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Antología Comentada
Historia de México
Presentado por:
Agosto-diciembre 2018.
Propósito de la secuencia:
Comprende la disciplina de la historia como una ciencia social, a partir del análisis de su
desarrollo teórico y metodológico, para interpretar los procesos de formación de la
identidad nacional en México y reconoce las causas internas y externas por las cuales los
virreinatos americanos iniciaron su proceso de independencia, así como las consecuencias
de dicho movimiento.
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
1.3. Comentario 11
1.7. Comentario 50
Comentario 56
Comentario 88
Comentario 127
Competencias disciplinares:
2. Sitúa hechos históricos fundamentales que han tenido lugar en distintas épocas
en México y el mundo con relación al presente.
INTRODUCCIÓN
proporcionar elementos a los estudiantes que les permitan asumirse como sujetos
formarlos como agentes activos en este proceso y no sólo como entes pasivos. El
estudiante estará consciente que el pasado, presente y futuro impacta en todos los
como la crisis del orden porfirista, para explicar la Revolución y la Formación del
estado mexicano.
Objeto de Estudio: Diferentes hechos que han alterado la vida del hombre desde
su aparición hasta nuestros días.
Fuentes:
La ciencia de la Historia está vinculada con todas las ciencias sociales; por lo
tanto, debe servirse de ellas invariablemente, ya que son su punto de apoyo. Las
ciencias auxiliares de la Historia que proporcionan informes o datos valiosos para
el mejor desarrollo de la misma, son:
Otras ciencias relacionadas son: Paleografía, Epigrafía, Numismática, Heráldica,
Genealogía, Lingüística, Ciencia Política, Demografía, Paleontología, Etnografía y
Etnología.
Las fechas que limitan las edades entre sí, corresponden a hechos
históricos relevantes. Sin embargo, la división entre las épocas históricas no
puede establecerse en forma tajante; generalmente, en una etapa existen ya
elementos que habrán de caracterizar a la siguiente; y sobreviven también otros
procedentes de las anteriores. Además, los distintos grupos humanos no se
desarrollan de manera uniforme; hay simultáneamente pueblos de muy diferentes
grados de progreso. Por ejemplo, cuando Egipto y Mesopotamia ya tienen
escritura, trabajan metales y están organizados en sociedades estatales, los
pueblos europeos todavía utilizan instrumentos de piedra y viven en tribus. En la
actualidad también existen, junto a sociedades industriales con sistemas
gubernamentales y culturales altamente desarrollados, otras de una estructura
feudal o de tipo primitivo. En la ordenación señalada, se toma en cuenta sobre
todo el desarrollo del mundo europeo, y se subestiman los pueblos asiáticos y
africanos. Esto se debe al papel predominante jugado por Europa en el mundo en
los últimos siglos. En general, se señalan las divisiones entre los periodos de la
historia por el desarrollo de los pueblos más avanzados o mejor conocidos, pero
esto no debe hacer olvidar la existencia y el papel que desempeñan, al mismo
tiempo, los demás núcleos humanos.
1.4 Causas externas.
1.4.1. La Ilustración.
Allí se edita una obra, la Enciclopedia que quiere reunir todo el saber de la época.
Se publicó en 28 tomos, trabajándose en ella de 1751 a 1772. Se expresan en
esta obra muchas ideas revolucionarias, que atacan el poder absoluto del rey y
exigen la participación de la burguesía en el gobierno. La publicación de la
enciclopedia fue interrumpida varias veces por el estado.
El barón de Montesquieu escribió, entre otras obras, el Espíritu de las Leyes. Allí
expresa la teoría de que el gobierno debe dividirse en tres ramas, la legislativa,
encomendada a un parlamento electo, la ejecutiva, en manos del rey, y la judicial
que tienen por misión castigar a los trasgresores de las leyes.
El pensamiento político.
Los debates sobre la política y las formas de gobierno habían sido parte
importante del pensamiento europeo moderno. En el siglo XVII, los ingleses
Thomas Hobbes (1588-1679) y John Locke (1632-1704) habían formulado teorías
contrarias sobre el origen de la sociedad y sobre la legitimidad del gobierno.
Hobbes concebía la sociedad como el resultado de un contrato inicial entre sus
miembros con el propósito de poner fin a la violencia
reinante entre ellos; al hacerlo habían decidido, según
Hobbes, ceder a un solo individuo el derecho irrevocable para gobernar. Era una
teoría política que justificaba el absolutismo monárquico. En contraposición, Locke
pensaba que los seres humanos eran sociables por naturaleza, pero creía que no
cualquier asociación era una sociedad política, pues esta requería, por lo menos,
tres elementos: un Estado, concebido como la unión de todos en un solo cuerpo,
un derecho común y una autoridad superior o gobierno. La diferencia entre
sociedad y el gobierno resulta fundamental para el desarrollo posterior del
pensamiento político occidental. La sociedad, según Locke, es la colectividad en
conjunto y tiene fines propios, independientes de los del gobierno; el gobierno por
su parte, tiene la finalidad de servir a la sociedad, procurando conservar los
derechos naturales a la vida, la libertad y la propiedad; si el gobernante falta a esta
obligación, pierde su legitimidad y, en tal caso, la sociedad en cuestión puede
buscar un nuevo gobernante. Locke justificaba así las revoluciones políticas;
pensaba, en particular, en la revolución inglesa de a mediados del siglo XVII, cuyo
resultado había sido la promulgación de una monarquía parlamentaria.
Los cambios y las ideas políticas inglesas del siglo XVII influyeron en los
pensadores franceses de principios del siglo XVIII. En 1784, el barón de
Montesquieu (1689-1755) publicó su libro El espíritu de las leyes, en el que
elogiaba la forma de gobierno de los ingleses. Le preocupaba el abuso del poder
que solía darse por parte de los gobernantes y proponía, como única manera de
evitarlo, la división del gobierno en tres poderes: legislativo, ejecutivo y judicial.
Para Montesquieu, como para Locke, se trataba de limitar el poder absoluto de las
monarquías.
Hacia 1791 parecía que el proceso de reforma propuesto por el Tercer Estado
estaba llegando a su fin; sin embargo, otros grupos no estaban satisfechos. La
nobleza, el clero y la corte buscaron ayuda en las otras monarquías europeas, al
tiempo que los artesanos de París y los campesinos presionaban por reformas
más profundas, pues no se sentían satisfechos con una reforma política. Más allá
de los debates jurídicos, el movimiento popular se extendió muy pronto a otras
ciudades y al campo, con una demanda más simple y directa que las postuladas
por los legisladores del Tercer Estado: “queremos pan”.
