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DEBATE

Artículo aparecido en el nº 225 de la


revista IGLESIA VIVA, ene-mar 2006.
www.iglesiaviva.org

Historia e interpretación del Vaticano II

El inicio del pontificado de Benedicto XVI ha coincidido con el 40º ani-


versario de la clausura del Vaticano II y con la polémica suscitada
sobre el sentido de dicho Concilio en la historia de la Iglesia. Aunque
IGLESIA VIVA está preparando un número monográfico sobre este
tema, hemos querido adelantar dos importantes textos que se cen-
tran en lo que realmente fue y sigue significando este gran aconteci-
miento: una reflexión del papa sobre la hermenéutica del concilio y
una intervención del profesor Giuseppe Ruggieri, colaborador en la
obra de Alberigo (cf. IV, 223, 3-115), sobre la historia del concilio.

I. Recepción e interpretación del Vaticano II

Benedicto XVI *

El último acontecimiento de este Concilio se ha realizado de un modo


año sobre el que quisiera reflexionar más bien difícil, aunque no queremos
en esta ocasión es la celebración de la aplicar a lo que ha sucedido en estos
clausura del concilio Vaticano II hace años la descripción que hace san
cuarenta años. Ese recuerdo suscita Basilio, el gran doctor de la Iglesia, de
la pregunta: ¿cuál ha sido el resulta- la situación de la Iglesia después del
do del Concilio? ¿Ha sido recibido de concilio de Nicea: la compara con una
modo correcto? En la recepción del batalla naval en la oscuridad de la
Concilio, ¿qué se ha hecho bien?, tempestad, diciendo entre otras co-
¿qué ha sido insuficiente o equivoca- sas: “El grito ronco de los que por la
do?, ¿qué queda aún por hacer? discordia se alzan unos contra otros,
las charlas incomprensibles, el ruido
Difícil recepción del Vaticano II confuso de los gritos ininterrumpidos
ha llenado ya casi toda la Iglesia, ter-
Nadie puede negar que, en vastas giversando, por exceso o por defecto,
partes de la Iglesia, la recepción del la recta doctrina de la fe...” (De Spiri-

* Parte central del discurso de S.S. a la Curia Romana el 22 de diciembre de 2005.

[El texto en español está tomado de la web del Vaticano. Los subtí-
tulos –para ayudar a la lectura– son de la redacción de IGLESIA VIVA]

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Recepción e interpretación del Vaticano II

tu Sancto XXX, 77: PG 32, 213 A; Sch espíritu del Concilio. Serían el resulta-
17 bis, p. 524). No queremos aplicar do de componendas, en las cuales,
precisamente esta descripción dramá- para lograr la unanimidad, se tuvo que
tica a la situación del posconcilio, pero retroceder aún, reconfirmando mu-
refleja algo de lo que ha acontecido. chas cosas antiguas ya inútiles. Pero
Surge la pregunta: ¿Por qué la en estas componendas no se reflejaría
recepción del Concilio, en grandes el verdadero espíritu del Concilio, sino
zonas de la Iglesia, se ha realizado en los impulsos hacia lo nuevo que
hasta ahora de un modo tan difícil? subyacen en los textos: sólo esos
Pues bien, todo depende de la correc- impulsos representarían el verdadero
ta interpretación del Concilio o, como espíritu del Concilio, y partiendo de
diríamos hoy, de su correcta her- ellos y de acuerdo con ellos sería
menéutica, de la correcta clave de necesario seguir adelante. Precisa-
lectura y aplicación. Los problemas de mente porque los textos sólo refle-
la recepción han surgido del hecho de jarían de modo imperfecto el verda-
que se han confrontado dos her- dero espíritu del Concilio y su
menéuticas contrarias y se ha enta- novedad, sería necesario tener la
blado una lucha entre ellas. Una ha valentía de ir más allá de los textos,
causado confusión; la otra, de forma dejando espacio a la novedad en la
silenciosa pero cada vez más visible, que se expresaría la intención más
ha dado y da frutos. profunda, aunque aún indeterminada,
del Concilio. En una palabra: sería
Dos hermenéuticas del Concilio preciso seguir no los textos del Conci-
lio, sino su espíritu.
Por una parte existe una interpre- De ese modo, como es obvio, que-
tación que podría llamar “hermenéuti- da un amplio margen para la pregun-
ca de la discontinuidad y de la ruptu- ta sobre cómo se define entonces ese
ra”; a menudo ha contado con la espíritu y, en consecuencia, se deja
simpatía de los medios de comunica- espacio a cualquier arbitrariedad.
ción y también de una parte de la teo- Pero así se tergiversa en su raíz la
logía moderna. Por otra parte, está la naturaleza de un Concilio como tal.
“hermenéutica de la reforma”, de la De esta manera, se lo considera como
renovación dentro de la continuidad una especie de Asamblea Constitu-
del único sujeto-Iglesia, que el Señor yente, que elimina una Constitución
nos ha dado; es un sujeto que crece antigua y crea una nueva. Pero la
en el tiempo y se desarrolla, pero per- Asamblea Constituyente necesita una
maneciendo siempre el mismo, único autoridad que le confiera el mandato
sujeto del pueblo de Dios en camino. y luego una confirmación por parte de
esa autoridad, es decir, del pueblo al
La hermenéutica de la discontinuidad que la Constitución debe servir.
Los padres no tenían ese mandato y
La hermenéutica de la discontinui- nadie se lo había dado; por lo demás,
dad corre el riesgo de acabar en una nadie podía dárselo, porque la Consti-
ruptura entre Iglesia preconciliar e tución esencial de la Iglesia viene del
Iglesia posconciliar. Afirma que los Señor y nos ha sido dada para que
textos del Concilio como tales no se- nosotros podamos alcanzar la vida
rían aún la verdadera expresión del eterna y, partiendo de esta perspecti-

