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Clase 7: El trauma en la obra de Freud | Cursos Virtuales APA 22/10/12 23:28

Hola Alejandro Criscuolo. Salir


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CLASE 7: EL TRAUMA EN LA OBRA DE FREUD CONTENIDOS RELACIONADOS A


ESTA CLASE
Dr. José Treszezamsky
BIBLIOGRAFÍA

Desde los comienzos de nuestra ciencia ha sido frecuente la confusión entre trauma y displacer, situación penosa, IMPRIMIR
dolorosa, malestar, pesar, aflicción, angustia, experiencia stressante, atormentadora, etc.

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Sin embargo, el estudio del concepto de trauma en la obra freudiana nos lleva fácilmente a la misma conclusión
que Anna Freud en 1965 [1], cuando dijo: “Como cualquier otro, yo también he tendido hasta ahora a usar el
MIS CURSOS
término ‘trauma’ en un sentido amplio; pero pienso evitar esto en el futuro”.
CONCEPTOS BASICOS DEL PSICOANALISIS

Llamamos traumática a aquella de las vivencias a las que una persona permanece fijada. Y además la persona no
sabe de esa fijación. Es decir hay dos características en el trauma: fijación e inconscientización.

Es decir que las características clínicas de un trauma son el olvido por la represión, y la fijación, es decir que de
algún modo el individuo no deja de pensar en esa situación, aún inconscientemente. Todo empieza a girar
alrededor del trauma, éste va atrayendo cada vez más y más pensamientos que entran en la red de ideas que ya
fueron asociadas al trauma y así por un lado el trauma adquiere más y más extensión y las representaciones
preconscientes que tienen alguna asociación por las leyes del proceso primario que imperan en el inconsciente,
van desapareciendo pues son atraídas por lo traumático inconsciente.

El trauma puede haberse producido, la fijación pudo haber ocurrido, y además pudo haber permanecido
inconsciente la vivencia, pero no es lo mismo que neurosis: para que ocurra la neurosis algo tiene que retornar de
lo reprimido. Sin fijación, ni inconsciente, no hay neurosis, pero pueden existir las dos y sin embargo no hay
neurosis. Hace falta un retorno de lo reprimido. Recordemos que el olvido es la condición de toda nuestra teoría
psicoanalítica, un suceso recordado no es traumático, no produce neurosis por lo cual concluimos fácilmente que
los intentos terapéuticos basados en los recuerdos de la infancia de los pacientes no darán resultado. Sólo lo
inconsciente en su retorno es capaz de hacerlo. Un Yo con suficiente fortaleza defensiva (lo que no equivale a
fortaleza del Yo) puede mantener bajo la represión los intentos de lo inconsciente producido por el trauma de
surgir a la acción y al recuerdo. Y entonces no tenemos ninguna manifestación de neurosis.

Tampoco se hace evidente muchas veces que el yo se empobrece de representaciones, salvo una que otra
aparición de un fracaso en recuperar algún recuerdo de algo ubicado desde la segunda infancia hasta la
actualidad. Esta situación de olvidos sin manifestación evidente es un simulacro de normalidad, aunque podemos
decir que ese sujeto es normal porque no hay síntomas, es como lo que Freud describe en el “estado de salud
aparente”. En ese sentido es normal aparentemente, por falta de síntomas, pero el sujeto está fijado al trauma.

Pero si bajo determinadas circunstancias la capacidad de represión del yo se empobrece, o la fuerza pulsionante
de lo reprimido recibe algún refuerzo que aumenta su poder, entonces emerge lo reprimido, más o menos
deformado por acción del proceso primario. Ahí decimos, ya sin dudas, que el sujeto padece una neurosis. Sin
embargo el sujeto puede estar bajo esas condiciones y no ser neurótico sino sólo tener una manifestación del
retorno de lo reprimido dentro de la normalidad absoluta. Me refiero a los sueños.

Debe quedar claro que la situación vivida no es en sí traumática sino que adquiere ese carácter sólo si ha
producido un trauma en un sujeto. Es así que una experiencia puede no ser traumática en el momento en que se
la vive pero luego, horas, días, semanas, o meses después, cuando se la conecta con otra situación, adquiere el
valor de traumático. Ocurre como el caso en el cual se le cuenta un chiste a una persona y no le causa gracia
porque no lo entiende. Luego se separa del que se lo relató y repentinamente, estando solo, un tiempo después,
comienza a desternillarse de la risa. ¿Qué pasó? Es que ahora conectó el relato del chiste con su significado, le dio
el sentido que lo hacía gracioso, y ahora es el momento en que surte efecto el relato.

Lo que es traumático para una persona no lo es para otra. Esto es esencial. No se puede calificar de traumática
una experiencia desde “afuera”; no se debe a la “intensidad” del hecho, depende del valor que le dé el sujeto y
del estado de su aparato protector contra estímulos, tema importantísimo sobre el cuál hablaremos luego. Pero lo
que hay que destacar, entonces, es que el trauma es individual.

Bueno, no exageremos. Encontramos en la obra de Freud dos oportunidades en que parece desmentir esta

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afirmación: manuscrito [2] o en “Cartas a Wilhelm Fliess”, Paranoia [3], y en Personajes psicopáticos en el
teatros [4]; en ambos hay una cita tomada de una obra de teatro de Lessing:Emilia Gallotti: acto IV, escena 7:
“Quien en ciertas circunstancias no pierde su entendimiento <<es que no tiene ninguno que perder>> “. A veces
está citado como “Quién en ciertas circunstancias no pierde la razón es que no tenía ninguna razón que perder”.

