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Pontificia Universidad Católica de Chile

Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política

Instituto de Ciencia Política

MAS Allá Del Gas


Modelo extractivista y conflicto en Bolivia.
Camila Oyarzún

Francisca Rodríguez

Juan Salgado

Clemente Sánchez

Zoe Zabala

Curso: ICP0133 – Resistencia y Luchas Políticas Indígenas en América Latina

Profesora: Carla Alberti

Ayudante: Inés Fynn, Francisco Ahumada.

Santiago, 5 de julio de 2018


1.- INTRODUCCIÓN: ETNOPOPULISMO Y EXTRACTIVISMO.

Mediante el decreto 28.701, el 2 de mayo del 2006 el gobierno de Evo Morales nacionaliza la
propiedad de los hidrocarburos (El Mundo, 2006). "Se acabó el saqueo de los recursos naturales
de Bolivia" (párr. 4), señalaba el presidente luego de firmar la orden que cumplía una de sus
promesas de campaña, pensando que mediante esta acción solucionaría uno de los principales
problemas que han aquejado al Estado boliviano desde hacía décadas: la casi nula tributación de
las empresas que extraían el gas. Sin embargo, lo que desconocía era que el modelo de desarrollo
que mediante este acto inauguraba generaría problemas propios, y, sorprendentemente, con
algunos de los grupos gracias a los cuales habría resultado electo. El presente trabajo de
investigación tratará acerca de la relación entre las políticas extractivistas del MAS – que ha
gobernado a Bolivia desde el 2006 – y los sucesivos conflictos que han surgido por la extracción
del gas en algunas partes del país. A partir de lo anterior, surge la siguiente pregunta: ¿por qué
surgen conflictos en algunas zonas, mientras que en otras la extracción se lleva a cabo de manera
pacífica? La hipótesis que guiará esta investigación será que el modelo de desarrollo del
gobierno del MAS va a generar conflictos con las comunidades locales cuando estemos en
presencia de indígenas de tierras bajas.

A continuación, se realizará una revisión de literatura respecto a la extracción de


hidrocarburos en Bolivia, la naturaleza etnopopulista del gobierno de Morales y los distintos
conflictos que han surgido a partir de las consultas previas que se han llevado a cabo en dicho
país. Luego, se desarrollará el argumento teórico que explicará en mayor detalle nuestra hipótesis
y la relación entre las variables. Después de haber explicitado aquello, plantearemos la
metodología que se utilizará para comprobar la hipótesis, y se justificará la selección de casos
escogida. Posteriormente se realizará un rastreo de proceso del caso del conflicto del TIPNIS,
controlando una serie de variables. Por último, se realizará una síntesis de lo propuesto en la
presente investigación, presentando ciertas conclusiones preliminares y postulando algunas
posibles futuras avenidas de indagación. El objetivo de este trabajo, entonces, será de intentar
explicar uno de los fenómenos que ha marcado en parte la agenda política del país vecino, los
conflictos generados por la extracción del gas, y, al mismo tiempo, se buscará aprender algo
acerca de cómo los actores entienden sus intereses y prioridades. Pero antes, debemos tener en
cuenta lo que se ha dicho respecto a éstos.

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2. REVISIÓN DE LITERATURA: EXTRACTIVISMO Y CONFLICTO

La literatura clásica que versa sobre extractivismo contrapone a aquellos que protestan y al
gobierno en dos lados opuestos. En el contexto Latinoamericano, los pueblos indígenas que han
protestado son clasificados bajo la concepción del noble salvaje y su lucha ha sido identificada
como una por la autonomía de sus tierras y los valores ecológicos. Estudios posteriores han
refutado ampliamente esta corriente esencialista (Mcneish, 2012) al constatar una multiplicidad
de demandas y fracturas dentro de los pueblos indígenas. De este modo, recientes estudios han
disminuido el área gris de la sobresimplificación previa y han descubierto factores importantes
que no están relacionados con la protección ambiental y que movilizan las demandas de aquellos
que se ven afectados por el extractivismo.

Dentro de la diversidad de demandas que se conjugan en un determinado país, un factor


poco esperado ha sido el surgimiento de lo que Madrid (2008) llama etnopopulismo. El autor
establece una relación inusual entre un público heterogéneo poco usual para el populismo y la
inclusividad, también extraordinaria, de los partidos de base étnica. El presente trabajo hace uso
de la tesis de Madrid y su caracterización de los líderes del MAS para explicar la transformación
de las estrategias comunicacionales y políticas que han dado más preponderancia al
extractivismo. El trabajo también utiliza los dichos del Presidente actual, Evo Morales, por la
importancia de sus decisiones en un régimen presidencialista como Bolivia y por ser
caracterizado como un líder populista. En efecto, el actual Presidente del país ha sido catalogado
como “populista radical” (de la Torre y Arnson, 2013; Citado en Alberti, 2016), que ha
concentrado el poder polit́ ico, elevando la posición del Ejecutivo por sobre otras instituciones,
como el Congreso e incluso el Poder Judicial.

