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Benedicto XVI *
[El texto en español está tomado de la web del Vaticano. Los subtí-
tulos –para ayudar a la lectura– son de la redacción de IGLESIA VIVA]
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Recepción e interpretación del Vaticano II
tu Sancto XXX, 77: PG 32, 213 A; Sch espíritu del Concilio. Serían el resulta-
17 bis, p. 524). No queremos aplicar do de componendas, en las cuales,
precisamente esta descripción dramá- para lograr la unanimidad, se tuvo que
tica a la situación del posconcilio, pero retroceder aún, reconfirmando mu-
refleja algo de lo que ha acontecido. chas cosas antiguas ya inútiles. Pero
Surge la pregunta: ¿Por qué la en estas componendas no se reflejaría
recepción del Concilio, en grandes el verdadero espíritu del Concilio, sino
zonas de la Iglesia, se ha realizado en los impulsos hacia lo nuevo que
hasta ahora de un modo tan difícil? subyacen en los textos: sólo esos
Pues bien, todo depende de la correc- impulsos representarían el verdadero
ta interpretación del Concilio o, como espíritu del Concilio, y partiendo de
diríamos hoy, de su correcta her- ellos y de acuerdo con ellos sería
menéutica, de la correcta clave de necesario seguir adelante. Precisa-
lectura y aplicación. Los problemas de mente porque los textos sólo refle-
la recepción han surgido del hecho de jarían de modo imperfecto el verda-
que se han confrontado dos her- dero espíritu del Concilio y su
menéuticas contrarias y se ha enta- novedad, sería necesario tener la
blado una lucha entre ellas. Una ha valentía de ir más allá de los textos,
causado confusión; la otra, de forma dejando espacio a la novedad en la
silenciosa pero cada vez más visible, que se expresaría la intención más
ha dado y da frutos. profunda, aunque aún indeterminada,
del Concilio. En una palabra: sería
Dos hermenéuticas del Concilio preciso seguir no los textos del Conci-
lio, sino su espíritu.
Por una parte existe una interpre- De ese modo, como es obvio, que-
tación que podría llamar “hermenéuti- da un amplio margen para la pregun-
ca de la discontinuidad y de la ruptu- ta sobre cómo se define entonces ese
ra”; a menudo ha contado con la espíritu y, en consecuencia, se deja
simpatía de los medios de comunica- espacio a cualquier arbitrariedad.
ción y también de una parte de la teo- Pero así se tergiversa en su raíz la
logía moderna. Por otra parte, está la naturaleza de un Concilio como tal.
“hermenéutica de la reforma”, de la De esta manera, se lo considera como
renovación dentro de la continuidad una especie de Asamblea Constitu-
del único sujeto-Iglesia, que el Señor yente, que elimina una Constitución
nos ha dado; es un sujeto que crece antigua y crea una nueva. Pero la
en el tiempo y se desarrolla, pero per- Asamblea Constituyente necesita una
maneciendo siempre el mismo, único autoridad que le confiera el mandato
sujeto del pueblo de Dios en camino. y luego una confirmación por parte de
esa autoridad, es decir, del pueblo al
La hermenéutica de la discontinuidad que la Constitución debe servir.
Los padres no tenían ese mandato y
La hermenéutica de la discontinui- nadie se lo había dado; por lo demás,
dad corre el riesgo de acabar en una nadie podía dárselo, porque la Consti-
ruptura entre Iglesia preconciliar e tución esencial de la Iglesia viene del
Iglesia posconciliar. Afirma que los Señor y nos ha sido dada para que
textos del Concilio como tales no se- nosotros podamos alcanzar la vida
rían aún la verdadera expresión del eterna y, partiendo de esta perspecti-
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Por el contrario, algo totalmente contrario, les lleva una respuesta que
diferente es considerar la libertad de esperan en lo más íntimo de su ser,
religión como una necesidad que deri- una respuesta con la que no se pierde
va de la convivencia humana, más la multiplicidad de las culturas, sino
aún, como una consecuencia intrínse- que se promueve la unidad entre los
ca de la verdad que no se puede hombres y también la paz entre los
imponer desde fuera, sino que el pueblos.
