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Universidad Alberto Hurtado

Facultad de Filosofía y humanidades


Optativo de profundización
Prof. María Soledad Zárate
Camila Orellana

Y NO vivieron felices por siempre. Ensayo bibliográfico sobre los


antecedentes del matrimonio y el divorcio de inicios del XX.
En el presente ensayo se desarrollará un análisis del problema histórico del matrimonio y el
divorcio desde la perspectiva de género, la cual se orienta especialmente en la experiencia de las
mujeres en esta institución, ya sea dentro de las relaciones matrimoniales o en el proceso de
separación. Para desarrollar lo anterior se erigirá???? una contextualización general sobre el
siglo XIX, pues es desde aquel momento en que el divorcio comienza su proceso de
estancamiento y retrogradación, lo cual se logró eliminar hacia el siglo XXI; la importancia del
1800, consta en confeccionarse los debates que problematizaron los debates sobre los alcances
del matrimonio y del divorcio para las mujeres, pues en aquella época en primer lugar, se
debatía una disputa entre los titanes, por un lado la resistencia del poder eclesiástico apoyado
en su partido político conservador, a abandonar el dominio y detención del poder de las
instituciones sociales, cómo lo es el matrimonio y del otro lado estaba el nuevo estado civil,
establecido en las ideas liberales y reformistas, el cual se instauraba poco a poco en la nación de
Chile con el fin de detentar y regularizar todo tipo de institución social y cultural que exista en
el interior del país. Por otro lado, se encuentran los debates partidistas políticos entre el
conservadurismo y el liberalismo, los cuales entre toda su ideología de oposición concordaron
en la importancia de mantener la concepción eclesiatica sobre la jerarquía masculina del
matrimonio, pues si bien estos sectores posibilitaron a las mujeres el acceso al voto en las
elecciones municipales, negaron rotundamente – a pesar de los distintos debates- la
regularización de los vacíos que contenía el divorcio chileno, manteniendo las leyes
conservadoras y eclesiásticas en el seno de la sociedad chilena del siglo XIX y XX.A modo de
adelanto, se establece la importancia de la transición del estado clerical al laico liberal, y con
ello la preponderancia del amor sobre la conveniencia en la acción matrimonial, pues desde
aquella perspectiva se intentará contribuir una noción cultural que contemple
interdisciplinariamente el fenómeno social del matrimonio y judicial del divorcio, a modo de
escenificar las experiencias y realidades sociales, políticas y culturales de las mujeres casadas y
divorciadas en el Chile decimonónico.

Esta presentación abarca tiempos que no quedan claramente acotados y supone muchas
preguntas
Durante la segunda mitad del siglo XIX para Chile, se puede analizar un tiempo de
transformaciones radicales, sintetizadas en las ambiciones nacionales por adquirir un acceso al
desarrollo de las naciones instauradas en economías liberales. Políticamente Chile se
encontraba en una inestabilidad constitucional, pues tras los ensayos de 1823 y 1828, más los
conflictos políticos entre partidos hacia 1830, generaban una constante inestabilidad y síntomas
de retroceso en las ambiciones por adquirir una economía hacia el exterior. Todo aquel
escenario inestable tuvo su punto de quiebre cuando en 1931, tras un golpe de estado, el
General Joaquin Prieto se convierte en presidente de la República de Chile, quien fue apoyado
gubernamentalmente por su ministro Diego Portales, un personaje histórico importante para
entender la estructuración conservadora y religiosa de la sociedad chilena. Tal presidente,
estableció un nuevo código Civil hacia 1833, la cual establecía la transferencia de los poderes
nacionales al presidente, su mandato fue de carácter autoritario, sin embargo promovió ciertas
políticas interiores que propulsaron el desarrollo comercial, minero y agrícola, que sería
desarrollado en profundidad por los gobiernos sucesores para incertar insertar a la nación en la
economía internacional. Básicamente se adoptaron medidas para explotar los recursos
minerales, se construyeron ferrocarriles y se promovió la inmigración; además, se sentaron las
bases del sistema escolar y se crearon instituciones culturales. Todo esto se puede abreviar

Veinte años después, continúan las sucesiones presidenciales del Partido Conservador, desde lo
cual se erige la promulgación del Código Civil de 1855, desde lo cual se establece un estatuto
para el matrimonio, reconociéndose el matrimonio canónico como el único valido para la
sociedad chilena regulado solo sus efectos civiles (39??? Que es esto, numero de pagina? De
que?).El hecho de que el estado haya derogado las responsabilidades de las instituciones
sociales en manos del derecho canónico, implicaba que legislativamente se erigieran los
derechos y deberes del matrimonio desde el conciclioconcilio de trentoTrento, del cual dentro
de todas las normas morales, estableció una condena mayor de las relaciones prematrimoniales
y en la nulidad de los matrimonios clandestinos, estableciendo como ley universal la unión
matrimonial monogámica. En cuanto al contexto jurídico de tal legislación, se entendió el
matrimonio como una institución en transición desde su regulación canónica hacia su
definición netamente civil, es decir, se revela durante estos años la transición de la institución
del matrimonio desde los cánones del Antiguo régimen a una sociedad liberal secularizada.
Entretanto, en el Partido Conservador se habían producido divisiones como consecuencia de
las desavenencias con la Iglesia católica y a partir de 1861, el ala más progresista del
conservadurismo, en coalición con el Partido Liberal, promovió una serie de reformas
constitucionales, las cuales se pueden entender como un antecedente de las transformaciones
capitalistas a la sociedad chilena, pues los argumentos de los parlamentarios en aquellas
reformas se basaron en conseguir el bienestar social, lo cual se escenificó desde la
intensificación de la explotación de los recursos nacionales, en especial mediante la creación de
nuevas vías ferroviarias, carreteras y un sistema postal.

