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ELECCIONES Y PRACTICAS ELECTORALES EN BUENOS AIRES, 1860-1880 , - (SUFRAGIO UNIVERSAL SIN CIUDADANIA POL{TICA* HILDA SaBATO ** INTRODUCCION Nothing is more surprising to those, who consider human affairs with a philosophical eye, than to see the easiness with which the many are governed by the few! Davip Hume, 1758 Representation is itself a fiction? EDMUND MorGAN, 1988 N LOS COMIENZOS del siglo xX, los gobiernos independientes que se fueron estableciendo en la América del Sur hasta entonces afiola se fundaron sobre el principio de la soberanta del pueblo y la iblica representativa se impuso desde Nueva Granada hasta el Rio de Plata. En consecuencia, la “invencién del ciudadano” fue un proceso tral en Ia vida politica de los nuevos paises independientes, proceso se asocia estrechamente con la historia del sufragio. Segiin un modelo ol6gico ya clisico, el derecho a voto define a la citudadania politica. ricamente restringida, su ampliacién habria resultado de la gradual ne abso forma pare de une inven en cate ore “Cae, parc pla 3 mn exer pesca Bantry IND IN, Agar recs nome io gue eb en low acon eminarion ej en que datos verione prliniaes de ‘tpl rund, yey eect hs ogeeoin de es coments ado Bota y Tullo Halperin Doh, bs prover apres de Amano Amina Ee Bsa de Llomecin bs concn coe hve esortatn de Goncds Booey Reker David Hume: *Of the Fis Principles of Goverament* en Esey and Treaties on Several Subjects, im de 1738 ciada por Edmund Morgan: Invnsng the Pape, The Rs of Popular Scere and Americ, Landes, 1988, p. 1. Morgan: Inening he Papen p23. 108 DILEMASDELA CIUDADANIA POLITICA EN LA BUENOS AIRES LIBERAL DILEMAS DELA CUDADANIA POLITICA EN LA BUENOS AIRES LIBERAL 109 extensiGn de ese derecho, culminando con la universalizacién del suf a toda la poblacién adulta? ‘Aunque cuestionada teérica y empiricamente, esta perspectiva fue tada con frecuencia en la reconstruccién de la vida politica de nues paises. Las interpretaciones del caso argentino no son una excepcién. Ja puesta en vigencia dela ley electoral de 1912, que establece el secret la obligatoriedad del voto, se considera generalmente como el paso el cen el proceso de ampliacién de una ciudadania hasta entonces restringi Si bien en Argentina desde 1853 el sufragio era universal para todo varones adultos, la participacién electoral efectiva era muy limitaday Jo que se habla de una republica restrictiva de hecho, vigente ent fechas de sancién de la Constitucién Nacional (1853) y de aplicaciénd Ley Sienz Pefia (1912). El sufragio universal, establecido en la letra, bria sido burlado en la préctica, violindose asi el principio de sob popular. Esta interpretacién descansa sobre la premisa de que quienes ejerc derecho a voto constituyen la ciudadania politica de una sociedad, ne, ademis, que en las elecciones se produce ese efecto decisivo de d ccién de soberania que estd en la base de la representaci6n moderna. E premisas no son arbitrarias; se trata de la definicién misma del régi representativo de gobierno que fue adoptado desde temprano por el vo Estado argentino. Construir un régimen sobre esas bases fue un ob ‘yo explicito dela Constitucién, una meta que resultaba de la necesid fundar una nueva legitimidad para gobernar la sociedad. Pero en 185; construccién estaba por delante y en la Argentina, como en otras s des que enfrentaron problemas semejantes, la “invenci6n del cuidad y laincorporacién colectiva de una nocién tan abstracta como la de re sentacién fueron el resultado de un largo y complejo proceso histér Que en el siglo xnx se usaran esos conceptos no necesariamente ind ‘pues, que en la vida politica de entonces los que votaban fueran en efe Jos ciudadanos de que habla la teor‘a politica o que las elecciones se 280 ran efectivamente a la representacién. Al suponer que esto era asi, ierpretaciones més conocidas sobre la formacién del sistema politico tino deducen de la baja participacién electoral la existencia de una idan‘a restringida y de la manipulacién en las elecciones, la falta de itimidad de un sistema politico que debia asentarse sobre la pureza del uragio. De esta manera, dejan de lado la posibilidad de preguntarse qué querfa ir votar, tener y ejercer el derecho al sufragio, en los distintos momen- de la vida politica argentina. O de analizar el papel que efectivamente jieron las elecciones en diferentes regimenes politicos*, Descartan, tam- , toda pregunta referida ala temprana vigencia del sufragio universal, dato peculiar del caso argentino que es minimizado al subsumir a éste Ja categoria més general de repiiblica restrictiva. Finalmente, ignoran hhecho de que el sistema se mantuvo por largo tiempo y durante més de dio siglo se realizaron elecciones y los gobiernos gozaron de una dosis negable de legitimidad. El propésito de este articulo es precisamente el revisar estas cuestiones, explorando una historia particular, la de las jones y las pricticas electorales en la ciudad de Buenos Aires entre [860 y 1880. No se trata de un caso paradigmitico. Por el contrario, la da politica portefia era excepcional en su dindmica y en sus caracteristi- Pero, ala vez, la historia de su auge y declinacién constituye un aspec- clave del proceso de formacién del sistema politico argentino. Protagonista de los primeros pasos de la revolucién de independencia 1810, la ciudad de Buenos Aires tuvo desde entonces una agitada vida olitica. El temprano surgimiento de una clase politica que funcionaba n relativa auronom(a en relacién con las clases propietarias estuvo acom~ jado de un desarrollo de formas propias de organizacién destinadas a petir en el conflicto por el control del poder. Después de la caida de fen 1852 esa lucha cobré renovado vigor y la ciudad se convirtié en In escenario politico muy activo. Alli surgié y consolidé su poder el ido liberal que, liderado por Bartolomé Mitre, hegemonizé primero poder politico en la provincia y, luego de la derrota de la Confedera- fen 1861, se lanzé a construir un partido nacional. Alli también se 16 la competencia entre las dos facciones en que pronto quedé dividi- o ese partido, el nacionalismo y el autonomismo. Cuando, debilitado 2.7. H. Marshall): Clas, Citizenship and Socal Development. New York, Doubleday, 1 “ Escavisin se encuentra en la mayor parte dela incerpretaciones sobre la historia po argentina. Los trabajos mis sugerentes en esta tradicibn 00 lon de José Luis Romero: Las politics en la Argentine, Buenos Ases, Fondo de altura Econémics, 1946, y Gino German ets rt Dea ls ode a ede * Consticuye una excepcién el bro de Natali Botana: El orden consereador. La politic argentina 1840-y 1916, Buenos Ares, Sudamericana, 1977 110. DILEMASDE LA CIUDADANiA POLITICA EN LA BUENOS AIRES LIBERAL DILEMAS DE LA CIUDADANIA POLITICA EN LA BUENOS AIRES LIBERAL 111 ese proyecto que quiso ser hegeménico, las fuerzas politicas de otras p vincias se organizaron para competir por el poder, buscaron hacer pie Buenos Aires. Finalmente, la consolidacién de un poder alternativo fue posible derrotande por las armas a los rebeldes de la ciudad y la pr vincia que en 1880 se opusieron a la federalizacién de Buenos Aires d puesta por el gobierno nacional. Durante treinta afios la vida politica de la ciudad estuvo atravesada Ia rivalidad entre facciones que lucharon por conquistar el poder log provincial ¥ nacional. Los métodos para lograrlo fueron diversos, pet para alcanzar los pueitos de gobierno las leyes establecfan un cami ineludible, las