hombre la debe hacer suya sólo El concilio Vaticano II, con la nue-
mediante un proceso de convicción. va definición de la relación entre la fe
El concilio Vaticano II, reconocien- de la Iglesia y ciertos elementos
do y haciendo suyo, con el decreto esenciales del pensamiento moderno,
sobre la libertad religiosa, un principio revisó o incluso corrigió algunas deci-
esencial del Estado moderno, recogió siones históricas, pero en esta apa-
de nuevo el patrimonio más profundo rente discontinuidad mantuvo y pro-
de la Iglesia. Ésta puede ser cons- fundizó su íntima naturaleza y su
ciente de que con ello se encuentra en verdadera identidad. La Iglesia, tanto
plena sintonía con la enseñanza de antes como después del Concilio, es la
Jesús mismo (cf. Mt 22, 21), así como misma Iglesia una, santa, católica y
con la Iglesia de los mártires, con los apostólica en camino a través de los
mártires de todos los tiempos. tiempos; prosigue “su peregrinación
La Iglesia antigua, con naturalidad, entre las persecuciones del mundo y
oraba por los emperadores y por los los consuelos de Dios”, anunciando la
responsables políticos, considerando muerte del Señor hasta que vuelva
esto como un deber suyo (cf. 1 Tm 2, (cf., 8).
2); pero, en cambio, a la vez que ora-
ba por los emperadores, se negaba a La Iglesia signo de contradicción
adorarlos, y así rechazaba claramente
la religión del Estado. Los mártires de Quienes esperaban que con este
la Iglesia primitiva murieron por su fe “sí” fundamental a la edad moderna
en el Dios que se había revelado en todas las tensiones desaparecerían y
Jesucristo, y precisamente así murie- la “apertura al mundo” así realizada lo
ron también por la libertad de con- transformaría todo en pura armonía,
ciencia y por la libertad de profesar la habían subestimado las tensiones
propia fe, una profesión que ningún interiores y también las contradiccio-
Estado puede imponer, sino que sólo nes de la misma edad moderna;
puede hacerse propia con la gracia de habían subestimado la peligrosa fragi-
Dios, en libertad de conciencia. lidad de la naturaleza humana, que en
Una Iglesia misionera, consciente todos los períodos de la historia y en
de que tiene el deber de anunciar su toda situación histórica es una ame-
mensaje a todos los pueblos, necesa- naza para el camino del hombre.
riamente debe comprometerse en Estos peligros, con las nuevas
favor de la libertad de la fe. Quiere posibilidades y con el nuevo poder del
transmitir el don de la verdad que hombre sobre la materia y sobre sí
existe para todos y, al mismo tiempo, mismo, no han desaparecido; al con-
asegura a los pueblos y a sus gobier- trario, asumen nuevas dimensiones:
nos que con ello no quiere destruir su una mirada a la historia actual lo
identidad y sus culturas, sino que, al demuestra claramente. También en
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II. Lucha por el Concilio
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1 Los más importantes pueden verse en la nota bibliográfica de G. Alberigo, Breve historia del con-
cilio Vaticano II, Ed. Sígueme, Salamanca, 2005.
2 Pero es necesario recordar también las valoraciones sintéticas de J. Ratzinger a partir de 1963,
las de Y. Congar, autor, junto a sus colaboraciones para Informations Catholiques Internationa-
les, de un voluminoso Diario Conciliar publicado recientemente (Mon journal du Concile, Ed. Cerf,
2000) y también las crónicas de H. Helbling, D. Horton, R. Laurentin, A. Wenger, R. Wiltgen...
