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Bernard L«: Bouvicr lit¡lltcrl<'ll('ltrv() lit t'¿¡t'¿t li¡r'l rrrti¡ tll vi
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Eil vi¡ un siglo, de 1657 '¿ l757.litrt'tolt t ictt rtrios ctt los t¡rrt' lir UI EI lg
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EI cultura- rjccidental expetirttt'tttltl¡it ttttlt <lt' strs t¡¡iis ¡rrolirtttlits tgl tY'-1
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tñ'l transfbrmacionr:s. Cienci¿r y Iiltlsolia «'ltt¡riltttlíittt ttttt'vr¡s tl«'. üi ijl
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ffil rroteros. Y Fontenelle fue utt t<tstigo t'xt'<:P<'iott;tl rlg t'stos «lc
sarrollos. Secretario de la «At:a«lótltic tl<'s S< i<'ttcth», itsr¡llt('
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ffiI con entusiasmo su tarea tle irlfi>r'tttar J»rrtlu:rl, titztlttitrlit y tgl n'fg HI IEI
ffiI comprensiblemente, de los nlrcvos <lcst:ttlr¡irllit'ttt()s y t('()'
rías. Su Histoire de I'Acariémie y sus I/ogr,r clc los rtr¿is ittt¡rottltrt'
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tes filósofos y cientificos del momento (ronstittlyolt rlt¡ttttttt'lt'
tos inestimables para el conocimiento de su é¡roca y cttlltrtrt'
Pero Fontenelle no se limitó a ser un mero trot¿rriir «ltr los
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EI avances del conocimiento. Tanto desde su ca"rgo de se( I(ltit' tgr 7 ffiI E
EI rio como en sus obras personales emprende uha cam¡raña
contra toda forma de superstición y una lúcida defensa de la
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EI «razón». Sus escritos son obras maestras de dirvulgación, t'du- t$J
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ffit cación y propaganda, Fontenelle es, como dijo J. Rostand, LüJ il^\ Efl IE
«una especie de La Rochefoucauld de la verdad científica»' lt''l
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Pero, además, la pulcritud de su información se exponía con
ffit una calidad literaria poco común, hasta el Punto que P. Vale- tgl lg) lg
HI ry le considera «el nrejor prosista del s. xvltn¡. La obra que ]tü i f'_t
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16l aquí presentamos,.las Conaersaciones sobre la p!.uralidad de Los IH t7, FI tg
mundos, es una de las más representativafly Ia más famosa lr') 'l
m dei autor, y es una perfecta rnuestra de la lograda combina-
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EI ción de rigor científico y calidad literaria. Con ella Fontene- IEI E] trdición preparada por 1g
ffiI lle se erige como uno de los máximos representantes de ias tlhi HI tE
ffit tradiciones, cuyos grandes protagonistas son hoy autores
como Stanislaw L,en y, especialmente, Isaac,Asimov.
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CONVERSACIONES
SOBRE LA PLURALIDAD
DE LOS MUNDOS
BERNARD LE BOUVIER
DE FONTENELLE

CONVERSACIONES
SOBRE LA PLURALIDAD
DE LOS MUNDOS
Edición preparada por
Antonio Beltrán Marf

@ Copyright, 1982
EDiTORA NACIONAI. Madrid (España)
ISBN: 84-2760595-1
Depósito legal: M. 13.555-L98)
Impreso en Closas-Orcoyen, S. L. Pollgono Igarsa
Paracuellos del Jarama (Madrid)

CLASICOS PARA UNA BIBLIOTECA CONTEMPORANEA


Pensamiento
EDITORA NACIONAT
Serie dirigida porJosé Manuel Pérez Prendes
Torregallndo, tO - Madr¡d-16
INTRODUCCION
I. FONTENELLE.
ENTRE LA RAZÓN Y EL PESIMISMO

Pero éqaiér es Fonterclle? me preguntaba otr estudiante caando propase


el estudio de u obra, en el proluto de un semittario que babía de tratar
sabre la dfusión 1 plénicas del muanicismo cartesiano. Y no podía auu'
rárah apenas. La bisnriografía de la f losofía -y de la ciencia no le cuilan
cntre sr,ts protagonistas. Nacido en un «siglo de geniw», la obra de Fontene-
lle no brilla por la luz de su prEios logros teóricos. No bq ana leit o ma
teoría de Fortenelh, no ba1 ni siqliera ana tesis filosófca de cierta influcn-
cia qae pueda atribuírsele como original. En base a esto ltabo quien, en el
tercer centenario de sa maerte, dijo de él qtte era «toat h contraire. d'un
gral aprit» 1. Lo caal no deja de resrltar paradójico, porqtlc de quien u
todo lo contrario de un grar tahnto, no suelen celebrarse los cntetarios. Se-
gilrarnente Tbierry Maulnier, que biTp tal afirruaeifu, se acordaba de que
Montesq*ieu lo consideraba como el mfu grande «uprit» dc su siglo. Vol-
taire, más preciso, deeía de Foltenelb qte utaba «por encima de todos los
sabios qre rb tienn el don de la inaención», 1 añadía: «M. de Fontenelle me-
rece ser mirado coÍ10 ,1tt0 de los más granda filósofw de la Tierra y a pe-
sar de sts defectos, la malor parle de sas obras no deberíax prear jamás,.
No paede negársele cl baber dado nseaas lws al género hamana A é1, en
gra.n parte, se debe este talento filosófico que baa dupruiar las declamacio-
nes jt las astoridades para discutir l¿ tterdad con exactitad»
2. Los de

1
Citado por J. Rostand, <<Fontenelle. Homme de vérité», en Raue de Sluthise, 21, pá9.76
( 1961).
' 2 fbid¿m.
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bontenelh slfl ul protaganitmo 1 una grardex,o attpicas. No abre Mfiin*, samls elt la Francia de Luis XIV. Aur'b¡acia 1792 Condorcet proclama'
cierra laberintos. Es sro de esos bombres de lot que l¡ablaba Condorcet tlae ba er sus Memorias sobre la instrucción pública «El reino de la uer-
«puflefi sil gloria en deslruir lo¡ errores poltulares» 3,1 miefiras qn, iros dad se acerca: /t,,t/tctt el deber de duirla fue tar imperioso porque janás fae
lo caracteriwn nno <rfilósofo de sahí», «matemático de altoba», otros ¿'omo tar titib>. No obstante, si elimirumo¡ el optimismo, tatto an texto como el
J. Rostand bablu de él como de «sna espuie de La Rocbefoucauld de ta otro caracte?iun fielnmn el upíritu que domina la obra de Fontettelh quc,
aerdad cienttfica», «el yerdadero creador del bsmanismo cientfrco», 1 qúzi como Ba1le,n anticipa así a los «enciclopedistas» del siglo XVIil. Sit
recogtendo la afirrnacién que bizo Mme. Lambert efi Jrt retrato de Fontene- dt/da ruaha exnsiaamente osado derh ut rumbre propio a esfa «edad de
lle: <r... en fn uno de eso¡ bombre¡ dutinados a dar el tona de sa siglo» a. la raxí» que tantos J tan granda p tiene. Pero si la defensa de
Masrice Roehns, por su ?arte, eil ¡u ifitrodlcción a la antolagía de textos la rawítr 1 la lucba contra los prejaiciw
son los criterios, es, en cierto ruodo,
de nue¡tro aator, al recordar qae Fontenelh truo el priuilegio de uiair ur longeaidad, u proponga a Fonterclle
eoruprensibh qrc, Por su obra 1 su
siglo, añade rowndo la exageración, flo rara como paede a€rse er e¡tas yalo- para denominarla. Meros arriesgado es caracterizarle, como se bace a me-
raciones, que qrizri bien merecería ser llamado «el i§o de Fontenelle». nudo, en o et compañía de Ba1h, como el «primer enciclopedis
Atendiendo a 0tr0 aspeúl, P. Valery le eonsidera «el mejor prosista del ta», o «primer rePresentafite del moaintiento "pbilosoplte"».
siglo XVIIb4 arlflqle taapon en este sentido deja de baber desacaerdo. Et Bernard le Bosaier de Fontenelh, bijo de Frar¡ois, abogado en el par-
cualquier caso, quizti merwa la pena decir qw criticar a alguien, en este lamento de Rown, donde ejerce <tcon mrh bonor que cehbridad», 1 de Martbe
caso a Fontenelle, por lo qae no fue, ni pretendirí ser, ,trtr gran Comeille, lterrnana de Pierre -y del faruoso Tboruaq Corneille, nace en el
filósofo o *n
eminente cierttfico, re¡ulta caando menos sxperJlao, 1 recaerda por oposición mi¡no Rouen el 11 de febrero de 1657. Estdia de 1664 a 1672 en el
ttna de las cualidade¡ de Fonterclle cuardo, conscielte de lo que si querta nlcgio de juuitas de la ciadad, donde 1a babiart estudiado los Corneilh, 1
bacer 1, sir dada, bizo bien, dice <ton a bien de la peine á prendre ju$e h eil cuJos registros se babla de ál coruo «in*r discipulos prircep»». Los juui-
ton qa'il faut et á t'en point sortir» s. Lo qw mtk ercontramos entre los tas, entre los qae alguttos, como Tournemire, serár posteriormente buenos
bombru a lo largo de la historia son dogmáticos. Los acépticos sienpre ban anigos de Fontenelh 1 no dejarán de aludarh, pretenden bacerle ingresar
¡ido menos. Los que ban sabido combinar la¡ airtude.¡ de anos
1t otios cons- en la order. Su padre, plr sil ?arte, consigae qile c,lrse la carrera de aboga'
titr4ten rarísimas excepcion* Fontenelh es ,,r10 de ellos. Biex merece la do. Ircluso llegará a actrar er un pleito que perderá. El se siente inclinado
pena conocerlo. desde mu1 prolto bacia la filosofía 1 la literatura en upecial, m la que es-
Fontenelle uiuid dade 1657 a 1757. Et este úhimo aiio preeisamente A 1
pera famoso siguiendo las baella¡ de sa tí0.
bacerse los true catora
Horace lYalpoh, en ¡us Memorias del Reinado de Jorge Il, ewibía: dños, er lasnismas feebas eil qfle te prblican /¿¡ Pensées de Pascal, con-
«Ha pasado trn siglo desde qae la razón erupez.o a tener inflaencia en los flirre a aarios concur¡os literaios locahs, obteniendo uarios premios, lo que in-
asr4ntl§ del mundo, a corducir al bombre bacia lo qae le babía sido otorgado tntará reptir pwtcriorrrefitc con menos fortuna. De cottstitttción frágil
bace ¡eis mil año¡. Si las religiones 1 ks gobiernos estabar dominados aún dice qae a lo¡ dieciséis años el billar era para él m jaego demasiado aialen-
-se
por hs prejuiciw, si los tedos que contradeeían la ldgica, o las tiranías
fue t*, to obstante, con los debidos cuidadw, enfermará mrlJ raramettte a l0
esclauizgban a las msltitsdes al capricbo de mo, no ltabíar sido atin dua- largo de sr dilatada vida. Ut
año dupués de la mserte de Molilre, en
creditadas, por lo menos no se introducíat naeuos absardos, o si se propaga- 1 674, aiaja por primera a París, donde ss tío le acoge bajo su protee-
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ban, no prodacian irquisidoru o ruártire¡» 6. No es poco el optinisno de eión t h introduce en el murdo culto.
tal afirmación, espuialmente si ¡alimo¡ de la. Inglaterra de lYalpoh, 1 pen- Francia es, er aqrellos momefito.r, la malor potencia de Earopa. Ni
Holarda, d pe§ar de dominar las finaqas iúerracionahs, ni Smcia, en de-
cliae, ni la atomiztda Alemania, ni los pequeños estados italianos, conto
l,Condorcet, fuqaise d'm^tabhat.historiqrc
du progrü de lxprit btnait, pág.216,9.^ ép- tampwo Inglaterra, smida en los problemas de la re¡taaraciór de los Es'
' 4 [:ditions
r¡ue.. Sociali. Paris. 1971. Edición ile H. y'F.-HincKev.
lil retrato de Fontenelle por Mme. De Laníbert, es repíoducido por S. Derorme en su trardo, o España, aercida desde la Paz de los Pirinws, paedn bacerle te-
«li¡ntenelle, l'homme et son temps», en la ¡evista y nrimero'citados en'.uestra nota l. pági-
¡ts 27-29. Para la cita de Rostand, ver también loi. cit., nota l. ' ' mer rada. Lais XIV, qrc ba accedido al gobierwo personal 1 absolttto des'
5l;,1 texto
corresponde al final del prefacio a suhii¡toria de¡ omclc¡, páe. X. Edición crf- de 1661, cs el árbitro de Europa,l está dispwsto a lleuar adelante los
ticr_dc.l.ouis Maigrón, Société des Texies FranEais Modernes, paris, 19d8."
6(iitado por Flarold Nicolson, Tbc
Agc oJ R^- ¡tZO'O-tZSl¡. panther Vooks Ltd.
prolcctos dc Nchclieu 1 Mazarino: la consolidación de las frortcras natura-
Lrrrrlon, 19f1, pág. 11. hs de Francia, q* coincidirían con las de la antigua Galia. Con la Paz de

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los Pirineo¡ (1659) Maztriro babía ratfieado cl Tratado de lYettfalia, o ría famosísimo el gruP de Mersemc, ctlas reuriona teríar como objao te'
cl predonirio de Frarcia er Occidcnte. El matrimonio de Ltis XM con mas de carácter nás cieútfin. Pcro andando el tienpo sargiríatt ttiln ero§as
la itfanta María Teresa, qae tantas conseelencia¡ políticas babía de tmcr, a¡ademias: la dc la casa del padre Picot, anigo -1t l)sésPed de Deseartes; las
corsolidaba por el momento uno de los objetim. l-a frontera del Rhin babío de Robaalt o Denis, cottocidos cartesialo 1 gaswdista, respeetitamente. Es-
de ¡er el siglic*e. Pero tras lo¡ distsrbios de la Frondd en la décadd aúe-
pecialnnte fanwas seríal en aquellos momentos la de la casa del prfucipe
rior, attes de emprender una política extcrior agruiu, babía que colsolidar de Condé, diri§da por el nédieo Boardelot, o la de Justel. La del grupo dc
la paz intema 1 reaitaliztr la nación. Louaois.lt Colbert, etpecialmente, se- Mcrsetrne, tras la muerte de éste er 1648, no sólo no intenunpió stt acti'
ríar los ageúes prircipahs de esta reaitaliztción .y fortahnrían las ba¡cs aidad, sino que la intemerhí incluo, reudándose primero n
ca¡a del eonse-
del absoluti¡mo. La reorganiztción del ejhcito _y las fnanza¡ mt cl jero Habe* dc Montmort.y dupurís en la de Melcbisé de Tbéaenot. Sería
desanollo d¿l mercmtilismo -1t la mación de ux extenso aprato aduhistraiw,
pruisamente de ate grupo del qae sargir! en 1666 la Acadénie des
un acompañadas de nedidas lro ntct os inportantus en el intento de control
por inici¿iua guberuámental. Caando er 1661 na-
Scierces, ,,rrd vez más

de la fe 1 las ideas, del teteno ideológico. La rtptura de la a¡idad rcli§o-


rió MaTgrino, Carlos II enaió una delegaciótt inglua a sas furerales. De
ásta forruaba parte el cororcl Sanul Tttke, recienterteúe elegido nierubro
§a eilroPea en el siglo XVIbabía telido como corncaencia el desarrollo de
las iglaias naeiorahs. Los respectiaos gobiernos intenenían en la elccción de de la Roltal Suie!, qxe tería el encargo de informarse de la actitidad cien-
candidatos |ara las wda aacantes,1 tetaban los decretos papahs que pu- ttfica en París. Fse recibido efi cn§o de Montmort, dotde conocena a Rober-
dieran perjdicar w política. Francia, qae er el tran.§csr.Ío del siglo XVII ual. Take ltizp de la Ro-yal Saietl l del irterés de Carlos II por sus acti-
reeruplaza a España en la imposición del estilo reli§wo, es el estado en qse aidade¡ ar relato ,trl tdfitt exagerado. A partir de entonces, se decidid
el adlor político de esta posición nacionalista tierc aEtor alcdnce. Sc produa mattener ura correspondencia regtlar entre la¡ dos academias que,1a diru-
an progresiw enfredamierto eon Rona, así como el fortahcinienn dcl «ga- tamente, 1a a traués de Holarda, se intensfrcaría cada aez násl. Pero, a

licanismo». Una de sus más importartes manfestaciones sería la Reaocación pesar de sa admiración por la Ro-yal Societl, los ciextrfcos no se propusieron
del Edicto de Nantes. Enrique IV
ltabía superado las llamadas gaerras de iruitarla. Fue Colbert qaien decidió respedo a los cienttfcos lo qae Nchelieu
reli§ón mediante m cierto recorocimiento político dc los bugorüa 1 cierta babía becbo con los literato¡. Más aún, et 1666 Colbert pensó en fandar
tolerancia reli§wa, Ricbelies babía mantenido la¡ elássslas del Edhto de una especie de academia enciclopédica que rettniera a materuáticos, físicw,
Nantes. Pero L,ai¡ XIV no utaba displcsto a tolerar esta ¡ituación: m eraditos 1 literatw, que se reuniríat separadamente en distirttos días 1 una
solo re1 1 una sola fe debían impcrar. Los bugototes no tenían más olterxa- aez a la semana juntos. Pero una institución de estas características no re-
tiaa'que la abjuración o el destierro. Con la Retoeaciótt de 1685 mandtí sultaba práctica 1 además se irterfería con la f*ndada por Ricbelieu, ba'
destrsir los templos, el destierro de /os pastora cabinistas, así como la con- ciéndoh perder sl rawjn de ser. Así paes, la nrcua academia se ocuparía
dera a galcras 1 la nnfiscación de bienes a los hrgonotes qrc pretctdierar e¡trictamente del campo cierttfim 1 témico. Segin infornara posteriormente
evddirsc. La nedida tcndría diaersas con¡ecrcncias inportantu. Desde el Foúenelh, Colbert 1 Louuois, qrc le saeedería ett la tutela, querían qrc la
panto de aista uondmin no benefició a Francia, p,/cs efltre hs lttgonotes
Acadenia «se aplicase principalnenle a trabajos de una utilidad notoria 1
emigrada mucbos eran bombres de empresa que contribuían actiyamente al proúa, 1 que contribayaen a la gloria del re1». Colbert llamti uno por uno
desarrollo uonómicofrarcás. Por otra parte proporcionará sfl tfleal elemento a los cientficosfuturos miembro¡ de la institución, 1en diciembre de 1666
se iniciarían las sesionu de la Aeadémie da Sciences en la Biblioteca del
de anión a lat fitrras coaliciones eilrnpeas contra Francia, inexistente basta
entlrces. Por último, no scríar pocos los grandes intelcctulcs del momento re1, donde continuarían drrante treinta año¡ basta su traslado al Louvre.
qae babrían de abandonar París. Hrygns o Rwmer ¡on bsenos ejenplos de
Con todo, efi ma primera etapa, la Acadámie no bacía granda ?rogre§t§.
ello,
Roberual, Picart 1 otros miembros destacabhs murieron pocos afios dupués
El
canpo de la rultsra n0 es meflls directamente controlado. Las fano- de la fandación; Roemer 1 Hu.ygens taaieron que trasladarse a Holarda
caarudo ¡e reaocó el Edicto de Nartes. Carentes de grandes personalidades,
sas academias francesas del momento tenían 1a sus anteadentes qile tampoco
babím acapado a la intensención atatal. Por ejenplo, las resnioru litera-
rias que hacia 1629 se maúenían ct la casa de Conrart, llamarán k ?
Dicho sea de oaso. el incremento de la corresoondencia en esta época --cntre Lon-
atención dc Ncbclies que, prefiendo tener bajo control tales aetiaidades, en dres y Parfs cirmlaban unas cien cartas diari¿s, y e'ntre Parfs y Amsterdm unas mil qü-
nientás.._ motivó .la estatahzació¡ del correo, que tuvo enoffnes consecuencias cometciales.
1635 dio ar caráeter oficial a la Acadámie Frax¡aise. Algo n* tarde sc-

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las flo erafl rufcientes para cubrir la¡ reunionu programa-


eomanieacione¡ re¡ Corweille|». «El Mercure Galant», que puhlicaba tráticas de sociedad, co'
das, sin un reglamento aún. El miembro mtk eminente es ett estls monertto¡ meúarios de las naaedades literarias jt teatrales, de nambramienf¿ts afciale¡
el astr¡inomo Gioaanni Domenico Cassini, a quien el Papa retime jurto a sí janto a t)ersos ) canciones con mtkica, planteaba, a uecs§, problumas nno
coma intendente de fortificacioua. Cassini debía enuiar el irtforne de sus «paé tiene más rxérilo, lcazgr a ttna coqueta 0 tafirlllYer a uaa indferen-
obseryaciones a Carcari, qr,te, a srt ue4 irfornaba a Colbert. En 1669, te?». Había sidofundado en 1672 por Donneaa de l/isé, bajo los aaspicias
Chruente IX pernite finalnente que Cassini se traslade a París, donde se de Luis XIV, cuXas ninistros perseguían estrpttlosamente las garctas
iwtalará a partir de ata fecba A psar del bajo totto de sus primeras dica- tlandutinas. Al poco tierapo, Visé se a¡oció cort Corneille "y en el contrato
das, la Acadénie de Sciences centralizs progresiaamente la labor cienttfica estipulabar mirsciosanente en un 50 por 100 e/ reparto de beneficias, in-
francua, pues las acadewias priaadas desaparecetr paulatixamente entre claldos los que pudieran deriuarse de «presentes que puedan sernos becbas
1680 1 1685. De 1688 a 171i se interrumpert lo¡ coúactos con la en dinero, mwbhs, atbajas 1t pensiones» obuia qw cierlrc notidas laa-
-es resaltar prodactiaas*. Pero
Royl Soeietl debido a las guetas entre Frarcia e lrglaterra. La ciencia datarias de personajes de aha sociedad podím
la crítica literaria, por su superficialidad en muchas oeasionu, sino
francesa se aísla,1t despaés se resistirá largo tiempo a la aceptacitín de los
i no sólo
i

i lagros dentficos irglaa. pnr aprJar a Perrault en fauor de los «maderfloe), ) criticar a Racine 1
Cuardo Fontcnelle llega a París en 1674, se utá consolidando la Gran Moliire, fue objeta de duros ataques por parte de los «antiguo»t. Por eiew-
A/ianza de l-a Hay contra el inperialismo de L,tis XIV I su <tmarcha plo,
'debajo I-,a Brqyire diría que <t"El Mercure Galant" utá inmediatamente por
del Rhin» contra Holanda. Tras el ase¡inato de Jaan dc lf,/itt, Cuillermo de nada». No obstante tenía gran éxito entre el público. Fontenelle
III inicia la contraofensiua en ,tfla Eaerra qr.te n0 cesaría basta la Paz de fue un asidao colaborador tonatdo parte actiaa en la campaiia contra todas
Ninega (1675-1679), que ú ?esdr de todo resilttí wntajwa para Fran' las forruas de supersticiór que enprendió «El Mercure». En e¡tos añw pa'
cia. Pero la grerra se desarrolla nry le-iw de París, que balh de vida inte' blice, entre otras compwiciones, dos nouelas cortas, Histoire de mon
hctual 1 corte¡ana. Las obras del Louare ,te retrasafi Purqae Luis XIV coeur ¿ Histoire de mes conquétes. Stt aficidn por el teatro le lleua a
tiene interá¡ en adelantar las de Versalbs. Como en ,tn efi§lJl de lo que e¡cribir pieTgs dramátieas. Diaersas tragedias que aparecieron con el nom'
allí sucederá, la aristocracia se retine en grandes fiestas donde ¡e e¡trenan bre de Corneille, cono Psyche a Bellérophor¡ 1 a las qae Lulli pondrá
tenedores de metah¡ pruiosos 1 copas de cristal" R.acine, cun ilna brillaüe ntisica, §ufl efi sa malor parte obra su1a. Del mismo modo, su comedia ¡a'
earrera Ja, estrena rzt Ifigenia en el mi¡mo 1674; Corneille fiaJ pronto tírica I.a cométe, a raíz del coneta de 1680, a propdsito del caal Ba/e
conpetirá con é1. Hulgens, ruién instalado en París, ba dedicado, utt año publicará rzr¡ Pensées sur la cométg será re?raentada apareciendo como
antesu sa Horologium oscilatorum a Luis XM. Leibniz desarrolla ¡tt autor Visé. Y caando Fantenelle ¡e decide a e§trenar' con sa propio nombre,
nueao cálculo en estas mismas fechas. En los salonu ¡e comenÍan la¡ notteda' la tragedia Aspar, se representa tres üecer, constitr.t-1endo un rotunda fracato
des literarias I culturales en ¿¡eneral. Comeille, relacit¡nada can la alta ¡o- qtle, caml era ssaa/ en aqaellas fecbas, inspira aeerbas epigrarnas que n
ciedad, introdace a sr,t prouinciano 1 prametedor sobrino en este ambiente en ban atrihuida a Racine. Esto na eaitará qae, pasteriorwette, Fontenelle es-
el que pronto se ruruertirá en un personaje estinado. Además, el «Mercure dbiera diaersas piezts teatralr, eomo los folhtos de dos típeraq thetis et
Galart», periódico literario1 de nciedad, del qre Corneille comJtartía la Pelée-1 Enée et Lavinie (1689-90), ana tragedia, en colaboracián con
direaitín con Donneau de Visé, presentó a Fonterclh, con ocasidn de su co- (atherittt Beruard, titulada Brutus, así como otra¡ aarias comedias que na
laboración en el periddico, con el títalo de L'amot¡r noy§ en hs siguientes haría representar.
tirairos: «Estos aersl§ §0t de A[. de Fonterelh, qae a los veinto años tiene Pero en estos prineros años Fontenel/e puh ru atilo, que La Brqtáre le
más experiercia de la que se posee usualmente a los cuarerta. Es de Roaen, cen¡urará posteriornente pnr sil gasto por la paradoja. «No abre la boca
dode sigue aiuienda, 1 mucltas personas de la nás alta consideración que lo más que para contradecir» Tanto en Rouen como en París, Fon-
han aisto en París nnfiuan qr/e e§ ,/n crimen dejarlo er proaincias. No ba1 tenelle se introdace en los temas
-dirá-.
1 ambientes cienttficos. En ¡u Nornan¡lía
ciercia sobre la que no discurra con segaridad, pero lo bace con an estilo fá' natal surgen intelectaales 1 cienttfcos iruportantes como el matemátin Va-
rignon, el histariador Verlx, el astninoruo La Hire o el padre Saiú-
I

I
cil qae no tiene nada de la aspereza de ks cienttficos de profesión. No gtsta
de los grandu conocimientos más que para srairse de ellos petsonalwenta Pierre, qae mantien¿n frecuentes reunion* 1, más tarde, se trasladarán,
Tiene una innligencia (esprit) fira, galante it delicada. Y para dáro¡lo a
conocer de un modo que os resilte faniliar: es sobrino de lo¡ dos petas, seño-
8 Delorme en nota 4, 11.
Citado por S. lae. cit.,

14 15

\,\
aiejas prácticas nedieaahs, como la sangría. Abara, apolado por jewi-
c0m0 é1, a París. Tanbién Mme. de La Sabliire 1 sa bija Mne" de a 1". los
tas de la Sorbara, renlt¡sas ante el uphitw de la nueaa reaista 1 de la
Mesangtire aiaen en Rouen 1 reúnen et stt c^§a a estos 1 otros persona.lu.
atencidn qae prestaba a la¡ ideas del extranjero, Patin consiguió qae De
Consttnyro una fonilia qui, ,t paruea ejnci! ,tn grafi atraetiao soby los
,lallo fuera destiktido. El «Journab> l¡abía recibido una «baena lección», de-
inehctíates, pai det r¡isnto iodo q,/e §e dice qlte !-ruarqa.esa de las
cíe en malo de 1665, al mnentar la probibicirín de la rcaista. «Se tiene la
Conversacidnes qrir aqú presentama, es Mme. La Maaryuire, Bernier
es?erafiza de qae el "Jourxat' obtenga naeuauente el perniso
babía acritola su- Abrégé-de la philosophie de Gassendi para ^la ma- -añadía--
de p*blicación, pcro de qile sed confiada a otras personas nás prudettes 1
dre, Mme. dí ro Sr¡t;¿rl. En Paiís se din numerosos cilrs^s J conferncias
dainteresada¡»e. El sucesor de De Sallofue el padre Galkiq que, en efec-
o iot qn, Fontenelh asiste, o de los que t-iene infornación d1lriyerl nana
to, se mostní nfu prudente -y aclaraba, nmentando la crítica de libras por
Fanoiísimo sería, por ejenplo, el a,trso de quínica q,' 4! \;cytal l*mery,
la reaista, <yy ciertartente es predsa recnfincer qr,te era atacar la libertad pú-
farmacáiltico de Luis *IV, ,u su laboratorio de la calh Galarde, al
qae,
"segh Regis, blica 1 ejerrer xna apuie de tiranía en el iruperio de las htras atribuirse el
el propio Fortenelh, asisten los conocidos cartesiattw \ohaall¿
derecl¡o de juzgar la¡ obras de todo el mando. Así es qae se lta resrcho
iostrónoni Auzot, Bernierl mttcbo¡ otros amigw su-yos' En rz Eloge de
abstenersc er lo sucesiao -y, en lugar de ejercer sa crítica, ponerse a leer bien
Lemery Foxtenelh dirá qui «casi toda Europa lta aprendido la qutnica
de ábi ¡us cursus' efi efeito, eran pur nilnerl§lr extratjeros, /os libros para poder dar de ellos an inforne más exacto que el que se ha
dado basta ahora» 10. Los juuitas, para cufitrarre.ttar la irflumcia del
basta'el purn di qtle u1 año tenía a euarerta e§c^ce§es er su carso. En
«Jounalt;1 en opasición a áste, pxblicaría4 a partir de 1701, sa propia
167l Robuah baia pubhcado ¡a Traité de Physique 1 posteriormente'
reaista, que se llamri «Memoires powr l'Histoire des Stienus et des Beaux-
en stts célebres «miérciles», explicaría las teorías de Descartes a los otrio-
aamentaría nás aún cott su §aceshr Regis Artsl>, que constituiría un elernento de oposición radical no sólo a las teo-
¡os. El áxito de tahs sesiones
age. tras baber bredicado el carte¡iailsmo er distintas ciudadu francuas, ría¡ de Newtor, ¡iro tanbién a las de Leibni4 Maupertuis, Reamur 1
otros. No obstaüe, el <rJournal des Saaants» cousigaió un progresiuo éxito.
1obr r, 1680 ias conferendas en París cax tal aflilencia de públin que la
gente acudía cun grüt-antelacitín phra asegs.rÚrse un sitio. Et 1681 pnlli' Pronto attmentaría su exten¡iór 1, a partir de 1701, pablicaría un suph-
"caría
CorrJ Entier de Philosophig qae Foxtnelh tanbien h1ó, rterta ruensaal de üarenta páginas. Mantaao una estrecba relacitin con /a
sas
la obra de Descartes era directo 1 reuista in§esa «Phiksopbical Transations», que aparecería ano¡ meses más
ar,ffiqile naturalmerte sa conocimiento de
tarde, 1 tenía xn carácter más estrictamente dentfico. Aunqae esta reuista
detallado.
se tenía por el drgano dfusor de la Royl Socie$, en rea/idad se publicaba
Adernás, Fonterclle era, sin dada, m lector asidso Ql <tJonnal des
Rileliea bajo la respouabilidad de uno de sas miembros, el primero de los cuales fue
Sauarts,»>, que babía sidofundado en 1665. Del rui¡no modo que
Henry Oldenbarg secretario de aquélla. Amba¡ reuistas, que intercarubia-
nnprend;indo las pwibilidades de encaszamiento de ld opinión pública q*e
Renaudot «La Ca- ban 1 traducían nurilerosls articulos, sascitarían afl grafl interás .y estimula-
poiía tercr la prensa, ?u§0 en manos de Tbéopbrarte
'w7a>, ror la creación de otras ¡imilare¡. En los años siguientes proliferan en un
haciendi de il,'como diría el pro?io Re,audot, <«l periódico .de hs
gran número, 1 ar buen ejenpk de ello son la reaista akmana «Acta Eru-
rrye§ )de los poderoms de la Tierra», sa discílrlo colbert decidió la fm-
ditorumt>, que se baría fauosa pablicando las aemorias cienttficas de Leib-
d"ac¡ñ de ara- publicación qile, co//10 Ricbeliea ltabía becbo en el aspecto po'
lítin, diriserá 1 o la aiz controlara la aida intehctaal. Por consejo de ni4 la «Acta Litteraria et Scientiaruru Suedae», fardada bacia 1725;
Cbapetain; Cottert prco el ntteao periódico, o reuista, b,jo k dirueión de Pierre Balh pablicaría, desde 1684, las «Noauelhs de la Repabliqae des
gran erdición. El priruer número Lettres», que tendría, sobre el <rJaurnals>, la uentaja de gozar de una malor
Dei¡s d, Sallo, janíenista 1 galicaro de
áeí Saaants»-sitdra en enerl de 16-65-1-consfiniría,.de be' libertad, al ser pablicada en Holanda, «w país I-a Roquq un re-
del «Joarnal
dedicaba exclusivamen- dactar del"Journa¡'- er que ba-y libertad para-duía
decirla todo 1 ucribir de
cbo, iafundación de la priruera reuista cientfica. Se todo». También aqú un aruigo de Ba.1th, Etienne Cbanain, fundaría, a
*'a lá irformaciona íobre física, malemáticas, astronomta, hisnria 1 teolo-
partir de 1698, el «Nout,eau Journal dcs Sauants». Del rzisno rtoda, en
gía, aotqie tanbién pabticá los duretos 1 nonbramierttw de la srittersidad
ltoterosas ciudade¡ italianas sargirían reuisfas cieútficas. Fero, con todo,
i do ,oi;r;o de ks tenas cienttficw trrt!4?t en las Acaderuial Naiural'
*ruerte
las críticas ro se barían e§?erar. El altracanserttador Ca1 Patin se vol.\, 107,Laterz4 Bari,
e Véase M. Daumas, Stlria della Scienzt, 1969.
babía enfrentado 1a duranente, j
t, ttablo uencido, a Renaudot 1 su §* r0 Véase GeorgesWeill, El peiédico. Orígmx, etohddn¡funcián de la prma pciódiea, pági-
na 25. UTEHA, México, 1062.
zefte» áando ésle atacó a la Facultad de Medicina de París ffiticando las

17
1.6

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lr
t' )
ninguua pudo conpetir, ea aqaellas fecbas, con el «Joarnal de¡ Saaants». XV 1 el XWI,1 postula «lw placeres simphs, tahs nmo la trarryilidad
Qnizl el éxito de estos peiódicw, aspecialmente er Francia, f*era debido, de la aida, la mciedad, la caz4, la hctrra>, lejos de toda ambicitin. De abí
l
adeuás del cruiente iúerés que duperiaben las cuationu cientficas en ca-
que Mme. de Lanbert pueda decir de él que «janás u agitado por senti-
pas cada aez más ampliar, a la dfrcaltad de circslacidn de los libro¡ ex-
miertos aiolentos o fiebres ardientes; sus costumbres Ínil ?uras, sas días
tranjeras. La maloría de los libras procedente¡ de Holanda, sospecbosos a la igaabs 1 tran¡curret en la inocencia». Pero esa contención, ese ideal atará-
ceflsilra política 1 reli§wa, entraban en Francia clandutiramerte. Por otra xico implica también cierto distanciamimto: «Paede tener para con la¡ mr-
parte, la Acadéntie de¡ Science¡ no publicaba nitgin inforne de su trabajos jeres Mme. de l-anbert- an sentimiexto mudtico. La belleza
por miedo e los plagios. Las publicaciona de la¡ reaista¡ ainieron a ¡uti- car4sa-continila
etl él uru impresirin bastante fuerte, perl es ificaPaz de nntimientos
tuir progresiuatnente el anuncio de descabrimieúos cienttficas nediaúe ana- aiuos -1t profundos. Ha-y un qímico en ss mefite qrc lhga basta su coraxin 1
grarltas, en la correspondencia priuada entre denttfcos, -1t éstos gozgrun, pur que le bace sentir q,,rc para él el amor no e¡ ni serio d
respüabh. No pide
tanto, de una maJor 1 más rápida d{usitín. Lo¡ naeyos ducubrimientos a las rurjeres más que el rtiifo de sa figura: desde el momexto en qte grls-
erar pronto diaulgadw, conentados 1 discutidos er los salones táis a ¡as ojos, no os pide nada más, -y todo el resto ro importa» 12. Tam-
do¡ er obras cono la¡ Conversaciones de Fonterclle 11. biér Mne. de Tercin babla de sil actitr¿d «paramente mecánica» bacia las
Sea comofuere, entre 168i 1 1691, aña en que se instala definitiaa majeru. D'Argercon añade que ésta et la misma que la de Mne. Geofrin
ruente et París, Fontenelh unibirá lo ruás importaúe de su obra literaria bacia sa gatl; Troubht eaerta qxe un día Mme. de Texcin, poniendo la
J
1fiksrfin-cientrfica. En 16811 1684 publica las dos partu /¿ ¡a¡ Nou- mano sobre cl pecbo a Fontenelh, lc dwía: «No es corazil lo que teú* ahí,
veaux Dialogues des Morts, que el «Mercure» comenta con una aatocritica sino cerebro, c0Íil0 efl la cabezl» 13, Nunca se casaría, ailnqile eso no tiene
burlona del ailor que se pablica anónimamente ean el títllo /e Jugement por qué estar relacionado nece¡ariaruente con lo anterior.
de Pluton sur les deux parties des Nouveaux Dialogués des Tanbién el utilo literario de sas obras, apecialruente cil ,lersz, lraslucirá
Morts. Et esta obra están presentes 1a rumerosls tefias qrc serár constan- wta <frialdad» 1 «distanciaruiefio» de que se /e aau¿. Y no resulta extra-
tes er toda la obra de Fonnnelh: idertidad de los rasgos esenciales de la ño qae lo qae Mme. de Lambert describe amableueúe: «Il fait aers etl
naturale?i bumana 1, er relación con lo anterior, recboTp de la superiori- ltomme d'aprit, et finn pas en Poé'te», le sea criticado en tono más daro por
dad de los antigaw, atribx.lÉndola a los modernos, con el motiao «aeritas fi- algano de sus eohgas. Se le acusa de «artficioso», de «in¡ersibilidad». Fon-
lia tenporis»; rítica de la sapersticitin, de los prejaicios -y de la impostura tenelle aparece a alguno de los escritores contemporáneos clno ,tt neólogo,
-Pero
del clero; impotencia de la netafísica; el doruinio de las pasionu. es cono m fló.rofo prisionero de sr upíritu georuátrico 1 de su razpn. El, qu
Qiliza en estos Dialogaes donde el puinismo de Fontenelle balla su expre- se inclina claramente por lo¡ «modernost>, critiea a los «Messiears da Subli-
sión nás radicol. A lo largo de los diálogos entre los distirtos pcrnnajes ,ilo), a los «antiguo»t, coruo Bossuet, Racine o Boileau, que bacen una pre-
bistórins, Augtsto 1 P. Aretir, Cailos V 1 Erasno, Hernán Cortés 1 tmdida «baúe poésie». Es la lrcba extre el interto de maltener ana putiea
Mwtevtmq etc., se pone de manfiesto, entre ingeniosas paradojas, una de- basada en la inspiración religiosa, de los poetas <tantiguos», <tuersalles-
setperanTada ai¡ión de la naturaleza 1 condicirin bamanas: «Es una diur- la
1 que defiende el acto poático coruo razonamiento, cottsciente 1 aolun-
cos>t,

i
tida condición la del bombre, si es tal como la ereéis. Nacido para aspirar tarion desembarazado de todo ehmento rzoralista, sentimental o reli§oso, 1
a todo 1 fio gtztr de nada, para ardar siempre 1 no llegar a ninguni par- disciplinado efl sna rima pruisa. En un murdo rzuánicamente organizgdo,
te». Aparece an Fontenelle atrapado entre sa pasión por la razón
1 sis be- la inspiración 1 el arrebato no tienen 1a nirgin wntido.
llos ¡isterua¡ teóricos 1 la con¡tatación de ¡u ir¡utilidad; entre su creencia efi Pero en /ar Diálogos, en los que se etluicia la swiedad pasada J pre-
el progreso del espíritu 1t la atupidez de ana sociedad llera de prejaicios serte, Fontenelh se Íilr.testra na1 ucéptico re§?ectl a las posibilidade¡ de la
1
upersticiores; entre ¡u decidido racionalismo 1 las pasionu, en definitiaa, razón 1 sus prlgresl§. Ante la afirnación de ano de los personajes de que
todopoderosas. «Son la¡ pasionu las que hacen 1 dwbann todo. Si la raztín «es preciso deshacerse de todos los prejaicio»», Fontenelle bace replicar al fu-
dominara sobre la Tierra, w pasaría nada». En uta situación, Fontenelh terlorutor: «No, n0, eon tan poca raafu como tienen los hombres h¡ bacen
adopta ux cierto epicareísmo, ruuperado en diasrsos aspectu entre el siglo
faha tantos prejaiciw aruntos ¡e ban acostsmbrado a tener. Todo lo qae fal-
12
Véase Delorme, loe, cit., en 4, 28.
11véase el añadido al «Prefacio»
di la obra que introduce Fontenellq en la edición de rr Véase
J. R. Carré, La pbilosopbic de Fontenellc os le sotrire dc la raison, Paris, 1932. Félix
I 687, en nuestra segunda nota al «Prefacio». ' Alcan, pág. 561.

I 18 19

i
t\
ta en iln lado está del otro». Si la razíl elimiru
los prejaicios de los boru- dans ane httre de M. Fonnnelh regue á Rotterdaru par M. Basnage».
bres, piensa Fontenclle, no pondrá nada en su lugar 1 dejará una apuie de Esta e¡ una cuestiót an tantt extraña. En la <rRelation», Fonterelle ritica
aaeí0. El racionalismo de Fonterclh dista mucbo de ser iagenuo. Este seúi' acerba o irónicamente ehmentos del catolidsmo como el celibato de los cléri-
miento de inpotencia aparuerá cofl rnaJor o ntefiur intensidad a lo largo de gos, las el purgatorio, la comanidr efi ilna sola espuie, las reli-
ca¡i toda v obra. Y sr campaña racionalista u, segiln F. Cregoire, como la qaias .y su culto, etc., al filo de la¡ di¡cttsionu entre tres reiros que pueden
de «an actnr qae reprucxta, sin cortaicción pero sir debilidad, un papel de identficarse fácilnente con los cenlros reli§osos de Roma, Jerusalén -y Cine-
ara obra mala..., ¡tilo il sabe qae ni el escenario ni el papel que representa bra. Era, sin duda, iln textl sumamente atreaido 1 comprometedor. En ál
tiener signficación alguru, jt qae todo acabará malt> 14. Es cierto qile en §r'ts se bacen claras referencias a la Reuocación del Edicto de Nantes, J $grln
aeritos puede adaertiru constantemette ma apuie de duesperanza, expre' contaría despuét Voltaire, el escrito ?usl a Fontenelh en peligro de ser en-
sada no obstante, ruucbas t)ece§, en m lono duerftdado, ruputo a la posibi- carcelado en la Basfilla. Pero, al parecer, Balle no entendió el sentido crítico
lidad de que la ra$r llegue a ser patrimonio común de todos lo¡ bombres' del texto basta que después de ru publicación el propio Basnage se lo acla-
Y sin embargo, Fontenelle dedica toda su obra a la lucba contra la supers- ró;1 realrnente es dfrcil dudar de sa buenafe15.
ticirin -yt el inacionalismo, en ut e{uerw ob¡tirado por exterder, cada uez En los años 168i
más, el carupo de la raxín. Y aunque raramente sean optimistas, tarilpncl
1
1687, Fontenelle pablica, una vez más anónima-
ruente, la primera 1 seganda parte de las Lettres diverses du chevalier
faltat en w obra, c0m0 t)erertls, afrmacionu del progruo de la razin en d'Her, conocidas conto Lettres Galantes, en las qrc janto ai pruiosisno
alganos ámbitw, como el de la ciercia. Por lo deruás, fio crel que ufe pcsi- literario, que le ceruuraría Voltaire, Fontenelh ltace gala, en sa descripcirin
mismo deba baeemos Pensar en ut Fontenelle dugarrado qae «sintiera» de la¡ relaciones efltre ltombres 1t mujeres, de un reali¡mo que ltace que H.
coruo Baadelaire: «... I'Espoir,/ Vainca, phare, et l'Angoisse atroce, despo- Nicol¡on las califqw de «afeebh packet ofporrograpbl» 16.
tiquer/ sar mon cráne inclité plarte son drapeaa noir». Lejos de esto, Fon' En marzo de 1686 aparecieron /a¡ Entretiens sur la pluralité des
tenelle tuvo an gran éxito personal, J cntt sr.ts <tplaceres sirupha» supo bacer mondes, que aqxí presetttamls, 1 a los q,,te nz.t referiremw más detenida-
de su mando el entorno de una uida cortfortabh (aéase Conversaciones..., nente. Del nisruo afio es el opúsculo Doutes sur le systéme phisyque
VI, 55), c0t7t0 st corazón J su esttímago, saludables durante cien años, pa-
des causes occasionelles, efi que Fontenelh pohuiza con Mahbrancbe.
recer indicarlo. El ruecanicismo cartesiano destruía cualquier tipo de <ranimismo», que tan
Aanqre existan dadas al respecto, ¡e lta atribaido a Foxtenelle una importante lugar ocapaba en la flosofia anterior- Pero el papel que Dios
obra titslada Histoire des Aiaoiens, fecbándola, como los Diálogoes, en asurnía resputo a la «nacbira mouditt era sasceptible de nu-y distintas in-
1683. En la obra se narra el uiaje de an bolardés llanado Van Doeluet a terpretaciones. Frente al waterialismo, el «ocasiorali¡mo» de Malebrancbe
la inagiraria isla de «Ajaa>, 1 se describer la forma de gobierno, reltgión repruentaba la tesis mtk radical ruputo a la irzportancia del papel atri-
.1t costurubres de los «ajolano»t. Esta forma
de crítica a las propias institu-
buido a la interaención de Dios, tantl eil el mecanisruo de la naturahza Jí-
ciones, mdedad costumbru, usual en el siglo
1 XVII en Swift-, ¡ica como en el del bombre-máquina, er un inlento de armonizar la teología
-pensemos
tenía un famoso arteadente en la l{istoire des Sévarambes de Veiras. con el racionalismo 1 la naeua ciencia. En su Traité de la nature et de
El autor presenta ur gobierno no ruonárqaico, regido por tra magistrados la gráce, de 168A, Malebrancbe expnne sa teoría de ocasionalismo que
elegidw por mtación, er alta sociedad atet en la que se niega la existencia puede ruumirse diciendo que sólo ba1 una «verdadera ca,,t¡a)) que remite a
de la innortalidad del alna. Loa «ajolanos» no poseen culto religioso algu- la uo/untad del único Dios,1 todas las causas naturale¡ no son uerdaderas
n0 Porqr/e sas concepciores filosófcas se oponen a ello, 1 porqre toda religión,
caasas, sino llr.te szn «carlÍ¿u ocasionales». Así, por ejerzplo, el cboqru de los
dian, acaba coluirtiérdose en tn instrurueúo de opruiót política. Si tal cwerpos, culas leys ltabía fornulado Descartes, o las disposicionu clrpnra-
obra ro fue de Fontenelh, bien pudo serlo en ctaúo al uphitt crítico qae lu, utilirgdas en la explicación fisiológica de lat xnsaciones, no serían ná¡
nanfiata frente a la reli§ón 1 al clcro, que se rcitera ert s Ptelation de que la"s «ocasiones» de las que Dio¡ se sirue para actilar efl nosotros 1 en el
l'ile de Borneo. Balh la ptblicrí en enerl de 1686 et <rNowelhs de la mmdo. Pero el «ocasionali¡mo» de Malebrancbe podía ser acasado, por ura
Repabtique des Lettrea>, cox la aclaración siguiente: «Extrait d'une lettre partc, de una apuie de «panteísruo» J, Por otri, de renurciar, en iealidad,
¿i¡te de Bataaia dans las Indu Orientahs, h 27 novenbre 1684, contena

la F.Gregoie,Fontncllc, uttc phiüopbh dásafusíc. Nancy, Gr. Thomas,1947,pág.42. ll E*p..Jg a €sta cuestión puede verse J. R. Carré, 0?. cit. (13), págs. 30-31 y ss.
r6 Véase Nicolson, op. cil. (6), pág. 56.

