particularidades de las cuestiones jurídicas desde el
punto de vista de su determinación por el pensamiento del dere­
cho” .05 Aun cuando pretendiésemos aplicar a cualquier materia
jurídica el principio heraclíteo: “ todo cambia, sólo el devenir
subsiste”, a la postre caeríamos en la cuenta de que, pese a su
mutabilidad, esa materia encuéntrase sometida a la condición
unitaria que a fortiori le impone su propia naturaleza. Aquellas
peculiaridades podrán variar infinitamente; pero queda en pie
el hecho indestructible de que “son jurídicas y, en tal sentido,
hállanse condicionadas por el concepto, universalmente válido,
del derecho” .50
En todo contenido07 coexisten siempre dos aspectos: uno pe­
recedero y cambiante y otro constante e invariable. La nota de
validez universal no podrá nunca atribuirse a ninguna materia
concreta; sólo puede corresponder “al procedimiento ordenador
de los pensamientos, en su significación formal”.58 El problema
no radica en poner al descubierto la mayor o menor amplitud de
los conceptos jurídicos, sino en relacionar los condicionados con
sus respectivos condicionantes o -—para usar el lenguaje de la
filosofía crítica— en exhibir cómo se combinan la materia y
la forma de esos pensamientos.59
Forma es para Stammler el elemento que permite concebir
de modo unitario las peculiaridades de un cierto contenido de
conciencia.00 Y el principio ordenador que en nuestra disciplina
53 Slammler, opus cit., pág. 2. .
54 Stammler, op u s cit., pág. 2.
55 Stammler, op u s cit., pág. 2.
SG Stammler, o p u s cit., pág. 3.
61 Stammler, o p u s cit., pág. 3.
5S Stammler, opu s cit., pág. 3.
59 Stammler, opus cit., pág. 5.
00 Stammler, op u s cit., pág. 5.
D E R IV A C IÓ N DE LO S CONCEPTOS FU ND AM ENTALES 155

hace posible tal concepción sólo puede ser el concepto del de­
recho.
t lista “noción soberana”,61 y las fundamentales en ella implí­
citas, son las formas condicionantes que — ligadas a una materia
cualquiera— integran el contenido de los pensamientos jurídicos.
Tales conceptos, “irradiaciones” de aquella noción, o “funcio­
nes lógicas” de toda consideración jurídica, deben, pues, poder
ser derivados de la definición que los contiene.
“La prueba de que una cierta dirección formal del pensa­
miento pertenece a la clase de aquellos conceptos, y la de que el
número de las categorías jurídicas es limitado y fijo, obtiénense
por aplicación del método que consiste en llegar hasta los com­
ponentes en cuya síntesis unitaria consiste el concepto del de­
recho.” 62
Los elementos mentales de que tratamos búllanse siempre en
la relación de ‘condicionantes’ y ‘condicionados’. "Por ello se
dice que unos ‘emanan’ de los otros, que ‘llevan a ellos’ o que con
ellos ‘se enlazan’; todo lo cual ha de entenderse en un sentido
‘puramente lógico’. Los conceptos básicos no aparecen en la rea­
lidad como magnitudes aisladas. No podemos presentar, por
ejemplo, los de objeto o relación jurídica como datos inconexos,
y lo propio habría que decir de la noción universal del derecho.
Son únicamente direcciones del pensar que dan forma a una
materia jurídica histórica, pero que fuera de esta función estruc­
turante no pueden ser mostradas en la realidad de ninguna expe­
riencia sensible.” 03
Si analizamos la definición que ve en el derecho un "querer
entrelazante, autárquico e inviolable” (unverletzbar selbstherrlich
verbindende Wollen), hallaremos que exhibe cuatro direcciones
del pensar, que fundan en su unidad la susodicha noción. De
cada una de las primeras surgen, según la tesis stammleriana,
dos conceptos fundamentales, como lo indica esta tabla:

Categorías jurídicas:
Del querer: sujeto de derecho— objeto de derecho

01 Stammler, opu s cit., pág. m .


02 Stammler, opu s cit., pág. m .
0 3 Stammler, o p u s cit., pág. 115.
156 CONCEPTOS JU R ÍD IC O S FU N D AM EN TALES

Del entrelazar-, fundamento jurídico— relación jurídica


De la autarquía: soberanía jurídica— subordinación jurídica
De la inviolabilidad: legalidad— ilegalidad.64
Stammler da a los 8 enumerados el nombre de conceptos sim­
ples. De ellos deriva después 48 mixtos, que resultan de la com­
binación de los primeros. No vamos a referirnos a este aspecto
de la doctrina del famoso jurista, pues ya hemos dicho que lo
que de la misma nos interesa no son los resultados, sino el método.
Es éste el mismo que Sonrió sigue; pero en el caso del jurista
húngaro tampoco podemos aceptar las conclusiones, y ello por una
razón semejante, es decir, porque no estamos de acuerdo con su
tesis sobre la esencia del derecho.65 En su Juristische Grundlehre
leemos estas palabras: "Conceptos jurídicos, en general, son las
nociones de que alguien se sirve para dar expresión a una norma
jurídica, o las que al hacer tal cosa necesariamente presupone, ya
se trate del autor de la norma o de cualquier otro sujeto. Nocio­
nes jurídicas fundamentales, en cambio, son aquellas de que todo
el mundo tiene necesidad de servirse para expresar una norma
de derecho, o las que al expresarla necesariamente presupone.
Conceptos jurídicos materiales (Rechtsinhaltsbegriffe) por últi­
mo, son los que pueden ser libremente elegidos para tal fin — sea
que se les encuentre ya formados o que se les cree para el logro
del mismo propósito.” 66
Los fundamentales representan para Somló un a priori de la
ciencia jurídica, “pero con ello no queda dicho que no tengan
origen empírico”. “No son puros en el sentido de la filosofía
trascendental. La pureza que se les atribuye no existe frente a la
experiencia, sino frente a cualquier contenido. Son, precisamente
como el del derecho, prejurídicos, es decir, no jurídicos en la
significación técnica de la palabra, por no estar referidos al con­
tenido de las normas. Pese a lo expuesto, son nociones empíricas.
Únicamente son incondicionales y absolutas frente a cualquiera
de esos contenidos, pero no en la acepción más alta del vocablo.
No se encuentran condicionadas por ninguno de esos contenidos y
sólo para ellos tienen validez general.” 67

Stammler, o p u s cit., pág. 117.


84
G5 Cfr. Somló, op u s cit., Erster T eil, I, 34, pág. 105. ,
86 Somló, o p u s cit., pág. 27. \ t
67 Somló, o p u s cit., pág. 47.
CONCEPTOS L Ó G IC O -J U R ÍD IC O S 157

Después de resumir la doctrina de Stammler sobre los con­


ceptos fundamentales, afirma Somló que el problema ha sido
correctamente planteado por el jurista germánico, y que su mé­
todo es el único idóneo: para llegar al conocimiento de aquellos
conceptos hay que partir de la noción universal del derecho. Y
cierra su comentario con esta frase, que hacemos nuestra: “ Si en
la mayoría de sus aspectos no podemos aceptar los resultados de
Stammler, ello simplemente se debe a que de ningún modo admi­
timos sus enseñanzas sobre el concepto del derecho.” 68 Tampoco •
nosotros podemos aceptar las que sobre el mismo tema ofrece el
tratadista húngaro en Juristische Grundlehre. Como la exposi­
ción y crítica de unas y otras nos llevaría demasiado lejos, segui­
remos nuestro propio camino, tomando como base, para la deri­
vación de los conceptos fundamentales, la definición del derecho
a que hemos llegado en anteriores trabajos.69 Al proceder así,
tenemos clara conciencia de que el acierto — o el error— de lo
que vamos a exponer en la última parte de este capítulo, depen­
derá de la dosis de verdad que pueda haber en nuestro punto de
partida.

6. P r i m e r g r u p o : c o n c e p t o s l ó g ic o -ju r íd ic o s

FU N D AM EN TALES

En cuanto sistema regulador del comportamiento, el derecho


está constituido por normas de conducta. La esencia de la regu­
lación jurídica reside en la conexión necesaria y recíproca de una
norma que obliga y otra que faculta. Pero como — desde el án­
gulo visual de la lógica— aquellas normas son juicios, es obvio
que los conceptos contenidos en el de regulación bilateral — o en
el más amplio de regulación normativa— pertenecen, si hacemos
abstracción de los correlatos objetivos de esos conceptos, al plano
de las significaciones.70
Los implícitos en el de regulación jurídica, no referidos a los
correlatos de las normas atributiva y prescriptiva, son de orden
lógico y, pbr .ende, tienen que hallarse insertos en aquel plano.

68 Somló, n jr u j cit.¡ pág. 45.


69 Cfr. Eduardo García Máynez, L a d e fin ic ió n d e l D e r e c h o , Edit. Stylo,
México, 1948, e In tr o d u c c ió n a la lógica ju r íd ic a , cap. vi.
7 0 L ó g ica d e l ju ic io ju r íd ic o , cap. 1.
1 '8 CONCEPTOS J U R ÍD IC O S FU N D AM EN TALES

Y como al lógico-jurídico sólo pueden pertenecer conceptos, jui­


cios o raciocinios, resulta que las nociones fundamentales de este
grupo a jortiori son conceptos de conceptos, o de raciocinios, o de
juicios.
Nuestro primer problema estriba, pues, en descubrir qué con-
ceptos de objetos lógicos hállanse contenidos -en es'ta definición:
Derecho es la regulación bilateral, externa y coercible del com­
portamiento humano.
Si el derecho es un sistema de normas, y lo que lo distingue
de otras formas de regulación del obrar es su estructura impe­
rativo-atributiva, los conceptos contenidos en el de regulación
bilateral tendrán que ser considerados como fundamentales. Ha­
brá, pues, que analizar lógicamente esa noción.
El análisis lo hemos realizado ya, no sólo en el capítulo n de
la obra anterior,71 sino en el consagrado en ésta a la clasificación
de los conceptos jurídicos.72 Por tanto, bastará con resumir aquí
los resultados de ambas investigaciones.

" 7. C o n cepto s de n o r m a j u r íd ic a a t r ib u t iv a y n o r m a

J U R Í D IC A P R E S C R I P T IV A

Los conceptos inmediatamente implicados en el de derecho ob-


jetivo son los de norma atributiva y norma prescriptiva, ya que
la regulación jurídica consiste en la conexión necesaria y recí­
proca de una norma que obliga y otra que faculta.13 Lo que
distingue al derecho de la moral y los convencionalismos es pre­
cisamente ese necesario enlace. Recordemos una vez más la fórmu­
la de Radbruch: el deber moral es deber, pura y simplemente; el
jurídico no es sólo deber, sino deuda.111 Como el último es por
esencia exigible o, en otras palabras, en todo caso es correlativo
de un derecho de otra u otras personas, las normas que integran
la regulación jurídica (a diferencia de todas las demás) imponen
deberes que son siempre correlativos de facultades o conceden de­
rechos a los que indefectiblemente corresponde un deber de otros
sujetos. No es, pues, exacto, decir — cómo casi todos los autores
t i L ó g ica d e l ju ic io ju r íd ic o , cap. n.
t2 Cap. 11.
73 Ló g ica d el ju ic io ju r íd ic o , II, 6 y 7.
t 4 G. Radbruch, F iloso fía d e l D erech o , trad. Medina Echavarría, Madrid,
>9 3 3 . PáS- 5 6-
NORMA A T R IB U T IV A Y NORMA T R E S C R I P T IV A 159
suelen hacerlo— que ‘norma es la regla de conducta de obser­
vancia obligatoria’, porque, precisamente en la órbita jurídica,
bay. muchas que en vez de obligar facultan. Los análisis em-
v prendidos en la sección 5 del capítulo segundo de nuestra Lógica
del juicio jurídico pusieron en claro que el atributo de la bila-
teralidad no conviene a la norma de derecho aisladamente con­
siderada, sino a la regulación jurídica, como conexión de dos
reglas de conducta que se implican de modo recíproco: la pres-
criptiva y la atributiva. Cuando se impone un deber cuyo cum­
plimiento puede ser exigido, en ejercicio de un derecho, por otra
persona, o se concede un derecho al que corresponden deberes de
otros sujetos, el precepto tiene carácter jurídico. Sabemos ya que
los que forman ia regulación bilateral son equivalentes,'5 por lo
cual poco importa que los órganos de creación jurídica, al cum­
plir su tarea específica, se valgan de la forma atributiva o hagan
uso de la otra. Ello depende de la índole relacional de los jui­
cios de que estamos hablando. El atributivo se refiere a lo que
algunos tratadistas llaman aspecto activo de la relación; el otro
está referido al aspecto pasivo del mismo vínculo.7576
A diferencia de las jurídicas, las normas éticas obligan, pero
no facultan o, en otras palabras, imponen deberes cuya observan­
cia no puede ser reclamada, en ejercicio de un derecho, por otra
persona. De aquí que se diga, usando un lenguaje metafórico,
que los morales son deberes del hombre consigo mismo, o que
su conciencia es la única instancia autorizada para exigir el cum­
plimiento.77 Cosa análoga puede afirmarse de cualquier norma
no jurídica: frente al obligado por ella nunca existe un pretensor.
El carácter bilateral del derecho condiciona las otras dos no­
tas a que alude la definición que nos ha servido de base: las de
exterioridad y coercibilidad. del mismo.
Como éste no pretende hacer mejores a los hombres, sino ga­
rantizar la eficacia de las facultades jurídicas, sus normas limí-
tanse a exigir el cumplimiento externo de lo prescrito, sin pre­
ocuparse por los móviles. Cuando el obligado hace lo que la
norma reclama, la finalidad jurídica queda cumplida, sin que im-