3 Acta et Documenta Concilio Oecumenico Vaticano II apparando, Ciudad del Vaticano, 1960-1994;
Acta Synodalia, Città del Vaticano, 1970-1999. Poco a poco se manifiesta sin embargo el carác-
ter incompleto de esta publicación “oficial”. La prueba más reciente la ha aportado J.O. Beozzo,
A Igreja do Brasil no Concilio Vaticano II 1959-1965, São Paulo 2005. Él ha podido ver perso-
nalmente, en el Archivo Secreto Vaticano, un fondo con documentos no publicados en relación a
la discusión sobre los medios artificiales para la limitación de nacimientos (ASV, Concilio Vatica-
no II, sobre 528, fascículos 1-4) y sobre el celibato sacerdotal (ASV, Concilio Vaticano II, sobre
529, fascículos 1-6). Esto quiere decir que el editor de las Acta ha seleccionado los documentos
existentes, por lo que el historiador tiene que recurrir siempre a los archivos. Sobre las fuentes
inéditas, véase la indicación bibliográfica en G. Alberigo, cit. 181-183.
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4 La edición italiana se completó en 2001, la edición francesa en 2005, la edición inglesa ha llegado
al volumen 4, la alemana al volumen 3, la española y la rusa al volumen 2, la portuguesa al volu-
men 1 del que se ha hecho una segunda edición. [La editorial Sígueme de Salamanca, que publica
la edición española, nos comunica que es inminente la salida del volumen 3 y que está ya muy avan-
zada la traducción y revisión de los últimos dos volúmenes. NdT].
5 D. Berger, “Gegen die Tradition oder im Licht der Tradition? Zu neueren Interpretationen des Zwei-
ten Vatikanischen Konzils”, en Divinitas 40 (2005) 294-316. Precedentemente había publicado sus
colaboraciones en diversos órganos del catolicismo alemán de tendencia conservadora: Theologis-
ches, Die Tagespost, Die Neue Ordnung.
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6 Las citas están sacadas de una grabación electrónica del discurso del cardenal.
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mas de los hombres de hoy. Pero hay VI-VIII tenían como fuentes sólo do-
algo que omite Ruini y que está cumentos del último siglo, con la ex-
subrayado en la Historia dirigida por cepción de una cita de Inocencio III,
Alberigo: que esta recuperación de la una de santo Tomás y una del concilio
gran Tradición de la iglesia se realizó de Trento. Continuaba el cardenal de
distanciándose claramente de algunas Colonia: “Me pregunto: ¿es esta
orientaciones que habían marcado al manera de proceder correcta, univer-
magisterio inmediatamente anterior y sal, científica, ecuménica y católica
de la teología neoscolástica que llena- (en griego Katholon), es decir, que
ba los manuales y que alimentaba la abraza todo y mira a todo? En este
comprensión del mismo en la preten- sentido nos podemos preguntar si la
sión de poder agotar en él “toda” la manera de proceder es realmente
Tradición. Podríamos aquí recordar la católica en el sentido más estricto”. La
condena romana, expresada en la Hu- falta de catolicidad tenía consecuen-
mani generis, de la recuperación de la cias concretas: las palabras paulinas
tradición patrística en función crítica “somos un solo pan, un solo cuerpo”
de la neoscolástica, que había desa- eran reducidas a una explicación jurí-
rrollado la llamada nouvelle théologie. dica sociológica, mientras que en la
Pero nos limitamos sólo a recordar la tradición teológica griega el primer y
intervención del cardenal Frings, es- fortísimo vínculo de unidad y de paz
crita casi seguramente por su exper- se ponía en la eucaristía y en la inter-
to, el entonces teólogo Ratzinger, comunión de las iglesias con el sumo
durante la discusión del esquema pontífice. Parecidos defectos encon-
sobre la iglesia presentado al concilio traba Frings en el tratamiento del
durante el primer período y redactado magisterio y de la misión de la igle-
bajo la predominante influencia del sia7. Lo que en la Historia dirigida por
antiguo Santo Oficio. Se trató quizás Alberigo se afirma sobre la novedad
del discurso más incisivo del primer del Vaticano II está bien resumido en
período conciliar desde el punto de esta intervención de Frings.