Otro bastión importante de la investigación fue la literatura sobre extractivismo y la


cuestión del conflicto de recursos que han sido tratados de distintos backgrounds disciplinarios.
Uno influyente es la perspectiva de seguridad ambiental que establece que la escasez de recursos
es clave en el conflicto. En similitud está la literatura de la maldición de los recursos. Al
enfocarse en la abundancia(en oposición al anterior), describe la situación paradójica donde los
países con más recursos y cuyas economías dependen de estos ingresos tienden a experimentar
crecimiento económico lento (Perrault y Valdivia, 2010). Una perspectiva más geográfica es la
de la ecología política. Este enfoque considera alguna variación material en los recursos por sí

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mismos y la relación de la sociedad con ellos. Sin embargo, para Perrault y Valdivia (2010),
aquellos modelos quedan cortos para explicar las dinámicas y carácter del conflicto de recursos,
que implican no solo la espacialidad de los recursos y sus poblaciones, pero también las historias
particulares y geografías de la gobernanza de recursos.

Según los autores, las luchas por los recursos nunca son sólo acerca de recursos. También
son puntos focales para luchas más amplias involucrando los términos de ciudadanía, nación,
derechos e identidad. En Bolivia, la movilización política reciente y el conflicto sobre los
hidrocarburos ha sido animado por imaginarios colectivos de la identidad histórica como un
estado de producción de recursos. Las construcciones de Bolivia como un país minero han dado
paso a su reconstrucción como petroestado y la creencia común que las aspiraciones políticas y
económicas del país dependen del potencial para producir gas. Pero el gas es un componente de
debates más amplios sobre autonomía regional, reformas territoriales, modelos de desarrollo y la
naturaleza misma del estado. El discurso reciente y la práctica política se ha dividido en dos
posiciones. Por un lado, el gobierno de Evo Morales y sus seguidores promueven una visión
nacionalista en la que el Estado controla la producción y venta de hidrocarburos de acuerdo con
un modelo altamente redistributivo de desarrollo estatal. Por otro lado, las elites políticas y
económicas de los departamentos de Santa Cruz y Tarija promueven una visión regionalista,
autonomista de desarrollo nacional (Perrault y Valdivia, 2010).

Otro caso que relata la diversidad de demandas y la estrategia del MAS para usar el gas
como vehículo simbólico es el de Bebbington & Bebbington (2010). Los autores relatan el caso
de la explotación de hidrocarburos en el departamento de Tarija en la zona conocida como media
luna. Ésta fue epicentro de las luchas políticas nacionales sobre la autonomía política para las
regiones de tierras bajas en contra de la administración de Morales. Los factores que guían la
protesta y el interés por la autonomía son variados y están basados en patrones de extracción de
hidrocarburos que han permitido la movilización de protestas y el cultivo de un regionalismo de
recursos a nivel departamental e intradepartamental. Tarija tiene un rol importante en la
economía nacional por el petróleo y el gas, lo que fue distintivo fue la disputa con el gobierno
enfocada en el acceso y control continuo sobre las rentas de hidrocarburos y la lucha para
balancear las relaciones internas.

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Desde 1924 y la finalización de la guerra del chaco (1932-1935) los hidrocarburos han
sido nacionalizados en tres ocasiones, cada vez bajo la justificación de que Bolivia no se estaba
beneficiando suficientemente de sus recursos naturales. Para Bebbington y Bebbinton (2010), los
conflictos de Tarija no pueden ser entendidos independientemente del gas natural. La historia de
hidrocarburos y el fracaso para derivar mayores beneficios significativos a nivel regional y
nacional de la extracción inspira reclamos regionalistas y nacionalistas de muchos actores. En la
provincia del Gran Chaco, el gas fue un instrumento político, un vehículo para determinar sus
relaciones con Tarija y el país. De igual manera, el gas fue central en la forma en que el gobierno
nacional vio a su proyecto. Morales y el MAS necesitaban los ingresos del gas para financiar
programas sociales y de industrialización y para compensar por una base imponible precaria. Al
mismo tiempo, necesitaban el gas para sostener su proyecto político: el gas y su nacionalización
han sido simbólicamente centrales al agenda del MAS. En consecuencia, mientras el gobierno
central se resistió a la autonomía por razones nacionalistas y constitucionales. también lo hizo
por razones de estrategia política.

El gas como componente simbólico es también analizado en Bebbington (2012). En el


estudio etnográfico del autor, los Weenhayek se revelan como pueblos fragmentados por los
acuerdos con las empresas extractivas de cara a la consulta previa y la necesidad de los mismos
por obtener recursos inmediatos. Las tensiones sobre la expansión de hidrocarburos dentro del
territorio Weenhayek deben ser entendidas en un contexto en que las políticas del gobierno
favorecen imperativos polit́ icos centrales sobre los proyectos políticos sub-nacionales de grupos
indígenas. Así, la economía extractiva también crea nuevas y significativas disparidades y
conflictos dentro de las poblaciones locales.

