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Haciendo Cumbre.

Gestión de los
Recursos de Uso Común en el Marco del
Conflicto por el Turismo en el PNN El
Cocuy

Pablo Alejandro Cristancho Casallas

Universidad Nacional de Colombia


Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de Antropología
Bogotá D.C., Colombia
2017
Haciendo Cumbre. Gestión de los
Recursos de Uso Común en el Marco del
Conflicto por el Turismo en el PNN El
Cocuy

Pablo Alejandro Cristancho Casallas

Tesis presentada como requisito parcial para optar al título de:


Antropólogo

Director:
Ph.D., Juan José Vieco Albarracin

Línea de Investigación:
Antropología económica y política

Universidad Nacional de Colombia


Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de Antropología
Bogotá D.C., Colombia
2017
A las Anas, a mi papá y a mi hermano.

A la memoria de mi abuela.
Laguna de Los Témpanos. Foto: Pablo Cristancho.

2
Agradecimientos

Es difícil descifrar quiénes han sido todas las personas que hicieron algún aporte para
que yo pudiera consolidar este trabajo. Si quisiera revisar cada camino que me ha traído hasta
este lugar, tendría que remontarme a procesos que preceden mi propia existencia. Sin
embargo, es claro que en esta trayectoria aparece gente que, de una u otra forma, me brindó
apoyo fundamental en momentos fáciles o complejos, a lo largo de la escritura de este texto.

Así, quiero agradecer en primer lugar a los docentes del Departamento de


Antropología que en sus revisiones me dirigieron hacia un producto del que hoy me siento
orgulloso. Particularmente agradezco a Juan José Vieco, el director de esta tesis, pero
también a los profesores Carlos Miñana y Luis Carlos Álvarez, que hicieron críticas
necesarias para que este escrito tuviera forma.

Quiero también agradecer a las personas que en campo me permitieron entender las
dinámicas del conflicto que ahora trato de explicar. A todos los campesinos y operadores
turísticos del municipio de Güicán con los que el acercamiento a un mundo ajeno fue menos
tenebroso. Agradezco así a los cuidadores del Verde, a los primos que trabajan con el turismo,
a Sadid, a Juana, a Álvaro y, sobre todo, a Cotino, quien fue mi principal interlocutor en esta
realidad, y me mostró de manera detallada los aspectos fundamentales que definen las
relaciones sociales en el lugar, permitiéndome entender el elemento central y más valioso de
mi investigación.

Agradezco también a todos mis amigos y compañeros que estuvieron conmigo en este
proceso, bien porque con sus pequeños aportes me alentaron a expresar mis sentires en el
papel, o simplemente porque me ayudaron a no entrar en crisis en momentos difíciles. Doy
las gracias por lo tanto a las mujeres del proyecto de educación inclusiva, a Nico, a las chicas
de artes, y al increíble parche de antropología. Quiero agradecer de manera particular a Alejo,

3
y sobre todo a Valeria, por leerme y ayudarme a desarrollar mis ideas, a pesar de que en
ocasiones no estuvieran de acuerdo con ellas.

Doy gracias además a mis tías y tíos, tanto porque me ayudaron con temas concretos
del trabajo concediéndome entrevistas o brindándome contactos dentro del contexto al que
me adentré, como porque me apoyaron con otras cosas de la vida, librándome de ciertas
responsabilidades, y permitiéndome trabajar más a fondo en este proyecto. Así, quiero dar
gracias principalmente a Clarita, a Soco, a Zeta y a Carmencita, como a Juan Carlos y a
Ricardo.

Finalmente tengo que agradecer a mi familia. A Rhea, por actuar como una madre
cuando me encontraba fuera de esta tierra y hacer que su hogar fuera el mío propio. A mi
hermano, por todas las vueltas que en momentos urgentes me brindaron un respiro, pero
además por estar ahí, siempre, haciendo más agradable cualquier espacio. A mi padre, que
determinó mi inmersión en este territorio, y que estuvo todo el tiempo dispuesto a leerme, a
conversar conmigo sobre los temas del Parque y quien incluso sacrificó sus tiempos libres
para que yo pudiera llegar a los lugares más alejados del territorio. A mi madre, que fue mi
mejor y mayor crítica, que compartió conmigo el sufrimiento de escribir una tesis, pero
especialmente, que fue la persona que se aseguró que todo el camino que me trajo hasta este
momento, fuera mucho menos tortuoso que el que ella vivió. Por último, agradezco a Ana,
mi absoluta compañera, que a pesar de estar alejada de los aspectos que aquí desarrollo, fue
el apoyo más importante en todo este proceso, pues simplemente con su cariño, logró
motivarme a construir algo hermoso.

A todos los que hicieron parte de esta experiencia, a los que nombré y a los que pasé
por alto.

Infinitas gracias.

4
SPOTS

Agradecimientos ........................................................................................................... 3

ANTES DEL VIAJE............................................................................................................ 6

Lista de ilustraciones ..................................................................................................... 7

Lista de tablas................................................................................................................ 7

Lista de artículos de prensa ............................................................................................ 8

Lista de referencias ...................................................................................................... 10

INSTRUCCIONES DE SUBIDA ......................................................................................... 11

ACLIMATAMIENTO ...................................................................................................... 25

¿QUIÉNES SUBEN CON NOSOTROS? ............................................................................. 34


Los u’wa .................................................................................................................. 39
Los campesinos ........................................................................................................ 51
Los operadores turísticos ......................................................................................... 61
El Estado colombiano ............................................................................................... 72
Entonces... ¿Quiénes suben con nosotros? ............................................................... 80

EL SOROCHE ................................................................................................................ 84
La mirada externa del conflicto ................................................................................ 85
Acciones internas en el conflicto .............................................................................. 93

EL AGUA Y LOS SENDEROS ......................................................................................... 105


Los recursos de uso común en el Parque................................................................. 106
¿Es posible un manejo cooperativo de los RUC en el Parque? ................................. 117

LA CUMBRE ............................................................................................................... 123

Bibliografía ................................................................................................................ 129

5
ANTES DEL VIAJE

Como cualquier aventura, esta experiencia tiene un momento previo en el que se


deben considerar los pormenores del viaje. En el presente recorrido, antes de iniciar el
proceso de hacer cumbre, quiero señalar unas breves indicaciones importantes para que el
lector—o lectora—decida si, finalmente, estará interesado en llevar a cabo la travesía.

Básicamente quisiera aprovechar este espacio que antecede el punto de partida, para
señalar que a lo largo del camino que supone la siguiente lectura, habrá una serie de
elementos que referenciarán asuntos primordiales en el texto. Por un lado, unas listas de
tablas e ilustraciones que ubicarán el punto exacto en el que se encuentran ciertos esquemas
en el escrito. Posteriormente, aparecerá una lista de artículos de prensa que como explicaré
ya cuando se encuentre inmerso en el ejercicio de lectura, relatarán eventos desde una
perspectiva particular del proceso. Finalmente, habrá una lista de referencias que recoge cada
declaración que me permitió construir información con respecto al tema tratado, y que, en el
caso de las comunicaciones personales directas, ubica a una persona que me brindó parte de
su tiempo para entrevistarlo, pero que, por razones de confidencialidad, he cambiado su
nombre, si bien queda señalada su relación en el marco referencial de este proyecto.

Con estas breves indicaciones, espero, apreciado lector—o lectora—, que decida
continuar con el recorrido. Nos encontraremos más adelante.

6
Lista de ilustraciones

Ilustración 1: Mapa del territorio u'wa y actividades petroleras en este. .............................. 48


Ilustración 2: Mapa del Parque Nacional Natural El Cocuy ................................................ 78
Ilustración 3: División veredal del municipio del Cocuy ..................................................... 95
Ilustración 4: Proceso de captación y distribución del agua ................................................. 97
Ilustración 5: Dibujo del Parque de un campesino ............................................................. 109
Ilustración 6: Dibujo del Parque de un operador turístico .................................................. 109
Ilustración 7: Dibujo del Parque de un funcionario de PNN de Colombia ........................ 110

Lista de tablas
Tabla 1: Tipos de bienes ................................................................................................... 107
Tabla 2: Formas que adoptan los bienes del Parque según sus beneficiarios ............. 111
Lista de artículos de prensa

7
Lista de artículos de prensa

Artículo 1: El Tiempo (2016). Rechazo a partido de fútbol en la Sierra Nevada del Cocuy. 1
de marzo.
Artículo 2: WRadio (2016). Rechazo por partido de fútbol jugado en el nevado del Parque
Natural El Cocuy. 1 de marzo.
Artículo 3: El Tiempo (2016). Campesinos bloquearon las entradas al nevado del Cocuy. 14
de marzo.
Artículo 4: WRadio (2016). Más de 2.000 turistas podrían quedar sin acceso al nevado de
El Cocuy por bloqueo de vías. 15 de marzo.
Artículo 5: Caracol Radio (2016). Bloqueo de campesinos en el nevado del Cocuy, deja sin
acceso a miles de turistas en Colombia. 18 de marzo.
Artículo 6: Noticias RCN (2016). Indígenas impedirán turismo en el Parque Nacional El
Cocuy. 22 de marzo.
Artículo 7: Caracol Radio (2016). Indígenas U’wa impedirán el turismo en el nevado de El
Cocuy, Boyacá. 22 de marzo.
Artículo 8: WRadio (2016). Indígenas impedirán turismo en el Parque Nacional El Cocuy.
23 de marzo.
Artículo 9: El Heraldo (2016). Comunidad U’wa impedirá turismo en el Parque Nacional El
Cocuy. 23 de marzo
Artículo 10: El Tiempo (2016). Suspenden ecoturismo en área protegida del parque
nacional El Cocuy. 28 de julio.
Artículo 11: El tiempo (2016). Se mantiene el cierre de El Cocuy. 29 de julio.
Artículo 12: Semana (2016). El Cocuy: cerrado hasta nueva orden. 3 de agosto.
Artículo 13: El Universal (2016). Por estudios ambientales, El Cocuy estará cerrado. 10 de
agosto.
Artículo 14: WRADIO (2016). Boyacá: turismo a punto de quebrar por bloqueo de u’was
en El Cocuy. 16 de agosto.
Artículo 15: Caracol Radio (2016. Operadores turísticos de Boyacá a punto de emergencia
económica por cierre del Nevado del Cocuy. 11 de octubre.
Artículo 16: El Tiempo (2016). Emergencia económica tras cierre del Parque Natural El
Cocuy. 18 de octubre.
Artículo 17: Semana (2017). La pelea por El Cocuy. 14 de enero.
Artículo 18: Entre Ojos (2017). Marcha del silencio levantó su voz por El Cocuy. 26 de
febrero.
Artículo 19: El Diario (2017). Comunidad de Norte y Gutiérrez no denuncia a defensa de su
territorio y economía. 3 de marzo.
Artículo 20: El Tiempo (2017). Reabrirán el parque El Cocuy tras estar más de un año
cerrado. 3 de abril.

8
Artículo 21: El Colombiano (2017). El Parque Nacional El Cocuy abre sus puertas este 6 de
abril. 3 de abril.
Artículo 22: Semana (2017). Con peros reabre el nevado de El Cocuy. 4 de abril
Artículo 23: Caracol Radio (2017). Vuelven los turistas al Parque Nacional Natural El
Cocuy en Boyacá. 6 de abril.
Artículo 24: Caracol Radio (2017). U’was cerrarían de nuevo el nevado de El Cocuy
debido a que algunos turistas violaron las reglas. 17 de abril.
Artículo 25: Semana (2017). Irresponsabilidad de dos turistas pone en riesgo reapertura del
nevado de El Cocuy. 19 de abril
Artículo 26: El Tiempo (2017). Por foto de turista, parque El Cocuy sería cerrado
definitivamente. 20 de abril

9
Lista de referencias

Mesa de Concertación 1 (2017). Primer encuentro entre campesinos, operadores turísticos y


funcionarios gubernamentales. El Cocuy. 16 de abril
Mesa de Concertación 2 (2017). Segundo encuentro entre campesinos, operadores turísticos
y funcionarios gubernamentales. El Cocuy. 5 de mayo
Mesa de Concertación 3 (2017). Tercer encuentro entre campesinos, operadores turísticos y
funcionarios gubernamentales. El Cocuy. 2 de junio

Video 1: El Tiempo (2016). El clima nos cambió para siempre: Sierra Nevada del Cocuy.
16 de noviembre.
Video 2: Ambientalistas Boyacá (2016). Gol Nevado del Cocuy. Ambientalistas jugando
fútbol en la nieve. 29 de febrero.
Video 3: Revista Semana (2017). Campesinos bloquearon el acceso al Parque Nacional
Natural El Cocuy. 13 de enero.

Comunicación personal 1: Andrés (2016). Entrevista a operador turístico.


Comunicación personal 2: Manuel (2017). Entrevista a operador turístico.
Comunicación personal 3: David (2017). Interacción con encargado del cabildo menor
u’wa.
Comunicación personal 4: Felipe (2017). Interacción con consejero u’wa de la ONIC
Comunicación personal 5: Jairo (2017). Entrevista a líder u’wa.
Comunicación personal 6: Daniel (2017). Entrevista a campesino.
Comunicación personal 7: María (2017). Entrevista a campesina.
Comunicación personal 8. Clara (2017). Entrevista a campesina.
Comunicación personal 9. Tomás (2017). Entrevista a campesino.
Comunicación personal 10. Juan (2017). Entrevista a campesino.
Comunicación Personal 11. Ricardo (2017). Entrevista a campesino.
Comunicación Personal 12. Carlos (2017). Entrevista a campesino.
Comunicación Personal 13. Leonor (2017). Entrevista a operadora turística.
Comunicación Personal 14. Jonathan (2017). Entrevista a operador turístico.
Comunicación Personal 15. Rodrigo (2017). Entrevista a funcionario de PNN de Colombia.
Comunicación Personal 16. Juan Pablo (2017). Entrevista a montañista.
Comunicación Personal 17. Luis (2017). Entrevista a funcionario de PNN de Colombia.
Comunicación Personal 18. Myriam (2017). Entrevista a operadora turística.
Comunicación Personal 19. Darío (2017). Entrevista a concejal del Cocuy.

10
INSTRUCCIONES DE SUBIDA

A razón de la salida del sol por el oriente, se dice a los visitantes del Parque Nacional
Natural (PNN) El Cocuy que la cumbre del Ritacuba Blanco, el pico más alto de la Sierra
Nevada de Güicán, Cocuy y Chita 1, es el primer lugar del país al que llega el amanecer, en
tanto es el punto más alto de toda la Cordillera Oriental; la cadena montañosa más alta al este
de Colombia. Para hacer cumbre, es necesario caminar varias horas durante dos días si se
quiere estar en la cima un buen rato y evitar el mal tiempo que suele acaecer hacia las tres o
cuatro de la tarde en la parte alta de la montaña. A pesar del agotamiento, la falta de oxígeno
y el frío, el paisaje montañoso desde los 5.410 m.s.n.m. asegura una imagen difícil de olvidar.

Cada año, miles de turistas nacionales y extranjeros llegan a esta zona buscando
experiencias similares. Por ejemplo, en el año 2013, a pesar de que Parques Nacionales
Naturales de Colombia prohibió el uso de caballos para ascender a la nieve y limitó a tres el
número de senderos transitables dentro del área protegida 2, 14.147 visitantes entraron al
Parque3; 4.400 más que los que lo hicieron en el año 2012. Durante los tres años siguientes
este número siguió aumentando hasta llegar a 18.500 visitantes 4.

Sin embargo, a finales de febrero de 2016, un grupo de campesinos de la zona


bloqueó, a manera de protesta, una de las rutas de acceso al nevado, rompiendo la carretera
que permitía el ingreso y estableciendo una guardia que impedía el paso a quienes se
acercaran al lugar con fines turísticos. Esta acción se reprodujo en las entradas de los otros
dos senderos, y posteriormente contó con el apoyo de algunos miembros de la comunidad
indígena u’wa. Basándose en el argumento de la destrucción ambiental generada por el

1
Aunque tradicionalmente se le llama Sierra Nevada del Cocuy, el complejo montañoso tiene parte en los tres
municipios y los habitantes de Güicán y de Chita procuran que se reconozca como tal.
2
Según dictó la Resolución 0288 de 2013 de PNN de Colombia.
3
Para evitar confusiones, en adelante me referiré a la agencia de Parques Nacionales Naturales de Colombia
como PNN de Colombia, y al Parque Nacional Natural El Cocuy como el Parque.
4
Datos divulgados por PNN de Colombia en sus informes de “Comportamiento de visitantes a áreas
protegidas nacionales con vocación ecoturística”, años 2012, 2014 y 2015

11
turismo, los bloqueos marcaron el inicio de un momento coyuntural que ha desvelado la
fragilidad de una economía basada casi exclusivamente en la venta de servicios turísticos, y
que al día de hoy sigue sin recuperarse del impacto causado por estas acciones.

En una primera mirada, dos razones se hacen visibles como las causantes de las
protestas. Por un lado, para el grupo de campesinos que las inició, la preocupación principal
resulta en que el paso y permanencia de los turistas por los páramos y por la nieve afecta los
arroyos que bajan de la montaña, contaminado el agua que llega hasta las veredas de los
municipios (Mesa de Concertación 1, 2017). Por su parte, los indígenas u’wa manifiestan
que la presencia de turistas en el nevado significa la profanación de una zona que la
comunidad indígena considera sagrada y que debería mantenerse fuera del alcance de
aquellos que no la conciben de esta manera (Video 1, 2016).

A esta inconformidad se suma la generalizada percepción negativa sobre la gestión


de PNN de Colombia, que tras varios años a cargo del Parque no ha logrado, a los ojos de la
población local, hacer un uso favorable de los recursos ni redistribuirlos de forma tal que las
comunidades campesinas e indígenas encuentren beneficio con la llegada de turistas al lugar.
Con el tiempo se fue cocinando un malestar creciente que encontró su punto de ebullición en
la publicación de un video en las redes sociales virtuales en el que un grupo de activistas se
grabó jugando un partido de fútbol sobre el manto glacial del nevado (Video 2, 2016),
provocando gran indignación entre un sector campesino que se vio motivado a interrumpir
el paso al nevado (Video 3, 2017). A pesar de que los turistas siguieron llegando durante
algunos meses y la policía antimotines se hizo presente en el lugar (Mesa de Concertación 1,
2017), los manifestantes mantuvieron en pie las protestas hasta que, cinco meses después,
surgiera la Resolución 0401 de 2016 que decretaba el cierre temporal del Parque.

La medida se dio a conocer rápidamente a través de los medios de comunicación y


poco a poco los visitantes dejaron de llegar. En consecuencia, en la provincia de Gutiérrez—
en la cual se ubican los municipios de Güicán, Cocuy y Chita, entre otros—, al menos 400
familias empezaron a percibir los efectos de la ausencia del turismo. Aquellos que prestaban

12
servicios de guías, hospedaje, transporte o alimentación, tuvieron que iniciar negocios
alternos o salir del municipio temporalmente, esperando que se notificara si el Parque se
reabriría (Comunicación personal 1, 2016). Sin embargo, tras varios meses entre la
incertidumbre y el silencio de las entidades estatales, los ahora afectados operadores
turísticos decidieron organizarse y protestar para dar a conocer su actual condición y para
que sus reclamos fueran considerados. De esta manera, a finales de febrero de 2017, un año
después de que los campesinos interrumpieran el acceso a los senderos, los operadores
realizaron una marcha en el municipio de Güicán que denominaron la marcha del silencio,
en la cual participaron varios prestadores de servicios turísticos de la provincia, y en la que
además de exigir la reapertura del Parque, se manifestaron en contra de la comunidad u’wa
y el papel protagónico y victimizante que esta había adquirido en el conflicto, afirmando que
los indígenas no tenían ningún derecho ancestral sobre el territorio y por tanto no podían
hacer exigencias sobre el espacio en el que se llevaban a cabo las actividades turísticas
(Comunicación personal 2, 2017).

Entre tanto, el Estado colombiano, buscando alternativas de solución, inició un


proceso de concertación con la comunidad u’wa que le permitía, por un lado, resolver los
problemas relacionados con la actividad turística dentro del Parque, y por otro, dialogar y
llegar a acuerdos frente al tema de explotación de hidrocarburos en área del resguardo
indígena. Así, se instauró una mesa de diálogo que sesionó desde el 4 de agosto de 2016 con
varias reuniones en Bogotá y Cubará y en la que, tras más de un año de negociaciones, se
acordó la reapertura parcial y temporal del Parque con varias regulaciones especiales, de las
cuales la más sobresaliente fue la prohibición de pisar la nieve 5.

Nuevamente, a través de las redes sociales virtuales y de los medios de comunicación,


la noticia se divulgó con rapidez. Los turistas regresaban otra vez al Parque para la temporada
de semana santa de 2017. Sin embargo, si bien la reapertura del área protegida era vista con
buenos ojos por gran parte de la población local, la mayoría de los operadores turísticos se

5
Esta información se encuentra en las resoluciones 0401 del 29 de julio de 2016 y 0118 del 6 de abril de
2017.

13
vieron inconformes con las nuevas medidas que los restringían en la prestación de los
servicios. A la vez, el sector campesino que inició con los bloqueos se mostró también en
contra de lo pactado entre los u’wa y el Estado colombiano, pues no solo los nuevos acuerdos
no terminaban de beneficiar del todo a los campesinos afectados por el turismo, sino que
además significó que se les había invisibilizado dentro de una lucha comenzada por ellos.

Así, ante la incomodidad de estos dos grupos locales, se toma la decisión de crear la
Mesa de Concertación de Actores, con el objetivo principal de escuchar los reclamos y
propuestas de operadores turísticos y campesinos, y tratar de acordar acciones que
permitieran solucionar las dificultades que conlleva el turismo en el Parque. Celebrada en
tres ocasiones en el municipio del Cocuy, en la Mesa participaron campesinos del Cocuy,
operadores turísticos de Güicán y El Cocuy, PNN de Colombia, la alcaldía del Cocuy,
Corpoboyacá, y la Gobernación de Boyacá a través de varios delegados oficiales; no hubo
representantes de la comunidad indígena u’wa. Si bien cada uno de los sectores fue escuchado
y planteó sus propuestas, e incluso en un momento dado se llegaron a vislumbrar acuerdos
entre las partes, el último encuentro culminó con fuertes discusiones entre los operadores
turísticos y la alcaldía del Cocuy, y con la retirada de los campesinos de este ejercicio de
conciliación, que significó la pérdida de cualquier interés por continuar acciones de
concertación entre todos los implicados en el conflicto (Mesa de Concertación 3, 2017).

La búsqueda por construir un contexto en el que se pudieran desarrollar actividades


turísticas en el Parque que no tuvieran impactos negativos desde lo ambiental y lo social no
se logró. Actualmente las regulaciones se mantienen de acuerdo a lo que se establece en la
Resolución 0118 del 6 de abril de 2017, y en general se percibe el malestar de todas las partes
al no lograr gestionar adecuadamente un bien común con el que todos los usuarios encuentren
beneficio.

De hecho, una de las grandes preocupaciones que todavía subyace es que el Parque
llegue a cerrarse nuevamente. Si bien en estos momentos la reglamentación afecta de forma
importante a los operadores turísticos, es preferible para ellos poder prestar el servicio

14
condicionados a no prestarlo definitivamente. La última palabra frente a la apertura o el cierre
definitivo del Parque estará en los resultados de la medición del impacto ambiental que
genera el turismo. Actualmente, un estudio dirigido por la Universidad de Cartagena hace
esta investigación, y sus conclusiones determinarán si el Nevado de Güicán, Cocuy y Chita
es apto para que se los visitantes transiten por el páramo y por la nieve (Mesa de Concertación
1 y 2, 2017). Aunque algunos investigadores afirman que procesos como el deshielo se deben
casi exclusivamente al calentamiento global (Ceballos and Tobón, 2007), la decisión final
vendrá dada por el estudio de impacto mencionado. Sin embargo, aún si este señala que el
turismo no es quien produce el deshielo ni contamina el páramo y se da vía libre a su práctica,
los campesinos e indígenas seguirán sintiéndose afectados bien porque la actividad trasgrede
espacios sagrados, bien porque sigue sin generar beneficios a la comunidad, bien porque
creen que el Gobierno dice mentiras y arregló los resultados, o en fin, cualquier razón podrá
adquirir la validez suficiente para que en algún momento surjan nuevos bloqueos y se deba
replantear si se permite o prohíbe esta acción. En palabras simples, no existen en este
momento garantías para que todas las partes implicadas estén satisfechas con el turismo, se
mantenga abierto o no el Parque.

De acuerdo con lo anterior, el conflicto en torno al turismo en este contexto parece


irreconciliable, y surge la inquietud sobre qué escenario futuro se plantea para el Parque.
Estas serán las cuestiones centrales a desarrollar en el presente trabajo. En primer lugar,
trataré de brindar una imagen más detallada del panorama general del proceso, a través de la
indagación en los intereses y las acciones que los actores involucrados en la presente disputa
han llevado a cabo hasta el momento. Mi interés será explorar las posturas en las que cada
sector se afirma en relación con el territorio, con el turismo y con las demás partes
involucradas, y basándome en un recorrido histórico por los sucesos que han desembocado
en el estado actual de las cosas, señalaré lo que, a mi juicio, puede ser la raíz oculta del
problema. Con esto en mente, en segundo lugar, trabajaré en una propuesta que a futuro
pudiera conducir al mejoramiento de la situación, centrada en la resolución del conflicto por
medio de una apropiación y explotación comunal de los recursos. De cierta forma, cada uno
de estos momentos coincide con dos etapas que marcan abordajes distintos en torno a la

15
búsqueda de datos: el primero, relacionado con mi labor en campo y mi acercamiento a los
actores; el segundo, en lo referente a las aproximaciones teóricas y las reflexiones que
permitieran pensar en una alternativa a la problemática. Ante esto, considero necesario
explicar la metodología que me llevó a construir información primordial en cada una de las
fases.

Como primer elemento debo señalar que, en mi punto de partida, este estudio ya
contaba con un recorrido previo, pues mi familia paterna ha vivido en la zona por al menos
un siglo en una finca en las faldas del Nevado, que no solo me implicó haber visitado el lugar
decenas de veces antes, sino que suponía además la existencia de contactos entre las partes,
a quienes podía aproximarme directamente sin necesidad de ir saltando de un lado al otro en
busca de alguien a quien entrevistar. En ese sentido, el proceso a seguir iniciaba con una
delimitación de los actores. Así, aparecían cuatro partes a referenciar: la comunidad indígena
u’wa, los campesinos que se declaraban en contra del turismo en el Parque, los operadores
turísticos de los municipios de Güicán y El Cocuy, y el Estado colombiano a través de las
instituciones que lo representaban en el lugar. De manera general, mi acercamiento a estos
grupos se dio de dos formas. En un primer momento ubiqué representantes de cada sector, y
realicé con ellos entrevistas sobre su percepción del conflicto, sus intereses, reclamos, etc.
Adicionalmente, en algunos casos, pedí que hicieran una representación gráfica de lo que
para ellos era el Parque, con el interés de contrastar las visiones que entre diferentes actores
se planteaban sobre un mismo elemento. En segundo lugar, y de manera fortuita, me enteré
mientras entrevistaba a una operadora turística, que se llevaría a cabo un encuentro en el que
se reunirían los campesinos que estaban en contra del turismo, los prestadores de servicios
turísticos, las alcaldías municipales y PNN de Colombia, con el fin de escuchar reclamos y
propuestas de cada sector, llegar a acuerdos y entregárselos a la Gobernación de Boyacá para
que tomara las medidas correspondientes; este evento sería el de la Mesa de Concertación de
Actores6. En tres ocasiones se juntaron las partes a dialogar sobre la problemática turística,
y mediante un ejercicio de observación, registré las intervenciones de todos los participantes

6
En adelante ubicaré como la Mesa, con el fin de diferenciarla de otros procesos similares.

16
17
Reunión de la segunda Mesa de Concertación. Tomado de Revista La Piola
en el transcurso de los encuentros. Si bien allí se trataban esencialmente los mismos temas
que indagué personalmente en mis entrevistas, las declaraciones que los actores presentaban
a todo el público en la Mesa tenían el valioso aspecto de que no se definían por un libreto
que el entrevistador diseñaba, y tampoco aparecían respuestas pensadas en satisfacer lo que
el entrevistado imaginaba como aquello que el investigador esperaba encontrar en sus
preguntas, sino que eran expresiones naturales del interés que los actores tenían frente al
proceso.

Ahora bien, en este ejercicio general de aproximación a los actores hubo experiencias
diversas. Haber presenciado todo el acto de la Mesa de Concertación me permitió construir
información valiosa sobre lo que los campesinos, los operadores turísticos y las entidades
estatales planteaban de manera puntual en torno al tema del turismo en el Parque. Sin
embargo, con las entrevistas, el abordaje no fue tan sencillo en todos los casos, y esto tiene
que ver con mi posición particular dentro de este escenario.

Como señalé brevemente más arriba, en contraste con otras experiencias investigativas, mi
interés por los problemas de la región parte del hecho de que prácticamente toda la vida he
tenido una relación cercana con este espacio. Mi familia por línea paterna, hasta donde pude
rastrearlo, ha habitado la zona por al menos tres generaciones 7. Esto significa que, por
herencia, aspectos como las formas de convivir, las afinidades y las disonancias con sectores
determinados de la población que habitan en el lugar, me fueron transmitidas. De esta
manera, mi punto de partida ya implicaba un recorrido previo que se tradujo en un
acercamiento más fácil hacia unos actores, pero más complejo en otros casos. En ese sentido,
entre los operadores turísticos se encontraban la mayor cantidad de contactos con quienes
fácilmente pude interactuar, y, por tanto, a quienes más entrevistas realicé. En un segundo
plano, campesinos del municipio de Güicán también accedieron sin mayor problema a
reunirse conmigo y responder mis inquietudes. Sin embargo, en el caso de los campesinos
del Cocuy—quienes organizaron los primeros bloqueos—, de las instituciones estatales y de

7
Es decir, mi bisabuelo, mi abuelo y mi padre, nacieron y crecieron en esta región.

18
la comunidad u’wa, tuve experiencias diversas.