vista crítico, ya que demolía el esque- Sin embargo, el discurso del carde-
ma preparatorio sobre la iglesia preci- nal Ruini fue reseñado y recargado en
samente en su pretensión central: la la prensa, haciéndole decir al cardenal
de la catolicidad. El esquema, según cosas que no había pronunciado pero
la opinión de Frings, representaba de que estaban presentes en el libro de
hecho sólo a la tradición latina de los Marchetto: la atribución a la Historia
últimos cien años. Estaban ausentes dirigida por Alberigo de la contraposi-
en cambio la tradición griega y la tra- ción entre el espíritu y la letra de las
dición latina antigua. Frings ejempli- decisiones finales. Se “inflaba” así la
ficó sus afirmaciones minuciosamen- crítica no sólo en algunos periódicos
te: en las seis páginas de notas del como L’Avvenire, controlado por el
capítulo IV sólo se citaba brevemente mismo cardenal Ruini, sino también
a un padre griego dos veces y no en un órgano de la derecha conserva-
muchas más eran las citas de los dora (Il Foglio) y, sobre todo, por el
padres latinos y de los teólogos de la vaticanista de L’Espresso, Sandro
Edad Media; y también los capítulos Magister, que hacía decir a Ruini lo
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que el cardenal no había dicho, mez- Alberigo. En todo caso es una manera,
clando hábilmente sus juicios y las típica del teólogo Ratzinger, de afron-
palabras del mismo Ruini8. ¿Por qué tar el problema con la distinción entre
tanto interés de algunos medios en las “formas” en que se expresa el
acrecentar los motivos de la polémica? magisterio y los “principios”: “...las
decisiones de la Iglesia relativas a
Un discurso de Benedicto XVI cosas contingentes… necesariamente
debían ser contingentes también
Antes de contestar a esta pregunta ellas… Así, las decisiones de fondo
es necesario hacer referencia a otro pueden seguir siendo válidas, mientras
hecho. En el discurso a la curia roma- que las formas de su aplicación a con-
na del 22 de diciembre de 2005, el textos nuevos pueden cambiar”.
papa Benedicto XVI trató también de la Hay un detalle en el discurso del
interpretación del concilio, distinguien- Papa que permite sin embargo alguna
do dos hermenéuticas contrapuestas: suposición, aunque sea a nivel de
“Por una parte existe una interpreta- pura hipótesis. El Papa insiste en el
ción que podría llamar “hermenéutica hecho de que la doctrina de la libertad
de la discontinuidad y de la ruptura”… religiosa proclamada en el concilio se
Por otra parte, está la “hermenéutica debe considerar en continuidad pro-
de la reforma”, de la renovación dentro funda con la tradición de la iglesia y
de la continuidad del único sujeto-Igle- confirma que “el concilio Vaticano II,
sia, que el Señor nos ha dado”9. La con la nueva definición de la relación
manera como el Papa desarrolla el dis- entre la fe de la Iglesia y ciertos ele-
curso y busca articular el motivo de la mentos esenciales del pensamiento
continuidad por una parte y de la moderno, revisó o incluso corrigió
novedad por otra, retomando lo que ya algunas decisiones históricas, pero en
había dicho en otras ocasiones siendo esta aparente discontinuidad mantu-
cardenal, no da la impresión de una vo y profundizó su íntima naturaleza y
polémica contra la Historia dirigida por su verdadera identidad”.
8 Un ejemplo: “La tesis de fondo de Alberigo y de su escuela de Bolonia fundada en los años
sesenta por Giuseppe Dossetti es que los elementos prioritarios del Concilio Vaticano II no son
los textos que él produjo. La prioridad es el acontecimiento en sí. El verdadero Concilio es el
espíritu del Concilio. No reducible, sino absolutamente superior a la letra de sus documentos...
Otra tesis de fondo es que el Vaticano II ha marcado una división sistémica entre el tiempo ecle-
siástico anterior, preconciliar, y el posterior, postconciliar. Pues bien, el cardenal Ruini ha recha-
zado de raíz esta visión. No sólo el Concilio Vaticano II no marca una cesura, entendida como
un nuevo inicio en la historia de la Iglesia, sino que tal cesura es también teológicamente inad-
misible”.
El lector entiende las palabras de Ruini como dirigidas a todo lo que precede, mientras en
realidad el cardenal trató sólo del problema de la discontinuidad entre el concilio y el período
anterior. El artículo de Magister, a través de su traducción inglesa, presente en la página web
de la revista L’Espresso [www.chiesa.espressonline.it], ha generado en los lectores de lengua
inglesa una gran equivocación sobre el contenido del discurso del cardenal.
