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La ciudad y las leyes Lo que hace a-Grecia, 2 Seminarios 1983-1984 La creacion humana 1 Cornelius Castoriadis: FILOSOFIA, Comelus Castoridis(Estambul, 1922 - Pars, 1997) realedestudios de ciencla polite, economia y dere= cho en Ia Universidad de Atenas, En 1945 se raslads a Pars y en 1949 funds el grupo y la revista Socialis- te ou Barbare en fs que partcpé hasta su disola ‘idm en 1965, Enire 1948 y 1970 trabsj6 como econo rista en Ja Onganizacion para la Cooperacion y el Desarrollo Econdmicos foc, «partir de 1974 comen 26 a cjercer como psicoanalista y en 1979 fue elscto director de estuios de la Boole des Hautes des en Selences Sociales de Pars. Entre sus obras se cuentan: La sociedad burordti= a, La experiencia del movimiento obrro, La nsticu- iin imaginaria de la sociedad, El ascens del nig nicancla y Una sociedad a a deriva, Enrevisas y debates (1974-1997) EL Fondo de Cultura Esonéiicn ha pulled: Fig ras de lo pensable (2001), Sobre El Poltico de Plain (2008), wero y verdad en ef mundo histrio-social. Seminarios 1986-1987 (2003), Lo que hace a Grecia, 1, De Homero a Hericito. Seminaries 1982-1983 (2006) y Vewtona al eas (2008), (Otros titalos de 1a Coleen Fllosof a que hace a Grecia, 1, De Homero @ Hericlito, Seminario: 1982-1963, a ereacién humana 2 Comelis Castriais ‘Swetoy verdad en el mundo histrico-soea Seminario 1986-1967. a ereacién humana t Comelius Castriais Estctico y negtivided Christoph Menke 1a mirada de Jono Ensayus sobre Carl Schmit Carlo Gall Deseripién de ser humano Hans Blumenberg Breve historia del alma lca Vaneago “Heidegger, ensador de wn tiempo indigent Sobre ta psiciin de a flosafia en el siglo 1 Karl Lawith 1a filesofa plitin de Hobbes, ‘Su fundamento y su genesis en Strauss La memoria la histori, el olbtdo Paul Ricarut Correspondencia 1943-1955 ‘Theodor W. Adorno Thomas Mann ste volumen rene los seminars dicados en 1983-1984 por Comelius Castorindis en la Ecole deS Hautes Brudes fn Sciences Sociales de Pars. Dichos seminarios estan de- dicados esencialmente al nacimiento la natualeza y el fun cionamiento de la democracta ateniense, y en particular al singular fendémeno que fue la democraca directa tal como Ja practicaan los atenienses.Castoridis muestra cémo ellos supieron cuestiona la idea de que puede haber una com- petencia especifica en cuanto a los asuntos de la ciudad; cusles fueron las insituciones que crearon, y sobre todo la tragedia, para imponer limites a la democracia y qué fines se dio esta sociedad, segin aparecen en Ia “Oracin fine bre” pronunciada por Pericles y transmitida por Tucidides, ‘A wavés de una discusién, en fiigrana, de autores an- tiguos (Sétoctes, Herddoto, Platin, Aristtees) y modemos Rousseau, Arendt la lerara de La ciudad y las lees per- nitird adverir hasta que punto sigue siendo actual la cues ti6m de la paricipacin de todos en los asuntos comunes: la cuestion de la democracta SECCION DE OsRAS DE FILosoria, LACIUDAD Y LAS LEYES ‘Traduccién de Horacio Pons “Transliteracin de términos griegos de HeRwAN MARTIGNONE CORNELIUS CASTORIADIS LA CIUDAD Y LAS LEYES Lo que hace a Grecia, 2 Seminarios 1983-1984 La creacién humana U1 ‘Texto establecido, presentado y anotado por Enrique Escobar, Myrto Gondicas y Pascal Vernay Precedido de “Castoriadis y el legado griego” de Philippe Raynaud FONDO DE CULTURA ECONOMICA, {fxico- ARcENINA - BRASIL ~Corowata- Ci [BsraD0s Uxr0s De Aéauca - GuareMata~ Pex Erase VENEZUELA Driers etic en ances, 2008, Primera cn en expat, 2012 ee CCastoriais, Comins “Triad y ses: Io que hac a Gracia 2. ae. Buenos “ies :Fondo de Cultara Banos, 2012, “Sl ps aixlsen-Glsot) “radusido por Horacio Pons ISBN 97560 57-9082 1. Flsoia. 1 Horacio Pons tad IL Tl cpp 1% oom ‘Armada de taps Jua Bala He IER Dine fiend Perc, de Ppp von Foltz “lo origina: La Cite esis. Cel fa Gre, 2 Sinai 1983-1966 Laeration ain ISON deja edn orignal: 978-2-02.097181 ‘2s, batons du Sell DR 02012, Forno ne CurruRa EcoNbuICA DE ANGINA, SA, i Selvador S68 le Buenos irs, Argentine fondle come / wwwc.coma (Cae Peach Ajo 227; 14738 Meco DE ISBN: 978950 587-9082 Comentarios ysugeencaseitrial@fcecomar Fetocoplae bros est pena por la ey Prohibid su reprodecin total o parcial por elquiee odin de imprest digital on forma identi extractadn ‘ineniicade en cpanel oen cualquier oto toms, Sinautonsaion xpress dela ioral Inerso ex Ancanra~ PRIvTED W ARGENT, Hecho! depeaio que macs lly 1.725, | INDICE Prefaci. a ce Castoriadis ye legado grego, de Philippe Raynaud. Cicto tecrivo 1982-1983, XIV, Seminario del 16 de marzo de 1983 XV, Seminario del 23 de marzo de 1983. XVL_ Seminario det 13 de abril de 1983 XVI. Seminario det 20 de abril de 1983 XVII Seminario del 27 de abril de 1983 XIX, Seminario del 4 de mayo de 1983 XX Seminario del 11 de mayo de 1983. XXL, Seminario del 18 de mayo de 1983 XXII. Seminario del 1° de junio de 1983.. Cicto tecrivo 1983-1084 VIN. Seminario del 25 de abril de 1984 XL Seminario del 16 de mayo de 1984 XI. Seminario del 23 de mayo de 1984 Notas complementarias «+++ Indice analitico.. 8 at 1 135, 161 183 209 PREFACIO LA c1uDAD y ls eyes es el segundo volumen en que se presentan Jos seminarios que Cornelius Castoriadis consagré a la antigua Grecia en el marco de su ensefianza en la Ecole des Hautes Btudes fen Sciences Sociales (sHe5s) [Escuela de Altos Estudios en Cien- cias Sociales}. Este volumen se inscribe en un proyecto de publica ign de la totalidad de sus seminarios bajo el titulo de La creaci6r ursana, presentado a grandes rasgos en la advertencia de Swjeto y ‘verdad en el mundo histérico-socal (2002) y en el prefacio de Lo que ace a Grecia. 1. De Homero a Herilito (2004). ‘A ppesar de la unidad temética que nos impuls6 a publicar por separado Lo que hace a Grecia 1 (en adelante, LOHG 1), la obra era sin lugar a dudas la introduccién de un conjunto més vasto. En 1982, luego de un rayecto que lo ha levado desde hace casi cuarenta aos a afrontar algunos de los grandes problemas del siglo xx, pero tam- bin a desarollar una reflexion filos6fica més general sobre lo que él lama fo hstrco socal, cuyos elementos esencales se encontrarén en. ‘La insitucin imaginaria de Ia sociedad (1965-1975), Castoriadis pro- ‘cua, en lo referido al caso de la antigua Grecia, dar una respuesta cesta pregunta: zc6mo puede una sociedad poner en entredicho su propia insttucién? En la enseftanza que proporcioné la materia del primer volumen trata, pues, de comprender esta singularidad: la doble creacgn hace més de dos milenios, en un lugar especfico, de la filosofiay la democracia, los inicios de un movimiento que va a ser “interrogacién sin limites sobre la verdad, disputa interminable sobre lajustcia”. Para hacerlo, intenta ante todo poner de relieve en la religin y la mitologia griegas, en los poemas homéricos, en Anaximandro y Herdclito-rasgos esencales de a vision del mundo ‘en que esa aparicién encontré su abono, Su ncleo es que hay “géne- sis y destruccién sometidas a una ley que esté mas alld del sentidoy el sinsentido humanos", Ser y valor no se canfunden, yal contratio ° 0 LACIUDAD Y LASLEVES delo que ha creido casi unsnimemente la tradici6n ulterior, no hay ‘orresponencia entre nuestros deseos y nuestras decisiones y el ser mismo, Caos y cosmos, por iltimo, coexisten en la naturaleza y en el ‘mundo humano, (Véanse los informes de ensefianza de 1980-1982 y 1980-1984 reproducidos como anexo 1de LQHG 1) Recordemos las consecuencias que Castoriadis extraia de ello, {y que se enuncian con claridad en un text elaborado entre 1979 y 1982, “La pols griega y la creacién de la democracia” (reeditado en 1986 en Las danni del hombre), donde esas ideas se expusie~ ron por primera vez: Esta visign condiciona, por asi dectlo a ereacién de Ia filoso- fia, Esta, tal y como los griegos a cearony practcaron es posible porque el universo no esté del todo ontenada. Silo estuviera, no ‘haba la mas minima filosofa slo wn sistema de saber nico y de- finitvo.Y si el mundo fuera caas puro y simple, no habrfa ningun posibilidad de pensar, Pero a visi también condicionalacreacion, ‘ela poitica Sie universo humano estuviera perfectamente orde- ‘nado, ya fuera desde el exterior 0 por su actividad “espontnea” (mano invisible’, ec), y silasleyes humana fueran dctadas por Dies ola naturaleza,e incluso porla “naturaleza dea sociedad” © Ia “eyes dela historia”, no habria entonces lugar alguno para el pensamiento politico ni campo abierto ala acin politic, y serfa osurdointerrogarse sobre Jo que es una buena ley 0 sobre a nat- ‘aleza dea justia (Ys fuera posible un conocimiento certo y {otal (sen) del dominio humaro, la politica terminaria de inme- diato y la democracia seria ala vee imposible y absura, pues su pone que todos los iudadans tienen a posibilidad de legar aura dexa correcta y que nadie posee una episteme de las cosas polticas* + Cometius Castovadis “La polis grecgue eta création de a démocraie”, en Domains de Pomme, Pats, Sev, 1986, p. 285; eed: Pats, Sul co, Points Enel 1999p. 56 ede "La pols gags y la reac del demoeraca", tL damn del homie La encracats d lakrin, Barcelona, Geis, 19%) PREFACIO ” Interrogacién sobre la verdad, interrogacién sobre la justice: los seminarios de 1983-1984 que se presentan aqui (al igual que los de 1984-1986, que son su continuacign y se publicarén ulteriormente) se consagran en lo esencial al segundo aspecto, en particular aa creacién de la polis democritica y sus diferentes circunstancias. Es indudable que cunndo Castoriadis se ocupa una vez mas de estas, ‘cuestiones en 1982-1984 (pues su trabajo comenz6 mucho antes; ‘véase nuestro prefacio a LOHG 1), los documentos esenciales det dossier ya estén presentes: de Grote a Glotz o Finley, hay material as que suficiente para nutrir una reflexién sobre los comienzos de la democracia, Pero los veinticinco afos transcurridos desde e808 primeros seminarios de Castoriadis sobre Grecia estuvieron rmareados por progresos muy notables del trabajo arqueolégico ~e hist6rico, en términos mas generales~ en lo referido a la ciudad sgriega, su nacimiento y su modo de funcionamiento. Hemos pro- ccurado dar una idea de ellos en las notas complementarias,” expo- rniéndonos inevitablemente al reproche de haberlo hecho de ma- nera insuficiente o excesiva. En todo caso, y cualquiera sea Ia utilidad del trabajo de los especialistas, es obvio que Castoriadis ‘no buscaba hacerse un nombre en Ja historia de a filologia ni en la de los estudios griegos. Los lectores del primer volumen se acor- . También se seRalan entre corchetes angul res, en el cuerpo del texto, unas pocas lagunas de la transeripcién ‘ociertas opciones de los editores donde ésta plantea problemas de lectura Michel Casevitz y Alice Pechriggls nos dieron otra vez muestras de su amistad al releer nuestro trabajo. Les agradecemos sus 0b- servaciones y consejos. Nuestra gratitud, también, para Zoé Cas- toriadis, cuyas transcripeiones nos aportaron una vez més la ma~ teria prima sobre la cual trabajamos; para las fundaciones Niarchos. ¥ Costopoulos, por sus contribuciones econémicas, as{ como para Philippe Raynaud, que nos ha permitido reproducir aqut el texto de su intervenci6n en el coloquio de Cerissy de 2003, consagrado ala obra de Castoriadis. Desgraciadamente, Pierre Vidal-Naquet ya no esté entre no- sotros. No hace falta decte sin duda, cudnto lo echamos de menos. EEMGyPV. Para a teanlterain dels téeminosgeegos al espaol se ha mantenido clevtero dels etre frances, per no se han sftalado Is cntsdades oct {ean Sean coloedo los acento de scuerdo con as norma de acento del ‘opal, po ln que elector debertpenear en dichas normas para pronunciae ‘orelament los voesblossin tide. (N-delE] CASTORIADIS Y EL LEGADO GRIEGO! Philippe Raynaud (Que Casror1Apis no dejé de mantener con la antigua Grecia una relacin privilegiada es un hecho que, est claro, a nadie se le ocu- rrizfa discutir; y la publicacién en curso de sus seminarios y ar- ticulos péstumos muestra que, en los itimes afios de su vida, el autor de La insttucion imaginaria de a sociedad no vacilaba en afir- ‘mar con la mayor franqueza la deuda que el pensamiento y las sociedades libres tenfan con la experiencia griega, incluso en lo que la distingue u opone a la lbgica de las grandes religiones reve- Iadas. Querria mostrar aqui que, mds alld de la fidelidad, Casto- adis mantenia con el legado griego una relacién original y hasta singular, que hace de él muy otra cosa que un defensor de los “an- tiguos” contra los “modernos”. ‘Me parece que, en términos esquemsticos, podemos distinguir dos tipas de “retorno alos antiguos”. El primero estaria represen tado por una corriente de la filosofia contemporsnea que incluye a figuras por otra parte muy diversas, como las de Michel Ville, Leo Strauss o, en cierta medida, Alasdair MacIntyre: para estos autores, ‘1 “retorno a los antiguos” es el medio de efectuar una critica 0, ‘mejor, una autocrtica de la modernidad, que pasa por una critica ‘general de la metaisica de la subjetividad (o de la politica y el de- ‘echo individualistas) y en la cual el problema central es el de la naturaleea como fundamento de la objetividad del derecho (Villey) ‘como objeto de la busqueda delflésofo, la vinica que puede fun- dar la irreductibilidad de la vida los alas otras formas de la * eteato de una intervncisn en el coloquio de Carsy “Castoradis et imagine, celebrad entre el 6 l 10 de junio de 208> 6 6 LACIUDAD YEAS LEYES cexistencia humana, Pero también puede hablarse de “retorno a los antiguos” para designar una corriente minoritaria de la filosofia, politica moderna -aproximadamente correspondiente al “mo- mento maquiavélica” de Pocock- que se complace en valorizar di- ferentes ejemplos de la politicn o la cudad antiguas (Esparta y sobre todo Roma més que Atenas) con el objeto de relativizar la figura liberal de la “libertad negativa” en provecho de las del ciudadano y la libertad “posiiva’, dando més importancia a la ausencia de do- ‘minacién y a la igualdad ante la ley quea la libertad “negativa” de hacer lo que uno quiere, yatribuyendo asf més valor a la autono- mia colectiva que ala independencia individual, Castoriadis tiene ‘sin duda no pocos puntos en comin con cada uno de estos dos pos de “retorno a los antiguos”, aunque s6lo sea porque, ala in- versa de muchas interpretaciones hoy habituales, considera que el pensamiento y Ia politica antiguos tienen cierta unidad; pero no puede decirse, no obstante, que se ajuste alas formulaciones mas cortientes de esas dos “escuelas”, Desde el punto de vista de su fi- losofia general o “primera”, Castoriadis desarrolla una ontologta de la imaginaci6n radical, que pasa por una critica de conjunto de tuna tradicién metafsia iniciada en Platon y Aristtelesy situada a todas luces en el centro mismo del proyecto de un Villey 0 un Strauss; la filosoia de Castoriadis presenta aqué un rostro bastante ““modemo", por su insistencia en la actividad creadora de los hom- bres y en a libertad soberana del crticoo el pensador Pero él no es porello,en su obra de pensador politico, un mero representante de la venerable tradicin del “humanismo cfvico” o de la “libertad positiva” es es0 lo que se adviert, sobre todo, en el prvilegio ex plicito que otorga a Atenas (en detrimento del “espejismo espar- {ano” o del ejemplo romano), asi como, en lineas més profundas, ‘en su rechazo del tema caro a Hegel de la “bella totalidad”, en be neficio de una interpretacién esencialmente trégica y politica de la experiencia griega y, muy en particular, de la historia atenense. Se- fralemos ademés que, salvo error de mi parte, Castoriadis jams se ‘present6 como un partidario de los “antiguos” en el marco de un hhipotético debate entre éstos y los modernos: seivindica la herencia, ‘CASTORIADIS YELLEGADO GRIEGO v del idealismo alemén tanto como la de la filosofia griega, y adju- dca (casi tanta dignidad alas iguras “modernas” de la emancipa- ign (las ciudades republicanas de Italia, las revoluciones nor- teamericana y francesa) como a la experiencia de la Ciudad griega. En clerta forma, incluso puede decirse que, de hecho, los grie~ gos de Castoriadis son ya “moderns” en muchos aspectos. Por tuna parte, en efecto, la “democracia” ateniense, por diferente que sea de la nuestra, es definida por él como un régimen fundado en la autolimitacién, que, sin ser desde ya un concepto “liberal”, punta no obstante a otto concepto central de la modernidad, el «de soberania; por otra parte, el imaginario de los griegos, que expe- rimentan la divisién del alma y ponen el caos en el origen del ‘mundo, es en cierto modo posterior y no anterior a la metas ‘modema de la subjetividad: de no ser por la antipatia que Casto- riadis sentia por las teorfa politicas “posmodernas”, casi podria decirse que sus griegos son ya “posmodernos”. La tesis que de- fenderé aqui es la siguiente: ia Grecia de Castoriadis no es tanto la de la ilosfia griega como la de lo que llamaré, a falta de algo me- jos, experincia griega, cuya figura solo puede comprenderse sobre Ia base de una critica de la filosofia griega,o de la autocrtica filo- séfiea del legado griego. LA UNIDAD DELA EXPERIENCIA GRIEGA El texto donde Castoriadis resumié de la manera més cautivante su interpretactén de la experiencia griega es sin duda “La polis agrlega y la creacién de la democracia”, que sintetiza reflexiones claboradas entre 1979 y 1983 y plantea el principio general de la unidad de esa experiencia: “La creacién de la democracia y la filo- sofia, y del Iazo entre ambas, encuentra una precondicign en la vi- sin geiega del mundo y de la vida humana, en el nicleo del ima- + Sobre estos aspects, wéase Philippe Raynaud, “Platon et la expésence sreque’, en Dros rm. 31, 200, pp 187 18 LACTUDAD YAS LEYES asi riego Lejos de tener ala histori polis Castoridi areata fect, por mete ea pliten ign debe si SEloren pte emplar a echo de presipoer po st misma una “Capusingalnenes una aunen del conjunto de ls preguntas tls ofa ean por emp is es leben pregunis de ant en Cdl an par “Eno que refered pr ‘Nr go puedo aber, aut dbo acer I ntrminabl di ‘tn lena en Greco, pro no hay tespuesta gigs Feo saan trera pregunta qué me ests permiid eperr, hay a epucta peg avy Pei, un de aciza yeoman Conor da vais terions deat respuesta mai, oe sco lise, a respuesta se expres en I mili one hte de Pandorren a peda homer, con a respuesta de Aqui tees Ulises en el pats dc os morte nla en la teogoia de Tad, que pncelencs-ala vez va nada ydesorden-enel igen del Common es doc del un ye orden. Encuentra una tducln flndx en une de os primecs wets ests dig onde fla praia de Aaximandr, que hac de deo Goin cade To ndtv ,onotas paras, “tra manera de ea lta element de sr cual eva ademas «hace ayes una wearin” de econ primordial jo lea sande un orden dado de ania En sural experon hola nui frdeoal dor regs esa dea userid Shon el careter secede enmorcon espeto at“, eat naen jonas Ta polis ya lost la atsenca de orden tors an cesonamint into, ycoreopode al capac + Coxneius Castor, “La pls gecgue ela cation de a démocrati”, co Doin dha Sei Pais 184 p28 fraps Laas fiiegny lncrencién dela democrci”en Los dominios dl ome, Las ener Tce abet, Barelons, Geis, 195) “i, pp 285 284. thd P26: "hl eligi griga preclsiayclésca no hay esperanza de vida expos de la mule © bien, is ayes vida es peor aun que i peor “oe pucta teers en ler; al esta revels de Aquiles« Osco ene pals los muertos” (ease la Oi, versie 465-540), i pp 284 25. (CASTORIADIS YEL LEGADO GRIEGO 9 dad instituyente de los hombres suplir la ausencia de un orden, justo”. Ala inversa, como ha de mostrarlo el ejemplo de Platén, si existe un orden etemo y, por ejemplo, el mundo esté ordenado por una inteligencia superior, la filosofia es necesariamente limi tada en su cuestionamiento y la democracia es, en rigor, ilegitima. En ultima instancia, lo que autoriza la puesta en tela de juicio de las significaciones, la critica de las tradiciones, la politica de- rmocritica y Ia flosofia misma, es pues el reconocimiento de la mortalidad de los hombres y la ausencia de orden original; como ces evidente, esta visin de Grecia esti en oposici6n directa a otras {nterpretaciones posibles del pensamiento griego que, como la de Leo Strauss, también parten de la experiencia del cuestionamiento de la tradiciones y las capacidades instituyentes de los hombres, pero, en cambio, destacan el descubrimiento, por parte de la flo- sofia, de un patrén permanente aunque sélo deseado, la natura- leza. Por eso, donele Strauss pone en primer plano el conflicto en- {re el flésofo y la Ciudad, Castoriadis haré mas bien hincapié, en tun primer momento, en la unidad de los diversos aspectos de la experiencia griega. 