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Benedicto XVI

va, podamos iluminar también la vida prestar fielmente obediencia, se pro-


en el tiempo y el tiempo mismo. fundice y exponga según las exigen-
Los obispos, mediante el sacra- cias de nuestro tiempo. En efecto,
mento que han recibido, son fiduciarios una cosa es el depósito de la fe, es
del don del Señor. Son “administrado- decir, las verdades que contiene nues-
res de los misterios de Dios” (1 Co 4, tra venerable doctrina, y otra distinta
1), y como tales deben ser “fieles y el modo como se enuncian estas ver-
prudentes” (cf. Lc 12, 41-48). Eso sig- dades, conservando sin embargo el
nifica que deben administrar el don del mismo sentido y significado” (Concilio
Señor de modo correcto, para que no ecuménico Vaticano II, Constitucio-
quede oculto en algún escondrijo, sino nes. Decretos. Declaraciones, BAC,
que dé fruto y el Señor, al final, pueda Madrid 1993, pp. 1094-1095).
decir al administrador: “Puesto que has Es claro que este esfuerzo por
sido fiel en lo poco, te pondré al frente expresar de un modo nuevo una
de lo mucho” (cf. Mt 25, 14-30; Lc 19, determinada verdad exige una nueva
11-27). En estas parábolas evangéli- reflexión sobre ella y una nueva rela-
cas se manifiesta la dinámica de la ción vital con ella; asimismo, es claro
fidelidad, que afecta al servicio del que la nueva palabra sólo puede
Señor, y en ellas también resulta evi- madurar si nace de una comprensión
dente que en un Concilio la dinámica consciente de la verdad expresada y
y la fidelidad deben ser una sola cosa. que, por otra parte, la reflexión sobre
la fe exige también que se viva esta
La hermenéutica de la reforma fe. En este sentido, el programa pro-
puesto por el Papa Juan XXIII era
A la hermenéutica de la disconti- sumamente exigente, como es exi-
nuidad se opone la hermenéutica de gente la síntesis de fidelidad y dina-
la reforma, como la presentaron el mismo. Pero donde esta interpreta-
Papa Juan XXIII en su discurso de ción ha sido la orientación que ha
apertura del Concilio el 11 de octubre guiado la recepción del Concilio, ha
de 1962 y luego el Papa Pablo VI en el crecido una nueva vida y han madu-
discurso de clausura el 7 de diciembre rado nuevos frutos. Cuarenta años
de 1965. Aquí quisiera citar solamen- después del Concilio podemos consta-
te las palabras, muy conocidas, del tar que lo positivo es más grande y
Papa Juan XXIII, en las que esta her- más vivo de lo que pudiera parecer en
menéutica se expresa de una forma la agitación de los años cercanos al
inequívoca cuando dice que el Conci- 1968. Hoy vemos que la semilla bue-
lio “quiere transmitir la doctrina en su na, a pesar de desarrollarse lenta-
pureza e integridad, sin atenuaciones mente, crece, y así crece también
ni deformaciones”, y prosigue: “Nues- nuestra profunda gratitud por la obra
tra tarea no es únicamente guardar realizada por el Concilio.
este tesoro precioso, como si nos pre-
ocupáramos tan sólo de la antigüe- Iglesia y edad modena
dad, sino también dedicarnos con
voluntad diligente, sin temor, a estu- Pablo VI, en su discurso durante la
diar lo que exige nuestra época (...). clausura del Concilio, indicó también
Es necesario que esta doctrina, ver- una motivación específica por la cual
dadera e inmutable, a la que se debe una hermenéutica de la discontinui-

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Recepción e interpretación del Vaticano II

dad podría parecer convincente. En el tendencias radicales surgidas en la


gran debate sobre el hombre, que segunda fase de la revolución france-
caracteriza el tiempo moderno, el sa. Las ciencias naturales comenza-
Concilio debía dedicarse de modo ban a reflexionar, cada vez más clara-
especial al tema de la antropología. mente, sobre su propio límite,
Debía interrogarse sobre la relación impuesto por su mismo método que,
entre la Iglesia y su fe, por una parte, aunque realizaba cosas grandiosas,
y el hombre y el mundo actual, por no era capaz de comprender la totali-
otra (cf. ib., pp. 1173-1181). La cues- dad de la realidad.
tión resulta mucho más clara si en Así, ambas partes comenzaron a
lugar del término genérico “mundo abrirse progresivamente la una a la
actual” elegimos otro más preciso: el otra. En el período entre las dos gue-
Concilio debía determinar de modo rras mundiales, y más aún después de
nuevo la relación entre la Iglesia y la la segunda guerra mundial, hombres
edad moderna. de Estado católicos habían demostra-
Esta relación tuvo un inicio muy do que puede existir un Estado mo-
problemático con el proceso a Galileo. derno laico, que no es neutro con res-
Luego se rompió totalmente cuando pecto a los valores, sino que vive
Kant definió la “religión dentro de la tomando de las grandes fuentes éticas
razón pura” y cuando, en la fase radi- abiertas por el cristianismo.
cal de la revolución francesa, se difun- La doctrina social católica, que se
dió una imagen del Estado y del hom- fue desarrollando progresivamente,
bre que prácticamente no quería se había convertido en un modelo
conceder espacio alguno a la Iglesia y importante entre el liberalismo radical
a la fe. El enfrentamiento de la fe de y la teoría marxista del Estado. Las
la Iglesia con un liberalismo radical y ciencias naturales, que sin reservas
también con unas ciencias naturales hacían profesión de su método, en el
que pretendían abarcar con sus cono- que Dios no tenía acceso, se daban
cimientos toda la realidad hasta sus cuenta cada vez con mayor claridad
confines, proponiéndose tercamente de que este método no abarcaba la
hacer superflua la “hipótesis Dios”, totalidad de la realidad y, por tanto,
había provocado en el siglo XIX, bajo abrían de nuevo las puertas a Dios,
Pío IX, por parte de la Iglesia, ásperas sabiendo que la realidad es más gran-
y radicales condenas de ese espíritu de que el método naturalista y que lo
de la edad moderna. Así pues, apa- que ese método puede abarcar.
rentemente no había ningún ámbito
abierto a un entendimiento positivo y Tres círculos de preguntas planteadas
fructuoso, y también eran drásticos
los rechazos por parte de los que se Se podría decir que ahora, en la
sentían representantes de la edad hora del Vaticano II, se habían forma-
moderna. do tres círculos de preguntas, que
Sin embargo, mientras tanto, esperaban una respuesta. Ante todo,
incluso la edad moderna había evolu- era necesario definir de modo nuevo
cionado. La gente se daba cuenta de la relación entre la fe y las ciencias
que la revolución americana había modernas; por lo demás, eso no sólo
ofrecido un modelo de Estado moder- afectaba a las ciencias naturales, sino
no diverso del que fomentaban las también a la ciencia histórica, porque,

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Benedicto XVI

en cierta escuela, el método histórico- este hecho fácilmente escapa a la pri-


crítico reclamaba para sí la última mera percepción.
palabra en la interpretación de la
Biblia y, pretendiendo la plena exclusi- La naturaleza
vidad para su comprensión de las de la verdadera reforma
sagradas Escrituras, se oponía en pun-
tos importantes a la interpretación Precisamente en este conjunto de
que la fe de la Iglesia había elaborado. continuidad y discontinuidad en dife-
En segundo lugar, había que definir rentes niveles consiste la naturaleza
de modo nuevo la relación entre la de la verdadera reforma. En este pro-
Iglesia y el Estado moderno, que con- ceso de novedad en la continuidad
cedía espacio a ciudadanos de varias debíamos aprender a captar más con-
religiones e ideologías, comportándose cretamente que antes que las deci-
con estas religiones de modo imparcial siones de la Iglesia relativas a cosas
y asumiendo simplemente la respon- contingentes –por ejemplo, ciertas
sabilidad de una convivencia ordenada formas concretas de liberalismo o de
y tolerante entre los ciudadanos y de interpretación liberal de la Biblia–
su libertad de practicar su religión. necesariamente debían ser contin-
En tercer lugar, con eso estaba gentes también ellas, precisamente
relacionado de modo más general el porque se referían a una realidad
problema de la tolerancia religiosa, determinada en sí misma mudable.
una cuestión que exigía una nueva Era necesario aprender a reconocer
definición de la relación entre la fe que, en esas decisiones, sólo los prin-
cristiana y las religiones del mundo. cipios expresan el aspecto duradero,
En particular, ante los recientes crí- permaneciendo en el fondo y moti-
menes del régimen nacionalsocialista vando la decisión desde dentro.
y, en general, con una mirada retros- En cambio, no son igualmente per-
pectiva sobre una larga historia difícil, manentes las formas concretas, que
resultaba necesario valorar y definir dependen de la situación histórica y,
de modo nuevo la relación entre la por tanto, pueden sufrir cambios. Así,
Iglesia y la fe de Israel. las decisiones de fondo pueden seguir
Todos estos temas tienen un gran siendo válidas, mientras que las for-
alcance –eran los grandes temas de la mas de su aplicación a contextos nue-
segunda parte del Concilio– y no nos vos pueden cambiar. Por ejemplo, si la
es posible reflexionar más amplia- libertad de religión se considera como
mente sobre ellos en este contexto. expresión de la incapacidad del hom-
Es claro que en todos estos sectores, bre de encontrar la verdad y, por tan-
que en su conjunto forman un único to, se transforma en canonización del
problema, podría emerger una cierta relativismo, entonces pasa impropia-
forma de discontinuidad y que, en mente de necesidad social e histórica
cierto sentido, de hecho se había al nivel metafísico, y así se la priva de
manifestado una discontinuidad, en la su verdadero sentido, con la conse-
cual, sin embargo, hechas las debidas cuencia de que no la puede aceptar
distinciones entre las situaciones quien cree que el hombre es capaz de
históricas concretas y sus exigencias, conocer la verdad de Dios y está vin-
resultaba que no se había abandona- culado a ese conocimiento basándose
do la continuidad en los principios; en la dignidad interior de la verdad.