Con los campesinos del Cocuy, por ejemplo, aproveché las reuniones de la Mesa para
aproximarme a los representantes de este sector. Con los que aceptaron brindarme un espacio
para hacerles preguntas el ejercicio generalmente fue acelerado, puesto que en todas las
ocasiones lo anterior sucedió a la hora del almuerzo, y muchos de ellos tenían que ir
posteriormente a sus casas ubicadas en el área rural, a resolver algún asunto personal, o
simplemente no estaban interesados en ser entrevistados, por lo que en menos de quince
minutos debía indagar estratégicamente las cuestiones más relevantes. Claramente, en
muchas ocasiones se quedaban temas sin resolver o simplemente obtenía información
superficial que no permitía analizar de manera profunda determinados aspectos.

De manera similar, en lo referente a las instituciones estatales, logré entrevistas con


varios empleados de PNN de Colombia y de las alcaldías municipales. Sin embargo, en el
conflicto mediaban además la Gobernación de Boyacá y la Corporación Autónoma Regional
de Boyacá—Corpoboyacá— con cuyos funcionarios no pude establecer un momento de
encuentro adecuado para realizar las entrevistas, bien porque la hora y el lugar en que podían
abrirme un espacio, me implicaba costos extras de tiempo y desplazamiento que no podía
permitirme, o bien porque tampoco querían ser entrevistados.

Pero el mayor inconveniente en mi labor de campo apareció con la comunidad


indígena u’wa. Por un lado, los u’wa no habitan cerca de las cabeceras municipales. Llegar
a los centros de asentamiento en el resguardo supone caminatas de hasta tres días partiendo
desde Güicán, lo que de entrada dificulta cualquier interacción. A la vez, esta comunidad se
ha mostrado reacia a tener contacto con personas ajenas al grupo, al menos desde los años
90, cuando fueron participes del complejo proceso de disputa con una multinacional petrolera
por asuntos territoriales8, lo que ha llevado a que en los municipios aledaños al resguardo se

8
Aunque no aparecen datos oficiales que corroboren si los u’wa siempre han rechazado a aquellos ajenos a su
comunidad, mi abuelo relataba, por ejemplo, que en días pasados su relación con ellos era muy amigable,
cercana en algunos casos, pero que el proceso con la OXY marcó una coyuntura que transformó todas sus
dinámicas.

19
dé por sentado que los u’wa prohíben y castigan el ingreso no autorizado al resguardo. Por
lo tanto, si se quiere construir información con el grupo indígena, hay que hacerlo con sus
representantes fuera del resguardo, definidos básicamente por el cabildo de Güicán y por los
voceros u’wa en la ONIC. Sin embargo, cuando los consulté, en el primer lugar me indicaron
que no estaban interesados en trabajar con antropólogos y que no podían tocar el tema del
turismo conmigo—para mí, una declaración completamente entendible dada nuestra gran
capacidad de divulgar datos que los grupos que indagamos suelen mantener relativamente
ocultos— (Comunicación Personal 3, 2017), y en el segundo, uno de los consejeros
territoriales de la ONIC, elegido como representante u’wa por los miembros de la comunidad,
me informó que todos los asuntos de negociaciones y procesos externos solamente pueden
ser discutidos por un organismo político del grupo llamado ASOU’WA, por lo que a él y
cualquier otro indígena le era prohibido tocar el tema del turismo conmigo (Comunicación
Personal 4, 2017).

¿Cuál fue, entonces, la fuente que me permitió concretar datos en torno a los
planteamientos de los campesinos, las instituciones gubernamentales y los u’wa frente a las
cuestiones del Parque? En los dos primeros casos fue la Mesa. Como relaté anteriormente,
allí operadores, campesinos en contra del turismo y entes estatales se reunieron a discutir lo
concerniente al turismo en el área protegida, y si bien no fui yo quien indagó directamente
por sus posiciones e intereses, sus debates me permitieron descifrar el punto desde el que
cada sector se posicionaba en este conflicto. En lo que respecta a los u’wa, cuando creía que
no iba a tener un referente de primera mano con el que pudiera trabajar mis inquietudes, me
encontré, en el espacio de mi universidad, un personaje que se declaró como embajador u’wa,
escogido por las autoridades tradicionales para transmitir el conocimiento ancestral a los
demás seres humanos (Comunicación Personal 5, 2017), y quien finalmente fue la única
persona con la que pude desarrollar las cuestiones en relación con los u’wa y la disputa
turística y territorial en el Parque.

Claramente hubiera querido tener muchos más datos con los que fundamentar mi
escrito. Para complementar el trabajo de campo, utilicé una serie de videos y documentos

20
escritos que aparecen en la web, en los que los propios implicados en el proceso relatan
aspectos concretos con los que me fue posible corroborar determinados asuntos. Sin
embargo, considero que la información general que construí en mi ejercicio de campo es, al
menos, suficiente para documentar el proceso que cada uno de los actores ha llevado a cabo
en lo referente al conflicto en el Parque, y permite establecer intereses, reclamos y propuestas
con los que retratar un panorama amplio de la disputa. Pero aún si dicha información pueda
estar errada, si quienes entrevisté solo me respondieron para escapar rápidamente a mis
preguntas, si no logré una triangulación objetiva de los datos, considero que uno de los logros
de este trabajo está en la capacidad de centrarse en las subjetividades de los actores, y
utilizarlas como elemento de análisis con el que desarrollar alternativas de solución al
conflicto. Esto se verá con más claridad hacia la segunda mitad del texto.

Ahora bien, para estos elementos de análisis señalados, hubo también un ejercicio de
aproximación teórica en diferentes niveles. En un primer momento, cuando planteo la
descripción de los actores, hago una breve discusión por medio de varios referentes con los
que defino mi abordaje de términos como campesino, turismo o incluso actor. Esto con el
interés de posicionar mi perspectiva dentro de esquemas teóricos con los que pueda no solo
robustecer los retratos que hago de cada sector, sino además dar peso a mis planteamientos,
en la medida en que considero que en conceptos como los que señalé hay una naturalización
que se traduce en el uso vago y superficial de los mismos. Desde otra perspectiva, hacia el
final del trabajo, planteo un debate más amplio situado en una teoría de los comunes, en el
que ubico el concepto de recurso de uso común de Elinor Ostrom, como un elemento que me
permite abordar el conflicto por el turismo en el Parque. En ese sentido, hago un contraste de
los planteamientos de Ostrom con el dilema que Garrett Hardin describió como la tragedia
de los comunes, y hago la extrapolación al contexto del Parque, con el fin de problematizar
la disputa desde una visión particular y así entender mejor el escenario general y las
alternativas de solución posibles.

Habiendo establecido lo anterior, es necesario ahora brindar al lector unas breves


instrucciones que le facilitarán moverse por los caminos que en el presente texto se plantean.

21
La indicación principal es simple: el lector debe imaginarse, a lo largo del escrito, a través
de una serie de analogías, que el proceso de concertar acuerdos válidos y funcionales entre
los actores en el Parque, puede compararse con el proceso de subir hasta la cima del Nevado.
Mi intención con esto jugar con ciertos elementos narrativos para que la lectura de lo que
escribo sea un poco más amena y pueda atraer a un público amplio, fuera de la esfera
intelectual, bajo la idea de usar elementos cotidianos que exploré en la investigación y en el
trabajo de campo para retratar la investigación misma..

Así, este trabajo supondrá un ascenso desde la base hasta la cumbre, y cada capítulo
será un spot9 en el que se desarrollaran aspectos concretos. A lo largo del recorrido busco
trabajar tres elementos esenciales. Primero, me interesa hacer una radiografía del proceso del
turismo en el Parque a través de sus actores, es decir, indagar los reclamos, intereses,
perspectivas y propuestas de cada una de las partes que se han visto involucradas en este
conflicto. Segundo, quiero revisar cómo se lee el conflicto desde miradas tanto externas como
locales, con el fin de contrastar ambas perspectivas y analizar las diferencias. Finalmente,
como señalé más arriba, intentaré traducir la problemática hacia conceptos de la teoría de los
comunes, con el interés de ubicar el conflicto con el turismo en términos que me permitan
indagar el panorama actual y plantear escenarios futuros dependiendo de las acciones que se
lleven a cabo en el Parque y a través de un análisis de elementos subjetivos señalados por los
propios actores.

Sin embargo, antes de entrar en materia e iniciar el ascenso, considero importante


hacer un ejercicio de objetivación participante en términos de lo planteado por Pierre
Bourdieu por dos razones esenciales: primero, porque tengo una estrecha relación con en el
lugar producto de una tradición familiar paterna, lo que significa que hay sujetos con los que
a lo largo de mi vida he formado lazos muy fuertes y me generan más empatía que otros; y
segundo, porque para elaborar este trabajo me encontré en ciertos momentos cargado de
juicios y sentimientos negativos hacia sectores concretos de la investigación. En ese sentido,

9
Un lugar con condiciones especiales que se ubica como un punto referencial dentro del recorrido.

22
me pareció prudente hacer una revisión de la historia de mi familia en el lugar, para ubicar
qué elementos heredo yo de esto, y cuestionarme de qué manera la antropología ha afectado
la manera como me posiciono en la investigación. En otra palabras, quiero plantear un
recorrido con el que pueda establecer y analizar, como señala Bourdieu, “el mundo social
que ha hecho el antropólogo y la antropología consciente o inconsciente que él compromete
en su práctica antropológica” (Bourdieu 2003, 89). Considero que con esta reflexividad se
pueden revelar el porqué de ciertos rumbos que ha tomado el trabajo: acercamientos más o
menos profundos a determinados sujetos y objetos, hechos relevantes obviados, presunciones
a priori y, en fin, diferentes sesgos que puedan estar presentes y que yo no haya percibido,
sin que lo anterior signifique que no me esforcé profundamente por tratar de producir una
investigación lo más completa posible.

Dicho lo anterior, el trabajo se estructura de la siguiente forma. Tras el ejercicio de


objetivación participante, que se denominará Aclimatamiento, el primer capítulo se llamará
¿Quiénes suben con nosotros?, allí me aproximaré a los cuatro actores esenciales en este
proceso: los indígenas u’wa, los campesinos, los operadores turísticos y el Estado a través de
sus instituciones, a los que se sumará una breve reseña sobre el sector de los montañistas.
Como relaté anteriormente, mi búsqueda aquí, consiste principalmente en exponer sus
intereses y propuestas en torno al tema del turismo dentro del Parque. El segundo capítulo se
denomina El soroche, en este abordaré el conflicto desde dos dimensiones: una externa, a
través de artículos de prensa que han seguido el proceso desde una mirada lejana, no siempre
acertada; y una interna, con base en las experiencias que pude ubicar en el trabajo de campo,
por medio de entrevistas, en la Mesa de concertación y en otras fuentes secundarias, y que
dan cuenta de los aspectos que se cocinan desde adentro y sobre los que se ubica, a mi modo
de ver, la raíz del problema. Finalmente, en el tercer capítulo, nombrado El agua y los
senderos, quiero poner la problemática a la luz de la teoría de los comunes, ubicando el peor
escenario posible en lo que Hardin ha denominado como la tragedia de los comunes (Hardin,
1968), haciendo un análisis de las capacidades cooperativas de los actores involucrados, y
verificando la viabilidad de propuestas como las de Elinor Ostrom (Ostrom 1990) para llegar
a un conjunto de acciones en las que la comunidad en general sea capaz de gestionar los

23
recursos del Parque. Al final, las conclusiones serán ubicadas como La cumbre, y recogerán
brevemente lo que se ha dicho a lo largo de los demás capítulos.

Finalmente, queda por decir que este trabajo es fruto de un interés por querer aportar
en algún modo, a un territorio que, gracias a mi historia familiar y a un sinfín de viajes a lo
largo de mi vida, he terminado por volver mío. Quisiera poder brindar mi esfuerzo para
aportar una solución con la que este paisaje y, sobre todo, su gente, logren llegar a un cierto
estado de bienestar generalizado.

Los aportes que puedo ofrecer desde la antropología son valiosos, pues a pesar de los
sesgos personales que pueda presentar, esta disciplina permite identificar, desde una visión
holística, los elementos que definen la raíz del conflicto, permitiendo pensar alternativas de
solución más efectivas que las que otros saberes proponen. A la vez, en mi opinión, este
trabajo puede aportar a la producción antropológica colombiana dado que, con excepción de
investigaciones como las de Osborn o Falchetti enfocadas en los u’wa, son pocas las
propuestas de estudio pensadas desde la disciplina para esta zona, muy a pesar de las
numerosas posibilidades investigativas que puedan surgir desde el saber y quehacer de todos
los grupos e individuos en este espacio.

Hechas ya estas claridades, solo me resta introducir al lector a este mundo frío y
hermoso de la Sierra nevada de Güicán, Cocuy y Chita. Espero que quien llegue a leer este
escrito disfrute el relato, pero también, si eventualmente visita aquellas lejanas tierras,
entienda que existen unas dinámicas de competencia que están deteriorando la vida de las
personas y el paisaje, que, además, no son exclusivas de esta región. La moraleja de la
presente experiencia señala la urgente necesidad de establecer procesos comunitarios que
permitan combatir la sed individualista de enriquecimiento personal, para que podamos
mantener vivas experiencias como las de hacer cumbre a 5.410 m.s.n.m. Para no alargar más
esta introducción, estimado lector—o lectora—le deseo, la mejor de las aventuras.

Feliz viaje.

24
ACLIMATAMIENTO

A mayor altura, la presión atmosférica y la cantidad de aire que perciben los pulmones
tienden a disminuir. Esto implica que sobre los 3.900 m.s.n.m.—altura a la cual inicia el
recorrido a pie para subir al Ritacuba Blanco—los alvéolos no incorporan en la sangre la
suficiente cantidad de oxígeno, lo que se manifiesta en agotamiento, dolor de cabeza, mareos,
dificultad para respirar, taquicardia, y como efecto obliga al viajero a que abandone su
objetivo de llegar a la cima, presionando su retorno y descenso a zonas más bajas. Así se
conoce el soroche o mal de altura, y en condiciones extremas, esta falta de oxígeno puede
desembocar en edemas pulmonares o infartos agudos del miocardio. Para prevenir tales
padecimientos, como primera precaución, se sugiere a los visitantes del Parque aclimatarse
sobre los 3.000 metros durante uno o dos días antes de iniciar las caminatas hacia la nieve.

En el mismo orden de ideas, me preocupa que en el ejercicio de ascenso quien lee


estas palabras, llegue a presentar síntomas del soroche del lector y deba desistir del objetivo
de llegar a la cima. Esta desafortunada condición se da porque en el texto aparecen
incongruencias terribles, definidas, principalmente, por la aparición de declaraciones
infundadas hacia individuos o sectores específicos que, sin duda, afectan el interés de una
investigación imparcial. Por esto, antes de iniciar el recorrido, quisiera proponer un ejercicio
de aclimatamiento para evitar los síntomas del soroche del lector en el trasegar del camino.
Este aclimatamiento supondrá una acción reflexiva en la que analizaré la trayectoria personal,
social y académica, que incorporo en mis intereses investigativos. Al igual que el proceso
de aclimatación en el campamento base, esta objetivación participante aparece como la
primera tarea imprescindible antes de iniciar un largo trayecto, y su fin mismo es prevenir
malestares que puedan aparecer posteriormente en la lectura del texto.

El fin último de esta reflexividad es acercarme al estado de objetividad científica al

25
que propende la disciplina antropológica, o dicho otra de forma, en tanto una objetividad
completa no puede ser concebible, lo que busco es alejarme de ciertas cargas subjetivas que
puedan inclinar negativamente la investigación por la parcialidad frente a unos u otros actores
involucrados en el presente conflicto. Precisamente, considerando que hay bastantes partes
implicadas en este debate, me parece irresponsable no intentar mantener una posición neutra
que se abstenga de favorecer o justificar las acciones o intereses de determinado grupo sin
razón aparente. En ese sentido, involucrarme en tal ejercicio objetivador me permite hacer
conscientes estructuras naturalizadas y, como señala Bourdieu, “dar vuelta de alguna manera
a la antropología contra ella misma y comprometer en el análisis reflexivo de los
antropólogos por ellos mismos, los descubrimientos teóricos y metodológicos más
destacables de la antropología” (Bourdieu 2003, 92).

De hecho considero que esta objetivación participante debe estar pensada en dos
planos: por un lado, un análisis histórico de mi relación con el lugar a través de procesos
familiares que me han llevado a acercarme al sitio, al conflicto y a sus actores; y por otro,
una revisión de las experiencias académicas que he constituido en mi inmersión dentro de la
disciplina antropológica en la Universidad Nacional de Colombia en lo que Bourdieu
denomina el inconsciente académico (Bourdieu 2003, 91). En un ejercicio similar, Di Napoli
(2014) señala que estas reflexiones no deben implicar una descripción poética de los caminos
andados para llegar al lugar donde el investigador se ubica, sino, más bien, un intento de
iniciar una reflexión sociobiográfica o un autoanálisis, cuyo sentido final será objetivar la
forma de participar del antropólogo en el trabajo de campo como sujeto que realiza la
investigación. En este interés, como primer elemento, abordaré el aspecto familiar.

Mi relación con este territorio comienza con la administración de dos propiedades en


el área rural por parte de mi abuelo paterno en el municipio de Güicán. Como primer
elemento, esto significa que provengo, de alguna forma, de la tradición campesina de esta
región. Uno de estos terrenos supuso el inicio de las relaciones con la comunidad indígena
u’wa, por un lado, mientras que el otro definió la inmersión de mi familia en la gestión de
actividades turísticas, por el otro. En el primer caso, una propiedad llamada Los Faldones,

26
ubicada en un espacio que hoy hace parte del resguardo, implicó la interacción constante con
miembros de la comunidad indígena. En ese entonces, aún no se había constituido el
resguardo unido u’wa, así que entrar a estas zonas no requería ningún permiso especial como
se considera en la actualidad. La casa de Los Faldones quedaba a unos dos días de camino
del casco urbano de Güicán, y aunque las áreas de asentamiento de los u’wa se encontraban
todavía a otros tres o cuatro días de recorrido, había contacto constante con miembros de la
comunidad que tenían casas de paso cerca de aquella finca. Las relaciones con la comunidad
siempre fueron muy amistosas y respetuosas. Mi abuelo incluso contrató a algunos indígenas
como obreros para construir el primer camino hasta el lugar, por el que hoy todavía transitan
los u’wa que van al resguardo. Hacia el año 93, el INCORA10 ofreció comprarle a mi abuelo
las más de 400 hectáreas que tenía aquella propiedad. Él aceptó el trato cuando se enteró que
este terreno pasaría a manos de la comunidad indígena, pues reconocía que esta tenía una
relación ancestral con este espacio.

Tras vender la finca de Los Faldones mi abuelo se dedicó a su otra propiedad, llamada
El Verde, ubicada en la base de la montaña donde se encuentra el Ritacuba Blanco. En esta
zona, desde finales de los años 70, comenzaron a verse cada vez más visitantes que querían
conocer el Nevado, provenientes de diversas partes del mundo. Es entonces que mi abuelo
vende un pedazo de la finca al IDEBOY 11 y gestiona la construcción del primer parador
turístico de la región, hoy conocido como Las Cabañas, que por cerca de diez años administró
mi familia. Lo anterior significa que nosotros nos establecimos como el primer operador
turístico oficial de Güicán, y mi papá, por ejemplo, fue uno de los guías pioneros en prestar
este servicio. Con la llegada del conflicto armado a este territorio, mi abuelo cedió la
administración de Las Cabañas a otros familiares y se dedicó al exclusivo cuidado del resto
de la finca del Verde.

Cuando mi abuelo muere, mi papá hereda parte de esta finca y empieza a involucrarse
en las dinámicas campesinas de la región. Por un tiempo se dedicó exclusivamente a

10
Instituto Colombiano de la Reforma Agraria, ya extinto.
11
Instituto de Desarrollo de Boyacá, también extinto.

27
administrar la propiedad del Verde, principalmente enfocado en las prácticas ganaderas
ovinas. Sin embargo, un día es invitado por un amigo a un encuentro de la mesa de
concertación nacional entre campesinos y PNN de Colombia, que se pensó con el interés de
solucionar conflictos territoriales de grupos campesinos ubicados en áreas de reserva
ambiental12. En esa reunión se definieron unos representantes regionales, y mi papá es
elegido como el delegado de la región nororiente. Así, empieza a involucrarse en las
dinámicas relacionadas con el turismo en el Parque, y con el tiempo, encuentra en las
acciones principalmente de la comunidad indígena u’wa y de PNN de Colombia varios
hechos que no comparte. De esta manera, sitúa en sus discursos un posicionamiento que va
en contra de los intereses de estos dos sectores, y por no tener respaldo amplio dentro de esta
mesa, sale de aquel proceso en octubre de 2017.

Mi padre es la persona que por un buen tiempo se encargó de mantenernos al tanto, a


mí y mi familia, de lo que sucedía en el Parque. En general, mi relación con este espacio fue
por muchos años algo meramente recreativo. Fascinado con los paisajes y las actividades que
hacía allí junto a mi hermano y mis primos, no me generaba mucho interés entender las
dinámicas económicas y políticas del sitio. Ya en la universidad, hice un par de trabajos en
relación con el lugar, pero nada que supusiera una inmersión tan profunda en el tema. Cuando
se agudizaron los problemas en torno al turismo, mi papá nos daba su lectura de la situación,
y hacía juicios sobre unos y otros actores. Constantemente nos relataba su malestar frente al
oportunismo de los u’wa o a la incapacidad de organización de los campesinos y operadores.
Estas eran sus miradas del conflicto. Sin embargo, sin tener una idea clara del contexto, hasta
que no inicié esta investigación, las verdades de mi papá fueron mis propias verdades frente
al tema.

A pesar de lo anterior, desde mi perspectiva actual, creo que sus afirmaciones no eran
infundadas, ni basadas en envidias o racismos, sino que reflejaban su inconformidad frente a
un escenario que buscaba cambiar con urgencia, pero en el que encontraba diversas barreras.

12
Detalles en: http://www.parquesnacionales.gov.co/portal/es/mesacampesinos/acuerdo/

28
Ahora, después de haberme adentrado en este contexto, y conociendo mucho mejor la
condición general del conflicto y los actores, no solo justifico varios de los juicios que hizo
mi padre en aquellos momentos, sino que los comparto. Sin embargo, no considero que haya
heredado sus subjetividades sin haber desarrollado una postura propia a través de mi
experiencia exclusiva en el Parque, si bien muy seguramente su visión ha influido en la mía.
Creo, por el contrario, que el grueso de mis análisis e intenciones fue determinado más por
mi trayectoria académica que por la familiar. Es por eso que quisiera iniciar con el análisis
del otro recorrido que me ha llevado a posicionarme de la forma en que lo hago en este
trabajo, y que tiene que ver con mis aprendizajes dentro de la disciplina antropológica. Antes
de iniciar, me parece prudente indicar que lo que quiero demostrar aquí es que, a diferencia
de lo que pudiera parecer, he tratado de no generar juicios a priori frente a las posturas de
ciertos actores, y justamente mi interés ha sido el de alejarme de las generalidades y tratar de
abordar el problema a través de las acciones específicas que se han llevado a cabo.

Dicho esto, con esta revisión quiero proponer una crítica a la postura de algunos
compañeros 13 antropólogos en el sentido de asignar cualidades o valores a las comunidades
por el hecho de ser comunidades, exaltándolas porque sí y otorgándoles capacidades
especiales frente a otros grupos. No estoy diciendo con esto que tales suposiciones sean
generalizadas en la antropología como disciplina, pero creo que en el espacio en el que la
aprendí y la ejerzo, es decir, en mi condición completamente específica, existe cierta
tendencia a asumir que es así. Tampoco estoy haciendo aquí una crítica a la antropología del
país o de la universidad, a su historia, sus producciones o sus antropólogos, en términos
amplios. Por el contrario, me quiero referir de manera muy concreta a la generación de
estudiantes que estuvo conmigo en el transcurso del pregrado, a textos que leí de ellos,
discusiones en las que estuve presente, investigaciones en campo que realizamos
conjuntamente, etc., es decir, de unos imaginarios percibidos empíricamente. Con esto quiero
decir que es probable que sean pocos los contextos que compartan una percepción similar,
pero eso es algo que el lector, si está relacionado con este campo, determinará al final.

13
Compañeros mas no colegas, es decir, me refiero aquí a aquellas personas con las que compartí en el salón
de clases y realizaron conmigo los estudios de pregrado.

29
Así pues, la construcción de mi identidad académica se inicia en el 2012, en el
Programa Curricular de Antropología de la Sede Bogotá, en la Universidad Nacional de
Colombia. A lo largo de la carrera cursé 27 materias con unos 17 profesores diferentes, a
través de las cinco líneas clásicas de la antropología. Si bien trabajé un sinnúmero de temas
a lo largo de la carrera desde miradas distintas, dos focos de estudio, o más bien, dos
poblaciones, fueron materia constante de debate en el aula: las comunidades indígenas y los
campesinos. Las producciones sobre luchas, movimientos, formas de vida, resistencias,
explotación, conflicto, historias, etc., de grupos indígenas o campesinos, fueron el centro de
análisis en clases de las líneas social e histórica en mayor medida, pero también aparecían en
las materias de arqueología o antropología lingüística. Sin duda, esto tiene que ver con que,
a lo largo de su historia, la antropología ha sido la herramienta más adecuada para abordar a
poblaciones diferentes 14, independientemente del fin que haya detrás de cada estudio.

En esta constante lectura y discusión de las producciones sobre indígenas y


campesinos del país—y del continente—, con cierta inocencia, mis compañeros y yo
empezamos a descubrir una serie de dinámicas atractivas dentro de universos ajenos y
complejos, pero hermosos, que en casos como el mío, aparecían en respuesta a un interés por
desarticularse de la sociedad monstruosa de la que proveníamos, y que como estudiantes nos
llevó a asociar aquella difícil noción de lo bueno, con el actuar de las comunidades indígenas
y campesinas en el marco de sus tradiciones, saberes y acciones. A la vez que se hacía cada
vez más desagradable lo que pudiéramos relacionar con las propuestas surgidas del mundo
occidental, nuestro interés se volcó hacia el estudio de los chamanes y las plantas sagradas,
de los carnavales y rituales, o como en mi caso particular en el tercer semestre de la carrera,
de los relatos campesinos de Güicán que expresaban una forma de vida en un pequeño cuento
imposible15.

14
Diferentes en términos no de variedad, sino de otredad. Ver al respecto Buitrago 2014.
15
Evidentemente no publicado, en el tercer semestre de la carrera realicé un trabajo sobre pequeños cuentos
de un personaje conocido como Don Gorgonio, que en medio de las labores campesinas de Güicán se

30
Sin embargo, en el transcurso de mis estudios de pregrado, estos temas pasaron de ser
cuestiones atractivas, a materias con poca trascendencia en la realidad social de las mismas
comunidades que estudiábamos. Con esta declaración no quiero menospreciar en ningún
momento investigaciones determinadas, ni referir que hay temas de estudio que puedan
asumirse con más valor que otros. Creo que desde la antropología se puede desarrollar
prácticamente cualquier interés, haciendo críticas brillantes, complejizando elementos
concretos y en algunos casos, transformando los contextos estudiados. Pero me parece
también que, como antropólogos, en ciertos casos, buscamos quedarnos en ocasiones en lo
abstracto, o más bien, en lo etéreo—sin que esto signifique lo ficticio o inexistente—, o en
procesos menores dentro de dinámicas mucho más complejas, como en mi estudio sobre los
cuentos campesinos de Güicán, cuando ya eran claras las tensiones en torno al tema del
turismo en el Parque. Creo, desde lo que mi experiencia puede relatar, que en esta formación
antropológica somos poco propositivos. Nuestra habilidad para problematizar determinados
escenarios es magnífica, y nos sentimos cómodos con eso. Sin embargo, esto se traduce en
un temor a plantear soluciones. Nuestros casos de estudio suelen estar definidos por lugares
y procesos en los que podemos hacer análisis complejos, pero que no necesitan de una
capacidad creativa que nos obligue a proponer. Aquí encuentro cierta incomodidad, y me
parece que no está mal que nos arriesguemos a crear, si bien no es algo que defina nuestro
accionar antropológico.

Para mí, lo señalado hasta acá expresa dos problemas. Por un lado, seguimos creyendo
en la existencia de unos valores inherentes a las comunidades indígenas y campesinas, que
tienden a verse como la alternativa buena frente al horrible sistema en el que nos
encontramos. Por otro, en nuestras investigaciones, no indagamos profundamente por
elementos sobre los que podamos trabajar soluciones, es decir, en los cuales proponer, y nos
quedamos con meros retratos amplios y superficiales de nuestros casos de estudio. Desde mi
experiencia, en algunos momentos a lo largo de la carrera, se hizo notorio que antropólogos

encontraba con historias increíbles como arco iris hembras que daban a luz o ruanas que crecían de los
árboles, dando color a las labores cotidianas del campesinado de la zona.

31
trataron de exponer en sus trabajos solo la cara atractiva de las comunidades indagadas,
explotando lo referente a los ritos, las narrativas, la solidaridad, etc., dando cuenta de la
belleza de los procesos de estos grupos en relación con acciones del Estado, de las entidades
privadas o de los grupos armados, en un contraste que invitaba a ubicar a unos y otros en las
categorías de lo bueno y lo malo, respectivamente. No obstante, con esto no quiero sugerir
que tales trabajos tengan un interés predeterminado por ocultar algunas cosas, ni muchos
menos, mentir. Más aún, en las dinámicas económicas, políticas y sociales del país, es clara
la presencia de actores que actúan de manera vertical sobre grupos indígenas y campesinos,
vulnerando sus derechos y afectando su bienestar. Mi crítica va hacia las producciones en las
que se exaltan las características de estas comunidades por el simple hecho de ser
comunidades. Un ejemplo de lo que sugiero es la noción general que ubica cierto carácter
natural16 a indígenas y campesinos, y que los conecta armónicamente con la tierra17
sugiriendo que son ellos los indicados para proteger los recursos naturales y la vida del
planeta.