Es decir que los seres humanos comparten ciertos talones de Aquiles que son universales, que son traumas
universales ineludibles y en la obra de Freud están mencionados en distintos lugares:

1)El nacimiento;
2)La pérdida de la madre como objeto;
3)la amenaza de pérdida del pene;
4)El descubrimiento de la diferencia sexual anatómica una vez que el niño cae bajo la represión, lo cual lo lleva a
crear las teorías sexuales infantiles;
5)La pérdida del amor del objeto;
6)El final del complejo de Edipo, como el mayor trauma de la vida sexual infantil y su heredero: el superyó la
mayor formación reactiva contra él.

Para decir que se llevó a cabo un trauma tiene que producirse una represión. En cierto modo Freud emparienta a
ambos muy estrechamente cuando dice: “…es posible, con buen derecho, caracterizar a la represión, que está en
la base de toda neurosis, como reacción frente a un trauma, como neurosis traumática elemental. [5]”

Encontramos entonces que para que haya trauma debe haber represión, una fractura en el yo. ¿En qué consiste
esa fractura?. En la inconscientización de ciertas representaciones ligadas con la situación que resultó
traumática. Pero, ¿por qué resultó traumática?.

Porque la intensidad del estímulo sobrepasó la posibilidad de asimilarlo, de elaborarlo. ¿Y cómo se consigue esto
último? Ligando el estímulo a representaciones preconscientes.

Pero si un individuo ya tiene muchas represiones previas tiene menos representaciones preconscientes disponibles
para ligar los estímulos y por lo tanto está más expuesto a traumas. Por lo tanto, a más represiones o cualquier
otro mecanismo de defensa, más exposición a un trauma.

Muy bien, ahora estamos entrando en dos temas fundamentales: las defensas y el aparato protector contra
estímulos.

¿Qué son los mecanismos de defensa? Son todas defensas patológicas.


De las defensas debemos tener bien claro que la represión es una defensa patológica pues, como todo
mecanismo de defensa, aleja de la realidad. Esto fue visto claramente por Freud desde los inicios: “…el yo se ha
defendido de la representación insoportable….se arranca de la representación insoportable, pero se entrama de
manera inseparable con un fragmento de la realidad objetiva, y en tanto el yo lleva a cabo esta operación, se
desase también, total o parcialmente, de la realidad objetiva [6]”, y a lo largo de toda su obra: “…los
mecanismos de defensa merecen realmente el nombre con que se los designó al comienzo, antes de ser
investigados con precisión; sonresistenciasno sólo contra el hacer-concientes los contenidos-ello, sino
también contra el análisis en general y, por ende, contra la curación.[7]”

Freud lo tenía claro y por eso muchas veces la denominaba directamente “represión patógena”. Y patógena
porque la represión es el fundamento, el shibolet, de la psicopatología, lo que permitió explicar los síntomas, y
por lo tanto del psicoanálisis. Con cada represión el yo pierde una parte del preconsciente, una parte de sí mismo
que cuando retorna de lo inconsciene como síntoma, sueño o transferencia, no es reconocida como propia.
Entonces el concepto es que defensa patógena es aquella que produce inconscientización. La represión es el
prototipo de defensa patógena; la meta de toda defensa es llegar a ser represión. A veces no se llega a eso y el yo
se defiende de otros modos: desplazamiento, proyección, aislamiento, etc., pero siempre con la finalidad de
llegar a la inconscientización.

Pero no todas las defensas son patógenas. Hay defensas normales. Por ejemplo, en una carta a Romain
Rolland[8] describe la defensa que debe llamarse normal: Admisión > reflexión> juicio> y acción acorde a fines.
En todo esto no hay inconscientización.

En la obra de Freud estas son las defensas normales:

a) lucha, descarga motriz inespecífica o específica para bajar la cantidad de excitación. Esta reacción motriz
puede llegar a ser reemplazada por la descarga verbal, un sustituto de la acción.
b) fuga, alejamiento del displacer, pero el recuerdo no es tan intenso como para defenderse de él.

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c) elaboración psíquica o también llamado procesamiento, ya tenido en cuenta antiguamente en su obra (1893)
como la frase siguiente: “el mecanismo psíquico sano tiene por cierto otros medios para tramitar el afecto de un
trauma psíquico, por más que le sean denegadas la reacción motriz o la reacción mediante palabras: el
procesamiento asociativo, la tramitación por medio de representaciones contrastantes. Si el ofendido no devuelve
la bofetada ni insulta, puede sin embargo aminorar el afecto de la ofensa evocando en su interior unas
representaciones contrastantes sobre su propia dignidad y la nula valía del ofensor, etc.[9]” y citado por el editor
de la Standard Edition en un comentario a un trabajo de 1933[10].
d) juicio de condenación, desestimación por el juicio, o quizás mejor, juicio crítico pues puede decidir
condenar el impulso o darle vía adecuada. Es un proceso psíquico que ocurre cuando el yo se encuentra con un
contenido recuperado de la represión y decide;
e) el aparato protector antiestímulo constituído por:
atención, hipercatexis de una representación preconsciente. La distracción predispone al trauma.
representaciones de expectativa o apronte angustiado, son las representaciones preconscientes disponibles para
ser conectadas con los estímulos. Si el estímulo no se puede ligar a ninguna representación preconsciente, es
traumático. Cuántas más representaciones preconscientes tenemos, menos posibilidad de trauma.
percepción intermitente: porque hasta que la excitación que arriba al aparato no sea ligada a una representación bloquea
el acceso a otras excitaciones. La sensación de continuidad que tenemos en la percepción es una elaboración secundaria,
como ocurre con los cuadritos de celuloide de las películas.
Freud considera defensas normales a todas aquellas que no provocan una ruptura en el Yo, que no le hace perder
representaciones preconscientes. No las llama exitosas, porque la expresión “defensa exitosa” la utiliza para
cuando la represión consigue su objetivo: por ejemplo: el período de salud aparente de la infancia, de la latencia
en el neurótico obsesivo, lo llama de defensa exitosa, o, en su trabajo Sinopsis de la Neurosis de
Transferencia[11] lo llama Completud. Podríamos decir que la defensa exitosa es un triunfo de las defensas
patológicas.