18) De Homero a Hesiedo y luego alos historiadoresy los trigics, ‘nay, por tanto, una continuidad que, hasta certo punto, puede interpre- larse como un progreso? Diversos ejemplos, tomados del pensa- :iento o la poesia pero también de la politica conereta, pueden, idustrar ese surgimiento en Grecia de la idea de una humanidad ‘que se autoinstituye. Es esta idea la que encontramos en el mito de Epimeteo contado por Protégoras en el dislogo de Platén que Ieva su nombre: la indigencia original del hombre es para Prots- sgoras la fuente de la justica y la politica, que son posibles gracias a la universal competencia politica de los ciudadanos y su comin 2 Vease el muy bello texto de Cornelius Castoriads, “Anthropogonie chez uchyleetsutoerfation de Vhomme chez Sophos" en Figured penal, Pa ris Seu 199, pp. 13-3 [ead esp “Antropogeia en Esq yautoreacion dei nombre en Secs, en Figars def pense, Buenos Ales, Fondo de Cul "ura Eeondmica, 200, pp 1-3) » LACIUDADYLASLD préetica del aids, esto es, del pudor que impide exigit més de lo {que eortesponde y hacerse ver en exceso. La misma idea sive de Base al comienzo de la Historia de Tuctdides, que euenta los pri- eros progresos de las ciudades griegas, y encuentra sobre todo tuna traduceién prictica en la obra de los grandes legisladores ate- rienses Solin y Clistenes, que dard el primer ejemplo de una au foinstitucién explicta de la sociedad. Castoriadis, para terminat, identifica la expresién més consumada de esa experiencia de “au- tocreaci6n del hombre” en el eélebre stisimont de Antigona (versos 1332-375), del que propone un magnifico comentario; siel hombre, ‘en efecto es el deinstatos ~el mAs sorprendente y terible de los se- res- es porque, a diferencia de los animales y los dioses, es aquel ‘cya obra propia no puede atribuirsele por naturaleza: “el tf estin del hombre, que se expresa y se desarrolla a través de sus diferen~ tes atributos, es la obra del hombre mismo. En términos filos6fi- os el hombre se postula por si mismo, la esencia del hombre es ‘autocreacién"? 'b) La experiencia griega es pes esencialmente trig, pero el cora- ‘im de a tragedia ese en su dimension cfoca, y no slo en las relacio- mies entre el hombre y el cosmos. Al respecto,serfa sin duda intere= ante hacer una comparaciGn entre la obra de Castoriadis y otras fgandesinterpretaciones dela tragedia, como las de Burckhardt y Nietzsche.” Para en efecto, la tragedia no se concibe sino a par- ComalissCastoridis“AnthropogenichezEshyle." oct Pp. 258. Siekpp 29y 30 Agaseadvere con machaclaridadiacomplefidad dela cues arcane los rego” con ee "moderncs” como podria mos Ens Comparacign entre es texts y, po emplo la ea de Rowson, (Gaedetne a nk por a "perfectbidad To cal esta may cerca de = a Ge Prtdgors o ofoces, poo, a diferencia de os griegos vel candice (Sites dos mites como un aogo scundaio dels humana y no como {respuesta humana al cace natural situ yo supa, Castors no analiza ls tsi de Netsche sobre la tre odin yn gener o autor de Le gay cine no parece gustarle mucho: en aera habls de mancra muy favorsble de Burckhardt, de eayas tess sobre Renee ce vaponaticn” de a calle griega dice que, de alguns forms, son eedaders" CASTORIADIS Y EL LEGADO GRIEGO a tr dela expatica dl aos primero, ques deta nad a cond Sn del esblcinento dela fora, os que sear Bastante ses andi de El ncn dea raged sgin os cuales abe Tea “apolne”depende den fondo sons” piniivo Pero las es de Catrina no oitants, se dtinguen des de Nietsche Burckhardt pore acento puesto ena dimension c- sien coletiva dela tage, que en aparece, pot lo demas “Ma co nhc dos densrc steers que ee tegunda. El ssn de Antigo habla x de una creacién cle Godel amanda, dono dena gata gop ou parte pola de cabo a: a tngedia de Antigo no pone fen Frente a razdn de Esa y In conciencino, como en Hage ney dla family de la Cd eso que Antigo y Conte Tenen en comin a pretensn isora de mone pond, "pensar Drea (qu clo et noe gual pest ors mio ‘Aline ladon sons o's eta mos «tpi euninante de ln experincia rig porque la demas tao gine enc ge, Coe yale octane Bre tngmente de Anarimand, la sti no ec alee en on orien tescndent sn, al conta ena aera de orden ginal que hace posble una compensacién dea viclenca lair ft quai tamales ion a colectividedpolcaautointituida no tiene ninguna geranta tacenent de mantener tn conae cosines oe due ela misina se dy seencuenta bj nomena permanente dela yrs a democracin ae concbida noe una gua ent otras do una berad dels angus” (Benjamin Constant) co reterzda por el eacricedelabertadpivada ala party Gn pla, sno un tipo de oganizueion polica qu easlenta 1 Para Castoriad, ls misma exprsion “wagodia gle” es ey ocewena ee ___, _ 2 LACIUDADYLASLEVES sobre la autonoméa de todos y favorece la libertad de cada cual; por eso Pericles, en la “Oracinfinebre” transmitida por Tuctdi- les, ve en la libertad de que disfruta cada ciudadano ateniense en Ja conduccién de su vida una consecuencia del régimen politico de Atenas. <4) No hay conflcto de principio entre la flsoiay la demoeracia, centre la bert ilimitada deta interrogaciony la autocrencin colcto. Para Nietzsche, la decadencia de la Ciudad y de la tragedia es contempordnea a la vez de Euripides y de Sécrates, que Introd ‘cen un principio de racionalizaci6n y discusién que va a desteuir Gl orden aristoccético de esa Ciudad, del que los filésofos preso~ traticos eran profundamente solidarios; para Castoriadis, al con trario, la ruptura socratica pone en entredicho el civismo demo crdtico més que la herencia aristocrtica, mientras que la obra de Burfpides se sitda en continuidad directa con la experiencia _griega: Las troyanas es wna autocritca del crimen cometido por los atenfenses contra los melios y la “psicologia” de Euripides no pa- rece incompatible con el espirit trégico. ©) El problema comin de la democraca y la flsofiaes el dela auto- imitacin dela Libertad y la razén, gue debe fijar limites a a actividad instituyonteoalcuestonansento si recrear, ese a ello una clawsura (que negue la cnpactadcreadora de los hombres. La democracia va a ‘buscar la solucién a ese problema en sus inslituciones, que intro- ducen un minimo de distancia entre la Ciudad y los ciudadanos ‘Sin recrear una divisin asimétrica entre dominantes y domina- ddos ni establecer un “Estado” radicalmente separado de la “socie~ dad”. Es por este motivo que la democracia ateniense (contraria- mente a la caricatura que de ella propone Rousseau) tenia magisirades; y es esa necesidad, sobre todo, la traducida por el procedimiento dela graphé paranomon, que confaba a ciudadanos {legidos por sorteo y no a jueces permanentes a tarea de efectuar tun “control de constitucionalidad” de las leyes. La filosofia, por su parte, reconocers la necesidad de la interrupeién del andisis ananie sthenai)y elestatus de los principios o axiomas que limi- tan su pretensin fundacional, sin clausurar sin embargo el cses- ‘CASTORIADISY ELLEGADO GRIEGO a tionamiento de las significaciones humanas o la interrogacién so- bye la naturaleza de las cosas. La Divisi6n ELA FILOSOFIA 6 La obra de Castoriadis no s6lo nos propone, entonces, panoramas interesantes sobre Grecia; antes bien, nos ofrece una impresi nante interpretacién de conjunto de la experiencia griega, muy esclarecedora, ademds, en relacién con muchos puntos. Es posi- bie, no obstante, plantearle algunas objeciones, eferidas a las di- visiones de los griegos y los conflictos que opusieron ala filosofia, y la Ciudad, Desde un punto de vista hist6rico, en efecto, debe sefalarse el tono muy generalmente eritico de casi todos los auto~ res griegos con respect a Atenas y la democracia ateniense, no ‘sbloatacadas por Platén sino también por Tucidides, en tanto que ‘muchos elogian a Esparta, ciudad aristocrética y modelo de “c re” civicoe institucional, incluso algunos aspectos de Persia Je~ nofonte, Herédoto), y legan hasta reconocer ciertalegitimidad a Ja monarquia."? En cuanto a la filosoffa, no se puede descartar la hhip6tesis de que el proceso de Sécrates no haya sido un acontect- ‘miento contingente sino, al contraro, el signo de que la afinidad centre la Ciudad y la flosofia no impide que haya entre ellas un. conflico potencial. Para discutir estas cuestiones nas es preciso, ‘en primer lugar, examinar quiénes son los griegos de Castoriadis antes de preguntarnos si su reconstruccién hace perfectajusticia a Ia filosofia y la politica griegas. Enel panteén filoséfico de Castoriadis, la mayoria de los au- tores citados como ejemplo son anteriores al cuestionamiento pla- ‘t6nico de Atenas, con la excepcién de Aristételes, presentado ‘como un pensador que vuelve a una visin mds “ateniense”, con- © Vase Philippe Raynaud, “Monazehie", en Philippe Raynaud y Steph Ral (is), Dictionnaire de pile poli, Par, ro, 1956 [ad ep. "Monarguia, en Dicom Ala de leaps, Madi, Akal 200) cr LACIUDAD YLAS LEVES tea st maestro Plat; tenemos pues, de un lado, a algunos de los * presocréticos” (Anaximandro, Heréclito, Deméerito), los gran des sofstas y Aristteles,, de otro, a Platén, que aparece como el aantimodelo (el gran critico griego de Grecia), mientras que S6cr=- tes es aqut una figura ambigua cuyo proceso revela una relacién ccompleja con la democracia ateniense. ‘Para Castoriais, el proceso de Socrates no se basaba sélo en ‘un malentendido, aun cuando, ala inversa de su discipulo Platén, laquel siguiera siendo un buen ciudadano de Atenas. La doble acusacién de impiedad y corrupcién de la juventud era injuste, sin duda, pero la manera como Sécrates practicaba la filsofia po- ‘fa ser chocante para los atenienses porque ponia en entredicho el postulado democritico de la universal competencia de los cuda- anos y sugeriaa la vez, a través de la referencia al deimon, una ncompletitud de principio de la religién civica. crates era, no cbstante, un ciudadano leal de Atenas, que (al contrario de Pla t6n) habia hecho la guerra y dado hijos ala patria; un ciudadano {que, sobre todo, al someterse en definitva alas leyes de la ciudad (wéase Critén), reconoefa que s6lo como ateniense habfa podide Tlegar ser flésofo lo cual indicaba que, aunque la vida floséfica apuntara a otros bienes y no los de la Ciudad, la ibertad politica tra al menos una de sus condiciones. Conforme lo muestra el co mentario del Politico, Platén aparece en cambio como un crtico radical de la totalidad del legado griego, que termina de manera ‘muy coherente en una recusacion de principio del régimen demo- ratico. A mi entender, el texto més significativo (més atin que EI politico) es, en este caso, el libro x de Ins Leys, que propone, Por {una parte, una institucin civil de la religidn como fundamento necesario del orden politico, y por otra, una critica de conjunto de Ta herencia de los poetas y de los primeros "fisicos” presocrétices. Para fundarse, la Ciudad debe adoptar un credo minimo que se basa sobre una suerte de teodicea antes de tiempo: los dioses son Coretus Castridis, Sur Le Pbtigue de Plt, Paris, Seal 199 [wad sp Seb Pleo delat, Bueos Aires Fondo de Cura Ecoée, 203) | ‘CASTORIADIS ELLEGADO GRIEGO 2s justo y exten no son ndiferents os asus de os hombres, Ie blanco ora agi ola pla, eo pra que reefer ci tenga un endo especie adi quel Common ter cktenado,lo cual implica a rc de las epteenticines Absent pensar los falco tavern ran Jeter dela “naturleza”e!princio de las oss, pero no ai sma que la verdadera natura no ea ote que el “Arte di Sor cae dn une forma aa materi tla on ovine ‘chin para kana ose, ool legladoro vale nylon ls nteents le hombre ars gaa at abide cuenta de quel propio ate pli e uns “nia data’ chest pots comprender a pret ect pridd qu ent ene el nal ag del es ys Lys Jalmerelo mondryicoo ei" de Eptin® Secomprndessimimoe! hgh singular cupado por Ais ttle, quel tiempo que prolongs interogaien panic, tambin leva a ean reverent boa ee de ls tn dei verdader experiencia rig hay en Arse la ‘nwa caberenca ents ey, elon y pola, que conduce sue vss una itn cho ml “aenene’” dela ature jerayclmundodeloshonbres Eos arc pone en mov ‘eto cmundo peo nots goles, yla ys et etavenda duno a oto lado por ln contingents como lo most Pere fe eee ee sneria ree covloprtide cl else de una cfs deo pal do intern y dela prague leva a reba aches a pectos del legado ateniense: el régimen de la Politeia esté bastante préximo al de Atenas; Pericles es el modelo del “pradente”, y la "Ve Pion Rayna, "Nae thse” y “Thode en Ry aud y5 Ras ite) Doma eps of. cl ead ops Noe Tein den Oe dlp opo ese eas tant sop corp, 8 ed Pris tr ol. age, ‘esp. Le prudencia en Aristteles; con wm apéndice sobre fenca en Kant, ‘ona, Critica, 1999]. s ven fon ese 2% LACTUDAD YEAS LEYES vida civica tiene dignidad por sf misma y no sélo como condicién ela filosofia. La filosofia primera y la antropologia de Aristoteles maniffestan también esa afinidad con lo mejor de la experiencia griega a través de Ia reflexiGn sobre los limites de la razén y el " descubrimiento de la imaginacién” presentado en el Per psy. ‘Sin embargo, Aristételes es acaso un poco demasiado platénico ‘para encarnar plenamente la Grecia de Castoriadis, cuyo mejor re- presentante es tal vez el “gran Demécrio”, el gran adversario -no Iencionado- de Platon en las Leyes, y cuya “fisica” fundada en et juego del azar y la necesidad dice de algiin modo la verdad de lo {que piensa los poetasclisicos y los trgicos: quiz4s habria que de- Gr que la Grecia de Castoriadis se apoya en algo semejante a un en- ‘cuentro entre la ontologia de Dem écrit y la politica de Aristtcles. ‘La unidad de la experiencia griega tiene como contrapartida, por tanto la divisiGn de la flosafiagriege, que es la vez, por una parte, una dilucidacién del sentido de la ibertad instituyente y, porotta,en Platon (algunos de cuyos rasgos ya estén presentes en Parménides), una recuperacién de aquella experiencia, nacida de tuna angustia frente al horror del “caos” primitive y de una re flexiGn sobre la tragedia de la democracia ateniense, Conewusi6x Espero haber indicado al menos en parte Jo que esta gran reflexion sobre Grecia tiene de profundoy sugerente: Castoriadis no se limita ‘a proponemos un trabajo de historiador; echa una intensa luz sobre Ta “fuente griega” de nuestra historia, que nos invita también a re- flexionar acerca de la historia ulterior de los motives “platénicos", a Jos que el cristianismo dio un eco considerable a través de Occi- dente. Sin poder examinar aqui el conjunto de esa interrogaci6n, {queria no abstante sefalar los puntos a partir de los cuales una dis- usin, oun exitica, de Castoriadis me parece posible y deseable. Desde un punto de vista muy general, no creo que la lectura ‘que él hace de Platén haga plena justica a éste es indudable que (CASTORIADIS Y EL LEGADO GRIEGO z 1 *platonismo” no habria tenido un destino tan glorioso sino hu- biese manifestado, mas alld del “horror metafisico” ante el “abismo sin fondo” 0 el “caos” de los poetas, algo asi como una “necesidad de la raz6n" que no se reduce al “fantasma teolégico”. Pero es posible que, como viejo kantiano, yo mismo sea dema- siado sensible al encanto del mis grande hechicero de la historia de la flosofia,y por esa razén me limitaré a hacer tes breves ob- servaciones sobre el legado griego propiamente dicho. (Creo en primer lugar que Castoriadis no adjudica toda la im- portancia que merecen a los contadas elementos “platénicos” que pparecen imposibles de suprimir en el propio Aristételes. En éste,en ‘efecto, lajerarquia platénica de las partes del alma se corrige en un sentido mis favorable ala praxis, s certo, pero se retoma de todos ‘modos, al igual que la superioridad, en tlkima instancia, de la vida contemplativa. Ademés, la politica de Aristételes no rompe por completo con la idea del arte regio, como lo muestra la conclusién del andlisis dedicado a la monarqula en el libro mt de la Pottca;en general la monarquia es una forma arcaica, cuando no una simple ‘magistratura, pero no por ello deja de ser cierto que, si existiera ‘un hombre que se impusiera sin disputa a los otros en virtud y sabidurfa, podrfa ser juicioso que la Ciudad lo enviara al ostra- cismo, pero no seria justo: seria més justo, por tanto, que la Ciu= dad obedeciese al Sabio, silo hubiers.” Desde un punto de vista politico, sefalaré que, si Tucidides supo decimos que Pericles encarné en el ms alto grado las virtudes de Atenas, no s6lo mostré la insuficiencia de esa Virtudes para im- pedir la tragedia que bartié con la democracia ateniense: para Tact: dides, Atenas fue grande con Pericles porque, bajo el nombre de la ‘democracia, quien gobernaba era entonces el mejor. Recordaré por tltimo una de las interpretaciones posibles de la herencia de Demécrito, que es la de Epicuro: el sabio epicdreo sabe que el Cosmos no tiene sentido en si mismo y que los dioses » VeasePiippe Raynaud, “Monarch”, op 23 LACIUDAD Y LASLEVES son indiferentes a los hombres; reconoce que necesita de las eyes y el derecho, pero vive apartado de la Ciudad, pues aspira a un bien que ésta no puede procurarle. ‘Para concluir, sugeriré que, si Castoriadis era tan profunda- mente griego, se debia a que de alguna manera él mismo era pla~ ténico, come lo muestra la audacia de su especulacién y como también se ve, paradéjicamente, en su relacion con la Ciudad de ‘mécrata descontento con las “seudodemocracias” contempors reas, no habria aborrecido, sin duda, ser Pericles, y fue tan vio Tento en sus crticas como su “bisabuelo” Platén, Para nuestra dicha, fue un buen ciudadano y vivie bajo la proteccién de las le- yes de una Repablica que, pese a todo, supo amar ala vez que practicaba con nosotros la pili. CICLO LECTIVO 1982-1983 XIV. SEMINARIO DEL 16 DE MARZO DE 1983 Como sasen, el ema central de nuestro seminario es el nact- siento de la democracia y la filosofia en Grecia, dos fen6menos Gque en mi opiniGn son indisociables. Esta primeras semanas se dedicaron sobre todo al estudio de textos posticos o filossios, pero ahora vamos a abordarcuestiones esencialmentehistricas No hace falta recordar una ver mas su inmensa complejidad, el {jo ininterrumpido de publicacones que han suscitado y siguen susctando. Va de styo que lo que podemos hacer aqui es intentar dilucidar algunos aspects psrtcularmente importantes para nso- tnos Por ott parte, repitémosto, no buscamos ningin modelo; | tratamos de encontrar las semillas de una nueva creacion hist6- ria, y de las signficaciones que afin de cuentas, estin