Por todo lo anterior, para entrar a discutir con los actores del Parque, es fundamental
analizar cada caso particular de manera profunda, evitando generalizaciones de los modos de
ser de estos sectores. Evidentemente, por mi trayectoria familiar, tengo más cercanía con
unos individuos que con otros, lo cual me exige tratar de equilibrar la subjetividad con
análisis objetivos en mi revisión de los grupos. Han existido acciones concretas que desde
mi mirada son reprochables, principalmente porque denotan un desinterés completo de parte
de alguna de las partes hacia las condiciones de los demás presentes en el contexto. Sin
embargo, a pesar de que mis cargas subjetivas puedan ser evidentes, el hecho de
exteriorizarlas y mantenerlas en consideración me permite abordar las temáticas
determinadas y a los actores con cierta precaución, y me obliga a revisar minuciosamente
mis análisis para evitar cometer arbitrariedades que resulten en conclusiones parciales y
desequilibradas para el estudio. Mi intención es evitar sesgos utilizando los mismos

16
En el sentido de su relación con lo biótico, lo creado por el mundo y no por el hombre, o sea, lo no
artificial,
17
Entendiéndola como el planeta Tierra, pero también como un concepto que se asocia con una entidad viva
que se hace presente a través del suelo, las plantas, los animales, los minerales o el agua.

32
interrogantes en todos los casos, pero sin querer desconocer elementos que puedan hacer que
las particularidades de unos u otros denoten aspectos especiales sobre las que se debe
profundizar.

Al final de este trabajo ubico en el centro de la problemática a los operadores


turísticos. A la vez, declaro que los indígenas y el Estado no deberían ser percibidos como
los actores fundamentales del conflicto, y que debería dársele más relevancia a las
inconformidades del sector campesino. Es muy probable que todas estas percepciones sean
fruto de cargas que no pude identificar y equilibrar. En el próximo capítulo haré una
radiografía del conflicto en el Parque a través de sus actores. Y a pesar de que en este apartado
señalo que probablemente mantengo inclinaciones subjetivas, mi interés será justamente el
de mantener ciertos criterios de objetividad, recalcando la importancia de evitar que se sigan
haciendo generalizaciones sobre los grupos humanos en el país. Considero que estamos en
capacidad de analizar holísticamente cada contexto, mostrando todas sus particularidades y
dejando claro que un rasgo puntual dentro de una comunidad concreta, no puede aplicarse al
grueso de una población.

33
¿QUIÉNES SUBEN CON NOSOTROS?
Tras finalizar con el aclimatamiento, llega el momento de iniciar nuestro ascenso
hacia la cumbre. Aunque comenzamos el recorrido solos, únicamente con nuestro equipaje,
en el camino empezamos a encontrar otros personajes que, al igual que nosotros, tienen el
interés de llegar a la cima. Sin embargo, los senderos que toman son distintos al nuestro, y
aunque ellos también tienen la intención de hacer cumbre, parece ser que su noción de la
cima difiere enteramente de la nuestra, pues para ellos, esta no está ubicada en el punto más
alto del Nevado. ¿Quiénes son, pues, estas personas que aparecen en el camino pero que van
hacia cumbres que no llegamos a concebir como tal? ¿Hay entre ellos alguno que quiera
llegar a nuestra misma cima? ¿Cuáles son y dónde quedan aquellas cumbres a las que estos
otros personajes intentan arribar?

Este capítulo abordará estas cuestiones a través de un análisis de los cuatro actores
que he considerado esenciales dentro del presente conflicto, a razón de que son quienes tienen
una relación cotidiana y directa con el Parque y, por tanto, es sobre ellos que trascienden las
decisiones finales que se tomen en el tema turístico. Así, incorporaré lo referente a los
indígenas u’wa, a los campesinos de Güicán y del Cocuy, a los operadores turísticos de los
mismos municipios, y finalmente, a lo que podría ubicarse como el Estado, a través de las
instituciones que se hacen presentes en el lugar. Me interesa también incluir unas breves
observaciones en torno a los montañistas, como sector que pide participación en este proceso.
De cada actor realizaré una descripción sobre algunos aspectos generales de su vida
cotidiana, como de sus relaciones sociales y con el espacio, para poco a poco adentrarme en
los detalles concernientes al conflicto del turismo en el Parque.

Ahora bien, a lo largo del escrito he utilizado el concepto de actor para definir a los
sectores principales que aparecen implicados en la disputa. Quisiera, por tanto, indicar por
qué hago uso de tal concepto. Si bien el término tiende a ser usado en diversos espacios de

34
manera general para referirse a quienes hacen parte de algo o actúan en un contexto
determinado, existe una discusión teórica en torno a esta noción que invita al investigador a
definir qué acepción utilizar en su trabajo, en la medida en que las diversas miradas dificultan
asumir un uso tácito del mismo (Fernández, 2008; García Sánchez, 2007; Pazos, 1995).

En ese sentido, el concepto de actor, en la antropología, suele utilizarse ampliamente


dado que es la forma no nominal para referirse a un grupo de personas con determinadas
características que hace parte de un escenario investigativo concreto. En otras palabras, el
actor supone una colectividad 18, con diferencias marcadas frente a otras colectividades en un
mismo plano de acción. Ester García Sánchez (2007) hace una interesante revisión en torno
al término—también en el sentido colectivo—en la que señala la necesidad de una definición
lo suficientemente amplia de este como para cubrir un buen espectro de casos. En ese sentido,
partiendo del debate entre la agencia o la estructura como determinante de las decisiones
humanas, la autora recoge en su recorrido diversas propuestas sociológicas y políticas para
llegar a una definición de actor. De tal ejercicio concluye que el concepto adquiere dos
significados: uno, el de los actores nominales; el otro, el de los actores colectivos. En el
primer caso, el actor es un mero elemento analítico en el trabajo del investigador, es decir, es
una asociación que hace el autor para abordar a unos individuos como unidad a pesar de que
en la práctica los nexos que se les han atribuido no tengan significación alguna (p.ej. al hablar
de las mujeres o los jóvenes como actores). En el segundo caso, y siguiendo a Scharpf (1997),
los actores colectivos tienen siempre algún grado de integración, por pequeño que sea, y
pueden llegar a definirse como cualquier entidad que i) tenga miembros integrados en torno
a intereses, percepciones y creencias similares o convergentes; ii) que cuente con cierto grado
de organización y recursos, como con mecanismos para la resolución de conflictos internos;
iii) que tiene los medios y la capacidad para decidir y actuar intencionada y estratégicamente
para la consecución de un objetivo común como unidad suficientemente cohesionada, que es
identificada y diferenciada de otras y; iv) a la que se le puede atribuir responsabilidad por sus

18
Considero que en el caso de un único individuo no se aplica este término. Cuando se habla de un actor
singular, se refiere en cualquier modo a una interacción entre varios individuos. P.ej. la guerrilla o el
Gobierno.

35
decisiones y actuaciones (García Sánchez, 2007). En palabras más simples, la propia García
Sánchez declara que un actor es una unidad de decisión-acción responsable.

En el escenario del Parque me parece válido plantear entonces que indígenas,


campesinos, operadores turísticos, montañistas e incluso Estado, caben dentro de este
concepto de actor, todos en su acepción colectiva, de acuerdo con lo planteado por García
Sánchez. Sin embargo, si bien esta definición brinda un marco de referencia en el cual podría
acoplar mi conceptualización de estas poblaciones, la razón por la que ubico en estos sectores
la noción de actor, tiene fundamento en una perspectiva teórica centrada en la interacción,
propuesta por el sociólogo Erwin Goffman.

Goffman analizó las situaciones de presencia cara a cara de las personas en un campo
de estudio sociológico que ubicó como el orden de la interacción (Goffman 1983, 2), que si
bien fue enmarcado por el autor en el ámbito de la microsociología, desde otras revisiones se
lee como una interpretación compleja de las relaciones humanas que llega a abarcar tanto lo
micro como lo macrosociológico (Caballero, 1998; Giddens, 1988; Herrera Gómez &
Soriano Miras, 2004). En su obra La presentación de la persona en la vida cotidiana
(1959)19, desarrolla la idea de un modelo dramatúrgico de la sociedad. Goffman señala allí
que un individuo, al aparecer frente otros, tendrá muchos motivos para tratar de controlar la
impresión que ellos reciben de la situación, a partir de técnicas diferentes. En ese sentido, da
el nombre de actuación—performance—a cualquier actividad que un participante dado en
una ocasión dada use para influir de algún modo sobre cualquiera de los demás participantes
(Goffman 1959, citado por Caballero 1998).

Goffman indica que en cada interacción humana se establecen e intercambian


constantemente los roles de actores y de audiencia, determinados por la posición del actuante
y por las expectativas sociales que se dirigen a esa posición. En este enfoque aparecen en el
mismo sentido teatral una serie de conceptos ubicados por el autor, y que complementan los

19
En su título original: The Presentation of Self in Everyday Life.

36
contextos de interacción en los que los actores se desenvuelven: la fachada, el escenario y los
bastidores, la dramatización, los equipos, la idealización, entre otros (Caballero, 1998). Si
bien no es materia de este trabajo abordar uno por uno y analizar las definiciones, quisiera,
no obstante, revisar dos de estas nociones: el escenario y los bastidores, por un lado, y los
equipos por otro.

De acuerdo con Goffman, los escenarios en los que se realiza la actuación son lugares
reales, es decir, físicos. En estos puede haber ciertos accesorios que buscan causar
determinada impresión y facilitar las representaciones que se hacen en ellos. A la vez, existen
también unos bastidores ocultos tras los escenarios en donde se mantienen los
instrumentos—físicos, pero también sociales—con los que se adecuará el escenario y en
donde los actores se reúnen antes y después de las actuaciones ya sea para ensayar y planificar
o para comentar y relajarse. Por otra parte, aparecen en esta conceptualización unos equipos,
que suponen un conjunto de roles interrelacionados desempeñados frente a una audiencia.
Para que el equipo resulte eficaz, debe haber cierta coherencia entre sus actores; los miembros
deben representar sus roles de modo mutuamente compatible (Caballero, 1998). Estos dos
elementos dentro del modelo dramatúrgico de Goffman dan cuenta de los instrumentos que
tienen los individuos para asegurar una impresión determinada a un público determinado. Lo
anterior, en el ámbito del conflicto en el Parque, no solo es aplicable, sino que se hace
claramente visible.

Así, en el marco de la discusión en torno al turismo han aparecido una serie de


escenarios en los que los actores han llevado a cabo su actuación. Ejemplo concreto es la
Mesa de Concertación. Allí, es evidente la actitud dramática de algunos participantes, que,
inmersos en un rol, buscan que el público crea lo que están expresando. Más aún, cada uno
de los implicados es a la vez actuante y espectador en esta dinámica; los representantes de
las instituciones estatales tienen que asumir el rol de la audiencia al escuchar las quejas y
reclamos de campesinos y operadores turísticos en un momento dado de la Mesa, pero,
posteriormente, cuando es su turno de hablar, deben establecer en su actuación el interés de
atender a las peticiones que han hecho los otros grupos. Por su parte, en los bastidores los

37
actores entran en una dinámica distinta, sea esto porque ensayan su actuación—como los
operadores turísticos planeando un día antes qué dirían en la Mesa—o porque reflexionan
sobre lo sucedido en el escenario—como algunos representantes estatales señalando la
inviabilidad de las peticiones hechas por los demás participantes—20.

Ahora bien, el concepto de equipo tiene una cabida especial en el ámbito del conflicto
en el Parque. En la medida en que el actor que refiere Goffman se reduce al nivel individual,
sería válido plantear que en el abordaje de esta investigación los actores serían más bien los
equipos que surgen de la unión de varios actores singulares, y que en sus actuaciones asumen
un mismo rol que los ubica como miembros de un conjunto. Así, campesinos, indígenas,
operadores turísticos y Estado se ven representados en las actuaciones de unos sujetos que, a
pesar de que suponen técnicas y procesos dramáticos singulares, terminan siendo leídos por
la audiencia como expresiones particulares de un único gran actor.

Finalmente, la audiencia también tiene unas precisiones que vale la pena destacar.
Según Goffman, en las interacciones el turno para hablar determina el papel de actor o de
espectador del individuo. En el caso del Parque, ocurren situaciones en las que los individuos
actúan para una audiencia, pero esta audiencia en pocas ocasiones se transforma a su rol de
actor; es decir, no hay interacción. Cuando un representante u’wa apareció en un video
señalando que se harían nuevos bloqueos porque un par de turistas pisaron la nieve, el
indígena asumió su papel de actor, y hubo una audiencia a la que fue dirigida y que juzgó su
actuación. Sin embargo, esta audiencia no estaba presente, no hubo una dinámica cara a cara
y nunca se intercambiaron los roles. Esto es porque, en el escenario del Parque, la audiencia
trasciende del cara a cara, en tanto el ámbito de la problemática abarca también a los que no
son actores en este conflicto, y se ubica en la esfera de la llamada opinión pública.

Sin embargo, aunque la aproximación de Goffman se estructura exclusivamente en


su campo de la interacción, y hay una audiencia que se encuentra fuera de este rango, la

20
Cabe señalar que estos son ejemplos que no están relatando algún hecho sucedido, como tampoco insinúan
actitudes determinadas de algún actor.

38
visión general del sociólogo sobre el concepto de actor me parece la más adecuada. Creo,
sobre todo por mi experiencia en campo, que los actores allí lo son porque actúan como una
unidad de decisión-acción responsable, en los términos de García Sánchez, pero también
porque actúan haciendo teatro. Especialmente la idea de los escenarios y los bastidores se
acopla perfectamente a los lugares donde cada actor expone su visión del conflicto, pero en
donde se reserva también aquello que puede no ser bien visto a los ojos de los espectadores.
Hay sin duda un juego constante entre realidad y engaño, entre mostrar unas cosas y ocultar
otras, y es por eso que esta noción es tan adecuada, pues muestra que los actores no son
simplemente sujetos presentes en un espacio determinado desarrollando acciones con cierta
inercia en medio de las dinámicas sociales, sino que, por el contrario, emplean estrategias
interesantes en la búsqueda por llevar a cabo sus planes, en una mirada muy humana de las
relaciones sociales y de los intereses sobre el entorno.

Los u’wa

Como señalé en la introducción, mi acercamiento a los u’wa estuvo definido por


dificultades en la ubicación de representantes de la comunidad con los que construir
información de primera mano. Esto se traduce en que, toda la descripción que haré del grupo
indígena, estará basado en declaraciones que pude encontrar en medios virtuales, bien fueran
documentos escritos o videos, y que al final corroboré con un personaje que declaró ser
embajador del conocimiento u’wa. Tengo claridad de que la falta un mayor cuerpo de datos
supone una enorme falla metodológica en mi trabajo. Sin embargo, es evidente que en este
estudio no podía dejar a un lado bajo ninguna circunstancia el papel que tienen los indígenas
en el conflicto. Son actores centrales allí. Como señala Gloria Amparo Rodríguez:

…además de involucrar varios actores, el conflicto u’wa es un laboratorio para


el estudio de los conflictos étnicos y ambientales en el mundo. En él se expone el interés
por la ocupación del territorio, la presión sobre este pueblo indígena y el incumplimiento
de los derechos ambientales y étnicos (Rodríguez, 2016).

39
Precisamente, los u’wa son una comunidad que históricamente ha sido reconocida
por sus luchas territoriales. Es popular su enfrentamiento con las multinacionales petroleras
OXY y SHELL en los años 90, que se hizo célebre por la amenaza de un suicidio colectivo
que se llevaría a cabo en caso de que continuaran los procesos de exploración en el territorio
indígena (Serje, 2003)21. Aunque finalmente esta disputa culminó en términos relativamente
favorables para los u’wa22, los enfrentamientos entre la comunidad y las petroleras no se han
detenido hasta el día de hoy.

En por eso que una petición constante en el marco de las luchas territoriales u’wa es
el de la ampliación y saneamiento de su resguardo, como acción que otorgue soberanía
definitiva a la comunidad sobre la que consideran es su tierra. En ese sentido, hasta 1999 el
resguardo tenía una extensión de 61.156 ha, pero a través de la Resolución 056 del 6 de
agosto de ese año, el INCORA entregó a los u’wa varios terrenos entre baldíos y predios
comprados a campesinos que lo ampliaron hasta las 220.275 ha. En un documento de
caracterización de los pueblos indígenas, el Ministerio de Cultura señala que en el 2011 el
área propia de la comunidad indígena u’wa era de 352.422 ha23, sin embargo, este dato es
difícil de corroborar a pesar de que provenga de tal fuente, puesto que el mapa del resguardo
sigue siendo difícil de determinar, principalmente, porque se afirma que existen una gran
cantidad de terrenos todavía sin sanear, como las 141.860 ha del Parque que se superponen
al resguardo24. Más aún, ni si quiera instituciones como el Instituto Geográfico Agustín
Codazzi conocen este dato, lo que demuestra la poca claridad que existe frente a los procesos
territoriales que han llevado a cabo los u’wa.

Esta disputa de los indígenas por un territorio sobre el cual declaran un derecho

21
Este manifiesto puede encontrarse en: https://polis.revues.org/7768
22
La OXY decidió suspender las actividades de exploración petrolera, pero, como relata Serje (2003), hubo
consecuencias negativas en tanto se empezó a asociar la imagen de los u’wa con la guerrilla del ELN, hecho
que culminó en actos de violencia y asesinatos.
23
Fuente: Caracterización de los Pueblos Indígenas en Riesgo. Dirección de Poblaciones. Ministerio de
Cultura. 2010.
24
Fuente: Centro de Cooperación al Indígena. ¿Son compatibles los territorios indígenas y los Parques
Nacionales? 2008.

40
ancestral, o, en sus términos, un derecho histórico patrimonial milenario (Plan de
Salvaguarda 2014, 8), ha generado incomodidad no solo a las empresas que explotan
hidrocarburos, sino también a algunas personas de las demás comunidades locales. En ese
sentido, el contacto entre los u’wa y el resto de la población de Güicán y El Cocuy tiende a
ser cada vez menor. A la vez, los indígenas señalan que el riowa25, en su ambición desmedida,
intentó expropiarlos de la vida y de su territorio, y aunque su inconformidad es
principalmente hacia las empresas nacionales y multinacionales, indican que:

…hemos visto como cada actor que llega y nos agrede despiadadamente, nos
utiliza y abusa, en nombre de unos intereses económicos a los cuales no les encontramos
razón de ser (Plan de Salvaguarda 2014, 9).

Esta suposición ha llevado a que los indígenas se aíslen y reduzcan lo máximo posible
sus relaciones con aquellos externos a la comunidad. Y es que, si bien los habitantes de
Güicán y El Cocuy no han tenido los mismos intereses que las petroleras con respecto a los
u’wa y su territorio, sí se han presentado casos en los que actores locales llevaron a cabo
acciones sin duda denigrantes a las condiciones indígenas. Un ejemplo diciente es el del
comercio en épocas de ferias y fiestas en los municipios. En estas fechas, algunos u’wa
viajaban desde el resguardo hasta el casco urbano de Güicán a vender o truequear productos
diversos. Allí, me relataron, ciertos habitantes del municipio, que antes de hacer negocios,
brindaban alcohol a los indígenas hasta embriagarlos para conseguir precios más favorables,
que llegaban a situaciones en las que los vendedores no obtenían ganancia alguna. Aunque,
según señalan algunos pobladores que conocían más del tema (Comunicación Personal 6,
2017), la introducción del alcohol en los negocios con los u’wa es obra de las propias
empresas petroleras, que otros blancos hicieran lo mismo generó, con justa razón,
indignación en la comunidad indígena, y ha llevado a que entre los u’wa se piense que los
demás habitantes de la región no los consideren como gente (Comunicación Personal 5,
2017).

25
El hombre blanco para los u’wa.

41
Dado lo anterior, actualmente los únicos no indígenas que tienen permitido entrar en
al resguardo son quienes integran las misiones médicas, que van dos o tres veces en el año al
resguardo. Por lo tanto, en el interés de exponer las dinámicas de la vida cotidiana u’wa, la
información más reciente a la que se puede acceder sin demasiada dificultad aparece en los
Planes de Vida (2009) y de Salvaguarda (2013; 2014) indígenas. Allí se revelan aspectos de
su economía, asentamiento, uso y apropiación del entorno, etc., que entre líneas revelan a la
vez elementos míticos y rituales, y que se pueden contrastar con producciones antropológicas
como las de Ann Osborn, y con las declaraciones de mi interlocutor dentro de los u´wa.

Sentado esto, lo primero que cabe señalar es que tanto los Planes de Vida y
Salvaguarda como los escritos antropológicos ubican unas dimensiones de la vida u’wa
ajenas al espacio del Parque, a razón de que la gran mayoría de sus actividades se desarrollan
lejos de este territorio. El resguardo indígena, en toda su extensión, abarca varios pisos
térmicos, desde el páramo en las tierras altas de montaña, hasta el clima cálido en las llanuras
del oriente colombiano (Osborn, 1995). Hasta el 2005 habitaban allí 7.581 personas 26. Los
documentos indígenas indican que procesos como la agricultura se hacen presentes en los
pisos térmicos más bajos (Plan de Vida 2006, 84). Por su parte Osborn, quien sin duda ha
sido la investigadora que más y quizá mejor ha detallado los procesos u’wa en sus diferentes
planos, señalaba, frente al asentamiento, que los indígenas habitaban hasta cierto nivel en las
montañas, pero siempre por debajo de la zona de páramo; encima de los 3.000 m.s.n.m. ni
había viviendas, ni se llevaban a cabo prácticas económicas 27. En esa misma dirección, en su
interacción con la comunidad, la autora notó que la única relación que los indígenas parecían
tener con las tierras altas de montaña, era que estaban en el camino hacia los municipios de
Güicán y El Cocuy, a los que viajaban con el fin de hacer intercambios económicos (Osborn
1995). En el Plan de Vida del resguardo, los u’wa parecen concordar con esta información,
y en los diez ejes temáticos sobre los cuales se desarrolla el documento, no señalan en ningún
momento dinámicas actuales sobre el nivel del páramo, en o cerca al nevado.

26
Fuente: DANE 2005.
27
La autora señalaba, en contraste, que en las tierras bajas había pocas viviendas habitadas, y, sin embargo,
existían varias parcelas que trabajaban individuos asentados en otras zonas.

42
Tales dinámicas resultan llamativas a la hora de contrastarlas con los intereses u’wa
y su papel en el conflicto actual del turismo en el Parque. Ponen sobre la mesa la cuestión de
por qué los indígenas buscan prohibir la entrada a los visitantes si en principio las actividades
turísticas no afectan sus modos de vida. En ese sentido, no parece válido afirmar que los u’wa
se hayan visto relegados a un área pequeña en la que tienen que hacer mucho sobre muy
poco, pues los textos reseñan que hay partes del resguardo que podrían habitarse o usarse
para cultivar, y sin embargo los indígenas no mantienen contacto alguno en estos lugares.
Creo que es importante indagar sobre este punto en concreto. Que haya algunos territorios
que aparentemente sean de propiedad u’wa sobre los cuales no exista ninguna clase de acción,
es un hecho que tiene ciertos matices. Pueden exponerse tres opciones en torno a esto:
primero, que estos terrenos no hubieran sido comprados aún, pues la gran ampliación del
resguardo ocurrió en 1999, y por ejemplo el texto en el que Osborn reseña el asentamiento
u’wa se publicó en 1995; segundo, que ya se hubieran anexado estas tierras al resguardo,
pero que no se les haya permitido a los indígenas llevar a cabo acciones allí, por razones
como que los antiguos dueños todavía no se hubieran reubicado 28; tercero, que los u’wa
simplemente tengan otra visión del territorio y no conciban la idea de asentarse o explotar
cada tramo de tierra bajo su dominio. Aunque mi interlocutor u’wa no ubicó una respuesta
concreta frente a esta pregunta, declaró que, a diferencia de los blancos o mestizos, los u’wa
no concebían cada aspecto del territorio como un potencial elemento de enriquecimiento
económico, sino que otras dinámicas primaban en las relaciones que ellos construían con el
entorno, por lo que la tercera opción podría tener más validez (Comunicación Personal 5,
2017).

Sin embargo, volviendo a la inquietud en torno al interés u’wa por prohibir la entrada
al Parque, considero que una revisión de otros aspectos de la vida indígena puede dar cuenta
de ciertas relaciones entre el entorno y la comunidad aparentemente escondidas. Así, si bien
los documentos de los Planes de Vida y Salvaguarda van dirigidos a enseñar las acciones e

28
Este es un caso existente en una propiedad cercana a un lugar conocido como la Laguna Grande de los
Verdes.

43
intervenciones físicas de los u’wa sobre el territorio, en pequeños fragmentos a lo largo de
los textos se presentan apreciaciones sobre su cosmovisión, que, según ellos mismos, es el
elemento que rige dichas relaciones entre los u’wa y la tierra. En ese sentido, por ejemplo,
declaran al hablar del área de producción de su economía que:

Es un territorio amplio para el uso agropecuario, pero por su cosmovisión (los


u’wa) no lo usan ampliamente, “sería un desastre y la madre tierra no lo perdonaría, se
harían derrumbes y desiertos” manifiesta la comunidad. (Plan de Vida 2014, 84).

Esta noción de la madre tierra es constante en los Planes de Salvaguarda y se ubica


dentro del marco legal sobre el que se basan estos documentos. En la idea de un derecho
consuetudinario, los u’wa expresan a través de la que denominan como su ley de origen que
son los guardianes de la naturaleza y por tanto están en la obligación de cuidar, proteger y
defender a la madre tierra como garantía de su existencia y de la existencia del planeta mismo
(Plan de Salvaguarda 2013, 24; Plan de Salvaguarda 2014, 21). No obstante, es de resaltar
que dentro de las investigaciones antropológicas—básicamente las de Osborn en 1995 y
Falchetti en 2005—tal percepción de la tierra o la naturaleza como madre creadora no aparece
en ningún momento. A la vez, en el libro Tengo los pies en la cabeza de Esperanza
Aguablanca29—Berichá en su nombre u’wa—la autora relata mitos y ritos de su pueblo en
los que explica cómo la creación de las cosas y la construcción del mundo se debe a la obra
de varias deidades con distintas jerarquías, sin hablar de una madre encargada de gestar la
vida natural en el mundo. En ese sentido, otras referencias incluso ubican que la figura
primordial u’wa asociada a la tierra es masculina, mientras que la femenina se conecta con
los cielos (Alonso, 2008).

Considero que esta idea de la madre tierra va en la misma dirección de un discurso


que parte de la deidad Pachamama de los incas, con el que los pueblos indígenas en Colombia

29
Berichá fue una mujer de la comunidad con una historia bastante particular ya que no fue sacrificada pese a
su condición de nacimiento—nació sin piernas—y que escribió de manera autobiográfica y autoetnográfica un
interesante relato sobre su pueblo. Una revisión de este texto está en Gómez Cardona 2012.
http://bibliotecadigital.univalle.edu.co/bitstream/10893/3594/1/art5.pdf.

44
y Latinoamérica han tratado de reposicionarse en diversos escenarios de luchas por el
territorio, queriendo mostrar, por un lado, la agencia de una tierra que es doliente de los
procesos que se ejercen sobre ella, y por otro, que son las comunidades las que están en mayor
y mejor capacidad para resguardar esta tierra que vive y siente, ante unos intereses que en su
accionar terminarán destruyéndola. Por tanto, adquiere sentido entonces que tal noción
aparezca en los Planes de Vida y Planes de Salvaguarda en los que a mi juicio se quiere
vender una imagen determinada de los u’wa en completa comunión con la naturaleza. No
obstante, es prudente aclarar que esto no es una crítica negativa. Creo que, en un contexto de
disputas constantes contra la explotación de hidrocarburos, este discurso facilita que las
luchas indígenas adquieran validez tanto a nivel interno, en sus debates y acciones directas
con las empresas petroleras, como a nivel externo, en la imagen que percibe de ellos una
población gruesa pero ajena a estos conflictos. En otras palabras, es, a mi modo de ver, más
efectivo declarar “nosotros los u’wa somos hijos y guardianes de la madre tierra, por tanto,
ejercemos soberanía sobre ella”, a hacer un recuento de la trayectoria creativa de las deidades
u’wa a través de los mitos indígenas que revelen las relaciones entre la comunidad y el
territorio, pues en escenarios de discusión veloces—como en las mesas de diálogo con el
Estado y las empresas o en las redes sociales virtuales—esta explicación tendría poco
seguimiento y trascendencia.

Lo anterior no significa que esta cosmogonía u’wa deba dejarse a un lado ni que tenga
menos validez en los ámbitos de la vida indígena. En su texto de Las cuatro estaciones,
Osborn señala constantemente que los indígenas establecen su relación con el mundo a través
de unas representaciones cosmológicas que dividen el universo en tres planos: el de arriba,
el de en medio y el de abajo. Así, cada actividad en la vida u’wa tiene una conexión con
alguno de estos mundos, e incluso están asociadas a ellos materias como el sexo, las
temperaturas o los colores (Osborn 1995). En ese sentido, el plano intermedio es donde se
encuentra todo nuestro universo físico; allí habitan los u’wa, los riowa y todas las cosas que
conocemos. Este plano surge del equilibrio entre el mundo de arriba y el mundo de abajo, y
tiene representaciones constantes de cada uno de estos. Así, la nieve y el hielo, por ejemplo,
son elementos que pertenecen exclusivamente al mundo de arriba, pero en el intermedio

45
encuentran su representación en los picos nevados de la Sierra, sobre los cuales se adscriben
luego otros mitos y ritos en el imaginario u’wa. En palabras de Osborn:

La nieve y el hielo son componentes permanentes del mundo de arriba, y sus


equivalentes en el del medio son los picos de la Sierra Nevada de Güicán, región donde
surgen muchos de los ríos del territorio U’wa. Algunos de estos ríos—los cuales se
considera que se alimentan, al menos en parte, de las nieves derretidas—son deidades
U’wa de fertilidad femenina, cuya fertilidad es agua y no sangre menstrual. Por tanto,
la contribución del mundo de arriba no es masculina, ya que el agua producida por la
nieve y el hielo derretido parece relacionarse con sangre, pero diferente a la menstrual.
Este es el tema del mito cantado de la iniciación femenina. (Osborn 1995, 162)

La autora indica a este respecto que, si bien actualmente los u’wa consideran que la
Sierra Nevada está más allá de sus límites, en una conversación con tres Bita Wedhaya30 se
le informó que otrora los ocho clanes tradicionales de la comunidad se asentaban en las
cuencas de los grandes ríos que bajaban de estas tierras altas de montaña, alrededor de los
picos con nieves perpetuas en donde se encontraban sitios ceremoniales a los cuales todos
los clanes tenían acceso (Osborn 1995, 58). En un trabajo más reciente, Vila Torres (2017)
indaga con una lideresa u’wa el significado de la Sierra Nevada, a lo que la mujer responde:

Zizuma 31 es para el pueblo u’wa, lo que un templo para ustedes riowa, con
lugares que no se pueden tocar, que no se pueden traspasar, que no se pueden entrar; así́
como en las iglesias, que hay lugares que no se puede tener acceso, donde nunca se
tocan las estatuas ni se trepan en ellas. Solo que Zizuma no está encerrada por paredes,
está contenida con líneas que trazó Sira que no se ven (Vila Torres 2017, 22).