Dentro de este contexto, la sublimación no es una defensa normal. Es tan patológica como cualquier otra, sólo
que no tiene el ruido de las otras porque la pulsión está desexualizada. Por eso cuando uno fuerza a un individuo a
abandonar una defensa patológica cualquiera provoca malestar, displacer, angustia; en cambio, cuando impide la
actividad sublimatoria no aparecen esas manifestaciones porque la pulsión está desexualizada.

I. Su relación con la represión. Tiempos del trauma y la represión: fijación o represión originaria; defensa
exitosa; fracaso de la defensa y retorno de lo reprimido.

El factor económico, dinámico y estructural del trauma. El trauma ¿tiene o no tiene contenido psíquico o
representaciones?Traumas individuales y Universales.Efectos del trauma.

La compulsión a la repetición: estructuralmente la repetición se instala como un mandato inconsciente, como un


ideal a repetir, y por lo tanto actúa en concordancia con el superyó.

Sabemos por La Represión[12] de los tiempos de este mecanismo de defensa que incluyen la inconscientización, la
fijación, los efectos secundarios de la represión originaria (o represión secundaria) que caen sobre los derivados; y
posteriormente la posibilidad del retorno de lo reprimido. Nadie puede negar que del trauma podemos decir
exactamente lo mismo. Y en la evolución de la obra freudiana nos encontramos con el fenómeno de que cuando
deja de poner el acento en el trauma es que pone el acento en la represión, para terminar en 1918 explicitando,
en el artículo ya citado, que la represión es una neurosis traumática elemental.

Esta represión de la que habla Freud no es fundante del inconsciente, salvo que querramos decir del inconsciente
reprimido con lo cual coincidiríamos sin ningún problema. Pero el inconsciente es creado por el “principio de
adecuación a fines”[13], principio que permite diferenciar el proceso primario del secundario, que permite
funcionar de acuerdo a las leyes de uno u otro pasando sin obstáculos. Justamente en ese límite que se establece
normalmente entre un principio y otro, entre consciente e inconsciente, es que podrá instalarse luego la
represión y los efectos del trauma: “La represión no es un mecanismo de defensa presente desde el origen; no
puede engendrarse antes que se haya establecido una separación nítida entre actividad conciente y actividad
inconsciente del alma…[14]”

Se ha discutido últimamente acerca de si el trauma deja o no representaciones. Podríamos decir que no deja
representaciones preconscientes, pero no podemos decir lo mismo de las inconscientes. Justamente lo
inconsciente reprimido lo es por ser traumático y esas representaciones reprimidas son las que vamos a descubrir
en un tratamiento psicoanalítico. El inconsciente está formado por representaciones o no hay inconsciente. El
psicoanálisis se ocupa de las representaciones inconscientes, de lo reprimido por lo traumático, y si consideramos
que una patología no tiene representaciones inconscientes lo que cabe es derivar al paciente al médico o a otro
tipo de terapia pero no cabe tomar en análisis un paciente cuyo analista considera que no tiene representaciones
reprimidas. En la transferencia, los sueños de neurosis traumática, los juegos infantiles, la neurosis de destino, los
síntomas, se ve perfectamente que los traumas tienen contenido y que no se repite cualquier cosa, sino sus
contenidos, iguales, o modificados por las defensas.

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Recordemos que la repetición es una forma de recordar: repite en lugar de recordar, pero para Freud esto no es
antagonismo pues la misma repetición es un modo de recordar[15].

Insistimos en diferenciar el hecho externo, la situación, de lo que provoca en el sujeto. El trauma no es medible
por el observador ajeno, el trauma es sólo trauma para el que lo vive. O de otro modo podríamos decir: el trauma
no es un hecho, es una vivencia. La situación en sí no es traumática, pero puede ser traumatogénica. Esto está
ligado al factor individual del trauma.

Al psiquismo sólo llega cantidad, la cualidad se la da el psiquismo. En la conciencia hay una especie de filtro de
intensidad del aflujo de excitación, es decir, la conciencia sólo toma muestras del mundo exterior, y además el
aparato perceptor conciencia, no ofrece ninguna resistencia al paso de la excitación, y por lo tanto no deja
ninguna huella en él. Una vez descargada la conciencia, queda libre para otras excitaciones sin haber quedado
modificada. El ejemplo es lo que llamamos la Pizarra mágica o el Block maravilloso. Uno escribe sobre la
superficie. Cuando la hoja que está debajo de la superficie se desliza hacia afuera y adentro, queda libre de
inscripción, está preparada para otras inscripciones. Por eso Freud dice que la conciencia es el aparato perceptor
del psiquismo, no es imprescindible para decir que hay psiquismo: puede haber psiquismo sin conciencia. La
conciencia es un epifenómeno y el verdadero psiquismo es descriptivamente o dinámicamente inconsciente.