75 L ó g ica d el ju ic io ju r íd ic o , i, 2, pág. 25.


70 L ó g ica d el ju ic io ju r íd ic o , II, 7.
77 Cfr. Eduardo García Máynez, In tr o d u c c ió n al e s tu d io d el D e r e ch o ,
cap. 11.
l6 o CONCEPTO S JU R ÍD IC O S FU N D AM EN TALES

porte mayormente el aspecto interno de la conducta. Lo que se


busca, en la esfera del derecho, es la satisfacción de las facultades
que éste concede, propósito para cuyo logro basta la realización
externa de lo que la regla prescriptiva dispone. El derecho sólo
atiende a la interioridad del comportamiento en el caso de! pro­
ceder viola torio de deberes, mas no suele hacerlo en el de la
actividad orientada al cumplimiento de obligaciones. La ley mo­
ral, en cambio, no puede contentarse con la observancia mecá­
nica de lo prescrito, y en todo caso exige la rectitud de la inten­
ción.787
9 Empleando giros kantianos puede decirse que, mientras
el derecho ordena que el obligado proceda conformemente al
deber, sean cuales fueren los motivos, la moral demanda que
el móvil de la conducta sea el respeto79 a la exigencia normativa
o, en otro giro, que amén de obrar conformemente al deber, lo
hagamos por deber.80 Para emplear otra vez expresiones del fi-
lósofo de Koenigsberg: el derecho busca la simple legalidad, no
la moralidad del comportamiento.818 2 Los deberes jurídicos son
por ello exigibles, y la exigencia normativa encuentra su indis­
pensable complemento en el derecho de otra persona. Esta alte-
ridad82 de la regulación jurídica es consecuencia del carácter
externo de los deberes que la misma impone, pues su imposición
es el medio que permite satisfacer los derechos subjetivos de la
otra parte. Muy certera es la afirmación de que el destinatario
de aquélla no es el obligado, sino el derechohabiente, pues sus
normas no buscan el perfeccionamiento del primero, sino la satis,
facción de las facultades del segundo.83 Por ello se conforman
con lo que podría llamarse cumplimiento externo de lo que exi-

II, ío.
7 8 In tr o d u c c ió n al e stu d io d el D e r e c h o ,
79 “Lo que yo reconozco inmediatamente para mi como una ley, reconóz-
colo con respeto, y este respeto significa solamente la conciencia de la su bordi­
n a ció n de mi voluntad a una ley, sin la mediación de otros influjos en mi
sentir” Kant, F u n d a m en ta ció n d e la m etafísica d e las co stu m bres, I, pág. 54,
nota 1) de la traducción castellana de García Morente.
so Kant, obra y traducción citadas, pág. 28.
81 Kant, M eta p h y sik d er S itie n , Einleitung, I II , pág. 18 de la edición de
J . H. v. Kirchmann, Leipzig, 1870.
8 2 Cfr. G. Radbruch, o p u s cit., pág. 55 de la traducción castellana de Me­
dina Echavarría.
8 3 Cfr. Del Vecchio, F ilo so fía d e l D e r ec h o , Trad . de Recaséns Siches¿
Ed. Bosch, Barcelona, pág. 423 de la segunda edición. \ *
NORMA A T R IB U T IV A Y NORMA I ’R E S C R I P T I V A 16 1

gen. Las normas éticas, por el contrario, aspiran al perfecciona­


miento del hombre, por lo que no puede bastarles la simple
sumisión externa. En el sector de la moralidad juegan los móvi­
les el papel preponderante, son las primeras figuras; en el jurí­
dico, en cambio, lo que importa es que el pretensor reciba lo
suyo, sean cuales fueren los móviles del otro sujeto.
La moral no sólo toma en cuenta la pureza de las intencio­
nes; pide también absoluta espontaneidad en la observancia de
los deberes. Por ello declaramos que éstos son incoercibles. Las
normas éticas quedan cumplidas cuando el obligado, movido
por una intención recta, espontáneamente se ajusta a la exigen­
cia normativa; no es, pues, posible imponer su observancia, ni
aplicarlas contra o sin la voluntad de aquél. A los atributos de
unilateralidad e interioridad viene de este modo a sumarse el
de incoercibilidad de las leyes morales.
Por su mismo carácter externo y la naturaleza instrumental
del nexo que tienen con los derechos del pretensor, los deberes
jurídicos no sólo pueden quedar acatados en forma no espon­
tánea, sino que incluso es posible imponerlos, mediante el em­
pleo de aparatos coactivos.
Esta posibilidad es característica esencial de las normas en
la esfera del derecho, y presupone que existen órganos ad hoc,
supraordinados a las partes, a quienes incumbe la tarea de apli­
car esas normas, ya para esclarecer una situación controvertida
o incierta, ya para dar eficacia a los derechos judicialmente de­
clarados.84
La coercibilidad de los deberes jurídicos deriva de esa posi­
bilidad de que queden cumplidos en forma no espontánea, sea
que el obligado obedezca a regañadientes, sea que resulte nece­
sario constreñirlo a la obediencia. Aquel atributo no debe ha­
cerse consistir — como muchos lo afirman— en que la norma se
encuentre sancionada por otra del mismo sistema, ni, menos aún,
en que en el mundo haya jueces, ejecutores y verdugos.85 Coerci­
bilidad sólcr‘-significa posibilidad de cumplimiento no espontá­
neo, y bajo --este concepto quedan comprendidas muy distintas
formas dé ohservanéia, desde la (que se produce de mal talante
hasta la que es preciso imponer por la fuerza.
84 Cfr. E. García Máynez, I n tr o d u c c ió n al estu d io d e l D e r e ch o , cap. xvn.
85 Cfr. Lóg ica d e l ju ic io ju r íd ic o , cap. vm.
1 ÜÜ CONCEPTO S J U R ÍD IC O S FUN DAM EN TALES

Según creemos haberlo demostrado en otro lugar,80 para que


una norma pertenezca a un sistema de derecho no es indispensa­
ble que se encuentre sancionada dentro del mismo sistema. Por
deseable que parezca, no es posible sancionar de este modo todos
los preceptos de un orden jurídico, ya que ello exigiría un núme-.-y
ro infinito de normas, cada una de las cuales habría menester de
otra que la sancionase, y ésta de otra, y así sucesivamente.87 Es,
pues, inevitable que en todo ordenamiento haya un cierto número
de prescripciones no sancionadas en la misma forma que las pre­
cedentes, pese a lo cual no pierden su naturaleza jurídica, si en
ellas concurren las características de bilateralidad, exterioridad
y coercibilidad anteriormente definidas. Toda regla que impone
deberes correlativos de derechos es jurídica, aun cuando el pre­
tensor no esté facultado para exigir el cumplimiento a través
del ejercicio de una acción. Lo que naturalmente no excluye la
posibilidad de que la eficacia del precepto se halle asegurada por ,
garantías de otro tipo, jurídicas o de otra índole.ss Pretender
que la única forma posible de sanción — en el terreno del dere- ;
cho— es la que puede traducirse en la imposición del deber ;
primario,89 equivale a restringir indebidamente el atributo de 4
coercibilidad. La índole coercible del derecho deriva de la posi- i
bilidad de que sus preceptos sean cumplidos en forma no espon- j
tánea, haya o no ejercicio de la función jurisdiccional, y exista j
o no una norma sancionadora de la que impone al obligado tal o í
cual conducta. Lo esencial no es, por ende, el enlace de una j
norma sancionada y otra sancionadora, sino la conexión nece­
saria y recíproca del precepto que obliga y el que faculta, lo que j
a la vez implica la exterioridad y coercibilidad del deber ju­
rídico.99
A llí donde un sistema de normas regula el comportamiento
humano en forma bilateral, externa y coercible, hay regulación
jurídica. Los conceptos de norma atributiva^ norma prescrip-
tiva no sólo son necesarios, sino fundamentales, ya que están
inmediatamente implicados en el de regulación bilateral. Y per-

so Lógica del juicio jurídico, viii, 2.


87 Lógica del juicio jurídico, v i ii , 2, pág. 17O.
88 Lógica del juicio jurídico, raí, 2.
89 Lógica del juicio jurídico, v i ii , 2, págs. 174-181.
90 Lógica del juicio jurídico, M il, 2, págs. 174-181.
SUPUESTO Y D IS P O S IC IÓ N 163

tenecen al grupo de los lógico-jurídicos porque se refieren a


juicios normativos y, consecuentemente, a significaciones.. Pode-
mosVlefinirlos de este modo:
*r- Norma jurídica atributiva es la que concede, a uno o más
sujetos, un derecho cuyo ejercicio está garantizado por la impo­
sición, a otro u otros, del deber — derivado de la correspon­
diente norma prescriptiva— de observar la conducta que hace
posible el ejercicio y cabal satisfacción de las facultades del
pretensor.
Norma jurídica prescriptiva es la que impone, a una o más
personas, el deber de observar la conducta requerida para el ejer­
cicio y cabal satisfacción del derecho que la correspondiente atri­
butiva concede a otro (u otros) sujetos.
Las normas que acabamos de definir son, por tanto, partes o
elementos de la regulación jurídica. La relación entre los corres­
pondientes conceptos y el del derecho es, según lo expuesto en
la sección IV del capítulo anterior, de las que los lógicos llaman
de continencia, ya que los correlatos objetivos de las dos prime­
ras nociones están comprendidos — como partes— en el correlato
objetivo de la otra, es decir, en el derecho mismo, como forma
de regulación. Ambas normas, según lo explicamos en otra obra,91
son lógicamente equivalentes, lo que quiere decir que, pese a su
significación diferente, están referidas al mismo vínculo jurídico.
La atributiva alude al aspecto activo; la prescriptiva, al pasivo.
Por ello es que — como todos los juicios relaciónales— mutua­
mente se implican.
Examinemos ahora qué conceptos están contenidos en los
de norma jurídica atributiva y norma jurídica prescriptiva.
|
8. C o n c epto s de su pu esto ju r íd ic o y disposición

En la sección precedente dijimos que la regulación jurídica con­


siste en el necesario enlace de dos normas: la atributiva de dere­
chos y la impositiva de obligaciones. Al estudiar, en nuestra
Lógica del juicio jurídico, la estructura de tales normas, encon-
tramos que una y otra son juicios hipotéticos, que hacen depen­
der de la realización de sus supuestos el nacimiento de facultades
y deberes.

91 Lógica del juicio jurídico, 1, 2.

y
Íí
164 CONCEPTOS J U R ÍD IC O S FU N DAM EN TALES

La conducta humana hállase en todo caso ligada a una cir­


cunstancia: ocurre en cierto tiempo y lugar, tiene siempre un
contenido, y siempre está referida a tales o cuales sujetos. Las
normas que la regulan no pueden ignorar las peculiaridades de
los casos que prevén, pues su fin es estatuir lo que el sujeto que
en ellos se encuentra tiene el deber o el derecho de hacer. La dis­
posición normativa hállase ligada a una hipótesis, y la actualiza­
ción de los derechos o deberes que atribuye o impone a sus
destinatarios está condicionada por la realización de esa hipóte­
sis. Como los órganos cuya función consiste en regular jurídica­
mente el comportamiento no pueden prever todos los casos posi­
bles, no les queda más remedio que limitarse a describir, de modo
hipotético y abstracto, los que juzgan de realización más proba­
ble. En la esfera jurídica el casuismo es inevitable, como son
inevitables los defectos que éste implica, y a los que con tanta
agudeza alude Aristóteles en un pasaje famoso del Libro V de
su Ética Nicomaquea,929 3 Es verdad que la imputación de dere­
chos y deberes tiene que culminar en el establecimiento de nor­
mas no genéricas, y que la operación imputativa exige, según lo
explicamos en el capítulo I de esta obra,83 la individualización
de los facultados u obligados, lo mismo que la de las consecuen­
cias de derecho; pero el fundamento de la norma individualizada
reside en otras de carácter abstracto, de las que constituye un
acto de aplicación.9495 Y aun cuando puede ocurrir que ciertos
casos no hayan sido previstos, la integración de las lagunas nece­
sariamente exige la aplicación de pautas o criterios generales.
Precisamente porque las que derivan de la actividad de los
órganos creadores de derecho son normas abstractas (ya se trate
de costumbres o de leyes) y esas normas sirven de base para la
solución de los casos concretos previstos por ellas, resulta impo­
sible concebir un ordenamiento en el que no hubiese normas
de esa índole.85 Por ello, también, los conceptos de supuesto jurí­
dico y disposición normativa pertenecen al grupo de los funda­
mentales, ya que están implícitos en el de regulación bilateral

92 Libro V, cap. 10, 1137b.


93 Sección 11.
94 Sobre la distinción entre normas genéricas y normas individualizadas^^
Kelsen, Teoría general del Derecho y del Estado, 1 , cap. xi. *
95 Kelsen, Teoría general del Derecho y del Estado, I, cap. xi.
SUPUESTO Y D IS P O S IC IÓ N 165

y, de modo inmediato, en los de norma jurídica atributiva y pres-


criptiva. La relación entre aquellos conceptos y los menciona­
dos en último término, es del mismo tipo de la que existe entre
los de norma atributiva y norma prescriptiva y el de regulación
bilateral. Pues así como los de norma atributiva y prescriptiva
están referidos a elementos de tal regulación, los otros designan
las dos partes de cada una de esas normas. La estructura lógica
de éstas puede expresarse así:
Norma jurídica atributiva: ‘Si s es h, el sujeto P tiene el dere­
cho de observar la conducta /’.
Norma jurídica prescriptiva; ‘Si s es h, el sujeto O está obli­
gado a observar la conducta d’.90
La expresión: ‘Si s es h’, refiérese al supuesto jurídico, que es
idéntico en los dos preceptos. Lo que distingue a éstos es la
disposición, que en un caso es atributiva y en el otro prescrip­
tiva.
La parte segunda de la primera fórmula debe leerse: ‘el sujeto
pretensor tiene el derecho de observar la conducta f’ (esto es, la
permitida por la norma). La que corresponde a la disposición
del otro precepto se lee de esta manera: ‘el sujeto obligado debe
observar la conducta d’ (es decir, la que la norma prescribe).
El supuesto es igual en los dos casos, pues la regulación cons­
tituida por el enlace de las dos normas es una y, por ende, refié­
rese a las consecuencias legales de la realización de una sola hipó­
tesis. Las disposiciones cambian, porque la primera alude al
aspecto activo y la segunda al pasivo del mismo vínculo.
Hemos definido el supuesto jurídico como la hipótesis de cuya
realización depende el nacimiento de las consecuencias de dere.
cho (facultades o deberes_).87
Disposición es la parte de la norma que expresa qué derechos
o deberes están condicionados por la realización del supuesto.
Cada una de las normas reguladoras de la conducta jurídica
expresa, pues, la implicación de un consecuente por su antece­
dente.88 EPsupjiesto de derecho es el antecedente, y la disposi­
ción corresponde al consecuente.

