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1.

Mitos y leyendas chilenas

2. Zona Central

3. Zona Sur

4. Historias de la Patagonia

5. Isla de Pascua

Mitos y leyendas chilenas


La mitología chilena es bastante abundante, en especial en ciertas áreas geográficas, y por lo
mismo hemos realizado una selección de algunos de los mitos y leyendas más conocidos
según su ubicación en la zona norte, centro y sur.
El mito es un relato de hechos maravillosos protagonizado por personajes sobrenaturales
(dioses, semidioses, monstruos) o extraordinarios (héroes). En cambio, la leyenda, es una
narración tradicional o colección de narraciones relacionadas entre sí de hechos imaginarios
pero que se consideran reales.

El mito, en general, es una narración que describe y retrata en lenguaje simbólico el origen de
los elementos y supuestos básicos de una cultura.
Es un relato de hechos maravillosos protagonizado por personajes sobrenaturales (dioses,
semidioses, monstruos) o extraordinarios (héroes).
La narración mítica cuenta, por ejemplo, cómo comenzó el mundo, cómo fueron creados seres
humanos y animales, y cómo se originaron ciertas costumbres, ritos o formas de las
actividades humanas. Casi todas las culturas poseen o poseyeron alguna vez mitos y vivieron
en relación con ellos.
En cambio, la leyenda, es una narración tradicional o colección de narraciones relacionadas
entre sí de hechos imaginarios pero que se consideran reales.
A veces se da una mezcla de hechos reales y de ficción, aunque se parte de situaciones
históricamente verídicas. La palabra procede del latín medieval legenda y significa ‘lo que ha
de ser leído’.
Según Oreste Plath, investigador de las tradiciones populares chilenas, “el mito entrega el
conocimiento de la vida del hombre antiguo y la interpretación de sus pensamientos y
acciones. Es una clave que pasa a ser el auxilio a muchas disciplinas humanísticas y
científicas que exploran el origen, el ambiente y el quehacer natural e intelectual del
hombre”.
“Las leyendas responden -según Plath- a los estímulos de la naturaleza circundante, pueden
tener una razón, ocultar una verdad, tener relación con la geografía, con un hecho histórico o
con un acontecimiento que repetido y exagerado integra el acervo folclórico”.
Ambos, mitos y leyendas, constituyen un relato que revela las más arraigadas costumbres y
creencias criollas y son un reflejo de la identidad de un país.
Mitos y leyendas de Chiloé
La Pincoya El Caleuche, El Trauco, entre otros son parte de los mitos y leyendas de esta
zona.

La Pincoya
Es una sirena de extraordinaria belleza (de tez blanca ligeramente bronceada y cabellos
rubios), cuya labor es proteger al mar, sembrarlo y rescatar a los náufragos.
Cuando la Pincoya danza mirando hacia el océano, está avisando que habrá abundancia de
peces y mariscos. Y cuando lo hace mirando hacia la costa, habrá escasez.
Para ser favorecido por ella, es necesario estar contento; por eso, los pescadores se
acompañan de amigos alegres.
También se dice que si se pesca o marisca mucho en un solo lugar, la Pincoya se enoja y
abandona aquella zona, que luego queda estéril. La Pincoya a veces anda acompañada por
su marido, el Pincoy.
Hay otra versión sobre el origen de la Pincoya que cuenta que ella vivía en la laguna Huelde,
ubicada cerca de Cucao.
La sirena habitaba una enorme cueva y acostumbraba a bañarse en la laguna y en el río
Puchanquin. Desde los roqueríos, mediante un silbido, hacía emerger desde el fondo de las
aguas un tronco de oro macizo, al que se subía para peinarse sus dorados cabellos. A veces,
durante la noche, entonaba embrujadas canciones amorosas, a las cuales nadie podía
resistirse.
Además, muchas personas buscaban la mujer para obtener favores, hasta que ella
desapareció del lugar. Se cree que fue raptada desde la laguna de Huelde para llevar
prosperidad y abundancia a playas lejanas.
Desde entonces, las aguas tomaron el color oscuro que hoy tienen, y pese a que muchos han
intentado imitar el silbido de la sirena, el tronco de oro aún está sumergido esperando a su
dueña. (Versiones basadas en la recopilaciones de Oreste Plath y Aníbal Panichine)