La republica jacobina
Los sucesos posteriores a 1792 han sido considerados como una segunda
revolución: el rey fue detenido en su huida, depuesto y decapitado en enero de
1793. Se instauró una Convención Nacional, la cual proclamó un nuevo régimen
político: la República Francesa (1792-1795). Desde muy pronto la república fue
dominada por los jacobinos, el ala más radical de los revolucionarios franceses. El
nuevo gobierno recurrió a la guillotina para defender su programa político, por lo
que ha sido llamado “el régimen del Terror”. Sin embargo, es importante reconocer
que el legado de la primera república francesa fue tomado por la mayoría de los
estados nacionales posteriores.
Soberanía y representación.
Al interior de la Asamblea Nacional era claro que la voluntad popular debía ser la
suma de voluntades más allá de los nobles, quienes tradicionalmente habían
participado en la toma de decisiones políticas; sin embargo, no estaba claro a
quienes más se debía tomar en cuenta. Los representantes del Tercer Estado
eran comerciantes e industriales de las ciudades y luchaban por su inclusión en
los ámbitos de toma de decisiones, pero no veían con igual derecho a los
campesinos o a los artesanos.
Naciones y nacionalismos.
La importancia de la Revolución radica pues en que permitió por primera vez que
los elementos que conformarían los Estados nacionales contemporáneos fueran
adoptados por el gobierno de una de las principales potencias mundiales. En un
nivel simbólico, el hecho resulta evidente: durante la Revolución surgieron los
nuevos emblemas del estado nacional francés: la bandera tricolor y el himno
nacional, la Marsellesa, que se cantó por primera vez en agosto de 1792, contra el
rey y las monarquías intervencionistas, en la actualidad, no concebiríamos un país
sin su bandera y su himno nacional. A partir de entonces los símbolos nacionales
y los conceptos de los revolucionarios franceses, como “pueblo” y “libertad”, han
estado presentes en movimientos sociales surgidos en muy diversos lugares del
mundo.
Las nuevas ideologías políticas.
El curso de los acontecimientos había demostrado lo fácil y radical que podía ser
el cambio. Frente a esa evidencia, se definieron tres posturas políticas que
cristalizaron en el transcurso del siglo XIX. La primera reacción fue de quienes se
definieron como conservadores; para ellos, cualquier cambio resultaba, en
principio, peligroso y desestabilizante. Frente a ellos, los liberales defendieron un
cambio pacífico y moderado; la Revolución había demostrado la viabilidad de un
proyecto de reformas que contara con el consenso de aquella nueva colectividad
que era la nación; pero también resultaba evidente el peligro que para los
burgueses traían consigo las demandas de los sectores más radicales de la nueva
sociedad. Los liberales se agruparon en torno a un plan de acción política que
pugnaba por el cambio controlado.
Más allá de los acuerdos entre las naciones existen, hoy en día, organizaciones
ciudadanas que trascienden las fronteras con finalidades diversas. Por ejemplo,
Médicos de Mundo (Premio Nobel 1999), Green Peace y muchas otras más. A
este tipo de organizaciones se les conoce como ONG’s (Organizaciones No
Gubernamentales).
En principio, estas organizaciones no cuestionan la permanencia de los estados
nacionales, sino que pretenden ser agrupaciones de estados soberanos, en torno
a intereses comunes. Sin embargo, los estados han tenido que ceder algunos de
sus principios que parecían inamovibles para la construcción de esas nuevas
entidades; entre otras cosas, y por poner un ejemplo, los diversos estados
europeos han tenido que dejar sus monedas nacionales (entre ellas el franco,
creado por los franceses durante la Revolución, en 1793) para emitir una común,
el euro, que entró en circulación a partir del 2002.
Es posible que los cambios a los que asistimos desde la caída del muro de Berlín
en 1989 sean expresión de transformaciones profundas, pero hasta el momento
podemos decir que la organización de las sociedades como estados nacionales
soberanos ha sido una de las características básicas del mundo contemporáneo.
Marcar el fin de una era y el principio de otra no es tan fácil. Esto es cierto
para el inicio de la época colonial. 1521 es la fecha que se identifica
tradicionalmente como el inicio de la época colonial, porque es el año en que se
tomó militarmente la ciudad de México-Tenochtitlán. Sin embargo, el proceso de
colonización y formación de la nueva cultura no se dio de un día para otro, fue un
proceso largo y lento.
La casa de los Habsburgo gobierna hasta fines del siglo XVII y la sustituye,
no sin mediar una guerra de sucesión, la dinastía de los Borbones, casa de origen
francés. Es la segunda casa imperial que gobierna España. La primera, la de los
Austria o Habsburgo, termina su dinastía con Carlos II “el hechizado” el cual no
dejó descendencia, lo que permite el arribo de Felipe V, primer rey borbón al
iniciar el siglo XVIII.
Nieto del rey francés Carlos IV, Felipe V llega con las ideas de la ilustración
francesa, rodeado por una serie de consejeros de origen francés. Las ideas
económico liberales van a llegar a una España que se debatía en una economía
más medieval que acorde a los momentos que se vivían en ese inicio del siglo
XVIII. Las viejas instituciones, tan queridas e importantes para los Austria, ya
presentaban signos de deterioro. La corrupción y la pésima administración las
habían deteriorado a tal grado que se convirtieron en un lastre para la defectuosa
economía española.
La segunda fase, entre los años 1776-1786, fue una fase radical durante la
cual se restaron facultades a los virreyes, se estableció la comandancia de
Provincias Internas, se introdujo el comercio libre, se establecieron las
intendencias y se comenzó la política a favor de las clases bajas de la
sociedad y la lucha contra privilegios eclesiásticos y gremiales.
Predominaron las tendencias de descentralización y de liberación política y
económica.
Este atraso debía ser superado, urgían reformas. Los Borbones y una élite
ilustrada que llega con ellos echan a cuestas la tarea de romper la inercia y
hacer de España una monarquía que sobreviva y alcance a los otros países.
La élite de reformadores partió de este reconocimiento, buscando fórmulas
para reactivar la relación industria-comercio, romper los monopolios así fueran
estatales o particulares, y quitar obstáculos al comercio marítimo como el cierre
de los puertos o el impedimento al comercio internacional. Las reformas
comenzarían a operar a partir de mediados del siglo XVIII.
Con los Borbones, la élite que pretendía los cambios estaba influida por la
ilustración francesa, que fue una corriente con principios económico-liberales,
mismos que impregnaron las reformas. Sin embargo, y en forma contradictoria,
los reyes y el gobierno central gobernaban con un despotismo y absolutismo
que se puede resumir en la siguiente frase: Un gobierno del pueblo, para el
pueblo, pero sin el pueblo o en el enunciado de que: En asuntos de
gobierno, al pueblo sólo le queda escuchar y obedecer.
