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La guerra fría

mo asegurándose el acceso ilimitado a los mercados y recursos del mundo y resuelto a


aplastar a los movimientos revolucionarios que amenazasen sus intereses. Una in- Introducción: Estados Unidos
terpretación más reciente es la posrevisionista, que echa la culpa de la guerra fría a
ambos bandos. En esencia, los posrevisionistas dicen que la actuación de ambos ban- y la Rusia zarista
dos provocó reacciones hostiles en el otro bando y que esto creó una especie de ciclo ac-
ción-reacción en el cual el nivel de animosidad se elevaba periódicamente hasta ni-
veles peligrosos e incluso llegaba al borde de una guerra nuclear total que ninguno
de los dos bandos deseójamás.
En la actualidad, el objeto del debate entre los historiadores y otros analistas es
por qué terminó la guerra fría. Unos afirman que la causa fue la victoria de Rea-
gan, es decir, atribuyen el fin de la guerrafría a la política de firmeza que siguió el
gobierno de Reagan durante los años ochenta. Según este punto de vista, ¡apolítica
de «paz basada en la fuerza» que siguió Reagan empujó a la Unión Soviética has-
ta el borde del colapso económico y obligó a los soviéticos a pedir Ja paz y poner fin
a la guerra fría.
No todo el mundo acepta esta interpretación. Algunos analistas atribuyen el fi- IDEALISMO Y REALISMO
nal de la guerrafría principalmente afactores internos del imperio soviético. Argu-
yen que a causa de estos factores el último dirigente soviético, Mijail Gorbachov, Parece, a posterior^ que la guerra fría fue inevitable.1 Desde que empezaron
tuvo que hacer concesiones que significaron el fin de la guerra fría y, además, pro- las relaciones entre los rusos y los norteamericanos, las ideologías de las dos
vocaron la caída del comunismo y la desintegración del imperio soviético, naciones fueron fundamentalmente incompatibles, exceptuando un breve pe-
¿ Cuál fue la causa de la guerrafría? ¿Por qué terminó? Estas son las pregun- ríodo en 1917. La joven nación estadounidense, fundada en 1776, era repu-
tas más importantes a las que tratará de responder el presente libro. blicana y democrática;2 Rusia, en cambio, era un viejo sistema autocrático,
Debido al alcance de la obra, estoy en deuda con innumerables investigadores, hostil a la democracia, xenófobo y conocido por la despiadada represión que
historiadores y otros analistas de cuya labor la presente obra es en esencia una sín- ejercía sobre sus numerosos subditos.
tesis. He procurado reconocer dicha deuda en mis notas finales y en las sugerencias Aunque sus sistemas políticos, sociales y económicos eran divergentes en
de lectura, en las que se indican las obras en las que me he basado para escribir el extremo, las relaciones entre Estados Unidos y Rusia fueron correctas duran-
presente libro. Debo especial agradecimiento a mis editores, Nancy Lañe, que me te la mayor parte de su historia común, si bien nunca llegaron a ser realmen-
animó a seguir con el proyecto, John Saúco, que ayudó a guiarlo hasta el final, y te cordiales. Desde luego, los norteamericanos contemplaron con inquietud la
Martha Morss, que hizo muchas sugerencias útiles sobre el manuscrito. También Santa Alianza, la unión de estados absolutistas que en 1815 creó el zar Ale-
quiero dar las gracias a mi viejo amigo George Barnum de la Case Western Reser- jandro I con el objeto de aplastar las revoluciones liberales y nacionales en Eu-
ve's Freiberger Library por su incansable ayuda en la preparación del libro. Como ropa. Pero, aunque los norteamericanos simpatizaban profundamente con los
siempre, estoy en deuda con mi mejor amiga, y esposa, Jo Ann, por su paciencia, su revolucionarios, no se sintieron obligados a intervenir a su favor. Durante las
aliento y sus sabios consejos. Quiero dedicar el libro a mis dos admiradoras más postrimerías del siglo xvm y comienzos del xix, Europa todavía estaba muy
grandes, que son ala vez mis críticas más severas, mis nietas Stephanie y Victoria lejos de Estados Unidos en el p'ensamiento de los norteamericanos. No sólo
Szendrey. Ponen mucha alegría en mi vida. se sentían relativamente seguros en su territorio limitado por dos océanos,
R. E. Powaski sino que, además, estaban demasiado ocupados con sus propios asuntos inter-
Euclid, Ohio. Enero de 1997 nos, entre ellos la expansión territorial, la industrialización y el problema de
la esclavitud, para pensar en participar en revoluciones extranjeras.3
Los dirigentes norteamericanos eran muy conscientes de estos factores
que restringían la política exterior de su país y apreciaban el papel que de-
sempeñaba Rusia como contrapeso del poderío de Gran Bretaña y Francia.4
Por consiguiente, hicieron todo lo posible, en una época en que el fervor re-

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