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UNIVERSIDAD INCA GARCILASO DE LA VEGA

FACULTAD DE PSICOLOGIA Y CIENCIAS SOCIALES

“LA PSICOTERAPIA CENTRADA EN EL CLIENTE DE CARL, ROGERS”

Que como parte de la asignatura de metodología de la investigación


experimental presenta el alumno:

Chavarry Tello, Yuri Jesús Antonio.


Lima 13 mayo del 2008.
Psicoterapia centrada en el cliente de Carl. Rogers.

I. Descripción.

Enmarcada dentro de la llamada "tercera fuerza", la psicoterapia "rogeriana" es


el enfoque que mayor influencia ejerce actualmente sobre los psicoterapeutas y
consejeros norteamericanos, aún por encima de la terapia racional-emotiva de
Albert Ellis y del psicoanálisis freudiano.

Al respecto, en un estudio realizado en EE.UU. entre 800 psicólogos y


orientadores, se encontró que los psicoterapeutas propuestos como los de
mayor influencia fueron, en primer lugar, Carl Rogers, en segundo lugar, Albert
Ellis y en tercer, Sigmund Freud (Huber y Baruth, 1991).

Catalogada de especulativa y anticientífica por sus detractores, y vista como la


terapia ideal por sus seguidores, el enfoque rogeriano ha pasado por diversas
transformaciones, que van desde la simple propuesta de una hipótesis de
trabajo -producto de la labor de consejería que su autor desarrollara en los
años treinta- hasta la elaboración de una teoría de la personalidad.

El desarrollo de esta concepción descansó también sobre una considerable


cantidad de investigaciones que fueron guiando su desenvolvimiento,
clarificando las dudas y dando validez empírica a las hipótesis que planteaba.

Sin embargo, a pesar de ello, hay quienes piensan que esta psicoterapia se
basa solamente en buenas intenciones, en deseos filantrópicos provenientes
de la filosofía existencialista, y en la bondad del carácter del propio Rogers.
Este razonamiento responde, creemos, más a la ignorancia que a las
características intrínsecas del enfoque.

II. La vida de Rogers

Carl Rogers nació el 8 de enero de 1902 en Oak Park, Illinois, un suburbio de


Chicago, siendo el cuarto de seis hijos. Su padre fue un exitoso ingeniero civil y
su madre ama de casa y devota cristiana. Su educación comenzó directamente
en segundo grado, ya que sabía leer incluso antes de entrar en parvulario.
Cuando Carl tenía 12 años, su familia se trasladó a 30 millas al oeste de
Chicago, y sería aquí donde pasaría su adolescencia. Con una estricta
educación y muchos deberes, Carl sería más bien solitario, independiente y
auto-disciplinado.

Fue a la Universidad de Wisconsin a estudiar agricultura. Más tarde, se


cambiaría a religión para ser religioso. Durante esta época, fue uno de los 10
elegidos para visitar Beijing para el “World Student Christian Federation
Conferencié” por 6 meses. Carl nos comenta que esta experiencia amplió tanto
su pensamiento que empezó a dudar sobre algunas cuestiones básicas de su
religión.
Después de graduarse, se casó con Helen Elliot (en contra de los deseos de
sus padres), se mudó a Nueva York y empezó a acudir al Union Theological
Seminary, una famosa institución religiosa liberal.

Aquí, tomó un seminario organizado de estudiantes llamado “Why am I entering


the ministry?” Debería decirles que, a menos que quieran cambiar de carrera,
nunca deberían asistir a un seminario con tal título. Carl nos cuenta que la
mayoría de los participantes “pensaron en salirse inmediatamente del trabajo
religioso”.

La pérdida en la religión sería, por supuesto, la ganancia de la psicología:


Rogers se cambió al programa de psicología clínica de la Universidad de
Columbia y recibió su PhD en 1931. No obstante, Rogers ya había empezado
su trabajo clínico en la Rochester Society for the Prevention of Cruelty to
Children (Sociedad Rochester para la Prevención de la Crueldad en los Niños).
En esta clínica, aprendería la teoría y aplicaciones terapéuticas de Otto Rank,
quien le incitaría a coger el camino del desarrollo de su propia teoría.

