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GÉNERO COMO CONSTRUCCIÓN SOCIAL

(Propuestas para una discusión)


Mg. Mirian Caloretti Castillo*

«El feminismo no debe ser una doctrina sino una voluntad;


la voluntad de la mujer por conocerse, por sentirse como tal.
Las mujeres no deben ser feministas para tener razón,
sino para vencer sin traicionarse como mujeres.
(Alberto L. Merani)
I.- PRESENTACIÓN

Este trabajo es un acercamiento a los temas que tratan desde una perspectiva de género la construcción social de la
femineidad, en su proceso de desalienación y revalorización, comprendiendo a la mujer como parte de un todo
diferenciado de la especie humana. Toma en cuenta los enfoques más generales y concretos, desde una óptica crítica y
autocrítica, de manera especial buscando identificar las leyes que rigen los procesos de la naturaleza y la sociedad en
nuestra condición de mujeres.

Tiene como finalidad contribuir con el esclarecimiento y comprensión de la dinámica dialéctica en la diferencia de géneros,
tomando como base la interculturalidad y una visión holística. Los argumentos en discusión se desprenden de los aportes
brindados por diversos investigadores a través de sus publicaciones ya sean en libros y/o testimonios orales.

El propósito central es plantear una visión equilibrada, multicultural, alejada de cualquier sesgo machista o feminista en
cuanto a la comprensión de nuestra condición, así como también distante de cualquier interpretación oscurantista o no
circunscrita a un análisis científico y humanístico.

El enfoque de este trabajo es histórico-cultural, el método es heurístico. Se emplean constructos como: género,
femineidad, naturaleza, factores, concurrencia, interculturalidad, la persona y sociedad entre otros.

Concluye el ensayo con algunas propuestas que se hacen a modo de debate, para motivar la profundización del estudio,
avanzando así en la comprensión de esta problemática.

II.- LA CONCURRENCIA COMO LEY UNIVERSAL

La palabra concurrencia deriva del latín concurrere. Según la Real Academia de la lengua española significa coincidencia,
concurso simultaneo de sucesos. La concurrencia es una ley natural, un fenómeno que posibilita que la vida se dé y
realice, incluido en sus variaciones de predominancia de hombre y mujer.

Los factores concurren para que los fenómenos se desarrollen en el marco dinámico y contradictorio de la naturaleza, la
vida y la sociedad, por eso no dudamos en afirmar que el género se construye en ese devenir donde el tiempo y los
espacios se conjugan, en sus diversas dimensiones orgánicas, históricas, educativas, familiar, cultural y social; es decir,
somos una suma maravillosa de factores.
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III.- NATURALEZA HUMANA

El fenómeno vida se caracteriza por la unidad en la diferencia, «…su singularidad está, precisamente, en que en todos
sus momentos y niveles de oposición y complementariedad responden al juego dialéctico de expansión de lo singular en
lo universal, de reducción de lo universal en lo singular.» (Merani, 1977, pág. 55)

Debemos entender al ser humano en su doble naturaleza, de animal y de humano (Julian De Zubiría Samper, 2018). Bajo
esta visión integradora se puede alcanzar a comprender las relaciones de las personas en sus diferencias de condiciones
de sexo y género. El cómo se pasó de hembra-macho a mujer-hombre, expresa la continuidad de la evolución y
humanización de la especie, que luego se convirtió en un todo colectivo, dinámico y social. Las mujeres en esa dinámica
tienen el gran reto y tarea de reconocerse a sí misma y construir su condición.

El sexo está arraigado de manera diferenciada en la naturaleza humana. Según la moderna neuropsicología establece
que las diferencias entre hombres y la mujeres se deben a la existencia y combinación de factores diversos,
neurobiológicos, en donde las hormonas sexuales son importantes en su regulación. Cito a modo de ejemplo: «…la acción
de los factores educativos puede incrementar o disminuir en alguna medida las asimetrías cerebrales entre ambos sexos».
(Portellano, 2005)

Lo femenino y masculino es lo predominante en cuanto a género, lo que garantiza la reproducción de la especie, pero
son las relaciones humanas, las sociales y productivas la que dinamizan e impulsan el desarrollo social. El sexo nos une
y nos muestra diferentes, pero también la clase, condiciones culturales, educativas y otras, siendo los sentimientos y la
racionalidad lo que nos humaniza, rasgo universal que sostiene y debería sostener a la civilización contemporánea.

IV. CONSTRUCCIÓN SOCIAL COMO PROCESO

Los socio-cultural es la característica determinante del ser humano. Es ahí donde se desarrolló el homo a hominun.
Civilización implica superación de etapas, desarrollo y bienestar social, que permita brindar nuevas y mejores condiciones
de vida a las personas, donde las limitantes son superadas por el esfuerzo y avance social. Ello implica que las formas
de producción y relaciones sociales se den sin inequidades, discriminación ni segregacionismo entre géneros, tanto a
nivel individual como grupal. No podemos hablar de desarrollo social sin considerar las necesidades educativas,
alimentarias, de vivienda, salud, culturales, ambientales y sociales que esto implica.

El Ser o No Ser de Williams Shaspeare no solo implica creatividad e imaginación, es el reto que nos pone el artista para
reconocernos y ser capaces de ser, hacer y compartir la vida, ya sea en sus manifestaciones de comedia y/o tragedia;
pero, sobre todo en la posibilidad de lucha por alcanzar la felicidad. Esa es la cuestión esencial de nuestra condición
humana, lo que mueve todos nuestros esfuerzos.

Si echamos una mirada a nuestra historia, ubicaremos que la situación de las mujeres en las culturas originarias o
precolombinas en el Perú, se presentó de manera diferenciada. Ellas no tuvieron un mismo trato, poder y rol en
comparación con los varones. Fernando Silva Santisteban nos ilustra al respecto cuando dice: «…no hay nada que
contradiga las sugerencias de que las mujeres tuvieron en la sociedad mochica derechos casi iguales que las de los
hombres, como que también la posición de las mujeres era teóricamente algo inferior en los Incas». (Santisteban, 1998,
pág. 275)

La inserción de las mujeres al trabajo social productivo, les costó mucho a las mujeres, y les sigue costando. Ellas
participaron en roles ligados a la producción, ya sea en sociedades agrícolas y pastoriles en donde se acentuó la categoría
doméstico-público y se diversificó y estratificó la división de trabajo por género. Posteriormente, al insertarse éstas a las
fábricas (revolución industrial, segunda guerra mundial, etc.) generó nuevas condiciones laborales para las mujeres, con
ello se connotó las diferencias en cuanto a sueldos, trato, condiciones de trabajo, beneficios y derechos, abriéndose así
nuevos frentes de lucha femeninas, pero también nuevas posibilidades y perspectivas.

Lo que tiene claro Silva Santisteban es que: “El género es flexible y varia con los factores culturales, sociales, políticos y
económicos. La variabilidad del género en el tiempo y en el espacio sugiere que continuará cambiando” (Santisteban,
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1998, pág. 201)., por eso afirmamos que las variaciones están determinada por múltiples factores, los cuales serán
motivos de una mayor investigación.

En cuanto a los derechos políticos y económicos de las mujeres, se identifican mayores problemas, especialmente en
ámbitos en cuanto a gobierno, academia y de empresa. Al respecto el Caucus de Género, en el marco de la ONU, plantea
que: «Las relaciones de género juegan un rol crítico que influyen en el resultado de las políticas a nivel macro. Las mujeres
y los varones están ubicados de modo diferente en la economía en cuanto a derechos y capacidades diferentes. (Eso
significa, que varones y mujeres tienen acceso a recursos, habilidades, conocimiento y capacitación en la economía y en
la sociedad de forma diferente.) Estos derechos están condicionados por el sistema de gobierno y las relaciones de
género en los niveles macro, mediano y micro… » (CMSI, 2005).

V.- REFERENTES INFORMÁTIVOS

En la IV Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Mujer, realizada en Pekín, en 1995, se estableció como
norma internacional y política transversal a todos los programas de gobiernos el concepto de “Igualdad de género”, a
partir de ahí se viene implementado diversas políticas y medidas en torno a esa problemática. Pese a los marcos
normativos establecidos se siguen presentado viejos y nuevos problemas.

El Plan Nacional Contra la Violencia de Género para el 2016-2021, el cual es necesario conocer y difundir, identifica 16
modalidades de violencia, estas son: la violencia en la relación de parejas; el feminicidio; trata de personas con fines de
explotación sexual; acoso sexual en espacios públicos; esterilizaciones forzadas; hostigamiento sexual; violencia en
conflictos sociales; violencia en conflicto armado; violencia por orientación sexual y violencia contra las mujeres
discapacitadas; entre otras modalidades.

La Organización Mundial de las Naciones Unidas hace referencia en todas sus propuestas sobre la promoción de la
igualdad de género y el empoderamiento de la mujer. Se ha propuesto como meta eliminar las desigualdades entre sexos
en los diversos niveles de enseñanza, tarea difícil de alcanzar, especialmente en el Perú dada la resistencia de algunos
sectores religiosos.

Esa misma institución internacional en el 2017 estableció 17 objetivos globales, para erradicar la pobreza. En su punto
quinto plantea el reto de igualdad entre géneros y empoderamiento. Ya pasó más de 22 años del encuentro de Pekín, la
situación no ha mejorado para las mujeres, incluso se ha agravado en el mundo. Por ejemplo, las estadísticas del
Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) del Perú, en su Programa Nacional Contra la Violencia Familiar
y Sexual, informa que: “Entre el 2009 y junio de 2018 se han producido 1,073 feminicidios en el Perú, siendo la ciudad de
Lima Metropolitana la que tienen mayor incidencia con 689 casos; le sigue Arequipa con 169; Junín con 133, Cuzco con
108 y Ayacucho con 100.

Situaciones estas preocupantes porque el 34% de estas víctimas no denuncian, se quedan calladas. Sumemos a esto
que el 32.2% de mujeres entre 15 y 49 años han sufrido alguna vez de violencia por parte de su pareja (ENDES 2016).
Por eso, nos atrevemos a plantear que la salud mental de nuestra población debe ser declarada en emergencia, se
requiere impulsar medidas preventivas y políticas concretas. La naturaleza de estos problemas es que son estructurales,
reflejados en la crisis familiar, crisis de valores, falta de afecto en la crianza de los niños, generación de empleo, calidad
de trabajo; además de la necesidad de brindar asesorías y terapias psicológicas a nuestra juventud y población en
general. Sigue siendo lo educativo-cultural lo medular.

VI.- EL GÉNERO

En ese marco histórico social podemos interpretar lo ligado al género. Constructo castellano que procede del latín genus,
gen󠆢ĕris. Tiene varias acepciones, pero en este caso tomaremos el criterio referido al conjunto de seres que tienen uno a
varios caracteres comunes. Es un término que se usa con frecuencia, siendo motivo muchas veces de discusión. No hay
duda que los conceptos y roles de género han variado en el devenir histórico y cultural de las sociedades, sin embargo,
se siguen manteniendo los estereotipos sexistas y desiguales, incluso esclavizantes en muchos lugares del planeta.

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Reconozcamos que género y sexo no es lo mismo, cosa aparte son las preferencias sexuales. Al hablar de cuerpo y sexo
nos referimos a las manifestaciones biológicas; al hablar de género nos referimos a las manifestaciones culturales y
sociales, las cuales le dan sostenibilidad a la identidad. Eso es importante tener claro. Reivindicamos al sexo en el
contexto del cariño y amor que necesitan las personas para alcanzar su completo desarrollo, tanto en lo físico como lo
psíquico y emocional.

