La carta que presentamos ha estado en poder de su desti-
natario por largos años. Forzando un poco su deseo de perma- necer en el anonimato, hemos obtenido del Padre Gumttcio el permiso para publicarla, ya que a nuestro parecer constituye un verdadero documento del gran Pastor que fue don Manuel La- rraln, y que nos incita a todos a meditar hondamente sobre la Iglesia y su misión pastoral. Pura entender él sentido de la carta es preciso recordar su contexto histórico. Era el año 1958, en vísperas de elecciones presidenciales. Mons. Caro, el 27 de junio, había hecho una de- claración en que se reafirmaba que "la Iglesia está por encima de la política de partidos . . ." y que ella "no favorece ninguna can- didatura presidencial determinada, dejando a sus hijos la libertad de adherir a la que les dicte su recta conciencia cristiana". Sin embargo, diversas actuaciones y pronunciamientos de eclesiásti- cos y políticos de la época dieron la impresión de que la Iglesia no seguía en la realidad concreta estas sabias directivas sino que excluía de la libertad de ¡os cristianos el apoyar una determinada candidatura. Este es el problema que apesadumbraba a don Ma- nuel y le hacía hablar de "una hora dura y triste". 425
Talca, agosta 19 de 1958
Rvdo. Padre Esteban Gumucio ss- ce. Los Perales (Villa Alemana) Mi querido P. Esteban: OBISPADO DE TAÚCA Mil gracias por su carta que rae ha hecho mucho bien. Es una hora dura y triste la que vivimos los que, a pesar de nuestras miserias, amamos Ja Iglesia, y vemos que DO es su rostro maternal el que se ha mostrado en estos momentos a Chile. ¿Quién ganará la elección presidencial? Lo ignoramos, pero sí sabemos que la gran perdedora de estas jornadas es la Iglesia. Para mí significan poco las criticas que se me hacen. No por orgullo u por virtud, sino simplemente porque creo que esa es nuestra misión: "ui testimonium perhibeat veritati" (dar testimonio de la verdad). Tengo en el londo una alegría grande porque creo que la vida vale la pena de vivirse cuando se combate y se sufre por un ideal que es infinitamente trascendente \ superior a uno mismo. Siento una gratitud honda al Señor que me ha juzgado digno de sufrir por Su Nombre. Porque no olvidemos, Padre, que la Justicia y la Verdad son los nombres y el rostro mismo de Dios. Estas cosas justifican nuestra modesta vida. Hace 11 años, mi querido Padre, Ud. me escribió una carta que no olvido v al final de ella me citaba un versículo del Salmo 108: "Maledicent illi, et tu beíiedicis". (Ellos me maldicen, pero tu me bendices). He vuelto a recordar su carta y la cita. Yo siento que no fui hecho sacerdote para excomulgar sino para perdonar, na para maldecir, sino para bendecir. Para eso me ungieron las manos y se me dio el Espíritu Santo "evangelizare pauperibus .. . sanare contritos cuide". (Evangelizar a los pobres... sanar a los afligidos), Yo, antes de sentirme juez, me siento pastor, y pienso que el Derecho Canónico y el Evangelio no son cosas separadas y antagónicas, y que si es verdad que la Iglesia como entidad jurídica tiene sus leyes que hay que cumplir y respetar, tomo Cuerpo Místico de Cristo tiene un Espíritu de amor que la inspira y guía. El Derecho Canónico encuentra en el Mandamiento máximo su plenitud y realización total. La pastoral no consiste sólo en aplicar cánones y discutir su extensión 426
sino, como la palabra lo dice, conducir y apacentar las almas
del redil de Cristo. Paróte que la parábola del Buen Pastor se estuviera olvidando. ¿Se acuerda, querido Padre, de las dos tentaciones de que habla Congar; el Fariseísmo y la Sinagoga? ¿No se estará nelo en ellas y buscando el rigor de la letra y no la savia vivificante de] Espíritu? Parece, le decía a un amigo español (esto sólo un español lo entiende bien ) que la Iglesia en su liturgia nos hubiera estado "toreando" con sus perícopas evangélicas de los últimos Domingos. ¡Qué ganas de hablar cuando aparecía en escena el Fariseo golpeando su pecho y dando gracias porque no era "como esos"! ¡Qué ganas de hablar sobre el prójimo en la parábola del Buen Samaritano, y decir que esc que piensa diversamente a mí, que habla otra lengua, que es de otro ambiente, esc precisamente es mi prójimo! [Qué ganas de llorar con Cristo sobre la Sinagoga de todos los tiempos "quia non cognoverunt tempus visitationis" (porque no has conocido el tiempo de la visita del Señor). Pero, lo más grave, es que se ha escandalizado a los pequeños, no tanto de edad, cuanto débiles y vacilantes en su fe. Se les ha mostrado el rigor y no la misericordia, la medida amplia para unos y la estrecha para otros, la amenaza y no el consejo, la vara del juez y no el cayado del pastor. Temo que el Señor nos haga pagar estos pecados. El Señor me ha dado una gran paz, y en mis momentos libres me he puesto a leer "L'Eglisc des temps barbares" de Daniel Rops. No sabe cuántas luces y consuelos he sacado de su lectura. Mientras el Imperio Romano caía y moría una civilización, los pueblos bárbaros se arrojaban sobre Europa. La Iglesia vio el futuro. No les temió a los bárbaros. Tuvo l'e en la fuerza del Evangelio. Sintió que más fuerte que MIS hordas era "la espada del espíritu que es la palabra de Dios". Y fue a ellos. Se mezcló con ellos. Aprendió su lengua, ¡es enseñó a "adorar lo que habían quemado y a quemar lo que habían adorado". Y de esa actitud visionaria y misionera nació la Edad Media. No sabe cuánto pienso en esos tiempos y en los presentes y veo que nuestra actitud ha de inspirarse en la de esos hombres de Iglesia "a quienes las ruinas los dejaron impávidos" porque tenían otra visión más lejana y más alta; la construcción de la ciudad de Dios. Bueno, querido Padre, de nuevo mil gracias por su carta y por la confianza que con ella me demuestra. Estemos tranquilos. "La justicia tarda, pero Mega" decían nuestros mayores. Y la de Dios nunca falla. No sabemos lo que el futuro nos depara. Sabemos sí, que tenemos que ser fieles "porque lo que se pide a los administradores es que sean fieles". Roguemos "ad invicem" para que el Señor nos conceda esa fidelidad. Suyo almo, in Corde Jesu,