El Caleuche
La leyenda dice que es un barco fantasma que navega y vaga por los mares de Chiloé y del
sur de nuestro país y que está tripulado por brujos muy poderosos.
Por lo general, aparece cuando hay neblina, que él mismo crea, y en las noches oscuras se
ilumina intensamente. Nunca surca las aguas de día.
Además, navega sobre y bajo la superficie del mar a altas velocidades. Los brujos del barco
se dedican, principalmente, al contrabando, abasteciendo a comerciantes que tienen pacto
con ellos. Por eso, se dice que cuando un comerciante de la zona se enriquece rápidamente,
es porque ha hecho oscuras negociaciones con el Caleuche.
Además, se cuenta que en su cubierta se realizan grandiosos bailes y es posible escuchar
una maravillosa música festiva. Son justamente estas melodías las que atraen a los náufragos
o tripulantes de otras embarcaciones, quienes se incorporan como parte de su dotación.
Cuando el barco es perseguido, se transforma en roca, tronco de árbol o simplemente en alga
para pasar inadvertido y así evitar su captura.
El castigo para aquellos que miran al Caleuche consiste en dejarles la boca chueca, la cara
hacia la espalda o bien darles muerte en forma repentina.
Pero cuando esta misteriosa embarcación se apodera de una persona, la traslada a las
profundidades, mostrándole grandes tesoros y ofreciéndole parte de ellos con la condición de
no contar lo que ha visto.
Se dice que los marineros del Caleuche tienen ciertas particularidades físicas, como una sola
pierna para andar, porque la otra la llevan doblada por la espalda, y también que son
desmemoriados, para impedirles que cuenten el secreto de lo que sucede a bordo.

El Trauco
En los bosques de Chiloé vive el Trauco, que es un enano (mide cerca de 90 cm de altura)
deforme que tiene piernas cortas y chuecas que terminan en un remedo de pie sin talón y sin
dedos. Esto último hace que no camine muy bien por lo que usa un bastón llamado
pahueldún, tan retorcido como él, y con el cual se le indentifica.
A pesar de ser enano, tiene mucha fuerza y usa un hacha de piedra, con la que anuncia su
presencia golpeando los árboles. Se viste con un traje de quilineja y un sombrero cónico,
tejido de fibras silvestres.
Vive en el hueco de los árboles o en cavernas naturales, alimentándose de frutos del bosque.
Sin embargo, el Trauco es un personaje perverso, ya que se instala sobre un tronco y en
cuanto aparece una persona, cae sobre ella el maleficio de su mirada o el nefasto poder de su
aliento.
Si la víctima es un hombre, se ensañará con él, causándole torceduras de cuello, tullimiento y
otros males con la intención de provocar deformidades parecidas a las de su propio aspecto.
Si la persona sorprendida es una mujer, este desata sus instintos pasionales y trata de
seducirla como sea para luego abusar de ella. Así, recurrirá a la magia, sumiéndola en
plácidos sueños, en los que él se le aparecerá como un apuesto galán. (Versión basada en los
recopilación de Floridor Pérez).

El Basilisco
Es una criatura que tiene cabeza de gallo con una cresta roja y un cuello largo como el cuerpo
de una serpiente.
Nace de un pequeño huevo redondo de color blanco grisáceo, de cáscara gruesa y rugosa y
que tiene cerca de un centímetro de diámetro. A este,se le llama huevo lloilloi (lloy lloy) o
huevo lloe y se supone que fue puesto e incubado por una gallina vieja o un gallo rojo.
Si el huevo no se elimina, a las pocas semanas se convierte en el terrible y despiadado
Basilisco.
Al nacer, esta criatura tiene la forma de un gusano y corre como lagartija.
En el día, el Basilisco vive debajo de la casa del dueño del gallinero, y en la noche, sale de su
escondite mientras la familia duerme. En ese momento, emite un canto hipnótico parecido al
del gallo, que provoca que las personas se mantengan dormidas. Luego, entra a los
dormitorios y succiona sus alientos y fluidos. Con ello la persona afectada pierde las ganas de
alimentarse y va adelgazándose cada vez más. Luego, aparece una fuerte y persistente tos y
su respirar se hace cada vez más dificultoso, y, finalmente muere. El Basilisco abandona la
casa solo cuando ha matado a todos sus moradores.
Para acabar con esta criatura, se debe recurrir a un brujo, el que usará recursos tales como
tirarle agua hervida, quemar donde se encuentre, matar a la gallina o gallo que pone los
huevos lloi lloi, dejar los huevos en el centro de una fogata hasta que se consuma totalmente y
prenderle fuego a la casa en donde ataca.

