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CROMOMICOSIS (Cromoblastomicosis)

Es la menos profunda de las micosis profundas, pues sólo afecta la piel y tejido celular subcutáneo, aún
cuando hay reportados casos insólitos que tenían lesiones en los huesos y hasta en el sistema nervioso
central. El primer paciente descrito fue brasileño, estudiado por Pedroso en 1911 y Lane en EE.UU., por
eso también se conoce a esta micosis como enfermedad de Lane y Pedroso. En México, el primer caso
fue encontrado en 1940 por Martínez Báez ya partir de esa fecha se han conocido y publicado cada vez
más casos, pero no es tan frecuente como el micetoma o la esporotricosis.
Costa Rica, Cuba, Puerto Rico, República Dominicana. Madagascar. Congo, Belga y Brasil son los
países más afectados. En México se conocen casos procedentes de las regiones tropicales: Huastecas.
Sinaloa, Jalisco, Guerrero, Oaxaca. Veracruz. Chiapas y Puebla. Sin embargo se han reportado casos en
Nueva York y en Finlandia (Esq. 8-4).

Se presenta más en hombres entre la 3a. y 4a. décadas de la vida, no la hemos visto en niños, sobre
todo son campesinos los más afectados por estar expuestos con más frecuencia a los materiales
contaminados por el hongo.
Etiología y transmisión. Es producida por varias especies de hongos dematiáceos que se
caracterizan por producir un micelio oscuro. En México es la Fonsecae pedrosoi la especie causal. Se
trata de hongos difásicos que en su fase parasitaria producen unas formaciones peculiares, conocidas
como células fumagoides (de color de humo) también llamadas aunque erróneamente esclerotes de
Mediar. Son corpúsculos esféricos, de lOa 30 micras, de color café amarillento, de membrana gruesa y
frecuentemente con una o varias divisiones, ya que el hongo se multiplica por división y no por gemación
por eso se ha eliminado del nombre la palabra blasto (cromoblastomicosis) que alude a la formación de
yemas. En su fase saprofítica, sus caracteres varían según la especie la cual se puede identificar por el
estudio de sus órganos de reproducción.
Los hongos son abundantes en la naturaleza y es a través de la piel. por una solución de continuidad,
que penetran para originar la lesión inicial que lentamente se va extendiendo por contiguidad y por los
linfáticos superficiales.
Cuadro clínico. Se inicia insidiosamente con un nódulo pequeño que puede pasar inadvertido en el
sitio de la inoculación, a menudo en la parte distal de una extremidad. Este nódulo se cubre de escamas y
verrugosidades y crece lentamente cual si fuera una simple verruga vulgar, sin producir molestia alguna.
Después de años de evolución se han formado extensas placas de aspecto verrugoso o vegetante que
cubren ya el pie, la pierna, la mano, raras veces otras regiones como el tronco o las nalgas. Es asimétrica
y unilateral.
Las lesiones a veces son muy superficiales y simulan una psoriasis, tiña del cuerpo: otras veces son
más verrugosas, deforman la región y el diagnóstico diferencial debe establecerse con la tuberculosis
verrugosa de la cual es completamente indiferenciable clínicamente. Puede haber ulceraciones o lesiones
claramente vegetantes, mal olientes o costrosas.
No hay tendencia a la curación espontánea, por el contrario las lesiones se extienden poco a poco,
producen linfaestasia y en algunos casos elefantiasis. En cambio, casi no causan molestias al paciente
salvo cuando por su extensión llegan a producir la invalidez.
Diagnóstico. El laboratorio es indispensable para el diagnóstico de certeza y para descartar otros
procesos verrugosos como la tuberculosis y la esporotricosis. De hecho ante una placa verrugosa crónica
en una extremidad son tres las posibilidades: tuberculosis verrugosa, cromomicosis y esporotricosis.
El examen directo de las escamas o zonas verrugosas muestra las clásicas células fumagoides, de
color café, sin tinciones de ninguna clase, sólo con un poco de potasa y calentando ligeramente. Con ello
sabemos que es cromomicosis, pero no la especie causal.

El cultivo en los medios habituales es necesario para la identificación de la especie causal. mediante
el reconocimiento de los órganos de fructificación: fiálides. hormodendrum larga o corta. acroteca. La F.
pedrosoise caracteriza por dar todas las formas de reproducción.
El examen histo/ógico es también de mucha ayuda pues además del granuloma tuberculoide que se
observa pueden identificarse casi siempre dentro de células gigantes. las células fumagoides. Si no se
encuentran estos elementos parasitarios. no puede hacerse el diagnóstico pues este mismo granuloma
puede estar presente en lesiones de tuberculosis. leishmaniasis. lepra tuberculoide. coccidioidomicosis.
En ocasiones puede verse una imagen pseudoepiteliomatosa y pensarse en la posibilidad de un
carcinoma espinocelular. pero este diagnóstico debe descartarse si se toma en cuenta la gran cronicidad
de la cromomicosis que es incompatible con la evolución de un epitelioma espinocelular (Cuadros 8-13 y
8-14).
Tratamiento. Aunque el padecimiento no pone en peligro la vida y no llega a producir lesiones
orgánicas. el pronóstico no es tan bueno porque puede producir invalidez y porque carecemos hasta la
fecha de un tratamiento efectivo.
Las lesiones pequeñas pueden ser extirpadas quirúrgicamente con posterior aplicación de injertos.
Lesiones mayores requieren extensas cirugía. rayos X. crioterapia. electrodesecación por partes. Todo
esto es paliativo y en ocasiones no tan estéticamente aceptable.

Se han ensayado múltiples medicamentos. En México se usó por vez primera el calciferol (Vitamina
O) por Latapí y Rodríguez recordando el antiguo método de Charpy para la tuberculosis. Los resultados
son inconstantes. en ocasiones parece haber regresión de algunas lesiones. pero otras persisten o
vuelven a formarse. La dosis es de 600 000 U por vía oral cada semana. si después de unas 8 semanas
no se ve ningún resultado. puede considerarse fracaso del medicamento. Se ha pensado que el calciferol
deshace los granulomas y por eso su acción en esta enfermedad.
La anfotericina B por vía endovenosa es efectiva. pero con los grandes problemas que tiene su
administración prolongada. Por vía intraarterial usada en Brasil por Bopp y en México por Saúl y Mendivil.
es muy efectiva. pero puede producir arteritis y necrosis y al suspenderla recidivan las lesiones.
La 5-fluorcitosina por vía oral también ha demostrado buenos resultados aunque limitados. las
lesiones se aplanan y casi llegan a desaparecer. pero quedan residuos que vuelve a reproducir las
lesiones. Por otra parte este medicamento no está disponible en el mercado.
Recientemente se ha combinado la 5-fluorcitosina por vía oral con la anfotericina B endovenosa con
mejores resultados.
La estreptomicina. isoniacida. tiabendazol y más recientemente el ketoconazol han dado pobres
resultados. no así el itraconazol que a dosis de 300 mg al día por lapsos de 6 a 12 meses ha producido
gran mejoría aunque pueden quedar pequeñas lesiones que conviene electrodesecar o destruir con
nitrógeno líquido.
Seguimos sin contar con el tratamiento ideal para esta micosis: rápido. efectivo y de bajo costo.

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