Otro cambio fue en la Real Audiencia que era la institución civil más
poderosa después del virrey. Era un organismo colegiado que fungía como
tribunal de justicia. Durante años se integró con una mayoría de criollos, pese a no
estar permitido, sin embargo, en 1779 la composición de la Real Audiencia era la
siguiente: cinco oidores españoles y cuatro criollos. Cinco alcaldes del crimen
españoles y uno criollo. Más tarde se decretó que sólo un tercio de los puestos de
las audiencias y salas capitulares de las catedrales americanas fueran accesibles
a los criollos. La Real Audiencia perdió poder y fue objeto de una política de
marginación que afectó singularmente a los criollos.
Todos estos ataques contra la Iglesia eran parte de las ideas que los
monarcas y su corte tenían acerca de ella. No sólo representaba un problema sino
también un objetivo económico, A causa de esto el clero novohispano sufrió una
serie de ataques en su inmunidad y jurisdicción. El clero, pese a tener fueros
especiales, fue violentado constantemente por las autoridades civiles con lo que
se provocó una serie de conflictos entre la institución y el Estado. Sin embargo,
pese a esto, la Iglesia siguió siendo un soporte del Estado, a tal grado era este
apoyo que la Iglesia novohispana en tiempos de guerra y en necesidades
económicas era la que más aportaba a la corona. Es difícil entender esto, sin
embargo, la Iglesia pese a los ataques de la corona hacia ella, comprendía que
podría causarle más daño y perder su propio papel si dejaba de cooperar con el
Estado y se ponía en una actitud hostil; además, y es importante señalarlo, los
obispos y autoridades principales religiosas eran nombrados por el rey y por tanto
había fidelidad que se traducía a agradecimiento incondicional.
Había otros estamentos debajo de ellos, los negros, que eran generalmente
esclavos y hacían trabajos en las minas y en las plantaciones.
El
El clero era uno de los factores más importantes en la sociedad novohispana.
Estaba dividido en clero secular, que eran los curas de las parroquias, no tenían
votos de pobreza y no vivían en comunidades, y el clero regular, que vivía con la
Regla, estaban organizados en comunidades, tenían voto de pobreza y estaban
dedicados a zonas de misión generalmente alejadas de los centros de población,
por ejemplo, en la lejana California.
Durante el curso del siglo XVIII se fueron creando en el mapa social, por
necesidades de crecimiento de las ciudades y centros mineros, polos productores
de carne y de granos. Muchas de las haciendas, especialmente en el norte,
llegaron a tener miles de hectáreas y ser centros productivos de alimentos
extraordinarios, y los hacendados llegaron a tener un poder que rivalizaba con el
de las autoridades. Algunos de estos hacendados eran comerciantes, que poco a
poco sintieron la necesidad de cerrar el ciclo productivo y en vez de comprar
productos, los producían. Generalmente el hacendado vivía en las ciudades y los
administradores de las haciendas los mantenían informados sobre sus
propiedades. Las haciendas eran fuentes de empleo, pero también de explotación,
donde la voz del administrador o el hacendado eran la ley.
Los mineros fueron muy favorecidos durante el periodo borbónico. Siendo
uno de los ramos más importantes de la economía colonial, se buscó hacerla más
eficiente. Uno de los mayores impactos de las reformas borbónicas fue
precisamente en este rubro. Se rebajó a la mitad el precio del mercurio, se dio una
exención de impuestos para la compra de maquinaria y materias primas y se les
permitió formar un consulado similar al de los comerciantes, un tribunal que
conociera de los asuntos en esta rama, un banco de avío para mineros que les
permitiera acceder a créditos para la explotación y un colegio de minería que
profesionalizó esta importante actividad.
casados con criollas novohispanas. Al fin del periodo algunos de ellos regresaban
a España cargados de honores y de dinero, otros optaban por quedarse y hacían
de la Nueva España su casa, llegando a tener un gran afecto por su nueva tierra y
sus habitantes; a este proceso se le conoce con el nombre de criollización.
Por otro lado crecieron las ciudades y la migración a las mismas, lo cual
provocó brotes de inseguridad; se empezaron a ver grupos de ladrones que
buscaban a toda costa la supervivencia. Muchos de ellos eran desplazados y
resentidos sociales a los que se les habían arrebatado sus tierras y que buscaban
la manera de vengarse socialmente.
Lo anterior sólo necesitaba una chispa para arder; esta chispa la provocaría
Y fueron más allá; las abdicaciones de Carlos y Fernando eran nulas pues
el rey no podía disponer de sus reinos a su arbitrio, ya que eran contrarias a los
derechos de la nación a quien nadie podía darle rey, sino era ella misma, por el
consentimiento universal de sus pueblos y esto era sólo en el caso de que el rey
muriera sin dejar sucesor legítimo. Esto no era otra cosa que la doctrina del "Pacto
Social", postulada no por Rousseau sino por Vitoria y Suárez y en las doctrinas del
jusnaturalismo racionalista de: Grocio, Pufendorf y Heinecio. Por ello, y como
parte de esta postura, cuando el rey estaba imposibilitado para gobernar, la nación
COMENTARIO
Conspiración de Valladolid
Las ideas y los anhelos de los miembros del ayuntamiento de México no fueron
privativos de ellos, sino que estaban difundidos por todo el virreinato y anidaban
tanto en grupos numerosos de letrados como de eclesiásticos criollos y mestizos.
Universidades, colegios y seminarios eran semilleros de renovación, de
transmisión de las tendencias jurídicas y políticas más en bogas, de los principios
de que todos los hombres tienen una serie de derechos que deben ser respetados
y también una participación en la definición y organización del Estado. Se había
cobrado conciencia de la discriminación de criollos y mestizos en los puestos
directivos, de la inmovilidad social de grandes núcleos y del aumento de poder de
la oligarquía metropolitana, buena parte de ella incapaz de realizar un buen
gobierno y amante de privilegios y prebendas. El pueblo sufría con la mala
distribución de la riqueza, la escasez y el hambre, el maltrato, las duras jornadas
de trabajo y el mísero jornal, el despotismo de mayordomos y capataces y la
indiferencia de las autoridades antes sus males.
Los diputados del nuevo Congreso decidieron que México sería una
república. Unos querían que la república fuera federal, formada por la unión de
varios estados, libres y soberanos para resolver sus problemas internos. Otros
querían que fuera centralista, con provincias o departamentos en lugar de estados,
y un poder central que resolviera todos los asuntos. La Constitución de 1824,
preparada por este Congreso, se promulgó el 4 de octubre. Se decidió que México
fuera una república federal, y que se llamara Estados Unidos Mexicanos.
Durante su gobierno, Gómez Farías dictó leyes contra los privilegios del
clero y del ejército. Esto provocó una serie de revueltas militares de los
conservadores. Se ocasionó un caos tal, que en los siguientes veinticinco años, en
los que debió haber habido seis o siete periodos presidenciales (entonces de
cuatro años y no de seis como ahora) ocuparon veintiún personajes la presidencia
en cuarenta y tres ocasiones. En este tiempo, Santa Anna fue presidente 11
veces.