En 1940, se le ofreció la cátedra completa en Ohio. Dos años más tarde,


escribiría su primer libro “Counseling and Psychotherapy”.(Todos los títulos de
sus libros en castellano, lo situaremos al final del capítulo. N.T.). Más tarde, en
1945 fue invitado a establecer un centro de asistencia en la Universidad de
Chicago. En este lugar, en 1951, publicó su mayor trabajo, la Terapia Centrada
en el Cliente, donde hablaría de los aspectos centrales de su teoría.

En 1957, volvió a enseñar en su alma mater, la Universidad de Wisconsin.


Desafortunadamente, en ese momento había serios conflictos internos en el
Departamento de Psicología, lo que motivó que Rogers se desilusionara mucho
con la educación superior. En 1964, aceptó feliz una plaza de investigador en
La Jolla, California. Allí atendía terapias, dio bastantes conferencias y escribió,
hasta su muerte en 1987.

III. Teoría de la Terapia y el cambio de la personalidad.

“Cuanto más el individuo se abra a su experiencia, su conducta tenderá a


demostrar que la naturaleza de la especie humana se orienta hacia una vida
social constructiva. Los sentimientos indómitos y antisociales no son los más
profundos ni poderosos”.

Carl Rogers.

Rogers escribe que el hombre es un ser particularmente creativo,


fundamentalmente orientado hacia lo constructivo y positivo. También, a pesar
de cualquier maldad y estar abusando de defensas psicológicas y máscaras
sociales, el hombre es un ser libre de elegir, de estar en constante cambio,
siendo capaz de sentir y de amar.
Carl Rogers el creador de la psicoterapia centrada en el cliente.

Carl Rogers en sus últimos años a la derecha al lado de su hija en una


excursión.
Al hombre le preocupa y le da miedo ser como es, porque él mismo juzga o le
juzgan sus actos como “buenos” o “malos”, siendo esto a veces el canal que lo
conduce a ser infeliz. Se trata, pues, de un ser humano que no es “malo” por
naturaleza, que no es un perfecto esclavo del medio ambiente.

Que tiene una veta extraordinaria de potencial para construir y destruir más de
lo que hoy imaginamos, subrayando la más poderosa tendencia a la bondad.
Se alude a una persona espontánea y responsablemente libre que es
conciente de su libertad de elegir y de las consecuencias de sus decisiones;
siendo reales estas condiciones internas.

La persona descubre que una gran parte de su vida se orienta por lo que él
cree que deberías ser y no por lo que es en realidad, impidiendo esto que
funcione óptimamente de manera integral. Percibiéndose que la naturaleza
humana está formada por todas las potencialidades que son propiedades
particulares de la especie y comunes a todos sus integrantes. Ser como uno es
indica ser auténtico, para acudir en pos de la autoaceptación y la paz interna.
La personalidad total es el grado de interrelación e intersección del campo
estructural del yo con el campo de la experiencia.

Rogers polariza los tipos de personalidad, siendo únicamente dos categorías,


la persona adaptada y la persona inadaptada.

Cada individuo presenta una personalidad única y, estrictamente, no presenta


todas las cualidades del tipo de persona adaptada o de persona inadaptada.

La persona adaptada o plenamente desarrollada es aquella quien espontánea


y responsablemente libre, que es conciente de su libertad de elegir y de las
consecuencias de sus decisiones. De hecho, “Rogers dice que cada persona
debe asumir la responsabilidad de sus actos, sabiendo las consecuencias que
generará; y ésta es una de sus grandes aportaciones” .

La personalidad adaptada tiene un funcionamiento integral, organizado,


procesado, dinamizado, con creatividad constructiva, con confianza en el
propio organismo; vive con sus sentimientos, entendiendo su complejidad y su
funcionamiento armónico edificante. Y es que, ser como uno es no es malo.

