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Autor: Bidegain, Carlos María

En este artículo se examinan los alcances del poder acordado por la Constitución norteamericana al
Congreso de los Estados Unidos, de regular el comercio con las naciones extranjeras entre los diversos
Estados y con las tribus indígenas.
La cláusula comercial ofrece un doble aspecto. Es, en primer término, una fuente positiva de poder del gobierno
central; es, al mismo tiempo, una fuente implícita de restricciones al poder estatal de regular y gravar el
comercio.

I. — Qué es comercio?
Empezaremos por examinar cuál es la materia sobre la que debe aplicarse el poder del Congreso, qué es
"comercio interestadual" y "comercio con las naciones extranjeras".
Entran en el concepto del comercio, conforme a esta descripción, no sólo el "tráfico" de las mercaderías, sino
también los medios o instrumentos que se utilizan generalmente para ese objeto, como el transporte.

II. — Qué es comercio interestatal?


La Constitución no confía al Congreso la regulación de toda especie de comercio, sino solamente la del
comercio exterior, interestatal y con las tribus indígenas.
El genio y el carácter de todo el gobierno parece ser el de que su acción debe ser aplicada a todos los negocios
externos de la Nación y a todos los negocios internos que afectan generalmente a los Estados; pero no a
aquellos que están completamente dentro de un Estado particular, que no afectan a otros Estados y en los cuales
no es necesario interferir para el propósito de ejecutar alguno de los poderes generales del gobierno. El
comercio completamente interno de un Estado, por consiguiente, puede ser considerado como reservado para el
Estado mismo". El comercio interno de un Estado no está sujeto a la jurisdicción del Congreso sino a la
regulación dictada por las legislaturas locales.

IV. — Qué es regulación del comercio?


Entramos ahora a examinar qué es "regulación" del comercio y nuevamente debemos retroceder hasta el famoso
fallo de Gibbons v. Ogden para dar una definición del poder y fijar sus alcances: "El poder de regular es el de
prescribir las reglas por las cuales debe ser gobernado el comercio. Este poder, como todos los otros otorgados
al Congreso, es completo en sí mismo, puede ser ejercido en su máxima extensión y no conoce ninguna
limitación aparte de las prescriptas en la Constitución".

V. — Remoción de las obstrucciones al comercio interestatal


Es de la esencia de este poder que allí donde existe, domina. No puede dejarse que el comercio interestatal sea
destruido o impedido por las rivalidades del gobierno local... En virtud de los términos comprensivos de la
concesión, la autoridad del Congreso es adecuada en todo momento para enfrentar las variadas exigencias que
surgen y para proteger el interés nacional asegurando la libertad del intercambio comercial interestatal respecto
a la fiscalización local.
Cuando las transacciones interestatales e intraestatales de los porteadores están tan relacionados que el gobierno
de unas involucra la fiscalización de las otras, es el Congreso y no el Estado, el que tiene el derecho de
prescribir la regla final y dominante, pues de otro modo se negaría al Congreso el ejercicio de su autoridad
constitucional y el Estado y no la Nación, sería suprema en el campo nacional".

VI. — Regulación del uso de los instrumentos del comercio interestatal


La Corte ha sostenido el poder del Congreso de prohibir la utilización de los instrumentos del comercio
interestatal, para el movimiento de determinadas personas o cosas, cuando ese transporte sea necesario para el
cumplimiento de propósitos perjudiciales para la comunidad (Ej: animales enfermos).

VIII. — Limitaciones a la voluntad de las partes


Si la intervención del Estado en las relaciones del trabajo ha podido cohonestarse con la garantía constitucional
de que nadie ha de ser despojado de su libertad y de su propiedad sin un "debido proceso legal", los conceptos
clásicos del liberalismo económico tampoco han podido impedir la intromisión del Estado en importantísimos
aspectos de las negociaciones comerciales que antes se consideraban libradas exclusivamente a la voluntad de
las partes, no obstante ser innegable que la interposición del Estado en esas relaciones es susceptible de causar
serias transformaciones en la libertad de contratar y en los resultados económicos del proceso industrial.

"La teoría constitucional de que los precios normalmente no pueden ser regulados, se basa en la suposición de
que el interés público y los derechos privados se hallan adecuadamente protegidos cuando hay "libre"
competencia entre compradores y vendedores, y que en tal estado de sociedad económica, la interferencia con
tal importante incidente del dominio de la propiedad privada como es la fijación de precios, no se justifica y es,
en consecuencia, una apropiación de propiedad sin el debido proceso legal... Un examen de las decisiones de
esta Corte en que se aprobó la regulación de precios permite descubrir que el elemento común a todas, es la
existencia de una situación o de una combinación de circunstancias que restringen materialmente la fuerza
regulatoria de la competencia, de modo que al encontrarse en desventaja los compradores o vendedores en la
discusión de sus contratos, resultan serias consecuencias económicas para gran número de miembros de la
comunidad".

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