Diversos acontecimientos
1836-1855
Para terminar con los movimientos rebeldes se gobernó con mano dura, y
aquellos que se levantaron en armas fueron fusilados sin consideración. El propio
Vicente Guerrero, apresado mediante traición, fue juzgado y condenado por un
tribunal de guerra. Fue fusilado en Cuilapa (en el estado que hoy lleva su nombre)
el 14 de febrero de 1831. Temerosos de un posible centralismo, el malestar en los
estados volvió a manifestarse. Confiaban en que las elecciones de 1832
recuperarían la legalidad, y favorecieron la candidatura de Mier y Terán frente a
los otros candidatos, Nicolás Bravo y Lucas Alamán.
Para 1824, la corriente política que asumió el poder nacional fue federalista,
por lo cual en la constitución de ese año asentó que México era una república que
sería gobernada por tres poderes: el ejecutivo, dirigido por un presidente y un
vicepresidente; el legislativo, integrado por la cámara de diputados; y el judicial,
representado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Ante esta forma de gobierno se oponía una concepción que convertía a los
estados en Departamentos, con juntas electivas responsables ante el supremo
poder ejecutivo. El gobierno central se constituyó por loes tres poderes
tradicionales más uno nuevo, el supremo poder conservador, el cual debía evitar
los abusos ejercidos en la práctica de los poderes Ejecutivo y Legislativo. Su
propuesta de periodo presidencial era de ocho años.
La pugna entre escoceses y yorkinos se vivió durante los cuatro años que
duró el periodo gubernamental del primer presidente de México, Guadalupe
victoria, pero no se verifico ninguna asonada que interrumpiera tal administración.
El 1°. de septiembre 1828 se realizaron elecciones para la presidencia de la
Republica y Vicente Guerrero fue derrotado en la contienda por Manuel Gómez
Pedraza. Sin embargo, con el Plan de Perote, Antonio López de Santa Anna
desconoció el triunfo de Gómez Pedraza y fue apoyado por la guarnición de La
Acodada de la ciudad de México. Pedraza huyó de la capital del país; el 12 de
enero de 1829 el Congreso le confirió a Guerrero la Presidencia de México,
nombrando vicepresidente a Anastacio Bustamente. El régimen de guerrero duró
poco menos de un año debido a que él, como representante de los yorkinos, fue
derrocado por órdenes de Bustamante, escocés.
Esa guerra civil tan prolongada tuvo consecuencias desastrosas para la economía
y las demarcaciones territoriales del país.
1.- La extensión total del territorio del país quedará dividida por lo menos en
cincuenta departamentos.
Hacia 1830, el general Manuel Mier y Terán, enviado por el gobierno para
vigilar Texas, advirtió que la población era mayoritariamente extranjera, no
respetaba las leyes mexicanas, sobre todo las referentes a la prohibición de la
esclavitud; ni guardaba fidelidad a las instituciones mexicanas, lo que en el futuro
facilitaría una invasión norteamericana. Ante lo alarmante del informe, Lucas
Alamán, ministro de relaciones en el gabinete de Anastasio Bustamante, promulgó
una nueva ley de colonización el 6 de Abril de 1830, mediante la cual se prohibió
la entrada a nuevos inmigrantes, se sometió la colonización a la autoridad federal
y se planteó la existencia de una fuerza armada permanente de origen
exclusivamente mexicano.
Antecedentes
La guerra de los pasteles surgió de la inestabilidad política y económica
generalizada que asolo los primeros años de la república mexicana. En 1828, el
electo presidente mexicano Manuel Gómez Pedraza fue exiliado por Lorenzo de
Zavala con el apoyo del general. El golpe dio como consecuencia cuatro días de
combates en la ciudad de México y la instalación de un nuevo presidente, Vicente
Guerrero. Los combates en las calles destruidas dieron como saldo una gran
cantidad de daños a la propiedad personal. El ciudadano medio tenía pocos
recursos por los daños sufridos. Los extranjeros cuya propiedad fue dañada o
destruida por los manifestantes o los bandidos no tenían cónsules o
representantes que hablasen en su nombre y por lo general no pudieron obtener
una compensación del gobierno, y comenzaron a apelar a sus propios gobiernos
en busca de ayuda. A pesar de las reiteradas reclamaciones francesas, el
Gobierno francés deja la cuestión enfriarse. Económicamente, la deuda externa
era grande, debido principalmente a un mayor endeudamiento ante varios países
europeos, después de haber llegado al punto de que México ya no podía cumplir
sus compromisos.
Por lo tanto, esta guerra fue el primer conflicto bélico entre México y
Francia, y formalmente tuvo lugar entre el 16 de abril de 1838 y el 9 de marzo de
1839.
Durante las primeras décadas de la historia Independiente de México,
fueron de anarquía y desorden en los aspectos económico, político y demográfico.
La inestabilidad del país se reflejaba en todos los órdenes de la sociedad, y en
particular en las fronteras la migración ilegal y el contrabando eran comunes por la
falta de vigilancia.
Debido a esto y muchos problemas, México estaba en la mira de los países
extranjeros, dispuestos a intervenir cuando lo consideraran oportuno.
A partir de la consumación de la Independiente en 1821, los franceses, que
profesaban la misma religión, y además pertenecían a una cultura que influía
grandemente en la mexicana, pudieron radicarse en el país, consagrándose al
comercio, la pequeña industria, el artesanado e ingresando en el ejército nacional.
En 1827, se había celebrado un convenio con Francia bajo el nombre de
"Declaraciones Provisionales", que sentaban las bases para el futuro arreglo de
las relaciones entre ambos países.
La colonia francesa era próspera y bien vista cuando Francia reconoció en 1830 la
Independencia y en el momento en que se firmaron los acuerdos comerciales de
1831 y 1832, que otorgaron a la nación francesa y sus ciudadanos el tratamiento
de nación más favorecida.
Las rebeliones y asonadas ocurridas en las primeras décadas afectaron tanto a los
mexicanos y extranjeros, al igual que los préstamos forzosos que el gobierno
impuso a la población para salir de sus apuros económicos.
No debemos olvidar que la fundación de las trece colonias que dieron vida
a los Estados Unidos formó parte de un proceso histórico más amplio: la
expansión europea de los siglos XVI y XVII. Durante ese periodo las principales
naciones de Europa occidental se lanzaron a explorar y conquistar dando forma a
vastos imperios en Asia y América. Una de esas naciones fue Inglaterra, metrópoli
de las trece colonias norteamericanas. Es por ello que el expansionismo
norteamericano puede ser considerado, hasta cierta forma, una extensión del
imperialismo inglés.
