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¿Es suficiente el aceite para tu lámpara?

Mt. 25: 1-13

La procesión matrimonial: el novio sale con la novia de la casa de su padre, y le sigue una
gran procesión por todo el camino hasta su casa. Las calles de las ciudades son oscuras, y
es necesario que cualquiera que se aventura por ellas en la noche, lleve una lámpara o
antorcha. A los convidados que no fueron a las casa de la novia, se les permite unirse a la
comitiva por el camino, y van con todo el grupo a la fiesta del matrimonio. Sin lámpara no
pueden unirse a la procesión o entrar a la casa del novio.

1. La espera vr. 1-6.


a) La llegada del esposo. No hay duda que el esposo es Cristo. Hablando de su
venida. En la epístola a los efesios, el apóstol Pablo usara la misma figura
para referirse a la suprema manifestación de la relación espiritual entre
Cristo y la iglesia. Ef. 5: 25-27. Las vírgenes no son la novia, sino las
acompañantes de la novia. Como las damas o las madrinas, cuyo deber era
el de salir de noche con lámparas y estar listas al presentarse el novio para
acompañar a la novia a la casa de él. El numero 10 era un numero
completo. Era muy usado en el entorno hebreo, de modo que una sinagoga
se podía abrir si había diez varones o se requería diez para juzgar en un
asunto. (Rut 4:2).
b) Las vírgenes: se detalla la condición personal de cada una de las personas
que formaban los dos grupos. Aparentemente eran iguales, porque las diez
esperaban el momento de la llegada del cortejo nupcial, sin embargo había
notables diferencias. Prudentes (pensamiento equilibrado) e insensatas
(faltas de sabiduría).
La característica principal de las insensatas era la de una actuación
descuidada. Era un sinsentido que tomasen sus lámparas cuya misión es
alumbrar y olvidasen el aceite necesario para ese menester. Esto tiene que
ver con vidas aparentes. Parecía que estaban en disposición de acompañar
al esposo brillando con sus luces en las tinieblas, pero solo estaban en
posesión de la apariencia externa, como una lámpara sin aceite. “Así que la
necedad de las cinco vírgenes consistió en la completa ausencia de
preparación al no haber traído aceite en sus lámparas”. La mayor necedad
del hombre es el olvido voluntario de Dios. Muchos tienen una lámpara de
profesión en sus manos, pero en sus corazones no tienen el conocimiento
sano ni la resolución que son necesarios para llevarlos a través de los
servicios y las pruebas del estado presente. Sus corazones no han sido
provistos de una disposición santa por el Espíritu de Dios que crea de
nuevo. Produciendo así los frutos del Espíritu que se menciona en Ga. 5:22
Las prudentes actúan como corresponde al ejercicio de un sano juicio
personal. Ellas saben que las lámparas solas no tienen ninguna utilidad si
los depósitos del aceite no están llenos. No sabían cuánto tiempo se
invertiría entre la llegada del cortejo nupcial y el trayecto hasta el lugar de
la celebración. Por tanto tomaron provisión abundante de aceite en los
recipientes de las lámparas, esta provisión de aceite tiene que significar
aquella realidad interior de la gracia, que será lo único que permanecerá
cuando aparezca nuestro Señor. Más particularmente aquella provisión del
Espíritu de Jesucristo que, siendo la fuente de la nueva vida espiritual en un
principio, es el secreto de su carácter permanente.
2. La importancia del aceite vr. 7-10
a) Prepara las lámparas: tratan de hacer brillar sus lámparas y verse hermosas
encendiéndolas. Una mecha que no está completamente seca puede arder
en forma brillante unos pocos segundos. Puesto que las muchachas
insensatas no habían llevado consigo aceite, las lámparas comenzaron a da
una luz vacilante y a chisporrotear y a apagarse.
b) Tener luz. Nos corresponde pensar como seremos hallados entonces. Uno
de los dos grupos descubre un problema común en el momento de
preparar sus lámparas, se dan cuenta que sus luces se están extinguiendo.
Tenía que alumbrar el camino hacia la celebración. La salvación se alcanza
solo por gracia mediante la fe. Sin embrago, algunos aparentemente
pertenecen al pueblo de Dios, aceptan un sistema religioso y sus lámparas
alumbran por un tiempo, pero al final se extinguen. Son aquellos que
adoptan un sistema religioso, lleno de rigurosidad personal, en duro trato
con el cuerpo, pero carente de la verdadera vida. La diferencia de las dos
clases que profesan amar la venida del Señor, es radical: la posesión de un
principio duradero de vida espiritual por parte de una clase, y la carencia de
este principio por parte de la otra clase.
c) no se puede compartir: se ha considerado que el aceite es la figura del
Espíritu Santo. Nadie puede dar el Espíritu a otro, a no ser Dios mismo, que
lo otorga a todo el que cree en Cristo y lo da en el momento de creer. (Ro.
8:9). Ese don de la gracia en la salvación solo es posible mientras haya
oportunidad, como lo dice el profeta Isaías 55:1-3. Lo único que hacen las
vírgenes prudentes es recordar amigablemente la manera apropiada de
conseguir el artículo necesario y precioso en su debido momento. La
salvación es siempre por gracia, y se recibe instrumentalmente mediante la
fe. La salvación ofrecida para quienes compren sin dinero y sin precio, ha
sido pagada y comprada para el pecador, no con los medios más valiosos
como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Jesucristo. No hay egoísmo
en las prudentes, sino imposibilidad de complacer una petición equivocada
por parte de las insensatas. Por otro lado, pone de manifiesto que la
salvación exige una relación personal con el Salvador, que no puede
transferirse y en la que los hombres no pueden actuar.
Solo el que cree en el Salvador tiene perdón de pecados y vida eterna,
condiciones absolutamente necesarias para acceder al reino de los cielos,
bien en su manifestación futura, bien en la del tiempo actual.

