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Bolivia
Las transnacionales invertirán en $us 2.500 millones para descubrir petróleo en esta ragion
del norte de Bolivia, en el cual se detectó un potencial de 12 Trillones de Pies Cúbicos de
gas (TCF) y cuatro millones de barriles de crudo.
La Paz, 26 de febrero (Urgentebo).- En este lunes, dos empresas petroleras _Kampac Oil
y Milner Capital_ firmaron un memorándum de entendimiento con el presidente de
Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos, Óscar Barriga (YPFB) y el presidente de
YPFB Chaco, Eduardo Paz, para el desarrollo de actividades hidrocarburíferas en la cuenca
Madre de Dios.
En la firma de este convenio estuvieron presentes el presidente del Estado, Evo Morales, y
el ministro de Hidrocarburos, Luis Alberto Sánchez.
Las transnacionales invertirán en $us 2.500 millones para buscar petróleo en esta región del
norte de Bolivia, en el cual se detectó un potencial de 12 Trillones de Pies Cúbicos de gas
(TCF) y cuatro millones de barriles de crudo.
Por su parte, Morales destacó que nuevo empresas se sumen a la labor de explotación y
exploración hidrocarburífera. Además, dijo que este tipo de inversiones permitirá al país
incrementar las reservas de esta materia prima.
27 de Febrero de 2018
27 de Febrero de 2018
La petrolera asiática, con sede en Emiratos Árabes Unidos, Kampac Oil, y el grupo inversor
Milner Capital, firmaron ayer con YPFB memorándums de intenciones de inversión en
hidrocarburos que bordean los $us 2.500 millones. El presidente de Yacimientos
Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), Óscar Barriga, y el gerente de YPFB Chaco,
Eduardo Paz, suscribieron los documentos en un acto, en el que estuvo el presidente Evo
Morales y el ministro de Hidrocarburos, Luis Alberto Sánchez. Kampac pretende invertir
$us 500 millones en explorar y explotar las áreas Aguarague Norte, Villamontes, San
Telmo Sur y Cupecito, ubicadas en el subandino sur de Bolivia y en la cuenca Madre de
Dios, en el norte del país. De su lado, Milner Capital, con sede en Londres, tiene interés de
invertir en Bolivia aproximadamente $us 2.000 millones en actividades de exploración,
explotación, transporte e industrialización. José Morao Patiño, representante de las
empresas Kampac y Milner Capital, dijo que en dos semanas ya estarán en Bolivia con todo
el equipo técnico para trabajar. “Nuevos socios se suman en este trabajo de exploración y
explotación de los hidrocarburos, con seguridad las políticas económicas y las normas que
tiene Bolivia dan seguridad a las inversiones extranjeras”, afirmó el presidente Evo Morales
tras la firma de los memorándums. Previo a la firma de los tres memorándums, el jefe de
proyecto de la empresa Beicip-Franlab dijo que la cuenca Madre de Dios tiene un gran
potencial hidrocarburífero. “Es una cuenca que ya tiene sísmica, hay unos pozos de
exploración, ya se comprobó la existencia de gas, hicimos un estudio integral con un
modelo geoquímico y estratigráfico… Para este tipo de cuenca hemos calculado por un
coeficiente de eficiencia y si tomamos solo el 1% para ser conservadores, la cuenca supera
los 4.000 millones de barriles petróleo y 12 TCF de gas asociado”, afirmó el representante
de la empresa Beicip-Franlab, una de las firmas más grandes en hacer estudios
hidrocarburíferos. Otras de las primeras conclusiones del estudio que hizo Beicip durante
tres años en todo el sistema petrolífero de Bolivia, es que el potencial bordea los 15.000
millones de barriles de petróleo y 130 TCF de gas natural. La cuenca Madre de Dios se
convierte en otra potencial área para generar recursos naturales para Bolivia,
particularmente el gas. Esta cuenca abarca La Paz, Beni y Pando. La cuenca tradicional va
desde Yacuiba hasta Santa Cruz.