20 21
al raciorulismo cartesianos. Este úhimo, especialmente, a
1 al muanicismo ante¡ de que faera atacado por los jesuitas. Como scfiala Carré, Fontenelle
el puúo que motiaa la critica de Fortcnelh, dejando los aspectos mtk rcta' babía Anadi nlcba| pruauciones, pruentatdo la obra como la tradttcción
ruente teológicos de los que se oeuparía Arzauh, arlnqile se opordrá igual- aulgarizada de sn lib,ro exirarliero et el qwe él no babía becbo más que
ruente a la aplicación de los textos bíblicos qw bace Malebrancbe, Pre.reil- silit izar el texto para bacerlo más aseqaibh 1 entretenido. En efecto, ett
tardo a los ángela 1 a Cristo como causrts oeasionales, Foxterclh, en esta 1681 Antorio uir Dah, an mádico bolaadés, predicador 1 atabaptista,
polánica clásica del siglo XVII, ixsiste en la autorumía dcl mmdo, red* sospecboso dc sociniailsmo, publicaba sts De Oracuüs Ethicorum dis-
ciedo el papel de Dio¡ a la p*sta er funciorumiento de la máquiru qw es sertationes duae- ana abra de enorme eradicitín qae uenía a intcruenir er
el msndo. No obstante, upecialmente a raíz de la iruestigación en el campo ara polínica sobre las prafecías 1 oráculos paganos, que tería sas atteceden-
de las ciencias biológicas, -1t las dfrcultada que ercortraba el mecarticismo en tes. En la obra de Van Dale se ponían en cuestión, cm serios argumettos,
su explicación, Fortenelle ro dejará de ser infltido q*ixi pruisaruente por las prmbas tradicionales de la diainidad de Cristo, supilestanefite _afiartcitt-
Malebrancbe 17. Así, por ejemplo, al porter en duda el surgimieúo de los da por autures pagafl\s. tr as dos disertaciones dettaestran corttyndentemente
primeros animahs por «el enotcfiro fortaito de las partes de la materia», 1t*, gro, apaiato crítico, en primer lagar, que los orácoilos ru habíaru cesa'
coruo afirmaba Descartel Porque de baber sido así, argamenta Fontenelle, do nn el niciniento de Cristo, tal como §e §\stefiía en el cristianismo; por
«Lpor qxé no sigun prodaciándose de e¡te modo?». La existencia de Dios, otra parte, que tales orácslas no tenían nada de sobrenatural, sing que erat
un Dios qae tiene mru p0e0 que aer con el del cristianismo, balla su nás obra'de detirninadw l¡ombres que engañaban a 0tt'0§ aprottecltando 1 fo'*-
fuerte apo1o, para nuestro autur, eil el campo del nundo uiuo. Son los ani- iando su credulidad 1 sapersticitir. Balh ruensioné el libro de Van Dale
rzahs «los que lleam la insripción más clara, 1 los qw mejor tos enseñan pruentardo rn roomro ic sa contenido en el núrnero de marzo de 1684 de
'su
que existe an Dios aator del uriaerso»t, diría Fontenelh er un texto pabli- reuista «Nouyellu de la Rtípabliq*e de¡ Lettrea>. Posiblenente Foilene-
cado en 1724 18. lle lo conoció a traaás de esla ifiJbrnaciót 1 concibió su prolecto. De bubo,
Poizs tanbién, a raíz del Truité de Malebrancbe, Fortterelle escribió Mafldy lo lhaa a cabo, bace mucbo ruás que una simple traducción: resr4me,
sa Trúté de la Liberté , publicado anónirzamente ex 1 74 i, jmto ctn textls rec»nPone, sinplfica.1t enbellea. Rwlens bace notar gue Fonnylle mutlió
de otros autores, reunidos bajo el títalo de Nouvelles libertés de pen- el pkn ir;gnAt <rPara empezal trata de poner ( na1trt.esn
de la^ obra
ser. La dataciín es incierta, pero saeh situarse eúre 1690 1 1700. Menos li raznnes 7 motivos que bar facilitado la creencia de los cristianos
interesado en el problerua tnlógico netafísico a que abocaba el «ocasio' er el origen deruoníaco de los oráculos, 1 los medios por los cuales se l¡a
explica por el
ralismots,"Fonterclh centra el probhma de la libertad en el planteamiettto acreditaio este fraadulento porterto: la creertcia errónea se
más cientfico del determinismo psieofisiológin. Duarrolla sa tratado ex arálisis psicoligico; lo marayilloso por la irnpostaran (cursiua en ori§-
ba¡e a becbo¡ -1t obseraaciones ntidianw -1t, en defiritiua, se rzantiene fiel al nal) 1e.'Pero lon*nelh debía ser má¡ cailto que van l)ale, 1 elinina todas
d s alis ruo muanicista cartes iano defend iendo un determ ini¡ mo pi eofis iológi n laí asotiacionu qae el bolandés l¡abía utabhcido entre ¡d. nentalidad paga-
er el que los e¡tados del cerebro ¡on determinantes et la actiaidad dcl wpí' ra, primitiua e-iddlatra, 1 el catolidsmo. Siendo !rytestlnt!' 1 estando re'
ritu. Rubaza a¡í tanto los «parahlismo»> postulados por Leibdz 1 Mah- cienle at)n la Reaocación del Edicto de Nantes, Van Dale se centra más
brancbe, como las ideas de libertad de Loeke 1 Gassedi. aún en la crític¿ del catoliciswT Eue del cristianismo 1 de la reli§ón en ge-
En 1686 aParece la obra más importante de Fontenelh, si exceptua- neral. Faúenelle no podía *tanbiét los prrtbhmas proaocados por sa Pte-
mos los Entretiens, tarubih de ute añ0. Se trata de /¿ Histoire des lation de I'lle de Borneo eran reeientes* ni quería bacerlo, 1 elinixa
Oracles, publicada, c0rt0 tafito¡ obras, arónimaruente- Resuha extraño qtrc los aconteciruientas atis rtadernos que rnenciona Van Dah refereúes a paí'
ttn libro que atacaba tat directamcnte las supercherías del cristianismo 1 su ¡es catdlicas. Adetná¡ tyma ¡tra precaacirin, en su libro na bablará de ma-
eonstruecitír bistrírica fuera autorizado por la censura, l pasarár aeinte años gia: «En c,4afltt a ní Fontenellr* declaro qle ! el nowbre de
"di!
-dice
iráculos, no pretmdo irtelair la magia, en la qae es indudabh que el Demo'
11 Pan el tema de la posible influencia de Malebranche en Fontenelle, puede verse An- nio se mwia» 20. Carré coruerta así esta decisión: «Henw, puu, trarquili-
d¡é Robinet, «Malebranc6e dans la pensée de Fontenelle», e¡Rctttc de Slnthise (19ó1)' Égs. --i 164. Véase tam-
79-86. no"rc"., Fantett¿llc. T¿xres cboisis. Editions Sociales. Paris, 196-6. W.
rs Citado oor Carré. ob. tit.. oás-. 399. Para este tema puede verse la clásica obra de f' hién Crrá oi. cir.. oáss.428. El propio Fonrenelle afima en el «Préfaée» «- y he crefdo
Rorer. I:s g)nes d¿ ü V¡t ¿ái to"p-¡* Fran¡ain u XVilI ¡iiclc. A. Colin. Paris, 1963. Y Áiiáí. ."ti.á*!"¿o el fonilo'y la materia principal del libro, d.rlc_,ma forma total-
el Sapltulo dedicado a Fontenelle en E Callot'l-a pbiknpbic dc la Vic u XVIII siiclc, págs-
"".'*-^
ii."ü a¡itihtó-Véase la edición crltióa de Loüs Ñtaigrón' citada en (5)' III y ss'
29-65, Marcel Riviére et Cie. Paris, 1965.
20 Véase Ed. [,. Maigron, citad2, pág" \rl.

)) 23
l

Lr 7ados, cl Diablo cristiano urá rupetado; -y baena.falta ltace, pauto que for- tes términos: «{h jesuita escribiti contra Fantenelle, el cwal nrt se dignd a
li ma parte integrante de una ntcepcidn del nmdo.1 de la bistoria, paes, sin contestar, 1 esn fie bastante para qte el juuita I-e Tellier, rcnfesor de

iii
é1, el ual sería inexplicabh; i
wte Diabla cae, Dios se re¡iefie del golpe; Luis XII/, otoioro ante el relt a Fontenelh de ateísru0. I)e no haber sida
ilo §e trata de é1, no lo tiluidéis;1t henw aqui condenados, a lo largo de toda por el señor Argenson, hubiese ocarrido qae el diguo hijo de ( fal¡ariq
-procurador
la obra, a n0 peflsar más que en ál>> 21" La babilidad de Fantenelle no era de Vire, -1t recouocido él mismo como falsario, proscribiera la an-
eseasd J, en an principio, el libro no racibiá nás réplica qne la del propio ciaridad del sobrino de Corneilh».
Van Dale que, alabando el ingenia de Fontenelh, le censura, no obstante, la «Es tan ficit vducir a un bijo de confesión, que debemos bendecir a
distinción entre la nagta J
los orácillos: <tkealr¡ente ure bábil barzbre tiene Dios porc¡ae Le Tetlier so biciera ur daño ma.1or. Ha-y dw lugaru e1 el
denasiadas luces para trc aer q¿te la uno está mejar fundaraentado q*e lo mandi ei los que ro se prcde resistir a la sedilcción 1 a la caluntnia: e! le -
otro», pero añade: «puivi es una desgracia para la causa que deJiende con- cho .1t el confeionario»
ft. Lo acusación a Fantcnelle de ltaber instigado la
rnigo que ro está en un país de libertad; pues no paedo acltacar a 0tr6 casa respuuta qile sí se atreaió a pablimr Da Martltais n0 tfia7 consecaencias -y
el silencio qwe ha gaardado...»22" Y er efeeto, er 1707 los bermanas, el la-obra fue objeta de ftumerl§ds ediciones
26.

cardenal 1 el duque de Noailleq qile cur la radicalización de la intolerancia Ai tZZ4 Fontenelle pablicaría su I)e i'origine des fables qac, al
Parecer, fornaba parte de m texta
habían coseguido tetter una gra* inflaencia en la corte, animaron a un jesri- pra-yectado, más extettstt, titalado Slut
ta, el P. Baltus, que publicó raa Respuesta a la «Flistoria de los I'hirtoii.. Sin dria el De l'origine.' er mu1 anterior a la fecba de s* pu-
oráculos» de Mr. Fontenelle, de la Academia Frances4 en la que blicación, Perr n0 existe an aanrdo re§Pectr ¿ la datación P?!fuo: Troublet
se reñrta el sistema de Mr. Van Dale sobre k¡s Autores de los lo.¡itúa entre 1691.y 1699; Carré, ert las años 1678-1680. Como qoie-
Oráculos del P;rganisrno, sobre la causa y el tiempo de su silencio; ra que sea, el texta completa, en cierto modo, la Histoire des Oracles,
y en la que se rstablece el parecer de los Padres de la Iglesia so- paei Fontenelh aborda ei tena del origen de las reli§ones 1, negando_ caal-
'qnier
bre el misrno tema. La obra despierta el eúusia¡mo de algunos dr los tipo de reuelaciór, intenta contar cdma los hombres han inaentado e los
participantes en lu corfabulación <rpara e"xtirltar la inpiedad que eada día dioses.
ltace naeuos pragre.Ía»\. Se dice que la <r&-cspouse...t» de Baltas, <o/tr4J clltoce- Posibhmcnte las das obras que acabamos de mencionar sot las qae más
dor de su materia», «mueslra la impiedad, igrorancia 1 osadía de aquel clararnente ponen de nanfiato la nilitancia de Foatenclh en defersa de la
que refuta, de una Ít¡rtfi€ra indiseutible», de ar¡ael que ba betha gala «de la ragín, del racioralismo. Tanta una como otra riluestran, en últirna instarcia,
detestable paazaña I el -funuto uerueno de la iwpiedad» 23. Pero, en realidad, iln cierto pragruo de la ragín, respecto a la superstición. Foúenelle no deja
la <rRaponw» elfrtilwnte lsuede considerarse ,4fla réplica argauentada, de ser conscionte, en tado momento, de las dificultadu de extender e§te Prl-
siendo má¡ bien una declaración dognáliw de fe. «lortenelle na podía de- gresa 6 la waloría de los bombres, del «pueblo», crédulo 1 áaido dg engaño'
sear contradictor rnás insignficante» Maigron, 1 aiade*: «Se ho oot Dialágues des rnorts había escrito qr4e «pard ercr.tntrar la aerdad
-caruenta
esperarían razonaruienlos 1 pruebas: aparta afirmadones gratuitas, qr4e cree es .preciso dar la espalda a la nahitud..., las opinione§ cuÍllr4fie.Í san la regla
reforzar repitiéndalas basta la saciedad, sierupre dispuesto a dar sa adl¡e- di"las apiniones saila.s, a candición de que u las tome a la inaersa>. Descar'
sidn ^¡otemne a lo qae, precisamente, está en litigio» 2a. En un tona surua- *s l¡alía mostrado ta fecundidarl de la (aun)crítica 1 de la duda, pero
mente cartás se inaita a Fonlenelle a cantrarreplicar. Este no lo haría, aun- Fantenelle sabía, además, qw los bombres necesitan 1 aman la certidanbre.
que segritt cusnta sil biégrafo Traubht, tnal qae ltacer granrles esfuerzw 1 «Me atcrra la conyicción que reina a mi alrededor», decía. Pero ni la tenta-
dejar de /eer la «Response» para euitar coer en la tentadtjn de rcda$ar tión del elitisno irtelecfaal que' c0m0 es obuio, .y Voltaire destacaría, en
una rElica. Este sihncio, el desaaenimiento entre las jansenistas de los Fontenelh flo pasd de ahí27, ni el pwinismo, restan utt ápice de importar'
Noailks 1 los jauitas, junto a la aluda de algnos amiga, como el también cia a lo gae pretendía scr I fueron sas obras, por más re§erallf que él taaie-
jesaita Toarnemine 1 el intendente de poliaa D'Argenson, euitaran ma_yo-
ret problemas a Fontenelle. Vilta¡re comentaría estos sace¡o¡ en los sig*ie* 2s Voltaire, Dicciomrio Fikstfico. Trad. de Aureüo Garzón del Camino en Cfa. General de
Ediciones, S. A. México, 1967, pá9,. 193.
2o
Scgrin I\'taigron, ir. ,,ás' iñportantes para el establecimicnto del texto son las de
2r
Carré, ob. cit., oáes.422-423. ló8-. 1698. 1707. 1728 v 1742.
¿2
Citado
bor
2'\'er auóres
RcielEns. ob. (i/.. yás. 164. v Maisron. ob. cit.. o.b. '' Véas. Cmrrsationci..., VI, páqs. 35 y ss. De Voltaire, sus comentarios a Helvetius res-
pecto a Fontenellg citados poi Ó,-íy A..tá t:lelvetia¡ en Editions Sociales. <Clasiques du Peu-
y.lugareí citaáds i paginás sigrÍcntisj en la'nota xrre rior.
" Margron, op. nl, p. d. ple», pág. 29. Parrs. 19.59.

1
24 25
fr I
I

l
i
ra: ,tna defensa clara de sn racionali¡mo nítico. En definitiua, esta cam- hía irformar, a prircipios de año, sabre las que estaba lle'
I
paña s4ya le arrastra, ) a pesar de e¡ta clfiitafite anbigüedad, en e¡eritos aando a cabo. Se natteúar las pensionw, qle erafi distintas para cada
coruo la Disgression sur les anciens et les modernes, de 1688, el niembro oscilar entre doscientas libra¡ aauales 1 las naeue tnil qae
mismo año que p*blica f)iscours sur la nature de l'Eglode,J elt sil re- -podían
recibía Cassini, el nejor retribuido de todos- 1t se promüíar gmtficacio-
flexitín sobre la {Jtilit¿ <les mathematiques et de la physique, publica- ncs de estímulo. La ¡ede de la Acadénie se trasladaba al Louttre, donde
do en 1702, afirrna más rotandamente qae nr/nca los progresos 1t el papel pcrmanecería ruás de un siglo. Entre sas niembros contaba en aquellos mo-
posititto de la razén. mefitls a Malcbrarcbe, Varigron, dos Cassiri, La Hire, Diltamel, Daaer'
En 1691, tras an enJrenlanimto entre Comeilh, que apola la candi- ney, Lemery, Homberg Geffioit -1 los miembros extranjeros aswiadw,
datura de sa sobrina, 1 Racine, apolado por Boi/eaa, qae se oponen, Forte- Leibnizl Tiscbirnbaus; Cotpht actsab¿ como tesorero2s. Er 1697, cuando
nelle es aceptado como miembro de la Acadéruie Fran¡aise. La ¡esidn e¡taba se pensá en la reforrua de la Académiq Dahamel, secretario en aqxel mo-
presidida ?0r sw Íío Tbomas Corneille, por enferrnedad del director Testa, mento, 1a mru ,ilaJor J no se siente con fuerws para la empresa. El pa-
es
circanstancia que flo deja de ser señalada por sus enernigos en malieioso¡ dre Bigron, sin dtda, conwía a Fontenelh, ademá¡ de por sts obras, por el
aersos. A partir de esta fecba, Fontenelh fija defiritiuanente v residencia cufitaeto que maüenía cot el grapo de normandos afncadu ex París cott los
en Parí¡. Altora e^r 1a el famoso autor de los Entretiens, de /¿ Histoire que éste se resnía. Fantenelh parecía la persona más aduaada para el car-
acogieron la reforna
des Oracles, ett. Sls anp¡ios conocirnicnio¡ en la¡ di¡tintas naterias ¡on g0 l -fue elegido secretario en 1699. Los aeadéaicos
bien conocidos. Sin duda está al coriente de los trabajos redenÍes en las con satisfaaibt 1, a partir de entonces, la Acadénie da Sciencu fae real-
di¡tintas ciencias especialmente las irtportaües obras de Leibniz Nova mefite ,/n órgano oficial sustentado por el estado. La iniciatiaa de Pontchar-
Methodus, r/a 1684, 1 /os Principia Mathematica Philosophiae train rwuhaba promüedora 1, en efecto, Fontenelle dirá que «de ata forma
Naturalis de Newton, publicado cn 1687, qae tanto habna de influir en el se faaorecieron las cietcias ba¡ta uz panto sin precedentes por parte ele un
pmsamiento eurapeo. En 1696 Fanterelle esribe el prólogo /a Analyse des ninistra». Er el nueao reglamnlo se establecía que el secretario, que debía
Infinitement Petits del marqués dt L'Hdpital, «que estudiaba gnmetna ser «exacto al rusmir er el registro lo esencial de todo lo presentado 1 tra'
ba¡ta en el seraicio», como dirá Fontenelh er su elogio. De becbo, el prélago lado en las sesiones», deberia publicar, afnales de cada añ0, un extracto de
aparem sin frma, como si faera el autor, pero todos sabet que es de Fonte- estos registros, «una l¡istoria razonada de lo nás iruportante que se babrá
nelle. Sobre el nismo teua é¡te uribirá en 1727 una extefiJd obra titsla- ltecbo m la Acadenia»" A partir de este momento Fontenelle dedicará sa
/¿ Elements de la Geometrie de l'Infini, de la que el propio Fontenelle enurme capacidad de trabajo casi exclusiuamente a la Acadéwie des Scien-
dirá qae es un libro que sólo siele u ocbo geónetms en Europa, sin contar ces. En 1702 p,4blicará la Histoire de l'Académie desde 1699, discal'
el atttor, podnn eniender. Segin L. Brunscbaicg esta obra sitíta a Fonten¿lle pándose por el retraso, a partir de entmces cada año pablicará el aolunen
1
c0m0 gran ?recurslr de Cantt2r, aunque esto constitulye una ualoración correspondiente l¡asta 1741. Pero, además, conphtará esta tarea retro-
aislada sobre an trabajo que no lta recibido gran atención. Cowo quiera que tralténdola hasta 1666, año de lafaxdación. Dahanel, el aúerior §ecreta-
sea, los Íahntos de Fortenelh b señalan como el penanaje idáneo para ocu- rio, nombrado por Colbert, babía ucrito, en latín, ana bistoria de la Aca'
par el puesto de secretario de la Acadénie du Siienn¡. demia que cabría ha¡ta 1699. Pero Fontenelh rebará la tarea, enfrancés,
Hemos aisto qae, a pesar de todo, en las primeras dácadas de ¡r
exis- con un-uolsmen pubticado en 17 ji, dedicado a la ltistoria 1 tüer¡lria§ de
tencia la Acadénie de¡ Science¡ no resultó una iniciatiua de éxito. Pero en la Acadewia, en el qae la priruera partq basta 1679, a obra totalmente
la década de 1690, Pontcltartrain, quc sastitaía parcialmente a Laatoiq su1a. Na ruenos felmente publicaría tanbién /ar Eloges, «ana saga de la
'll
rl¡ I

decidió, secundando lo¡ dueos del re1t, orgauiTar la institución, poniíndola en riaolución cienttfica», como los llarza H. Butterfeld. La labor de Fontenelh
I
manos de ss sobrino el padre Bignon, qae fae nombrado pruidente" E$e en sa cargr de la Acadéruie fae, paa, apabullante. Camo destaca J. Dage,
elaboni ufl nueaoJ utricto reglanento qaefuc terminado en 1699,) aprr- «Fontenelh fue urt secretario... ejenplar. Stts sacesores no fuaierot mfu que
bado por el re1 1 presmtado a la Acadimie a principios del misno año. Se proseguir ss tarea lt prolongar la obra atilizando el nolde quasi perfecto
-qrt
fijaba el número 1 la nataraleza de los distintos miembroq las sesiones 1 lt ht legaba. Oui Mairan, Foucltl, Condorat, con lalerto it acierto di-
días de cada upaialidad, los método¡ de trabajo, lat sesionu públicas
-7 los iersos, halan elegido continuar a Fontefielle sería menos sigtficaliuo si los
períados de aacaciones. Se corcedía autonomía a la Académie para elegir a
sus ruiembras, se suprimían las iruestigacionu cohúiaas 1 cada miembro de- 28
Puede verse, en torno a esta cuestión. M' Daumas, op. cit. (9), vol' I, págs' 99 y ss'

i
26 27
i l¡erederas ru fuesen lambián srs disctpulos. Estos perpetuan deliberadaruente, .rlrtsiaamente. «La idea cientfica lhga como una reuelacióx 1 sts apdstoles

en laHistoire de l'Académie1 en /os Eloges an espíritu que en adelan- run contaxdo el uirucro de conaersost> 32.
te parecería inseparable del ginero rniswo, l tendería a tran.forntar la fun- En los Eloges se describe ar París al qae, coruo bemos dicho, los ex-
ción de ¡ecretario en una espeeie de sacerdocio» 2e. lranjeros acuder en grafl flúruerl para seguir los cur¡os de las cienttficos, en
Si bien es ciertr que esta aoluruinosa tarea fio representa ma aportación qru el Cours de Chemie de Lemery «se uenditi corlro ,.tfla obra de galante-
personal original al campo dc la ciencia, no lo es rlefils qse e¡ nacl¡o más ri¡t o de sátira» 1 es tradacido inuedialanentc a aarios idiomas. Es un
qr,te r,nt ruero expediente administratiaa. En primer lugar constitule, cono el
¿»tbiente en que cienttJicos 1 diletantes «cnnspirdn contra la ignorancia 1 los
resto de sus trabajas, ata obra maestra de diaalgación, educacidn 1 prnpa- frcjuicioa>, 1 el «beau rtorzde» ¡ustrae los ejertplares disecado¡ qwe Du
ganda, «bacienda entrar la ciencia en el patrimonio cuhural del pa*», corto l/erne1 exhibe m sils clncilrridas conferencias de anatomia. En este arr'
dice Rostand 34. .Los tomos de /¿ Histoire erar esperados ansiosamente par bicnte, si bien Fontenelh ru hi7o, como alganos de sus biografiados, aporta-
t^iones qae afectaran de nodo directo al duarrollo de la ciencia, nntribairá,
un amplio público, inclasa ha_y qxien, en el extranjero, aprende francis para
podgr herlos. Fontenelk, corno el lector podrá obseraar, tiene ana eflurrile ca- to obstante, c0r/t0 p0c0s a la campaña de la canquista de la ra*an, procla-
pacidad para ltacer no sólo cowpremibhs, ilno agradables c idx¡o diaerti- »tándola 1 l¡aciéndola conqaistadora. Y su labor como secretario de la Aca-

du, caaleryuiera lenrdÍ cienttfins. Y ¡i en la poléruica entre «anti¡guos»


rlinie tonstitule un elemento de primera nragnitud en e.¡ta empresa.
1 En la Histoire de l'Académie 1 en los Eloges, Fontenelh pasd a
«nadernost» !€ le ail/.§a de no poder aluidar alcienttrtco en sus poernas, sin
duda puede alabárseh por la graaa.y nenudo de la biografía a la bi¡toria de la ciencia general, del logro idiui-
calidad literarias de sus escritos so-
b:re ternascieütfins. §zr Eloges son, a pesar del térnino, fieles retratos del daal a la ruetodologta 1 al progruo del conocimiento. Y es precisamente en
dentfin, ltechos cor ?lila rara penetracitín, nnstanÍemenle motea¡los par cl wte terrefil en el qae Fonterclh se mue¡tra meflos reticefite en su afirmación
detalle o la anécdota que fias acercafl má.r a/ personaje; lo más inportante lel progruo. En el «Preface» a la lTistoire de l'Académie, sobre la ati'
de la obra del biografado se sintetiza siempre claramenie 1 nn iwparciali- lidad de la¡ matemáticas y de la física, que )a hernos nencionado, tras co'
dad, incluso en ca.tl.r cotno el de Newton, culta leoría de /a grauitacidn Fon-
mentar que, a pesar de las aporfacionu dt los antiguos, en realidad las
tenelle r¡o llegaría a aceptar jamás. ciencias acdban de nacer, despuás de los siglas de barbarie, añade: «Si se
Estas obras un dacuruento básico para la bi¡toria do! pensa-
txamina bistóricamente el trecbo que ban recnrridl et tafi c0rt0 espacio
)d
nierta de la época. Buite$eltl bace notar cómo mucha.r biagrafías ttiperso- de tiempo, a pesar de los falsos prejuicios que han tenido qle combatir por
najes importantes de la cubara de/ rtomento, expaeslas en los Eloges, lodas partes, 1 qt/e se les ban opue$o durarte mucho tiempo, a wces ificlu¡l
nue¡tran unas con¡lantes qae caracteriryn ) pufien d.e nraru{fre"rto la euola- a pesar del poco efltusiasnto que s¿ ba puesto en los conocimiedos alejados
deJ uso cntilr¡n, a pesar de las pocas ?ersnfiai qile se bafi dedicado a estls
ciór del pensamienta 1 la actitud intekctwl de aqwllas ¡lhadas 31. La
rildloría de ks biografiados proc*den de familias irabajos 1 de la fragilidad de los motiuos que les ban lleaado a éstos, se
nobies o, espe-
a¡ombraría attl de la ruagnitud 1 rapidez del progreso de las ciercias,
cialmenle, burguuas, 1 mucltos parecen estar desiinados a/ dero. Feru, gene-
se aena aderntis cómo algunas totalmente nueaas salían de la nada, 1 rytizí se
ralrnente, corno el propio Fmtene/le, encuentran aburridas e i¡uitih¡ las en-
dejarlm ir demasiado lejw las esperanus para el fituro» 33. Fontenelle
señanzg.s que se les imparten I lw ntítodos pedagógins. En determisado afirma en repetidas ocasionu que este Progresl no es de ningin ndo lineal;
momento descabren algo que hs esfirtulará inteledualmente 1 praeipifurtí sa
eaol*ción dEende de la nuhitud de factores del entoruo 1 de la propia persoralidad
en la maSoría de las casos se trata de la filosafia de
de los cienttfcos. Las lecciones que la ltistoria de la razón puede erseñarnos
rlil I
Descarte¡ o de las materaática.r. Cono dia Fontenelh en su F,loge de
I
Boerhaave, <racasa ciertos espíritus hechos para la uerdad saben por ana sot mucltas: «señala la¡ rutas más seguras», pero también, como dice en el
upuie de instinto qrc debe baber una georuetrta que será algo nry satisfac Eloge de Leibni4 g lo qae es más importante, enseña a los más grandes
torio para ello». E¡ el retrata de una ai¡idn del murdo qae se impone pro- genios qae bar tenido sus iguales, 1 qu ástos se han equiuocado». La mejo-
ra 1 sinplficación de k¡ rnétodu de la matenática 1 de la física serán se-
ñaladas numerlsas aeces. La geometría ofruerá el caso paradignático de
reJean Dage, Histoire de I'Egrit Hmain dans la pensie
fraryaue. De Fontenelle a Candorctt,
pág. 4i. Klinck"steck, Prris. 1 977.
iuJ. Rostand. loc. cit. en (1). páe. 57. 12
Butte¡Freld. loc. cit.. oáu.226.
't H. Butterficld, Los orí¿enel dl la ciencia ntodnra, 2., cd, cap. lX, cspecialrnente págs.224 13
Puede encontrarse ll Í"rto .n la antologla citada de Roelens, pig.278.
y ss. Taurus, M¿drid, 1971.

29
28
Progre§l, 1a dxtacado a la obra del narqués de I'Hópital.
en su pnilogo Luis XIV se moaiera er ella corzo en Versalhs, 1 en esta ápoca de lajo 1
Adenás Fontenelh afirma claramente su confiarzt et el proceso ilinitado uplendor aparecerán progresiaamente tar dficahada que aeabarían con la
ltegemonía del estado qae Colbert, fiuertl el mismo 168i, había creado. La
de la física mecaricista 34.
A pesar de su ingente labor como secretario de la Acadénie, Fontcnelle temeraria ril?t,/ra de la tregaa de Ratisboua por Lais XfV desencadena
,4na gnerra en la qae Europa, snida en la Liga de Augsburgo, se impon-
taao tiernpo aún para toruar parte actiaa er la especie de consfo de redac-
ción del <rJoarnal des Saaants» que Bigtton, abora tambiér ruponsable de la drá. La Paz de R1swick, en 1697, signficará el inicio de la duadencia
reuista,formó a partir de 1702. Fonterulle es, sir duda, ana de lasfiguras fmncua. Europa centra abora su atención en el problema de la suce¡ión e¡-
ttr4rilerlsas academias de ¡ietcias, como las de pañola uelando por rzantener el equilibrio de fuerws, Lris XIV para re-
del moruento en Paris, J
Rouer, Narc1, Londru 1 Berlín, h inclxlen coruo miembro. Sienpre bajo la forw, su hegemonía. Y caando el Rry Sol ro ¡ólo acepta el testanento de
tutela de Pontcbartrain, Bignon le atrae tarubién a la Acadénie des Ins- Carlos II, nombrando re1 de España a Felipe de Anjoa, sino qae además
niptions et Medailhs, qrc tanbién pruide 1 refornará dedicándola, 4 Par' toma una serie de nedidas claranente proaocadoras, arma de naeyo a Eu-
tir de eúonces, a los trabajos de erudiciór clásiea e bistórica. Fontenelle no rapa contra él en la Gran Alianza de La Ha1a, de 1701. La gilerrd
teúa realmeúe grandes méritos en este eampo para ser nombrado miembro sume a Fraxcia en la miseria,l la Pat de Utrecb (170r) acaba dfiniti-
de esta instihtcitin, pero, si no trao ma participación actiaa er los trabajos aamente con la preponderareia francesa; inicia afla ilue,)a política de equili-
del antro, sin dtda b siguió cor interés. Además, efi estls cuarenta años brio earopeo, que ana intensa política de acaerdo¡ mantendrá largo tienpo;
de ¡ecretario publicó atin artíu.tlo¡ 1 obras generalmerte escritas tiempo 1 anancia el rucimiento del inperio británico. Tras la rililerte de Luis
atrás pero qrc no babía dado a la iruprenta. En 1727 editó los Eléments XIV, en 1715, Francia czmieilzt ana panlatina recrQeración con el prín-
de Géométrie de l'infini a qile nos bemos referido. En 1742 pabliai cipe regerte Felipe de Orleans, 11a en el reinado de Luis XV, con sa mi-
ana Histoire de Théatre frangaise iusqu'a Corneille, la Yie de Cor- ni¡tro el cardenal Fhury, que intentará acabar cot la corrupcirin cortesana,
neille 7 /¿s Reflexions sur la Poétique, así como ma edicitín reaisada la exaltacidn reli§wa, 1 sanear la econonía.
de sus obras. En 17 i Dictionaire des Arts
1 ]tace ana rueaa ediciótt del Fontenelle, que cnnnce las interioridades del palacia anigo de
en 174i Pontcbartrain, Dubois, Fhary 1 el Prhcipe de Orhans, que -es
le aloja en el
et des Sciences de Corleilh, 1 publica aario¡ artícalos como
Reflexions sur l'argument de M. Pascal et de Locke concernant la Palais Ro1al, donde permanecerá basta 1730-, observa, no obstante, con
possibilité d'une autre vie á venir 1 el Tnité de la liberté. ,Ea cierta distancia, pero sin dupreocupación, estos acontecimientos. Más de uru
1752, cuando la tyría newtoniana se babía inpauto ampliamente, Fonte- generación de grandes persorujw ba duapareeido 1a, desde Spiroza a s tío
nelle no publica por sí mismo, pero sí deja qw lo ltaga Faleonet, la Théo- Corneilh, La Rocbefoacaald, I-i Brulire, Racine, La Fontaine 1 Hulgens.
rie des tourbillons cartesiens avec des reflexions sur l'attraction Aparue otra que Fontenelh aerá maduar, la de Montesquieu, Voltaire,
que, c0t/10 /¿¡ Entretiens, oPnnel, la teoría cartesiana a la de la graaitación RoasÍeau, Reamur, Berkelel, qile nacen entre 1685 1 1695. Y mientras
de Newton. tanto, Mahbratcbe 1 Leibni4 Ba1h 1 Newton, Bossaet 1 Fenelon, Baclt 1
En la segunda nitad de su uida, qne coincide con la primera del si§o Haendel, estdr en phna actiaidad. Er lo¡ salones de París los libertinw de
I

XVilI, Fontenelh aería crimo la pwieión de Frarcia 1, et gcneral, las rela' la priruera ápoca ban duaparecido 1 Fornnelh, protagonista en todos los
i:
l ciona de los paísa europeos, cambiaban como lo bacían las caras de sils colt' importantes, se encuentra con los más conocido¡ cienttfins, literatos 1 perso-
tertalios en los ¡alones de París. Dude 1683,Lai¡ XIV babía utablecido najes de la política, cor los qae «bacen 1 desbacen reputaciones», como dice
su corte en el pronto farzoso Versalhs, donde la üiqueta 1 la mirtuciosa or- Carré. De 1710 a 17j3, uno de los salonu ruás importartes es el de
ganiTación erar inaiolables. Saint-Simon csenta en ¡as Meuorias qae Luis Mne. de Larubert, de arubiente uoderado, en el qrc no se admitía d jrry,
XM «tenía ei todo una afición dumesurada al esphndar, la nagnfiancia -y del qrc «las gentes de mundo salían más ilustradas -1 los intelectuahs nás
amablest», segh dice D'Alenbert. Y Fonterelh, que acflsa al jaego de rna-
1 la aburdancia, l fomentaba utos gastos en la corte. El gastar dinero a tar la conaer¡ación *lo cd boy en la ápoca del tehuisor, en que, ana par-
maro¡ llenas en fiestas .y constrttcciortes, en banquetes 1 en el jwgo, era ma-
fiera segura de nnseguir sa fauor». Pero Europa rc estaba dispaesta a qw tida faniliar podrra pasar por símbolo de unidad, no deja de llamar la
atercitin-, Fontenelle, digo, era allí, junto a sa admirada.y admirador La
3a Prra el tema del progreso en los distintos ámbitos pueden verse el capltulo II de la
Motte, ura figrra indiscúible. Posteriormelte Mne. de Tenein reunirá n
quinta parte de la obra'dt"á, d" Carré y los primeros capitulos det libro también citado de
su casa a los personajes ihstres, entre lo¡ qae se cucntan, junto a Fonterulle,
J.Dug..

30 31
a Mairan, Mariuaax, Mirabaud, Astruc, Daclos, de Bw 1 ott'os' Diplo- no tener la cabeza lhna d.e k nnfusión de las cosuologías premecanicistas
wátitos exiranjeros coruo Boliabroke ai¡itan a menado e/ ¡alón. En ésfe se (1, 170-180). Sólo se reqaiere la misma aterción q,/e pard segtir la tra'
hace más qae iomenlar el últiwo libro o descabrimienlo. Tanbién se conspi- ma de xna *oaela. Entre uxa multitad de eruenas 1 uariadas reflexiores,
ra paré la conseutión de altos cargos eclesiásticas. Lln día, el conseiero qnc vdn desde la moral a la bialogía, pucdm distittgxirse en el libro dos
Ch)rhs-JwElt de la Fre¡nai¡ se saicida en el saltín" Había sido arrainado grandes temas: el sistema l¡eliacéntrico de Capímin j su desarrollo en la
por la extgente Mme. de Tencin. Su aenganza estaría en su acasadar testa- teorí¿ cartesiana de lo¡ tarbellinos 1 el de la pluralidad de los mundos ha-
-mento
que, cln gran escándalo, lleua por an tiernpo a la ilustre darua a la bitados. Cada uno ,tterece ufl breve cor¡entaria introductorio.
Bastilla, donde el coruedido Fontenelle la uisita; Perl prúnta será declarada
inocenfe y reanudará sus actiuidades de palítica eclesiástica. Mme. Geofrin
lu il" 1. El heliocentrismo de Copérnico
sería, en cierio modo, stt sttces\ra. Fontenelle, qae a achenta aííos tenía
y la nueva cosmologfa
aún la uiuacidad 1 lacidez suficieüu para qile «todos se interrumpieran 1
callaran para utucltarla>, abora, a las nouenta 3 dos, a pesar de sw sordera El probhrta central de la utractura del uniaerso de la cosruologta fue,
creciente, estará aún ?resenle en el ¡al¡in de Mme. Geoffrin, dándoh ttadi- dude Grecia ba¡ta el si§o XVil, el del moairuiento de los planüas. A
citín. Aún es ca4a4 en ocasiones, de asombrar a sa auditorio, aunque bajta partir del siglo IV a. C, se había generalizado la idea de una Tierra esfe-
qae gritar/e en /a trompetilla. Y cuando, 1a a los nouenta 1seis años, em- rica en el centro de la etfera de las estrell¿s .fijos, qw nnphtaba un giro
piew a perder su excelente uista, nada puede irupedir que uqya a almorzy rada aeintiamtro baras. La¡ pla*etat Plantcabdrl an problema ?orque §rt
-diarianinte
a casa de una de las damas cu-1ta mcina es apetuible. Su pala- mnainiefito ro parecía circslar. En efecto, parecían girar er seúido cnfltro-
dar, siempre exqaisito, sigue intacto. Al hacerse eaidente que el fin §e acer- rio a las estrellas .fi.jas, detenerse, retroceder -y aolwr a auanzgr forruando
ca, Fontenel/e, siempre fiel a las formas, canph con los deberes exteriores extraño¡ budes de farwa irregrlar. Pero los griegw pensaban que tahs irre-
del cristiano. Dias antes de morir afirma qae no siente más qae una «dffi' galaridada no podían ser ruás qac aparentes, l con ellos todos los astnfuo-
culté d'átre»,.y el 9 de enero de 1757 naere. ntos hast¡t Kephr aeeptantn el planteaniento del probhna en la formalación
de Plattín: ipaá noaimientos eirculares 1 uniforma ha1 que silponer para
explicar las irregtlaridada del mwiruiento plaretario? A partir dc utc
il. LAS «CONVERSACIONES planteamiento v farnalaran dos grandes teorías qrc proporciotaban los re-
SOBRE LZ\ PI.URALIDAD DE LOS MUNDOS» cursos geométricos fiecasaril§para explicar los baele¡ planetarios mediante
la conposición de raouiruientos circslares: el bonocentrismo de Eudoxo -y las
Lo¡ Eintretiens, publicados como ltcmos dicho en 1686, constitulet el técnicas de Eicielo-dqferente 1 excénh'ica de Hiparco 1 Apoloxio. (Véanu
i panto álgido de la campaña de popu/arizaciiin del racionalismo 1 del meca' figuras adjuntas.)
nicismo r1we es la obra de FonÍenelle. Aborda aquí el tema «más capaz de A partir del ahí puede decirse que la nsmología antigua .tuaa do¡
picar la curiosidad», el tema de «córno está becho el mando», couo dirá en grandes prota¿anistas: Aristtíteles 1t 'folomeo. Aristdtehs bixt del homocen-
su Prefacio. Esto significaba que iba a explicar los problenas de la cosmo' trisruo, u dwir, de las témirus materráticas de Eudoxo, n0 Ja ufl meeanis-
logta, la cstractura 1 constitación del uniuerso, «el más grande problena.- no predictiuo de rada órbita planetaria, sitto uru cosmolagta unitaria qae se
digno de ser antepuesto a caalquier otra caestitín del conocimientot>, como preseúabo cono la dutripdón de la e.structwra 1 futcionamiento del ttriuer-
babía dicho y Galileo en su famosa carta pragramática.a Marco Velseri- so. El resaltado fue an conplejo sistema de 5 5 esferas mncintricas que, gi-
Pero Fonfenelle iba a exponerlo de manera qae cualqaiera, aun sin tener rando an cenlro u la Tierra, arrastraban a los siete plaretas, Lana,
lilllll'
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conocimienfos, preuios al resputo, pudiera seguir sin dficu/tad sas razpna- Mercario, Llenus, Sol, Marte, Júpiter .y Saturna, o regulaban su distintas
mienfos, c0?/¡0 se anancia m e/ Mera¡re Galant; iba a «enseñar deleitando», uelocidades. Todo cl mecarismo era moaido por la últirua e$ira, la de las
L

i
como queria el precepio boraciano. Y cualquiera, en efecto, dirá Fonte- utrellat fias, qae constituía el línite del tniaerso, r¡¿is alld del eual no ba1
I
nelle, aunando el requisito de la node¡tia 1 el priner ehmento del raciona' nada, ni el aacía. Este ariaerso tenía dos partes bien dferenciadas. El
lismo cartesiano qrle aparece en el libro, podrá entender lo expxesto, Plrque mundo supralurar o celeste, unstittido por un quinto ehmento, el éter,
:
su «sistema de fksofia» atá fundamentado en «ideas claras» 1 distintas. incorruptibk c inmutable, er el que el único cambio que se da e¡ el mruiniexto
En realidad, quien ignora tale¡ caestiones puede inclusb terur la aertaja de circular 1 un{orrue de las esferas cehstes. F.l mundo sublunar o terrestre

li 32 33

ii
l,lr
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estdría dispuesto ordenddamente en ctatro esferas según y tlturaleza: la
tierra, el'elemento más pesado, m el centro; a continuación, las e{etas del
agta, aire 1 fuego, qtte ionstituirían, respectiuamente, el «hgar rattral¡t ^de
itos utr*írt*. Peri wte murdo utá si¡eto al cambio en sus distintas for-
,/tas, qte depende, ca tiltima instancia, del mouimiento del «priruy flntl.D!,
oriqi, ,, ,)oro inmediata es el mwimiento det Sol, 4!e plwoca los cambia
de ina ehmefltos en otros, así cotto la generadón de algurcs orgaúsmos'
Et caalquier caso, los elementos que no estátt er su ltgar tataral se ttueaett Figura 1. Representación esque-
eEoúáneanerte en lírea recta bacia ariba o bacia abajor.es duir, cot mo- mática del movimiento de retro-
gradación de un planeta.
úmierto natural, haeia el lagar qm les corresponde. Además, todo motti'
mimto reqilere, según Aristótehs, ilfia cattsa, )4 iea intrmseca, c0'7t0 §tt
<tforna si¡tancial» en el caso del mwiniento natural de la caída de los
ir*o, extr*tseca, coril7 en el caso del moaimiento ttiohnto de un proyctil'
- Et osi¡tema aristotélico cufi§titilía ma admirable síntesis, explicatiua 1
coberente, de casi todos los elementos deitfornacitín de sa rtomento, 1 lo que
bo1 distiagtinu cutilT Ía físiea, sa teoría del moÜimiento, doruinó dsraúe
il
i¿, d, *it o¡^. Pero en el campo astronómico se impondría el sistema de
li
Tolomeo. La cosmología aristotélica ofrecia ana aisión anitaia del wiaerso,
Fig,¿ra 2. Sistema de esferas de
b¿aa de él sn «rosio»>, perT n0 era caPaz de afruer predicciones suficiente-
L

Eudoxo. La combinación de los


mente pruisas pura satisfacer las necuidades prácticas, como las de la na- distintos movimientos reprodu-
ce, aproximadamente, el movi-
uegaciin a las relacionadas con el calendario. Estas seríafi satisfecbar por el
a los de miento de retrogradación del
,itr*o tohmaico que, utilizando recr.tr§¡§ matemáticos dferentes planeta P.
Aristótehs, como epiciclo-deferezte, excéntrica 1 equanfe, construld u siste-
ma, tambíén geocé)trico 1 gewtático raturalmente, qae tant2 en capacidad
prediaiaa
-ta coi, e1 pruisitítt superaba al de Aristdtehs, dando una re§?ae§'
ntis aproximada al probhna del mouiruiento p!!:!o,y' qtte. sería el
probhma central de la astronomía basta el siglo XVII. Cot todo, uto se
i

-constguió
al pruio de sacrificar la explicación flsica de! ruwi-
únicamente
nienlo de los cuerpos alates, para lo ctal se segtía acudietdo a Arishiteles.
Así puu, ciado Europa tomó contacto nt el pen.raruiento.antig1q
Toloneo 1 Aristtitele¡ domi¡aban en el campo de ld astronomía 1 de la físi-
ca, respe"etiaamente. Tanto entre los ár¿bes como entre lo¡ latinas arubos sis'
tinas-faerot obj*o de algurar modficaciones. Las más iruportantes faeron
las qie se desalrollaron en el campo de la fisica con las teorías del <tinpe'
nsí ta «airtu impraa», de¡arrolladas en las uniaersidades de París 1
1
tllft O*Írrd porfitdsafos noninalistas, especialnente en lw siglw XIII-1.XIV'
li Cin ¡e afrontaba el problema dc la caída anhrada de los gra-
estas tiorías-
i
ues 1 el uwimiento-de bs prolectiles qu Aristótelas babta explicado de
noio insatidactorio por la interacción con el medio. No obstante, también en
estas teorías babur-eomo er la de Aristtiteles, ,ana cierta apelación al ani'
mismo.
Cttando los astrónomos renacertistas uieron frustradas sas expectatiws FiSura 3. Sisterna epiciclodefe-
reñte que, con las debrdas medidas
y vekicidades, pue<Ie reproducir
34 el movimiento de retrogradación.
PLANETA

Fizura 4. Excéntrica simPle. Sir-


ve" para explicar irregularidades
O CENTRO de velocidad o travéctoria- El
planeta gira uniformemente en
iorno al centro C.

,l
I

I
F'igura 7. Sistema de Coffmrco.

L-
| \*
PUNTO AEOUANS+.- I
Fisura 5. Equante. Recurso ln-
tr8ducido ooi Tolomeo. El ¿ín- iEouANrE
gulo alfa iarfa uniformemente a PLANETA
con el tiempo. TIERRA

/\v
,'-*<<,
\ IERRA /

Figura 8. Sistema de Tycho Brahe. En este caso, como en las figuras 6 v 7, el


Sistema de Tolomeo. gráfico es la representación de un corte de la esfera de las estrellñ por el'plano
de la ecUptica sumarnente esquemático y simplificado; no se toman én cuenta ni
EsrRetlaS las excenfricidades ni los epiciclos.
ii disciplina. Sus descubrimientos tehsaipicos aspecto terráquo de la
de ballar la sohción al problema planetario et los originales de l¿ obra de
i
Tolorueo, ahora recuperados, se ltizp elaro qrc la a¡tronomia reqaería una I-ura, innamerables e¡trellas l¡a¡ta cntonces -el
daconocidas, las nebulosas, las
r{orma. Copáruico ¡ería su gran protagortista. Pero il él nisruo sospubó fasu de Venu 1 los satélites de Júpiter- teníar, en aquel momento, on
que tal reforna abocaría a ana reaolsción que cambiaría por coupleto la aalor ruás bien d.udoso como pruebas de la wracidad del copernicanisao.
imagen del ariaerso 1 sss distifltos ámbitos. Inbuido por el xeoplatorismo se Pero, en todo caso, obligaror a los defensores de la ciencia tradicional a ra'
sertía insatisfecho antc cl sistema tohmain, al qae acusaba de inadeorcda dicaliztr nts posturas poniendo más clarameúe de manifiesto la debilidad e
couplicación, -y ersaló ur sistema qae rualtó el úrico nnpüi' insuficiercia de sus argumentos. Pero sa gran aportación al copemicanismo
dor digro del sistena de Toloaeo, 1 qtte además praentaba de nuetto como consistiría er ¡eatar las bases de aa nueaa física que ,4na Tierra planetaria
la descripcirín del sriaerso real. Ss sistema cefirado er el Sol fue admirado requería. Las ruatertáticas, entiéndase la georuetría, la geonetriTnción de la
nattraleTa, curttitiliríd el fuilamenn de su aportaciót. Aliicándola pri-
1 usado por los aitninomos profesioruhs. De bubo, el ,attiaerso eopernicano
segtía siendo an conjanto de esferas finito, ailflqile nás grande, 1 Copérnieo mero e bidrodinárniea, al modo de Arqaímedes, elimina la
a lo bidrostática
segría asando las mismas téeticas de epiciclo-deferente 1 excéúrica que To- distinción entre caerpos Eesado»t -y «ligeros», cot lo qae la «grauedad» se
lomu, recbayndo únicattente el eqrunte introducido por á¡le. Todo en él re- colúerte en un problema qle Galiho rensncia a afrontar. Pero en cualquier
siltaba faniliar a los artrónomos de su época, excepto la Tierra platetaria casl §a le1 dc la caída de los euerpos 1 su explieación del ruovimierto de los
proyctihs, que eliminan la cofiradieción entre el comportamiento de eslos fe-
1 s*s pretensiones reali¡tas. Por eso la maloría de los astrónomos se adlti-
rieron al si¡tema de Tlcbo-Brabe, que bacía girar la Lura 1 el Sol er tor- nómenos 1 ura Tierra er moaimiento, se postulan desde ur fitteao currceptt

no a la Tierra, miextras qae Venis 1 Mercario 1 tos planetar exterioru lo de rcturalezt. hta
e¡tá cunstituida abora por las cualidades primarias de
bacían col centro m el Sol. Rushaba ar ¡i¡tema eraidiabh por su preci' los objetw, a decir, las sasceptibhs de tratamiento geomátrico 1, axdatdo el
sitín, que además eludía 16 importantes dficuhadu que desde el campo de tienpo, algcbraico. El moairuierto lo es altora no de <formas sustanciala»,
la física 1 dc la teologra- praentaba el sistema coperwicano. Si la Tiena ttr 0s cortr er Aristóteles, ,lfi ?rlcesl ontológia de actualizgciót ), Por tdfl-
no ocupaba el centro del uniuerso, ipor qué, en efecto, las piedras caían to, cualitafiao, siru el de purtos geométrieos en un espacio ettelidiano indfe'
bacia sa certro que 1a ilo era §r.t «lugar natnalt»? éPor qué no se obsentaba renciado. En este sentido bay aún ciertas limitaciones en Galileo, caJo cot -
ningr)r €rtdo físicl de la enorme uelocidad del moaimiento de la Tierra en apto de «inercia» no alcarza aún la formulaeión defnitita de Descartes o
¡s rotación a anls 1.600 knfii alrededor de su ejel otro tanto alrededor Newton, al enterder el moaimiento inercial como circular, efi tlrtto al plano
dcl So[? Pero, a pesar de esas dficttkades, algunos flósofos-astróromos, com- de la superfcie terrestre, 1 no redilíneo o tangencial con respecto a dicbo
partiexdo ideas fiksófcas similares a las de Cophnin, desde las qae ciertas plano. No obstante, Galiho, con sa matematización de la raturalezl, ltabía
característica¡ de su sistema, como la <tarmoníat¡ o la «cettralidad del Sol», trazado la serda por la que se desarrollaríat la weua física 1 la nueaa
erar ai¡tos como requisitos o aentajas, sí se bicieron copetricanos. De entre cosmouisión. El punto de partida era lo que él llamaba sus <rdos nueaas
ellos, Kephr ballaría la primero solsción satisfaxoria al probhna del no- ciencias». En realidad erafl, 0 implicaban, ,ililchl rtás qr,te esz. Paro a Des'
yimiento planetaio: las thbitas de los plantas erat elípticas -1 el Sol ataba cartes, poco Prnpeltso a recntocer deudas o parahlismos, la labor de Galileo
en sno di los focos. Kepler 1 Bruxo, que adelartarían la idea de la ittfiti- h parecía tan parcial c0rn0 o Aristótehs la de Eudoxo. Descartes qaería
tad del uniaerso, eran más copernicanos qte Copérnico 1 le censuraban sus macl¡o más qae alganas teorías rutrirgidas a determinados ánbitos 1
linitaeiones. Pero outto más cottmdentes eran los argumentos del campo «construidas sin fundamentoa»; qr.tería elaborar ana cosmología unitaria que,
astrorómico er faaor del helioantrismo, ruás obaia ressltaba la contradiccién como la de Aristótehs, abarcara los distintos caNil?os de la natxrahza, in-
[ll lt' de los fertimenos del canpo de la física, como los apmtadw, 1 nttk nece¡aria cluidos el hamano 1 moral, todo elk fudaneúado er ,,utct sólida netafísica
i
I
se ltaeía ana naeaa conceptdizlcifu del campo, es decir, una nueua fisica
zs. construida imitando al matemático. Descartes qrcría sentfi flrtel)o Aristóte'
36.
Galileo, con la introdacción del uso del tehscopio en la astronomía, intro- les
dnjo utt eambio que iba ¿ abrir eflhrrrres perspeetittas 1 aru matacifu de la En sr «georuetrizacidn a ultranTau, segin la expresión de Koyé, Du'
cartes identfica materia 1 espacio. El uniaerso nnstitay an phrum qae, efi
35paru el desarrollo de estos temas puede verse especialmente T. S. Kuhn, Iz Ranlaaofl
C"piil*. dii"l. Madrid 1978' N. R.Hmson, Cmjcilrul Couhlaeion¡. Alimza. Madrid, 3ó
Véase, tespecto a estas cuestiones, A. Koyré, EstsdioJ Gali/eailar, Siglo XXI. Madrid,
1978. 1 980.