elecciones, que adquirieron importancia creciente com fuente de legitimidad del poder politico. En todos estos afios las eleccion se realizaron puntualmente para designar a diputados nacionales y pro ciales, a electores para presidente y vice, alos integrantes de los gobier municipales. Ellas cumplieron un papel importante en la resolucién. vamente pacifica de las disputas entre las diversas facciones de la politica portefia y, po: lo tanto, en la construccién del nuevo orden. bused imponerse después de Caseros. é Para ganar elecciones es necesario, en principio, captar votos. Por parte, en el ejercicio del derecho a voto se condensa la esencia del siste representativo establecido por la Constitucién de 1853. Las elecciog aparecen as{ como un mecanismo clave en la relacién entre sociedad ef y sistema de poder. En la Argentina regia el sufragio universal para hombres adultos nacidos o navuralizados argentinos. En a provincia ciudad de Buenos Aires, el derecho al voto activo es todavia anterior, 1821. Esto quiere decir que desde entonces no hubo limitaciones ce rias ni de capacidad al ejercicio del sufragio. Pero en la prictica y aung hubo movilizacibn y competencia electorales, muy poca gente ejerd derecho a voto. Por qué? Las interpretaciones tradicionales, como vimos, hablan de ciudad restringida y de limitaciones efectivas al sufragio. Mencionan tambiée presencia masiva de inmigrantes que elegan no nacionalizarse y, POF! tanto, se mantenfan fuera del sistema sin poder votar. Esta actitud se interpretado en general como sintoma de indiferencia de quienes habr estado mis interesados en atender a sus interesesprivados que en buscar la Partcipacién politica. Pero los argentinos, que por ley tenfan derecho a Yotar, en su gran mayor‘a tampoco lo hacian. Hoy sabemos, por otra parte, que estos fueron los afos de constitucién de una vigorosa esfera Piblica en Buenos Aires y que tanto nativos como extranjeros interve- ian en ella de manera muy activa? No se trataba, entonces, de un proble. im de indferencin de unos u otros fene aa posed de paricpa, stancia frente a una forma i ic idn, i- Cipacién electoral. La ea ioe an po Entonces qué significaba votar en Buenos Aires? gcémo funcionaban efectivamente el sufragio y las elecciones desde el punto de vista de la relacién entre sociedad civil y poder politico? gqué relacidn se establecia colectivamente entre el voto y la representacién politica. En las piginas que siguen se ensaya una aproximaci6n a estas preguntas a partir de un anilisis centrado en las précticas electorales portefas, que explora la dind- mica de los comicios y la actividad politica que se desarrollaba en torno Jas elecciones mismas asi como su repercusién piblica. LAS NORMAS ELECTORALES ‘La actividad electoral en Buenos Aires era constante y en tn afio cualquie- era habitual que hubiera cinco, seis o aun més convocatorias." Esta Actividad se regia por un conjunto de disposiciones legales de alcance mu- hicipal, provincial y nacional. Hasta 1862, Buenos Aires segufa casi sin riaciones las pautas de la ley provincial de 1821, pero después de la icacién nacional, ciudad y provincia se ajustaron a las leyes dictadas or el Congreso de la Naciéa en los afios 1863, 1873 y 1877." ” Hilda Sabato: “Citizenship, Political Participation and the Formation of the ere in ve sn eter tei Pat Se a a re steeds ee prem peo a 7 He oe eee en en rer aoe ern, Mere ene ee ee ogee nie ma a es ges ee le ce ead gehen ee dene Ui er cs 10 li ey eet a ere tel re edo cet ee so * Tullo Halperin Doni: Proyecto ycomtrecin de wna nacin (Argentina 1846-1880), IWiotwca de Ayacucho, 190. 112. DILEMAS DELA CIUDADANIA POLITICA EN LA BUENOS AIRES LIBER DILEMAS DE LA CUDADANIA POLITICA EN LA BUENOS AIRES LIBERAL 113 La ciudad de Buenos Aires estuvo siempre dividida en secciones rales correspondientes a las diferentes parroquias.” Las mesas se € cfan en el atrio de las iglesias correspondientes y su composici variando segiin la diferentes leyes. Antes de 1863, las autoridades ‘mesa eran elegidas por los vecinos presentes a la hora de comicio. A partir de ese afio, cada seccidn debfa estar presidida p juez.de paz, acompafiado de cuatro vecinos designados por sortea los presentes el dia del comicio y dos nombrados por la legislat bién por sorteo a partir de una némina de veinte vecinos. Esta cién fue modificada por la ley de 1873, que establecié para ¢: cinco titulares y cinco suplentes, designados por sorteo entre veint dadanos del registro elegidos por una junta especial, integrada por! sidente de lalegilatura el del tribunal superior de justiciay un juez: de seccién En cuanto a los votantes, segiin la constitucién provincial de 1 atribucién del sufragio popular es un derecho inherente a la calid ciudadano argentino y un deber” (art. 48). Por su parte, las leyes pr ciales y nacionales otorgaban el derecho a voto a dos los varones ad (mayores de 17 ode 18 afios segin los momentos) nacidos 0 naturali argentinos, con muy escasas excepciones." Los extranjeros podian en las elecciones municipales, aunque para ellos regian requisitos d cidad y propiedad. Con dos afios de residencia en el pais podian zarse y adquirir as{ los mismos derechos politicos que los nativos, Hasta 1863 no habia padrén previo, aunque los ciudadanos que d ban votar en una parroquia debian tener domicilio conocido en 4 presentar la papeleta de enrolamiento en la guardia nacional. La 1863 establecié por primera ver el Registro Civico, que estaba a c una junta calificadora, formada por el juez de paz de cada seccidn vecinos nombrados por el Poder Ejecutivo. El registro era volun onal. El voto, por su parte, seguia siendo piblico. En 1873 se introdu- urna y el voto debia emitirse por escrito. En todos los casos, al final J jornada se procedia al escrutinio, se anunciaban los resultados y se tia la documentacién al poder legislativo, a quien correspondia la palabra sobre la validez del comicio. ta aqui las disposiciones bisicas que regian el acto electoral. La eiente puntillosidad de las reglamentaciones, la multiplicacién de nor- ,y la preocupacién manifiesta en las leyes por dar mayor transparen- a las elecciones no parecian afectar demasiado la realidad electoral fia: una sucesibn de votaciones en que la competencia violenta y la lizacién facciosa se alternaban con la indiferencia generalizada y la ncién. ‘Los DiAS DE ELECCION: 17 de enero de 1860 La Tribuna se quejaba de “la calma que ha reinado ‘hs elecciones municipales [..] que ha rayado en la indiferencia”.