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La Celestina: una obra de bordes

Las condiciones de producción de La Celestina, obra que, tal como afirma la crítica, de no
existir el Quijote, sería la más importante de la literatura española, remiten a una época de
profundas transformaciones políticas, sociales y culturales. Esta obra se publica en su
primera edición con el título de Comedia de Calisto y Melibea en Burgos, 1499. Su segunda
publicación fue en 1500, Toledo: la comedia de 16 actos y se incluyen los preliminares,
“carta del auctor a un su amigo”, versos acrósticos, el “síguese”, el argumento de toda la
obra y los versos finales de Alonso de Proaza. La Celestina tuvo finalmente una tercera
publicación en 1502, Toledo, como Tragicomedia de Calisto y Melibea. En esta edición se
añade el otro prólogo “Todas las cosas ser criadas a manera de contienda…” y contiene
cinco actos más, intercalados en el medio del acto XIV, quedando así la obra con un total
de XXI actos.
Así fechada, La Celestina se ubica en el “borde” de la Baja Edad Media y el paso al
Renacimiento, momento de transformación que ha dejado sus huellas en este texto. En las
líneas siguientes comentaremos los puntos centrales de esta transformación y la
particularidad de La Celestina.
¿Cuál es el contexto socio-histórico del siglo XV y XVI?
Con el reinado de los Reyes Católicos (1474-1517) se crean las bases para el florecimiento
de un nuevo imperio gracias a los siguientes sucesos: La consolidación de la monarquía
por el sometimiento de la aristocracia y la ruptura de la larga guerra entre nobles con la
alianza matrimonial de Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón. Culmina el proceso de
agrupamiento territorial con la conquista del reino musulmán de Granada (1492) y posterior
anexión de Navarra (1512). Se da, además, el descubrimiento de América (1492) que
supuso para Castilla una fuente aparentemente inagotable de recursos.
A lo largo de todo el siglo XV, se produce un gran movimiento migratorio hacia las ciudades,
aumentado la industria y el comercio. La burguesía se afianza como una nueva clase social,
caracterizada por su afán de acumulación de riquezas que buscando emular a la
aristocracia. La decadencia del feudalismo da paso al sistema capitalista con sus nuevos
valores.
En este contexto, dos factores resultan cruciales para el ámbito literario:
Con la caída del imperio romano de oriente, eruditos helénicos abandonan Constantinopla
y buscan refugio en tierras occidentales, especialmente en Italia. Allí dieron a conocer textos
helénicos, ignorados hasta entonces y enseñaron el griego. De este modo, Italia se
convierte en cuna del humanismo, movimiento cultural, filológico y filosófico iniciado en el
campo de las letras que pretende divulgar el saber de los antiguos y recuperar el esplendor
de sus lenguas.
El humanismo se expandió en toda Europa con valores paganos desde el punto de vista
cristiano, tales como la centralidad en la razón humana, la valoración de la personalidad y
la individualidad y el goce de los bienes temporales (carpe diem) frente al teocentrismo de
la edad media en el cual el mundo era el “gran texto de Dios” y un espacio de tránsito a la
vida eterna, al cual la persona no debía aferrarse demasiado.
Ambigüedad y contraste: los bordes de La Celestina

Con su equipamiento de personajes para nada edificantes (codiciosos, asesinos, blasfemas,


hechiceros, fornicadores) que disfrutan al máximo los placeres de la vida y se “hunden” a
cada paso que dan, La Celestina, de acuerdo a las conclusiones finales del autor en
“Concluye el autor aplicando a la obra el propósito final porque la acabo”, pretende ser una
obra “moralizante”, de lo que no se debe hacer:
Pues aquí vemos quan mal fenescieron
aquestos amantes, huygamos su dança,
amemos a aquel, que espinas y lança,
açotes y clavos su sangre vertieron.
Los falsos judíos su haz escupieron,
vinagre con hiel fue su potación;
porque nos lleve con el buen ladrón,
de dos que a sus santos lados pusieron.

Pero esta enseñanza moral no está explícita en la obra, a la manera didáctica de la tradición
literaria medieval, sino que el lector tiene que encontrarla por sí mismo y no caer en el error
de consentir o disfrutar de las acciones de sus personajes: “el que lee, en virtud de ello,
está obligado con grave responsabilidad a nutrirse del jugo moral de la obra, pero si no es
así, el autor no incurre en falta” (Maravall, 1972:20)
No dudes ni ayas verguença, lector,
narrar lo lascivo, que aquí se te muestra:
que siendo discreto verás qu' es la muestra
por donde se vende la honesta lavor.
De nuestra vil massa con tal lamedor
consiente coxquillas de alto consejo
con motes e trufas del tiempo más viejo:
escriptas a bueltas le ponen sabor.

La finalidad moral, sin embargo, no es ampliamente consensuada por la crítica, en la que


se encuentran posturas muy diversas sobre casi todos los aspectos de la obra: desde la
función de la magia a si Melibea estaba enamorada o no de Calisto antes que Celestina la
visitara. Con todo, la ambigüedad de la obra parece ser su aspecto más consensuado.
Revisemos brevemente algunos puntos al respecto.
Al tiempo que tenemos tamaña pretensión moralizadora con referencias cristianas en
“Concluye el autor aplicando a la obra el propósito final porque la acabo”, el prólogo, en el
que abundan referencias a los filósofos antiguos y citas de Petrarca, precursor del
humanismo, no lleva ninguna referencia a la Biblia:
Todas las cosas ser criadas a modo de contienda o batalla, dize aquel gran sabio Eráclito en este
modo: “Omnia secundum litem fiunt”. Sentencia a mi ver digna de perpetua y recordable memoria.
[…] Hallé esta sentencia corroborada por aquel gran orador y poeta laureado, Francisco Petrarcha,
diciendo: “Sine lite atque offensione nil genuit natura parens”: Sin lid y offensión ninguna cosa
engendró la natura, madre de todo”.
Otro aspecto relevante al hablar sobre la finalidad moralizante de la obra, son las
drásticas muertes de los personajes y la exposición plástica de sus cuerpos hechos
pedazos. En efecto Sanmartín (2005), siguiendo J. Thomas, afirma que los cuerpos
muertos de La Celestina son el espacio del castigo. El despedazamiento y el
descabezamiento se hacen simbólicos del castigo por el loco amor, la hechicería, el
asesinato. “La mala muerte es ejemplar en sentido negativo, se trata de una retribución
moral que restaura el orden (2005:49)”. Esto mismo es lo que señalábamos más arriba en
“Concluye el autor aplicando a la obra el propósito final porque la acabo”: “Pues aquí vemos
quan mal fenescieron/ aquestos amantes, huygamos su dança”

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