De lo anterior se puede concluir que el área de la Sierra Nevada no solo está presente
en la percepción tridimensional de la vida indígena en los tres planos cosmológicos, sino que
además es un centro ceremonial que en algún momento llegó a regir las formas de

30
También werjayas. Son en la división social u’wa los maestros chamanes.
31
Zizuma es como los u’wa denominan a la Sierra Nevada

46
organización y asentamiento de la comunidad u’wa. Esto daría cuenta en buena medida de
por qué el turismo sobre la nieve resulta tan problemático para las dinámicas indígenas. Al
entender que todo este territorio está inextricablemente relacionado con sus actividades
económicas, sexuales, rituales, habitacionales, etc., es posible dimensionar el daño que puede
llegar a causar en sus procesos cotidianos la afectación de la Sierra Nevada y los páramos.
Más aún, conociendo el pasado u’wa y sus convicciones frente al respeto y cuidado por una
tierra que, de alguna manera, representa su vida misma, y por la cual serían capaces de llegar
a cometer el escandaloso acto de un suicidio colectivo, se puede comprender por qué el
Estado colombiano trata de negociar con ellos antes que con los campesinos o con los
operadores turísticos, posicionándolos en un lugar central en el conflicto por el turismo en el
Parque. Las peticiones de los u’wa son simples: que el turismo no se lleve a cabo tocando la
nieve (Video 1, 2016). Si la comunidad considera que esto no se cumple, y que el turismo en
el Nevado va a afectar profundamente sus dinámicas de vida, puede aparecer nuevamente la
amenaza del suicidio. Este hecho, a mi modo de ver, llega a ser preocupante para el Estado
colombiano no tanto por la pérdida de vidas per sé, sino porque, como demuestra Serje
(2003), tras de esto se despliegan una serie de acciones en contra del propio Estado por parte
de organizaciones nacionales e internacionales que llevarían seguramente al plano legal y
penal tales acontecimientos.

Desde otra mirada, la defensa u’wa de su territorio tampoco es bien vista por
campesinos y operadores turísticos, si bien no ha habido ninguna clase de enfrentamientos
directos entre unos y otros. Más allá de que los indígenas estén en contra del turismo en el
Nevado, se dice que tienen la intención de recuperar el que ellos ubican como su antiguo
territorio ancestral, denominado Kajka Ika, que se extiende ampliamente por los municipios
cercanos al Parque32. De ser cierta esta información, sería necesario un proceso de

32
En el Plan de Vida se señala que era un territorio con una extensión de más de 1’400.000 ha.

47
Ilustración 1: Mapa del territorio u'wa y actividades petroleras en este. Fuente: amazonwatch.org

48
expropiación a gran escala que obligaría a campesinos y operadores turísticos a reubicarse
en algún otro lugar lejos del que habitan actualmente. Frente a este tema, el representante de
la comunidad que entrevisté señaló que el territorio original indígena iba más allá de lo que
aparece definido como Kajka Ika y llegaba incluso hasta Bogotá. Sin embargo, para él era
claro que un ejercicio de expansión—o de recuperación—territorial a esta escala sería
inconcebible. En cuanto a Kajka Ika, declaró que los u’wa definían sus acciones sobre la
tierra en planes de hasta 2.000 años, así que no podía darme una respuesta inmediata y
concreta sobre estos supuestos intereses expansionistas (Comunicación Personal 5, 2017)
Con base en esto, resulta más adecuado mantener el espectro de las disputas de la comunidad
estrictamente en el ámbito del resguardo constituido legalmente, o en el espacio del Parque
como elemento central en la cosmología u’wa.

Lo dicho hasta acá hace evidente qué buscan y cuál el papel que tienen los u’wa sobre
el conflicto en el Nevado. Resumiendo, se puede señalar que las constantes luchas de la
comunidad con las empresas petroleras y el Estado colombiano por la soberanía territorial,
son el marco esencial de sus disputas en diversos escenarios. Los argumentos con los que
respaldan sus peticiones y acciones recogen tanto sus necesidades básicas de subsistencia y
bienestar en el plano material, como en el cosmológico. En el caso del Parque, sobre todo los
procesos míticos y rituales sientan las bases de sus intereses y reclamos. De no llegar a
acuerdos con los indígenas, es probable que nuevos bloqueos aparezcan. A la vez, el uso de
las fuerzas coercitivas del Estado podría desembocar en nuevas amenazas de suicidios
masivos u’wa, como último recurso de la comunidad para cumplir sus objetivos, lo que
resultaría en un enorme escándalo mediático con delicadas consecuencias.

Ahora bien, antes de avanzar hacia los siguientes actores, quisiera dejar sobre la mesa
otra posible explicación de los motivos u’wa en esta disputa. Sin embargo, es necesario
aclarar dos cosas: primero, que las fuentes para lo que señalaré a continuación son
principalmente cosas dichas al aire por la gente de la zona, que sin embargo corroboró en
cierta medida el indígena al que entrevisté; segundo, que son afirmaciones problemáticas en
torno a un tema hasta cierto grado peligroso, y que, aunque puedan ser acertadas, no

49
profundizaré demasiado en ellas por motivos de seguridad. Dicho esto, se ha comentado que
las acciones u’wa están permeadas por intereses de un grupo armado que se moviliza al
interior del resguardo, aprovechando que es una zona de difícil acceso y en la que los
indígenas suponen una especie de barrera ante intervenciones no deseadas. En concreto, se
habla de que en áreas del Parque hay reservas minerales—algunos dicen que esmeraldas,
otros que coltán—que podrían llegar a ser controladas o explotadas por esta organización, y
que, en el marco de un proceso de paz venidero, las utilizarían como un elemento de
negociación con el gobierno colombiano33. Más aún, existe una asociación campesina que en
alianza con representantes de la comunidad u’wa han conformado un movimiento en contra
de las actividades turísticas en el Parque, de la cual se suele decir que tiene conexiones con
este grupo armado. En la entrevista, el indígena me comentó además que la presencia de este
grupo armado ha destruido la estructura ancestral de la comunidad, y que hay divisiones
importantes entre dos sectores centrales de la organización política u’wa: por un lado, las
autoridades encargadas de negociar con el Estado y las empresas petroleras—situadas en la
parte baja del resguardo—parecen responder a los intereses que aparentemente tiene el grupo
armado; por el otro, los médicos tradicionales y los chamanes—establecidos en zonas más
altas—se han escindido de la parte negociadora, pues declaran intereses económicos ajenos
a la lógica tradicional indígena en su accionar. En ese sentido, aunque ambas visiones se
plantean en contra del turismo en el Parque, la primera de estas escondería objetivos
económicos dentro de un mismo discurso de cuidado ambiental y relaciones cosmológicas
con la naturaleza, que ha llevado a que la comunidad se sectorice y deba definirse en el apoyo
a una u otra opción (Comunicación Personal 5, 2017). No quisiera ahondar más en este tema,
tanto porque es un tema de mucho cuidado, como porque no poseo datos suficientes para
argumentar de manera sólida la cuestión. Sin embargo, me parece que es una visión
interesante que no se ha tenido en cuenta en este conflicto y que, a mi manera de verlo,
explicaría en cierta medida el desarrollo de hechos determinados, por lo que podría ser
materia para que otros investigadores en diferentes condiciones indaguen eventualmente en
ella.

33
Emerson Buitrago (2014) señala, en ese sentido, que en el país se llevan a cabo procesos de extracción
minera en zonas de Parques o de reservas ambientales.

50
Los campesinos

Moviéndonos a un espacio más cercano al Parque encontramos en los límites del área
protegida a la población campesina de los municipios de Güicán y del Cocuy. Según datos
de las administraciones municipales, los habitantes rurales de Güicán sobrepasan las 5.700
personas 34, mientras que los del Cocuy las 2.400 35. Aunque seguramente nadie duda hoy en
llamar a estas personas campesinos, es importante exponer ciertas consideraciones con
respecto al término; unas de tipo conceptual, otras frente al alcance de la palabra en nuestro
escenario del Parque.

Como primer elemento, es claro que los procesos campesinos han sido importante
materia de estudio en las ciencias económicas y sociales desde, al menos, principios del siglo
XX36. Las producciones escritas abarcan aspectos que van desde sus luchas y movimientos
(Bejarano, 1983; LeGrand, 1988), hasta procesos como su desaparición o descomposición, o
bien, su reproducción (Kostlin & Da silva, 2012). Sin embargo, a pesar de que el concepto
de campesino ha sido objeto de una larga revisión en varios momentos, no se ha llegado a
una definición del término que no genere discrepancias o sinsabores. Quisiera recoger
brevemente unas miradas en torno a esta búsqueda. Para ello, retomaré perspectivas clásicas
de reconocidos autores que han trabajado ampliamente en la materia.

Un primer referente para traer en consideración es el economista ruso Aleksandr


Chayanov, en su texto La organización de la unidad económica campesina (1925). Allí el
autor hace un análisis del trabajo campesino y su productividad a través de diversos factores
como la composición de la familia y sus necesidades de subsistencia, las técnicas de
producción o la intensidad del trabajo, pero fuera de una lógica capitalista de producción
agraria. A pesar de sus críticas, como señala Bartra (1980), su mérito se basa en descubrir las
leyes que regulan la estructura interna de la economía campesina. En ese sentido, los estudios

34
Fuente: proyecciones del DANE. Tomado del Plan de Desarrollo del municipio de Güicán 2012-2015.
35
Fuente: Plan de Desarrollo del municipio del Cocuy 2016-2019.
36
Ya en 1925 Chayanov escribía sobre la unidad económica campesina en Rusia.

51
campesinos de Chayanov han sido rescatados por diversos autores. Barfield (1997), por
ejemplo, usa en su diccionario de antropología una definición de Chayanov en la que ubica
al campesino como:

Un productor agrícola en pequeña escala, organizado en unidades domésticas,


que dependen del trabajo familiar en una economía orientada a la subsistencia que, sin
embargo, es parte de un sistema estatal mayor que extrae diversas formas de renta de
las comunidades a las que controla (Barfield 2000, 95).

A la altura de Chayanov, otro autor con gran relevancia en el tema es Erick Wolf, en
su bien conocido texto Los campesinos (1966). A lo largo del escrito el autor ubica a través
de tres fondos económicos las relaciones de poder a las que se ven sometidas las poblaciones
campesinas, sus estrategias económicas y de subsistencia, y sus inscripciones a un mundo
social y cosmológico que se expresa en diversas ceremonias (Wolf, 1971). En su ejercicio
de conceptualización, Wolf adscribe a los campesinos como parte funcional de un sistema
social, y define que:

…los campesinos son labradores y ganaderos rurales cuyos excedentes son


transferidos a un grupo dominante de gobernantes que los emplea para asegurar su
propio nivel de vida y que distribuye el remanente a los grupos sociales que no labran
la tierra, pero que han de ser alimentados a cambio de otros géneros de artículos que
ellos producen (Wolf 1971, 12).

En ese sentido, tanto la definición de Chayanov—recogida por Barfield—como la de


Wolf, señalan como elemento fundamental un posicionamiento en el que los campesinos se
encuentran subordinados o dominados por un esquema de poder superior al cual tienen que
pagar alguna forma de renta por determinados servicios, que se costea a través de los
excedentes de su producción que no son utilizados como medios de subsistencia. Aunque
aquí el campesino se lee en función de un sistema mayor, el análisis de los imaginarios y
estrategias internas de los campesinos es también objeto de estudio de algunos

52
investigadores. Así, Hugues Lamarche (1997), por ejemplo, trata de ubicar cuáles son las
lógicas a través de las cuales los campesinos—que él replantea como la unidad de explotación
familiar—determinan sus elecciones fundamentales frente a sistemas productivos,
fundiarios, familiares, de valores y representación. En su revisión, el autor establece por
medio de varios casos que la memoria histórica, por un lado, y las aspiraciones futuras, por
otro, son la base sobre las cuales los campesinos estructuran su posturas y acciones
dependiendo de su nivel de integración en el mercado global (Lamarche 1997, referenciado
por Kostlin and Da silva 2012, 182-185).

Sin embargo, a pesar de que estos estudios identifiquen aspectos esenciales y muy
interesantes de las relaciones internas y externas del campesinado, no terminan de acuñar una
definición general de lo que significa ser campesino. Es entonces que aparecen otras
propuestas teóricas que justamente optan por no definir al campesino en un concepto, no solo
por la complejidad y heterogeneidad de la población, sino porque el sinnúmero de
acercamientos teóricos al campesino y al campesinado han creado, un panorama confuso en
el que es difícil vislumbrar una noción general del término. En esa dirección se encuentran
autores como Luis Llambí, que, al hacer un recorrido histórico sobre las definiciones del
campesinado, señala que:

Lo que unifica a todos estos fenómenos que hemos denominado “campesinos”


no es la existencia de una “campesineidad” inmanente común a todos ellos, sino las
múltiples relaciones sociales que vinculan a tales productores directos con un
campesinado como sujeto histórico. (…) Por otra parte, una completa explicación de las
prácticas campesinas, no todas ellas “económicas”, escapa al ámbito de cualquier teoría
económica “pura” como también de cualquier teoría deductiva como tal (Llambí 1990,
220).

Esta mirada invita a salirse del esquema dogmático de las definiciones y explicaciones
completas del ser y hacer campesinos, pero mantiene, a pesar de ello, la idea de una población
concreta que, a través de una serie de relaciones sociales, puede ser vinculada con una noción

53
de campesinado construida históricamente, sin que tal percepción suponga un marco
específico de referencia. Una visión similar es desarrollada más a profundidad en el texto de
Theodor Shanin Defining peasants (1979), en donde hace un análisis de los argumentos tanto
para abandonar el concepto, como para aceptarlo y definir su significado, frente a lo cual
concluye que el acto más acertado en este sentido no es ni una desconceptualización, como
tampoco una generalización, sino un uso del término que es consciente de su variación de
acuerdo a los contextos en los que aparece, que se presenta con especificidades muy concretas
que lo diferencian de otros momentos y espacios de también campesinados, pero que en
cualquier caso permite entender y analizar las relaciones campesinas frente a otros grupos
sociales, frente a otras instituciones, frente a otros campesinos o como unidad en un sistema.
En palabras de Shanin:

…el término campesinado no implica una semejanza total entre los campesinos de
todo el mundo y/o su existencia fuera del contexto de una sociedad más amplia no solo
exclusivamente campesina y/o su extra-historicidad. (...) La cuestión radica en la existencia
de unas características específicas y genéricas. Los campesinos se relacionan
necesariamente con los no campesinos, dándose una interacción entre ellos. (…) El concepto
de campesinado es selectivo. La cuestión radica en qué podemos aprender utilizando dicho
concepto. Los campesinos constituyen una mixtificación. (…) No discutimos aquí una
realidad inmediata, sino una generalización unida a un modelo conceptual. Esto es, una
simplificación significativamente selectiva y una formalización para conseguir una mejor
comprensión. (…) Se trata, en esencia, no de una respuesta, sino de una presunción que
ayuda a obtener nuevas respuestas. Los temas fundamentales de la realidad social pueden
entenderse a un nivel aceptable de sofisticación epistemológica o no entenderse en absoluto.
(Shanin 1979, 49-52)

A mi manera de ver, esta es la propuesta más acertada. No solo nos permite escapar
de intentos eternos por definir un concepto que a cada momento y en cada espacio se
transforma, sino que además invita a desligarse de presunciones que se construyen con las
generalidades, y que, como en el caso de los indígenas, terminan dotando de ciertos rasgos a
cada individuo que se enmarque en un grupo poblacional determinado, así en las
especificidades de los diversos escenarios tales imaginarios no sean aplicables. Esta situación

54
resulta en la creación de falsas identidades, que si bien en ciertos casos pueden utilizarse
como instrumentos de acción y reclamo de las propias comunidades—como el discurso que
conecta a la Pachamama con algunos grupos indígenas latinoamericanos—, también
reproducen percepciones negativas que suponen ideas ofensivas o denigrantes ante ciertos
grupos—como cuando se asume que los campesinos no tienen educación o que lo único que
saben hacer son labores físicas con métodos atrasados tecnológicamente—.

Con base en lo anterior, resulta necesario revisar la interpretación y el alcance que


tendrá el término de campesino en la presente investigación. Así, los campesinos sobre los
que se ubicará este análisis no estarán asociados completamente con el grueso de la población
rural de los municipios de Güicán y el Cocuy, si bien hablaré brevemente de ciertos aspectos
de este amplio sector. En esencia, a quienes me referiré como los campesinos en este trabajo,
y quienes, en palabras más simples, suponen un actor en mi esquema del conflicto, serán un
conjunto de individuos del municipio del Cocuy que por unas razones concretas están en
contra del turismo en el Nevado y que, además, han sido parte fundamental de las
negociaciones en la Mesa.

Como consecuencia, el abordaje en este capítulo diferenciará, por un lado, al sector


rural de los municipios aledaños al Parque y que denominaré como el campesinado, y por
otro, al grupo que se encuentra presente en las discusiones como una unidad, que ubicaré
simplemente como los campesinos. Ahora bien, esta conceptualización no implica un
distanciamiento en términos de lo que significa ser campesino para ninguno de los dos casos;
sencillamente corresponde a unas formas de organización que se diferencian en sus maneras
de actuar, y que como elemento de análisis en mi investigación resultan más apropiadas. En
ese sentido, es claro que el segundo grupo queda enmarcado dentro de la caracterización del
primero, pues a pesar de que se distancian bajo algunos criterios de este campesinado, no es
factible posicionarlos fuera de tal límite referencial.

Así, el campesinado de Güicán y el Cocuy será el primer foco de este análisis. Como
primer elemento, es claro que este campesinado no es por supuesto, homogéneo y sus

55
posturas difieren frente al apoyo o rechazo del turismo en la Sierra Nevada. Cuando los
bloqueos iniciaron en el Cocuy, hubo un despliegue de acciones y reclamos por parte de
varios campesinos de los dos municipios, declarándose en contra del turismo en el Parque.
Sin embargo, tras varios meses de cierre, personas que inicialmente apoyaron las protestas y
bloqueos en los senderos, se aliaron posteriormente con operadores y comerciantes en
acciones como la marcha del silencio, solicitando la reapertura del área protegida
(Comunicación Personal 7, 2017).

En general, a diferencia de los indígenas o de los operadores turísticos, el


campesinado, especialmente el de Güicán, no ha mantenido un discurso uniforme a lo largo
del conflicto. No obstante, esto no es debido a que sean una población dividida entre las dos
diferentes miradas, sino que expresa un desconocimiento por parte de este sector de las
implicaciones que conlleva el turismo en el Parque, por lo que su aprobación o rechazo a las
actividades turísticas ha variado dependiendo de qué perspectiva impera en la zona en
determinado momento. Como señalé anteriormente, cuando los bloqueos iniciaron, hubo un
fuerte apoyo campesino en los dos municipios, sobre todo porque corrió rápidamente la voz
de que el turismo estaba contaminado el lugar y que el agua que llegaba a las veredas
proveniente del Nevado, tenía restos de orina y materia fecal humana. Meses después, cuando
la microeconomía de la provincia empezó a mostrar señales de decadencia, afectando a todos
los consumidores de la región, parte de este mismo sector campesino se hizo presente en las
manifestaciones que lideraron los operadores turísticos por la reapertura del Parque y en
contra de la comunidad u’wa.

Este campesinado está compuesto básicamente por todos aquellos que no se han
organizado en contra o en favor del turismo, principalmente porque en sus labores
económicas no lo incorporan en ningún nivel; son principalmente ganaderos y agricultores
que tienen que competir con otros mercados para obtener su sustento37. Por lo tanto, desde la
mirada del conflicto en el Parque, es una población que no tiene realmente un papel

37
En este grupo cabrían también algunos pobladores de los cascos urbanos que difícilmente podrían ubicarse
como campesinos, pero que a la luz del conflicto suponen una interacción similar al campesinado definido.

56
importante en la toma de decisiones, y se expresa, más bien, como una masa con poco criterio
político, muy permeable e impulsiva, pero que, si bien es manipulada fácilmente por los
diversos intereses de los actores centrales, supone la mayor parte de la población de los dos
municipios, y resulta favorable para un determinado sector mantenerla en sintonía con sus
peticiones e intereses particulares.

Por otra parte, existe una serie de habitantes rurales que, aunque se ubicarían más
como campesinos que como operadores, han prestado servicios turísticos en algún
momento—principalmente en las temporadas altas—pero no viven exclusivamente de ello.
Están conformados por familias que trabajan la mayor parte del año en actividades
agropecuarias, pero que han habitado por décadas cerca a los límites del Parque, por lo que
pueden ofrecer servicios de guías, hospedaje, alimentación y anteriormente alquilaban
animales de carga. Es claro que su postura es a favor del turismo, sin embargo, no conforman
un sector organizado aparte, no se hicieron presentes en la Mesa y se recogen, más bien, en
las propuestas y acciones de los operadores turísticos, por lo que tampoco son considerados
como un actor diferente en el conflicto (Comunicaciones Personales 7 y 8, 2017).

Ahora bien, en el otro foco de análisis está el conjunto de individuos que ubico como los
campesinos. Es este grupo de personajes el que se establece como un actor en el conflicto
por el turismo en el Parque, si bien algunos de sus representantes tienen trabajos alejados de
lo que tradicionalmente se ubica como una labor campesina; por ejemplo, funcionarios de los
gobiernos locales. Entre este sector se encuentran principalmente habitantes rurales del
municipio del Cocuy que, por causa del deshielo del glaciar y de una presunta contaminación
en el agua que baja del Nevado a las veredas, se organizaron y posicionaron tajantemente en
contra del turismo en el Parque (Mesa de Concertación 1, 2 y 3, 2017)

Estos campesinos, en tanto actores, pueden definirse como una serie de pobladores
rurales, que, a pesar de que trabajen en diversos espacios, viven especialmente de las labores
agropecuarias y, a diferencia del resto del campesinado, se organizaron en contra de las

57
58
Casa campesina en el Cocuy. Foto: Pablo Cristancho
actividades turísticas en el Parque. Así, a finales de febrero de 2016, se plantaron en la entrada
de uno de los senderos que sube hasta el Nevado, rompieron y bloquearon la vía de acceso y
comunicaron que, de ese momento en adelante, no permitirían el paso a ningún turista que
quisiera ingresar al Parque. Aunque indicaron que el plan de impedir el paso se venía
gestando desde tiempo atrás, el detonante de estas manifestaciones fue la publicación de un
video en los medios virtuales en el que aparecía un grupo de personas jugando fútbol sobre
el glaciar. Este hecho desató la indignación de los campesinos no solo por el daño a la nieve
que significó tal acción, sino porque alimentó la noción de que las sanciones ambientales era
únicamente aplicadas a los campesinos, en tanto que no se juzgó en los mismos términos
legales a quienes jugaron sobre el hielo, como si se hizo con otros casos que este grupo
referenció (Video 3, 2017) .

En el marco del bloqueo, aunque el sector pidió apoyo a la comunidad u’wa en este
ejercicio, su interés sobre el Parque y el Nevado se basa más en argumentos ambientales que
cosmológicos, si bien en diversas ocasiones declaran al glaciar como un ente que adquiere
valor en la medida en que se le respete (Comunicaciones Personales 7 y 9, 2017). En ese
sentido, tampoco apoyan el supuesto interés expansionista de los indígenas, y a pesar de que
este no es un tema central en su agenda, la visión general que se tiene hacia los u’wa es que
son un grupo protegido por el Estado con muchos beneficios por el hecho de ser indígenas.
Además, en algunos casos, se percibe que la comunidad indígena desplazó a los campesinos
de buenas tierras que antes les pertenecían y ahora hacen parte del resguardo, lo que genera
cierto sinsabor puesto que, para los campesinos, los indígenas no hacen un aprovechamiento
adecuado de los terrenos otorgados y simplemente dejan que estos sean comidos por el monte
(Comunicaciones personales 8, 9 y 10, 2017).

Precisamente, el tema de la tierra es un rasgo esencial que define las lógicas de acción
de los campesinos. No solo la mayoría de ellos vive de trabajar en actividades agropecuarias,
sino que constantemente exigen apoyo de parte del Estado para que haya mejores condiciones
en sus labores cotidianas, y puedan llegar a una situación de bienestar con las ganancias que
quedan de comercializar sus productos. No obstante, llama la atención que, dentro del

59
desarrollo de la Mesa, no hubo intervenciones relevantes sobre las necesidades campesinas
en torno a la cuestión del agro—al menos provenientes de los representantes campesinos—,
y en general su postura se centró simplemente en criticar al turismo. Si bien es claro que para
la mayor parte de la población de los municipios el turismo es el motor de su economía, los
campesinos no plantearon alternativas concretas para soportar una eventual prohibición de
este en el Parque (Mesa de Concertación 1, 2 y 3, 2017).

Ahora bien, en relación estricta con el tema del turismo, aparecen diversos aspectos
en este sector. Como dan cuenta algunos testimonios (Comunicaciones Personales 11 y 12,
2017) su postura era al comienzo intransigente con el tema del ingreso de visitantes al Parque.
Sin embargo, en la Mesa de Concertación cedieron brevemente y aceptaron la llegada de
turistas hasta los 50 metros debajo de la línea del glaciar. Para ello, establecieron una guardia
campesina que vigilaba y reportaba cualquier particularidad que rompiera con lo negociado.
Posteriormente, propusieron que la llegada a uno de los puntos de interés turísticos, se hiciera
por un antiguo sendero diferente al actual, a pesar de que esto implicaba romper con el
proceso de recuperación que en los últimos años se hizo sobre aquella ruta, generando un
impacto negativo en el entorno (Mesa de Concertación 2 y 3, 2017). En general, los
campesinos no han demostrado uniformidad en sus diversos planteamientos, por lo que, para
otros sectores, las peticiones campesinas han empezado a perder validez y denotan más bien
intereses ocultos dentro de sus discursos (Comunicaciones Personales 1, 13 y 14, 2017).

Para resumir, los campesinos tienen posturas en contra de las actividades turísticas en
el Parque que definen su objetivo de proteger el ecosistema y el paisaje, y asegurar su
bienestar. Aunque, a diferencia de los u’wa, no son tajantes con una prohibición del turismo,
su postura es enfática en la urgencia de rescatar los recursos naturales del uso de los
visitantes, para que los locales puedan acceder a ellos de forma integral. Por eso, en su
discurso se elabora una estrategia victimizante que da peso a la idea de que los campesinos
están en una posición vulnerable en donde todos pasan por encima de ellos, incluidos los
turistas, lo que alimenta el malestar de una gran parte de la población que se siente de manera
similar porque, de hecho, han estado históricamente inmersos en la marginalidad bien sea

60
por la violencia de finales se siglo, por la pobreza y la falta de oportunidades o porque no han
percibido beneficio alguno con los ingresos turísticos durante más de veinte años.

Los operadores turísticos

Guías y porteadores38, transportadores, cocineros y hoteleros son básicamente


quienes componen el sector de operadores turísticos de Güicán y el Cocuy. En este conflicto
son los que se representan la única posición enteramente a favor del turismo en el Parque.
Estos prestadores de servicios son, en su mayoría, herederos de un negocio que comenzó a
tomar forma hace más de treinta años (IDEAM 2012, 267; Comunicaciones Personales 1 y
2, 2017), y que actualmente es el que se encarga de atender a los más de 18.000 visitantes
que han llegado a entrar en un mismo año a la zona, en el marco de propuestas ecoturísticas.

Los estudios sobre el turismo suponen abordajes relativamente recientes en las


ciencias sociales, principalmente porque hasta los años 70 pasó de ser algo exclusivo de un
reducido grupo de personas, a convertirse en un fenómeno de masas en los países
desarrollados, y posteriormente una actividad accesible en la mayor parte del mundo. Entre
1950 y 2000, el número de viajes internacionales pasó de 25 millones a casi 700 millones,
con una tasa media anual de crecimiento de 7% (Barrios Láinez, 2011).

En la antropología, los primeros trabajos en la materia se remontan a los años 60, en


un pequeño estudio sobre el turismo de fines de semana en una aldea mexicana (Nunez,
1963). Sin embargo, los trabajos pioneros más relevantes se encuentran hasta la segunda
mitad de la década del 70, e indagaban cuestiones como el impacto del turismo y el papel del
ocio en los intereses turísticos de la sociedad moderna (MacCannell, 1976; Smith, 1977).
Posteriormente, se han desarrollado investigaciones sobre las relaciones entre los rituales y
el peregrinaje, las dinámicas de los turistas sobre los locales, la manipulación y
reconstrucción de elementos étnicos para satisfacer estereotipos turísticos, o la importancia

38
Denominación para las personas que movilizan el equipaje de los turistas.

61
de la participación local para el éxito del turismo (Stronza 2001, 262). Aunque este estudio
en el Parque supone un acercamiento más desde la antropología económica y política, es
claro que el campo del turismo es un ámbito sobre el cual la disciplina puede profundizar
ampliamente. En ese sentido, Stronza señala:

Antropólogos y turistas parecen tener mucho en común. Ambos pasan tiempo


explorando las producciones culturales y los rituales de la sociedad, y ambos llevan
consigo el status de forasteros a través de sus incursiones en la vida de otros. Aunque
como antropólogos podamos vernos reacios a admitir cualquier relación en nuestro
medio con estas legiones de personas que usan cámaras y sandalias, la verdad es que el
turismo puede ser un contexto ideal para estudiar cuestiones de economía política,
cambio social y desarrollo, manejo de recursos naturales, e identidades y expresiones
culturales. De hecho, muchas de las preguntas principales que interesan a los
antropólogos culturales, aparecen en el estudio del turismo (Stronza 2001, 261, la
traducción es mía).

