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(Nota1)
Muchas gracias a las autoridades del Colegio, particularmente al Dr. De Lorenzo, por
invitarme a participar en este curso. El tema que nos ocupa reviste importancia en el
marco del Derecho de Daños, debido al elevado número de procesos que se promueven
en la actualidad.
FALCON define la demanda como un acto procesal de petición formal que tiene por
objeto (efecto) iniciar un proceso. Como sostiene Juan Martín ALTERINI “ es el escrito
que da vida al proceso” y delimita la materia sobre la que el juzgador tiene que conocer.
Son fundamentales los efectos de la interposición de la demanda; por un lado los efectos
procesales que determinan la calidad de actor o demandado, ponen en marcha la
instancia y fijan la competencia. Con relación a los efectos materiales tenemos presente
que extingue el derecho de opción del actor (art. 641 del Código Civil), impide la
extinción de ciertos derechos (arts. 258 y 1099 del Código Civil) e interrumpe el curso
de la prescripción. Acerca de la importancia de esta última cuestión, la Sala I de la
Cámara Nacional Federal Civil y Comercial en autos: ”B, A.H. c/ Austral Líneas Aéreas
Cielos del Sur S.A., del 21/6/2000, publicado en Diario La Ley del 19 de abril de 2001,
pág. 13, sostuvo que “debe otorgarse validez a la presentación de la demanda dentro de
las dos primeras horas del día hábil siguiente –art. 124, Código Procesal-, si es inhábil
el día en que vence la posibilidad de interrumpir el plazo de prescripción mediante la
interposición de aquella -art. 3986, Código Civil-, ya que no existe norma legal alguna
que obligue al titular de un derecho a realizar dicho acto con anterioridad al plazo
previsto por la ley de fondo. El efecto interruptivo de la prescripción reconocido a la
demanda promovida en las dos primeras horas del día siguiente –art. 124 del Código
Procesal-, habiendo vencido el término en día inhábil, encuadra en el supuesto de
imposibilidad de obrar –art. 3980 del Código Civil- que autoriza al juez a liberar al
acreedor de las consecuencias de la prescripción cumplida durante el impedimento”.
El proceso de daños, según el art. 320, inc. k del Código Procesal Civil y Comercial
tramita por las reglas del juicio sumario.
El escrito de demanda debe ajustarse a las reglas del art. 330 de la mencionada ley.
Por escrito, en idioma nacional, tinta negra (conf. art. 46 del Reglamento para la Justicia
Nacional); sin perjuicio de la admisión de escritos en formularios impresos o
fotocopiados mediante procedimientos que permitan su lectura (conf. Acordada de la
Corte Suprema de Justicia de la Nación del 11/10/67). Además, debe contener la
expresión de su objeto (sumario), consignar el actor su domicilio constituído; firmada
por él, o su mandatario y letrado patrocinante excepto que el representante sea el
abogado. Si no contuviere estos requisitos se intimará por dos días (ministerio de la ley)
para suplir la omisión y, si así no se cumpliere “se devolverá sin más trámite” (art. 57
del C.P.C.C.). Las firmas deben estar debidamente aclaradas al pie y, en el caso de los
abogados o procuradores deben agregar tomo, folio, número de matrícula de inscripción
y de afiliación a la Caja correspondiente.
a) Nombre y domicilio del actor (real y constituído dentro del perímetro de la ciudad,
asiento del Juzgado). Si se tratase de una persona jurídica debe consignarse la
denominación o razón social y determinarse sus representantes legales (inciso primero
del mencionado artículo). Este requisito tiene vital importancia porque, tal como afirma
GOZAINI, de no consignarse se cercena el derecho de defensa en juicio y la posibilidad
de control hacia la asignación de la competencia.
b) Nombre y domicilio del demandado (inciso segundo, art. 330 C.P.C.C.). Se impone
la carga y está justificada por el hecho que es el sujeto pasivo de la pretensión y quien
habrá de quedar vinculado jurídicamente por la sentencia que se dicte. Sin embargo,
puede plantearse el caso de demandados inciertos (art. 343 del C.P.C.C.), pero la norma
indicada exige que sea imposible su identificación. De lo contrario hay que procurar su
determinación por los medios adecuados, incluyendo el pedido de diligencias
preliminares (art. 323 del C.P.C.C.). Igual acontece con el tema del domicilio, más estos
trámites no serán necesarios si el demandado se presenta espontáneamente al proceso a
contestar la demanda.