38 39

I
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sna ui¡iín genetica, el ruoaimiento, introducido por Dios, distingue en tre§ sistema fahaba concretar o eompletar mucltos detdlles, pero áu era ara la-
clesu de elementos materiabs que, en función de su actiúdad, figara 1 ta' hor que dejaba a sfis stlcesores. Lo importante erd qile, barridas todas las
maña cruienten nnstitayen el Sol j las estrellas, el espacio celeste -1t la Tie' falsat cualidada ocaltas, ál babía sentado hs prircipia er los que el siste-
rra 1 lot planetas. Todo este conJunto, orgarizado en lo.r torbellinos, qw ma debía fundamentarse. En este sentido, R. Dugar 3e distingre en Descar-
daribe Fontenelle (* [V,245 1ss.), atd regido por la h.y suprema de tes entre «mecánica», o problemas concretos q*e abordó, 1 <rmecanicismo»,
la consertación del nwiffiiento. Es decir, la cantidad de moaimiento que que p*ede eatendersc clrlto su sistema del mundo, o precisauente aquí má¡
Dios introdujo er el uriverso Perruanece mnstattte. El moaimiento no os más en el sentido del prograrna que éste debía seguir para construirse. El «me-
qae el paso de un euerpo de «r lugar a otra, orupendo silasiaarüente todos canicisno» cartesiano no es stílo ilfi determifiada modelo cosmológico, sino
los espacios que se sficilentrúfi entre ambos. En Descartes se insiste explhi' también -y pri*cipalmente ,{n fiue,)o modelo de inteli§bilidad, ,.nt Ntueal nar-
tamente, con más énfais que en Galileo, en el becho de que el mouiniento es, co de racionalidad, 1 etpecialmente en este último sentido ca|td 4 msehas de
como el replso, urN utado. La primera tel del uovimieúo afrma qrlc tltl las grandu personalidades de la segunda nitad del siglo XVItr. Iilcluso
cilerpa perw*flece indefinidanmte et sa «estados> de reposo o de moainieúo tríticos tan seLteros como Pa¡cal a0, que calfrea de «initil, corjetaral -y peru-
si otro cuerpo no lo impide. La segurda ley conreta qrc la contiruacitin d¿l sa» la pretensirín ¡i¡tematirsdara de Descartes, acepta sils cottnptas l funda-
noaimierto de ur arcrpo se dará er línea recta. De este moda queda fotna' mentales 1 la posibilidad de ara explicación mecániea. El mecaticismo car-
lado el principio de inercia, base da la nueaa fisica. La tercera h1 alade a lesiano se inpandrá anpliamente en el ambiente extra-ecadémico, que es
las distintas posibilidadu de comunicación del noviruiento entre caerpos qae dorde se desarrolla la nueaa ciencia, tado er Francia eumo efl filolanda, -y
se encsentran -1t se desarrolla er ¡iete re§as qtte rigen el cboque de los cuer' su inflaencia ahanzti el punta ál§do en el mt¡menta en qae Newton eúra en
pos. Mediante los corceptos expuestos -1t utas h-yes del mouiaiento, Descartes cot szr Principia M¿thematica Philosophiae Naturalis en
escertra,
se prupufie explicar la estructura 1 furcioruniento del rdaer¡0. Este es, a 168V" En las propias sniaer¡idades in§aas se ba impaesto tatalmente
partir de altora, un gran meeanismo en el que cada feuímeru se inserta en gracias al Tratté de Physique de Robauh. El raisno Newton lo estudia-
s* lugar de la máquina eósmiea comr un teorema de Euclides et ss sistema ría en la mittersidad de Canbridge. Sólo gracias a una traducción latitta
deductiao3T. No ba1 d{crencia para Dcscartes entre las máqúnas qtte cltts- que S. Clarke biza de la abra de Robault introduciendo nntas a pie de pá-
traler los artesarot 1 lo¡ distirtos cuerpos qae la natttralezg compone por sí gina, con tesis newtonianas qtre contradecían las cartesiana¡ del texto, empe-
misma, «todas la¡ cosas artifciales snfi Pctr esa nattrales» 38. Na ltal más 7ó a dtfundirse el conocimienta de la teoría de Neuton en las aniaersidades
hltes qtte las muádeas, 1 por tanta el funcioruniento de un reloj «io es me- inglaas a partir de 1697, diez año¡ després de la publicacidn de los
rus nataral que la producción de frutos por un árbolt¡. Todos los fenómnos, «Principia». En el contirente el mecanicismo cartesiato seguiríe doruinando
incluso las misma¡ a.telidadu seamdarias, olor, sabor, etc.t snr, redueibhs, durante más de un atarto de iglo, hasta la déeada de 17iA, aproximada-
en últina iwtancia, a figura, extersión.y moaimiento. Comprender n0 es Jd mente. Inclaso el propia Newton ltabía sido influenciado, eu cierto sentido,
captar la secreta red de analagías de la cadera del ser, las coulidades ocul- por Descartes at, pera ss sistema tnía poco que aer con el de áste, cu-1tar te-
tds, a Pefietrar la <forna sustaneiah», comprender es expliear en términos sis fundawentahs ltabía eriticado 1a nucbo ante¡ de los <ürircipia». Si ol-

naánico¡. Lo adnirable jrt n0 es tatto la prodigalidad de la ruturalezt en uidamos las matiees de su corcepción atomista, podcmos decir qae el tniaerso
sas manifestaciones, sino la economía 1 sinplicidad cofl qile tal riquczg sc infinito de Neutoz consiste en átomos 1 aacío 1 atá regido por la le1 supre-
produce 1 explica, esos medios q*e Descartes ba intcntado ex?uner dedttcti- ma de la graaitacidn uniyersal. Voltaire, que, efl opwición a Fontenelle, es
aamerte. «Debe reconocerse qa6 be probado, por demostración matemática, una de los grandu diualgadores del rewtodsmo, expondrá bellameltc la¡
todo lo qre be escrito...», not dice eu sus Principes de la Philosophie dferencias de ambas sistemas et sus Cartas Filosóficas a2.
(M, 206), aludiendo praisamerte a este carácter dedretiuo de ss si¡temd
más que a la fornuleción matemática de sus argumeúos. Sin d.uda en este -Y.R. Dugas, Ia nuuique as XVII siicle, pág. 117. Dunod Editeur. Griffon. Neuchatel,
1954.
a0
Pascal, «Pensée», f.rag. 192-195 rfe Oerurc.¡ Conpletcs, pie. 1.137. Edition du l. Chevalicr,
en G¿llimard (Pleiade). Paris, 1954..Los mencionádos frágmentos correspnnden a los nú-
3? Véanse las páginas que R. Lenoble ded.ica a Descartes en su larga ay:nacion a Sloria meros 76-79 de la edición Brunschvig.
af V§1se Koyré, «Neuton, et Descáites», en Etude¡ Newtonhmu, págs.85-155.
d¿tla Scierza, ¿cüra"di M.'I)aurmas (orig. francés, 1957), esPecialmenté vol. I, pág. 400. La- ^P¿ris,1968. Gallimard,
terua.Bari, 1969.
38
t)escanes: Princips M, 203, en Oeuvres. Adam Tannery, 1978, lX.-z, pags, 321-322. I VQnse especialmente, las cartas J4, 15 y i6
en Voltairq Cartu Pilosófca, págs.
Véase Fontcrrelle Coiversacione,, I, págs. 155-160. 117-137. Hdición preparada por Femando Savatér. Editora Nacional, Nladrid, 1976.

40 41
--r-f 'l

La batalla entre carte¡ianos 1 newtonidnos iba nás allá de la disputa .\auants» enjuiciaba la «rzecanique» de Neuton con el tirmi-
-entendiendo
entre teorías eoncreta¡ de ftica ca aarios sentido¡' En ocasiones adryiió no la teoría que admitía biryítesis arbitrarias en su constrarciór- coruo la
ciertos aisos naeionalistas; ienía nmponmtes iruportantes de disptta teoldgica, más perfecta que padiera imaginarse. Pero para completar sa obra Newton
1 naturalmentc se presentaba coruo el erfre»amiento de dos modos distintos debía ofruer ahora ara <rfisiqu» duir, basada en uerdade¡ probadas,
-
de entendcr k inatigación cienttfica opnía ur cmpirismo itdudfuo a -a
en instarcias físicamente aerdaderas- igaalruenfe exacta. La atracción no
-se
ur rarianali¡mo dedsctiar- qae, si bien refertan dferexcias reales en la itt- tenía ningín wntido físico. No babía duda de que la síntesis neatoniana era
uestigaciln cintfica {rairq tníatt rutk aún de sloganr netodológins
*?ro' mucho más precisa que la de Descarte¡. Pero tingin mecanici¡ta utaba dis-
bhia resilta sumamente inportaúe inclun boy
este que, no obstante, puesto a renunciar al modelo de inteligibilidad introducido por Descartes
Pronto se babía becbo claro, attn para algutos cartesiaros, Eu la malor desterrando las caalidada ocaltas. De hecho el texto citddl de Maapertais
parte de los elemertos clt ctetos del sistena q*e Devartes babía expue$o en no paede dejar de recordar el de Fontenelh en sa Eloge de Newton. nL¿
sr Tratté du Mondey cr los Principes de la Philosophie teníat da' atraccitin 1 el aací0, barridos de la física por Descartes, barridos para 1
ras defciercias -y babrían de ser reformulados. Su¡ h1u del cboqtte de los siempre, según parecía, auelaen recobrados por Newton, armados de una
caerpos eran falsas en sa totalidad. Hu.lgers lo haría notar e intcntaría re- nueaa fierLa de la que no se les reía capaces, tan sólo quizi an poco dis-
formularlas. La tcoría de los Torbellitls, pard mcncioxer sólo dos e.1empks, frazgdw»a3bit. llal¿ era la atracción newtoniana ana <tcaalidad ocalta»?
no tendría mejor suerte, a pesar del dcsfasado iúerto de defensa de Fotue- iUra <rforrua sustancialst?, épara nagid, Lan milagro?, como dirían anos 1
nelh. Ya antes de que en el ugundo libro de ns «Principia» Nenton la so- 0Ír0¡ en el continente. La
teoría de Newton inplicaba para los cartesianos
netiera a an detallado -y deaasÍador análisis, fie riticada en el contixente. urt retoruo al «animismo» precartesiano, 1 por tanto era inaceptable. Los
Después de todo, a ?esar de sras reiteradas dalaraciorcs mateuaticistas, la newtonianos negabar, sigaierdo al propio Newton, talu identficaciones. Pero
de Desearte¡ era <tuna fisica matemátiea sfu matemáticas», corro dice Koyá, es Newton más que nadie qaien ú*to el prttblena 1 afirma que no entien-
quc se conaertía en lo qae Hu.ygens 1 Leibniz llamarían ut «roman pbilo- de la «atraccidn» como una propiedad de los cuerpos, ni como anafuerwfí-
mpbique»- Los nenttoilanos no dejarían de irsistir en el inaceptabh aprio' sica, sino c0r/t0 ufld ,rfrrru matemática». Para ál la «atracción» es afil
risma del sistena cartesiano, qae, abandonardo ro 1a la expcriencia, sino cualidad «maufiata» de la nataralezg, reaelada por los fenómenos, 1 lo qae
incluso la geometría, coruo diría Voltaire, ltizo de su filosofia ,ttt «rlrllat e¡ «oculto» es únicamente la «caasa» que confiesa no saber explicar. «De-
itgenieux» 1 de sv sistema nsnológico para inuercitín. cirnos qm toda upecie de cosa está dotada de una uputfca cualidad ocalta
No obstante, el nevtonismo no se impuso de aodo gercral en el conti' en uirtud de la cual ásta actúa 1 prodace efectw manfiatos, significa no de-
nente siro poca aúes de la ruitad del siglo Xmil. Sus granda d{ercares se' cir nada. Pero deriuar de los fenómenos dos o tres principios generales del
rían aqrí Maapertuis, bajo sa inflaencia Voltaire, 1 Mme. Cltáteht, que en mouirniento, 1 dapuét decirnos cómo las propiedadu 1 las acciones de todas
17 5 6 baría ufla tradacción frarcesa dc los <Orincipia» de Nevton. El co- las cosas corptíreas se deriaan de estos principiw, presentaría un paso real-
mentario de Maupertuis es ihrctratiao: nHa sido necesario nedio siglo para mente grarde en la filosofia, arflque no se hubiesen descubierto aún las caa-
aquietar a los académico¡ del contirentc ruputo a la atraccitin. Esta per' sas de tales principios. Y por tanto no ¡iento acrúpulo alguno en sugerir los
manecía confirada er su isla, o si cruztba el mar no parecía sfuo la repro- mencionados principios del mouimiento, en cuanto qae éstos tienen sn alcance
duccifu de un morstruo que acababa de ser proscrito. Se estaba tan orgalloso mu1 gercral, 1 en postergar el descubrimiento de las caasa¡» aa. Con todo,
de baber barrido de la filosofia las eualidades orultas, se tenía tanto miedo Neuttol intentti repetidamerte, a,lnqae no lo consiguiera, explicar la graui-
a qxe aolaiesen, que todo /o que parecía tener la menor sertejanzl cnlt tación en tárminos mecánico¡ recurrierdo al ¡toairuiento de m medio etéreo.
ürtl cllas aterraba. Se utaba tan encart¿do de baber iatroducido en la cxpliea' Lo carioso es que a ruedida qae el tewtonismo se inpaso 1 se fortahció, sus
citín de la naturalezl ana apariencia de muailcismo qae se rechaTaba, sin segridoru sinplennte fueron oluidando progresiuamente el problema. Como
pratarh atención, el aerdadero mecanicismo q*e se ofrccía» 43. quiera qae sea, el mecanicisno dejaría de idertficarse con la ortodoxia car-
La lry de la graaitaciótr lriuersal, la atracciórt de los curpos, cottsti- tesiana, 1 el que se impondría, el «aerdadero rnecanicismo» como lo llama
tuía, m efecto, para los mccanicistas más o menos eartcsiarus del nntinente, Maupertlis, terdría Jt grafi prntagolrista er Newton. Aqaí debemos tener
el gran problema 1 la grar objuión al sistcma de Nevtott. El «Jounal des
$btitado por Koyré, lot. rit. cn (41), pág.89.
aa E. I. Diikirerhws, Il mcccanicismo c linafine del mondo, Fcltrinclli. l\lilano, 1071, Página
a3
Citado por R. Dugas, oP. eir., P^9.586. 658 (orig. alemán, Die Meúanissierung dr lVel=tbildr. Berlfn, Springer Verlag 1956).

42 43
daderamente rwoluciorariaa» que fueron inporiéndorc eúre los siglos XV 1
€fl es€fita, no obstante, que cxando Fontenelle publica por primera uez sils XVU. I-$ cinco innwaciona más signficatiaas wn: 1) La afir-
Conversaciones en 1686, los «Principio» de Newton todavía no existen, -diee-
nación segin la cual otros planetas de naestro ¡i¡tema solar están babitados
1el muaricismo está et su aPlgeo. Cvardo després de 17i0 la horía por criaturas aiuientes, sensibhs -y 2) la denolición de las mura-
neytoniana ¡e introduce en Fraxda no parece tem mucbo wntida 1a, arail al
llas externas del uriaerso medierul, Ja sea que éstas se identficasen con /a
nargen de su persistcnte cartesianisnto, intefiar modficar ss libro. En
última esfera cristalina 0 cltl ,lt¿t «región» dfinida de las estrellas rtjot, J
cualquier ea§l, Para flosotrls estas circawtaruias no bacen sixo aumentar el
la dispersión de estas estrellas en aastl§ e iregalares espaeioq i) la idea
i¡terás bistórico de la obra.
de las utrellas fijas cotzo soles seruejaxtes al nuestro, cireandados todos o
casi todo¡ por sisteruas plaaetarios propios; 4) k bipótuis de que también
los planetas de estos otro¡ rnundos ataaiesen babitados por serls racioda;
11.2. Lt pluralidad de los mundos habitados
5) la afirrzaciót de la qfectiua infnitud del uniterm físico en el espacio, 1
en el rúmero de sistemas solares contenidos el ésteas. Es cierto, er efecto,
I

Aurque bistóricaaente los do¡ as4ectos del teua, la plaralidad de


como serTala Lowjol, que ninguna de estas tesis e¡tá prcsente en Copérnico,
I
mundos 1 los babitantes de éstos, aar casi siempre indi¡ociablemente súdos
_y que ni Bralte, ni Kephr, ri incluso Galiho, aceptan o defienden las tesis
cuando se introduce la rueua sofi, efi realidad, independientes.y
de la infinitud del uniaerso, ni la de la pluralidad de los mundas. Como lo
merecefl ser tratados por separada
es que Ciordano Bntno «debe considerarse como el repruentante principal
L

El tema de la plaralidad de los mundos tenía 1a, al ser abordada 1 de la doetrina del uniaerso daantrado, irfirito e infiritamente poblado: qae
popilarizado por Fortenelle, una larga bistoria. Ya en la antigiiedad babía
no ¡ólo predicd esta doctrina por el occidenle de Europa con el feraor de un
sido objeto de disp*a eúre los atomistas que afirmaban, posiblemefie en
eaargelista, sino que dio t¿nbién por primera üez ,/fia perfecta enanciación
relaciór cor el de¡arollo de la geometría, la existencia de infiritos mutdw,
de los ruotiaos graciar a lo¡ cuales á¡ta sería aaptada después por el gran
1 Aristótehs 1 Platdr q,te, en base a sa ProPio nctafísica 1 a los datos de público» 46. Las dos tesis mencionadas no tienen en estl§ vtnr¡efltls una raíz
la ob¡eruación la negaban. De beeho la te¡is que se impondría ea
cienttfica, lo cual ba sido dutacado con otros matiaqporKoyéa7. Más que
el eampo cosruohígico es, eoml sabcmw, la de m úrico uniaerso finito 1l geo-
de Copérnico, Brano recibe su inspiración de N. de Cusa, pero más osado
céntrico por más qrc tuuiera dos partes material 1 d{ercn-
qae éste afirna la efectiua infinitud del espacio jt de los ntundos, adacierdo
ciadas, la sublurur 1 la supralmar. Cuando en la Edad Media, a partir
además los clá¡icos argunentos de la ilinitada omdpotcncia de Dios 1 lo
del siglo XII, a renrleaa el problema, éste se plantea nás biett corl¡o ilrta
que Louejry llama el <rprincipio de phnitud» +a 1 d de ra*in suficientc que
cuestión teológica. Frente a la tesis ari¡totélica de un único mundo defendido,
se expone clararuente en el «De linfinin aniaerso e mondi»: «LPor quá que-
entre otros, por Santo Tomás, se plantea el probleua de que m único nm-
remls 0 podemw pensar que la eficacia diuina sea ociosa?..., \por qué debe
do linita 1 se o?afle a la orunipoteneia ,,t 0tr0.t atributos de Dios. A finahs
ser -frustrada la capacidad infiilta, defraudada la posibilidad de infinins
del si§o XIII nunerosos filósofw, apecialmexte nominalistas parisimses 1
rnandos?..., ápor qué debenos afrmar e.Ítl, que plaflteadl, lleua consigo tan-
oxrmienses, cono Ncardo de Middleton, Enriqae de Gante, Guilhrmo de
to¡ innnaeniente¡ 1, sin faaorecer /e1u, religiones, fe 1 noralidad er modo
Oeeam, defienden la ite¿ de que Dios puede crear otrot mundos ¿demás del
alguno, dutrule tantos principios en filosoJía?» \' en el diáhgt qainto: «...
nxestro. Y er 1277, el abiEo de París, Tempier, nrdena, en el cancilio de
uno es el lugar genera/, uno el espacio inruenso qae podemos llamar libre-
tedlogw de la Sorbona, la creescia de qae Dios no ptrede crear ilfla plmali-
menle yacío. En íste exi¡tieron innumerables e infiritos globos, como existe
dad de mundos. Como es frutefite en este tipo de polémicas, cnt cePtl§ cnrr?o
dltft, á¡te en el que naststros uiuimos -1t uegetamos. A tal esltacio lo calfimmw de
lllr el de perfecciiín, bondad 1 sabiduría diainas son usados para defender tesis
infnito porque tto ltal raTtín, conueniencia, posibilidad, sentido o naturalezs
totalmenie opaestm Con todo, aas ditctsiores, cala influeneia a traaás de
gae deba limitarlo (finirlo). En éste existen infinitos mundos ¡imilare¡ a
Nicol¡is de Cusa llegarta basta Bruno, eran marterida¡ par pensadores que
en su totalidad seguían instalado¡ en la cosmología aristotélico-tolemaica.
- .at.Artfur_Q.f,ove!oy, La Grandc Catena dell'cxere, pág. 114. F-eltrinelli, Milano, 1966
Con la dutrucción del cosmos 1 la expansitín infinita del aniaerso en la Re' (ofls.
' lnülé§. l',)J4).
aolución Cienttfica el probhna adqairió otras dimensionu. Arthar O. Lo-
Y" Ilín, 122. '
, , lr.!e41e_,KoyÉ, Del mando cerrado al uniuerso infnito (orig. inglés, 1957), Siglo XXI, ed.
aejo1, con una derzarcación, hol reconocida como excesiaameúe tajante de los Nfadrid,1979.
aspectls técnicucientfins 1 calturahs, destaca «cinco te¡is cosmogrtficas ucr- "'Véase Lovejoy. op. ril., 57.

45
44

+^
¡\
------r---"

por sentado que Descartes cree en la infinitad del uniuerso. En cual-


1 no de distinto género, purqile ru ltal razór il defecto de facaltad na-
rlan
éste
quier caso la tesis de la «indefniciín» del uniaerso no es incomltatible con la
taril, qaiero decir tanto potencia pasiua como actiua, por lo caal, del miswo
Ít¡s rodea, to existan er tado otro urtrnación de sna pluralidad «indefinida» de mundos, 1, Louejqy, baciendo
nodo que exi¡ten en el aspacio qr¿e esPa-

cio que por natarahzt no es dferente a ástel !e.


ltx ttsl ufi tanto libre del texto citado de la carta a Cbanut, interpreta lal
- ideas de Descartes, en el ¡entido de que «el presupuesto sobre la ba¡e del
Loj descabrimientos astronómico¡ de Galileo a traaés del telescopio in-
qae debemos raznnar, donde no tengamos otro¡ te¡fimc¡nios, es qae /o qae es
trodujeron nueaos elementos en la disputa 1 faeron asados en di.rtintos senti-
cu?az de ser, eÍ. La produccitín de una infnidad de mwndo¡ era posible
dos. Mientra¡ ?ara Borel, por lenpk, en la línea de Brmo demues-
que
tran efectiuamente ta plaralidad de lo¡ mlrdo¡ 1 refuerzln la creettcia en para el creador, jr cl principio qae siempre debemo.¡ aceptar en esto es qile
la posibilidad hala sido actnalizsda» 52. Se basa para ello en an texto de
sus babitantes, para Kephr tiene ut sentido oprcsto. Uta aez carfirmado
los «Principx» de Descartes (lil, 'l ), en el que éste afirma que, dada la
con aliaio que los nileaTs cuerp\s ceh¡tes descsbiertos por Galilea ¡on «sal!-
ortnipotencia I bondad diuinas, el peligro no está para n0s0tr0s en inaginar
litey> de iuestro si¡tema solar 1 no planetas de ana estrella, le dan ocasión
en excesl res?ectr de sus obras, «sino que por el contrario podenos errar si
a Kepler para la reafirnación, en contra de Bntno, de la finitad de ay-nn!-
.fitpln€rills en éstzs límites o restriccioncs de lat que no tenemas ningún cono-
co iundo-, 1 del antiopoantrismo del qae es feruienÍe defensor' Para Kepler
el ltor¡bre-«criatura racional, la más inportante 1 aás nable eúre la¡ cor- cirtiento segfiro). Lo cierta e.§ qrle, fio obstanie, Descartes, al tratar explhi-
póreas», ocupa el lagar nát digno en torno al centro del attiuerso. La Tie- ldmefiie tanlo de/ uniuerso como de lw mandw, se mue¡lra ilerupre refiante
-rra, y se liruita a hablar de «indefinición». Pero, como l¡emos diclto, se interprete
tlrgnfriada 1 ennobhcida por el capernicanisrno, camo duía Galileo, al
hanrti sinilar i los cielos 1 ponerla en ellos, ha sido situada, segin Kephr, literalrnnie o no esla distincidn, e¡to no inpide que la pluralidad de lo¡
para el hombre, comr¡ «criatura crnteml>ladora», en el lagar ruás adecuado, n¡andos sí se dá por sentada.
-entre En todo casa, cabe bacer aquí una precisitín. Hasta abora bemos u¡ado
las órbitas de los plaxetas inferiores 1 superiores. Era un antropocen-
preferentenente la expraión Elaralidad de nundw» junfo a térruino¡ como
trismo teológico qae las naeaas corrientes recl¡azaban cowta se ae en Galileo o
Brano jt
qae uerertas criticado irónicameúe por Fontenclle. «aniaersoss
-y «mundo». En principio estl n0 debe inducir a confusirin, puu
Cimi quiera q,¿e sea, en la segunda *¡t d d¿ sigla XVII la tesis de la puede entenderse -ftcilmente que los das términos se usafi en s¿ntido eqaiaa-
pturatidad de los nandos halla ¡a lugar, lejw .ya de la cosnoaisión astra- lente 1t que el «conjunto de murdos», muchos o infinitos, forna el ur¡iaer.§l.
del antropocentrismo de Kepler, at el muanismo carte' Pero, cabe wñalar, en priruer lugar, el distinto sentido que la expresiótt
biológica de Bruno 1 ,rpluralidad de ruurdoan puede tener aúes 1 después de Copérnin ¿9né
siani. Lo cierto eique Ducaies no qaiso utilizsr nunca el tármino irfinito
aplicodo al uniaersi. Y ruuha curio¡o que Descartu, excediánda¡e en esta sefiido podia tener *na <rpluralidad de mtndo»> en la polámica de los si-
icasitín en sa cautela, baga falsas atribuciones al cusano efi estd cuestión. En g/os XIII 1 XM, caardo creían en un clsmls ,tjiñ*, cerrado 1 jerarquiT4-
do? éEt la mera rePctición de éste? Era, iln duda, una l>olámica p,/ramente
una carta a Cbanat so dice qae recuerda «Ete el Cardenal de Casa 1 ua-
rios oiros doclores ltan suporcito al mundo infirito, .rin que jamás ltalan sido teoldgica. Por el coilrario, despút de Copérnico, cuando el Sol .re identfrca
por ello reconaenidos par la lglesia...», can lo que parece. colc!'ti.r de los ar- c0m0 ,/$a eslrella más, la expruiótt <rplaralidad de mutdos» adqaiere un
'g,yilenta§ scntido czncretl, igntfica «la plaralidad de sisternas solares como el rue¡-
d.e Cusa, qie tanpoco lkga a afrrnar nanca la infititad del ani-
aerso sina ¡ólo su <tindefinicirin», lo qae no quiere caruluir de los su3tos pra-
Íro¡>. Pero aan entonce¡ cabefi ciertd.r d{erencias. Segin el rnarco teórico en
pios. A puar de que §ils argamenfas en mucbas ocasiones parecen abocar que se dé la de¡truaitín del cosrnos 1 se afirrze la irfnitización del uniuerso,
-ineuitabtinente ésta 1 la pluralidad de lo¡ mundos pueden tener an carácter más a meno¡
a la afrmacitin de un uniuerso infnito, éste es un concepto
qae re.Íerua tlnicamente a Dios, mientras que del mundo podemos duir úni- ordenado 1 si¡tomático. Bruno es un copernicano entusiasta, pero le cefi§ura

ianelte que es «indefiildo» 51. La di¡tinción _fae iúerpretada por mucbos a Capérnico el ser «más estudioso de la natenryática qae de la naturaleaa»,
contempo)áneos cufltr-lilera pruaución ante la lglesia, 1 rnucltos historiadores dc qaedarse en la «ra*ín calcaladora» ) estar ca¡i «inerrue de razones ai-
uas» 53 1t afirma la inpwibilidad, en el mundo físico, de ruouiruientos prrrtn
femente rcg.tlados -1t unformes. En sa concepciór, los cuerpls celesles Jon se-
o1
C. Bruno. De linfrnito sniwrso e mondi, oág:s- 380-l v 518. Diálogos I y V. respectiva-
menre. En Dialosh.i ltáliani F-d. G. Cenrile.G. Aquilecchii. Florenci¿. 1958.
50 Descartes, iarta a Chantlt, 6 6'l.647, en nCbrrespondance», vol' V' 5I Adam Tannery ;2 Lovejoy, op. cit.,
Vrin. Paris, 1974. ''' f;. Bruno, «Cena
pág.1j0.
sr Koyré, op. cit., en (47), págs. 97-106 y cap. V. dellc Ceneri». Diálogo I en op. cit. (49), págs.28-29.

46 47
re.t animados ex libre moaimierto no susceptible de cále*lo praiu. Como se- Lanalst «el msndo de Jtipiter», ei definitiaa, los platetas de nqestro sisterua
fiala Rassi, Bruna babía inÍrodacido wna distircitin eatre el universo 1 las .¡olar.
msrdos. Hablar de ar si¡tetna del mando no quría dedr, en su aisiór¡ del Hl wniuerso casi siempre ba utado enorrileftteftte pablado por toda clase
cosrltas, bablar dc un ¡istema del uniwrso. La astronorría, co¡ao ciettcia de tle seres. T'oda¡ las nitolagtas los han llenado de apíritus o dioses rx¡is o
los oterpos ulestes, «s legítiwa en caanto ciefieia de los mxndos Etc Mett ett nenos bgmanos, de animahs pradi§osos _1t de sercs nás o nenos materiales
el campo de nueslra experiencia sensibh. Pcro má¡ allá de e¡tos mundas se y fantásticos. En este sentido la aida exlrdteffestre ticne una larguísina
extiende tn aniaer¡,¡ infinin que coatiene lodos osos <rgrandes anirtales» qte historia. Pero, en relación con el desarrollo de la astronomía -y rusnologta jt
i
llamamos astros, qwe ¡antiene ana pluralidad infinita de wundot, ut sni' tn el sffifido de l¡abitantas qse, c0t/0 los bamartas u atros terrestru, e$én
aersr qae no tiene dirnensionos rui medida, qae no tiene farwa ri Jigtra. De ¡ometidos a ,lflas hSta uniaersahs biológica 1 ecológicamente, la histaria se
éste *car$ann uufot'rxe 1 sin forn*'-- no puede darse tn nsistema»s4. rcstringe ufi fafito. Como q*iera qrle seat el gran antecedente en el ¡ena
En el maawirisrno, ,bor el cortraria, la phralidad fu murtdw forma ar aniur- dcntra de la üultara occidertal e¡ Laciano de Satxrtsata, que uiairí en el si§a
ta de si¡lenas xlares organizadas, )a sea efi torbellirw regifus pr la le1 de k ll d. C. Esceptica 1 crítico ds toda saprsticitín en ss Historia Verdader4
conseraación del wwimimto, o pr la graaitaaón ttrtiuersal, e* cualquier caso m la que ni¡ adaierte: «una sola t,er¿lad dirí: qae dtgo mentiras», relata
L precisa
-rw. 1 caant$ubh. Et el ruecanicisma sí ba1 tn «sisteman 1 uy arden (* ,tn uiije efi que su ttrdue, tras crilzar las calamsas de Heracla, §€ ae arrü'
La¡ natanílicat, a nejor la matemetiznci¡k, tfttzQft ilna Jiontera clara batada pur ilfi aerdaual i llega wlando basta la I'ma. Sss babitantes es-
entre el paradigma ruigico naturalisfa d¿l Rawiniento en la aersiírt bruniafia trin en ¡¡uerra con los del Sol por *na colonie de Venas, 1 los terrestru
1 el mecanicismo. No obstante, a pesar de la grar distartcia qae los separa,
I asisien a la gran batalla en la que inhruienan también babitantes de Sirio -y
-aubos
tienm en nmrin frente a la cwmohgia nedieaal l'a lnrnageneización, de fu la I,'ía Láaea. Vah la pena transcribir alganos párafos de sa dentip-
mryt distinto signa, es cierta, del us?acio. Constitultttt un uñuerso bornagarco con ción de los h«bitantes de la Luna: «Sas habitaxiw ra son engendrados por
h¡i nisr¡tw sera animadw, los wi¡mos corpilsculw. o los misruos üomos ett td¿ nujeres, sino por aarufle§: en efecto, §e cdsúN, con borubres 1 ni siquiera cotto'
su iffiuilud, 1 no una luxtapasición discontinua de cosmos medieuahs con lilate- cei et nombri de wajer. Hasta los aeinticinrc afio¡ cada urto es esposa 1 des-
riar wteste 1 terrestre dferenciadas en cada rno de ellw. En e¡te ¡entido debe fiués se conuiet le en narido; no lleuan sas bijos en el aientre, ¡ino en las
'pantorrillas;
er¡tenderse tn ofrr**¡A de Descartw: «Aan euatda los nundw fuam infinitw cuando el embritín está conaebido, la pantorrilla eflgordq:l Pocl
'dupaás
es inposibh que ro estén can.rlitrtidu ?ar utta J la misma materia por tanto no la abrer-y sacan al niño muerto; io colocan de cara al uiento, con la
pueder ser uarios, sirc rw salamente» 55. Es decir, en la terminalogía usual: boia abierta 1t reyiae... raÚa de borubres, los llamados
Exi¡te entre ellas Í,/fir¿
-existe
an uniuerso nmpaesfu por aarios rusnda¡. Y éste es el qae rcs describe Dentritas, [o, ,ro, del nodo siguiente: corfan el te¡thalo deruho dc an
Fontenelle. bonbre 1 la plaatan en la tierra; de él nace un árbol eilnt'nq de carne, como
un fak, qae'tiene también ramús J hojas; sus frutot ¡on bellotas del tamaño
de un cido. Cuando madttran, los recogen, abren el cascarón I salet bom-
II.3. Los mundos habitados
bres. Adem¡is tienen miembros airihs artficiahs, anos de nar.fil, 1 los po-
El
tema de los babitantes de los ruardos no está necewriamerte ligado bres de madera, T con ósos ¡e bacen el anor 1, tienen relaciones sexuales con
al ni al de su plxralidad, er el sentido apantada nás ari-
de sa infinidad, sus compañeros.
ba. Kephr creía en an único mando o ,'rfliaer§l en el sentida cosmológico -y, ,Cuando eruejecen fio mueren' sixo qae se di¡uelaen como el bamo -1t se
sin erubargo, campartía la cruncia de que los otros planetat de nuestro si¡' trarsforman u, oirr. El alinerto es el ntisnto para todos: encienden .fuego 1t
sobre las a.ttaas asafi rafial qile yael¿n en abundancia por el aire de aquel
rlt lfr
terua solar, linitado por la esfera de las estrellos fijas, atabar babitados.
En este senfido puede bablarse de «mundos babitadoa> camo hacc Faatenelle
país... Er cuanto a su bebida, exprimen el aire en afia lc?a -y brota un li
en .rus cr$tro primeras cosaersaciones. De ltuba, lot msndos «l¡abitados» quido vmejante al rocíot> 56.
Con ia expansión del cristianismo la imaginación $gtití otros
qr¿c lrlajur alención recibieron en an principia fueron el «mardo de la
darafite larg iienpo. Hasta la creencia en la exi¡tencia de los artípodas u
sa P. Rossi, «Nobilita deil'oumo e pluralita cle morrclt», cr Arpetti dcllc kivolszione Scienti
Morano F.ditore Napoli, 1971. Luciano de samosata, Histori¿ verdadera, págs. 35-36. Labor, Barcelonz, 1t)74.',Íta
'fira. *oás.229.
ü"r.r.t"t, «Principiae», tl, 22, cit¿do por Koyré en op- ;if. $7)' pá9. 102.
s6

ducción de José Alsina.

48 49
@l Fl

condenada. <rLa gran naloría de Padru de la lghsia drdaron de qw bu- tadw, dia4 «pero es Galileo el que, en rue¡tro tiempo, lta ui¡to cldramnle
biese salaaciór pdra tail eqttiaocados ereJentee) 57. Estos §egurarTtet te fio la Lma 1 ba scñalado qae ásta pwde estar babitada» s8. De becbo, Galileo
erar mscl¡as en aque/los mnnentl§. Pero, en cualquier carc, si la pasibilidad cra mscbo más cauto cr sus ideas al respcio. Y ¡i bien acepta que puedc
de la existencia de los dntípodas ponía en peligro el drama cósmico cristia' existir allí algin tipo de seres aiaos, dega radicalmente la existencia en la
no, cntt la segurda uenida de Cristo ks anttpodas ru habrían podido Lma de plailas, animahs u bombres como los de la Tierra. Si en la Lara
uer por los airea¡--que
«de¡cendiendo ks dficultadu de l¡abitattfes extla- ba1 criaturas qae la babiten ¡eráx absolutamente distinta¡ a las que conoce-
terresires serían macho maJures atín, 1 ástos no tenían macbo poruenir. Ade- mos se. Desearta adopta ,/tta aditr4d similar, ¿ttttqre ienpre más cauta, no
más, tampoco tenían luger en la cosmologia aristotélica que el pensamierto sólo respecto a los babitante¡ de los planetas, sino, upecialruexte, a los de los
earopeo eristianiwi. El único lugar ltabitabh del ruundo finito era el que otros uundol Er sr earta 1a ,treflcililada a Cbatst dia al respecto: «No
por encima de la esfera de la Lana los cielos eran incorruptibles 1 ajeros al ael qle el misterio de la encarnación 1 todos los doncs qac Dios ba hecbo a
cambio,l por tafftl a la aida, era el mando inferior en todo¡ lat sentidos, la los ltombres inpida que pueda baber corcedido otros en wimero irfinbo,
Tierra qrc, sfu embargo, albergaba al bombre becbo a nnejarza de Dios, -1t
grardísimos, a tna infinidad de otra¡ eriatsras. Y aunque no inficro de esto
centro de la creación. Los escolásticos, qae en base a la omnipotencia divina que bala niatura¡ en las estrellas 0 efi ntra parte, no wo tam-
se plantearon la posibilidad de rna pluralidad de mundw, parear ba- no p0c0 qile ba-ya nirgtna raTtít'por la qw se pueda probar qile flo existen.
beise aisto constreñidos por la ruisma lógica a plantearse la pluralidad de Pero siempre dejo irdecisas las cuestiones qr.te snfi de esta clase, más que
murdos «babitadoa>. Este antropocentrismo no tet¡ía por qué uerse afectado, afirmar 0 flegar ruda al respect»» 60. Con todo, la única dfrcaltad que le
en principio, por el beliocentrismo capernicano, como lo demse¡tta el caso de parece qrle ba1 al respecto, añade Deteartes, et qae babierdo consid.erado
Kepler. Pero con el abandono de la diúinción entre la región supralanat 1 tanto tiempo qae el borubre gaqaba de an estatus saperior al de la¡ otras
tahlnror, en especial la destracción del cosmos con la infinitiztcirín del
1 criaturas, de existir tales babitantes lo perdería. Pero él /t0 cree qrc pueda
uniuerso, se planteará de ir¡lediato el probhma de si los otros cuerpos celes- aceptarse eÍte argr,tmefito, en st/ «Conaersación cor Burman» alile de
J
tes no estarían ltabitadu, con lo que el aúropoantrisruo eúraba en cri¡is. ilileul a «espuiu inrumerables de criatrras», «otras aidas», «sere! análogos
Kepler mantiene al respecto ua posición peculiar. El bonbre para él sigue a los hombres», en las estrellas, reircidierdo en el argumento de qu no de-
siendo el señor de las obras de Dio¡. Aan suponiendo la existercia de otro¡ bemos considerar al bombre como medidal únicofin del uniacr¡o61. Ideas
murdos babitadw, en el ¡eúido de Braxo, 1 aceptardo de becho que los pla' estas que aerertos repetidas a lo largo de todo el siglo, desde distintas pers-
netas del único mundo estén babitados, el antropocentrismo fio .te ae afectado putiuas teríricas, por Halgetts, Bmrct, Von Guericke, J que Fottenelle ex-
en opittirin de Kepler. En el priner brano, porqae en
caso dice, sigtiendo a presará eon su acostumbrada ironía desde la primera «eonaersacióx» (1,
base a la diuersidad de los mouimientos qrc éste postala para los otroi sis- 2i71 ss.).
temas solares, éstos no podrían estar cott¡titaidos en base a los cinco ¡ólidos
regularu, J, Por tanto, serían menos nobles qae el nuestro 1 sas babitantes
tarnbián. Y en naestro mundo 1a hemo¡ uisto qae el bombre ocapa un lagar M. MÁS ACA DE LA CIENCIA FICCIÓN
priailegiado que h sitria por encima de los babitattte¡ de otros plarctas
- Pero si a fnales del siglo XVII el tena de k plttralidad de lo¡ ruundos
Los descrbrimiento¡ de Galiho con el telescopio, al mostrar de becbo
«otras tierra¡», reforzgron la creencia ert los babitantes de éstas. lNo tería babitados se bace popalar fue, upuialmente, debido a /¿¡ Conversaciones
la Luna un aspecto «terráqueo»? lPor qaé no tenía que ltaber allí babitan- de Fontenelh. Un «diáloga> fanwo, el de Galiho, babía ¡ido ur elemento de
ril tll
tes? Y si la Tierra era an planeta más, épor qué los otros planetas no ba' lucba er defensa dcl copernicanismo. Er Deseartes, áste se introduce 1a sin
bíat de e¡t¿r babitados? Para Borel, cnrill Para tantos otros en aquellos mo- probhma ringaru. Csardo Fontenelh ?reseflta er soeiedad el sislema solar
nefltls, resulta claro que la igualación de los restantes planefas 1 la Tierra,
mostrada por el tehscopio, nnfirmaba la bipótuis de s*s babitantes. Lo¡
estoico¡ y Campanella ltabían afrnado qtte los planetas podtu e¡tar habi-
sB
Citado por P. Rossi, en op. cit., en (54), pág. 248.
sn
Véase Galileo. Operc poi A. Favaro. Balbérá Ed. Florencia, l9ó8, VII. pá9s.86, 125,
ó48. & pás. 330, v en especial XII, váss.240-241.
m Désc-artes. «Corresóondancer. Adam Tmnerv, lM. eit., (50\, sáes. 54-55.
r'1 Descanes, Entretin arec Borrman, págs. 9t y'ss. Manuscrit deGottingen. Texte traduit
5?
A. D. White, I¿ lucha entre cl dogmatismo 1 la ciercia e¡ el seno de ta tistiandad, pág. 142.
Siglo XXI. Mrdrid, 1972 (orig. 1896). et annoté par Ch. Adm. Bovin et Cie. Editeur, Paris, 193ó.