A un nivel internacional el Chile de 1865 se vio envuelto en una guerra entre España y Perú, en
la cual participó por un fuerte sentimiento americanista en defensa de este último. En términos
internos, se establece que tras las transformaciones industriales nacionales, se tradujo en su
carácter radical, explicado a partir de “las transformaciones del sector agrario del valle central
hacia una agricultura comercual habían producirdo una revalorizacones de las tierras y la
saturación de las superficies cultivable, no pudiendo en adelante absorber el aumento de la
población, derivándose aquello en las migraciones urbanas, las cuales aumentaron
considerablemente el problema de la sobrepoblación, lo cual no disminuyó con el avance de
los años, es mas, si a mediados del siglo la población alcanzaba solo un 21,8 por ciento de la
población total del país que era de 1.819.000 habitantes, a finales de siglo ésta aumentó un 34,1
por ciento, siendo la población total del país 2.695.000 de habitantes. Hacia los setenta la
agudización del proceso urbanizador tuvo relación directa con el comportamiento de la tasa de
nupcialidad, la cual indicaba que, si bien se notaba una estabilidad, el número de nupcialidades
no alcanzó un nivel elevado. Esto no tiene sentido aqui

Hacia la década de los ochenta, y con la promulgación del código civil de 1833, chile se definia
a partir de un estado católico establecido anteriormente por el conservador y presidente José
Joaquín Prieto, quien estableció por concordancia unánime que las instituciones sociales como
el matrimonio y las materias relativas a este, quedaron comprendidas dentro del derecho
canónico. (38). La discusión en el congreso del Proyecto de ley de matrimonio Civil,
anteriormente promulgado y rechazado hacia 1875, produjo que algunos años después,
específicamente hacia 1884, se estableciera la ley de matrimonio civil, la cual establecía
sintéticamente que la legislación del matrimonio debía ser civil por tanto tal institución ya no
debía regirse por las disposiciones canónicas, por tanto las leyes como las autoridades
eclesiásticas serían destituidas de su valides, reemplazadas por personalidades políticas cívicas.
De igual manera, dentro del parlamento se llevaron a cabo fervientes debates en torno a la
naturaleza del matrimonio y los fenómenos que contraía aquello: “El matrimonio, natural o
acto civil?

Poco después, Chile comenzó a explotar los valiosísimos yacimientos de nitratos del desierto
de Atacama. En 1891, una parte considerable de las fuerzas políticas representadas en el
Congreso organizaron una rebelión contra la administración del presidente José Manuel
Balmaceda, líder del Partido Liberal y finalmente, hacia el término del siglo XIX, las leyes laicas
del matrimonio y registro civil resolverían el primer punto y desde las primeras décadas del
siglo XX la familia y el matrimonio fueron objetos de las políticas sociales del estado de
bienestar”. (Rengifo 2011, 11)

Recien en la pagina 5 se presentan los objetivos?

En la presente discusión bibliográfica se desarrollará la escenificación de un debate de


perspectivas históricas de diferentes autores sobre el divorcio, lo cual se desplazará hacia el
caso de Chile. Entendiendo que el divorcio es un fenómeno comprendido desde el
matrimonio, se analizará aquel contrato civil desde una concepción sociopolítica y cultural, con
el fin de acceder a las ideas del siglo XIX e inicios del XX sobre el divorcio. Si bien nuestra
posición está orientada al prejuicio? y la critica acerca de la injusticia histórica concebida y
desarrollada desde la institución del matrimonio para/con las mujeres, establecimos la
predisposición para ubicarnos en un discurso neutral sobre el divorcio, problematizando desde
la perspectiva de género desde que ideas o mentalidades comenzó la iniciativa del divorcio, lo
cual se encuentra investigado por algunas(os) autoras(es); tal es la propuesta de Stephanie
Coontz, quien establece a partir de un estudio sobre el matrimonio y su aumento como
practica en el desarrollo del siglo XX, comparándolo con las eras? que le preceden desde la
perspectiva del emplazamiento de la modernidad, que tal aumento se debe desplazamiento del
matrimonio por causa de conveniencia socio-económica por el emparejamiento a causa del
amor y es a partir de aquellas ideas, desde las cuales erigiremos un análisis sobre el divorcio en
Chile.

por consiguiente los cuestionamientos a establecer, se direccionarán desde las diferencias


políticas, sociales y legales existentes entre los sexos en la situación del divorcio, analizando su
desarrollo en la historia de la modernidad en Chile y especialmente la jerarquía de los hombres
sobre las mujeres en el espacio social y cultural, tales son: ¿ De qué manera se edificó y abordó
discursivamente la idea de que el divorcio era perjudicial para las mujeres desde la
institucionalidad y la política chilena?, y desde aquello se desprende, ¿Desde qué ideas la iglesia
y el estado legislaron la protección económica y salvaguardaron la moral de las mujeres
inmersas en procesos de divorcios?, por ultimo y como segunda pregunta general se erige,
¿Cómo se desarrolló el estancamiento y retrogradación??? de la legalidad del divorcio en Chile?. Commented [s1]: preguntas