Se indica también un proceso organísmico de valoración, que refiere que el


organismo humano evalúa de manera automática las experiencias y acciones
para saber si tienden a la realización. Siendo dificultado este proceso por la
introyección de ideas, normas, valores externos, alienaciones y
manipulaciones (positivas y negativas); cuando se trata de que, para un óptimo
funcionamiento, estos elementos mencionados los haga concientes y le
permitan crecer emocionalmente.

Rogers reconoce que la autorrealización total es un ideal. Para él, “la


autorrealización implica que la persona se da cuenta de lo que pasa en su
interior y lo acepta y, por consiguiente, está cambiando prácticamente a cada
momento y va adquiriendo cada vez una mayor complejidad”.
Se habla de la poderosa tendencia a la plenitud, a crecer y progresar en la
existencia, a explotar las capacidades y a desarrollar todo lo que nuestro ser
tiene en potencia; implicando esto un cambio en las relaciones interpersonales.

La personalidad inadaptada se señala como un desarrollo detenido de la


personalidad. En esta categoría entrarían las personas que otras corrientes
psicológicas consideran enfermos, neuróticos y psicóticos. Explica Rogers que
esas personas se han privado de experiencias que les impiden crecer
emocionalmente.

No hace alusión a una personalidad patológica, incluso, en sus inicios de


psicoterapia evitaba diagnosticar a sus pacientes.

Por otra parte, Rogers acostumbraba grabar sesiones de psicoterapia en su


consultorio. Y al repasar estas llegó a la conclusión de que las personas que
venían a él con problemas de personalidad en realidad estaban tratando de
encontrarse a sí mismos.

“La persona inadaptada ha optado por un tipo de comportamiento que le


produce satisfacción, no una satisfacción total pero sí algún tipo de
gratificación de sus necesidades básicas. Ya que está descontenta y
atemorizada por otras personas o por las circunstancias, no tiene capacidad
para considerar con claridad ni objetivamente cursos alternativos de acción
que le ofrezcan una gratificación inmediata menor, pero que le satisfagan más
a largo plazo” Carl Rogers.

Si el organismo como sistema fisiológico requiere necesariamente de


homeostasis en el sí-mismo pasa lo contrario y; si el sí-mismo está estático
vendrá la inadaptación y la desorganización de la personalidad.

El objetivo de una persona con o sin psicoterapia es el de readaptar o


reorganizar su personalidad al establecer una congruencia entre el
autoconcepto y sus experiencias.

Esto requiere de un proceso en el que la persona logrará avances cuando se


acepte como es y no como debería ser, cuando deje de usar máscaras y
demasiadas defensas en su accionar. Porque la incongruencia entre el sí-
mismo ideal y el sí-mismo real es fuente de inadaptación e insatisfacción.

Rogers afirma que la persona puede adaptar su personalidad no


necesariamente con psicoterapia sino por él mismo o con alguna otra persona
que lo ayude y le facilite el crecimiento interior.

Se considera que las primeras experiencias tienen una gran influencia en el


desarrollo del sí-mismo y de la personalidad de la persona en su niñez. El niño
va aprendiendo como un todo, abanicando su cognición y su afecto a las
experiencias. Una persona no nace con el sí-mismo estructurado, sino que
poco a poco, según transcurren los años y las experiencias, lo va
perfeccionando, diferenciándolo del medio ambiente. Este sí-mismo está en
perpetuo desarrollo y no llega a constituir un nivel finito
Al igual que Freud, Rogers considera la infancia como una etapa clave y
fundamental en el desarrollo de la personalidad y en la diferenciación del sí-
mismo. Agrega que en sus primeros años de vida, la persona tiene un sí-
mismo indefinido debido a que depende en gran parte de su ambiente exterior.

Sus padres y demás personas que le rodean influyen en su desarrollo, lo


afectan con sus condicionamientos y con otros medios sociales. El niño tiene
como necesidades de base su autoconsideración positiva y la consideración
positiva de los demás.
La persona va desarrollando su personalidad dándole un mayor peso a las
experiencias que simboliza en su conciencia, que alimentan su sí-mismo,
habiendo un menor peso a las influencias ambientales y genéticas.