50 51
l" 71,
li
l

caperricano, )a flo es más que ,4fi0 efitrc las infinitw mandw poblados por racionalista». Pero los términos dc <fantaia» 1 «apriorismo» dnertnzttl ttl
los más distintos babitartes. sólo las teorías de Mihe, sino a la malor parte de modclos coswohígicot 1t
Et tibro de Fontenelle alcarza ufl éxito eflorme J aqaellos dihtta*es 1 de euoluciór dc nuestro sistcma solar, detde J" k*t, lordan-Eddington,
damas oitas qae aclden a las conferencias de las grandes personalidades IVeisacker-Kuiper-Urey Bondi-Gold-Ho1h, Lemaítrc-Camou, Dirac,
del aomento li hen cofl entasiasmo. En ?ida de Fontenelh se bacex treinta Brans-Dike, ÍVgl o Sbrddirger. Pero, de becbo, er la nsmologra, tanto ex
1t tres ediciones francuas de los Entretiens 7 las
póstutnas son el siglo XVII muo boy se neasitan buenas dais de faúasía «racionalistan,
"/tu/ter0sas. -igualmente
En 1687 1t 1688 se tradacc tres tteces al inglés 1 dw de (tas de osadía. Et pruisa para introdacir como el «principio cosmo-
se reimprimen caatrol cinco aeces elr rttt7§ años; ex 17151 1801 .se bacen lógica> de Milne,l sn ampliaeión al tienpo de Bondi 1 Ho1h. Al comentar
dw nuiaas tradaoiorci. Er et siglo XVru se iladuce caatr7 aeces al italiano, las características del ndclo nsmahígico de un uniwrso acilante, Ebbirgbaa'
dw al alenáa 1 ana al caslellano, al raso ) al gflegr nofuno'
al lnlandés, sen escribe: «Dc existir ura atracción grauitatoria entre la¡ mismas gala'
Fontenelh combina como nadie aúes qae él la ixfornación cienttfica de xias (y por qué ro)-»63. Es ese «épor qué nob> de Fontnclh (III, j951
rilalt ) la malor gracia de utik U71 aez exPauta la dispuición ss.) ante el Erc la marqaesa ] segurofieflte el lector moderno se muestran
I

primera
-de
ks planetas efl el sisterut solar, Fontenelle guía a la ?narques1 -€n ilt' reticerte¡. l-a teoría de los torbellinos, que irfluiría er las teorías de Kart 1
aiaje ti,órico por los distinto¡ planetas para ilutrar las características de Laplaa, 1 las reJlexionu que sobrc ella¡ bace Fontenelh, ro son má¡ osa-
rl
,ní bob¡t*tit. Con lo qae, bista cierto panto, puede inchirse en la tradi- das, en definitiua, que algunas de nuestra¡ actsahs teoríar asmológicar.
i cirin que desde Luciano de Samosata a C-yrano de Bergerac, S. Butler 1 J' Por otra parte, decíamos al principio del apartado anterior qrc el pro-
Swtfi lhga a nuestros días con §rl Srdt repre§efitante Stanislaw Lem' Coruo bbna de la uida extraterrestre que flos debía oeapar era el de la ai(a dc
ellis, Fñnneth se sirue de los otros msndos para bacer la crítica al prEio. seres soruetidos rt ,tt as hles miaersahs cotro los de la Tierra. Pera debemos
I

Pero, a dferencia de ástos, su obra tiene ana fnalidad eminentemettte diaul' tener preseflt€ que estas leles no har sido sienpre las que bo1 eonsideramos
gadora, J en este sentido entroxcaría más bien cor el polifucétin Isaac cono aálidas. Además astá el problena preaio de que no es J)icil determinar
!si' cráles son estas h.yu. En la actaalidad el problena de qué sea la aida 1
noa. Ei
base a esta función st imaginación es controlada inclaso más de lo
qae el lector qtisiera, dada sa capacidad liryraria. Pero Fonterelle conoce c*ál es lafrontera ertre lo aiuol lo no aiao cstá lejw de ltaber sido re¡ueho.
pefectarnente 7a frontera entre la osadía intehctaal 1 la libre fantasía,1 se Pero, en cualquier easo, ltal una dferencia radical entre el plafieamiento
'mintiene
en ella cor indiscatible uaestría. De becho, en la¡ «Coraersacio' actaal l el que podían bacer¡e en h siglot XV, XV\ XVII l aún más aai.
ne»> ha1 muclta nenos fantasía de la qae padiera parecer en principio a Cualquier aproximacidn al probhma de la caraeteriz4ción de la aida nos
ruestros ojos. Por lo menos si tto considerartos qae la teoría cosmológica car- reuite bo,y a ru origer, de la eaolucifu biológiea a la nolación qaímica, a la
tesiana 1, en upuial, la teoría de los torbellixos qae popalariZaría Fontene' búsqueda de esa <tpauta autoperpetuada de reaccio¡tes qúmicas» de qtre ba'
Ite, ful nnsideiada por algrnos de sus contemporáneos como algo paramente blaba Haldane, a las condiciones pre-cámbricas en qw ésta surgió, .y en úl-
upiculatiuo 1 nouelesco. Eran los mismos qae actsaban a la teoría rculo- tima instancia a la lel quíaica de la adlencia, que permite la transforma-
niana de r€caer en la nagia 1 milagrería. No obstante, fteron Descartes 1 cifu de los elementos. Es decir, a an erfoque eaolrcionista. Pero, además,
Newtofl, J fio tr.t¡ ffíticos, los qre dontinaron el pensamiettto de su tienpo 1 puesto q*e se da por sentado qae de existir uida extraterrestre ésta sería
ucr.Qan in lagar en la ltistoria por ercima de aqúllos. Por otra parte, en la planetaria, tal ?Nibilidad aiene asociada al problema del ariger de ks sis-
**otrgro aitual no dejat de reprodacirse los misruos ehmentos. E A' femas planetarios. En todo easo el enfoque es siempre euolucionista
Milne,-uno de los gratdu protagotistas de la cosmología de nrcstro siglo, En el siglo XVII, por el contrario, éste no existía. L.os grades cintif-
pwtuk er sas trabajos una filosofta sltracartesiata de la ciencia, et la que cos del mortento, cono Galiho, Descarte¡ o el propio Neaton, creían que el
-ésta
debe ltacerse, segrfu la interpretacitítt qre bace I' Sirgb de sas tesis, mundo tenía ana antigüedad aproximada de unos seis nil aríos, 1 trataban
§ns experimentos mcttales en de precisar, con la malor exaetitild posibh, el moruenta de la creociór. Sin
«cada ye| menos empírica -1t nás dedactilo), )
de sils teorías son calficados por M. Born como <fa*asías disp^arata- duda el grm campeón, en este nrtido, fue el eradito rabinico 1t aicecancilhr
fauor
'das»62,J
Sirgh expone ss teoría bajo el título de <tut arrebato defantasía de la uniacrsidad de Canbridge, Jobn Ligbfnt, quier m el sigh XVIil,
tras meticulosos cálcahs, publieó una demostración segin la erlal ld creacitin
62J. Singh, Teorías de la eowolo¿ía modena, Ctp.8, pág. 201. Alianza, Madrid, 1974 (orig.
l 961).
63
E Cr. Ebbinghtusen, Aúronomía, prg. 159. Ed Labor, Bama,7974

i
52 53
ll

¡r
F]-r¡'¡
dcl bombrc, itmcdiatamcntc dcEués qw la dc los cielos, Tierra, etc..., tuao lncia de aida irteligenn. Y a bum segaro cl libro de Fonterelle tstto stt
lagar el 2i de oúrabre dcl arTo 4004 a.C. a las nset¡e de la mañataoa. parte de resporsabilidad en ello. Marte sería el gran afortundo efl este sen-
Por otro parte, el probhna dc la lida lení¿ urros pkrtcauiextos radieal- tido. Curiosamente, el qae mái dacrida Fontettelh. A finahs dcl XVIII el
meúe distintos. l-a generación espottárea era m fuómeno perfeetamcnte ra- ryan a$rtínomo lYillian Herscbel, qne, mucbo más osado qm Fontenclle,
tural, comprensibh 1 accptado comúmente. Y si biel es cierto que eon los úicaba babitantes inclaso en el iúerior del Sol, detectó la preseneia de tna
expcrimentos de Redi 1 Spallanzani los primeros ataqaes contra atnósfera marciana 1 cambios e¡tacionales en aquel plarcta. Los mapas de
clla, dút n 1754, couo recuerda Calame, la «Enryclopádie», a pesar de Marte fueror mejorando, 1 Giorunni V. Scltiaparelli traza en el sulo lo
qrc se irclina P- cl rubazp de ld teoría aludiendo a cÍtos experimentos, que llamó «canalli¡» o car'rces a los que bailizo cot el nombre de cuatro ríos
cordale caata 1 baconianamelte: «La exprincia asegr,tftt qae er la malor terrestres. A partir do eúonces, 1 dada su forua gumitrica, enpezí a ba-
parte de los ca¡os en que los irsedos Parecefl por
corrupción, lo blarsc de los «canalea» marcianos que las saasiaa¡ obieraaciora ibat deta-
son por generación, pro bstá demwtrado, el todos los casos, qae la c.orr*p- llando. éSerían artificiales? lLJna obra de itgeniéría de los babitantcs de
citín no prude ergcndrar caerpos animado¡?» 6s. De becbo tal teoría ru serti Marte, lo cual inplicaba ana aaartwda ciuilizaciót? Al astrónomo ameri-
daterrada dfinitiunette hasta Pasteun cano Perciwl Louell, cun ,tlro de los mejora obseraatorios del momento, no
El mecanici¡mo puede asmir la generación espoilánea fácilnente 1 le cupo ninguru dda de qae efectiaamerte cra a¡í. Trazó detallados mapas
Deseartcs pmde explicarla en tárminos mecánicos. «Ya qne sox necesaria¡ de lá¡ nswero¡os «eanales¡> que obseraaba,l et 1895, tres dño¡ antes de la
tar, ?ocas cosas pdra bacer un ser, no ba1 por qú sorprcrdersc de qw tar- obra La guerra de los mundos, de H. G. lf/eils, ?ilbliaí, ett v libro ti'
tos animahs, tantos gasarcs, tantos insectos, se formcn upontáneamnte bajo tulado Marte, sas ideas al respecto. No todos los astrónomo¡ las eompar-
fiilesira mirada er erulquier materia en patrefacción» 66. Calor moui- 1 tían, pero mucbos «tieror» los «canalcs» 1 la duda persistía. Sólo cor hs
miezto le bastan para explicor lo que «ae». Para Deuartes, c0m0 ?ara ¡rce¡iaos Mariner de 1964 a 1972 w disipó la idea de uraposibh ciaili-
Caliho, cl Sol sigte sicrdo aúr faerte de aida, er at sentido pniximo al del zsci(ín aaar,?sda er aquel planeta. Pero la idca babía cuajado 1a cn el am-
Renacinriento. bierte popular, preparado desde bacía ticmpo para ello,1 aútt bo1 no es
En eualqaier caso, lo qae quiero porcr de nanfiesto es que, talto cn el raro identficar extraterrestre con marciafll.
plaru cosmológico c0t7r0 e/, el biológico, se carecía de w etfoque eaolrcioüsta A falta de estos detallados mapas posteriora, Fortedle ¡e limitó a
como el quc aciualmente aplicamw. Las lrya miaersahs, pues, con que ellos inaginar las características de lo¡ babitantes de los di¡tintos planetas en
afrontabar el problena de los mandos babitados erafl n,4) distintas a las consonancia nn los dato¡ que sobre éstos aportaban los cienttfins. Y su úni'
,ucstras. Y et un aniyerso atátin, sir aolaciór, sin bistoria, qtivi el rd- ca fantasía está en la traducdól moral qae l¡ace en sat dcdacciotteq en las
znflarniento analógico sea más eomprensibh. Dadas sss ideas en el campo cuales, corto Galileo, se rur4estra Íuruamerlte coaedido. Galiho negaba la
biológico,1 a falta de las teorías posteriores sobre los Proeesls de fornaciór existercia de ieres coruo los terrestres en la Luna, efi ba§e a la falta qte
de las e¡trellas1 st constitlción matcrial, sobre la caolación dcl sistema so- atribuía a ásta de los elunentos tierra 1 agua, la distita dsracitíl de sas
lar, la bistoria geológica y biológica de la Tierra, la idca dc babitaúes en días ¡y nocbes -y la distirta inclinación clt (lr4e el Sol la iluninaba. Si la
ruudos. qae tienen caracterí¡tiea¡ terráqrcas es tan razptable diseúi- Lsna tenía l¡abitante¡ ¡erían totalmente distintos a los terrestre¡. Foúenelle
bl* coruo la suposieifu aetsal de que la uida bala eaolscionado-1 en los sigue principios siruilares. En dfiaitiaa, iantr eil el plano cosrtoló§eo eonto
planetas «terráqucos» de lo¡ sistema¡ solares de westra galaxia a otra¡. m el biológico aplica las hles de qilc en aqaellos momefios se dispottía jt
Et erlanto a los muldos babitados de ruestro sistema solar, a nedida stílo en base a éstos lbaa a cabo sus upuulaciones, como lo baan los co¡mti-
qae los tehscopios fueror perfeccionándwe, no sólo se confirruará cada aez logu actuehs.
más sa semeJarlzt cot la Tierra, sino qrc, adcmás, algurus de los astníno-
mos más nnpetentes empezarh a «uc») er ellos claros irdieios de la exis-

oo
óa A. D. rJíhite,
White, lu. cit., e¡
er nota (57), pá9.
pág,. 343.
343.
u5 cyclopedg tomo -lv.
Encyclopédig IV. I1754, z /ó. Lltado
yag.278.
| 5+, pag. Citado por Calme, oP. cit. en la nota sobre la
presente traducción que precede.
traduccron .que. precede al texto decle rontenelle.
Fontenelle.
' ó6 Gtado ^ Ba¡celon¿
por F. Jzrbo[ lÁ lligia de k ,/ir;errte (orig. 1970). Ed Laia 1978, fig. 64.

54 55
1!1,

,',:i;,,

CONVERSACIONE,S
SOBRE LA PLURALIDAT)
DE LOS MUNDOS
üt;i's'l'il:j.,iii, ffil,Íri nllii':1i:liil ;i¡.,¡1i,,1 lfi,,liil,'ii'r,r
"!
Tl rJ,.iir"
' l:

La oresente traducción de los Ertrctietts de la Plaralité


da Mida, de Fontenelle, ha sido realizada a partir de la
edición crÍtica de Alexandre Calame (LibrairieMarcel Di-
dier. Paris, 1966), cuyas notas hemos utilizado en ocasio-
nes. Unicamente henios introducido una modificación en
la estructura del texto, consistente. en seParar' mediante
guiones y punto y apartg las sucesivas intervenciones de
fos interfoiutores, lo cual hace más cómoda la lectura" No
obstante, la enumeración de las lfneas que figura al mar-
sen del texto sisue fielmente la de la edición de Calame.
+, F{emos tenido ñr.r.rrt. la ttaducción de Luis Gutiérrez
de Arroyo publicada por Calpe. Colección Universal Ma-
drid- 1921.
Agradezco a Pablo Sa,lazar la confección de los gnífi-
cos qut figuran en la Introducción.
.11,,:".1 :.;,r1, : .. :,,;'l'-'i'; .,.'i,'],;t i ¡,';rr I
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PREFACIO . ,i
Lr ,'

Me encuentro aproximadamente en la misma situación ,lr,i


en que se halló Cicerón cuando emprendió la tarea de poner , ai,
en su lengua los temas de filosofla que hasta entonces no I :,,"lj
habfan sido tratados más que en griego. El nos informa de :,
. t,i
que se decla que sus obras sedan del todo inútiles, porque 5 "'r
ilr 1

aquellos que amaban la filosofla, habiéndose tomado el tra-


baio de buscarla en los übros griegos, se desinteresarfan, tras
éste, de hacerlo en los libros en latfn, que no sedan origina-
les; mientras que los que no la aprecian rio se preoctparfan 10
de veda ni en latfn ni en griego.
A esto él responde que sucederfa todo lo contrario. Que t, .,.'rr
los que no eran filósofos se verfan tentados de llegar a serlo 'l
por la facilidad de leer los libros latinos; y que los que ya lo a ii.

eran por la lectura de los libros griegos verfan gustosamente 15 :''lj:,


j, 1,1

cómo tales cosas habfan sido tratadas en latln 1. 7:1:'i'


: :l;
Cicerón tenla razón paru hablar asf. La excelencia de su ;I

genio y la reputación que habla adquirido ya le garantizaban


el éxito de esta nueva clase de obras que daba al público.
Pero yo estoy muy leios de tener los mismos motivos para
confiar en una empresa casi idéntica a la suya. He querido
l, tratar de filosoffa de manera que no fuera en absoluto filq-
sófic4 he tratado de llevada a un punto que no fuera dema- 25

1
Véase Cicerón Acadcnicorsn Libcr Prin*. Ca,p.Ll.
r,T,
siado árida paru la gente común, ni demasiado superficial todo este sistema de filosofl4 más
que la misma atención
para los sabios. Pero si se me dice, igual que a Cicerón, que
una obra de este caráú.er no es adecuada ni a los sabios, que :X,:_'ff::Ti:-l,lestar
scgurr
a ra princesa de Créves,
Dlen ta lntflga y c^ptar toda su belleza.
;i;;;l;; 75
no pueden aprender nada en ell4 ni al r,'ulgo, que no tenárá Es ciertá que
las ideas de este libro son menos familiares
deseo de aprender en ella nad4 me goardaré ie responder para la mayor
parte de las muieres, que las de la princia
como él lo hizo. Puede muy bien suceder que buscañdo un
d; ¿¡;;r,';#;;
son más oscuras, y estoy seguro
que con una segunda lectu_
término medio en el que la filosofía agrade a todos, haya en- ra como máximo nada se leJ habr¿
escapado.
contrado uno en el que no agrade a nadie. Los términos me- Como que no
. he pretendido construir un sistema en el
dios son demasiado diffciles de alcanzar y no creo que me aire, que no tuviera ningrin fundamento, he utilizado
den ganas de tomarme el trabajo por segunda vez. lr.rdr_
deros razonamientos de Íisic4 tanto como ha sido necesario.
Debo advertir a los que leerán este libro y que tienen al_ Pero, afortunadamentg se da el caso de que en
esta materia
gr.in conocimiento de flsic4 que no he pretendido, en abso_ las ideas de flsica son agradables por si mismas y
luto, instruirlos, sino divertiiles prer..rt,írdoles de manera mismo ,i:*p" que contátan la rLón, proporcionÁñ;a
;l
y b
1lS" gat."*adable amena lo qué saben ya con mayor soli- imaginación un espectáculo que le complace tarito como
si
dez. Y advierto a aquellos a quienes tales materir, ,o., ,o._ estuviera hecho expresamente para ella.
vas que he creldo poder instruides y divertirles al mismo Cuando he encontrado partes que no eran, en
45 tiempo. Los primeros irán contra mi intención si buscan absoluto, 90
de esta clase, les he puesto ádornos'ajenos
aqul utilidad; los segundos si no buscan más que el recreo. a la cuestion. Vir_
gilio lo hace asf en ius Geórgicas, donde salva el fondo
No mé entretendré en lo más mfnimo en decií qug de de s,,
materi4 que es totalmente rírida, con digresiones
toda la filosoffa" he elegido la materia más capaz de áesper_ f.e.,r.nte,
y, a menudo agradabres. También ovidio"hizo
tar la curiosidad. Parece que nada deberfa interesarnos más otro tanto en 95
etArfe dr.of.or, a pesar de que su asunto fuese infinitamente
que saber cómo está.hecho el mundo que habitamos, si hay mas agradable que todo lo que pudiera entremezclar. por
otros mundos parecidos y que también éstén habitados. perá lo
q!.re se ve, creyó que serfa aburrido hablar
después de todo, preocúpese de todo esto quien quiera. Los siempre de lo
mlsmo, aunque fuera de preceptos de galanteda.
que tengan pensamientos que perder, pueden perdedos en En cuanto
a. mf, que tenfa- mayor neiesidad
que eT de recurrir a disre_ r00
esta clase de asuntos, pero no todo el mundo .stá ., condi- srones, no me he servido de éstai sino con
ciones de hacer este derroche inútiL U"rt*t" _lrr_
miento. Las he consentido por la libertad natural
He puesto en esas «Conversaciones» a una mujer a la de la con-
versación. No las he situadó más que en
los lugares ." O*
que se instruye, y que no ha ofdo hablar jamás áe estos he crefdo que serfa agradable lr, ñ. p"o*I"
asuntos. He crefdo que esta ficción me servla no tanto para su mayor parte al principio de "rr.oitr^d"r.
Ia obra, porque entonces el 105
hacer la obra más susceptible de resultaruunenq como para esplritu no está acostumbrado aún im ia.r,
animar a las damas con el ejemplo de una mujer que, sin so- que le ofrezco. Finalmente, las he tomado
p;r";ip;;
" de mi áirr"J
brepasar los Umites de quien-no tiene ningrin'barniz de teria, o bastante próxima a ésta.
_r_
ciencia, no deja de entendérlo que se dice y-de ordenar en
ll
Y h. querido imaginar nada sobre los habitantes de los
,,f

su mentg sin confusión, los torbellinos y los mundos. ipor mundos que_ fuese totalmente imposible y quimérico.
110
qué habrfan de ceder las mujeres a esta marquesa imaginaria Ife tra_
tado de decir todo lo que pod.ra p.rrrá.r. razonablemente
que no concibe más que lo que no puede dejár de conéebirp de éstos, e incluso las- imágenes ilüorias que he añadido
Ciertamente, la marquesa se esfuerza un poco, pero ien a
esto tienen algrin fundameñto real. Lo veráader"
qué.,consiste aquf esforzarse? No en penetrar, a fierza de y to-i^tro
están aqul mezclados, p€ro son siempre fáciles
meditación, una cosa oscura por sl misina, o explicada oscu- a. áirri"g"ir. 115
No me detendré a jusiificar o., .o*irr.rto tan extraño.
ramente, consiste únicamente en no leer nada iin represen_ Este
el qu¡to más importante de h ábra y es, precisarnente,
tarse con nitidez lo que se dice. No pido a las damás t para ¡s del que no puedo
aquel dar razón.
62
63
-T'l, No me queda, en este prefacio, más que hablar a \na Al señor L-
r20 clase de personas, pero quizá éstos serán los más diffciles de
contentar, rlo porque no se les haya de dar buenfsirnas raza- Vos queréis, señor, que os dé cuenta detailada de cómo 165
nes, sino porque tienen ei privilegio de no contentarse, si no he pasado rni tiempcl en el campo, en casa de la señora n'rar-
quieren, con ninguna buena tazón. Son las personas escru- t¡uesa de G... iSabéis que este informe exacto será un librci, y
t25 pulosas que puedan imaginarse que hay pelig¡ro, en relación lo c¡ue es peor, un libro de filosoffa) Esperáis fiestas, parti- 170
a la religión, en poner habitantes fuera de la 'f'terra.. Yo res- das de juego o de cxa, y tendréis planetas, mundos, torh¡elii-
peto hasta las delicadezas excesivas que se tengan en rnateria nos; casi no se ha tratado de otra cosa- Afc¡rtunadamente sois
de religién, e incluso si fuera contraria a mi sentir la habrfa filósofo y no os desinteresaréis tanto comc, lo hada otro.
130 respetado, en esta obr4 hasta el punto de no querer enfren- (luizá inciuso os alegraréis de que haya atralda a la señora 175
tarme con ella. Pero Io que quizá os pafezca sorprendente, n)arquesa al particlo de la filososffa. No pudimos hacer una
ni siquiera tiene relación con este sistema, en el que he lie- rrdquisición más itnpr:rtante, pues considero que la iuventud
nado de habitantes una infinidad de mundos. No hace falta y la br:ileza son sienipre cosas de gran valor. iNo creéis que
más que aclarar un error de imaginación. Cuand<¡ se os dice si la sabidurfa quisíera Fresentarse con éxito ante los hom- 180
135 que la Luna está habitada al punto os representáis allf hom- lrres no corncterfa el rnás mlnimo desatinr.¡ si lo hiciera bajo
bres hechos como nosotros y después, si sois un poco teóio- una f'orma que se parecieta a la de la marquesa) Especial-
gos, os encontráis llenos de dificultades. La descendencia de Inente, si pudiera tener el mismo atractivo en su conversa-
Adán no ha podido extenderse hasta la Lun4 ni enviar co- cién, estoy convencido que todos correrían tras la sabiduda. 185
140 lonias a aquel pafs. Los hr¡mbres que hay en la Luna no son, No esperéis oír tnaravillas cuando os haga el reiato de las
pues, hijos cle Adán. Ahora bien, serla embarazoso para la conversaciones que tu1,e con esta dama, Necesitada tener
teolcgfa que alU hubiera hombres que descendieran de é1. tanto ingenio cor:ro para repetir lo que dijo de la manera
No es necesario decir más. Todas las clificultacles imagina- tlue lo hizo. Advertirdis en ella esta vivacidad de inteligencia 190
145 bles se reducen a ésta y los términos que serla necesario em- que le cr:nocÉis. En cuante.¡ a rmf,, la tengo por sabi4 por la 195
plear, en una explicación más extensa, son demasiado dignos cxtf,ema facilidad que tendda para llegar a sedo. iQué le fal-
cle respeto para ponerlos en un libro tan poco serio corno tlü Haber abiertc¡ los ojos sobre los libros. Est<l no es nada,
éste. Toda la ohjeción gira, pues, soL¡re los homl¡res de la hay muchos que Io han hecho durante toda su viria a ios
l,una" Pero es a los que la hacen a quienes les hace poner (pe yo negad4 si me atreviera, el nornbre dc satrios. For lo
150 hornbres en la Luna. Yo no los he puesto. Yo pongo habi-
tantes que no son hombres en modo alguno. iQué son,
pues? Yo no los he visto, no es por habedos visto que ha-
7 []n las ediciooes dc 1687. I#)4,11{t3
1 1708 tl I¡ref¡cio aúadfa io -"igrtientc-: «fln esta
lrrcv: eJ.ición sc enc()fltrarán. ¡tlcmas dc rlgun,:'añadiJo.s ¡iisclntttados a lo largo de la
155 blo de ellos. Y cuando digo que no hay hombres en la Luna r,[rra, u¡a nueva Conversacion drrnde ]re reunido ra:ninamicntos que no ]rabía ernple3-.i() en
¡rtcri<, "s 1 i¡r" último" rL.\ilülrirn,J.itos quc sc hln hecl¡o cn el ci.'lo, de crt:c Jos qttr
no sospechéis que es una excusa de la que me sirvo para l.¡s
.,ln¡rros lu han sitlo rjq¡ ¡iera puhlir ¿r.fos todrvla¡r
eludir vuestra objeción. Veréis que es irnposible que los haya )'eu l¿s erücioncs'tle ¡7t18 r' l7l+-t5, cl Plcfrtclo c(tr)tinü.Il)¿ c(In una «.\Llvertenc¡x
sob¡e esta nueva e,iición. Se cntonirerán cn ésta Emn rtúmero cle añarlid'¡s diseminadosta
según la idea que yo tengo de la diversidad infinita que la lo largo de tr¡do el hlrro: distancias,. tm3ños,, r.e. ólucion.s de los cuerlns.celestes, indica-
,rl
nataraleza debe haber puesto en sus obras. Esta idea reina ,h,r; ün llucha más precisuin dc l,: que habfan sldo eit rdicioqc: añrt'ttores, se¡:rin los
ilcuhs de
, álculos dc nucstros ¡.stróno*ót: y,
Áei.rcs ¡.srrónomós;
nu('stros rireiorcs i. cn yencral, todos
.,n gSneral, lo: f"enómenos
rodos los rlei cielo en
tcnómt.nr,s <lci
160 en todo el libro y no puede ser impugnada por ningrin filó- conformidad con ias obs¿rv:-r:iones puede asegurar a ios lecto«:s
tnás exactas. Se pucde
obs¿rv:-r:iones'nás erl to-
lectorr,s que en
sofo. Asl pues, creo que no oiré hacer esa objeción más que .h)\ cs!o) puntos pucdf,il :onfiar cn rste lihro, t¿i conr() es .thora, t,1nto como si fuerr mds
sabio v rnás
r.rhir¡ y más profmdo»,
r¡«rfunrlo¡r.
a los que hablarán de estas «Conversaciones» sin haberlas L,sia advertencia fue.ur¡rimtcla a partit de la cdición cle 172-l' F.rr ia clc l/l() se rein-
v,r¡i,le ¡rr,'r,,
\ i)icúró cle nuevo cl el ¡ña,ii,lo ¡1. I¡ ir]iei,rn de 1708, trrnscrito rnás
1708- tránscr.ito arril,e «rl.cl
t¡ás a¡rit¡a con el arladido
lefdo. Pero ies éste un motivo para tranquilizarme? No, muy \ rgrIinte:
al contrario, lo es, y muy legltimo, para temer que la obie- ' nlrc ou.rir ;rñadir'a cs¡¡ icclr¡ra la del nue"u tr¿rado dc Ia nluraüdrti de l,is r:turidos
"la-
l,,raJo ix,r el señor Hu]'gcrs, célcbre lnaternático, quc si', ,lnda ticl.itrrá al lccro»
ción me sea hecha desde muchos lados 2. Est¿'obr¿ .le l{uy¿ciié. cuyo original está escrito en latín, se había publicado en 1ó98, y
t rr,-lucirlo ¿l f¡ancás c:n \702"

64
demás, señor, tendréis una deuda de gratitud conmigo. Sé
perfectamente que antes de entrar en el detalle de las con-
versaciones que haya tenido con la marquesa, tendrf¿ dere-
cho a describir el castillo al que habfa ido a pasar el otoño.
A menudo se describen castillos en ocasiones menos ade-
crradas, pe¡o os )rraré gracia a este resPecto. Basta que sepáis
que cuando llegué a 'su casa no encontré a nadie que le
acompañarq de lo que me alegré muchfsimo. Los dos prime-
ros üas no tuvieron nada de particular, transcurrieron ago-
tando las novedades de Pads, de donde yo venla. Pero a
continuación tuvieron lugar estas conversaciones de las que
voy a informaros. Os las dividiré en noches, porquq efecti-
210 vamentg no las mantuvimos más que por las noches.

PRIMERA NOCT¡N

LA TIERRA ES UN PLANETA
QUE GIRA SOBRE SI MISMO,
Y ALREDEDOR DEL SOL

lr

h
¡
Una noche, después de cenar, fuimos a p^seat por el
parque. Hacla un fresco delicioso que nos recompensaba por
un üa de mucho calor que habfamos padecido. Hacla como
una hora que la Luna habla salido, y sus rayos, que no llega-
ban a nosotros más que a través de las ramas de los árboles,
produclan una agradable combinación de un blanco muy 10
vivo, con todo el verde que parecfa negro. No habla una
sola nube que ocultara u oscureciera la estrella más pequeña.
Todas ellas eran de un oro puro y resplandeciente que se in-
tensificaba más aún por el fondo azul en el que están fiias.
Este espectáculo me hizo soñar, y quiza" a no ser por la
marques4 me hubiera ensimismado durante ,bastante más 15
tiempo. Pero la presencia de una dama tan amable no me
permitla abandonarme alaLuna y a las estrellas.
--tNo creéis diie- que el dfa mismo no es tan
hermoso como una-le
bella nocheP
respondió-; la belleza del dla es como una
-Slrubia
beldad -meque es más brillante, pero la de la noche es una
beldad morena que es más conmovedora.
muy generosa al conceder esta vefl-
taja -Sois -repliqu*
a las morenas, vos que no lo sois. Es cierto, no obstan-
te, que el dla es lo más hermoso que hay en la naturaleza, y
que las herofnas de novela, que son lo más hermoso que hay
en la imaginación, son casi siempre rubias.

69
belleza nada vale ella- si no conmueve. lo. Se me ha metido en la cabeza que cada estrella bien po-
-La
Confesad que el dla jamás -replicó
os hubiera lanzado a una ensoña- dda ser un mundo. A pesar de que no iurada que eso fuera
ción tan dulce como la que he advertido os provocab4 de cierto. Yo, no obstante, lo tengo por verdadero, Porque me
inmediato, la visión de esta bella noche. agrada creerlo. Es una idea que me gusta y que se instaló en
de acuerdo p€ro en comPensa- mi espfritu de manera risueña. En mi opinión, incluso las
ción-Estoy
una rubia como vos -respondl-,
aún me harÍa soñar más que la verdades necesitan del atractivo.
más bella noche del mundo, con toda su bruna hermosura. bien ella-, Puesto que vuestra locura es
eso fuera cierto no me contenta- tan-Yagradable,-insistió
contagiádmel4 yo creeré todo lo que queráis
por ello. Yo quisiera que el -rePlicó-
úa -Aunque df4 puesto que las rubias de- sobre las estrellas, con tal que encuentre placer en ello. 75
ben participar de sus intereses, hiciera el mismo efecto. iPor señora rápidamente-, no es un pla-
qué los amantes, que son buenos jueces de los que conmue- cer -¡Ah!, -respondf con una comedia de Moüére.
como el que obtendrfais
ve, no se dirigen nunca más que a la noche en todas las Es un placer que está no sé en qué lugar de la razón, y que
canciones y eleglas que conozco? no hace relr más que al entendimiento.
natural que la noche tenga todos sus agradecimien- pues ella-, <creéis que sea incapaz de
tos -Es dije. -Aslque no-replicó
placeres están más que en la razón? Os haré ver lo
-le también recibe todos sus lamentos contrario inmediatamente. Enseñadme vuestras estrellas.
-Pero
El dfa no se
-replicó-.
atrae sus confidencias, ipor qué causd ....-No no se me podrá reprochar que en
parecer se trata de que no consigue -repliqué-,
un bosque, a las diez de la noche, haya hablado de filosofla a
45 -Al no sé qué
inspirar -respondf-
de triste y apasionado. Parece como si, la persona más at¡activa que conozco. Buscad en otra parte
durante la noche, todo esté en rePoso. Se imagina que las es- vuestros filósofos.
trellas avanzan más silenciosamente que el Sol, los obietos Por más que me defendl aún durante algrin tiempo en
que el cielo presenta son más dulces, la vista se demora en este tono, fue preciso ceder. Le hice prometer por mi honor
ellos más fácilmente. En fin, se sueña mejor con ellos, por- que me gaardarfa el secreto, y cuando me encontré en situa-
50 que entonces se faciüta aduladoramente la idea de que se es Ci¿n de no poder desdecirme, y que querfa hablar, me di 90
la única person4 en toda la naturaleza, ocupada en soñar. cuenta de que no sabla por dónde comenza;r mi discurso.
Quizá también sea que el espectáculo del dfa es demasiado Pues con una persona como ella, que no sabla nada de físi-
uniformg no hay más que un Sol y una bóveda azul. Pero ca, er^ necesario emryzr muy lejos para probaile que la
es posible que la visión de todas estas estrellas diseminadas Tierra podfa ser un planet4 y los planetas otras tantas
55 confusamente y dispuestas al azar en mil figuras diferentes tierras, y las estrellas otros tantos soles que iluminan los mun-
favorezca la ensoñación y un cierto desorden de pensamien- dos. Yo insistla constantemente en que meior nos habrla va-
tos al que no se sucumbe sin placer. lido hablar de bagatelas, como Personas razonables hada¡
he sentido siempre lo que vos me decls en nuestro lugar. Al fin, no obstante, para dade una idea ge- 100
-YoAmo las estrellas, y de buena gana me queiarfa
ella-. -insistió
del neral de la filosoffa, he aquf por dónde empecé.
Sol que nos las borra. la filosofla dije- no está fundamentada
,li
más-Toda
-le
-Ah! ---cxclamé-, yo oo puedo perdonade que me que sobre dos cosas, que tenemos el esplritu curioso y
haga perder de vista todos estos mundos. los ojós deficientes. Pues si tuvierais los oios meiores de lo
-_tA qué llamáis todos estos mundos? dijo vol- que los tenéis, verfais claramente si las estrellas son soles
viéndose hacia ml y mirándome.
-me que iluminan otros tantos mundos, o si no lo son. Y si, por
{s pido perdón Me habeis empuiado a otra parte, fueseis menos curios4 no os Preocuparlais de sa-
-respondf-.
mi locura y mi imaginación ha escapado al punto. bedo, lo que viene a ser lo mismo. Pero se quiere saber más
65 iCuál es, pues, esa locura) de lo que se ve. Ahl está la dificultad. Es más, si lo que se 110
--iA/ mucho -insistió.
siento tefler que confesáros- vg se viera bien, seda siempre igualmente conocido, pero se
-repliquá-,
70 71
f'r",

ve muy distinto de lo que es. De este modo, los vercladeros hayan echado a perder la reputación de toda la antigüedad.
filósofos se pasan la vida no creyendo lo que ven, y tratan' Por fin llegaron f)escartes y al¡pnos otros modernos que
dc¡ de adivinar lo que no \"en en a}¡soluto. Y esto, según rne han dicho: Phaéton sube porque está tirado por cuerdas, ¡,
115 parece, no es cc¡ndición para envidiar demasiado. Al respec- porque ufl cuerpo más pesado que él desciende. f)e este 150
to, yo me figuro siempre que la naturaleza es un gran espec- nlodo no se cree ya que un cuerpo se mueva si no es estira-
táculo que se par€ce al cle la ópera. Desde donde estáis, en do, más b,ien, empujado por otro cuerpo; no se cree ya que
la ópera, de hecho nr¡ veis el teatro como es. Se han dis- suha o baje si no es por ef-ecto de un contrapeso o resorte; y
124 puesto los clecoraclos y )as rnáquinas pa.ra producir un efecto quierr r.iera la natsraleza tal como es no vería más que la
agradable desde lejos, y se ocultan a nuestra vista todas las trarnoya clel teatro de la ópera- 155
ruedas y contrapesos que causan los movimientos' Tampoco iliasta cste punto la marquesa- se ha vuelto
os preocupáis demasiado en adivinar ccimo funciona todo mecanicista la fiIc¡sofld -dii,
esto. Quizá rro hay rnás que algún maquinista, oculto en el -*Ízn rnecanicista que pronto nos aver-
125 patio de butaca§, que se preocupa pQr un vuelo que le habrá gonzarernos cle ello" Se -respondf-
pretende que el universo es, a gran
parecirlo extraordinario, y que quiere desentrañar totalmente escala, L: que un reloj en pequeño, y que tc¡tlo se comporta
córno ha sido ejecutaclo. Obsen'aréis fácilmente que este rna- según movimientos regulados que dependen de la disposi- 160
quinista es bastante pareciclo a los fiiósofos' Pero lo que au- ción rle las partes. Confesadme la verdad: iNo habéis tenido
menta ia dificultad, respecto a éstos, es que, en las máquinas cn alguna ocasión una imagen más sublime del universr: y
't
30 que la nataraleza presenta a nuestros oios, las cuerdas están no le habéis hecho más honor del que merecel He visto per-
perfectarnente ocultas, tan bien que se ha tardado largo sonas que Io aprecia.ban firenos después cle haberlo conoci- 165
tiempo en adivinar lo que causaba los movimientos del uni- do.
verso. Porque imaginaros a todos los sabios en la ópera, los yo -_replicó ella- lo aprecio mucho más desde
135 Pitágoras, los Platón, los Aristóteles, y toda esta gente cuyo que-Pues
se parece a un reloj. Resulta sorprendente que el orden
nombre suena hoy tanto en nuestros ofdos. Supongamos que de la naturaleza, siendo tan admirable, no gire más que en
ven el vuelo de Phaeton al que los vientos elevan 3, que no torno a cosas tan simples.
pueden descubrir las cuerdas y que no saben cómo está dis- sé *le respondF- quién os ha dado ideas tan sa- 170

140 poesta la trarnoya. Uno de ellos dicc «Existe cierta virtud nas,-No
pero ciertamente no es demasiado frecuente tenerlas. La
secreta que eleva a Phaéton». El otro: «Phaéton está com- mayoda de las personas tienen siempre en la cabeza un algo
puesto de ciertos números que 1o hacen subir». Otro: «Phaé- falsamente maravilk-¡so envuelto Por una oscuridad que res-
ton tiene una cierta amistad por lo aito del teatro; no se en- petan. Ncr admiran la naturaleza sino porque la creen una
cuentra a gusto cuando nc) está allf». Otro: «Pha.éton no está especie de magia en la que no se entiende nada. Y es seguro li5
145 heclro para volar pero preliere volar que deiar Io alto del que queda desprestigiada a sus ojos, cuando puede ser com-
teatro vacío» 4. Y otros cien delirios que me asombra que no prendida. Pero vos, señora ---continué-*, estáis tan bien
preparada para acceder a todo lo que voy a deciros, que
3l-actonre (Phaéton), que seqún la mitologa griega fue lujo del tlios Ilrlio lSol)-y de ]a
creo que no tengo más que cor:rer el telón y mostraros el
,ft
CiiÁJ"i..r iÍ'r,'.rr,,"íic que da no"nirie a'la rragtrlia llriea escrita ¡rr Quiault, mundo. 180
"..¿"iá"
con músicr de Lulü. I-ué estrenada en l(¡83. t¡ e)la se em¡lcaban numcrosos artlluglos Desde la Tierra en que estamos lo que vemos más aleia-
*..¿"liá., .á en las óperas durante aquella épóca. F,n especial, el vuelo de
Factonte ""Áo
sobre
--fl-"-.áÁnd" el carro"rort
s¡rl:lr tuvo gran éx,to.
v la cuarra de cstii sulruesras afirm¿ciones son fácilmente atribuibies a las
tra.liciones''Dirasó'rica y aristotóljca. (.oá tqdo, a pcsar de los {llosofos concrctos que !nen-
cion¿ la rcrhlinálouír ton qr. te expresa hace rnüy diflcil una etribución especial o ex<lust nrismo poscartesiano», ¡ues, scgún I'-ontenelie, también Nev'ton sucumbe al «animismo»
(vé¿se Introducción. II).
;; ñi-,¿;l;;i,fr"ra, lienr; y lmista,1 lamitié) dc la p;ime* ) terccr;son pr'pias,.de Por Io demás, y al'margcn de la declaración de cartesi¿nisrno quc sigue, puede versc en
tradicirrnes ncoplatónicas,lel Rcnicrmiento' aunque parrcétr rcfcrirs: a la tcsis 2rlstoiéllca
¡:' ;i;;á;".1;1" io. .*".oot a instalarsc "n .r lrgát naturai. La cuana rcmitc al «horror csros párrafos al Fonteneilé autor de su obra posterior Disgression sar les Atciens et hs Mo'
J ,^cío, de corte ¿ristoról]co escolj>rit-o. Pero, en"definitive, lo que cstá claro cr .Jue 5e il-it\oigit¡i" r"ti. t"t io. Á"aé-"s), en laQue se rnucstra partidario decla-
racio de los últimos. ";iigr"u f
prcscntan como trr)a trltica al «animismo» prr.mecanicista c precarttsiano, o incluso al «ant

l2 IJ
do es el cielo azul, esta gran bóveda en que parece que las --{Oh! -replicó ella*, esta clase de pastoreo es dema-
estrellas están incrustadas como clavos. Se las llama fijas siado peligroso. Yo prefiero el de los caldeos de que me ha- 225
185 porque no parece que tengan más movimiento que el de su blabais. Volved por un momento a hablarme de ellos, os lo
cielo, que las lleva consigo de Oriente a Occidente. Entre la ruego. Cuando hubieron reconocido esta disposición de los
Tierra y esta última bóveda de los cielos, están suspendidos cielos que me habéis dicho, iqué problema se planteó?
a diferentes alturas el Sol, la Luna y los otros cinco astros trataba de adivina¡ cómo estaban or-
que se llaman planetas: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y -Se todas las-repliqué-
denadas partes del universo, de lo que los sabios 230
190 Saturno. Estos no están suietos a un mismo cielo; al tener llaman hacer un sistema. Pero antes de que os explique el
movimientos desiguales, presentan distintas apariencias y se primer sistema, es necesario que notéis que nosotros esta-
ordenan en configuraciones distintas, mientras que las estre- mos del todo hechos, por naturaleza, como cierto ateniense
llas fijas están siempre en la misma posición unas respecto a loco, del que habréis ofdo hablar, que se imaginaba que to- 235
195 otras. El carro, por ejemplo, que veis, que está formado por dos los barcos que abordaban el puerto del Pireo le pertene-
estas siete estrellas, ha sido siempre como es, y lo será aún clan?. Por lo que a nosotros respectq nuestra locura consis-
por mucho tiempo; pero la Luna tan pronto está cerca del te en creer también que toda la natualeza, sin excepción,
Sol como se aleja de é1, y lo mismo ocurre con los otros está destinada a nuestro uso. Y
cuando se pregunta a los fi-
planetas s. Asl es como las cosas parecieron a los antiguos lósofos de qué sirve esta cantidad prodigiosa de estrellas fi- 240
200 pastores caldeos, cuyo gran ocio produio las primeras obser- jas, de la que una parte bastada para hacer lo que hacen to-
vaciones que han sido el fundamento de la astronomfa. Pues das, os responden frfamente que sirven para recrear la vista.
ésta nació en Caldea, como la geometrfa nació, segrin se A partir de este principio no se dejó imaginar que era nece-
dice, en Egipto, donde las inundaciones del Nilo, que con- sario que la Tierra estuviera en reposo en el centro del uni- 245
205 fundlan los llmites de los carnpos, motivaron que algunos verso, mientras que los cuerpos celestes, que estaban hechos
quisieran inventar medidas exactas para reconocer los Umi- pala ella, se tomaban el trabajo de girar a su alrededor pana
tes de su campo y el del vecino. De modo que la astronomla alumbrarlas. Asf pues, fue como se situó a la Lttna por enci-
es hija de la ociosidad la geometrfa del interés, y si se habla- ma de la Tierr4 por encima de la Luna a Mercurio, y a con-
210 ra de poesla, hallarfamos al parecer que es hija del amor. tinuación Venus, el Sol, Martg Júpiter y Satumo. Por encima 250
alegro de haber aprendido esta genealogfa de las de todo esto estaba el cielo de las estrellas fiias. La Tierra
-Me
ciencias la marquesa- y veo claro que es preciso que se encontraba puesta en el centro de los clrculos que
me dedique-diio
a la astronomfa. La geometrfa, según lo que me describfan estos planetas, y eran tanto más grandes cuanto
215 decls, requerida un alma más interesada que la ml4 y la más alejados de la Tierra. Y, como consecuenci4 los plane-
poesla la exigyfa más tiern4 sin embargo, tengo tanto ocio tas más alejados empleaban más tiempo en hacer su recorri- 255
como la astronomla pueda requerir. Además, afortunada- do, lo que, definitivamente, es verdad.
mente, estamos en el campo, y llevamos una vida casi pasto- no sé la marquesa- por qué no
ril; todo esto conviene a la astronomfa- -Pero
parecéis -interrumpió
aprobar este orden en el universo; me parece bas-
220 os engañéis, señora ésta no es la tante cla¡o y bastante inteligible, y por lo que a mf respecta
,li -No vida pastoril, como no
verdadera -respondl-,
lo es hablar de planetas y os confieso que me satisface. 260
de estrellas fijas. Ved si las gentes de Astrea pasan el tiempo jactarme de haberos edulcorado
en tales cosas 6,
el sistema. Si os -repliqué-
todo-Puedo lo diese tal como fue concebido por
Tolomeo, su autot o por los que lo han trabajado después
s El carro se refiere naturalmente a la de é1, os llenaía de un horrible espanto. Dado que los mo-
constelación de la Osa Mayor. En cuanto a la
Lu¡a debe recordarse que en los sistemas geocentristas es considerada como un «planetar»
más.
6
Fontenelle hace referencia aquf, como en IlI, 231 y IV, 41, a la novela de Honoré 7
Se refiere a ]ra,silo, personaie que aparece e¡ Hi¡toria¡ rarias, del historiador griego
d'Urfe titulada Asrca, que aparecid en Parls en 1633 y en Rouen en 1647. Claudio Eliano (175-235).

74 75
l)ucsto que él lo habla dicho, no tenla senticlo dudarlo. Pero
265 vimientos de los planetas no son tan regulares que nq vayan :;c han visto cometas que, estanclo más elevados de lo qu€ se 300
tan pronto más rápida" tan pf,onto más lentamente, ahora en (.refa antes, harfan añicos el cristal de los cielos pr:r los que
un sentido, ahc¡ra en otro, y que no estén alguna vez más
l)zsaran y destrozarfan todo el universo. Y ha sido necesario
alejados de la Tierr4 y en otra más cerca, los antiguos ha- tlecirlirse a hacer los cielos de una m teria fluida, tal corno
270 bfan imaginado no sé cuántos cfrculos diferentes entrelaza- t'l aire ebis" §¡ definitiva está, fuera de duda, por las obser-
dos unos de otros, por los que salvaban todas esta§ extrava- vaciones de estos últirnos sigios, que Venus y Mercurio gi-
gancias. El embrollo de todos los clrculos era tan grande rarr alredeclor del Sol, y no alrededor de la Tiena, y que el 30s
que, en una época en que no se cotlocla aún nada mejor, un rntigur: sistema es, a este resPecto, insostenib,le. Asl pues, os
rey de Castilla, gran matemático pero, al parecer, poco devo- voy a proponer uno totalmente satisfactorio y que dispensa-
275 to, dijo que si Dios le hubiera consultado cuando hizo el r{a al rcy cle Castilla de dar conseios, pues es de una simpli-
mundo, él le habda dado buenos consejos 8. El pensamiento cidad seductora que, por sl sola, lo hada preferible. 310
es demasiado libertino, per«: incluso a pesar de esto me pa- la rnarquesa* que vuestra fi-
diría
rece bastante chocante que tal sistema fuese ocasión de pe- -interrumpió
-Sees una especie
losofla de puja en que los que ofrecen hacer
280 cado porque era demasiado confuso. L,os buenos conseios las cosas con menos gastos se imponen a los otros.
que el rey querfa dar se referlran, sin dud4 a la supresión de y precisamente por eso se
verdad
todos los clrculos con los que se habrftn embroilado los -Escaptar el plan
puede -repliqu6-,
según el que la naturaleza ha hecho su 315
movimientos celestes. Al parecer harfan referencia también a obra. Esta es de una economía extraordinaria. Todo lo que
otra supresión, la de dos o tres cielos superfluos que se ha- podrá hacer de manera que le cueste algo rnenos, annque
bfa puesto más allá de las estrellas fijas. Estos filósofos, para
cste menos fuera casi nada, tened por seguro que asl lo hará.
285 explicar una determinada clase de movimiento de los cuer- No c¡bstante, esta econornla se compagina con una masFifi- 320
pos celestes, creahan, más allá del último cielo que vemos, cencia sorprendente que brilla en todo lo que ella hace. Y es
un cielo de cristal que imprimla este movimiento a los cie-
que Ia magnificencia está en el diseño y la economfa rn 1a
los inferiores. iSe tenfa noticia de otros movimientos? AI ejecución" No hay nada más hermoso que un gran proyectr.)
290 punto aparecfa otro cielo de cristal. Después de todo, los
que se lleva a cabo con poco gasto. Nosotros propendemos
cielos de cristal no les costaban nada e.
a invertir todo esto en nuestras ideas. Ponemos la üconomfa 325
ipor qué no los haclan más que de cristal? la
en el proyecto que ha tenido la ¡aturaleza y la rnagnificencia
-Y
marquesa-. iNo hubiesen sido buenos de -diio
cualquier otro
en la ejecución. Le atribuimos un pequeño proyecto que ella
materiaP
ejecuta con un gasto diez veces superior al que seda necesa-
vo--, era necesario que la luz pasara a rio, lo que es totalrnente riclfculo"
29s
-No y,
su través -respondf
Por otra Parte, era necesario que fuesen sólidos- pprstarfa ella- que el sisterna de que me 330
a hal¡lar imite-difo
Era totalmente necesario, pues Aristóteles habla hallado que
vais-X{e tan fielrnente a la naturaleza, pues esta
la solidez era algo vinculado ala nobleza de su naturaleza; y
€conomí-a redundará en provecho de rni itnaginación, que
no tendrd tanta fatiga para con)prender lo qlre me diréis.
no hay enredos inútiles Pensad en
un -Aqu{ -insistl-.
8 Tres ,na referencia crftica al antropocenrrismo de los sistemas gcocentristas, frecucnte
cn los copernicanos, l-bntenelle esg,rirne el conocido argumento de. 1á.simplicidad del siste- alernán como Copérnico que mete mano a todos estos 335
sisrema heüoceñtrtsla frente a la
-, .o¡*áiarnn. y más concretaménte, en- lo suce-sivo,.üel
enom'e cornoiicr'.ion d.l sisrema de'Tolomeo. L,os historiadores recientes han insistido
mái en lo
cada vez mál argumento. El sisrema
to equfvoco del ¿rzumento. tenla quizá una
sistema de Copérnico tenfa
mayor simphcidad cueliiariva- pcro el ñúmero de movimirntos queahorraba no era nj mu- 'L' Los cometas fueron considcrados durante nruchc¡ tiem¡» -incluso por el propio
chd qmenos:tan consider¿ble colmo él y sus seguidores pretendieron' (.lalilee- Écnómenos subluneres. Pero ya Tvcho Brahc nrostró con sus cáiculos que los co-
9 Fontenelle en oártfos habla inciiitintamente
ef, estos nárrafos i ameáte de la complicación
cor de lo que en metas anarccidos cn 1577, 1580, 1585, 1593 v 1596 cru¿ban el mundo supralunar, es de-
ambos fi,er¡n
distintos,,aunque amlms
sistemas'nruy distintos,
realidad erm dos sistemas'nruv mmintristas. EI
fueran geocentristas El de Aristó-
Arjstó cir, la régión ocupada rrr las sunuestas esferaÁ cristalina¡ aristotélicas. En cuanro a la «ma-
teles- oue bas¿índose en el «homocentrismo, de Iludoxo concilc-el universo c()mo un con teria fluiáa», trtonienellá se retlere a los «torbellinos» cartesianos de que habla en IV, 245 y
q todas ellas con centro en la Tierr4 y el de Tolomeo, que utiliza los recur-
iuntó áe esferas, recur
siguientes.
ios geométricos del epiciclo-deferente, excéntrica y ecuante.