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Recepción e interpretación del Vaticano II

Por el contrario, algo totalmente contrario, les lleva una respuesta que
diferente es considerar la libertad de esperan en lo más íntimo de su ser,
religión como una necesidad que deri- una respuesta con la que no se pierde
va de la convivencia humana, más la multiplicidad de las culturas, sino
aún, como una consecuencia intrínse- que se promueve la unidad entre los
ca de la verdad que no se puede hombres y también la paz entre los
imponer desde fuera, sino que el pueblos.
hombre la debe hacer suya sólo El concilio Vaticano II, con la nue-
mediante un proceso de convicción. va definición de la relación entre la fe
El concilio Vaticano II, reconocien- de la Iglesia y ciertos elementos
do y haciendo suyo, con el decreto esenciales del pensamiento moderno,
sobre la libertad religiosa, un principio revisó o incluso corrigió algunas deci-
esencial del Estado moderno, recogió siones históricas, pero en esta apa-
de nuevo el patrimonio más profundo rente discontinuidad mantuvo y pro-
de la Iglesia. Ésta puede ser cons- fundizó su íntima naturaleza y su
ciente de que con ello se encuentra en verdadera identidad. La Iglesia, tanto
plena sintonía con la enseñanza de antes como después del Concilio, es la
Jesús mismo (cf. Mt 22, 21), así como misma Iglesia una, santa, católica y
con la Iglesia de los mártires, con los apostólica en camino a través de los
mártires de todos los tiempos. tiempos; prosigue “su peregrinación
La Iglesia antigua, con naturalidad, entre las persecuciones del mundo y
oraba por los emperadores y por los los consuelos de Dios”, anunciando la
responsables políticos, considerando muerte del Señor hasta que vuelva
esto como un deber suyo (cf. 1 Tm 2, (cf., 8).
2); pero, en cambio, a la vez que ora-
ba por los emperadores, se negaba a La Iglesia signo de contradicción
adorarlos, y así rechazaba claramente
la religión del Estado. Los mártires de Quienes esperaban que con este
la Iglesia primitiva murieron por su fe “sí” fundamental a la edad moderna
en el Dios que se había revelado en todas las tensiones desaparecerían y
Jesucristo, y precisamente así murie- la “apertura al mundo” así realizada lo
ron también por la libertad de con- transformaría todo en pura armonía,
ciencia y por la libertad de profesar la habían subestimado las tensiones
propia fe, una profesión que ningún interiores y también las contradiccio-
Estado puede imponer, sino que sólo nes de la misma edad moderna;
puede hacerse propia con la gracia de habían subestimado la peligrosa fragi-
Dios, en libertad de conciencia. lidad de la naturaleza humana, que en
Una Iglesia misionera, consciente todos los períodos de la historia y en
de que tiene el deber de anunciar su toda situación histórica es una ame-
mensaje a todos los pueblos, necesa- naza para el camino del hombre.
riamente debe comprometerse en Estos peligros, con las nuevas
favor de la libertad de la fe. Quiere posibilidades y con el nuevo poder del
transmitir el don de la verdad que hombre sobre la materia y sobre sí
existe para todos y, al mismo tiempo, mismo, no han desaparecido; al con-
asegura a los pueblos y a sus gobier- trario, asumen nuevas dimensiones:
nos que con ello no quiere destruir su una mirada a la historia actual lo
identidad y sus culturas, sino que, al demuestra claramente. También en

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Benedicto XVI

nuestro tiempo la Iglesia sigue siendo miento aristotélico entró en contacto


un “signo de contradicción” (Lc 2, 34). con la cristiandad medieval formada
No sin motivo el Papa Juan Pablo II, en la tradición platónica, y la fe y la
siendo aún cardenal, puso este título razón corrían el peligro de entrar en
a los ejercicios espirituales que pre- una contradicción inconciliable, fue
dicó en 1976 al Papa Pablo VI y a la sobre todo santo Tomás de Aquino
Curia romana. quien medió el nuevo encuentro entre
El Concilio no podía tener la inten- la fe y la filosofía aristotélica, ponien-
ción de abolir esta contradicción del do así la fe en una relación positiva
Evangelio con respecto a los peligros con la forma de razón dominante en
y los errores del hombre. En cambio, su tiempo.
no cabe duda de que quería eliminar La ardua disputa entre la razón
contradicciones erróneas o super- moderna y la fe cristiana que en un
fluas, para presentar al mundo actual primer momento, con el proceso a
la exigencia del Evangelio en toda su Galileo, había comenzado de modo
grandeza y pureza. El paso dado por negativo, ciertamente atravesó mu-
el Concilio hacia la edad moderna, chas fases, pero con el concilio Vati-
que de un modo muy impreciso se ha cano II llegó la hora en que se re-
presentado como “apertura al mun- quería una profunda reflexión. Desde
do”, pertenece en último término al luego, en los textos conciliares su
problema perenne de la relación entre contenido sólo está trazado en gran-
la fe y la razón, que se vuelve a pre- des líneas, pero así se determinó la
sentar de formas siempre nuevas. dirección esencial, de forma que el
La situación que el Concilio debía diálogo entre la razón y la fe, hoy par-
afrontar se puede equiparar, sin ticularmente importante, ha encon-
duda, a acontecimientos de épocas trado su orientación sobre la base
anteriores. San Pedro, en su primera del Vaticano II.
carta, exhortó a los cristianos a estar Ahora, este diálogo se debe desa-
siempre dispuestos a dar respuesta rrollar con gran apertura mental, pero
(apo-logía) a quien le pidiera el logos también con la claridad en el discerni-
(la razón) de su fe (cf. 1 P 3, 15). miento espíritus que el mundo, con
Esto significaba que la fe bíblica debía razón, espera de nosotros precisa-
entrar en discusión y en relación con mente en este momento. Así hoy
la cultura griega y aprender a reco- podemos volver con gratitud nuestra
nocer mediante la interpretación la mirada al concilio Vaticano II: si lo
línea de distinción, pero también el leemos y acogemos guiados por una
contacto y la afinidad entre ellos en la hermenéutica correcta, puede ser y
única razón dada por Dios. llegar a ser cada vez más una gran
Cuando, en el siglo XIII, mediante fuerza para la renovación siempre
filósofos judíos y árabes, el pensa- necesaria de la Iglesia.