Adicionalmente, hay dos mecanismos esenciales para el gobierno de Morales: el proceso


de consulta que fue incluido en la nueva ley de hidrocarburos 3058 - 2005 - y el Decreto
Supremo 29103, que regula la ley para llevar a cabo un monitoreo socioambiental participativo
en territorios indígenas-campesinos. Como consecuencia, ha habido una politización de las
consultas previas, dependiendo de la relación de los grupos afectados con el gobierno y una
ideología estatal que subordina las ideas de desarrollo autónomo. Lo anterior se da en parte por
la interpretación de los intereses de las minorías indígenas como “particulares” y, en parte, por la

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legitimación de la extracción para la redistribución de los recursos en políticas sociales (Schilling
Vacaflor, 2013).

La superposición de los intereses de unos pueblos por sobre los otros se da también por la
mayor preponderancia de ciertas demandas. En Bolivia, las protestas de aquellos directamente
afectados por la extracción del gas han jugado un rol relativamente menor en los debates
nacionales. En cambio, las políticas de hidrocarburos en Bolivia han involucrado luchas
contenciosas (y algunas veces violentas) entre aquellos que demandan mayor control estatal de
los recursos y aquellos que piden más autonomía regional y mayor control local del petróleo y el
gas (Perrault & Valdivia, 2010). En este sentido, el discurso público dominante- compartido por
muchos miembros de la comunidad indígena y sus representantes- acerca de la necesidad de la
extracción de recursos para sostener la economía de Bolivia y generar políticas sociales constriñe
la movilización contra la extracción.

3. ARGUMENTO: MODELO DE DESARROLLO Y CONFLICTO

El modelo de desarrollo del gobierno del MAS va a generar conflictos con las comunidades
locales cuando estemos en presencia de indígenas de tierras bajas. En otras palabras, como ya
señalamos, nuestra variable independiente es la implementación del modelo de desarrollo del
MAS, el cual se basa en políticas extractivistas con el fin de industrializar a Bolivia, nuestra
variable dependiente es el conflicto con las comunidades locales, y la variable interviniente es la
naturaleza de la comunidad, si está compuesta por indios de tierras bajas o de tierras altas. En
presencia de una comunidad indígena de tierras altas, el modelo de desarrollo del MAS no
provocará conflictos, mientras que en presencia de indígenas de tierras bajas sí lo hará. ¿Por qué
sucede esto? A continuación, explicaremos en qué nos basamos para postular esta hipótesis. Para
esto comenzaremos explicando, a partir de distintas publicaciones del vicepresidente Álvaro
García Linera, en qué consiste el modelo de desarrollo que postula el MAS; luego,
desarrollaremos la distinción entre indígenas de tierras bajas e indígenas de tierras altas; y, por
último, explicaremos por qué el modelo de desarrollo y la cosmovisión de una comunidad
indígena puede entrar en contradicción.

¿En qué consiste el modelo de desarrollo que postula el proyecto del MAS? García
Linera (2013), en un texto publicado a raíz de las movilizaciones del TIPNIS, lo señala. El autor

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se basa en el concepto marxista tradicional de ‘modo de producción’, pero agrega a este el
componente ecológico. Señala que “[…] la actividad humana es posible únicamente mediante la
transformación de la naturaleza” (p. 98), o sea que la manera en que se relacionan las personas
con su entorno es parte del modo de producción de dicha sociedad, y que los modos de
producción se distinguen, también, en la manera en que se relaciona la persona con la naturaleza.
En las sociedades en las que predominaban modos de producción precapitalista, el autor señala
que las personas consideraban a la naturaleza como un almacén de ‘valores de uso’ para las
sucesivas generaciones, mientras que en las sociedades capitalistas se considera al ambiente
como un mero repositorio de ‘valores de cambio’, mediante los cuales se obtiene un rédito o
ganancia en dinero, lo que explica la explotación irresponsable del ambiente en las sociedades
occidentales. Dentro de la relación entre la sociedad y la naturaleza, García Linera (2013)
incluye las herramientas y la complejidad de las operaciones, todo con el fin de introducir lo que
entiende por ‘extractivismo’.

