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Sesión II: “Fenomenología de la percepción: la intención de los cuerpos en Merleau-Ponty”

- ¿Qué vamos a entender por ‘percepción’? Sin mucha diferencia de lo que


entendemos por sensación, la percepción es aquella recepción del mundo que se
realiza a través de los sentidos. Una percepción siempre esta ligada a una cosa; es
decir, toda percepción es intención de una cosa-percibida. La correlación entre
‘fondo’ y ‘objeto’ percibido es una relación indisoluble para las intenciones de la
percepción. Sin esta correlación, la ‘mirada’ no podría recortar la figura memorizada
del objeto.
- Sin embargo, antes de entrar en la importancia del cuerpo en Merleau-Ponty –
entendiéndolo a este como ‘el punto de recepción que tiene la consciencia del
mundo’-, veamos cuales son los conceptos fundamentales de la fenomenología,
ciencia que estudia tanto a los fenómenos propiamente como la estructura de la
consciencia.

________
- ¿Qué va entender Husserl por ‘Ser’, ‘Yo’ o ‘individuo’? Por de pronto, se debería
señalar que, según nuestras consultas iniciales, ‘Ser’, ‘Yo’ o ‘Individuo’ no son más
que apelativos que nombran una sola cuestión de interés fenomenológico: indican un
‘acto de consciencia’ o un ‘cúmulo de vivencias’.
- A partir de este ‘cumulo de vivencias’ se realizará la desconexión del juicio
fenomenológico, que no se asemeja –y hay aclararlo- a la desconexión que realiza el
juicio científico, donde la consciencia se separa del mundo. El juicio fenomenológico
busca la esencia de la consciencia al lado de la naturaleza o la esencia del mundo. Su
procedimiento, que intenta dibujar una nueva eidética, asume el correlato del Ser –
como consciencia (o intención) de ‘algo’- con el mundo o las cosas. De este modo, la
desconexión del juicio fenomenológico se refiere a un “residuo fenomenológico”
predilecto producido por el no olvido del Ser; es decir, el no olvido de que el
procedimiento es llevado a cabo por una ‘acto de consciencia’ que es ella misma
objeto de un análisis. Este residuo apunta a concretar una nueva ciencia: el de la
fenomenología; la ciencia de una “consciencia pura de las cosas mismas”.
- Husserl, apegado a los lineamientos epistemológicos dominantes del kantismo y el
neo-kantismo, no duda en llamar a esta consciencia pura como aquella consciencia
trascendental. Con este empate epistemológico busca, precisamente, establecer ciertas
diferencias con el “Yo trascendental kantiano” que permite el positivismo de las
ciencias formales o exactas. En todas sus investigaciones, Husserl, buscará el
desapego de una consciencia trascendental, prefiriendo el análisis y procedimiento de
las denominadas reducciones fenomenológicas. Sin embargo, estas reducciones
fenomenológicas no buscan hacer desparecer el cogitare natural de la consciencia
cartesiana. De hecho, Husserl asume esta relación natural del pensamiento con el
mundo y la naturaleza, como punto de partida de las reducciones. No obstante,
dicho ‘cogito’, siempre quedará entre paréntesis para el procedimiento
fenomenológico.
- Al asumir este sistema de evidencias sensibles y vivibles, la consciencia asume el
plano de su desarrollo: es decir, asume que la consciencia se realiza sobre el plano de
la vida sensible. No necesariamente sobre un fondo empírico, o de evidencias
sensibles, sino más bien, sobre el fondo de ‘actos de vidas’, en el ‘mundo de la vida’
(lebenswelt).
- Este plano proporciona el sistema de evidencias y verdades empíricas que las ciencias
formales y físicas asume como única y pura. Si bien la reducción fenomenológica
asume este sistema –ya que es el lugar de conexión de la consciencia (como
consciencia de ‘algo’)- la fenomenología intenta dar con “las esencias puras”, o, el
“verdadero ser”.
- El ‘verdadero ser’ sería una esencia distinta por la dada en el mundo percibido de los
“signos” o de las matemáticas. Es decir, el ‘verdadero ser’ no es el mundo perceptivo
que ocupa las ciencias formales o exactas. Más bien, la ‘esencia verdadera’, remite,
precisamente, a los datos sensibles de la percepción que la cosa verdadera no nos
entrega.
- Por ejemplo, tenemos aquí una mesa. Temporalidad y percepción. Transformaciones
de la consciencia y trascendencia del objeto.

