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Textos:

2Co 5:1-11: Porque sabemos que si esta tienda, que es nuestra morada terrestre, se desmorona, tenemos un edificio que es de
Dios: una morada eterna, no hecha por mano humana, que está en los cielos. Y así suspiramos en este estado, deseando
ardientemente ser revestidos de nuestra habitación celeste, si es que nos encontramos vestidos, y no desnudos. Los que
estamos en esta tienda suspiramos abrumados. No es que queramos ser desvestidos, sino más bien sobrevestidos, para que lo
mortal sea absorbido por la vida. Y el que nos ha destinado a eso es Dios, el cual nos ha dado en arras el Espíritu. Así pues,
siempre llenos de buen ánimo, sabiendo que, mientras habitamos en el cuerpo, vivimos desterrados lejos del Señor, pues
caminamos en fe y no en visión... Estamos, pues, llenos de buen ánimo y preferimos salir de este cuerpo para vivir con el Señor.
Por eso, bien en nuestro cuerpo, bien fuera de él, nos afanamos por agradarle. Porque es necesario que todos nosotros
comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada cual reciba conforme a lo que hizo durante su vida mortal, el bien o el
mal.

Flp 1:20-25: conforme a lo que aguardo y espero, que en modo alguno seré confundido; antes bien, que con plena seguridad,
ahora como siempre, Cristo será glorificado en mi cuerpo, por mi vida o por mi muerte, pues para mí la vida es Cristo, y el
morir, una ganancia. Pero si el vivir en el cuerpo significa para mí trabajo fecundo, no sé qué escoger... Me siento apremiado
por ambos extremos. Por un lado, mi deseo es partir y estar con Cristo, lo cual, ciertamente, es con mucho lo mejor; mas, por
otro, quedarme en el cuerpo es más necesario para vosotros. Y, persuadido de esto, sé que me quedaré y permaneceré con
todos vosotros para progreso y gozo de vuestra fe,

Sab 2,21-24: Así piensan, pero se equivocan, pues los ofusca su maldad. No conocen los secretos de Dios, ni esperan
recompensa para la virtud, ni valoran el premio de una vida intachable. Porque Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo
hizo a imagen de su mismo ser; pero la muerte entró en el mundo por envidia del diablo, y la experimentan sus secuaces.

CCE 1028: ¡Cuál no será tu gloria y tu dicha!: Ser admitido a ver a Dios, tener el honor de participar en las alegrías de la
salvación y de la luz eterna en compañía de Cristo, el Señor tu Dios, ...gozar en el Reino de los cielos en compañía de los justos y
de los amigos de Dios, las alegrías de la inmortalidad alcanzada (San Cipriano, ep. 56,10,1).

1Jn 4,1-15: Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos. Quien no ama
permanece en la muerte. Todo el que odia a su hermano es un asesino; y sabéis que ningún asesino posee vida eterna en sí
mismo.

CCE 1036: Como no sabemos ni el día ni la hora, es necesario, según el consejo del Señor, estar continuamente en vela. Así,
terminada la única carrera que es nuestra vida en la tierra, mereceremos entrar con él en la boda y ser contados entre los
santos y no nos mandarán ir, como siervos malos y perezosos, al fuego eterno, a las tinieblas exteriores, donde `habrá llanto y
rechinar de dientes' (LG 48).

CCE 1039: Todo el mal que hacen los malos se registra - y ellos no lo saben. El día en que "Dios no se callará" ( Sal_50:3) ... Se
volverá hacia los malos: "Yo había colocado sobre la tierra, dirá El, a mis pobrecitos para vosotros. Yo, su cabeza, gobernaba en
el cielo a la derecha de mi Padre -pero en la tierra mis miembros tenían hambre. Si hubierais dado a mis miembros algo, eso
habría subido hasta la cabeza. Cuando coloqué a mis pequeñuelos en la tierra, los constituí comisionados vuestros para llevar
vuestras buenas obras a mi tesoro: como no habéis depositado nada en sus manos, no poseéis nada en Mí" (San Agustín, serm.
18, 4, 4).

2Pe 3,13: Pero esperamos, según nos lo tiene prometido, nuevos cielos y nueva tierra, en los que habite la justicia. Por lo tanto,
queridos, en espera de estos acontecimientos, esforzaos por ser hallados en paz ante él, sin mancilla y sin tacha.

CCE 1046: Pues la ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios ... en la esperanza de ser
liberada de la servidumbre de la corrupción ... Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de
parto. Y no sólo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, nosotros mismos gemimos en nuestro interior
anhelando el rescate de nuestro cuerpo ( Rom_8:19-23).

CCE 1050: La vida subsistente y verdadera es el Padre que, por el Hijo y en el Espíritu Santo, derrama sobre todos sin excepción
los dones celestiales. Gracias a su misericordia, nosotros también, hombres, hemos recibido la promesa indefectible de la vida
eterna (San Cirilo de Jerusalén, catech. ill. 18, 29).

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