9 ®L ó g ica d e l ju ic io ju r íd ic o , IX, 1.
97 Lóg ica d e l ju ic io ju r íd ic o , I, pág. s i.
98 L ó g ica d e l ju ic io ju r íd ic o , VI, 6.
]C>6 CON CEPTOS JU R ÍD IC O S FU N D A M EN TA LES

La llamada ley de causalidad jurídica, de que habla Schreier,00


alude al necesario enlace de estos dos elementos de las normas
del derecho: las consecuencias que la disposición señala están
condicionadas siempre por la realización de la hipótesis. Expre­
sado con mayor rigor: no hay disposición sin supuesto jurídico,
ni supuesto jurídico sin disposición. 5 LJ
Obsérvese que ahora no tratamos de hechos "jurídicos ni de
consecuencias de derecho, sino del supuesto y la disposición de las
normas atributiva y prescriptiva. Y lo hacemos así porque los con­
ceptos fundamentales que estamos derivando del de regulación
bilateral son de orden lógico, es decir, nociones a las que sólo
corresponden objetos lógico-jurídicos. El supuesto y la disposi­
ción tienen el carácter de partes de juicios y, por tanto, el de ele­
mentos de la significación unitaria que llamamos norma de dere­
cho. Los hechos condicionantes y las consecuencias normativas, en
cambio, no pertenecen al plano lógico, sino al ontológico-jurí-
dico. Lo que produce las consecuencias de derecho no es el su­
puesto de la norma, sino su realización, y aquéllas no fungen
como elementos de un juicio, sino de una relación jurídica.100
Acabamos de emplear este término en su sentido estricto, es
decir, en el de vínculo que la regulación bilateral crea entre
el sujeto del derecho y el sujeto del deber. Pero ya sabemos que,
además de esta relación, puede hablarse de la que existe entre el
hecho jurídico y las consecuencias de derecho y, paralelamente,
de la que media entre el supuesto y la disposición de cada norma.
Hemos afirmado que los conceptos de supuesto y disposición
son correlativos, ya que no puede haber disposición sin supuesto,
ni supuesto sin disposición. Más adelante veremos cómo entre los
elementos de cada una de las disposiciones también hay correlati­
vidad. Ello es consecuencia de la mutua implicación de la norma
que obliga y la que faculta.

9 » Schreier, G r u n d k e g r iffe u n d G r u n d fo r m e n d es R e c h ts , Franz Deuticke


Verlag, Leipzig, pág. 93.
loo Cfr. Eduardo García Máynez, I n tr o d u c c ió n a l e stu d io d el D e r ech o ,
sección 89.
C O N C F .rT O S -S U JF .T O S 1G 7

9. C o n c e p t o s -sujetos de la s n o r m a s a t r ib u t iv a
Y PRESCRIPTIVA
\ »
:Si consideramos por sí misma — esto es, desligándola de su hipó­
tesis_la disposición de cualquier norma de índole genérica, en­
contraremos que es posible formularla de modo categórico.101
Cuando declaramos, por ejemplo, que ‘el inquilino debe pagar
mensualmente la renta al propietario’, damos expresión a la se­
gunda parte del precepto. Formulada de esta guisa, aparece
ante nosotros como un juicio que encierra — a semejanza de los
predicativos de que trata la lógica clásica— tres elementos lógi­
cos: sujeto, cópula y predicado.
Así, en el ejemplo, ‘inquilino-, es el concepto-sujeto; ‘debe’,
cópula jurídica, y ‘pagar mensualmente la renta’, predicado.
I.a función del primer concepto consiste en señalar a la per­
sona objeto de la regulación, o sea, para volver al ejemplo, al
inquilino. Asi como en el caso de los juicios enunciativos la fun­
ción del concepto-sujeto es apuntar al objeto de la predicación,
en el de los jurídicos ese concepto está referido al sujeto pasible
del deber o titular del derecho que la norma respectivamente
impone u otorga. La lógica clásica distingue, al hablar de los
juicios predicativos, entre concepto-sujeto y objeto-sujeto, y en
la órbita del derecho también hay que distinguir el sujeto lógico
del juicio de la persona objeto de la regulación. T al persona es
uno de los sujetos de la relación jurídica — el pasivo, en el caso
del ejemplo— pero no se confunde con el concepto que la de­
signa. Según lo hemos explicado en otro sitio,102 parecida distin­
ción debe hacerse entre el sujeto gramatical de la oración de que
nos servimos para enunciar el juicio, y el sujeto lógico de éste.
Pues una cosa es la palabra y otra diversa el concepto jurídico ‘in­
quilino’. En el plano lingüístico, la oración se compone de voca­
blos; en el lógico, consta el juicio de conceptos, y en el ontológico
de la conducta regulada la relación jurídica se da entre personas.
El término ‘sujeto’ posee, pues, en la teoría jurídica, dos signi­
ficados diferentes: en su acepción lógica alude a un elemento de
la disposición (el concepto-sujeto); en su sentido ontológico — que

101 Cfr. L ó g ica d e l ju ic io ju r íd ic o , VI, 7.


Cfr. Lógica, d e l ju ic io ju r íd ic o , II, 1.
i6 8 CONCEPTOS JU R ÍD IC O S FU N DAM EN TALES

es el jurídico estricto— alude en cambio a la persona del preten.


sor o el obligado.
Cuando discutimos la estructura de las normas del derecho
llegamos a la conclusión de que son juicios relaciónales103 de
carácter normativo. Desde este ángulo visual, el concepto-sujeto
aparece como referente de la relación; la cópula y la parte del
predicado que determina el objeto del deber o del derecho for­
man el concepto relacional, y el que señala a la persona frente
a la que existen el deber o el derecho funge como relato.1<>4 Si
analizamos el precepto de nuestro ejemplo a la luz de la lógica
de las relaciones, los elementos que lo integran indícanse así:
Concepto referente: ‘El inquilino
Concepto relacional: debe pagar mensualmente
la renta al
Concepto relato: propietario’
De acuerdo con el primer análisis, en cambio, ‘inquilino’ es
concepto-sujeto; ‘debe’, cópula, y ‘pagar mensualmente la renta
al propietario’, predicado.
Cuando la norma es atributiva, el concepto-sujeto refiérese a
la persona facultada; cuando es prescriptiva, mienta al jurídica­
mente obligado.
Las nociones ‘sujeto del juicio atributivo’, y ‘sujeto del juicio
prescriptivo’ están referidas al pretensor y al obligado, y — lo
mismo que los que forman las parejas de que hablamos en las
secciones precedentes— son correlativos, como los de sujeto ac-
tivo y sujeto pasivo.
Las dos primeras nociones pueden definirse así:
Concepto-sujeto de la norma atributiva es el término que
señala al titular del derecho atribuido por la norma.
Concepto-sujeto de la norma prescriptiva es el referido al
sujeto pasible del deber que el precepto impone.
Desde el punto de vista de la lógica relacional diríamos:
Concepto-sujeto de la norma atributiva es el que señala al
referente de la relación.
Concepto de la norma prescriptiva es el que mienta al relato
de la misma.
103 Cfr. Ló g ica d e l ju ic io ju r íd ic o , II, 7. »
104 cfr. Lóg ica d e l ju ic io ju r íd ic o , II, 7. » 1
C Ó P U L A A T R IB U T IV A Y C O P U L A P R E S C R IP T 1V A 169

10. CÓPULA JURÍDICA ATRIBUTIVA Y CÓPULA JURÍDICA PRESCRIPTIVA

En los juicios predicativos el papel de la cópula consiste en refe­


rir al objeto-sujeto la determinación predicada, y en afirmar
(o negar, según la cualidad del enunciado) la conveniencia de
tal determinación.105 En los jurídicos, en cambio, su función con.
siste en atribuir un derecho al pretensor o en imponer un deber
al obligado.106
Las normas del derecho, a diferencia de los juicios predica­
tivos, no son nunca enunciativos o descriptivos, sino prescriptivos
de obligaciones o atributivos de facultades. No aluden, pues, al
orden del ser ni, por tanto, al de la conducta efectiva de sus
destinatarios, sino al de lo que en sentido normativo debe o
puede lícitamente hacerse. Nunca describen el comportamiento
real; regulan y califican — ya en el sentido positivo de la licitud,
ya en el negativo de la ilicitud— la conducta posible de aquellos
sujetos.
El conferimiento de facultades y la imposición de deberes son
las dos formas del acto imputativo en la esfera del derecho. La
imputación de derechos subjetivos tradúcese siempre en la per­
misión de ciertos actos u omisiones; la de deberes jurídicos, en
cambio, trae siempre consigo una prohibición: ya la de omitir
el comportamiento prescrito, ya la de ejecutar el vedado por la
norma.107
Como atribuir un derecho a una persona equivale a imponer
a otra el deber de observar la conducta que hace posible el ejer­
cicio y cabal satisfacción de las facultades de aquélla, los con­
ceptos de cópula jurídica atributiva y cópula jurídica prescrip-
tiva se coimplican. Trátase de nociones correlativas, ya que en
el plano de la regulación bilateral no puede haber atribución
de derechos sin la correspondiente imposición de deberes, ni
imposición de deberes sin atribución de facultades.
La cópula atributiva suele expresarse por medio de giros
como ‘tiene el derecho de’, ‘está facultado para’, etc.; la otra se
expresa concias palabras: ‘está obligado a’, ‘tiene el deber de’, etc.
Proponernos; las definiciones siguientes:
v, • :
105 Cfr. L ó g ica II, 1.
d e l ju ic io ju r íd ic o ,
106 Cfr. L ó g ic a II, 1.
d el ju ic io ju r íd ic o ,
107 Recuérdese lo expuesto en la sección 3 de este capítulo.
1“ O CONCEPTO S J U R ÍD IC O S FU N DAM EN TALES

Cópula atributiva es el elemento de la regulación bilateral


cuya función consiste en conferir un derecho.
Cópula prescriptiva es el elemento de la regulación bilateral
cuya función consiste en imponer un deber jurídico.

11. P r ed icad o r e l .u cio .n a l de las n o r m a s a t r ib u t iv a y


PRESCRIPTIVA - V.

El tercer elemento lógico de la disposición de cada una de las


normas que integran la regulación jurídica es el concepto pre-
dicado.
El papel de éste, en las susodichas disposiciones, estriba en
determinar cuál es la conducta objeto del derecho atribuido o
del deber impuesto por aquéllas.
La cópula jurídica se limita, como acabamos de verlo, a de-
terminar el carácter con que el destinatario de cada una de las
dos normas interviene en la relación: esto es, si como pretensor
o como obligado; mas no indica lo que el primero de tales suje­
tos tiene el derecho de hacer u omitir, ni lo que el segundo debe
hacer o no hacer. T a l determinación corresponde al concepto
predicado. Éste señala en cada caso cuál es la conducta objeto
del deber jurídico o del derecho subjetivo.
Por la misma índole de la regulación bilateral, el papel del
tercer elemento de las disposiciones no consiste en referirse a
cualidades o atributos del sujeto de la relación o de la conducta
efectiva de éste, sino en dar un contenido a la función impu­
tativa de la cópula. Por eso es que la última, además de referir
al pretensor o al obligado el acto o la omisión a que aquel
elemento alude, convierte la omisión o el acto en objeto de un
deber o de un derecho y, de este modo, ios califica jurídicamente.
En la sección 7 del capítulo n de nuestra Lógica del juicio juri-
dico llegamos a la conclusión de que el elemento de que esta­
mos tratando no debe llamarse ‘predicado’ a secas, sino ‘predicado
relacionar.los
Este calificativo parece indispensable, pues el citado elemento
no solamente determina, según lo revela el análisis de cualquier
norma jurídica, la conducta objeto del deber o del derecho,
sino que cumple además la función de señalar al sujeto fren-IO S

IOS Lógica del juicio jurídico, pág. 54.