Con respecto a la defensa primariadebemos aclarar que con reacción primaria nos referimos a la búsqueda de la
descarga. Todo el trabajo es librarse de la excitación. Como en un principio la excitación provenía del exterior,
con sólo una reacción muscular inespecífica se puede librar. Luego se logra una reacción específica sin provocar
tanto gasto de descarga muscular, por ejemplo en lugar de llorar y gritar y agitarme porque la luz me molesta los
ojos, sólo hago una descarga de los grupos musculares del orbicular de los párpados y la descarga me sirve
también para cortar el aflujo de estímulos.

Pero con la evolución, las excitaciones terminaron internalizándose; son los llamados impulsos instintivos y ahora
hay que hacer mucho más trabajo para librarse de ellos, un trabajo específico y contínuo. Como los estímulos
externos son discontinuos y los internos son contínuos, Freud llama a los instintos o pulsiones [16] (este último
término parece haber sido introducido por Hartman para adecuarlo a su teoría de la Psicología del Yo y este autor
dice que Freud diferencia muy bien entre ambos términos pero no dice dónde hace esto Freud) como los factores
del desarrollo del psiquismo, siguiendo el principio de que la función hace al órgano. Si la defensa primaria, es la
búsqueda del aparato psíquico de no percibir los recuerdos dolorosos siguiendo el principio del placer, Freud nos
dice que tiene un peligro porque nos desatiende para evitar la repetición. Entonces el sistema Prec/Cc, adecuado
a fines (es decir, regido por el principio de realidad que no se opone al del placer), será un sistema capaz de
soportar cierto grado de tensión que le permita soportar el recuerdo penoso y hacer lo adecuado para huir de él o
prevenirlo. La defensa primaria, aquella que responde al principio del placer es el modelo de la represión, pero
no es la represión en sí misma aunque quiere desalojar, como ella, la percepción de lo doloroso.

Grupos de factores que condicionan un trauma:


actor individual: Habíamos dicho que lo que es traumático para un individuo no es traumático para otro, que no
es el hecho objetivo, real, actual lo traumático, sino la vivencia del individuo. Y acá viene al caso intercalar la
cuestión económica y estructural que influye en el trauma y que provoca el trauma. Repitamos: para ser
considerado trauma la experiencia tiene que provocar una fractura en el yo. El factor económico lo entendemos
como que la excitación no se encuentra en el aparato psíquico con suficientes representaciones de expectativa
preconscientes para ligarla: eso es lo económico, la disponibilidad de representaciones preconscientes
insuficientes para ligar la excitación entrante al aparato. Y son insuficientes o porque no las tiene o porque no
están suficientemente catectizadas, como cuando uno está distraído en otra cosa. Estamos acostumbrados a
considerar al ideal del yo o superyó como la condición de la represión, pero Freud advierte en Inhibición, Síntoma
y Angustia[17] que de este modo se le quita peso al factor cuantitativo de la represión, es decir, el exceso de
excitación en relación con la disponibilidad de representaciones disponibles. Entonces tanto el trauma como el
superyó son condiciones de la represión, de la inconscientización. Ustedes podrán observar una cierta
equivalencia, acercamiento que descubre Freud entre trauma y represión.

El factor individual se debe a que hay elementos de lo que llamamos serie complementaria que hacen que para
cada uno, haya una variedad de factores distintos que le dan valor traumático a una experiencia. Incluso muchos
traumas no se desencadenan en el momento de vivenciar una experiencia sino un tiempo después, cuando el
individuo relaciona ese trauma con algo conflictivo inconsciente. Lo que no fue traumático en su momento se
puede volver traumático en otro momento: un ratito después, unos días después o unos meses después. Es como
esos individuos a quienes se les cuenta un chiste y no lo entienden y se van caminando pero a las dos o tres
cuadras uno ve que de golpe se muere de risa porque ahora entendió el chiste. Así ocurre con muchos traumas.

El superyó, erigido en la situación traumática del final del complejo de Edipo, marca del mayor trauma infantil
que impuso la renuncia al amor edípico y la evitación de la lucha contra el rival, impone frustraciones. Entonces,

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si el aparato psíquico incorpora esa prohibición externa como una instancia psíquica a la cual nos sometemos, se
altera el principio del placer y la renuncia instintiva ya no duele sino que puede traer placer: el yo en lugar de
sentir dolor puede llegar a invertir ese sentimiento y sentir ese placer particular que llamamos incremento de
autoestima, orgullo, orgullo por ser nenes obedientes al superyó como en la infancia nos aplaudían cuando éramos
más buenitos[18].

Es decir, el psiquismo se enfrenta con dos situaciones: las prohibiciones externas y luego la incorporación de ellas
como prohibiciones internas, incorporación que estamos demasiado acostumbrados a considerar normal.

De las primeras podremos huir, desobedecerlas o tener que obedecerlas a regañadientes pero seguimos deseando,
es decir, no se altera el principio del placer, como máximo nos frustramos, cosa que no es infrecuente en la vida
pero no por eso es un trauma. De las segundas, las internas, no podemos huir, las llevamos dentro; es origen de
los sentimientos de culpa, de inferioridad y de angustia y también del orgullo cuando cumplimos sus imperativos.
Y todo esto está originado en el gran trauma infantil del complejo de Edipo; marca su finalización o mejor dicho,
su congelamiento.

Entonces queda claro que no es lo mismo para el aparato psíquico la prohibición externa y la interna.

