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JENNY ALEJANDRA DUQUE HENAO

EXPOSICIÓN: “TEORIA GENERAL DE LA POLITICA” NOBERTO BOBBIO

El objeto de este texto es presentar las principales ideas que aparecen en el capítulo I del
libro Teoría general de la política del filósofo, jurista y politólogo italiano Norberto
Bobbio. Para esto, este texto se dividirá en tres partes que corresponde con los tres
numerales que trata Bobbio en dicho capítulo.

I. A lo largo de la tradición filosófica se han dado cuatro definiciones comúnmente


aceptadas acerca de lo qué es la filosofía política. La primera de ellas la define como la
teorización y la descripción sobre la óptima república, es decir, se plantea el ideal de Estado
o la mejor forma de gobierno posible. Si bien este ideal de estado se funda en
planteamientos éticos, poco importa la aplicabilidad real y efectiva de esta teoría de la
mejor forma de gobierno. La relación entre esta forma de entender la filosofía política
respecto de la ciencia política es de pura oposición, pues mientras la primera se centra en
ser prescriptiva, en tanto que, dice lo que debería ser, la segunda es meramente descriptiva,
puesto que teoriza sobre lo que es. La segunda definición afirma que la filosofía política es
la búsqueda del fundamento último del poder, esto es, de la legitimidad, naturaleza y
obligación del poder político. En este sentido, se busca dar las razones por las cuales se
debe obedecer al poder. La relación de esta segunda definición con la teoría política si bien
es de oposición, a la vez es de convergencia, puesto que, la ciencia política da las bases del
análisis y descripción de los fenómenos facticos del poder, es decir, describe lo que
acontece, y la filosofía política da las razones de por qué debe suceder. La tercera
definición entiende la filosofía política como la determinación del concepto de política, y se
centra en la distinción entre política y moral, razón individual y razón del Estado, ética
individual y ética colectiva. En esta medida, la relación de esta tercera definición con la
ciencia política es mucho más estrecha, pues el análisis del concepto de política necesita de
los datos reunidos de los fenómenos políticos examinados por los científicos, y a la vez, la
ciencia necesita de las teorías generales del poder. La última definición de la filosofía
política es aquella que la entiende como un discurso crítico acerca de los presupuestos de
verdad y pretensiones de objetividad que tiene la ciencia política. En este propósito, se
puede entender la filosofía política como una metaciencia que busca hacer discursos sobre
los discursos del científico. En este sentido, la relación con la ciencia política si bien es
tajante, en tanto se establece una crítica, la relación es de integración recíproca, debido a
que, la metaciencia necesita tener un conocimiento directo con la investigación científica
para poder discutir sobre sus postulados.

Juan José Botero en su artículo Una introducción a la filosofía política distingue ésta de
tres asuntos con los que ordinariamente se confunde la filosofía política. La primera, con
las discusiones políticas ordinarias entre eslóganes o consignas. La segunda, con las
discusiones que tratan sobre asuntos pragmáticos o estratégicos de un momento específico.
La tercera, con las que creen que la filosofía política son los debates ideológicos, por
ejemplo entre socialdemócratas, neoliberales, feministas, ecologistas, conservadoras. Por
tanto, la filosofía política, realmente no se está discutiendo de política discurre de las
concepciones de las teorías políticas.

Por consiguiente, se establece una clara diferencia entre la filosofía política y la ciencia
política, mientras la primera es altamente valorativa moralmente, la segunda es
indudablemente avalorativa, puesto que la ciencia no valora lo que es bueno o malo en
términos morales. Por tanto el científico debe despojarse de hacer juicios de valor. En este
punto surge una pregunta: ¿si el científico político debe despojarse de sus preferencias
propias para darle un carácter de objetividad a sus investigaciones, acaso el filósofo si
puede dejar filtrar en sus teorías sus preferencias personales?

Así pues, la distinción entre filosofía política y ciencia política son formas distintas de
abordar un objeto. Para mostrar la posible relación entre la filosofía política y la ciencia
política Leo Strauss reconoce que el conocimiento de las cosas políticas implica
suposiciones relativas a la esencia de lo político. Por esto dice: “No podemos conocer nada
sobre una guerra que tiene lugar en un momento determinado sin poseer alguna noción, por
muy ligera y vaga que sea, sobre la guerra como tal y el lugar que ocupa en la vida
humana” (Strauss, 1970, pág. 355).

Cabe preguntar ¿por qué las tres definiciones de filosofía política no son ciencia? La
primera que plantea el ideal de Estado o mejor forma de gobierno no puede ser ciencia, en
tanto que, tiene un carácter netamente prescriptivo y trabaja en función de valores. La
segunda definición que trata de la legitimidad del poder, es justificativa y en esa medida,
busca justificar que comportamientos son moralmente permisibles y cuáles no. La tercera
definición trata la naturaleza de la política, en tanto se busca la esencia de la política, está
limpia de cualquier verificación fáctica y empírica. Y es justamente la verificación empírica
una característica de la ciencia. En este punto se puede preguntar ¿Qué utilidad podría tener
esta tercera definición, sino tiene una relación directa con la realidad inmediata?