Cueva de Quicaví
Se dice que en la localidad de Quicaví (comuna de Quemchi) se encuentra una cueva que
también es llamada Casa Grande. Esta sería la guarida donde vive el Supremo de los Brujos
(un rey o gobernador) y estaría resguardada por el Imbunche.
En ella se encuentra una serie de objetos de brujería, como, por ejemplo, uno que revela el
pasado, el presente y el futuro, y todo cuanto el Supremo desee conocer. También está el
Macuñg, que es un chaleco luminoso que llevan los brujos por las noches y que les sirve para
volar; este está hecho de piel humana.
Los brujos, cuando desean quedar a oscuras, se bajan el poncho, y si quieren luz, se lo
suben.
Otros dicen que allí estaría el Libro o Revisorio, un instrumento usado para hacer diversos
exámenes, y el Chayanco, utilizado para vigilar a todos los miembros de la comunidad de
brujos.
La Cueva tendría su entrada en una quebrada y mediría aproximadamente 200 metros de
largo y sería un sitio subterráneo con muchas dependencias.

El Imbunche
También llamado Vuta o Vutamacho, Machucho o Machuco. Este es una criatura que cuida la
cueva de los brujos. En su origen, es un niño normal que ha sido regalado a los brujos,
quienes lo convierten en Imbunche, deformándolo desde los primeros meses, practicando con
él descoyunturas y torcimientos.
De esta manera, queda con la cara vuelta hacia la espalda; las orejas, la boca, la nariz, los
brazos y los dedos torcidos. Anda sobre una pierna, por tener la otra pegada a la espalda.
Además, se dice que no habla y solo emite sonidos guturales como los balidos de un chivato.
Como no puede salir, pues su obligación es cuidar la cueva, el Imbunche es alimentado por
los brujos y su comida consiste en carne humana.
Se dice también, que a pesar de no ser iniciado en brujería, ha adquirido una infinidad de
conocimientos. Por esto, aconseja a los brujos inexpertos.
El Imbunche solo sale de la cueva cuando esta se cambia de lugar o ha sido destruida, o,
bien, cuando los brujos lo necesitan para hacer daño. En su traslado, va dando gritos, los que
asustan a los vecinos, porque les anuncia alguna próxima desgracia.

Zona Central
La Calchona, La Cuca, El chonchón, El Pihuchén, La Laguna del Inca, Carcancho, La
campana de Rere son alguna de las leyendas y mitos de la zona central de nuestro país.
La Calchona
Muchas son las versiones que se han tejido en torno a la fantástica historia de la Calchona.
Mientras algunas personas se refieren a ella como una mujer fea y malévola que ataca a los
jinetes, otras dicen que, tomando forma de animal, ataca a los hombres desobedientes e
infieles. Existe, además, la versión de la mujer que por las noches se transforma en diferentes
animales.
Aquí te presentamos una de ellas: cuenta la historia de un matrimonio que vivía sin problemas
en el campo, junto a sus dos hijos. Sin embargo, la familia no sabía que la mujer era bruja y
que en su hogar escondía varios frascos con unas cremas que, al aplicarlas sobre su cuerpo,
le permitían transformarse en el animal que ella eligiese. Todas las noches realizaba el rito de
colocarse los ungüentos y salir a pasear por los campos. En la mañana regresaba, se aplicaba
sus cremas y volvía a recobrar la forma de madre.
Así pasó el tiempo, hasta que un día sus hijos la vieron, e imitando a su mamá se pusieron las
cremas, transformándose en múltiples animales. Pero cuando quisieron volver a ser niños, no
supieron cómo, y convertidos en animalitos se pusieron a llorar. El padre despertó con los
sollozos de los hijos, pero su sorpresa fue enorme, pues en lugar de verlos a ellos encontró
solamente pequeños animales. Con inteligencia, logró encontrar el frasco con la pócima
indicada y consiguió que los niños se transformaran nuevamente en niños; pero para evitar
que les volviera a ocurrir lo mismo, tomó las cremas y las botó en las aguas de un río.
La madre, convertida en oveja negra, regresó a su casa, comenzó a buscar sus cremas por
todos lados, y como no pudo encontrarlas, quedó para siempre convertida en ese animal. Por
eso, cuando se siente balar una oveja negra que vaga de noche sola por los campos, los
campesinos saben que se trata de la Calchona. Todos acostumbran dejarle un plato de
comida para que se alimente, ya que es totalmente inofensiva.