* Esta ién se repetia con frecuencia y en muchas ocasiones ni siquiera se ba a abrir las mesas por “ausencia de pueblo”.” panorama podia cambiar radicalmente, trasmutando calma y apatia agitacidn e intervencién activa. “Un verdadero campo de Agramonte {sido cada parroquia en las iltimas elecciones”: ast iniciaba La Tribuna ripcién de una jornada electoral en 1864." La palabra “desorden” una y otra vez. caracterizando los dias de comicios en los diarios, es policiales y relatos de estas décadas. Y junto con ella, la palabra lencia”. ‘efecto, desordenes, agitacién y violencia eran Ja materia habitual que se amasaban muchas jornadas electorales. Cada “asamblea electo- a Tribune, 7/1/1860. Por ejemplo, 20s logs reuniesiquiera las mess en a mitad de as parroquia de Buenos Aires Jas leciones x diputados nacionsls en diciembre de 1960, marzo de 1867, enero de 186, junio 189 y enero de 1872; en las de representantes la leilatura provincial en junio de 186, agosto 868 y junio de 1870; en as de electores municipales en mayo de 1869, noviembre y diciembre de y diciembre de 1871. Para designar convencionales en 1871 y 1872 bubo que convocar a eleccio- Wee veces. Esta lirta no ex exhaustivs, La informacién proviene delat sca letorles reunidas los leajs del Archivo General de la Nacin, Sala X, Eleciones Padrones actus y antecedents, Wy 1864» 1880, y Eleccones. Polit, 186673 y 185465, La Trbns, 18/2/16 y 29/3/1868. "ce fueron as purroquas electoral de Ia ciudad en la dead del etme Balvanera al None o Santa Luca, Catedral al None o la Merced, Catedral al Sur, Concepcién, Mo Piedad, Pilar, San Miguel, Sn Nicolis, San elmo y el Socorro. Ea la dada siguicot ¥ gt San Crisbal y San Juan Evangelista. Ess seciones conformaron un distri nico y sep ‘eto dela provincia enalgunas oeasiones (ey de 1843), fueron pare de ua dirito mayor Ca 6) en ora (eyes de 173 y 1877) orepresentaron cada una deellas un distri diferente en de Jos comicios municipal: No eaban autorizados 2 votar “ls dementes, "los condenados a pen infamante los ed ‘cos, los enzoladosen a tropas de lines y les sordomador que no superan leer ai esribit 4114 DILEMAS DE LA CIUDADANIA POLETICA EN LA BUENOS AIRES LIBERAL DILEMAS DE LA CIUDADANIA POLITICA EN LA BUENOS AIRES LIBERAL 115 En ocasiones, el comicio mismo no podia llevarse adelante debido a las janiobras del propio juez de paz, que impedia la votacién y la “fabrica- " a su manera." En general, sin embargo, los protagonistas de las horas siguientes eran otros: los supuestos votantes. Después de 1863, sdlo los inscriptos previamente en el registro podian serlo, pero la falsificacién de \letas y el robo y la alteracién de padrones estaban a la orden del dia. Al mismo tiempo, no era infrecuente que contingentes ajenos a una parro- {quia irrumpieran en ella para forzar o impedir una votacién. Veamos a Jos votantes, reales o supuestos, en accién. En ocasién de las elecciones de legisladores provinciales de marzo de 1864, por ejemplo, ral” aparece asi como un combate cuyo escenario principal era el atric las iglesias parroquiales. El triunfo se asociaba estrechamente ala vi de las armas: no se habla tanto de urnas 0 de votos como de uilales y revélveres, En este marco, el control material del terreno quirfa singular importancia.”Entre nosotros se sabe cémo se ganan elecciones” decia La Tribuna en 1864, “El que tiene la fuerza, toma ‘esas y el que toma las mesas, gana las elecciones”. Para “ampararse” tuna mesa, como se decia entonces, habia que lograr el control del atri Ia iglesia pero también de su patio, cipula, techos y paredes. Este recit sagrado se desacralizaba para la ocasién y los curas pirrocos tenfan ¢ actuacién en el escenario electoral." La iglesia se convertia, ademés, centro de un espacio mayor que inclufa los edificios vecinos, la calle, azoteas de los alrededores. Ese era el Ambito de la accién y también violencia, Se tratabe de una violencia organizada. El primer acto tenia lugar a hora de abrir el comicio, cuando llegaban el juez.de paz a formar mi el oficial de policfa que tenia a su cargo vigilar el orden. Antes de 1 cuando las autoridades de la mesa se elegian entre los presentes, alll libraba la primera batalla.” Después de ese aio, los escrutadores venian| designados por la legislatura de manera que la pugna por ocupar espacios ten‘a lugar antes de la jornada electoral y en otro Ambito." Jos peones del Ferrocarril Oeste presionaron para la formacién de la mesaen la parroquia de San Nicolés;reunidos en grupos, impedian acercarse alos vecinos de a parroquia mientras se hacia un simulacro de votacién para designar auto- ridades del comicio, en un Angulo dela misma habitacidn el Juez de Paz hacia el ‘acta y fraguaba el escrutinio.® En 1869, por su parte, Le Tribuna advertia antes de la eleccién de sena- dores provinciales: Jos Castristas[...] compran votos, no para el acto legal de Ia votacién sino para asaltar las mesas [... Al efecto estén designados los atropelladores de las mesas de Balvanera y San Telmo, A la primera ird un tal Moreno, gefe de la estaci6n, del 11 de Setiembre, con los peones del ferrocarril, y la gente comprada por Unzué. A la segunda irin los carreros dl sefior Casares La Tribus, 1/4/1864, © Evinterete contrastar este papel marginal de Ia Iglesia y la religin en lot comicios lugar central que ocupaban en el caso brasleio. Cf. Richard Graham Patronage and teenth Centiry Breil Stanford University Press, Stanford, California, 1990, pp. 114-115, Gonzilez Bernaldo da imporanca al papel de los curs en Ia organizacin politca en las parvo de Buenos Aiesentre 1852 y 1862. (CI “La création d'une nation. Histoire poliique des appartenancesculrelles dans la ville de Buenos Aires entre 1879 et 1862", 3 tomo, Tess de ‘ado, Univ. de Pais, 1992, tomo t). No encuentro seals de esa importanciaen el periodo cscudiado, Mis de una vez I Iglesias ding a as autoridades cvs solictando se dejara de préctca de reuir ls mess en los arios, pero la respuesta dl gobierno fue siempre una ‘egativa. Vase, 9 ejemplo, la Respuesta del Minstro de Gobierno Amancio Alsorta 2 una De este cuadro y de la demés informacién provista por los padrones™ se desprende que el perlil de los inscriptos en el registro civico era muy diverso segiin parroquias. Se distinguen tres grupos: Catedral al Sur y San Miguel, con fuerte presencia de profesionales y sobre todo de estudiantes asi como de personas vinculadas al comercio, una baja proporcin de tra bajadores en general y en particular de peones y jornaleros, y una baja tasa de analfabetismo entre los inscriptos; San Juan Evangelista, Balvanera y Pilar, con muy alta presencia de trabajadores y en especial de peones y jornaleros, baja proporcién de comerciantes y profesionales y alta tasa de analfabetismo; Piedad, Socorro, San Telmo y Concepcidn, con cifras mis parejas. Es probable que estas diferencias resulten més una consecuencia de las variaciones en la estructura ocupacional y social por barrio que de alguna diferenciacién en la estrategia de empadronamiento, pero es dificil probarlo.” En todos los casos, el perfil de los inscriptos era ms joven que el del conjunto de los habitantes." ara dos parroquias, Concepcién y San Telmo, se cuenta también con informacién sobre los que efectivamente votaron (0 aparecieron como votantes). En ambos casos, el niimero total de éstos fue mucho menor que Por ejemplo, entre los *comerciantes" dea Parroquia dl Pla, se incluyeaveinesbastacedores ‘que se delarananalfabeos. En cuanto 2 los profesionales, se ieluye enre ellos lor procuradores, Ae dncuido extacus en eve sentido * Cabe destacar, en particular, el pocentje de inscriptosanalfeberos en algunas de las parro- quia: Balvanera: 41%; Piedad: 14%; Pilar: 59%; San Juan Evang: 56%: San Miguel: 5% San Telmo: 31% y Socoro: 17%. [No contamos con datos de Is estructura ocupacional por parroqua, pero si se comparan los {datos de los empadronacos con los correspandienes 3 la dstibucidn ocupacional de la poblacién ‘masculina nativa toua de Buenos Aires para ls fechas ceases disponibles (1869 y 1887), en los grupos 2 y 3 se observa que, en las parroquat menos polarizadas, el patrén de distnbucién por ‘ceupaciones noes demasao diferente. De todat manera, hay una cera sobrerepresentaién gene- ‘al del grupo 3.2, en particular de los peonesy jrnaeros, que se aceata en Pilar, Balvanera y San Juan Evangelista, Los empleados en el servicio doméstico, en cambio, extn subrepresentados en ‘ods las parroquas E comercio aparece sabrerreprerentado en San