77
76
clrculos diferentes y a todos los cielos sólidos que habfan rededor de la Tierra y no la abandona nunca. Pero como la
sido imaginados por la antigüedad; destruye a unos y des- Tierru siempre en el cfrculo que describe alrededor
compone a los otros 10. Preso de un noble furor de astróno- del Sol,^l'anza
la Luna la sigue, y si ésta gira alrededor del Sol, no
mo, toma la Tierra y la envla bien lejos del centro del uni- es más que para no abandonar laTierra-
verso; donde ella estaba situada, en el centro, pone al Sol, al --Os entiendo -respondió- y amo la Luna por haber-
que tal honor era más justamente debido. Los planetas no se quedado con nosotros cuarido todos los planetas nos
gyan ya alrededor de la Tierra ni la encierran en medio del abandonaban. Confesad que si vuestro alemán hubiera podi-
345 cfrculo que describen. Si éstos nos iluminan es por una espe- do hacérnosla perder, lo habda hecho gustoso, pues, en todo
cie de az r y porque nos encuentran en su camino. Actual- su proceder, veo que era muy mal intencionado para con la
mente todo gira alrededor del Sol, la Tierru también; y parr- Tierra-
castigar el largo reposo que se habla atribuido, Copérnico la le agradezco mucho el habe¡ abatido
larga cuanto puede de todos los movimientos que ésta atri-
-Yo de los hombres que-repliqué-
la vanidad se habfan puesto en el lugar
3s0 bula a los planetas y cielos. Finalmente, de todo este séquito más bello del universor ! m€ agrada ver hoy a la Tierra en-
celeste del que esta pequeña Tierra se hacla acompañar y tre la multitud de planetas.
circundar, no le ha quedado más que la Lun4 que gira a su *respondió-, icreéis que la vanidad de los
alrededor.
-Bueno
hombres se extiende hasta. la astronomla) iCreéis haberme
un momento la marquesa-, os está humillado por haberme enseñado que la Tierra gira alrede-
-Esperad
poseyendo un entusiasmo que-dijo
os hace explicar las cosas de dor del SoP Os juro que no me estimo en menos por ello.
maflera tan pomposa que no creo habedas entendido. El Sol iDios mfo!, señora sé muy bien que se
está en el centro del universo y alll permanece inmévil. Des-
-proseguf-,
será menos celoso de la jerarqufa que se tenga en el univer-
i
pués de é1, iqué sigue? so, que de la que se cree deber ocupar en un salón, y que la
que gira alrededor del Sol de prelación de dos planetas no será jamás un asunto tan im-
-Mercurio
manera que éste-responü-,
está aproximadamente en el centro del portante como el de dos embajadores. No obstante, la mis-
clrculo que Mercurio describe 11. Por encima de Mercurio ma incünación que hace que se quiera ocupar el lugar más
está Venus, que gira alrededor del Sol. A continuación viene honorable en una ceremoni4 hace que un filósofo, si puede,
la Tierra" que, al estar más elevada que Mercurio y Venus, se sitúe, en un sistemq en el centro del mundo. Le resulta
describe, alrededor del Sol, un clrculo más grande que estos agradable que todo esté hecho para él; da por supuesto, qui-
planetas. Finalmente siguen Marte, Júpiter y Saturno, por el zá sin darse cuentq este principio que lo adul4 y su corazón
orden en que los nombro. Y veis perfectamente que Saturno no deja de interesarse por un asunto de pura especulación.
debe describir, alrededor del Sol, el cfrculo mayor de todos; ella-, esto es una calumnia
también emplea más tiempo que ningrin otro planeta en ha- que -Francamente -replicó
vos habéis inventado contra el género humano. Pues no
cer su revolución. habrfa debido aceptarse iamás el sistema de Copérnico si es
*tY la Luna), la olvidáis ella. tan humillante.
370 la reencontraré -interrumpió Luna gira al- el mismo Copérnico desconfió
-Pronto -prosegf-.La -También
mucho -proseguf-
del éxito de su opinión. Estuvo mucho tiempo sin
11

I0 De hecho, Copemico no abandona ni epiciclos y deferentes, ni las


quererla publicar. Finalmente se decidió a ello ante los rue-
excéntricag ni las
ras sólidas. Muy-al-contrario,
esfe¡as mantiene en casi tan gra¡ nrlmero como Tolomeo.
Muy al contrario, los mantiene'en l¡
f¡ gos de gentes muy dignas de consideración. Aun asf, el dfa
:o que rechaza es
rinico és el recurso geométrico del eoante, introducido
recurso geométflco por éste.
intrcducido plor que le llevaron el primer ejemplar impreso de su libro, isa-
ll11 Esta es la única ocasión eñ eá oue Fontenelle alude a la no oerfeha circuhidad de una
oerfecta circr
rta olmetarir
órbita ia- El «aproximadménto,
planetaria- «aoroximadmlnter, (á peu orés) del texto fue
oeu prés) Cue añadido ene la edición de béis qué hizo? Se murió. No quiso soportar todas las réplicas
1774.fe¡o en los ddemás casos en general
1714.Pe¡o seneral á a oesár
pesar de qu!
oue las Kepler
leves de Keoler eran va
leyes ya cono-
cono-
cidas y aceptadas, y de que el propio Descaries, en sué Principíos de Filósofla, lll'(Ocwra,
que prevela, y se zafó hábilrnente del asunto.
lX-
l)l., Z L vás.
Vá9. 117).
117), afimalamb.ién oue los
que.los movimientos.d€
movimientos de los oems
cu.erpos celestes
fectaméné circúlares,.Fontenelle pisó por alto la mestión y atribuiye a las órbitas plan'eta-
nosnson mr-
per- --{fd -diio la marquesa-, es necesario hacer justicia a
rias un movimiento circular. todos. Es seguro que cr¡esta trabajo imaginar que se g¡ra al-

78
rI
rededor del Sol, pu€s no se cambia en absolufo de lugtrr y *Más vale, en efecto yo-*, que no se rrea
415 por ia mañana uno se encuentra siernpre donde se acostó -respondf
rnás rastro que el c{e los amantes, es decir, vuestro nombre y
por la noche. Creo r,'er. por vuestra expresión. que vais a de- vuestras cifras gratradas en la carteza de ios árboles por la
cirnre qt e la T'icl"ra entera avanza.. manc¡ de vuestros adr¡radores. 460
---A 'nuen scguro **interrumpf yt:_.. Es io mismo quc a los adoradores
-replicé
ella- y hablemos
42.0 si os dormís en una errrbarcación que navegara por un do. del -Dejemos
Sol. Entiendo muy bien córno nos imaginamos que él
i\l despcrtar o-( encontrarlais de nuevo en el misrno lugar y describe el cfrculo que describimos nosotros rnismos, pero
en la misrr,a situación respecto a fodas ias partes cle la em- cste giro no se acaba más que en un año, y el del Sol se
barcacidn. hace todos los dfas sotrre nuestra cabeza, icómr¡ es eso? 465
*.Sf --replicó ella--, pero he aquf una diferenci4 al -_tF{abéis observaclo qLre una bola que ro-
orilia cambiada ,v esto me harla ver
clespert.nr encontrarfa la tJase por esa alameda tendría -respondl-
dos movimientosl Iría hacia el
425 cleramente que mi errrbarcación habrlh carnbia.clo de luga.r. final de la alameda y, al mismo tiempo, g;raría varias veces
Pero esto nr.¡ es asl por 1o qlre respecta a la Tiettu en e§te sobre sl misr¡ra de manera que la parte superior tniar{a y la 470
cascr lo encontrada todo tal cotno io habr{a dejado. i¡rf'erior subirla. [-,a Tierra hace lo misrnr¡. Durxlte el tiempx>
---No, seflora, no la orilla ha carnt¡iado (qve avanzz- r:n su clrculo de un año alrededor del S«rl, gira
tarnbién. Vos sab,éis que-respondl-,
rnás allá de torlos k¡s cl¡culos de sobre sf misma en veinticuatro horas; de este rnodn en vein-
430 los planetas están las estrellas fijas, he aqul nuestra c¡rilla. Yo ticuatro horas cada parte de la Tierra pierde al Sol y io re- 475
estoy sohre la Tierra, y la Tierra descril:e un gran clrcr¡lo al- cupera a medida que va girando hacia éste, que parece que
rededol del Sol. fufiro hacia el centro del cfrculo y veo en él sube; v cua.ndo empezamos a alejarnos, al continuar el giro
ei Sr¡1. Si éste no oscureciera las estrellas, prolonganclo mi rcrrestre, parecc que baja-
visfa en llnea recta más allá del Sol, verfa necesariamente es bastante chocante ella-: la Tierra hace
435 unas detetnilnadas estrellas fijas. Pero ciurante la nr:che veo todo-Esto
el trabaio y el Sol no hace -dijo
nada. Y cuando parece que 480
fácilmente qué estrellas ha alcanzado mi vista durante el df4 y la Luna, los planetas y las estrellas fijas giran sobre nuestras
es exactamente lc-, misrno. Si la Tierra no camb ase en al¡s«r- cabezas en veinticuatro horas, itarnbién es un efecto imagi-
luto de lugar sr:bre el clrculo en que está, yo veda siempre nario?
al Sol sobre el fondo de las n'lismas estrellas fijas, pero desde *Pura imaginación debida a la misrna
440 el momento en que la Tierra carnl¡ia de lugar es necesario causa.
-repliqué-,
Los planetas únicamente completan sus clrculos alre-
que lo vea sobre un fondo de distintas estrellas" Esta es la dedor del Sol en tiempos desiguales según la desigualdad de 485
orilla que carnbia toclos los dlas, y corno la Tierra describe sus distancias a éste, y el que hoy vemos aünearse con cierto
su clrculo alrededor dei §ol en un año, a lo largo dc éste punto del Zodfaco, o del cfrculo de Ias estrellas fijas, maña-
veo al Sol alinearse sucesivamente con distintas estrellas fijas na lo veremos sobre el fondo de otro punto, tanto porque él
445 que componen un clrculo. Ese clrcuk¡ se llama Zod{acr¡. avafiza en su círculo como porque nosotros hemos avanzado 490
iQueréis que os dibuje tina figura sot¡re la aren* en el nüestro. Nosotros avanzanlos y los otros planetas tam-
--No a rni parqLre ella*,
más, di'rda-respondió
puedo prescindir de eso" Acie-
un aire sabio que no quiero que ten-
hién, sólo que más o menos deprisa que nosotros. Esto nos
sitúa en distintas perspectivas respecto a ellos, y nos hace
450 ga. ¿No he ofdc-¡ hablar de un filésofo que, en r¡n naufragjo, creer en ciertas extravagancias de sus órbitas, de las que no 495
fue arlojado a una isla qu€ no conocfa y al ver ciertas figu- es necesario que os hable 12. Basta con que sepáis que lo que
ras, líneas y cfri--ulos clibujados en la playa, exclamó a I«:s que
le segufan: «Animo, compañeros, la isla está habitaclq no
455 es ósta ohra de hombres?». Comprenderéis que no es pro- ¡2 Era prccisamente la explicación del movimi¿nto de retrogradación de los planetas.
oue el sistÉma comrnicmo cánven{a en aDarente^ lo oue oara CooÉrnico v sus se'suidotct
pio de mf hacer taies cosas y que no es ¡rreciso quc se vean Jonstitrfa ma de'las muestras de simplicidad y dé su sisráma que'io hacr'a"preferi-
aquí. hle al tolemuco. ^í^oni^

80 B1
hay de irregular en los planetas no proviene más que de las var? Es como si una pequeña bola de madera no pudiese se-
distintas situaci<¡nes en que nuestro movimiento los coloca, guir la corriente de un rfo la.
y 9ue, en el fondo, son muy ordenados. ella- icómo la Tiena, con todo su
-{onvengo en que lo sean la marquesa-, pero -Pero -replicó
Peso, se sostiene en vuestra materia celeste que, puesto que
s00 quisiera que su regularidad
-di¡o
costase menos a la Tierra- No se es tan fluid4 debe ser muy ligera) 540
ha sido muy considerado con ella, y Para vrra masa tan se puede decir que lo que es fluido
grande y pesada como es, se le exige mucha agilidad. sea -No -respondf-
más ligero. iDirfais de nuestro gran navlo que, puesto
ipreferirfais que el Sol y el resto que flota en el agu4 es más ligero que ésta)
s05 -Pero
de los -respondf-
astros, que son cuerPos tan enormes, hiciesen url Íe- *No tengo más que decir como si se enfadara-
corrido inmenso alrededor de la Tierra en veinticuatro ho- -dijo
mientras sigáis con el gran navfo. Pero ime aseguráis que no
ras?, ique las estrellas fijas, que estarán en el clrculo mayor, hay nada que temer sobre esa peonza tan ligera en ia que 545
recorriesen en un dfa más de veintisiete mil seiscientas se- habéis convertido a la Tierra)
510 senta veces doscientos millones de leguas? 13. Pues es flecesa- bien respondl-, hagamos transportar a la
rio que esto suceda si la Tierra no gira sobre sl misma en Tierra por cuatro-le
-Pues elefantes como hacen los indios.
veinticuatro horas. Realmente, es mucho más razonable que aqul un sistema muy distinto ella-. 550
ésta haga este giro, que a lo sumo no es más que de nueve Por-Helo menos me agrada que estas gentes -exclamó
hayan velado pre-
mil leguas. Os .dais cuenta de que las nueve mil leguas, en vlsoramente por su seguridad y puesto buenos cimientos,
comparación con el número horrible que acabamos de deci- mientras que nosotros los copemicanos somos suficiente-
515 ros, no son más que una minucia. mente descuidados como para querer n vegr a la aventura
--iOhl la marquesa-, el Sol y los astros son en esta materia celeste. Apuesto a que si los indios supiesen 555
-replicó
de ftrego, el movimiento no les cuesta nad4 pero la Tierra que la Tierra estuviera en el más mlnimo peligro de mover-
parece inamovible. se, doblarfan el número de elefantes.
520 si vos no lo hubieseis experimentado ----observF, me lo merecfa riéndome de su obser-
-Y que hubiese algo tan movible como un ¡avlo car-
icreerfais -BienNo hay que escatimar
vación-. -repliqué,
en absoluto elefantes para
gado con ciento cincuenta piezas de artillerlu más de tres dormir seguro, y si los necesitáis para esta noche, pondre- 5ó0
mil hombres y gran cantidad de mercancfas? Y sin embargo mos en nuestro sistema tantos como os plazc4 y después los
525 no hace falta más que una ligera brisa para hacedo
^Y^nzar
iremos suprimiendo poco a poco a medida que os tranqüli-
sobre el agua, porque ésta es llquida y, al deiarse dividir con céis.
facilidad, opone poca resistencia al movimiento del navfo; o con seriedad ella-, yo no creo que,
si éste está en medio de un rlo, seguirá su curso sin dificul- -Hablando
desde -dijo
ahor4 me sean necesarios, y me siento con suficiente
tad porque no hay nada que lo detenga. De este modo, la corile para atreveffne a g¡rat 565
530 Tierua, aun siendo tan maciza, es fácilmente llevada a través todavfa más lejos giraréis con pla-
de la materia celeste, que es infinitamente más fluida que el cer -Iréis
y se os ocurrirán, sobre-repliqué-,
este sistema, ideas divertidas.
y que llena todo el gran espacio en que navegan los Por ejemplo, en alguna ocasión me figuro que estoy suspen-
^gua
planetas. iY dónde tendda que estar agarrtda la Tierra paru dido en el aire y que me manten go alll sin movimiénto 570
535 resistir el movimiento de la materia celeste, y no deiarse lle- mientras que la Tie¡ra gira bajo mis pies en veinticuatro ho-
ras. Veo pasar ante mis oios todos esos rostros diferentes,
lr blancos unos, negros los otros, atezados, oliváceos. Primero
¡r Esta cifra está tomada del Nseao Tratado de la pluralidad dc lo¡ msndos de Huygens (el
14
original latino de «Kosmotheoros» es de l(r98), quien calcula la distancia de las estrellas Esta explicación del movimiento planetario que se da en la teorla cartesiana de los
en27.664 veces l¿ de la Tierra al Sol. I:sta habla sido estimada por Cassini en 33 millones torbellinos o vórtices gue Fontenelle explica más détalladmente en la Noche Cranao 245,
de leguas; cifra que se aproxima mucho a las medidas actuale$ 150 millones de krr¡ y el ra- s^s.
_t(ase Descartes, «Principios de la Filosoffa», 3.¡ parre parágrafos 53 y ss. (Ocntrx, lX',
dio tárrejtre <¡ue'da pie'a las cifras que aparecen más abajo en 1.500 leguas. 2, 129 y ss)

82 83
575 hay sombreros, luego turbantes, más tarde cabezas melenu- Tierra gira, nosotros cambiamos de aire a cada instarite, y
das, después afeitadas; tan pronto ciudades con campanarios, respiramos siempre el de otros pafses.
como con largas aguias que tienen medias lunas, ciudades *De ningún modo, señora El aire que
con torres de porcelan4 o grandes pafses que no tienen más rodea la Tierra no se extiende más que-respondf-.
hasta una cierta altu-
580 que chabolas; aquf vastos mares; allá desiertos esPantosos; en ra, qtizá hasta veinte leguas a lo sumo, nos sigue y gira con 625
definitiva, toda esta variedad infinita que hay sobre la suPer- nosotros. iHabéis visto alguna vez el producto de un gusano
ficie de la Tieua- de sed4 o los capullos que estos pequeños animales elaboran
ella-, todo esto bien merece- con tanto arte para encerrarse dentro? Son de una seda muy
-Verdaderamente -üio
rla que uno diese veinticuatro horas de su tiempo para ver- apretad4 pero están cubiefios por una especie de pelusa 630
lo. Asf pues, en este mismo lugar en que estamos ahor4 no muy ligera y blanda. Del mismo modo que la Tierra, que es
585 me refiero dentro del parque mismo, sino en el mismo lugar tan sólida, está cubiert4 desde su superficie hasta cierta altu-
del aire, pasan continuamente otros pueblos que toman ra, de una especie de pelusa, que es el aire, y todo el capullo
nuestro lugar, y al cabo de veinticuatro horas nosotros vol- del gusano de seda g¡ra al mismo tiempo. Más allá del aire
vemos aquf. está la materia celeste, incomparablemente más pura, más 635
-{opérnico respondl- no lo comprendeda meior' sutil e incluso más agitacla de lo que está el propio aire.
590 Primero pasarán -le
por aqul los ingleses, que quizá hablatlan presentáis la Tierra bajo unas ideas muy despre-
sobre algrin polltico coo menos regocijo que nosotros habla- -Me
ciables la marquesa-. Y es, no obstantg sobre este
mos de filosofl4 después vendrá un gran mar y puede en- capullo -diio
de gusano de seda donde se llevan a cabo t^fi gran-
contrarse aqul algún navfo que no estará tan a gusto como des obras, tan grandes guerras, y en el que en todas partes 644
595 nosotros. Después aparecerán los iroqueses salvaies comién- reina una gran agitación.
dose vivo a alguin prisionero de guerra, que hará como si no *Sf sin embargo, aún en estos tiempos la
se preocupara por ello; las mujeres de la tierra de Jesso, que natttralez4-respondl-;
que no tiene noticia de todos estos pequeños
emplearán todo su tiempo preparando la comida de sus ma- movimientos particulares, flos transporta a todos juntos en
600 ridos y pintándose los labios y cejas de azul para gustar a un movimiento general, y iuguetea con la pequeña bola. 645
los hombres más villanos del mundo; los Tártaros, que irán parece ridfculo ella- estar sobre algo
devotlsimamente en peregrinación hacia su gran sacerdote, que-Me -continuó
gira y atormentarse tanto. Pero lo triste es que uno no
que no sale jamás de un lugar oscuro, donde no hay más está seguro de que se gire. Pues, en definitiva, para no ocul-
iluminación que la de las lámparas, a cvya luz se le adorq taros nada, todas las precauciones que tomáis para impedir
605 las bellas circasianas, que no mostrarán remilgo alguno en que uno no se perciba del movimiento terrestre me resultan 6s0
concedérselo todo al primer recién llegado, excePto lo que sospechosas. iSerá posible que no deje alguna pequeña señal
creen que pertenece esencialmente a sus maridos; los peque- sensible en la que se lo reconozca)
ños tártaros que irán a robar muieres para turcos y persas; movimientos más naturales y más ordinarios
610 finalmente, nosotros, que quizá todavfa contaremos historias. -Los
respondl- son los que se dejan sentir menos. Esto es cierto - 655
muy agradable *diio la marquesa- imaginar lo hasta en la moral. El movimiento del amor propio rtos es
-Es
que me acabáis de decir. Pero si yo lo viera todo desde lo
it tan natural que la mayoía de las \¡eces no lo notamos y
alto, quisiera tener la libertad de aligerar o parar el movi- creemos actuar por otros principios.
615 miento de la Tierra, según lo que viera me gustara más o
menos, y os aseguro que hada pasar bien rápido a los que se -Ah!, moralizáis -dijo--, cuando se está tratando de
ffsica; eso significa cansancio. Retirémonos, ya tenemos bas- 660
iii
enredan con la poUtic4 o que se comen a sus enemigos. tante para ser la prime Ía yez. Mañana volveremos aqul, vos
Pero hay otras cosas por las que tendrfa curiosidad. Por con vuestros sistemas y yo con mi ignorancia-
efemplo, por las bellas circasianas que tienen una costumbre De regreso al castillo le dife, Par^ la materia de 665
620 tan peculiar. Pero se me ocurre una diñcultad seria. Si la ^gotarpor Tycho Bra-
los sistemas, que habfa un tercero inventado

84 85

l
SEGUNDA NOCHE

L,d LUNA ES UNA TIERRA HABITADA


A la mañana siguiente, cuando se pudo entrar en los
aposentos de la marques4 envié a saber de ella y a Pregun-
tarle si habla podido dormir girando. Me hiz«r responder que
se habla acostumbrado ya a esta marcha de la Tierra y que
habfa pasado la noche tan tranquilamente como podrfa ha-
bedo hecho el mismo Copérnico. Poco tiempo después vi-
nieron visitas que segin la enoiosa costumbre del campo se
quedaron hasta la noche. Y aún hubo que estades agradeci-
dos, pues tales costumbres también les daban derecho a pro-
longar su visita hasta el dla siguientq si asf lo hubieran de-
seado, y tuvieron la prudencia de n9 hacerlo' Asf pues, la
marquesa y yo, por la noche, estuvimos libres. Fuimos de 15

nuevo al parque y la conversación no deió de girar muy


pronto sobre nuestros sistemas. Los habfa asimilado tan
bien que se desinteresó de hablar de ellos nueYamente, y
I quiso que la introdujese en algo nuevo. 20
I *Pues bien puesto que el Sol que ahora está
I inmóvil ha dejado-dije--,
de ser planet4 y la Tiel,ta" que se mueve
alrededor, ha empezado a sedo, no os sorPrenderá tanto ofr
I
que la Luna es una Tierra como ésta y gue, al parecer, está
habitada.
jamás he ofdo hablar de la Luna habitada
-Pero más que como una locura y de una imagen de vi-
-diio-
sionario.
il no tomo Par- embargo, iseda realmente posible que la Tierra fuese lumi-
,t -Quizá también lo sea
tidt¡ en estas cuestiones más-resPonü-.Yo
de lo que se da en las guerras nosa como la Luna? Porque esto es necesario para su simili- 75
civiles, en que la incertidumbre de lo que pueda suceder tud.
hace que siémpre se mantengan acuerdos con el Partido .--iAy!, señora el ser luminoso no es tan
opuesto y se tengan muchas consideraciofles con el enemigo
-repliquF,
gran cosa como pensáis. Sólo en el Sol es una cualidad con-
está habi- siderable. Este es luminoso por sf mismo, en virtud de una
-ir*o. En c*anib a rnl, aunque creo que la Lunalos no lo n tura'lez particular que posee. Pero los planetas no ilumi-
tad4 no deio de vivir civilizadamente con que
creerL y mantengo la posibiüdad de poder compartir su opi- nan más que porque son iluminados por aquéI. El Sol envfa
nión, con honor, si ésta mostrara su superioridad. Pero en su luz a la Luna, ésta nos la refleja a nosotros, es preciso
espera de que éstos tengan sobre nosotros alguna Yeritl,a que la Tierra también refleje a la Luna del Sol. No hay más
considerablé, he aquf lo que me ha incünado por los habi distancia de la Tierra alaLu¡a que de la Luna alaTierca-
tantes de la Luna- ila Tierra la marquesa- es tan capaz 85
Imaginémonos que no haya habido ninguna relación en-
-Pero
como -diio
la Luna para reflejar la luz del SoP
tre Pads y Saint-Denis, y que un vecino de Parfs q-ue no advierto en vos un resto de
haya salido famás de su ciudad esté sobre las torres de Nó- aprecio por la Luna del que no -repliqué-
-Siempre sabdais deshaceros. La luz
tre Dame y vea Saint-Denis a lo lejos. Se le preguntará si está compuesta por pequeñas balas que se lanzan rebotando
cree que Saint-Denis esté habitado como Parfs. Contestará sobre lo que es sólido, mientras que pasan a través de lo
osadamente que no, pues dirá veo a los habitantes de Parfs que les presenta aberturas en Unea recta como el aire y el
pero no a lós de Saint-Denis y nunca he oldo hablar de vidrio. Asf pues, lo que hace que la Luna nos ilumine es que
ellos. Algunohabrá que le hará notar que cuando se está en es un cuerpo duro y sólido, que nos reenvla estas pequeñas
las torrei de Nótre Dame, no se ven los habitantes de Saint- Daras. No
balas. -r.\o creo que le negaréis a la Tierta la misma darcza y
Denis sólo a causa de su leianla; que todo lo que puede ver- solidez. Admirad., pues, lo que vale estar situado ventajosa-
se de Saint-Denis se Parece mucho a Pads, que Saint-Denis mente. Puesto que la Luna está alejada de nosotros. No la
tiene campanarios, casas, murallas, y que bien podrla pare- vemos más que como un cuerpo luminoso y olvidamos que
cerse a Parfs en estar habitado. Todo esto no influirá nada es una gran masa parecida a la Tierra. Por el contrario, por 100
en mi buen burgués y seguirá obstin¿indose en mantener el hecho de que la Tierra tiene la desgracia de que la pode-
que Saint-Denis no está habitado Porque no se ve a nadie mos vef demasiado cerca, nos parece una masa enorme ca-
alU. Nuestro Saint-Denis es la Luna y cada uno de nosotros paz únicamente de proveer pasto a los animales, y no nos
es este vecino de Parfs, que no ha salido iamás de su ciudad. damos cuenta de que es luminosa, a causa de que no pode-
la marquesa-, sois injusto con no- m«rs situarnos a una cierta distancia de ella.
-¡Att! -interrumpió
sotros. No somos en absoluto tan tontos como Yuestro bur- pues, algo similar la marquesa- a cuan-
gués. Puesto que ve que Saint-Denis es en todo como Parfs, -Sed4
do nos -dijo de condiciones superio-
impresionamos por el brillo
necesitaba haber perdido la razón Para no creer que está ha- res a la nuestr4 no viendo que, en el fondo, todas se pare-
65 bitado. Pero la Luna no está hecha en absoluto como la cen en extfelno.
Tierra. lo mismo queremos jtzgar respecto 110
rt
II cuidado, señora pues si la Luna -Esy siempre estarnos
a todo, -responü-,
en una mala perspectiva. Quere-
-Tened completamente a la-repliqué-,
rt Tierra os veréis en la obliga-
rl se parece mos juzgar respecto a nosotros, estamos demasiado cerca.
,t,i, ción de creer que está habitada. Queremos iuzgar respecto a los otros, estamos demasiado le-
{onfieso *respondio-- que no habrá medio de evi- jos. Quien estuviera entre la Luna y la Tiena, estarfa en el
70 tarlo, y os veo un aire de confianza que ya me hace temer. lugar correcto para vedas bien. Seda preciso ser simplemen- 115
Los dos movimientos de la Tierra que no me hubiera figu- te espectador del mundo y no habitante.
rado jamás me intimidan respecto a todo lo demás' Y, sin me consolarla ella- de la injusticia que
-Jamás -dijo
90 91
que es nuestro. La Tierra dice «No soy yo quien gira,- es el 160
hacemos alaTie:i:ra, y de la predisposición demasiado favo-
Sob». La Luna dice «I',lo soy yo quien oscila, es la Tierro>.
rable que tenemos con respecto a la Ltna, si no me esegu-
Hay mucho error en todas Partes.
120 ráis que las gentes de la Luna no desconocen sus ventaias
os aconsejo que intentéis reformar
tanto como nosotros las nuestras, y que toman nuestra Tie- -No -respondl-
nad4, más vale que acabéis de convenceros de la semeianza
rra por un astro, sin saber que su habitáculo también lo es.
*Eso os lo garantizo A ellos les parece total de laTier.a y la Luna. Imaginaos estas dos grandes bo- 165

-replique--. las suspendidas en los cielos. Vos sabéis que el Sol ilumina
125 que cumplimos con bastante regularidad ¡uestras funciones
siempre una mitad de los cr¡erpos que son redondos, y que
áe astro. Es cierto que no nos Yen describir un cfrculo a su
alrededor, pero no irnporta, he aquf lo que sucede. La mitad
la otra mitad está en la sombra.Hay, pues, siempre una mi-
tad, tanto de la Tierra como de la Luna, que está iluminada
de Ia LunÁ que se encontró vuelta hacia nosotros al princi-
por el Sol, es decir, en la que es de dl4 y la otra en la que 170
pio del monáo, siempre ha estado asl desde entonces' No
-nos és de noche. Notad, por otra Parte, que del mismo modo
present a jarnás más que esos oios, boca y el resto del
que una bala tiene menos fimza y velocidad después de ir a
130
,ortrt que nuestra imaginación le compone a p ttfu de las dar contra una muralla que la rebota hacia otro lado, tam-
manchas que flos muestra" Si la otra mitad opuesta se Pre-
bién la luz se debilita cuando ha sido rcfTeiada por algrín 175
sentara a nosotros, manchas distintas, cliferentemente orde-
cuerpo. Esa luz blancuzca, que nos llega de la Luna, es la
r35 nadas, sin duda nos harfan imaginar cualquier otra figura.
misma luz del Sol, pero no puede venir de la Luna hasta no-
No se trata de que la Luna no gire sobre sl misma, lo hace
sotros más que por reflexión. Ha perdido, pues, mucho de
en el mismo tiempo que alrededor de la Tierra, es decir, en
un mes. Pero cuando hace una parte de este giro sobre sf la fuerza y vivacidad que tenla cuando era recibida directa-
mente en la Luna; y esta luz brillante que recibimos del Sol 180
mism4 que deberfa ocultarnos, por ejemplo, una mejilla del
140 supuesto rostro, y aparecer alguna otra cosa, hace una parte
y que la Tie:r.a ref7eja sobre la Luna no debe ser más que
una luz blanctzca cuando llega allf. Asf pues, lo que nos pa-
similar de su giro alrededor de la Tierra, y situándose en
rece luminoso en la Luna y nos ilumina durante nuestras
una nueva perJpectiva, nos sigue mostrando la misma meii-
noches son las partes de la Luna en que es de dl4 y las par. 185
lla- De este modo la Lun4 que respecto al Sol y los otros
tes de la Tiena en que es de dfa cuando están vueltas hacia
145 astros gira sobre sl misma, no lo hace respecto a nuestro
las partes de la Luna en que es de noche, las iluminan tam-
punto de vista. Para la Luna, aquéllos parecen salir y poLel-
bién. Todo depende del modo en que la Luna y la Tierra se
ie cada quince dfas, pero a nuestra Tierra la ve suspendida miran. En los primeros dlas del mes en que no se Ye la 190
en el miimo lugar del cielo. Esta inmovilidad aparente no
Luna, es porque ella está entre el Sol y nosotÍos, y aY^oza
150 conviene a un cuerPo que debe pasar por un astro, pero
de dfa, con el Sol. Es inevitable que toda su mitad, en que
tampoco ella es perfeaa. La Luna tiene un cierto bal'¿nceo
es de dfa, esté vuelta hacia el Sol, y que toda su mitad, en
que hace que, alguna vez, un rinconcito del rostro se oculte
que es de noche, mire hacia nosotros. No tenemos posibili.
y se muestre una pequeña esquina de la mitad opuesta. Aun-
dad de ver esta mitad que no tiene ninguna luz paru hacerse 195
que estoy seguro de que ella no deia de atribuirnos e§ta tre-
ver. Pero esta mitad de la Luna en que es de noche, al estar
155 pidación e imag¡nat que tenemos una esPecie de movimien-
gkada hacia la mitad de la Tierua en que es de dla, nos ve
io de péndulo que va y viene en el cielo 15.
la marquesa- están he- sin ser vista y bajo la misma apariencia que nosotros vemos
esos planetas
-Todot -dijo
chos como nosotros, que achacamos siempre a los otros lo
Ia luna-llena. Entonces, pan las gentes de la Luna es tierra- 200
llena, si se me permite hablar asf. A continuación, la Luna,
15
Fontenelle se refiere aquf al movimiento lunar que los astrónomos llaman libración.
que avanz^ en su cfrculo de un mes, se retira de debaio del
El f.";;;;-i;;bi" iido por Galileo. Fronteáelte usa de hecho ma..imagen.-simi- Sbf y empieza a volver hacia nosotros un trocito de su mi-
lx t lz u¡llizafla nor éste "b.e.u"do
para describirlo. Vease especialmente la carta de Ga[leo a Altonso
tad iluminad4 y he ahl el cuarto creciente. Entonces, tam-
Ántonirri áe 20 he febreio de ló38, en Galileo, Ópere, .XVll, 291-92' En cuanto a Ia ex-
;li.r;ió" á" U t* refleiada por la ierra a la Lurá, y la expresión de r<Tierra llenan, pue- bién las partes de la Luna en que es de noche empiezan a
á;-;;;;;;;.t^-uiá en'Galileo, optc,Ytt,97 v ss' v 1t7-124'

93
92
tÍ:-

dejar de ver toda la mitad de la Tierra en que es de dla y es- tiene las garras muy negras, las extiende sobre los astros de
tamos para ellos en cuarto menguante. los que qrrie.e apoderarse. Y en estas ocasiones podéis ver
hace falta más bruscamente la marquesa-. los r?os cLbiertos de cabezas de indios que se han metido en
Ya -No -diio
sabré todo el resto cuando me parezca bien; no tengo el agua hasta el cuello, porque, según ellos, es una actitud 255

210 más que pensar un momento, y Pasear a la Luna sobre su muy devota y propicia para que el Sol y la Luna se defien-
cfrculo de un mes. Me doy cuenta de que, en general, en la dan bien contra el dragón. En América se cree que el Sol y
Luna tienen un mes que va al revés del nuestro, y apostada la Luna cuando se eclipsan están enfurecidos y Dios sabe lo
a que cuando nosotros tenemos luna-llen4 es porque toda la que no ltarfan para reconciliarse con ellos. Y aun los grie- 264
215 mitad luminosa de la Luna está vuelta hacia toda la mitad gos, que eran tan refinados, ino cteyeron durante mucho
oscura de la Tierra y les cabe hablar de tierra nueva. No tlempó que la Luna estaba embrujada y que los magos la ha-
querría que se me reprochara el haberme explicado de prin- cfan descender del cielo para arroiar sobre Ias hierbas una
cipio a fin una cosa tan fácil. Pero los eclipses, icómo se cierta espuma maléfica? Y nosotros, ino tuvirnos un pánico
dad enorme no hace más que treinta y dos años 16, con ocasión 265

corresponde sino a vos adivinarlo de un cierto eclipse de Sol que verdaderamente fue totaP
220
-No
Cuando hay luna-nueva es Porque está entre el -responü-.
Sol y noso- iNo se encerraron infinidad de personas en los sótanos? Y
tros, y toda su mitad oscura está girada hacia nosotros que los filósofos que escribieron p^ra tranquilizarnos, ino lo hi-
tenemos el dla. Vos veis claramente que la sombra de esta cieron en vano o casi? iSalieron los que estaban en los sóta- 270
mitad oscura cae hacia nosotros. Si la Luna está justamente nos?
bajo el Sol, esta sombra nos la oculta, y a la vez ensombrece ella- todo esto es de-
-Verdaderamente
masiado vergonzoso
-prosiguió
para los hornbres y deberfa haber un
225 una parte de esta mitad luminosa de la Tierra que era vista
por la mitad oscura de la Luna. He aqul, pues, un eclipse de decreto del género hurnano que prohibiese que se hablara
So[ p"r, nosotros, durante nuestro''dfq y un eclipse de nunca rnás de los eclipses para evitar que se conserye me-
Tierrá para la Lun4 durante su noche. Cüando hay luna-llen4 moria de las tontedas que se han hecho o dicho resPecto a 275

230 la Tieria está entre ella y el Sol, y toda la mitad oscura de la esta cuestión.
Tierra está vuelta hacia toda la mitad luminosa de la Luna. falta yo- que el mismo decreto
La sombra de la Tierra se Proyecta entonces hacia Ia Lun4
-,Harlra -repliqué
aboliera todo recuerdo y prohibiera que se hablara de nada
si cae sobre el cuerpo de la Luna ensombrece esa mitad lu- iamás, pues no sé de nada en el mundo que no sea el monu-
235 minosa que vemos, y esa mitad luminosa en que era de dfa mento de alguna tonteda de los hombres.
la hurta del Sol. He ahl Pues, un eclipse de Luna durante una cosa, os lo ruego la marquesa-, 280
nuestra noche, y un eclipse de Sol para la Luna durante el itienen tanto miedo de los eclipses en-.Iiio
-Decidme la Luna como lo te-
día de que ésta disfruta- Lo que hace que no haya eclipses nemos aquP Me parecerfa completamente budesco que los
240 siempre que Ia Luna está entre el Sol y la Tierra, o la Tierra indios de aquel mundo se metiesen al agoa como los nues-
entre el Sol y la Lun4 es que, a menudo, estos tres cuerPos tros, que los americanos creyesen a nuestra Tierra enfureci-
no están exactamente alineados en una rectq y en conse- da coÁtra ellos, que los griegos se imaginasen que estábamos 285
cuencia, el que debería eclipsar, lanza su sombra un poco la- embrujados y que lbamos a emponzoñar sus hierbas y, en
245 deada respecto al que debería ser cubierto por ella. definitiva, que nosotros les provocásemos la consternación
haya tan poco misterio en los eclipses y de que no adivinen que ellos causan aquf abajo.
todos la causa. lo dudo en absoluto yo-. Quisiera sa-
iAhl, ciertamente hay muchos pueblos -No -respondl
que de la manera en que-respondf-,
lo enfocan attn tardetán mucho en t6Lacifra de trcinta v dos años aparece en la edición de 1686, pues el eclipse se habfa
nroducido en 1ó54. En Iá edición de'1742, Fontenelle mantiene el iexto, precísando la fe-
250 descubrirlo. En todas las Indias Orientales se cree que cuan- iha e. ,." nota. Entre los filósofos a que se alude en el texto unas [neas más abajo figu
do el Sol y la Luna se eclipsan, es Porque cierto dragón, que ran Gassendi y Roberval.

94 95
375 cuanto a los suspiros de los arnantes frasco no faltaba ni una gota. A continuación Ariosto, si-
-En la marquesa-, yo no sé si en los tiempos
terrumpió -in-de guiendo su loable costumbre de decir todo lo que le venfa 415
Ariosto se perdfan, pero por lo que a hoy toca, no sé de en gana, apostrofa a su amada y le dedica estos belllsimos
ninguno que se Yaya a la Luna. versos: «iQuién subirá a los cielos, hermosa mÍ4 pata truer
vos, señora habéis hecho ir la razón que vuestros encantos me han hecho perder? No
un buen número. En fin, la-replique-,
380 alll -solamente Luna es tan puntual prya rt-' me lamentada de esta pérdrda con tal que no aumentase
coger todo lo que se pierde aqul abajo, que todo está alll. pero si es preciso que esto continúe como ha comenzado, 420
Pero, y Ariosto no dice esto sino en un susurro, alU está no me queda más que esperar la suerte de Orlando que he
todo, incluso hasta la donación de Constantino. Se trata de descrito. Pero no creo que para recobrar mi ruz¡¡n sea nece-
que los papas han pretendido ser dueños de Roma y de Ita- sario que me remonte por los aires, hasta la Luna. Mi ruzón
li4 en virtud de una donación que les habfa hecho el empe- no se aloja tan alto, va errante sobre vuestros ojos, sobre 425
385 rador Constantino; y la verdad es que no sabda decir en qué vuestra boc4 y si de veras deseáis que me recobre, permitid
ha acabado este asunto" Pero adivinad qué clase de cosas no que la recoja con mis labios». iNo es hermoso? En cuanto a
se encuerrtran en la Luna la locura. Toda la que ha existido nal, para razonar como Ariosto, seda de la opinión de que
sobre la Tierca se ha conservado muy bien aquf. En com- no se perdiese nunca la ruzón más que por alnor, pues veis 430
390 pensación es increlble el número de razones extraviadas que que no ya tan lejos y que no hacen falta más que labios para
hay en la I-una. Hay otros tantos frascos llenos de un licor recuperarla. Pero cuando se pierde por otras vlas, como la
rnuy sutil, que se evaPora fácilmente si no está encerrado, y perdemos nosotros, por ejemplo, filosofando, ahota, va dere-
sobre cacJ:i" uno de ellos está escrito el nombre de aquel a cho a la Lun4 y no se la recupera cuando se quiere.
quien per:l*nece la razón. Creo que Ariosto los mete a to- compensación la marquesa- nues- 435
395 dos en un montón, pero yo prefiero figurarme que están tros-En
frascos ocuparán un-respondió
lugar honorable en la estancia de
bien alineados en largas galerfas. Astolfo se quedó muy los frascos filosóficos, en lugar de que nuestras razones
asombrado de ver que los frascos de mucha gente que le ha- vayan errantes por ventura, sobre alguno que no seda digno
bla creldo muy sabia estahan, no obstante, rebosantes. Y en de ello. Pero, para acal¡ar de perder la m{a, decidme, y ha-
400 cuanto a ml se refiere, estoy convencido de que el mlo se ha cedlo seriamente, si vos creéis que haya hombres en la 440
llenado considerablernente desde que os hablo de visiones, I.una, pues hasta el momento no me habéis hablado de ma-
tanto filosóficas como poéticas. Pero Io que me consuela es nera suficientemente positiva.
que no es posible que, con todo Io que os digo, no os haga *.tYo? no creo en absoluto que haya
tener también, muy pronto, un pequeño frasco en la I-una. hombres en -repliqué-,
la Luna. Ved cómo la faz de la naturaleza cam-
405 El buen paladln no dejó de encontrar el suyo entre tantos bia de aquf a la Chin4 rostros distintos, distintas figuras y 445
otros" Se apoderó de é1, con el permiso de San Juan, y vol- costumbres, y casi otros principios de razonamiento. De
vió a tomar su tazón, por la nariz, como el agua de la reina aquf a la Luna el cambio debe ser mucho más considerable.
de Hungda 1e. Pero Ariosto cuenta que no la llevó muy le- Cuando se va a tierras recientemente descubiertas, los habi-
410 jos, pues la dejó retornar a la Lona por una locura <1ue hizo tantes que allf se encuentran casi no son hombres, son ani- 450
algrín tiempo después. males con figura human4 e incluso en ocasiones imperfect4
No olvidó el frasco de Orlando que era el obieto del pero casi sin ninguna nzón humana- Quien pudiera llegar
viaje. Tuvo bastante trabajo para llevárselo, porque La razón hasta la Lun4 lo que allf encontrarfa seguramente ya no se-
de este héroe era, Por su naturaleza, bastante pesada y en el rfan hombres.
_<Qué clase de gente serf4 pues? la marquesa 455
con aire de impaciencia -dip
l, A. infoma oue «l'eau rouge de la rcine de Honqrie» es un alcoholato de ro-
Calame
XVll y se usaba paia los dolort's de gota y reu- fe mlq señor4 que no sé nada de ello. Si se pudiese
mero que estaba muy de áoda en el
matis¡no especialmente.
sigTo
-A que estuviésemos dotados de razón y que, no obs-
conseguir

98 99
, , ' '1. . , ' ,.1 , ' .,¡ll,
.t
I
".l
tante, no fuésemos hombres, y por otra parte habitásemos la a acabar confes'ando, contra toda mzón, que podrá haber un
Luna, ipodrfamos imaginar que aqü abajo hubiera esta esPe- üa en que la Tierra y la Luna se relacionen. Recordad el es-
cie extraña de criaturas que llamamos género humano? iPo- tado en que se encontraba América antes de que fuese des-
drfamos imaginamos algo que tuviera pasiones tan locas y cubierta por Cristóbal Colón. Sus habitantes vivfan en una 5r0
reflexiones tan sabias?, itan corta vida y PersPectivas tan ignorancia extrema. Lejos de conocer las ciencias, no cono-
465 amplias?, itanta ciencia sobre cosas casi inútiles y tanta igno- clan ni siquiera las artes más simples y necesarias. Iban des-
rartcia sobre las más importantes?, itanto ardor para la liber- nudos y no tenlan otras armas que el arco; no hablan i-rgt-
tad y tanta inclinación a la servidumbrd, itanta ansia de ser nado jamás que los hombres pudiesen ser transportados por
felices y tar, grzrn incapacidad para sedo? Seda preciso que animales. Miraban el mar como un espacio inmenso prohibi. 515
470 las gentes de la Luna,tuvieran mucho raciocinio para adivi- do a los hombres, que se juntaba con el cielo y más allá del
nar todo esto. Nosotros nos vemos incesantemente a noso- cual no hab{a nada. Es cierto que después de haber pasado
tros mismos, y aún tenemos que comPrende¡ cómo estarnos años ahuecando el tronco de un gran árbol con piedras cor-
hechos. Se ha llegado a decir que los dioses hicieron a los tantes, se metlan en el mar con él e iban costeando llevados
hombres estando ebrios de néctar y que cuando, ya sereflos, por el viento y las olas. Pero como esta embarcación estaba
vinieron a contemplar su obra no pudieron contener su risa- expuesta constantemente a girarse del revés, era preciso que
pues, bien seguros por lo que resPecta a' lx
-Henos, se pusieran a ¡adat inmediatamente para recuperada y, a de-
gentes de la Luna la marquesa-, no barruntarán
cómo somos, pero yo-dijo
cir verdad, estaban nadando siemprg menos cuando se des- 525
quisiera que nosotros pudiéramos cap
cansaban en ella. Quién les hubiera dicho que existfa un tipo
tar cómo son ellos. Pues en verdad resulta inquietante saber de navegación incomparablemente más perfecta, con la que
que están allá arriba, en esa Luna que vemos, y no poder se podfa atravesar esa extensión infinita de agua, por la par-
imag;nar cómo están hechos.
te y en el sentido que se quisierE que se podfa parar en me-
-.<Y por qué yo- no sentls inqüetud algu- dio de las olas agitadas; que se dominaba la velocidad a la
-responüde la gran tierra austral que nos
na respecto a los habitantes
que se iba; que, en fin, este mar, por vasto que fuesg no era
485 son enteramente desconocidos aún? Ellos y nosotros esta- un obstáculo para la comunicación de los pueblos, con tal
mos llevados por un mismo navfo del que ellos ocupan la
que más allá los hubiese; podéis asegurar que no lo hubiesen
pror- y nosotros la popa. Veis que no hay ninguna comuni-
creldo jamás. No obstantg he aqul que un hermoso dla el 535
cación entre ambas, y que en un extremo del buque no se
esp€ctáculo más extraño y más inesperado del mundo se
sabe en absoluto quiénes están en el otro, ni lo que hacen
pr€senta ante ellos. Enormes cuerpos que parecen tener alas
allf, iy vos querdais sabér lo que sucede en la Luna, en este
blancas, que vuelan sobre el mar, que vomitan fuego por to-
otro navlo que flota por los cielos, lejos de nosotros?
das partes y que vienen a laozar sobre la orilla a gentes des-
-iohl ella-, doy por conocidos a los habi- conocidas, cubiertas de escamas de hierro, dominando como
-replicó
tantes de la tiern austral Porque seguramente se nos pare-
quieren a los monstruos que corren bajo ellos, y llevando en
495 cen mucho, y porque en definitiva se los conocerá cuando
su mano rayos con los que fulminan todo lo que se les
se tome el trabajo de ir a verlos. Están siempre alll y no se
resiste. iDe dónde vienen? iQuién ha podido traerlos por
nos escaparán. Pero a las gentes de la Luna no se las cono-
encima de los mares? iQuién ha puesto el fuego a su disposi- 545
ceúiarnás y esto es desesperante.
ción? iSon los hijos del Sol? Pues seguramente no son hom-
yo os respondiera seriamente que no
-Si lo que sucederá" os reidais de mf-repliquts- bres. No sé, señor4 si vos os imbufs como yo de la sorpresa
500 se sabe y, sin duda, lo me-
de los americanos, pero iamás pudo habeda parecida en el
recerfa. Sin embargo, si yo quisiese, me defendeda bastante
mundo. Después de esto no quiero yo jurar que no pueda
bien. Tengo una idea muy ridlcula con un aire de verosimi-
haber relación alguna entre la Luna y la Tierra. iHubieran s50
litud que me sorprende. No sé de dónde puedo habeda to- crefdo los americanos que pudiese habeda entre América y
mado, siendo tan impertinente como es. APuesto a que vais
Europ4 que ellos ni siquiera conoclan? Es verdad que hard
100 101 .,];

'tl "
i'1
cabo de seis mil años yo rompiendo a refr-; les 595
falta atravesar este qran espacio de aire y de
cielo 9]e hay -repliqué
iparecerlan estos grandes ma- fue necesario este tiempo para perfeccionar la navegación
555 entre la Tierra y la Luna' Pero
hasta el punto de poder atravesar el océano. Quizá en estos
res más transitábles a los americanos? momentos las gentes de la Luna saben hacer ya pequeños
verdJ -dip la marquesa mirándome-' estáis viajes por el aire, se eiercitan. Cuando sean más hábiles y
-En
loco. más experimentados, Ios veremos, y Dios sabe con qué sor- 600
-iQuién os ha dicho lo contrario? -respo-ndL
yo quiero probároslo -replicó ella-- no me
pfesa-
-
-Pero.á" h'confesión que me hacéis de ello' Los ame- insoportable ella- presionándome, al fin,
560 conformo con-Sois
-dijocomo éste.
un argumento tan hueco
de
ricanos eran tan ignorantes- que no tenfan posibilidadno- me contrariáis sé muy bien que con-
Pero
sospechar qre p'diira" t""uttt tan vastos mares' -Si paru fortalecerlo.-repliqué*,
bien nos figura- tinuaré Notad que el mundo crece Poco a 605
sotros, que tenemos tantos conocimientos' poco. Lás antiguos estaban seguros de que la zana tórrida -y
pudiese
565 rfamos qr. prr.a. i"t pot los aires' si efectivamente
ios glaciares nó podlan estar habitados a causa del exceso de
hacerse.
que esto es posible .doI o de frlo; y en tiempo de los romanos el mapa general
hay más que figurarse
"^ -re- de la Tierra no era apenas más extenso que el de su imPe-
-No
pliqué- y ya se t pi" volat un poco' Variat
¡:^t-tT"
ies sos- rio, lo que implica giandeza en un sentido y denota mucha 610
hirii.,,^, É* nrtludo el secreto de aiustarse alas que ignoraniia en otro. Sin embargo, no- deió de encontrarse
los rfos'
de
570 tienen en el aire, impulsarlos, y Pasar por encima ño*bres tanto en los palses muy cálidos como en los muy
¡ á..i, verdad, no ira sido un vuelo de águila, y en algunas
un brazo o una fdos; he aqul el mundo ya aumentado. Después se creyó que
ocasiones ha costado a estos nuevos páiaros el océano iubrfa toda la Tierra excepto lo que se conocfa 615
más que. las
oierna. pero, en definitiva, esto no iepresenta entonces, y que no existlan los antlpodas, Pues.no se habla
sobre el agu^.y
irim.ra, tablas que se han puesto 1":,lu'
De estas tablas a ofdo hablar .rrtt.u de ellos, y por lo demás, itendrfan los
el comienzo de Ia navegación'
constituido
mucha pies arriba y la cabeza para ab$o? 20' Después de este her-
575 los buques qrr. p.'dit"n dar la "Jk' al mundo hay ..roro trzot amiento se descubre, no obstante, a los antfpo-
distancia. Sin embargo, p)oco a Poco han llegado
-los .grandesy das. Nueva reforma en el map4 nueva mitad de la Tierra' 620
navlos' EI arte de h' nacido' se perfecciotará iEntendéis claramente, señora, que aquellos antlpodas que se
"áar-apen"t
i,i la Luna' iPretendemos acaso haberlo des-
alsún dfa han encontrado contra toda esperanza debeilan enseñarnos
s80 ;fü;;1;¡o,", o ^,. ha llegado a un punto en que nada pue-
a ser más cautos en nuestros iuicios? El mundo acabatá cte-
de añadirse yar iOt't, po'"f*o', tot'iit'ta-ot que haya algo
ciendo quizá para nosotros, se conocerá hasta la Luna' No
que hacer en los siglos venideros'
cstamos'allf aún Porque no ha sido descubierta toda la Tie- 625
'-.--ó; cualquieimanera -dip ella-' no consentiré que rra y, al pu....t, es preciso que todo se haga en orden'
585 se vuele .r.r.r.n- -¿t que de ^^i"^ en que uno se rompa el Cuando háyamos conocido bien nuestro habitáculo, nos será
cuello inmediatamente'
bien respondf-, si queréis que lqul. se vue-
-le
-Pues tan mal, meioi se volatá en la Luna' Sus habttan-
le siempre
tes serán pát^ éste quehacer' Pues no importa que ru San Agustln dio tres sabrosos ilgumentos en contra de,la,existencia

t ^pto,
nosotros ,^yu-oi allá o qué ellos vengan aquf;.Y
que no se imaginaban
nosotros
que se ,l;;;;áüi;á.
i:-l.-t-,Tlry^1^t
(ruu fueron "moliamente aceptados. EI primero es que «no hablan las escrlturas de tales
Áá¿no. nl iegr.do es'que el Todoiloderoso 19 poar' permitir que estu-
, r,.ran allf- mrque no oodrlan íer la segr;da venida de Cristo. El lercero se basa en el sal-
i
590 seremos como los americanos del mundo i,
,,,,, i'f ir rárrü.iá. d. ¿l hi-"S", Pablo en su Eplstola a los romanos, refirié.ndo
pudiera .rr.g", por más que en el otro extremo i,;" il;Jr.d;Jái.r "r.
á.1 Er^ns.lio: «Por roda la Tierra lia salido la voz de ellos, y ha.sta
1,,. fines'de la Tierra sus palabiasr. Ahora bien, argumenta San,Agustfn' Pueslo que
halla-
se hacfa Perfectamente' ,,r,,s (leclaraciones constantes de que los predicadoies no han ido á- las antfpodas' las arttl-
g;;;t de la Luna, ihabrlan venido ya' pues? - r,.la. no existen, v Dor tanto, allíno hay seres humanos Y quten Io al'rma asl conlradlcc
-Las ;
,i ;
Dr;iJ. Si"'p^ul" v,'., .on...ú.ncia, al Esplritu Santo. Véase al respccto A I)'
replicó ella casi encolerizándose' rvt,it'e, ap. c;t., t+Z y ss, y Sán Agustln, De Ciútatc Dci, XYl,9'
.oráp.o' no han estado en América más que al
-Los 103
102
permitido conocer el de nuestros vecinos, las gentes de la
Luna.
630 decir verdad la marquesa mirándome
-A
mentr-, -dijo en esta materia que no esatenra-
os veo tan metido posi-
ble que no creáis de verdad lo que decls.
me molestarfa eso Yo única-
635 -Mucho
mente -responü-.
quiero haceros ver que se puede sostener una opinión
quimérica suficientemente bien para confundir a una perso-
na de talento, pero no lo suficier:r.e para persuadida. Sólo la
verdad convence aun sin necesidad de aparecer con todas
sus pruebas. Entra tan flaturalmente en la razón, que cuando
640 se la capta por primera vez parece que no se haga más que
recordar.
me tranquilizáis la marquesa-; vuestro
-¡Ah!, -replicó ya me siento más dis- TERCERA NoCHE
falso razonamiento me incomodaba,
puesta a acostarme tranquilamente, si os parece bien que
645 nos retiremos.
PARTICULARIDADES
DEL MUNDO DE LA LUNA.
LOS OTROS PLANETAS
TAMBIEN ESTAN HABITADOS

104
Durante el dla la marquesa qüso inducirme a continuar
nuestras conversaciones, pero yo le manifesté que no debla-
mos confiar tales enseñanzas más que a la Luna y a las es-
trellas, puesto que también ellas estaban implicadas' Por la
noche no dejamos de acudir al parque, que se habla con-
vertido en el lugar consagrado a nuestras sabias conversa- 10
ciones.
muchas novedades que enseñaros dije-.
-Tengo
La Luna de que os hablaba aye\ y que segrin todas-le las apa-
riencias está habitada, podrfa muy bien no estarlo. He pensa-
do algo que pone a sus habitantes en peligro.
no lo soportaré ella-. Ayer me ha- 15
-Yo
bfais preparado para ver cómo-respondió
un buen dla esas gentes se
presentaban aqul iy hoy no estarán siquiera en el mundo?
No jugaréis conmigo de esta manera. Me habéis hecho creer
en los habitantes de la Luna, he superado las reticencias que
tenla y creo en ellos.
muy deprisa es preciso no dar más
la mitad de la ruzón-repliquf,
que-Vais a las cosas de esta clase en que se
cree, y conservar la otra mitad libre para poder admitir lo
contrario si hay necesidad de ello.
no me contento con sentencias *replicó ella-, 25
-Yo
varnos a los hechos. iNo hay que razoÍtat sobre la Luna
como sobre Saint-Denis?

