Al abordar el tema de turistas y nativos, se visualiza la siguiente pregunta ¿Cómo es la
relación que se entabla entre ambos? Podemos definir al turista como un “intruso” que se aleja de lo que le es familiar para inmiscuirse en una cultura que le es extraña. Tal como señala Bauman (2005): “Al igual que el vagabundo el turista es extraterritorial, [pero] a diferencia de este, vive esta extraterritorialidad como un privilegio, como independencia y el derecho de ser libre para elegir; como una licencia para reestructurar el mundo”1. Antiguamente los turistas al no conocer el lugar al que se dirigían, se sorprendían y frecuentemente necesitaban de un nativo o guía para poder conocer el lugar. Ortiz (1998), en concordancia con esto, dice que los turistas tiempo atrás para poder ingresar a una tribu nativa tenían que mantenerse a cierta distancia y mostrar cuáles eran sus intenciones. Esta situación se daba debido a que al no conocerlas, no saber mucho sobre ellas, les resultaban una amenaza. Una vez que las intenciones se exteriorizan, la relación se hace cada vez más estrecha, y pueden comenzar a movilizarse libremente por la tribu. Como se puede observar en la película “Caníbal Tours” (1988), el turista ya no tiene dificultades para poder ingresar a las tribus ya que, recíprocamente, estas los reciben por una necesidad monetaria2. A partir de la posmodernidad, podemos ver que los medios de comunicación (noticias, internet, televisión, etc.) ayudan a promocionar los lugares que se desean visitar y esto conlleva a que los turistas ya no se vean tan sorprendidos con las diferentes culturas al arribar a un lugar, ya que cuentan con acceso a un cúmulo importante de información de la que pueden disponer previamente -por ejemplo, mapas, guías, imágenes, etc.-. Ortiz también dice que si bien existen dificultades de comunicación, al contrario del viajero3, el turista cuenta con el auxilio de experiencias codificadas que le permiten comprender la información que se dispone al lugar que se ha desplazado, por lo cual el lenguaje ya no es una imposición para la comprensión y comunicación en distinto países. Por otra parte, y retomando a la película referida, los nativos de la aldea no solo comercializan su cultura materializada en artesanías, sino también su propia imagen. Cuando los turistas pagan por sacarse una foto con algunos de los habitantes de la aldea, estos se transforman directamente en un atractivo turístico. Parafraseando lo que dice Graburn (1992) se puede visualizar que el turista como prueba de que ha visitado un lugar, plasma el momento en un retrato y objetos que les sirve para rememorar su viaje. 1 Bauman, Z. (2005). Ética posmoderna. Siglo xxi.
2 Entendemos que la gran influencia ejercida por la cultura occidental -incorporaron el
capitalismo como pensamiento- impacta sobre la creencia de la necesidad de poseer ciertos bienes materiales -como vestimenta-.