García Linera (2013) señala que “[… si] conceptualizamos al “extractivismo” como la
actividad que sólo extrae materias primas (renovables o no renovables), sin introducir mayor
transformación en la actividad laboral, entonces todas las sociedades del mundo, capitalistas y no
capitalistas, son también en mayor o menor medida extractivistas” (p. 100-101). Lo que
distinguiría a las distintas sociedades sería cómo se insertan en la división internacional del
trabajo, y señala que mientras que los países del centro pasaron de sólo extraer materias primas a
la producción científico-tecnológica, los países de la periferia se “[…] mantienen en el ámbito
primario-exportador, fundamentalmente extractivista, o extractivista y agrícola” (p. 102). Por lo
tanto, para el autor “el debate central para la transformación revolucionaria de la sociedad no es
si somos o no extractivistas, sino en qué medida vamos superando el capitalismo como modo de
producción” (p. 103), lo que sólo puede conseguirse de manera planetaria. ¿Por qué todo este
rodeo teórico-económico? El autor intenta explicar por qué los críticos al extractivismo se
equivocan: no se puede lograr vencer al capitalismo de manera local, pero sí se puede, a partir de
la extracción de recursos, financiar la industrialización de una sociedad con el objetivo de
cambiar su lugar dentro de la división mundial del trabajo.

En otras palabras, lo que el vicepresidente de Bolivia intenta explicar es por qué sólo
mediante la extracción de recursos materiales se puede “[…] satisfacer las necesidades de la

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población, generar riqueza y distribuirla con justicia; y a partir de ello crear una nueva base
material no extractivista” (García Linera, 2013, p. 108). Superar el extractivismo tiene
beneficios, principalmente ya que permite la producción industrial – que genera más riqueza que
puede ser redistribuida –, proteger el medio ambiente, y cambiar la posición de Bolivia dentro de
la división internacional del trabajo; sin embargo, el extractivismo sólo puede ser superado a
través de sí mismo: “¿acaso no es posible utilizar los recursos que brinda la actividad primaria
exportadora controlada por el Estado para [… generar] una masa crítica intelectual capaz de
asumir y conducir los emergentes procesos de industrialización y de economía del
conocimiento?” (p. 109). Aquel sería, entonces, el plan a mediano plazo – el de largo plazo
supone la superación del capitalismo –, pero a corto plazo la extracción de los recursos naturales
es necesaria para “[…] satisfacer las necesidades urgentes de la población y elevar los beneficios
sociales imprescindibles de las clases laboriosas” (pp. 110-111). Este sería, por lo tanto, el
modelo de desarrollo del MAS a corto y mediano plazo.

¿En qué se diferencian los indígenas de tierras bajas con los indígenas de tierras altas? De
acuerdo con lo tratado en el curso, al igual que lo que señalan Perrault & Valdivia (2010), a
grandes rasgos estas comunidades se diferencian en su relación con su medio. Los indígenas de
tierras altas, compuestos principalmente por quechuas y aymaras, habitan originalmente las
zonas del altiplano y los valles, mientras que los indígenas de tierras bajas, principalmente
guaraníes y otros grupos pequeños, habitan en los departamentos de la Amazonía y del Chaco
boliviano. De acuerdo a las fuentes mencionadas anteriormente, los dos grupos se distinguen en
la manera en que entienden a su entorno. Mientras que las comunidades de indígenas de tierras
altas lo entienden como un medio de subsistencia, como algo a ser explotado, las de tierras bajas
tienen una relación más orgánica con éste, entendiéndolo como algo a ser protegido, en la
medida que se pueda. García Linera (2013) critica esta división: “[e]ste dualismo de caricatura
fue el que durante décadas utilizaron los hacendados amazónicos y orientales para colocar un
muro de contención alrededor de sus latifundios ante la presencia y la migración de los
indígenas-campesinos de tierras altas” (p. 74). Si bien no es del todo correcto, sí tiene razón al
señalar que las demandas de los indígenas de tierras bajas tienden a coincidir – hasta cierto punto
– con los de los hacendados de la media luna.

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¿Por qué surgirá el conflicto? Según Schilling-Vacaflor (2014), la gran mayoría de las
reservas de hidrocarburos se sitúan en territorios en los que viven comunidades de aquellos
indígenas. Esto significa que el gas, ese recurso que el gobierno considera clave para lograr
mejorar la calidad de vida de gran parte de la población y cambiar su lugar en la división
internacional del trabajo, está situado principalmente en tierras en las que sus habitantes tienen
una relación orgánica con su entorno. Debido a la baja tasa impositiva de Bolivia, dado que los
sueldos suelen ser bajos, el gas es fundamental para financiar el modelo de desarrollo del MAS,
por lo que aquel prefiere que la explotación de este recurso se lleve a cabo por el gobierno
central, o por empresas que paguen altos impuestos al gobierno central. Las comunidades de
indígenas de tierras altas no tendrán problemas con esto, ya que la extracción no contradice su
cosmovisión. Tanto las comunidades de tierras bajas como las élites locales, en cambio,
preferirán que la explotación sea a nivel departamental, los primeros debido a que consideran
que de esta forma la extracción será responsable, y los segundos debido a que de esta forma las
ganancias se mantendrán en la zona. Por lo tanto, tanto el gobierno central como las
comunidades locales tomarán actitudes confrontacionales.