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II. Lucha por el Concilio

Giuseppe Ruggieri *

El discurrir de una “historia” en contactos personales, en impresio-


nes ligadas al momento y ciertamente
El concilio Vaticano II ha producido, no podían proporcionar una recons-
tan pronto como los estudiosos han trucción e interpretación global.
tenido a su disposición la documenta- Bastante pronto se abrió sin
ción necesaria, un gran volumen de embargo el camino a la publicación de
estudios sobre sus orígenes y su desa- una gran cantidad de documentos y
rrollo1. Ya durante el concilio se iban fuentes de variado tipo, desde las
publicando en diversos periódicos cró- actas oficiales a diarios de los distin-
nicas casi diarias –que después se tos participantes (obispos y teólogos),
recogieron en libros–, desde las de resúmenes de diversas reuniones de
Henri Fesquet a las de Raniero La comisiones y de grupos, cartas. La
Valle, desde las de Giovanni Caprile a existencia de abundantes fuentes3 ha
las de Xavier Rynne (seudónimo de incitado inevitablemente al trabajo de
Francis Xavier Murphy), por citar sólo los historiadores. El resultado más
las más conocidas2. Pero las crónicas consistente de este trabajo es la His-
se basaban en testimonios directos, toria del concilio Vaticano II en cinco

1 Los más importantes pueden verse en la nota bibliográfica de G. Alberigo, Breve historia del con-
cilio Vaticano II, Ed. Sígueme, Salamanca, 2005.
2 Pero es necesario recordar también las valoraciones sintéticas de J. Ratzinger a partir de 1963,
las de Y. Congar, autor, junto a sus colaboraciones para Informations Catholiques Internationa-
les, de un voluminoso Diario Conciliar publicado recientemente (Mon journal du Concile, Ed. Cerf,
2000) y también las crónicas de H. Helbling, D. Horton, R. Laurentin, A. Wenger, R. Wiltgen...
3 Acta et Documenta Concilio Oecumenico Vaticano II apparando, Ciudad del Vaticano, 1960-1994;
Acta Synodalia, Città del Vaticano, 1970-1999. Poco a poco se manifiesta sin embargo el carác-
ter incompleto de esta publicación “oficial”. La prueba más reciente la ha aportado J.O. Beozzo,
A Igreja do Brasil no Concilio Vaticano II 1959-1965, São Paulo 2005. Él ha podido ver perso-
nalmente, en el Archivo Secreto Vaticano, un fondo con documentos no publicados en relación a
la discusión sobre los medios artificiales para la limitación de nacimientos (ASV, Concilio Vatica-
no II, sobre 528, fascículos 1-4) y sobre el celibato sacerdotal (ASV, Concilio Vaticano II, sobre
529, fascículos 1-6). Esto quiere decir que el editor de las Acta ha seleccionado los documentos
existentes, por lo que el historiador tiene que recurrir siempre a los archivos. Sobre las fuentes
inéditas, véase la indicación bibliográfica en G. Alberigo, cit. 181-183.

* Facultad de Teología de San Pablo en Catania


e Instituto para las Ciencias Religiosas de Bolonia.

1-71
Lucha por el concilio

volúmenes4, dirigida por Giuseppe proviene de la llamada escuela de


Alberigo, a la que contribuyeron his- Bolonia, dirigida por Giuseppe Alberi-
toriadores y teólogos provenientes go. Marchetto recientemente ha reu-
prácticamente de todos los continen- nido sus artículos en un volumen: El
tes. La obra ha sido publicada en ita- Concilio ecuménico Vaticano II. Con-
liano, francés, inglés, portugués, trapunto para su historia, 406 pági-
ruso, español y alemán. La recepción nas, publicado por la Libreria Editrice
de esta obra por los historiadores pro- Vaticana en 2005.
fesionales, sin que hayan faltado
algunas críticas de detalle, fue en Un cardenal entra en liza
general positiva. Se puede decir, sin
temor a equivocarse, que esta obra El libro como tal no constituía una
sólo podrá ser superada a través de novedad en absoluto, pero ofrecía la
un afloramiento más amplio de fuen- ocasión para una presentación solem-
tes que será sin duda posible dentro ne, el 17 de junio 2005, en la sala Pie-
de algunas décadas. tro de Cortona del Museo Capitolino de
Pero si la recensión de los historia- Roma, con la participación del ex-pre-
dores profesionales ha sido substan- sidente de la República Italiana Fran-
cialmente positiva, no han faltado cesco Cossiga, del profesor Walter
reacciones de rechazo por parte de Brandmüller, presidente del Comité
algunos sectores de la iglesia católica, Pontificio de las Ciencias Históricas,
perplejos frente al “cambio” conciliar. del profesor Andrea Riccardi, que fue
A veces se ha tratado de críticas más uno de los colaboradores de la Histo-
bien moderadas o por lo menos no ria dirigida por Alberigo, y del cardenal
violentas, como las que ha hecho Camillo Ruini, presidente de la Confe-
sobre todo David Berger, quien rencia Episcopal Italiana. El conjunto,
recientemente publicó en la revista entre intervinientes y oyentes presen-
romana Divinitas una síntesis de sus tes en el aula constituía, digámoslo
anteriores intervenciones5. Otras ve- así, un parterre des rois.
ces, en cambio, se ha tratado de un Lo extraño fue que en la prensa
género literario extraño difícil de defi- efectivamente lo único que produjo
nir, del tipo “Tú has dicho esto... noticia fue la intervención del carde-
¿pero cómo te has atrevido?”. En este nal Ruini. Tras una valoración total-
último género se ha distinguido un mente positiva del libro de Marchetto,
prelado romano, mons. Agostino Mar- afirmó el cardenal que la Historia diri-
chetto, quien desde hace años dedica gida por Alberigo, es una “gran obra,
una buena parte de su tiempo a criti- ciertamente muy importante, que sin
car siempre y como sea todo lo que embargo, por decirlo con un tono un

4 La edición italiana se completó en 2001, la edición francesa en 2005, la edición inglesa ha llegado
al volumen 4, la alemana al volumen 3, la española y la rusa al volumen 2, la portuguesa al volu-
men 1 del que se ha hecho una segunda edición. [La editorial Sígueme de Salamanca, que publica
la edición española, nos comunica que es inminente la salida del volumen 3 y que está ya muy avan-
zada la traducción y revisión de los últimos dos volúmenes. NdT].

5 D. Berger, “Gegen die Tradition oder im Licht der Tradition? Zu neueren Interpretationen des Zwei-
ten Vatikanischen Konzils”, en Divinitas 40 (2005) 294-316. Precedentemente había publicado sus
colaboraciones en diversos órganos del catolicismo alemán de tendencia conservadora: Theologis-
ches, Die Tagespost, Die Neue Ordnung.