La Cuca
De la leyenda de la Cuca se conocen tres versiones: la Cuca negra, la Cuca blanca y la Cuca
cordillerana. La primera es un ave que vuela de noche. Cuando lo hace en las noches de luna,
si su sombra toca a una persona, esta muere antes de cumplirse un año. Su grito se asemeja
al rebuzno de la mula. Si lo lanza sobre una casa, al poco tiempo muere uno de los moradores
de ella.
La Cuca blanca es un ave benéfica que ayuda a las personas que andan extraviadas a
encontrar el camino. Cuando canta, dice: ¡Cuca! ¡Cuca!
La Cuca cordillerana habita cerca de los Andes y es un ser mitad mujer, mitad vaca que
siempre anda con la cabeza tapada. Entra en las casas, saca a las personas mientras
duermen y las deja en un sitio distante sin causarles ningún daño.
El Chonchón
El Chonchón se presenta como una cabeza humana, de la que nacen unas enormes orejas
que usa a modo de alas para volar. Su presencia es delatada por su fatídico grito de tué, tué,
que indica que una persona va a morir. Revolotea alrededor de la habitación de los enfermos,
lucha con el espíritu de estos, y, si los vence, chupa la sangre de los pacientes.
Se considera a los Chonchones como brujos que tienen el secreto para volar. Esto lo hacen
untándose unas cremas en la garganta, con lo que logran que salga a volar sólo la cabeza,
diciendo: Sin Dios ni Santa María. El cuerpo permanece en la casa.
Para ahuyentarlos se reza la siguiente oración: San Cipriano va para arriba, San Cipriano va
para abajo, sosteniendo una vela del buen morir. Con estas palabras el Chonchón cae al
suelo. También se le echa sal al fuego de la cocina y se dice: Pasa, Chonchón, tu camino, o
vuelve mañana por sal. Al día siguiente se presentará alguien a pedir sal y no hay que
negársela.

El Pihuchén
En mapuche significa secar a la gente. Es un personaje cuya existencia se registra más allá
de la zona central, pues también aparece en Coquimbo, La Araucanía y Chiloé.
Se trata de un culebrón verdoso, de alrededor de medio metro de largo, que vive en el
corazón de los árboles huecos. Chupa la sangre de las ovejas o de los cristianos desde lejos.
Su presencia se reconoce por las huellas de sangre que deja.
En algunos campos, a los rebaños de ovejas se les ponen seis o más cabros, pues la sangre
de estos animales es muy fuerte y ahuyenta a los pihuchenes.
Para matarlo, se cubre el árbol en que está escondido con una tela fuerte, para que no pueda
huir, y en seguida se prende fuego al árbol.