- De este modo, vemos como la consciencia, por primera vez en la historia de la


Filosofía, al ser consciencia originaria del conocimiento se vuelve objeto de análisis
de sí misma. Ahora bien, lo que nos interesa en esta ocasión es el ‘cuerpo’. Veremos,
con Merleau-Ponty, cómo el cuerpo se vuelve fuente de análisis de las reducciones
fenomenológicas y campo sensor de la percepción.
- A partir de lo que Merleau-Ponty denomina como “éxtasis de la experiencia”, el
cuerpo se vuelve el punto perceptivo del mundo. El Ser, por otra parte, se vuelve
ajeno o extraño a su propia esencia. En este sentido es que el cuerpo, como punto de
partida del Ser con el mundo, se convierte en objeto de reducción fenomenológica.
- Si la ‘mirada’ era el médium fenomenológico de captura para la reducción
fenomenológica, en tanto herramienta perceptiva, ésta debe ser expuesta al mundo
de las reducciones. Esto quiere decir que, tanto la ‘mirada’ como lo orgánico del ojo,
deben ser tratados como meras materias frente a la consciencia de sí. De este modo,
no se deja espacio para que las reducciones fisiológicas generen fuente de
obstrucción al sistema ‘eidético’ que se pretende; y así, la experiencia de ese cuerpo se
desprende hacia la ‘idea’ de este.
- Se infiere de este procedimiento fenomenológico que el cuerpo, propiamente tal, se
adjunta a la veracidad del espacio físico objetivo. Es decir, no se habla del cuerpo
mas que en ‘ideas’: o sea, en variabilidades de experiencias que se vuelven correlativas
con una serialización de ideas de sí.
- Es por eso que, el cuerpo, su constitución, se convierte en la zona absoluta de
confluencias entre el sujeto receptor y el mundo percibido. Ya que, tal como
decíamos en un comienzo, el cuerpo es el punto de partida de la percepción. Por
tanto, si el cuerpo se vuelve objeto de reducción fenomenológica, es por que se
pretende aunar el punto –el signo- original desde donde se emprende la reducción
fenomenológica de sí misma.
- Esa es una primera intención del cuerpo fenomenológico: demostrar, materialmente,
la zona de encuentro entre una consciencia y un mundo percibido. No
necesariamente es una relación de internalizaciones y exterioridades de datos. Es más
bien, una fusión que pretende demostrar los datos puros de la consciencia del en-sí.
- Una diferenciación básica que realiza Merleau-Ponty es aquella en donde cuerpo se
divide en “cuerpo habitual” y “cuerpo actual”. La temporalidad y variabilidad de la
consciencia del cuerpo, permite que la esencia del cuerpo –como receptor de las
exigencias subjetivas y las relaciones mundanas del ser-en-el-mundo- sea más bien
una constante desafección del cuerpo de sí mismo. En otras palabras, habrían ciertos
‘silencios’ en las regiones de mi cuerpo.
- Por cuerpo habitual se comprende los gestos manejables que se derivan del segundo.
En tanto, por cuerpo actual se comprende todo el procedimiento en donde el cuerpo
se vuelve impersonal, inmanejable, extraño.
- Así, el cuerpo se vuelve fenómeno de sí. O, en otras palabras, el cuerpo se repliega al
sistema de evidencias sensibles, debido a su fenómeno de no-cuerpo.
- El cuerpo, en tanto, no se vuelve perceptible para sí. El cuerpo tiene que estar
siempre no ‘completamente constituido’: ya que, si lo estuviese no podría aparecer el
punto de partida de la consciencia relativa del mundo.
- Por ejemplo, la mano derecha que toca la mano izquierda, que está tocando la mesa.
- Esta es una segunda intención de los cuerpos fenomenológicos: realizar el constante
contacto de percepción con el mundo mediante la dislocación temporal del cuerpo.
El cuerpo, distinto al resto de los objetos exteriores y el mundo percibido, se
encuentra en el campo privilegiado de resistirse al sistema de percepción. Si se dejara
percibir completamente, o absolutamente, la consciencia del mundo y de las cosas no
existiría. Y la noción de cuerpo, propiamente tal, no se dejaría percibir. Es decir, el
cuerpo no existiría.
- De aquí surge una tercera intención del cuerpo fenomenológico: la idea de un cuerpo
no-afectivo. Esta idea surge a partir de la noción del ‘dolor’ o el ‘placer’. Estas
sensaciones era atribuibles a un cuerpo final. Es decir, a un cuerpo que era receptor
de los dolores; como sí los dolores provinieran desde otro lugar distinto del cuerpo.
Tampoco podríamos afirmar que el cuerpo es generador de dolores. Con esto se
quiere decir que el cuerpo está dado en la medida en que media la consciencia de sí y
lo que lo afecta.

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