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Giuseppe Ruggieri

poco jocoso, puede ser comparada a cas”. La apertura se ha operado tanto


la de Paolo Sarpi respecto al Concilio en la vertiente antropológica como en
de Trento”6. Es necesario explicar la cristológica. El antropocentrismo no
para los no expertos en estos temas, hay que contraponerlo sin embargo al
que la asimilación de la Historia dirigi- teocentrismo. Ruini afirma también
da por Alberigo a la de Paolo Sarpi que “se pone fin a una cierta única lec-
equivale a decir que está inspirada en tura negativa y catastrofista de la épo-
idéntico afecto antirromano al que ca moderna, pero no se renuncia por
imperaba en Sarpi, para quien el con- eso a una lectura crítica”. El concilio,
cilio de Trento fue hegemonizado por además, “al valorar la plena pertenen-
Roma con el fin de impedir una refor- cia de todos, la responsabilidad de
ma verdadera de la iglesia. Marchet- todos y la dignidad de todos en el pue-
to, según Ruini, ofrecía en cambio una blo de Dios, completa al Vaticano I en
orientación historiográfica muy clara y cuanto a la relación entre primado y
“grandes contribuciones para una his- colegialidad y éste, ciertamente, es el
toria diferente, que sin embargo primero de los nudos de interpreta-
honestamente está aún por escribir… ción…”. Critica la contraposición entre
Necesitamos otra gran historia en los dos contextos del concilio, el mar-
positivo (el subrayando es mío) del cado por Juan XXIII y el de Pablo VI.
Concilio Vaticano II”. Ruini finalmente desea que “la Histo-
¿Por qué Ruini considera que es ria docta” pueda superar la interpre-
necesaria otra historia en positivo? El tación del concilio como “ruptura” que
primer motivo que él da es el siguien- se plasmó en los años inmediatamen-
te: “Porque este concilio es demasia- te posteriores al concilio.
do importante”. En verdad, no se tra- Hasta aquí el discurso de Ruini.
ta de un gran descubrimiento y, de Resulta bastante sorprendente en una
hecho, inmediatamente después el lectura atenta. No ya al enfatizar los
cardenal acomete el tema que más le méritos de Marchetto (“gran contribu-
preocupa. Apoyándose en la lectura ción para la historia en positivo... que
que de él había hecho Juan Pablo II, aún está por escribir”), que son de
afirma que el Vaticano II es “un con- cortesía casi obligada en esas ocasio-
cilio semejante a los precedentes y, nes. Lo extraño es que parece pole-
sin embargo, muy diferente… Marca mizar contra un adversario con el que
una época nueva en la vida de la igle- está substancialmente de acuerdo.
sia, pero recogiendo sin embargo Quien haya leído verdaderamente la
muchas de las experiencias y de las Historia sabe que casi todas las afir-
reflexiones del período precedente, maciones centrales de Ruini están
especialmente del pensamiento del presentes en la obra. Si hay algo que
papa Pío XII”. Y se centra mucho en caracterice la hermenéutica presente
subrayar la continuidad y a la vez la en las diferentes contribuciones es
novedad que guiaron la intuición de verdaderamente esto: el concilio mar-
Juan XXIII. La apertura del concilio ca la recuperación de la gran Tradición
“se produjo ciertamente ante todo por de la iglesia y su “cambio” se deriva
un gran retorno a las fuentes, a las precisamente de este hecho, junto
fuentes bíblicas, a las fuentes patrísti- con la cordial atención a los proble-

6 Las citas están sacadas de una grabación electrónica del discurso del cardenal.

1-73
Lucha por el concilio

mas de los hombres de hoy. Pero hay VI-VIII tenían como fuentes sólo do-
algo que omite Ruini y que está cumentos del último siglo, con la ex-
subrayado en la Historia dirigida por cepción de una cita de Inocencio III,
Alberigo: que esta recuperación de la una de santo Tomás y una del concilio
gran Tradición de la iglesia se realizó de Trento. Continuaba el cardenal de
distanciándose claramente de algunas Colonia: “Me pregunto: ¿es esta
orientaciones que habían marcado al manera de proceder correcta, univer-
magisterio inmediatamente anterior y sal, científica, ecuménica y católica
de la teología neoscolástica que llena- (en griego Katholon), es decir, que
ba los manuales y que alimentaba la abraza todo y mira a todo? En este
comprensión del mismo en la preten- sentido nos podemos preguntar si la
sión de poder agotar en él “toda” la manera de proceder es realmente
Tradición. Podríamos aquí recordar la católica en el sentido más estricto”. La
condena romana, expresada en la Hu- falta de catolicidad tenía consecuen-
mani generis, de la recuperación de la cias concretas: las palabras paulinas
tradición patrística en función crítica “somos un solo pan, un solo cuerpo”
de la neoscolástica, que había desa- eran reducidas a una explicación jurí-
rrollado la llamada nouvelle théologie. dica sociológica, mientras que en la
Pero nos limitamos sólo a recordar la tradición teológica griega el primer y
intervención del cardenal Frings, es- fortísimo vínculo de unidad y de paz
crita casi seguramente por su exper- se ponía en la eucaristía y en la inter-
to, el entonces teólogo Ratzinger, comunión de las iglesias con el sumo
durante la discusión del esquema pontífice. Parecidos defectos encon-
sobre la iglesia presentado al concilio traba Frings en el tratamiento del
durante el primer período y redactado magisterio y de la misión de la igle-
bajo la predominante influencia del sia7. Lo que en la Historia dirigida por
antiguo Santo Oficio. Se trató quizás Alberigo se afirma sobre la novedad
del discurso más incisivo del primer del Vaticano II está bien resumido en
período conciliar desde el punto de esta intervención de Frings.
vista crítico, ya que demolía el esque- Sin embargo, el discurso del carde-
ma preparatorio sobre la iglesia preci- nal Ruini fue reseñado y recargado en
samente en su pretensión central: la la prensa, haciéndole decir al cardenal
de la catolicidad. El esquema, según cosas que no había pronunciado pero
la opinión de Frings, representaba de que estaban presentes en el libro de
hecho sólo a la tradición latina de los Marchetto: la atribución a la Historia
últimos cien años. Estaban ausentes dirigida por Alberigo de la contraposi-
en cambio la tradición griega y la tra- ción entre el espíritu y la letra de las
dición latina antigua. Frings ejempli- decisiones finales. Se “inflaba” así la
ficó sus afirmaciones minuciosamen- crítica no sólo en algunos periódicos
te: en las seis páginas de notas del como L’Avvenire, controlado por el
capítulo IV sólo se citaba brevemente mismo cardenal Ruini, sino también
a un padre griego dos veces y no en un órgano de la derecha conserva-
muchas más eran las citas de los dora (Il Foglio) y, sobre todo, por el
padres latinos y de los teólogos de la vaticanista de L’Espresso, Sandro
Edad Media; y también los capítulos Magister, que hacía decir a Ruini lo