3 Ortiz define al viajero como “un extranjero, un intruso, un marginal…. Él se aleja de
su mundo propio e ingresa en territorio ajeno, su condición liminar se expresa en las costumbres de diversos pueblos” Coincidiendo con las ideas del autor Bauman (2005) podemos visualizar al turista actualmente como una persona que sabe que no estará mucho tiempo en el sitio al que llegó, no suele tener orden temporal. El turista es criticado por este autor, que sostiene que se caracteriza por no tener moral social porque paga por el derecho a ignorar las problemáticas dentro de la comunidad a la cual visita. Los turistas y los nativos solo tienen un pequeño encuentro superficial. Por su parte, Manuel Delgado (2002) realiza su aporte sosteniendo que los turistas van causando efectos sociales y culturales en las ciudades históricas, irrumpiendo activamente en un proceso de modificación en los contextos culturales y generando de esta manera negocios, transformando paisajes, determinando políticas, desestructurando y reestructurando configuraciones sociales. Este autor visualiza al turista como el actor social que viaja para ser atendido por los nativos, atrayendo consecuencias de un nuevo negocio, al que denomina “turismo cultural”, y generando el despliegue de un verdadero marketing urbano, basándose en las ventas en teorización de las apariencias y en la visualización de esencias con el fin de alcanzar el suscitamiento de una marca, que puede llegar a ser una ciudad. También vale decir que la comercialización de las artesanías realizadas por los nativos comenzó gracias a los turistas, los cuales, como hemos dicho anteriormente, han posibilitado que se puedan considerar como verdaderos ingresos monetarios. Gallego Acevedo (2011) habla una nueva forma de realizar turismo: el ecoturismo. Esta nueva modalidad implica visitas guiadas que se realizan en los diferentes lugares, para mediar entre nativos y turistas. Por ejemplo, en la selva para visitar a las tribus. Sostiene que esta nueva forma de realizar el turismo da lugar al turismo cultural, y posibilita mostrar las tradiciones de los indígenas que viven en las selvas, los que son tomados como atractivos culturales. Estos son vistos como algo exótico ya que las comunidades indígenas se exhiben y comportan tradicionalmente con los turistas mostrándoles sus costumbres, forma de vida, etc. Esta autora nos cuenta a modo de anécdota, que los turistas desembarcan de los barcos en los que se dirigen al lugar donde habitan estos para conocer las tradiciones de estas comunidades en visitas cortas que no duraban más de veinte minutos. A su vez nos muestra cómo se comportaban las tribus con los turistas “Los indígenas al ver que llegaban turistas preparaban sus artesanías. Una vez que estos llegaban a la zona, éstos cambiaban su actitud, se mostraban de manera tímida, callados, observadores y solo hablaban para informar por los precios de sus artesanías. Las visitas eran recibidas por representantes turísticos de la tribu, los que se encargaban de contar la historia y, posteriormente, eran habilitados para comprar las artesanías, pero estos no se dirigían a ninguna otra parte de la comunidad. Cuando los turistas se marchaban, las tribus volvían a ser los de siempre, realizando comentarios sobre sus visitantes e implementando los nuevos productos que podrían eventualmente incorporar para vender a los próximos visitantes.” Como contrapartida, además, los indígenas recibían las tarifas establecidas para las visitas que eran guardadas para el uso comunal. A modo de conclusión, puedo decir que la relación de los turistas con los nativos en general es superficial, especialmente teniendo en cuenta los imaginarios sociales que se construyen sobre los nativos, ya que se comparan con la cultura de quien realiza ese tipo de turismo. Asimismo, esto se fortalece ya que el turista casi no mantiene contacto, no suelen preguntar por su cultura, y mantienen una actitud observadora y de escucha hacia lo que relata el guía y el representante. Como hemos desarrollado, el indígena también mantiene una actitud particular mientras se encuentran presentes los turistas que no suele corresponderse con su normalidad o cotidianeidad. Es más, aprovechan estas ocasiones para generar un ingreso a la comunidad, mediante la comercialización de su cultura y sus tradiciones. Se trata de una relación bilateral, donde ambas partes ganan, por un lado, los turistas vivencian experiencias singulares en contacto con este tipo de vidas y por otro, los nativos aprovechan estas actividades para generar sustento económico para la comunidad. Bibliografía Ortiz, R. (1998). Otro territorio: ensayos sobre el mundo contemporáneo. Convenio Andrés Bello. Graburn, N. (1992). Turismo: el viaje sagrado. Anfitriones e invitados. Madrid: Ndymion. Bauman, Z. (2005). Ética posmoderna. Siglo xxi. Delgado, M. (2002, Febrero). Los efectos sociales y culturales del turismo en las ciudades históricas. En Actas de “Congreso Internacional sobre el Desarrollo Turístico Integral de Ciudades Monumentales”, Granada (pp. 19-22). Gallego Acevedo, L.I.N.A. (2011). ¿Cultura para consumir? La yagua y el turismo cultural en el Trapecio Amazónico. Revista Colombiana de Antropología, 47(1), 113- 136.