Sin duda, la lente antropológica se presenta como un medio adecuado para


aproximarse al tema del turismo como elemento de interés para las ciencias sociales. Una
corta conceptualización frente a determinadas visiones del turismo como concepto expresa
que, si bien, en una primera mirada, el término no supone en ningún momento dificultades o
problemas al mismo nivel que, por ejemplo, el de actor o el de campesino, su definición
abarca un proceso histórico que ha llevado a lecturas diferentes y redefiniciones que han
transformado el concepto en expresiones como la de ecoturismo. Así, a pesar de la incontable
cantidad de explicaciones que puedan existir en torno al turismo, una perspectiva interesante
es la que retrata Jafir Jafari (2005), en la que dibuja el término a través de una estructura
dividida en cinco momentos: tres teórico-empíricos que denomina como plataformas
apologética, precautoria y adaptativa; y dos como elementos de análisis que llama
plataformas cientificocéntrica y de interés público.

En el marco de las tres primeras etapas, se establece que, hacia la década del 50, el
turismo era exaltado en tanto actividad importante dentro de la estructura económica, y se

62
ubicaba como un proceso generador de empleos que traía beneficio a diversos sectores, que
a la vez permitía el crecimiento económico en países con otras escasas alternativas. Es esta
etapa la que se ubica como apologética y coincide con la expansión del turismo de masas 39
de la segunda mitad del siglo XX, lo que la posiciona como una forma de turismo insostenible
y extractiva con amplios impactos ambientales. Posteriormente, a principios de los años 70,
aparecen críticas a esta forma de turismo, argumentando la necesidad de regulaciones que
controlaran la gestión y expansión de los proyectos turísticos. Jafari denomina este momento
como precautorio, y se define por el interés de ubicar todos los aspectos sobre los que el
turismo genera impacto. Durante este proceso se abandona la apología al turismo y empiezan
a revelarse las consecuencias negativas de este. Más adelante, hacia 1980, se conjugan los
procesos anteriores con el objetivo de instaurar alternativas turísticas más adecuadas para
que los impactos en los destinos sean únicamente positivos. Esta tercera etapa, referenciada
como adaptativa, favorece las formas de turismo especialmente respetuosas con las
comunidades anfitrionas, con la cultura y con el ambiente (Barrios Láinez, 2011; Jafari,
2005).

En este recorrido aparece un momento en el que los anteriores procesos comenzaron


a volverse llamativos como elementos de análisis, lo que llevó a que en la última década del
siglo pasado40 se instaurara una plataforma científico-céntrica cuyo interés sería abordar el
turismo como materia de estudio de manera holística. A través de la integración de saberes
académicos, se buscó en esta etapa establecer fundamentos y puentes de enlace entre los otros
tres momentos, con el fin de consolidar un cuerpo de conocimientos científicos sobre el
turismo en general. Ahora bien, en la década del 2000 llamó la atención que tras

39
El concepto de turismo de masas hace referencia al elevado volumen de turistas concentrados en espacios
reducidos, que se presenta en determinados lugares y épocas y que en ocasiones supera la capacidad de carga
del medio. Este concepto es problematizado por autores como (Bermejo Gómez, 2014), quien lo considera un
término inadecuado para abordar las dinámicas de la alta concentración de turistas en ciertas zonas, en tanto
generaliza a priori algunos procesos a la vez que invisibiliza otros. Ver El turismo de masas: un concepto
problemático en la historia del siglo XX, 2002.
40
Si bien autores como Stronza demuestran que los estudios sobre el turismo en la antropología se han venido
realizando desde mediados de los años 60, Jafari, aunque no lo hace explícito, refiere un interés de posicionar
al turismo como campo de estudio con conocimientos para la propia industria turística, y no en los términos
culturales con los que la antropología ha hecho sus abordajes.

63
acontecimientos como el ataque a las Torres Gemelas en 2001 o la epidemia de Síndrome
Respiratorio Agudo Grave—SRAG— en 2003, el turismo descendiera abruptamente y de
manera inesperada tanto para los que controlaban la industria, como para quienes la
estudiaban. Jafari explica que la razón de tal hecho está en que, en los últimos años, el turismo
ha entrado en la dimensión de análisis de la opinión pública, lo que indica que además de las
esferas comerciales y académicas, se hacen lecturas desde saberes no especializados en torno
al tema, que de igual forma generan un impacto importante en los procesos turísticos globales
(Barrios Láinez, 2011; Jafari, 2005).

El retrato del turismo que hace Jafari devela todo el aparato analítico que se esconde
tras esta actividad. Las plataformas que detalla delimitan momentos en los que las miradas
generales sobre el turismo se han transformado profundamente, si bien cada una de estas
tiene todavía defensores en la actualidad (Barrios Láinez 2011). El recorrido que establece el
autor deja claro que el turismo es un proceso que se mueve entre extremos de aprobación y
rechazo, y en los que los efectos reconciliadores de la que llama etapa adaptativa aún no se
hacen presentes por completo. Sin embargo, en ese interés de posicionar las actividades
turísticas en un equilibrio entre crecimiento económico, ocio y recreación, y cuidado del
medio ambiente, han surgido conceptos como el de ecoturismo, que se ha ido estableciendo
como una mirada alternativa al turismo tradicional sin que recoja las imágenes negativas
asociadas a este.

Esta noción de ecoturismo se encuentra presente en un esquema en el que se ubica,


por un lado, un turismo de masas desinteresado de los impactos en el medio—asociado a la
plataforma apologética de Jafari—, y por otro, un turismo alternativo que es consciente y
busca proteger los espacios sobre los cuales se llevan a cabo las actividades turísticas—
asociado a la plataforma precautoria del autor—. Evidentemente el ecoturismo se relaciona
con esta segunda propuesta (Vanegas Montes, 2006). Una primera definición lo posiciona
como:

64
…aquella modalidad turística ambientalmente responsable consistente en viajar
o visitar áreas naturales relativamente sin disturbar, con el fin de disfrutar, apreciar y
estudiar los atractivos naturales (paisaje, flora y fauna silvestres) de dichas áreas, así
como cualquier manifestación cultural (del presente y del pasado) que puedan
encontrarse ahí, a través de un proceso que promueve la conservación, tiene bajo
impacto ambiental y cultural y propicia un involucramiento activo y
socioeconómicamente benéfico de las poblaciones locales (Ceballos-Lascuráin,
1996)41.

El uso creciente del término ecoturismo como elemento que valida unas prácticas
turísticas determinadas, se enmarca en un periodo de preocupaciones de los llamados países
desarrollados42 por el cuidado del ecosistema y los recursos naturales, ante un crecimiento
económico descontrolado. En la década de los 80, este interés sentó las bases sobre las que
se edificó una lógica de capitalismo verde que encuentra su máxima expresión en el Informe
Brundtland de 1987, en el que se definió y popularizó el concepto de desarrollo sostenible,
entendido como una forma de desarrollo que satisface las necesidades de la generación
presente, pero que no compromete la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer
sus propias necesidades (Gómez Gutiérrez, n.d.). Esta noción, si bien ha sido ampliamente
criticada—entre otras cosas—por su carácter contradictorio (Bermejo Gómez, 2014)43,
terminó ligándose al ámbito del turismo para constituir la idea de turismo sostenible. Este,
actualmente, es definido por la Organización Mundial del Turismo como:

41 Esta definición publicada en 1996 por la UICN ha sido la que más ampliamente se ha referenciado, sin
embargo, el autor acuña el concepto por primera vez en 1983 en una conferencia en la UNAM, en la que señala
que: “…el ecoturismo es aquella modalidad del turismo que consiste en viajar a áreas naturales relativamente
sin perturbar, con el objeto específico de admirar, disfrutar y estudiar su paisaje, su flora y su fauna silvestres,
así como las manifestaciones culturales (tanto presentes como pasadas) que allí puedan encontrarse”. Tomado
de Aranda Vera 2013, 20.
42
Bermejo Gómez (2014) los ubica como países OCDE en relación con los otros países no-OCDE. Esta
aproximación me parece más acertada.
43
Dado que el desarrollo se muestra como un proceso de crecimiento ilimitado, es difícil que se pueda asumir
a la vez como algo sostenible en términos ambientales.

65
El turismo que tiene plenamente en cuenta las repercusiones actuales y futuras,
económicas, sociales y medioambientales para satisfacer las necesidades de los
visitantes, de la industria, del entorno y de las comunidades anfitrionas (OMT 2017).

Tal acepción presenta una evidente relación con la definición de ecoturismo de la


década de los 80. Sin embargo, con la entrada del nuevo milenio, este último concepto se vio
redefinido, y aunque todavía designa una actividad con bajo impacto en el medio, su
transformación lo ha limitado a una forma de turismo basada exclusivamente en la
observación o apreciación de la naturaleza (OMT, 2002). Así, el ecoturismo suele entenderse
como un proceso que supone una inmersión en ecosistemas, no obstante, no significa
necesariamente una eco-lógica de cuidado y preservación de los recursos con miras a
prolongar su explotación.

En ese sentido, la percepción de lo que se reconoce como ecoturismo en el país tiende


a asociarse con las actividades turísticas que se desarrollan en escenarios naturales. Por lo
tanto, esta clase de procesos en el marco de las áreas de reserva y los Parques Nacionales
Naturales, son leídas así tanto por la academia como por diversos actores. (Bocarejo Suescún,
2014; Ochoa Fonseca, James, & Márquez, 2013).

En el caso del Parque el ecoturismo se interpreta de manera indiferenciada tanto en su


acepción de turismo como actividad llevada a cabo en un contexto natural, como de un
turismo eco-amigable y ambientalmente sostenible. Sin embargo, ciertos operadores han
ubicado cómo las empresas que ofrecen planes ecoturísticos han llevado a cabo, por ejemplo,
prácticas descuidadas en el manejo de basuras y residuos de orina y materia fecal dentro del
área protegida (Comunicaciones Personales 1 y 15). Como consecuencia en los discursos de
los prestadores de servicios turísticos, se habla de turismo sostenible y no de ecoturismo, en
el interés de mostrar un compromiso con la protección de los recursos del Parque.

66
La formación rocosa cuadrada se conoce como El púlpito del Diablo y es uno de los principales
atractivos turísticos del Nevado. Foto: Pablo Cristancho.

67
De acuerdo con lo anterior, el primer elemento que vale la pena resaltar sobre los
operadores turísticos tanto de Güicán como del Cocuy, es que su objetivo principal se
encuentra en la acción de reivindicar los procesos turísticos frente a la mirada de los demás
actores. Actualmente la imagen de indígenas y campesinos respecto al turismo es que es un
ejercicio depredador que, bajo la excusa del crecimiento económico, está destruyendo el
ecosistema y especialmente los dos aspectos más valiosos en él: el agua y la nieve, lo que
afecta su bienestar sea en términos cosmológicos o ecológicos.

Ahora bien, con base en el ejercicio conceptual en torno al turismo, es necesario


ubicar que en el Parque no se ha llevado a cabo un turismo de masas o asociado a la
plataforma apologética de Jafari; si bien en el 2015 ingresaron más de 18.000 visitantes al
Parque, esta cifra no puede compararse con, por ejemplo, los 8’303.609 viajeros que visitaron
Barcelona en el mismo año44, es decir, ni si quiera un 0.2%. No obstante, es un hecho claro
que las actividades turísticas, tanto en Güicán como en El Cocuy, sí deben pasar por un
proceso de regulación, al menos, en dos niveles: uno en términos de la carga ambiental que
implica la acción turística, y el otro, frente a la prestación de los servicios, con relación a una
situación generalizada de la llamada competencia desleal.

En razón del primer elemento, hay una discusión sobre hasta qué punto el turismo ha
llegado a afectar el ecosistema. Según los campesinos, por ejemplo, el deshielo del Nevado
es causado en mayor medida por las pisadas de los caminantes sobre la nieve (Video 3, 2017).
No obstante, en torno a este aspecto, los operadores turísticos afirman que el daño causado
por el trekking45 en el Nevado es mínimo, ya que en las noches la capa de hielo se regenera
con las bajas temperaturas (Mesa de Concertación 1 y 2, 2017; Comunicación Personal 16,
2017) Más aún, existen documentos técnicos que señalan cómo el deshielo de los glaciares
en el país, es un efecto producido, antes que nada, por el calentamiento general del planeta

44
Fuente: http://www.elperiodico.com/es/barcelona/20160126/barcelona-bate-record-turistico-83-millones-
de-visitantes-en-hoteles-en-el-2015-4847479
45
Actividad que consiste en caminar por escenarios naturales. Se le llama también senderismo o
excursionismo.

68
(Ceballos & Tobón, 2007), por lo que las críticas sobre este tema parecen ser infundadas. Sin
embargo, si bien el turismo—a la pequeña escala en la que se desarrolla en el Parque—no
afecta de manera profunda en la disminución de la nieve, se presentan, por otra parte,
preocupaciones sobre la contaminación que este puede generar en el agua que baja por el
páramo. Durante la Mesa de Concertación los campesinos presentaron un documento que
analizaba el nivel de lixiviados en el agua que bajaba por una toma46 de la montaña, y sobre
el cual concluían que durante la temporada en que el Parque se mantuvo cerrado al turismo,
la contaminación fue mucho menor que en años anteriores en los que el turismo no tenía
restricción (Mesa de Concertación 1, 2017; Comunicación Personal 11, 2017). Aunque en la
misma Mesa se desmintió tal información, y se aclaró que tales resultados se debían a que la
toma había sido limpiada durante la misma época, el manejo de basuras y residuos biológicos
es un tema que se debe tratar con cierta urgencia, al ser la principal molestia del sector
campesino. Si bien, con la reapertura del Parque a comienzos del 2017, se instalaron varios
baños secos en los campamentos de cada sendero, estos nunca entraron del todo en
funcionamiento, por lo que la infraestructura que atiende a esta problemática sigue siendo
muy pobre.

Frente al segundo aspecto, en el tema de la prestación de los servicios de turismo se


plantea un escenario marcado por acciones irregulares entre los propios operadores. Este
hecho afecta, por un lado, la experiencia del consumidor, y por otro, el desarrollo de prácticas
reguladas y ordenadas dentro del Parque. En ese sentido, la ausencia de unas normas claras
sobre las condiciones que debe tener una empresa para poder prestar el servicio, ha llevado
a la aparición de dinámicas como el dumping47, que muestran el carácter desleal de la
competencia en el mercado del turismo en la zona. Ejemplo de esto son los constantes relatos
de operadores turísticos formalizados que pierden clientes ya en el lugar, de mano de un
sector informal que ofrece precios muy bajos, mediante el uso de estrategias como la
contratación de guías inexpertos o no legalizados que cobran un menor valor frente a la tasa

46
Es el sistema de canal que permite transportar el agua.
47
Es la práctica que consiste en vender por debajo del precio regular e incluso por debajo del costo de
producción, con el interés de asegurarse el control del mercado.

69
regular, pero que además desconocen los criterios de cuidado ambiental o de atención de
primeros auxilios (Comunicaciones Personales 1, 15 y 17, 2017).

Recogiendo lo anterior, la necesidad de una adecuación en la infraestructura que


gestione los residuos, por un lado, y la estandarización de tarifas junto con la penalización de
la informalidad, por otro, suponen los dos ejes de acción que los operadores turísticos exigen
para que el turismo se posicione de manera más favorable frente a los campesinos, y que, a
la vez, aportarían positivamente a sus propias dinámicas. Sin embargo, la dificultad aparece
en que estas acciones deben ser resueltas por parte de organismos estatales como PNN de
Colombia o Corpoboyacá, y no por los prestadores de servicios de turismo. De esta forma es
entendible el reclamo de los operadores quienes se centran precisamente en que el Estado
colombiano, a través de las instituciones que lo representan en la zona, reconozca que un
importante sector de la población vive de la prestación de servicios turísticos y requiere del
apoyo de las entidades oficiales en asuntos diversos, por tanto urge diseñar e implementar
una serie de regulaciones concertadas y construidas entre todos, que lleve a que el desarrollo
de las actividades turísticas en el Parque no tengan impactos negativos.

En ese sentido, una petición constante de los operadores turísticos en la Mesa era, por
ejemplo, que se divulgara bajo qué criterios se determinó la máxima carga ambiental diaria
permitida en cada sendero48, pues se percibe que ciertas normativas no están sustentadas en
resultados de investigación profundos, sino en simples consideraciones relativamente
azarosas (Mesa de Concertación 1 y 2, 2017; Comunicaciones Personales 1 y 18). Frente a
ese aspecto, en diversas ocasiones los operadores han declarado sentirse restringidos por
parte de una serie de requerimientos legales que imponen las entidades estatales para que
puedan prestar los servicios, sin considerar la capacidad de las empresas o la viabilidad de
las reglamentaciones—p.ej. cuando se pidió que todos los guías tuvieran formación técnica
profesional—(Comunicaciones Personales 2, 13 y 14, 2017). A la vez, señalan que, en el
caso contrario, cuando los operadores necesitan apoyo institucional, las mismas entidades

48
Ver Resolución 0118 de 2017.

70
tienen un accionar torpe que contrasta con la rapidez de aplicación de otros procesos que han
limitado las actividades de los prestadores de servicios—p.ej. con las peticiones de
estandarización de tarifas y penalización de la informalidad—(Comunicaciones Personales
13, 14 y 18, 2017).

Por otra parte, en relación con los actores descritos en apartados anteriores, los
operadores turísticos tienen una imagen asociada a la depredación del medio con fines de
enriquecimiento personal. Sin embargo, varios representantes de este sector han mostrado en
realidad bastante interés por implementar un turismo sostenible, así como por denunciar
malas prácticas (Mesa de Concertación 2, 2017; Comunicaciones Personales 1 y 18, 2017).
Algunos señalan que incluso han buscado desarrollar proyectos conjuntos con las alcaldías
municipales o con PNN de Colombia, pero no han recibido apoyo por parte de estas entidades
(Comunicación Personal 1, 2017)

Para resumir, la solicitud de este grupo es simple: que se haga un turismo regulado en
el Parque. Los propios operadores han declarado la necesidad de establecer un marco de
acción permitido que se traduzca en un turismo con bajo impacto ambiental, pero además en
una competencia sana entre ellos mismos. Así como los otros actores, también se sienten en
una posición vulnerable y marginal. No solo son a quienes afectaría de manera más profunda
el cierre del Parque, sino que además perciben que sus luchas han sido opacadas por los
discursos ambientalistas de indígenas y campesinos. Más aún, en el imaginario de estos
actores, los operadores son ubicados en una visión desfavorable, a pesar de que en diversas
ocasiones han mostrado interés por desarrollar proyectos que afecten positivamente el
ecosistema y las actividades humanas sobre este. Finalmente, son claros en su llamado al
Estado colombiano para que los reconozca, visibilice sus causas y aplique una serie de
acciones que demuestren que, en el Parque, el turismo no es sinónimo de depredación, y que
las actividades que gestiona este sector pueden impulsar la economía de la región trayendo
recursos y mejorando las condiciones tanto de los prestadores de servicios turísticos, como
del resto de la población.

71
El Estado colombiano

Posicionar al Estado como un actor puede llegar a suponer ciertas complicaciones


metodológicas. Ya García Sánchez señala cómo algunas aproximaciones teóricas tratan de
excluir al Estado de esta noción, puesto que no se presenta como una entidad que pueda
modificar o ser responsable por unas condiciones sociales existentes (Sibeon 2003,
referenciado por García Sánchez 2007, 203). Más aún, enmarcado como actor, el Estado se
suele asumir desde la forma de Estado-Nación, donde su accionar se da en escenarios
internacionales en los que otros actores lo perciben como un ente individual o unificado, que
es capaz de llevar a cabo actos deliberados sobre los cuales le cabe una responsabilidad
(García Sánchez 2007, 203). En esta perspectiva surge entonces la pregunta de ¿qué lectura
se debe hacer de un Estado actor desde su participación en espacios locales y desde la mirada
de los actores en estos contextos?

En principio, el propio hecho de conceptualizar al Estado supone continuar una tarea


que durante siglos han tratado de concretar las ciencias sociales y la filosofía sin un éxito
declarado. Bajo este interés, diversas miradas han buscado definir la relación entre Estado y
sociedad o entre Estado e individuo, dando como resultado un panorama complejo que
problematiza el uso del término. Para poner un ejemplo, Isuani (1984) revisa tres miradas
clásicas del concepto que, a pesar de su amplia aceptación, demarcan diferencias
importantes. En palabras del autor:

Al examinar algunos de los autores clásicos del campo de la teoría política,


encontramos tres conceptos principales de Estado. El primer concepto de la teoría del
contrato social y de la teoría de Max Weber, ofrece dos variantes de Estado como una
asociación. En ambas el Estado coincide con la sociedad y difiere de la institución de
gobierno. El Estado, así́, surge como resultado de un acuerdo hecho por individuos
(contrato social) o por un grupo que se impone sobre otros grupos sociales (Weber). El
segundo concepto fue representando por Hegel, que propuso el Estado como una
dimensión abstracta abarcando otras dimensiones de la sociedad. Aquí́ la diada Estado-

72
sociedad civil adquiere significado. Finalmente, el Estado ha sido también
conceptualizado como un aparato separado de la sociedad, operando a través de sus
instituciones gubernamentales, administrativas y coercitivas. Este es el abordaje de los
pensadores marxistas clásicos (Isuani 1984, 1).

Isuani también señala que estas tres nociones han sido mezcladas con otras
aproximaciones diferentes, lo que ha generado todo un rompecabezas semántico en torno al
término. Es por ello que, en medio de este difuso panorama, aparecen autores como A.R.
Radcliffe-Brown y Phillip Abrams que proponen un distanciamiento del concepto con el fin
de abordar elementos más relevantes en el análisis social (Schavelzon, 2010). En ese sentido,
Radcliffe-Brown, en el estudio de los sistemas políticos de los pueblos africanos señala que
no existe tal cosa como el poder del Estado, sino, más bien, el poder de unos individuos que
controlan y regulan el uso de una fuerza física. Para el autor son más relevantes las nociones
de gobierno y de política, pues el Estado es una ilusión de los filósofos. Así, lo que en las
investigaciones debe atenderse es en verdad la organización de unos seres humanos
individuales, vinculados por un sistema complejo de relaciones (Radcliffe-Brown 2010, 59
original de 1940). Por su parte Abrams, se apega en cierta medida al planteamiento de
Radcliffe-Brown en tanto considera que el Estado es un elemento ilusorio, ideal, y su estudio
como objeto material debe ser remplazado por el entendimiento de las relaciones externas e
internas de las instituciones políticas y gubernamentales. Para Abrams el concepto de Estado
supone una dimensión ideológica de dominación, que en la representación engañosa
colectiva de las sociedades capitalistas permite legitimar algo ilegítimo. Sin embargo, esta
representación colectiva es un hecho social, no uno natural, y los hechos sociales no deben
ser tratados como cosas (Abrams 1977, 93). El autor resume lo anterior de manera más
sencilla al referenciar que:

El estado no es pues un objeto similar a un oído humano. Ni si quiera es un


objeto similar a un matrimonio humano. Es un objeto de tercer orden, un proyecto
ideológico. Es, en primer lugar y, sobre todo, un ejercicio de legitimación—que al
legitimar lo que, debemos suponer, sería ilegítimo si se le viera directamente y por sí
mismo, constituye una dominación inaceptable—. ¿Por qué, si no, todo este trabajo de

73
legitimación? El estado, en suma, es un intento de obtener apoyo o tolerancia para algo
insoportable e intolerable presentándolo como algo distinto de lo que es, es decir, como
algo legítimo y como dominación desinteresada. El estudio del estado debería comenzar
entonces por la principal actividad involucrada en presentar seriamente al Estado: la
legitimación de lo ilegítimo. El objeto principal de esta tarea son las instituciones más
evidentes del “sistema de estado”—y en particular sus funciones coercitivas—(Abrams
1988, 94).

Esta perspectiva es tal vez la más cercana a mi visión del Estado en tanto actor en el
Parque. Es claro que el uso del concepto no busca representarlo como un ente que tiene poder
y se manifiesta de manera independiente de las instituciones, o que se aleja de un marco
gubernamental determinado por unos individuos y sus definiciones políticas. Desde la
especificidad del conflicto con el turismo, el Estado se construye precisamente a partir de
una representación institucional que planea y ejerce sus acciones de acuerdo con nociones de
lo adecuado, establecidas por los individuos con más alta jerarquía dentro de tales
instituciones. En otras palabras, la relación presente entre los diferentes organismos oficiales
que conforman un aparato con un poder sobre la población, que puede llegar a ser ejercido a
través de las fuerzas coercitivas, es la que define la imagen del Estado y lo unifica como
actor. La consolidación de un discurso único que cohesione a toda la institucionalidad está
determinada por la afinidad política de los individuos que se encuentran al mando de las
entidades estatales, por lo que, al igual que indígenas, campesinos y operadores turísticos,
sobre el Estado también pueden ubicarse objetivos concretos que justifiquen su accionar.

De acuerdo con lo anterior, el actor en el contexto del Parque antes que el Estado
deberían ser las instituciones estatales. En efecto, lo son. Sin embargo, asumiendo que estas
instituciones plantean su accionar en direcciones similares con base en la cercanía política de
sus dirigentes, es decir, actúan de manera consolidada hacia metas paralelas, y, en su carácter
oficial, son interpretadas por la población como ramas de un solo gran poder, es válido y
mucho más eficiente referirse al Estado como un actor unificado, que a cada institución como
actor independiente. No obstante, esto no significa que en el acercamiento a los procesos del
Estado se vayan a dejar de lado los análisis sobre cada entidad específica. Simplemente,

74
quiero establecer que el actuar de cada institución, si bien independiente de otras presentes
en este escenario, se recoge finalmente en las prácticas de un único gran actor entendido
como el Estado.

Así pues, se pueden ubicar, de esta manera, cuatro instituciones estatales


fundamentales para este conflicto por el turismo en el Parque: las alcaldías municipales de
Güicán y El Cocuy, la Gobernación de Boyacá, la Corporación Autónoma Regional de
Boyacá—Corpoboyacá—, y la Agencia de Parques Nacionales Naturales de Colombia. En
términos generales, las dos primeras se encargan de gestionar los recursos públicos dentro de
los límites geográficos de los municipios y del departamento, mientras que Corpoboyacá y
PNN de Colombia lo hacen exclusivamente en el ámbito ambiental; la primera en el
departamento, la segunda a nivel nacional. No obstante, en este acercamiento no me centraré
más que en las acciones que la institucionalidad ha llevado a cabo o planea hacer dentro del
espacio del Parque o con relación al conflicto por el turismo. Por lo tanto, para establecer un
límite analítico, me enfocaré en las declaraciones de los representantes de cada entidad en el
marco de la Mesa de Concertación entre actores, así como en algunas medidas oficiales que
han tenido repercusión en la presente disputa.

De esta forma, en primer lugar, se ubican las alcaldías de Güicán y del Cocuy como
referentes en este esquema. Dentro de todas las instituciones, son las que han vivido la
problemática más de cerca a la población local, en buena medida porque los alcaldes hacen
parte de ella, son bien reconocidos a este nivel y pueden ser contactados más fácilmente que
otros funcionarios. Aunque sin lugar a dudas ambos municipios se han visto afectados
ampliamente por las decisiones que se han tomado en torno al turismo, después de que se
reabrió el Parque, ha sido mucho más notoria la presencia de la alcaldía del Cocuy que la de
Güicán en este proceso. Esto se debe a dos razones fundamentalmente: una mayor
aceptación—o mejor, una menor resistencia—de parte de la población de Güicán al ejercicio
turístico, por un lado, y un desinterés de la alcaldía de Güicán frente a la inconformidad de
otros actores con el turismo y la potencial aparición de nuevos bloqueos, por otro. En otras
palabras, como se permitió el desarrollo de actividades turísticas en el Parque y los

75
pobladores de Güicán no manifestaron ninguna inconformidad con esto, la alcaldía de Güicán
decidió hacerse a un lado en los procesos de concertación con los otros sectores.

En oposición, la alcaldía del Cocuy, en el momento en el que se reabrió el Parque al


turismo, facilitó el lugar para que se llevara a cabo la Mesa de Concertación entre operadores,
campesinos y funcionarios públicos en los tres encuentros. Más aún el alcalde del Cocuy se
vio bastante dinámico gestionando reuniones y brindando espacios para que los actores se
organizaran y ordenaran sus peticiones y reclamos. Es claro que la preocupación principal
del alcalde es que no se genere malestar entre los habitantes del pueblo, al menos, en torno
al conflicto por el turismo. En ese sentido, rechazó, por ejemplo, la presencia de la fuerza
pública en las zonas que bloqueaban campesinos e indígenas, e indicó que lo fundamental en
este proceso iba a ser garantizar la seguridad de los involucrados en él (Mesa de Concertación
1, 2017). Sin embargo, es también perceptible cierta presión de parte del sector campesino
que, a mi juicio, ha tenido alguna influencia en las acciones y en el discurso de la alcaldía—
como en el interés de organizar y ceder espacios a campesinos y no a operadores turísticos—
. En el marco de la Mesa, la alcaldía no manifestó en ningún momento un interés marcado
por el desarrollo de actividades turísticas dentro del Parque.

En el siguiente plano jerárquico se encuentra la Gobernación de Boyacá. Esta aparece


en la Mesa de Concertación con representación de un vocero del gobernador, de la secretaria
de cultura y turismo y del secretario de fomento agropecuario. Según relataron estos
funcionarios, su presencia en ese espacio era producto del interés del gobernador de Boyacá
por resolver el conflicto entre los actores, y dar solución a la problemática ambiental. De esta
manera, su papel se centró en recoger los reclamos de operadores y campesinos, así como en
plantear alternativas de solución a dificultades específicas. Así, por ejemplo, fueron temas de
conversación la formalización de los servicios turísticos y la organización de labores
agropecuarias como alternativa económica a esta actividad (Mesa de Concertación 1, 2 y 3,
2017). Si bien el gobernador en algunas declaraciones ha señalado que en su gobierno el

76
turismo es un elemento importante y vale la pena trabajar por él 49, en la Mesa de Concertación
los representantes de la Gobernación tampoco declararon interés alguno por el fomento de
este en la región.