Miguel y Catedral l Sur, pero subrepresentado en casi todas ls demis parroquas.Sise toma la poblacion masculina totale decir atvos y extranjeros, el grupo que apurecesubrepreseatado eel de los tabsiadores cicadas, ‘igptras queen este caso empleados y dependents aparece sobrerepreentadr [Exisia una sobrerrepresentacién de lor menores de 29 afior, que en varias de ls parroquias rmencionadas superaban el 60% del total 122 DILEMASDELA CIUDADANIA POLITICA EN LA BUENOS AIRES LIBERAL cl de inscriptos (Concepcién: 306 sobre 1178; San Telmo: 296 sobre 6 pero las proposciones entre ocupaciones se mantuvieron muy si El panorama que resulta de este anilisis parcial de los inscriptos rnueve parroquias es algo diferente del que surge de los testimonios de contempordneos sobre los votantes. Aparece un cuadro de diversidad pacional mayor y, en algunas parroquias, la presencia significativa de fesionales y gente de “comercio”, que habria que seguir explorando. reafirma, per otro lado, la imagen de una fuerte participacién de pe: jornaleros y trabajadores de baja calificacién en amplias zonas de la ci dad, de una importante presencia de estudiantes y, en general, del juvenil de los vorantes. Los registros electorales son, como dijimos, una fuente muy p: ‘Ademds, clisifican a los inscriptos segin sus rasgos individuales, is ciendo una imagen algo equivoca de los electores. La mayor parte de actores en lis elecciones portefias participaban de ellas colectivamer cada uno como miembro de algin grupo mayor. Por lo tanto, més pensarlos como individuos calificables segin sexo, edad, y profesion importante observarlos en su dinémica colectiva. RECLUTAMIENTO Y MOVILIZACION La’ movilizacién electoral involucraba, en general, a actores col amis alld de su origen social. Votaban en primer lugar quienes seh: encuadrador, es decir, tanto quienes habian sido reclutados y organi para asistir al comicio como los dirigentes de distinto nivel que te su cargo esis tareas. Los clubes electorales eran los que montaban miéquina” y creaban clientelas politicas que se movilizaban cuando falta. Los soportes materiales de estas redes eran de variada indole, dependencias vinculadas de una u otra manera con el estado eran privilegiados de reclutamiento. La policia, la guardia nacional y el ej to también cumplian un papel en ese sentido. En Buenos Aires coincidian los aparatos administrativos de la la provincia y el municipio, todos ellos por entonces relativamente destos. Desde el punto de vista del empleo, la influencia del Estado, en tres niveles, se ampliaba porque era el encargado de contratar y ot permisos a contratistas privados de servicios, a través de DILEMAS DE LA CIUDADANIA POLITICA EN LA BUENOS AIRES LIBERAL 123 concesiones. El empleo asociado a todas estas actividades fue usado por la dirigencia politica para construir sus redes clientelares. Se privilegiaba a los amigos politicos para los puestos piblicos y para las licitaciones, lo que a su vez aseguraba un control hacia abajo de los trabajadores. En cuanto a los opositores, existen denuncias reiteradas de persecucién por el oficialismo de turno.” El control de esa fuerza potencialmente electoral no era automético pues no se trataba simplemente de cambiar un puesto por un voto. Se rganizaba un complejo mecanismo de encuadramiento y movilizacién, dde manera tal que bajo la figura dirigente de un administrador o jefe con clara identificacién partidaria, se creaba una estructura piramidal que su- perponia jerarquias laborales y politicas y donde los trabajadores/votan- tes formaban la base y los capataces/caudillos los escalones intermedios. Asi, por ejemplo, en 1864 Bilbao la Vieja, administrador de la Aduana contaba con hombres como el capataz Gémez que le aseguraba “sus” peo- nes para apoyar al Club del Pueblo. En el Ferrocarril Oeste, cuyas huestes lideraba el administrador Luis Elordi, un tal Moreno, jefe de la estacin 11 de Setiembre, fue uno de los encargados de llevar a su gente a las vots- ciones de la ciudad en 1869. Tres instituciones estatales tenian una importancia especial en el reclu- tamiento y la movilizacién electorales: la policta, el ejército y Ia guardia nacional. Ademés de su papel como custodia del orden el dia de los ‘eomicios, cuyas acciones en favor de una u otra faccién eran denunciadas, “reiteradamente por las partes afectadas, la policia era una fuente doble de votantes. Por un lado, sus empleados podian votar y lo hacfan, aunque los, agentes fueron tempranamente privados de ese derecho. Por otro, se tra- taba de una organizacién con control territorial sobre la ciudad y con un poder indiscutible sobre sus habitantes. Sus miembros, en particular los ‘comisarios, desarrollaban una tarea permanente de organizacién politica. Por su parte, el ejército y sobre todo la guardia nacional ejercian una indudable influencia en el reclutamiento electoral.” Su poder se extendia > Las denuncias de la manipulacin del empleo piblico abundan en ls diarios dela épocs. Vest, ere oto, La Tribuns, enero y febrero de 1864 y febrero y marzo de 1869, asi como La Nac, rly agosto de 1874 y marzo de 1879. Vase también, Carlos Heras: “Un agitado proceso electoral ‘en Buenos Ares", en Trabsos y Comunicaciones, nism. 4 1954 (La Plat). Vase La Tribuns, varios ardculos publicados en enero y febrero de 1864, y el mismo dari, yyw. Durante ese periodo las fuerzas armas de tierra estaban formadas por el ircito de linea y Jae guards acionales. Al primero corespondia la defena de ls fronterary aus fuerzasereclutaban 124 DILEMAS DELA CIUDADANIA POLITICA EN LA BUENOS AIRES LIBERAL mucho més alld de las filas de cada institucién. En primer lugar, p votar era requisito presentar Ja papeleta de enrolamiento en la g nacional, por lo que sus comandantes podian obstaculizar la inscripa electoral con facilidad. Ademés, la guardia misma era un mecanismo. organizacién, captacién y control de la gente y muchos de sus in seguian bajo el liderazgo politico de los comandantes ain después de cenciados. En Buenos Aires, a guardia gozaba de un aura de gloria q vinculaba con orgullo a la autonomia dela provincia. Cuando Pavén la provincia nacionalizé sus fuerzas, que formaron el micleo ejército “de la Nacion”, hubo fuertes presiones para volver a organi guardia pues ella era una pieza politica importante para el gobierno vincial, en rivalidad creciente con el nacional. Por fin, en febrero 1864, la provincia dispuso su reorganizacibn.”* Los jovenes de las patricias y también aquéllos que aspiraban a ocupar lugares di eran activos participantes de la institucién y no ocultaban el interés po tico de esa colocacién.” El ejército, por su parte, también actuaba en ese sentido. A pri de los afios sesenta, buena parte de sus jefes habfan sido guardias n les. Mis tarde, aun cuando Ja institucién se fue consolidando y de alga manera autonomizando del gobierno de turno, sus oficiales continus participando de las lides politicas y contribuyendo “su gente” aellas. To los partidos tenfan sus militares propios y su poder era tan evidente qi en 1873, el presidente Sarmiento elevé al Congreso un proyecto de’ cuyo objetivo era “evitar que los gefes y oficiales del ejército y m la Repiblica influyan en las elecciones”, Este proyecto no llegé a c tirse en ley” ‘Al margen de estas instituciones, entre los funcionarios del conocido el papel que cumplian los jueces de paz en las jornadas electol les.