La mancha negra se extiende sobre el Aguaragüe
24 enero, 2018
By RAI
Bolivia, Reportajes
“Han venido a tomar muestras de agua, pero no sabemos los resultados”, esta es la frase
que más repiten en las comunidades indígenas que viven en el área de influencia del Parque
Nacional Aguaragüe, zona de recarga acuífera para la región del Gran Chaco, ubicado en el
departamento de Tarija, al sur de Bolivia donde habitan 147.478 personas.
En el Aguaragüe se realiza actividad hidrocarburífera desde los años 20 del siglo pasado, la
cual ha dejado contaminación en sus suelos y fuentes de agua. Un hecho denunciado de
manera sostenida por los indígenas guaraníes, habitantes ancestrales de la zona.
Antes de finalizar el 2017, el gobierno y la Unión Europea divulgaron los hallazgos de una
investigación que arrancó en 2014 y los resultados no ocultan el desastre: existen cinco
pasivos ambientales de alto riesgo que contaminan el suelo y agua en el Aguaragüe,
dando así la razón a las denuncias de los indígenas.
Los pasivos ambientales son un eufemismo para nombrar a los pozos de exploración y
explotación perforados en los campos petroleros que luego quedan abandonados con
deficiencias en el sellado y con emanaciones de hidrocarburos sin ningún tipo de control.
Esta situación, reconocida oficialmente por el gobierno, trunca uno de los objetivos
establecidos cuando se creó el Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado
(ANMI) en el año 2000: Proteger la serranía del Aguaragüe como área reguladora del
régimen hídrico y como única fuente de agua del chaco tarijeño.
Hace décadas que los habitantes de la ahora autónoma Gran Chaco (Tarija) saben que su
fuente de agua nace en el Aguaragüe, precisamente por eso se creó el Parque Nacional para
proteger esa región y ese importante recurso para los pobladores de los municipios de
Yacuiba, Villamontes y Caraparí.
De esa primera etapa extractiva, realizada solo por empresas privadas, quedaron al menos
60 pozos principalmente en las zonas Caigua, Los Monos y Sanandita, según el Centro de
Documentación e Información Bolivia (Cedib). Muchos no fueron cerrados adecuadamente
y aún provocan emanaciones de gases y líquidos, afirmó a la RAI Jorge Campanini,
investigador del Cedib.
La explotación, a pesar de ser un área protegida, se incrementó con los contratos petroleros
firmados entre 2006 y 2013, tras la nacionalización de las empresas durante la primera
gestión de gobierno de Evo Morales. El Cedib cuantificó que el 72,5% de su superficie está
comprometida entre contratos petroleros, contratos de Sociedad Anónima Mixta, convenios
de estudio y áreas reservadas para capitales extranjeros.
Pozo Itau X3 en el municipio de Caraparí. Foto: Miriam Jemio
Los indígenas guaraníes llevan más de una década denunciando, de manera sostenida,
que sus fuentes de agua están contaminadas por esa actividad extractiva. “No somos
escuchados”, aseveró el Mburuvicha (capitán mayor) de la Asamblea del Pueblo Guaraní
(APG) de Caraparí, Víctor Barrios, quien lamenta que hasta la fecha no se haya eliminado
esa contaminación.
La última vez fue en agosto. “Vinieron, y no dicen nada del resultado. Hay que exigir el
resultado. Acaso en vano van a gastar plata en hacer los análisis”, señaló el Mburuvicha de
la APG Villamontes, Hilario Trigo. Se refiere a la inspección realizada por una comisión
conformada por miembros del Ministerio de Medio Ambiente, la alcaldía de Villamontes,
indígenas y campesinos.
Tras una marcha de protesta que realizaron desde la población de Yacuiba a Villamontes en
2010, el gobierno firmó un convenio con los guaraníes para dar una pausa al Aguaragüe
mientras se realice la remediación ambiental en los pozos abandonados entre las décadas
del 70 y 90.
A fines de septiembre de ese año, la estatal petrolera junto a dirigentes indígenas guaraníes
y autoridades de Villamontes, Yacuiba y Caraparí inspeccionaron 12 pozos petroleros
abandonados en los años 90 en el Aguaragüe, tras lo cual acordaron dar prioridad al cierre
técnico de seis por la evidencia de la contaminación.