En cuanto a la fórmula “y/o quien resulte responsable,” DE SANTO observa que puede
demandarse a varias personas si son todas responsables de la deuda reclamada, en cuyo
caso se usa la conjunción “y”. Puede, asimismo, demandarse alternativamente a varias
personas en los casos que la obligación sea inherente a determinada calidad y se ignore
quien la posee, en tal supuesto se usa la conjunción “o”, pero debe explicarse en el
escrito inicial el por qué. Sin duda que el esclarecimiento puede emerger de la actitud de
los accionados. Se ha planteado el absurdo de alegar que era procedente la excepción de
defecto legal pero en esta cuestión, coincido con la opinión de Juan Martín ALTERINI
en el sentido que, si bien se incurre en un defecto idiomático, no procede tal excepción.
El art. 330 del C.P.C.C. se refiere a la cosa demandada, designándola con toda
exactitud, porque su falta autoriza la excepción de defecto legal. PALACIO afirma que
el objeto debe ser idóneo, jurídicamente posible y hallarse expresamente precisado. Por
tal razón el Código Procesal exige que la petición se formule en términos claros y
positivos. De ese modo, el demandado puede preparar correctamente sus defensas
cuando tenga que llevar a cabo la contestación de la demanda.
En el ámbito del proceso de daños es imprescindible especificar, con claridad, los daños
resarcibles, sean daños a la persona o daños a un bien que forma parte del patrimonio de
quien se ha considerado damnificado, por un incumplimiento contractual o por el
acontecimiento de un hecho ilícito generador de perjuicios.
Si se trata de daños a la persona, supuesto de lesiones padecidas sin que haya acaecido
la muerte, corresponde establecer punto por punto. Así, la incapacidad sobreviniente
física y psíquica, medicamentos, estudios realizados, asistencia, etc.. Y por supuesto el
daño moral. Todos los rubros perfectamente detallados porque le va a permitir al
juzgador, al tiempo de sentenciar y en función de la prueba aportada, expedirse sobre
cada uno de éstos.
Cuando se elabora la demanda se debe prestar especial atención ya que tienen que estar
resguardados los reclamos en todos los aspectos, formales y sustanciales.
Puede darse el caso de que en la demanda no se haya fijado monto (ausencia). La Corte
Suprema de Justicia de la Nación, el 28 de mayo de 1987 en los autos: “Bernardo
Ciddio c/ Provincia de Buenos Aires (Fallos 310:1004) afirmó que debe hacerse lugar a
la excepción de defecto legal y suspender el término de contestación de la demanda si la
demandada puede ver razonablemente afectado su derecho de defensa porque la
ausencia total de monto obstaculiza la elección de alternativas para su responde y para
el ofrecimiento de prueba. Simplemente quedaría sujeta a intentar una mera observación
de las que pueda producir la contraparte.
Por otra parte también, corresponde incluir el reclamo por intereses, porque si no fueron
peticionados, el magistrado no puede incluirlos oficiosamente y sobre quien reclama
recae la carga procesal de pedirlos. En la Cámara Nacional de Apelaciones de lo Civil
rige la doctrina legal que emana del plenario del 2 de agosto de 1993, “Vázquez Claudia
c/ Bilbao Walter s/ daños y perjuicios”, que establece la aplicación de la tasa pasiva
promedia que publica mensualmente el Banco Central de la República Argentina.
