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¿Haz pensando en tus objetivos de lectura para este año? No lo pregunto para aumentar tu
sentimiento de culpabilidad con una cosa más que debes hacer. Lo pregunto porque vas a
leer muchas cosas el próximo año, ya sea que lo planees o no. Y si no eliges lo que leerás,
otros lo elegirán por ti.
Si no queremos así suceda, debemos hacer algún tipo de plan. Pero, a veces decir cosas de
forma negativa proporciona un tipo diferente de claridad que decir cosas de manera
positiva. Por lo tanto, he compilado una lista de principios de qué no leer este 2018, con la
esperanza de que pueda ser útil.
La mayor parte de lo que exigirá tu atención de lectura el próximo año serán artículos,
blogs, publicaciones, tuits, audios, y anuncios. La gran mayoría de estos serán efímeros y
una pérdida de tu precioso tiempo. Algunos serán muy útiles, pero la redacción de formato
corto nunca puede reemplazar la escritura larga en forma de libros. Los buenos libros
desarrollan y exponen grandes ideas y líneas de razonamiento de maneras enriquecedoras e
informativas que expanden la comprensión, cosas que la forma abreviada simplemente no
puede hacer. Descuidar la lectura de libros es permitir que la atención, el pensamiento
profundo, y la capacidad de reflexión se atrofien.
Dios escribió un libro. En él están las palabras de la vida eterna (Jn. 6:68). Al final del día,
esta es la única lectura obligatoria a la que debes prestar atención. Esta “no es palabra
inútil”; es “ciertamente [tu] vida” (Dt. 32:47). Sigue mirando este libro. Si miras
detenidamente, verás más gloria, y se te infundirá más esperanza, y finalmente sentirás más
alegría que con cualquier otra cosa que leas en el año.
Theodore Roosevelt, mientras era presidente de los Estados Unidos, leía un libro todos los
días antes del desayuno, y a menudo un par más durante el día. Charles Spurgeon con
frecuencia leía 6 libros por semana, mientras pastoreaba una mega iglesia, supervisaba
docenas de organizaciones, escribía 500 cartas, y predicaba hasta diez veces durante la
misma semana. Y estos hombres vivían sin la mayoría de las ayudas tecnológicas que
consideramos esenciales para la productividad.
Míralos con admiración y asombro, pero no los conviertas en tus modelos de lectura. Ellos
eran para la lectura lo que Usain Bolt es para las carreras: genéticamente extraordinarios. A
menos que tú también estés en el 1% superior de la humanidad, no podrás hacer lo que ellos
hicieron sin dejar que otros aspectos de tu vida caigan en un descuido criminal. Conócete a
ti mismo y establece metas de lectura razonables.
¿Recuerdas cómo tu madre te decía que “comieras más despacio y masticaras tu comida”?
Masticar bien es importante para una buena digestión. El mismo principio se aplica a la
lectura. La sobrecarga de información nos está condicionando a todos a comer palabras
demasiado rápido. Disminuye la velocidad y mastica tu comida.
No leas demasiado
Todos debemos abandonar el mundo de las palabras escritas y caminar por la biblioteca
viviente del mundo que nos rodea. Debemos mirar y meditar, escuchar y asombrarnos.
Debemos oler y, como dijo Chesterton, maravillarnos con el Dios que pensó en las narices.
Sentir el mundo lleno de texturas y dejar que el sol, el viento, y la lluvia nos laven la cara.
Y comprométete en persona con personas reales y ámalas. Cada persona es una historia
viva, rica, y compleja que Dios nos ha dado para estudiar y conocer.
Por otro lado, presta atención a lo que otros leen, no para impresionarlos, sino porque te
preocupas por ellos. ¿En qué está interesado tu cónyuge? ¿Tu niño? ¿Tu amigo? ¿Tu
pastor? ¿Tu compañero de trabajo? Lee algo al respecto. Hay un mundo de cosas gloriosas
fuera del pequeño círculo de tu familiaridad. ¡Explora! Lee un libro o un artículo reflexivo
que te ayudará a ver más de lo que crees ahora. Una mente humilde sabe cuán pequeña y
limitada es.
Si bien es bueno tratar de ampliar tus intereses, si avanzas un tercio o la mitad de un libro y
no te atrapa temáticamente o porque está mal escrito, déjalo y sigue adelante. Aprendemos
poco cuando leer es monótono.
“Aburrido” no es lo mismo que “difícil”. Algunos libros son minas de oro que requieren el
arduo trabajo de cavar. Aprendemos poco cuando leer es monótono, pero podemos
aprender mucho cuando se requiere excavar para descubrir oro. Si fuentes fidedignas te
dicen que una mina tiene oro, esfuérzate.
Lee principalmente para fortalecer tu fe, aumentar tu esperanza, e incrementar tu amor por
Dios.
Si la forma en que estás hecho o tus experiencias pasadas te llevan a una espiral espiritual
cuando lees ciertos tipos de ficción o no ficción innecesariamente escéptica, cínica, o que
agota la esperanza, no los leas. Los creyentes dotados como Francis Schaeffer, Ravi
Zacharias, R. C. Sproul, C. S. Lewis, G. K. Chesterton, Nancy Pearcey, William Lane
Craig, y otros creyentes dotados han sido para mí una guía sobre cómo procesar el
escepticismo. Quizá puedas forzarte a ti mismo, pero debes conocerte a ti mismo. Lee
principalmente para fortalecer tu fe, aumentar tu esperanza, e incrementar tu amor por Dios.
Imagen: Lightstock.
Jon Bloom sirve como autor, miembro de la junta, y cofundador de Desiring God. Vive en
Minnesota con su esposa, Pam, sus cinco hijos, y su perro.
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