La Doctrina Monroe
Sin embargo, la declaración de Monroe fue ignorada en gran medida como una
guía política durante gran parte del siglo XIX, período de debilidad militar y
preocupaciones internas en los Estados Unidos. No sería hasta finales de dicho
siglo, con el posicionamiento de Norteamérica con el status de gran potencia,
cuando la Doctrina Monroe se convierte en la piedra angular de la política exterior
norteamericana.
“El sistema político de las potencias aliadas es esencialmente distinto… del de los
Estados Unidos de América. Considerando todo intento de su parte por extender
su sistema a cualquier porción de este hemisferio como peligroso para nuestra paz
y seguridad.”
“No nos hemos entrometido ni hemos de entrometernos con las actuales colonias
o dependencias de ninguna potencia europea.”
Es uno de los episodios más prolongados de lucha entre los liberales y las
fuerzas conservadoras que dominaban la historia de México en el siglo XIX. Los
liberales querían un gobierno federal, que limitara el poder tradicional de la Iglesia
católica y su influencia militar en el país. Los conservadores querían un gobierno
centralista, incluso una monarquía que junto a la Iglesia y a los militares
mantuvieran los roles y poderes tradicionales como en el Virreinato de Nueva
España.
Antecedentes
Los liberales tenían dos facciones internas, los "puros" o radicales y los
moderados. Estas dos facciones se unieron cuando Benito Juárez y Melchor
Ocampo, los líderes de estas dos facciones, y ambos en el exilio en Nueva
Orleans en el año 1854, apoyan el levantamiento de Juan Álvarez contra Antonio
López de Santa Anna, quien fue ampliamente culpado por la pérdida de Texas y lo
que ahora es el suroeste de los EE.UU. Los dos establecen principios en un
documento llamado el Plan de Ayutla. El Plan reunió a una coalición de fuerzas
que logró expulsar a Santa Anna de la Presidencia mexicana.
El triunfo del ejército liberal sobre los franceses significó la derrota del
proyecto de nación enarbolado por los conservadores, quienes aliados con
Maximiliano realizaron el último intento por alcanzar el poder. El significado de
esta derrota fue aún más profundo: representó el auto reconocimiento de los
mexicanos frente al enemigo y como integrantes de una nación única y distinta a
otras; parecía que por fin México había nacido luego de un alumbramiento difícil,
lleno de obstáculos.
En los 31 años del Porfiriato se construyeron en México más de 19 mil kilómetros de vías
férreas; el país quedó comunicado por la red telegráfica; se realizaron inversiones de
capital extranjero y se impulsó la industria nacional. A partir de 1893 se sanearon las
finanzas, se mejoró el crédito nacional y se alcanzó gran confianza en el exterior; el
presupuesto de ingresos y egresos registró superávit y se organizó el sistema bancario.
En este periodo se continuó el esfuerzo iniciado con Manuel González por superar la
educación en todos sus niveles. Hombres de la talla de Joaquín Baranda, Ezequiel
Chávez, Enrique Rébsamen, Ignacio Manuel Altamirano y Justo Sierra Méndez le dieron
lustre a este proceso que incluyó desde los jardines de niños hasta la educación superior
pasando por la formación de maestros. Al término de esta etapa, sin embargo, más del 70
por ciento de la población seguía siendo analfabeta.
Expansionismo capitalista.
El Porfiriato coincide con un momento particular del desarrollo capitalista, que ha sido
llamado imperialismo. Este período, en el ámbito mundial, se caracterizó por un nuevo
tipo de colonialismo, en el cual los grandes países capitalistas de Europa y Estados
Unidos ya nos e preocuparon por controlar de manera directa el mundo, sino mediante la
apropiación de sus recursos y fuerzas productivas, como la tierra, los minerales, los
metales preciosos y la fuerza de trabajo, entre otros.
Aspectos políticos.
Liberalismo conservador.
arrasaron el terreno.
La violencia revolucionaria era cosa del pasado. Si bien el término "política científica"
provenía (aunque indirectamente) del positivismo francés clásico, su corolario, "el
liberalismo conservador", provenía directamente de las experiencias de Emilio Castelar y
por ende de la Tercera República francesa "conservadora". Castelar no fue un positivista,
de hecho, el positivismo apenas había penetrado España en la década de 1870; sin
embargo, Justo Sierra y sus colegas de La Libertad advirtieron en las ideas eclécticas de
Castelar cierta compatibilidad con la política científica de inspiración positivista. "Castelar",
escribió Sierra, "ha condensado en unas cuantas palabras la nueva faz de la evolución
democrática. Entramos en el periodo científico y experimental; pasó la época de los
sueños primaverales."
Durante los primeros dos años La Libertad estuvo saturado de escritos de Castelar. Sus
"correspondencias" se publicaban con regularidad (al igual que en El Monitor), se
reproducían sus discursos y se seguían de cerca sus idas y venidas dentro y fuera de
España. En un extenso artículo, La Libertad proclamaba que "Castelar es para el
liberalismo de la América Latina algo más que un amigo y un hermano: es un apóstol".
Sus opiniones sobre la "evolución constante, enérgica pero pacífica hacia el triunfo de la
democracia" no son "en manera alguna extraña a nuestro programa". Como él, buscaban
la formación de "un gran partido conservador" más cercano a "la libertad práctica" que a
"la libertad declamada", y estamos "convencidos profundamente de que el progreso
positivo estriba en el desarrollo normal de una sociedad, es decir, el orden". Los métodos
de Castelar, en sus propias palabras, consistían en "obtener fines radicales con
procedimientos conservadores... un gobierno fuerte, dentro de las leyes, puesto al servicio
del espíritu moderno". A partir de la retórica de Castelar de 1873, La Libertad insistió en
repetidas ocasiones en que el partido liberal debía transformarse de un partido
revolucionario a un partido de gobierno. Al optar por "la conciliación", La Libertad se refirió
en julio de 1879 al nuevo (y efímero) Partido Posibilista de Castelar, comparable al Partido
Oportunista de Francia, esfuerzos ambos para aplicar la doctrina del liberalismo
conservador.
Si bien el término liberalismo conservador puede parecer un mero ejercicio retórico, una
manipulación confusa de la terminología tradicional, implicaba en México una
reconciliación, al igual que en España y Francia, de los puntos de vista políticos
tradicionales, lo cual se encontraba en el centro del discurso, no sólo en 1878 sino
durante todo el Porfiriato. La denominación "conservador" se relacionaba en México con
clericalismo, intervención extranjera y traición, y puesto que Justo Sierra y sus colegas se
consideraban a sí mismos herederos de la heroica Reforma liberal, todos eran en primer
lugar "liberales".