La Laguna del Inca


Escondida en las alturas de la Cordillera de los Andes, en Portillo, se encuentra una hermosa
laguna que hoy se conoce como Laguna del Inca. Algunas personas aseguran que sus
tranquilas aguas color esmeralda se deben a una romántica historia de amor.
Antes que los españoles llegaran a estas tierras, los incas habían extendido sus dominios
hasta las riberas del río Maule, y como se consideraban hijos del Sol, las cumbres andinas
eran el escenario ideal para realizar sus rituales y ceremonias religiosas.
Según cuenta la leyenda, el inca Illi Yupanqui estaba enamorado de la princesa Kora-llé, la
mujer más hermosa del imperio. Decidieron casarse y escogieron como lugar de la boda una
cumbre ubicada a orillas de una clara laguna. Cuando la ceremonia nupcial concluyó, Kora-llé
debía cumplir con el último rito, que consistía en descender por la ladera del escarpado cerro,
ataviada con su traje y joyas, seguida por su séquito. Pero el camino era estrecho, cubierto de
piedras resbalosas y bordeado por profundos precipicios. Fue así como la princesa, mientras
cumplía con la tradición, cayó al vacío.
Illi Yupanqui, al escuchar los gritos, se echó a correr, pero cuando llegó al lado de la princesa,
ella estaba muerta. Angustiado y lleno de tristeza, el príncipe decidió que Kora-llé merecía un
sepulcro único, por lo que hizo que el cuerpo de la princesa fuera depositado en las
profundidades de la laguna.
Cuando Kora-llé llegó a las profundidades envuelta en blancos linos, el agua mágicamente
tomó un color esmeralda, el mismo de los ojos de la princesa. Se dice que desde ese día la
Laguna del Inca está encantada. Incluso hay quienes aseguran que en ciertas noches de
plenilunio el alma de Illi Yupanqui vaga por la quieta superficie de la laguna emitiendo tristes
lamentos.
Carcancho
El carcancho es otro de los personajes fabulosos que se menciona en la zona central. La
leyenda cuenta que se trata de un hombre cubierto de pelos que se alimenta sólo de
tubérculos y camina incansablemente por la nieve. Muchas personas lo han seguido, pero
nunca han podido darle alcance. De su presencia sólo quedan unas enormes pisadas
impresas en la nieve.

Mitos y leyendas chilenas


La mitología chilena es bastante abundante, en especial en ciertas áreas geográficas, y por lo
mismo hemos realizado una selección de algunos de los mitos y leyendas más conocidos
según su ubicación en la zona norte, centro y sur.

Sobre el Yestay (también conocido como Yastay) existen diferentes versiones, tanto acerca de
su forma como de su origen, las que a continuación te mostraremos.
De acuerdo con algunas tradiciones, el Yestay sería un guanaco protector de las manadas,
especialmente de las vicuñas y guanacos, que resalta sobre los demás por su gran tamaño y
belleza. Se cree que este animal sería el jefe de todos los demás y que tiene la particularidad
de aparecer en los momentos más inesperados.
Sin embargo, su apariencia no siempre es agradable de ver, porque, en ocasiones, desata
toda su furia contra los cazadores mostrándose con una cabeza de demonio y lanzando
lenguas de fuego por su boca. Ni siquiera las balas son capaces de derrumbarlo y, menos, la
fuerza humana.
No obstante, en otras oportunidades se presenta con un rostro angelical. Incluso, puede hacer
las veces de guía en medio del desierto, cuando capta la bondad en quienes se aproximan de
manera tranquila y pacífica a la manada.
Su alimento predilecto es el cocho (harina de maíz tostado) con harina de quintitaco
(algarrobo dulce).
Los que desean cazar, deben pedirle permiso al Yestay, para lo cual le dejan una ofrenda
entre las piedras del cerro. Este animal protege a los cazadores pobres que atrapan animales
solo para alimentarse, y castiga a los que lo hacen sin necesitarlo. En ocasiones asume la
forma humana para hacer tratos con las personas.
Otra versión apunta a que es hijo de la Pachamama (madre tierra) y que por encomienda de
ella debe cuidar a los animales silvestres. En muchas ocasiones se presenta como un anciano
de barba blanca que lleva consigo un cetro y una flauta con la cual toca suaves y dulces
melodías, logrando de esa manera amansar a las fieras.
El Alicanto
El Alicanto es, en esta zona del país, el sueño de muchos mineros, que esperan que algún día
este personaje se les aparezca y les muestre el sendero hacia una veta de oro o plata. Se
trata de un enorme pájaro, de grandes alas color metálico, pico encorvado y patas alargadas
con enormes garras. Se alimenta de oro o de plata y sus alas fosforecen durante la noche. Si
el animal come oro, despide destellos dorados; o argentados si su alimento fue la plata.
Las personas que lo han podido ver han dejado todo de lado por seguirlo, pues se dice que el
ave se ubica en el lugar exacto de la riqueza. Pero quien sigue al alicanto repentinamente, al
llegar al lugar del supuesto tesoro, el ave lo abandona, dejándolo sin agua y sin comida. Sólo
una plegaria a la virgen de Punta Negra le puede mostrar el camino de regreso.
La Lola
La Lola es un personaje que foma parte de la mitología de una amplia zona geográfica, pues
su leyenda se registra en Antofagasta, Santiago, O’Higgins y Colchagua.
En la provincia de Antofagasta, en la época de los descubrimientos, fue muy conocida una
bella mujer llamada Lola. Su padre vivía para cuidar a su hija y distanciarla de sus
enamorados.
La Lola sembraba ilusiones y desengaños en los hombres, y mucha envidia entre las mujeres.
Un día conoció a un hombre del que se enamoró, pero él amaba a otra mujer; ella, al sentirse
desplazada, se transformó en una terrible celosa. Fue así como, una noche, se dirigió
descalza y silenciosa a la habitación donde dormía el hombre y lo mató con un puñal.
Después huyó a los cerros dando gritos y alaridos. Al tiempo regresó al poblado, víctima de la
locura, solo sabiendo reír, hasta que murió. Desde entonces la Lola y su espíritu vengativo
recorren los cerros.