Por su parte, la Corporación Autónoma Regional de Boyacá o Corpoboyacá, tiene a


cargo una serie de medidas ambientales que, si bien se desarrollan todas fuera del área del
Parque, afectan de igual forma a campesinos y operadores turísticos en el marco de otras
actividades cotidianas. De acuerdo con esto, puede entenderse por qué en lo que respecta al
conflicto por el turismo, Corpoboyacá no plantee prácticamente ningún plan de acción que
apoye o rechace esta práctica en concreto. Dentro de su jurisdicción se encuentran todos los
procesos ambientales que se llevan a cabo por debajo de la línea de los 4.000 m.s.n.m., por
lo que su presencia en la Mesa era relevante para definir qué pasaría con labores como la
ganadería ovina o la agricultura sobre ciertas zonas de la región. Al respecto, la Corporación
ha señalado que, desde los 3.000 m.s.n.m., es decir, donde generalmente empieza el piso de
páramo en el país, se prohibirá cualquier ejercicio agropecuario dado su fuerte impacto
ambiental, razón por la cual, la única actividad económica que puede realizarse en estos
espacios—que abarcan buena parte del área municipal de Güicán y del Cocuy—es el turismo
(Mesa de Concertación 2 y 3, 2017). De lo anterior se puede afirmar que, aunque su marco
de acción esté fuera del Parque, Corpoboyacá sí tiene un papel en la forma como se construye
y desarrolla el conflicto turístico en el territorio.

Finalmente, aparece como último elemento en esta red institucional la Agencia de


Parques Nacionales Naturales de Colombia. Sin duda, es el ente que más se ha visto
involucrado en el conflicto por el turismo, y a diferencia de las alcaldías y la Gobernación,
su participación en este tema y su relación con los actores se ha situado históricamente en un
rango temporal mucho más amplio que el de la presente disputa. En ese sentido, por varios
años se ha encargado de definir las regulaciones ambientales en el Parque para el desarrollo

49
Fuente: http://www.boyaca.gov.co/prensa-publicaciones/noticias/18550-gobernador-carlos-amaya-visitó-
el-cocuy-con-buenas-nuevas-para-el-deporte,-el-turismo-y-la-salud

77
Ilustración 2: Mapa del Parque Nacional Natural El Cocuy. Fuente: summitpost.org

78
de las actividades turísticas, y a su cargo han estado decisiones como la definición de los
senderos que pueden ser utilizados o la prohibición de uso de animales de carga en el área
protegida. En teoría, PNN de Colombia puede situar sus objetivos en el Parque en tres ejes:
a) proteger el ecosistema de páramos y nevados del impacto causado por el ser humano y
organizar el ecoturismo en la Sierra Nevada; b) promover el co-manejo del territorio con
autoridades legítimas u’wa y otras comunidades locales; y c) desarrollar estrategias de
valoración y uso de bienes y servicios ambientales que prestan en el área protegida 50. Sin
embargo, estas líneas de acción no se han consolidado del todo en ningún ámbito, por lo que
el trabajo de PNN de Colombia es percibido como un proceso inconcluso desde la mirada de
los demás actores, y más bien, se ha constituido la idea de que opera mediante un ejercicio
policial centrado en la protección y el cuidado de los ecosistemas a través de la penalización
de los infractores, sin tener en consideración las comunidades y sus formas de vida
(Comunicaciones Personales 1, 7 y 8, 2017). Puede señalarse que, si bien a PNN de Colombia
le conviene en términos económicos el desarrollo del turismo dentro del área de su
jurisdicción51, actualmente no parece tener un interés determinado por facilitar o apoyar la
prestación de servicios para esta actividad, y no ha encontrado problema alguno en la toma
de medidas verticales que desconocen las particularidades de los actores 52.

Ahora bien, en la consolidación de todas estas prácticas institucionales como parte


del accionar de un único actor, la imagen que aparece es que al Estado colombiano no le
interesa de manera profunda el desarrollo del turismo en el área del Parque. Lo que resulta
contradictorio si se considera que el turismo se plantea como un elemento central para el
presente gobierno, en tanto se ha consolidado como el tercer sector generador de divisas para
el país 53 y aparece como una actividad viable en el marco del posacuerdo para la construcción

50
Esto planteaba al menos el Plan de Manejo del PNN El Cocuy 2005-2009. Disponible en:
https://storage.googleapis.com/pnn-web/uploads/2013/12/PlandeManejoPNNElCocuy.pdf
51
Suponiendo que todos los 18.000 visitantes que en 2016 entraron al Parque, hubieran pagado una media de
$7.000—que sería el caso para los turistas nacionales—para ingresar al Parque, las ganancias sobrepasarían
fácilmente los $126.000.000.
52
Ver Resoluciones 0401 de 2016 y 0118 de 2017.
53
Fuente: http://www.mincit.gov.co/publicaciones/2750/el_turismo_es_el_tercer_generador_de_divisas_para
_el_pais_mincomercio

79
de territorios de paz54. Justamente, en el caso del Parque, el turismo no solo ha demostrado
ser el motor económico de toda la provincia, sino que, en una zona que fue golpeada
profundamente por el conflicto armado a finales de los 90, también supone una práctica con
el potencial de transformar los imaginarios violentos que resultaron de la guerra entre la
fuerza pública y las guerrillas.

A mi modo de ver, la explicación de esta disonancia es compleja y está en función de


factores que no son fáciles de esclarecer, pero que tienen que ver con intereses personales en
los que el turismo puede suponer una traba. Actos como las negociaciones entre indígenas
u’wa y Estado, y un manejo cerrado de la información entre estos actores, dificulta el
entendimiento de las dinámicas que se planean sobre el área del Parque, y, más aún, generan
chismes, rumores e inconformidad de mano de los otros sectores involucrados que terminan
sintiéndose excluidos del proceso de manejo de los recursos naturales en la zona. En síntesis,
el Estado se constituye en un actor que no logra la legitimidad frente a los demás actores, que
no puede explicar sus formas de actuar contradictorias entre lo que declara y lo que ejerce, y
que, para indígenas, campesinos y operadores turísticos, se establece como un sector poco
sincero que no tienes interés en atender los problemas de las demás poblaciones.

Entonces... ¿Quiénes suben con nosotros?

Como señalé al principio de este capítulo, en nuestro objetivo de hacer cumbre,


encontramos otros actores que, en ese mismo interés, ubicaban cimas diferentes a la nuestra.
A lo largo de esta sección describí de manera muy general—tal vez, con la excepción del
caso del Estado—hacia dónde se dirige cada sector en su travesía al punto más alto de este
proceso. Para cada uno de los grupos reseñados, el proceso de concertación supone el camino
a recorrer antes de la cima, en la que al final todos esperan resultados diferentes.

Repasando brevemente estas expectativas, podría señalarse que mientras la

54
Fuente: http://www.mincit.gov.co/minturismo/publicaciones/34045/turismo_paz_y_convivencia

80
comunidad indígena u’wa rechaza cualquier actividad turística en la Sierra Nevada por
motivos relacionados con su cosmovisión; los campesinos, por su lado, lo rechazan con base
en percepciones ambientales construidas desde sus imaginarios. Los operadores turísticos, a
la vez, buscan evidentemente obtener el permiso para prestar sus servicios con la menor
cantidad de trabas posibles. El Estado, desde una mirada amplia, plantea una postura
contradictoria en tanto ubica en el turismo un potencial económico y de reedificación de
ciertos imaginarios de violencia en el país, pero no genera apoyos que fomenten el desarrollo
local de la actividad.

Sin embargo, se mantiene todavía la pregunta de ¿cuál sería la cumbre a la que


nosotros nos encaminamos? En principio, podría encontrar mi idea de la cumbre en el
desarrollo de prácticas turísticas dentro del Parque que no afecten negativamente a los actores
que se relacionan cotidianamente con este espacio. De acuerdo con esto, quizá los únicos que
subirían con nosotros—o sea, conmigo y con el lector—serían los operadores turísticos, en
cierta medida. No obstante, existe dentro de este conflicto un actor más que vale la pena
reseñar brevemente, que establece un interés cercano al mío y que ha propuesto algunas
acciones interesantes en el marco de unas actividades dentro del área protegida: el sector de
los montañistas.

Una representación de este grupo se presentó en la en la Mesa de Concertación,


pidiendo ser reconocido como actor en el proceso, y relatando, como primer elemento, que
no querían que se les percibiera como turistas, puesto que su nivel de involucramiento y su
capacidad de cuidado de los recursos naturales del Parque era completamente diferente.
Señalaron que con la medida actual que permite la subida exclusivamente hasta el borde de
nieve, sus prácticas se ven afectadas en tanto que estas se desarrollan sobre el área del glaciar.
Así, ubicaron una serie de propuestas centradas en una mirada sostenible que establece, por
un lado, un impacto casi nulo al ecosistema, a partir de un ejercicio de escalada realizado
entre 12:00 am y 5:00 am que no genera un deshielo profundo; y por otro, un apoyo a las
demás actividades de la economía municipal por medio de incentivos al consumo exclusivo
de productos locales (Mesa de concertación 1 y 2, 2017).

81
Considero que la aproximación de los montañistas tiene algunos elementos valiosos
que se expresan no solo en el interés de llevar a cabo su actividad sobre el glaciar, sino que
además proponen un punto medio entre las propuestas chocantes de operadores y
campesinos. En ese sentido, este sector busca hacer cumbre, de manera literal, sobre el pico
más alto de la Sierra Nevada, pero en el proceso de resolución del conflicto por el turismo,
también quiere hacer cumbre en términos similares al nuestro. Creo que el aspecto central
que determina mi afinidad con sus propuestas, es que, dado su carácter también externo,
pueden plantear unas alternativas equilibradas no para favorecer parcialmente a ninguno de
los actores de la Mesa, sino para gestionar acciones que favorezcan a todos. En otras palabras,
en la misma dirección que lo planteé para mi cumbre, el objetivo central de los montañistas
también se resumiría en un desarrollo del turismo que no afecte negativamente a los actores
que se relacionan con este espacio de manera cotidiana, y que más bien genere beneficios
para todos los individuos que se relación con el Nevado.

Ahora bien, cuando los montañistas se presentaron frente a los otros actores de la
Mesa y pidieron un espacio para intervenir, campesinos y algunos funcionarios estatales se
rehusaron a darles un lugar de participación. Después de una discusión con todos los actores,
se les cedió un corto espacio para que comentaran sus intereses y propuestas. Durante esta
intervención, la actitud nuevamente de campesinos y de determinados representantes de las
instituciones estatales fue claramente de rechazo y en algunos casos de burla frente a las
acciones que los montañistas planteaban. Más aún, aunque supuestamente los moderadores
recogerían los elementos centrales dentro del discurso de este sector, y lo tendrían en cuenta
para los siguientes encuentros, en cada una de las tres reuniones de la Mesa, los montañistas
no vieron plasmadas sus peticiones en el orden del día, y tuvieron que tomarse la palabra
dado que fueron invisibilizados por los actores que desde el principio se incomodaron con su
presencia en la Mesa de Concertación.

Lo anterior pone en evidencia que, para llegar a una solución del conflicto
medianamente satisfactoria que afecte a todos los actores, es decir, para hacer cumbre, no

82
parece suficiente que aparezca una propuesta centrada en la atención a las necesidades
específicas de cada uno, y menos todavía si proviene de un actor externo que no tiene el
mismo poder que pueden llegar a ejercer, por ejemplo, el Estado o las grandes empresas
privadas. Así, la pregunta ya no es por quiénes suben o hacia dónde se dirigen los implicados
en este proceso, sino que supone si, en efecto, es posible eventualmente llegar a la cima como
lo he planteado.

En el siguiente capítulo me centraré en explicar de manera más detallada el conflicto


en torno al turismo, con el fin de llegar a responder esta última cuestión. En ese sentido, toda
la información que reseñé hasta el momento, se ha enfocado en describir ciertos intereses de
parte de unos grupos consolidados de acuerdo a lo que se ha querido mostrar a la luz pública
en medio de la discusión por el turismo, un poco en la idea de los escenarios de Goffman.
Sin embargo, la siguiente sección recogerá elementos que dan cuenta de cómo, desde la
percepción local, se generan imaginarios desde y hacia cada actor, que determinan finalmente
cómo se construye el conflicto en el ámbito interno. En este recorrido camino hacia la cima,
aparece entonces como el mayor obstáculo para nuestro interés de hacer cumbre, el soroche.

83
EL SOROCHE

Aunque bien hicimos un ejercicio de aclimatamiento, llega un momento en la subida


a la cumbre en el que aparecen síntomas adversos que obstaculizan el ascenso. En la montaña,
se perciben a través de mareo, vómito, dificultad para respirar, migraña o dolor en el pecho;
en el conflicto por el turismo, suponen un clima de concertación en el que cualquier
alternativa de conciliación se encuentra quebrada. Esta situación, en ambos casos, supone lo
que se conoce como soroche, o mal de las alturas. El principal problema que conlleva es que,
a medida que la subida continúa, el cuadro sintomático tiende a empeorar, y solo puede
solucionarse deteniendo el ascenso, y retrocediendo en el camino hasta la base en donde el
proceso inició.

A lo largo del texto he esbozado una imagen de la situación actual en el conflicto. Sin
embargo, no he profundizado de manera amplia sobre este, pues me he centrado en exponer
a los actores sin abordar la disputa directamente. Por lo tanto, este capítulo tendrá como
objetivo brindar al lector una idea sobre cómo se ha constituido el conflicto y el panorama
actual, así como una aproximación de por qué aparece el soroche en el marco de un aparente
ejercicio de concertación. Esta disputa ha sido retratada de dos maneras que resultaron en
imágenes diferenciadas del proceso. Una, es la que han brindado desde una visión externa
los principales medios de comunicación en el país; la otra, es la que se construye en el
imaginario de los propios actores a partir de distintas percepciones—en ocasiones
infundadas—y que resulta más relevante al momento de pensar en posibles soluciones al
problema.

Así, puede plantearse que en este capítulo el trabajo desarrolla dos partes. En la
primera, que incluye la mirada externa del conflicto a través de la descripción de los medios,
la lectura es mucho más amplia, y reseña, en cierta medida, una imagen idealizada de las
acciones que han llevado a cabo los actores. La segunda, supone una inmersión profunda en
la disputa, en los motivos y en las interpretaciones locales. Allí se reconstruye el conflicto

84
desde percepciones diversas, lo que permite entender si, en efecto, se puede llegar a encontrar
una salida para la problemática. Este contraste da cuenta de la variación en los modos de
interpretar un mismo hecho, que como consecuencia traen la estructuración de unos roles
equivocados, dando relevancia a unas luchas, pero invisibilizando otras.

La mirada externa del conflicto

El debate sobre permitir o no la actividad turística dentro del Parque no se enmarca


exclusivamente en los límites geográficos de Güicán o del Cocuy o en el ámbito provincial.
El tema ha trascendido del espacio local y ha entrado en la esfera de lo que se conoce como
la opinión pública. Esta noción, al igual que otros conceptos que he ubicado a lo largo del
texto, también tiene cierto carácter problemático en tanto que no existe consenso
generalizado de su significado, y los múltiples acercamientos que se han hecho para definirla,
han provocado una percepción ambigua y confusa. Bobillo, señala a este respecto que, por
ejemplo, ya una doctrina que trabaja el concepto de opinión pública se remonta al siglo
XVIII, en la escuela de pensamiento de los fisiócratas. (Bobillo 1987, 46).

Otros autores (Noelle-Newmann, 1995; Rubio Ferreres, 2009) son también


conscientes de tal dificultad en el abordaje del concepto. Para Noelle-Newmann, por ejemplo,
este “se ha disuelto cada vez más hasta volverse totalmente inútil a efectos prácticos”
(Noelle-Newmann 1995, 83 citada por Rubio Ferreres 2009, 2). Sin embargo, es claro que la
importancia de su estudio no puede verse bloqueada por la ausencia de una definición
universal. En ese sentido, Rubio Ferreres, se centra en la definición de Mora (2005),
señalando que el concepto debe considerar:

"Lo que opina la gente, cómo formamos nuestros pensamientos acerca de los
asuntos públicos, cómo los trasmitimos a los demás y cómo las opiniones que circulan
entre las personas llegan a ser una parte sustancial de la realidad social. (...) Cuando la
gente habla entre sí y pone en circulación sus opiniones en el espacio social, contribuye
a la formación de un tejido social específico, intangible y a la vez aprehensible para casi

85
todos. Ese plano de la vida social constituido por las opiniones que las personas emiten
y circulan entre ellas es llamado opinión pública" (Mora 2005, 23 citado por Rubio
Ferrera 2009, 3).

Con base en lo anterior, se puede afirmar que el asunto de la disputa por el turismo
fue transmitido a la opinión pública a través de una serie de artículos publicados por diversos
diarios y noticieros, principalmente en medios escritos, gestando un imaginario general de
los hechos ocurridos en el Parque en el marco de este conflicto, que, como relataré en el
siguiente subtítulo, es diferente del que se construye exclusivamente en el escenario local.

Este recorrido por la descripción que los medios de comunicación55 hicieron del
proceso tiene, como primer elemento, un límite temporal. En el caso del Parque es importante
relatar unos hechos que puedan ser interesantes para el público consumidor, que generen
polémica o que resulten atractivos y enganchen a los lectores o espectadores, para poder
transmitirles una visión definida por los propios Medios de lo que sucede en este contexto.
De acuerdo con esto, el hecho que podría demarcar el inicio del interés por cubrir los
acontecimientos frente al turismo en la zona sería el del partido de fútbol que se jugó sobre
el glaciar, seguido desde el 1 de marzo de 2016 (Artículo de Prensa 1 y 2, 2016). Esta acción
generó el rechazo principalmente del sector campesino de la región, y obligó a la directora
de PNN de Colombia a comunicarse al respecto, señalando que se iniciaría una investigación
en torno a lo acontecido. A partir de este suceso los Medios iniciaron un seguimiento
periódico de las acciones concretas ocurridas en el Parque en lo relacionado con la actividad
turística, al menos, hasta que se dio apertura nuevamente al área protegida. Cuatro momentos
pueden establecerse en este rango temporal frente a lo que llamó la atención de los Medios:
los bloqueos de las vías de acceso al Nevado, el cierre del Parque, la crisis ante la ausencia
del turismo y, finalmente, la apertura del Parque. Tras este último acontecimiento, el interés
por cubrir los hechos en este contexto disminuyó completamente.

55
En adelante los Medios.

86
87
Destrucción del sendero Lagunillas-Púlpito del Diablo por parte de campesinos. Fuente: semana.com
En ese sentido, la noticia sobre el partido de fútbol jugado en la nieve fue una especie
de abrebocas del proceso venidero. Aunque allí se relata, en algunos casos, (Artículo de
Prensa 1, 2016) que este hecho generó la indignación de un sector de la población que
bloqueó una de las entradas al Parque, los artículos que siguen las acciones de protesta de los
campesinos de la zona empezaron a aparecer unas dos semanas después. Allí se relata cómo
varios habitantes rurales cerraron las tres vías de acceso a la Sierra Nevada, por lo que se
ponía en riesgo la llegada de visitantes en la temporada alta de semana santa (Artículo de
Prensa 3, 4 y 5 2016). Pocos días después se presentaron una serie de artículos que indicaron
que la comunidad indígena u’wa también se uniría a las protestas, e impediría el desarrollo
del turismo debido a las “afectaciones físicas, culturales y cosmológicas” que este generaba
(Artículos de Prensa 6, 7, 8 y 9 2016).

A partir de este momento es interesante ver cómo el papel de los campesinos empieza
a desvanecerse de los relatos de los medios. La atención se centra en las acciones de la
comunidad u’wa, y los campesinos se nombran eventualmente solo para establecer que
iniciaron el bloqueo. Más aún, es llamativo que, en el seguimiento a los bloqueos campesinos
en ciertos artículos, no se ubica en ningún momento las razones de tal decisión más allá de
la indignación que produjo el partido de fútbol sobre el glaciar (Artículos de Prensa 3 y 4,
2016). En contraste, para el caso de las notas de prensa sobre el rechazo de los u’wa al
turismo, aunque vagamente—como en casi cualquier artículo actual—sí se explican los
motivos del grupo indígena para impedir la entrada de visitantes al Parque, y se ubican
aspectos como la relación entre la comunidad con la vida misma y la madre tierra. Por otra
parte, los titulares, de entrada, ya señalan a los u’wa como protagonistas en el ejercicio de
cierre de la Sierra Nevada, por encima de cualquier otro actor (Artículos de Prensa, 6, 7, 8 y
9, 2016).

Si bien lo anterior puede deberse a que, en el momento en que se publicaron las


noticias, la comunidad u’wa aparecía como un nuevo elemento relevante en esa disputa, es
indiscutible que después de estos acontecimientos los campesinos fueron invisibilizados en
el conflicto por el turismo. El ejemplo más claro de esto está en la serie de artículos que, entre

88
finales de julio y los primeros días de agosto de 2016, aparecieron detallando el cierre oficial
del Parque. En estos se detalla que el Gobierno colombiano estableció una mesa de diálogo
con la comunidad u’wa para que levantara los bloqueos tanto en el área del Parque, como en
una planta de gas en el departamento de Santander. Como parte de los acuerdos de esta
reunión se estableció el cierre definitivo del Parque—consolidado en la Resolución 0401 de
2016—, mientras se llevaba a cabo un estudio que determinara el impacto ambiental al
ecosistema causado por el turismo. En todos los artículos se detalla además que el grupo
indígena pidió que la investigación fuera desarrollada por un tercero ajeno a la
institucionalidad, y ubican que parte de la molestia de los u’wa es que una extensión de su
resguardo se traslapa con el área definida como parte del Parque (Artículos de Prensa 10, 11,
12 y 13, 2016). Sin embargo, en ninguna de estas noticias se señala el papel de los campesinos
en este conflicto. El tema de los bloqueos se toca tangencialmente en algunas notas solo para
señalar que el desarrollo de actividades turísticas se encontraba interrumpido desde varios
meses atrás, sin que exista referencia alguna al sector campesino en relación con tales
acciones.

Considero que la causa de la popularidad de la comunidad u’wa en estos relatos se


debe principalmente a que, en su ejercicio de protesta, los propios indígenas atacaron un
aspecto delicado para el Gobierno nacional: el sistema productivo de hidrocarburos.
Asumiendo que en la economía nacional esta industria tiene una participación cercana al 8%
en el PIB (Malagón 2016, 7), y más aún, considerando los conflictos anteriores entre este
grupo indígena y las empresas que explotan insumos combustibles cerca del resguardo, era
fundamental establecer un proceso de negociación que no generara una polémica
internacional como en el conocido caso con la OXY. En esta concertación, cuando el tema
del turismo en el Parque entró en juego y el Estado colombiano reconoció los reclamos de la
comunidad u’wa, se dio un papel protagónico a los indígenas y los situó como actores
centrales en la disputa. Así, los Medios, sin interés alguno por indagar a profundidad,
simplemente reportaron estos pactos en sus notas de prensa y transmitieron superficialmente
los hechos a la opinión pública.

89
Posteriormente, entre la segunda mitad de 2016 y marzo de 2017, hubo publicaciones
periódicas de diferentes diarios que centraron su atención en la crisis económica que había
generado la ausencia del turismo en la región. La mayoría empezaron a dibujar un conflicto
entre operadores turísticos en contra de la comunidad u’wa, centrado en declaraciones de
guías y hoteleros que reivindicaban su derecho al uso del área protegida para prestar servicios
de turismo. Se expusieron las cifras sobre ingresos que se dejaron de percibir y de familias
que se vieron obligadas a abandonar los municipios de la zona, ante la difícil situación
(Artículos de Prensa 14, 15 y 16, 2016). De los campesinos, no obstante, solo se habló en
uno de los artículos—probablemente el que mejor y de manera más profunda ha detallado la
disputa por el turismo en el Parque—de la revista Semana, en el que se estableció que la
causa original del bloqueo, fue que el agua de un distrito de riego que bajaba del Nevado,
dejó de llegar (Artículos de Prensa 17, 2017). Más adelante, algunos periódicos del
departamento detallaron las acciones de manifestación de los operadores turísticos en lo que
se denominó la marcha del silencio, que buscó llamar la atención sobre la condición
desfavorable en la que este sector se encontraba (Artículos de Prensa 18 y 19, 2017).

Finalmente, a principios de abril de 2017, los diarios que habían hecho seguimiento
al proceso del cierre al turismo, divulgaron la reapertura del Parque. Se habló allí del ejercicio
de concertación entre la comunidad u’wa y el Estado colombiano que habría permitido el
levantamiento de los bloqueos, y de las nuevas medidas que deberían considerarse para poder
prestar los servicios turísticos, entre las cuales destacaba, la prohibición de pisar la nieve
(Artículos de Prensa 20, 21, 22 y 23, 2017). Nuevamente el cubrimiento de la Revista Semana
fue el más amplio, y estableció, por ejemplo, que entre las demandas de la comunidad u’wa
para negociar con el Gobierno nacional, estaban la construcción de una carretera entre
Cubará56 y Cúcuta, la gasificación de Cubará, la reubicación de unas familias que se
encuentran ubicadas sobre pozos petroleros y el saneamiento del resguardo. Además, se
habló en este reportaje del malestar del sector de los operadores turísticos al no haber sido
incluidos en las mesas de diálogo y concertación con el Estado, quienes afirmaron que debían

56
Cubará es el municipio más septentrional del departamento de Boyacá, en el que se asienta la mayor parte
de la comunidad u’wa.

90
ser tenidos en cuenta en lo que refiere a la toma de decisiones sobre el tema del turismo en
el Parque (Artículo de Prensa 22, 2017). Frente a este aspecto, considero que la profundidad
en el desarrollo de los artículos de la Revista Semana se debe, a mi modo de ver, a que
visitaron los municipios de Güicán y El Cocuy y contactaron a operadores y campesinos que
brindaron los datos sobre los cuales basan sus escritos. En general, los Medios no especifican
la fuente que utilizan para exponer las noticias, pero en este caso, la información que
presentan concuerda, como se verá más adelante, con los imaginarios del conflicto que
construye la población local. Sin embargo, permanecen ciertas descripciones que no son del
todo fieles a la realidad de este contexto, y, si bien no son falsas, se presentan bajo unas
dimensiones que no tienen cabida en la forma como se desenvuelve el conflicto.

En ese sentido, un último hecho seguido por los Medios, y con el que se finalizaría
este periodo de atención a los acontecimientos del turismo en el Parque, es el de la presencia
de turistas sobre el glaciar tan solo tres días después de que se reabriera el espacio a los
visitantes. Ante esto, se emitió un comunicado por parte de un asesor de ASOU’WA en el
que señalaba, como, frente el incumplimiento de los acuerdos, la comunidad indígena
retomaría los bloqueos e impediría nuevamente el turismo (Artículos de Prensa 24, 25 y 26,
2017). La cobertura de esta noticia se vio como un acto sensacionalista por parte de los
Medios—especialmente por el titular, más que por el desarrollo—pues la situación se manejó
todo el tiempo como un caso aislado, y no supuso en ningún momento un riesgo para las
actividades turísticas dentro del Parque (Mesa de Concertación 1, 2017).

Este recorrido por las notas de prensa que retrataron el proceso de prohibición y
permiso del turismo en el Parque, puede dar cuenta de por qué algunas personas imaginaban
que el actor central en esta disputa era la comunidad indígena u’wa, antes que cualquier otro
sector. No solo se dio un manejo escueto y pobre de la información en la mayoría de los
casos; la cuestión de los titulares es fundamental. En la actualidad, las redes sociales virtuales
como Facebook manejan una dinámica en la que se presenta un contenido demasiado extenso
en espacios y tiempos reducidos, o mejor, fugaces. Por ello, ante la divulgación de las noticias

91
a través de estos medios, es común que la interpretación de los sucesos se dé únicamente con
base en la lectura de los titulares.

En general, el recorrido que hicieron los Medios puede resumirse así: un partido de
fútbol en el glaciar que genera indignación en el sector campesino de la zona, que decide
bloquear las entradas al Parque e impedir el turismo. A esta manifestación se suma la
comunidad indígena u’wa, en el marco de varias acciones de hecho que llevan a cabo para
negociar unos temas concretos con el Gobierno. En efecto, instauran una mesa de diálogo y
como parte de esta concertación, se acuerda el cierre oficial del Parque mientras se estudia el
impacto que el turismo ha generado sobre el ecosistema. Pasan varios meses y se hacen
evidentes los estragos a la economía local ante la ausencia de una actividad central para la
región, y los principales afectados, los operadores turísticos, empiezan a reclamar en contra
de las medidas tomadas por el Estado y la comunidad u’wa. Sigue transcurriendo el tiempo
sin que una solución aparezca, hasta que, finalmente, a más de un año de los primeros
bloqueos, el Parque se abre nuevamente gracias a la concertación entre indígenas y
funcionarios gubernamentales, que llegan a un acuerdo temporal y bajo unas condiciones
claras para la prestación de los servicios turísticos. No obstante, este pacto se debilita unos
pocos días después, según lo declara un representante u’wa, dado el incumplimiento de los
compromisos adoptados por el Estado, lo que llevaría a nuevos bloqueos en el área protegida,
impidiendo otra vez el desarrollo del ejercicio turístico. En última instancia este hecho no
resulta relevante y el Parque se mantiene abierto, al menos, hasta que se publiquen los
resultados del estudio de impacto ambiental.

Debo señalar, antes de avanzar hacia la otra lectura del conflicto, que, aunque este
relato sobre lo sucedido recoge una mirada externa y hasta cierto punto desligada de la
realidad que implica el proceso del turismo, esto no significa que lo que los Medios han
publicado sea falso o esté parcializado de manera intencional; simplemente divulgan unos
acontecimientos a través de una revisión superficial de la situación que resulta en un retrato
poco valioso de la situación. Podría señalar que, de acuerdo con esta percepción, el soroche
que ubiqué al inicio del capítulo, definido por la ruptura en el ejercicio de conciliación entre

92
actores, sería completamente irrelevante en un análisis de este escenario. Si se determina, o
mejor, si se impone un eventual permiso o prohibición de las prácticas turísticas en el Parque
con base en los resultados del estudio de impacto ambiental, jamás podría pensarse en un
proceso de diálogo entre las partes implicadas, pues ya todo estaría definido por una acción
externa que desconoce la cotidianidad del contexto, y que, de una u otra forma, terminaría
afectando a uno o varios actores.

Es por esto que considero relevante una revisión a las percepciones que se cocinan en
el interior de este contexto. Es sobre estas nociones que se deben construir alternativas de
solución, en tanto expresan unos malestares profundos que no van a ser resueltos con medidas
verticales ajenas, sino que obligan a la misma comunidad a estar presente en la búsqueda de
una salida a las problemáticas que viven.