1,07
tes de la Luna, conservémoslos o eliminémoslos para siem-
yo-. La Luna no se parece tanto a la pre, y no se hable más. Pero conservémoslos, más bien' si es
-No
Tierra -responü
como Saint-Denis se parece a Parfs. El Sol hace subir inclinación que lamenta-
exhalaciones y vapores de la Tierra y de las aguas que, '
iosiÉte. He adquirido por ellos una
rfa perder.
remontándose por el aire hasta cierta alt:u¡ra, se iuntan y deiaré, pues, la Luna desierta repo-
forman las nubes. Estas nubes suspendidas revolotean irre- -No
blémosla para complaceros' Realmente,
-continué--
puesto que la apa- 75
gularmente alrededor de nuestro globo sombreando ahora riencia de^las manchas de la l,una no cambia en lo más mf-
un pafs, ahora otro. Quien viere la Tierra desde lejos, nota- :
nimo, no se puede creer que no haya nubes a su alrededor
rfa constantemente cambios en su superficie, porque un gran que ensombrecen ahora una partq luego otra, pero esto no
pafs cubierto de nubes seda un lugar oscuro y se volverla qoiere decir que ella ¡o e*pulse fuera. de sl exhalaciones ni
más luminoso cuando estuviera despejado. Se vedan man- ,r"pot.t. Nuestras nubes, q,re vemos llevadas P9t t!. viento,
chas que cambiadan de lugar, o se juntadan de diversos mo- '

,ro .o., más que exhalaciones y vaPores que, al salir de la


dos, o desaparecedan totalmente. También se vedan, pues, Tierra, están ieparadas en Partes demasiado pequeñas,- para
tales cambios, en la superficie de la Luna, si ésta tiene nubes poder ser vistas, y que algo más arriba han encontrado un
a su alrededor. Pero, muy al contrario, todas sus manchas ?'rlo que las ha apretado y reuniendo sus- Partes las ha hecho
pemanecen fijas, sus lugares luminosos lo son siempre, y visibÉs; después^de esto son gruesas nubes que flotan en el 85
ahl radica la dificultad. Esto quiere decir que el Sol no eleva aire, donde son cuerpos extraños hasta que vuelven a c er
vapores y exhalaciones de la superficie de la Luna. Esta es, en forma de lluvia. Peto .tot mismos YaPores y exhalacio-
pues, un cuelpo infinitamente más duro y más sólido que nes se mantienen a veces bastante dispersos para resultar
nuestra Tierra" cuyas partes mas sutiles se desprenden fácil- imperceptibles, y no se reúnen más que formando rocfos
mente de las otras y suben hacia arÁba cuando el calor las ninguna nube. Supongo
pone en movimiento. Es preciso que esté constituida por -úy rrrtll.t que no se ve caer desdepues, e¡ definitiv4 es necesa-
que de la Luna salen vaPores,
una mezcla de rocas y mármoles en los que no se producen rio qrre asl sea. No es crefble qu9 la Luna sea una masa
evaporaciones. Por otra parte, éstas se producen tan natural .ryat p^rtes sean de idéntica solidez, todas igualmente en
y necesariamente donde hay agaa, que alll no debe existir ni reposo unas resPecto a otras, incapaces^todas ellas de no
se ha producido. iQuiénes son, pues, los habitantes de esos ellas' No-
roquedales que no pueden producir nad4 de ese mundo en
,át^. ningún cámbio con la acción del Sol sobre
55
sotros no conocemos ningún cuerpo de esta natutalez4 ni
que no existe el agua)
siquiera los mármoles lo ion. Todó, incluso lo más sólido,
iqué? ----exclamó ella-, ino os acordáis que .r-bi^ y se alterq ya sea por el movimiento secreto que tie- 100
vos -Entonces,
me habéis asegurado que habfa mares en la Luna que se
n. et ti mistno, o por el que recibe de fuera. Pero los-vapo-
distingufan desde aquP
res de la Luna no^se reoñirán en nubes a su alrededor, ni
no es más que una conjetura ¡l es- volyerán a caer en forma de lluvia no forrnarán más que
toy -Esto
muy disgustado por ello. Esos lugares-respondf-,
oscuros que se to- rocfos. Para eso bastará que el aire que aParentemente rodea 105
man por mares, qaizá no son sino grandes cavidades. Desde
la Luna y es propio de-ellq como nuestra Tierta tiene el
la distancia a que estamos, no es posible captado totalmente
suyo, sea un poco diferente a nuestro aue,y que los vapores
bien.
de la L..na sean algo distintos de los terrestres, lo cual es
ibastará esto ella- para hacernos aban- más que veroslmil. Sobre esta hipótesis será preciso que e-s-
donar a los habitantes de -üjo
-Pero la Luna? tando la mateia lunar dispuesta de modo distinto a la
65 del todo, señora *contestts-, no nos decidire- terrestrg los efectos también sean difeentes, Pero eso no im- 110
mos-No
ni por ellos ni en su contra. porta. Desde el momento en que h:q", encontrado un mo-
--Os confieso mi debilidad *replicó-, no soy cap^z ii-i.rrto interior en las Partes de la Luna, o producido por
de una resolución tan perfecta, tengo necesidad de creer. Es-
causas exteriores, he aqul a sus habitantes que renacen y te-
tablecedme prontamente una opinión respecto a los habitan-
109
108
115

120
nemos el fundamento necesario Para su subsistencia- Esto
nos proveerá de frutos, granos, agua y todo lo que quera-
mos. Entiendo frutos, granos y agoa a la manera de la Lun4
que declaro no conocer, todo proporcionado a las necesida-
des de sus habitantes, que tampoco conozco.
t --cPor qué no? -respondió ella riendo-; en cuanto a
mf me meterla por mf misma en sus redes para tener el pla-
cer de ver a los que me habdan pescado.
-{onsiderad
muy enferma a lo -prosegul-
que no llegaríais rnás que
alto de nuestro abe; paru nosotros no es
1ó0

decir dijo la marquesa-, que sabéis única- respirable en toda su extensión, ni mucho meflos que eso. Se
-Esque todo-me
rnente está bien sin saber cómo está. Es mucha ig- dice qtre ya casi no lo es en lo alto de ciertas montañas. Y
norancia sobre muy poca ciencia. Pero hay que conformarse. mucho me asombra que los que tienen la locura cle creer
125 Demasiado feliz estoy de que hayzíis reintegrado a la Luna que genios corporales habitan el aire más puro, no digan 1 (r5

sus habitantes. Me alegro mucho además de que les deis un también que lo que hace que estos genios tto nos visiten
aire propio que los envuelve; en adelante me parecerá que más que muy raramente, y por poco tiempo, se debe a que
sin éste un planeta estará demasiado desnudo 21. son pocos los que saben sumergirse y que, incluso los que
--Estos dos aires diferentes -continué yo_- contri- saben, no pueden hacerlo hasta el fondo de este aire espeso 170
130 buyen a impedir la comunicación de los dos planetas. Si no en el que estamos, más que en inmersiones de poca dura-
dependiera más que del vuelo, iqué satremos, como os decla ción. He aquf, pues, muchas bar¡eras naturales que nos vetan
ayer, si no se volará muy bien algún dla) Confieso que, flo
YI la salida de nuestro mundo, y la entrada en el de la Luna.
obstante, no hay rnuchas posibilidades. La gran distancia en- Tratemos, por lo menos, para coüsuelo nuestro, de adivinar
135 tre la Luna y la'fierca sería aún una dificultad a superar, 1o que podamos sobre aquel mundo. Creo, por eiemplo, que 175
que es, sin dud4 considerable. Pero, aun si ésta no se dier4 es necesario que alll se vea el cielo, al Sol y los astros de un
e incluso si los dos planetas estuvieran muy próximos, no color clistinto al que nosotros los vemos. Todos estos obietos
seía posible pasar de1 aire de uno al de otro. El agrra es el no se nos parecen más que a través de una especie de lente
140 aire de los peces, éstos no pasan jamás al aire de los pájaros, natural que los cambia. Esta lente es nuestro aire, mezclado
ni éstos al de los peces. No es la distancia lo que impide, como está de vapores y exhalaciones y rlo se extiende rnuy 180
sino que cada uno tiene por prisión el aire que respira. Ve- alto. Algunos modernos pretenden que, como en el caso del
mos que el nuestro está mezclado de vapores más espesos y agua del mar, el azul que rremos es del aire mismo, y que
145 groseros que el de la Luna. Sobre esta base, un habitante de este color no aparece ni en el uno ni en la otra más qlre con
la [-una que llegara a los confines de nuestro mundo, se una gran profunclidad. El cielo, en el que están sujetas las
ahogarla apenas entrar en nuestro aire y le veríamos caer estrellas fijas, no tiene por sl mismo luz alguna y en conse- 185
muerto sobre la Tierra. cuencia deberla parecer negro, Ilero se le ve a través del aire
cómo me gustada Ia rnarquesa- que azul y por eso parece azul. Si esto es asf, los rayos del Sol y
150
-ioh,algún gran naufragio-exclamó
se diera que esparcien^ par aqul un de las estrellas no pueden pasar a través del aire sin teñirse
buen número de aquellas gentes, de las que estudiaríamos a un poco de sr¡ color y perder otro tanto del que les es natu- 190
nuestra comodidad sus extraordinarias forrnas! ral. Pero, incluso si el mismo aire fuera de color, es cierto
yr-', si fueran suficientemente hábi- que a través de una espesa neblina la luz de la llarna que se
-Fero
les para -repliqué
navegar sobre la superficie exterior de nuestro aire, ve rJe lejos parece cornpletamente roiiza, por más que éste
155 y por la curiosidad de vernos nos pescaserl como a peces, no sea su verdadero color. Y nuestro aire no es más que 19s
iqué os pareceilñ una espesa niebia que debe alterarnos el verdadero color clel
cielo, el Sol y las estrellas. Este no pertenecería más que a la
2rHov sabemos que la Luna no tiene atmúsfera alquna. Sin cmbargo, podrla decirse
n-rateria celeste que nos true la luz y los colores en toda su
qutt en efecto, la Luna exhala cienos vapores. En elia- a ¡"artir del isóto¡n potasio 40, ,l:
que es radraOivo, se forman itomos dc gas argón-40, algunos de los cuales alcanzan la su- p*reza y tal como son. Asl Puesto que el aire de la l-una es 200
{,
[e.fici. Iunar y podrlan fomar una atmósfera.'Pero la gávedad de ]a [.un4 quey' es <Je una naturaleza tXistinta a la de nuestro aire, o bien está
la sexta
pane de la tcrrestre, no tiene fuerza suftctente Para retener estas emanaclones'
iuencia Ia Luna no tiene atmósf,cr¿
en conse-
t teñiclo por sf mismo de otro color o, por lo menos, consti-
§
't
10 111
tuye Lrna neblina distinta que causa una clistinta alteración a una gracia que nos hace la naturaleza. Se habla de una luz
los colores de ios cuerpos celestes. En definitiva, paru las <1ue reg¡ularmente no deberíamos ver y que nos da por enci-
205 gentes de ia Luna, esta lente a traYés de la cual se ve todo rna de lo que nos corresponde. Pero en la Luna, donde apa- 250
es distinta. rentemente el aire es rnás puro, podrla muy bien no ser tan
rne hace preferir nuestra morada a la de la Luna apto para rcfleiar hacia abaio los rayos que recibe antes de
-Esto
la rn*reluesa-, no podda creer que la combinación c¡ue el Sol salga o después de que se hava puesto. Sus pobres
-dijo
de colores celestes sea tan herrnosa como aquf. P«rned, si habitantes no tienen pues esta luz de favor, que intensificán-
queréis, uri cieio rojo y las estrellas verdes, el ef,ecto no es dose lentamente, les prepara agradablemente la llegada del 255
214 tan agradaL,le cc¡mo el de las estrellas doradas sobre un f,on- Sol, o que debilitándose en matices sucesivos, les acostum-
do azul. bra a su pérdida. Están en profundas tinieblas y de pronto
--Se dirf4 al ofros que combináis un ves- parece que se abre una cortina. He aqul sus ojos heridos por
tido o un mueble. Pero-replique--,
creedme, la naturaleza tiene mucho todo el brillo que hay en el Soi. Están en medio de una luz 260
ingenio. Dejaclle el cuidado de inventar una combinación de viva y resplandeciente, y helos aqul, de súbito, en las pro-
215 colores para la Luna y os garantizo que será bien cumplido. fundas tinieblas. El dfa y la noche no están unidos Por un
No dejará de variar el espectáculo del universo para cada términn medio constituido por uno y otro. El arco iris es
punto de vista, y de variarlo de una manera siempre agrada- otra cosa que falta a las gentes de la Luna. Pues si la aurora 265
ble. es un efecto del espesor del aire y de los vapores, el arcc¡
su destreza la tnarqlresa-, iris se forma en la lluvia que cae en ciertas circunstancias. Y
220 no -Reconozco -interrumpió
se ahorra esfuerzos para cambiar los obietos para cada ciebemos las cosas rnás bellas del mundo a las que menos lo 270
punto de vista, no ha cambiado más que las lentes y tiene el son. Puesto que alrededor de la Luna nr¡ hay vapores sufi-
honor de conseguir esta gran diversidad sin haber hecho cientemente groseros, ni nubes pluviales, adiós atco iris y
derroche. Con un atre azul nos da un cielo azti" quizá con ufl aurora, iy a qué se parecerá las beldades cle aquel mundo?
225 aire rojo les dé un cielo rojo a los habitantes de la I-una, y iQué fuente de comparaciones no se ha perdido?
no obstante es siempre el mismo cielo. Me parece que nos no me lamentaila tanto estas comparaclones
ha puesto ciertas lentes en la imaginación, a través de las -YoIa marquesa- y me ParecePor que en la Luna se ven 275
que se ve todo y que cambia mt¡cho los objetos a la perspec-
-dijo
bastante recompensados de no tener ni aurora ni arco iris,
230 tiva de cada hombre. Aleiandro veÍa la Tierra como un her- pues, por la misma razón, no debe haher ni relámpagos ni
moso lugar para establecer en él un imperio. Celadon no lo trueflos, pues tamLrién son cosas que se forman en las nubes.
vela más que como la morada de Astrea. Un fiiósofo la ve Se goza de hermosos dlas, siempre serenos, en los que no se 280
como un gran planeta, que va por los cielos, plagado de lo- pierde el Sol de vista. No hay noche en que no se muestren
cos. No creo que el espectáculo cambie más de la Tterca a la todas las estrellas; no se conocen los vientos ni las tempesta-
235 Luna de lo que lo hace de imaginación a imaginación. des, ni todo lo que parece efecto de la cólera del cielo. iOs
cambio del espectáculo es más sorprenrlente en parece que sea para lamentarse tanto?
-El imaginaciones
nuestras pues no son sino los hacéis ver la Luna c<¡rno una morada encantada 285
rnisrnos objetos los que -repliqué-,
se ven diferentes. For lo menos etl -Me No obstante, no sé si es tan delici<lso tener
la Luna pueden verse otros objetos, o no rrer algpnos de los -respondl-.
siempre sobre Ia calteza, durante dfas que valen por quince
240 qüe se ven aquf. Quizá en aquel mundo no conozcan la au- de los nuestros, un sol ardiente cuyo calor no moclera nin-
rora ni los crepúsculos. El aire que nos rodea, y que está guna nube. Quizá sea por eso que la naturaleza ha cavado 290
por encima de nosotros, recibe rayos que no podrfan caer en la Luna una especie de pozos, que son bastante grandes
sobrc ia il'ierra. Y puesto que es muy grosero detiene una para ser percibidos por nuestros telescopios. Pues no son
245 parte v nos la refleja, aunque no nos estlrviesen destinados valles que estén entre montañas, son cavidades que se ven
de modo natural. Asl pues, la aurora y los crepúsculos son en ciertos lugares llanos en muy gran número, iquién sabe 295

112 113
si los habitantes de la Luna incomodados por el Perpetuo bien ella*, hagamos el viaie por los pla-
ardor del Sol no se refugian en estos grandes pozos? Quizá -Pues -dip
netas como podamos, iquién nos lo impide? Vamos a situar-
no habitan sino alll y es donde constfl¡yen sus ciudades. No- nos en todos estos diferentes Puntos de vista, y desde alll 340
sotros rremos aqul que la Roma subterránea es más grande consideraremos al universo. iNo tenemos nada más que ver
300 que la que está en la superficie. No hay más que sup_rimir en la Luna?
esta última y el resto serfa una ciudad como las de la Luna. mundo aún no está agotado Os
Todo puetrlo está en un Pozo y de un pozo a otro hay cami- -Estede que los dos movimientos por-respondf-.
acordáis los que la Luna
.ro, trrbt..táneos para la comunicación de los pueblos. Os gira sobre sf misma y a nuestro alrededor, siendo iguales, el 345
305 burlzíis de tal iclea, y lo acepto de todo corazón. No obstan- uno pone siempre ante nuestros oios lo que el otro debeda
te, hablándoos más seriarnente, vos podríais equivocaros quitarles, y que, de este modo, siempre nos presenta la mis-
más que yo. Vos creéis que la gente de la Luna deben habi- ma cata. Sólo esta mitad, pues, puede vernos. Y puesto que
tar sobre la superficie de su planet4 Porque nosotros habita- se supone que la Luna no gira sobre su centro a nuestro al-
310 mos en la superficie del nuestro' Es al revés, puesto que no- rededlor, la mitad que nos ve, nos ve siempre pegados al 350

sotros habitamos sobre la superficie de nuestro planet4 ellos mismo lugar del cielo. Cuando en ella es de noche, esas no-
podrían muy bien no hacerlo. De aqul allá todo tiene que ches que valen por quince de nuestros dlas, ve primero una
ser muy diferente. esquinita de la Tierra iluminad4 después un trozo más gran-
importa la marquesa-, no puedo decidir- de, y Ia luz parece extenderse sobre la superficie terrestre'
315
-No
me a dejar vivir a -ciiio
los habitantes de la Luna en perPetua os- casi de hora en hora, hasta que finalmente la cubre por en- 355
curidad. tero en lugar de los mismos cambios que a nosotros no nos
os costarfa aún si supierais que un parece que se dan en la Luna rnás que de una noche a otra,
gran-Más -repliquts
filósofo de la antigtiedad hizo cle la Luna la morada de porqre la perdemos de vista largo tiempo. Bien qüsiera adt-
22. Toda vinar los falsos razonamientos que hacen los filósofos de 360
l-as almas que aqul meiecieran ser bienaventuradas
la felicidad consiste en que alll oyen la armonfa que los aquel mundo sobre el hecho de que nuestra Tiena les parez-
320 cuerpos celestes producen con sus movimientos. Pero como ca inmóvil, mientras que todos los demás cuerpos celestes se
que supone que cuando la Luna cae en la sombra de la levantan y se ponen por sobre sus cabezas cada quince dfas.
estar armonlas, cuando eso ocurre, dicg
Ti.rr^ ño prr.á"., olr Probablemente atribuyen esta inmovilidad a su tamaño, pues
estas almas gritan como desesperadas, y la Luna se apresura la Tierra es sesenta veces más grande que Ia Lana23, y 365
325 cuarrto puede para sacarlas de un lugar tan molesto. cuando los poetas quieren alabar a los prfncipes ociosos no
pues, ver llegar hasta aquf _-replicó la dudo que se sirven del eiemplo de esa quietud majestuosa.
-Debedamos,
marqu€sa- a los bienaventurados de la Luna, pues, segrin Pero, sin embargo, éste no es un reposo perfecto. Desde Ia
parece, nos los envía también. Y en los dos planetas se- cree Luna se ve de modo muy claro que nuestra tierra gira sobre 3'70

haber atendido suficientemente a la felicidad de las almas, su centro. Imaginad nuestras Europa, Asia, América que se
por haberlas transportado a otro mundo. les muestran una tras otra de diferente figura y a pequeña
330 no sería pequeño el placer escala, casi como nosotros las vemos en los mapas. iCuán
-seriamente
de ver -repiiqué-,
varios rnundos diferentes' Algunas veces me regociio nuevo debe parecer este espectáculo a los viaieros que pasan
mucho por no hacer este viaje más que con la imaginación. de la mitad de la Luna que no nos ve nunca, a la que nos 375
Pero si lo hiciera realmente, cqué sucederf¿) Seda. mucho está mirando siempre! iAh, cómo se habrán resistido a creer
mejor que ir por aquf hasta el Japón, es decir, arrastrarse
335 con mucho trabaio de un punto a otro de la Tierra, Para no 2t Hov se estima el diámeto ecuatorial de la Tierra en 12.751 y el polar en 12.713. En
ver más que hombres. cumto a la Luna, su diámetro lineal se estima en 3.475 km. Aunque el diámetro que aPun-
ta zla'liefia es alrededor de 1,5 km. mayor que el diámetro en ángulo recto. La dislancia
media de Ia Tierra a la Luna es de 384.317 [m. En el perigeo, Ia Luna puede hallarse a
22
Se refiere a Plutarco. 356.334 km. y en el apogeo a 406.610 km.

11.4
115
:"-.-.rrq

los relatos de los primeros que han regresado a ese gran


cierto que si, en el momento en que
mundo que no sabe nada de nuestra existencia.! -Esde sorprenderrne,
-respondf-
_-Se me ocurre acabáis me hubierais contradicho respecto
ia marquesa- que de aquella
car^ a la otru se hacen-dijo
una especie de peregrlnaciones para
a los habitantes de los planetas, no sólo los habrla manteni-
380 ir a observarnos, y que existen honorés y privilegio" p^r^ dn, sino que creo que os habría dicho cómo estaban hechos. 420
los que han visto una yez en su vida al enorme plañeta. ^ FIay momentos para creer, y yo nunca he creldo tanto en
lo menos ellos como en ése. Incluso ahora que estoy un poco más se-
los que lo ven tienen el
-Por de estar mejor
privilegio -repliquá-
iluminados durante sus noches; ha-
reno no deja de parec€rme que serla muy extraño que la
'Tierca estuviese habitada como lo está, y que los otros pla- 425
bitar en la otra mitad de laLuna debe ser mucho menos có_
385 modo desde este punto de vista. Pero continuemos, señora, netas no lo estuviesen en absoluto. Pues no creáis que
el viaje que habíamos dispuesto hacer de planeta en planetq vemos todo lo que habita la Tierr4 hay tantas especies anima-
les invisibles como visibles. Nosotros vemos descle el elefante
ya hemos visitado la Luna con bastante detenimiento. Al
salir de la [,una yendo hacia el Sol se encuentra Venus. Res- a la cresq ahi acal¡a nuestra vida. Pero en la cresa empieza
pecto a Venus, retomo lo de Saint-Denis. Venus gira alrede_ una multitud infinita de animales de los que ella es el ele- 430
390 dor del Sol y sobre sí mismo como la Luna- Con el telescopio fante y que nuestros ojos no pueden percibir sin ayuda. Con
las lentes se han visto gotas pequeñfsimas de lluvia, de vina-
se descubre que Venus, como la Luna, está .r, ..raito
crectente, menguante, o lleno, según las posiciones en que se gre o de otros llquidos, repletas de pequeños peces o ser-
encuentra respecto a la Tierraza. La Luna. según todas las pientes de los ilue nunca se habda sospechado que habitaran 435
395 apariencias, está habitad4 cpor qué Venus no l,c estará tam_ allí. Y algunos filósotos creen que el gusto que sentimos son
bién? las picaduras que estos pequeños animales dan en la lengua.
hdezclad ciertas cosas en algunos de estos llquidos, o expo-
la marquesa- ies que diciendo
-Pero
siempre -interrumpió
«ipor qué no?» vais a meterrne habitanies en todos nedlas al sol, o dejad que se corrompan, y he aqul que al 440
Ios planetas? Dunto aparecen rluevas especies de animalitos 25.
400 lo dudéis N4uchos cuerpos que parecen sólidos no son más que
Este «ipor qué no?» tiene
una -No -repliqué-.
virtud que lo poblará todo. Vemos que todos los plane- masas de estos animales imperceptibles, que para sus movi-
tas son de la misma nat:uraleza, cuerpos opacos que no reci- rnientos encuentran ailf tanta libertad como necesitan. Una
ben ia luz más que del Sol, que se la refleján unos a otros, y hoja de árbol es un pequeño mundo habitado por gusanillos 445
que. no tienen sino los misrnos movimientos. Hasta aqui todo
iovisibles a los que parece de una extensión inmensa, donde
405 es igual. Asl pues, serÍa preciso pensar que estos grandes montañas y abismos, y en el que entre los gusa-
'.listinguen
cuerpos habrfan sido hechos para no estar habitados, que nillos que viven a uno y otro lado de la hoja no hay más 450
esto sería su condición natural y que precisatnente habrla r--omunicación que entre nosotros y los antlpodas. Me parece
una única excepción en favor de la Tierra. euien quiera que, con rnucha tazón, un gran planeta será un mundo habi-
creerlo que lo crea. Pero yo no puedo aceptarlo. tado. Hasta en las clases más duras de piedras se han encon-
410 veo ella- muy firme en vuestra opinión trado innumerables gusaniilos que estaban alojados por to-
- _ !t -dijo rlas partes en los huecos insensibles, y que no se nutdan 455
desde hace unos instantes. Acabamos de ver la Luna p.r.t-
" y si
to de quedar desierta y no os he visto muy preocupado, más que de la sustancia que carcomlan en estas piedras. Ima-
ahora me atreviera a deciros que no todos los planétas están ginaos cuántos gusanillos de éstos habrá y durante cuántos
415 habitados como la Tierc4 veo muy claro que os enfurece-
25
¡íais. Se trata de la conocida teoda de la generación es¡»ntáne4 amplimrente aceptada en
l,'s siglos XVII y XVlll a quc rludlamos en nuestra introducción. No obstante, Fontenelle,
..nocedor de los experimeñtos y rrabajos realizados en la primera mitad del siglo XVI|l,
2a ¡,rrcce inclinarse postcriomente haci¿ un rechzo de la teorla. «Todas las experiencias mo-
Est¿ fue ma de las famosas observaciones que Galileo presentó en su <<Sidereus ,l(rnas ---dicr ños llevan a desengañarnos de cste antiguo error, y tcngo por seguro que
Nuncius» y que confimaba la predicción de Copérniio. ,lentro de poco tienr¡n no quederá el menor asomo de duda». Citado ¡nrJ. Rosiand, /ac
Lit., 62.

t16
1.1.7

*rl
años se nutren con el equivalente a un grano de arena. Y a y uno de Saturno. Aquf, por eiemplo,
habitante de la Tierra
partir de este eiemplo, aun cuando la Luna no fuera más se acostumbra ahab\ar, alll no se habla más que por signos, 500
460 que una masa de rocas, antes la har{a carcomer por sus ha- más allá no se habla en absoluto. Aq"f el nzc¡natniento §e
bitantes que no ponedes alU. En definitiva, todo está vivo, forma enteramente por la experiencia; en otra parte la expe-
todo está animado. Poned todas estas especies de animales riencia ayuda bien poco; más lejos los ancianos no saben
recientemente descubiertas, e incluso todas las que se conci- más que los niños. Aquf uno se atoflnenta por el porvenir 505
465 be fácilmente que están por descubrir, con las que se han rnás que por el pasado, allá por el pasado más que por el
visto siempre, y seguramente os parecerá que la Tierra está poruenir, mfs le¡os no preocupan ni el uno ni el otro, y qui-
realmente poblada, i, que la natsraleza ha repartido los ani- zá no son éstos los rnás desdichados. Se dice que bien po-
males tan liberalmente que no es para lamentarse que se drfa faltarnos un sexto sentido natural que nos enseñada 510

vean solamente la mitad. Y después de que ella haya impul- mucho de lo que ignoramos. Este sexto sentido está por lo
470 sado su fecundidad hasta el exceso, icreeréis que, para todos que parece en otro mundo, en el que falta alguno de los cin-
los demás planetas, ha sido tan estéril como para no produ- * q". poseemos. Quizá hay inciuso un gran número de
cir nada yivo? 2/'. sentidos naturales, pero en la repartición que hemos hecho 515
razón está bastante bien convencida la ro:rar- con los habitantes de otros planetas, no nos han caído en
-Mi pero mi imaginación está abrumada -dijo
quesa-, por la infinita suerte más que cinco, con los que nos contentamos al no
475 multitud de habitantes de todos estos planetas, y confundida conocer otroi. Nuestras ciencias tienen ciertos llmites que la
por la diversidad que hay que establecer entre ellos, pues me razón humana jamás ha podido pasar, hay un punto en el
doy cuenta de que Ia nattraleza, siendo como es enemiga de que éstas de pronto nos fallan. El resto es Para otros mun- 520
las repet-iciones, les habrá hecho a todos diferentes. Pero dos, donde a§o cle 1o que nosotros sabemos es desconocido.
icómo representárselo? Este planeta goza de las dulzuras del amor, pero siempre se
hay que pretender que la imaginación se lo repre- ve asolado en algunos lugares por los furores de la guerra.
-No
480 sente yo-, ésta no puede ir más lejos que los En otro planeta se gc)za de una paz eterna5 pero en medio 525
-respondl con una cierta visión universal se puede
ojos. Unicamente de esta p^z no se conoce el amor, y se aburren. En definiti-
columbrar la diversidad que la natvraleza debe haber esta- va, lo que la naturaleza Pone en práctica en pequeña escala
blecido entre todos estos mundos. Todos los rostros siguen, entre los hombres parala distribución de la felicidad y talen-
485 en general, un mismo modelo. Pero los de dos grandes na- tos, sin duda lo habrá hecho en grande entre los tnundos, y 530
ciones, como los de los europeos, si queréis, y los de los seguro que se habrá acordado de usar este secreto maravillo-
africanos o de los tártaros, parecen estar hechos sobre sen- so que tienen para diversificarlo todo Y, a la vez, de igualar-
dos modelos y aun habda que hallar el modelo de cada fa- lo tod<¡ por las compcnsaciones.
milia. iQué secreto debe haber en la natu¡aleza para variar iEstáis contenta, señora? iOs he abíerto un
490 de maneras tan distintas algo tan simple como un rostro? -af\aü-_
campo bastante grande para eiercitar vuestra irnaginación?
Nosotros, en el universo, somos como una pequeña familia iVeis ya algunos habitantes de ios planetas? 535
cuyos rostros se parecen; en otro planeta, hay otra familia no! ella-. f'odo loqlre me decls es
cuyos rostros tienen otro aire.
-iAy,
asombrosamente
-responcüó
vago y vano, y no veo más que un gran no
495 Al parecer, las diferencias aumentan con la l€1anla, y sé qué en el que no veo nada. Precisar{a algo rnás determi-
quien viera un habitante de la Luna y un habitante de la nado, más concreto.
Tierra, notar{a que son de mundos más próximos que un bien rne decidiré a no ocultaros 540
nada de l<l más -repliqué-,
-Pues singr.rlar que sé. Es algo que conozco cle
26 Fue especialrnente Leeuwenhoek, aunque Ie precediera Malpighi y Ilooke hiciera im- muy buena fuente, y lo aceptaréis cuando os haya rnenciona-
portantes aponaciones en el cmpo, quien a partir de 1677, con sus inforrnes a la Royel do mis gara.ntes. Escuchad, si os parece, con un poco de pa-
Society, dio a conocer el mundo microscópico. El Jornal d* Saamts, en 1(178, daría cuenta
de sus observaciones, que Fontenelle, sin dud4 conoció. ciencia. Esto será bastante largo. 545

118 119
Existen en un planetq del que aún no os diré el nom- partos, los árabes matari sin misericordia a esos desgraciados
bre, habitantes muy vivos, laboriosos y hábiles. No viven extranieros que ya son inútiles al estado.
más que del pillaje, como algunos de nuestros árabes, y éste iEso es todo? --dijo la marquesa-. Dios sea loado.
550 es su único vicio. Por lo demás hay entre ellos un eniendi- Recobremos el sentido comúfl, si podemos. cOs habéis to-
miento perfecto, trubajan sin cesar, de común acuerdo y con mado en serio todo este cuento? iQué poeta os lo ha pro- 595
celo, en bien del estado; y sobre todo su castidad es iácom_ porcionado?
parable. Es cierto que no tienen mucho mérito, todos son --Os repito, de nuevo *respondf-, que no es un
estériles. Entre ellos no hay nada de sexo. cuento. Todo esto Pasa aquf, en nuestra Tierr4 ante nues-
ir; r, 555 la marquesa- ¿no sospechasteis tros ojos. iEstáis muy asombrada! Sl, ante nuestros ojos. Mis
i;t,i que,-Pero
con esta-interrumpió
narración, se relan de vos? iCómo se perpetua_ árabes no son más que abejas, ya que es necesario que os lo 600
s.: rá la nación?
tiíii1::
digr.
se han mofado en absoluto yo con Entonces le enseñé la historia natural de las abejas, de
gran-No serenidad*. Tod«: lo que os digo es-respondl
cierto, y la nación las que apenas conocla más que el nombre.
se perpetúa. Tienen una reina, que no los conduce a la *Después de lo que veis claramente que
560 guerr4 que apenas parece mezclarse en los asuntos del estado, -prosegul-
sólo traspasando a otros planetas cosas que ocurren en el
y crrya realeza consiste tinicamente en que es fecwrd4 más nuestro, imaginadamos rarezas, que parecen extravagantes y 605
aún, de una fecundidad asombrosa- Engendra millones de sedan, sin embargo, ñüy reales. Las imaginaríamos. sin fin,
hijos, hasta el punto de que no hace otra cosa. Tiene un pues para que lo sepáis, señora, la historia de los insectos
gran pal.acio, dividido en in{inidad de habitaciones, en cada está llena de ellas.
y-", d: lus cuales hay una cr¡na preparada para un principito. creo fácilmente *respondió-. Tomemos los gu-
Ya a dat aluz a cada una de esias habitaciones, acómpaáada -Lo
sanos de seda que me son más familiares que las abeias. Nos 610
siempre por un gran cortejo, que le aplaude por este privile- proveerfan de pueblos bastante sorprendentes que se meta-
gio que solamente ella, entre todo el puehlo, posee. morfoseadan para no ser ya los mismos, arrastrándose una
570 Os oigo sin que habiéis, señc¡ra. Os preguntáis dónde ha parte de su vida y volando la otra, y iqud sé yo! otras cien
tomado los amantes, o pare- hablar rnás-deóentemente, a los mil maravillas que conformarían los diferentes caracteres, las ó15
maridos. Hay reinas en Oriente y en Africa que tienen, sin diferentes costumbres de todos los habitantes desconocidos.
secreto, serrallos de hombres. Est4 al parecér, tiene uno, Mi imaginación trabaja sobre el plan que me habréis dado, y
575 aunque con gran misterio, y si eso es mostrar mayor pudor, llego incluso a componerles figuras. No os las podrfa descri-
también es actuar con menos dignidad. Entre esios árabes bir, pero, no obstante, veo algo. 62A
que siempre están activos, ya sea en sus casas o fuera de cuanto a estas figuras os sugiero de-
ellas, se reconoce a algunos extranjeros, en número muy re- -En -repliqué-
iadas al cuidado de los sueños que tendréis esta noche. Ma-
ducido, que por su aspecto se parecen mucho a los naturales ñana veremos si os han sido útiles y si habéis comprendido
del pafs, pero que por otra parte son perezosos; no salen, no cómo están hechos los habitantes de algún planeta. 625
hacen nad4 y según todas las aparientias no sedan soporta-
dos, en un pueblo tan activo, si no estuviesen destinados a
los placeres de la reina y al irnportante ministerio de la re-
585 producción. Si, en efecto, a pesar de su reducido número,
son padres de diez mil hijos, más o menos, que la reina
pone en el mundo, sin duda merecen estar libres de cual-
quier otra ocupación. Y lo que evidencia que ésta ha sido su
única función, es que tan pronto como está enteramente
cumplida tan pronto como la reina ha tenido sus diez mil

124 1.21
Los sueños no fueron muy afortunados, siempÍe repre-
sentaron algo que se parecla a lo que se ve aquf. Tuve oca- 5

sión de reprochar a la marquesa lo que, a la vista de nues-


tros cuadros, nos censuran ciertos pueblos que no pintan
nunca más que cosas extrañas y grotescas. «Bueno *nos di-
cen-, está todo hecho como los hombres, ahl no hay ima- 10

ginaciónr» Fue necesario decidirse a ignorar la forma de los


habitantes de todos estos planetas y contentarse con adivi-
nar lo que pudiésemos de éstos, continuando el viaie de los
mundos que hablamos empezado. Estábamos en Venus.
ss¡{ bien seguro a la marquesa- de que Ve- 15
-§s -diie
nus gira sobre sf mismo, pero no se sabe exactamente en
qué tiempo ni, en consecuenci4 cuánto duran sus üas. En
cuanto a sus años, tlo son más que de ocho meses, puesto
que es el tiempo que tarda en girar alrededor del Sol. Es del
tamaño de la Tierra y, en consecuencia, la Tiel.ra desde Ve- 20
nus parece del mismo tamaño que é1, nos parece a nosotros.
alegro la marquesa-, la Tierra podrá ser
para-Me -diiodel alba y madre de los arnores, como
Venus el lucero
Venus lo es para nosotros. Estos nombres no pueden ser
adecuados más que a un planeta que sea bonito, claro, bri- 25
llante y que tenga un aire galante.
de acuerdo Pero isabéis qué es
-Estoy
lo que -responü-.
hace a Venus tan bonito desde lejos?, que de cerca es

125
espantoso. Con el telescopio se ha visto que no es más que I
tos repentinos, y, en fin, que es en Mercurio donde están los
30 una masa de montañas mucho más altas que las nuestás,
manicomios del universo. Ven el Sol nueve veces más gran- 65
puntiagudas_ y, al parecer, más áridas. y esta disposi-
lluy
ción de.la superficie 9e un planeta es la más adecuada para
de que nosotros, y les envfa una luz tan fuerte que si estu-
vieran aqul no tomarfan nuestros hermosos dlas más que
que la luz. pueda reflejarse con mucho brillo y vivacidad.
por pálidos crepúsculos; y qurzá no podrlan distinguir los
Nuestra Tierra, cuya superficie es más plana que la de Ve_
objetos. El calor al que están acostumbrados es tan excesivo, 70
35 nus y, en parte, cubierta de mares, podda moy bien no re_
que el que hace aqut en el corazón de Africa, los helarfa.
sultar agradable a la vista desde lejos.
Probablemente nuestros hierros, plata y oro se fundidan en
.-Tanto_ peor -dijo la marquesa-, pues seguramente"amores su mundo, y no se les verfa más que en estado llquido, del
serfa para ella una ventaja y un plácer presidi, los de mismo modo que aqul el agua no se ve usualmente más que
los habitantes de Venus; estas géntes deben entender bien la
como llquido, aunque en ciertas ocasiones sea un cuerpo 75
galanterlla.
muy sólido. Las gentes de Mercurio no sospechadan que, lo
40 -_ioh!, sin duda El pueblo de Venus no que allf son llquidos que acaso forman sus rlos, en otro
está compuesto más -repliqué-.
que por Celadones y Silvanos, y sus mundo son los cuerpos más duros que se conocen. Su año
conversaciones más comunes valen tanto como las más be_
no tiene más que tres meses. La duración de su dfa no es 80
llas de Clelia. El clima es muy favorable a los amores; Ve_
conocida, porque Mercurio es tan pequeño y está tan próxi-
45 nus está más próximo al Sol que nosotros y recibe una luz
mo al Sol, entre cuyos rayos está casi siempre perdido, que
más viva y más calor. Está, aproximadamente, a dos tercios
escapa a toda destreza de los astrónomos, y no se lo ha p<l-
de la distancia del Sol alaTierraz7.
dido captar lo suficiente para observar el movimiento que
veo cómo están hechos los habitantes de Ve- debe tener sobre su centro. Pero los habitantes necesitan
nus-Ahora
85
--dijo la. marquesa-. Se,parecen a los moros granadi_ que complete su giro en poco tiempo. Pues quemados como
50 flos, un pueblo negro, glemado por el sol, lleno de
lracia y están por una gran estufa ardiente suspendida sobre sus ca-
fuego, siempre enamorados, haciendo versos, amantá de ú
bezas, suspiran por la llegada de la noche. Durante ésta, es-
música, inventando fiestas, danzas y torneos todos los dfas. tán iluminados por Venus y la Tiena, que les deben parecer 90
deciros,,señora que apenas bastante grandes. En cuanto a los otros planetas, como que
55 -Permitidme
conocéis -repliquF,
a los habitantes de Venus. Nuestros moros grana- están más allá de laTierra, hacia el firmamento, los ven más
dinos a su lado rio serfan más que lapones o groenhñdeses pequeños que nosotros, y de ellos reciben muy poca luz.
por su frialdad y estupidez. me conmueve tanto esta pérdida de los habitantes
Pero iy los habitantes de Mercurio? Están más de dos de -No
,i
L

Mercurio la marquesa- como la incomodidad 95


que representa-dijo
riii
60 veces más próximos al Sol 28. Es preciso que estén locos a el exceso de calor. Quisiera que les aliviáse-
i
faerza de vivacidad. Creo que no tienen memori4 no más mos un poco. Demos a Mercurio largas y abundantes lluvias
ii
que la mayor parte de los negros; que no reflexionan sobre que lo refresquen, como se dice que caen aquf, en los palses 100
nada, que no actúan más que a la ,.ént,r.a, y por movimien- más cálidos, durante cuatro meses enteros, precisamente en
las estaciones más calurosas.
y
hacedo y todavla podemos re-
.-271-¡¡sdatossobre el t¿maño perfodo orbital de venus gue da Fontsrelle oueden con- -Podemos -repl-iqué*,
side¡arse correctos. Su diámetro í,.idio ., de unos 12.200'iid;; ;;l;U;-rff;t ;; d".- frescar Mercurio de otra manera. Hay pafses en la China
cientos veinticin.g-dlr"
4 principios de los setent4 estudio, -áai"rí. .iáá* [-'i.ri,t¡-
dssc-ubrrr que,venüs trene.un perfodo-de rotación de doscientos que, por su situación, deben ser muy cálidos, y donde, sin 105
90 cincuenta dras,'con un
mov,mrento retrógr¿do. su distancia media al sol es de unos l0g millones de kiÍómetros embargo, hace tan grandes frlos en los meses de junio y de
mlentr¿s que la de.la Tierra al sol es de unos 1 50 millones de kilómetros i+7 -¡-
llones en el perihelio y 152 en afelio--. En realidad, venus está tot¿lmente -urro.
cubierto por
agosto que los rfos incluso se hielan. Es porque estas comar-
una densa caoa nubosa-
28 La cas tienen mucho salitre. Las exhalaciones de éste son muy
distáncia media de Mercurio al sol es de 58 millones de kilómetros. Su diámetro
medio es de.4.850 km. (et del Sol es de 1j90.000 LÁ). Su pe.lodo orLliai'-.ai".ia. frfas, y la fuerza del calor los hace saür de la Tierra en gran 1 10
ochenta y ocho dfas y su grro sobre sf mismo de una duración de 9,6 dfas.
abundancia- Mercurio será, si queréis, un pequeño planeta

126 727
totalmente de salitre, y el Sol sacará del mismo Mercurio el esto no me parece bien lz mar-
remedio al mal que pueda hacede. Lo que es seguro, es que -Todo
quesa-. El otro üa me üfisteis que -intetrumpió
a distintas partes de la
la nattraleza no har{a vivir gente más que donde puede vi- Luna se hablan dado nombres de sabios y astrónomos, y me
115 vir, y que el hábito junto al desconocimiento de algo meior, alegró mucho. Puesto que los pdncipes toman la tierca para 160
les hace vivir allf agradablemente. As( pues, incluso se po- sf es justo que los sabios se reserven el cielo y dominen alU,
drfa prescindir en Mercurio de salitre y de lluvias. pues no deberfan permitir la entrada a otros.
Después de Mercu¡io sabéis se encuentra el Sol. No hay {onsentid que, al menos en caso de ne-
120 mallera de poner alll habitantes. El «ipor qué no?» aqul nos -responü-
cesidad puedan dedicar a los prlncipes algrin astro o alguna
falla. Nosotros juzgamos por la Tierru que está habitada que parte de la Luna. En cuanto a las manchas del Sol no pu- 165
los otros cuerpos de la misma clase que ella deben estarlo dieron hacer ningrin uso de ellas. Se vio pronto que no eran
también; pero el Sol no es un cuerpo de la misma especie planetas, sino nubes, humos y espumas que se elevan sobre
que la Tierra, ni que los otros planetas. Es la fuente de toda el Sol. Tan pronto son muchas como pocas, o desaparecen
125 esta luz que los planetas no hacen más que enviarse unos a todas. Algunas veces se iuntan, otras se separan; unas veces 170
otros después de habeda recibido de é1. Estos pueden, por son más claras, otras más negras. Hay ocasiones en que se
asl decirlo, intercambiársela entre s( pero no pueden produ- ven mucho, otras, a veces durante largo tiempo, no aParece
cida- Unicamente el Sol saca de sl mismo esta preciosa sus- ninguna. Podrla creerse que el Sol es de una materia lfquida,
130 tancia, la impulsa con fuerza a todos los lados y por eso se algunos dicen que de oro fundido, que borbotea constante- 175
refleja en todo lo que es sóüdo. De un planeta a otro se e:(-, mente, produciendo impurezas que la fuerza de su movi-
tiende en grandes estelas de luz que se cruzaÍ\ se atraviesan miento arroja sobre la superficig alll se consrunen, y luego
y entdazan de mil formas distintas, formando admirables se producen otras. Imaginaos qué extraños soo aquellos
tejidos de la materia más rica que hay en el mundo. Además, cue{pos, hay alguno que es mil setecientas veces más grande 180
135 el S«:1 está situado en el centro, que es el lugar más adecua- que la Tierra. Pues sabréis que ésta es más de un millón de
do para poder distribuida regularmente y animarlo todo con veces más pequeña que el globo del Sol. Juzgad, en base a
su calor. El Sol es, pues, un cuerpo especial, pero iqué clase esto, cuál es la cantidad de oro fundido, o la extensión de
de cuerpo? Es muy diflcil decirlo. Siempre se ha crefdo que este gran mar de luz y fuego. Otros dicen, con bastante ve-
140 era un fuego muy puro, pero nos hemos desengañado de rosimilitud, que las manchas, por lo menos la mayor parte, 185
esto a principios de este siglo, cuando se percibieron man- no son productos nuevos que se destrocen al final de cada
chas sobre su superficie. Como que, poco antes, se hablan perfodo, sino enormes masas sólidas, de forma muy irregu-
descubierto nuevos planétas, de los que os hablaré, y los fi- lar, permanentes, que tan Pronto flotan sobre el cuerpo lf-
145 lósofos no pensaban en otras cosas, como, en definitiva, los quido del Sol como se hunden enteramente o en parte, pre- r90
nuevos planetas se habfan puesto de moda, al punto que se sentándonos diferentes puritos o protuberancias, segrin se
creyó que estas manchas también lo eran, que'tenlan un mo- hundan más o menos o se giren hacia nosotrc¡s de diferentes
vimiento alrededor del Sol, y que al rodearlo, volviendo su lados. Quizá son partes de alguna gran masa sólida que siwe 195
150 cara oscura hacia nosotros, nos ocultaban necesariamente al- de alimento al fuego dei Sol. En definitiv4 sea lo que sea lo
gunas partes de aquéI. Los sabios ya adulaban a los pdnci- que pueda ser el Sol, no parece en absoluto adecuado para
pes de Europa con estos pretendidos planetas. Unos les
daban el nombre de un prfncipe, otros el de otros, y q:Jrzaha-
gaüleano de los s¿télites de Júpiter que, en honor de los Medici, bautizó como «medi-
brla habido querellas entre ellos por quién se hacfa dueño éeos»- Esto him oue las deniái cortei euromas también ouisieran tener su astro en los
155 de las manchas patl dominadas como quisiera 2e. cielos. En efecto, Ia cone frances4 en una tarta de 20 de'abril de 1610, inst¿ba a (iali'
]eo Dara que descubriera urqentemente «al$in otro bello astro» y lo bautizara con el nom-
bre de «aitro de Franciar>. Véase Gaüleo, Óbr¿,X,379-382. La costumbre persistió. Cuan-
do Herschel descubrici Urano, en 1871, qüs'o llamarlo Gregorium Sidus, «es[rella deJorgc»,
2e
Fontenelle alude aqul a la observación de las manchas solares por Galileo y las dispu- por Jorge III de lnglaterra- Fontenelle eipone a continuacíón diversas hipótesis, de Cas§ini
tas que en torno al temise suscitaron. Por otra parie, se refiere al áescubrimieñto tam6ién y La Hire, contemporáneos suyos.