De hecho, cualquiera que tuviera ambiciones políticas después de 1867 tenía que ser
"liberal", a pesar de las diferentes interpretaciones que le convinieran al término. En suma,
la fundación de La Libertad y de su programa liberal-conservador (o político-científico)
transformó el liberalismo en México, no lo abandonó. Se podía ser "liberal-conservador",
pero no "conservador". Al examinar la experiencia y las ideas de Emilio Castelar y por
ende las de la Tercera República francesa, el grupo de La Libertad se percató de la
singularidad de la situación mexicana. Como Justo Sierra advirtiera, los liberales
conservadores en México son más afortunados que los republicanos españoles, pues
podían perseguir objetivos semejantes sin necesidad de cambiar su forma de gobierno.
Después de 1867 la república liberal en México estaba a salvo.
Centralismo Político.
Cuando Porfirio Díaz ocupó por primera vez la Presidencia de la República, el país estaba
sumergido en una gran crisis económica y la gente anhelaba, ante todo, paz social. Con la
finalidad de pacificar al país. Porfirio Díaz lo mismo aplicó mano dura que promovió una
política conciliatoria entre los grupos enfrentados. Con Bandoleros y aquellos que
alteraran la paz social fue inflexible: cárcel o pena de muerte. Fue tan firme su política en
contra de la delincuencia o los disidentes que, ante la noticia de un complot revolucionario
en Veracruz, se le atribuye la orden de ―Mátalos en caliente‖. De esta mano dura surgió
lo que después se conocería como la ―leyenda negra del Porfiriato. Pero Porfirio Díaz
también fue un gran conciliador, pues lo mismo integró en su gobierno a liberales que a
conservadores, y fue capaz de convertirse en punto de equilibrio entre posturas y grupos
anteriormente confrontados.
Servidumbre agraria.
Educación y cultura.
La población del periodo era, en su gran mayoría, analfabeta. Más de diez millones de
habitantes no sabían leer ni escribir, aunque también hay que señalar que, a nivel de los
estados de la República, había grandes disparidades.
Positivismo.
Durante la primera década del siglo XX se agudizaron los conflictos sociales, económicos
y políticos, mismos que fueron exacerbados por la crisis económica internacional. Los
campesinos y trabajadores desempleados enfrentaron privaciones, mientras que la
pequeña burguesía nacionalista y las élites de provincia advertían que sus oportunidades
económicas se iban reduciendo, y que los principios federalistas y democráticos eran
cada vez más letra muerta en la Constitución de 1857.
Crisis política y económica: clubes liberales y Partido Liberal Mexicano.
Ante el auge de los clubes liberales, el régimen respondió con represión. Cárcel,
persecución, destrucción de imprentas, clausura de periódicos y espionaje fue parte de la
política aplicada hacia los opositores. Debido a la persecución de que eran objeto, los
principales promotores y organizadores de los clubes liberales, entre ellos los hermanos
Ricardo y Enrique Flores Magón, en 1906, formaron el Partido Liberal Mexicano con el
lema ―Reforma, Libertad y Justicia‖ y ejercieron una fuerte influencia en las huelgas de
Río Blanco y Cananea. El programa de este partido plasmó demandas fundamentalmente
obreras, constituyéndose en el antecedente más importante del artículo 123 de la
Constitución de 1917.
Huelgas obreras.
Los abusos que con frecuencia se cometían en contra de los obreros, los bajos salarios y
la discriminación fueron algunas de las causas que originaron protestas y movilizaciones
obreras. Las más importantes de ellas tuvieron lugar en el ocaso del régimen, entre 1906
y 1907, son conocidas como las huelgas de Cananea y de Río Blanco, aunque más que
huelgas fueron una especie de tumultos comunitarios. Ambos momentos son
considerados fundamentales del sindicalismo mexicano y uno de los antecedentes más
importantes de la Revolución de 1910. En ellos se reflejó la influencia del pensamiento
liberal magonista, de tendencia anarcosindicalista.
En 1907 se registró en Estados Unidos una de las crisis financieras más severas en la
historia de dicho país, provocando que cerca de 15,000 bancos estuvieran a punto de
quebrar o quebraron. Las consecuencias económicas que dicha crisis representó para
México, fueron de trascendentales consecuencias, pues México incrementó
significativamente su dependencia económica hacia Estados Unidos en las últimas
décadas del siglo XIX. Esta crisis económica y la crisis política que se presentó en 1909 y
1910, se convirtieron en una bomba de tiempo: juntas conformarían parte de la
problemática que dio lugar a la revolución de 1910.
Entrevista Díaz-Creelman.
Díaz esperaba liberarse de las ataduras del capital norteamericano, pero sólo
consiguió que Estados Unidos le retirara su apoyo y buscará proteger sus interese
mediante un cambio de gobierno en México.
3.2 Proyectos Revolucionarios de la Nación.
Otros factores relevantes que ayudan a explicar el estallido revolucionario fueron las
fisuras registradas al interior del mismo grupo gobernante, pues la edad avanzada del
presidente hacía inminente un cambio en el personal del gobierno, lo que desató
ambiciones y disputas.
Las causas generales del movimiento revolucionario de 1910 fueron diversas, pues
prácticamente todos los sectores sociales tenían un reclamo hacia el régimen.
Proyecto anarco-sindicalista. Por último, debemos señalar la revolución obrera, que fue
muy importante en el resquebrajamiento del Porfiriato, cuyos momentos más
representativos son las huelgas de Cananea y de Río Blanco, está vertiente fue
radicalizada por dirigentes y teorías anarco-sindicalistas, siendo alguno de sus
exponentes más importantes Ricardo Flores Magón como movimiento participaron
activamente en la Casa del Obrero Mundial y en los Batallones Rojos.
Etapas.
Tres grandes momentos caracterizaron la crisis política provocada ante las sucesivas
reelecciones presidenciales y la movilización de las masas ante el llamado de Francisco I.
Madero: El gran momento de la Revolución que va de 1914 a 1917 y se caracterizó por la
confrontación abierta entre las diversas clases, la guerra de todos contra todos, la
intervención estadounidense, así como la alianza entre un sector del movimiento obrero
con el de la burguesía; se analizará que el periodo de 1917 a 1924 se caracterizó por el
reacomodo de los grupos políticos, la conformación de nuevas alianzas y la
reorganización social y política de México (la pacificación nacional y la construcción de
nuevas instituciones).
Maderismo.
Francisco I. Madero se le presenta como apóstol de la democracia en un cambio de un
sector crítico de la historia, también es ubicado como un político débil, incapaz de estar a
la altura del momento histórico que vivió el Porfiriato en su caída en México. Como político
local, Madero participó de manera indirecta en los procesos electorales, apoyando
candidaturas independientes, contrarias a los intereses del régimen; en ese mismo
sentido participo en las elecciones estatales de 1905.
Decena trágica.
El Constitucionalismo.