4. METODOLOGÍA Y SELECCIÓN: EL CASO DEL TIPNIS.

La hipótesis central del trabajo y su argumento se intentarán probar mediante un process tracing
del conflicto que surge a partir de la construcción de la carretera en el TIPNIS. La metodología
consistirá en una revisión de la cobertura de prensa y las declaraciones de los actores en torno al
conflicto. Una particularidad que tiene el caso del TIPNIS es que dentro del parque existe una
zona en la que viven colonos de tierras altas, y justamente en esta zona no se ha producido
conflicto. De esta forma, la selección utiliza una lógica de casos más similares, ya que varían
sólo la composición de la población local y si ocurre o no conflicto; en ambos casos se ven
afectados por la construcción de la carretera, pero en el caso del Polígono 7 no resulta
conflictivo, mientras que en el resto del parque sí. El conflicto del TIPNIS es un caso actual que
revela la manera en que este tipo de conflictos ocurre, y, dado las características señaladas
anteriormente, permite llegar a conclusiones potencialmente generalizables. Si bien la
construcción de la carretera no es directamente considerada extractivismo, dado que no hay
ningún recurso que está siendo extraído con el fin de redistribuir a través de programas sociales,
sí es parte del modelo de desarrollo propuesto por el MAS. Esto dado la importancia que tiene

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esta carretera para conectar zonas ricas en gas con el resto de Bolivia. Además, revela cómo
tanto el gobierno y las comunidades locales entienden sus intereses. A partir de este caso
inmensamente relevante se intentará ilustrar cómo la implementación de políticas extractivistas
entra en conflicto con las comunidades locales de indígenas de tierras bajas.

5.1 EL TERRITORIO INDÍGENA Y PARQUE NACIONAL ISIBORO-SÉCURE

El conflicto nacido a raíz de la promulgación realizada por Evo Morales de la creación de la


carretera que cruza y divide en dos el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure -
TIPNIS -, ha sido uno de los proyectos más tormentosos para el gobierno de Morales, ya que
pone en cuestión su real apoyo a los pueblos indígenas que confiaron en él sus ancestrales
demandas. Además de que pone en evidencia las contrarias posturas entre los habitantes del
TIPNIS de tierras bajas y tierras altas. El TIPNIS nace primero con la creación del Parque
Nacional Isiboro Sécure bajo el Decreto de Ley 7401 el 22 de noviembre de 1965. Este territorio
está conformado por una multiplicidad de ecosistemas exentos de toda actividad desarrollista,
por lo que se configura como una de las reservas más ricas en biodiversidad de América Latina
(Bernasconi, G. & Rosas, S. 2012).

Los primeros problemas surgen en los años 70’s, en donde colonizadores campesinos
aymaras y quechuas de tierras altas, se comenzaron a establecer en el área sur del parque, zona
adyacente al área productiva de coca de Chapare (McNeish, 2013). A medida que pasó el tiempo,
el número de colonizadores aumentó, así como la presión en la reserva natural, como
consecuencia por parte del Gobierno de Sánchez de Lozada se crea lo que se conoce hoy como
línea roja, una especie de frontera que da forma al Polígono 7 y agrupa a los colonizadores y a
aquellas comunidades indígenas que quedaron dentro de este (McNeish, 2013). No sería hasta
los 90’s, que aquellos pueblos y comunidades que habitaban el TIPNIS - indígenas de tierras
bajas -, agrupados en la Confederación de Pueblos Indígenas del Oriente de Bolivia - CIDOB -,
iniciaron la Marcha por el Territorio y la Dignidad, marcha que terminó en el reconocimiento del
parque como territorio de los pueblos indígenas Mojeño,Yuracaré y Chimán, quienes habitan
estas tierras desde tiempos prehispánicos (Bernasconi, G. & Rosas, S. 2012).

Sin embargo, el mayor conflicto que deberían sortear las comunidades del TIPNIS, sería
en pleno Gobierno de Evo Morales, puesto que en 2011 el presidente dio anuncio al inicio de la

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construcción de una mega carretera que partiría al TIPNIS en dos, para así poder unir al
departamento de Cochabamba con el de Beni (Bernasconi, G. & Rosas, S. 2012). Este proyecto
comprendería tres partes, el tramo I: Villa Tunari-Isinuta - Cochabamba -; tramo II: Isinuta-
Montegrande de la Fe - TIPNIS -; y, tramo III: Montegrande de la Fe-San Ignacio; en donde el
segundo tramo sería el génesis del actual conflicto que viven tanto el gobierno como las
comunidades indígenas del TIPNIS (Bernasconi, G. & Rosas, 2012). Es destacable también que
esta iniciativa del Gobierno por iniciar tal proyecto, se enmarca dentro de la Iniciativa para la
Integración de la Infraestructura Regional de América del Sur - IIRSA -, un acuerdo pan-
sudamericano firmado en 2000 (McNeish, 2013). Las comunidades del TIPNIS, en su mayoría,
han denunciado un atropello a sus formas ancestrales de subsistencia, poniéndolos en una
situación de riesgo y desplazamiento; también denuncian la inconsistencia del discurso del
Gobierno, con respecto a sus políticas de desarrollo económico-social y la ideología del buen
vivir; se cuestiona la incongruencia del discurso anti-capitalista y el financiamiento del proyecto
con capitales brasileros (Bernasconi, G. & Rosas, 2012).

