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Vida y obras.
Nicolás de Cusa procedía de la ciudad que le dio nombre (Kues, Cusa en latín), por lo
cual también es conocido como El Cusano; allí nació en 1401. Se educó en Deventer,
con los Hermanos de la Vida Común, asimilando su misticismo neoplatónico. En
Heidelberg se puso en contacto con el nominalismo de Occam. Luego estudió derecho,
medicina y matemáticas en Padua, y en Colonia entró en contacto con el pensamiento
de Alberto Magno y de Tomás de Aquino. Ordenado sacerdote, participó en el concilio de
Basilea (1432) a favor del Papa y contra el conciliarismo. En 1437 es enviado a
Constantinopla con una embajada que intentaba la reunión de las iglesias de Oriente y
Occidente. Esta misión le dio la oportunidad de conocer más de cerca la filosofía griega,
particularmente la de Platón. Nombrado cardenal, fue representante del Papa en varias
misiones por Alemania. Murió en Todi (Umbría), en 1464.
Ideas:
La unidad no puede ser un número, ya que el número admite siempre algo que le excede, y por ello no
puede ser de ninguna manera mínimo ni máximo absolutamente. Es, por el contrario, el principio de todo
número, en cuanto mínimo; y el fin de todo número, en canto máximo. La unidad absoluta, a la que nada
se opone, es pues, la absoluta maximidad, la cual es Dios bendito" De docta ignorantia, Nicolás de Cusa
Agregará que la unidad máxima no es posible de multiplicar y que tampoco puede convertirse en número.
Este razonamiento, no pretende ser una demostración sino una suerte de metáfora que recurre a las
matematizaciones neoplatónicas. La unidad (la mónada) no sería un número sino el origen de todo
número, entonces no hay número máximo ni mínimo ya que siempre es posible un número mayor o
menor. La unidad es el máximo y el mínimo número, sin ser número, y en ella coincide y se reconcilia lo
aparentemente contradictorio.
En Florencia se despliega el genio de uno de los grandes talentos del Quattrocento, Marsilio
Ficino (1433-1499). Ya no se trata solamente del culto a la antigüedad y a las buenas letras, sino de una
profunda filosofía de la vida, que acaba por legitimar esta exaltación del hombre a la que tendían todo
el pensamiento y la sensibilidad italianos. «No es sólo la antigüedad, sino su alianza íntima con el
carácter italiano, lo que ha regenerado al mundo de Occidente», ha dicho Burckhardt.
Marsilio Ficino:Nacido cerca de Florencia en 1433, se formó en Medicina y Filosofía y fue ordenado sacerdote en
1473, llegando a ser canónigo de la catedral de Florencia.
Inspirándose en Platón, hace del amor una búsqueda de la belleza, que no es más que un reflejo del
esplendor de Dios. La búsqueda de la belleza es, por consiguiente, un camino hacia el conocimiento de
Dios.