P R E D IC A D O R E L A C IO N A !. 17 1

te al cual existen una u otra de las dos consecuencias norma­


tivas.
‘Si volvemos al último de nuestros ejemplos, observaremos que
el predicado encuentra su expresión en las palabras ‘pagar men­
sualmente la renta al propietario’. Estas palabras no sólo dicen
que lo que el inquilino ‘debe hacer’ es pagar mensualmente la
renta; también aluden al titular del derecho correlativo. En este
sentido, el predicado opera como trait d’union entre las dos nor­
mas, puesto que refiere la conducta del obligado a la del preten­
sor, o la de éste a la de aquél.
A la función que consiste en dar un contenido a las conse­
cuencias de derecho la hemos llamado función determinativa;
a la que estriba en hacer referencia al sujeto frente al cual exis­
ten el derecho o el deber, podemos darle el nombre de función
relacionante.
El predicado relacional de la norma atributiva puede defi­
nirse como el elemento de la disposición que determina el objeto
del derecho y señala a la persona o personas pasibles del deber
correlativo.
El predicado relacional de la norma prescriptiva defínese, por
su parte, como el elemento de la disposición que determina el
objeto del deber y señala al titular del derecho correlativo.
De este modo completamos nuestro análisis de los elementos
de las dos normas, y ponemos término a la derivación de los con­
ceptos lógico-jurídicos fundamentales. Los resultados a que he.
mos llegado los indica el siguiente cuadro:I

I Supuesto jurídico

f Concepto-sujeto de la
j norma atributiva
Norma jurídica { I
atributiva I ^ Cópula atributiva
Disposición norma­
tiva
| Predicado relacional
j de la norma atri­
l butiva
172 CONCEPTOS JU R ÍD IC O S FU N DAM EN TALES

f Supuesto jurídico

Concepto-sujeto de la
norma prescriptiva
Norma jurídica i
prescriptiva Disposición pres­ Cópula prescriptiva
criptiva
Predicado relacional
de la norma pres­
criptiva

De estos conceptos, los de supuesto jurídico de la norma


atributiva y de la norma prescriptiva difieren sólo formalmente
(en cuanto elementos de normas distintas); pero coinciden mate,
rialmente, puesto que la hipótesis de ambas es igual.
El estudio anterior revela que los conceptos lógico-jurídicos
fundamentales son 12. Es claro que si no llevamos el análisis
hasta tal extremo y, en vez de hablar, por ejemplo, de norma
jurídica atributiva y norma jurídica prescriptiva, aludimos sola-
mente al concepto de norma jurídica, que abarca a los otros dos,
el número de los conceptos lógico-jurídicos fundamentales, en
este grado de menor generalidad, quedará reducido a la mitad,
como lo indica el cuadro que sigue:

f Supuesto jurídico
j ( Concepto-sujeto
Norma jurídica i Disposición norma­
Cópula jurídica
tiva
^ Predicado relacional

12. S ecu n d o g r u p o : c o n c e p t o s o n t o l ó g ic o -jurídicos


FUNDAMENTALES

De acuerdo con la ley de correspondencia, que expusimos en
el capítulo 11 de este libro, a cada uno de los conceptos lógico-
jurídicos implícitos en el de regulación bilateral corresponde
otro en el plano de la conducta jurídicamente regulada (u onto- J
lógico-jurídico). Así como en el caso de los juicios enunciativos "I'*
la doctrina clásica distingue entre la expresión judicativa y lá ¿jj


■ ‘.'A
.
CONCEPTOS O N T O L Ó G IC O - J C R Í D 1C O S 17 3

situación real a que el enunciado hace referencia, en el de los


normativos también hay que distinguir la norma de derecho
(en cuanto significación unitaria), de la situación objetiva que
funge como su correlato. Como tanto el precepto atributivo
como el prescriptivo son juicios hipotéticos, obvio es que no se
refieren a hechos reales, ni a la conducta efectiva del pretensor
o el obligado. Recordemos el ejemplo de la sección 9 del capí­
tulo iv de nuestra Lógica del juicio jurídico. Según el artículo
901 del Código de Comercio, “ si un buque abordare a otro por
impericia del capitán, el naviero del buque abordador está obli­
gado a pagar los daños y perjuicios, previa tasación pericial’’.
Este precepto no dice que ‘un buque ha abordado a otro por
impericia del capitán, ni obliga — en cuanto norma abstracta—
a ninguna persona individualmente determinada; simplemente
formula una hipótesis (‘si un buque abordase a otro por impe­
ricia del capitán.. . ’) e indica, en su segunda cláusula, qué con­
secuencias normativas hállanse condicionadas por la realización
del supuesto. Esto revela que (antes de que la hipótesis se rea­
lice) la norma no tiene como correlato un hecho real, ni siquiera
el jurídico que la misma define. Tampoco corresponde a ella
— mientras el hecho jurídico no se ha producido— ningún deber
ni, por ende, ninguna relación entre personas individualmente
determinadas (como podrían serlo, verbigracia, el naviero Z o el
armador Y). El nexo que la norma establece in abstracto entre
cualquier hecho que pertenezca a la clase definida por su supues­
to, y las personas que puedan hallarse en el caso o, dicho de
otro modo, la implicación de ciertas consecuencias normativas
por su antecedente, sólo puede actualizarse si el condicionante
se produce. Lo que equivale a sostener que — antes de ser apli­
cada— la norma (atributiva o prescriptiva) limítase a establecer
los supuestos de una implicación, que adquiere actualidad cuan­
do el hecho jurídico ocurre.109 En otras palabras: el precepto
señala en forma hipotética las condiciones de su propia eficacia
y, por consiguiente, del nacimiento de las consecuencias de dere­
cho.110 El cogrqlató de cada una de las normas que en su nece­
sario enlace integran la regulación jurídica es, pues, una relación:
109 L ó g ica d el j u d o ju r íd ic o , VI, 9.
n o Eduardo García Máynez, I n tr o d u c c ió n al e stu d io d e l D e r e ch o , seccio­
nes 88 y 8g.
l-.J CONCEPTOS J U R ÍD IC O S FUN DAM EN TALES

la que existe entre el hecho jurídico y las facultades (o los


deberes) por él condicionados.
Lo que acabamos de exponer nos permite dar a los concep­
tos ontológicos que en el plano objetivo fungen como correlatos
de los lógico-jurídicos de norma atributiva y norma prescriptiva,
los nombres de relación condicionante del derecho 'f relación con­
dicionante del deber. '
En otra parte 111 hemos escrito que si designamos el condi.
clonante por medio de la letra h , y la consecuencia jurídica por
medio de la letra c, la relación que cada norma genérica esta­
blece puede simbolizarse así:

h R c

En esta fórmula, R designa el condicionamiento de las conse­


cuencias normativas por el hecho jurídico, lo que indica que
li R c debe leerse de este modo: ‘el hecho jurídico li es condicio­
nante de la consecuencia de derecho c’.
Si en vez de la letra c (referida en la fórmula general tanto
a la consecuencia atributiva como a la prescriptiva) empleamos
las minúsculas / y á (para simbolizar la conducta objeto del
derecho subjetivo y del deber jurídico) la fórmula de la primera
relación resulta h R f, y la de la segunda h R d.
Como los conceptos contenidos en el de consecuencia jurí­
dica son también relaciónales, h R c implica a . x F y y a . y D x.112
En otras palabras: si el hecho jurídico condiciona el nacimiento
de las consecuencias normativas (derecho subjetivo F o deber ju­
rídico D), ello necesariamente implica que, en virtud de la reali­
zación de h, un sujeto P adquiere un derecho subjetivo (F) frente
al sujeto O y, correlativamente, el último tiene un deber jurí­
dico (D) frente al otro sujeto.113
Como resumen de lo que antecede podemos decir que la rela­
ción entre el hecho jurídico y la consecuencia atributiva es el
nexo que la norma crea entre la realización de su supuesto y
el derecho subjetivo que, condicionado por tal realización, nace en
favor de uno o más sujetos.

n i Lógica del juicio jurídico, VI, 6, pág. 128.


112 Lógica del juicio jurídico, VI, 6, pág. 129.
113 Lógica del juicio jurídico, VI, 6, pág. 129.
C O N D IC IO N A N T E S D L L D E B E R V D EL DERECH O 175

La relación entre el hecho jurídico y la consecuencia prescrip-


tiva, puede, por su parte, definirse así: es el nexo que la norma
lesta'blece entre la realización de su supuesto y el deber jurídico
r que, a consecuencia de tal realización, nace a cargo de una o más
personas.
Aun cuando las normas atributiva y prescriptiva establecen
los nexos que acabamos de definir, éstos no se dan entre los
elementos de aquéllas, sino entre los correlatos del supuesto y la
disposición de cada una.
La realización del hecho jurídico condiciona no solamente
el nacimiento de un derecho, sino la actualización del deber corre­
lativo, lo que indica que el segundo término de las relaciones
creadas por las dos normas es, también, una relación: la que
vincula al sujeto pretensor con el sujeto obligado. Esta última
es elemento de la otra; así que, para distinguirlas, Ies damos
los nombres de condicionante y condicionada- La segunda, según
veremos después,114 es el correlato de la disposición de cada pre­
cepto; la condicionante existe entre el hecho jurídico y sus con­
secuencias o, lo que es igual, entre la realización del supuesto y
las relaciones interpersonales atributiva y prescriptiva.

13. C o n c ept o s de c o n d ic io n a n t e d e l deber y


CONDICIONANTE DEL DERECHO

El correlato del supuesto, en el plano de la conducta, es el hecho


jurídico.
De la definición de aquél como hipótesis que al realizarse
da nacimiento a las consecuencias de derecho, claramente se in­
fiere que el objeto definido no es ajeno a la norma, sino ele­
mento de ésta y, por tanto, de la significación unitaria que
llamamos juicio jurídico.
El hecho condicionante, en cambio, no forma parte de nin­
guna de las que integran la regulación bilateral, ni se confunde
con la hipótesis de éstas, sino que funge como correlato del
supuesto de derecho en el plano ontológico-jurídico. No se jus­
tifica, pues, la afirmación que hace Schreier en su obra Grundbe-
griffe und Grundformen des Rechts, cuando dice que los términos1

111 Sección 13 de este capítulo.


l'j G CONCEPTOS JU R ÍD IC O S FU N D AM EN TALES

hecho jurídico y supuesto jurídico pueden ser empleados como


sinónimos.116
El hecho jurídico no es supuesto de las normas atributiva y
prescriptiva, sino realización de la hipótesis que cada una de
ellas formula o, como dice Eltzbacher, la “faceta condicionante
en el precepto de derecho” .110
El término ‘hecho jurídico’, consagrado ya por el uso, en­
cierra una desventaja: induce a creer que los condicionantes de
las consecuencias de derecho son hechos reales a los que la ley
enlaza efectos normativos. Pero, según creemos haberlo demos,
trado en otra parte,117 la realización de la hipótesis de las normas
abstractas puede tener una existencia puramente jurídica, radi-
cálmente diversa de la que atribuimos a los hechos del vivir
cotidiano. En mi Introducción al estudio del Derecho he dado
el siguiente ejemplo: uno de los requisitos para la adquisición
de la ciudadanía, en México, es la nacionalidad; pero aun cuando
ésta depende de ciertos hechos como el nacimiento, la mayor
edad, etc., no es ella misma un hecho, en el sentido usual del
vocablo.
El juicio hipotético que llamamos norma genérica expresa
una implicación: la de un consecuente (disposición normativa)
por su antecedente (supuesto). A la relación lógica que acaba­
mos de mencionar corresponde, en el plano de la conducta jurí­
dicamente regulada, la ontológica de condicionamiento de las
consecuencias de derecho por el hecho jurídico. Esto no signi­
fica que ciertos hechos engendren facultades y deberes en la
misma forma que las causas producen efectos en el ámbito de
la naturaleza. F.1 nexo entre el hecho jurídico y sus consecuen­
cias no es de tipo causal, aun cuando se haya hablado, por ana­
logía, de una ley de causalidad jurídica.!18 Cuando aseveramos
que ciertos hechos — los llamados jurídicos— producen conse­
cuencias de derecho, o decimos que éstas se encuentran condicio­
nadas por la realización de aquéllos, lo que pretendemos expre­
sar es simplemente que el precepto enlaza a su realización tales

l i s Schreier, op u s cit., pág. gs¡.


l ie Citado por Schreier, G r u n d b e g r iffe u n d G r u n d fo r m e n des Rechts,
Pág- 9 3 -
l l " In tr o d u c c ió n al estu d io d e l D e r e c h o , sección 87.
116 Cfr. Schreier, o p u s cit., pág. 93.
C O N D IC IO N A N T E S D E L D E B E R Y D EL DERECH O 177

o cuales derechos o deberes, que de acuerdo con la norma han


de imputarse a determinadas personas. La atribución de las con-
secuencias al condicionante se funda en el precepto legal, y exige
la aplicación de éste a cualquier caso que realice su hipótesis.
Ello se advierte con claridad meridiana en el acto aplicador que
culmina en la sentencia. La aplicación asume entonces forma
silogística, y en el silogismo jurídico la norma genérica funge
como premisa mayor, el juicio que declara realizado el supues­
to como menor, y la imputación de las consecuencias de derecho
como conclusión del raciocinio.
Conviene recordar en este punto, con Schreier, que “el jurí­
dico no es sino un hecho jurídicamente relevante, y que, por
tanto, la transformación o extinción del natural no ejercen in-
fluencia alguna en las consecuencias’’.119 El ejemplo ofrecido por
el jurista austríaco es clarísimo: si no existe una declaración de
muerte, el fallecimiento real del ausente no produce efectos
legales.
Para que la realización de la hipótesis tenga eficacia es, pues,
indispensable que la norma sea aplicada — ya judicial, ya extra-
judicialmente— a cualquiera de los casos que regula.120
Aun cuando el hecho jurídico es condición necesaria y sufi­
ciente 121 de las consecuencias normativas, “en él pueden hallarse
comprendidas diversas condiciones insuficientes por sí mismas,
cuyo número no se encuentra en modo alguno limitado. Damos
a estas últimas la denominación de hechos jurídicos dependien­
tes o parciales, en contraposición al independiente o total”.122
En rigor, más que de hechos jurídicos, trátase de elementos del
condicionante de las consecuencias de derecho. La prueba está
en que, como simples elementos de aquél, no pueden, por sí
mismos, tener ninguna eficacia.
El hecho jurídico definido por las normas que integran la
regulación bilateral es uno solo, aun cuando las normas sean dos,
y en un caso la consecuencia consista en deberes y en el otro en
derechos subjetivos. No hay aquí ningún problema, pues un
mismo objeto.'puede entrar en relación con dos o más distintos,
• •^ v
? * ^ * : ¡
f- 119 Schreier/ o p u s cit., pág. 94.
t 120 Recuérdese lo expuesto en el cap. 11, 1, I I, a), de esta obra.
121 L ó g ica d e l ju ic io ju r íd ic o , VI, 9.
122 Schreier, op u s cit., pág. 94.
U jS CONCEPTO S J U R ÍD IC O S FUN DAM EN TALES

y un hecho ser condicionante de derechos o productor de debe­


res jurídicos. Trátase, para decirlo de otro modo, de dos fun­
ciones diversas del previsto por la hipótesis de aquellas normas.