En 1949 Simone de Beauvoir preciso que: «Uno no nace mujer, sino que llega a serlo», con lo cual ponía a debate la idea
de que el sexo ya no era otorgado de manera natural con el nacimiento (era neutro), sino puso incidencia en el papel
social en cuanto a la determinación sexual de las personas.

Esta propuesta de la Beauvoir cae en los supuestos determinista sartreano de negar la naturaleza humana, nuestra
esencia. Este camino nos lleva irremediablemente al conflicto de géneros, pues no hay un punto de unidad que es la
especie humana, las personas en sus variantes naturales y genéticas, que sostiene la ciencia y lo reafirma en sus avances
con mayores luces hoy.

No negamos que lo socio cultural y otros factores influyen mucho en la conducta sexual de las personas, pero tampoco
se puede negar que cuando una persona nace, su cuerpo ya contiene un sexo determinado, sea este de hombre o mujer,
establecido por la herencia genética, en sus aspectos cromosomáticos de XY para masculino, o de XX para lo femenino,
determinantes que marca el curso de la vida de las personas, salvo singularidades que siempre se presentan.

Negar la herencia ontogenética y filogenética que tenemos en nuestros orígenes, es negar la vida misma, la naturaleza
de nuestra evolución. Es una reducción ahistórica. Reconozcamos entonces lo biológico como determinante que se
realiza en las relaciones sociales y productivas. Ello marca la identidad, la cual se construye como parte del género y en
base a todos los factores concurrente en el proceso de desarrollo del individuo en sociedad. Identidad que muchas veces
se sujeta a variantes, las cuales no podemos negar y tampoco reprimir, sólo comprender y explicar cómo hechos naturales
de la vida y no como enfermedades. La naturaleza tiene sus propias variabilidades. Reconozcámoslo.

Pero, no basta entonces solo la historia para definir a la mujer, tampoco solo la naturaleza biológica, son diversos factores
que interactúan en ese riquísimo escenario de la vida. Criterios como los Freudianos de reducir la condición de la mujer
a una mala réplica del macho o calificar su sexo de imperfecto, han sido desechados no sólo por retrógrados, sino y sobre
todo, por el propio accionar de las mujeres, en cuanto a sus aportes brindados en todo terreno de la vida.

La construcción del género continúa siendo un aspecto diferenciador e integrador entre las personas. Se construye sobre
las características genéticas, condiciones de vida y factores educativos y culturales. Es una dinámica perfectible, donde
la búsqueda de la identidad guía el accionar y participación socializada de todos; para ello, no necesitamos romper con
nuestra naturaleza biológica sino reencontrándonos con nuestra esencia natural y a la vez construida como identidad
orientada a la desalienación.

Cuando se habla de igualdad a secas, de “incremento de la igualdad” debemos entenderlo como una meta de desarrollo
social, veamos lo que nos dicen al respecto: «El incremento de la igualdad significa una reducción de la pobreza y una
distribución más pareja de la riqueza» (Kottak, 2007). Asimismo, la Organización de las Naciones Unidas, en su objetivo
quinto establece como meta: «Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a las mujeres y a las niñas», pero esa
propuesta lo podemos entender en el marco de los derechos fundamentales y universales de los individuos.

Por otro lado, al hablar de Igualdad de Género se tiene que hacer con mucho cuidado, pues no hay nada más lejano a la
libertad que la igualdad. Pedir que seamos iguales es negar nuestra esencia diversificada, pues no hay ni habrá dos
personas iguales en el mundo. Somos semejantes, pero no iguales, más o menos parecidos, pero no iguales. Cosa muy
distinta es luchar por la igualdad de oportunidades y derechos en aspectos específicos o frente a problemas como la
inequidad, exclusión, pobreza, maltrato, violencia y/o opresión social, situaciones en la cual están inmersas muchas
mujeres, incluso también varones, ancianos y niños.