*" Ademds de su capacidad de accién sobre el terreno, ellos tenian: CGonales eran miliia provinciales donde debian enrlase todos los varones adultos nativos, podian ser convocados por el gobierno de Is proviacsen cualquier momento. BF Ce Carlos Heras: "Las leciones..” pp. 6042. 29 CE Carlos Martner; Alte y Alem. Porekiom y micas. Buenos Aires, Ediciones Cult Ageia, 199, cap. ‘Le Tribuna, 10/4/1878. "Cr. el aniculo de Marcela Ternavasio en este mismo Volumen. En la ciudad habia un juee por parroquiay su designacia corra a eargo del poder ejecutivo provincial. DILEMAS DE LA CIUDADANIA POLITICA EN LA BUENOS AIRES LIBERAL 125 der de reclutamiento, que se apoyaba en los distintos medios con que ‘contaban como “hombres influyentes” en sus respectivas parroquias.* Elestado disponfa de los principales soportes materiales para poner en ‘marcha mecanismos de reclutamiento que no se dirigian centralmente a Ja captacién de votantes individuales sino a la movilizacién colectiva de hhuestes electorales. Ast reclutadas, estas huestes eran, a su vez, encuadra- das en el aparato electoral de las facciones politicas portefias, cuya institu- cidn central eran los elubes. Los CLUBES DE BUENOS AIRES Los partidos politicos de entonces se consideran agrupaciones facciosas, ppersonalistas, inorgénicas, poco asimilables a los partidos “moderns”. De todas maneras, fueron factores de aglutinacién de intereses politicos, ceentros de actuacién de quienes habian llegado o aspiraban a llegar al poder, lugares de constitucién de redes materiales y tramas simbélicas contribuyeron a definir tradiciones politicas. Fueron, ademés, orgi- hhizaciones que competian por alcanzar el poder politico y, por lo tanto, que debian actuar en el terreno electoral. Sin embargo, los partidos no peraban institucionalmente en ese terreno, donde en cambio desplega- an su actividad los clubes. El club aparece, en principio, como la organizacién operativa que en partido dirigia los lamados “trabajos electorales”. Asi se definian los ites de su accion en 1860: El Club Libertad ha terminado sus tareas [.. No volver a tener asamblea hasta el aio venidero cuando la ley abra alos ciudadanos el periodo electoral. [...] He aqui los tinicos fines del Club Libertad, fines puramente electorales[...] ‘Todos lo saben; cerrada la época electoral, el club se disuelve. Nadie diré que le ha visto reunido una sola ver fuera de ese periodo ni con otros fines. 4 Véae ejemplos en as arcculos cas de Carlos Heras 'CE Halperin Dongh: Proyecto ycomsraccdn de wna nacié; José Carlos Chiaramonte: Naione homo y liberalism econémicos en Argentina, 1860-1880, Buenos Airs, Solar/Hachete, 1971; Carlos _ Mio: Lor petidos polities argentines, Cérdobs, 1960. Le Tribuna, 24/5/1860, 126 DILEMASDELA CIUDADANIA POLITICA EN LA BUENOS AIRESLIBERAL DILEMASDELA GIUDADANIA POLITICA ENA BUENOS AIRES LIBERAL 127 ba un elenco relativamente estable de figuras que a su vez conformaban las listas de candidatos a diputados y senadores nacionales, o de repre- sentantes provinciales. Entre ellas, es facil reconocer a conspicwos diri- gentes electorales, hombres que estaban a la cabeza de las huestes de Yotantes:el ya mencionado Elordi; el comisario y luego jefe de polica, Enrique O’Gorman; el comandante Mateo Martinez, y tantos otros. Otros peronsjs come Leandro Alem o Dado Roth qu learon 4 rimeras figuras de club y partido, fueron entusiastas partic primers figuras de cub y partido, fueron ensssat parties en le Los clubes desarrollaban parte desu actividad de manera centralizadas exista una comisién directiva que se reunia y tomaba decisiones y en general se considera que los temas mas importantes se acordaban en el Seno de un pequefio circulo de dirigentes.° Sin embargo, hubo asambleas que fueron muy concurridas y hasta turmultuosas donde se produjo el debate abierto, con votaciones, dsidencias, e incluso rupturas, en general resultado de alguna rivaidad por la definicién de candidaturas.* _ Silas decisiones se tomaban en gran medida centralizadamente, la ac- cién, en cambio, era descentralizada y tenfa como escenario principal a has parroquias terrtorio de una institucién muy particular de la vida po- ltica porteia el club parroguial Claro que no era tan asi y Ia insistencia misma del texto hace dudar Iaexactitud de sus palabras. Los clubes surgieron en la década del ci ta, antes de que la forma partido adquiriera vigencia bajo la inspiraci6n’ cl liderazgo de Bartolomé Mitre,® agrupando a quienes, dentro del plo sector de los portefistas antiurquicistas, tenian sin embargo dife cias entre si y con el oficialismo representado en el gobernador Obi Si bien su actividad era mis visible en los momentos electorales, rufan formas de agregacién més permanentes. Este patrén se reiter6 afios posteriores, en primer lugar cuando se produjo la escisién int dentro del Partido de la Libertad que comenzé con la formacién de bes antagénicos y culminé con la divisién del viejo partido. Algo jante volvié a ocurrir en el interior de los nuevos partidos —nacior y autonomista— y en particular en el seno de éste ultimo, donde se tra la aparicién de sucesivos clubes rivales que nucleaban a sectores renciados aunque nunca nitidamente definidos. La formacién del republicano en 1877 dio entidad propia aunque efimera a una de esas: ‘mas del autonomismo. Los clubes eran, entonces, a la vez que las instituciones que ope materialmente en el terreno electoral bajo la advocacién de los parti agrupaciones politicas laxas y no permanentes que funcionaban de cada partido. En este caso nos interesa explorarlos en la pri esas facetas, la electoral, en particular en la actividad orientada haci 1, 5 decir, ala captacién y movilizacién de los votantes. ‘Los clubes eran organizados por grupos de dirigentes que a su arrastraban a “su gente” al seno de la agrupacidn respectiva. En el de la actividad de un club era dificil encontrar a las cabezas parti ‘més importantes, que se mantenian por encima de las tareas operati guardaban distancia de las rivalidades internas. Personajes como Mit ‘Alsina, por ejemplo, que en los primeros momentos de sus re carreras fueron cabeza de club, luego ocuparon el lugar indiscuti jefes de partido. Eran, en cambio, los mis numerosos dirigentes de: da linea los que se involucraban directamente en la accién. En los clubes se definfan las candidaturas y desde alli tambi supervisaban los trabajos electorales. En sus comisiones directivas LOS CLUBES PARROQUIALES. Los clubes parroquiales habjan surgido en la primera elecc P jo en la primera leccibn después de Case- ros, en abril de 1852, organizados por Mitre y no consistian mas queen una asamblea de vecinos que a falta de partidos organizados se reunia para aunar opiniones con respecto a los candidatos que votarian en los comicios.” Segiin el Reglamento de los Clubes Parroquiales, el objetivo de éstos ra “conocer la verdadera opinién de la mayoria de los ciudadanos” con fespecto a las candidaturas a cargos electivos, En cada parroquia, anual- ‘Vase, por semple, Charon: Nacional y irom. Bb Fees ha ceccooe 68-69 y 94.95. 