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Este documento describe el "hechizo del corazón amante" que experimentan los enamorados el uno del otro. Explica que la Virgen María también es un bello hechizo para los corazones amantes, ya que su nombre significa "bella" y corresponde perfectamente a su persona y virtudes. Finalmente, pide que nos dejemos hechizar por María entregando nuestros corazones a ella para que nos guíe a Dios y a Jesucristo.
Este documento describe el "hechizo del corazón amante" que experimentan los enamorados el uno del otro. Explica que la Virgen María también es un bello hechizo para los corazones amantes, ya que su nombre significa "bella" y corresponde perfectamente a su persona y virtudes. Finalmente, pide que nos dejemos hechizar por María entregando nuestros corazones a ella para que nos guíe a Dios y a Jesucristo.
Este documento describe el "hechizo del corazón amante" que experimentan los enamorados el uno del otro. Explica que la Virgen María también es un bello hechizo para los corazones amantes, ya que su nombre significa "bella" y corresponde perfectamente a su persona y virtudes. Finalmente, pide que nos dejemos hechizar por María entregando nuestros corazones a ella para que nos guíe a Dios y a Jesucristo.
En la fantasía de los hombres existen los hechizos y los encantamientos. Pero en
la realidad existen los hechizos de los enamorados. El enamorado esta hechizado por su amada, de tal manera, que la tiene presente todo el día. Cada pensamiento, cada palabra, cada obra es traspasada por la flecha de cupido y el enamorado vuelve a tener presente a su amada. Es parte esencial del hechizo trastocar la mente del hechizado pero muchas veces los hechizos de los enamorados son desordenados . Y por eso dejan de ser bellos; pero son bellos cuando son puros y limpios. El hechizo del amor se da sólo en el corazón amante. Nunca puede ser hechizado un corazón frío, calculador, interesado, indiferente. Benditos hechizos que surgen de amores que valen la pena. Los santos han tenido corazones amantes que se dejaron hechizar por Dios y por su Madre. La Virgen es un bello hechizo del corazón amante. El mismo nombre de María significa ser bella y corresponde perfectamente a lo que es su persona. María por ser Bella es la Virgen amable. Amable por lo que es y amable por las gracias que nos da. María es amable por ser la Madre de Dios, por ser la Siempre Virgen, por ser la Inmaculada Concepción, por ser la Corredentora de los hombres, por ser la Asunta al cielo, por ser la Mediadora entre nosotros y Jesucristo, por ser la Reina de todo el universo. Es Bella por sus virtudes, por su gracia, por ser Madre de la Iglesia, por ser nuestra Madre. Bella por sus palabras y por su vida. Bella por su unión con Jesús, por su fidelidad y obediencia a Dios. Bella por ser modelo acabadísimo de santidad. María es amable y bella por las gracias que nos da. Por ella nos ha venido la gracia de la redención por la que somos hijos de Dios. Por ella nos ha venido la gracia de ser sus hijos espirituales. Por ella se han formado todos los santos de la historia que son ejemplares en nuestro camino para llegar al cielo. Por ella nos vamos santificando cada día. Y la Virgen amable que nos manifiesta su belleza pide corazones amantes. Corazones profundamente amantes, sin miedo en amor, y amar sin medida, porque un corazón que pone medida en el amor no es sujeto de hechizo. El corazón que no se entrega totalmente al amor no puede ser hechizado por esta Virgen Bella. El estar hechizado nos vuelve como bobos ante los ojos ajenos pero ¡Qué hermoso es estar enamorado aunque el mundo se ría de nosotros! Debemos dejarnos hechizar por María. Olvidarnos de nosotros mismos y de las demás criaturas por el amor a esta Bella Virgen. Su hechizo es para conducirnos a Dios. Así como las sirenas de la Odisea querían conducir a Ulises tras de ellas; la Virgen quiere hechizarnos para que la sigamos. Aquellas querían sepultar la vida de Ulises en el mar, María quiere sepultar nuestra vida en Dios, en su Hijo Jesucristo. La hermosa figura del caballero y su dama se tiene que hacer vida en nosotros. Somos caballeros de esta Bella Dama, que además es nuestra Madre y nuestra Reina, y por ella tenemos que hacer grandes conquistas y dejarlas a sus pies. La primera es la conquista de nosotros mismos. Hacer morir nuestro hombre viejo y nacer al nuevo por María y de esta nueva vida surgirán muchas conquistas para su gloria porque hemos sido llamados a dar frutos y frutos abundantes para Cristo por María.