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Una producción audiovisual que sorprende con una temática que las generaciones de
nuestra era sufrimos a diario, frente a la cual pareciera que nos hemos naturalizado: la
obsolescencia programada. A través de documentos históricos, testimonios reales y
vivencias profesionales y personales; el documental invita al espectador a posicionarse
críticamente frente a las estrategias implementadas desde la producción.
¿Alguna vez nos pusimos a pensar por qué nuestros abuelos pueden continuar usando
electrodomésticos “viejos” sin ningún inconveniente en su funcionamiento; y a nosotros se
nos descompone, por ejemplo, un televisor cada cinco años? Conozco gente que aún
conserva el frío de los alimentos en una heladera al estilo Siam, la cual se encuentra en
perfectas condiciones. Frente a ello, uno mientras se sorprende porque su refrigerador ha
cumplido cinco años y teme que pueda estar por dejar de funcionar. ¿Acaso hemos
naturalizado el hecho de que los productos tengan un período de vida muy corto?
Comprar, tirar, comprar se centra justamente en dicha temática. Bajo el slogan deLa
historia de la obsolescencia programada, nos invita a conocer cómo desde la década de
1920, las compañías han llevado a cabo diferentes acciones en sus procesos de
producción para fabricar artículos con menor vida de uso. ¿El motivo? El tan conocido
problema del hiperconsumo,
hiperconsumo producto de la incitación permanente a la sociedad de
renovar sus artículos, sea por una cuestión de actualización o porque de manera directa y
programada dejan de funcionar.
Es interesante la narrativa que propone la directora del filme. Si bien hay un desarrollo
lineal de la historia que se remite a los años ´20 hasta nuestros días; en dicho trayecto las
imágenes se combinan con una situación presente que parece tener su propio inicio,
desarrollo y desenlace. Se trata del caso que el espectador puede conocer en eltráiler,
donde un ciudadano comienza a averiguar por qué su impresora dejó de funcionar.
Comprar, tirar, comprar remite al espectador a casos extraordinarios de obsolescencia
programada; como la bombilla de luz,
luz el auto Ford T versus los modelos de diseño de
Chevrolet, y las medias de nailon.
nailon En este sentido, las cifras son suficientes para
reflexionar: una bombilla de luz fabricada en 1895 llegó a celebrar sus 100 años en
funcionamiento y aún da que hablar; desde 1924, se buscó disminuir su cantidad a menos
de 1500 horas; hoy, la bombilla LED tiene un período de vida de mínimo 25 años.
La cantidad de fuentes a la que se accede en el documental da cuenta de la veracidad de la
información que se brinda. Desde documentos fidedignos sobre los acuerdos iniciales en
pos de la obsolescencia programada hasta el estatuto de una empresa de tecnología; el
filme le garantiza al espectador confianza en los datos que ofrece. Incluso es interesante
conocer cómo la problemática comenzó a ser planteada formalmente en libros e,
indirectamente, en los productos de la industria cultural como programas de televisión y
películas.