14. C o n c e p t o s de r e l a c ió n ju r íd ic a d ir e c t a y c o n v e r s a

A la disposición de las normas integrantes dé '3a- regulación


bilateral corresponde, en el plano de la conducta por ellas regu­
lada, el vínculo que las mismas establecen entre el sujeto del
derecho y el sujeto del deber.
Los correlatos de las disposiciones atributiva y prescriptiva
pueden ser llamados — si hacemos uso de expresiones corrientes
en la logística— relación jurídica directa y relación jurídica con­
versa. Ya sabemos que una y otra están condicionadas por la
realización del supuesto.
“ If R is any relation — escriben Russell y Whitehead— the
converse of R is the relation which holds between y and r when-
ever R holds between r and y. Thus greater is the converse o£
less, before of after, cause of ejfect, husband of wife, etc.”123
Si aplicamos estos conceptos al terreno jurídico, podemos obte­
ner las siguientes definiciones:
Relación jurídica directa es el vinculo que la disposición
atributiva establece entre la persona a quien se permite tal o
cual conducta y el (o los) obligados a observar la que hace posi­
ble el ejercicio y cabal satisfacción de las facultades del pretensor.
Relación jurídica conversa es el vinculo que la disposición
prescriptiva establece al imponer, a una o más personas, la obliga­
ción de observar la conducta que hace posible el ejercicio y
cabal satisfacción de un derecho ajeno.
De acuerdo con la enseñanza clásica, no se trata de dos rela­
ciones distintas, sino de dos aspectos diversos de un solo vínculo
normativo. Por ello se habla de los lados activo y pasivo de éste.
Términos poco felices, pues sugieren la idea de que el obligado
encuéntrase en posición de simple inactividad frente a la otra
parte. Sabemos que no es así, porque aquél debe en todo caso
conducirse de cierto modo. No desconocemos que en el caso de
los derechos absolutos124 la obligación correlativa es un deber
Tomo Primero, pág. 238.
123 Principia Mathematica,
Cfr. Eduardo García Mávnez, Introducción al estudio del Derecho,
124
sección 107 de la séptima edición.
R E L A C IO N E S D IR E C T A Y 179
C O N V ER SA

de respeto, cuya observancia sólo exige la omisión de cualquiera


interferencia; pero, aun en esta hipótesis, cabe hablar de com-
‘ po'rtamiento. El asunto resulta mucho más claro en el caso de
los derechos que no existen erga omnes, porque la satisfacción
de éstos hace imprescindible ciertos actos del llamado sujeto
pasivo.
Si queremos hablar de modo riguroso, tendremos que decir
que la relación que vincula al pretensor con el obligado no se
confunde con la que éste tiene con aquél, aun cuando ambas
se impliquen o, como dice Russell, cada una sea conversa de la
otra. La cosa resulta diáfana cuando se hace el análisis de los
elementos de ambos nexos. Si partimos del que existe entre el
derechohabiente y el sujeto del deber, y le damos el nombre de
relación directa, advertiremos que sus elementos difieren de los
de la otra relación. Las posiciones de referente y relato inviér-
tense en los dos vínculos, y el concepto relacional es en un caso
'tiene el derecho de’, y en el otro, ‘está obligado a’. Al primero
de los conceptos vinculatorios podemos, pues, añadirle el califi­
cativo de ‘relacional directo’, y al segundo el de converso del
anterior.
Las relaciones condicionadas por la realización del supuesto
son las jurídicas sensu stricto, no sólo por ser interpersonales,
sino porque forman el correlato de la regulación bilateral. La
que existe entre el hecho jurídico y sus consecuencias, en cam­
bio, no siempre se da entre formas de conducta, porque el con-
dicionante de las relaciones directa y conversa consiste a veces
en acontecimientos totalmente ajenos a la actividad humana.
Cuando uno compara los elementos de las normas atributiva
y prescriptiva con los de las relaciones directa y conversa, la
heterogeneidad de los planos lógico y ontológico-jurídicos re-
sulta indudable. Los elementos de la disposición de cada una
de esas normas son conceptos; las relaciones condicionadas por
el hecho jurídico, en cambio, existen entre dos o más personas.
Uno es el plano de los juicios y los conceptos; otro, el de sus
correlatos.
La más importante consecuencia que de tal diversidad puede
inferirse es que la ciencia jurídica no ha de limitarse — como lo
piensan casi todos los autores— al estudio de normas, pues tan
jurídicos como las prescripciones que en su conexión necesaria
l8o CONCEPTOS JURÍDICOS FUNDAMENTALES
y recíproca integran la regulación bilateral, son sus correlatos
en el plano ontológico. Pero éstos ya no son normas, ni elemen­
tos conceptuales de juicios normativos, sino hechos jurídicos,
sujetos de derecho, relaciones jurídicas, derechos subjetivos, de­
beres jurídicos y formas de conducta constitutivas del objeto
de las consecuencias de derecho. Por lo demás (ni podría ser de
otra suerte), aquella ciencia siempre ha dirigido su atención a
tales objetos, y lo mismo han tenido que hacer quienes preten.
den que sólo debe vérselas con normas. Lo que ocurre — se ha
dicho ya muchas veces— es que así como el Rey Midas convertía
en oro cuanto tocaba, la regulación jurídica transforma en dere­
cho todo lo que toca. O, para hablar sin metáforas: tan jurídicos
como los preceptos que forman tal regulación, son sus correlatos
en el plano de la conducta. Con ello no se dice que la teoría
del derecho deba estudiar sólo formas de conducta ni, menos
aún, que aquel plano se confunda con el del comportamiento
efectivo del obligado y el pretensor.125 En otras palabras: el es­
tudio del plano lógico-jurídico debe ser complementado con el
del ontológico-jurídico, y el análisis estructural de uno y otro
con el examen de los contenidos de los objetos en ellos insertos.

15. C o n c e p t o s de su jeto p r e ten so r y su jeto o b lig a d o

El correlato objetivo del concepto-sujeto, en el plano de la con­


ducta jurídicamente regulada, es el titular del derecho o el pasi­
ble del deber que la norma concede o impone.
Sujeto de derecho es, por tanto, cualquier ente capaz de inter­
venir, como pretensor o como obligado, en una relación jurídica.
Los sujetos de derecho son ya individuales, ya colectaos.
Substratum de los primeros es el hombre, en cuanto el orden
jurídico lo considera capaz de tener facultades o deberes. Según
lo explicamos en otro sitio, esto no significa que los conceptos
de individuo humano y persona jurídica individual se confundan.
La afirmación de que el individuo es substratum de ésta sólo |
quiere decir que el derecho de nuestra época le atribuye la capa- |
cidad — que algunos pretéritos a veces le negaron— de interve­
nir en relaciones jurídicas. Tanto la noción vulgar de persona ¡
como las correspondientes jurídica y ética poseen objetos f o r m a :

125 L ó g ica d e l ju ic io ju r íd ic o , I, 2. ;m
SU JE TO P R E T E N S O R Y SU JE TO O B L IG A D O l8 l

les diversos, aun cuando las tres estén referidas a un núcleo


objetivo común.1-6
El substratum de la mal llamada persona moral puede
ser, bien una colectividad de individuos (universitas persona-
ruin), bien un patrimonio de afectación o de destino (universitas
bonorum)?27
Uno de los autores que han estudiado más concienzudamente
este tópico, considera que son tres los elementos de las personas
colectivas:
i 9 Una asociación de hombres.
2? El fin que ésta se propone realizar.
3? El reconocimiento de la misma por el orden jurídico.128
El número de miembros de la persona moral puede ser deter­
minado o indeterminado, pues unas veces existe una limitación
numérica y otras se acepta que la persona tenga un número
indefinido y variable de socios. El término asociación de hom­
bres empleáse aquí en un sentido muy lato, que corresponde no
sólo a las corporaciones de origen contractual, sino a las que
surgen naturalmente en virtud de vínculos de sangre o de otras
condiciones de la vida en común.129
El segundo elemento de las personas colectivas, el fin o fines
para cuyo logro son creadas, es lo que permite concebirlas uni­
tariamente, como sujetos distintos de los que forman su subs­
tratum.
Las asociaciones o fundaciones en que concurren los supra-
dichos elementos poseen la necesaria aptitud para convertirse
en personas; mas para que lleguen a ser tales es indispensable
que el derecho objetivo les otorgue su reconocimiento. En virtud
de éste, transfórmanse en un sujeto único, distinto de sus miem­
bros. La capacidad jurídica de las corporaciones — o de las
fundaciones— no es un simple resultado de la voluntad de los so­
cios o del fundador, porque, como escribe Ferrara, ésta “no tiene
el poder de producir sujetos de derecho’’.130
X** - ,
126Cfr. cajpLj, ¿12. .
127Cfr. F. -ferrara, 'T e o r ía d e las person as ju ríd ica s, trad. Ovejero, Edit.
Reus, Madrid, 1929, pág. 127.
128 Ferrara, o p u s cit., pág. 359.
129 Ferrara, o p u s cit., pág. 360.
130 Ferrara, o p u s cit., pág. 375.
l8 s CONCEPTOS J U R ÍD IC O S FU N D AM EN TALES

El acto de reconocimiento ha de interpretarse no como decla­


rativo o confirmativo, sino como constitutivo de la personalidad.
“La elevación a sujeto de derecho no es constatación de lo que
ya existe, no es perfeccionamiento o confirmación de lo que está
en vías de formarse, sino creación y atribución de-úna cualidad
jurídica que deriva del derecho objetivo.” 131 '•
Esta atribución posee el mismo valor en el casó de las colec­
tividades que en el de los individuos, pues unas y otros adquie­
ren, en virtud del reconocimiento, la capacidad de ser titulares
de derechos o pasibles de deberes. No sólo las consecuencias
jurídicas, también la personalidad depende de una serie de su­
puestos, fijados por cada ordenamiento. Si éstos no se reali­
zan, la personalidad jurídica no puede existir. Podrá discutirse,
desde un punto de vista filosófico, si los hechos condicionantes
de aquélla deben ser realmente los que el legislador ha estable­
cido; pero desde el ángulo visual que adoptan y tienen que
adoptar — por la lógica interna de la posición que ocupan— los
órganos del Estado, la personalidad depende de la concurrencia
de todos esos requisitos y, por tanto, sólo existe cuando éstos se
dan. El problema de lege lata no debe, pues, ser confundido
con el de lege ferenda.132
Por la índole misma de la regulación jurídica, las personas
a quienes vincula a fortiori figuran en ella como sujetos acti­
vos o pasivos. Sabemos ya que una de las funciones de la cópula
— en los juicios normativos— consiste en determinar el carácter
con que cada sujeto interviene en el vínculo jurídico.133 Las
funciones de pretensor o de obligado o, lo que es igual, de titular
de derechos o pasible de deberes, son, por así decirlo, papeles
que cada sujeto puede representar en aquella relación. Este
carácter funcional del papel de los sujetos en las relaciones crea­
das por las normas legales no destruye la substancialidad jurí­
dica de éstos, ni hace que se disuelvan en una red de nexos
normativos, o cjue deban ser vistos como un simple conjunto
de facultades y deberes. Pues deberes y derechos sólo pueden
cobrar vida ligados a un sujeto (como término de la imputación

Ferrara, opus cit., pág. 384.


131
cfr. Eduardo García Máynez, Introducción al estudio del Derecho, sec­
132
ción 143.
133 Lógica del juicio jurídico, IT, 5.
DEBER JU R ÍD IC O Y D EP -EC H O S U B JE T IV O 1S3

de unos y otros), y las fundones jurídicas de obligado y preten-


sor — lo mismo que sus innumerables concreciones— necesaria­
mente implican la existencia de un sujeto funcionario. Que el
concepto jurídico de persona no se confunda con el de hombre
(o con el de asociación humana), no quiere decir que a tal noción
no corresponda ningún objeto. Lo que ocurre es que no se trata
de una realidad natural, sino puramente jurídica.