en el fun- | damento del mundo europeo u occidental | Volvamos,antes de i mds js, l problema dela actitud de los | modernos con respecto a las cuestiones que plantea la antigua Gre- | dia sobre todo con respecto a Ta democraia, desde luego, yen té- | rminos més generale ala constitucién yl insitucin polticasgrie- gs Esuuna cuestién que a partir de determinado momento ha sido | abjeto de una investidura una proyecci6n, si no lisa yHanamente fartasmatica, sf al menos ideolégico-antasmstica, por decirlo deal grin modo, y ello en una medida extaordinara, En este aspecto, sera itl etomar las huellas-bastanteescasas en definitive de los juicios roferidos alos pertodosaraico y clésico desde Polio enla época romana, hasta el Renacimiento, pasando por el Agustin de La | Ciudad de Dies. Por desdicha, no podemos hacerlo ahora, pero se trata de un trabajo interesante e importante que, hasta donde yo sé, todavia no se a encarado de manera satisfactoria ‘Comoguiera que sea, a partir del Renacimiento vemos apare- ‘er una primera posicién en relacién con la insitucién politica del a 3 CICLO LECTIVO 1882-1989, mundo griego, y més particularmente de la pols y la democracia. Habrfa que precisar, adems, de la democracia en la Antigiedad ‘grecorromana, pues durante mucho tiempo se vio a Roma como tuna democracia, cosa que nunca fue: sies cierto que en ella la plebe libré luchas muy importantes, que Ilegaron a su punto cul- fninante con los Gracos, el hecho es que Roma siempre fue una oligarquia, aun durante el llamado periodo republicano, yjamés ‘una democracia. Ysin embargo, fue asi como la vieron los moder hos. :Por qué? Esta es una pista més que seria interesante explo- rar Detras de esa ilusin est, mi entender, la cuestin del impe- rio de la ley en Roma, la idea misma de legalidad: fue sobre todo teste punto el que obnubilé a los observadores. Volvamos a la pri= ‘mera-posicin, a parti, entonces, del Renacimiento. Esa posicion ‘aparece en el contexto de la lucha, por un lado, contra los regime ‘nes politicos de la época ~es decir, en términos generales, una mo- ranquia que ya, desde los sighos xv y xv1, muestra una clara evor lucin hacia el tipo de régimen que va a caracterizar todo un periodo de la historia europea durante dos o tres sglos: la monar~ ‘guia centralizada y absolutists-, pero también de la lucha contra Jos restos del mundo que podriamos calificar de eclesiéstico feu- dal, la consttucién feudal de la sociedad. (Por lo demés, “restos” ‘no es quizas una palabra muy adecuada para hablar del poder de la Iglesia catdlica al comienzo de este periodo,) El representante _misilustre de esa actitud es por supuesto Maquiavelo en el siglo xv, que en sus oélebres Discursos sobre la primera décuda de Tito Lit bio presenta efectivamente a Roma como un modelo, desde la tri- ple perspectiva de la virtud (civica), la libertad y, last but not least, Ta fuerza. Maquiavelo, a quien anima el deseo de la unificacién de Italia, entregada a los invasores que se enfrentan en su suelo, se lamenta, al dirigitse alos italianos, de sus divisiones y la corrup- cign de las costurbres,y los llama a meditar el ejemplo romano e inspirarse en él. Esta invocacién del mundo antiguo ~de Roma pero también, y cada ver més, de Grecia- va a continuar, un poco ‘como en sordina, durante todo el siglo xvuz, para ampliarse a lo largo del siglo xvmt y aleanzar su apogeo -esallar, podriamos de- SSEMINARO DEL 16 DE MARZO DE 193 3 cir-en el momento de la Revolucion Francesa. Y aqui tenemos {que vérnosla, en efecto, con una especie de fantasma ideol6gico en el que tres ciudades, Roma, Esparta y Atenas, asumen cada tuna a su tutno el papel protagénico. Para ver hasta dénde puede ilegar la cosa, recuerden la famosa frase de Saint Just, muy bella ‘ademés, ¥ en la que hay una parte de verdad: “El mundo ha que~ ‘dado vacto luego de los romanos’.) Pueden consultar al respecto ‘un notable estudio de Nicole Loraux y Pierre Vidal-Naquet, “La formacién de la Atenas burguesa”-1 Las constituciones antiguas actiian como una pantalla donde se proyectan las necesidades Jddeol6gicas del presente, y asf desaparece al mismo tiempo una _multitud de aspectos importantes, no desde el punto de vista de la exactitud, digamos, “Blol6gica”, sino desde el punto de vista de las significaciones.. [Rousseau se refiere continuamente a la Antigdedad,®! y su manera de hacerlo es tanto més interesante cuanto que para él no se trata siempre de un “modelo” o, en todo caso, s6lo del modelo. Salvo error de mi parte, es el primer autor importante en poner ast acento en £! contrato social- sobre el papel dela democracia di recta en el mundo antiguo,e insistr en el hecho de que no hay de- mocracia representativa? Deben conocer la famosa observacion, acerca de los ingleses que creen ser libres porque eligen periéica- "Nicole Lorauxy Perse Vidal Nague, “La formation de Athénes bour- ‘cise esa stoniographie 1750850", en RR Bogue (comp), Clasial Incas on Western Though, AD. 1680-185, Cambridge, Cambie Univer- sity Pres 1975 ret. en Pere Vidal Noguet, La Democratic grecqu ewe a= Tews, Paris, Flammarion, 1990, pp. 161-209 [wad esp"Laformacin dela Ate- ‘as burgess ensayo de histrigrafa 1750185 en La demceraci gig unt ew in, Ena de istrgraia antigua modems, Made, Akal, 192, pp. 129.175}. Vése también del mismo autor, Les Gr, sists, le dimer 12 grand dan, Paris, La Découverte, 2000, p 200; st como Fangois Hatog, Aston, Modern, Sages, Pas, Galan, 2008, pp. 45-75 Jean Jcqus Rovssen, Dit cotati iro i, aps 12 15 en eres complies, vol. 3 econ drigida por B. Gagnebiny M. Raymond, Pais, Cale ‘mand, col. Biblctnque de Is Pliade, 1964, pp. 25, 429 «30 [tad esp ET Conta scale princpa de dereco pati, Mad, Tens, 2007|> os CICLOLECTIVO 1982-1988, mente representantes, pero que sélo To son durante un instante el momento de una eleccién? En el centro de Ia filsofia politica de Rousseau encontraremos la idea de que no puede de manera al- guna haber intermediario entre persona y persona, y de que el so- berano (en el sentido que él daa este termino) s6lo puede ejercer su soberania cuando el pueblo esté reunido en asamblea y decide. Hay aqui algo parecido a una oscilacién y un lado trégico en el pensamiento de Rousseau, porque éste es consciente del cardcter Flecisivo de la dimensi6n cuantitativa para la posibilidad misma dela democracia directa tl cual él a concibe: como reunin en un mismo lugar y un mismo momento de Ia totalidad de los indi ‘duos que componen el soberano; por lo demas, escribe muy exp titamente que una democracia de esas caractersticas no podria realizarse en el mundo moderno salvo en comunidades reduci- das. De all, también, su interés eritico por paises como Suiza, ddesde luego, o Cércega, para la que prepara un proyecto de cons titucién Pero para nosotros, la importancia de Rousseau ~que es ‘un inmenso autor politico, pese a tantos aspectos crticables-* en ‘el marco de esta discusién es que insisteno simplemente en el as- + <1 publ inglés mpone ser Hie y mucho se equvoe, 0 10 sno urate stn de es mb del Pam; an prota lies 0, era Got ncaa enn acs Rosoens, Ds cna se. ci Trou p15 p00. ean jae Rouen, Du cla esl pi, ‘ya Fes Rosen, "Pre de constiaton outa Cone” n Exes comp a 3 pp 89895 dep: Propet de cnt ae i= a onsen te Poona you proce deform, Madd, See > i Sieese Comets Castoriadis, “Héritage ot révolution” [1985-1996] er. guns da onl Pats el 199, en eel p. 136438 ad esp: “He et fain igure perl Buenos Ae Fondo de Cle FESS in pp tun “Goce dere” en re ope aera cfs {ut democracy en igus of pp MEIBDLY seater dole noe shor (Sia 1986-188), Pac Sei, Seer ad eos tnt nm trac Som a c1s87 cea henna Baenes Ar, Fondo de Coltrane hem> oro, caps. 'y 15, ft: =€=€6Lh hc ia SEMINARIO DEL 16 DE MARZO DE 1985, 3s pecto jurdico y constitucional de las instituciones polticas, sino también en el hecho de que no se puede separar la insitucién po- Iitca en sentido estrcto de lo que Hamariamos la institucisn glo- ‘bal de a sociedad, a la cual se refiereen el lenguaje de su época, es decir, al hablar de las “costumbres”. En esto, Rousseau sigue siendo un clisico,y acaso sea el iltimo de los lésicos de la filoso- fia politica, en el inaje de Platén y Aristoteles pero también de Ma- aquiavelo y Montesquieu. Quien se propane dar leyes 0 insttucio- res a un pueblo, eseribe Rousseau, debe “sentirse en condiciones de cambiar, por asf decilo, la naturaleza humana’; y aqui hay que leer: debe comenzar por reformar sus costumbres, pues son ellas Jas que manticnen a “un pueblo en el espfritu de su institucion””? (Es preciso comprender que el término “costumbres” no remite aqui a lo que llamariamos “moralidad” en sentido estricto se trata ide maneras de ser y maneras de vivir -la Sitilichkei? de Hegel y casi el ethos de Herdclito-, de acttudes frente ala vida y el mundo, de comportamiento en el sentido més global, y finalmente, en nuestro lenguaje, de institucién imaginaria de la sociedad.) Todo esto se olvid6 de hecho Iuego de 1800 o, si se quiere, luego de 1831. Después de Hegel, esos aspectos desaparecen del campo de visin de una filosofia politica ridfculamente reducida, 0 los, reemplazan concepciones que podrfamos califcar de “abjetivis- tas", como por ejemplo en los herederos de Marx, en quienes ya ‘no se encontrard, pese a algunas declaraciones, mas que tna espe- ie de mecénica determinista entre lo factores que son as fuerzas productivas, las relaciones de produccién y el accionar de las cla- ses. Para Rousseau hay un factor irreductible, que es el ethos de los, individuos que viven en sociedad; su admiracién por el mundo antiguo proviene deals, y también es esto lo que lo hace extrema- damente pesimista en cuanto a las posibilidades reales de una > ean Jacques Rousse, Du conta saci, op. cl, Mono, exp 7, p. 381, lb 1 3p. 12, p. 394 wean tambien br iv ap. 7, p. 48, y Is Conse ‘ations surf Covernenent de Palogne et sur s formation proj, em CEuores complete op- ct voL 3, p- 96> 36 ‘CICLO LECTIVO 1982-1883 verdadera democracia en la Europa del siglo xvut: lénde estén, en efecto las costumbres que puedan permitirla? Bsa ealizacién, esa transformacién de la Antigiledad en mo~ delo durante el siglo xvi, no sélo se produjo en Francia, om Ia filosofia de las Luces y la Revolucion; la encontramos asimismo cen Alemania. Ante todo en su dimension propiamente esttica, con Winckelmann,®? y luego en el plano liteario yfilos6fco durante cl perfodo del Sturn ud Drang, con Schiller, Schelling, HOlderlin Yel joven Hegel. Los polos de atraccién no son los mismos en los ‘dos paises, sobre todo en lo referido a la fascinacién por Grecia, ‘pero hay un elemento que les es comin: la ibertad, en el sentido tanto filoséfico como politico. En Alemania, este sitio aspecto cobra mucha més importancia porque Io que esté en cuestién no fs s6lo la libertad de los ciudadanos, es también Ia libertad det pais con respecto al extranjro, la independencia nacional. La Ale~ mania de la época es una nacién, sin duda, pero no un Estado: es luna mulliplcidad de pequertos Estados, incapaces de tener una politica nacional, y también contra esta situacién habré un desper- far de la nacién alemana. Por lo demés, otro aspecto va a ser de enorme interés para los aleranes; un aspecto que en las proyec= Cones francesas de la época aparece con mucha menos claridad. Se trata de la idea de pertenencia del individuo a una comunidad. En el caso de Grecia, la libertad del individuo es vista pot ellos ~ con justa raz6n, me pazece- como algo que no s6lo no exchaye sino que implica una conciencia muy fuerte de la pertenencia a tuna comunidad politica; una conciencia, por tanto, muy diferente ddela que postula la idea del individu sujeto de derecho, realidad bstracta cuyo vineulo con los otros sélo pasa por la mediacién igualmente abstracta de una ley que se impone a todos de la risma manera. ides, pues, de una solidaridad viva entre los indi- viiduos, de una comunidad orgénica, que encuentra una prolonga- ign en la idea filoséfica dela “bella totalidad” de Hegel. Se trata sin lagae a dudas de un momento importante en a evolucin del jpensamiento europeo; y si todo eso les interesa, hay sobre el tema dos buenas obras: una de Taminiaux, La Nostalgie de la Groce & ‘SEMINARIO DEL 16 DE MARZO DE 1983 a ube de Vidalime allemand, y otta de Janicaud, Hegel et le destin de a Grice donde ademss encontrarén bibliografias que les permiti- rn ir ms lejos. Esta idea de la “bella totalidad” es un fantasma de Hegel, pero un fantasma que eumple un papel en su flosofia: Grecia se- tia el momento de la “bella libertad” en el desarrollo del sy tuna idea completamente unilateral, mutiladora y falsa a mas no poder. Dicho sea de paso, se ha hecho notar que en el joven Marx puede atin encontrarse, sino explicitamente sf al menos como te- Tn de fondo de lo que escribe, la idea reguladora de a ciudad, de la comunidad politica como calibre, norma con respecto a la cual se ponen de manifiesto la fragmentacién, la separacin, la aliena- cidn de la sociedad burguesa y de su constitucién politica.® El fracaso de la Revolucién Francesa o, mejor, su fracaso politico in- rmediato, la Restauracién, marca un momento de detencién en. cesta historia de la invocacin de Grecia. Es la moda del “retorno a Ja Edad Media” y al crstianisme, con E! genio de eristanismo de Chateaubriand y toda la serie de fenémenos que agrupamos bajo celnombre de romanticismo; son Bonald y De Maistre en Francia y In escuela hist6rica del derecho con Savigny en Alemania; en sin- tesis, toda tna corriente que puede calificarse de reaccionaria en. sentido més trivial del término. Ahora bien, es interesante ver mo una misma nostalgia, un mismo lamento por el individuo perdido en el mundo moderno, viene a alimentarse alternativa- ‘mente en dos fuentes. Tenemos, por un lado, en Hlderlin y tantos ‘otros el suenio de la “bella” comunidad antigua, donde una rela cién de solidaridad orgéniea une a todos los ciudadanos (y para it? + jacques Taminioun La Neti de a Gree at abe de iis allemand, La Haya, Martinus Nio, 1967; Dominique Janicaud, Hage ee destin del Ghee Pai, Vin, 1975, reed: 2000.> > eVease Georg Wiel Fredrick Hegel, La Raion dows histo. Ite slo plop de Tht, ta, inte nas de K. Papaioannou sabe a ‘icin de Htfmester (9 ed), Paris, Union genéae dedions, col 10/18, 196 (arise seed), pp. 287 y 288 lind. exp La rane ol tor, Madi, Seminarios y Ediciones 19721> = CICLOLECTIVO 1982-1988, ‘nuestro andlisis importa poco que la imagen no sea muy veraz).Si bien el otro término de la comparacién no es el mismo, Jo que sienten y dicen los criticos reaccionarios, Chateaubriand 0 Bonald, noes en el fondo muy diferente. Tomemos ahora aun autor como Tocqueville. No se trata en absoluto de un reaccionario, por Su- puesto, y no es éa la cuestin, sino que lo que nos interesa son Ios afectos que se traslucen en algunas de sus posiciones. Tam- bién él habla con nostalgia de ese mundo desaparecido en el que "la sociedad, en medio de sas miseras, disfrutaba de varios tipos de felicidad que en nuestros dias apenas podemos concebit y ‘apreciar’® y cada uno tenia su lugar en una organizacidn jerét~ auica, es cierto, pero donde se establecia un equilibrio entre dere- chos y deberes y entre servicio y proteccin. Se trata, claro est, de tun tema banal en la literatura de la época, pero sorprende volver verlo atin en el Tocqueville que escribe en 1835, un Tocqueville, por afiadidura, que esté convencido del cardcter ineluctable det desarrollo de la democracia, lo que llama “igualdad de condicio- ines", Es evidente ~y lo comprobamos todavia hoy- que las cosas ‘no son simples, En esa nostalgia eaccionaria hay un elemento crf- tico frente al nuevo orden ~introduecion y desarrollo del eapita- lismo industrial, urbanizacién muy acelerada, pauperizacién, “alienacién en todos los sentidas del término que se instala a una velocidad que la gente dela época considera, ¥ a justo titulo, ful- _minante con respecto a los puntos de comparacién de que dispo- nen, Ademés, ese elemento critico es explicitamente reconocido por los propios Marx y Engels, que en el Manifesto comunista ha- blan del “socialismo reaccionario” con referencia a lo criticos det capitalismo que, al tiempo que rechazan con legitimo derecho al- jgunos aspectos del mundo que ven nacer, quieren volver atrés, a luna realidad que, sin embargo, estuvo lejos de ser tan bella como en su recuerdo; cosa, por otra parte, del todo evidente, "Alexis de Tocqueville, Dele démocratie on Amérique, (195) biog, rey bib de & Fuet, Pars, Galer/ Flammarion, col. GF, 181, pp. 62y 63 tad cope Lademscact en Amr, Meco, Fondo de Cultura Econdics, 19571 > SSEMINARIO DEL 16 DE MARZO DE 1983 » Entramos ahora en los dédalos del magma de significaciones {maginarias de la nueva época, puesto que si puede decise que la invoeacién de la “democracia” antigua tuvo en efecto un papel fun- damental en la lucha contra la monarquia y por el establecimiento de los derechos del ciudadano, tiende ahora a borrarse en bene cio de una tendencia que, por su parte, no es nostélgica en modo alguno y representa la verdadera novedad de esos tiempos: el I- beralismo individualista en sentido pleno. Una novedad, ya que ‘esa cortiente propone de manera franca y vigorosa una idea inau- dita, al menos bajo esta forma, y que, en cierto modo, como toda idea de ese tipo, noes en s{ misma ni verdadera ni flsa: ls in -viduos ya estin presentes, dotados de derechos imprescriptibles, independientemente, si se quiere, de una sociedad con la cual establecen relaciones contractuales. No es que la idea de con- ‘rato esté ausente, desde luego, en pensadores como Rousseau, Hobbes, Locke 0 Hume, pero en ellos coexiste con la certeza de {que una vida humana en que lo social y lo politico no estén fuerte- mente presentes -salvo en a hipétesis del “estado de naturaleza”, claro- es apenas concebible, (No olvidemos, por lo demés, que en Rousseau la cuestién de los derechos individuales es relativa- mente secundaria) En el verdadero liberalismo individualist el personaje central es el individu dueno de sf mismo, duefio de derechos inalienables, y que acepta, en determinadas condiciones, coder provisoriamente una parte de ellos para la constitucién de tun orden social porque le parece ventajoso, pero que puede lle~ gado el caso desdecirse de su acuerdo. PPara volver alo que més nos importa: la relacin con el mun- do antiguo, ya en 1767, en el Essay on the History of Coil Society de Ferguson!" el maestro de Adam Smith, encontramos una defini- ign anticipada de lo que constituye la diferencia entre las concep ciones politicas del mundo antiguo y el mundo moderne: entre " cAdam Ferguson, Esai ur hs dele sacl eta fe, Pa Pu, 1992 [tad exp Lin ena sobre a histor de a inal, Madi Inst de Estudio Pico 1974)> o CICLO LECTIVO 1982-1983, Jos antiguos, el Estado tenfa todos los derechos que no se habfan otorgado de manera explicita a los individuos; entre los moder- ‘os, €l individu tiene todos los derechos salvo aquellos alos que hha renunciado explicitamente a favor del Estado. fiste es también tun fema central de Benjamin Constant, el gran idedlogo del libe- ralismo en Francia, de quien Marcel Gauchet presents hace poco ‘una excelente edicién en la que se reproducen, con una larga i troduceién, los principales textos politicos y sobre todo Ia célebre conferencia de 1819, "Sobre la libertad en los antiguos y en los modernos”.