Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
A lo largo de los capítulos anteriores he hecho mucho hincapié en los procesos de legitimación económica
de la acción del Estado. Partiendo del supuesto esencial que indica que los individuos buscan maximizar
su propia satisfacción, se deduce fácilmente que el Estado, como clase social política conformada por
individuos, busca maximizar la cantidad de “plus-trabajo” que logra extraer de los ciudadanos; y que el
ciudadano individual está dispuesto a tolerar la existencia de una clase dominante que le sustraiga parte
de sus productos si el peso de la imposición recae sobre otros individuos, o si mediante la intervención
estatal puede mejorar su posición relativa en la escala económica. De esta manera el Estado teje una
enorme y compleja red de imposiciones, subsidios y privilegios a distintos sectores de forma que una
parte considerable de la sociedad legitime su intromisión. Los individuos en forma aislada se guiarán para
legitimar un gobierno por consideraciones económicas y materiales, y sólo en forma tangencial por
cuestiones ideológicas.[1] En pocas palabras, «las últimas causas de todos los cambios sociales y de
todas las revoluciones políticas no deben buscarse en las cabezas de los hombres ni en la idea que ellos
se forjen de la verdad eterna ni de la eterna justicia, sino en las transformaciones operadas en el modo de
producción y de cambio; han de buscarse no en la filosofía, sino en la economía de la época de que se
trata».[2]
Sin embargo, y siguiendo la teoría de la lucha de clases clásica —es decir, marxista—, estas cuestiones
ideológicas o “superestructurales” definen la forma en que la clase dominante elabora una justificación
ideal de la explotación que sostiene sobre la clase dominada. La educación y el pensamiento político
predominante, desarrollado por los intelectuales, tenderá entonces a considerar el dominio del Estado y
cada una de sus acciones como racionales, necesarias, justas o inevitables. Estas construcciones
ideológicas sólo sufrirán transformaciones en tanto y en cuanto se produzcan cambios en la estructura
económica.
[1]Esta última idea es, lo que considero, un análisis verdaderamente materialista, en coherencia en cierta
medida con lo que tanto Marx como Bakunin defendían.
[2]Friedrich Engels, [1880] Del socialismo utópico al socialismo científico, Buenos Aires: Ateneo, 1975 (p.
78).
[3]Joseph A. Schumpeter, [1945] Capitalismo, socialismo y democracia, Barcelona: Folio, 1996 (p. 198).
[4]Schumpeter remarca como hecho determinante que es el fracaso personal en estas profesiones o la
sobreoferta de trabajo en estos sectores los que generan un descontento e insatisfacción que llevan a
estos individuos a engrosar las filas de los intelectuales. Incluso afirma que este descontento provoca un
resentimiento inevitable contra el medio social imperante que no puede sino derivar en la “crítica social”
característica del intelectual. Esto mismo parece señalar Rothbard cuando afirma que «podemos afirmar
que el sustento de los intelectuales es un mercado libre nunca está demasiado seguro, pues estos deben
depender de los valores y elecciones de las masas de sus compatriotas y es precisamente característico
de las masas que generalmente están desinteresadas en los asuntos intelectuales». Murray Rothbard,
[1974] “Anatomía del Estado”, disponible en http://liberal-
venezolano.net/index.php/2005/08/05/anatomia_del_estado (accedido el 02/04/2014). En mi opinión, más
que un resentimiento honesto y comprometido en contra del sistema, la actividad de los intelectuales por
fuera de aquellas para las que han sido formados es simplemente la búsqueda de otras alternativas de
subsistencia. Buscan, en definitiva, “abrir” nuevos mercados para sus discursos.
[5] Joseph A. Schumpeter, Op. Cit. (p. 200).
[6] Murray Rothbard, Op. Cit.
[7] Joseph A. Schumpeter, Op. Cit. (p. 208).
[8]Peter T. Bauer, [1971] Crítica de la teoría del desarrollo, Buenos Aires: Orbis, 1983 (p. 283).
[9]Friedrich Hayek, [1970] Los errores del constructivismo, disponible en
http://www.hacer.org/pdf/rev29_hayek.pdf (accedido el 02/04/2014).
[10]Por “socialización” se entiende el proceso mediante el cual individuo interioriza los valores, normas y
formas culturales de percibir la realidad de la sociedad que lo rodea, permitiéndole adoptar pautas de
conducta que le faciliten una interacción plena y satisfactoria con sus semejantes.
[11] Ponce, Aníbal, [1934] Educación y lucha de clases, México: Editorial Latino Americana, 1978 (pp. 12-
13).
[12] Ponce, Aníbal, Ibíd. (p. 14).
[13]Henri-Irénée Marrou, [1948] Historia de la educación en la Antigüedad, Buenos Aires: Eudeba, 1965
(pp. 26-27).
[14]Aníbal Ponce, Op. Cit. (pp. 39-40).
[15]Aníbal Ponce, Ibíd. (p. 49).
[16]Aníbal Ponce, Ibíd. (pp. 75-84).
[17] William Boyd y Edmund King, [1921] Historia de la educación, Buenos Aires: Huemul, 1977 (pp. 93-
94).
[18] William Boyd y Edmund King, Ibíd. (p. 94)
[19]Aníbal Ponce, Op. Cit. (p. 110).
[20]Eric Hobsbawm, [1987] La era del Imperio, 1875-1914, Buenos Aires: Crítica, 1998 (p. 160).
[21]Benjamin Coriat,[1994] El taller y el cronómetro. Ensayo sobre el taylorismo, el fordismo y la
producción en masa, Madrid: Siglo XXI, 1998 (p. 8).
[22]Coriat dice al respecto: «Una a una son abolidas en Europa las leyes que prohibían la emigración
(incluso a los artesanos y obreros especializados): 1825 y 1827 en Inglaterra, 1848 en Alemania, pronto
seguida por Escandinavia, a medida que las insurrecciones obreras convencen a las clases dirigentes de
que es preferible dejar emigrar a los insurrectos, a afrontar el riesgo de que reconstruyan sus focos
rebeldes». Benjamin Coriat, Ibíd. (p 26).
[23]Michel Foucault, [1976] La verdad y las formas jurídicas, México: Octaedro, 2003 (p. 100).
[24]Citado por Aníbal Ponce, Op. Cit. (p. 162).
[25]Karl Marx y Friedrich Engels, [1846] La ideología alemana, disponible en
<http://www.marxists.org/espanol/m-e/1846/ideoalemana/index.htm> (accedido el 02/04/2014).