A raíz del inicio de la construcción de la carretera comienza también un enfrentamiento


entre los opositores - liderados por la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia,
constituido por organizaciones de tierras bajas y del oriente de Bolivia - y el gobierno de
Morales. Esto provocó que la agrupación indígena, en denuncia de la falta de consulta previa,
diese comienzo a la Octava Marcha Indígena el 15 de agosto del 2011 ‘Por la defensa del
TIPNIS, por los territorios, la vida, dignidad y los derechos de los pueblos indígenas’. La marcha
transcurrió con normalidad y sin mayores problemas hasta el 25 de septiembre, día en que la
policía reprime fuertemente la marcha, teniendo repercusiones tanto a nivel internacional como
nacional. El resultado decantó en que el 21 de octubre Evo Morales anunciara que no se
construirá el tramo de la carretera en conflicto según la Ley Corta N°180. Sin embargo, los que
apoyaron la construcción de la carretera - la región del Polígono 7 y los sectores del TIPNIS
aledaños a este, organizados en el CONISUR - no se harían esperar y darían pie a una
contramarcha, la que buscaba la derogación de la Ley 180 el 17 de diciembre, que encontró
amplio apoyo por parte del Gobierno (Bernasconi y Rosas, 2012).

La diferencia de las posiciones entre indígenas de tierras altas y tierras bajas frente al
proyecto de la carretera puede entenderse por toda la historia de la industria extractivista y la

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producción agrícola en las tierras bajas que ha generado patrones de opresión y de explotación
laboral racializados en esta zona desde la época colonial, como menciona Nancy Poster y Nicole
Fabricant (2015). Esto significa que la economía a fines del siglo XIX de Bolivia tuvo un
desarrollo geográfico desigual y se tornó en una desigualdad racial en las tierras bajas, tanto en el
acceso a los medios de producción y en la jerarquía entre grupos indígenas. De esta forma, el
conflicto de la carretera y la posición de la CIDOB y CONISUR no puede ser entendida sin la
historia extractivista y de producción que moldearon las relaciones entre los indígenas de tierras
bajas con el Estado y predisponen a que adopten una posición en contra de las políticas
extractivistas de alta magnitud o de megaproyectos - como la carretera - que ha elaborado el
Gobierno de Evo Morales; además de que también ha condicionado las relaciones entre los
habitantes del TIPNIS de tierras bajas y tierras altas (Fabricant & Postero, 2015).

Las autoras anteriormente mencionadas señalan que los indígenas de tierras bajas se
resisten a la carretera porque la construcción y desarrollo en gran escala tendría efectos negativos
en lo económico, social y ecológico de la zona; y porque no se realizó la debida consulta previa a
los pueblos indígenas. De esta forma, la CIDOB - Confederación de Pueblos Indígenas de
Bolivia - ve este hecho como una nueva forma de colonialismo. De manera contraria, algunos
indígenas también son parte del TIPNIS, la mayoría son migrantes andinos y cocaleros que se
posicionan a favor de la carretera y del gobierno. Esto porque se ven beneficiados por la obra
para expandir su productividad y conectividad con otras regiones del país (Schavelzon, 2013).
Como resultado, se produce una identidad heterogénea dentro del TIPNIS y un conflicto por la
procedencia de cada grupo indígena - tierras altas v/s tierras bajas. Pese a que esta es una disputa
actual, esta diferencia lleva décadas ocurriendo y se debe a que los indígenas de tierras altas
emigraron desde las cumbres de Los Andes a zonas subtropicales en busca de mejores
condiciones de vida. Asentados en estas nuevas zonas comenzaron con su actividad productiva
dedicada al cultivo de coca. Desde la perspectiva de los indígenas de tierras bajas, esto fue
considerado como una apropiación de territorio cuyo único objetivo es aumentar el cultivo de
coca para su beneficio propio y sin importar el TCO (Bernasconi y Rosas, 2012).

También desde un análisis de las identidades, podemos decir que los indígenas de tierras
altas, pertenecen en su mayoría a pueblos Quechua y Aymara, lo cuales se reconocen a sí
mismos como naciones, organizadas en torno a la plantación de coca (Bernasconi y Rosas,

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2012). Por otro lado, los indígenas de tierras bajas reconstruyen su pasado con estrecha ligación
al amazonas, en este sentido se forma otro tipo de identidad, la cual se funda en la pertenencia, la
cotidianeidad, así como el cuidado y usufructo (Bernasconi y Rosas, 2012). Esta construcción
identitaria complementa lo anteriormente dicho, al momento de explicar el por qué de las dos
visiones tan enfrascadas. Por un lado, los indígenas de tierras altas construyeron su identidad de
pertenencia bajo la lógica de nación que implica la no necesidad de una conexión con un
territorio definido. Por otro, esto choca con la construcción identitaria de los indígenas de tierras
bajas, quienes ven el avance de los colonos como una amenaza no solo a sus intereses
económicos y políticos, sino también a su identidad (Bernasconi y Rosas, 2012).