128 129
estar habitado. No obstantg es r¡na lástima, la morada seda pequeños planetas que mientras Júpiter gira alrededor del
hermosa. Se estarfa en el centro de todo. Se verfa a los pla- Sol en cuatro años, giran a su alrededor como la Luna en
netas girar a su alrededor de modo regular, en lugar de las torno nuestro.
infinitas extravagancias, que nosotros vemos en sus cursos, *Pero la marquesa-, ipor qué hay pla-
que se nos aparecen asf sólo porque no estamos en el lugar -interrumpió
netas que giran en torno a otros planetas que no valen más
idóneo para juzgarlos debidamente, es decir, en el centro de que ellos? Realmente me pareceda más regular y uniforme
sus movimientos. iNo es esto lamentable? No hay más que que todos los planetasr grandes o pequeños, no tuviesen más
un lugar del mundo desde el cual el estudio de los astios que el mismo movimiento alrededor del Sol.
205 pueda ser extremadamente fáci\ y precisamente en él no hay señora si supierais lo que son los 245
nadie. torbellinos -repliqué-,
-iAh!, de Descartes, esos torbellinos cuyo nombre es
os preocupéis la marquesa-, los que estu- tan terriblg y la idea tan agradable, no habladais como lo
-No
vieran -dijo
en el Sol no verfan nada, ni planetas, ni estrellas fijas. hacéis.
iNo lo borra todo el SoP Sus habitantes sedan los que ten- perder la cabeza ella riéndose-i bueno
210 drfan más fundamentos para creerse solos en toda la natura- será-Debf -dijo
saber qué son los torbellinos. Acabad de volverme loc4
leza. que ya no me controlo; en filosoffa ya no conoceré la repre-
-{onfieso que me habla confundido -respondl-. No sión. Dejemos hablar al mundo y démonos a los torbellinos.
pensaba más que en la situación en que está el Sol, y no en os conocla tales arrebatos yo_., es una
el efecto de su luz. Pero ya que me habéis corregido tan jus- -Noque no tengan por objeto más
lástima -repüqué
que a los torbellinos.
tamente, ime permitls que os diga que también vos os ha- Lo que se llama un torbellino es una masa de materia cuyas
215 béis equir.ocado? Los habitantes de Sol no sólo no los ve- patres son independientes unas de otras, y se mueven todas
dan. Puesto que o bien no poddan soportar la fuerza de su en el mismo sentido. Mientras tanto pueden tener pequeños
luz o no podrfan recibirla a falta de estar algo alejados; y movimientos propios, con tal que sigan siempre el movi-
considerando todo esto, el Sol no serfa más que una morada miento general. Ast un torbelüno de viento está constituido
de ciegos. Una vez más, no está hecho pará ser habitado. por una infinidad de pequeñas partes de aire, que giran en
Pero iqueréis que prosigamos nuestro viaje por los mundos? cfrculo todas juntas envolviendo cuanto encuentran. Vos sa-
Hemos llegado al centro, que es siempre el lugar más bajo béis que los planetas son transportados por la materia celes-
en todo lo que es redondo. Y de paso os diré que para venir te, que es de una sutilidad y agitación prodigiosas. Toda esta 265
aqul hemos hecho un camino de treinta y dos millones de gran masa de materia celeste, que hay desde el Sol hasta las
leguas. Ahora será necesario retroceder y subir. Encontrare- estrellas fijas, gira en clrculo y arr stra consigo a los plane-
mos a Mercurio, Venus, la Tierua, la Luna, todos los plane- tas, haciéndolos girar a todos alrededor del Sol, que ocupa el
tas que hemos visitado. Marte es el que viene a continua- centro, pero en tiempos más o menos largos según estén 270
ción. Que yo sep4 Marte no tiene nada especial. Sus dfas más o menos alejados. Sólo el Sol no gira más que sobre sf
son algo más de media hora más largos que los nuestros, y mismo, porque está justo en el centro de toda esta materia
sus años valen por dos más un mes y medio de los nuestros. celeste. Notad, de paso, que aunque la Tierra estuviera en el
Es cinco veces más pequeño que la Tiera, y ve el Sol algo sitio en que está el Sol, no podrla dejar de girar sobre sl 275
menos grande y menos vivo que nosotros 30. En fin, Marte misma
no vale la pena como para deténerse en é1. Pero ilo hermoso Este es el gran torbellino del que el Sol es como el amo.
que es Júpiter, con sus cuatro Lunas o satélites! Son cuatro Pero, a su vea los planetas se componen de pequeños torbe-
llinos particulares que imitan al del Sol. Cada uno de ellos, 280
girando alrededor del Sol, no deja de girar sobre sf mismo, y
r El dfa medio marciano tiene, en efecto,24 h.42 m. Cassini, en 1664, lo estimó en 24
h. 40 m. El perlodo orbital es de seiscientos ochenta v siete dIas. Su diámetro medio, de
hace girar, en el mismo sentido, a su alrededor, una cierta
6.785 km. y ü distancia medi¿ al Sol de 228 millones de kilómetros. cantidad de esa materia celeste, que está siempre presta a se-

130 131
380 habiendo llegado a ser tan famiüares en aquel mundo, son están exentos de este último, y que es preciso reemplazado
objeto de diversión y no payor como en éste 31. por alguna otra tonteda-
iNo dejaréis la marquesa- de hacer habitar es- absolutamente necesario *respondf yo-. El in-
-diio no sean más que pequeños planetas -Es
ventor del tercer sistema del que os hablaba el otro dla, el 415
tas cuatro lunas, aunque
385 subalternos, destinados únicamente a iluminar a otro duran- célebre Tycho Brahe, uno de los más . grandes astrónomos
te sus noches? que existió jamás, no temfa a los ecüpses como los teme el
lo dudéis, en absoluto Estos plane- vulgo. Pero icreeréis lo que temfa en su lugar? Si al salir de
tas -No
no son menos dignos de estar -responü-.
habitados, por tener la su casa, la primera persona que encontraba era una viejq o 420

desgracia de estar sojuzgados a girar alrededor de otro más si una liebre se atravesaba en su camino, Tycho Brahe crela
importante. que el üa iba a ser desafortunado y regresaba, al punto, a
encerrarse en su casa sin atreverse a eto:rPezar ni lo más ba-
390 {uisiera, pues -replicó ella-, que los habitantes de nal.
las cuatro lunas de Júpiter fuesen como colonias de Júpitea
que hubiesen recibido de él sus leyes y sus costumbres, y serfa iusto ella- que después de que 425
que, en consecuenci4 le rindiesen alguna especie de vasallaie este-No
hombre no haya-rePlicó
podido librarse impunemente del te-
395 y no miraran al gran planeta más que con resPeto. mor a los ecüpses, los habitantes de esta luna de Júpiter, d'e
dii-, que las cuatro lu- la que hablamos, saliesen mejor librados. No les daremos
-tNo harla falta, además diputados cuartel, sufrirán la ley común. Y si están exentos de un
nas enviasen, periódicamente, -le
430
a Júpiter Para Pres-
tar juramento de fidelidad?.Por lo que a mf respect4 os con- e:.lroq caerán en otro. Pero como que no me precio de po-
fieso que la pnca superioridad que tenemos sobre las gentes derlo adivinar, aclaradme, os lo ruego, otra dificultad que
400 de nuestra Lun4 me hace dudar que Júpiter tenga mucha me preocupa desde hace unos instantes. Si la Tierra es tarl
sobre los habitantes de las suyas. Y creo que la ventaja que pequeña en comparación con Júpiter, iJúpiter nos ve? Temo 435

más raznnablemente debe pretender es la de dades miedo. que no les seamos desconocidos.
Por ejemplo, la que está más cerca de Júpiter lo ve seiscien- creo que es asl Hla1Ja fal-
-sinceramente,
ta que viesen la Tierra cien veces -responü-.
más pequeña de lo que
405 tas veces más grande de lo que nos parece nuestra Luna.
iQué planeta tan monstruoso suspendido sobre sus cabezas! nosotros le vemos a é1. Es excesivamente poco, no la ven.
Verdaderamente, si los
galos temlan antiguamente que el He aquf lo único que podemos creer de más satisfactorio 440

cielo cayese sobre ellos, y los aplastase, los habitantes de esta para nosotros. En Júpiter habrá astrónomos que, después de
luna tendrían que estar mucho más teinerosos ante una cal- haberse tomado el trabajo de construir excelentes telesco-
da de Júpiter. pios, después de haber escogido las noches más bellas para
410 es qüzá el temor que tienen también alU observar, al fin habrán descubierto, en el cielo, una estrella
-Este
.ella- en lugar del de los eclipses. Pues me habéis -dijo
dicho que muy pequeña que no habfan visto jamás. Primero, el Diario 445
de los sabios de aquel mundo habla de ello. El pueblo de Jú-
rrEl diámetro medio de lúpiter es de 142.750 km. Su distancia del Sol es de 778 millo- piter, o bien no se entera o bien no hace más que burlarse.
nes de kilómetros. Su perfoáobrbital medio de 11,9 años, y el de rotación, de t h.50 m. Los filósofos, cuyas opiniones destruye esto, se forman el
Fontenelle se refie¡e á lo. .u"tto satéütes descubiertos poi Gaüleo. Estos plmetas y sus
diámetros son: Io, 3.650 km; Europ4 2.980 km; Gant'medes, 5.290 km; Calisto, 4.900 kmr propósito de no creedo. Sólo las gentes muy razonables 450
Sus distancias a lúpitet tomando como unidad el rad.io de éste son 5,91, 9,40, 15,10 y quieren fiarse. Se observa de nuevo: se vuelve a ver al pe-
26.4, respectivaménié. Estos cuatro satélites siempre dm Ia misma cara a Júpiter. A éstos
oreden áñadirse Amaltea- de 160 km. de diámetrb v a 2,5 radios de distanci4 descubierto queño planeta. Se aseguran bien que no es urta alucinación.
!n 1892 que iunto con ios anteriores constituyen ios cinco satélites naturales de Júpiter. Se empleza a sospechar que tiene un movimiento alrededor
Además'dé éstbs, Iúpiter tiene ocho satélites más, todos más pequeños que Amaltea, que se
considerm a=teroídes capturados. Se denominan desde lúpitér VI o l-YI, descubieno en del Sol. Al cabo de mil observaciones se averigua que este
1904, a I-XIIL descubieio e¡ 1974. Por su distancia m-eda orbital alúpiter pueden divi-
dirse'en"dos eruDos. uno de ellos a 1l millones de kilómetros v el otiol 22 millones. La movimiento es de un año. Finalmente, gracias a t«:dos los 455
distancia m¿ixjmá ei tlcanzada po¡ I-VIII, oue en su órbita ácéntrica llega a situarse a trabajos que se toman los sabios, se sabe en Júpiter que
33.200.000 km. del cent¡o de Jüpitei. Los del segundo grupo, J-VIII, J-I{ J-XI y J-XIL
giran alrededor deJúpiter en foriná retrógada. nuestra Tierra está en el mundo. Los curiosos quieren verla

134 135
en el telescopio, y aun asf la vista
apenas puede captaia3z. nos la fatiga de estudiar todos sus movimientos, no nos
460 *Si no fuera *dijo
la marquesa- porque no es dema- muestra más que siete. iNo es eso un favor bastante grande? 500
siado agradable sabe¡ que no se nos puede descubrir desde Pero nosotros, que no apreciamos su valor, lo hacemos tan
Júpiter más que con telescopio, me imaginarfa con placer es- bien que atrapamos los nueve que nos habfan sido oculta-
tos telescopios de Júpiter dirigidos hacia nosotros, como los dos; también somos castigados por los grandes trabaios que
465 nuestros hacia ellos, y la curiosidad mutua con la que los la astronomla exige actualmente.
planetas se consideran y preguntan uno a otro: iQué mundo . -Veo -replicó ella- por el nrímero de dieciséis pla- 505
es éste? iQué gentes lo habitanh netas que es preciso que Saturno tenga cinco lunas.
no va tan rápido *repliqu# como vos pen- tiene también y con tanta más iusti-
sáis.-Esto desde Júpiter se viera a nuestra Tierra,
.Aun cuando ci4 -Las
en cuanto que gira -repliqué-
en treinta años alrededor del Sol.
470 aunque se la conociera, nosotros no somos nuestra Tierra. Tiene lugares en que la noche dura quince años, por la mis-
No se tiene la menor sospecha de que pueda estar habitada- m razófl que sobre la Tierra, que gira en un año, hay no- 510
Si alguno llega a imaginárselo, Dios sabe cómo todo Júpiter ches de seis meses en los polos. Pero estando Saturno dos
se reirfa de é1. Quizá incluso somos la causa de que se haya veces más algado del Sol que Júpiter y, en consecuencia,
procesado a filósofos que han querido sostener que existi- diez más que nosotros, ile darán suficiente luz durante las
475 mos. No obstante, creerfa más gustoso que los habitantes de noches sus cinco lunas tan débilmente iluminadas? No, tiene
Júpiter están bastante ocupados en hacer descubrimientos adeurás un recurso singular y único en todo el universo co- 515
sobre su planeta, como para preocuparse por nosotros. Es nocido. Hay un gran clrculo y un gran anillo bastante ancho
tan grande que, si navegan, seguramente sus Cristóbal Colón que lo rodea. Al estar bastante elevado P^ta caer casi entera-
480 no podrfan estar desocupados. Es preciso que los pueblos de mente fuera de la sombra del cuerpo de este planeta, refleja
ese mundo no conozcan ni aun de oldas la centésima parte la luz del Sol en lugares en que no la ven, y la refleja de 520
de los otros pueblos. Mientras que en Mercurio, que es tan más cerca y con más fuerza que las cinco lunas juntas, por-
pequeño, todos son vecinos unos de otros; viven juntos fa- que está menos elevado que la más baia3a.
485 miliarmentg y no tienen más que dar un paseo para dar una la marquesa con el aire de quien
vuelta a su mundo. Si desde Júpiter no se nos ve, compren- -Realmente
vuelve -dijo
en sf con asombro- todo esto es de un gran orden.
deréis que menos se ve aún a Venus que está más alejado de Bien parece que la nattraleza ha tenido en cuenta las necesi- 525
é1, y menos aún a Mercurio que es más pequeño y está más dades de algunos seres vivientes, y que la distribución de las
distante. En compensación sus habitantes rren a sus cuatro lunas no ha sido hecha al azar. No les han caído en suerte
490 lunas, a Saturno con las suyas, y a Marte. Son planetas sufi- más que a los planetas alejados del Sol, a la Tierca, a Júpiter,
cientes para confundir a los que, de entre ellos, son astróno- a Saturno, pues no valfa la pena dárselos a Venus y a Mer- 530
mos. La naturaleza ha tenido la bondad de ocultades lo que curio, que reciben luz en exceso, cuyas noches son muy cor-
queda del universo. tas, y las cuentan, probablemente, como favores de la natu-
495 --<Es que tenéis esto por una gracid la marquesa. raleza superiores a sus propios dfas. Pero esperad, me parece
duda -dijo
En todo este gran torbelüno que Marte, que está aún más alejado del Sol que la Tierca, 535
hay-Sin -respondl-.
dieciséis planetas 33. La ntturalez4 que quiere ahorrar no tiene ninguna luna

una excelente. parodia de lo que sucedió re¿lmente con los descubrimientos de vSaturno tiene un diámetro medio de 121.000 km. Su distmcia media al Sol es de 1428
^ -l'E.con
Galileo su telesconio. millones de kilómetros. Su período orbital medio es de 29,5 años y su rotación de l0 h. 14
3r Hoy contabilizairos 33
satélites y nueve planetas. Fontenelle contabiliza e[ descubier- m. En realidad" hoy le coriocemos, al marqen de los aniilos, dió satéütes; desde .|mo, el
to por Huygens en 1655 y los cuatro descubierios por Cassini entre 1671 v 1684. En tiem- más próximo a Satümo, 157.000 km, hastiFebe, el más alelado y menor, 200 km. de diá-
po de Fontenelle, Urano, Nepruno y Plutón ariLn nci se habfan descubierto. Si añadiésemos a metró y 13 millones de distancia media a Satumo. Como el último, los oclxo rest¿ntes saté-
éstos, Ceres, descubierto en-1801, y todos los que a continuación se descubrieron lites retiben el nombre de titanes de la mitologla griega. Frente d argumento de Fontene-
1886 se conocmn 88-, la lista es díflcil¡nente ceisurable. Hov sc tienen noticias de más --€n lle. v en base a alsunas hioótesis de la sénesis del sistema solar, es nzonable pensar que
de
1.600 pequeños planetxs. Son los que a propuesta de w. Hers'chel se llamadm <rasteroides», po'.ibl.-..t. Satuíno tiené el segundo ñ,ime.o *ayot de satéliies porque es, üespués'de
que constituyen el «c.inturón de asieroidés»,-situado entre las órbitas de Marte y
Júpiter. Júpiter, el segundo planeta en tamaño.

136 137
se os puede ocultar no tiene 3s. Y iY no pondremos habitantes en este anillo? -diio ella
-No
es preciso que, para sus noches, -respondl-,
tenga recursos que no cono- riéndose.
cemos. Vos habéis visto fósforo, esa materia lfquida o seca estoy de humor para enviados
540 que, al recibir la luz del Sol, se embebe y penetra de ella, y a -Aunque
a todas partes con -resPondl-
bastante osadla, os confieso que no me
continuación lanza un destello bastante grande en la oscuri- atreveré a ponedos alU. Este anillo me Parece una morada
dad. Quizá Marte tenga grandes rocas muy elevadas que son demasiado irregular. En cuanto a las cinco lunas no puede
fósforos naturales que durante el dfa se aprovisionan de luz dejarse de pobladas. Si, no obstante, el anillo no fuera como
545 que emiten durante la noche. No podéis negar que seda un lo sospechan algunos, más que un cfrculo de lunas que se si-
espectáculo agradable ver todas estas rocas alumbrarse por guiesen de muy cerc4 tuviesen idéntico movimiento, Y l-as
todas partes cuando el Sol se hubiera puesto, y dar, sin nin- éinco lunas fuesen cinco fugitivas de este gran clrculo, 585
grin artificio, una magnlfica iluminación que no podda mo- icuántos mundos en el torbellino de Saturno! Sea como fue-
lestar por su calor. Sabéis además que en América hay p$a- re, las gentes de Saturno, aun con el recurso del anillo, son
550 ros tan luminosos en la oscuridad que uno puede servirse bastanté miserables. Este les da la luz, pero iqué luz, tan le-
de ellos para leer. iQué sabemos si Marte tiene un gran nú- jos del Sol! El Sol mismo, que ellos ven cien veces más pe- 590
mero de esos pájaros que, desde que llega la noche, se dis- queño que nosotros, no es para ellos más que una.pequeña
555 persan por todas partes y van derramando un nuevo dla? estrella, blancay páhda, que no tiene más que un brillo y ca-
me contento ella- ni con vuestras va- lor muy débiles. Y si los metéis en nuestros pafses más frfos,
-No ni con vuestros
guedades -replicó
pájaros. No dejarfa de ser bonito. en Groenlandia o en Laponi4 los veréis sudar la gota gorda 595
Pero puesto que la n turaleza ha dado tantas lunas a Satur- y morirse de calor. Si tuvieran agu4 ésta para ellos no serfa
no y aJúpiter, es una señal de que se precisan lunas. Me hu- agu4 sino una bonita piedra, un mármol, y el alcohol que
560 biese gustado más que todos los planetas alejados del Sol las aqof no se congela nunc4 seda duro como un diamante.
hubieran tenido y si Marte no hubiera sido una excepción dais una idea de Saturno que me hiela
-respondió
desagradable. la -Me
marquesa-, mientras que antes me acaloré cuando me
iAh! realmente si os mezclaseis en filo- hablabais de Mercurio.
soffa más de-repliqué*,
lo que lo hacéis, seda muy necesario que os dos mundos que están en las dos extremidades
565 acostumbrarais a ver excepciones en los mejores sistemas. -Estos
de este gran torbellino tienen que ser opuestos en todo
En éstos siempre hay algo que les adecua con la mayor repliqué.
-
exactitud, después también hay algo que se hace concordar
- ella-, en Saturno deben estar
pues
con ellos como se puede, o que se deja de lado si se deses- -Asl -resPondió
muy cuerdós porque me habéis dicho que en Mercurio todo
pera de poder conseguido. Hagrímoslo asf en el caso de el mundo estaba loco.
570 Marte, puesto que no nos es favorable y no hablemos más en Satumo no se está muy cuerdo
de él 36. Nos quedadamos muy asombrados si estuviésemos por-Si
lo menos, segr.in las apariencias, -repliqué*,
se es muy flemático.
en Saturno, al ver durante la noche, sobre nuestras cabezas, Son gente que no saben lo que es relrse, que siempre se to-
este gran anillo que irlra en forma de semiclrculo de un lado man on üi pan responder a la menor pregunta que se les 610
al otro del horizonte, y que reflejándonos la luz harfa el hace, y que hubieser encontrado a Catón de Utica demasia-
575 efecto de una luna continua. do juguetón
'-S. y rctozón.
-.'octlrre una idea -diio ella-. Todos los habi-
tantes de Mercurio son activos, todos los de Saturno son
1877, el astrónomo A. Hall descubrió dos satéIites de Marte que llamó Fobos y lentos. Entre nosotros, unos son activos y otros lentos. iNo
3s En 615
Deimos. Ambos son relativmente Dequeños, 11,5 v 6 km. de diámetro, iespectivamente, y
están cerca de Mane, ¿-475 v 6,95'railios. Desde Iás obseroaciones del Mariner-9 e¡ 1977' será porque, estando nuestra Tierra iustamente en el medio
sabemos oue son irresularmeñte ovoides.
3ó Estó no es sólo"una «boutade» de Fontenelle, es algo que los cientfficos hacen efecti- de oiros-mundos, nosotros ParticiPamos de las extremida-
vamente en ocasiones. des? Para los hombres no hay un carácter fiio y determina-

138 r39
i. .,'i'l; lr,:,l'-ri; ,l.t'r'
.:)i::,'),.1: ) ,::

do; unos están'hechos .como los h¿bitantes de Mercrrrio, .*Sl ;respondió ella*, pero haced que Ia filosoffa me
otres.como los de Satumo, y somos una_mezcla de todas las proporcione siemp¡e placeres nuevos.
especies que.se encuentran en los otros dos planetas. lo menos para mañana espero que
gusta esta idea formamos no -Por -respondl-
faltarán. Cuento con las estrellas fijas que sobrepaian
-Me tan extraño que
un coniunto -repliqu+.Nosotros
ipodrfa creerse que hubiéramos todo lo que habéis visto hasta aquL
sido reunidos de varios mundos diferentes? En base a esto'
625 resulta bastante cómodo estar aqul, donde se ve a todos los ,

real-Al
menos
-dijo la marquesa- una comodidad muy
que tiene nuestro mundo por su situación es que no es
tan caliente como el de Mercurio o Venus, ni tan frfo como
630 el de Júpiter o Saturno. Además, precisamente estamos er.l
un lugat de la Tierra donde no sentimos ni exceso de calotl
ni de frfo. Realmentg si cierto filósofo daba gracias a la na-
turalez;a por ser hombre y no besti4 griego y no bárbaro, yo ,
635 quiero agradecede el estar sobre el planeta más atemperado
del universor 1, en uno de los lugares más atemperados del
planeta- .i
' me hicierais caso, señora le agradeceti
rfais-Si -responü-,
ser joven y no vieja ioven y bella y no ioven y fea;
640 joven y bella francesa y no una joven y bella italiana3T.
aquf motivos de reconocimiento distintos de los que
sacado de vuestra situación en el torbellino, o de la
ratvÍa de vuestro pafs.
iDios mfo! -replicó ella--i dejadme estar agmder
por todo, hasta por el torbellino en que estoy colocada.
medida de la felicidad que nos ha sido dada es bastante
queñq no se puede per{er nad4 y es bueno tener por
cosas más comunes y las menos considerables, un gusto
les saque provecho. Si no se desean más que placeres i
650 sos, se tenddan pocos, se los esperarfa largo tiempo, y se
garfan caros.
iMe prometéis, pues que si os
-repliqué-,
ran estos placeres intensos os acordadais de los tor
de ml y que no nos despreciadais completamente)

37 El filósofo en cuestión es Platón, segrin el testimonio de Plutarco. Lactancio, en


In¡tituckrrcs Dfuin¿¡, lIJ', 19, darfa' una ver-sión más machista, introduciendo la -oposi
antiquos, se aproximarla más e
hombre-muier. A. Tassoni emulando a los antiguos, a esta riltime \
sión aqradéciendo a Dios el haber n¿cido «ho¡ñbre v nobestia, macho v-era no hembra, ita
no v n"o bárbaro». Fontenelle, que tenla mucho cariño a la matques4 suficienteme
deüéado para silenciar ciertas prioriüdes, pero ng era un francés.lo.suficientemente ind
rente oari isnorar otras. Eso éxplicarfa [a hota chauvinista introducida por él entre sus
qüebós quE, segrin A. Calame, éra una respuesta a Tassoni.

141
140
QUINTA NoCHE

LAS ESTRELLAS FIIAS


SON OTROS TANTOS SOLES
CADA UNO DE LOS CUALES ILUMINA
UN MUNDO
La marquesa sentla verdadera impaciencia por saber lo
que sedan las estrellas fijas.
-tEstarán habitadas como los planetas, o no?
dijo---, iqué haremos con ellas? -me
lo adivinéis, si os lo proponéis
Las-Acaso
estrellas fijas no poddan estar menos alejadas-respondf-.
de la Tie-
rra que veintisiete mil seiscientas sesenta veces la distancia 10
de aqul al Sol, que es de treinta y tres millones de leguas; y
si apurríis a un astrónomo todavfa las pondrá más lejos. La
distancia del Sol a Saturno, que es el planeta más alejado, no
es más de trescientos treinta millones de leguas. Esio no es 15
nada comparado con la distancia del Sol o de la Tierra a las
estrellas fiias, y no merece la pena tenerlo en cuenta- Su luz,
como veis, es bastante viva y brillante. Si la recibieran del
Sol tendrlan que recibirla ya muy débil después de un
trayecto tan monstruoso. Serfa necesario que por una refle-
xión que la debilitada aún más nos la reenviasen a esta mis-
ma distancia. Serla imposible que la luz que hubiera sufrido
una reflexión y recorrido dos veces un trayecto semeiante,
tuviera lafuerza y vivacidad que tiene la de las estrellas fiias. 25
Ahf están, luminosas por sl mismas, y todas en una palabr4
siendo otros tantos soles.
iMe engaño la marquesa- o veo a dónde
queréis llevarme? Vais-exclamó
a decirme «las estrellas fiias son otros 30

145
10
tantos soles. Nuestro Sol es el centro de un torbellino que soluto. Y, efectivamente, ino están ya casi afiulados por la
gira a su alrededor, ipor qué no va a ser también cada estre- misma expresión de que os veis obligados a serviros al
lla fija el centro de un torbellino que girara a su alrededor? hablar de ellos? Tenéis que llamarles habitantes de unos
Nuestro Sol tiene planetas a los que ilumina, ipor qué cada planetas de uno de los torbellinos cuyo número es infinito.
estrella no tendiá los suyos que también iluminará)» Confesad 9ue, en medio de tantos mundoq ya no podrlais dis-
tengo que responderos más que lo que tinguirnos a nosotros mismos, a quienes conviene la misma
-No
Fedra respondió a Enone «Tú lo has-dii--
dicho». expresión. En cuanto a mf, empie?§ a ver la Tierra tan
ella- he aquf un universo tan gfan- aterradoramente pequeña que ya no creo terrcr afán alguno por
-Pero
de que -continuó
me pierdo en él no sé dónde estoy, no sé nada. Pues nada. Si uno pone tanto ardor en engrandecerse, si hacen
qué, itodo estará dividido en torbellinos metidos confusa- Proyectos y más proyectos, si uno se preocupa tanto, segura- 85
mente unos entre otros? iCada estrella será el centro de un mente es que no sabe de los torbellinos. Espero que mi pe-
torbellino acaso tan grande como éste en que estamos noso- reza se aproveche adecuadamente de mis nuevos conoci-
tros? Todo este espacio inmenso que comprende nuestro Sol mientos, y cuando se reproche mi indolenci4 responderé;
y nuestros planetas, tno será más que una pequeña parcela iAh, si supierais de las estrellas fijas!
45 del universo? iTantos espacios parecidos como estrellas fi- preciso que Alejandro lo haya ignorado
jas? Esto me confunde, me turba, me aterra- yo-, -Espues cierto autor 38, qrre sostiene que la Luna-repliqué
está ha-
a ml yo- me anima. Cuando el cie- bitada, dice muy seriamente que no es posible que Aristóte-
-Pues
lo no -respondl
era más que una bóveda azul en la que las estrellas es- les no fuese de una opinión tan razonable (icómo podrfa es-
taban claveteadas, el universo me parecla pequeño, y estre- capársele una verdad a Aristóteles?), pero que nunca quiso 95
cho, y me sentfa en él como oprimido. Ahora que se Ie ha decir nada por miedo a molestar a Alejandro, que se hubiera
dado una extensión y profundidad infinitamente mayor a desesperado al yer un mundo que no podla conquistar. Con
esta bóved4 dividiéndola en miles y miles de torbellinos, no mayor razón le hubiera ocultado los torbellinos de las estre-
me parece sino que respiro con más libertad, que estoy en llas fijas, de ser conocidas en aquel tiempo. Hablarle de ello 100
un espacio m yar, y seguramente el universo tiene una mag- hubiera sido de muy mal cortesano. En cuanto a ml que los
nificeñcia distinta. La natvraleza no ha economizado ¡ada al conozco, me molesta sobremanera no poder sacar ninguna
producirl4 ha mostrado una profusión de riquezas totalmen- utilidad del conocimiento que tengo de ellos. Segrin vuestro
te digna de ella. Nada puede imaginarse tan hermoso como razonamiento no curan más que la ambición y la inquietud,
este número prodigioso de torbellinos en cuyo centro hay y yo no tengo estas enfermedades. Un poco de debilidad por
colocado un sol que hace girar a los planetas a su alrededor. lo que es hermoso, he aqul mi mal, y no creo que los torbe-
Los habitantes de un planeta de uno cualquiera de estos in- llinos puedan hacer nada al respecto. Los otros mundos os
finitos torbellinos ven por todos lados los soles de los tor- hacen a éste pequeño, pero no os echan a perder los ojos
bellinos por los que están rodeados, Pero no se Preoc-uPan bellos, o una hermosa boca. Esto siempre tiene su precio a 110
de ver los planetas que, al no tener más que una luz muy despecho de todos los mundos posibles.
65 débif tomada de su sol, no la envfan más allá de su mundo. extraño que el amor ella riendo- se
*Me presentáis una especie de perspectiva tan amplia salve-Esde todo, no hay sistema que-respondió
pueda hacede daño. Pero
--diio ella- que la vista no alca¡za el final. Veo claramente l habladme, además, con franqueza, ies realmente verdadero
a los habitantes de laTierrz", después me hacéis ver a los de i
la Lana y otros Planetas de nuestro torbellino, realmente s
con bastante claridad, pero menos que a los de la Tierra. Fontenelle alude aquf a §lilkins, obispo de Chester, que en 1638 rr¡blicó en tondres u¡r ü-
bro titularb Dirüary I A tn, lVrü in th Mm (Desculirimiento de'u¡l nrrvo mundo en la
Después de éstos vienen los habitantes de los planetas dp Luna). RSchakletor¡ á. su edición de los Entnti¿ns'd¿ Fntcnlb (Mord,Clarendon-Press, 19551
atribuye la patemidad de muchas de las ideas de las <Conversaciones» de Fontenellg al autor in-
otros torbelünos. Os confieso que están en lo más profundo, r
g!és.cu1a. obra habla.sido traduiü en Rouen en 1655. Con todo, cabe tener en cuenta la réplice
75 y por más esfuerzos que haga no consigo verlos casi en ab' ile ACalame en su int¡odr¡cción a la edición &.lcsErtr¿in¡.

146 147
115 vuestro sistemd No me ocultéis nada, os gaardaré el secre- ve, alU ni siquiera piensan en ellos. Asf pues, todos los soles
to. Me parece que no se aPoya más que sobre una correla- son soles de dfa, para el torbellino en el que están situados,
ción muy endeble. Una estrilla fiia es luminosa por sl misma y soles de noche para todos los otros torbellinos" En su
como el So]; en consecuencia es necesario que, como éste, mundo son los únicos de su especie, en cualquier parte no
sea el centro y el alma de un mundo, y que teng¿ su§ Plr9.- sirven más que para. hacer número. 165
120 tas girando airededor. iEs esto de una necesidad tan absolu- *Pero ino es preciso *replicó ella- que los rnundos,
td a pesar de esta igualdad, difieran en miles de cosas? Pues un
--Oldme puesto que estamos siempre de fgndo de semejanza no deja de comportar infinitas diferen-
-respondf-'
humor para mezclar las locuras de la galanterfa con nuestros clas.
más serios discursos. Los razonamientos de la matemática' pero la dificultad está en
r25 est¿ín hechos como el amor. Vos no podéis conceder la cosa l -Seguramente
adivinar, -contesté-,
iqué sé yo? Un torbellino tiene más planetas que 170
más nimia a un amante sin que muy Pronto haya que conce- . giran alrededor de su Sol, otro menos. En uno hay planetas
dede más, y al final la cosa va leios. Del mismo modo, con- subalternos que giran alrededor de planetas mayores, en
ceded a un matemático el menor principio, y os sacará una otro no hay ninguno. Aquf todos están amontonados alrede-
consecuencia que tendréis que conceder también, y de ésta dor de su Sol y forman una especie de pelotón más allá del 175
130 otra, y a vuestro Pesar, os lleva tan lejos que apenas lo P9- cual se extiende un gran vacfo que va hasta los torbelünos
déis ireer. Estas dbs chses de gente toman siempre más de l
vecinos. En otra parte hacen sus órbitas hacia las extremida-
lo que se les da. Estaréis de acuerdo en que cuando dos co- des del torbelüno y dejan vacfo el medio. No dudo siquiera
,rr'ron semejantes en todo lo que se ve, puedo creerlas que pueda haberlos desiertos y sin planetas. Otros cuyo sol, 180
135 igualmente semeiantes en lo que no se ve si, por otra Parte, al no estar en el centro, tenga un movimiento real y arrastre
nlo hry nada que lo impida. De ahl yo he deducido que.la ' a sus planetas consigo. Otros cuyos planetas se elevan o des-
Luna estaba habitad4 Porque se Parece a la Tierra, y los l cienden respecto al sol por el cambio de equilibrio que les
otros planetas Porque se Parecen a la Luna. Hallo que las es- mantiene suspendidos. En definitiva, iqué queréis? Esto es 185
140 trellas-fijas se pateéen a nuestro Sol, les atribuyo todo lo 9ue ,
bastante para un hombre que no ha salido jamás de su tor-
éste tiene. Estríis atrupada demasiado leios para poder retro- bellino.
ceder, es preciso dar el paso de buen grado. -{asi no es nada ella- en relación a la
ella- en base a esta semeianza que esta- cantidad de mundos. Lo -respondió
que vos decfs no basta más que
-Pero
blecéis entre-dijo
las estrellas fiias y nuestro Sol es necesario que para cinco o seis, y yo los veo a millones.
145 las gentes de otro torbellino no lo vean más que como una _<Qué serfa" pues si os dijera que hay 190
estr;Ua fiia que se les hace visible sólo durante sus noches' muchas más estrellas fijas-repliqué-,
de las que vos veis? iQue con el
fuera de toda duda yo-. Nuestro Sol telescopio se ha descubierto un número infinito que no se
-Bsi¿ -respondl
está tan cerca de nosotros, en comparación con los soles de ven a simple vista, y que en una sola constelación en la que
se conocfan pongamos doce o quince se han descubierto 195
tantas como se yefan antes en el cielo? 3e.
--Os pido clemencia ella-, me rindo. Me ago-
-dijo
bi¿íis con los mundos y torbellinos.
, bien *respondf- lo que os reservo. Veis esta
-Sé que se llama Yfa Lácte4 ios imaginríis lo que es?
blancura

3'Giltleo,n sa Sidcm¿¡ Nsnix, hace nota¡ que ¡enunció a su propósito de dibüar la consda-
ción de OriSn entera, por la gran abundancia ile estrellas que sd váan con el telésopiq en los
llrnites de r¡no o dos giados pido ver más de quinientas estir:llas.

149
: , | ,... l

Una infinidad de pequeñas estrellaq invisibles a los ojos a puedan tocar a una sola? Quiero imaginármelo y veo clara- 250

causa de su pequeñez y puestas unas tan cerca de otras §ue mente que no puedo.
parecen formar un fulgor continuo. Quisier¿ que visitarais mucho ingenio en plantear esa difi-
. -Hay
cultad, -respondl-
e incluso en no resolveda, pues, es muy grave, y tal
205 éon el telescopio este hormiguero de astros, este semillero
de mundos. Sé parqcen de alguna manera a las islas Maldi- como vos la concebfs no tiene respuesta. Y serfa tener muy
vas, a esas doce^mil islitas o Ürn.o. de arcna, separados úni- poca penetración hallar respuesta a lo que no la tiene. Si
camente 1rcr canales marinos que se poddan saltar como si nuestro torbelüno tuviera la forma de un dado, tendda seis
2lo fuesen zanias. Además los pequeños torbelünos de la Vla caras planas, y estada muy lejos de ser redondo. Pero sobre
Lá«ea están tan apretados que me Parece que de un mundo cada una de las caras podrfa ponerse un torbellino de la
a otro podda hablarse o incluso darse la mano. Por lo me- misma figura. Si en lugar de seis caras tuviera veintg cin-
nos creo que los páiaros de un mundo pasan fácilmente a cuenta, mil, habda hasta mil torbellinos que podrfan ponerse
215 otro y que alll puede adiestrarse a la palomas para llevar sobre é1, cada uno sobre una c ra, y entendéis claramente
cartas, como aquf las llevan en levante de una ciudad a que cuantas más caras planas que lo limiten tiene un cuerpo,
otra. Estos pequeños mundos se salen, al parecer, de la regla más próximo está de ser redondo. De modo que un diamante
general, por la que un sol en su torbellino oscurece desde tallado con facetas por todos lados, si las tuviera muy pe-
que aParece a todos los soles extraños. Si estás en uno de queñas, serfa casi tan redondo como una perla del mismo ta-
220 lós pequeños torbellinos de la Vla Lácr'ea vuestro s9l apenas maño. Los torbellinos no son redondos más que de esta for-
está más cerca de vos, ni tiene mayor fiietza sensible sobre ma. Tienen en el exterior una infinidad de caras cada una de
vuestros ojos, que los cien mil otros soles de los pequeños las cuales lleva otro torbellino. Estas caras son muy desigua-
torbellinos vecinos. Con los que veis brillar vuestro cielo les. Aquf son grandes, alll pequeñas, Las más pequeñas de 270
225 con un número infinito de fuegos que están tan próximos nuestro torbellino, por ejemplo, corresponden a la Yla Lác'
unos a otros, y tan poco aleiados de vos. Cuando perdéis la teq y sostienen todos estos Pequeños mundos. Sucede que
vista a vuestro propio sol, todavla os queda bastante, y dos torbellinos, que están apoyados sobre dos caras vecinas,
vuestra noche no es menos clara que el dfa, Por lo menos la dejan algrín vaclo entre sf por abajo, como debe ocurrir a
230 diferencia no puede ser notada- Para hablar con más exacti- menudo. Al punto la natudeza, que ordena bien el espacio,
tud, no tenéis noche nunca. Mucho se asombradan las gen- llena este vacfo con un torbellino, o dos, o con mil mundos
tes de estos mundos, acostumbrados como están a una clari- más que no estorban a los otros. De este modo, podemos
dad perpetu4 si se les dijera que los hay-desdichados. que ver muchos más mundos que caras tiene nuestro torbellino 280
tienen verdaderas noches, que caen en profundas tlnreblas y para sostener. Apostada que cualquiera de estos pequeños
235 que, incluso cuando disfrutan de la luz, no ven más que un mundos no han sido hechos más que para ser colocados en
sol. Nos mirarían como a seres deiados de la naturalez4 y los rincones del universo que habrfan sido inútiles. Por más
nuestra condición les harfa estremecerse de horror. que sean desconocidos a los otros mundos que los tocan, no
os Pregunto la marquesa- si hay lunas en dejan de estar muy satisfechos de sl mismos. Son éstos, sin
los -No -dijo Veo claramente que no serfan
mundos de la Vla Lác.ea. duda, los que existen en una cantidad prodigiosa y sus soles
de ninguna utilidad a los planetas principales qare no tienen no se descubren más que con telescopio. En definitiva, to-
noche, y que, por otra partg van por espacios demasiado es- dos estos torbellinos se ajustan unos a otros lo mejor posi- 290
trechos para liarse con este avlo de Planetas subalternos. ble a0. Y como que es necesario que cada uno gire en torno
Pero ioJ dais cuenta de que a fierua de multiplicarme los a su Sol sin cambiar de lugar, cada uno gira del modo más
245 mundos tan übremente me habéis originado una seria difi-
cultad) Los torbellinos de los que Yemos los soles tocan el o Descarteg consciente de esta difrcultad de la teorl4 o(pone estas ideag cienamcnte no
torbellino en que estamos nosotros. Los torbelünos son re- Porque patecen llevar a un regreso al infinito, en sus Principia de Filosdía,
dondos, ino el cierto? Y icomó es posible que tantas bolas frirp"p,§}i"-1j:s,

150 151
cómodo y fácil en la situación en que se encuentra. Se en- distancia de las estrellas fijas, que desde Saturno hasta el ex-
295 graflLfl de algún modo unos en otros como las ¡uedas de un tremo de nuestro torbelüno haya un gran espacio vacfo y
reloj y se facilitan mutuamente los movimientos. Es cierto, sin planetas. Nuestros enemigos nos reprochan la inutilidad
no obstante, que también actrian unos cofltra otros. Cada de este gran espacio. Que deien de inquietarse. Ya se lo he- 340
mundo es, por lo que se dicg como Lrn globo que se infla y mos encontrado. Es el departamento de los planetas extran-
300 se soltara. Pero al punto es repelido por l:s mundos veci- ieros que entran en nuestro mundo
42.

nos, se rinde a sl rirismo, y deipués vuelve a inflarse, y se lo entiendo ella*. No les permitimos en-
reinicia el ciclo. Algunos filósofos pretenden que las estrellas trar-Ya -dijo
hasta el corazón de nuestro torbellino y mezclarse con
fijas no nos envfan esta luz titilante, y que no parece que nuestros planetas. Los recibimos como el Sultán de Turqula 345
305 brilien a pulsaciones, sino porque sus torbellinos presionan recibe a los embaiadores que se les envfa. No les hace el ho-
perpetuamente al nuestro, y son siempre rechazados a1. nor de aloiarlos en Constantinopla" sino solamente en un
agradan mucho todas estas ideas la mar- ar.rabal de la ciudad.
-Me Me gustafl
quesa-. inflan-dijo
esos balones que sey se desinflan tenemos en común con los otomanos 350
a cada instante, y esos mundos que siempre combaten. Y, que ellos reciben embajadores sin enviados y-afra-
ü- -Además noso-
310 sobre todo, me gusta ver cómo este combate produce entre tros no enviamos a nuestros planetas a los mundos vecinos.,
ellos un intercambio de luz que, al parecer, es el único que juzgar por todas estas cosas *replicó ella- somos
pueden tener. -A
muy altaneros. Sin embargo, no sé muy bien qué debo pen-
*No,
no, no es el único. Los mundos ve- sar de ello. Los planetas extranieros tienen un aspecto muy 355
-repliqué-,
cinos en algunas ocasiones nos envlan visitas, y con bastan- arnenazado4 con sus barbas y sus colas, y quizá se nos los
315 te magnificencia. Nos llegan cometas que están adornados envÍa para insultarnos. Mientras que los nuestros no est¿tn
con una refulgente cabellera, con una barba venerable, o hechos de la misma m neraa no serlan adecuados parahacer-
con una cola majestuosa. se temer cuando fueran a otros mundos. 360
--iAt! qué diputadosl-dijo ella riendo-. Bien prescin- colas y las barbas no son más que
didamos de sus visitas. No sirven más que para asustar. apariencia- Los planetas -respondf-
pura-Las extranjeros no difieren en nada
320 dan miedo más que a los niños a de los nuestros 43. Pero, al entrar en nuestro torbellino, se
-No
causa de su extraordinaria indumentaria. Pero-repliqu&-
los niños son ponen cola o barba por una especie de iluminación que reci- 36s
muy numerosos. Los cometas no son más que planetas que ben del Sol, y que, entre nosotros, no ha sido aún demasia-
pertenecen a un torbellino vecino. Tienen su movimiento
hacia los extremos. Pero su torbellino puede estar presiona- o'r
Para esta hipótesrs sobre [a natoraleza de los cometas, véase Descartes, Pincipios de
325 do de modo distinto por Ios que lo rodean, v ser más re- FilosoJi4 ll1, paráglafos 12ó y ss. Oe*tre4 LX,2, 177 y ss. La triple división mencionada se
debe zl cartesiano Rohault.
dondo por arriba y más plano por abap, y esta última es Ia En realiclad los comet¿s son muy numerosos' Desde 1900 se han observado a centena-
parte que nos toca. Estos planetas que habdan empezado a res- aunoe muv Docos son visibles iin instrumento óptico alguno. El promedio de su ex-
centrici<lád orbltal es mucho más elevado que el de loi planetás, aunqué los valores indivi-
moverse en cfrculo en la parte superior, no prevefan <pe duales r¡ued<n osilar dc 0 a 1. El pe¡iodó m¿is corto conocido es de 3,3 años y el más
larso Duede ser de millones de años [¿ mayola de los de pel«lo menor a ciento cincuenta
330 abajo el torbellino se les empequeñecerfa. porque allí está anSs dienen una distancia promedio en su'afelio próxima-'a la órbita de.fúpiter. Bastantes
como aplastado, y para continuar su movimiento circular es cometas observados tienen'una órbita hiperkilica.Con todo, en este u otros casos su órbita
ouede ser modificada por [a influenci¿ gravitacional de lúpiter o Satumo.
preciso que entren en otro torbellino, que se supone que es ' 4sDescartes expüc'aba las colas de Ios comctas por-uira especie de refracció-n.-Newton,
el nuestro y del que se intersecan los extremos. Siempre es- más cerca de l¿ exblcación actual, los atribuye al edcape de loi vapores que el sol provoca
en el cometa- El éstudio espectroscópico sugiere que los cometas --nue en rcaltdad son
335 tán muy elevados resPecto a nosotros; puede creerse que muv oeoueños en comDaración con los planetas, se calcula que aun uno tan grande como
van por encima de Saturno. Es necesario, vista la prodigiosa el Ítalleti debe tener uñ radio de menoj de un kilómetro- están constituidoa por sustan-
cias de 6aio Dunto de ebullición como el cianógeno, metano y amoniaco, entre otros. Cuan-
áo ,á r..i.r'al Sol, la masa helada se va disolüendo y el viénto solar provoca el efecto de
«cabellera»; que cuándo el cometa se aleja irá por delante de éste. Esto hace quc cada_ vez
n' Segú, A, Calamg Fontenelle posihlenrente se refiere aqú a Gadroys, Sltstlme du Mon- ore circunáa' el Sol. el cometa disminuva '1
su Émaño, y puede llegar a desaparecer. Véase
dc, 1675,y más claramente a Regius, Ftrdammla Phlsica, Amsterda¡n, 1646. |
Óes."n.r, Printipiot de Filuofu,IlI, 94 y 12, especialménie (Oetrei, IX, 15(r y ss'),

1,52 153
do bien explicad4 pero, en cualquier caso, se está seguro de todo el torbellino, mortalidad general sobte todos los plane-
que no se trata más que de una especie de iluminación. Se tas, pues iqué hacer, sin soP
comprenderá cuando se pueda idea es demasiado funesta ella-. iNo ha-
yo quisiera que nuestro Saturno ella- brfa-Esta
medio de ahorrármela? -dijo
370 -Pues
fuera -replicó hicie-
a ponerse cola o barba en algrin otro torbelüno, -{s dir( si queréis lo que dicen gentes
ra cundir el pánico, y después, habiendo dejado a un lado -contesté-,
muy hábiles, que las estrellas fijas que han desaparecido no 410
esta terrible escolta, volviera a colocarse ordenadamente están apagadas por eso, sino porque son soles que lo son
aqu( con los otros planetas, para sus funciones ordinarias. sólo a medias, es decir, que tienen una mitad oscura y oüa
vale respondf- que no salga de nuestro luminosa. Que como giran sobre sf mismos, tan Pronto nos
-Más Os he-le
375 torbellino. hablado del conflicto que se produce en el presentan la mitad luminosa como la oscura, y que entonces 415
lugar en que dos torbellinos se presionan y rechazan mutua- ya no los vemos. Segrin todas las apariencias, la quinta luna
mente. Creo que en tal situación un modesto planeta es agl- de Saturno está hecha asl pues durante una Parte de su re-
tado con bastante rudeza, y que sus pobres habitantes no se volución se la pierde totalmente de vista. Y no es que efl-
380 llevan la mejor parte. Creemos que somos muy desdichados tonces esté más aleiada de la Tierr4 al contrario, en ocasio-
cuando se nos presenta un cometa. Es el propio cometa el nes está más próxima que cuando se deja ver. Y por más 420
que es desafortunado. que esta luna sea un planeta del que naturalmente no se de-
lo creo *-dijo la marquesa-, él nos trae a sus ha- ducen consecuencias para un sol, se puede imaginar muy
-No sanos. Nada es tan divertido como cambiar asl de
bitantes bien un sol que esté parcialmente cubierto de manchas fijas,
385 torbellino. Nosotros, que no saümos nunca del nuestro, lle- en lugar de tenerlas pasajeras como el nuestro. Para compla- 425
varnos una vida bastante aburrida. Si los habitantes de un ceros, yo adoptarfa esta opinión que es más agradable que la
cometa tienen suficiente talento para prever el momento de otra. Pero no puedo hacedo más que resPecto a ciertas es-
su paso por nuestro mundo, los que ya han hecho el viaje trellas que tienen tiempos regulados paru aParecer y desapa-
anuncian a los otros lo que vart a ver. Descubriréis Pronto recer, tal como se ha comenzado a observar. De otro modo,
390 un planeta que tiene un gran anillo a su alrededor, dicen po- la idea de los semisoles no puede subsistir. Pero iqué dire- 430
siblemente, hablando de Saturno. Veréis a otro que tiene a mos de las estrellas que desaparecefl y no vuelven a mos-
cuatro pequeños que le siguen. Quizá hay gentes destinadas trarse después de que, seguramente, debedan haber acabado
a vigllzr el momento er1 que entran en nuestro mundo, y de girar sobre sf mismas? Vos sois demasiado iusta para
395 que, al punto, gritan: «nuevo sol, nuevo sol»>, como los mari- querer obligarme a creer que sean semisoles. No obstante, 435
neros gritan <<tierra, tierra>. haré un esfuerzo más en vuestro favor. No serán soles apa-
no hay que pensar dii- en haceros sentir gados, sino rinicamente hundidos en la inmensa profundidad
piedad -lecometa. Pero supongo que
-Yapor los habitantes de un del cielo y que ya no podremos ver. En este caso el torbelü-
400 la sentiréis por los que viven en un torbelüno cuyo sol se no habrá seguido a su sol, y todo irá bien. Es cierto que
apaga y quedan sumidos en la noche eterna. la inmensa mayorfa de estrellas fiias no tienen movimiento
ella-, isoles que se apagan? por el que se alejen de nosotros, pues en otros momentos
-iQudsin-exclamó
duda Los antiguos han visto en áeberfan acercársenos, I tan pronto las verfamos grandes
el cielo -respondl-.
-Sl estrellas fijas que nosotros ya no vemos aa. Estos so- como pequeñas, lo cual no sucede. Pero supondremos que
405 les han perdido su lu4 gran desolación, segurameflte, en hay torbellinos más ligeros y más ágiles, que se deslizan en-
tre los otros, y hacen ciertos giros, al ñnal de los cuales re-
aa En 1572, Brahe observó la explosión de una estrella sumarnente brillante y con su

trabaio «De Nova Stello» bautizó conio ((novasn a todas las que sufrieran este proceso. Des-
de eátonces, la génesis y evolución de estas estrellas fue un-problema muy díscutido, sugi- cuva caDa externa estalla en una expansión muy rápida con graD aumento de luminosidad
riéndose disii.t^"s hipótésis. En 159ó, D. Fabricius obseruó, a'simple vista,-el cambio de [u- or,íe des'oués lentamente remite hasti su pr¡nto i-niciál. Alqunoi repiten el proceso en un in-
minosidad de Omicion Ceti, que él llamó Mira. Una nora es uñ tipo de estrella variable tLrvalo'periódico de años. En nuestra gafaxia aparecen uñ promedio de 20 ó 30 por afro.

