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CHIPRE, COLONIZADOR PENINSULAR DURANTE LA EDAD DEL

BRONCE (Mariano Torres Ortiz y Jose Ma. López Castro en


“Contacto cultural entre el Mediterráneo y el Atlántico. La
precolonización a debate") -Capítulo 118 de: "Los bueyes de
Gerión en el tesoro de El Carambolo"-.
PUBLICADO POR ANGEL GÓMEZ-MORÁN SANTAFÉ
EN: “Tartessos y lo invisible en el arte” (18/06/2017)
ÍNDICE GENERAL: Pulsando el siguiente enlace, se llega a un índice general, que contiene los más de ciento
sesenta artículos que hasta ahora hemos editado en "Tartessos y lo invisible en el arte". PARA LLEGAR A
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Los capítulos se desarrollan en un texto escrito en negro y se acompañan de imágenes
con un amplio comentario explicativo (redactado en rojo y cuya finalidad es razonar
ideas). Si desea leer el artículo entre líneas, bastará con seguir la negrilla y las letras
rojas destacadas.
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SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Arriba, depósito de la Ría de Huelva, tal como lo
muestra el Museo Arqueológico Nacional (al que agradecemos nos permita divulgar
nuestra imagen). Nos dirá Mariano Torres Ortiz sobre este conjunto -descubierto en
1923 mientras se dragaba el estuario onubense-: “el depósito de la Ría de Huelva
muestra una cronología centrada en el siglo X a.C. y evidencia la existencia de
relaciones con el Mediterráneo Oriental ya en este momento” .
Abajo: Otra vitrina del MAN donde se exhiben espadas en forma de “lengua de
carpa”, fechadas también en el Bronce Final IIIA (circa siglo XI a.C.); en este caso las
dos armas mayores proceden de Paredes de Nava (Palencia) y de Sigüenza
(Guadalajara) -agradecemos al Museo Arqueológico Nacional nos permita divulgar
nuestra fotografía. La imagen demuestra los contactos en la Península y el modo en
que las influencias orientales llegaron hasta el interior, ya en fechas muy
tempranas.
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Continuamos analizado la obra que en nuestro anterior artículo habíamos comenzado a
estudiar: “Contacto cultural entre el Mediterráneo y el Atlántico (siglos XII-VIII ane)
La precolonización a debate" (1) . Un magnífico libro editado por el CSIC hace unos
diez años, compuesto por varias separatas, donde los mejores especialistas
exponen sus diferentes teorías acerca de la precolonización en nuestra
Península. Ideas sobre la llegada al extremo Occidente de colonos previos a los
fenicios y griegos; unos visitantes helenos o púnicos “sobradamente conocidos”, cuya
aparición en nuestras tierras se halla bien documentada y extensamente estudiada.
Aunque para estudiar esa aculturación anterior (una de las más antiguas de
Iberia), hemos de intuir y reconstruir el modo en que vendrían hasta nuestras costas
otras gentes; mucho antes que los fenicios. Migraciones llegadas desde el otro lado
del Mediterráneo; que hemos de suponer protagonizadas por navegantes de Creta,
Chipre, Anatolia, Oriente Medio y de los mares Egeos. Quienes buscando metales o
materias primas, alcanzarían la Península Ibérica -incluso las costas del Atlántico-,
aculturando paulatinamente estas lejanas tierras. Extendiendo así las primeras
civilizaciones hacia el extremo Occidente; e importando hasta nuestros remotos
lugares el uso del cobre y el bronce, junto a diversas costumbres. Acerca de todo ello, el
libro que comentamos contiene una magnífica separata de Mariano Torres Ortiz que
a continuación analizamos -intitulada como el encabezamiento del siguiente
epígrafe-:
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A) LOS «TIEMPOS» DE LA PRECOLONIZACIÓN; por Mariano Torres Ortiz (2) :
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Comienza Torres Ortiz señalando que el profesor Almagro Gorbea, hace unos veinte
años, clasificó cronológicamente diversos artículos encontrados en la Península,
que este investigador consideraba “objetos precoloniales”. Entre esos enseres se
hallaban las cerámicas micénias de Montoro y diversos elementos vinculados con
Chipre o los Pueblos del Mar; todos ellos, previos a la aparición de los fenicios en
nuestro litoral (3) . Tras esa presentación, el Prof. Torres Ortiz irá intitulando varios
epígrafes, en los que clasifica diversos artículos previos a la colonización púnica de
nuestras tierras. Comenzando por aquellos que considera de origen micenio; entre
los que enumera los siguientes hallazgos:
- “El Llanete de los Moros (Montoro, Córdoba); el nivel donde se documentó la cerámica micénica, dentro
del estrato III (...) arroja unos intervalos de 1411-1261 y 1441-1128 cal a.C”.
- “La Cuesta del Negro (Purullena, Granada). De este asentamiento granadino de la Edad del Bronce procede
un gran vaso a torno y fragmentos de borde de otras piezas también a torno ofreciendo unos intervalos a
de 1491-1478 cal a.C. (...) se puede clasificar como una crátera, tres piezas de cerámica chipriota. Este
debe ser también el vaso descrito por Karageorghis”
- “Belmeque. Por último, de una de las tumbas de la necrópolis del Bronce del Sudoeste II
de Belmeque, Portugal, en la que se ha hallado un cuchillo para el que se ha
propuesto paralelos micénicos 1640-1395 a.C.” (4) .