Remediación ambiental en Sanandita en el pozo X-3, en 2014, realizado por la empresa
Sesiga Buhos. Foto: YPFB
La segunda fase se inició en 2014, abarca siete pozos (SAN-2, SAN-9, SAN-17, SAN-26,
SAN-28, SAN-32 y S/N Itavicua), y aún no fue concluida.
En el recorrido que realizó, en octubre pasado, este medio por la serranía Santa Rosa donde
están los pozos San Alberto, el mburuvicha de Caraparí, Víctor Barrios, mostró los pozos
cerrados y los que aún funcionan. Explicó que algunos fueron perforados cerca o sobre los
ojos de agua, lo que provocó que algunas de esas vertientes desaparecieran o se
contaminaran.
Entre las comunidades afectadas directamente están Caigua, Los Monos, Sanandita y La
Costa. Y en general, explica Gabriel Baldiviezo, dirigente indígena de Caraparí, las lluvias
escurren los contaminantes –usados en la extracción de petróleo y gas- por la
quebrada afectando las fuentes de agua y, lo primero, que se ha visto es que los
peces empezaron a desaparecer.
Aseguran que eso pasó con la presa Caigua (Villamontes). Captaron agua de las vertientes,
la canalizaron hasta la represa, pero está contaminada. “Ahora, hemos perdido todo, ¿de
dónde tendremos agua?”, se preguntan.
En Caigua, los guaraníes contaron que ellos y su ganado enfermaban al tomar el agua que
brota naturalmente, dejaron de usarla porque venía turbia y aceitosa. Como la producción
agropecuaria de la zona abastece el 60 % de los alimentos que consume Villamontes, las
autoridades construyeron una presa.
Son años de reclamos que no son atendidos ni por el gobierno ni por las autoridades
locales, aseguran. Esas denuncias no son apoyadas por los campesinos. Ellos minimizan el
problema porque perjudica la venta de pescado o de sus productos agrícolas, explicó la
capitana Borda Vega. Caigua es una comunidad mixta, está conformada por
la organización territorial de base (OTB) de los campesinos y la APG de los guaraníes,
cada una se rige por sus propias normas.
En lo que sí están de acuerdo los campesinos en la comunidad Santa Rosa (Caraparí) es
que hay menos agua. Lo atribuyen a que en la apertura de pozos de exploración “hurgaron
la tierra y taparon las corrientes de agua”, explicó Hilario Quispe, dirigente campesino de
esa comunidad, que es compartida con los indígenas. Estiman que disminuyó en 50%.
El estudio presentado, a pocos días de finalizar 2017, por el gobierno y la Unión Europea
respalda las denuncias de los indígenas. Cinco de 41 pozos inventariados en el Parque
Nacional Aguaragüe representan un nivel de riesgo alto.
Los datos oficiales, resultado de una investigación iniciada en 2014, señalan que en el
campo Sanandita, el pasivo ambiental hidrocarburífero SAN-12 presenta fugas de gas
provocado posiblemente por daños en su estructura.
En los suelos adyacentes al pozo SAN-13, cuya estructura está probablemente cubierta por
un deslizamiento, existen altos niveles de hidrocarburos totales de petróleo y benceno
tolueno etilbenceno xileno (compuestos orgánicos volátiles que se están en los derivados
del petróleo); así como en los sedimentos de la quebrada que se encuentra a 35 metros de
los pasivos.
En el campo Los Monos, los pozos LMS-X1 y LMS-6 presentan fugas de gas por daño
en sus estructuras. El pozo LMS-10, con los mismos problemas, filtra hidrocarburos
líquidos.
Inspección y toma de muestra de agua en la quebrada Los Monos con la participación de
personal del Ministerio de Medio Ambiente, de YPFB Chaco, Alcaldía de Villamontes,
indígenas y campesinos. Foto: Alcaldía de Villamontes.
El pozo LMS-10 representa un impacto ambiental severo para el factor agua, porque
las concentraciones de hidrocarburos totales de petróleo están por encima de los
límites permisibles del Reglamento Ambiental del Sector Hidrocarburos.