Para responder los anteriores cuestionamientos trazados, el presente debate en torno al


divorcio se confeccionará desde una perspectiva de género, la cual procederá en primer lugar a
examinar sociopolítica y culturalmente el concepto de familia desde un análisis sobre el espacio
privado y público erigido por la iglesia y el estado moderno, debido a que entendemos al
divorcio como un fenómeno proveniente de ideas eclesiásticas y normado por la política estatal
en función del status quo, por tanto son los interés públicos los que instituyen el matrimonio, y
desde allí se explicará el divorcio como un efecto del desplazamiento de la vida conyugal desde
los individuos hacia la evaluación y legislación de la sociedad. Seguidamente se examinarán los
preceptos eclesiásticos y estatales destinados a regularizar la familia desde la institución del
matrimonio, comprendiendo desde aquello, las herramientas legales empleadas para abordar el
divorcio, a pesar de ser una práctica prohibida moral y éticamente por las dos instituciones
detentoras del poder, mencionadas con anterioridad. A partir de aquellos objetivos, nos
proponemos que la significancia del matrimonio y el divorcio para las mujeres de finales del
siglo XIX y XX en Chile, se basa en la constitución, reafirmación y perpetuación a partir de
diferentes entes políticos, del poder jerárquico sobre las mujeres, debido a que durante aquellos
tiempos, comienzan a introducirse al país las ideas sentimentales sobre el matrimonio,
conllevando de aquella forma a que las mujeres hallan considerado una vida alternativa al
matrimonio, posibilidad que desde mediados del siglo XIX hacia atrás no había sido posible
pensarse en el país debido a su estructura patriarcal, eclesiástico y conservadurista. Por tanto y
en cuanto a la retrogradación del divorcio en términos legales, se establece que son las tres
estructuras políticas anteriormente mencionadas, las cuales posibilitaron su inanición en
términos de legislación, a modo de que cada uno de aquellos tres poderes se turnaron y
mezclaron en ámbitos ideológicos para mantener a las mujeres dentro de la esfera privada, a
pesar de que se concebía ya en el siglo XX la situación pública del matrimonio. Commented [s2]: objetivos

Para desarrollar la presentada problemática, se acudió a seis textos, dos teóricos y cuatro de
caso. En primer lugar, se presentan los textos teóricos. Ambos estudios son de la misma
autora, tal es Stephanie Coontz, quien en su estudio La historia del matrimonio, cómo el amor
conquistó el matrimonio, erige las ideas que utilizaré como guía y orientación para esgrimir el
postulado del ensayo, por tanto, aquella autora estará presente en todo el desarrollo del
presentado documento. Y el segundo texto consta de ser es el un artículo denominado La
paradoja del matrimonio y la historia del divorcio moderno; tal texto fue de gran utilidad en el segundo
ítem desarrollado, puesto que además de relacionarse directamente con el texto de la autora, es
especialmente analítico sobre el divorcio, arrojando una perspectiva histórica del divorcio
desde los lineamientos del género.

En segundo lugar, se presentarán los textos de caso. inicialmente se presenta el texto de


Francisca Rengifo en Vida conyugal, maltrato y abandono. El divorcio eclesiástico en Chile, 1859 y 1890,
el cual se utilizará cómo uno de los libros base, debido a que analiza el matrimonio y el
divorcio desde una perspectiva sociológica e histórica, configurando así cuestionamientos
derivados tanto desde las ciencias sociales, al analizar cualitativamente los fenómenos en torno
al tema, como también desde ámbitos legislativos y culturales. La forma en que se utilizó el
presente texto se basa en la obtención de contextos como de datos, ejemplos y postulados en
torno a la historicidad del divorcio en Chile durante el siglo XIX y la ubicación esencial de sus
postulados se encuentra en el primer debate esbozado del ensayo. En segundo lugar, se acudió
al texto de Asunción Lavrin, en Mujeres, Feminismo y cambio social en Argentina, Chile y Uruguay
1890-1940. Tal texto se utilizó para entender el divorcio en relación con el pensamiento
institucional como en los debates feministas y se empleará en el ensayo de modo comparativo,
puesto que se establecen visiones generalizadas que se plantean entrecruzar con las visiones
más locales sobre el caso del matrimonio y el divorcio en Chile. En tercer lugar, se acudió al
texto de Ximena Valdés en Familia, género y vida privada. Cambios sociales y transformaciones familiares
en Chile y el medio rural en la segunda mitad del siglo XX. Texto desde el cual surgió un interés
especial por el hecho de que la autora analiza las relaciones matrimoniales y de divorcio en los
sectores populares y rurales de la sociedad chilena, perspectiva desde la cual se analizará desde
una idea de clase el problema del ensayo. En cuarto y ultimo lugar, se acudió al texto de
Claudia Rojas Miras, en su artículo Contradicciones de la modernidad: el no divorcio en Chile. Tal texto
si bien no se ocupó mayoritariamente, se integró al ensayo por el hecho de analizar desde un
ámbito legislativo el matrimonio y los vacíos que posee desde su conformación, lo cual se
estrechará en debate con los postulados de Francisca Rengifo.
A partir de la caracterización de Stephanie Coontz sobre el matrimonio en la historia, es
necesario establecer la condicionalidad del concepto, pues cualquier intento de definición
esencial resulta invalidad si no se somete al contexto y espacio en el cual esta desarrollado y
frente a ello, la autora determina elementos generales que nos permiten acercarnos a una
conceptualización de las implicaciones del matrimonio en la historia, tales son que aquella
unión generalmente determina derechos y obligaciones conectados son la sexualidad, genero,
relaciones con parentescos políticos y legitimidad de las descendencias; también concede a los
integrantes del pacto y/o contrato derechos y papeles específicos en relación con la sociedad.
A modo mas especifico, puede definir los deberes recíprocos de los sexos y de los deberes de
las respectivas familias entre si, estableciendo la obligatoriedad de los deberes en cuestión.
Además, permite que la propiedad privada y los estatus sociales del matrimonio se herede de
manera ordenada (Coontz 2006, 51).
Lo anterior nos indica a modo sintético la idea del matrimonio como un invento humano
temprano y de vital importancia para el orden social (Coontz 2006, 54) y establecedor de un
orden que nos indica la separación sexuada de los roles en el matrimonio, desde lo cual Coontz
nos establece que a partir del siglo XI hasta aproximadamente el primer periodo del siglo XX,
el sistema que regulaba el matrimonio era más estricto para las mujeres a pesar de que ambos
sexos eran obligados a casarse, pues los condicionamientos eran múltiples, ya sea la impureza
de los hijos, adulterio, relaciones sexuales prematrimoniales, comportamientos indebidos, etc
Las leyes y los códigos morales de los Estados antiguos y modernos, exhortaban a los hombres
a vigilar atentamente a sus esposas. (Coontz 2006, 57), por lo tanto no es necesario ahondar en
que el rol y participación de las mujeres en el matrimonio estaba basado en la jerarquía del
marido, en cambio y desde este ámbito si es preciso establecer que a medida que las sociedades
tradicionales se fueron acercando hacia la modernidad, las ideas liberadoras y la transición
hacia la concepción del matrimonio por amor, el divorcio comenzó a erigirse en la sociedad
como un fenómeno en crecimiento. Entendemos desde la perspectiva de Ccootz que la Commented [s3]: clave
definición y caracterización de lo que significa matrimonio está supeditada a los caracteres de la
sociedad en la cual está inscrito el análisis de un tipo de sistema matrimonial, desde lo cual se
deriva que el matrimonio y el divorcio en chile son un fenómeno que se explica y se norma a
partir del poder eclesiástico y estatal moderno, lo cual se perpetúa hacia inicios del siglo XX y
después de ello cambia por la introducción de nuevas ideas políticas, sociales y culturales que
transformaron la concepción de la unión conyugal.