El enfoque de Rogers de la personalidad implica que la persona se desarrolle


con su propio estilo y en su propio camino. La misma persona tiene
básicamente las mismas potencialidades que tienen otras personas, la
diferencia es en qué grado las tienen desarrolladas y si sabe como
desarrollarlas.

La base será el mundo que perciba la persona, ahí estará el sombrero mágico
donde surjan las soluciones y alternativas que el propio paciente extraerá o le
serán reflejados. La persona cambia de adentro hacia fuera, de manera
individual. Por último, Rogers reconoce que una persona puede estar adaptada
(o readaptarse) sin necesariamente haber recibido psicoterapia rogeriana.

A. Condiciones del proceso terapéutico.

A estas alturas de la exposición, una terapeuta no versado en el enfoque


rogeriano podría argüir que no se ha dicho nada nuevo hasta el momento, dado
que todos los enfoques buscan en mayor o menor medida favorecer la
capacidad de crecimiento, y que todo psicoterapeuta que amerite tal título debe
comenzar por aceptar y tratar de comprender a sus pacientes.

Sin embargo, no se trata sólo de tener piadosamente en cuenta dichos


aspectos, haciendo gala de humanitarismo o de haber tenido un buen
entrenamiento. Dichos aspectos son la base del enfoque y constituyen, antes
que nociones gaseosas, actitudes plenamente asimiladas de las que se van a
desprender las técnicas.

Parafraseando a Claudio Naranjo (1991) cuando habla de la terapia gestáltica,


la psicoterapia centrada en el cliente no está conformada básicamente por
técnicas sino, esencialmente, por actitudes del terapeuta, las mismas que
pueden ser instrumentalizadas de diversa manera.

Se consideran así dos factores: 1) La actitud que tiene el terapeuta, su filosofía


operacional básica frente a la dignidad y la significación del individuo (hipótesis
básica), y 2) Su instrumentalización a través de métodos adecuados.
Las actitudes del terapeuta deben ser trasmitidas de manera indirecta,
impregnadas en las comunicaciones pero no formuladas abiertamente en
ninguna de ellas. A veces esto no es comprendido planamente y por esta razón
algunos asumen que la actitud centrada en el cliente consiste en ser pasivos e
indiferentes, en "no entrometerse". Pero ello de plano es incorrecto y, más aún,
es nocivo, porque la pasividad de hecho es asumida como rechazo; además,
suele terminar por aburrir al sujeto al ver que no recibe nada.

El enfoque plantea más bien que el terapeuta debe ayudar a clarificar las
emociones del cliente, ser un facilitador en el proceso de hacerlas concientes, y
por ello manejables y no patológicas. Pero no asumiendo un rol de
omnisapiente y todopoderoso, que lleva al cliente de la mano diciéndole "Yo te
acepto" y devolviéndole "masticadito" el material que éste le proporciona.

Si hay respeto sincero y absoluto, procurará más bien que sea el cliente quien
dirija el proceso. En este caso las intervenciones del terapeuta se plantearán
como posibilidades, casi como ecos del material expuesto, y no como juicios de
valor, afirmaciones o interpretaciones.

La imagen del eco puede servir para comprender el fenómeno: un eco es una
reproducción amplificada y modulada (que implica una adecuada percepción y
una buena dosis de empatía frente a lo reproducido), algo que suena igual y
diferente al mismo tiempo, y que permite al emisor una recaptación novedosa y
más completa del mensaje emitido (ahora es a la vez emisor y receptor de sí
mismo, y ya no sólo emisor). Además, el eco supone un "algo" en comunidad
con nosotros, otra persona (un alter-ego) que nos escucha y reproduce y/o
reformula nuestros mensajes en un ambiente de aceptación.

En este diálogo con el terapeuta (que es en esencia un diálogo conmigo


mismo) empiezo a sentirme aceptado, puesto que diga lo que diga, haga lo que
haga, sólo recibo como eco empatía y calidez, en lugar de consejos,
diagnósticos o interpretaciones; así, me doy cuenta paulatinamente que no soy
tan malo, tan raro o diferente como creía, y empiezo a permitir que mi
capacidad de crecer se vaya abriendo paso.