3. La celebración vr. 11-13. La puerta cerrada expresa una oportunidad


definitivamente perdida, habían tenido tiempo suficiente para estar preparadas
como las otras cinco vírgenes, pero no lo hicieron, para ellas ya no había solución.
“La vana confianza de los hipócritas puede llevarse casi a las puertas del cielo, pero
no pueden pasar la frontera porque no llevan el pasaporte en regla”. Unas
lámparas con provisión insuficiente de aceite, expresan el interés meramente
superficial y humano por las cosas divinas que se aprecia frecuentemente en
religiosos. Todos los conocidos estaban ya en el banquete, por tanto, quienes
pretendían entrar luego de haberse cerrado la puerta eran desconocidos. El verbo
conocer, no solo expresa un conocimiento intelectual, sino una relación de
intimidad. El conoce a todos intelectualmente, pero solo conoce vivencialmente, a
quienes están en contacto íntimo y comunicación real con Él por medio de la fe.

La entrada a la cena de las bosas, solo es posible para los salvos. Por tanto solo accede
a esa bendición y disfrute aquellos que tienen aceite además de lámparas, es decir,
quienes realmente son salvos. En ese momento solemne de la historia futura de la
humanidad se conocerá claramente que la mera profesión religiosa, con sus formas y
símbolos, será inútil, porque no puede proveer de aceite. Solo el aceite en la lámpara
será la evidencia visible de la salvación. No permitir la entrada a quienes estaban
llamando a la puerta, no supone desechar personas que piden la salvación, sino
desconocer a quienes pretenden haber sido salvas, simplemente por mera expresión
religiosa, pero que no estaban preparadas para la venida del Señor.

La verdadera piedad no descansa en prácticas religiosas, sino en mantenerse sin


mancha moral. El proceso de purificación es de Dios, pero la responsabilidad
instrumental de llevarlo a cabo pertenece al creyente. El agente purificador es el
Espíritu que produce en el creyente el carácter moral del Señor y la única forma de
alcanzarlo es permitir que el Espíritu controle y conduzca la vida del cristiano. Esta
responsabilidad esta incrementada en el hecho de que Dios da la provisión necesaria
para llevar a cabo la vida de santificación.

“He desistido a la idea de que hay calidad alguna en mi corazón. Yo simplemente me


aferro a Cristo y digo: Él es mi Justicia”- Martín Lutero.

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