# Para Constant, los antiguos ~Fustel de Coulanges se ocuparé una vez més del fema en La ciudad antigua, de 1864-! no saben verdaderamente qué es el individuo, no saben qué son los derechos individuales. Hay que admitir que las formulaciones «de Constant son relativamente prudentes, al menos en compara- ‘ién con las de Fustel,y en la conferencia, sobre todo, se halarén varias reservas esenciales en lo concerniente al caso de Atenas. Lo cierto es que, para Constant, en los antiguos hay “someti~ riento total del individuo a la autoridad del conjunto” y no se ‘hace coneesién alguna a la independencia individual; ni siquiera 12 eenjamin Constant, De abort che ex madernes. Ev pltiqus, pre dae Morel Gnuchet,“Besjmin Constant: Tusion ue du Ibéalisme”, Pav Hachette, cl Pluie, 1980; red. con el tulo de Eris pits, Pat, Gallimard col Folie 1997 (en adelante las citas eiten aes rediin) [ted espe "Sobre la libertad en los antigus yen os moderns, en sobre ef Capit de campus, Sobre lara ens antguc ye fs modern, Mai, ‘Fanos, 2002] En su confeenc, Constant retoma temas ye presetados en Tem captulos 6 Bde De Fapit de congue de esurpatin (1814 en Eis pallies, op. lt pp 20622 ad exp: Sore spi de cout, pct as formulé por primera vez en el libro xvr (De autrité sociale cher les nein) del nto de 1806, Principe de pollqu apples 8 tous es ouwer= omerts, ed de E Hoffmann, Gineba, Droz, 1980; el mis fet, publiado ‘ining notes de Constant el apart cc, Pars, Hachette trates, oh Plurk 1997, pp. 257-81 [ted esp: Prins de polit apes afb os eee, Buenos Aire, Kat, 2011) > 1 efuma Denis stl de Coulanges, La Cu entiue, pre. de F Hartog, Par, Hammarion, col. Champ, 198 ad. csp La cad antiga, Barcelona, iciones 62 19841> 1 ZBenjamin Constant, Del ier. op. pp $85, 596 600 yO SEMINARIO DEL 16 DE MARZO DE 1983 a tienen idea de los derechos individuales.'5 Por otra parte, Cons- tant escribe esta frase caracteristica y, si se piensa bien, del todo asombrosai La meta de los antiguos era el reparto del poder social entre to- ddos ls ciudadanos de una misma patria, Fra es0 Jo que lamaban. bertad. La meta de los mosdernos es la seguridad en los disrutes privados; ydan el nombre de libertad a las garantias acordadas ‘por las insituciones a esos distrutes.* sa meta se opone aqui con nitidez.a cualquier concepeién de la sociedad en que la vida social pueda tener otro objetivo, y el tema dela “garantia de los disfrutesindividuales” reaparece sin cesar para caracterizar -para justifcar, mejor dicho- la libertad politica cen los tiempos modernos. Esté claro que, de presionarlo un poco, ett, pS86> cde p. 603, Sobre este aspecto del “individualism” Merl, véase Cornelius Castoradis, "Lexigonce rvoltionnare [1876] en Le Conenu da tociatene, Pais, Union generale dédtions, col 10/18, 1979, en especial pp. Set 66 [rad egps "La exgencarevolvionaia, en La eigen revaucions tin Referones sobre lls ple, Madrid, Acuarela Libr, 2000); "Soi sme et coceté autonome” [1873] en Le Content. opi, pp. 1218 [ted cp “Socalisme y socledad autGnoma, en La exigent yeocionai. 9p. {iL "Nature et valeur de Fégaite™ (1981), reed. en Dorsines de homme, Pees, Sui, 1986, pp, 319321, reed: Pars, Sei co. Pints 1999, pp. 3974101 [tad esp: "Naturalersy valor dela gualdad” en Los domi del hombre. [ss encrjas de bert, Barcelona, Geis 1955) "Videe de revolution”, en Le Monde more, Par, Sel, 1990, pp. 167-170, reds Pat, Sel col Plas, 200, pp. 191-207 [uad. esp. “La idea de revolucin’, en El muda ‘fesgenada Encrucadas del laberino m, Buenos Aires, Fondo de Cultura economia, 204) “Fate faire [1989], red. en Fat & fare, Pri, Seu, 1987, pp. 6272, rc: Pars, Seal col Points, 2008, pp.7336 tod. exp:"Hecho ¥ por hacer”, en Hecho y por cer Execs del aber w, Buenos Altes, deb, 1956 or ilimo, "La democratie comme procéure et comme ré ime” [1998 en La Monte de Tisigifience, Part, Sell 1996, pp. 721241, Feed. Paris, Seull co. Points, 207, pp. 267-53 [ad exp: "La demoeracia emo procedimiento y como regimen”, en El ounce dele insignia, Bue ros Ais Eudeba, 1997]> e CICLO LECTIVO 1982-1585, Constant estard dispuesto a admitir que la vida de la especie hu- ‘mana no podria reducirse a esa meta iia: eso no impide que lo que pretende describir mediante ese tipo de formula sea, a su jut cio la verdad de su época. La tesisaleanza una suerte de consa- ‘gracién ~pasajera, ademas~en la no menos célebre obra de Fustel dde Coulanges. Victor Ehrenberg, uno de los mejores especialistas contempordneos en historia de las instituciones politicas en Gre cia, ha dicho lo que habia que pensar de ella: que era in substance and in method fanciful fantasiosa tanto en la sustancia como en el :método; aunque Ehrenberg se apresure a agregar que en esa obra se descubre asimismo una comprensién profunda del papel de la religién y el parentesco en la ciudad. La tesis central de Fustel es que en la ciudad antigua el individuo esta completamente subor- dinado a la colectividad, “sometido en todo y sin reserva alguna a la ciudad”; en consecuencia, as instituciones politicas urbanas no podrian ser un modelo, sino todo lo contrario.®” En todo este anslisis, por lo demds, Fustel habla continuamente de poder, om= nipotencia del Estado; ahora bien, ustedes me han escuchado de ¥ cenjmin Constant, De iets. op. cit p617> "8 SCastorindisse vale aude l traduccion ingles (The Grek tate, Oxford, ‘lackowell, 1960) de Victor Ehrenberg, Der Stat der Grodin, 2 ed, Zech ‘emis, 195, sobre Ia cual se basa lo version francesa, Etat gre, ra. bj a lseeion de Wil Paris, Masper, 1976, p.22> {Numa Denis] Fustl de Coulanges, Lt Cité ant op tp. 265. "La relgin que habla paido al Estado yet Estado que sostenia I religion se fpoyabon uno en co y no eran mds que uno; estas dos potenciasasociadasy ‘onfundidasconstitlan un peer cast sabrehumano al quel alma yel cuerpo ‘tahun igualmentesometides (id). "Fue pues un ere singular entre todos los ertoreshumanos el de aber ereido queen ls cudades antiguas el hombre fovaba de a beta No tena simier se de logue ela ra” (i . 29). > 3 Por haber dbservado mal lsinaiticones dela dad aig, Sema ins a posbldad de hacelas estar ene nosotros. Se cre una isin em fovno del ibertad en los antiguoe y exo so bast para poner ea peligro Ia libertad en le moderos. Nuestros ulin echenta afos mastraon con ela dda que una de ns grandes dificultades que se oponen ala marca de Ia so- ‘edad moderna es costumbre adaptada por ella de tener siempre ante ‘stan Angad griega y romans” ([Numa Dis] ustl de Coulanges, La Cid antigue, pep. 21> SSEMINARIO DEL 16 DE MARZO DE 1983 2 city epetir que la pols no es un Fstado en el sentido modemo del térnino; no insistiré en ello, volveremas a verlo cuando aborde- ‘mos los problemas de fondo, sobre todo con referencia a la “Ora- ion fnebre” de Pericles en Tucidides. En cuanto ala afirmacién. Ge la libertad del “individuo” moderna -tal como se formula, lo hemos visto, a parti de Ferguson-, es francamente indefendible cuando se la examina por sf misma y no como mera posicién ima- ginaria, Desde el punto de vista histérico-scia, en primer lugar, puesto que Ia idea de que la instituci6n seria algo residual con respecto a un mundo del individuo es un absurd flagrante. En cierto sentido, no hemos hecho mas que desarrollar este tema du rante los dos ltimas afos. No menos insostenible, desde la pers- pectiva de una verdadera filosofia del derecho, es Ia idea de que ada individuo seria legislador en cuanto tal y que lo que podria ser derecho comin es por tanto un elemento residual con respecto ‘los derechos que le son propios. Dado que, para que haya regla, es precizo ante todo que sea universal, yno puede por ende haber prioridad del individuo. ‘Apartir de 1864, la referencia a Grecia, 0 al mundo antiguo, desaparece gradualmente de los primeros planos y ya no parece incumbir sino a los especialistas. Slo en el curso de los sltimos diez 0 quince afos ~y soy acaso optimista- se observa una especie dlerebrote dela discusién. Ello, en funcién de cierta renovacién de los métodos de abordaje entre los historiadores, pero también, desde luego, del redescubrimiento del problema politico, sobre todo por intermedio de a critica, al fin escuchada, del ttalitarismo moderno, Pero vean ustedes, una vez més, con cusinta rapidez los debates se atascan, y pienso, claro est, en la ola de absurdos més © _menos apetitesos acarreados por una presunta “nueva filosoia”. Pasemos.a cosas més importantes, que se refieren al marco ideolS- sico en el cual se sitia, en la épaca moderna y especialmente en ‘nuestros dias, el problema de la democracia griega. En este aspecto 5 forzoso constatar hasta qué punto parece dificil para la mayoria de los autores no pasar por debajo de las hreas caudinas que can- ddenan a elegir entre la Grecia modelo y la Grecia antimodelo. O, si “ CICLO LECTIVO 1982-1988, ‘no, Grecia se converte en un simple objeto historico cuyo estudio ‘ya no nos plantea mas problemas que el de los aruntas de Austra- lia central incluso, digamos el de las ineas; cuando ese estudio, repitimoslo, slo es posible porque nos situamos en la tradicién que comienza con Grecia. Y, segtn las escuelas, 0 bien la explica- cin causal elimina la significacin o bien el dispositive estructural elimina la cuestign misma de la significacién. orcas caudinas, hemos dicho: no hay quizas émbito en que esta situacin se deje ver de manera mds clamorosa que cuando se trata de la esclavitud antigua. Volveré mas adelante al fondo det asunto, En cuanto a lo que nos interesa hoy, pueden leer un breve texto de Finley, reeditado en una compilaci6n publicada reciente- ‘mente en francés con el titulo de Mythe, mémoire, histoire?! Saben, sin duda, que a este autor se deben numerosss contribuciones so bre el tema de la esclavitud en la Antighedad Por cierto, habria cosas que crticar en algunas de sus posiciones en ese artfculo. 2 Moses L Fly, “Lesclavage eles hstovens” [1979] en Myth, én, iso tad fe Pars, Elanmaron, 181, pp. 0-42; véase tambien, en el mise ‘mo volumen, "La bert des ctoyens dans le monde gre” 1976), pp. 62-88 Elautor rend simpli el contenido dl primer atclo en Esco arique 2 dalogie more 1979), ead fe, Pais, Minuit 1981 (tad. esp Esler Sntgut idea modern, Barcelona, Cee, 1982), B.D. Shaw prepand una ‘licin de este bra, aumentada cn dosestdios de Finley sobre las poerias Susilads por au libo: Ancient Slery aud Moder soy, Princeton, Masks Wiener Publisher, 1998 "2 SEMINARIO DEL 16 DE MARZO DE 1988, 6 ‘Pero Finley hace notar a justo titulo, en lo que toca a la acitud de Jos autores modemos sobre la esclavitud en la antigua Grecia, que hay una primera fase caracterizada por lo que podriamos lamar denegacion ticita: se sabe que la cosa est ali los eruditos de los siglos xvi y x11 yahabian acumulado una documentacién consi- erable-, pero précticamente no se habla de ella: en Grecia hay tesclavos como hay olives. Con el historiador francés Henri Wallon, “Smita varios aportes anteriores menos importantes; los nombres, Jos encontrarsn en Finley~, que publica en 1847 tres gruesos voll ‘menes sobre la cuestisn, en los que aprovecha lo esencial de las fuentes disponibles, puede decitse que el tono cambia claramen- te2°Claro, estamos en plena trfulea antiabolicionista (Este es uno de los hechos tan macizos, tan evidentes, que a veces se vacila en. econocer sa importancia, por temor, sin duda, a ser acusado de deci banalidades. Y sin embargo...) La eselavitud todavia no has bia sido abotida en las Antillas francesas, y no lo seria hasta 1896 ten Brasil, cuya constitucién, sin embargo, se habia inspirado en. {das positivistas. Wallon no escribe, pues, un simple tratado s0- bre la esclavitud en Ia Antigtiedad, sino una especie de auto de acusacién contra cualquier sociedad que Ia acepte. Algunos de- cenios mas adelante sobreviene una reaccién, sobre todo entre las filélogos y los historiadores de la Antigiiedad. Fstos, en esos Uiltimos aos del siglo x1x, estén en su mayorfa imbuidos ~en ‘Alemania, pero también en otros Iugares~ de lo que reciente ‘mente se ha llamado, para denigrarla,ideologfa de los “humanis- tas nostalgicos”* no la ideologia humanista en sentido amplio sino la que pretende que hay un ideal del ser humano, planteado por primera vez.en Ia antigua Grecia, y que sigue siendo insupera~ ble. Esta tentativa de apropiacién aspira a ser total y en verdad, cient Wallon stun de slag dans Anti 3 vos, Pats Impri+ sere Royale, 18172 ed: 187; red: Pals, Lafont, o-Bouguins,1988.> “ eAfacel Dlinne, Dingo nis 4 mort, Par, Gallanaed, 1977; red ars, Gallardo Tel, 198, p45 Iwo. esp: La mrt de Dons, Madrid, Taurus, 1982] > 46 cacto LecTIvo 198.1988, mete mano a todo; or Io tanto, los elementos “negatives”, al me- nos segin los criterios de estos historiadores, van a ser silenciados ‘o minimizados. Toda esta actitud lega muy lejos yno slo fue pa~ imonio de sofadores 0 mediocres. Aun el gran historiador Eduard Meyer pronuncia en 1898 una conferencia, citada por Finley? sobre laesclavtud en la Antigiiedad, cuya ret6ricatiende en cierto modo a “banalizar” el fenémeno. Es un mecanismo =pos- tulo tal o cual realidad como fuente inmaculada e inalterabe, y 10 que perturba las aguas de esta fuente no debe existir~cuya impor tancia no hay que subestimar, y tampoco su fuerza, porque bajo otras formas sigue estando entre nosotros. Piensen en los $5-20, en Nicaragua, en Chile en Argentina, no importa: todo lo que viene ‘ enturbiar la imagen que tengo de ello no deberia exist, y, en consecuencia, no existe, Para nuestros humanistas el alejamiento hhace que la cosa sea aiin ms compleja, porque se proyecta sobre tuna realidad de veinticinco siglos de antigtiedad la norma de lo que es inaceptable para nosotros. El “razonamiento” subyacente es: esto habrfa debido ser inaceptable -Io inaceptable lo es en si-, pero no lo era; ahora bien, como sabemos que esas personas no podian ser salvajes, esa realidad inaceptable no existe. [Nos encontramos sencillamente frente a una ausencia total de verdadera perspectva histérica, porque toda esa gente olvida por completo el fondo contra el cual se constituye la ereacion griega. Para no hablar més que de la esclavitud, se olvida lisa y Vana- ‘mente que, no s6lo mil afos antes de Cristo, sino ain en 1900 =por no decir en 1983-, la esclavitud, bajo una w ote forma, y con muy contadas excepciones, era y sigue siendo la norma en el conjunto del planeta, 2Esclavitud? Fl término s6lo parecera excesivo a quie- nes quieran ignorar que la esclavitud no es més que una de las formas -numerosas, es cierto, pero aqut la cuestiGn no es é3a~ del ® ceatuard Meyer Die Uzwer int Alert, Vortg glen in der Gee ‘ifn eu Deena 15, onuar 1698, Desde, Zab oensch, 1855; red en [eine Scien 2, Halle M. Niemayer, 1924 vol, pp. 160-212. Vease la taea de Moses, Finley, Exe lq. op. ci, pp. 3863> a errs~—~——CSS SEMINARIO DEL 16 DE MARZO DE 1983 ” rabsjo “forzado", en oposicin,justamente al trabajo libre”. “Lic bre" con todas las comilla que ustedes quieran, pero que da al trabsjador la posibilidad de aceptar 0 rechazar un empleo, cam- biar de patron, ete (Finley reconace con claridad esta opesicion, pero no extae de ella todas las cansecuencis en relacn con la Preston que examina, porque lo que le interesa sobre todo son precsamente las diferencias entre la esclavtud en sentido estricto } las demés formas de abajo forzado,* Ahora bien, esa posi Jad se cre6 histéricamente en una época muy ecientey, lo reitero tuna vez ms, s6lo existe hoy en un sentido minimamente sustan- cial para una minoria de la poblacién del planeta. Ese es el fondo de la cuestion, Desde ese punto de vista, la sociedad griega es una sociedad como las demés. Noes sin duda la esclavitud como tal In que hace de ella algo especfico, ya que esta sociedad comparte ese rasgo (bajo formes, claro, diferentes, nolo olvidemos) con mur thas otras. Lo que debe en cambio lamarnos la atencin esque en tuna sociedad donde la esclavitud esta presente llega a const- tuirse otra cosa ala cual no hemos dejado de dar el nombre de i bertad. Comprender emo pudo suceder es0 es sin duda una in- vestgacion legiima, que no necesita ninguna otra justifiacién “sta nocin de libertad se plantea de manera muy explicta> en Esquilo®” no es Unicamente la libertad con respect aun enemigo exterior también es, por ejemplo, la idea de que slo el ser hur sano libre es digno de ese nombre. ,Cémo es posible, se dirt, que enesa sociedad donde aparecen esta nocién de libertad y también Jo que podemos lamar efectivamente un universalism ya he- mos hablado de él a propésito de Homero-la cuestin de la es- clavitud, tal como nosotros podriamos formularla, no se haya planteado? Recordemas en principio que, en cierto sentido, hubo % choses Linley, Esionge anti 2 Sule, Lat pray, 22> ‘3 opt pA D> 6 CICLO LECTIVO 1982-1983 cuestionamiento, porque en algunos sofistas se encontraré una critica de la esclavitud® pero éstos hacen esa critica Ia contradic- ign es s6lo aparente, ya nos referitemos extensamente al asunto— fen un mundo donde, en un sentido més profundo, lacuestién que planteamos, lade la justifeacion de la esclavitud, no se plantea ni puede plantearse. Es un mundo donde la fuerza, la situacién de hecho, es una categoria fundamental. Ya aludi a ello con referen cia a un fragmento de Heréclito que dice: “pélemos panton men pater esti”, la guerra es el padre de todas las cosas, yes ella la que hha mostrado que unos son dioses y otros, hombres.” también es la guerra la que ha hecho (epéiese) de unos hombres libres y de otros esclavos. Aqui, la guerra no revela ninguna esencia preex tente: constituye, por el juego de la fuerza y la desigualdad de las fuerzas, la dominacién de unos sobre otros. Cosa que, por Io de- rms, sea uno heracliteano o no, es la pura y simple verdad. Esa ‘guerra es, por tanto, punto de partida o, en todo caso, via de ac ‘eso privilegiada para pensar la constitucién politica, Porque exis ten ante todo ese hecho y esa verdad ~y contra ese hecho y esa vverdad-, tenemos que hacer algo politcamente: el mundo politico se constituye como un mundo donde la fuerza es soberana. Y puede decirse ademas que, por radical que sea la transformacién de la sociedad, nunca dejaré de ser asi Paréntesis: de all el caricterfalaz de la supresion de la cues- tin, no del Estado, sino del poder en cierto discurso politico “ra- ical”. La cuestisn del poder no se puede suprimir. Uno no puede, finalmente-de llegar a una crisis, una situacion en la que todo est en juego-, dejar de preguntarse sobre que se apoya en tiltima ins- tancia la institucion de la sociedad a la que aspira. Pues ésta debe sin duda apoyarse en algo. Aun cuando se lograra incorporar esa institucion, sltima seguridad en apariencia, al comportamiento de los individuos, seguirfatratindose de una relacién de fuerzas. Y nohay que creer, muy en especial, que entonces todo estéresuelto: sila incorporacién de la institucién se da a tal extremo que el ind- viduo no puede siquiera tomar perspectiva y librarse de ela, no habremos hecho mas que instaurar una nueva servidumbre. Sea ‘SEMINARIO DEL 16 DE MARZO DE 1983 ° cual {uere el punto por donde se aborde la cuestién, no es posible ‘ludir el problema de la fuerza. La gran superioridad del pensa- miento politica griego sobre Io que lo siguis ~en particular con respecto a la evolucin experimentada bajo la influencia del eri tianistno~es que en él la cuestién de la fuerza siempre fue un su- puesto fundamental En cierto sentido, por consiguiente, la cuestién de la esclavi- tad no podia plantearse; en todo caso, no era posible hacerlo en la forma en que nosotros la planteariamos. Por afadidura, y en un aivel més superficial, claro est, a nadie se le ccurrira reprocharle a Arquimedes no haber inventado el célculo diferencial, aun cuando estuvo muy cerca con el método del agotamiento. Cierta ‘ereacién hist6rica llegé hasta cierto punto. Tenemos, por su ‘puesto, exigencias politicas que van a otra parte o, sise quiere, ‘nds lejos. Pero el problema no es ése. No debemos adoptar una actitud moralizadora: tenemos que tratar de comprender;y diff= cilmente podlamos hacerlo, en lo referido a esta cuestin de la es~ clavitud, si nos atenemos a las actitudes que ya se han mencio- nado: Grecia como mero objeto hist6rico que ya no nos incumbiria rs ni de otra manera, que otros objetos histércos, y donde la sim- ple busqueda de causalidades eliminarfa la significacién, ola va- ‘ante estructural en la que se ignora la cuestién misma de la sig nificaci6n. El ejemplo clésico, por decirlo de algin modo, de la actitud que se prohibe de entrada todo intento de comprensién es: ‘no nos hablen, en particular, de democracia antigua, grega o ate niense, tema que s6lo tiene interés para los especialistas, puesto {que bien sabemos que esa democracia se basaba en la esclavitua. {Basada en”, es decir, causada por la esclavitud? ;La esclavitud serfa entonces condicién necesaria y suficiente de la democracia? » [Anotcin ene! manure: Eto ambi se ccu pr obrade una filosfia terior derecho natural esncalmente etic, a pest de alguns fase ei mies de Ate) yl centramiano exlusio en lla pla de os soos, en detrimento del prs pti o dea fileota poten de os c= lores conentes, pueblos, hstoradores, poets, te, que tals expressron plenamentes través de sus actos ys palabras (ate Tucddes, por eepo) | 2 0 ICLOLECTIVO 1980-1988, {Qué puede querer decir esto? Procuraremos mostrar, en primer Tugat, que la idea es historicamente alsa. Pero desde un simple punto de vista ligico, la idea de que la esclavitud pueda ser una causa” de la democracia es absurda: esa causa deberfa serlo por doquier y siempre, y sabemos que no es asf. No es, Pues, una con- dicidn suficiente. Y veremos que ni siquiera es una condicion ne- cesaria, dado que, para decirlo breve y anticipadamente, cuando los primeros movimientos democriticos se constituyen y comien- zana imponerse, lo hacen en ciudades donde la esclavitud pro- piamente dicha es marginal en términos econsmicos y sociol6gi- cos. A veces se atribuye mucha validez a la férmula de Finley: tuno de las aspectos de la historia griega es “the advance, hand in hand, of freedom and slavery”, el hecho de que la libertad y 1a cesclavitud progresen de la mano.® Volveré a esta idea, a cuyo respecto tengo més de tna reserva. Puede proponérsela en wna version mas sutil, como lohace Vidal-Naquet en algunos textos ree- ditados en EI cazador negro2" Para él, el mundo de los hombres lic bres se apoya, no desde el punto de vista econsmico o determinists ‘causal, sino desde el punto de vista de su estructuracién ~noso- tros diriamos: desde el punto de vista de lo imaginario, precisa~ rmente-, en una serie de exclusiones. En un marco atravesado por polaridades u oposiciones ~griego y bérbaro, hombre y mujer, hombre libre y esclavo, adulto y nifio-, el mundo de la pais solo puede constituirse como mundo libre si excluye otros términos, En consecuencia, la comunidad de la polis se constituye como co- rmunidad de ciudadanos autéctonas ~con exclusién de los extran~ 1 e4dopes Finley, “La civlisatongreequ atl." 0p. ci p.A7L> 2 © Hersoto, Historia, vn, 228 (ead, fe de Borgel) > “eyes” (tad. fe de Legrand) “éndones” re SEMINARIO DEL 16 DE MARZO DE 1983 %° retroceden.* Regla tan rigida, por lo demas, que puede generar problemas militares muy arduos: en la batalla de Plata, regimien- tos espartanos la invocan para rechazar cualquier reonganizaci6n de as lines, aunque sea confines tcticos2” Y volvemos a dar con Incuestin de nomes. Se acordarén, en Herbdoto, del famoso dis- logo entre Jes y Demarato. Este sel ry que, tras marcharse de sparta luego de diversas peripecias, busca refugio junto al Gran Rey y se convierte en conseero de Jers, que se aprestaainvadir Grecia. Al persa, que opone al pequefo nimero de ls griegos la inmensidad de su ejéreito, el espartano responde que los lacede- ‘mons ienen un amo a que temen mucho ms que los pers al Gran Rey: la ley que es prohibe retroceder ante un enemig, por rnumeroso que sea, y los condena a vencer 0 morir>* Lo impor- tanto, entonces, no la participacion en la decisién de libra esta ‘© aquella batalla, sino la concepeién de una ley de la comunidad {ue se impone a todos. En este aspect, sparta es uno de los po- Jos del mundo griego,yno otro mundo opuesto a éste. Qué dice exactamente Vida-Nequet sobre ese rechazo del extranjero en In ciudad esa al que usted hacia alusion? ‘Su posicion sobre el tema se expone en varios textos de El exzador negro,” y sobre todo en el que da su titulo a la compilacién, “EL ‘cazador negro y el origen de la efebfa ateniense”. :Qué es la efe- ‘a? El joven ateniense Hegado a la edad de la pubertad (Hebe) se ‘convierte en efebo a los 18 afos. Debe entonces pasar dos afi al servicio de la ciudad, provisto de armas livianas y dedicado a pa- trullar el campo y sobre todo las fronteras, antes de llegar a ser cHlenidote, Histo, 1 5857> ct, vu, 3, 10L-104> > “Piete Vidal Naquet, Le Chaseur mi, pi wae Ia nota 31 del pre= o CICLO LECTIVO 1982-1983 chado con un armamento “pesado”. Para Vidal-Naquet, ese paso a la edad adulta se “dramatiza”, se representa simbélica- ‘mente a través dela oposicién entre el efebo, con su armamento liviano, y el hoplita. Yen esa oposicién, el efebo, el no adulto, se asocia a la mujer, al esclavo, etc. En restumen, Vidal-Nequet con dora que esas oposiciones son absolutamente esenciales para la articulacién y la definicin del imaginario ateniense.*t Y no s6lo ateniense sino también griego. Aqui volvemos a encontrar bajo ‘otra forma un problema que ya hemos sefalado. Esa articulacién ¥¥ esas oposiciones son demasiado generales; y, on respecto a ‘nuestro fema: el nacimiento de la democracia aqui y no en otra parte, nonos sirven de mucho. Otras son, en efecto, las diferencias ue nos interesan. Aquellas oposiciones, aun cuando no se artic len de la misma manera, también estén presentes en Esparts. No como oposicién hombre libre-esclavo, por ejemplo, sine como ‘oposicién espartano-ilota. Ocurre otro tanto con la oposicién entre hombre y mujer: Ia posicién de esta altima en Esparta era por cierto muy diferente de la que tenia en Atenas. O con la oposicién nifio-adulto y, claro, espartano-extranjeto, Esta stima, por ejem- plo, es mucho més acentuada en Esparta; porque si en Atenas se aceptaba al extranjero como meteco, en aquélla no podia insta larse ningtin forastero, como no fuera durante tn breve periodo y con la venia de los éforos (como, permitaseme una comparacién ue es un poco facil, en un banal pais ttalitario contemporéneo), En Atenas, la ciudad aceptaba al extranjero con tal de que pagara uun impuesto personal, el metoikion. En ella los extranjeros eran nu= ‘merosos, aun cuando deba admitirse que a partir de determinado, momento les result6 dificil el acceso a la etudadania. Todo esto remite a la pregunta esencial: gquién es ciudadano? Pregunta, ademés, que sigue acompai\éndonos: piensen en el voto de los ex * ease Aristotle, Cnsttucb delo stevens x, 3, y Cheysis P+ Ais, Hise debit des vgines 31 ax JC, Pris De Bosc, 62> ' Véase por ejemplo, Pie Vidal-Naquet, Le Ohastur na op Gi Dp 17274268, 270,29 28> SSEMINARIO DEL I6 DE MARZO DE 1983 ot tranjeros. 2En qué medida puede haber no ciudadanos? Quién qos define como tales? Volveremos al tema, Sr eer elope ee eee tee nas importante en era, Eno qu seer Hane Tat Arend ms adelante nos opens des psitn. En vets s Rai, China, bara rant tl ver Nap, Con ‘Gantonce pore mento con sfaar quel hoses 0 9 ‘Sovenen grea ui Ibevndynecetan unt gaan i aigune party cuando re een los clone en pando Genel promt cnel at oon el Oni. La cots no deber eras org resote To queramos yoga, la reid ima [etal tesa de ayer ode ho) aque os dit logue debe SG: Rusa Yugoslavia, Chin, Age Ca Last sn Gud, oct cada ‘Sein ciertoshistoriadores, durante las eleciones en Atenas habia una coposicién entre Ia cid y el campo: os campesinos debian quedarse en sus terras es costaba mucho ira votar ala ciudad. ¢Cua es su opinion? ‘Se rata de una tesis bien conacida, y volveremos a hablar de ella ‘cuando sea cuestién de Ia constitucién democrética en Atenas. ES as que discutida por otros helenistas como Forrest por ejem- plo, ya mi entender es simplemente falsa. Una buena parte de la poblacién eampesina, la gente de Acarnea, por ejemplo, vivia a ‘unas poeas horas de caminata de la ciudad misma. No olvidemos también que a partir de cierto momento se establecié el salario © ciiliam George Forrest, La Nance dela donates, De 800.2 400 an ur Christ ade, Pai, Hachette, 196, pp. 2620 (trad. esp Lt tocra gig. Teco peta dl 30a 00d J.C, Madd, Gus sma, 1966] @ ‘CICLO LECTIVO 1982-1983 “eclesstico”, la remuneraciGn que debia permitir alas personas que perdian una jornada de trabajo asistira la Ekklesia, la asam- blea, pero también el misthds heliastikés, el salario de los heiastas, para sesionar en los tribunales, ete. Todas las indicaciones de que isponemos sobre la orientacién y el contenida de los votos se ‘oponen a la idea de que la democracia sélo interesaba alos resi= dentes de la ciudad, del asty en el sentido de aglomeracién ur bana, aun cuando sea obvio que la participacién era menor en el, caso de la gente que vivia en los sitios més alejades, como Mara- t6n o el cabo Sounion (a 40.0 50 km, un dia de marcha). Pero esta fuera de toda duda que la poblacién campesina en tomo del asty Ppatticipaba en los asuntos piblicos. Por otra parte, en el asty no vivian slo artesanos y comerciantes, sino también otros ciudada- nos que se ocupaban de sus terras Y XV. SEMINARIO DEL 23 DE MARZO DE 1983 Pana conrinvan nuesta discusion sobre lapis, oy voy aha- blarles ~de manera un poco fragmentaria y desordenada,y es rego que me perdonen, pero casi no tengo posbilidades de ha- terlo de otto modo~ de una serie de aspectosligados, en esta dis- usin, no a as signifcaiones sino la histriograia ya lo que nia se amaba reais los datos concretos sin los cuales el ali- sis difcimente sea posble. Ahora bien, nuestra ignoranciaes mu cha acerca de este periodo, sobre todo en lo conceriente al naci- imiento dela ciudades gregas en el sentido fuerte del término, sin duda ene siglo vir a, C."'Con respecto a est timo punto, tl pasionamiento puesto en los debates es inversamente propor. ‘ional ala esasez de testimonios -inscripciones y ots documen- tos aqueclogicos~ de que disponemos, ya los que diversos su estos previos imponen una pesada hipoteca “entemos en principio de dar una definicion provisoria dela pol, citing cuato aspects esenciaes, Primer punto: apo fsn0es la cad, La cudad, el centro urbano es east la palabra pols puede utlizarse para desgnaria, pero se reir a a unidad de tn teritorio ubano un teritoro rural Ejemplo clsico pero ‘uy malo, por ota part, porque s tata de un eso bastante ex- cepcional en muchos aspectos Atenas noes ety Atenas; Mena esl Atica.Advertirin de inmediat el vinclo con un tema que reaparee sin cesar en los autores de la Antigiedad, al menos hasta fines del siglo a.C, especialmente en Paton y Aristtles, que no hacen ademés otra oss que formular de manera explicta lo que para ls griegos cae por su propio peso: una poles fundamental, necesariamenteautirguica. Lo cual no quiere deci, desde luego, qe tenga ens teritorio to lo que necesita. Atenas otras iua- des pueden caecer de trgo,y hay, claro est, intercambiescomer- 6 oe CICLO LECTIVO 1982-1983, Giales con exterior. Bs no impide que la cudad sea una unided ue, en principio, debe bastarse as misma, porque éaes a cond cin de a autonoma. Sa plies unidad de un teritorio urbana Yun teritrio rral el rechazo,precsamente, para emplear elem, Bij del siglo x0, de la divisgn entre la ciudad y el eampo-, al nism tempo noes el tersitro. tees muy important, ano due dacs en6lencontramos santuarios y hulls del paso de los dieses, eto la poison les cludadanos. Tides lo dice expictamente “ances gar poli. Pero muchos ors tesimenios muestran que lo esencial es el cuerpo de cludadanos, que puede en un caso extreme abandonar el teritoro sin que la polis desaparezca? El toeor a Pecto es en cierto sentido muy conocido una banalidad, si se ‘quiere, pero me parece queen general no se entiende su signe cide Ia sociedad griegn se instituye en cuanto sociedad relaiva- ‘mente unida y homogénes, en cuanto sociedad en el sentido que lames agut a esa palabra, mediante algunos centenaes, al menos, dep auténomas. Se trata, en esumidas cuentas, de una naign, sin duds, porque hay una lengua y una tradicion comunes un seme tinvento de solidardady una oposicgn alo que no es geego, a aquellos quienes poco tiempo despuss se atebuir el calieativa de “birbaros”. Pero esta nacgn no puede insure y pademos de ci incaso que no coneibe su existent, conn no sea por la cows tenciadecentenares de unidadespolitcas auténomas Ets elaro 4 todos los historiadores consideran ese elemento como la gran debildad del mundo grego. Sin embargo, deberamos ver en no so uno de los aspects mas importantes para nsotrs, sno tam. >in, me atreveraa decir uno de los mis postions Los histoiadores * cTucides, stra def Guede Pebpos, v7 “andres gat pois, Saou tee oud nees andeén kena, “pus son ios hombres quiees een tun cudad, y no las murals y ls navesvacas de tropas” (ed. fe de D. Roussel, Tickddes pone eta ease en bios del esatoge Nici, cuando tte se drge ales soldados duranola expedicon de Sie (W13.> # eVéese eridoto, Histo 165169 os ocensesy los tunes sbandonan 4 ciudad), y wu, 61 (Temistocles antes de Salamina: aun ceando los pert ‘cupenel Atco ateniensesen su ota sigue siendo una cued)> SSEMINARIO DEL28 DEMARZO DE 1983, 6 leenos ~griegos, desde lego, pero también accidentales en ge- ah epi con mucins icles para compen ‘apecidad de los griegos para constituir un solo Estado. Kio -un heenista inglés, autor de un libro notable, The Gres, que se tra- duj, ceo a francés~seRalé con humor que proguntar a un griego por qué esas poles no se unan para formar un Estado equivaldia a Dreguntar aun inglés que sea miembro de un club por qué no se tien todos los clubesingleses para constitu uno solo. La respuesta del inglés, por supuesto: porque entonces ya nose tratara de hue tes? No conozco ningtn caso comparable al menos con ese grado de unidad y esa duraci, de sociedad que se intituye asf por la rmediaci de centenares -puesto que si se toman en cuenta as co- Jonias del perimetro del Mediterineo, se trata en efecto decentena- ze de uniclades politicas absolutamente auténomas. Uno puede Jorarlo, puede soar con lazos més fuertes, lamentar que asi Ghat sekajn ented en gues conn ee st ha yan manestado su solidaridad salvo en contados momentos desu instoria. Est es un agpeeto de esa institucién que no hay que silen- ca Fro amen no sve gu pra nas Lo ques mnster comprender es esta posicin fundamental: no se trata de crear un Esto on genera tad cer comindades pin qu dan serauténomas, es decir autogobemarse en los hechos. Por es Ja cantidad adecuada de ciudadanos de una ciudad fue un tema de * anente para los reformadores politicos casa que [iss formula aa pet cma dn tou suc nose pode hacer una pls de mil individuos ni de un mill: miles de- smasiado poco y un milén ya noes una polis, es Bailonia Cuarta caracterstica, a la cual tendré que volver, sin duda: para el perfodo que nos ccupa, la polis no es un Estado en el sen- > ctlumpheey Davy Findley Kitlo, The Gres (1951 ed, rev en 1987], Lon- Ares, Penguin Books, 199, p. 79 [rad esp: Ls gigas, Buenos Aires, Eades, 1963 Est observa e iti en a teaduccn frances Les Gre: Autor tnt ne ciation, Pais, Ahad, 1958.2 WeAnstteles, Pai, ca CICLOLECTIVO 1982-1988, ‘ido moderno del término) vale decir que no encontramos en ella ‘un aparato separado que concentre lo esencial de los poderes, en- cargadoa a vez de las principales decisiones y de su ejecucién. La polis es la comunidad de ciudadanos libres que, al menos en la ci dad democrstica, hacen sus leyes, juzgan y gobiernan. Tres funcio- nes, tres palabras que hallamos en Tucidides ® para designar una ciudad independiente: auténomos, autsitos (que tiene su propio poder judicial) y autotlés (que se gobiemna). Es muy caracterstico el hecho de que lo que los modernos llaman poder ejecutivo esté, ena Atenas de la época clsica, esencialmente en manos de escla- ‘vos, y se lo considere un asunto de pura administracisn: los poli- cia, los escibas, los conservadores de archivos, los tesorer0s som esclavos. El sefior Delors” habria sido un esclavo ateniense parti= cularmente competente y riguroso en la gestion de las finanzas de Ja ciudad. Lo que interesa al udadano no es contar los centavos, es tomar decisiones: aumentar los impuestos pagados por los alia dos 0 los atenienses mismos, destinar tal o cual suma ala cons truccién de trirremes o de templos en el Partenén... Este dltimo rasgo nos remite a una observacién més general: contrariamente a quello con que nos machaca la teoria politica moderna, las tres ‘amas del poder politico son la legislativa la judicial y la guberna- ‘mental, no la ejecutiva. Cuando un gobiemo declara la guerta no eecuta ninguna ley se limita a utilizar la postbilidad que le da una ley. La ejecuci6n, en el sentido de administracién, no es una fun- ign del poder. Puede incluso decirse que, en las sociedades mo- *Tacques Delors, ministo de Economia y Finanzas del gobierno de Frangois ‘Miezrand entre 1981 y 1983 [N del] 'SEMINARIO DEL23 DE MARZO DE 1983 o dels sociedad palaciega, del que ya hemos hablado.$ Pero la teo- ria clisica, y aun la de Ehrenberg,” que quiere que la polis se cons- tituya en tomo de una acrépolis que es la sede de las divinidades protectoras de a ciudad, es con toda probabilidad errénea. Rete- Fémosl, el modelo ateniense es engafioso: al parecer, en la mayo- fla de los casos fue més bien la construcci6n de santuarios en las fronteras la que, al delimitar un tertitorio, permitié la constitu- ‘didn de esa unidad de una ciudad y un tertitorio agrario.® Ast ‘sucedi6 en Argos, en toda una serie de ciudades cuya constitu- ‘Gén se remonta al siglo vita, C. incluso, en parte, en el Atica Se ha pretendido que la conformacién de la polis procedia di reclamente de factores econémicos, pero jamés se propusieron ar~ igumentos s6lidos en apoyo de esta posicién. Todo lo que puede decirse es que, en efecto, tras el periodo de las “épocas oscuras”, ‘entre 1200 y 800 a, C,, numerosos signos muestran un despertat, tuna evolucién mucho més répida de la sociedad, y por lo tanto también de la economia y las téenicas. Entonces, como es obvio ‘cuando se parte de la idea de que el desarrollo de las fuerzas pro- dductivas determina todo el resto, va de suyo que, si hubo desper- tar, fue porque hubo desarrollo econémico. Sin embargo, es pre ‘iso limitarse a esta constatacién: ese pueblo despierta, entra en tuna fase de desarrollo acelerado que se traduce, claro, en el plano econdmico, pero también en el plano demografic,religioso, cultu- ral, artistico: el arte geomeétrico nace justamente en esta época. Se ha tratado asimismo de ligar el nacimiento de la poles @ una crisis, demogréfica, con la idea de que un desarrollo de la poblacién ha- bia causado a la ver la consttucién de esos territorios y la coloni- zacién.