Estos cinco pasivos ambientales no se cerraron y restauraron de acuerdo a norma, por tanto,
representan una fuente activa de contaminación y de riesgo, principalmente para las
comunidades de Sanandita y La Costa.
La recomendación del proyecto es que se proceda con el cierre a corto plazo de los cinco
pozos y que se realice una acción inmediata de cierre y contención de la contaminación
de los pozos LMS-X1, LMS-6 y SAN12, mencionó la experta en hidrocarburos Analia
Guachalla Terrazas, miembro del equipo que ejecutó el proyecto.
Toma de muestra de agua en la quebrada Los Monos con la participación de personal del
Ministerio de Medio Ambiente, de YPFB Chaco, Alcaldía de Villamontes, indígenas y
campesinos. Foto: Alcaldía de Villamontes.
Para la directora de Medio Ambiente, María Cristina Arellano, la relevancia del proyecto es
que ya se conocen las áreas vulnerables, para lo cual es necesario encontrar una solución.
Al ser consultada por la RAI, sobre la urgencia de intervenir en las cinco zonas de alto
riesgo en el Aguaragüe, Arellano dijo que se continuará con el trabajo y se empezará por
los pasivos más complicados. “Tampoco son muchos, digamos; entonces, hay que
trabajar”, puntualizó.
La viceministra de Medio Ambiente, Cinthia Silva Maturana, dijo a la RAI que elaboraron
un “Plan de Acción” para la remediación del pasivo ambiental del pozo Los Monos 10, que
establece la realización de medidas ambientales a corto, mediano y largo plazo que serán
necesarias para el cierre definitivo del mismo. Aunque aún no cuentan con los fondos para
su ejecución.
Arellano destacó que el proyecto elaboró una propuesta de normativa para el tratamiento
específico de estos pasivos que será incorporada al Reglamento para la Prevención y
Control Ambiental de la Ley 133 del Medio Ambiente. “Ahora viene una fase de
aplicación. (…) Nos toca trabajar en la segunda parte; además, que los sectores se
involucren y ver cómo se va realizar la remediación”, adelantó la autoridad.
En la comunidad Campo Largo (ubicado en Caraparí), los indígenas guaraníes tienen agua
por cañería pero no es potable, la captan directamente de un arroyo ubicado en la serranía
Santa Rosa. Autor de las Fotos: Miriam Jemio
Antes de los trabajos de remediación realizados por YPFB, un equipo de investigadores del
Cedib, evaluó la calidad del agua en algunos puntos de quebradas afectadas por los pasivos
aguas arriba, en el Aguaragüe.
En 2015, el gobierno promulgó tres decretos para ampliar el ingreso a las áreas protegidas
con la actividad hidrocarburífera. El primero, el decreto 2298, “facilita” la consulta previa a
las comunidades y pueblos indígenas para actividades hidrocarburífera.
Con lo cual se dio paso a nuevos emprendimientos en las áreas protegidas. El Cedib graficó
estas intervenciones en el Aguaragüe.
En un breve recuento, Campanini señaló que ahora “están entrando en funcionamiento
cinco pozos recientemente perforados en el campo Caigua por YPFB Chaco S.A., lo mismo
(en menor escala) en el campo Los Monos. También se perforaron y cerraron los pozos
Camatindi y Timboy x2 (este último dio negativo, lo perforó Petroandina SAM)”. Hace
siete semanas, este medio envió un cuestionario a la estatal petrolera YPFB Chaco para
conocer la situación pero no se obtuvo respuesta.
Al investigador del Cedib le llama la atención que tanto en el campo Los Monos como
en Sanandita se tenga previsto el reinicio de actividades de exploración/explotación:
“Es decir, la remediación urgente en estos pozos va paralela con el reinicio de
operaciones. Un nuevo gran problema”.
Justamente por este avance, en 2016, los guaraníes realizaron un bloqueo impidiendo el
paso a la empresa YPFB Chaco hacia el campo Caigua. Exigían que primero se realice la
remediación ambiental, lo cual no sucedió. “Hemos perdido esa batalla”, recordó con pesar
el dirigente indígena Baldiviezo.