Huerta prometió acabar con la anarquía e imponer la paz en el país, pero sólo consiguió
el estallido de una nueva fase de la revolución, más violenta, costosa y radical que la
anterior. El desconocimiento del nuevo régimen pronto se dio. Fue el gobernador de
Coahuila, Venustiano Carranza, quien inició la rebelión en contra del gobierno emanado
del cuartelazo e invitó al país entero a secundarlo. La defensa de la democracia y el
restablecimiento del orden constitucional fueron sus banderas centrales; el plan
proclamado fue el de Guadalupe y en él se repudió a Huerta, sin hacer mención alguna a
asuntos sociales, económicos o políticos. El movimiento encabezado por Carranza
también es conocido como constitucionalista, pues uno de sus objetivos fue luchar por el
cumplimiento y la observancia de la Constitución de 1857. Carranza fue nombrado primer
jefe del Ejército Constitucionalista.
La llegada de una comisión zapatista, a finales de octubre de 1914, radicalizó más a los
miembros de la Convención. Los hombres del sur, aunque en posición numérica
minoritaria, hicieron valer su autoridad moral y lograron que la asamblea aceptara dos
condiciones para que el Ejército Libertador se incorporara plenamente a la Convención:
que se aceptara el Plan de Ayala y que se quitara al ―hombre-estorbo‖, como fue
calificado Venustiano Carranza.
Otro artículo de suma importancia fue el 123, dado que el punto referente al trabajo
asalariado volvió a enfrentar dos puntos de vista diferentes, mas otra vez predominó la
posición revolucionaria, pues quedó firme la impresión de que los obreros no habían
hecho otra cosa que ganarse lo que buenamente les correspondía, y si no se les daba,
seguirían siendo, o llegarían a ser, un factor explosivo en el interior mismo de la sociedad
que se estaba reorganizando. El artículo 123 consagraba la jornada máxima de trabajo
diurno, nocturno y de las mujeres y los menores; el descanso semanal; el salario mínimo
para los trabajadores. Tal consagración no era solamente jurídica, sino sobre todo
política, constitucional: la cuestión obrera, de hecho, aunque en teoría fuera muy
ambigua, se convirtió en un aspecto que pasaba de lleno al campo del interés público,
dejando de ser espacio exclusivo de relaciones entre particulares.
Se niega a los sacerdotes derechos comunes y políticos y los sujeta a registro
público.
EL CAUDILLISMO
Durante los años 1920 a 1928, al estar al frente del gobierno federal Álvaro Obregón y
Plutarco Elías Calles –una vez eliminado su enemigo Francisco Villa, así como su paisano
y antiguo compañero de armas y grupo Adolfo de la Huerta (exiliado)- los sonorenses
dirigieron la vida política, cultura y económica de México y fincaron las bases del nuevo
Estado. Ya Plutarco Elías Calles había enunciado pocos días después de haber tomado
posesión de la Presidencia:
No obstante, su “buena fe” de fortalecer al país en todos los órdenes, existía uno que era
muy complejo, pues los generales revolucionarios seguían manteniendo expectativas de
llegar a la Presidencia de la República. Pocos pudieron imaginar que Álvaro Obregón
manifestara pretensiones para reelegirse en 1928, pero cuando se percataron de su
regreso a la vida política y cómo los legisladores y militares se le subordinaban, no
dudaron que su iniciativa de enmendar la Constitución, a través del Congreso, iba a
triunfar. Así se modificaron los artículos 82 y 83 –que prohibían la reelección- para
especificar que se aludía a la posibilidad de volver a ocupar el poder Ejecutivo
inmediatamente después de haber cubierto su período establecido en cuatro años, pero
que era viable volver al cargo mediando la gestión de otra persona.
Pero Calles no perdió su poder político una vez que dejó la presidencia, pues si bien para
1929 no era el primer mandatario de la nación, sí tenía la suficiente fuerza para llamar a la
“gran familia revolucionaria” a constituir un partido político en el cual se resolverían sus
diferencias –vía pacífica-, tanto para la postulación de candidatos a la presidencia, como a
las gubernaturas y demás puestos de representación pública.
Después del asesinato del gran caudillo, Calles, su sucesor, señaló “la necesidad de
transitar de una forma de gobierno basada en la figura del caudillo a otra de tipo
institucional”, pero él mismo era, y pretendía no dejar de ser, el único caudillo del país.
La vida política de México, durante los años del ejercicio de poder de los sonorenses, no
pasaba por los partidos políticos. Desde el ascenso al poder de Madero habían sido las
armas el medio por el cual se llegaba a la presidencia, así pasó con Victoriano Huerta,
luego Carranza –tras la dirección del ejército Constitucionalista- posteriormente Obregón y
él nombró a Calles como su sucesor. Después del asesinato de Obregón, Calles eligió a
Emilio Portes Gil. La realidad era dura, pero así era.
Aunado a esto, Calles sabía muy bien de la imposibilidad de reelegirse, por lo que adentró
en las pudientes capas sociales la idea –que fue bien recibida- de crear un partido político
para dirimir pacíficamente las sucesiones de los diferentes poderes. La necesidad de no
desgastarse en más enfrentamientos llevó a la “gran familia revolucionaría” a intentar una
modificación en sus prácticas. En marzo de 1929 fue creado el Partido Nacional
Revolucionario y, casi de manera automática, los partidos regionales empezaron a
desaparecer. El acuerdo se sellaba, aunque la forma en que iba a desarrollarse no está
bien definida, u el verdadero artífice ocupaba sus contactos para que “el partido” quedara
bajo su control.
Dentro del programa del PNR se contemplaban las demandas de los sectores sociales
más necesitados: educación de empleos, apoyo a los campesinos para que recibieran
tierras ejidales, pero también señalaba la necesidad de mantener una balanza de pagos
equilibrada y de industrializar al país. Sin embargo, ésos no eran los principales objetivos
de la política callista, sino centralizar el poder y sujetarlo a su persona, aun sobre la figura
del presidente de la República.
Desde la fundación del PNR quedó claro que dentro de esa organización se podía llegar a
negociar algún puesto público, pero fuera de él no se lograba nada. La primera muestra
de esa nueva modalidad la sufrió un antiguo obregonista –Aron Sáenz- cuando la mayoría
de los delegados que podían elegir candidato para la presidencia del país, por
indicaciones de Calles, presentaron a Pascual Ortiz Rubio como el favorito y le retiraron el
apoyo. Ortiz Rubio fue el primer presidente surgido de las filas del PNR.
Tal vez la complicación más fuerte que se le presentó al presidente Calles la resolvió en
1929 y fue la lucha contra el único poder que tenía capacidad para enfrentarlo: la Iglesia
católica.