® lisa es, en mi opinién, otra conexién totalmente falaz; volveré de inmediato a ella al hablar de las cotonias. Se sabe que alrededor del ato 1000 a. C. se produjo una primera colonizacién. * " eVitor Eneeaborg, LE grec, Pars Maspeo, 1976, pp. 22 93> os CICLO LECTVO 19621983, sriega en las grandes islas que bordean el Asia Menor y en esta ‘misma: eso, Esmima, Mileto. Luego, en el siglo vita. C,explota, lo que se denomina tradicionalmente la segunda colonizacién, que va tener esta vez una vasta extension geogréfica, Las primeras clue ‘dades firmementeestablecidas son Pitecusa en Italia hacia 770, luego "Naxos en Sicilia en 757, Cumas cerca de Népoles hacia 740 y Sira- usa en 734, Seasiste entoncesa una gran aceleracion, ya lo largo de setenta y cinco afios van a fundarse decenas y decenas de colonias. Peroeltérmino mismo de “colonia” es malo porque hace pen- sar que ciudades griegas habrian enviado grupos de ciudadanos a instalarse en ottos territorios por razones econémicas 0 militares, ‘cuando la verdad es muy otra esos griegos se marchan de sus poles {que por entonces estén conforméndose para ir a otros lugares a fundar otras ciudades. Por lo demés, la simultaneidad de los dos {enémenos es lamativa: todo sucede como si,en un periodo rela tivamente breve, lasignificacién imaginaria social polis surgiera y se materializara con mucha rapide tanto en Grecia propiamente dicha y Asia Menor como en el movimiento de colonizacién. Con Ja consecuencia de que los colonos van a instituir unidades polit- ‘as soberanas, pero sin referencia, in modelo preestablecido para Producir su propia legislacin, tras haber dejado a veces territo- os que no son poteisen el verdadero sentido de la palabra. Segrin todo lo que sabemos, os colonos mismos deciden la organizacién, la legislacién: tenemos con ello algo particularmente esclarece- 2 CICLOLECTIVO 1942-1963, sostenido en el brazo izquierdo, protegia el lado derecho del vecino, y-que luchaban entonces de manera absolutamnente compacta, on tuna profundidad de varias filas. Este método fue una invencién mi litar de extrema eficacia, sobre todo en la guerra contra los persas, Pero se ha querido ver en la falange el origen de laconstitucién de los cudadanos, ls plz como comunidad politica. Esta teoria, que se origina en Aristételes! -matoralstahistrico antes de tempo, ya, que hace derivar una institucién politica de un cambio teenologico ¥ fue repetida ad nauseam por los modems, nome parece aceptable. ‘Como dicen Austin y Vidal-Naquet en su librito sobre la economia, nla sociedad greg," la falange y la reforma hoplitica del siglo vie 2.C. son menos la causa de a constitucién de una comunidad pol tica que el signo de esa evolucién. A partir de determinado mo- ‘mento, las personas se consideran como més 0 menos iguales 0 se- rejantes~es el caso de ls famosos homo’ de Fsparta,y esta teva percepcisn se traduce también en el plano militar. Porlo dems, nose podria hacer de la falange una condicién necesaria y suficiente para 1a constitucion de la ciudad porque, por ejemplo, los macedonios también combatieon en falanges sin dejar jamés de ser una monar- uta. Ese cuerpo de ciudadanos que combaten solidatiamente tra- duce pues, en el plano militar, la primacta de la comunidad ciuda- dana. Tenemos algunos vestigios arqueol6gicos indudables de elo en primer lugar el famoso vaso Chigi, datado en tomo a 650 a. C, {que muestra a una falange en orden de combate; yarmaduras halla. «das en tumbas de Argos, datadas por su parte en 720.2. C.‘) ‘Querria terminar hoy este rapido examen de los realia vol- viendo en parte a a cuestin de la esclavitud, aunque sélo sea Para presentarles algunos datos concretos y algunas observacio= nes sobre una discusiGn que retomaremos més adelante, la de la presunta ligazén entre democracia y esclavitud: qué se entiende " ‘SEMINARIO DEL 25 DE MARZO DE 1983 n porello? Hay condicin necesaria 0 condicién suficiente, etc? Ya Fremos dicho que la condicion no es suficiente, porque hubo escl vyitud en una multitud de lugares sin ninguna creacién democré- tica.Y tampoco es necesaria, dado que, desde mi punto de vista la cexclavitud s6lo tuvo una importancia extremadamente reducida, viria decirse que casi ocasional, en las ciudades donde se desa- zrollé la democracia. Su desarrollo cuantitativo en la Atenas del siglo va. C,estd mds ligado a lo que se ha llamado “imperialismo ‘ateniense” que a la democracia ateniense propiamente dicha. Pero todo esto es objeto de numerosas polémicas. Les aconsejo leer el libro de Finley Esclavitud antigua e ideologia moderna, asi como, en Mythe, mémoir, histoire, el artculo “Liesclavage et les historiens”, ‘muy abundantes en informaciones tiles.” Digamos para empe- zar que la esclavitud en el verdadero sentido del término, lo que ten inglés se denomina chattel slavery, en la que el esclavo no es més que una mercancia, no es la forma general en Grecia, porque se- gin Ins ciudades hay un amplio abanico de situaciones de no li- bertad. Ast, podemos comparar la situacién de los ilotas en Es- pata con la de los siervos de nuestra Edad Media, porque estin atados a las parcelas de terra que cultivan. Privados de derechos politicos, pertenecen al Estado y no se los puede vender. Y hay Instituciones andlogas en Tesaliay otros sitios de Grecia Eno que respects a las ciudades democeatcas, estoy por una vez de acuerdo con los grandes clésicos modernos, en este caso Marx y Weber. El primero, en El capital escribe que la pequena cexplotacién y el artesanado independiente constituian a base eco- némica de la comunidad clésica en su apogeo, tras a disolucién de la propiedad comtin de origen “oriental” -el fantasma de ‘Mare-y antes de que la esclavitud penetrara de manera significa- © eVanse Is referencias ena nota 21 del semisaio del 16 de marz0> eKarl Many, Le Capt, Hoo 4 sec, cap. 13, ed. establecida yn ‘ads por Maximilien Rubel, en ves, vl 1: Ecnomie, Pal, Gallimard, co. Bibliotheque de ls Pade, 1965, p. 678 (ad. esp BI cpt, ol 1, México, Fondo de Cultura Econdmica,1946]> m CICLO LECTIVO 19821983 tiva en la producci6n; de igual manera, en Economia y sociedad, Max Weber afirmaba que en la antigua Grecia la democracia era tuna democracia de campesinos. Lo eual me parece muy cierto: en loesencial, una democracia de campesinos y artesanos") ‘Algunos datos cuantitatives, un poco a granel, para que ten- {gan aunque sea una idea de los érdenes de magnitud, por mucho {que la pregunta sobre cudntos esclavos habia en Grecia, oal menos encel Atica, sea terriblemente controvertida, En Atenas, en 431 .C, al comienzo de la Guerra del Peloponeso, habia entre 40 mil y 44 ‘il cludadanes varones adultos. Entre ellos, 26 mil hoplitas per- fenecientes a las tres clases censatarias superiores, los pentakasio- ‘médimnot (quienes cosechan al menos “quinientas medidas”), los ippéis 0 caballeros y los zeugitas, “quienes poseen una yunta de bbueyes". Los otros atenienses, entre 14 mily 18 mil, son los tetes, la ‘cuarta clase del censo, quienes no disponen de un ingreso seguro y que a menudo, al no ser propietarios de terra, estén obligados a trabajar para otros. Esos tetes, como no podian proveerse de sit propio equipo militar, nunca eran hoplitas: solian ser remeros en. Jag naves 0 combatfan como psiléi, armadas de un arco o una hhonda. Para llegar a la poblacién “libre” total es habitual multipli- ‘ar por cuatro la cantidad de ciudadanos de pleno derecho, lo cual dda para el Atica aproximadamente 170 mil habitantes. Yo prefereia, ‘multiplicar por 45, para tomar en cuenta el crecimiento de la po- blacién en esa época. Con una familia de 4 miembros, la poblacién SSEMINARIO DEL23 DE MARZO DE 1983 % x90 sy H0 ml ecevon ravers en compar, porto tShrcor ura pblacln stefan rede 190 il individu {hone dats propeconads por Finley, pero que ambien S ‘ eVictor Ehrenberg Eas, pci pp. 66, queda ambien seas de Arnold Wycombe Gomme, The Popuat of Athos nth Fifth and Fourth (Conti B.C, Oxon, Blackvel 1933> % CICLO LECTIVO 19621983, vos en cada unidad. Algunos atenienses ricos poseian incluso varios centenares de esclavas, y hasta un millar en el caso de Ni- cias, el estratega de la Guerra del Peloponeso, que los alquilaba a la ciudad para la explotacin de las minas de plata del Laurién. Y in embargo, como recuerda Finley, la esclavitud nunca tuvo en Grecia la amplitud que alcanz6 en Roma. Alli, pese a todo, los ‘censos muy precisos de la poblacién dan proporciones de escla- vos sumamente escasas: en 225 a.C., por ejemplo, al comienzo de la Segunda Guerra Pinica, en todo el territorio de Italia habia 4.440.000 hombres libres y apenas 600 mil esclavos. Detalle un poco anecdtico pero interesante: un esclavo adulto valia en promedio alrededor de 160 dracmas, 0 asi al menos nos indican las inscripciones sobre una venta de esclavos en 414 a. C.? Comparese con el salario medio de los obretos que trabajaban en cl Brecteién en la misma época: 1 dracma por dia. Un esclave cos- taba pues 160 jornales, 0 sea, unos 26 mil francos, si nos entretiene actualizar las cifras. Pero si quisiéramos hacer los cdlculos tor mando el precio de los abjetos como base llegariamos.a resultados diferentes, Lo que impresiona, en todo caso ~y encontrariamos el ‘mismo fenémeno en los comienzos del periodo capitalista-, es hasta queé punto el ser humano es barato si se lo compara con los ‘objetos: en Roma, a fines del siglo 1a. C, se podia ofrecer un es- lavo a 2.500 sestercios, esto es unos 7500 francos, y 1 kg de pan costaba 1,50 sestercio, es decir su precio actual 4,50 francos. sta es entonces la situacién general: durante el periodo ar- «aico,y si dejamos de lado a los ilotas de Esparta y otras catego- Has similares, la esclavitud esté muy poco difundida en Grecia, y ‘caso sea incluso més © menos accidental desde el punto de vista ‘econémico. Luego cobra mayor importancia con el desarrollo de la actividad econdmica, las guerras los prisioneros, las incursio- "Vase Michel Austin y Pere Vidal Naguet, Enon ct ois... op.cit, p. 309 y 310, datos tomas de Rusell Meigs y David Lewin A Sebel of Grek Historic Inscriptions ote End of he Fits Century B.C, Onto, Clare don Press, 1969 SSEMINARIO DEL23 DE MARZO DE 1983 7 nes. En la Antigtiedad, en efecto, se produjo algo andlogo a la feat de negrosen Africa, donde, sien verdad fueron los europeos {ulenesonpanizaron el tric hacia América y diezmaron deta thodo las poblacionesafrcanas, los que se encargaban de lacap- tura eran las msde las veees ls propios eyes yjefesafricanos; por lo demas, lo habian hecho antes en beneficio dels traficantes {rabes, que habfan instalado factorias de esclavos en la costa ‘oriental y hasta Madagascar. De igual manera, Herédoto® cuenta [que ls reyes tracios vendian a sus sibditos como esclavos a quie~ tes tenfan necesidad de mano de obra. La colonizacion también ppudo contribuir a Ia extension de la esclavitud, aun cuando no haya, por ejemplo, rastros de servidumbre de ls poblaciones lo- «ales en Sila, donde los colonos se casaron con mujeres siculas y promovieron de ese modo la mezcla poblacional. Compra de es- Elavos, servidumbre de los prisioneres,incursiones en las poble- ciones locales: la cantidad de esclavos aument6 asi de diversas rmaneras, segtn los lugares, durante todo el siglo via, C. En ese poco, Quios eraal parecer un centro importante del comercioin- temacional de esclavos. Mis adelante, en la época romana, tom6 el reevo la isla de Delos, cuyo estatus de santuaiofavorecis cu- riosamente el tio. De tal modo, hacia 480 a. C, es deci, vein- tiocho ais después de la reforma de Cistenes y justo en los ini- cios de la Segunda Guerea Médica, llegamos en Atenas 2 las siguientes cifras: de 30 mil a 40 mil esclavos para una poblacion libre total de entre 80 mil y 140 mil habitantes, 0 sea, una propor cm de 143035. Sin que los esclavas, pese al aumento constante desu nsimero, leguen a ser nunca mayoritarios. Y ésa es toda la diferencia con la articulacién socal y lo que llamamos relaciones ‘de explotacién en las sociedades modernas, donde los explotados forman una clase y son ampliamente mayoritarios, frente a un sector de explotadores dominantes. La imagen muestra enormes variaciones de una ciudad a otra, pero la situacién en el Atica " cHerédot, Historia v6 * CICLO LECTIVO 1982-1983 debe verse asf:un pequefto ntimero de ciudadanas ricos, una ma- yoris de atenienses libres pero pobres y un grupo de esclaves, Precuntas _Cémo pus ser gue no haya habit yt ido opesicion entre ls eslavos? aiden de autonomia no fue contagioea? san ehe me Esta es sin duda una cuestin muy respuesta. Hay algo absolutamente certo ‘ert: en contraste con lo que aso en Rom, en la Grecia clisic no habo jis revueltas deo lav. ese que algunos huany Theis sna lo hicieron en masa durante la Guerra del Pelopon ue los espartanos tomaran Decelia, una aldea una posicion estratégica, més de 20 mil esela para escaparse. de ci historia de a humanidad no esa israel cha de cases. En primer lugar, porque no hay clases por doguier “a al siquieradivisiin socal en td caso, no ls hay en el sentido fuerte del temino. ¥en segundo lugar, porque donde loa hay, este hecho no entrafta autométicamente ni con mucha fen, uence un lucha contr el oxen extableido, Una dels tras wuellas de una impugnacién en el mundo griego ee muy toe En 138, tal rey de Pérgamo, muctey lege see a Pueblo romano”. Un tal Aristénico, medio hermano de Atslo, cu one entnoe aa cabeza de una gran revue popular que une Pobres yesclavos. Una revuelta también sorprenctente en eusnia ontena al parece, un proyecto ut6pico de revlucién socal, nica cr un Help “ad dels 4 los insurgentes el nombre de Heliopolis Se vineul6 sn fst esos orignario de Camas Cpe ag importante, pero no tengo la la incluso que reso: luego de del Atica que tenia Wvos aprovecharon “vy dio 145 con Cayo Blosio, fntimo del "Tce, Mitre del Guerra del Paloponeo, i, 38> | | | ‘SEMINARIO DEL.28 DE MARZO DE 1963, ~ payor de los Gracos, Tiberio Graco. Digo “al parecer” porque se Fam encontrado monedas con el nombre de Eumenes IL, y nunca hrabo un Eumenes Ill en el linaje de Pérgamo. Se sospecha enton- fee que Aristénico, por otra parte hijo natural de Eumenes I 3 Se Bumenes Ill ~degeneracién de la revolucién...~ y que hizo ‘seufiar monedas con su nombre antes de tomar el poder. No tuvo tiempo de hacerlo, po lo demas, ya que la revuelta fue aplastada {los romans lo ejecutaron.9® Agreguemos que, aun en el mundo Jomano, las revueltas de esclavos jamés tuvieron como meta el ‘uestionamiento del orden social instituido; siempre se trata 0 de tomar el ugar del amo o simplemente de liberarse. Tin cuanto a su pregunta acerca de la autonomfa, todo lo que ‘puedo decires que esta creacion politica se hace en Grecia parale- famente a la del ciudadano y en ligaz6n con ella, significaci6n ‘maginatia al mismo tiempo que nocién politico-juridica. Los ciu- Hy tantos otros ejemplos... Tomen la revuelta de los esclavos en. Sicilia" en el siglo 1, contra los romanos: el jefe de los insurrectos 2» 2 SVeaae Mos Finley, La Sie antique -s9p. i, pp. 15 ys8> 2 CICLOLECTIVO 1982-1985, s proclam rey,tenfa sus propioseslavos y combat los ejrc- tos romanos. se ese infuj dels sigifcaciones imaginarias. Sobre Aristéelesy los ilotasen Esparta.> En cierto sentido, el desvelo ante una revuelta de los ilotas dete 'min6 toda la historia de Esparta. No olvidemos, con todo, que los ilotas eran casi diez veces mas que los espartanos libres, por un lado; y ademés, que cultivaban sus propias parcelas, pagaban c&- ones ala ciudad o a tal cual espartano, pero no podian ser ven- idos en el mercado de esclavos. De un modo u otto, es diferente. EL historiador norteamericano Strayer, en un libro sobre los origenes del Estado moderno, dice que la diferencia con la polis griega tiene que ver ‘con el encuadramiento del terrtoro el dominio dela poblacin. Cua 55 opin? 2Y qué sucede com la iden de fuerea en ese contexto? Conazeo el libro de Strayer pero no me acuerdo de la distincion, que usted menciona. Ahora, cuando se habla de encuadramiento ¥y dominio de las poblaciones, se hace referencia precisamente a lun aparato de Estado. Es cierto, entre la polis griega y el Estado ‘modemo hay un eslabén intermedio que no debemos olvidar: el Imperio Romano, que es ya un fantéstico aparato burocrético que Ja Iglesia cristiana no hard més que caleat. Al principio, ese en- ‘cuadramiento del territorio del Imperio se hizo como en simbio- sis con un mundo mediterréneo constituido por millares de ci dades. Hasta los Antoninos, esas ciudades, esos municipia, se insertan en la organizacién imperial sin perder cierta autonomia local. Con la decadencia del Imperio, en el siglo m,y la relativa desaparicién del papel de las ciudades, se impone un nuevo en- 2 joseph Strayer Ox Maal Origin ofthe Mode Sate 97 Pas tog Pio Ue Prey 10 ta Oia mae de Ft Pao, 199 ep Sb lr ales Eas demo, Barcelona, Ariel, 1986).