Acciones internas en el conflicto

Considerando que en la revisión de los hechos por parte de los Medios se plantea una
forma de entender el conflicto cuya solución no resuelve problemas de fondo en este proceso.
Mi interés en este apartado será, por tanto, el de reconstruir el relato teniendo en cuenta otras
acciones que se pasaron por alto en la primera descripción. En ese sentido, es importante
establecer que a la solución a lo que yo apuntaría—la que he ubicado como la cumbre—
estaría, como señalé anteriormente, en el desarrollo de un turismo percibido de manera
positiva por todos los actores que se relacionan cotidianamente con el espacio del Parque.
Sin embargo, los únicos que actualmente apuntan a un desenlace similar son los operadores
turísticos, así que su lectura de los acontecimientos puede revelar algunos aspectos que
apunten a lograr este objetivo. De acuerdo con lo anterior, me parece fundamental descifrar
las causas que este sector percibe como la raíz del conflicto, pues dan cuenta de elementos
que en un principio no son fáciles de visualizar, pero que, a la postre, tienen grandes
implicaciones sobre la disputa en torno al turismo. Por tanto, trataré de seguir una trayectoria

93
cercana a la que presentaron los artículos de prensa, pero esta vez, poniéndolos a la luz de
otros sucesos que desde lo local explican la forma como el conflicto se fue desarrollando.

Ahora bien, al basarme en referentes subjetivos para explicar un hecho sobre el que
aparecen intereses tan variados, es probable que me encuentre con afirmaciones infundadas
hacia ciertos grupos o individuos implicados en el proceso. Sin embargo, no considero que
esto sea un problema mayor en mi descripción de los hechos. En otras palabras, no me parece
tan relevante si las declaraciones de mis interlocutores son infundadas o no, siempre y cuando
sean sinceras, es decir, me interesa que ellos las crean, pues eso permite revelar el estado real
de las relaciones sociales en este escenario, y definir sobre qué elementos debe trabajarse si
se quiere pensar una solución a la problemática. Hasta el momento he mostrado una cara de
los actores que es la que ellos mismos han querido mostrar. He planteado los intereses y las
propuestas de cada uno sin profundizar en los reclamos que a estos sectores se le hacen. En
este momento quiero exponer una imagen menos agradable de los grupos, basándome en lo
que sus críticos señalan. Allí se encuentra el verdadero soroche, y solo conociendo estas
percepciones es que se podrá establecer si podremos continuar el ascenso, o habrá que desistir
de nuestro objetivo y dar marcha atrás.

Dicho esto, situémonos entonces en el momento que se hicieron los bloqueos por
parte de los campesinos en el Parque. En efecto, estos sucedieron por una inconformidad del
sector con el turismo y el detonante fue la publicación del video en que un grupo de turistas
jugaba fútbol sobre la nieve. Sin embargo, hubo otro hecho que generó malestar entre los
campesinos. Durante varios años, en una vereda del municipio del Cocuy llamada El
Palchacual, bajó agua por un distrito de riego proveniente del área protegida, que además de
abastecer a los habitantes de esta zona, les permitía también vender el líquido a sus vecinos
de la vereda El mortiño57. Con el tiempo, los pobladores de este último lugar adquirieron
acceso al agua por otros medios, por tanto, el negocio se acabó. Sin embargo, el problema se
evidenció cuando el agua que venía por el sistema hídrico hasta El Palchacual dejó de llegar,

57
Según me fue relatado, existe incluso un contrato legal en manos de la administración municipal que
formaliza este negocio. Sin embargo, nunca pude tener acceso a tal documento.

94
Ilustración 3: División veredal del municipio del Cocuy. Fuente: E.S.E. Hospital San José del Cocuy

95
debido a la intensa sequía de los últimos meses de 2015 y los primeros de 2016 cuando se
presentó el fenómeno del Niño58. Por lo tanto, los campesinos del Palchacual se encontraron,
por un lado, sin la ganancia obtenida por la venta de agua, y por otro, sin el agua misma. Ante
esta situación, decidieron manifestarse en contra del que para ellos fue el causante principal
de la sequía: el turismo (Comunicación Personal 1 y 19, 2017). No tengo claridad de los
criterios ambientales bajo los que los campesinos de este sector entendieron que la presencia
de turistas podía acabar con el agua, sin embargo, las manifestaciones en contra del turismo
sí se basaron en la idea de que los turistas afectaban la calidad y cantidad del líquido y los
habitantes del Palchacual se encontraron entre los gestores del primer bloqueo a los senderos
(Comunicación Personal 1, 2017).

No obstante, más allá de lo anterior, hay otras razones que se desligan del interés por
proteger los ecosistemas para que los campesinos sentaran una lucha contra el turismo. Entre
estas, está el accionar de un individuo del municipio de Güicán que percibido como un
latifundista en la región, que es propietario de un bosque de pinos de varias hectáreas ubicado
en el páramo, y que además posee concesiones mineras para la explotación de carbón en la
zona59. Este personaje fue el principal promotor de la movilización campesina y del bloqueo
del paso a los visitantes al Parque. De manera llamativa, fue quien convocó a las
manifestaciones utilizando un discurso centrado en el cuidado del entorno y señalando que
el turismo era el principal causante del deshielo y de la contaminación de las aguas que
bajaban de la montaña. Más aún, además de asumirse como líder netamente campesino en
este proceso, también asesoró a la comunidad u’wa en sus acciones de protesta 60. ¿Pero por
qué los campesinos siguieron a este personaje tan contradictorio que claramente denota
intereses personales en sus prácticas? Es cierto que esta persona, así como la mayoría de los
líderes de la región, tienen una desarrollada habilidad oratoria. Sus discursos son capaces de

58
Durante los 15 meses que duró este fenómeno, los departamentos de Boyacá, Santander y La Guajira fueron
los más afectados por las sequías y las altas temperaturas. Fuente:
http://www.portafolio.co/economia/gobierno/perdidas-economicas-fenomeno-nino-2015-2016-496787
59
Esto lo corroboré en dos documentos de la Agencia Nacional de Minerías que me abstendré de publicar
dado que contienen datos personales del personaje en cuestión.
60
Esto lo declara además un funcionario de la Gobernación de Boyacá, no los operadores. Fuente:
http://www.eltiempo.com/colombia/otras-ciudades/se-encona-el-pulso-por-el-cocuy-37330

96
Ilustración 4: Proceso de captación y distribución del agua

El agua es captada del río a través de la tubería blanca.

Pasa a través de la compuerta verde y allí se almacena.

97
Estas válvulas regulan cantidad de agua que pasa a las tuberías.

Finalmente, es transportada a través de la tubería negra. Este proceso demuestra la importancia de los
recursos hídricos en la región, y la alarma de los campesinos al divulgarse la noticia de que estaban
contaminados

98
tocar temas delicados que convocan a las masas a movilizarse en torno a un interés definido
por estos individuos. No obstante, para que tal hecho suceda, tiene que existir una
predisposición de parte del grueso de la población que sea alimentada con las palabras de los
oradores. Para mí, la condición previa que evoca a seguir aquellos mensajes se define en una
idea de envidia hacia la labor que realizan los operadores turísticos.

Lo anterior encuentra fundamento en que quienes se han dedicado históricamente a


la producción agropecuaria pueden difícilmente relatar que su condición ha mejorado con los
años. Algunos reportes señalan cómo la falta de apoyo a los agricultores y ganaderos de la
región, así como el aumento en las importaciones desde el año 2011, han generado que todo
el sector del agro se haya estancado, produciendo desigualdad y baja competitividad 61 62. Sin
embargo, se han hecho visibles, por otro lado, las adquisiciones—como fincas o
camionetas—de aquellos cuyo negocio ha sido la prestación de servicios turísticos por varias
temporadas. Adicionalmente, si bien las regulaciones al turismo han sido drásticas en varias
ocasiones, declaraciones como las de Corpoboyacá de que la única actividad que se permitirá
en un futuro en la zona de páramo será justamente el turismo (Mesa de Concertación 2, 2017),
no genera reacciones positivas entre la mayor parte de la población campesina, considerando
que la línea del páramo bajo se encuentra en los 3.200 m.s.n.m. 63 y, por ejemplo, el casco
urbano de Güicán está sobre 2.983 m.s.n.m.

No creo que haya existido un apoyo institucional más interesado por el turismo que
por las labores agropecuarias; me parece que las entidades oficiales han sido igual de
ineficientes en ambos casos. Sin embargo, el turismo ha sido el principal captador de ingresos
en el lugar. Más aún, se comenta que algunos de los campesinos que se encontraban en las
protestas, fueron invitados años atrás a ser partícipes de la creación de una red de turismo en

61
Ver: Caracterización Socioeconómica y Empresarial Jurisdicción Cámara de Comercio de Duitama, 2017.
62
Las importaciones de papa, el principal producto de la zona, han afectado ampliamente la economía
regional. Fuente: http://caracol.com.co/radio/2014/11/23/regional/1416735960_520443.html
63
La línea de páramo la define el Instituto Humboldt. Ver: Guía divulgativa de criterios para la delimitación
de páramos en Colombia. 2011.

99
la región, pero que rechazaron por considerarlo un negocio inestable (Comunicaciónes
Personales 1 y 13, 2017). Por ello, pienso que se ha generado una especie de resentimiento
histórico de parte de los campesinos hacia los operadores, que intentó sanarse mediante
acciones como los bloqueos. Para mí, la envidia es el aspecto central que determina este
conflicto. En ese sentido, considero que cualquier intento de solucionar la problemática
debería girar en torno a los campesinos y a los operadores turísticos, y a la forma como se
establece el tejido social entre ellos.

Desde la otra mirada, en el recorrido que hicieron los Medios, la disputa se situaba
entre indígenas y Estado. Esto, en el escenario local, no fue aceptado por ninguno de los otros
dos actores. Por una parte, los operadores reclamaron que los indígenas no deberían tener un
poder de influencia tan amplio en un tema como el del turismo, más si se consideraba que
los prestadores de servicios turísticos no fueron nunca tenidos en cuenta en la toma de
decisiones. Además, hay dos aspectos que incomodan a este sector sobre concepciones
generalizadas de la vida de la comunidad indígena. Primero, no consideran válido cualquier
supuesto derecho ancestral que los u’wa reclamen sobre el territorio, partiendo de la idea de
que esta comunidad llegó a la región invadiendo el terreno de la extinta etnia lache, por lo
que también deberían ser catalogados como colonizadores sin beneficios especiales por
encima de los otros actores 64 (Comunicaciones Personales 1 y 2, 2017). Segundo, afirman
que las prácticas indígenas no son del todo amigables con el entorno, pues aseguran que hay
ejercicios de tala y quema indiscriminada, manejo inadecuado de residuos y labores
agropecuarias con alto impacto en el ecosistema. Ante esto, piden que el estudio de impacto
ambiental se lleve a cabo también en el espacio del resguardo, para que se deje de sacralizar
el modo de vida u’wa y no se conciban más como guardianes naturales del territorio
(Comunicaciones Personales 1, 13 y 18, 2017).

De otro lado, los campesinos percibieron que su lucha se había vuelto irrelevante en
razón del interés estatal por negociar exclusivamente con los u’wa, también invisibilizando

64
A este respecto, sin embargo, no existe evidencia arqueológica o etnohistórica documentada.

100
las peticiones y reclamos de los pobladores rurales. A pesar de que en un principio las
manifestaciones de indígenas y campesinos se hubieran conjugado, en ningún momento se
desarrollaron alianzas o afinidades que establecieran una cercanía entre estas partes; su
proximidad, de hecho, probablemente se debe más a que personajes como el que comenté
anteriormente decidieron juntarlos para que su lucha tuviera más impacto en los medios de
comunicación, mostrando una gran cantidad de seguidores compartiendo su misma posición
de guardianes de la naturaleza y el territorio.

El proceso de apertura del Parque también tuvo diferentes implicaciones en el


desarrollo interno de la disputa. Este no significó simplemente la llegada de visitantes al
Parque, sino que supuso la instauración de la Mesa de Concertación como escenario para
divulgar las nuevas condiciones de prestación del servicio. Este proceso ignorado por los
Medios, tiene un valor fundamental en el ámbito local: fue el primer espacio oficial, con
presencia del Estado, que se brindó a operadores turísticos y campesinos para que plantearan
acciones con miras a la superación del conflicto por el turismo. La Mesa, durante tres
encuentros, desarrolló varias temáticas. Por un lado, permitía a la institucionalidad explicar
el porqué de las medidas que se habían tomado, y a la vez daban la opción de recoger críticas
y nuevas propuestas de los participantes ante estas y otras regulaciones. A la vez, era el
espacio adecuado para que campesinos y operadores turísticos declararan sus intereses frente
al tema central, así como alrededor de la gestión de proyectos de ganadería y el apoyo estatal
al sector agrícola. Finalmente, era un lugar para el diálogo que permitió, por un corto periodo,
establecer acuerdos entre las partes, que actuaban de manera un tanto más flexible en sus
intervenciones, planteando alternativas de solución a una problemática que parecía
irremediable. Desafortunadamente, este ejercicio colapsó. La razón fue la discusión de una
situación que a lo largo de la Mesa se presentó como un aspecto álgido y difícil de tratar, y
que, además, a mi modo ver, es el ejemplo más claro de la condición de envidia del grupo
campesino. Esta situación podría resumirse así:

Con la Resolución 0118 de 2017 se estableció que solo se permitiría el ascenso al


borde de nieve a través de tres senderos. Uno de estos es el que se conoce como el Sendero

101
102
Bosque de pinos sobre los 3.000 m.s.n.m. Foto: Rubén Vega
Lagunillas-Púlpito del Diablo. Por este camino se sitúan unas cabañas turísticas llamadas
Zizuma, a las que anteriormente llegaban los visitantes para hospedarse y aclimatar, antes de
iniciar la caminata el día siguiente. La cuestión es que, sin que eso apareciera en la
Resolución, por efecto de las acciones de protesta campesina se estableció el inicio del
sendero unos kilómetros antes de la ubicación de las cabañas. Esto trajo como consecuencia
que se prohibiera el tránsito de vehículos hasta Las Zizuma, impidiendo que los turistas
pasaran la noche allí, lo que obligó a los dueños a cerrar su negocio. En el primer encuentro
de la Mesa, varias veces los operadores solicitaron que se permitiera el paso de automóviles
nuevamente hasta este punto, sin embargo, los campesinos rechazaron la propuesta,
advirtiendo que si se les desconocía su petición bloquearían nuevamente la entrada a los
senderos. No obstante, en la siguiente reunión, los propios campesinos propusieron la subida
al Púlpito del Diablo por otro sendero conocido como El paso del conejo, que, aunque parecía
una alternativa más favorable que suponía un trayecto más corto, se encontraba lejos del
punto en el que las Cabañas Zizuma se ubicaban, por lo que igual impedía su funcionamiento.
Finalmente, en el tercer encuentro de la Mesa, se llegó a un punto muerto en el tema, y los
operadores terminaron señalando al alcalde del Cocuy como un aliado con los campesinos
en el interés de alejar el turismo de este hospedaje. Con este señalamiento se formó el caos
en el espacio, y los campesinos decidieron retirarse del proceso, afirmando que ellos no
tenían nada más que negociar en este escenario (Mesa de Concertación 1, 2 y 3, 2017).
Posteriormente, varios operadores me relataron que los dueños de este parador fueron quienes
ofrecieron a ciertos campesinos, años atrás, que participaran en la creación de una red
turística que los beneficiara a todos (Comunicaciones Personales 1, 13 y 15).

Este relato sitúa el fin del recorrido por los hechos explicados desde la percepción
local. Lo fundamental de esta situación es que expresa la forma en que intencionalmente
algunos personajes utilizan su posición como representantes de un sector, con el fin de afectar
de manera negativa a otros individuos de la región. Al no haber un propósito de superar las
dificultades y el conflicto, de nuevo los actores mueven sus discursos para lograr sus
objetivos, pero a la base de la disputa se mantiene sintetizada en el aspecto de la envidia. Esta
no debe tratarse como una simple emoción con poca trascendencia, por el contrario, es

103
prudente entenderla como el motor de una serie de acciones que se planean y ejecutan en un
espacio marcado por la desigualdad y la falta de oportunidades para todos los actores que
además de no generar alternativas, es permeado por intereses particulares.

Ahora bien, como demostraré en el siguiente capítulo, la envidia no es un sentimiento


exclusivo de los campesinos; también se ve al interior del grupo del sector de los operadores
turísticos. El problema con esto está en que el diseño de una solución que permita el
desarrollo del turismo en el Parque, debe ser pensado por aquellos que quieren prestar el
servicio, pues son los únicos con este interés. El soroche, actualmente, está presente en este
contexto: no hay por el momento alguna opción de conciliación entre los actores. Lo que
definiremos a continuación es si esta condición persistirá y nos obligará a desistir de nuestro
objetivo de hacer cumbre, o si, por el contrario, se planteará una salida que nos permita
retomar el camino y continuar el ascenso.

104
EL AGUA Y LOS SENDEROS

Hasta el momento he mostrado los intereses detrás de una serie de acontecimientos


sucedidos en torno al conflicto turístico en el Parque, que de acuerdo al lugar desde el que se
observen, tendrán lecturas diferentes y situarán a los actores en unos planos de mayor o
menor importancia dentro de la disputa. No obstante, independientemente de las miradas
particulares sobre la problemática, esta puede resumirse en la dificultad que históricamente
ha tenido la población de la zona para gestionar unos recursos presentes en el lugar, que, sin
embargo, no son propiedad de un único individuo o grupo, sino que de alguna forma
pertenecen a la comunidad en general; a estos los denominaremos bienes comunes, y suponen
tanto el agua y los ecosistemas que la producen, como los senderos que se encuentran dentro
del Parque y conectan a los picos con los campamentos base. ¿Pero por qué centrarnos en el
aspecto de los bienes comunes para abordar el proceso actual del turismo en la región?

El manejo de este tipo de bienes ha sido motivo de investigación por largos años en
el campo de la economía política, y un problema ampliamente trabajado refiere a la capacidad
que tienen los beneficiarios del recurso para gestionarlo. Dos propuestas reconocidas son la
de Garrett Hardin, que declara la incapacidad de las comunidades locales para hacer buen
uso de los bienes comunes, y la de Elinor Ostrom, que se sitúa en oposición a Hardin y
demuestra, con diversos casos de estudio, que los grupos situados en torno a estos emplean
diversas estrategias con las que logran administrarlos de manera adecuada. No obstante, para
que lo anterior se dé, es importante que entre los individuos haya esquemas de cooperación
que lleven a la ejecución de acciones colectivas en el interés explotar un recurso sin agotarlo.
Lo anterior, sin embargo, puede no lograrse en la medida en que aparezcan intereses
particulares que rompan los procesos cooperativos. En el caso del Parque considero que
elementos como la envidia dificultan la consolidación de tales procesos. En resumen, y para
responder a la pregunta, el abordaje al problema desde de los bienes comunes, brinda

105
elementos teóricos con los que se puede pensar una salida más efectiva al problema definido
bajo la idea del soroche.

De acuerdo con lo señalado, lejos de toda significación romántica, me parece


necesario un análisis del carácter social de las emociones y lo que implican en escenarios
como el de esta investigación. Anteriormente señale cómo el motor de una serie de acciones
con relevantes consecuencias en el ámbito económico y político de la región, se debe,
precisamente, a un generalizado sentimiento de envidia que impulsó al sector campesino a
manifestarse en contra del turismo, afectando ampliamente a los operadores. Creo que esto
puede ser motivo interesante de otras investigaciones.

En resumen, en este capítulo mi objetivo será proponer un acercamiento teórico al


concepto de bien común y su aplicación en el contexto del Parque, por un lado, y a las
capacidades cooperativas y de organización principalmente del sector de los operadores, por
otro. En esta aproximación se definirá si existen posibilidades de solución al conflicto, que
nos permitan movernos a nuestro objetivo de hacer cumbre, o si justamente aspectos
negativos que históricamente se han construido en la zona, evitarán la edificación de
propuestas colectivas de parte de la comunidad y traerán como consecuencia una tragedia
definitiva de los comunes.

Los recursos de uso común en el Parque

En 1990 la politóloga Elinor Ostrom publicó su libro Governing the Commons, en el


que retrató una serie de casos de estudio con los que demostró que quienes estaban en mayor
capacidad para gestionar adecuadamente los bienes comunes, eran los propios beneficiarios
de estos, mediante el uso de estrategias de organización y castigo que permitían el desarrollo
de acciones colectivas de manejo. Así, demostraba empíricamente que las declaraciones de
Hardin sobre la tragedia de los comunes y la necesidad de un Leviatán que evitara la
sobreexplotación de un recurso, no eran aplicables en todos los contextos.

106
Ahora bien, Ostrom usa el concepto recurso de uso común antes que el de bien común.
Esta visión proviene de un replanteamiento que hace la economía moderna a un esquema
básico que ubicaba como tipos de bienes únicamente a los bienes públicos o comunales y a
los bienes privados o individuales. En ese sentido, las personas se concebían bajo un papel
pasivo simplemente como votantes o consumidores. En el enfoque de Ostrom se consideran
dos características simultáneas: la excludibilidad, que refiere a la capacidad de excluir a
alguien del consumo; y la rivalidad, que implica que el consumo del bien reduce o impide el
consumo del mismo por parte de otros (Ramis, 2013). Cruzando estas dos variables en
términos de posibilidad, se establece un esquema en el que los bienes se categorizan en cuatro
tipos:

Tabla 1: Tipos de bienes

Rivalidad baja Rivalidad alta


Excludibilidad difícil Bienes públicos. Recursos de uso común
P.ej. Puestas de sol, P.ej. Una quebrada, un
conocimiento. sendero.
Excludibilidad difícil Bienes de club o de peaje. Bienes privados.
P.ej. Suscripciones a P.ej. Ropa, comida.
revistas de montañismo
Adaptado de Ostrom and Hess 2007, traducción mía.

Así, manejando como elemento central la capacidad de exclusión, la autora define


que “el término recurso de uso común alude a un sistema de recursos naturales o hechos por
el hombre que es lo suficientemente grande como para volver costoso (pero no imposible)
excluir a destinatarios potenciales de los beneficios de su uso” (Ostrom 2000, 66). Aquí el
término de grande puede relacionarse también con el de complejo. Por otra parte, en su
explicación del concepto, la autora hace la distinción práctica entre el sistema de recurso y
el flujo de unidades de recurso. Por ejemplo, un sistema de recurso haría alusión a un área
de pesca o a un canal de riego, mientras que las unidades de recurso serían, respectivamente,

107
las toneladas de pescado que se capturan en el lugar o los metros cúbicos de agua por segundo
que se usan en el regadío (Ostrom 2000, 66-67).

Establecido lo anterior, podrían concebirse en el Parque una división en los tipos de


bienes, diferenciada por las formas de apropiación que los actores hacen de estos. En ese
sentido, los dibujos que solicité realizar a diferentes personas del contexto, demuestran cómo
se valoran más unos aspectos de lo que significa el Parque, de acuerdo a la mirada que cada
actor hace de este entorno y sus recursos. Por ejemplo, la imagen de los campesinos tiende a
retratar más los elementos que perciben cotidianamente en su interacción con el entorno,
como los ríos o las plantas; la de los operadores se centra en unos espacios paisajísticos
atractivos; y la de los funcionarios plasma una visión esquemática de lo que entienden como
el Parque. Adicionalmente, en la tipología anteriormente descrita (ver Tabla 1), habría que
ubicar, al menos, dos formas de recursos de uso común—en adelante RUC—que coinciden
con formas de explotación diferenciadas por cada actor. Así, como primer elemento, estarían
aquellos sistemas de recurso que la población explota para sí misma, es decir, que son de uso
casi exclusivo de los individuos que habitan la zona, y que están determinados esencialmente
por los sistemas hídricos y los animales silvestres. Esta es la forma de apropiación que
ubicarían principalmente los habitantes rurales de la región antes que otros actores, en tanto
que supone una intervención que se hace y se seguirá haciendo cotidianamente de manera
independiente a las prácticas turísticas.

En el segundo caso la definición es un poco más abstracta. En principio, los elementos


del Parque con los que los turistas encuentran un beneficio, estarían ubicados en el plano de
los bienes públicos; ver la nieve tendría unas implicaciones similares que ver una puesta de
sol, a saber, una rivalidad baja que no supone que el uso del bien de parte de un individuo
afecte a otros potenciales usuarios en la misma acción. Sin embargo, lo anterior solo se
mantiene siempre que no exista carga al medioambiente. En un lapso de tiempo considerable
o con la aparición de dinámicas de turismo masivo, la rivalidad se convierte en alta y el uso
del recurso se reduce con el aprovechamiento que cada usuario obtiene de este. Ahora bien,
en cuanto a la excludibilidad también aparecen dos dimensiones de apropiación. Para entrar

108
Ilustración 5: Dibujo del Parque de un campesino

Ilustración 6: Dibujo del Parque de un operador turístico

109
Ilustración 7: Dibujo del Parque de un funcionario de PNN de Colombia

al Parque es necesario que los visitantes paguen una tarifa que cubre los impuestos de ingreso
y un seguro de accidentes o emergencia, y, además, pero especialmente, pagan por el servicio
de guía que ofrece un operador, sin considerar los gastos de hospedaje, alimentación,
transporte, etc. En ese caso, para los turistas que ingresan al área protegida, el Parque y sus
elementos se ubican mejor como un bien de club o de peaje del que son fácilmente excluidos
si no pagan una cuota que les permite obtener los beneficios (ver Tabla 2).

Esta situación no es así, en el caso de los operadores. Si bien tienen que pagar también
el ingreso a la reserva natural, como habitantes de los municipios cercanos al Parque, no
pueden ser fácilmente excluidos de los recursos de este, y más aún, pueden explotarlos a
través de la venta de servicios turísticos. En otras palabras, el Parque para los operadores
turísticos supone un RUC en ambos planos de interpretación. Por un lado, la rivalidad es alta,

110
dado que el uso indiscriminado del recurso lo agota con cada momento de explotación65, y
por otro, dada su condición de locales, no pueden ser excluidos de los beneficios que trae el
aprovechamiento de los recursos (ver Tabla 2). En ese sentido, a mi modo ver, los sistemas
de recurso serían, por un lado, los senderos que permiten el tránsito de la base hasta la nieve,
y por otro, el paisaje mismo, cuya explotación en términos de las unidades de recurso serían
las experiencias de viaje que ofrecen a los turistas a cambio de remuneración económica.

Tabla 2: Formas que adoptan los bienes del Parque según sus beneficiarios

Rivalidad Excludibilidad El Parque como


Alta Baja Difícil Fácil tipo de bien
Turistas x x Bien de club o de
peaje
Operadores x x Recurso de uso
común

Resueltas las implicaciones conceptuales, es prudente revisar los alcances empíricos


de la propuesta de Ostrom. Como bien señalé en un comienzo, la teoría de la autora se sitúa
en contra de una serie de presunciones teóricas que consideran que el manejo de los RUC
jamás será logrado de manera adecuada por los propios beneficiarios de este. El más claro
exponente de tales conjeturas fue el ecologista estadounidense Garrett Hardin, en su
publicación de 1968 La tragedia de los comunes. Su hipótesis se desarrolla en un escenario
planteado por él mismo de la siguiente manera:

Imagine un pastizal abierto para todos. Es de esperarse que cada pastor intentará
mantener en los recursos comunes tantas cabezas de ganado como le sea posible (...) Sin
embargo, llega el día de ajustar cuentas, es decir, el día en que se vuelve realidad la

65
Aunque algunos estudios (Ceballos & Tobón, 2007) demuestran que procesos como el deshielo no están
relacionados actualmente con el desarrollo de actividades turísticas en los glaciares colombianos, es claro que
no se puede plantear la gestión de un turismo masivo sobre estos entornos, en tanto son ecosistemas sensibles
que pueden verse ampliamente afectados ante acciones a gran escala.

111
largamente soñada meta de estabilidad social. En este punto, la lógica inherente a los
recursos comunes inmisericordemente genera una tragedia. Como un ser racional, cada
pastor busca maximizar su ganancia. Explícita o implícitamente, consciente o
inconscientemente, se pregunta, ¿cuál es el beneficio para mí de aumentar un animal
más a mi rebaño? Esta utilidad tiene un componente negativo y otro positivo:
1. El componente positivo es una función del incremento de un animal. Como el
pastor recibe todos los beneficios de la venta, la utilidad positiva es cercana a +1.
2. El componente negativo es una función del sobrepastoreo adicional generado
por un animal más. Sin embargo, puesto que los efectos del sobrepastoreo son
compartidos por todos los pastores, la utilidad negativa de cualquier decisión particular
tomada por un pastor es solamente una fracción de -1.
Al sumar todas las utilidades parciales, el pastor racional concluye que la única
decisión sensata para él, es añadir otro animal a su rebaño, y otro más. Pero esta es la
conclusión a la que llegan cada uno y todos los pastores sensatos que comparten recursos
comunes. Y ahí está la tragedia. Cada hombre está encerrado en un sistema que lo
impulsa a incrementar su ganado ilimitadamente, en un mundo limitado. La ruina es el
destino hacia el cual corren todos los hombres, cada uno buscando su mejor provecho
en un mundo que cree en la libertad de los recursos comunes. La libertad de los recursos
comunes resulta la ruina para todos (Hardin 1968, traducido por Bonfil Sánchez 1995,
4-5).

Hardin utilizó este ejemplo para referirse al problema de sobrepoblación en el mundo,


y su dilema tuvo amplia repercusión entre los años 70 y 80, siendo utilizado para describir
situaciones que iban desde el hambre en el África Subsahariana, pasando por la lluvia ácida
y los incendios forestales, hasta el crimen urbano y los inconvenientes de cooperación
internacional (Ostrom 2000, 28). Más aún, Ostrom documenta cómo el escenario descrito
por el autor llevó a que posteriormente aparecieran posturas afirmando la necesidad de
intervención externa con poder coercitivo como única alternativa de solución a la tragedia de
los comunes:

Olphus [1973, p. 228] argumentó, por ejemplo, que “en virtud de la tragedia de
los comunes, no es posible resolver los problemas ambientales a través de la cooperación

112
[...] y las razones fundamentales para un gobierno con poderes coercitivos mayores son
abrumadoras”. Olphus concluye que “aún si evitamos la tragedia de los comunes, será
únicamente recurriendo a la necesidad trágica del Leviatán” [1973, p. 229]. Diez años
después de su primer artículo, Garrett Hardin argumenta que estamos envueltos en una
“nube de ignorancia” respecto a “la verdadera naturaleza de los sistemas políticos
fundamentales y el efecto de cada uno es la conservación del ambiente” [1978, p. 310].
Sin embargo, la “nube de ignorancia” no le impidió dar por hecho que las únicas
alternativas al dilema de los comunes eran lo que llamaba “un sistema empresarial
privado” por un lado, o el “socialismo” por otro [1978, p. 314]. Convencido de que “es
aterrador contemplar la alternativa de los comunes” [1968, p.1247], Hardin indicaba que
debía instituirse el cambio “con toda la fuerza necesaria para introducirlo” [1978, p.
314]. En otras palabras, “si debe evitarse la ruina en un mundo sobrepoblado, la gente
debe ser sensible a una fuerza coercitiva fuera de sus psiques individuales, a un Leviatán,
para usar el término de Hobbes” [Hardin, 1978, p. 314] (Ostrom 2000, 35-36).