7 a: Un aia procs cera p. 93. References se encuentran en Marin Alvina y Alem. La mayor parte de los autores trata a estos clubes Tor hie aa Clabes come simples sscrale de os “Ci, Halperin Donghis Proyecto y construc de wana 4 Ta organizacin de esos Cubes ha sido muy poco tratada por la historigralia. Un coviginal pars la década de 1850 ba sido recientemente propuesto por Pilar Gonailez ‘rfation d'une nation" tome I. 128 DILEMAS DE LA CIUDADANIA POLITICA EN LA BUENOS AIRES LIBERAL DILEMAS DE LA CIUDADANIA POLITICA EN LA BUENOS AIRES LIBERAL 129 ‘mente se convocaba a todos los vecinos a una asamblea para designar comisién directiva, la que a su vez debia elegir entre sus propios mie bros a quienes integrarian el club central, formado por representant de todas las parroquias.” A la hora de proponer candidaturas, se con caba a reunién en todos los clubes parroquiales, cada uno de los armaba una lista de candidatos elegidos a pluralidad de sufragios de presentes. A continuacidn, las comisiones elevaban sus respectivas al club central, donde se confeccionaba la némina definitiva comp\ por los candidatos que aparecian en un mayor nimero de listas par quiales.* Con este sistema peculiar se rataba aparentemente de recoger los ni bres que surgieran desde la ciudadan‘a para formar las listas de tos. Enel marco de la Buenos Aires que acababa de pasar por la experi rosista, quienes, como Mitre, pretendian ponerse a la cabeza del mi proceso introdujeron un sistema que aparentemente les permitia a en dos planos. Los hacia aparecer encarnando a las libertades conq) das, confiando en la ciudadanfa y estimulando su participacién, y a vver, les daba la oportunidad de crear un canal de accién politica nu través del cual construir apoyos e incidir sobre un escenario donde t estaba por definirse. Lo cierto es que desde el principio se trebajé desde las dirigencias incidir sobre las bases parroquiales. Pero también es cierto que el éxito valgunas figuras se construyé a partir de su trabajo en el escenario de lubes. Los partidos buscaban controlarlos y, por lo tanto, sus dirigen “bajaron” a las parroquias a desarrollar su actividad, cooptando a su caudillos barriales que aportaban su caudal clientelistico y politico. Las rivalidades pronto dieron lugar a la escisién de esos foros que teor‘a debian contener a toda la ciudadania de un vecindario. Ya en 1 La Tribuna sostenia “los derrotados en la eleccién primaria tenjan cho a formar el Club Parroquial de la minoria”."* Después de 1862, c profundizacién del conflicto entre mitristas y alsinistas, los clubes p auiales se dividian segin su adhesion a uno u otro partido mayor, manera tal que ya al citar a reuniones se invitaba alos vecinos que “ tizaran” con el Club Libertad o con el Club del Pueblo, segtin el caso, todas maneras, los clubes parroquiales conservaron su funcién primitiva de proponer candidaturas, ahora para las listas de los partidos con los cuales simpatizaban. Las facciones se acusaban mutuamente de manipular la designacién de candidatos, “orquestar” las listas y burlar la voluntad de Ja mayoria parroquial. En realidad, partidos y clubes politicos buscaban afanosamente contro- Jar el mayor néimero de clubes parroquiales posibles. Para lograr ese pre- dominio, las facciones alentaban la creacién de clubes politicos 0 populares” en cada parroquia que de hecho actuaban como sucursales de los clubes grandes. Ante cada eleccién proliferaban estas organizaciones que operaban para ganar en los parroquiales y que comenzaron a super- ponerse con éstos en cuanto a actividad y funciones. Una discusién de 1869 deja entrever esta situacidn. Frente a la posicién mitrista de que los trabajos electorales para “tener el sello de la popularidad que les ha de dar fuerza, deben ser piblicos y a la luz del dia” y que para ello “no es necesa- rio la formacién de Clubs populares", confidndose en cambio en los parro- quiales, el diario autonomista La Tribuna contesta: en un Club popular, reunido sin coaccién, con espontaneidad, a donde sea libre clacceso de todo ciudadano, es donde verdaderamente se puede estudiar la opi- nién del pueblo respectoa sus simpatias por los candidatos que ha de elejr.[..] {En cambio en], la instivucién de los Clubs parroguiales[.Jla lista que de ellos surge, no esa expresién espontinea del vecindario a cuyo nombre se remite ala mesa central. Media docena o una docena de hombres, confeccionan tna lista en su casa: entre soi Estas acusaciones de manipulacién del piiblico sugieren que todavia a fines de la década de 4860 se sostenfa el principio de que las candidaturas debian surgir “desde abajo”, aunque todos sabian que los nombres venfan de arriba. Un poco més tarde, esa pretensién de hecho fue desapareciendo ¥ abiertamente se reconoc{a la voluntad de imposicién de candidatos.** $3 Vase, por ejemplo, La Trbwn, 22/1/1864, También cf. Heras: “Las elecciones..°, pp. 6809. La Trina, 21/11/1869. Vase también La Nain, 18/11/1869, 5 Encontramor reiteradosanuncos como ése, a propdsito de una rea que realizaiael Club Iectorl en marzo de 1873: “El objeto de la convocatoria es a confeccién de Ia lista de candidator fra Seaadores y Dipucados la Legislature Provincial que este Club debe sostener en los clubs arroguiales que se convoquen.” La Tribuna 12/3/1873, $144 Phe 20/9/1858, cad n Marne: nay Alem p28yE Nacional 1/18 3 Veave Martinez: Aline y Alem, 5 Chae pr Hera: "El proyertade 157. pp. 12413 130 DILEMAS DE LA CIUDADANIA POLITICA EN LA BUENOS AIRES LIBERAL DILEMAS DE LA CIUDADANIA POLITICA EN LA BUENOS AIRES LIBERAL 131 Para la década de 1870, los clubes proliferaron, pues ademis de los parroquiales por barrio, correspondientes a los grandes partidos, se blecieron lubes “populares” y centros politicos que respondian a las rentes fracciones de aquéllos. Su actividad no se limitaba a la definici confirmacién de candidaturas, ya que los trabajos que seguian hasta minar en el comicio también tenian su centro operativo en las parrogi Aunque la composicién de las comisiones empadronadoras se decidia arriba, la tarea de fomentar activamente el empadronamieno es cargo de los militantes parroquiales, asi como todos los preparativos asegurar la organizacién durante la jornada electoral. Los diarios refle tuna activided permanente en ese nivel. Convocatorias a reuniones conformar las comisiones directivas, para designar y proclamar candi 105, para “iniciar los trabajos electorales”; declaraciones de adhesin a u otro partido; creacidn de clubes politicos o.“populares” locales con -asambleas respectivas: el movimiento parece casi febril, sobre todo visperas electorales. Sin embargo, este despliegue no necesariamente se traducta en movilizaciéa politica masiva o general en las parroquias. En primer: gat, los ciudadanos convocados con frecuencia no respondian a los I dos a reunicnes. Cuando lo hacfan, es pricticamente imposible ests stimero, aunque los datos disponibles sugieren cifras bajas.” Por otra, te, los nombres se repiten, en particular en los cargos directivos, lo sugiere la existencia de un elenco relativamente estable aunque no do de participantes en todas las actividades, ‘Ocupabaa las posiciones dirigentes algunos de los personajes que h hharfan carrera en los partidos, llegando a los primeros lugares (Ds Rocha, Leandro Alem) o, con mis frecuencia, ocupando la segunda. (Héctor Varela, Carlos D'Amico), Nuevamente es facil reconocer a nos destacados caudillos electorales. Vuelven los nombres de Luis El en la parrocuia de San Nicolés, de los Dantas (Julio, Manuel y José) Concepcién y de Romero en la Piedad, todos cauaillos autonomis Mis dificil es reconocer al resto de los participantes de la activi parroquial. Los escasos datos disponibles sugieren para los miembros las comisiones directivas y asistentes un perfil ocupacional y etario no muy diferente del de los votantes, aunque quiz con una proporcién algo mayor de comerciantes y propietarios. De todas maneras la presencia de jovenes jornaleros, albafiles, carreros y dependientes no es para nada desdefiable