> is SSEMINARIO DEL 28 DE MARZO DE 1983, 8 cuadramniento, que al fin y al cabo, sin embargo, va a fracasar por Ia intervencién de otvos factores:invasiones, desarrollo del colo~ rato... Pero para renacer en la Edad Media y convertirse en el Estado moderno de la monarquia absoluta. Yes este Estado buro~ cratico el que sirve de modelo a los modernos para pensar una entidad politica, _:Cémo conciiar el cardctr ireductble de la fuerza y la coluntad de fautonomia? [Et hecho central en bruto es que toda constituci6n e insitucién de la sociedad, si debe encamarse, implica la fuerza. Que puede adoptar rastros muy diferentes, claro ests, y no es obligatoria- mente fuerza material, Su dimensién central, pero ala vez sit mite tiene que ver con la manera como la insttucién se impone a los individuos, a quienes fabrica como sujetos de la sociedad ddada, mientras es deja forzosamente cirta libertad en esa confor~ rmidad, que puede permitiles legar hasta la impugnacién de la institucin, Pero esa fuerza adopta también un aspecto més res- tringido y formal: toda sociedad implica reglas, leyes, y por lo tanto un poder para hacerlas respetar y castigar las violaciones. No se puede tener una ley y al mismo tiempo decir: es absoluta- mente indistinto que esta ley se aplique o se vile. En tna socie~ dad relativamente libre y homogénea, sin conflictos demasiado ‘agudos, puede bastar con poner en vigencia la regla mayoritaria Pero hay que advertir que la mayoria sélo se impone porque es vvirtualmente Ia fuerza, Anclaje en la realidad que no es en modo ‘alguno tna garantia, ya que ese régimen mayoritario puede ser derrocado por una fuerza més grande, la de los militares, los fas- cistas, etc. Y si quise destacar,en el pensamiento politico de los antiguos grieges, la importancia dela idea de fuerza, fue por opo- sicin a su disolucin en una buena parte del pensamiento poll- tico modemo -no siempre, no sucede asi en Hobbes, por ejem- plo-a través de deducciones a priori sobre los derechos naturales, Jos derechos del hombre... No: toda institucién debe imponerse, y 5 CICLO LECTIVO 1982-1983 sa imposicién pasa tambign por un poder que permite apuntalar tao cual ley restrieciones, sanciones. Apt deny en ance toy ‘instauracién de otra relacién con los otros. ie Es una superacién de la fuerza en cuanto fuerza fisica, pura vio~ Jencia material, Pero, para llegar aesa situacién, hace falta ademés ¢lapoyo de una porcién tan importante de a sociedad que lleve a Ja oposicin a ese estado de cosas a bajar los brazos y aceptar ser ‘oposicién tinicamente dentro de las reglas del juego politico im- puestas por la mayoria, XVI SEMINARIO DEL 13 DE ABRIL DE 1983 PRosEGUIMOS Hoy nuestra discusién sobre los relia en relacién con Ia insttucién de la polis. Hemos abordado la cuestién de los Jazos entre lacolonizacién y el nacimiento de la polis, y sefalado la concomitancia entre esa “polisgénesis” y la constitucin de la falange hoplitca, que implica la idea de una colectividad de igua- les; y hemos mencionado también el problema de la esclavitud. Nos quedan dos puntos importantes: las luchas internas en la ciu- dad, los enfrentamientos entre el demos y los oligo, entre el pueblo + cierta aristocracia, que son el vector de las transformaciones po- liticas,y la cuestion oscura, compleja y controvertida de la tirania, [Examinaremos esta tltima en su fase inicial, un momento en que €l término todavia no tiene la significacién que adquiriré a conti- ‘nuacién, la de un poder opresor y arbitrario; en el caso tipico, el ‘grannos es un jefe del pueblo, sostenido por éste, aunque casi siempre él mismo sea de origen arstocrético, que reduce el poder de la aristocracia al instaurar una especie de igualdad. En los hhechos, ms adelante podré tratarse de una igualdad ante la arbi- trariedad e incluso ante el terror, en una dialéctica bien conocida cn los tiempos modernos: la palabra “tirania” adopta entonces la signficacién que le conocemos. Volveré a todas estas realidades concrotas. Pero, antes de ir mis lejos, me pareci6 que sera itil y hasta esencial detenernos en las ideas principios, las significaciones imaginarias politics cen- trales que se crearon durante ese periodo: esto nos evitaré perder- ‘nos en una masa de detalles histévicose institucionales.Esos prin- ipios, entonces, surgen a lo largo de dos siglos y medio, desde 750 hasta el siglo va. C. :Por qué 754? Porque es la fecha probable dela fijacion de los poemas homéricos, y ademés porque, como ya les he dicho, ese inicio del muy importante movimiento dela se- 6 86 CICLO LECTIVO 1982-1953 ssunda colonizacién, en Sicilia y el sur de Italia. Ahora bien, en {6505 dos casos, si mi interpretacién es justa, ya encontramos las semillas del movimiento democrético: los poemas homéricos es. tin penetrados de signficaciones imaginatias que no correspon. den a la época que el poeta presuntamente describe (el mundo ‘micénico) ni ala que describe en los hechos (la edad oscutra, los siglos xt a 1x aC.) sino a aquella en que él vive;!y las colonias son fundadas por grupos procedentes de algunas comunidades de Grecia propiamente dicha o de la costa occidental de Asia Me- ‘or que asu llegada al nuevo terrtorio, se auloinsttuyen. Es decit ‘que, como ya lo indiqué, si~conforme a todo lo que sabemas~ ex- ortan de su metrépolis los dioses, la lengua, las costumbres, las concepciones sobre lo justo y lo injusto, para todo el resto estable- cen en general sus propias leyes, aunque se inspiren, como es na tural, en las del pats de origen. Cosa que no va de suyo, como lo testimonia el ejemplo de los fundadores de Nueva Inglaterra Lagregado en ef manuscrit: el Covenant}® 9 el de Australia. Lo re- pito: no se trata aquf de hacer la historia, sino de identficar una serie de signos muy importantes, reveladores, tanto en Atenas como en otros lugares, del comienzo de un movimiento del demos. Les recuerdo brevemente sus grandes etapas. Ante todo, en Ate. as, desde el siglo vise elige a ciertos magisteados; 594: arcon- tado y reformas de Sol6n; 570: en Quios, una inseripcién mens ciona una boulé demosie, una asamblea deliberativa sobre los ‘asuntos del pueblo, Luego, en 510, tras el gran interludio de lati ‘ania ateniense de Pisistrato, derrocamiento de los Pisstrétidas, ‘sus hjos. En 508, reforma o, mejor, revolucién de Clistenes, que funda efectivamente la democracia, Como es légico, este movi- ‘mento de institucién democratica va a proseguir en el transcurso dl siglo v, a través de diversas medidas tomadas peridicamente para ampliar y consolidar el régimen. * 0 cicio Lectivo 1992-1983, fen que se autogobierna. Ya tenemos aqui una doctrina, no de la stparaciGn sino de la articulacién de los poderes, y bajo una forma ‘que evita la mistticacin politica moderna que conocemos desde. cl siglo xvi, con Montesquieu. Los modernos dividen el poder en las ramas legislative, judicial y ejecutiva; pero la divisin estable- «ida por Tucidides, mucho més justa,distingue en el poder las fun ciones legislativa, judicial y gobernante. Puesto que hablar de un poder “ejecutivo” equivale a escamotear la funcién indeterminada inherente a todo gobiemo, consistente en decidir en las situaciones fen que las leyes no preseriben ni prohfben nada. Cuando un go- biemo declara la guerra, no ejecuta ninguna ley; acta en el marco de una consttucién que le otonga ese derecho, segiin modalidades diferentes (en Estados Unidos hace falta un voto del Congreso; en Franca, un voto de la Camara). Lo que en nuestras dias llainamnos poder ejecutivo amalgama en los hechos ese poder propiamente subemamental y una funcicn administativa ~ésta realmente eje- ccutiva-, que consiste en llevar 2 la préctica opciones definidas en sus lineamientos generales por I ley. Luego, junto a esta definicién griega de la soberania de una ciudad, encontramos como cortelato una definicin del ciudadano, que Aristoteles daré a continuacién en la Politica, tratado que data de la segunda mitad, sino del tlkimo tercio del siglo 1v a. C. (hacia 335-390 a. C.), pero que traduce toda la préctica anterior (Ya les he dicho por qué considero a Aristteles un filésofo del sig va. C.) Asist6teles define pues al ciudadano® como aquel que toma parte en eljuicio en el sentido judicial (rss) y en el poder (arth). Cosa bastante sorprendente cuando se sabe, por otra parte, que la defini cin central en é plantea que el ciudadano excelente es aquel que sabe igualmente gobernar (arklein) y ser gobemnado (érkhesthai). ePor qué, entonces, esa otra definicién? Volveremos a esta frase ‘cuando hablemos de la flosofia politica de AristSteles; sea como { S Aristotle Polen, 127596 ‘bi 1, 12774 10> SSEMINARIO DEL 13 DE ABRILDE 1988, a fucre, creo que podemas ver en ella la influencia de la prictica de ‘Atenas sobre este fil6sofo, que pasé en la ciudad gran parte de su. ‘ida, y en particular la ultima etapa de su carrera, periodo al cual conesponde la Politica. De hecho, desde el siglo va. C, pero sobre todo a partir del siglo va. C,, hubo en Atenas un desarrollo im= portante del poder de los tribunales, al mismo tiempo que del po- der de la asamblea del pueblo (Ekklesia). Podriamos pensar aqut {aun cuando no pueda tratarse de una verdadera comparacién) en Toque se dice actualmente con respecto a Estados Unidos: no seria {also afirmar que Atenas, a partir de cierto momento, tendi6 a con- verlise en una “democracia de los jueces”, con la salvedad de que stos no eran profesionales. Las mismas personas que sesionaban enla asamblea volvian a coincidir en los tribunales,y estos iltimos tenian considerables facultades. Tal es pues la definici6n, a la vez te6rica y efectiva, de la de~ :mocracia como soberania de la colectividad. Lo esencial esté aqui en la palabra auténomos: aquel que es soberano en cuanto a la ley, {que formula sus propias leyes, lo que yo traduzco por “autoinsti- tuyente"; autonomia y autoinstitucién vienen a ser lo mismo. {Cues son los limites de esa autoinstitucién en el mundo griego, yen particular en Atenas? En principio, no los hay. En ninguna parte se afirma que, sobre tal o cual cuestién, se excluye a priori {que el demos legisle. En los hechos, sin embargo, la autonomia aparece considerablemente limitada: hay toda una serie de émbi- tos que la legislacién ateniense no toca <...>, Pero al hablar de este modo tiendo, por asi decirlo, la realidad historica de esta 4poca en el lecho de Procusto de nuestras propias exigencias en ‘cuanto a lo que deberia ser una sociedad autnoma, cosa casi tan absurda como preguntarse por qué Arquimedes no invent6 el céleulo diferencial. No lo invents, es0 es todo, aunque con el mé todo del agotamiento haya estado cerca de hacerlo. No hay que ‘preguntarse por qué, aunque sea una tentaci6n inevitable. Yen el caso presente, la tentacién es tanto mas inevitable cuanto que nos ‘vemos frente una sociedad donde se manifiesta constantemente cl cuestionamiento de lo que hay, con la interrogacién teérica y 2 CICLOLECTIVO 1982-1989, etic sobre as razones que cen que sa edad seas no de oa manera Por consguint, hay sin dda lites oe toinattucin demoersten en rei, sobre lode un linen ‘al por dco de agin nod adefnicin decompo deck, anes Teneos que volver eno poe es una cestion tea importa yn ao en el plan dels hechos hte, os ara a Antgiedad rig, sino en se squien eo adedongy Contariamente as tntros que seesuchon au cals en, fn pfs modern, por democitie que ay, econo cléusula que estipule que “todo bi i no 8 “edo biped partantcocudadano™ La verdad esque son eudadanos quienes donen ss dovamene ued y nde seen on crtescene ions: ora el problema de loser tomes : | Yes bien sido que enlistees son suman trictivos: son ciudadanos los adultos libs = ®adulos varone ie. Ea clog. "por lo dems, comesponde en ines gentle ac opie. (Viole Lora onion a veces cntade este ten Peto, rsneamenteen mi opin) En stray ae elo ps el aspirant ala ciudadani eng al mens a peepee soe sens y lego tar ua reformed en epoca de Pet cles que sus dos padres lo sean. Esta westilontotvamente tardies dgna denote lito preguntas eudes fron sos motes Se rest, adem an ct gu hl ara que le dos pies sn teins? Qu usd presen sus dos progento tes espactva, au vez timbien Io sean, yal vues Pero entones gun cael primer atnense? Toney isn, aly de eres alae: todos len inmigrates carga thee ua son automacamentecudadanon aces Ou face fata prague una madre sen juda? En este ano nose ade ca Benet invoca la reidenciaen sacl se dir ues pre oc elim hay eid amare ily snore Poca poco hasta Sas o ve sudan ote ep ne aeiee, portant, aie ene an decomento que pra sv cidade cedodanoen rarco de las leyes en vigor leyes que han sido voted por auenes ya ern cidadanos de confrmided con uns conctc, SSEMINARIO DEL 18 DE ABRIL DE 1963. 98 «didn promulgada, por su parte, por ciudadanos. No hay ninguna jroma en todo esto. Asi como en matemstica hay grupos de axio- tas que permiten sostener todos los razonamientos, es menester fpelar aqui lo que Hans Kelsen lama una “norma fundamen- tal’; @ despecho de su positivismo, Kelsen vio con claridad que ‘esa Grundnorm no puede ni deducirse ni,a decir verdad, fundar- Se! Hay por fuerza un momento primero en el que se decreta iquiénes compondrdn el cuerpo de ciudadanos, el cuerpo politi ‘amente soberano, Por supuesto, lo que se decide con ello puede ‘ser mas 0 menos restrictivo; hemos visto que la definicién ate- niense nos pareeia muy estricta. {En qué medida debemos considerar los criterios de pette~ nencia al cuerpo de ciudadanos como algo absoluto? Haré al res- pecto algunas observaciones répidas, pero habré que volver. Ante todo, en Atenas no encontrarsn a nadie que quiera dar una justifi- cacién racional a esa decisién. Los atenienses son hijos de padres atenienses, y punto; son libres, es un hecho. Habrian podido ser esclavos ¥ algunos lo fueron, Segtin ciertas fuentes, Platon habria sido vendido como eselavo y luego rescatado por otto filésofo.* Todo ateniense sabfa que en la guerra, sino lo mataban, podia cnet prisionero y quedar reducido a la esclavitud. Por regla gene- ral, nadie puede ser esclavo en su propia ciudad, pero si puede setlo en otro lugar, Por lo tanto, ser esclavo o libre es ala vez un eslatus juridico y una realidad que depend de una situacién de hecho. Como les he dicho, considero que el verdadero funda- ‘mento de esa realidad en la mente de los griegos es la fuerza, He ‘éclito lo expresa de manera admirable cuando dice que la guerra “ha hecho a unos esclavos y a otros libres" Esta claro que esas ivisiones entre hombres libres y esclavos, ciudadanos y no ciu~ + evave sobre todo Hans Kelsn, Rene Reser, Vina R Deaticke, 1934; tea fs Thor pure du rot, Pais, Dll, 1962: 00d: Fats, allo, 1989 tad ‘sp Torta pura el derecho, Buenos Als, Eudeba, 1997] eveaue DiigenesLaecio, Vidar y pions des lo sins, 38-2.> > Siri frag. 8, ed. de Dice Kranz. Vesse Cornelius Castoriadis, LQHG 1, pp. 78y275> oe CICLO LECTIVO 19821865, bert del ciudad. De todas mancrs las nedideg eet Poco frecuentes; y esto es mucho mas sorprendente por el hecho pile Piezafantistcamente divertda,cuya itriga se basa en la hipdte. | | ‘SEMINARIO DEL 13 DE ABRIL DE 1983 95 tonces de una utopia en el sentido de a imposibiidad radical, una potesis puramente contrafictica, pero que permite cantare cua~ tro verdades ala sociedad humana existente y en particular a los enienses. O bien podriamos relacionar La asambla de es mujeres con el discurso contemporéneo de los sofistas; en ese caso, la inter- pretacion “utpica” es insostenible. Personalmente creo que Aris- féfanes es demasiado ambiguo para poder reducirioa esta alter~ pativa, Ami juicio,juega con el eco que podian tener discursos muy excéntricos pero que crculaban en eonereto por la ciudad, en tf 4gora, aun como posiciones radicales, subversivas, de cierto fi- Tssofos calificados de locos, y que, al retomarlas, Arist6fanes r- diculiza. Esta pieza, desde luego, contiene una relativizaciin muy ‘extremada de todas las instituciones existentes. El discurso de Praxdgora, la heroina principal, ante la asamblea de las mujeres, es racional de cabo a rabo. En él incluso encontramos esbozado un tema muy actual, que Aristfanes desarrolla mas en Lssrata, otra pieza de tema “feminist”, a saber, que si las mujeres gobernaran, Jamas habria guerras. Tenemos aut un hecho literati a interpre- tan y habria muchos otros, como todos ls parlamentos en Burl- pies acerca de los esclavos y las mujeres. Comoquiera que sea, cenla legislacién el estatus de las mujeres y los esclavos se man- tiene practicamente intangible: estas dos categorias no forman parte dela colectividad politica, como no sea através de su perte- nenci al oes, vale deci, a una familia un household, un hogar en. sentido que le da el uss [Institut National dela Statistique et des Btudes Economiques} una unidad que se consagra ala repro- duccién de la vida material y que, en consecueneia, abarca mismo a las mujeres, los hijs y los esclavos. ‘Alli tenemos justamente otro hecho que nunca es objeto de un verdadero cuestionamiento: el régimen econdmico. Desde Iuego, se sancionaré una multtud de reformas econémicas, que comienzan con Solén® y su famosa sesditheia, medida de abol- cin de las deudas o de a servidumbre por deudas, tomada hacia 596 a, C.en favor de los campesinos pobres que, a causa de su en- deudamiento, habfan sufrido penas de prisién equivalentes a la 6 Cicto LECTIVO 1992-1983, esclavitud, como los hectémoros, una suerte de siervos que proba: blemente debian al propietario del suelo un sexto (hekton) dela cosecha. Pero es cierto que en Atenas nunca hay un cuestionay ‘miento fundamental del régimen de propiedad que promuera luna redistribucién, Si los efectos politicos de la desigualdad ee ‘émica se corrigen, no se ataca la desigualdad, la diferenciacigy econémica coma tal Hag aqui un parentesis sobre la posicién de Hannah Arendt. Todos habrén leo, o leersn, ese libro fundamental que es The Hu. ‘mans Condition (La condicén humana, tulo mathadadamente radu. cido en francés como Condition de "homme moderne" cuando se trata del hombre en general, y en particular del hombre antiguo. ‘Les resumo la tess fundamental de Arendt, pero seria preciso vol, ‘ver tratarla. Para ella la grandeza de la concepcin griega de la Politica consisti6 en separar por completo lo social de lo politico, ddejando de lado lo que ella lama el eimallaborens, es deci el se hhumano en cuanto trabaja: en cuanto trabaja en el sentido de parti- SSEMINARIO DEL 15 DE ABRIL-DE 1983 ” ler de carga conel ad dela cst soi qu pro- mae hblace no Hee ugar pon Asc vevohucion Norteamericana, que acompaa la Guerra de Indepen- ret ts Revoluen Ponca Ena Revlon Net sree precupecn comin fos los scores cudadanes =timos y aclvasu hombres célebres(eflerson, Madison, ante) etter una ccna oie un coo roy ogualar as condiciones vals yeonica0 ‘Seria scte dos pobre Alcona, logue envenens Tate ecomieno a Revolucn Frances fr ea peocpason Slvtrs pola contin scl yas oscones cons rape Garde oe cudadanesqueinpidgelestablecinent de una ver tre conn pti Ne tron qu eng por Hannah Aven exo noe pide op ferme radiant sea interpreta, ate ol dese! panto Geri deo echos en lo conceniene a Estados Unidos ra Chelan qu viene vlveremos a able de ell con referencia a Indameerodnenel mundo modo) leg, sobre todo asa deau'maera de delta lo plc lo soc Su dtiitn ex lav dl dominio plc por aspiacion al mconoiienoy tI renombre deja de ladon spect fundamen qu aint tn dea olde su desvaoriacion del bo dea rode ‘Syl brain cami entender, erne nt plea come Fledtomente Feo co verdad qu, hablar, Arendt Wade ton exact na realidad qu et present ena agua rec Su pein fn en mi opin ss eta de a pollc om ta cefunta como interprenion dea anera en qu siege, en ‘locas scene ala com Enel, is cide pe ramente produces sn pan ells un dita in ier, ban So'reoma de Ate el ani Sc tee Por pate eos actividades oom sin decd son CSmpltaments acl elresan sms bands" ue : trad fe, Pat, Call © eae Hannah Arendt a (98 tae Ps Call ard col Les xsi 1967 [ad exp: Sebel mln Mads, Anza, 198) * CICLO LECHIVO 1982-1983 campesin pus tito essen contact cnn price na Facer en ro send, con lpn mena ue caneen «std sometido por entero a una realidad menor, artificial, con a fin de satisfacer necesidades generalmente poco apreciadas. Esta visign’ del wa para a cua a verdader tera humana spon ac Poner del propio tempo, no estar atdo aan wabjopecny Bata, com demos nesotsgaarela vide ene eens nla Grn yen agin end, a demecac sy se esabloeprecamente conta ea den, gue mpegs mina sexed en conjunto como kn exerts dea dso Fae Brite movimiento democrsio constr en dr denser ticos a los campesinos y los artesanos de la ciudad. fsa es la situa cin ea en Aten: Aisles, qu esc a potion cre buena naa iden de ques conpesnostengan deceptions Peroen les delasartanos aces prem poblonaing De manera general en concep eg hy enter an Sisto my erate de oso lo eon yea semodica cuando se ta de poner contusions sie ies dos deetabecedippenitonesepctensprnperisccerar cen aati pote clctv Fam real nc dees au, desde nest puto de vista de modern, ny cons oa stuacis porn doen otiga re adeno ne lca fetvaent a iertady Ia guldnd cadena go ep Bromo sconsatan striate ibe) eons ten dad dela ey pate) pero por ot no se pct Jer gis ins tare iertad en un send eatin Ratieaa mas on "era yeni In des hombres ibe alevarn seep stud ios hombres ya eran bes en contrast cn los coat tambitn ean eo stead, ene medida en guna dos todel cero de cudadanos, pus ser veridocomoecteoney Su propia ded. Lo mismo ve paral guldad oe once Incomplet expansion deloqucntiuyeToprpiode dacs " cAtistteles, Pty, 127127845 a SSEMINARIO DEL 13 DE ABRILDE 1989 * gano,a saber, la participacin igual en el poder politico. sila ci Sat puede tomar medidas econémicas que afecten asus miembros, sr inicamente,insisto, para asegurar esa igualdad de participacion. ‘5 consideramos ahora el contenido de esa democracia y su manera dearticularse creo que debemos abordarlo esencialmente ‘Jeade tes perspectivas principales. Nos preguntaremos, en pri ‘ner lugar, qué es el poder de la colectividad y cémo se ejerce.