Algunas propuestas sitúan al agente externo más adecuado para el manejo de los
recursos en entidades públicas, gobiernos o autoridades internacionales (Ostrom 2000, 36);
otras, por el contrario, señalan que la única vía para evitar la tragedia de los comunes está en
su adscripción a los derechos de propiedad privada (Ostrom 2000, 39-40). Sin embargo, la
autora se pregunta cómo puede establecerse un esquema de propiedad privada sobre recursos
fugitivos (p.ej. en el caso de los recursos de pesca), en tanto que no se puede hacer una
división y control efectivo de, en dado caso, los bancos de peces, al mismo nivel que el de
los recursos terrenales, los cuales simplemente se parcelan y entregan a propietarios
individuales (Ostrom 2000, 41).

Ahora bien, tras revisar estas consideraciones, Ostrom señala que una tercera
alternativa, centrada en la cooperación, es factible para la gestión de los RUC. Así, en el
mismo escenario planteado por Hardin, describe que podría establecerse un contrato
vinculante entre los propios pastores que los haga cumplir una serie de acuerdos definidos
por ellos mismos. Estos acuerdos se determinarán por los conocimientos que los pastores
hayan generado durante años sobre el pastizal, y considerarán aspectos como la capacidad de

113
carga y los costos que significará hacer cumplir el contrato. Sin embargo, el señalado contrato
no podrá cumplirse si no hay acuerdos unánimes entre todos los pastores. Cualquier
propuesta hecha por un pastor que no implique compartir por igual los costos de la capacidad
de carga y del cumplimiento coercitivo sería vetada por los demás pastores en las
negociaciones. Esto significa que el único acuerdo viable es que todos los pastores compartan
equitativamente los niveles de rendimiento sustentable del pastizal y los costos de hacer
cumplir su acuerdo. Adicionalmente, un agente externo—que bien puede ser un ente
gubernamental, un privado o un miembro de la comunidad de usuarios con facultades
especiales—cuyo pago se asumirá entre los costos de hacer cumplir el acuerdo, será
designado para que vigile que el contrato se cumpla y sancione a quien rompa con lo pactado
(Ostrom 2000, 43-47).

Ostrom sitúa diversos estudios de caso que demuestran la efectividad de esta


propuesta cooperativa para el manejo de unos RUC determinados. Uno de estos es el de la
pesquería en Anlaya, Turquía. Allí, frente a los problemas derivados de la pesca
descontrolada y desorganizada, los propios pescadores establecieron una serie de reglas que
determinaba los tiempos y los lugares en los que cada pescador con licencia podía realizar la
actividad en cierto momento del año. De esta manera, plantearon un esquema de rotación por
cuatrimestres que aseguraba a cada uno de ellos estar en la mejor zona de pesca durante una
temporada del año, con base en los conocimientos que tenían sobre los movimientos que las
reservas de peces hacían durante los doce meses. Su sistema además situaba la vigilancia de
los acuerdos entre los mismos pescadores, que garantizaban en sus prácticas diarias que nadie
hiciera trampa pasándose a un área de pesca favorable durante el turno de otros en ese
periodo. Esto significó un cumplimiento prácticamente completo del contrato, y las escasas
infracciones que se presentaron fueron fácilmente manejadas por los pescadores en el café
local (Ostrom 2000, 48-50).

Es claro que estos arreglos cooperativos locales son susceptibles de fracasar. Puede
haber estimaciones erróneas sobre la capacidad de carga, el sistema de supervisión puede
fallar, el encargado de hacer cumplir los acuerdos puede ser incapaz de lograr su tarea, en

114
115
Agua que baja por una quebrada en Güicán. Foto: Pablo Cristancho
fin, un sinnúmero de problemas pueden ocurrir en situaciones naturales, al igual que en la
regulación central idealizada o en las instituciones de propiedad privada (Ostrom 2000, 47-
48). Precisamente, en el ámbito nacional y dentro de áreas de la jurisdicción de PNN de
Colombia, varios autores (Bocarejo Suescún, 2014; Ochoa Fonseca et al., 2013) han
demostrado los problemas que aparecen con las concesiones de las áreas de reserva a
empresas privadas, principalmente en términos de conflictos sociales entre los habitantes
locales y las agencias turísticas que llegaron a manejar los recursos de las zonas.

Ahora bien, con lo presentado hasta acá sobre los intereses de los actores, los sucesos
en el Parque y la revisión de la propuesta de Ostrom, es inevitable preguntarse ¿es posible
pensar en el manejo cooperativo de los RUC del Parque? Esta inquietud ya ha sido trabajada
por dos acercamientos teóricos anteriores. Por un lado, Fajardo Gómez considera la
posibilidad de llevar a cabo un proceso de acción colectiva que permita el desarrollo del
ecoturismo en la región, y analiza las capacidades cooperativas de una asociación de
prestadores de servicios turísticos de Güicán y El Cocuy a través de conceptos como el de
robustez organizativa (Fajardo Gómez, 2010). Por otro, Calderón Ramírez examina uno de
los senderos del Parque y lo entiende como un RUC sobre el cual se puede integrar a la
comunidad en igualdad de condiciones de participación, también a través de una acción
colectiva capaz de articular a los usuarios en un objetivo de bienestar (Calderón Ramírez,
2014). Lo anterior evidencia que la gestión cooperativa de los RUC se presenta en efecto
como una alternativa para que las actividades turísticas puedan llevarse a cabo.

Sin embargo, a pesar de que en los dos textos señalados la investigación concluye que
las condiciones están dadas para que se logre una acción colectiva que permita administrar
adecuadamente los RUC, sus conclusiones parecen estar lejos de materializarse en el
panorama actual. Aunque ambas aproximaciones sustentadas en una conceptualización
ecológica y económica de los RUC, hacen un desarrollo interesante acerca de los elementos
necesarios para que el ejercicio cooperativo se concrete, considero importante abordar el
análisis en las relaciones sociales de la población, dado que allí se expresan de manera más

116
clara los conflictos entre individuos, y se determina si acciones pensadas desde la
colectividad pueden concebirse como solución frente al conflicto.

¿Es posible un manejo cooperativo de los RUC en el Parque?

Como ubiqué en párrafos anteriores, un elemento central en la disputa, y desde mi


perspectiva, el motor de la gran movilización campesina en contra del turismo, es la envidia.
Esta, vista como una manifestación colectiva ante procesos desiguales, significó el apoyo de
un grupo de personas que, siguiendo los discursos de ciertos líderes con diversos intereses,
se plantaron en contra de una actividad que por años ha sido percibida como generadora de
riqueza, en un contexto en el que otras prácticas económicas generalizadas han fracasado
como medios generadores de bienestar.

Ahora bien, según declaraciones de algunos operadores, esta condición también se


presenta al interior del sector de prestadores de servicios. Frente a ese aspecto, representantes
de los diferentes gremios señalaban cómo, por ejemplo, se habían visto casos en los que guías
hacían acuerdos con los turistas en los que no obtenían ganancia alguna, simplemente por el
interés de no dejarle el cliente a alguien más (Comunicaciones Personales 1 y 18, 2017).
También detallaban situaciones en las que algunos transportadores no llevaban a los
visitantes a los hospedajes que más clientes tenían, sin razón aparente y a pesar del hecho de
que estos estaban en mejores condiciones para prestar el servicio (Comunicaciones
Personales 13 y 14, 2017). Aunque es probable que algunos de estos actos hubieran
escondido otra justificación de mayor valor, lo cierto es que entre los operadores lo anterior
ser percibe también como envidia. En este caso, se diferencia de la de los campesinos en
tanto que no corresponde a un sentimiento colectivo, sino que denota imaginarios subjetivos
individuales.

En el escenario que así se presenta parece difícil la consolidación de un esquema de


manejo colectivo de los RUC. En la Mesa, en algún momento, los operadores declararon que

117
por su capacidad de organización evitaron que a la empresa privada Aviatur le fueran cedidos
los derechos de administración del turismo en el Parque (Mesa de Concertación 2, 2017). Sin
embargo, cuando le hablé de esta acción al que fuera mi interlocutor más cercano entre los
operadores, y le pregunté si consideraba entonces posible un proceso cooperativo similar para
la gestión de los RUC, su respuesta definió claramente la poca probabilidad de que un ejercicio
así se materializara en el lugar:

¿Pero cómo? con esa división que hay. Si se hace una asociación de guías unos
no quieren que toquen el glaciar, otros sí, otros quieren que escalen, otros no... ¡Pura
envidia! Los mismos guías del campo quieren que nosotros no escalemos. Por eso es que
uno ya ni se queja. ¿Para qué? Si esto está fracturado. Otros quieren que nos paremos
allí en la caseta de Parques [que se ubica aproximadamente a nueve kilómetros del
glaciar] y lleguemos ahí apenas a mirar. Esto está fracturado en muchos grupos. ¿Uno
para qué se esfuerza? (Comunicación Personal 1, 2017).

Cuando Fajardo Gómez analizó la capacidad de la asociación de prestadores de


servicios turísticos de la región en términos de su robustez organizativa, declaró que había
siete principios de diseño que definían tal grado de robustez: a) límites bien definidos del
recurso; b) congruencia entre el entorno y las reglas de apropiación y provisión; c) arreglos
de elección colectiva; d) supervisión; e) sanciones; f) mecanismos de solución de conflictos
y; f) autonomía. De este análisis concluyó que la asociación tenía un buen grado de robustez
organizativa y facilitaba la acción colectiva y la creación sostenida de bienes públicos
(Fajardo Gómez 2010, 143, 155). Es importante establecer que hace siete años, cuando esta
investigación se publicó, el contexto del Parque era completamente distinto. Sin embargo,
considero relevante señalar que en el abordaje de las problemáticas humanas, los aspectos
asociados a las emociones—como la envidia—tienden a ser vistos como elementos fútiles,
exclusivos del ámbito de la psicología y sin trascendencia en los hechos sociales.

En la antropología, como señala Surrallés i Calonge, con la excepción de los trabajos


norteamericanos sobre cultura y personalidad y algunos estudios de los pueblos de Europa

118
meridional alrededor de nociones como honor, el desarrollo de un interés alrededor del
estudio de las emociones no se empezó a dar sino hasta los años 80 (Surrallés i Calonge,
1998). En Colombia, el referente más claro en torno al tema es la profesora Myriam Jimeno,
quien desarrolla un estudio sobre la violencia y el crimen pasional como un drama emotivo
personal (Jimeno, 2004). Frente al tema concreto de la envidia existe menos bibliografía.
Probablemente quien mejor ha desarrollado el tema es Cécile Gouy-Gilbert, quien justamente
sitúa la envidia como el motor de las relaciones sociales en su estudio de caso desarrollado
en Michoacán (Gouy-Gilbert, 1996). Considero que estudios más profundos en torno al
carácter cultural de las emociones y sus implicaciones en las acciones de las comunidades
pueden tener un desarrollo interesante en el país.

En lo referente al conflicto por el turismo en el Parque, más que en los impactos


negativos al ecosistema que por ejemplo reclaman los campesinos a los operadores turísticos,
la disputa encuentra su raíz en el aspecto emocional de la envidia que difícilmente puede ser
solucionada sin una transformación de las relaciones desiguales que por años se construyeron
en este espacio. Por otro lado, la misma envidia, pero en una dimensión individual, es la que
los operadores turísticos sitúan como el problema principal que impide la cohesión del sector
y la edificación de un esquema colectivo de manejo de los recursos. En otras palabras, puede
señalarse que la envidia, en un plano colectivo e individual, es el primer elemento sobre el
que se debe trabajar si se desea pensar una alternativa de solución a los problemas
económicos, ecológicos y políticos del Parque.

¿Es entonces imposible pensar en un ejercicio cooperativo que genere acuerdos de


gestión de los RUC del Parque? A pesar de las dificultades que a lo largo del texto he
enseñado, mi respuesta final sería que no lo es. Creo que precisamente al tener presentes
todos los elementos adversos que generan una barrera para su consecución, es posible
plantear rutas de acción específicas que trabajen directamente sobre el origen de las
problemáticas, y que resulten en propuestas más efectivas en términos de su implementación.
Mi alternativa final estaría organizada de la siguiente manera.

119
Basándome en el recorrido desarrollado hasta el momento, establecería que los
principales gestores de un plan de manejo turístico de los RUC del Parque tendrían que ser
los operadores turísticos. Sin embargo, el primer hecho sobre el cual se debe pensar una serie
de acciones que reviertan las lógicas actuales de competencia desleal es el aspecto de las
envidias individuales. A mi modo de ver, estas son producto de unas búsquedas de
enriquecimiento económico individual que están definidas por la idea de lo que significa ser
exitoso en el sistema capitalista, por lo que transformar estos ideales no es una tarea simple.
Sin embargo, la forma como estas envidias se materializan es en la prestación de los servicios
por parte de los operadores. Por lo tanto, para comenzar este proceso habría que asegurar la
estandarización de los servicios. En la medida en que guías, hoteleros, transportadores, etc.,
se encuentren en la obligación de tener registros formales de su actividad, y manejen tarifas
únicas para todo el sector, las envidias individuales no podrán expresarse a través de las
transacciones con los turistas que llegan al lugar. Para poder resolver esta situación, es
necesario el apoyo especialmente de Corpoboyacá, ente que determina y sanciona la
normatividad con respecto a las prácticas turísticas en la región.

Un segundo elemento estaría dirigido a combatir las envidias generalizadas del sector
campesino. Para ello, es fundamental que el turismo se sitúe como una actividad generadora
de bienestar para toda la población. Ante eso, una primera opción podría estar, como lo
sugirieron los montañistas, en que en el esquema de valor del turismo se sitúen también los
productos con los que los campesinos trabajan cotidianamente. Así, podría declararse por
ejemplo que los turistas tuvieran que consumir solo alimentos locales, o que los restaurantes
se aseguren que no están utilizando productos provenientes de otras regiones cuando estos se
encuentran en las fincas de la zona. Sin embargo, creo que serían necesarias acciones todavía
más notorias que generen impactos positivos en el grueso de la comunidad campesina. En
ese sentido, tendría que ser mandatorio que parte de los ingresos que genera el turismo se
destinen a la atención de necesidades generales de los habitantes rurales, p.ej. en insumos o
programas de gestión agropecuaria, de manera que las actividades económicas de los
campesinos se fortalezcan y la brecha que existe entre el turismo y las labores agropecuarias
se reduzca. Para esto podría bien utilizarse un porcentaje de las ganancias que se adquieren

120
con el pago de la entrada al área protegida, lo que implicaría también el involucramiento de
PNN de Colombia, o podría pensarse en un impuesto que todos los operadores paguen con
el que se cree un fondo de atención a las problemáticas campesinas.

En este escenario el conflicto entre campesinos y operadores turísticos debería


zanjarse moderadamente, y podría así pensarse un proceso de alianza entre ambos sectores
que les permita posicionarse de manera unificada ante las acciones que llevan a cabo los
indígenas y el Estado. Bajo este criterio, lo ideal es que se concertara también con la
comunidad u’wa sobre una forma de turismo que no afectara negativamente sus relaciones
ambientales y cosmológicas, pero que tampoco impidiera que el turismo se desarrollara sobre
la montaña, si no que se situara en un punto intermedio que favoreciera las posturas de ambas
partes y, más aún, que eventualmente invitara a personas de la comunidad a ser partícipes de
la prestación de los servicios, a través de la implementación de saberes indígenas,
agregándole un valor extra a la experiencia de viaje y permitiendo incrementar los costos que
se pagan por esta.

Evidentemente la anterior es una propuesta demasiado general que, si quisiera


aplicarse, necesitaría la consideración de una serie de aspectos mucho más específicos en los
que trabajar, incluidas unas reglas definidas por los usuarios frente al manejo de los
recursos—o sea, un contrato vinculante—. Sin embargo, lo que quiero demostrar con este
esquema de acción es que, para mí, sí es posible pensar en una gestión colectiva de los RUC
en el Parque, que parte de la superación de conflictos históricos y muy arraigados en las
emociones de los pobladores de la zona.

Para finalizar, no creo que en el Parque se haya llegado aún a la ruina que describe
Hardin en su tragedia de los comunes. Esto en parte porque ha habido una regulación de
mano de un agente externo que controló los procesos turísticos que se llevaban a cabo en la
región; si el Estado colombiano no hubiera intervenido con sus regulaciones, es muy probable
que el turismo hubiera seguido creciendo sin mesura y en ese caso sí hubiera afectado
negativamente al ecosistema. El panorama actual sigue definido por el control externo del

121
Gobierno nacional. No obstante, su legitimidad es muy baja en la visión de todos los otros
actores presentes. Por ello, considero que unas estrategias impulsadas por el sector de los
operadores y una postura de compromiso e imparcialidad por parte de las instituciones
oficiales, puede traducirse en acciones que, por un lado, planteen salidas al conflicto entre
prestadores de servicios y campesinos y, por otro, involucren de manera efectiva en el
turismo a todos los sectores que se relacionan con el área del Parque, permitiendo que se
construyan imaginarios positivos sobre esta actividad y que generen beneficios a todos los
implicados. Para ubicarnos en los términos de nuestro objetivo de hacer cumbre, podría
afirmarse que el manejo cooperativo de los recursos nos llevaría a superar el malestar del
soroche, y nos dejaría directamente en los más alto de la cima.

122
LA CUMBRE

Nos encontramos finalmente, estimado lector—o lectora—, en el punto donde


termina nuestro recorrido. A lo largo del texto he presentado de manera amplia y la vez
profunda, los asuntos más relevantes del conflicto por el turismo en el PNN El Cocuy. Mi
interés ha sido el de explicar tanto la posición en la que los actores se encuentran con respecto
a las dinámicas turísticas, como las formas en que la propia disputa se desarrolla, se lee y se
intenta solucionar. En esta trayectoria, tres momentos han sido relevantes: la identificación
de las posturas, reclamos e intereses de cada sector frente al turismo; los relatos desde una
visión externa e interna de las dinámicas ante la problemática y; finalmente, la revisión de
los aspectos fundamentales sobre los que se crea y reproduce el conflicto, que aparecen como
el elemento central a transformar para resolver los malestares generalizados.

Retomando las cuestiones más relevantes, en el primer spot podrían ubicarse las
relaciones entre las partes con el tema del turismo en el siguiente esquema: por un lado, la
comunidad u’wa rechaza cualquier acción con fines de enriquecimiento económico dentro
de la Sierra Nevada. El turismo, por supuesto, se concibe de tal manera. La razón que
esgrimen en contra de este es principalmente la afectación que genera a los aspectos
cosmológicos de la comunidad, en tanto estas montañas se presentan como un lugar
ceremonial que expresa elementos de un plano dimensional superior. Sin embargo, además
de este argumento, también se ha sugerido que parte de la comunidad u’wa se posiciona así
para satisfacer los intereses de un grupo armado que transita por el resguardo, que podría
verse beneficiado con el cierre del Parque.

En una postura cercana, el sector campesino, que no es sino una pequeña fracción de
todo el campesinado de Güicán y El Cocuy, declara que la actividad contamina el agua y
genera deshielo del glaciar. En ese sentido, plantean que bien el turismo debería estar
prohibido, o bien debería llevarse a cabo en otros lugares de la región que permitan admirar
el paisaje, sin que esto signifique el deterioro de los recursos que se encuentran en el área

123
protegida, y, por ende, sin que afecte negativamente las actividades cotidianas de esta
población

Por otro lado, los operadores turísticos, evidentemente, se establecen como el único
actor que busca que el Parque se mantenga abierto para las prácticas turísticas. Sin embargo,
señalan que la normatividad existente tiende a limitar el accionar de los prestadores de
servicios de turismo, y a la vez, indican la urgente necesidad de que nuevas medidas de parte
de las instituciones oficiales se generen, con el fin de regular la informalidad y los actos de
competencia desleal que suelen aparecer en la región de mano de sujetos tramposos que
además desconocen la importancia del cuidado ambiental y de la protección de los turistas.

Finalmente, el Estado se presenta en el lugar con una dinámica contradictoria entre


los intereses que declara a el plano nacional, y las acciones que ejecuta en este contexto
específico. De acuerdo con lo anterior, altos funcionarios gubernamentales han afirmado que
el turismo se sitúa como un elemento que no solo impulsa la entrada de dinero al país, sino
que además permite transformar imaginarios que históricamente han situado al territorio
colombiano como un lugar peligroso que se define por prácticas violentas. No obstante,
ninguna de las cuatro instituciones oficiales que se relacionan con la presente problemática
en el escenario del Parque, demuestra que entre sus objetivos esté el apoyo al turismo, así
como tampoco impulsa otros sectores de la economía local.

En este panorama, a pesar de las claras rivalidades y diferencias presentes entre todos
los grupos, aparecen propuestas como las del sector de los montañistas, en donde ubican las
inconformidades que públicamente demuestran los actores, y sugieren alternativas de
solución que favorezcan a todas las partes implicadas. Sin embargo, tales planteamientos son
vistos de manera burlesca por el grueso de los representantes de cada gremio, y demuestran
que otros procesos se ocultan en las formas como el conflicto se desarrolla desde los
imaginarios locales.

124
Así, un análisis de la disputa adquiere pertinencia. El problema con ello es que
aparecen dos lecturas de la misma, que al final, resultan en imágenes distintas de un mismo
proceso. De esta manera, la primera mirada se define por el recorrido que los medios de
comunicación hacen de la problemática. En general, este se resume de la siguiente manera:
un partido de fútbol en el glaciar genera indignación en un grupo de campesinos que decide
bloquear las entradas al Parque e impedir el turismo, dados los estragos ambientales que este
genera. A esta manifestación se suma la comunidad indígena u’wa, que, en el marco de un
proceso que viene llevando a cabo para que el Gobierno nacional acceda a dialogar con ellos
sobre varios aspectos, también bloquea las vías de acceso al glaciar. En efecto, se instauran
una mesa de diálogo entre indígenas y Estado, y como parte de esta concertación, se acuerda
el cierre oficial del Parque mientras se estudia el impacto que el turismo ha generado sobre
el ecosistema. Tras varios meses de cierre, empieza a evidenciarse una crisis en la economía
local ante la ausencia de una actividad central para la región. Los principales afectados con
la prohibición, los operadores turísticos, deciden también manifestarse en contra de los
acuerdos definidos entre el Estado y los u’wa. Así, aparecen acciones de protesta como las
de la marcha del silencio que buscó llamar la atención ante la difícil situación que aparecía
en la región. Finalmente, más de un año después de los primeros bloqueos, el Parque se abre
nuevamente, según se declara, gracias a la concertación entre indígenas y Gobierno, que
llegan a un acuerdo temporal y bajo unas condiciones claras para la prestación de los servicios
turísticos. No obstante, este pacto se pone en cuestión unos pocos días después, debido a la
presencia de turistas sobre el glaciar, lo que para la comunidad u’wa demuestra el
incumplimiento de los compromisos adoptados por el Estado. A pesar de que un vocero
indígena declara que se iniciarían nuevamente actos de bloqueo, el hecho se trata como un
caso aislado que no adquiere mayor trascendencia. Como elemento final, se declara que el
Parque se mantendrá abierto hasta que se publiquen los resultados de un estudio de impacto
ambiental, que medirá la afectación del turismo sobre el ecosistema, y determinará si sobre
este espacio podrán prestarse servicios turísticos, o si, por el contrario, se cerrará la zona
definitivamente.

125
En contraste, una mirada local sobre los mismos acontecimientos pone de relieve
otros aspectos que transforman el imaginario resultante de la descripción realizada por los
Medios. Así, es relevante destacar que detrás de los bloqueos campesinos había otros
elementos ocultos en la acción. Por un lado, el malestar de los campesinos de una vereda del
municipio del Cocuy que dejó de obtener ganancias con la venta del agua que provenía de la
montaña, y posteriormente, debido a la ola de calor producto del fenómeno del Niño, vio
cómo el líquido dejaba de llegar a la zona, originó las primeras manifestaciones en contra del
turismo. En segundo lugar, los intereses de un latifundista de la región, que con su capacidad
oratoria logró movilizar a masas de campesinos inconformes con el turismo en pro de la causa
por él definida, dieron volumen a las luchas campesinas que se ubicaron bajo el discurso de
la protección del entorno y que llamaron la atención de los medios. En este mismo recorrido,
el protagonismo de los u’wa como tomadores de decisiones también se matizó desde los
imaginarios locales. En torno a esta cuestión, los campesinos señalaron su molestia con el
hecho de que, a pesar de haber sido los que se manifestaron en primer lugar, estas acciones
se invisibilizaran para dar relevancia a las disputas territoriales indígenas. Los operadores
turísticos, por su parte, declararon también su inconformidad al no haber sido tomados en
cuenta en los ejercicios de negociación, y señalaron que el papel central de los u’wa era
cuestionable por dos motivos: primero, porque ellos habían expulsado de este espacio a la
etnia lache en una acción de conquista, por lo que también debían ser tratados como
colonizadores sin derechos ancestrales, y segundo, porque las prácticas ambientales de los
indígenas no eran armoniosas con la tierra sino que, más bien, denotaban actividades
descuidadas y desorganizadas, que contrastaban con las declaraciones indígenas en las que
se posicionaban como protectores de la naturaleza. Finalmente, el momento en que se da
apertura al Parque también aparece con consideraciones particulares. Este acontecimiento
marcó el inicio de la Mesa de Concertación, en donde campesinos, operadores turísticos y
Estado se sentaron a discutir sobre la problemática del turismo. Aunque, tras tres encuentros,
la Mesa colapsó, allí se hicieron visibles aspectos ocultos como la envidia, que se situó como
el principal motivo de conflicto entre estos sectores.

126
Tras esta revisión, surge la necesidad de profundizar en las razones que localmente
se establecen como la raíz de la disputa. En ese sentido, una forma de abordar esta
problemática es trabajarla bajo la idea de si es o no posible instaurar acciones colectivas para
gestionar los bienes del Parque. Por tanto, las propuestas de Elinor Ostrom se vuelven
centrales en esta discusión. De acuerdo con la autora, es posible pensar un manejo a través
de procesos cooperativos de los recursos de uso común de la zona, con el fin de evitar lo que
Garrett Hardin denomina la tragedia de los comunes. Aunque para esta región otros dos
abordajes se hicieron utilizando una perspectiva similar (Fajardo Gómez 2010; Calderón
Ramírez 2014), al no considerar elementos tan arraigados en el tejido social como el tema de
la envidia, los planteamientos finales de estos trabajos, en los que se señala la posibilidad de
un manejo no individual de los recursos, no tuvieron trascendencia y nunca fueron ejecutados
en la práctica.

Con base en lo anterior, parece entonces relevante diseñar una propuesta que se
desarrolle reconociendo el papel que las emociones humanas tienen dentro de procesos como
el del Parque, en donde un aspecto que aparentemente no afecta las dinámicas sociales, en
realidad, se plantea como el motor que mueve a una enorme masa de personas en torno, o
mejor, en contra, de todo un sector o de una actividad. Así, retomando mis señalamientos
presentes en el capítulo de Aclimatamiento, he decidido plantear un esquema de acción que
permita, por un lado, atacar la envidia que se gesta tanto en el imaginario colectivo del sector
campesino, como en las acciones individuales de algunos operadores turísticos; y por otro,
desarrollar ejercicios cooperativos en los que campesinos, operadores turísticos e incluso
indígenas, participen activamente en la creación de un mecanismo de manejo comunitario de
los RUC del Parque.

De esta manera, la propuesta señalada tiene tres elementos esenciales. Primero, es


fundamental que se formalice la prestación de los servicios turísticos. Creo que en este
aspecto se expresan envidias individuales dentro del grupo de los operadores, y la forma de
combatirlas es a través de una regulación que evite prácticas como la competencia desleal
entre representantes de un mismo gremio. Segundo, para revertir la imagen negativa que por

127
décadas han construido los campesinos sobre el turismo, es necesario o bien que los
productos de las actividades agropecuarias sean de consumo obligatorio para los turistas, o
bien, que, con las ganancias del turismo, se cree un fondo que pueda atender a las necesidades
generales de la población rural de los municipios. Tercero, debería haber un proceso de
concertación en el que campesinos e indígenas, unificados como sector, discutan con la
comunidad indígena u’wa las prácticas que pueden llevarse a cabo en el marco de las
actividades turísticas, de forma que, ni restrinjan la prestación de los servicios, pero tampoco
profanen los espacios sagrados de la cosmología u’wa.

La viabilidad de esta propuesta es algo que tendrá que definirse en campo, a través de
ensayos constantes y con la participación de los implicados en la problemática. Es claro que
sobre esta idea general tendrán que desarrollarse un sinnúmero de acciones concretas,
definidas por los saberes que se encuentran presentes en el contexto local. Es necesario
todavía un largo proceso antes de llegar a un estado de gestión colectiva de los RUC. En otras
palabras, hasta el momento, no podemos declarar que llegamos aún a la cima. El ejercicio de
hacer cumbre no es fácil en lo absoluto. Sin embargo, aunque todavía estamos en la sombra
de un soroche que dificulta el ascenso, no significa que debamos tirar la toalla y abandonar
todo el esfuerzo realizado hasta este instante. El recorrido en el que el lector o la lectora me
ha acompañado a lo largo de estas páginas, llega hasta aquí. No obstante, para mí es claro
que el camino continúa en la realidad del Parque, y seguiré trabajando sobre este tema en el
mismo interés de alcanzar la cumbre. De alguna manera, hago una petición al acompañante
que conmigo ha llegado a este punto, y le solicito que espere en el lugar que está, porque en
otro momento, volveré para que podamos continuar con nuestra travesía hasta el punto más
alto.

Hasta entonces.

128
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