Decíamos que Freud relacionaba trauma y represión. Y por eso no nos sorprende que cuando habla delos tiempos
del trauma y de la represión se refiere a los mismos mecanismos: fijación, represión originaria, represión
propiamente dicha, éxito de la defensa, fracaso de la defensa, retorno de lo reprimido obedeciendo a la
compulsión a la repetición. Pero esta tendencia de lo orgánico a la compulsión a la repetición, que está en la base
del trauma y que vió en los sueños de neurosis traumática, vuelve a ser reencontrada en otras situaciones: las
neurosis de destino, los juegos infantiles y por fin, la neurosis de transferencia. Esto es importantísimo para los
analistas porque descubrimos que todo el desarrollo de la relación con el analista que creímos que significaba una
resistencia a recordar lo pasado, era sin embargo, una repetición del mismo pasado. El paciente no recuerda pero
actúa. Ya no nos encontramos sólo con palabras, sino con escenas que se van desarrollando. Y esa escenas son la
neurosis que vamos a tratar, porque el relato de las otras escenas que describe el paciente son sólo eso en la
sesión, un relato, un contenido manifiesto. Si el paciente me habla de su eyaculación rápida y a los dos minutos
deja de hablar y me dice: Ya acabé, eso es todo, ahí tengo presente, en un acto su eyaculación rápida. Y eso es el
objetivo de su análisis, su neurosis de transferencia, y como sabemos que responde a la compulsión a la
repetición, poder reconstruir el sentido sexual infantil de esa dramatización en el análisis, porque Freud descubrió
que ningún condenado puede ser ejecutado en ausencia o en foto: tiene que estar presente, y la neurosis de
transferencia es el modo de estar presente.

Y esto, descubierto clínicamente por Freud con cierta molestia porque lo obliga a modificar sus teorías anteriores
de un aparato psíquico que se guiaba por el principio del placer, por la conveniencia, era una observación ya
hecha en la antigüedad y no es extraño que la encontremos en la Biblia, en el Eclesiastés:

1:4 Una generación se va y la otra viene, y la tierra siempre permanece.


1:5 El sol sale y se pone, y se dirige afanosamente hacia el lugar
de donde saldrá otra vez.
1:6 El viento va hacia el sur y gira hacia el norte; va dando vueltas y vueltas, y retorna sobre su curso.
1:7 Todos los ríos van al mar y el mar nunca se llena;
al mismo lugar donde van los ríos, allí vuelven a ir.
1:8 Todas las cosas están gastadas, más de lo que se puede expresar.
¿No se sacia el ojo de ver y el oído no se cansa de escuchar?
1:9 Lo que fue, eso mismo será; lo que se hizo, eso mismo se hará:
¡no hay nada nuevo bajo el sol!
1:10 Si hay algo de lo que dicen:
“Mira, esto sí que es algo nuevo”,
en realidad, eso mismo ya existió
muchísimo antes que nosotros.
I:11 No queda el recuerdo de las cosas pasadas,
ni quedará el recuerdo de las futuras
en aquellos que vendrán después.

Acá encontramos olvido y repetición indisolublemente unidos. Esto está en la base de la repetición del trauma.

II.1-El trauma instala una forma de memoria. Formas de la memoria: recuerdos, acting out o neurosis de
transferencia. Relación entre trauma e instinto.
2; El trauma y su relación con el síntoma, la alucinación, el sueño y la transferencia.
3- La modificación de toda la estructura psíquica en un trauma: yo, ello, superyó.

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1-El trauma instala una forma de memoria. Formas de la memoria: recuerdos, acting out o neurosis de
transferencia. Relación entre trauma e instinto.
Ya dijimos en alguna oportunidad: Freud no escribió nada sobre la memoria, pero se la pasó escribiendo sobre el
olvido. Y al fracasar el olvido se la pasó escribiendo acerca de otras formas de memoria, que son el fundamento
de los estudios psicoanalíticos:

Los instintos son formas de memoria, una memoria de la especie.

Los síntomas son formas de memoria, memoria del retorno de lo reprimido (Freud los llama “monumento
conmemorativo”) y luego veremos que no es la única forma.

El Yo de cada uno de nosotros es una forma de memoria: memoria de un primitivo lazo afectivo, de
identificaciones.

Los sueños de neurosis traumática, y extendiéndolo, todos los sueños, son formas de memoria y por
último: “Cuanto más ahondamos en el análisis de los sueños, con tanto mayor frecuencia nos ponemos sobre la
huella de vivencias infantiles que desempeñan un papel, como fuentes del sueño,[19]”

El acting out o transferencia es una forma de memoria: repite para no recordar y/o repite como una forma de
recordar.

Ahora se justificaría que cuestionemos esta idea de que Freud no escribió sobre la memoria.

Si todo esto es una forma de memoria es que se basan en experiencias individuales y de la especie que han dejado
huellas. Pero ¿dónde?.

En la conciencia no deja huella ninguna experiencia. Si fuera así cada nueva percepción quedaría desfigurada por
la anterior. Tenemos el ejemplo del Block Maravilloso o la Pizarra Mágica que muestra que queda libre una y otra
vez para recibir nuevas marcas que serán borradas inmediatamente.

Las huellas quedan en el Inc. y en el Prec. Las representaciones preconscientes son representaciones
representantes de huellas inconscientes. Pero si ocurre una represión, o sería lo mismo decir, un trauma psíquico,
la representación preconsciente queda imposibilitada de ser enfocada por la hipercatexis de la atención, o
digamos de otro modo, ya no es accesible. Del peligro de esta situación hablamos antes: la represión y los
mecanismos de defensa eliminan representaciones preconscientes y exponen al Yo a nuevas situaciones
traumáticas porque las representaciones preconscientes forman parte del aparato protector contra estímulos.