A partir de la idea sobre el condicionamiento de la definición de matrimonio desarrollado por


Coontz, es posible delimitar que la caracterización del matrimonio chileno moderno desde su
construcción paulatina en el siglo XIX, se normó a partir de dos ejes, por un lado se encuentra Commented [s4]: ejes caso chileno

la herencia occidental instaurada por la colonización europea y con ello la implantación del
predominio político, social, cultural y económico de la iglesia católica y su institución
eclesiástica, lo cual es analizado por Rengifo al exponer las ideas históricas-cristianas que
posicionaron la jerarquía masculina en el matrimonio a partir de la indicación de las
obligaciones del hombre para/con la esposa, establecidas por el obispado de Santiago en 1887,
lo cual constó en que la base jurídica desde el orden eclesiástico se basó “en la figura mística de
San Pablo de la unión matrimonial de cristo con su iglesia y fue trasladada al ámbito
doméstico. Así como Cristo era cabeza de su iglesia, el marido lo era de la mujer.” (Rengifo
2011, 121). Cabe mencionar y aclarar en este respecto, que si bien al momento de que el estado
moderno emplea la batalla para dirimir quien estaría a cargo de la legislación de la sociedad,
resultando como vencedor el órgano estatal, el contrato matrimonial de mediados a fines del
siglo XIX no se transformó con el cambio de poderes, debido a que con o sin la intervención
de la iglesia en la legalidad y regulación del vínculo matrimonial, aquella institución se mantuvo
en su significado de ser “la unidad en cuya cabeza estaba el marido, quien se encargaba de
ejercer la dirección del matrimonio ante la sociedad, siendo aquel quien ejercía su poder en las
prerrogativas que le otorgaba la ley, por tanto la relación conyugal se sostenía sobre la base de
un orden jurídico que colocaba a la mujer en una posición de dependencia y subordinación
respecto de la autoridad de su esposo” (Rengifo 2011, 119).

Con respecto al otro origen estructurador de las normas sociales que regían al matrimonio en
Chile durante el siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX, tanto Rengifo como Coontz,
concuerdan en que los argumentos jurídicos establecidos social y políticamente, para que el
hombre tuviera la patria potestad de la mujer al momento de casarse, tornando responsable al
marido de establecer y garantizar el orden doméstico, fue fundamento a partir de las ideas
provenientes de la legislación indiana (Rengifo 2011, 120), pues la socióloga investigadora
sobre la historia del matrimonio, nos alude a la clásica sociedad patriarcal en donde las mujeres
al noroeste de Europa, antes casarse, su persona estaba bajo la patria potestad del padre de
familia que compusiera su hogar (Coontz 2006, 167), es más, indica que la jerarquía masculina
en la legislación indiana no posee posibilidad de apelación de ningún tipo por parte de la
esposa para atenuar su subordinación, para ejemplificar aquello, explica que dentro del espacio
privado matrimonial, aludiendo exactamente a las relaciones cotidianas del hogar familiar, los
vínculos entre los esposos son tan estrechos y separados, que la única posibilidad de la esposa
de aumentar su limitada influencia en la familia, era tratando de no profundizar la relación con
sus maridos, ya que escenificó un estudio sobre los matrimonios hindúes, los cuales arrojaban
que “la mayoría de los hombres se sienten poco inclinados a desarrollar vínculos muy
estrechos con sus esposas porque consideran que el tiempo que les dedican conviene
destinarlo a fortalecer los intensos vínculos que mantienen entre sí los hombres con sus hijos,
padres y hermanos.” (Coontz 2006, 176).