y sugiere que los dirigentes locales movilizaban las mismas clientelas para la actividad interna de los clubes y las elecciones. El momento decisivo de la accién eran, por supuesto, los dias de comicio, dado que buena parte de “los trabajos electorales” se desenvolvia en las parroquias. Asi el reclutamiento se hiciera por via del empleo estatal 0 a través de otros mecanismos clientelisticos, la accién misma de ir a votar se comandaba desde los lubes: alli se reunia a la gente, se organizaban los movimientos a seguir para dominar las mesas, se daba refugio a los heri- dos, se festejaba el triunfo. En ese terreno, una figura clave eran los llama- dos “hombres de accién”, caudillos intermedios que organizaban a las hhuestes y las conducfan en la lucha. En ese ambito, también, se cruzaban los reclutados y reclutadores con figuras de los distintos niveles de la clase politica, aquéllos que se coloca- ban en la céspide de la pirdmide de militantes locales y a la vez actuaban en el plano més general de las organizaciones partidarias. Eran las figuras mis piblicas de la vida politica: funcionarios de gobierno 0 candidatos a serlo, miembros del Congreso o de la Legislatura, publicistas en diarios y periddicos. Los més jévenes agitaban en el atrio o en la barra de la Legis- Tatura; los més viejos dirigian la vida de los partidos. Todos ellos “baja- ban” a las parroquias donde se desarrollaba el deporte electoral. LOS RESULTADOS DE LAS JORNADAS ELECTORALES Se trataba de un deporte cuyas consecuencias trascendian el momento de Ja competencia y alcanzaban a la poblacién toda, Aunque hubo eleccio- nes sin oposicién y otras en las que se podia anticipar sus resultados, mu- cchas veces habia una cuota suficiente de incertidumbre como para convertir ‘la compulsa electoral en un momento importante de la vida politica. En general se enfrentaban dos listas de candidatos " y aunque no falta- ron las superposiciones, los cruces y las alianzas con otras fuerzas, mitristas CE. Heras: “Un agitado..." pp. 7071 y Tjarks: “Las elecciones salteBis..”, pp. 422-423, 7 Cuando ls diarioe quieren destcar el Exto de alguna stamblea hablan de clirs quel ‘entre los 60 y 150 para 1864 y entre los 200 y 300 para 1874 y 1879. Véase, por ejemplo, La Tr > kn realidad, se vous por personas y 0 por lista, con wn sister parecido al que describe 12,24 26/1/106ky 19/3 y 12/8/1874 y La Bac de Hier, 73/1879 Lis arpomst seyret be Marcela Termavato en su arcu. Los votantes debian votar el némero total de eargoey las fsecio- 132, DILEMAS DE LA CIUDADANIA POLITICA EN LA BUENOS AIRES LIBERAL DILEMAS DE LA CIUDADANIA POLITICA EN LA BUENOS AIRES LIBERAL 133 y alsinistas conformaron las dos grandes constelaciones politicas de ‘décadas. Para ganar elecciones, como vimos, estas fuerzas montaban. organizacién territorial que tenia por objetivo controlar los comicios cada una de las parroquias. En todas ellas la competencia era vigor aunque en varias se reconoce el predominio de uno u otro grupo a largo de todo el periodo.” Lo que pataba el dia del comicio, sin embargo, no garantizaba las ci finales, porque la tiltima palabra en términos de confirmar, impugns anular un acto electoral lo tenfan las autoridades legislativas. C enfrentamiento habia sido duro, inmediatamente después de las el nes los perdedores planteaban el cuestionamiento de sus resultados. acusaciones sobre fraude e irregularidades se volcaban en la prensa y- legislatura, de manera que sobrevenia un perfodo postelectoral de d intenso. Entonces se desplegaba una rica retdrica republicana y dem tica, cuyas caracteristicas valdria la pena explorar para internarse clima de ideas de la época. En 1874, los resultados electovales dieron lugar aun conflicto de ent gadura, cuando el mitrismo monté una verdadera revolucién moti por el fraude cometido en los comicios de febrero de ese afio para di dos nacionales. Si bien la manipulacién habfa sido aceptada hasta et ‘ces como parte del juego electoral entre las dos facciones portefias 1874 la situacién politica general habla variado. Una alianza entre autonomistas de Buenos Aires y una nueva fuerza politica que se ‘organizando con base en algunas provincias se enfrenté al mitrismo nivel nacional pero también en la ciudad. Esta alianza se consider cientemente fuerte como para llevar mis lejos que nunca el fraude el ral en Buenos Aires. Los mitrists, por su parte, vieron que la consoli de ese acuerdo los dejaba cada vez. més marginados del poder polit tentaron suerte en las armas. Se desaté entonces una guerra de verdad, con movilizacién de tropas, batallas cruentas, generales vencedores y vencidos, soldados muertos. En hueve semanas, el gobierno nacional vencié a los sublevados y les impuso castigos. El episodio parecié desmentir los avances experimentados en la ‘conquista del orden y alarmé a las dirigencias en ascenso que, después de las derrotas de los tiltimos caudillos provinciales, aspiraban a resolver de ‘otra manera los conflictos que se generaran entre las élites. De todas ma- heras, el fracaso mitrista sirvié para fortalecer la imagen del gobierno central, capaz de controlar répidamente cualquier intento de subversién del orden, aun en Buenos Aires, Desde el punto de vista politico, en una primer instancia sirvié también para debilitar a Mitre, cada vez mis desdibujado como figura nacional. A mediano plazo, sin embargo, fue claro para Avellaneda que todavia era dificil desprenderse de su figura, [pues seguia contando con apoyos importantes entre las bases politicas y la opinién publica portefas. LA REPERCUSION PUBLICA Limitadas en cuanto al mimero y al origen social de los participantes, ‘organizadas por las dirigencias, parcialmente controladas en sus resulta. ddos, las elecciones tenfan, sin embargo, una gran repercusién publica. El acto electoral mismo puede pensarse como una puesta en escena, con mas ‘espectadores que actores pero donde unos y otros jugaban sus respectivos roles. La prensa hacia un verdadero despliegue del tema electoral. Por una parte, los diarios directamente vinculados con las agrupaciones y los di ientes politicos dedicaban una parte importante de su espacio a la vida politica y, en particular, a la actividad comicial. Informaban en detalle sobre las reuniones de clubes politicos y parroquiales, citaban a asam- bleas, convocaban al empadronamiento, narraban las jornadas electorales y, naturalmente, denunciaban el fraude cometido por los contrarios, Esta informacién estaba dirigida en primer lugar a sus simpatizantes politicos. on frecuencia, los diarios parecian dedicados centralmente a alimentar el espiritu faccioso entre el conjunto cerrado de sus partidarios. Sin em- ‘ez confeccionaban lias qu dstibuan etre sus partdaros. Muchas veces los electors no {aban extrictamente alos eandidatos oficiales y reemplazaban 2 alguno de ellos por otra reemplazo a veces era casual, pero con fremencia se tataba de candidaturas preentadas en da con I lines oficial, pero también desde riba. A principios del perlodo, se observa que ‘muchas veces tenlan algunos personajes en comin, “notables” incorporados a todas ls eros medida que se avanza en el tempo, exastuaién es cada vez mas excepciona, salvo en ‘expt dels ists conciadas de 197778 (Catedral al Nore y Catedral al Suc, Sin Miguel, San Telmo y Santa Lucl mostraron excepciones su idelidad a Mire, mientras que Balvanersy la Contepeién, y en menor Cl. Tlio Halperin Donghi Jou! Hermandes nu mundo, Buenos Aire, Sudamericans 1985, 134, DILEMAS DE LA CIUDADANIA POLITICA EN LA BUENOS AIRES LIBERAL DILEMAS DE LA CIUDADANIA POLITICA EN LA BUENOS AIRES LIBERAL 135 bargo, presentaban también otra veta, la que se dirigla a un publico general con el doble propésito de captar voluntades nuevas y, sobre t de incidir sobre la opinion publica en formacién, convertida en un de peso creciente en la vida politica local Por otra parte, ademés de la prensa partidaria, en Buenos Aires ban cada vez més diarios y periédicos desvinculados de la actividad est tamente facciosa. Los més numerosos e importantes eran los produ por sectores de las colectividades de inmigrantes. Aunque tenian pi 10s diversos, estos periddicos también desplegaban profusamente el electoral y no se privaban de opinar sobre la politica y de apoyar a otro candidato.