A esto nos referimos cuando hablamos de que el trauma barre las representaciones: nos referimos a las
preconscientes y por consecuencia lógica a la posibilidad de que tengan acceso a la hipercatexis de la atención. El
trauma no afecta la huella o representación inconsciente, más aún, el trauma y la represión garantizan que no se
van a desgastar, van a permanecer igual.

Cuando el Inc. por distintos motivos compele a repetir una experiencia reprimida, fuerza a hacerlo de un modo
que no se reconoce la situación original porque ha caído bajo la represión.

Esto es un concepto fundamental: el trauma deja huella, si no, no lo sería. Deja una huella con garantía de
imborrable. Sólo la concientización permite el desgaste de la huella. Es el ejemplo arqueológico de Pompeya.

Y esa huella inconsciente es la que tiende a repetirse en los instintos, en el Yo, en el síntoma, en los sueños y en
la transferencia.

2- El trauma y su relación con el síntoma, la alucinación, el sueño y la transferencia.


La relación del síntoma con el trauma ya fue establecida desde los comienzos del psicoanálisis que considera que
hay una historia oculta detrás de cada síntoma. Éste es una forma de retorno de algo reprimido porque fue
traumático. No hace falta extendernos acá acerca de esto, merecedor de un lugar aparte para su estudio. Pero no
podemos soslayar esta relación y el sentido de memoria que tienen los síntomas. Si hubo un trauma en su origen,
si es una forma de memoria, si se pueden leer, entonces no podemos negar que el trauma deja una inscripción
legible, y debemos rechazar la idea de que desaparecen las representaciones.

Para entender al sueño hay que entender la alucinación y por lo tanto entender el juicio de realidad. El juicio de
realidad es una deducción inconsciente permanente, es el primer acto científico que consiste en diferenciar lo
interno de lo externo. Para Freud esto se logra a través de una prueba: la huída motriz. Si ante un estímulo puedo

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emprender la huída motriz a este estímulo lo considero de orígen externo pero si fracaso en ese empeño lo
considero interno.

Pero lo podemos considerar de otro modo: porque desde el comienzo de nuestras vidas tenemos modos de defensa
ante los estímulos internos y no podemos huir de los externos, ante los cuales necesitamos la ayuda de un auxiliar
ajeno, es decir, estamos totalmente desvalidos. Entonces, como el juicio de realidad se establece desde la
infancia, Garma llega a la siguiente deducción: si ante un estímulo puedo huir de su percepción es de origen
interno, y si no puedo huir de su percepción es de origen externo.

Nos encontramos ante una situación en la cual estamos obligados a percibir un estímulo porque no podemos huir
de él. Esa situación de estar obligados a percibir algo ocurre ante un estímulo externo por su intensidad y ante un
estímulo interno cuando las defensas ante él disminuyen lo suficiente. Y esto ocurre durante el dormir, momento
en el cual nos defendemos de estímulos exteriores para no ser molestados y descansar y se aflojan las defensas
con- tra estímulos internos hasta que llega el momento en que aparece el sueño. Ese conocimiento de que al
dormir se aflojan las defensas ante los estímulos internos hace que en muchos individuos surja un tipo de insomnio
que es una búsqueda de evitar el soñar que saben que va a ser angustioso por no poder deformar suficientemente
las situaciones traumáticas.

Durante el dormir, llega un momento determinado en el cual los estímulos internos ya no pueden ser evitados y
entonces, más o menos deformados, porque las defensas no desaparecen del todo y porque son estímulos
sometidos al proceso primario, entonces, comenzamos a tener percepciones y soñamos. Esta explicación
debemos considerarla más específica del sueño que la de Freud,como una simple realización de deseos: un
sueño es una alucinación durante el dormir y ocurre porque unos estímulos se imponen al Yo.

Por eso cita al Martín Fierro:


” Jamás mi lengua podrá
expresar cuánto he sufrido:
en ese encierro metido,
llaves, paredes, cerrojos,
se graban tanto en los ojos
que uno los ve hasta dormido!

Estos estímulos durante el soñar son traumáticos, y por lo tanto los sueños son alucinaciones de situaciónes
traumáticas con tendencia a ser enmascaradas por la realización de deseos. Bueno, acá seguirmos siendo 100%
freudianos: “el cumplimiento o la realización de deseos comparte con las resistencias la responsabilidad de la
desfiguración”[20], y por lo tanto no es específico del sueño como lo es la alucinación.

Pero la génesis freudiana de la teoría traumática del origen de los sueños, no es ajena tampoco al tema del primer
seminario dictado en la APA sobre el Más allá del principio del placer. Cuando Freud se ocupa de la compulsión a
la repetición hace referencia al juego infantil, a la neurosis de destino, a la transferencia y a los sueños de
neurosis traumática, y con respecto a estos últimos recordamos que dice:

“Pero los sueños de los enfermos de neurosis traumática no pueden incluirse en el punto de vista de la
realización de deseos y muchos sueños que aparecen en los tratamientos psicoanalíticos y que nos vuelven a traer
el recuerdo de los traumas psíquicos de la niñez obedecen más bien a la compulsión a la repetición, que en el
psicoanálisis es apoyada por el deseo – no inconsciente- de hacer surgir lo olvidado reprimido. Así tampoco la
función de los sueños, suprimir por medio de la realización de los deseos los motivos de la interrupción del
dormir, sería una función primitiva, no pudiendo apoderarse de ella hasta después de que la total vida anímica
ha reconocido el principio del placer. Y si existe un ‘más allá del principio del placer’ sería lógico también
admitir una prehistoria para la tendencia realizadora de deseos de los sueños, lo que no contradice en nada la
posterior función’ y luego, Freud agrega: “Pero, una vez admitida la excepción a esta tendencia, se plantea una
pregunta: ¿No son posibles aun fuera del análisis sueños de esta índole, que en interés de la ligazón psíquica de
impresiones traumáticas obedecen a la compulsión de repetición? Ha de responderse enteramente por la
afirmativa”.