Por lo tanto, el orden social que estructuraba el matrimonio en Chile, se basaba en la


mantención del sector privado y público, separados y delimitados en base al argumento de
mantener el orden familiar, lo cual se sustentaba en la orden legislativa mixtada entre la iglesia y
el estado, los cuales establecían que la potestad derogada al hombre en el matrimonio era
también un deber consistente en la obligación por parte del esposo de proteger a quienes
estaban a su cargo. (Rengifo 2011, 121). Dentro del mismo tema anteriormente trastocado,
cabe resaltar la postura de Ximena Valdés, quien al estudiar la conformación de la familia
chilena desde la institución del matrimonio a partir de un análisis jurídico, complementa y
auxilia nuestro análisis en cuanto al desarrollo histórico del matrimonio y el divorcio en Chile
desde fines del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, al formar la noción de que en el plano
jurídico y en el derecho eclesiástico como estatal, se protegía y legitimaba con ello, la autoridad
del padre de familia, mientras en Europa y en países latinoamericanos laicalizados, como
Uruguay y México, estos principios patriarcales en el derecho de familia habían sido
reemplazados por otros que establecían mayor equilibrio de poder entre los sexos
(Subercaseaux 2005, 69). Paradojalmente, aquella concepción fundada en el poder y la
autoridad del padre, suponía un tipo de familia que no representaba al conjunto de la
población civil moderna, al contrario, era un carácter propio de la Iglesia (defender al
matrimonio como sacramento), lo cual tuvo una fuerte legitimidad en la sociedad
decimonónica, alcanzando las primeras tres décadas del siglo consiguiente, pues se desarrolló
frenando por una parte reformas en el campo jurídico y contribuyendo a diseñar una sociedad
en que la identidad de las personas está fuertemente anclada en la familia (Subercaseaux 2005,
158-159).

En exactitud, el hecho de que la Iglesia tuviera un papel fundamental en los matrimonios


(dirimió sobre matrimonios permitidos o prohibidos hasta el cuarto grado de parentesco,
determinando la extensión del incesto, flexibilizó esta norma por medio de las dispensas a
partir del siglo XVIII (lo que habría contribuido a la acumulación de riquezas en manos de la
Iglesia), estableció la indisolubilidad del matrimonio, reguló las normas sexuales inscribiéndolas
dentro del matrimonio, etc. (Subercaseaux 2005, 42)), resultó totalmente problemático hacia
1884, pues desde la erección del Código Civil, pues con la preponderancia del estado en las
regulaciones de la vida privada matrimonial, se situaron ciertos elementos que impulsaron las
transformaciones de la familia chilena a partir de los discurso igualitarios y liberales de los
cuales nos relata Asunción Lavrín, tales serán profundizados más adelante Lo importante de
estos cambios derivan en que permitieron procesos de cambio a partir de las mentalidades, los
cuales afectaron el campo de la vida privada en Chile, “entendiendo que estos procesos
obedecen a tendencias globales pero que admiten una traducción específica en la medida en
que se anidan en una historia singular.” (Subercaseaux 2005, 54), es decir, se produce un
quiebre disciplinario entre la cosmovisión patriarcal absoluta establecida por el derecho
eclesiástico con la aparición del discurso político moderno del estado; desde lo cual es el
escenario que utilizaremos para analizar el fenómeno del divorcio moderno, empero, cabe
acotar que tal como establece Coontz, el divorcio posee un registro histórico que trasciende al
siglo XIX y XX, poseyendo sus orígenes desde las sociedades precoloniales, sin embargo la
particularidad de estudiar las separaciones conyugales de las sociedades liberales radica en el
proceso complejo del cambio de mentalidad de las mujeres acerca de su rol y sentido de
participación en la sociedad.

Sin embargo, antes de adentrar el análisis hacia el divorcio y su relación jurídica con las
mujeres, es pertinente aludir a los debates de fines del siglo XIX en torno a la reforma de los
códigos civiles y los temas en relación con las condiciones de la vida matrimonial de las
mujeres, para de aquella forma analizar seguidamente las ideas que conformaron la
problemática del divorcio en Chile y es Asunción Lavrín quien nos orienta sobre el tema
mencionado, al explicar que habían dos aspectos centrales en todos los debates acerca de tal
reforma, por un lado radicaba el discurso de los liberales acerca de la necesidad de “elevar la Commented [s5]: lavrin

condición de la mujer casada para equiparla con su marido dentro de la familia y la necesidad
de dotar a las mujeres casadas de la facultad económica legal en cuanto a su nueva función de
asalariadas y administradoras inteligentes y capaces de sus propios bienes. Y el otro aspecto era
la exigencia de que se reconociera la individualidad de la mujer en su propia integridad y no
como un apéndice de la de su marido. El otro se encargaba del papel económico de la mujer
empero ambos estaban completamente ligados”. (lavrin 2005, 263). Tal debate estaba
esencialmente estructurado en el discurso de que la mujer tendría los mismos derechos que el
hombre de acuerdo con un conjunto de condiciones, las cuales referían a las actividades
compartidas por los sexos y a las actividades que la mujer desempeñaba sin el reconocimiento
y el resguardo de las leyes patriarcales, frente a aquello es lógico esgrimir la propuesta de que el
divorcio moderno surge a partir del estado moderno, sin embargo, la idea de la ruptura y
separación matrimonial, tal como se enunció anteriormente, posee un contingente histórico
amplio, pero sin precedentes parecidos al fenómeno moderno, entonces, la clave de nuestra
propuesta radica en analizar el divorcio moderno desde la experiencia de las mujeres ante la
aparición de posibilidades anexas al sistema patriarcal erigidas desde la fundación del Código
Civil, tales como el acceso al trabajo remunerado, el proteccionismo socioeconómico, el acceso
a un juicio, el discurso igualitarista, entre otros.