7 Acta Synodalia, 1/4 218 ss.

1-74
Giuseppe Ruggieri

que el cardenal no había dicho, mez- Alberigo. En todo caso es una manera,
clando hábilmente sus juicios y las típica del teólogo Ratzinger, de afron-
palabras del mismo Ruini8. ¿Por qué tar el problema con la distinción entre
tanto interés de algunos medios en las “formas” en que se expresa el
acrecentar los motivos de la polémica? magisterio y los “principios”: “...las
decisiones de la Iglesia relativas a
Un discurso de Benedicto XVI cosas contingentes… necesariamente
debían ser contingentes también
Antes de contestar a esta pregunta ellas… Así, las decisiones de fondo
es necesario hacer referencia a otro pueden seguir siendo válidas, mientras
hecho. En el discurso a la curia roma- que las formas de su aplicación a con-
na del 22 de diciembre de 2005, el textos nuevos pueden cambiar”.
papa Benedicto XVI trató también de la Hay un detalle en el discurso del
interpretación del concilio, distinguien- Papa que permite sin embargo alguna
do dos hermenéuticas contrapuestas: suposición, aunque sea a nivel de
“Por una parte existe una interpreta- pura hipótesis. El Papa insiste en el
ción que podría llamar “hermenéutica hecho de que la doctrina de la libertad
de la discontinuidad y de la ruptura”… religiosa proclamada en el concilio se
Por otra parte, está la “hermenéutica debe considerar en continuidad pro-
de la reforma”, de la renovación dentro funda con la tradición de la iglesia y
de la continuidad del único sujeto-Igle- confirma que “el concilio Vaticano II,
sia, que el Señor nos ha dado”9. La con la nueva definición de la relación
manera como el Papa desarrolla el dis- entre la fe de la Iglesia y ciertos ele-
curso y busca articular el motivo de la mentos esenciales del pensamiento
continuidad por una parte y de la moderno, revisó o incluso corrigió
novedad por otra, retomando lo que ya algunas decisiones históricas, pero en
había dicho en otras ocasiones siendo esta aparente discontinuidad mantu-
cardenal, no da la impresión de una vo y profundizó su íntima naturaleza y
polémica contra la Historia dirigida por su verdadera identidad”.

8 Un ejemplo: “La tesis de fondo de Alberigo y de su escuela de Bolonia fundada en los años
sesenta por Giuseppe Dossetti es que los elementos prioritarios del Concilio Vaticano II no son
los textos que él produjo. La prioridad es el acontecimiento en sí. El verdadero Concilio es el
espíritu del Concilio. No reducible, sino absolutamente superior a la letra de sus documentos...
Otra tesis de fondo es que el Vaticano II ha marcado una división sistémica entre el tiempo ecle-
siástico anterior, preconciliar, y el posterior, postconciliar. Pues bien, el cardenal Ruini ha recha-
zado de raíz esta visión. No sólo el Concilio Vaticano II no marca una cesura, entendida como
un nuevo inicio en la historia de la Iglesia, sino que tal cesura es también teológicamente inad-
misible”.
El lector entiende las palabras de Ruini como dirigidas a todo lo que precede, mientras en
realidad el cardenal trató sólo del problema de la discontinuidad entre el concilio y el período
anterior. El artículo de Magister, a través de su traducción inglesa, presente en la página web
de la revista L’Espresso [www.chiesa.espressonline.it], ha generado en los lectores de lengua
inglesa una gran equivocación sobre el contenido del discurso del cardenal.
Y la tesis sobre la relación entre espíritu/acontecimiento y documentos conciliares, en la for-
ma en que Magister la presenta, no se encuentra en ningún lugar de la Historia dirigida por
Alberigo. Lo que se encuentra allí es la asunción, insoslayable para cualquier historiador, de que
los documentos finales no se pueden separar de todo el acontecimiento conciliar (accesible para
el historiador también sólo a través de documentos) y deben ser juzgados a su luz: los docu-
mentos finales no contienen “todo” el concilio y son incomprensibles sin este “todo”.
9 Citas sacadas del texto del discurso que aparece en la web del Vaticano [www.vatican.va].

1-75
Lucha por el concilio

Nos podríamos preguntar si el Por eso mismo caen fuera del campo
Papa escogió al azar este ejemplo. Es de la infalibilidad las encíclicas papa-
sin duda pertinente y es uno de los les. Esto estaría confirmado por el
puntos subrayados por cuantos quie- hecho de que, al afirmar la doctrina
ren afirmar una discontinuidad entre de la libertad religiosa, el concilio ha-
la enseñanza conciliar y la enseñanza bía declarado implícitamente erróneas
de algunos papas (a partir de Pío IX) las condenas de Gregorio XVI en la
en su decidida condena de cualquier Mirari vos (1832), de la Quanta cura y
reconciliación entre la iglesia y la civi- del Sílabo de Pío IX (1864) y de la Li-
lización moderna (proposición final bertas prestantissimum de León XIII
del Sílabo). Hay que recordar también (1888). Pero esto significa también,
que el juicio según el cual, con la afir- continúa Böckenförde, que el hecho
mación del derecho de la conciencia a de que el Papa publique una encíclica
la libertad religiosa, el concilio se implica una invitación a la discusión
pondría contra la tradición católica, pública para la creación de un con-
fue uno de los argumentos usados por senso en la iglesia. La circunstancia,
la minoría conciliar como deterrent por tanto, de que el Papa haya elegi-
para que Pablo VI no confirmara el do tratar del problema de la continui-
pertinente decreto10. dad-discontinuidad del magisterio
Pero se puede también hacer otra aplicándolo al decreto sobre la liber-
hipótesis: quizás el Papa quiso al tad religiosa, ¿puede indicar que se
poner este ejemplo reaccionar a una refería precisamente a las posiciones
posición que se había presentado pre- de Böckenförde?
cisamente unas semanas antes en
una discusión abierta en la opinión ¿Qué quiere decir cambio
pública alemana. En efecto, el Frank- y continuidad del Vaticano II?
furter Allgemeine Zeitung del 7 de
diciembre de 2005, había publicado Sean como sean las cosas, más
una parte de la lección tenida en allá de los aspectos contingentes de la
Tübingen, con ocasión de la concesión discusión, una cosa me parece que
del doctorado honoris causa en teo- queda clara: La lucha por el concilio
logía, por el constitutionalista católico hoy se concreta en su carácter de
Ernst-Wolfgang Böckenförde. En esta “cambio”. Este “cambio” lo admiten
ocasión Böckenförde sostuvo un pun- teóricamente todos pero en una hete-
to de vista interesante, típico de un rogénesis de fines: los lefebvrianos
jurista como lo es él: la doctrina sobre para denunciar el concilio como heré-
la infalibilidad proclamada en el Vati- tico, los conservadores más modera-
cano I es, sobre todo, una delimita- dos para interpretarlo en el sentido de
ción del campo de la infalibilidad del continuidad y quienes están preocu-
Papa, al señalar precisas condiciones pados por el aggiornamento de la
para su ejercicio (intención expresa iglesia para darle a “cambio” un sen-
de querer definir una doctrina presen- tido tal que justifique hoy sucesivos
te en la revelación cristiana como cambios. Por lo tanto es éste el pro-
objeto de fe de todos los cristianos). blema específico sobre el que es

10 Sobre la historia del decreto sobre la libertad religiosa tenemos ahora el exce-
lente libro di S. Scatena, La fatica della libertà. L’elaborazione della dichiarazio-
ne «Dignitatis humanae» sulla libertà religiosa del Vaticano II, Bolonia 2003.