* 1Los diarios, entonces, ponian a las elecciones en primera plana, de canal de convocatoria y de propaganda partidaria, informaban, ban e interpretaban la actividad electoral para sus lectores y para esa nin pablica més general que se fue convirtiendo en un presupuesto, prensa escrita. Sobre todo, contribuian a politizar el clima de una ci donde si bien votaba muy poca gente, la politica estaba en el aire y con frecuencia la vida de buena parte de sus habitantes. i En algunas coyunturas electorales, nadie parecia escapar a esa polit jn: “Es una cuestibn que a todos, nifios y viejos, hombres y mi interesa en alto grado; y a tal punto, que no hay més que decir la cuestidn, para que todos sepan que se trata de elecciones”. Y sigue La buna refiriéndose al clima que se vivia en julio de 1873: No era éste el clima habitual de Buenos Aires, pero la imagen sugiere luna visién opuesta ala tradicional que postula la indiferencia politica del piblico portefio. Esta politizacién alcanzaba su mayor expresin en mo- mentos previos a las elecciones, sobre todo cuando éstas prometian ser tefidas. Pues aunque pocos eran los que finalmente iban a votar, no por ello los dems se marginaban de la actividad publica que se desenvolvia alrededor de cada eleccién. Asi, por ejemplo, en la década de 1870 los actos para la proclamacién de candidavuras o para protestar contra fraude ‘eonvocaban a més gente y gente de mejor posicibn social que las eleccio- fies. Se montaban sobre dos escenarios sucesivos: tun lugar cerrado, en general un teatro, y uno abierto, ls calles y plazas del centro de la ciudad. Iitristas y alsinistas competian también en ese terreno. Los diarios, pieza indamental de la convocatoria, lo eran también del relato posterior. Hacia finales de 1873 la politizacién general era visible y los actos par- idarios recurrentes. El afio 1874 empez6 agitado. Ya desde enero hubo ifestaciones politicas, pero después de las elecciones de diputados de brero y en visperas de las presidenciales, éstas se multiplicaron, En mar- l mitrismo organizaba una protesta contra el fraude: El Variedades quedé chico para la primera multitud que se di cita all [..J La sesin fue abierta por Costa... Después [de los discursos] ...]el Sr. Costa dio por terminada la reunién invitando al meeting a trasladarse ala Plaza del Reti- «Al cabo de diez minutos la cabeza de la columina, que calculamos entonces fen seis siete mil personas tocaba yalla plaza del Retiro[...] mis de siete cuadras ‘materialmente lenas de gente! x ‘A las sefioritas fastidia hoy dia esa literatura lijera de las gacetillas... Les ‘mis un articulo estenso de politica... Idéntica cosa sucede con los nifios en la escuela. [. * Los limpia botas y los pilluelos hablan de ‘las combinaciones electorales| Le joven no puede i a visitar una familia sin que las nas dela casa ola caxijan con muy amable tono una profesibn de fe politica. Los partidarios de Alsina y Avellaneda también manifestaban, Segin Tribuna, una reunién realizada a principios de marzo en la Plaza de la fictoria “ocupaba cerca de cinco cuadras..”." En abril siguieron las con- torias, El dia 15 fueron los mitristas: Cf, Hilda Sabato: “Citizenship, Political Participation...” y Alberto Lettieri “La opiniéiny] cogs ioe pase coat Bong Rew’ oes Gea het ane lis encod one aos Unione eanscie res MSN IG? Betsy Berl) ete pl a Sed nts bon Alor pape cocnae'ta ey ier at Naioul enain 909/90 Bena Grpeny Nora “Efi dann pe dl pera ees ln cari ami ik: Pardes elec, Buncs Aur, Felda Feeee "A cred Sk prose opalaie on Bios Kiwi Cren Eel fy compan man mee a I = Ee ee on Cen ain sie ets Pay 9 © Ls Tribuna, 27/7/1873. ‘Tres cuadras compactas de gente y en cada una millares de ciudadanos: las tien das y balcones abiertos¢ iluminados, las sefioras saludando y vivando con los. pafiuelos; la poblacién extranjera asociindose al sentimiento de todos “ La Nac, 10/3/1874, La Tribns tmbitn describe a la reunién como “muy concurrida* Aioysvisr9. La Taba, 10/3/1874, © 1a Nac. 17/4/1974, 136. DILEMASDELA CIUDADANIA POLITICA EN LA BUENOS AIRES LIBERAL DILEMAS DE LA CIUDADANIA POLITICA EN LA BUENOS AIRES LIBERAL 137 del “pueblo”, seguia con frecuencia lacalificacién y se destacaba la partici pacién de “gente decente”, “los hombres mas distinguidos”, “personas distinguidas” 0, més explicitamente, de “distinguida concurrencia, de esa que no iba a los comicios a vorar”.* Para descalificar un acto, en cambio, se hablaba de “gentes traidas de la campaiia”, empleados de la policia o de Ja municipalidad, “elementos reclutados en las més bajas esferas sociales, curiosos”® Un tercer elemento destacado en los relatos era el eco que despertaba el evento narrado en el marco més amplio de la poblacién portefia. Los manifestantes recibian aplausos, saludos, flores como expre- sién del apoyo de hombres y mujeres, argentinos y extrajeros que, sin pparticipar directamente en el acto, lo acompafiaban desde balcones y azo- teas. La prensa se ocupaba también de describir las caracteristicas del acto mismo: el lugar de convocatoria, la sucesién de discursos, el recorrido detallado de la manifestacién. ¥ finalmente, el clima general del encuen- 0: orden, tranquilidad, respetabilidad era lo que se esperaba en cada ocasién y las denuncias de violencia y desorden se reservaban para los. sictos de las facciones contrarias. Las crénicas e interpretaciones de la prensa ten entrever el importante papel que estas actividades piiblicas te- hnian en la vida politica de Buenos Aires. A través de ellas, las dirigencias mostraban contar con el apoyo de sectores mis amplios y mejor ubica- socialmente que los que movilizaban en las lides electorales. En reali- |, esas actividades mismas servian para construir al pablico simpatizante determinado dirigente o facciési, pues al reunirse y desplegarse en el acio fisico del centro de la ciudad, este piblico se reconocia a si mis- 1, creaba sus simbolos, se relacionaba con sus lideres. Actos y manifes- jones aparecian casi como una contracara de los trabajos electorale: rizontales, abiertos, visibles los unos; verticalmente organizados y con- rtados en Ambitos limitados los otros. Sin embargo, unos y otros for- aban parte del cuadro complejo de la vida politica porteiia y, en ticular, de sus facetas electorales. Al dia siguiente, una reunién del partido que sostenia la candidacura Avellaneda, narrada por La Tribuna: A las 7 y media partié del Comité (...] un grupo de mil ochocientas per Aistinguidas, dirjiéndose ala Plaza de la Victorial...] Media hora después hi reunidos (..] mas de siete mil cindadanos [..] Con tres bandas de miisica, medio de las vivas mas ardientesl Dr. Alsina y al Dr. Avellaneda, en un.

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