Los brujos de Salamanca


Se dice que en una cueva de Salamanca, donde se aprende el arte de la brujería, viven las
almas de los brujos fallecidos, quienes les entregan poderes a los que se inician en este arte.
Esta cueva tiene varias entradas y están cuidadas por culebrones.
Además, en este lugar se rinde homenaje a Satanás, se efectúan misas negras y se realizan
las confesiones de brujos y brujas. Solo una palabra religiosa o la señal de la cruz puede
disolver, rápidamente, una asamblea, y al canto del gallo, los brujos vuelven a sus casas
escurriéndose por la chimenea, por el ojo de la cerradura o por alguna rendija.
Cada cierto tiempo, en la cueva se organizan fiestas a las que asisten los maestros. En ellas
se usan servicios de oro y plata, pero ninguna de estas piezas puede ser sacada de la
guarida, ya que en el exterior se convertirá en algo de poco valor. Cuentan que un brujo invitó
a un joven a la cueva mientras se realizaba allí una fi esta y cuando nadie lo veía, este
escondió una cuchara de plata en su bolsillo.
En ese momento, vio que una niña se le acercaba, perdió el sentido y despertó en la plaza del
pueblo. Rápidamente se llevó la mano al bolsillo buscando la pieza robada, pero sólo encontró
una bolita, sin ningún valor, de las que usan los niños para jugar.

La Añañuca
Es una flor típica de la zona norte de nuestro país, que crece específicamente entre Copiapó
(Región de Atacama) y el valle de Quilimarí (Región de Coquimbo). Pocos saben que su
nombre proviene de una triste historia de amor.
Cuenta la leyenda que en tiempos previos a la Independencia de Chile, en la localidad de
Monte Patria, vivía Añañuca, una bella joven indígena que todos los hombres querían
conquistar, pero nadie lograba.
Un día llegó al pueblo un minero que andaba en busca de un tesoro. Al conocer a Añañuca,
surgió el amor entre ambos, por lo que decidieron casarse.
La pareja fue feliz durante un tiempo, pero una noche, el joven tuvo un sueño donde un
duende le revelaba el lugar en donde se encontraba la mina que por tanto tiempo buscó. A la
mañana siguiente, sin avisarle a nadie, ni siquiera a su mujer, partió a buscarla.
Añañuca, desolada, lo esperó y esperó, pero pasaban los días, las semanas, los meses y el
joven minero nunca regresó.
Se dice que éste habría sido víctima del espejismo de la pampa o de algún temporal,
causando su desaparición y, presuntamente, su muerte.
Añañuca pronto murió, producto de la gran pena de haber perdido a su amado. Fue enterrada
por los pobladores en pleno valle en un día de suave lluvia. Al día siguiente, salió el sol y
todos los vecinos del pueblo pudieron ver un sorprendente suceso. El lugar donde había sido
enterrada la joven se cubrió por una abundante capa de flores rojas.
Desde ese momento, se asegura que esta joven se convirtió en flor, como un gesto de amor a
su esposo, ya que de esta manera permanecerían siempre juntos. Así fue que se le dio a esta
flor el nombre de Añañuca.

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