Las contradicciones hicieron crisis en 1926, cuando el arzobispo Mora y del Río se atrevió
a ratificar su postura de incumplir los preceptos constitucionales. Calles, entonces, ordenó
que se aplicara la ley y clausuró conventos, iglesias y desterró a religiosos extranjeros. Se
llegó a otras medidas como limitar el número obispo de Huejutla por hacer declaraciones
contrarias al gobierno y expulsar a un delegado apostólico por la misma causa.
Este conflicto se conoce como “la cristiana” en la historia de México, pues los ejércitos
católicos luchaban bajo la consigna de “¡Viva Cristo Rey!”, y conmocionó a una buena
parte de la población pero, aun con toda su fuerza, no logró eliminar la presencia del
verdadero responsable del ejercicio del poder en México: Plutarco Elías Calles.
EL Maximato
Los años de la vida política mexicana que transcurrieron de 1929 a 1936 se les conoce en
nuestra historia nacional como “Maximato”, por la trascendental importancia que tuvo la
figura de Plutarco Elías Calles –el jefe máximo- para la vida de este país.
Si México había sido un país en donde el representante del Ejecutivo siempre actuaba
como el gran detentador del poder, para los años de 1929 y 1930, la presencia del
presidente del PNR, Plutarco Elías Calles, evidenció que tal regla no escrita tenía una
variación, dado que el poder real estaba en sus manos a través de ese partido para ser
presidente de México, nombramiento que se ofreció al entonces representante de México
en Brasil, Pascual Ortiz Rubio, y que había estado retirado de la efervescente vida política
mexicana registrada en los años veinte.
Una vez que Pascual Ortiz Rubio rindió protesta como presidente de México para ocupar
el cargo de 1930 a 1934, pocos fueron los que creyeron en la posibilidad de un gobierno
que estuviera lejos de la influencia callista, sobre todo al comprobar que –ante al atentado
que sufrió Ortiz Rubio el mismo día que inició su mandato- mayor fue el número de
políticos que fueron a consultar con Calles (para preguntarle qué era lo se iba a hacer)
que los que se preocuparon por la salud del presidente. No obstante, el nuevo presidente
de México intentó crearse un equipo de trabajo que respondiera a sus propios proyectos,
situación que encontró fuertes obstáculos entre la administración de filiación callista.
Además, esos primeros años de los treinta – a nivel mundial- fueron de grandes
problemas económicos, lo que impedía la obtención de buenos resultados en tal área, y
sobro todo, sin la ayuda callista.
No obstante, el control que el jefe máximo detentaba (por esos años el general Calles
vivía frente al Castillo de Chapultepec, sede de la residencia presidencia por lo que un
dicho popular rezaba: “Allí vive el presidente, -señalando el castillo- y el que manda vive
en frente”), el país comenzó a institucionalizarse (muy a pesar de la paradoja de hacerlo
por la presencia de un caudillo), mediante un muy complejo proceso de reorganización
estatal que, paulatinamente, le confería mayor autonomía política frente a las clases
sociales permitiéndole reordenar las relaciones de poder en el interior de la burocracia
política.
En 1932, Ortiz Rubio renunció a la presidencia de la República, por lo que el jefe máximo
nombró como su sucesor al general Abelardo L. Rodríguez, quien quedó como presidente
interino por dos años, con el apoyo de Calles.
Recurrieron a buscar apoyo del jefe máximo, quien hacía públicas algunas sugerencias al
presidente para que rectificara el camino que estaba tomando. La respuesta de Cárdenas
fue solicitar la renuncia de los adeptos al callismo y sustituirlos por personas que tenían
compromisos con él y sus colaboradores. La situación se volvió muy difícil dentro de la
política mexicana dado el enfrentamiento de dos fuerzas (esto mostró el rompimiento al
interior de la familia revolucionaria) y que tuvo solución final cuando el presidente
Cárdenas dio la orden de expulsión del general Calles del país y éste no encontró la
forma de evadir tal sentencia y salió desterrado de México. La crisis política se resolvió a
favor del presidente y terminó la era del “Maximato” en 1936.
La política de masas
La política económica
La conciliación con los grupos populares dio seguridad a Cárdenas para implementar una
política económica cuyas bases fueran nacionalistas, donde la participación del Estado
fuera decisiva –en el sentido de impulsar la producción interna desde los diferentes
sectores, comenzando por el campo y la industria- y también garantizar su óptima
incorporación al mercado nacional con la finalidad de no depender tanto del exterior.
La reforma agraria.
Durante el sexenio cardenista varios factores influyeron para que los conflictos con
Estados Unidos volvieran a presentarse y evidenciaron el carácter antiimperialista de la
política presidencial, entre otros, el ascenso del movimiento sindicalista de los petroleros
mexicanos (que contaban con el apoyo del gobierno); otro respondía a que las compañías
petroleras estadounidenses estaban trasladándose a explotar el petróleo venezolano, en
cuyo país no existía una legislación que protegiera tanto, como la mexicana, este tipo de
recurso ni tenía un sindicalismo combativo; otro más radicó en que el principal campo
petrolero de la época pertenecía a la compañía. El Águila (de propiedad angloholandesa)
y no podía ser tan cuidado por sus propietarios, pues tenían el estadillo de otra gran
guerra, ante lo cual debían cuidar sus posesiones en el Medio Oriente.
A partir del 18 de marzo de 1938, México se hizo el dominio de la industria petrolera y sus
trabajadores mantuvieron la producción gracias a su experiencia en el trabajo. Este acto
de soberanía impacto poderosamente a otros países dependientes que observaron con
beneplácito la decisión tomada. No debemos olvidar que las expropiaciones y
nacionalizaciones de habían hecho efectivas en el campo mexicano y que respondían a la
reordenación de las relaciones que el Estado decidió establecer con los grupos populares
y dominantes, sobre todo en esos años tan especiales del inicio de la Segunda Guerra
Mundial.
EDUCACION
Según Espadas y Vallado, para Cárdenas la educación serviría para hacerles entender a
las nuevas generaciones dos cosas: la prioridad de las necesidades de la colectividad
frente a los intereses egoístas de las clases privilegiadas y la posibilidad de construir un
capitalismo reformado, es decir, un sistema que pusiera fin a la explotación de los
hombres a través de una serie de limitaciones a la economía de mercado y a la propiedad
privada. Por tanto, la educación sería el instrumento que permitiría el mejor disfrute de los
derechos sociales y políticos ciudadanos, la tarea cardenista se enfocaba a extender la
educación a la mayor cantidad de poblaciones para que dejara de ser patrimonio de unos
cuantos.
La educación socialista
BIBLIOGRAFÍA
BASICA:
COMPLEMENTARIA
LÓPEZ, A y Lozano J. (2001) Historia General de México. D.F., México: Ed. McGraw -Hill.
SITIOS WEB:
http://www.simon-bolivar.org/Principal/bolivar/sb_y_nb.html