16. C o n c e p t o s de deber ju ríd ico y d erecho su bjetivo

L o s correlatos de los conceptos de cópula prescriptiva y cópula


atributiva, en el plano de la conducta jurídicamente regulada,
son el deber jurídico y el derecho subjetivo.
Cuando explicamos la diferencia entre elementos formales y
materiales de los objetos insertos en dicho plano, dimos ya las
definiciones del derecho subjetivo y el deber jurídico.134
Derecho subjetivo es la posibilidad, concedida a una persona
por una norma, de hacer o de omitir lícitamente algo.. Y como
el sector del comportamiento lícito es la clase de los actos y omi­
siones que el derecho objetivo permite,13513
6el subjetivo puede tam­
bién definirse como permisión normativa de ejecutar (o de omi­
tir) un cierto acto.
La realización de la conducta objeto de un derecho subjetivo
(ya se trate de acciones u omisiones) constituye el llamado ejer­
cicio del derecho. Ejercitar éste es, por tanto, realizar la posibi­
lidad en que el mismo consiste. Mas como el comportamiento
que la realiza forma el objeto o contenido de la permisión nor­
mativa, esa conducta necesariamente ostenta el signo positivo de
la licitud. Y como el sector de la actividad lícita comprende el
de la prescrita y el de la jurídicamente libre, los derechos rela­
tivos a tales formas de comportamiento en un caso son de ejer­
cicio obligatorio y en el otro de ejercicio potestativo. Los de la
primera clase fúndanse en un deber jurídico del titular; los de
la segunda, en otro derecho del mismo sujeto.130

134 Sección 3 de este capítulo.


135 c fr . Eduardo García Máynez, L o s p r in c ip io s de la O n to lo g ia F o rm a l
d e l D e r e c h o y su exp resió n sim b ó lica , I, pág. 17.
136 L o s p rin cip io s d e la O n to lo g ia F o rm a l d e l D erech o , IV, págs. 31 y
siguientes.
284 CONCEPTOS J U R ÍD IC O S FU N D AM EN TALES

Las nociones de derecho subjetivo y deber jurídico son corre­


lativas, e igual relación existe entre los objetos que designan.
Usando una expresión acuñada por José Ortega y Gasset137
podría decirse que no es posible pensar ninguno de esos concep­
tos sin yuxtapensar el otro. Lo mismo ocurre con sus correlatos:
no hay derecho subjetivo sin deber jurídico, ni deber jurídico
al que no corresponda un derecho de otra persona. Consecuen­
cia de ello es que la permisión en que el derecho consiste a for.
tiori implica una prohibición para el pasible del deber correla­
tivo. Pues decir que una conducta es objeto de un deber jurídico
equivale a declarar que el obligado no tiene el derecho de elegir
entre ejecutarla y omitirla. En el caso de los actos ordenados se
le permite la ejecución y se le prohíbe la omisión, en tanto
que en el de los ilícitos ocurre precisamente lo contrario. De
todo ello resulta que el deber jurídico — ya el de hacer, ya el
omitir algo— recorta la libertad del obligado. Mejor dicho:
éste nunca es libre — en el sentido jurídico del término— frente
a la norma que lo obliga; y no es libre, porque se le niega el
derecho de optar entre la ejecución y la omisión de la conducta
que aquélla le impone.
Los deberes jurídicos, a diferencia de los de orden ético, no
lo son del sujeto obligado para con su propia conciencia, sino
del pasible del deber frente al titular del derecho correlativo.
El derecho atribuido a uno de los sujetos encuentra su comple­
mento en el deber impuesto al otro, porque la conducta que de
éste se exige es la que hace posible el ejercicio y cabal satisfac­
ción de las facultades del pretensor.

17. C on cepto s d e o b je t o d e l d erec h o y o b je t o d e l d ebe r

Correlatos del predicado de las normas atributiva y prescriptiva,


en el plano de la conducta jurídicamente regulada, son el objeto
del derecho y el objeto del deber.

137 “Llamo así a todo ‘pensar por añadidura’ sobre lo que efectivamente
se piensa en cada caso. El yuxtapensar puede ser analítico o sintético. Al pen­
sar la derecha, yuxtapensamos analíticamente la izquierda. Al pensar ‘blan­
cura’, yuxtapienso sintéticamente ‘extensión’, porque el color no puede darse
sino extendiéndose sobre una superficie.” J . Ortega y Gasset, L a ¡dea de prin-.¡
c ip io en L e ib n iz . Biblioteca de la Revista de Occidente. Emecé, Editores,
Buenos Aires, 1958, pág. 203, nota 1.
O B JETO D E L D ER E CH O Y O B JE T O D E L DEBER 185

La cópula de esas normas condiciona el carácter de preten­


sor o de obligado con que el sujeto a quien facultan u obligan
interviene en la relación jurídica, mas no indica cuál es el obje.
to o contenido de la facultad o el deber.
Hemos afirmado que el derecho subjetivo es la posibilidad,
concedida a una persona por una norma, de hacer o de omitir
lícitamente algo. La palabra algo es precisamente la referida al
objeto del derecho o, en otros términos, la que indica el conté-
nido de este último.
Objeto del derecho es, pues, lo que en virtud del faculta-
miento el facultado puede licitamente hacer o dejar de hacer. La
conducta facultada consiste, por tanto, ya en una acción, ya en
una omisión. En el primer caso el ejercicio del derecho estriba
en la ejecución del acto prescrito; en el segundo caso, en no hacer
lo que lícitamente se puede omitir.
En otro lugar1®8 dijimos que el objeto es el elemento varia­
ble y, en consecuencia, individualizador, de los derechos subje­
tivos. Tal elemento permite distinguir un derecho de otro, así
como establecer a qué clase de facultades pertenece.13 139
8
Como los conceptos de derecho subjetivo y deber jurídico
son relaciónales, y el segundo funge como converso del anterior,
el objeto del deber impuesto por la norma precriptiva está con­
dicionado por el de la facultad otorgada al sujeto activo de la
relación. Por ejemplo: si el derecho consiste en exigir de otra
persona que ejecute una prestación determinada, el objeto del
deber sólo puede consistir en la ejecución de ésta. Cuando no
se trata de una facultas exigendi, sino agendi -—como en el caso
de la propiedad— el objeto simplemente consiste en no impe­
dir al propietario que haga lo que tiene el derecho de hacer. Si,
por último, lo que la norma permite es no hacer algo, el objeto
de la obligación correlativa de la facultas omittendi es no exigir
al facultado que haga lo que tiene el derecho de omitir. Por
ello hemos sostenido que la conducta impuesta al sujeto pasivo
es siemprS la,.que hace posible el ejercicio y cabal satisfacción
de las facultades del pretensor. En el caso de los derechos abso­
lutos, para*>.qúe éstos puedan ser ejercitados basta con que los

138 Sección 3 de este capítulo.


139 Sección 3 de este capítulo, pág. 148.
1 SG CON CEPTO S JU R ÍD IC O S FU N D AM EN TALES

sujetos pasivos se abstengan de cualquier proceder que estorbe


el ejercicio. La obligación correlativa del derecho es, en tal co­
yuntura, de respeto.1110 Casos hay, sin embargo, en que las facul­
tades jurídicas del pretensor sólo pueden quedar satisfechas gra­
cias a una actividad del obligado. Ocurre así, por .ejemplo, en
el del acreedor a quien se faculta para exigir del deudor la en­
trega de una mercancía o la devolución de un dfepósjto.
Así como el objeto del derecho es aquello que, en virtud del
facultamiento, el facultado puede lícitamente hacer u omitir,
el objeto del deber defínese como la conducía que, en virtud
del obligamiento, el sujeto pasivo de la relación está obligado
a observar (ya se trate de una acción, ya de una omisión). T al
conducta es, como acabamos de recordarlo, la que hace posible
el ejercicio y satisfacción del derecho de la otra parte. Parece,
pues, muy sagaz el aserto de que el destinatario final de la regu­
lación jurídica no es el obligado, sino el pretensor.14 141
0
Lo que hemos dicho revela que el objeto de los deberes (lo
mismo que el de los derechos subjetivos) es siempre una forma
de conducta. Consideramos falsa la creencia de que las cosas
pueden ser objeto de un deber o de un derecho. El objeto de
éstos refiérese, a veces, a cosas; pero tal referencia, que determina
el contenido de aquéllos, no implica que el objeto de los mismos
sea, por ejemplo, la mesa que el obligado debe entregar, o el
bien de que el pretensor puede legalmente hacer uso. Cuando
declaramos que el propietario de una finca está facultado para
vivir en ella, el objeto de su derecho no es la finca que puede
ocupar, sino la permisión de ocuparla. La referencia a la cosa
sólo se hace para determinar el objeto del derecho, esto es, con
el fin de hacer ver que la permisión está referida al uso del
inmueble. De manera semejante: si debo a Pedro veinte pesos,
ios veinte pesos no son el objeto de mi obligación, pues ésta
sólo puede traducirse en una forma de conductU, que en el caso
del ejemplo sería devolver aquella suma.

140 Cfr. Eduardo Garda Máynez, Introducción al estudio del Derecho,


sección 107 de la séptima edición.
141 Recuérdese lo expuesto en la sección 7 de este capítulo.
C O N C E P T O S O N T O L Ó G IC O -J U R ÍD IC O S F U N D A M E N T A L E S 1S7

íS . C u adro de los c o n c e p t o s o n t o l ó g ic o -jurídicos


FUNDAMENTALES

En la sección anterior hemos concluido el estudio de los concep­


tos ontológico-jurídicos fundamentales. El número de éstos es
igual al de los lógico-jurídicos, lo que nada tiene de extraño, ya
que se trata de nociones referidas a los correlatos objetivos de las
otras en el plano de la conducta que el derecho regula. A cada
concepto del primer grupo corresponde otro ontológico-jurídico,
como lo indica el cuadro que sigue:

hecho jurídico
condicionante
sujeto pretensor
Relación condicio­
relación tondicio-
nante del derecho derecho subjetivo
! nada directa
objeto del derecho

hecho jurídico
j condicionante
sujeto obligado
Relación condicio­ I
^ relación vondicio-
nante del deber deber jurídico
j nada conversa

I objeto del deber


(

Creemos innecesario insistir en que los conceptos lógico-jurí­


dicos fundamentales no deben ser confundidos con sus objetos.
Una cosa es, por ejemplo, la noción derecho subjetivo y otra di­
versa el objeto de ésta, es decir, el derecho subjetivo como tal.
La distinción es paralela a la que hicimos en el caso de las
nociones del primer grupo. Tratándose de éstas también hay
que distinguir los objetos de los conceptos y los conceptos de los
objetos. Por ejemplo: el objeto lógico-jurídico llamado norma
atributiva y el concepto de la misma.
1 88 CONCEPTOS JURÍDICOS FUNDAMENTALES

19. R ela c io n es de lo s c o n c epto s ju r íd ic o s fu n d a m en ta les


ENTRE SÍ Y CON LOS NO FUNDAMENTALES

Examinemos con mayor detalle qué nexos existen entre los con­
ceptos jurídicos fundamentales de cada grupo. Si consideramos,
en primer lugar, los lógico-jurídicos, encontraremos lo siguiente.
Los más generales, esto es, los de norma atributiva y norma pres-
criptiva refiérense a los elementos de la regulación bilateral y,
en tal sentido, designan partes de la misma, lo que revela que
entre ellos y el concepto de esta última hay una relación de conti­
nencia..142
Si pasamos a los de supuesto y disposición de las normas atri­
butiva y prescriptiva, y los comparamos con los conceptos de éstas,
el resultado será idéntico. También aquí existe una relación de
continencia, porque aquéllos están referidos a elementos del
precepto que obliga y el precepto que faculta. Lo propio ocurre
con los de concepto-sujeto, cópula y predicado relacional frente
a las nociones de disposición atributiva y disposición prescriptiva.
Nuevamente tenemos que vérnoslas con nociones referidas a las
partes de un todo y al todo que las comprende.
La situación no cambia con las del segundo grupo, u ontoló-
gico-jurídicas. Las de hecho jurídico y relación atributiva, por
ejemplo, designan elementos de la relación condicionante del de­
recho, del mismo modo que las de sujeto pretensor, derecho sub-
jetivo y objeto del derecho están referidas a partes de la relación
condicionada directa. Nexos del mismo tipo existen entre las que
hacen referencia a la relación condicionante del deber y sus ele­
mentos, o a la relación condicionada conversa y sus partes.
Volviendo a los conceptos lógico-jurídicos fundamentales, re-
cordemos que las siguientes parejas están formadas por términos
correlativos:

Norma jurídica atributiva Norma jurídica prescriptiva


Supuesto de la norma atribu­ Supuesto de la norma pres-
tiva criptiva
Disposición atributiva Disposición prescriptiva
Concepto-sujeto de la norma Concepto-sujeto de la norma
atributiva prescriptiva
t I
142 Cfr. cap. 11, 4, IV, pág. 163.
CONCEPTOS ONTOLÓGICO-JURÍniCOS FUNDAMENTALES 1S9

Cópula atributiva Cópula prescriptiva


Predicado relacional de la ñor- Predicado relacional de la nor­
ma atributiva nía prescriptiva
Dentro de cada una de las dos normas hay correlatividad en­
tre los siguientes conceptos:
Supuesto de la norma atribu- Disposición atributiva
tiva
Supuesto de la norma pres- Disposición prescriptiva
criptiva
Son igualmente correlativos los siguientes conceptos ontoló-
gico-jurídicos:
Relación condicionante del Relación condicionante del
derecho deber
Hecho condicionante del de­ Hecho condicionante del de­
recho ber
Relación condicionada di­ Relación condicionada con­
recta versa
Sujeto pretensor Sujeto obligado
Derecho subjetivo Deber jurídico
Objeto del derecho Objeto del deber
Existe un nexo del mismo tipo entre estos conceptos, referi­
dos a elementos de las dos relaciones condicionantes:
Flecho condicionante del de- Relación condicionada directa
recho
Hecho condicionante del de- Relación condicionada con-
ber versa
Lo que acabamos de decir no sólo comprueba la correspon­
dencia biunivoca de los conceptos lógico-jurídicos y ontológico-
jurídicos-fundamentales, sino la de los nexos entre los conceptos
de cada gru.pó y los objetos de estos conceptos.
Si ihqqirjmos.rpor último, cómo se relacionan entre sí los fun­
damentales y los no fundamentales, encontraremos que los segun­
dos siempre están subordinados a los primeros. El de derecho de
crédito, por ejemplo, queda comprendido dentro del de derecho
19O CONCEPTOS JURÍDICOS FUNDAMENTALES

subjetivo, y análoga relación existe entre el de deber jurisdic­


cional y el de deber jurídico. Mientras los fundamentales refié-
rense a clases, los no fundamentales que caen bajo ellos refiéreme
a miembros de éstas o a subclases de las mismas.143
- . '-A
20. L a T e o r ía J u ríd ic a F u n d a m en t a l c o m o •d o ctrin a
DEL SER DEL DERECHO '