Y la tesis sobre la relación entre espíritu/acontecimiento y documentos conciliares, en la for-
ma en que Magister la presenta, no se encuentra en ningún lugar de la Historia dirigida por
Alberigo. Lo que se encuentra allí es la asunción, insoslayable para cualquier historiador, de que
los documentos finales no se pueden separar de todo el acontecimiento conciliar (accesible para
el historiador también sólo a través de documentos) y deben ser juzgados a su luz: los docu-
mentos finales no contienen “todo” el concilio y son incomprensibles sin este “todo”.
9 Citas sacadas del texto del discurso que aparece en la web del Vaticano [www.vatican.va].
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Nos podríamos preguntar si el Por eso mismo caen fuera del campo
Papa escogió al azar este ejemplo. Es de la infalibilidad las encíclicas papa-
sin duda pertinente y es uno de los les. Esto estaría confirmado por el
puntos subrayados por cuantos quie- hecho de que, al afirmar la doctrina
ren afirmar una discontinuidad entre de la libertad religiosa, el concilio ha-
la enseñanza conciliar y la enseñanza bía declarado implícitamente erróneas
de algunos papas (a partir de Pío IX) las condenas de Gregorio XVI en la
en su decidida condena de cualquier Mirari vos (1832), de la Quanta cura y
reconciliación entre la iglesia y la civi- del Sílabo de Pío IX (1864) y de la Li-
lización moderna (proposición final bertas prestantissimum de León XIII
del Sílabo). Hay que recordar también (1888). Pero esto significa también,
que el juicio según el cual, con la afir- continúa Böckenförde, que el hecho
mación del derecho de la conciencia a de que el Papa publique una encíclica
la libertad religiosa, el concilio se implica una invitación a la discusión
pondría contra la tradición católica, pública para la creación de un con-
fue uno de los argumentos usados por senso en la iglesia. La circunstancia,
la minoría conciliar como deterrent por tanto, de que el Papa haya elegi-
para que Pablo VI no confirmara el do tratar del problema de la continui-
pertinente decreto10. dad-discontinuidad del magisterio
Pero se puede también hacer otra aplicándolo al decreto sobre la liber-
hipótesis: quizás el Papa quiso al tad religiosa, ¿puede indicar que se
poner este ejemplo reaccionar a una refería precisamente a las posiciones
posición que se había presentado pre- de Böckenförde?
cisamente unas semanas antes en
una discusión abierta en la opinión ¿Qué quiere decir cambio
pública alemana. En efecto, el Frank- y continuidad del Vaticano II?
furter Allgemeine Zeitung del 7 de
diciembre de 2005, había publicado Sean como sean las cosas, más
una parte de la lección tenida en allá de los aspectos contingentes de la
Tübingen, con ocasión de la concesión discusión, una cosa me parece que
del doctorado honoris causa en teo- queda clara: La lucha por el concilio
logía, por el constitutionalista católico hoy se concreta en su carácter de
Ernst-Wolfgang Böckenförde. En esta “cambio”. Este “cambio” lo admiten
ocasión Böckenförde sostuvo un pun- teóricamente todos pero en una hete-
to de vista interesante, típico de un rogénesis de fines: los lefebvrianos
jurista como lo es él: la doctrina sobre para denunciar el concilio como heré-
la infalibilidad proclamada en el Vati- tico, los conservadores más modera-
cano I es, sobre todo, una delimita- dos para interpretarlo en el sentido de
ción del campo de la infalibilidad del continuidad y quienes están preocu-
Papa, al señalar precisas condiciones pados por el aggiornamento de la
para su ejercicio (intención expresa iglesia para darle a “cambio” un sen-
de querer definir una doctrina presen- tido tal que justifique hoy sucesivos
te en la revelación cristiana como cambios. Por lo tanto es éste el pro-
objeto de fe de todos los cristianos). blema específico sobre el que es
10 Sobre la historia del decreto sobre la libertad religiosa tenemos ahora el exce-
lente libro di S. Scatena, La fatica della libertà. L’elaborazione della dichiarazio-
ne «Dignitatis humanae» sulla libertà religiosa del Vaticano II, Bolonia 2003.