A semejanza de la dicotomía gestáltica figura-fondo, en esta psicoterapia se


persigue que el fondo (el campo experiencial no conciente, lo oculto, lo temido)
pase a ser figura (conciencia, parte del self, del sí mismo). El Yo "engorda", se
vuelve más eficaz en el manejo de la realidad interna, consumiendo menos
energías en la construcción de defensas que lo protejan contra la angustia.

En cuanto a los detalles del proceso psicoterapéutico, Rogers planteaba lo


siguiente: "Digamos, de entrada, que no existe una distinción precisa entre el
proceso y los resultados de la terapia. Las características del proceso
corresponden, de hecho, a elementos diferenciados de los resultados" (Rogers
y Kinget, 1971).

Según Rogers, cuando las condiciones terapéuticas están presentes y se


mantienen, es decir que:
- Existe una relación de contacto entre cliente y terapeuta;

- Una situación de angustia y desacuerdo interno en el cliente;

- Una situación de acuerdo interno en el terapeuta;

- Sentimientos de respeto, comprensión, aceptación incondicional y empatía en


el terapeuta; entonces se pone en marcha, motivada por la tendencia innata a
la actualización, cierto proceso que podemos catalogar de terapéutico, el
mismo que constaría de las siguientes características:

- Aumento en el cliente de la capacidad para expresar sus sentimientos de


modo verbal y no verbal.

- Estos sentimientos expresados se refieren más al Yo.

- Aumenta también la capacidad de distinguir los objetos de sus sentimientos y


de sus percepciones.

- Los sentimientos que expresa se refieren cada vez más al estado de


desacuerdo que existe entre ciertos elementos de su experiencia y su noción
del Yo.

- Llega sentir concientemente la amenaza que lleva consigo este estado de


desacuerdo interno. La experiencia de amenaza se hace posible gracias a la
aceptación incondicional del terapeuta.
- Gracias a ello el cliente llega a experimentar plenamente (al convertir el fondo
en figura) ciertos sentimientos que hasta entonces había deformado o no
confesado.

- La imagen del Yo (sí mismo, self) cambia, se amplía, hasta permitir la


integración de elementos de la experiencia que no se hacían concientes o se
deformaban.

- A medida que continúa la reorganización de la estructura del Yo, el acuerdo


entre esta estructura y la experiencia total aumenta constantemente. El Yo se
vuelve capaz de asimilar elementos de la experiencia que antes eran
demasiado amenazadores para que la conciencia los admitiera. La conducta se
vuelve menos defensiva.

- El cliente es cada vez más capaz de sentir y admitir la aceptación del


terapeuta sin sentirse amenazado por esta experiencia.

- El cliente siente una actitud de aceptación incondicional respecto a sí mismo.


- Se va dando cuenta que el centro de valoración de su experiencia es él
mismo.

- La valoración de su experiencia se hace cada vez menos condicional, y se


lleva a cabo sobre la base de experiencias vividas. El cliente evoluciona hacia
un esta-do de acuerdo interno, de aceptación de sus experiencias.
B .El proceso de la terapia

Carl rogers realizo la psicoterapia centrada en el cliente después de practicar


como clínico durante algunos años. Carl llego a creer que el cliente un término
que prefería en lugar de paciente debería determinar el contenido y la dirección
del tratamiento.

Según el la persona tiene en su interior, amplios recursos para la auto


comprensión, para modificar el auto concepto, actitudes básicas y su conducta
autodirigida y estos medios pueden utilizarse si es posible proporcionar un
ambiente de finible de disposiciones psicológicas facilitadoras, de esta idea se
deriva el nombre terapia centrada en el cliente.

Concepción de la conducta problemática.

Rogers supone que los individuos con problemas descuidan sus propias
experiencias y se alejan de sus yo reales. Estos parámetros empiezan durante
la niñez cuando los padres rechazan aspectos de la personalidad del niño. La
negación de la identidad lleva a la actitud defensiva. Las personas con estos
antecedentes se cierran a las vivencias nuevas y su desarrollo psicológico se
detiene.