En este capítulo hemos hecho la derivación de los conceptos jurí­


dicos fundamentales, tanto lógicos como mitológicos. Ofrecimos,
además, las definiciones de los objetos lógico y ontológico-jurídi-
cos que tales conceptos designan. Obsérvese, por ejemplo, que
la que reza: ‘derecho subjetivo es la posibilidad, concedida a una
persona por una norma, de hacer o de omitir lícitamente algo’,
no es definición de un concepto, sino del objeto llamado dere­
cho subjetivo. Cuando afirmamos que tal definición es la del
concepto de igual nombre, lo que en realidad queremos decir es
que la fórmula definitoria está integrada, como diría Alejandro
Pfánder, por las referencias mentales a las notas del objeto.144
Lo aseverado de la definición del derecho subjetivo es apli­
cable a todas las de este capítulo. Son, realmente, definiciones
de objetos lógico- y ontológico-juridicos.
Entre ellas y cualquiera de las de orden normativo (como las
legales del delito de robo o del contrato de trabajo), hay una
diferencia profunda, según lo indicamos ya en otro sitio.145 Las
segundas son normas o elementos de normas; las otras no. Las de
deber jurídico o relación condicionante del derecho, verbigracia,
indican lo que esos objetos son, no lo que debieran ser. Aun
cuando los conceptos aludan a objetos normativos, sus definicio­
nes no participan del mismo carácter. Én tal sentido, es justa la
tesis de Somló, cuando escribe que la Juristische Grundlehre es
una doctrina del ser del derecho.145
Así como es posible preguntar qué es un vaíor, y dar una de­
finición enunciativa de su esencia (pese a que se trata de un
objeto axiológico), de igual manera cabe inquirir qué son los ob-

113 Cfr. cap. 11, 4, IV.


141 Pfander, L ó g i c a , pág. 157 de la trad. castellana.
145 I, 13-
146 J u r is tis c h e G r u n d le h r e , pág. 24.
LA TEORÍA JURÍDICA FUNDAMENTAL íg i

jetos jurídicos, o definirlos por medio de juicios cjue no son nor­


mas, sino enunciados teóricos.
'' En otra sección de este capítulo pusimos en claro que las defi­
niciones de los objetos lógico- y ontológico-jurídicos fundamenta­
les exhiben lo que de invariable hay en esos objetos, es decir, su
forma. En el caso de los lógico-jurídicos esta última exprésase
por medio de fórmulas que indican la estructura de las correspon­
dientes significaciones: en el de los ontológico-jurídicos, en cam­
bio, la definición juega el papel de las fórmulas.
El aserto de que la Teoría jurídica Fundamental (en sus dos
grandes ramas: lógica y ontología jurídicas) es una doctrina de
las formas de los objetos y está referida al ser de los mismos, no
supone un desconocimiento de la índole normativa de éstos ni de
su referencia a valoresd47 Tanto la índole normativa como la re­
ferencia axiológica pertenecen a la esencia de esos objetos y, por
ende, están implícitas en sus definiciones. El estudio de los ele­
mentos formales de aquéllos de ningún modo excluye la conside­
ración de su raíz axiológica ni, por consiguiente, del sentido
normativo que les es propio. Por ello siempre hemos sostenido, y
lo reiteramos nuevamente aquí, que la lógica y la ontología del
derecho deben buscar en la estimativa jurídica su indispensable
complemento.
Se ha repetido muchas veces que, además de definir el dere­
cho, la Teoría Jurídica Fundamental ha de indagar qué concep­
tos básicos están implícitos en aquella definición. Lo anterior es
cierto; pero sería erróneo creer que esa disciplina debe circuns­
cribirse al examen de los mencionados conceptos. En uno de sus
aspectos capitales — esto es, como ontología jurídica— lo que
primordialmente le interesa no son los conceptos, sino sus corre­
latos. En tal sentido, es un análisis formal de los objetos ontoló­
gico-jurídicos fundamentales: relaciones jurídicas, hechos jurídi­
cos, sujetos de derecho, deberes jurídicos, derechos subjetivos y
cojiductas jurídicamente reguladas. Pero es claro que ni la On­
tología Jurídica ni la Lógica del Derecho (que es una doctrina
sobre la estructura de las significaciones jurídicas) pueden ser
solamente un haz de definiciones. Su misión consiste no sólo en
definir los conceptos jurídicos fundamentales y sus correlatos ob-

Cfr. cap. i, 14.


ig 2 CONCEPTOS JURÍDICOS FUNDAMENTALES

jetivos, sino en poner al desnudo las relaciones que entre ellos


existen y, por tanto, los principios que hacen posible el conoci­
miento sistemático de unos y otros. Austin está en lo justo cuan­
do insiste en que la General Jurisprudence, como él dice, ade-
más de referirse a los conceptos, ha de hacerlo a las distinciones
y a los principios necesarios.148 Tan importante como analizar
aquéllos, o más importante aún, es descubrir los principios fun.
damentales, lo mismo en el plano de las significaciones (lógico-
jurídico) que en el de sus correlatos (u ontológico). Y así como
en el caso de los conceptos y de los juicios jurídicos puede hablarse
de una serie de relaciones de supra y subordinación entre unos y
otros (y, por tanto, de pirámides conceptuales y de normas), en
el de los principios hay también nexos de igual naturaleza, lo
que permite jerarquizarlos y lleva al conocimiento de los más
altos o supremos. Los de identidad, contradicción, tercero ex­
cluido y razón suficiente (lógicos y ontológico-jurídicos) de que
hablamos en otros trabajos,149 tienen precisamente ese rango. De
ellos derivan infinidad de enunciados menos generales, que no
sólo posibilitan la exposición sistemática de los conceptos bási­
cos, sino la axiomatización de los principios. Éstos sirven, ade­
más, de trait d’union entre la lógica del concepto y la del racio­
cinio jurídico, ya que forman la base de la teoría de la inferencia.
Pero, lo mismo que las definiciones de que antes tratamos, son
puramente enunciativos y, a fuer de tales, no atañen al deber ser,
sino al ser jurídico.

148 The Uses of the Study of Jurisprudence, pág. 367 de la ed. citada.!
14# Cfr. Introducción a la lógica jurídica, caps. 1, iv y v. ' ’
ÍN D IC E DE M A T ER IA S *
Alteridad de la regulación jurídica, Conceptos jurídicos compuestos,
160. 124-125.
Conceptos jurídicos contingentes,
Bilateralidad de la regulación jurí­
153-
dica, 158.159. Conceptos jurídicos dependientes,
Ciencia, concepto aristotélico, 142. 126- 127.
Ciencia cultural, 34-'35; 39-46. Conceptos jurídicos, desde el punto
Ciencia natural, 34-39. de vista de su contenido, 124-125.
Ciencias nomotéticas, 39. Conceptos jurídicos, desde el punto
Clase, en sentido lógico, 47-49; 116- de vista de su extensión, 114-124.
121. Conceptos jurídicos, desde el punto
Clases, sus relaciones, 118-121. de vista de sus relaciones recípro­
Clasificación de los conceptos jurí­ cas, 125.137.
dicos, 88-137. Conceptos jurídicos fundamentales,
Coercibilidad de la regulación jurí­ 138-192.
dica, 158-163. Conceptos jurídicos fundamentales,
Concepto, como juicio implícito, 24. sus relaciones con los no funda­
Concepto-sujeto de las normas del mentales, 188-190.
derecho, 16; 102-103; 167. Conceptos jurídicos fundamentales,
Concepto-sujeto de los juicios enun­ sus relaciones recíprocas, 188-190.
ciativos, 14. Conceptos jurídicos incompatibles,
Concepto, su unicidad, 18. 127- 132.
Conceptos científico-naturales, 33- Conceptos jurídicos independientes,
39- 126-127.
Conceptos, como significaciones ele­ Conceptos jurídicos necesarios, se­
mentales, 22.29. gún Austin, 151-153.
Conceptos, conexión con otros con­ Conceptos jurídicos no fundamenta­
ceptos, 29; 32-33; 59. les, 153; 188.
Conceptos construidos, 61; 85. Conceptos jurídicos no normativos,
Conceptos copulativos, 26 . 105-107.
Conceptos correlativos, 132-135; 188- Conceptos jurídicos normativos, 105-
189. 107.
Conceptos, determinación de su con­
Conceptos jurídicos predicativos, 95-
tenido, 29-31; 51-64; 80.
102.
Conceptos específicos, 38.
Conceptos funcionales puros, 107- Conceptos jurídicos plurales, 114-
116.
112.
Conceptos idiográficos, 36-45; 81; 86. Conceptos jurídicos relaciónales, 95.
Conceptos imposibles, 15; 131. Conceptos jurídicos simples, 124-125.
Conceptos jurídicos, clasificación, Conceptos jurídicos singulares, 50;
88-*S7 - • ■ H4-115.
Conceptos JufícBcqs compatibles, Conceptos jurídicos situacionales, 91-
127-132. ! 95-

* Los números hacen referencia a las páginas; los precedidos de n, a las


notas. Exclusivamente en el caso de éstas, se indica, con números romanos, el
capítulo a que pertenecen.
93
194 ÍNDICE DE MATERIAS
Conceptos ju r íd ic o s substantivos, Definiciones jurídicas no normati­
102; 180-183. vas, 26.
Conceptos jurídicos, su conexión Definiciones legales, 26; 64-79.
con otros conceptos, 59; 80. Definiendum, 25; 67-79.
Conceptos jurídicos, su determina­ Definiens, 67-79.
ción, 59. Derecho subjetivo, 16; 95; 145-148; ^
Conceptos jurídicos, su fundamento 169; 183-187.; -
normativo, 79-86. Derechos subjetivos absolutos, 178. '
Conceptos jurídicos, su referencia Disposición normativa, 47; 88; 92;
axiológica, 79-86. 127; II, n. 9. '■
Conceptos jurídicos universales, 114; Disyunción no exclusiva, II, n. 8.
116.
Conceptos lógico-jurídicos, 88-90; Estructura de los juicios normati­
105. vos, 10.
Conceptos lógico-jurídicos fu n d a ­ Experiencia axiológica prenormati­
mentales, 157-172. va, 83.
Conceptos ontológico-jurídicos, po­ Exposición, en la lógica de Kant, 57.
los; 172-188. Exposición, en sentido jurídico, 81.
Conceptos ontológico-jurídicos fun­ Extensión de los conceptos, según
damentales, 172-1S8. rfánder, 121.
Conceptos-sujetos de las normas Exterioridad de la regulación jurí­
atributiva y prescriptiva, 167-169. dica, 159-163.
Conceptuación generalizadora, 33-
39- Formas categoriales, II, n. ig.
C on ceptuación individualizadora, Formas jurídicas, 138-151.
33 - 35 ; 39- 46 . Formas jurídicas discursivas, 145-
Consecuencias de derecho, 175-180. 151.
Contenido del concepto, 29; 59-64. Formas jurídicas no discursivas, 145-
Contenidos jurídicos, 139-142. 15 1-
Cópula jurídica, 17; 88; 95-96; 102; Forma lógica, 142-145.
104-105; 169-170. Forma lógica perfecta, 142-145.
Correspondencia biunívoca, 137.
Caso, en sentido jurídico, 52-59. Geometría del fenómeno jurídico,
Categorías jurídicas, 155. 145-
Cualificación del predicado, 81.
Hechos jurídicos, 91-95; 166; 175-
Deber condicionado, 73. 178. 5
Hechos jurídicos de designación, 80.
Deber jurídico, 17; 90-91; 95; 148-
Historia, 42.
151; 183-184.
Histoiia del Derecho, 140.
Definición de los conceptos, 24-25;
36-37- Imagen y concepto, 20.
Definición nominal, 65.
Implicación, 472; 173.
Definición prescriptiva, 67. Implicación normativa, 139; 173.
Definición, principales teorías al Imputación normativa, elementos,
respecto, 64-79. 28.
Definición real, 65. Individualización de las consecuen­
Definición sintética, 65. cias jurídicas, 81; 100; 164.
Definiciones in usu, 75-77. Individualización de los sujetos 80;
Definiciones jurídicas, 64-79. 164.
Definiciones jurídicas explícitas, 75.
Definiciones juiídicas implícitas, 75. Juicio jurídico prescriptivo, 16. ; ¡¿
INDICE DE MATERIAS 195
Juicio íelacional, elementos, 27. Política jurídica, 140.
Juicios jurídicos no-normativos, 105. Precedentes, 57.
Juicios jurídicos normativos, 105. Predicado rclacional, 17; 96-102;
Jurisprudencia General, según Aus- 170-172.
tin, 151; 192. Principio de la heterogeneidad de
Jurisprudencia Técnica, 139. lo real, 40.
Principios jurídicos supremos, 84;
Ley de causalidad jurídica, 166; 17C. 192.
Ley de correspondencia, 104; 137; Principios lógico-jurídicos supremos,
>4 9 - 84; 192.
Leyes naturales, 37. Principios ontológico-jurídicos su­
premos, 192.
Multiplicidad extensiva. 36 Proposición en sí, según Bolzano, 23.
Multiplicidad intensiva, «0 .
Referente, 27; 168.
Necesidad condicionada, 73 Regulación bilateral, 16; 144; 158-
Norma individualizada, 49. 163.
Norma jurídica atributiva, 101; 158- Relación condicionante del deber
163; 188-190. jurídico, 175-180; 187.
Norma jurídica prescriptiva, 101; Relación condicionante del derecho
158-163; 188-190. subjetivo, 175-180; 187.
Notas del concepto, 21. Relación jurídica, 95; 112; 149; 166;
178-180; 187-190.
Objeto de la relación epistemoló­ Relación jurídica conversa. 178-180;
gica, tesis de N. Hartmann, 30. 187-190.
Objeto del concepto, 12; 14-18; 29- Relación jurídica directa, 178-180;
187-190.
33-
Objeto del deber jurídico, 17; 95- Relaciones de continencia entre con­
102; 104-105; 127; 184-190. ceptos, 136.
Objeto del derecho subjetivo, 17; 95- Relaciones de coordinación entre
102; 104-105; 184-190. conceptos, 132-135.
Objeto formal de los conceptos ju- Relaciones de cruce entre concep­
s rídicos, 59-64. tos, 132.
'Objeto material de los conceptos Relaciones de equivalencia entre
jurídicos, 61-62. conceptos, 132.
Operaciones preposicionales, 107. Relaciones de subsunción, 136.
Oración, en sentido gramatical, 13. Relaciones de supra y subordina­
ción entre conceptos, 135-137.
Palabras, como elementos de la ora­ Relato, 27; 168.
ción, 13. Representación. 19.
Pensar, como acto, 18. Representación en sí. según Bol­
Persona, en sentido jurídico, 50-51; zano. 19.
180-183. Representación subjetiva, según Bol­
Plano de las situaciones objetivas a zano, 19.
que los juicios se refieren, 22; 27; Representaciones inintuíbles, según
112. Pfander, 20.
Plano gramatical de las oraciones, Significaciones categoremáticas, 107-
22; 27; 89; 112. 112.
Plano lógico de los juicios, 13; 22; Significaciones judicativas, 22-25.
26; 89; 112. Significaciones no-judicativas, 22-25.
Piano lógico-jurídico, 88; 112. Significaciones sincategoremáticas,
Plano ontológico-jurídico, 88; 112. 107-112.
196 INDICE DE MATERIAS