Lavrin erige un ejemplo claro del discurso liberal sobre las mujeres, el cual es explicativo de la
idea anterior: “si la mujer podía asumir las responsabilidades del trabajo y resolver problemas
financieros, se desprendía que era competente para compartir los derechos legales sobre sus
hijos. (lavrin 2005, 64), pero a pesar de que el debate removió las cámaras políticas, ningún
legislador reformista del cono sur apoyó el cambio radical en las funciones de los sexos, menos
aun en la conducta de los sexos dentro de la familia o fuera de ella; tal situación es el
precedente que explicará el estancamiento de la legalidad del divorcio en Chile, produciendo
que solo hasta el siglo XXI se realizaran reales transformaciones en torno a los derechos
sociales y políticos de las mujeres tras un fracaso matrimonial, lo cual no cesa de ser un
panorama lamentable. Y en este sentido cabe preguntarnos, ¿en qué consistía el
reconocimiento y sentido de protección legal a las mujeres, durante el desarrollo del
reformismo de fines del siglo XIX e inicios del XX en Chile? Y es Lavrin quien nos explica que
aquellos actores políticos basaban la respuesta en la función de las mujeres hacia la familia y la
nación, pues estaban convencidos de que ninguna de las modificaciones propuestas alteraría la
relacione entre los sexos, por tanto la propuesta de igualdad jurídica de las mujeres solo valían
dentro del matrimonio y no fuera de el, lo cual implicó que la ideología política conservadora
que dominaba el congreso se oponía a todo ataque jurídico contra el Derecho de Familia, hasta
que comenzó a ceder , a mediados de los años 20”. (lavrin 2005, 264-265), lo cual deja entrever
que la validez de las mujeres en la sociedad sólo se “activaba” al momento de contribuir a la
nación (fecundidad y cuidado del marido y de la moral), entonces, esta situación revela que
para la ley estatal de aquellos tiempos, las mujeres divorciadas debían ser resguardadas puesto
que comparativamente, eran símiles a las condiciones de los infantes y los indigentes,
tornándose con ello evidente que al momento de separarse conyugalmente, las mujeres debían
retornar a ser patria potestad de su familia progenitora.

Para conclusión, se establece que el matrimonio en la sociedad decimonónica e inicios del siglo
XX, si bien se constituyó en una legislación cívica, al mantener los estatutos e ideas de la
constitución eclesiástica de 1855, continuó subsumiendo a las mujeres en las jerarquías
masculinas, produciendo que la condicionalidad de ciudadana y de rol social de aquellas se
supeditara a su condición de esposa. Sin embargo, durante el tiempo establecido como
duración del análisis del ensayo, se entiende que si bien el matrimonio por amor aun no se
establecía concretamente, los aumentos de divorcios desde fines del siglo XIX en adelante,
anticipan las reivindicaciones de las mujeres en torno al matrimonio, frente a lo cual mi postura
se opone a la de Valdés por el hecho de que establece la precariedad en la popularidad de los
divorcios durante aquel tiempo, siendo que desde el análisis de Francisca Rengifo desde la
geografía y expedientes de divorcios desde 1850 a 1890, establecen que si bien el divorcio y el
matrimonio en estas décadas se caracterizó por ser un fenómeno rural, de las clases medias y
acomodadas. De igual manera se entienden en aquellas cifras que las mujeres de clase media y
populares de los sectores urbanos presentaron demandas de nulidad, separación momentánea y
divorcios perpetuos, es decir, las transformaciones del matrimonio y el divorcio a partir del
cambio de mentalidad propulsado por las ideas modernas, en chile de aquellos años se
encontraba en sus albores.

Como analizamos con anterioridad, a partir de las autoras presentadas, la constitución del
concepto de familia por medio del matrimonio a fines del siglo XIX se vio transformado
principalmente a partir del decaimiento del modelo de patriarcado eclesiástico, puesto que fue
sustituido por el modelo jerárquico del marido, establecido por las leyes políticas de los estados
reformistas. Aquel panorama nos indica una transición a nivel cultural en torno al matrimonio
y la experiencia de las mujeres, pues al cambiar el modelo de institución que establecía las
normas que regían la institución matrimonial, la sociedad comienza a configurarse y adaptarse
mentalmente al modelo liberal, al contemplar nuevas posibilidades y libertades sociales dentro
del parentesco conyugal, tales como la práctica de actividades relacionadas para el tema que
nos acota, hacia el disfrute, aunque es necesario destacar dos aspectos: no nos referimos a que
antes de las reformas modernas, no existieran espacios y practicas tendidas hacia el placer, pero
eran ilícitas, y por otro lado, aquellos beneficios eran destinados para los hombres como el
sujeto por excelencia del espacio público, sin embargo aquella transición posibilitó la
configuración a largo plazo de un nuevo periodo histórico en la historia de las mujeres en
cuanto a su participación en la sociedad.

Dentro del precedente contexto esgrimido, se sitúa la perspectiva Stephanie Coontz en un