Metas y procedimientos de terapia.

La meta o finalidad de la terapia centrada en el cliente es auxiliar a los


individuos a desarrollarse en sus potencialidades y hacer crecer su autoestima.
Rogers afirma que los pacientes deben escoger su camino para se desarrollo.

El tratamiento se orienta en las relaciones y emociones. Lo que importa,


argumentan los teóricos centrados en el cliente, es el encuentro aquí y ahora
entre quien sufre y quien cura si ese vinculo se caracteriza por su autenticidad,
aceptación y comprensión momento a momento, debe ocurrir el cambio
terapéutico.

Autenticidad:

Los terapeutas centrados en el cliente intentan estar abiertos a sus propias


experiencias y a las de sus clientes, sin estar protegidos o a la defensiva. Los
clientes de los clínicos que son sinceros no requieren del engaño por tanto son
libres de ser ellos mismos

Aceptación:

Al interactuar con el mundo las personas se encuentran, por lo general, con


crítica y desaprobación. para establecer seguridad para que los sujetos puedan
explorar vivencias y emociones de manera abierta, los terapeutas centrados en
el cliente se esfuerzan por aceptar todo lo que el paciente ofrece.
Comprensión momento a momento:

Los clínicos centrados en el cliente intentan reconocer, admitir y aclarar las


sensaciones para que los pacientes lleguen a entenderse a si mismos. A ellos
se les a llegado a considerar como espejos de sentimiento.
Una vez que han penetrado en el mundo del cliente, tratan de hacer que el
individuo entre en contacto con sus sentimientos personales por medio de la
estrategia de reflexión. Los clientes y los terapeutas empiezan en polos
opuestos.

Los clientes no pueden ser auténticos y no se entienden o se aprueban a si


mismos y a los demás. Conforme se ven escuchados, aceptados y
comprendidos se vuelven cada vez más capaces de prestarse atención a ellos
mismos y a sus experiencias.

Pueden examinar sentimientos y pensamientos que antes consideraban


amenazadores. La cálida anuencia y consideración positiva del terapeuta abre
al individuo a todos los aspectos de la identidad.

C .Efectos de la personalidad y de la conducta.

El modelo de psicoterapia desarrollado por C.Rogers parte de la idea de que la


persona posee una tendencia actualizante, una especie de impulso hacia el
crecimiento, la salud y el ajuste. La terapia más que hacer algo al individuo,
tratará de crear las condiciones para liberarlo para un crecimiento y desarrollo
adecuado.

Hay una serie de condiciones que impiden y bloquean la tendencia


actualizante. El aprendizaje de un concepto negativo de si mismo, es quizás
una de las condiciones bloqueadoras más importante. Un concepto negativo de
si mismo deriva de experiencias de desaprobación o ambivalencia hacia el
sujeto en etapas tempranas de su vida.

Parte del trabajo terapéutico consistirá en facilitar que el sujeto exprese sus
ambivalencias e impulsos hostiles y agresivos, de modo que este pueda
reconocerse de manera integral.

Otro elemento fundamental para que el sujeto continúe con su experiencia


actualizante es el proceso de "experiencing". Esto conlleva el trabajo para
reconocer conscientemente sentimientos, a menudo localizados corporalmente,
que habían sido reprimidos. Esto ayuda a modificar el concepto distorsionado
de si mismo en una atmósfera no amenazante.

El sujeto sin embargo se encuentra con una gran dificultad para actualizar su
experiencia interna de manera consciente. Ha aprendido unas condiciones de
valoración externas impuestas por los medios familiares, educativos y de
socialización. Lo que el sujeto tiene por su propio concepto personal aparece
así desligado e incongruente con su real experiencia corporal interna. De este
modo puede sentir en privado consciente, y más a menudo inconscientemente,
sentimientos que inhibe en público.
El si-mismo aparece así disociado e incongruente entre el autoconcepto regido
por condiciones de valoración externa y la experiencia sentida, lo que genera
psicopatología.

