confundido, sin darse cuenta de donde se encontraba, pero de repente volvió a la cruda realidad. Se encontraba en Azkaban, la prisión de magos, acusado de asesinato. Aun recordaba como si fuese ayer todo lo ocurrido.
-Ha pasado tanto tiempo...
¿qué pensaran de mi Dumbledore, Remus...Harry? Seguro que me odian y que piensan que soy un asesino, un traidor, un simple mortifago, que no se mereció nunca su confianza ni su amistad. Las horas pasaron y Sirius a lo largo del día recibió una visita inesperada. La puerta de su celda se abrió y entró Cornelius Fudge, el Ministro de Magia, llevaba puesto un traje de color azul oscuro, en una de sus manos tenia una carpeta y enroscado el diario El Profeta. -Que grata sorpresa- dijo Sirius sarcásticamente. -¿Cómo estas Black?- dijo Fudge. -¿A usted qué le parece? -Veo que no has perdido tú carácter- dijo resueltamente. -¿Cómo está Harry? Fudge lo miró sorprendido, no se esperaba esta pregunta, lo que hizo que dudase durante unos segundos el contestarla. -Está bien- dijo finalmente frunciendo el ceño. -¿Sigue con sus tíos? -Si, es donde mejor puede estar- dijo Fudge tranquilamente. El Ministro de Magia siguió hablando con Sirius durante un rato, hasta que decidió marcharse. -Señor Ministro, ¿ha terminado ya de leer el periódico?- dijo Sirius tranquilamente. -Si, ¿por qué? -Es que extraño hacer crucigramas. Fudge le entregó el periódico y salió de la celda. Sirius se sentó en un silla que tenia, desplegó el Profeta y comenzó al leerlo, hasta que se paró en un articulo. Reconoció en la foto que acompañaba al artículo a la familia Weasley, estaban radiantes de felicidad, en uno de los hombros del hijo varón más joven, se encontraba colocada una rata. Sirius palideció durante unos instantes.
Cogió el artículo, la foto que
salía en el periódico y se los metió en los bolsillos de su túnica.
Sirius comenzó a caminar por
toda su celda.
Siguió caminando, se pasó la
mano por su largo pelo enmarañado y volvió a sacar nuevamente el artículo, para leerlo nuevamente. Sirius reparó en una parte de esté que no se había fijado. La familia Weasley pasará un mes en Egipto, y regresará para el comienzo del nuevo curso escolar de Hogwarts, donde estudian actualmente cinco ojos del matrimonio Weasley.
No sabia como escapar, se
encontraba débil, demasiado como para enfrentarse a los dementores sin su varita. Pero la furia y el deseo de proteger a Harry se hicieron más fuertes. Cuando no pudo soportarlo más, se trasformó en perro, esperó pacientemente hasta que los dementores entraron por la noche para dejarle la cena. Cuando se disponían a marcharse, Sirius cruzó entre ellos. Por suerte estaba lo bastante delgado para pasar a través de los barrotes. Sirius nadó como un perro hasta que pudo alejarse la prisión de magos. Una vez que pisó tierra firme, decidió viajar hacia el norte, hasta Hogwarts. Pensó en su forma de animago. Viajó durante algún tiempo, sobrevivía como podía gracias a los alimentos que algunas personas le daban o con lo que podía cazar, pero sobretodo se alimentaba de ratas. El Ministro de Magia ya había dado la voz de alarma, Sirius durante su viaje reconocía a muchos aurores y miembros del ministerio, también habían puesto al corriente al ministro muggle para que también él diese la voz de alarma. Los habitantes de las diferentes ciudades en las que se había dado el aviso, comenzaron a ponerse nerviosos, todo el mundo estaba buscando al peligroso asesino que había escapado de la cárcel. Siguió viajando, hasta que una noche llegó a la calle Magnolia. . Pero un ruido le hizo salir de sus pensamientos. Un muchacho de pelo negro y desordenado, se había dejado caer sobre un muro, jadeando por el esfuerzo de arrastrar un pesado baúl. El muchacho se quedó sentado en inmóvil. Sirius lo miraba atentamente, no sabia el por que, pero aquel joven, aunque lo estaba observando desde demasiada distancia, le resultaba familiar. pensó Sirius con curiosidad. Comenzó a cercarse sigilosamente, sin dejar de apartar la vista del muchacho, que parecía nervioso y asustado. Siguió caminando, hasta que se metió en un pequeño hueco que había entre un garaje y una valla. > Pero en esos momentos se fijó en la frente del muchacho, en la que pudo ver la cicatriz en forma de rayo
Sirius sin darse cuenta, había
hecho algún tipo de movimiento que había alarmado al chico, que había estado buscando algo dentro de su baúl. Harry se giró, entornó sus ojos, mientras miraba el oscuro callejón, sacó su varita y una luz apareció en su extremo. La mantuvo en alto, por encima de su cabeza, las paredes del número dos recubiertas de guijarros brillaron de repente. Mientras Sirius intentaba resistirse para no transformarse nuevamente en humano, para ir donde estaba su ahijado. La puerta del garaje se iluminó, y Harry vio allí, nítidamente, la silueta descomunal de algo que tenía los ojos grandes y brillantes. Harry se echó hacia atrás. Tropezó con el baúl, alargó su brazo para impedir la caída, su varita salió despedida de su mano y él aterrizó junto al bordillo de la cera. Sonó un estruendo que Sirius reconoció lo que era. Harry se tapó los ojos con las manos, para protegerlos de una repentina luz cegadora. Dando un grito, se apartó rodando por la calzada, justo a tiempo. Un segundo más tarde, un vehículo de ruedas enormes y grandes faros delanteros frenó con un chirrido, exactamente en el lugar donde había caído Harry. Se trababa de un autobús de dos plantas, pintado de rojo vivo: El Autobús Noctámbulo. El muchacho tras hablar con el cobrador, se subió dentro del autobús y este arrancó sin más demora. Sirius continuó parado donde estaba. Aun no se podía creer del todo lo que había visto. . Comenzó a caminar nuevamente, ya podía iniciar su viaje a Hogwarts. FIN