artículo sobre la historia del divorcio moderno, el cual establece a primera instancia, que al
poseer antecedentes históricos provenientes de la civilización romana, era por consecuencia
una prerrogativa netamente masculina y menos compleja que el modelo de los siglos que
comprenden las etapas pre- modernas y modernas. Luego, establece los orígenes del divorcio
moderno como una elevación del matrimonio, al centro de la lealtad emocional y sexual de las
personas y en su redefinición como fuente de felicidad personal [...]. Los mismos valores que
acabaron ungiendo al matrimonio de semejante significado emocional en la vida de las
personas también llevaron a éstas a instar el divorcio si su matrimonio quedaba desprovisto de
tal significado. (Coontz, 2009,154), en otras palabras, Coontz nos refiere a que la unión
matrimonial a partir del amor entre los sexos, es la causa de las disoluciones de tal contrato, lo
cual si se translada hacia el espacio chileno de fines del siglo XIX e inicios del XX, nos
encontramos con el periodo de transición hacia el modelo de unión entre hombres y mujeres
por amor, o prefierase, el periodo experimental en el cual se desplazaron los cuestionamientos
de la viabilidad del matrimonia en torno a la presencia o ausencia del amor, el respeto mutuo,
la igualdad y la fidelidad y tal se encontró en contraposición con las huellas de la moralidad y la
sociedad tradicional, fuerzas de poder publico que culminaron en subyugar las iniciativas de
instituir el matrimonio en el espacio privado.
Francisca Rengifo, establece que la realidad de los divorcios a fines del siglo XIX, era una
realidad compleja, heterogénea y urbana, lo cual es esencial para entender el fenómeno en
cuestión pues en el caso de Chile, el debate y legislación sobre el divorcio, contenía en si desde
nuestra perspectiva, dos niveles, en el más alto, se encontraban los estamentos eclesiásticos,
estatales (reformistas), los cuales normaban a pesar de las practicas sociales, la vida privada y
cotidiana de los matrimonio, jerarquizando la preponderancia del hombre sobre las mujeres.
En el segundo nivel se encontraban los debates intelectuales, sobre todo durante la primera
mitad del siglo XX y los alcances de clase en que se desenvolvió la idea y practica del divorcio.

En cuanto al nivel alto, especialmente en torno a la iglesia y sus normas eclesiásticas que
regularizaban las iniciativas del divorcio, Valdés, contribuye a nuestro análisis con la idea de
que antes que el estado moderno triunfara en la detención del poder socio-político de la
sociedad chilena, la iglesia como formadora de los comportamientos sociales en base a
dictamente morales y éticos, establecía como eje y núcleo la familia y para inculcar los valores,
recurría a dispositivos de moralización del pueblo, “cuya falta de religiosidad era responsable
de los males que aquejaban a las iniciativas de rupturas en la tierra de misión de la iglesia”
(Subercaseaux 2005, 106), es decir, ante las peticiones de divorcios por parte de cualquiera de
los dos conyugues, la iglesia intervenía negando la valides de la petición y reeducando
principalmente al marido para el buen trato de su esposa o en el caso de la mujer, establecía un
periodo determinado de separación de los cuerpos, a modo de escarmiento.

Tal apreciación, se aterriza en una explicación judicial, continua Valdes en su análisis: “ En las
concepciones católicas seguirá presente el matrimonio como sacramento y estrictos patrones
de género que designaban lugares para hombres (trabajo y provisión económica a la familia) y
mujeres (casa, familia, economía doméstica, crianza), lo cual estaba avalado tanto por el antiguo
Derecho Canónico como por la reactualización de estos principios a través de las encíclicas
papales. (Subercaseaux 2005, 107). Por tanto y desde lo anteriormente expuesto por Valdés se
establece que si durante la segunda mitad del siglo XIX, la iglesia se esforzó constantemente
por mitigar las instancias de nulidad y divorcio conyugal, hacia fines del mismo siglo y durante
las primeras décadas del 1900, por consecuencia se dedicó a combatir las corrientes de
pensamiento que proponían nuevos lugares sociales para las mujeres, desde los cuales vale
acotar, surgieron las ideas entorno al sufragismo y al radicalismo; pues la lucha por la
adquisición de derechos cívicos y políticos y la necesidad de una legislación del matrimonio,
terminaría por derrocar toda influencia de la institución religiosa en la sociedad. Entonces, si
entendemos que la resistencia de la iglesia a perecer en su influencia política, social, cultural y
económica resultó finalmente en la perdida de su poder político; resultando todo en la
liberalización de un espacio e instancia para que las mujeres adquirieran nuevos roles en la
sociedad, ¿Por qué después de la conformación del código civil de 1884, el matrimonio y por
tanto el divorcio continuaban supeditados a ideas eclesiásticas en términos morales? ¿Por qué a
pesar del discurso igualitario de los reformistas, el apoyo a las mujeres casadas y divorciadas
fueron solo en aspectos económicos? ¿y las libertades cívicas?.

Si bien, Valdés no responde a los anteriores cuestionamientos, establece un indicio, pues indica
que, desde mediados del siglo XIX hasta fines del mismo periodo, los grados de informalidad
de las uniones estaban ampliamente extendidos en la población rural y urbana (Subercaseaux
2005, 56), pero claro, de distinta forma, pues mientras en los sectores rurales no existían por lo
general practicas matrimoniales, produciéndose parejas convivientes excomulgadas y con hijos
ilegítimos; y por parte de los sectores acomodados, los hombres en su generalidad cometían
adulterio y abandono de las esposas durante largos periodos de tiempo, por lo que el
nacimiento de hijos ilegítimos eran comunes de igual modo y es desde aquella situación que
Asunción Lavrín esclarece que el proyecto de matrimonio civil en Chile hacia el año 1875, fue
además de una demostración del cambio de jurisdicción eclesiástica a una moderna, fue a
modo de ordenar y formalizar la sociedad. Tal proyecto fue creado por Agustin Letelier, quien
a pesar de declararse reformista, estableció la prohibición de la disolución del matrimonio, por
tanto era menos posible tanto para los hombres como para las mujeres volver a casarce pero
con el apoyo al matrimonio civil, se analizó la posibilidad plausible de la disolución del
contrato. Sin embargo, la oposición del conservadurismo a tal proyecto produjo que no se
volviera a debatir sobre el tema del divorcio en Chile hasta 1924. En ese año, el debate
comenzó con “la percepción generalizada de que la mujer con su incorporación a la fuerza de
trabajo , desempeño un nuevo papel y que todo lo que se relacionara con los derechos civiles
debía reformarse. (lavrin 2005, 294).