™? fn segundo lugar, en funcin de qué se rige: en otras palabras, si hay autonomia y, al margen de las imitaciones de las que hablé hace un rato, cudles son lo limites de ese poder; esto es, cémo se ‘enfrentay resuelve el problema fundamental de la democraca, el dela autolimitacion, Por sltimo, qué puede decirse de los objet las finalidades de esta institucion de la democracia Elpoder de la colectividad de los ciudadanos varones adultos y ibres se define en principio por la participacién de todos, concre- tada a través de disposiciones insttucionales. En primer lugar, la _Ekilesiala asamblea del pueblo, encargada de votar las leyes yen ta cual paricipan todos los ciudadanos. Aut habria que hacer una dlistincion formal entre nomoi y pepsmata, leyes y decretos; ya nos ‘cuparemos de ella En la Ekklesia, todo el mundo tiene derecho a hablar y proponer esta oaquella decisién. En Atenas, la asamblea se retine en la Pryx; debe celebrarse, salvo circunstancias excepciona- les, en ciertos dias fos. Por otra parte a Boul consejo formado por quinientos ciudadanos elegidos por sorteo, tiene de algtin, ‘odo un papel de filtro con respecto a la asamblea, consistente en. ‘general en far el orden del dia de éstay someter a un primer exa- ‘men las propuestas de ley emanadas de ella. A continuacién, en siglo 1a. C, ess disposiciones serdn abolidas de hecho. Aristéte- les, que en la Constitucién de os atenienses menciona ese debilita- miento de la funcfon de control de la Boule vacila sobre el juicio, que le merece la situacin pero termina por hacer una evaluacién positiva al decir que se han llegado a decidir todas las cuestiones © Aristotle, Contituc des tees, 22> 100 CICLOLECTIVO 1852-1985, or decreto (esto es, mediante decisiones de la asamblea, en con. traste con la leyes, que implican un examen previo por parte del consejo),y agrega que esto es bueno, porque “el gran niémero es mucho més diffe de corromper que el pequefio” Con todo, hae bia que expicar este tipo de pasajes cuando se esribe que Arité, {eles no era partidario dela democraca, En tercer lugar, luego de la Flifesiay la Boul, estén los tribunales, cuyos miembros, como en el aso de la Boulé, se eligen por sorteo, con un sistema muy elabo- ado que podriamos deseribir largamente (cosa que por lo demés hace Aristteles); y hay asimismo unas cuantas magistaturas fins, también echadas a suerte, en particular para designar a los nucve ‘arcontes, herencia de los sighos vit y vt a. C. Como hemos visto, de «80s cargos de arcontes quedan excluidos en un primer momento los miembros de a cuarta clase de ciudadanos. Encontramos, por otra parte, funciones que podriamos calificar de puestos de exper {es para los cuales se designaba a los magistrados por medio de cleeciones. El més importante es el puesto de estratega, es decir, jefe de guerra; hay diez, la eleccin ests abierta a todos. En todos «estos puestos electivos los ttulaes, de hecho, son revocables, por ‘que la Ekesi puede despediris e incluso acusarlos y condenarios nel jerccio mismo de sus funciones, cosa que sucedi6,y no siem. pre para bien, Pero la participacién de los ciudadanos en el poder no s6lo festé asegurada por esas instituciones formales, y no se la ve sim. plemente como un desiderstum abstracto: para decirlo de algiin ‘modo, las instituciones formales informales de la ciudad la pro- ‘ueven de manera activa, sin caer empero en la coescién. Lo ha cen ante todo en virtud de la igualdad del derecho a la palabra (segoria,considerada como un atributo de la democraciay garan- tizada por la ley; continuacin, a través de la obligacién de decir francamente lo que se piensa acerca de los asuntos publicos, ha. bar franco (parresia) que, como es ebvio, la ley no garantiza, pero i Ariss, Constitusin dels teins, a2; ease también Poti, 1860 3:35> ‘SEMINARIO DEL 13 DE ABRILDE 1983, 101 gu por tnt yore a lade In ina, es deci el “deshonee, la priva- a rchon cos Son, cunt nists decid ai isa aqua que cuando la cnded aba cividida por un serpin fomaban partido el aporunsia que eperab hasta carve ado soplaba el vent cin mal ello y crc el Teog de pener aus derechos ces Yes ds sigs desputsen UO nb” pronuncids por Pres, dice en forma plc consideramos que quienes nose nteresan en los au Funes son personas no trans, sino absolutamente ines, fattos desde el punto de vista de a ciudad. A esto se sss env partir del siglo v medidas concets pra compensar la des seid des ts pebres do ft apripanen iva poli: sli" y ene a.C) ee sidstico, vale deci, una indemnizacion diaria peribida por Jos cadens papi ena snl oom Ie ie Hy re tener en cuenta que durante ese tempo, el campesino pobre Bsa indomnizacin, destnada a compensa sis pias, dba representarademés una suma cercan al slaro minimo. : ‘Ya dije que la mayorfa de las magistraturas se sorteaban. Este mde de designacén se combina aden con una roti ente {ebus en los cargos ocupados durante un perfodo dado (de hecho, tin poco mas de un mes por afi, porque en Atenas hay diez tribus durante el perfodo clisico), y cada tribu, en cierto sentido, ejerce el poder, con sus representantes a cargo de las magistratras su- promas lo largo de went ysis das. También sucede fo mismo fon la func de “epstates ton prytineon”, que podriamostra- dluce como “presidencia dela Replica”. Cada mes se echa a ' cAristtle, Constitute de sates, 82> ® ora ef lo nen prea gu un habe quer te viene en pie mere pst no po un dada spac pot un ‘odadane itil (Tustdider, Hira dela Guerea del Plapones, feb Rowsel.> m2 CICLOLECTIVO 1982-1983 suere 430 miembros de unn de ls die tbs, que sein os Pritno yada dab elie por sorteo uno dae pore tempers como su pistes ue Durante horas, sane els dea ciudad y personify aul Calg stein Pu sr designad praca ago Si seconsiere el cnjntode Ins mista, con la oly jure, sha elo ys cada ciudadao de Atenas debater pr sortcoal mens deg veces n vida ua fancon publ, Desde lege eras «sss fmciones pias, sobre todo en la Bon pe tbs oe tos tshunales eiquce eons conmimientoscomo asco tenis para la partipaciin en las dscustones de Bey 9 -slpxamente, peru esa partichacien contaye un apeende 2a para el ecco de las magistaturas, Hay gu estore por ots pte el papel de lo tbls yen coped el pata de els i Hla, qu fue el encngad de juegar a Srses ate ta ett compuesto de quinints aces longus ten puede Imare reds, pues prestan amen ane de ade "stars. Pro supapeles muy diferent demas. org ds. Como saben ena lepslacin modern, undo pect Inia de quetsotiminto ot ene de sti ena ll puso toma una iatucin muyanlga-deorigen pee toy notin, Acso también ea mene al econo lo magstadospofesionales. Como sa aun en os plage democtie dese ete punto devita-y net sete Fees «sumo des peor os jurado sngloajoes distance de un poco mis de brad) el undo ct rector pel snuy limited: debe responder la pregunt acy ne tne au ater aa cutn guid rs Sogn vn aay vaca concen, ulanoha mata om ha mad? Seat aoa un sc sobre lo acto emf ancl I clcacion urd a cso cto, nsec en un asileo que faerie deters, ack pen, ncumben ala magistrate permanente hoo, Los pianos eercian colectivamente la presencia del weg wer Ja presencia dela Elsi y de ‘SEMINARIO DEL 19 DE ABRIL.DE 1963. 103 tesde la convocatoria del jurado, porquees elauto de acusacién el {que dibuja el marco obligatorio dentro del cual éste, durante las Geliberaciones y después, tendré que pronunciarse. Se lega asf a tun resultado bastante tipico de los tiempos modernos que es la hipocresia, la duplicidad del jurado. A menudo, si responde sia la pregunta de si el acusado ha matado, se pronunciaré una senten- cia que él estima injustificada en vista de las circunstancias: dice pela. tentonces “no” pensando “si”. Como sus opiniones sor bles el jurado miente con el fin de preservar su idea dela justcia, de lo que conviene hacer con respecto a la cuestién de fondo. En Jos tribunales de la democracia griega antigua no se da una situa- cién asf: en ellos no encontramos ni magistratura permanente ni ministerio piblico;estin presentes el acusador y el acusado, y el jurado esté obligado a conocer a la ver dela cuestién de derecho y dle la de hecho. En consecuencia, el ciudadano ateniense esta la fuerza al tanto de las leyes.¥ esta implicacién va incluso més allé de las instituciones formales; es una cuestién de costumbres pol ticas, Les recuerdo la frase de Pericles: los atenienses consideran que quienes no se interesan en los asuntos piblicos son parésitos, ‘completamente indtiles para Ia ciudad. El término “idiota”,en las Tenguas modernas, viene ademés de idiotes, el imbécil que slo se ‘ocupa de sus propios asuntos, ‘Surge asi, através de todo esto, la imagen de una democracia directa, yentiendo por ello la ausencia de toda distincién/oposi- cién querida entre pueblo y representantes, pueblo y experts, Pue~ blo y Estado. La democracia griega no es representativa. En este aspecto, es menestersefalar dos puntos. Ante todo, la idea de re presentacién no existe ™ Volveremos a referimos a esto con mayor detalle; pero por mi parte, nola veo en ningtin lado, como no sex en Soba estas oposicones, que reapareerén en el Seminario xe, va se Comes Castonadis, La pls grecque ot a ration de la démocatio”, fen Domains de home, Paris, Sel, 1986, pp. 288-292; eed; Paes, Sei cl. Points, 199, pp. 3.264 (ad. esp: "La poi griegs y la creacién dele de moran" en Lo doin del hore, Ls encruass dl brint,Bareeons, edi, 1995]> tos CICLO LECTIVO 1992-1968, el hecho de que puedan designarse embajadores 0 de que alguien siempre tenga la posibilidad de tomar la palabra en nombre de un sector de la poblacién, a cuya cabeza se encuentra, Pero la idea de que el poder soberano, si bien esti en posesién del pueblo, no puede jamés ser ejercido por éste come tal y debe pasar por la me- diacién de sus “representantes’, se desconoce por completo. En se- ‘gundo lugar, la democracia griega no se basa en el principio lec tivo, y el sorteoo la rotacién de los eargos se consideran como las instituciones democréticas por excelencia. Esto es muy antiguo, He- 6doto, con referencia alos trastomos que siguieron la muerte de Cambises, antes del ascenso al trono de Dart, relata esta conversa ign entre tres sétrapas persas acerca del mejor regimen politico,” cosa poco cree en ese contexto; se trata més bien de una discu- sign griega que él deci insertar ali: Otanes, que defiende la de- ‘mocraca, la define por el sorteo de los magistrados. En definitiva, s¢ restablece la monarquia, Dario se convierte en rey y otorga a ‘Otanes y su familia el privilegio de no someterse al monarca ni 4 sus leyes: formarsn una entidad auténoma en el Imperio Persa, Porque no querian ser gobernados sino gobernaban ellos también: ‘gualdad del gobemar y el ser gobernado, Esta manera de ver per- siste atin en Arist6teles, que califica expresamente la eleccién de Principio aristocrstico Cosa evidente, por otra parte. En efecto, nadie se presenta a una eleccién diciendo: eljanme, soy el peor de todos; dirs: eljanme, soy el mejor, drstos. En ese sentido, el princh pio de la eleccién es sin duda aristocritico. Podria objetarse, claro, {que jugamos con las palabras: los Aristo’ no son s6lo los mejores en el sentido cualitativo, también son, como en la acepcién moderna e “aristécrata” os miembros de familias antiguas o rcas, que for- ‘man parte desde hace més 0 menos largo tiempo de una oligarquia, Pero esta situacion no cambia en nada la naturaleza del principio, {Lagran tradicién de a filosotia politica conacia bien todo esto. Sélo a partir del siglo x1x olvid6 esta verdad elemental: Ia autén- cHerédot, Histor, 0; vans * cAristbeles, Poi, 130d y$> sto volumen, pp. 91 y > SSEMINARIO DEL 15 DE ABRIL DE 1983 1s tica democracia es la democracia directa; la democracia represen- tativa no es democracia. Y no se trata de una disputa de palabras, hay razones de fondo que ademés son archiconocidas. Esto era sa Dido al menos hasta Rousseau, e incluso hasta Benjamin Constant [No voy a repetirles la famosa frase de Rousseau sobre la libertad 2 eyéase el seminarionv, nota 12> 106, CICLOLECTIVO 1982-1983 Ssucesivo, serén ellos quienes determinen el marco dentro del cual se discutirén las cuestiones, y eso es dala posibilidad de influ en ‘gran medida en las respuestas, Aristételes era plenamente consciente del fenémeno cuando dlecia que el pequero ntimero era mas corruptible que el grande. Fa su lenguaje,corruptible quiere decir: ue apunta a su propio interés y no al de a colectividad: y su observacin se aplica al sistema re. Dresentativo, que entraia la constitucién de una categoria aparte de representantes. No por casualidad, cada vez que se produjeron ‘grandes movimientos revolucionarios o reformadores de la socie. dad, en el auténtico sentido del término, comenzaron casi sn excep. ci6n con un impulso de restauracién o instauracién de la democrn- cia directa. Ast sucedié en Ameérica del Norte, con las asambleag comunales y municipales de Nueva Inglaterra en las décadas de 1770 y 1780, os famosos foun hall meetings: esas reuniones de todos los ciudadanos en wna asamblea habilitada para tomar decisiones son elorigen de lo que ain subsiste en materia delibertaces munich Pales en Estados Unidos. Ocurri6 otro tanto con la secciones patisi- ‘nas durante la Revolucin Francesa, y también, y sobre todo, con las «reaciones de la clase obrera, Les recuerdo que, en las primeros sin. dicatos inglese, los responsables eran designados por rotacin: no 4querfan el principio electivo. Y tanto la Comuna de Paris como los consejos obreros o los séviets tuvieron siempre por principio, no ‘6lo a eleccién de delegados o comisiones de delegados, sino ade- ‘ns Ia revocabilidad permanente de éstos. Podriamos desarrollar ‘mucho més extensamente la problemstica de la democtacia directa en las condiciones modemas, pero no es nuestra intencién hacerlo ‘aquf: me limito a destacar estos hechos porque la presuntafilsofia politica contemporénea los omite con demasiada faclidad. No lo hacia Hannah Arendt, cuya profunda simpatia por los sviets y los consejos obreros,ineluidos los ce Hungria en 1956, es conocida: En Sus esritos sobre el tema puede verse que, si esas instituciones, a sux * SSEMINARIO DEL 15 DE ABRIL_DE 1983, ww drs sociedad humana tiene sin duda una especie de naturalidad. Sena tana nants 4 <"Logo men demoktais ergo deprotou andr ark” (Tuidides,Histo- ris dea Guerra dl Plopones, 6,9) 108 cicLOLECTIVO 19821985, panna y eg ate es y inne ‘varios casos el demos no lo siguid. No me parece que pueda = dese que a posi de Peres exipabe a tds eneatonsens Palen an pra ins pltco set ema eo gue log expres a asprin de dom Briss deoongueomventn score el mista Yonndoctdn tgs oh chee Burt deus qe poem nivinkoy he cae tite os fw nom caer end nigieeee spr loi nan eso habra e eaes hat sper to gue mr oats ean a ralatade porls historias y neers Rabon sibin pad amare utr, nts et lpn rey Peo inn en sed Nee Iona pede uc enn gees Venegas atin etc eanacen yoo ce den donee cnn mo nare cece aque nay rainalguna ps evir a cualquier pecs sueeg oe fos momentos determinadas palabras pesen mas que otras. . XVII. SEMINARIO DEL 20 DE ABRIL DE 1983 ‘Vamos a comrevar hoy la visién general de las significaciones, subyacentes a Ia creacign de la democracia; mas adelante intenta~ remos compararlas con las significaciones de los movimientos de- ocraticos modemos. Es evidente que nuestra investigacion y ‘nuestra reflexién no son de naturaleza académica: nos esforzamos, por sefalar lo que es importante para nosotros en ese primer mo- vimiento de creacién de una sociedad que tiende hacia la autono- ‘nia 0 que contiene la posibilidad concreta de la autonomia. Nos encontramos, pues, frente a un movimiento de autoinstitucién de Ja sociedad, un movimiento y no un estado terminado, una utopis {que justamente, hubiera tenia lugar, un modelo con respecto al cual pudiégramos hacer comparaciones. ¥ Io que nos importa es fese movimiento, porque en verdad la autoinstituci6n de la soc dad sélo puede ser permanente; no hay buena sociedad, sociedad jnstay libre de una vee y para siempre: se trata de un proceso de creacién histérica en que la sociedad tiene la posibilidad cons- tante de poner en entzedicho sus leyes y sus instituciones. Au- toinstitucién, decimos. “Auto” es el sf mismo, y ese si mismo es le colectividad politica de que se trata. Decir que hay autoinstitucion mis o menos explicita es decir que se plantea de inmediato una doble pregunta: ante todo, zqusé es esta colectividad, cémo se de- fine? ¥ a continuacin, en Ia postulacién de su propia ley por ese ‘aulés, ese si mismo, qué significa esta soberania desde el punto de vista de la efectividad de las significaciones imaginarias en cuestin, de las instituciones precisas en las cuales se encaman? -Hemos visto que la colectividad es la de les ciudadanos varones adultos y libres. Hemos sefalado al respecto lo que nos parecta ~y fs en conereto- tuna limitacién considerable en el movimiento de autoinstitucién en cuanto 2 la definicién del cuerpo politico, es 0 10 cto LECTIvo 18821955, Principio lo que dice Tucidides de Ic een €! conseo, los tibunales, las magistraturas y un rasgo esenciel ‘idea de representaci pas doa 'SEMINARIO DEL 20 DE ABRIL.DE 1983 m Herédoto para tn periodo relativamente antiguo). Les recordé asi- ‘mismo que, cada vez que aparece en los tiempos modernos un ver- dadero movimiento de autoinstitucién, recupera el principio dela Gemocracia directa: si hay delegados, éstos, aunque elegides, son Jevocables en todo momento. Y esta revocabilidad esté presente, de hecho y de derecho, en la democracia ateniense: en cualquier momento del eetcicio de sus funciones, un magistradlo puede ser ‘2cusado por razones de fondo o de forma, y destituido. Como cualquier disposicin legal, ésta puede dar lugar a abusos. Han de conocer el més grave, del que volveremos a hablar: el proceso con- tra los estrategas atenienses vencedores en la batalla naval de las, {alas Arginusas en 406 a, C, durante la Guerra del Peloponeso. A su retorno, los demagoges hicieron que la asamblea los condenara ‘a muerte, sin respetar el procedimiento," con el pretexto de que no hhabian hecho todo lo posible para recoger los cadveres de ls sol- dados y marineros muertos durante el combate. Acto absoluta- mente monstruoso, como offos no menos monstruosos que co- menzaron a producirse poco tiempo después del inicio de la Guerra del Peloponeso. Hybris, crisis y fracaso de la democracia, ateniense, y de la democracia a secas. Para terminar, revocabilidad yy ausencia de representantes no quiere decie “lo seftalamos~ au- Ssencia de ideres, En una comunidad politica, la cuesti6n no es a texistencia o no existencia de Iideres, sino la relacién de les ideres con la colectividad: gen qué medida mantiene ésta bajo su contro! al individuo mas 0 menos excepeional, capaz de juzgar con mayor rapidez y ver més lejos? Les recordé la famosa frase de Tuctdides sobte Pericles, y en qué sentido resulta muy poco aceptable. El segundo par de oposiciones se refiee a la relacién pueblo/ cexpertos. En la concepcién griega no podria hablarse de los exper- * fenofonte, Helens 1697 2 SVeave Cornelia Castoriadi, “La pols gecque etl craton del démo- rate", Domains de homme, Pet, Seu, 1986, pp. 29 y 90; wed: Par, ‘Scull co: Pins, 1993, pp. 35-36 [tre esp: "La poli greg yl reac de In democrat en Lo anise dl rb Las enrucaas dl laberint,Barce- ona, Cadi, 195] "Imagine politique grec et moderne" [190] reeitado m clcLo LEcTIvo 19821988, Ls deconesson ona orl ao dapu der sora, gua gute prsntanente omens enor beret en elanmts que ce Peace, 18. pe ltt exper spon el pero nied Comin poles Loulequvaeadecrovconsotion oy epets Cantofay compet cuando iy her eae con respect a una acid epcica yale hearer dele ensa compo peinnts Pan poo ane a, dello snl Pts end ee my concen ng ies use nmin apo Ur sts ara

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