Es decir que mientras uno duerme, hay una serie de pensamientos para los cuales las defensas están disminuídas y
ante los cuales no tenemos posibilidad de utilizar el aparato protector contra estímulos. Por lo tanto esos
pensamientos devienen traumáticos y debido a esto el Yo debilitado del sujeto, considera a dichos pensamientos
no como fantasías sino como realidades ambientales exteriores a él, con lo que comete el error del juicio de
realidad. Es decir que mientras soñamos, estamos sometidos a una situación traumática. Eso lo pueden mostrar los
fisiólogos investigadores del soñar y del dormir: toda la serie de reacciones orgánicas y químicas propias de una
situación traumática ocurren durante el soñar y los que han hecho guardia hospitalaria recordarán la aparición
entre las dos y las tres de la madrugada de los pacientes con una urgencia médica desatada durante el dormir, por
ejemplo, ataques de asma. Además, si uno repasa los sueños analizados por Freud encontrarán el curioso
fenómeno de que aunque en teoría, mantenía la realización de deseos, sin embargo en los sueños interpretados

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Clase 7: El trauma en la obra de Freud | Cursos Virtuales APA 22/10/12 23:28

siempre se encontraba la situación traumática, como por ejemplo en el sueño de inyección a Irma el sentimiento
de culpa desencadenado el día anterior ante la frase:

Está bien, pero no del todo. El mismo Freud entiende que explicar ese sueño como una realización de deseos es lo
mismo que la pobre defensa del hombre ante la queja de su vecino a quién había devuelto averiado un caldero: en
primer lugar se lo devolvió intacto, en segundo lugar el caldero ya estaba averiado cuando se lo prestó y en tercer
lugar nunca le había prestado un caldero: con defensas como esas no hace falta una acusación. Es decir que el
sueño es un intento fallido de realización de deseos pero fundamentalmente, en su origen, en su génesis, hay una
situación traumática que genera la alucinación y que no deja descansar al sujeto.

La relación de la transferencia con el trauma y su repetición compulsiva permitió un desplazamiento del sentido
de la primera, desde un valor de resistencia al recuerdo hasta el valor de una manera de recordar. El pasado está
ante nuestros ojos, y justamente aquello más considerado como algo actual en la transferencia, eso mismo es una
manera de hacer presente, de mostrar que el pasado sigue siendo presente, lo olvidado. Por eso Freud considera
un disparate llamar psicoanálisis a una terapia que no reconstruya lo reprimido originariamente, pues considera
que la transferencia es la presencia de esa represión primaria que sucumbió al olvido por los traumas infantiles
que culminan al final del complejo de Edipo.

3- La modificación de toda la estructura psíquica ante el trauma:


En primer lugar aclaremos que quien padece el trauma es el yo. Porque es el yo el que padece una ruptura en su
contenido por el trauma. Esa ruptura contiene los acontecimientos traumáticos que quedan grabados en el
psiquismo. Esto hay que decirlo bien claro y no cansarnos de repetirlo: para Freud el trauma deja inscripción,
tiene contenido psíquico, y si algo no tiene contenido psíquico, si hay algo que suponemos que no deja inscripción
inconsciente, nosotros analistas, que tenemos como objeto de estudio al inconsciente, no tenemos nada que
hacer. El inconsciente es representaciones, o no es nada. Hay un movimiento resistencial en el psicoanálisis que
le quita contenidos psíquicos al inconsciente. El analista trabaja per via di levare, no per via di porre. El
pensamiento freudiano se ocupa del análisis de los contenidos del inconsciente, es decir, lo genuinamente
psíquico. Desde esta idea se mantiene el concepto freudiano de que el inconsciente, y los instintos, que son su
núcleo, es el eslabón entre lo psíquico y lo orgánico.

La represión agrega contenidos psíquicos a lo inconsciente y ella misma es una neurosis traumática
elemental [21], por lo tanto el trauma está íntimamente relacionado con el shibolet del psicoanálisis. Si hay
represión hay lo reprimido. Si el psicoanalista trata a un paciente es que considera que hay contenido psíquico.

Sigamos con las ideas que estamos desarrollando: el trauma no sólo tiene contenido psíquico sino que produce un
efecto muy particular: crea en el psiquismo una compulsión a repetir la vivencia o el hecho traumático, y no
cualquier otro. La reacción del psiquismo provocará una repetición idéntica o disminuída o modificada de lo
traumático, como en los ejemplos elementales del caso del estallido de una bomba que se puede transformar en
zumbidos de oído o escotomas centelleantes, o el traqueteo del tren que retorna toda la noche al dormir.

Entonces tenemos en el trauma un efecto sobre el psiquismo que podemos describir así:

Una experiencia tiene fuerza suficiente para “perforar la barrera antiestímulo” y provoca una abolición del
principio del placer porque no hemos podido ni podemos apartarnos de su acción.

-Una parte del psiquismo inconsciente, la que fue creada por la perforación de la barrera y que tiene
representaciones que no pueden ser representadas preconscientemente, se constituye enuna instancia
parásita creada por el trauma, que en un principio queda olvidada, sin acceso a la conciencia pero que obliga a la
repetición. Luego volveremos sobre el tema de la instancia parásita[22].