154 155
gresan, mientras que la g(an masa de torbellinos permanece en definitiva ella-, ino hace falta más
inmóvil. Pero he aquf un extraño contratiempo. Hay estre- que -Pero,
tiempo? -dijo
450 llas fijas que vienen a mostrársenos, que pasan mucho tiem- --Os lo confieso Toda esta masa inmensa
po no haciendo más que aparecer y desaparecer y, en fin, -proseguf-.
de materia que compone el universo está en perpetuo movi-
que desaparecen enteramente. Los semisoles aparecerfan en miento, del que ninguna de sus partes está eriteramente 485
tiempos regulados; los soles que se hundieran en el cielo no exento. Y desde el momento en que en alguna parte hay
455 desaparecerfan más que una yez para no reaparecer en mu- movimiento, no os fiéis, es preciso que se den cambios, ya
cho tiempo. Tomad vuestra resolución con valentla, señora. sean rápidos o lentos, pero siempre proporcionados al efec-
Es preciso que estos soles sean soles que se oscurecen bas- to. A los antiguos les gustaba pensar que los cuerpos celes- 490
tante para dejar de ser visibles a nuestros ojos, y a continua- tes eran de una ¡aturaleza que no cambia jamás, porque
ción se avivan y al fin se apagan completamente. todavla no los habfan visto cambiar. éHabfan tenido oportu-
460 iCómo puede un sol, que es en sf mismo una fuente nidad de asegurarse por la experiencia) Comparados con no-
de luz, oscurecerse y apagarse? la marquesa. sotros los antiguos eran jóvenes. Si las rosas que no duran
-dijo
más que un dfa contasen su historia y se dejasen memoria 495
pondf-. El supone que las manchas de nuestro Sol, sien- unas a otras, las primeras habdan hecho un determinado re-
4(t5 do espumas o nieblas, pueden espesarse, reunirse, pegarse trato de su jardinero y, después de quince mil de sus edades,
unas a otras; continuando este proceso hasta llegar a fotmar
las que los habdan legado a sus sucesoras no lo habrfan
una corteza que aumentara continuamente, y adiós Sol. Si el cambiado nada. A propósito de esto didan «hemos visto 500
Sol es un fuego sujeto a una materia sólida que lo nutre, no siempre el mismo jardinero. No conservarnos memoria de
470 lo tenemos mejor, la materia sólida se consurnirá as. Incluso habede visto más que a é1. Siempre ha sido como es; segura-
se dice que nos hemos librado de buena. El Sol ha estado
mente no muere como nosotras, ni tampoco cambiar». iSerla
muy pálido durante años enteros, durante aquellos, por bueno el razonamiento de las rosas? No obstante tendrfa
ejemplo, que siguieron a Ia muerte de César 46. F,ra la costra
más fundamento qu€ el que hacfan los antiguos sobre los 505
que empezaba a formarse. La fuerza del Sol la rompió y la
cuerpos celestes. Aun cuando no se hubiera dado ningrín
475 deshizo, pero si hubiera continuado, estábamos perdidos.
cambio en los cielos hasta hoy; aun si parecieran indicar que
hacéis temblar la marquesa-. Ahora que
-Me las consecuencias -dijo
conozco de la palidez del So1, por las ma- estaban hechos para durar siempre, sin ninguna alteración,
ñanas, en lugar de ir a mi espejo a ver si estoy pálid4 iré a
yo todavla no les creeila, esperarfa a tener más larga expe- 510
riencia- iDebemos establecer nuestra duración, que no es
ver en el cielo si 1o está el Sol.
480 tranquilizaos señora, hace falta más que un instante, como medida de cualquier otra)
tiempo para-respondl-,
-¡Ah! destruir un mundo. iQuerrfa esto decir que lo que hubiera durado mil años más
que nosotros debe du¡ar siempre? No se es etemo tan fácilmen-
te. Seda preciso que algo hubiera pasado muchas edades hu- 515
a5
En realidad estas ideas o hipótesis parecidas siguieron manteniéndose durante larqo manas una tras otr" p ra empezar a presentar algrin signo
tiempo. A principios del xtx, W. Éerschef sostenfa q;e las manchas eran el interior sóüüo
v frío oue Ia suoerficie incandescente deiaba ver en otasiones. Hov salrcmos oue el Sol está de inmortalidad.
áonstitúido .n §, -ryo. parte por hidrógeno, y que su mecanismó de radiacidn consiste en
la marquesa- veo a los mun-
muy lejos de poder-dijo
la fusión del hidrógeno que se conviene en helió. Las manchas solares, que pueden medir
de l,ó00 a 150.000-km. de diámetro, v que raramente se ven aisl¿das, paricen-ser dcbidas a dos-Verdaderamente pretenderla- Yo no les harla ni si-
gigartescas expmsiones de gas cuyo óúc'leo está a mos 4.000" C frenté a 6.000 de la super-
ficie no manchada. Lo cual nos da a entender oue se «ven), nesras sólo Dor contraste con quiera el honor de compararlos al jardinero que dura tanto 520
el entorno, pero que! en realidad, por sf solas fodrfan resultar"....zu.c'.dor".. Se calcula en relación a las rosas; no son más que como las rosas mis-
que al ritmo actuál de fusión del hidróseno al ñelio (unas ó54.ó00.0ü0 toneladas de hidró-
geno fusionándose en 650.000.000 de h"elio, convirtiéndose el resto en enerql4 cada segun- mas que nacen y mueren en un jardfn unas tras otras. Pues
ilo) el Sol entrará en su fase de gigante roja, abrasando lo que sea la Tierrientonces, den- doy por sentado que si desaparecen viejas estrellas y apare-
tro de unos ocho mil milloncs de anos.
a6
Este supuesto fenómeno se halla descrito en Plinio, «Historia Naturab», 1,2, cap.30. cen otras nuevas, es preciso que la especie se conserve.

156 157
525 -No
hay que temer que peligre
-respondf-.
U¡os os Y lo sois con la ventdla de poder no creer en nada de todo
dirán que tto tó.
más que soles que se nos acercart, después lo que os he dicho, en cuanto se os antoje. En recompensa a
de habér estado perdidos Para nosotros largo tiempo en la mis fatigas, os pido únicamente que nunca veáis el Sol, el
profundidad del iielo. Otros, que son soles que se han libta- cielo o las estrellas sin pensar en ml.
áo de la costra oscura que empezaba a rodearlos. Acepto fá-
530 cilmente que todo esto és posible, pero también creo q-ue.el
universo p"ede haber sido hecho de manera-que producirá
soles nuevos de tiempo en tiempo. iPor qué la materia ade-
cuada para formar un sol, después de haber sido dispersada
535 en distintos lugares, no podrá a la largU reunirse en un de-
terminado sitio y sentar los fundamentos de un nuevo mun-
do? Estoy tanto más proPenso a creer en estas nuevas Pro-
ducciones, cuanto que responden meior a \a idea qu€ tengo
540 de las obras de h ñaturaléza. iNo tendrfa el poder de hacer
nacer y morir más que plantas y animales pot yl'. revolu-
ción cántinua? Yo Ñoy convencido, y vos también lo estáis
ya de que utihza ese mismo poder respecto a los mundos, y
qoe no^le cuesta más. Pero sobre todo esto no tenemos más
545 que simples conjeturas. EI hecho es qrre desde que.hace casi
cien añós se ve con el telescopio un cielo completamente
nuevo y desconocido a los antiguos, no hay muchas- conste-
lacionei en que no se haya dado un cambio sensible' Y es
en la Vfa Láctea donde más se ponen de manifiesto, como
550 si en este hormiguero de pequeños mundos reinata más mo-
vimiento e inquietud'
la marquesa-, ahora encuentro
-Sinceramente -dijo
los mundos, los cielos y los cuerpos celestes tan suietos a
cambios, que me he quedado comPletamente decepcionada
al respecto.
jY ,,o, desilusionaremos todavla más, si me creéis
pliquá-. No hablemos más de ello' Además habéis llegado
-re-
y"it" última bóveda de los cielos. Y paru decir si más allá
íray estrellas,habrfa que ser más hábil de lo que yo soy' Po-
ner o no poner mundos allf, depende de vos. Es prerrogati-,
va propia-de los filósofos que estos grandes mundos invisi-
bles puedan existir o no, según se. quiera o que sean como l

se dásee. A ml me basta haber guiado a vuestra razón más'


allá de lo que ven vuestros oios.
5ó5 _iVaya! -exclamó ella-. iTengo en la cabeza el siste-
ma del universo!iSoy sabia!
lo sois de modo bastante razonable'
-Sf -repliqu+,
158 159
SEXTA NOCHT

NUEVAS IDEAS QUE CONFIRMAN


LAS DE LAS
CONVERSACIONES PRECEDENTES.
ULTIMOS DESCUBRIMIENTOS
QUE SE HAN HECHO EN EL CIELOX

* Cuando a partir de la edición de 1687, Fontenelle incluye la Sexta Noche, anteponc


la siguiente not4 que ya no figurará en la edición de 1742 «Piresto que he dado cucnia tlc
estas-Conversaciones ál públicó, me creo en el deber de no ocultarle hada sobre csta matc-
ria Publicaré una conve'rsación que tuvo lugar mucho después de las otras, pcro quc fuc
orecisamenre de la misma clase. Llevará el nombre de 'noche' ooroue las oiras hln sido
áenominadas asf; más vale que tdo vayab\o el mismo tftulo». '

11
Hacla mucho tiempo que la marquesa L. M. D. G. y yo
no hablábamos de los mundos, e incluso empzábamos a ol-
vidar que habfamos hablado de ello, cuando un dfa que iba
a su casa entré al tiempo que dos hombres de ingenio, bas- 10
tante conocidos, salfan de alU.
veis qué visita acabo de recibir dijo apenas
me -Ya -me que po-
vio-; os confieso que me han hecho sospechar
dlais haberme embaucado.
muy orgulloso de tener tanto poder sobre vos 15
-Estarfa no creo que pueda intentarse nada más diffcil.
-respondl-;no obstante ella-, que lo hayáis he-
cho.-Temo, -replicó con estas dos personas
No sé cómo la conversación
que acaban de salir ha tratado sobre los mundos. Quizá la
han llevado maliciosamente a este tema- Yo no he dejado de
decir, muy pronto, que todos los planetas estaban habitados.
Uno de ellos me ha dicho que estaba totalmente convencido
de que no lo crefa- Yo, con toda la ingenuidad posible, le he 25
afirmado que lo crela. El lo ha tomado, en todo momento,
como si fingier4 con el afán de divertirme. Yo he creldo
que lo que le hacfa tat obstinado en no creer en mis aseve-
raciones es que tenfa de mf un concepto demasi¿do elevado
para imaginarse que pudiera sostener una opinión tan extra-
vagante. En cuanto al otro, que no me estima tanto, me ha 30
crefdo bajo palabra por mi parte. iPor qué me habéis encala-

163
de los planetas, cuyos intereses me afectan tan de lejos, fuera
brinado en algo que las Personas que me estiman no pueden a atacar las indiscutibles potencias que se llaman sentidos e 75
creer que afirme seriamentd imaginación? }Iaúa falta mucho coraie paru esta empresa-
señora ipor qué lo sostenéis seria-
-i'ero No se convence con facilidad a los hombres de que pongan
mente con personas-respondf-,
de las que estoy seguro que no se aven-
fuese serio? su razón en sustitución de sus ojos. Muchas veces veo a per-
turarlan en ningrin tazona¡tie¡to que un
-poco
de los plane- sonas bastante razonables dispuestas a creer, después de mil
iEs necesario cJmprometer asf a los habitantes
pruebas, que los planetas son tierras, pero no lo creen de la
tas? Contentémonos con ser un pequeño gruPo aquellos que
misma manera que lo harfan si las hubieran visto bajo una
creemos en ellos, y no divulguemos nuestros misterios al
apariencia distinta; se acuerdan siempre de la primera idea
vulgo.
"iCómo ----exclamó ella-, llamáis vulgo a las dos per- que se hicieron al respecto, y no la cambian con facilidad.
Son gente que, creyendo nuestra opinión, parecen, sin em- 85
sonas que acaban de salir de aqul?
pero no r zonafl bargo, hacerle cierta concesión, y no la apoyan más que a
mucho ingenio
-iienen
jamás.
-repliquF-,
Los razonadores que son personas severas les llama-
causa de cierto placer que les produce su singularidad.

rán vulgo, sin empacho. Por otra Parte,,estas Personas se


iEs que no es suficiente ella- que una
opinión no sea más que veroslmil?-interrumpió
vengan ridiculizanáo a los razonadores, lo cual me Parece
un árden bien establecido: que cada especie desprecie lo que --Os asombrarfais si os dijera que el tér-
-fuera -repliquts
mino verosfmil es bastante modesto. iEs simplemente vero-
le falta. Seda necesario, si posible, adaPtarse a cada
de ver más hubiera vali- slmil que Alejandro haya existido? Vos estás muy segura, y
una. Con esas Personas que acabáis
-saben
hacerlo, sobre los habitantes csobre qué se fundamenta esta certidumbre? En que tenéis
do btomear, po"tto que
todas las pruebas que pueden desearse en tal materia, y no
de los planetas, qu. iazona, al respecto, Puesto que de esto
teniendo su esti- se presenta el menor obieto de duda que suspenda y que de-
último son incapaces. Vos habrfais seguido
ni a uno solo de sus tenga vuestra razón. Pues, por lo demás, no habéis visto ja-
ma y los planeás no habdan perdido
más a Alejandro, ni tenéis una demostración matemática de
habitantes.
la marquesa-' Vos no que haya debido existir. Pero iqué dirlais si los habitantes de 100
iTraicionar la verdad!
55
tenéis conciencia.
-diio los planetas estuvieran en el mismo caso? No se podda ha-
céroslo ver, ni podrlais pedir que se os demostrara su exis-
--Os confieso -respondl- que no tengo gran celo por tencia como se haÁa en una cuestió¡ matemática. Pero te-
estas verdades, y que lai sacrifico con gusto a las menores
néis todas las pruebas que se pueden desear de tal asunto: la
comodidades de la sociedad. Veo a qué se debe, y a qué se
105
total semejanza de los planetas con la Tierra, que está habi-
deberá siempre, que la creencia en los habitantes de los pla-
tad*, la imposibilidad de imaginar cualquier otro uso por el
netas no Pase Por tan verosfmil como es' Los planetas - se
que éstos hubieran sido hechos; la fecundidad y magnificen-
pr"r..rtrn ii.*pt. a nuestros oios como c-uerPos que fa9 luz
cia de la naturalez*, ciertas atenciones que ésta parece haber
y ,o .o-o grandes camPos o praderas. Nosotros- podrfamos
tenido para con las necesidades de sus habitantes, como ha-
1r"." qrr. loí prados y camPos estuviesen habitados, pero de 110
ber dado lunas a los planetas más alejados del Sol y en
los cuárpos lüminosos no hay medio de creerlo' En vano
mayor número a los más lejanos; y lo que es muy importan-
nos dirá la razón que en los planetas hay campos y praderas,
te, todo se inclina en favor de esta opinión y nada en con-
llega demasiado taide' El primer golpe de vista ha hecho su
.f.cto en nosotros antes que ella. No queremos escuchad4 trq y no podrlais hallar el menor motivo de duda si no
adoptríis los ojos y la razón del vulgo. En definitiva, supo-
los planetas no son más que cu:rPos luminosos' Y además, 115
ned que existan. Los habitantes de los planetas no poddan
icóÁo estarfan hechos sus habitantes? Sería preciso que ponerse de manifiesto por señales, en especial por señales
nuestra imaginación nos rePresentara al punto sus figuras,
sensibles. Después de lo cual corresponde a vos el iuzgr si no
pero no p,réde hacerlo. Es más fácil creer que 10 -exlsteri'
queréis tratarles más que como algo puramente verosfmil
ieuerrfaii que pafa establecer la creencia en los habitantes 120

165
164
:replicó ella- ino querréis que esto me
Parca' cho creer las cosas con pruebas débiles. iNo me creéis digna
-Pero
c t^n cierto como el que Aleiandro ha existido? de creer por buenas razones?
en absoluto Pues por más que so- no os probaba las cosas más que
bre-No, -respondf-.
los habitantes de los planetas tengamos tantas Pruebas con-Yo
pequeños razonamientos gratos y-contesté-
acomodados a vuestro
125 como se pueda en la situación en que nos encontramos, su uso. iDebiera habedos emplead«r tan sóüdos y robustos
nrimero no es, sin embargo, grande. como si hubiera tenido que vérmelas con un doctor? 160
a renunciar a los habitantes de los planetas ella-, tomadme ahora por un doctor y vea-
-Voy ella-. Pues no sé ya en qué rango situades -en
interrumpió mos-Sf
esta-dijo
nueva prueba del movimiento de la Tierra-
mi mente. No son completamente ciertos, son más que ve- --{on gusto Hela aquL Me gusta mucho
130 rosfmiles, esto me confunde demasiado. quizá porque creo -repliqo--.
haberla encontrado yo. No obstante, es
no os desaniméis. Los relo- tan buena y tan natural, que no me atreverfa a asegurar que
-iAh!, señora toscós marcan las horas, sólo los,quc han
165
jes más comunes y-repliquts, soy el inventor. En cualquier caso es seguro que un sabio
sido trabajados con más arte m rc ¡ los minutos. Del mis- obstinado que quisiera refutada se veda reducido a hablar
135 mo modo las mentes ordinarias notan bien la diferencia en- mucho, que es la única manera en que un sabio pueda mos-
tre lo simplemente veroslmil y la certidumbre total, pero trarse confundido. Es necesario que todos los cuerpos celes-
sólo las méntes finas distinguen el más o el menos de certi- tes giren en veinticuatro horas alrededor de la Tierra, o que 170
dumbre o verosimilitud, y marcan, Por asl decir, los minutos la Tierra girando sobre sf misma en veinticuatro horas atri-
con su impresión. Situad a los habitantes de los planetas un buya este movimiento a todos los cuerpos celestes. Pero que
140 poco por debajo de Aleiandro, Pero por encima no sé cuán- éstos hagan _realmente esta revolución en veinticuatro horas
ias cuestiones históricas que no han sido completamente alrededor de la Tierr4 es lo menos probable del mundo que 175
probadas, y creo que estarán bien ahfa7. pueda imaginarse, aunque tal absurdo no salte a la vista- To-
- el orden --difo ella'- y me complacéis al orde- dos los planetas hacen realmente sus revoluciones alrededor
nar -Amo
mis ideas. Pero ipor qué no os habéis ocupado de hacer- del Sol; pero estas revoluciones son desiguales entre sl se-
145 lo antes? gín las distancias a las que los planetas están del Sol. Los
aunque creyérais en los habitantes de los pla- más alejados recorren su curso más lentamente, lo cual es 180
-Porque
netas un poco más o un poco menos de lo que merecen, no muy natural. Este orden se observa incluso entre los peque-
seda gravt Estoy seguro de gue no creéis en ños planetas subaltemos que giran alrededor de uno grande.
-respondl-.
el mÑimiento dé la Tierra tanto como deberla ser crefdo. Las cuatro lunas de Júpiter, las cinco de Saturno, recorretr
150 iTenéis mucho que lamentar? su órbita alrededor de su gran planeta en más o menos 185
--ioh!, en cüanto a esto ella- he cumplido tiempo, segtin estén más o menos alejadas. Adem¿ís es segu-
-replicó Creo firmemente
mi debec no tenéis nada que reprocharme. ro que los planetas están en movimiento respecto a sus pro-
- la Tierra
que gira. pios centros, y también estos movimientos son desiguales;
em6atgo no os he mencionado la no se sabe cómo está regulada esta desigualdad, si es por el
-Sin
razón -repliqué-,
que mejor lo prueba. distinto volumen de los planetas, y por su diferente solidea 190
155 ---iAh! Pues es una traición haberme he-
--exclamó-, o por las diferentes velocidades de los torbellinos particula-
res que los envuelven y las materias llquidas sobre las que
4TFontenelle soluciona aqul, por l, vfarápida. el problema de-la probabiüdad y los esta-
son transportados; pero, en definitiva la desigualdad sin
dos de creenci¿ oue tanto ocuoaían v Dreocup¿rfan a la tilosotfa contemporáne4 lnglesa ninguna duda existe, y, en general, el orden de la natutaleza
desde Locke. ooetn sr Ensno'¡obn elbric¡diaiinto htnano (hb¡o IV, caps. XV y XVD a-bor- es tal que todo lo que es común a varias cosas, vada al mis- 195
d, e.te oroÚdma- aludiendo"concretarnente a la cuestión ile la existe¡icia de habitar¡tes en
otrcs mi¡ndos. can XIV. 12 (vol. IL oáp. 989 de la edición de Rabade v M. E. Garcfa, en mo tiempo en diferencias particulares 48.
Editora Nacional,'Ir¡aariá, l9b0), ha¡á Fhme en su Trat¿do dc la N¿wálczt Hmana (libto
págs. 171 y sé. del vo]. I de la edición de Félix Duquq en Ed Nacional'
a8
Ikx#f¿.,1}!t,]"; En la actualidad" el problema plaoteado por Fontenelle aqul está relacionado con el

166 167
samente de veinticuatro horas y siempre iguales unas a
*{s entiendo la marquesa- y creo que otras. Prefe(irfa creer que hay diferencias. 235
-interrumpió
tenéis razón. Sf, soy de vuestró parecer. Si los planetas giran iDiferencias! ella-. iNo señalan nuestros
200 alrededor de la Tiérra, lo harán en tiempos desiguales segin -exclamó
relojes una total igualdad?
sus distancias, como lo hacen alrededor del sol' iNo es eso -¡Oh! -*respondf-. Rechazo los relojes. Por sf mismos
lo que queréis decir? nr: pueden ser completamente precisos, y si alguna vez lo
'-Piecisamente, señóra Sus diferentes dis- fueran marcarido que un giro de veinticuatro horas es más 240
-repliqué-.
tancias respecto a la Tieffa deberfan producir diferencias en largo o más corto que otro, más se preferirá creer que están
este pretendido movimiento alrededor de ésta. Y las estrellas desajustados que achacar a la'fierra alguna irregularidad en
-que
205 fijas están tan prodigiosamente leios de nosotros, tan sus'revoluciones. He aqul un curioso respeto que se tiene
.áorrri.*..rte elevadas pJr encima de todo 19 gue podrla por ella. Yo apenas me fiaría ya más de la Tierra que de un 245
adquirir un movimientdgeneral a nuestro alrededor, P9t 19 reloi, aproximadamente las misrnas cosas que desajustadan a
situadas en un luSr en que este movimiento deberfa
uno lo har{an con el otro. Unicamente creo que la Tierla
',,"i-ro,
estar muy debilitado, ino produéirla e[ efecto de qu9 10 gi- necesita más tiempo que un reloj para desaju'starse; es toda
21Q ,"r, , ,r,rá*tro alrededor en veinticuatro horas, como la Luna la. ventaia que estoy dispuesto a conceder. iNo podrfa apro-
que está tan próximd Los cometas que son extranieros en ximarse poco a poco al Sol? Entonces, al encontrarse en un 250
áuestro torbeilino, que en él hacen rutas tan distintas, que lugar en que la materia estuyiera más agitad4 y el movi-
ii además tienen velocidades tan diferentes, ino cleberlan estar miento fuera más rápido, tardaría menos en su doble ¡evo-
.ri
215 eximidos de girar todos alradedor nuestro en el misnlo lución, alrededor del Sol y sotrre sl misma ae. Los años y los
i
tiempo de veiíticuatro horas? Pero no, planetas, estrellas fi- días serlan más cortos, pero no podrfamos darnos cuenta 255
jas, áometas, todo gira alrededor de la Tierra en veinticuatro porque no dejarían de dividirse siempre los años en trescien-
irotrt. Además, si*hubiera habido entre estos movimientos tos sesenta y cinco dlas, y los días en veinticuatro horas.
220 algunos minutos de diferencia, uno podda conformarse' Asl sin vivir más de lo que vivimos actualmente, se vividan
PEro todos serán de la más ex^cta igualdad, o más bien de más años. Y al contrario, si la Tierra se aleja del So1, se vivi- 260
la única igualdad exacta que se da en el mundo, ni un minu- rá menos años que nosotros, y no se vivirá menos.
to más o**etos. En verdad, esto tiene que Parecer extraña-
mente sospechoso.
225 la marquesa-, puesto que es.posible que ae
Po¡ más que en ei mecanismo cartesiano se habla constantemente de método mate-
esta-¡Oh! -diio no esté más_ que
gran iguaidad en nue§tra lma¡+naclon' mático, Io cierto es que la leorla de los torbellinos, la tnrecánico, cartesian4 es prrr2mente
cualitativa" y no pro¡iorciona leyes cuanr ttarivas prccisas del morimiento planetario. Desde
estoy"seguá de que no existe fuéra de ella' Me gusta que Io esta reorla, Fontenelle no prrece dispucsro a creer en la totai regularidad del movimienrc¡
que no k n li natvaleza rccuga enteramente sobre no- planetririo, ni cn Ia posibilídad dc exblicar crrarlritativamentc el Dórqué de las oosibles irre-
i¡ularidades, lo cual ií era posibic en lx teorfi newtonima eue atapa'rarfa sranáes éxitos cn
^
,bttot, que se descargue de ello, aunque sea a exPensas iste senti,lo <onr() el dcicrrbrimcnto tle \epruno cn 1841r-. Caisini. tañbi¿n antinewto-
230
niano, al no ¡r<ler explicar un arraso o adclálrto periódicos cle los eclipses de los satélites
nuestras. de Júpiter respecto a los valores previsros, lo atribiryó a irregularidades'de sus órbitas. iTe-
g¡anto a mí soy tan enemigo de-la nf¿ presente este ejcmpln l:onrcnclle al e.crrbir estc párrafo? Pero hay más. Cuando Roe-
-[¡ -p^tec. bueno que todas las
-repüqué-,
igualdad perfecta que no á. mer, basándose en las obsenaci¡¡nes clel propio Cassinr, explica los desfases mencionados
por la veiocidad flnrt:r rlc la luz, éstc no ló aieptó. siguió pénsando que cl reloj celeste no
v"oeltus qüe h Tieria da cada dfa sobre sf misma sean preci- éra preciso. La erplicación dc Roenrcr. que cal(:uió un1 velocidad de la lu muy próxima a
la qüe rtribuimos'hoy, es ciecir,299.800'km/s, consisrh en quc el atrasú o adelanto de los
eclifscs dr los satélitás jovianos se debfa a que cuando l¿ luz'renfa que atraves¿r toda la ór-
bita terrestre hasta su punro nrás lejano tardarÍa unos dreciseis minütos más que cuando la
delaconserv¿cióndelmomentoangrrlardeunsistema€nmovimiefltocircular.Elmo. Tierra estaLa a la distánci;r m(oima'de f úpiter. L,sto ocurrfa en 1676, zño en'que Roemer
;;;";ñ; la distancia dSlq'ry"
á;;;á" d; l, *i.i F, "a"ii¿,á á'l fnou¡-i'nto y presentó su tcsis en la Academia de las Ciéncias de l)arfs. Pero la gran autoridad de Cassini
;j-;ñ;-:lá.á"! áel¿Ccualr" gira. En nuesrro sisrema solar se da el caso de. gue e, 5ol con- se irnpuso y hubo que es¡erar las medicioncs indcpendientes y coñfirmarorias dc la veloci
ft;;;td,ñ;iod ñiriá a"l sistema, mienrras-que el 98 oor 100 del momento an- dad de la lu que hicieral. tsradley en l'28. Es niuy improbáble que Fontenellc no cono-
ili;;;í;í"üa. , r". p#,;'l;ü;; ili:'i^ 'i éo'p"r 100'v Saturno eI.25 por 100'
determinante
clera estos rraha¡os. No obsranre, como resulta obvio por cl rexto, su toma tle partido estaba
B:;;.;;";. r¡ otros- como' l.;-;;.'.;6; ."átséti."t del Sbl, ha sid'o un hecho dccid:da ya y pcr.istió en elia hasta su rnuertc. Cori todo, el problema de fondo suscita-
iil"hr#';.;;;il;';."h;;";rr;. d.17 géré,ii der sístema sotar. La más satisfactoria do ¡nr Fontcnclle se puede seguir planteando en la teorfa newtóniana.
;#ü::' hJi;í;;;Jpñi;'¿ ;;q". q'áa;" muchos interrogantes por resolver'

169
168
-Hay muchas posibilidades --dijo ella- de que, si esto -{onfieso ella- que no podrfa defendetme de 300
acaeciese, largos pedodos de siglos no producidan más que -dijo allí, pero vuelvo a lo que me declais
estar obligatoriamente
diferencias muy pequeñas. hace un instante. iSe dan sobre la Tierra cambios considera-
265 de acuerdo yo-. La naturaleza no se bles?
-Estoy
conduce con brusquedad, -dife
y su método consiste en conducir- muchas posibilidades de que se
lo todo por grados que no son
sensibles más que en los -Hry
hayan dado. Varias montañas altas-respondl-
y alejadas del mar tiene
cambios repentinos y fáciles. Casi somos incapaces de perci- grandes lechos de conchas que señalan necesariamente que
bir el de lás estaciones. En cuanto a los otros que se dan en otro tiempo el agua las ha cubierto. A menudo, aun bas-
con una cierta lentitud, poco falta para que se nos escapen' tante lejos del mar se encuentran piedras donde hay peces
No obstante, todo está en un movimiento perPetuor 1l €n petrificados. iQüén puede haberlos puesto alU, si no ha sido 310
consecuencia, todo cambia. No hay nadie que no envejezca el mar? La leyenda dice que Hércules con sus dos manos se-
considerablemente; hasta cierta señorita que se vio en la paró dos montañas llamadas Calpe y Abila que al estar si-
Lun4 con el telescopio, hace alrededor de cuarenta años 50. tuadas entre Africa y España paruban el océano y que al
Tenfa un rostro bastante hermoso; sus meiillas se han hun- purito el mar entró violentamente en las tierras y formó este
dido, su nariz se ha alargado, su frente y su mentón se han gran golfo que se llama Mediterráneo. Las leyendas no son 315
vuelto prominentes, de manera que todos sus encantos se totalmente leyendas, son historias de tiempos remotos, pero
han desvanecido, e incluso se teme por su vida. que han sido desfiguradas o por la ignorancia de los pueblos
iQué me contáis? la marquesa. o por el amor que tenfan a lo maravilloso, enfermedades
es broma -interrumpió
yo--" En la Luna se percibla muy antiguas del hombre. Que Hércules haya separado dos 31 551
una-No
figura peculiar -repliqué
que tenla el aspecto de una cabeza de montañas con sus manos no resulta demasiado crefble. Pero
mujer que salfa de entre los roquedales, y se ha dado un que desde los tiempos de algrín Hércules, pues hay cincuen-
cambio en este lugar. Han cafdo algunos trozos de las mon- ta, el océano haya hundido dos montañas más débiles que
tañas y han dejado al descubierto tres Puntas que no pueden las otras, con la ayuda quizá de algún terrible terremoto de
servir más que para comPoner una frente, una nariz y un tierr4 y se haya precipitado entre Europa y Afric4' lo cree-
mentón de vieja. rfa sin gran esfuerzo. Fue entonces que los habitantes de la
iNo parece que haya un destino maléfico que enveiez- Luna vieron apatecer, de pronto, una gran mancha sobre
ca precisamente a la belleza? Ha sido precisamente a esta ca- nuestra Tierra, pues sabéis, señora, que los mares son man-
beza de joven dama lo que ha tenido qtre atacat en toda la chas. Por lo menos la opinión común es que Sicilia ha sid«>
superFrcie de la Luna- separada de Italia y Chipre de Siria- Alguna vez se han for-
*{)aizq en comPensación yo-, los cambios mado nuevas islas en el mar. Los terremotos han hundido
que se dan sobre nuestra Tierca -repliqué
embellezcan algtin rostro montañas, han hecho surgir otras y han cambiado el curso
qoe vean por aqul las gentes de la Luna. Quiero decir algrin de los rfos. Los filósofos nos hacen temer que el reino de
rostro ali marréra de la Luna, pues cada uno proyecta sobre Nápoles y Sicilia que son tierras apoyadas sobre grandes bó-
los objetos las ideas de que está lleno. Nuestros astrónomos vedas subterráneas llenas de azufre no se hundan algún dfa
ven en la Luna rostros de muchachas ióvenes, y podda ser cuando éstas no sean bastante fuertes para resistir las fuer-
que las mujeres que observaran vieran alU hermosos rostfos zas que encierran, y que exhalan en la actualidad por los res-
de hombres. Yo, señor4 no sé si no os veda allL piraderos, como el Vesubio y el Etna- He aqul, pues, ele- 335
mentos suficientes para diversificar un poco el espectáculo
s Seqin A. Calame, Fontenelle se refiere aqul a una cara de mufer ioven que se habfa
que damos a las gentes de la Luna.
dibriaáo'en ur, ¡nr* Iúnar confeccionado en 1680 en base a las obiervacionei de Cassini.
EÉ;;.r."ii" .t irl fostro, pefo lo consideraba un punto de referencia útil. Las obserua-
.o oue se basa el maoa'habrfan empezado en l'672, de ahl los cuarenta años aproxi-
"iá"..
ÁáJ-."t.'*. Fontenelle lrd" .n la ed.itión de 1708, sin molestarse en modiflcar lá cifra sl El error en la nme¡ación de las llneas está en el texto de A. Calame. De cara a las
en las sucesiias ediciones. posibles referencias a esta edición cdtica hemos preferido mantener su numeración.

170 1,7'.|
*?referiría con mucho la marquesa- que les perjuicio de los diluvios que allf son comunes. Pero, sea
-dijo el mismo que divertirles
aburriésemos ofreciéndoles siempre como fuere, esta luz de Júpiter no es en absoluto comPara- 375
340 con regiones hundidas. ble a otra que, segr.in las experiencias, es tan antigua como
no seda nada en comparación con elrmundo y gue, sin embargo, nunca habfa sido vista-
-Eso
lo que -contesté-
sucede en Júpiter. Sobre su superficie aparecen una iCómo lo hace una luz para ocultarse? -dijo ella-.
especie de bandas, por las que estarfa envuelto, que se dis- Para esto se necesita una singular habilidad. 380

tinguen unas de otras, o bien por los intervalos que hay en- no apafece más que en el momen-
345 tre ellas o por los diferentes grados de oscuridad y claridad. to de-Esta -continuFde modo que lo más usual es que és-
los crepúsculos,
Son tierras y mares, o en definitiva grandes partes de la su- tos sean basiante largos y fuertes para cubrirla, y cuando
perficie de Júpiter muy diferentes entre sL Estas bandas tan pueden dejada aparecer, o la ocultan los vapores del hori- 385

pronto se estrechan como se agrandan, algunas veces se in- zonte, o es tan poco sensible, que a menos que se sea muy
350 terrumpen y a continuación se juntan de nuevo; en diversos preciso, se la toma por el crepúsculo mismo. Pero, finalmen-
lugares se forman nuevas y desaparecen. Y todos estos cam- te, después de treinta años se la ha distinguido con seguri-
bios, que no son sensibles más que con nuestros mejores te- dad y ha hecho durante algrin tiempo las delicias de los as-
lescopios, son en sf mismos mucho más considerables que si trónomos cuya curiosidad sentla necesidad de ser estimulada 390

nuestro océano inundase toda la tierra firme y dejase en su por algo de una especie nueva. Por más que hubiesen podi-
355 Iugar nuevos continentes. A menos que los habitantes de Jú- do descubrir nuevos planetas subalternos, aPenas se conmo-
piter no sean anfibios y no vivan por igual en tierra que en vlan por ello. Las dos últimas lunas de Saturno, por eiemplo,
el agua, no sé demasiado bien lo que será de ellos. También no les habfan fascinado ni entusiasmado como habfan hecho
sobre la superficie de Marte se ven grandes cambios, incluso los satélites o lunas de Júpiteq urro se acostumbra a todo. 395
360 de un mes a otro. En tan corto tiempo, los mares cubren Asf pues, un mes antes y después del equinoccio de marzo>
grandes continentes, o" se retiran por unas mareas infinita- cuando el Sol se ha puesto, y el crepúsculo acaba, se ve una
mente más violentas que las nuestras; o por Io menos por luz blancuzca que se Parece a tna cola de cometa. Se la ve
algo equivalente 52. Nuestro planeta en comparación con es- antes de salir el Sol y antes del crepúsculo hacia el equinoccio
365 tos dos es muy tranquilo, y tenemos muchos motivos para de septiembre, y mañan^ y tarde hacia el solsticio de in- 400
felicitarnos por ello; más aún si es cierto que en Júpiter ha vierno. Fue¡a de estos momentos, como acabo de deciros,
habido regiones tan grandes como toda Europa abrasadas. no puede distinguirse de los crepúsculos que tienen dema-
iAbrasadas! la marquesa-. Verdaderamen- siada fuerza y duración; pues se supone que subsiste siem-
-exclamó
te ésta serfa una noticia muy importante. pre, y su apaÁencia está enteramente ahf. Se empieza a con- 405
370 Muy importante yo-. Hace unos veinte jeturar que sea producida por alguna gran masa de materia
años se yio en Júpiter -respondl
una luz más brillante que el resto del algo espesa que rodea al Sol hasta cierta extensión. La
planeta- Aqul hemos tenido diluvios pero raramente, acaso mayor parte de sus rayos atraviesan este cerco y llegan a
tan excepcionalmente como Júpiter grandes incendios, sin nosotros en lfnea rect4 pero los hay que, yendo a dar contra
la superficie interior de esta materi4 son reflejados hacia no- 410
sotros y nos alcanzan cuando los rayos directos todavfa no
s2Júpiter posee una atmósfera reductora compuesta por hidrógeno, amoniaco y metano, nos llegan por la mañana o, por la noche, ya no pueden al-
oue en las oroximidades de la suoerficie oodrlm estar en estado lJoüdo o sóüdo. Estos ele- canzarnos. Como que estos rayos refleiados parten de más
á.rtor rori los que provocan lai bandas'oscuras y luminosas paralelas al ecuador, que tie-
nen períodos de rotación distintos. Con respecto a la ,<luz brillante», quizá Fontenelle se re- arriba de los directos, debemos recibirlos más pronto y per- 415
fiere a una mancha roja que Cassini obserua de 1664 hxta 7677 y que Maraldi volvio a derlos más tarde s3.
ver en 1708, aunque su datación no coincide. En 1830 se vio, de nuevo, una gigantesca
mancha roja que álcanzó hasta 50.000 km; aún es visible, aunque su color y tamaño han
cambiado. i\4arte tiene una atmósfera neutra sumafirente enrarecida de anhfdrido carbónico
y quizá nitrógeno. Se dm en él considerables cambios de temperaturas. Después del Mari- 53[-aluz zodiac¿l fue descubierta por Cassini y hoy sabemos que se debe al reflcio de la
nei-9 se poseén mapas detallados que desmienten las observaciónes de marely canales. luz del Sol en las partlculas de polvo interplanetario.

'172 173
A partir de eso debo desdecirme de lo que os habla di. está demasiado vivo. No hay nada gue no se deba presumir
cho de que la Luna, a falta de estar rodeada de un aire espe. de la habilidad de la natvtaleza. Pero también tiene otra ha-
so al igual que la Tiena, no debe tener crepúsculo. No per- bilidad muy peculiar paru ocultársenosr 1l no se debe asegu-
420 derá nad4 los crepúsculos allJ serán debidos a esta especie rar fácilmente haber adivinado su manera de actuar, ni sus 465
de aire espeso que rodea al Sol y que refleja los rayos a los propósitos. De hecho, no hay que apresurarse a dar razones
lugares a los qug partiendo directamente de é1, no pueden (raisonner) sobre los nuevos descubrimientos, aunque siem-
llegar. pre se sientan bastantes deseos de hacerlo. Y los verdaderos
de este modo la marquesa-, ino hay filósofos son como elefantes que, al andag jamás ponen el
-Pero, asegurados
425 crepúsculos para-dijo
todos los planetas, que no ten- segundo pie a tierru hasta que el primero está firme en ella 470
drín necesidad de estar envueltos cada uno por un aire es- *La comparación me parece tanto más justa
peso, puesto que el que rodea el Sol puede producir este terrumpió ella- cuanto que el mérito de estas dos -in- espe-
efecto para todos los planetas del torbellino? Yo creerfa gus- cies, elefantes y filósofos, no consiste en absoluto en sus
430 tosa que la naturalez4 segrin la tendencia a la economfa que atractivos exteriores. Consiento en que imitemos el buen jui-
le conozco, se sirviera de un solo medio. cio de unos y otros. Enseñadme aún algunos de los últimos 475
*No obstante z pesar de esta economl4 descubrimientos y os prometo no construir un sistema pre-
habda dos causas de-repüqu*,
crepúsculos por lo que respecta a nues- cipitado.
traTierra, de las que una, que es el aire espeso del Sol, serfa Os he dicho yo- todas las noticias que sé
bastante inútil y no serfa más que un objeto de curiosidad sobre el cielo y no -respondl
creo que las haya más frescas. Lamento
435 por parte de los inquilinos de los observatorios. Pero hay mucho que no sean tan sorprendentes y tan maravillosas 480
que deciilo todo. Puede que la Tierra sea la única que expul- como algunas observaciones que lefa el otro dla en un ex-
sa fuera de sl vapores y exhalaciones suficientemente grose- tracto de los Anales de la China, escrito en latfn. Se informa
ros para producir crepúsculos; y la naturaleza habrá tenido alll de mil estrellas que caen a la vez con gran estrépito des-
ruzón para proveer por un medio general a todos las necesi- de el cielo al mar, o que se disuelven y caen como una llu- 485
440 dades de todos los otros planetas que serlan, por asl decir, via. Esto no ha sido observado en China una sola vez. Yo
más puros, y cuyas evaporaciones sedan más sutiles. Quizá he encontrado esta observación en dos épocas bastante aleja-
de entre todos los habitantes de los Planetas, somos aquellos das; sin contar una estrella que va a estallar hacia Oriente,
a los que es preciso dar a respirar el aire más grosero y es- como un cohete, siempre con gran estruendo sa. Es lamenta-
445. peso. iCon qué desprecio nos mirarfan los habitantes de ble que estos espectáculos estén reseryados a la Chin4 y que 490
otros planetas si supieran esto? en estos pafses nunca hayan tenido lugar. No hace mucho
un error la marquesa-. No se es tiempo que todos nuestros filósofos se crelan fundamenta-
-Cometerfan -diioen un aire espeso, Puesto
despreciable por estar envuelto dos en la experiencia para informar que los cielos y todos
que el mismo Sol tiene uno que lo envuelve. Decidme, os lo los cuerpos celestes eran incorruptibles e incapaces de cam- 495
450 ruego, ieste aire no está producido por ciertos vaPorps que bio, y, no obstante, en esta misma époc4 otros hombres, al
me habéis mencionado antes, que salen del Sol y del que sir- otro extremo de la Tierr4 velan estrellas disolverse por mi-
ye para romper la fuerza inicial de,los rayos que qurizá ha- llares, lo que es bastante diferente.
brfa sido excesiva? Imagino que el Sol podrla estar natural-
mente velado para ser más proporcionado a nuestros usos. to.S.gú, Calame, Fontenelle habrla romado esra información del jesüta P, Phiüppe
455 aquf, señora un pequeño comienzo ^ en una obra sobre Confucio; en una rabla cronolóqica adlunda informa de iies
-He que habéis -responü-,
de sistema hecho bastante felizmente. Se podrfa
Couplet
grandes fenómenog celestes vistos en China en los años 244 f1277 ; I 399. Por otra parte,
una fuente china de 1054 habla de la aparición de una estrella extraórdinariamente biillan-
añadir que estos vapores producidan una especie de lluvias te en la parte del firmmento ocupada áhora por la nebulosa del Cansreio, difusa v brillan-
que volverfafl a cae;r en el Sol para refrescarlo de la misma te nebulósidad que se halla en exfansión, en la constelación de Tauró. Los astrón'omos er-
tán convencido§ de que ambos objetos son el mismo y que la estrella obseruada en China
460 manera que a veces se arcoia en una forja cuyo fuego fue una supernov¿
^goa
174 175
ella- ino he oldo decir siempre que los
chinos er n -dijo
-pero tafl grancles astrónomos?
cierto :repliqué-, pero los chinos tienen ventaia
-Esal estar tepuradot de nosotros por un largo espacio
en esto,
de tieria, como los griegos y los romanos al estar separados
por un ia.go perioáo áe siglos. Todo aleiamiento tiende a
impresionainoi. Verdaderamente yo cada vez estoy más con-
50s veicido de que hay un cierto genio que aún no ha estado
fuera de Eurápa, o que, por lo menos' no se ha aleiado mu-
cho de ella. Quize nó se le permita expandirse en una gran
extensién geolráfica a la vez y alguna fatalidad le prescribe
510 Umites baslante estrechos. Disfrutémoslo mientras lo posea-
mos. Lo que tiene de meior es que no se limita a las ciencias
y a las especulaciones áridas, se extiende con igual éxito has-
í, h, .oru, de placer, en el que dudo que ningrin pueblo
nos iguale. Son éstas, señora,- aquellas a las que os coffes-
515 pondí dedicaros, y las que cleben integrar toda vuestra filo-
sofla.
INDICE

176
TNTRODUCCIÓN.. 7
L Fontenelle. Entre la ruzón y el pesimismo. . . . . 9
il. Las «Conversaciones sobre la pluralidad de los mun-
dos». . 32
II.1. El heliocentrismo de Copérnico y la nueva cos-
mologla 33
II.2. La pluralidad de los mundos habitados 44
IL3. Los mundos habitados. 48
III. Másacádelacienciaficción .......i.. 51

CoNVERSACIoNES
SOBRE LA PLURALIDAD DE LOS MUNDOS. . . . 57
Prefacio 61.
Dedicatoria. 65

PRIMERA NocHE. LaTierca es un planeta que gira sobre sí


mismo y alrededor del Sol 67

SEGUNDA NocHE. LaLuna es una Tierra habitada 87

TERCERA NocHE. Particularidades del mundo de la Luna.


Los otros planetas también están habitados. . . 105

CUARTA NocHE. Peculiaridades de los mundos de Venus,


de Mercurio, de Marte, de Júpiter y de Saturno 123

1,79
QUINTA NocuB. Las estrellas fiias son otros tantos soles
cada uno de los cuales ilumina un mundo 143

SExrA NocirE. Nuevas ideas que confirman las de las con-


versaciones precedentes. Ultimos descubrimientos que se
han hecho en el cielo . .

VOLUMENES PUBLICADOS

1. DF.SCARTES: Tratado del honbre. Edición preparada por Gui-


llermo Quintás.
CONDORCET: Bosquejo de un cuadro bistórico de los pragresos del
upiritu bumaru. Edición preparada por Antonio Torres del
Moral.
NEBRIJAT Gramática de la l-engua Castellara. Edición preparada
por Antonio Quilis.
4. IBN BATTUTA: A traués del Islam. F.dtcíón preparada por Se-
raffn Fanjul y Federico Arbós.
5. LUIS DE MOLINA: La leoría del justo precio. Fdición preparada
por Francisco Gómez Camacho.
6. La Mi¡ná. Edición prepzrada por Carlos del Valle.
7. PHtllP HAUSER: Madrid bajo el punto de uista nédico-¡ocial. F,di-
ción preparacla por Carmen del Moral.
8. ToltÁS DE MERCADO: Suma de tratos 1 contratos. Edición pre-
panda por Restituto Sierra Bravo.
9. JERIrlvlÍAS BENTHAI,I: Tratados de legislacirir Ciaill Penal. Edi'
ción preparada por Magdalena Rodrlguez Gil.
i0. G. E. LESSTNG: Escritosfilostífins1 teológicos. Edición preparada
por Agustín Andreu Rodrigo.
I

11. AUGUSTo COMTE: Catecismo positiaista. Edición preparada


por Andrés Bilbao.

JOHAN WOLFGANG @ETHE Escritos polítieos. Edición prepa-


rada por Dalmacio'Negro Pavón.
13. NICOLAS CopÉnNtco Sobre las reuolucione¡. Edición preparada
p<lr Cados Mfnguez y Mercedes Testal.
BERNARD LE BOUVIER DE FONTENELLE: Conaersaciones sobre
la pluralidad de los mundol Edición preparada por Antonio
Beltrán Mad.

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