Pese al enorme rechazo hacia la carretera por parte de indígenas de tierras bajas, el
gobierno fundamenta y responde que beneficiará al país y la región en diversas áreas, como la
economía, la conectividad y en la geopolítica. En primer lugar, el gobierno del MAS señala que
la construcción de la carretera es un proyecto estratégico para avanzar en la economía nacional,
ya que se conectaría y disminuiría el trayecto entre Beni y Cochabamba. De esta forma,
generaría un mayor acceso al mercado para los agricultores y cocaleros que son parte del
TIPNIS. Este hecho es sumamente importante para Evo y el MAS, ya que estaría cumpliendo
uno de sus compromisos con este grupo de indígenas de tierras altas, quienes representan uno sus
principales grupos de interés. Además señalan que aumentaría el desarrollo de pequeños
negocios y empresas emergentes de transporte que se encuentran en la entrada del TIPNIS en
Villa Tunari (Achtenberg, 2013).

En segundo lugar, el gobierno señala que tendrá implicancias geopolíticas para la zona,
ya que apuntaría a desarticular el poder de la élite hacendal que ha dominado la zona y los
habitantes por los últimos 50 años (Bernasconi y Rosas, 2012). Esto sería resultado de un mejor
acceso y más directo a Cochabamba por parte de los productores y agricultores de Beni. Al no
tener que pasar por Santa Cruz, se reduce el fuerte poder que poseen las élites de esa localidad y
de esta forma, se cambiaría la dinámica política tradicional de la región. Este efecto de la
carretera también es beneficioso para el MAS, ya que ayudaría a fragmentar a la oposición,
aislando los elementos oligárquicos y teniendo un posibilidad de aliarse por los interés
agroindustriales (Achtenberg, 2013).

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El conflicto que surge por la construcción de la carretera demuestra los desafíos y
contradicciones que presenta el gobierno del MAS para terminar con la histórica explotación y
subdesarrollo del país y de seguir respetando los derechos indígenas y medioambientales
establecidos en la nueva constitución. De esta forma, la carretera se percibe como un motor para
el desarrollo de políticas extractivistas, las cuales han sido altamente promovidas por el gobierno
para redistribuir estos recursos obtenidos a través de programas sociales (Achtenberg, 2013).
Esto último nace de la insatisfacción de las condiciones básicas de vida en el primer gobierno de
Evo Morales, es por ello, que se buscó una solución a mediano plazo, esta sería la
industrialización de los recursos naturales, así como la expansión de la explotación de estos, esto
con el fin de obtener más financiamiento para políticas que busquen mejorar la calidad de vida y
reducir la dependencia (Bernasconi y Rosas, 2012). Esta postura del gobierno se vio legitimada
puesto que se realizaron transferencias de las ganancias obtenidas en el proceso de
industrialización, a aquellos sectores más vulnerados, lo que se tradujo en reducción de índices
de pobreza y desigualdad (Bernasconi y Rosas, 2012).

5.2 EL CASO DEL POLÍGONO SIETE

El año 2009, colonos productores de coca, provenientes de las tierras altas, comenzaron a ocupar
parte del TIPNIS, lo que ahora es conocido como el ‘Polígono Siete’. La ocupación de este
sector del Parque Isiboro-Sécure, cuenta con una serie de implicancias tanto a nivel ambiental
como social, debido a las diferencias étnicas con el resto de quienes habitan el TIPNIS. A partir
de la polémica propuesta de construcción de la carretera que cruzaría el territorio indígena, y los
siguientes conflictos y reveses por parte del gobierno central, se decide realizar una consulta
previa a las comunidades del TIPNIS para votar la intangibilidad del parque. Cabe mencionar
que la carretera beneficia principalmente a los colonos del Polígono 7, debido a la cercanía con
Cochabamba y la cosecha de hojas de coca introducida en el sector. En este sentido, la
realización de la consulta previa estuvo acompañada de denuncias tanto de falta de información,
como casos de cohecho. (Fundación Solón, 2017).