En las tres regiones guaraníes (Caraparí, Villamontes y Yacuiba) afirman que siguen en la
pobreza. La mayoría de sus comunidades no cuentan con servicios básicos, como agua, luz
y alcantarillado (33,78% de cobertura en 2012). El dirigente indígena Trigo remarcó que,
luego de 11 años del actual gobierno, recién les dotaron de energía eléctrica y agua a
domicilio, pero “ni siquiera es agua potable”.
Reclaman por el atropello a sus derechos porque no realizan la consulta previa e informada
como establece el Convenio 169. “Nos dicen mezquinos, pero solo buscamos nuestra
seguridad, la del agua y de los bosques. En cambio, ellos (las empresas
hidrocarburíferas) vienen, hacen sus desastres, no cuidan el medio ambiente, lo dejan
y se van a otro lado”, reniega Verónica Roca, dirigente de la APG Caraparí.
Basta con ver el mapa de deforestación de la ABT, dijo Campanini, “hay una creciente
mancha de deforestación dentro la reserva, sobre todo en las cercanías de Yacuiba”.
Los pobladores de las zonas intervenidas señalan que los accesos construidos para la
actividad hidrocarburífera sirven también para el ingreso de madereros ilegales y
cazadores furtivos.
Los guarda parques del Aguaragüe decomisaron madera. Foto: Sernap
A la par, esta actividad implica impactos directos e indirectos, en los cursos de agua, suelo,
impactos inducidos (como la colonización), deforestación, entre otros. En la comunidad
Yeroviarenda, en Yacuiba, afirman que se alteró su vivencia con el ruido y el calor que
genera la planta separadora de Líquidos Gran Chaco desde que entró en funcionamiento en
2015. “Estamos viendo que ya no se produce nada (agrícola) alrededor de la planta. Se
siente como sube el calor. Es como una cocina a gas que está ardiendo día y noche desde
que se inauguró esa planta”, describe el guaraní Tórrez.
Los indígenas mencionan que tienen acuerdos con las empresas hidrocarburíferas para
realizar algunas mejoras en comunidades afectadas por esa actividad. Lo llaman
compensación. Sin embargo, observan que no se haga lo mismo en áreas donde no hay
comunidades, sobre todo en la parte alta de ese parque nacional. “Como si lo que hacen en
la parte alta del Aguaragüe no afectara a la parte baja donde están las comunidades.
Como si el Aguaragüe fuera tierra de nadie”, increpa la guaraní Borda.
En Caraparí, el Mburuvicha Barrios recuerda que hace décadas había gran cantidad de
animales silvestres que cazaban para comer: “Sigue habiendo pero ya no como antes. Con
semejante bulla, día y noche, en los pozos y la contaminación se van los animales”.
Sobre las críticas que hace el gobierno a los dirigentes guaraníes, Baldiviezo dice que si
fuera cierto que reciben grandes cantidades de dinero de las petroleras como compensación,
no seguirían en la pobreza. “No estaríamos mendigando a las instituciones”, dijo.
Los guaraníes están desconcertados porque recién la estatal petrolera y el Servicio Nacional
de Áreas Protegidas está trabajando con un Plan de Manejo del Aguaragüe y ya la petrolera
iniciará una nueva exploración. El último acuerdo que obtuvieron, producto de sus
movilizaciones en 2016, era la eliminación de todos los pasivos ambientales antes de dar el
visto bueno a nuevo trabajos de exploración.
Atardecer en la serranía del Aguaragüe Foto: Kevin Olivera
“Nuestros hijos y nuestros nietos nuevamente van a sufrir con los pasivos ambientales. El
gas sale y mañana pasado se termina y, nuevamente, vamos a quedar con los pasivos
ambientales”, lamentó el líder indígena Julián Tórrez. Les preocupa las fuentes de agua del
Aguaragüe. El temor del pueblo guaraní es que cuando ahí hay perforación y explotación,
dijo Tórrez, es seguro que en la quebrada se secan las corrientes de agua.