1-76
Giuseppe Ruggieri

necesario reflexionar e intentar a la sujeto del pueblo de Dios en camino”.


luz de esta reflexión comprender la Retengo que cualquier creyente no
polémica suscitada hoy contra la His- puede menos de firmar esta concep-
toria del concilio Vaticano II dirigida ción de la continuidad de la iglesia,
por Alberigo. ante todo como don de Dios. En esto
Es necesario para ello liberarse el creyente común tiene mucha más
ante todo de la hipocresía de las pala- confianza en el don de Dios de cuan-
bras: cambio, novedad, ruptura, pero ta tengan los teólogos neoescolásticos
también continuidad, son todos tér- como, por ejemplo, Denzinger y sus
minos genéricos. Ellos dicen todo y lo sucesores que, al publicar las decisio-
contrario de todo, si no son determi- nes del magisterio de la Iglesia a lo
nados concretamente. Decir que en la largo de los siglos, eliminaron el tex-
iglesia católica toda novedad hay que to del concilio de Constanza referente
conjugarla siempre con continuidad a la relación entre el papa y el concilio,
es una frase talmente obligada que no ya que les parecía estar en contradic-
expresa prácticamente nada. Que la ción con las decisiones del Vaticano I.
fidelidad de Dios mantiene a la iglesia ¡Aún ahora, quien lea el famoso Den-
en una continuidad esencial con Jesu- zinger, no encontrará reproducidas
cristo es un dato de la conciencia cris- esas decisiones! El creyente que reci-
tiana y especialmente de la católica, ta el credo todos los domingos duran-
que ningún teólogo se permitirá te la liturgia eucarística profesa, en
jamás poner en duda. Ruini tiene cambio, su fe en el don del Espíritu
razón al decir que es “teológicamente que mantiene la iglesia en su unidad,
inadmisible” la afirmación de una santidad, catolicidad y apostolicidad.
interrupción en la tradición de la igle- Al afrontar el problema de la conti-
sia. Pero, con todo respeto, debemos nuidad de la historia de la iglesia hay,
decir que esta afirmación, por lo sin embargo, otro enfoque, diferente
menos para el católico, pertenece a pero no contradictorio con el anterior,
las verdades tautológicas del capitán un enfoque que es típico del historia-
La Palisse. En cualquier caso queda dor. En la reconstrucción de los diver-
por determinar qué significa en defini- sos momentos de la historia de la
tiva esta continuidad y cómo se com- iglesia el historiador se preocupa de
pagina con los cambios efectivos de la reconstruir la consistencia propia de
iglesia en la historia. cada momento, su especificidad con
Substancialmente me parece poder respecto a otros momentos de una
distinguir dos enfoques diferentes del historia que comprende dos milenios.
problema. El primero es típico del teó- Para esto el historiador debe colocar-
logo y el segundo del historiador. El se ante el Vaticano II como “aconteci-
papa Benedicto XVI, por ejemplo, en miento”. El acontecimiento, en el len-
su discurso a la Curia, se ha colocado guaje de los historiadores, subraya la
en un nivel típicamente teológico. Él especificidad de los acaecimientos
ha explicado la hermenéutica de la que “cambian” el equilibrio de hori-
“reforma” como comprensión “de la zontes de “larga duración”. Así, en
renovación dentro de la continuidad una conferencia pronunciada en algu-
del único sujeto-Iglesia, que el Señor nas universidades americanas y de
nos ha dado; es un sujeto que crece próxima publicación en la revista
en el tiempo y se desarrolla, pero per- Theological Studies 2006/3, el histo-
maneciendo siempre el mismo, único riador John W. O’Malley S.J., precisa-

1-77
Lucha por el concilio

mente tomando postura en la polémi- reconciliación con el mundo moderno;


ca sobre la Historia dirigida por Albe- la presencia de observadores no cató-
rigo, titulaba sus reflexiones con las licos que influyeron positivamente en
significativas palabras: “Vaticano II: las discusiones conciliares, aunque de
¿sucedió algo?”. La tarea del historia- manera indirecta. ¿Quién puede ne-
dor consiste de hecho en conocer, a gar que el decreto sobre ecumenismo
partir de las fuentes, qué ha sucedido manifiesta una discontinuidad no sólo
realmente y en comprender el signifi- con la Contrarreforma sino también
cado efectivo de lo que sucedió real- con la Mortalium animos de Pío XI en
mente. Insistir unilateralmente en la 1930, que condenó el ecumenismo y
continuidad del Vaticano II con la tra- con la Humani generis de Pío XII en
dición, sobre todo con la inmediata- 1951, que condenó el irenismo? ¿O
mente precedente, equivale en defini- que la constitución Dei Verbum mani-
tiva a negar que haya sucedido fieste una discontinuidad con la tradi-
realmente algo, que el Vaticano II ción que, a partir del siglo XVI, hizo
haya sido un “acontecimiento”. de la Biblia un libro prácticamente
Como historiador O’Malley recuer- prohibido a los católicos? El decreto
da algunas cosas, ante todo sobre el sobre la libertad religiosa rompió con
mismo tema de la continuidad: la las repetidas condenas de la separa-
retórica de la continuidad es un fruto ción entre la iglesia y estado por par-
típico del catolicismo postridentino. No te de los Papas de los siglos XIX y XX
ya que ella estuviese antes ausente que hasta la víspera del Vaticano II
del todo, pero la acentuación polémi- sostuvieron el estado confesional
ca del motivo de la continuidad fue la católico como ideal e impusieron
respuesta católica a los protestantes silencio a un teólogo como John Cour-
que acusaban a la iglesia de haberse tenay Murray. Es cierto que a propósi-
desviado de la tradición primitiva. to de esto el teólogo, siguiendo el
O’Malley puede irónicamente afirmar: ejemplo de Benedicto XVI, distinguirá
“Aunque Trento insistiese en su conti- entre el nivel de las formas contin-
nuidad, algo cambió, algo sucedió. De gentes, en aparente discontinuidad, y
otro modo, ¿por qué estaríamos el de los principios fundamentales.
hablando de una ‘era tridentina’?”. Pero son distinciones que el historia-
Pero además es fácil para O’Malley dor no puede hacer desde dentro de
recordar algunos elementos obvios de su horizonte. También porque él sabe
discontinuidad del Vaticano II: la que, históricamente, esta distinción
composición misma de un concilio experimenta variaciones: hay afirma-
prácticamente representativo de ciones que en un determinado perío-
“toda” la iglesia como nunca antes do son consideradas esenciales y
había sucedido; la presencia “oficial” necesarias para la fe y que, en un
de teólogos que sólo algunos años contexto cambiado, “aparecen” como
antes habían sido objeto de varias secundarias. El caso de la condena del
condenas (De Lubac, Congar, Courte- poligenismo en Humani Generis es un
nay Murray); el papel de los medios caso claro de ello. Y la doctrina esco-
de comunicación; el estilo de la cele- lástica entendía como “teológicamen-
bración litúrgica; el hecho de dirigirse te cierta” la incompatibilidad entre la
no sólo al clero sino a toda la huma- doctrina dogmática del pecado origi-
nidad; el aggiornamento y el retorno nal y la hipótesis poligenista de los
a las fuentes, como leitmotiv; la orígenes de la raza humana. O se

