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Pero si de proponer objetivos se trata, Marcel tiene súper claro qué se debe
hacer en Chile bajo el actual contexto económico mundial: “Tratemos de
recuperar las holguras que utilizamos en la etapa más débil del ciclo y veamos
cuáles son las áreas que tenemos que fortalecer”.
Ahora, el que se ajuste el tipo de cambio no quiere decir que no pueda haber
un impacto sobre la economía, pero este depende de hasta dónde los agentes
económicos están expuestos o protegidos frente a riesgos cambiarios
significativos. Afortunadamente, en Chile estos riesgos son bastante bajos.
Por un lado, los bancos en general están calzados, ya sea por regulaciones o
por políticas de riesgo. Por otro, nuestro mercado de capitales está muy poco
dolarizado, sin mayor deuda de hogares en dólares.
-Tengamos claro que esto de estar protegidos no quiere decir que seamos
inmunes. Pero aquí interviene la segunda línea de defensa constituida por la
política monetaria, que está preparada para actuar de manera contracíclica.
Lo principal que tenemos que cuidar son las condiciones que permiten que la
política macroeconómica pueda actuar con efectividad.
¿Por ejemplo?
-No hay ninguna economía inmune a lo que ocurra a nivel global. Por eso es
importante asegurar una buena respuesta de la política macro,
particularmente de la política monetaria. En una de las presentaciones que
hice esta semana expliqué que un conflicto comercial tiene dos efectos que
son contrapuestos sobre la inflación. En el plazo más corto, en la medida en
que tenga un impacto sobre el tipo de cambio habrá una devaluación del peso
y presiones al alza de la inflación. Por otro lado, si hay efectos reales que
tienen que ver con un menor crecimiento de nuestros socios comerciales y
un menor precio del cobre, esos efectos reales son contractivos y presionan
a la baja a la inflación.
-El Banco Central tiene que hacer bien ese balance, entender cómo se
combinan estas dos presiones en el horizonte de política y ajustar la
trayectoria de la tasa para asegurar que la meta de inflación se cumpla.
Usted dijo esta semana que “siguen siendo favorables las condiciones
externas, pero este periodo se debe tomar como una oportunidad
para fortalecer las bases del crecimiento y prepararse para tiempos
difíciles”, ¿quién está haciendo poco?
Está bien, pero yo creo que a veces en Chile estamos demasiado preocupados
de lo que hace el vecino y no lo que nos corresponde a cada uno. El Banco
Central de lo primero que tiene que preocuparse es de cumplir con sus
responsabilidades y mandato.
¿Está de acuerdo con que los riesgos para la economía chilena pasan
por la guerra comercial, la huelga de Escondida y el estancamiento
de la confianza?
-No nos confiemos que las cosas van a estar bien siempre; tratemos de
recuperar las holguras que utilizamos en la etapa más débil del ciclo y veamos
cuáles son las áreas que tenemos que fortalecer. En nuestro caso, tenemos
una agenda bien concreta, que está, por lo demás, en plena discusión.
Afortunadamente, estamos muy cerca, por ejemplo, de que se apruebe la ley
de bancos que lleva un año y medio en discusión, ese será un paso
importante.
-Es natural que las personas se preocupen por el mercado del trabajo, porque
es desde ahí que se comparten los beneficios del crecimiento económico. En
general, este reacciona con rezago en el ciclo, lo que muchas veces genera
impaciencia. Pero es importante recordar que la última fase baja del ciclo no
se caracterizó por un desempleo masivo. Más bien lo que observamos fue una
desaceleración de las remuneraciones, menores jornadas laborales, rotación
entre distintos empleos, incluyendo cuenta propia, etc. Es posible que estos
cambios también se reflejen en el funcionamiento del mercado del trabajo en
la fase de recuperación, por lo que tenemos que mirar más allá de la tasa de
desempleo abierto. En ese sentido, en las últimas encuestas hemos tenido
algunas señales positivas, como un mayor crecimiento del empleo asalariado
privado, pero todo esto es un proceso gradual.