La terapia intenta corregir las condiciones de valoración externa y proporcionar


la oportunidad de vivenciar las experiencias y sentimientos internos negados y
reprimidos, de modo que aumente la congruencia del sujeto, entre su
autoconcepto, que cambiará y su experiencia que se hará mas consciente.

El enfoque rogeriano propone tres estrategias básicas para lograr las anteriores
metas : (1) La resonancia empática del terapeuta hacia la experiencia del
cliente, (2) La consideración positiva incondicional del terapeuta hacia la
persona del cliente y (3) La congruencia interna del terapeuta con sus
sentimientos vividos en la relación de terapia .

La empatía consiste en el esfuerzo continuo del terapeuta por apreciar y


comunicar a su cliente una comprensión de los sentimientos y significados
comunicados por este.

Esto se hace mediante un ciclo de tres fases: 1-La resonancia o armonía


empática del terapeuta a las comunicaciones del cliente, donde toma contacto
y mantiene una comprensión auténtica con la experiencia interna del cliente,
atrapando lo más esencial de esta, 2-La expresión o comunicación de la
empatía al cliente con aprecio positivo al cliente y 3-La recepción del cliente de
la empatía expresada por el terapeuta que sirve a este como feedback de su
comprensión.

La consideración positiva incondicional es el proceso que lleva al terapeuta a


dar oportunidades al cliente para expresar sus sentimientos, generalmente
inhibidos, para facilitar su autoaceptación .El terapeuta despeja de su mente la
valoración del cliente por algún criterio externo, y evita corregirle o dirigirle por
criterios preestablecidos. Esta actitud conlleva un aprecio hacia los
sentimientos y la persona del cliente con todas sus aparentes contradicciones e
irracionalidades.

Por último, la congruencia se refiere a la autenticidad del terapeuta ante su


cliente particular. Para que aquel pueda mostrarse empático, el terapeuta es
coherente con sus propios sentimientos generados en la relación de terapia. El
terapeuta comunica estos sentimientos de manera verbal y no verbal al cliente.
Esto no conlleva la expresión de tales sentimientos de manera impulsiva, sino
cuando facilitan el crecimiento experiencial del cliente .Los desarrollos
posteriores de la terapias humanistas discuten que las tres

D. Naturaleza del hombre

1. Aplicaciones

Las experiencias terapéuticas, de consejería y orientación, desde la


perspectiva rogeriana, abarcan una amplia gama que va del trato de personas
normales, en condiciones pedagógicas o vocacionales, hasta la psicoterapia en
psicóticos esquizofrénicos (Rogers y otros, 1980).

Hay aplicaciones de esta concepción en diversas áreas como la clínica, la


educación, las relaciones de pareja, la ludo terapia, la dinámica de grupos (los
famosos grupos de encuentro), etc.

Cubre un amplio espectro de edades, desde niños de dos años hasta ancianos.
Y esto es posible, creemos, porque el enfoque no directivo o centrado en el
cliente constituye además de una técnica, aplicable a tal o cual problema, una
concepción del ser humano y de las relaciones interpersonales.

Por ello trasciende los linderos del consultorio para conformar una teoría sobre
el "buen vivir", esto es, sobre el vivir plenamente, en constante superación,
abiertos a todas las experiencias, sin miedo, con capacidad de elección y de
responsabilizarnos por lo elegido.

2. Constructos.

Rogers describe 40 constructos para su teoría, que agrupa 11 tipos, como por
ejemplo la tendencia actualizante y la experiencia.

El esquema de la teoría de la terapia y del cambio en la personalidad es la


siguiente: si se dan ciertas condiciones A (variables independientes), entonces
se producirá un proceso B (variable dependiente). Si ese proceso, ahora
variable independiente, se produce, entonces se producirán ciertos cambios C
de la personalidad y la conducta (variables dependientes).