Las denuncias públicas por parte de dirigentes indígenas hacia el gobierno de Morales no
se hicieron esperar, vislumbrando una diferencia no menor entre quienes apoyaban y quienes
estaban en contra de la realización de esta carretera. Coincidentemente calzaba la zona habitada
con la postura ante la problemática: quienes habitaban el polígono siete estaban a favor, a

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diferencia del resto de las 64 comunidades del TIPNIS. De hecho, varios de estos dirigentes
apuntaron a que el proceso de la consulta previa se realizó en la zona del polígono 7, dejando
fuera a otras comunidades del proceso. Esto habría llevado al resultado concluyente de la
consulta. Según Adolfo Chávez, Presidente de la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia
- CIDOB -, las autoridades del gobierno central deben entender que los originarios están de
acuerdo con la construcción de la vía , pero que esa misma debe ejecutarse por un lado de la
reserva ecológica. (Chávez, 2012, entrevista por Radio Erbol, Agosto 2012). Las presiones
políticas del gobierno de Evo Morales, tanto por la firma y acuerdo previo con una empresa
Brasileña OAS para la construcción de la carretera, como de las comunidades cocaleras en el
Polígono siete, derivan en una serie de prácticas durante el proceso de consulta del 2012 que
fueron altamente criticadas por las organizaciones internacionales. No se puede obviar la fuerte
relación que existe entre las comunidades indígenas del polígono siete y el oficialismo. Estos
grupos indígenas de tierras altas, son en su mayoría cocaleros y forman parte del círculo de
apoyo del MAS.

La zona del polígono siete, desde el año 2015, ha sufrido una deforestación de altas
proporciones lo que llevó a realizar un informe desde el Foro Boliviano sobre el Medio
Ambiente y Desarrollo - Fobomade. Cabe destacar que en el mismo año, la Oficina de las
Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito - UNODC -, en el marco del Programa de
Monitoreo de Cultivos Ilícitos - PMCI -, realizan en conjunto con el gobierno de Bolivia un
monitoreo general a las plantaciones de hoja de coca, evidenciando la ilegalidad en la
plantaciones presentes en el poligono siete del TIPNIS (UNODC, 2015). Así, se puede establecer
que para los indígenas de tierras altas, la protección del entorno pasa a un segundo plano al
ponderarse con el desarrollo de sus comunidades y los provechos económicos que se les puede
rendir. El caso del Polígono siete da cuenta que hay grandes diferencias entre los pueblos de
tierras altas y tierras bajas en cuanto al extractivismo y el uso de recursos naturales en función de
su provecho económico. Las comunidades cocaleras, tienen una relación importante con el
gobierno de Evo Morales y el MAS como partido transversal. Junto a esto, desde un punto de
vista étnico, los pueblos de tierras altas tienen una concepción distinta en cuanto al uso de los
recursos del medio ambiente y su entorno.

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6. CONCLUSIONES Y DISCUSIÓN.

Recapitulemos. Postulamos la hipótesis que en presencia de comunidades indígenas de tierras


bajas, el modelo de desarrollo del MAS - basado en políticas extractivistas - generaría conflictos.
Argumentamos que esto ocurriría debido a la importancia tanto simbólica del gas - el cual es
entendido como el elemento que permitirá a Bolivia industrializarse y romper su dependencia
respecto a los países desarrollados - y su importancia práctica - dado la baja tasa impositiva de
los bolivianos, la extracción de hidrocarburos es la única manera de financiar políticas de
redistribución y servicios sociales. En ese sentido, dado que, a diferencia de las comunidades de
indígenas de tierras altas, las de tierras bajas le otorgan una mayor importancia a su entorno y
tienen una relación más orgánica con este, ambos actores - el gobierno central y las comunidades
locales - tomarían actitudes confrontacionales. El caso del conflicto del TIPNIS permite ilustrar
nuestro argumento, en la medida en que se observa cómo en la mayoría del parque la iniciativa
de la construcción de la carretera es vista como una amenaza al estilo de vida de sus habitantes,
y, por lo tanto, es rechazada - algunas veces de manera violenta. Sin embargo, en la zona del
parque que está habitada por colonos de tierras altas la carretera es aceptada por amplia mayoría.

Lo anterior nos permite llegar a cuatro conclusiones. En primer lugar, nuestro marco
teórico nos permite estudiar un caso paradigmático bajo una nueva luz: tener en cuenta la
importancia del gas para el gobierno central y la del entorno ecológico para las comunidades
locales nos permite explicar por qué aún no se ha producido un acuerdo entre ambas partes. En
segundo lugar, a través de un process tracing del conflicto en torno a la construcción de la
carretera en el TIPNIS es posible entender cómo el gobierno de Morales ha privilegiado el
componente populista de su discurso a costa del reconocimiento de los derechos de las
comunidades indígenas locales. En tercer lugar, investigaciones como estas nos permiten
entender cómo los actores entienden sus propios intereses, y por qué le asignan importancia a
algunos mientras que dejan de considerar relevantes otros. Y, en cuarto lugar, este estudio
permite plantear algunas interrogantes que deberán ser desarrolladas en futuras investigaciones:
¿es posible generalizar a partir del caso estudiado? ¿es posible que en un futuro el gobierno del
MAS pierda totalmente su carácter étnico, pasando de ser un gobierno etnopopulista a uno
puramente populista? y, por último, ¿cómo afectará al conflicto por el TIPNIS la baja en la
popularidad del presidente Morales y su futura campaña por la reelección?

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7. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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