En cuanto a los hechos, independientemente de las pautas que brinda el Código Procesal
acerca de que tienen que contener una exposición clara sin que medie ausencia para no
dar lugar a la excepción de defecto legal, tiene que caracterizarse fundamentalmente por
la acción ejercitada y no por la calificación que las partes le hayan otorgado. Es
importante establecer cuáles han sido las circunstancias fácticas, cuál ha sido el hecho
con precisión que ha dado origen al reclamo. También debe tenerse presente que
invocar hechos nuevos no puede ni debe ser de ninguna manera la inserción de una
nueva pretensión, ni alterar objetivamente la pretensión ya interpuesta, sino que debe
constituir el aporte de circunstancias fácticas tendientes a completar la causa de la
pretensión.
a) Antijuridicidad: la que se halla planteada en los términos del art. 1197 en el ámbito
contractual del Código Civil, del que se desprende que los contratos forman para las
partes una regla a la cual deben someterse como si fuera la ley misma.
El art. 512 del Código Civil define a la culpa como la omisión de las diligencias debidas
y que hicieren a las circunstancias de tiempo, de persona y de lugar. El Proyecto de
Código Civil de 1998 mejora y afina esta definición porque habla de “la diligencia” (en
singular) y aunque parezca un problema simplemente idiomático no es así ya que,
cuando se habla de “diligencias”, se asocia el término a tramitaciones, en tanto que su
singular alude a cuidado, actividad.
En los casos que corresponda deben invocarse los factores de atribución objetivos;
garantía legal, referida a la responsabilidad del principal por el hecho del dependiente
(art. 1113, primera parte del C.Civ.); riesgo creado si se trata de daños causados por el
riesgo o vicio de la cosa (art. 1113, segunda parte, segundo párrafo del Código Civil);
equidad. Si el daño es causado por el riesgo o vicio de la cosa se debe demostrar el daño
y la relación causal debiendo el demandado acreditar la ruptura del nexo a través de las
eximentes de responsabilidad.
En los supuestos de daños causados con las cosas (art. 1113, segunda parte, primer
párrafo del Código Civil) se presume la culpabilidad porque al presunto responsable le
basta demostrar que de su parte no ha habido culpa.
c) El tercer presupuesto, el daño, corresponde precisarlo en todos y cada uno de los
rubros que se consideren indemnizables y siempre que estén dentro del marco de los
requisitos del daño resarcible. Básicamente debe ser un daño significativo, que no haya
sido reparado por el responsable (subsistente); cierto (actual o futuro); propio, que
afecte un interés y que tenga una entidad jurídica suficiente para ser objeto de una
pretensión.
En cuanto a la competencia por el territorio es el juez del lugar que las partes han
elegido para el cumplimiento de sus obligaciones o que resulte implícitamente del
contrato, conforme MORELLO.
Se pueden consignar las siguientes reglas que pueden ser de utilidad como guía:
Con respecto a los hechos ilícitos se entiende por lugar del hecho aquel donde se
produjo el acontecimiento que originó el daño o el reclamo por daños.
En cuanto a la competencia por las personas y desde la óptica del actor, se tiene en
cuenta que si el demandado es el Estado Nacional o Provincial no cabe duda que la
competencia originaria es de la Corte Suprema, pero no si la accionada es un banco
provincial, una municipalidad, una entidad descentralizada e inclusive al referirse a las
Cámaras de Diputados de cada provincia.
Por otro lado, en algunos casos puntuales, se han pronunciado por la competencia del
Fuero Civil: situaciones en las que una persona sufre daños como consecuencia de una
explosión de gas en su negocio o en la vía pública por entender que no hay relación
usuario-prestador (en el caso de la vía pública), o que dicha relación es independiente de
su servicio público de índole contractual, siendo su naturaleza extracontractual.
La ley 23.637 establece la competencia del Fuero Comercial cuando una de las partes
fuere comerciante matriculado o empresa mercantil siempre que no se trate de
responsabilidad profesional.
NOTA: