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Este Primer Congreso de las Naciones Unidas sobre Delito se realizó en 1955 en el ‘Palais
des Nations’, en Ginebra, Suiza. Para entonces, las discusiones giraron en torno a las
graves consecuencias de la recién terminada Segunda Guerra Mundial. Preocupó de
manera especial a los países asistentes la urgencia de crear un sistema de normas y
estándares para el tratamiento de prisioneros. Fueron también, temas predominantes, la
administración de la justicia criminal y la necesidad de encontrar respuestas a la
creciente delincuencia juvenil. Después de una consideración de estándares aprobados
anteriormente por la Liga de Naciones, el Primer Congreso culminó con la adopción del
Acta de Reglas Mínimas para el Tratamiento de Prisioneros.
Tal vez una de las conclusiones más importantes fue haber recomendado que la
problemática de la delincuencia empezara a ser enfrentada a partir de la planeación
racional de las políticas sociales.
El Tercer Congreso se llevó a cabo en Estocolmo, Suecia en 1965, con la idea de analizar
el ambicioso tema de la "Prevención del Delito". Los temas de la agenda incluyeron la
continuación de la discusión sobre el cambio social y la delincuencia, las fuerzas sociales
y la prevención del delito, las acciones comunitarias preventivas, la reducción de la
reincidencia, las políticas aplicables en períodos de prueba, otras medidas especiales de
prueba y el tratamiento de menores y jóvenes delincuentes.
Así mismo fueron examinados los efectos que tiene la urbanización, la opinión pública, la
educación y las migraciones en el incremento de la delincuencia y se concluyó que los
países en vía de desarrollo no deben limitarse a seguir los modelos de la justicia criminal
del mundo industrializado, sino adaptar las experiencias exitosas a sus necesidades
individuales.
Este Congreso se realizó en Kioto en 1970, bajo el lema de "Delito y Desarrollo". Algunos
de los temas tratados fueron la planeación, desarrollo e incorporación de políticas de
prevención a nivel nacional y la investigación acerca de políticas de defensa social. En
aquella oportunidad los participantes expresaron la necesidad de controlar el delito y de
adoptar medidas de prevención conocidas como ‘políticas de defensa social’. Durante
este Congreso se ampliaron las discusiones sostenidas anteriormente sobre prevención a
nivel comunitario y Japón fue presentado como un ejemplo exitoso en la lucha contra el
delito por su propuesta sobre una estrategia conocida como "intervención cívica". Así
mismo, este Congreso se encargó de investigar, país por país, qué tan efectiva había sido
la implementación del Acta de Reglas Mínimas para el Tratamiento de Prisioneros.
Finalmente, las deliberaciones sostenidas dieron lugar a la reorientación del programa de
Prevención del Delito de las Naciones Unidas y a la subsecuente creación del Comité para
la Prevención y Control del Delito en 1977.
El tema particular de este Congreso, realizado en Milán en 1985, fue la "Prevención del
Delito para la Libertad, Justicia, Paz y Desarrollo". El Octavo Congreso fue autor del Plan
de Acción de Milán, en donde se expresó la necesidad de brindar una respuesta concreta
que permitiera abordar los factores socioeconómicos de los que se deriva la delincuencia.
Además del Plan de Acción de Milán, este Congreso también aprobó cinco instrumentos
internacionales que marcaron nuevos estándares: "Guía de Principios para la Prevención
del Delito y la Justicia Penal dentro del Contexto del Desarrollo", "Acta de Reglas Mínimas
de las Naciones Unidas para la Administración de la Justicia Juvenil", "Declaración de
Principios Básicos de Justicia para Víctimas de Delitos y Abuso de Poder", "Principios
Básicos para la Independencia de la Rama Judicial", y "Acuerdo Modelo para el
Intercambio de Prisioneros Extranjeros y Recomendaciones para el Tratamiento de
Prisioneros Extranjeros".
De gran valor fueron también las resoluciones diseñadas en temas tan diversos como la
computarización de las operaciones de justicia penal, la violencia doméstica, el uso de
niños como instrumentos para actividades criminales, el papel de las leyes criminales en
la protección el medio ambiente y la naturaleza, la corrupción de los gobiernos, y las
medidas para prevenir el contagio de prisioneros con el virus del SIDA. Así mismo, se
elaboró una lista de otras preocupaciones particulares, que incluían la violación de
tratados internacionales, el abuso de inmunidad diplomática, la falta de regulación
internacional sobre el tráfico de armas, los inadecuados mecanismos internacionales para
la resolución pacífica de conflictos y las violaciones contra los derechos humanos.
Finalmente, las conclusiones plantearon el eventual remplazo del Comité para el Control
y la Prevención del Delito por la nueva Comisión para la Prevención del Delito y Justicia
Penal.
Celebrado en El Cairo, Egipto en 1995. En ésta ocasión se acordaron nuevas medidas para
combatir el terrorismo, los crímenes ecológicos, la violencia contra de la mujer y la corrupción de
funcionarios públicos, así como para aprehender a los sindicados de delitos internacionales.
En una de sus resoluciones, el Congreso instó a los Gobiernos, facilitar las investigaciones sobre
delito transnacional mediante mecanismos como la extradición, el intercambio de pruebas y la
cooperación para localización de personas. Se hizo también un llamado para que se crearan leyes
más estrictas en cuanto al registro de vehículos con el fin de combatir eficientemente el tráfico
de autos robados.
Igualmente relevante fue el diseño de una resolución en la cual se instó a los Estados a tomar
medidas urgentes encaminadas a restringir el tráfico de armas y regular su porte a nivel interno.
Todo ello, en respuesta a una preocupación sobre la participación del crimen organizado en el
tráfico de armas. Una resolución más, hizo un fuerte llamado a los Gobiernos para que adoptaran
leyes en contra de actos de violencia contra la mujer y sancionaran el abuso sexual y la violencia
familiar.