En base a lo anterior, es posible construir una teoría del desarrollo de la


personalidad y la dinámica de la conducta, que debe pronunciarse sobre ciertas
características del niño, sobre como se desarrolla el yo, y sobre la existencia de
ciertas necesidades como la consideración positiva, y ciertos desarrollos como
la valoración condicional, la incongruencia yo-experiencia, las discrepancias en
la conducta y otras.

Rogers define operacionalmente algunos conceptos importantes como por


ejemplo el yo (es como el sujeto se describe tal como se ve en un momento
dado), y la defensa (es la diferencia de los tiempos de reacción en la
discriminación entre palabras neutras y amenazantes, presentadas al sujeto
mediante un taquitoscopio).

La persona con funcionamiento óptimo está abierta a la experiencia, no


manifiesta conductas defensivas y por lo tanto todas sus experiencias son
accesibles a la conciencia.

Sus percepciones son tan exactas como lo permiten sus experiencias; la


estructura del yo es congruente con la experiencia, y es una gestalt fluida que
cambia con nuevas experiencias. el proceso de valoración es continuo y no
está sujeto a condiciones externas. Tiene un sentimiento de consideración
positiva incondicional hacia sí mísmo; es adaptable y creativo.
La teoría de las relaciones interpersonales de Rogers es una teoría que se
deriva de la teoría de la terapia. Rogers da aquí algunos ejemplos de cómo
puede deteriorarse y de cómo puede enriquecerse una relación interpersonal.

Sus conclusiones pueden resumirse en la siguiente ley general:

Cuando existe entre las partes un deseo mutuo de entrar en contacto y


comunicación, podemos decir que cuanto más grande sea la congruencia
realizada por la percepción, la experiencia y la conducta de una de las partes,
la relación se caracterizará en mayor grado por una comunicación recíproca
con las mismas propiedades, un funcionamiento psicológico mejor por ambas
partes, un mayor grado de satisfacción procurada por la relación y una mejor
comprensión mutua del objeto de la comunicación.

Rogers aplica todo lo anterior a diversos ámbitos como la familia, la educación,


y los grupos. Rogers destaca que las teorías presentadas están aún en vías de
desarrollo. Surgieron originalmente de la experiencia clínica terapéutica, y
fueron sometidas a verificación y modificadas varias veces por incorporación de
nuevos datos.

Para poder hacer la verificación se definieron operacionalmente conceptos


centrales; en este sentido y en ciertos puntos teóricos difieren las teorías de
Rogers y el psicoanálisis, no obstante lo cual se admite que ambas
concepciones pueden coincidir si las investigaciones se profundizan.

Dos de las principales obras de Carl Rogers: “El potencial personal” y “El proceso de
convertirse en persona”.
ESQUEMA DE LA PSICOTERAPIA ROGERIANA LLAMADA TAMBIEN
PSICOTERAPIA CENTRADA EN EL CLIENTE
IV. BIBLIOGRAFIA:

-Di CAPRIO, N. (1976) Teoría de la personalidad. México: Nueva Editorial


Interamericana.

- FRICK, W. (1973) Psicología humanística. Buenos Aires: Guadalupe.

- HUBER, Ch. y L. BARUTH (1991) Terapia familiar racional-emotiva.


Barcelona: Herder.

- NARANJO, C. (1991) La vieja y novísima gestalt. Santiago: Cuatro Vientos.


- PERLS, F. (1987) El enfoque gestáltico y testimonios de terapia. Santiago:
Cuatro Vientos.

- ROGERS, C. y Mariam KINGET (1971) Psicoterapia y relaciones humanas


(dos tomos). Madrid: Alfaguara.

- ROGERS, C. (1972) Psicoterapia centrada en el cliente. Buenos Aires:


Paidós.

- ROGERS, C. (1978) Orientación psicológica y psicoterapia. Madrid: Narcea.

- ROGERS, C. (1979) El proceso de convertirse en persona. Buenos Aires:


Paidós.

- ROGERS, C. y otros (1980) Persona a persona. Buenos Aires: Amorrortu.

- ROGERS, C. y C. ROSENBERG (1981) La persona como centro. Barcelona:


Herder.

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