Si bien la reforma y legalidad del divorcio fue “arrojado al baúl del olvido”, hacia fines del siglo
XIX, ante el aumento considerable de peticiones de divorcio por parte de mujeres en su
generalidad, que el estado se hallaba por encima de la voluntad de los cónyuges y que la
ruptura del lazo matrimonial se permitiría solo en cuanto la continuación de la vida
matrimonial acarreaba un mal mayor (lavrin 2005, 54). Por ello el término divorcio no
implicaba la disolución del vínculo conyugal, sino que solo se suspendía la vida en común de los
conyugues, lo cual se entendía desde el derecho canónico como la separación de los esposos,
por tanto, en vez de divorcio, se establecía el termino de separación de los cuerpos, lo cual
desplazaba la noción de una separación total. Entonces, “de esta forma, el divorcio establecido Commented [s6]: clave

por la ley se basaba en que era deudor de la separación de los cuerpos canónica” (lavrin 2005,
55), lo cual nos refiere a la relación directa de poderes de la iglesia a pesar del estado en el
divorcio. Luego y a modo de complemento , Rengifo nos plantea que una vez que el
matrimonio y el divorcio fueron legislación del estado, el divorcio se identificó con la
desvinculación conyugal y para ejemplificar aquello, se acude a la voz del diputado liberal,
Manuel Novoa, quien presentó un criterio para entender la ruptura matrimonial en el contexto del
proyecto de ley en cuanto al divorcio vincular: “el fundamento de su posición se basó en que definido
el matrimonio como un contrato este era en su esencial posible de disolver a diferencia del
código Civil que había establecido la definición del matrimonio católico”. (Rengifo 2011, 46)

Entonces los cuestionamientos que se erigieron al comienzo, poseen sentido a partir de la idea
de que el código civil a pesar de establecer la preponderancia del estado por sobre los
estamentos eclesiásticos, no eliminó las ideas y por tanto la influencia de la iglesia en la
legislación del matrimonio, lo cual no solo se explica a partir de que el gobierno que llevó a
cabo el Código Civil eran conservadores y por tanto ligados a los preceptos eclesiásticos, sino
también porque a pesar de que el modelo político cambió, la concepción de las mujeres para el
poder político público no varió esencialmente, pues las mujeres cambiaron en su significancia
política de ser madres y esposas del eje de la familia y del sustento moral de la nación a ser el
sujeto que cumple su rol en la división del trabajo en términos económicos y sociales. Por
tanto es plausible entender desde la perspectiva de Asunción Lavrin la idea de que “toda ley de
divorcio inmediatamente anterior o posterior a la separación entre la iglesia y el estado, en
1925, encontraría un público que no estaba en absoluto preparado para ella y que con toda
probabilidad la rechazaría. Tal rechazo se relacionó con las observancias religiosas como con
las escazas opciones económicas disponibles para las mujeres desligadas del apoyo masculino.
(lavrin 2005, 295).

Cabe acotar, por último, que a pesar de haberse silenciado en las últimas décadas del siglo XIX
las voces reformadoras que abogaron por la reformulación del divorcio en Chile, son
importantes para entender el debate sobre el divorcio durante el siglo XX, y tal es el ejemplo
ilustrador que nos brinda Lavrin, en cuanto a los liberales “Enrique MacIver y Pedro Gallo,
notables reformadores del siglo XIX, quienes proclamaron el término de la tutela religiosa
sobre el hogar. Apoyaron el divorcio en aras de la libertad y el progreso también con el fin de
poner término a la inmoralidad del adulterio, que conllevaba, además, la amenaza de
enfermedades venéreas. Esta referencia a las inquietudes higienistas señala de qué manera los
asuntos feministas se fundían con las preocupaciones políticas, sociales y sanitarias para
conformar un programa de reforma total. (lavrin 2005, 295). Como se mencionó
anteriormente, desde aquel momento no se volvió a hablar de divorcio hasta 1935, para
entonces la iglesia y el estado se habían separado. La mujer había obtenido el derecho a voto y
el presidente Juan esteban Moreno, apoyó diversas reformas del código civil para brindar más
igualdad a la mujer con el hombre, sin embargo, se privilegiaron aquellas ideas y se desplazó
nuevamente en el mismo debate la importancia del divorcio, quedando estancado en las
trampas de la nulidad, a lo que Miras denomina el no divorcio.

Bibliografía
Coontz, Stephanie. Historia del matrimonio. Cómo el amor conquistó el matrimonio. Barcelona:
Gedisa, 2006.

Coontz, Stephanie. «La paradoja del matrimonio por amor y la historia del divorcio moderno.»
Panorama Social, 2009: 153-162.

lavrin, Asunción. Mujeres, feminismo y cambio social en Argentina, Chile y uruguay 1890-1940.
Santiago (Chile): Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 2005.

Rengifo, Francisca. Vida conyugal, maltrato y abandono. El divorcio eclesiastico en Chile, 1859-
1890. Santiago (Chile): Universitaria, 2011.

Subercaseaux, Ximena Valdés. Familia, género y vida privada. Cambios sociales y transformaciones
familiares en Chile y el medio rural en la segunda mitad del siglo XX. Santaigo (Chile): Ip.,
2005.
El texto se refiere a un asunto técnico-jurídico de no fácil comprensión; eso complica la lectura

Hay fundamentación y se aprecia un análisis más contundentes respecto de lo que sucedía

entre las mujeres y el divorcio, que respecto de ambos sexos y el divorcio.

Se aprecia mucha lectura y reflexión.

Nota 6,3

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