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puede recordar la condena del Chris- libertad religiosa, ¡es el único concilio
totokos de Nestorio, o el muy recien- que hace una interpretación correcta
te acuerdo entre iglesia católica y la de la parábola evangélica!11. Decir
iglesia luterana sobre justificación. que, en ese caso, la novedad inédita
Sobre todo O’Malley, en su contri- del Vaticano II está en un enfoque
bución, analiza la forma de la ense- diferente al problema del mal (que
ñanza del Vaticano II. Abandonando evidentemente no significa que el mal
el género jurídico-legislativo, tomado no exista), me parece una consecuen-
en préstamo de la tradición jurídica cia correcta.
romana, de los concilios precedentes Frente a estos datos es justo que
que alcanzaban en los cánones de el teólogo reflexione y ayude a refle-
condena su punto álgido, el concilio xionar sobre cómo las discontinuida-
Vaticano II renunció a la condena de des no destruyen, sino más bien exal-
los errores y retomó de la antigüedad tan la fidelidad de Dios que mantiene
clásica el modelo del “panegírico”, que una más profunda y radical continui-
pinta un retrato ideal idóneo para sus- dad del único sujeto-Iglesia. Pero el
citar admiración y apropiación. Era don de Dios se muestra en la historia,
este género, el que proponían quienes con sus cambios y sus trastornos y no
entre los católicos, antes aún de Tren- contra ellos. Comprender la continui-
to, deseaban una verdadera reforma dad de la historia de Dios a través de
de la iglesia. la historia del pecado y de las grande-
El mérito principal de O’Malley, a mi zas de los hombres es nuestra tarea
parecer, está en haber sometido a de creyentes. Pero la consideración de
análisis el género literario del concilio la fe profundiza y no contradice la
Vaticano II mostrando cómo era el consideración del historiador12.
más apropiado al propósito mismo de
Juan XXIII al convocarlo: acercar el El temor al acontecimiento
evangelio, siempre idéntico a sí mis-
mo, a los hombres y a las mujeres de Sin atribuir intenciones o propósi-
cada tiempo. Por mi parte puedo aña- tos ocultos a quienes han polemizado
dir un pequeño detalle. Preparando contra la Historia dirigida por Alberigo,
un número de Cristianismo en la his- podemos decir que objetivamente en
toria dedicado a la historia de las sus discursos se manifiesta un miedo
interpretaciones de la parábola de la a la memoria del acontecimiento. Se
cizaña, me di cuenta de un hecho. tiene la extraña impresión de que se
Prácticamente en todos los concilios rechaza la Historia no porque cuente
ecuménicos y generales de la iglesia ciertas cosas, sino porque cuenta
los obispos sostienen siempre que su estas cosas. Todas las novedades del
misión es “erradicar” la cizaña de la Vaticano II (el retorno a las fuentes, el
iglesia y del mundo (en evidente con- aggiornamento, la apertura a los hom-
tradicción con las palabras de Jesús). bres y a las mujeres de hoy con su
El Vaticano II, en el decreto sobre la historia concreta, el ecumenismo, la
11 Cf. G. Ruggieri, “Il male nel mondo e nella chiesa: il destino di una parabola”, en CrSt 26 (2005)
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12 Una consideración teológica reciente de la historia del concilio, esencial y perspicua, es la ofreci-
da recientemente por N. Lash, “What happened at Vatican II”, en The Pastora Review, Noviem-
bre-Diciembre 2005, 14-19. Es significativo que, frente a las recientes polémicas, Lash elija prác-
ticamente el mismo título de O’Malley.
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13 Sobre la problemática del concilio como “acontecimiento” cf. L’evento e le decisioni. Studi sulle
dinamiche del concilio Vaticano II, a cargo de M.T. Fattori y A. Melloni, Bologna 1997.
14 Bibl. rer. Germ. II, Berolini 1865, 576.
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