-Pero por estímulos externos o internos esa instancia parásita olvidada somete al yo, El yo sometido a esta
instancia repite lo que se le exige y vive como ajena a esa repetición, es decir, lo siente como que viene del ello:
es un síntoma. Ya quedó expropiado del Yo una parte de su territorio.

-Pero el mismo Yo trata de defenderse de la compulsión a la repetición de distintos modos: tratando de dominar
el influjo de esa repetición, de comprenderla y de ese modo domeñarla. Es el Yo del paciente que se ocupa de
hacer girar alrededor del recuerdo la mayor cantidad de representaciones posibles para comprender lo sucedido e
integrarlo al resto del yo. “Qué es lo que pasó, que hice yo, por qué no me dí cuenta, qué culpa tengo yo en lo
que ocurrió, etc.”

- También el Yo tratará de deformar el trauma (mecanismos de defensa), de encubrirlo, de darle forma coherente
con el resto del yo, etc., aún a veces a cambio de un alto costo. Incluso puede llegar a deformar el trauma hasta
darle aspecto placentero o banalizarlo con la finalidad de seguir sometido a él, como en la famosa propaganda de
un analgésico que consistía en una cabeza pelada llena de clavos, tornillos, alfileres de gancho, ganchos de

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Clase 7: El trauma en la obra de Freud | Cursos Virtuales APA 22/10/12 23:28

perchas, etc., mientras el individuo ponía una sonrisa estúpida. La propaganda tenía el significado de que los
traumas representados por esos elementos no provocaban dolor, es decir, lograban evitar una reacción vital
contra algo agresivo. El trauma permanecía pero él no es sensible a eso. Acá descubrimos que el dolor es, en
primer lugar, una manifestación vital contra cualquier injerencia nociva al yo.

-Por último, en el trauma intervienen fuerzas instintivas tanto del instinto de vida o Eros como del de muerte. Los
síntomas resultantes son manifestaciones de un simultáneo sometimiento y defensa con respecto a la situación
traumática y a la instancia psíquica parasitaria. El síntoma tendrá un contenido sexual y un contenido de castigo
por esa sexualidad. Ese castigo proviene del superyó, caldo puro de instinto de muerte. Y al considerar
la instancia parásita que obliga a la repetición, establecemos la relación entre el trauma y otro concepto
psicoanalítico fundamental: el superyó. Éste, para Freud, sólo puede tener una acción restrictiva sobre la
capacidad de amar y se opone a toda realización edípica al ser la formación reactiva contra ella. Pero además el
superyó se alimenta de traumas, que obligan a repetir situaciones actuales, infantiles y heredadas que son y han
sido perjudiciales para las personas.

El mismo superyó favorece la posibilidad de estar expuesto a más situaciones traumáticas porque esta
instancia psíquica altera el mecanismo protector contra estímulos: cuando el yo reprime (en sentido amplio)
sometiéndose al superyó, en ese acto debilita componentes de su aparato protector como las representaciones de
expectativa y la atención y por lo tanto el individuo queda más expuesto a otros traumas. Es decir que el superyó
es representante del mayor trauma infantil, la prohibición del deseo Edípico, el trauma que dejó en escombros el
primer brote amoroso de la vida humana y vuelve a hundir al sujeto en la repetición de los fracasos que fueron
traumáticos luego de dejarlo desprotegido para su superación. El superyó se instala como una situación traumática
que obliga en la vida a repetir el fracaso del amor infantil, tanto en la vida amorosa como en sus derivados. Pero
no debe resultarnos extraña esta línea freudiana cuando vemos que en las condiciones para instalar al superyó
está la inermidad, el desvalimiento infantil. Esta situación fue tan tempranamente enunciada por Freud como en
el Proyecto[23] y en una situación similar nos encontramos todos cada vez que estamos expuestos a un trauma.
Por eso Freud en El Yo y el Ello, habla de la situación similar en la melancolía y en la neurosis traumática, sólo
que en ésta el desvalimiento del yo es ante algo externo y en la primera ante algo interno[24]. La situación de
extrema inermidad, de estar totalmente en manos de otro, que remeda tanto la indefensión infantil, lleva a una
regresión intensa que permite la instalación en el psiquismo de parásitos que terminan siendo idealizados, cosa
que saben muy bien las escuelas de tortura[25].

Y para finalizar: esta relación entre la instancia parásita que obliga a repetir la situación traumática y el superyó
se constituyó en la meta fundamental del tratamiento para Freud: hacer al yo más independiente del superyó, o
de otro modo, hacer consciente el sometimiento inconsciente al superyó transferido en el analista, y de este
modo superar la prohibición edípica: es decir, elaborar traumas que se hacen evidentes en la relación con el
analista.

Para terminar:
Con Freud no se puede explicar todo en psicoanálisis, pero sin Freud no se puede explicar nada. En psicoanálisis
esperamos que su desarrollo se base en los conceptos fundamentales, los shibolet, como la represión. Y la
represión es el átomo del trauma, por lo tanto la comprensión del trauma, el avance en ella, es una de las
direcciones que esperamos del psicoanálisis.

Preguntas:
1-¿Qué diferencia hay entre un trauma psíquico y una situación penosa o dolorosa u ofensiva?
2-¿Qué diferencia hay entre defensas normales y patológicas?
3-¿Cuáles son los constituyentes de la defensa normal?
4-¿Cómo está constituído el aparato protector contra estímulos?
5-Tres formas distintas de memoria que descubre el psicoanálisis a partir de los traumas.
6-Efectos del trauma en las distintas estructuras psíquicas.

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