1-78
Giuseppe Ruggieri

puede recordar la condena del Chris- libertad religiosa, ¡es el único concilio
totokos de Nestorio, o el muy recien- que hace una interpretación correcta
te acuerdo entre iglesia católica y la de la parábola evangélica!11. Decir
iglesia luterana sobre justificación. que, en ese caso, la novedad inédita
Sobre todo O’Malley, en su contri- del Vaticano II está en un enfoque
bución, analiza la forma de la ense- diferente al problema del mal (que
ñanza del Vaticano II. Abandonando evidentemente no significa que el mal
el género jurídico-legislativo, tomado no exista), me parece una consecuen-
en préstamo de la tradición jurídica cia correcta.
romana, de los concilios precedentes Frente a estos datos es justo que
que alcanzaban en los cánones de el teólogo reflexione y ayude a refle-
condena su punto álgido, el concilio xionar sobre cómo las discontinuida-
Vaticano II renunció a la condena de des no destruyen, sino más bien exal-
los errores y retomó de la antigüedad tan la fidelidad de Dios que mantiene
clásica el modelo del “panegírico”, que una más profunda y radical continui-
pinta un retrato ideal idóneo para sus- dad del único sujeto-Iglesia. Pero el
citar admiración y apropiación. Era don de Dios se muestra en la historia,
este género, el que proponían quienes con sus cambios y sus trastornos y no
entre los católicos, antes aún de Tren- contra ellos. Comprender la continui-
to, deseaban una verdadera reforma dad de la historia de Dios a través de
de la iglesia. la historia del pecado y de las grande-
El mérito principal de O’Malley, a mi zas de los hombres es nuestra tarea
parecer, está en haber sometido a de creyentes. Pero la consideración de
análisis el género literario del concilio la fe profundiza y no contradice la
Vaticano II mostrando cómo era el consideración del historiador12.
más apropiado al propósito mismo de
Juan XXIII al convocarlo: acercar el El temor al acontecimiento
evangelio, siempre idéntico a sí mis-
mo, a los hombres y a las mujeres de Sin atribuir intenciones o propósi-
cada tiempo. Por mi parte puedo aña- tos ocultos a quienes han polemizado
dir un pequeño detalle. Preparando contra la Historia dirigida por Alberigo,
un número de Cristianismo en la his- podemos decir que objetivamente en
toria dedicado a la historia de las sus discursos se manifiesta un miedo
interpretaciones de la parábola de la a la memoria del acontecimiento. Se
cizaña, me di cuenta de un hecho. tiene la extraña impresión de que se
Prácticamente en todos los concilios rechaza la Historia no porque cuente
ecuménicos y generales de la iglesia ciertas cosas, sino porque cuenta
los obispos sostienen siempre que su estas cosas. Todas las novedades del
misión es “erradicar” la cizaña de la Vaticano II (el retorno a las fuentes, el
iglesia y del mundo (en evidente con- aggiornamento, la apertura a los hom-
tradicción con las palabras de Jesús). bres y a las mujeres de hoy con su
El Vaticano II, en el decreto sobre la historia concreta, el ecumenismo, la

11 Cf. G. Ruggieri, “Il male nel mondo e nella chiesa: il destino di una parabola”, en CrSt 26 (2005)
5-23.
12 Una consideración teológica reciente de la historia del concilio, esencial y perspicua, es la ofreci-
da recientemente por N. Lash, “What happened at Vatican II”, en The Pastora Review, Noviem-
bre-Diciembre 2005, 14-19. Es significativo que, frente a las recientes polémicas, Lash elija prác-
ticamente el mismo título de O’Malley.

1-79
Lucha por el concilio

libertad religiosa, la palabra de Dios, la sobre todo quienes la atacan, y no


colegialidad episcopal, etcétera) no ciertamente los historiadores que
son negadas y pueden muy bien ser saben más que los demás de la rela-
acogidas dentro de un discurso que las tividad de sus conclusiones. Sino en el
ahoga en el registro de la continuidad. hecho de contar de forma documenta-
Pero no deberían ser contadas como da, en cuanto lo permiten las fuentes
acontecimiento que ha abierto un nue- de las que se dispone en el presente
vo periodo de la iglesia, lo mismo que (y son muchas, en una medida ini-
otros acontecimientos abrieron otros gualada en los pasados concilios), un
nuevos periodos en el pasado13. Somos acontecimiento que todavía manifies-
extrañamente capaces de contar acon- ta su actualidad, que es capaz de ali-
tecimientos lejanos: ¿quién negaría mentar esperanzas y temores al mis-
hoy el cambio gregoriano del siglo XI, mo tiempo.
quién dejaría de subrayar su ruptura Pero entonces la lucha por el conci-
con la tradición precedente? ¿No fue el lio, precisamente en cuanto aconteci-
mismo Gregorio VII quien a sus críticos miento que significó un cambio para la
y defensores de la tradición contra las historia de los cristianos del siglo XX,
novedades introducidas contestaba: es un momento central del hoy de la
“Tú quizás me opongas las costum- iglesia. Por esto no se puede más que
bres; pero hay que recordar que el estar agradecidos a Pablo VI, quien,
Señor decía: ‘soy la verdad y la vida’. con una decisión profética, no quiso
No dijo: ‘soy la costumbre’, sino ‘la que los papeles fueran entregados al
verdad’. Cierto, utilizando las palabras olvido y dispuso la posibilidad del uso
de san Cipriano, cualquier costumbre, inmediato de las fuentes conciliares
por difundida que esté, hay que pos- por parte de los estudiosos, derogan-
ponerla absolutamente a la verdad; y do el embargo de los documentos
el uso del contrario a la verdad, tiene recientes impuesto en la praxis tradi-
que ser abolido”14? Contar este “cam- cional de los archivos eclesiásticos. El
bio” del pasado no presenta proble- más grande don “conciliar” que nos
mas, al contrario, es exaltado por ha dejado Pablo VI consiste precisa-
muchos que, en el presente, se opo- mente en esto: que para nuestra
nen al del Vaticano II. Contar los cam- generación el concilio pueda continuar
bios del pasado “próximo”, en su pro- existiendo, ya ahora y no dentro de
ximidad y contigüidad con nuestro cien años, como “acontecimiento”. Ya
tiempo, provoca miedos en quienes, que contar y hacer memoria pertene-
con razón o sin ella (ya que la historia ce a la esencia de la vida cristiana:
como tal no dirime la razón o el error, desde la memoria de la cruz de Jesús
sino sólo hace presente este pasado a de Nazaret, a la memoria de los san-
la razón o al error) prefieren olvidar. tos y de los mártires, a la memoria de
El mérito de la Historia está preci- cuantos, cercanos aún a nosotros,
samente aquí. No en su pretendida dan testimonio de las grandezas ina-
definitividad, en la que parecen creer gotables de la gracia del Evangelio.

13 Sobre la problemática del concilio como “acontecimiento” cf. L’evento e le decisioni. Studi sulle
dinamiche del concilio Vaticano II, a cargo de M.T. Fattori y A. Melloni, Bologna 1997.
14 Bibl. rer. Germ. II, Berolini 1865, 576.

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