Reiteramos, que es importante reconocer que somos diferentes. La diversidad es uno de los rasgos centrales de las
personas. Hablar de lo humano es referirse a ese proceso más universal de construcción social de nosotros. Al hablar del
ciudadano nos referimos a la construcción política, transformadoras, de las personas, en un acto social compartido. Al
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hablar de género nos referimos al proceso de construcción de nuestra identidad. Cosa diferente cuando hablamos de
sexo, que se refiere a esas características físicas, determinadas genéticamente.

Ratificamos entonces, que es importante reconocer lo que nos dice el antropólogo peruano Fernando Silva Santisteban
que: «La posición del hombre en la naturaleza, con la suprema significación que para él tiene, no está definida por su
animalidad sino por su humanidad» (Santisteban, 1998, pág. 72), es decir como seres racionales y sociales.

VII. CONCLUSIONES

1.- Proponemos una nueva forma de pensar a la mujer, de entender la condición femenina, de vivir y sentir la vida. De
asumir nuestra feminidad sin estereotipos que nos segreguen, marginen y dividan.

2.- Reivindicamos nuestra condición de ciudadanos y ciudadanas libres al ejercer nuestros derechos y responsabilidades.
Seres activos y herederos de nuestra herencia filogenética y ontogenética de desarrollo.

3.-. Las mujeres nos entendemos como seres culturales, históricos y sociales. Que estamos determinados no sólo por el
sexo o género sino por nuestra humanidad, la cual es universal y se construyéndose día a día en la vida misma.

4.- Los mediadores: cultura, escuela, iglesia, familia, medios masivos de comunicación y otros, configuran nuestras ideas,
representaciones e interpretaciones a veces están alejadas de la realidad, por lo que nos compete trabaja en esa línea
educativa y formativa.

5.- Nuestro rol se circunscribe en contribuir a lograr la dignidad, el bienestar y la equidad para nuestra condición humana,
especialmente femenina, bajo una cultura de paz, en la armonía de la vida y la naturaleza.

6.- Tengamos una mirada autocritica de nosotras mismas. No hay mayores minusvalías que las que no ponemos.

7.- Es hermoso sentir la vida en cada latido que engendramos, pues, por encima de todo somos ciudadanas plenas,
encaminadas a conquistar nuestra realización personal y social en libertad.

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Trabajos Citados:

CMSI, M. s. (2005). Panorama sobre la CMSI. Buenos Aires, Argentina: World summit.

Julian De Zubiría Samper. (2018). La vigencia de las ideas de de Alberto Merani en psicología y educación. . Colombia: Universidad
Incca.

Kottak, C. P. (2007). Introducciòn a la Antropologìa Cultural. Madrid, españa: Mc Graw Hill.

Merani, A. L. (1977). La condición femenina. México: Grijalbo.

Pazello, M. P. (2005). Panorama sobre la CMSI. Buenos Aires, Argentina. : Taller de Trabajo regional- UNESCO Mujer, Ciencia y
tecnología en América Latina. .

Portellano, J. A. (2005). Introducción a la neuropsicología. Madrid, España: Mc Graw Hill.

Santisteban, F. S. (1998). Antropología. Conceptos y nociones generales. . Lima, Perú: Fondo de Cultur Económica.

ttps://www.youtube.com/watch?v=Ov9uKrZ9Who

https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/gender-equality/

https://vdocuments.mx/vigencia-ideas-merani.html

*Magister en Investigación y Docencia Universitaria de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega.


Docente universitaria. Licenciada en periodismo por la Universidad Jaime Bausate y Mesa.
Poeta y escritora con diversos libros publicados y participante de diversos encuentros internacionales.

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