II. La expresión mapa de la filosofía política se debe aclarar: “ya que nos induce a creer en
la existencia de un territorio homogéneo y delimitable…” (Bobbio, s.f, pág. 89). Es preciso
señalar que la filosofía política en tanto filosofía se distingue de la ciencia y de la historia y
en tanto política de la moral, la economía y el derecho. En este orden de ideas, afirma
Bobbio que tanto las disciplinas, sus divisiones y subdivisiones son convencionales. En tal
sentido ¿qué necesidad existe de realizar un mapa donde se desmarque minuciosamente las
subdivisiones de las disciplinas? Sumado a esto en el texto más adelante se afirma que las
minuciosas distinciones y subdivisiones no siempre les corresponden una relevancia
práctica.

Ahora bien, afirma Bobbio que la idea de la filosofía política como el mejor Estado ha
perdido actualidad, dado que ahora se habla es de “buena sociedad”. Según esta idea para
cambiar la sociedad no basta con cambiar el régimen político. El estado ya no lo es todo.
Pues antes: “el estado lo era todo y la sociedad fuera del Estado no era nada” (Ibíd. pág.
92). En esta medida ¿por qué se da este viraje o qué circunstancias permitieron que el
problema no se centrara en el Estado como institución sino que se trasladara a la sociedad
en general? Se reconoce que esto es producto de las sociedades modernas de emancipación
de la sociedad civil, pues ésta se forma independientemente del Estado, se forman grupos
de interés e incluso algunos están contra el Estado. Todo esto permite la formación de las
decisiones políticas. En efecto, la sociedad civil se vuelve parte de la política, pues los
sujetos toman parte de las decisiones políticas. Este nuevo panorama puso más inciertos los
confines de lo político y lo no político.
Por otro lado, Bobbio reconoce que si bien el problema de la buena sociedad es uno de los
temas más importantes de la filosofía contemporánea, la idea del óptimo estado todavía
sigue estando presente.

III. En este orden de ideas Raphael defiende que la tarea de la filosofía política no es la de
explicar, sino de justificar, no es prescriptiva como la ideología sino normativa, en la
medida que, da razones para estar de acuerdo o discernir con ciertas posiciones.

Por otro lado, se agrega a la distinción de la filosofía política y de la ciencia política que el
pensamiento filosófico trabaja con teorías más generalas, complejas y difícilmente
controlables, mientras que el pensamiento científico se refiere a teorías de acción más
limitadas, especializadas.

Así mismo, también se plantea la distinción entre filosofía política e historia del
pensamiento político, sin embargo, la teoría política necesita de la historia y viceversa.
Aquellos que logran integrar ambas logran tener grandes ventajas.

Por último, se destaca la diferencia entre el método analítico y el histórico. Mientras el


primero analiza el texto, examina la red conceptual y la coherencia interna, sin tener en
cuenta ninguna referencia histórica, o como dice Botero: “Su objetivo es clarificar el
sentido de los conceptos que usamos, principalmente analizando las proposiciones o
enunciados que hacemos en filosofía política” (Botero, s.f. pág. 6). El método histórico
localizaba el texto en una situación histórica determinada, tomando su lado polémico.
Bobbio critica el método histórico, puesto que, solo ven el texto con los ojos puestos en los
problemas políticos del tiempo en que fue escrito, por ejemplo, leer la obra de Hobbes a la
luz de la guerra civil o la de Rousseau a la luz de la Revolución francesa. Esto reducía y
empobrecía el valor teórico y la construcción conceptual del texto. Desde mi consideración,
Bobbio es sensato y claro al decir que el exceso de historicismo reduce y empobrece el
texto, en cuanto lo relaciona con un momento histórico particular, sin embargo, se debe
tener presente si se opta por el método histórico que el trabajo teórico y conceptual por sí
mismo representa un gran valor de los textos. Por tanto, se habla de una pluralidad, en la
medida que hay textos que se prestan más para un método histórico que analítico y
viceversa.
En conclusión, la filosofía política y la ciencia política si bien tienen formas diferentes de
trabajar el mismo objeto, hay algunos puntos neurálgicos en los cuales pueden confluir.
Dado que los límites de la filosofía política no están minuciosamente trazados. Por tanto la
tarea actual de la filosofía política es la de analizar el concepto mismo de político.

Bibliografía

Botero, Juan José. Una introducción a la filosofía política.

Bobbio, Norberto. Teoría general de la política.

Strauss, Leo (1970), ¿Qué es filosofía política?, Madrid: Guadarrama.

Olvera, Julio Cesar. El paradigma de la ciencia política y la administración pública: retos a


los que se enfrentan en el siglo XXI. Convergencia. Revista de ciencias sociales.
Universidad Autónoma del Estado de México.

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