Signos, su aspecto físico, 13. Suppositio realis, 90.


Silogismo jurídico, 93; II, n. 14. Supuesto jurídico, 47-50; 88; 91-95;
Situación objetiva, concepto, 14. 163-166; II, n. 9.
Standards jurídicos, 100; II, n. 22;
II, n. 23. Teoría Jurídica Fundamental, 141;
Suppositio lógica, 90. 150; 190-192.
Sujeto de derecho, 15; 102-105; 113 "
114; 180-183; 188-190. Validez e invalidez de los juicios
Sujeto obligado, 180-183; 188-190. normativos, 11; 24.
Sujeto pretensor, 180-183; 188-190. Verdad y falsedad de los juicios
Suppositio materialis, 90. enunciativos, 11; 24.
ÍN D IC E O N O M A STICO

Aristóteles, 23; 65; 142-144; 164; I, Miró Ouesada. Francisco, I, n. 3.


n. 38; I, n. 39; I, n. 89.
Neri Castañeda, Héctor, I, n. 5.
Austin, John, 151-153; 192.
Bolzano, Bernardo, 19; 23; I, ns. 25- Pauler, Akos von, 114-117; II, n. 28;
30; I, n. 40. II, ns. 49-52; II, ns. 56-57; II, n.
98; II. n. 103.
Carnap. R., 75: T,,n. 129. Pound, Roscoe, II. n. 23.
Coing, Helmut, I, n. 92; I, n. 136. Pfander, Alejandro, 13; 20; 22; 32:
Dubislav, Walter, 25; 64; 65; 66; 71; 107-108; 122-124; I, ns. 10-12; I, n.
75; I, 11. 104; I, ns. 109-112. 14: I, n. 20; I, n. 31; I, n. 35: I,
n. 42; 1 , n. 47; I, ns. 56-58; II, n.
Eltzbacher. 116. 7: II, n. 14: II, ns. 35-36; II, ns.
Escuela Sudoccidental Alemana. 12. 66-74.
Fríes, 108. Radbruch, G., 158.
Funk y Wagnalls, 58. Recaséns Siches, 52; I, n. 91.
Reichenbach, Hans, 69; I, n. 117; II,
García Bacca. J. D., II, n. 30.
n. 37.
García Morente, Manuel, II, n. 97.
Rickert, Heinrich, 12; 34-47; 53; I,
Geyser, Joseph, I, n. 33; I, n. 34;
n. 9; I, n. 44; I, ns. 62-76; I, n. 78;
I, n. 100.
I, ns. 79-88; I, ns. 102-103; I, n.
Goblot, Edmond, T, n. 1.
118.
Hartmann, Nicolai, 30; I, n. 55. Robinson. Richard, 71; I, ns. 119-
Hartman, Roben S„ I, ns. 96-97. 120.
Heck, Philip, 106; II, n. 32. Rocco, Alfredo, II, n. 15.
Herbart, ig. Romero y Pucciarelli, I, n. 32; II,
Hessen, J., II, n. 6; II, n. 75 . n. 1.
HusserI, Edmundo, 22; I. ns. 13-17; Russell, B„ 71-74; 178; I, n. 121.
'3 o ; '3 5 i >5 2 : 154; I. n- 3 7 ; n. Sanlioury, A. A., II, n. 22.
49; I, n. 126; II, ns. 39-44; II, Scholz, Heinrich, I, n. 6.
n. 80; II, ns. S2-87; I, n. 94. v’ Schreier, Fritz, 166; 175-177; I, n.
Johnson, 67. 125; II, n. 77.
Sócrates, 41.
Kant, 57; 65; 160; I, ns. 95-g6 I, n. ,'Somló, Félix, 138-142; 150; 153; 156-
gg; I, n. 108; III, n. 79. 157; if)°-
Kelsen, Hans, 49; 92; 145; II, ns. 10- /Stammler, Rodolfo, 138; 153-156.
11; II, n. 21. Stebbing, Susan, 68; 74; I, n. 105; I,
Kiesewethers, íg. ns. 113-116; I, n. 125.
Klug, Ulrich, 25; 65; 75-76; I, n. 3;
I, n. 46; X, ns. 106-107; I’ n- 1291 Clpiano, 83.
I, ns. 13o-i32f«II; n. 8; II, n. 13. Vaihinger, Hans, I, n. 101.
Langer, S. R . 11^-121; I, n. 18; II, Whitehead, A. N., 72-74; I, n. 121;
ns. 58-65; ÍI, 11. 88; II, ns. 90-92; I, n. 122.
II, n. 96; II, n. 101. Windelband, W., 34; 3g; I, n. 77.
Laun, Rodolfo, 73; I, n. 123. Wundt, W„ 29; 59; I, ns. 52-54; I,
Leibniz, II, n. 34. n. 60.
97
ÍN D ICE G EN ER A L

Concepto del concepto, en ¡a lógica pura y en la ju­


rídica ................................................................................. g
1. Planteamiento.................................................... 9
2. Conceptos y palabras........................................ 13
3. Conceptos y o b jetos.......................................... 14
4. El pensar y lo pensado .......................................... 18
5. Conceptos y representaciones .............................. 20
6. El concepto no es la suma de las notas esenciales
del objeto ................................................................. 21
7. Los conceptos como significaciones elementales . . . 22
8. Objeto formal y objeto material delconcepto . . . . 29
9. La formación de conceptos en las ciencias de la
naturaleza ................................................................. 33
to. Tesis de Rickert sobre la formación de conceptos
en las ciencias históricas ......................................... 39
xi. El método de formación conceptual en el campo
jurídico ...................................................................... 46
12. Los conceptos jurídicos y las caractei'ísticas de
determinación y conexión con otros conceptos . . . 59
13. Concepto y papel de las definiciones en el campo
ju ríd ico ............................................................... 64
14. Otras características de los conceptos jurídicos: fun­
damento normativo, referencia axiológica y carác­
ter sistemático.................................................... 79

Clasificación de los conceptos jurídicos .................... 88


Criterios de clasificación ................................................ 88
1. Clasificación de los conceptos jurídicos desde el pun­
to de vista de los objetos a que se re fieren ........... 8S
1. Conceptos lógico-jurídicos ................................... 88
II. Conceptos ontológico-jurídicos ........................... 90
a) Conceptos situacionales................................... gt
b) Conceptos relaciónales ................................... 95
c) Conceptos predicativos ................................... 95
■! >99
2 00 ÍN DIC E G E N E R A L

d ) C o n c e p t o s s u b s t a n t iv o s ................................................ 102
L e y d e c o r r e s p o n d e n c i a ................................................................ 104
C o n c e p to s ju r íd ic o s n o r m a tiv o s y n o n o r m a tiv o s . . . *°5
C o n c e p t o s f u n c i o n a le s p u r o s .................................................. 107
A n á l i s i s d e la s p r o p o s ic io n e s , d e l a s 'n o r m a s y d e la s
r e la c io n e s ju r íd ic a s ................................................................... 112
2. C l a s i f i c a c i ó n d e lo s c o n c e p t o s j u r íd i c o s d e s d e e l p u n ­
to d e v i s t a d e su e x t e n s ió n ..................................................... 114
I. C o n c e p t o s s in g u la r e s ........................................................... 114
I I . C o n c e p t o s p l u r a l e s ................................................................ 1
I I I . C o n c e p t o s u n iv e r s a le s ........................................................ 116
T e s i s d e P f a n d e r s o b r e la e x t e n s i ó n d e lo s c o n c e p t o s 121
3. C l a s i f i c a c i ó n d e lo s c o n c e p t o s j u r íd i c o s d e s d e e l p u n ­
to d e v i s t a d e su c o n t e n id o ..................................................... 124
4. C l a s i f i c a c i ó n d e lo s c o n c e p t o s j u r í d i c o s d e s d e e l p u n ­
to d e v i s t a d e su s r e la c io n e s r e c í p r o c a s ........................... 125
I. C o n c e p t o s j u r íd i c o s d e p e n d ie n t e s y co n c e p to s
j u r í d i c o s i n d e p e n d i e n t e s .................................................. 126
I I . C o n c e p t o s j u r íd i c o s c o m p a t i b l e s y c o n c e p t o s j u ­
r í d i c o s i n c o m p a t i b l e s .......................................................... 127
III. R e la c io n e s d e c o o r d in a c ió n e n tre co n c e p to s j u ­
r í d i c o s ....................................................................................... 132
I V . R e l a c i o n e s d e s u p r a y s u b o r d in a c i ó n e n t r e c o n ­
c e p t o s j u r í d i c o s ........................................................................ J35

III. Conceptos jurídicos fundnmental.es 138

T e o r í a d e S o m ló s o b r e lo s e le m e n t o s m a t e r ia le s y
fo r m a le s d e l d e r e c h o ................................................................... i 3 8 -i
C o n c e p t o s d e ‘f o r m a l ó g i c a ’ y ‘ f o r m a l ó g i c a p e r f e c t a ’ 142 i;
3- F o r m a s j u r í d i c a s ‘ d is c u r s iv a s ’ y ‘n o d is c u r s iv a s ’ . . . 145
4- T e s i s d e J o h n A u s t i n .................................................................. 151
5- E l p r o b l e m a d e l a d e r i v a c i ó n d e lo s c o n c e p t o s j u r í ­
d ic o s f u n d a m e n t a l e s .....................................................................
6. P r i m e r g r u p o : conceptos lógico-jurídicos funda­
mentales ...............................................................................................

7 - C o n c e p to s de n o rm a ju r íd ic a a tr ib u tiv a y n o rm a
ju r íd ic a p r e s c r ip tiv a .................................................................. 158'* ■
8 . C o n c e p t o s d e s u p u e s t o j u r í d i c o y d i s p o s i c i ó n ........... 16'; -
Índice gen era l 201

9. Conceptos-sujetos de las normas atributiva y pres-


crip tiva........................................................................ 167
10. Cópula jurídica atributiva y cópula jurídica pres-
crip tiva ........................................................................ 169
11. Predicado relacional de las normas atributiva y pres-
crip tiv a ........................................................................ 170
12. Segundo grupo: conceptos ontológico-juridicos fun­
damentales .................................................................. 172
ig. Conceptos de condicionante del deber y condicio­
nante del derecho...................................................... 175
14. Conceptos de relación jurídica directa y conversa 17S
15. Conceptos de sujeto pretensor y sujeto obligado .. 180
j6. Conceptos de deber jurídico y derecho subjetivo . . 1S3
17. Conceptos de objeto del derecho y objeto del deber 184
18. Cuadro de los conceptos ontológico-jurídicos fun­
damentales .................................................................. 187
19. Relaciones de los conceptos jurídicos fundamenta­
les entre sí y con los no fundam entales................. 188
20. La Teoría Jurídica Fundamental como doctrina
del ser del derecho ................................................... 190

Í N D I C E DE M A T E R I A S .......................................................................................................... 193
ÍN D IC E O N O M Á S T IC O .......................................................................................................... 19 7

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