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Por su parte, señala como hallazgos del Bronce Final y ajenos a la colonización
púnica, los siguientes ajuares; comentando sobre ellos cuanto recogemos a
continuación:
- “Ría de Huelva: No cabe duda que uno de los yacimientos principales a la hora de
definir este período precolonial es el denominado depósito de la Ría de Huelva, un
conjunto de armamento atlántico, fíbulas de codo y un fragmento de hierro (...) c14 1004-
926 cal a.C. . (...) En su conjunto, el depósito de la Ría de Huelva muestra una
cronología centrada en el siglo X a.C. y evidencia la existencia de relaciones con el
Mediterráneo Oriental ya en este momento”
- “Huelva, Méndez Núñez 7-13– Plaza de las Monjas (de una construcción de un
parking)”: Posee unos intervalos de 974-955 cal a.C. (...) Las implicaciones de esta
anterioridad del horizonte Ría de Huelva al emporio fenicio precolonial onubense se
analizarán con más detalle” (5) .
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SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Arriba, imágenes montadas de la Dama y otros
exvotos oferentes del Cerro de los Santos, tal como los muestra el Museo
Arqueológico Nacional (al que agradecemos nos permita divugar nuestras
fotografías). Estas estatuas ibéricas halladas en Montealegre del Castillo, están
fechadas entre los siglos III-II a.C.. Fueron halladas en Albacete, cerca de
Villena (lugar de los tesoros) y de Chincilla (donde se descubrió la tumba de Pozo
Moro). Aquel paso que transcurría por Yecla -el Cerro de los Santos-; se situaba a
mi juicio en el camino desde las playas de Levante a las fuentes del
Guadalquivir. Una ruta que hubo de ser seguida por los iberos, o por los visitantes; para
comerciar indígenas y colonos los ricos metales que abundaban en Sierra Morena y en el
litoral atlántico.
Abajo: Grabado fechado en 1878 y perteneciente a las piezas del Metropolitan Museum
cedidas por Luigi de Palma di Censola (militar que fue cónsul inglés y que obtuvo una
magnífica colección durante su estancia en la isla). En el dibujo vemos una estatua de
dama sagrada hallada en el Templo de Golgoi; la imagen muestra los evidentes
paralelos entre la estatuaria chipriota del Periodo Arcaico (siglos VI-V a.C.) y las del
Cerro de los Santos (siglos III-II a.C.). Un hecho que se debe -a mi juicio- a que los
múltiples colonos peninsulares (creto-chipriotas, ugaríticos, neohititas o fenicios)
llegaron a nuestras costas a través de aquella isla, situada frente a Fenicia y Ugarit.
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Por su parte, propone el profesor Torres Ortiz como fechas del inicio de la colonización
púnica, el último cuarto del siglo del IX a.C.; todo lo que parece confirmarse en el
yacimiento malagueño de Ronda la Vieja (Acinippo, El cerro de la Mora y otros) -ver
cita (6) donde resumimos un estudio sobre cronologías de este investigador- . En su siguiente epígrafe
trata ya de “la colonización, como un fenómeno diacrónico”; donde comienza
expresando que este periodo anterior a la llegada de los fenicios, hubo de ser muy
largo y complejo (tal como señaló Almargo Gorbea). Un tiempo especialmente difícil
de seguir en su etapa intermedia y que parece de enorme influencia chipriota; en la
que hay que dilucidar si quienes vienen a nuestras tierras eran chipriotas
autóctonos o bien de gentes influidas por los micenios (durante los siglos XII y XI
a.C.).
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Ante las palabras de Torres Ortiz,añadiremos algunos datos que nos muestren lo sucedido
en Chipre durante ese periodo del que hablamos, y en el que sus navegantes
vendrían hasta la Península -a mi juicio, huyendo de graves acontecimientos acontecidos en su lugar
de origen-. Pues en la isla comenzará el Hierro con la llegada de los aqueo-cretenses
(desde el 1200 a.C. aprox.); aunque fundamentalmente con las invasiones que atacan sus costas a
partir del 1190 y hasta el 1150 a.C.. Cuando se iniciaron las razzias y múltiples ataques de
los Pueblos del Mar sobre Chipre. Además, entorno al 1150 a.C. varios terremotos
asolaron la zona; por lo que en este tiempo terminó allí todo vestigio de la Edad del
Bronce. Acabando entonces el Chipriota Tardío III, que había comenzado en Enkomi sobre el 1425 a.C..
Así, hacia el 1050 a.C. se inicia un nuevo periodo de Chipre, llamado Geométrico y
perteneciente al Hierro “puro”. Pese a todo, nunca hemos de olvidar que aquella isla no logró
ser conquistada totalmente por las hordas del Hierro; sirviendo por entonces de
refugio a los cretenses y a muchos de los micenios, que huyeron de las
mencionadas invasiones (llamadas en el Egeo dóricas) . Expulsados por esas gentes del
Hierro, que hacen acto de presencia en Anatolia desde el siglo XII a.C.. Exiliando a los antiguos
minóicos y a los micénicos, hacia las costa Sur de Oriente Medio (Canaán) y sobre
todo a Chipre; donde se refugiaron bajo la tutela y autorización de los fenicios. Para
quienes aquellos micenios y cretochipriotas asentados a el piélago, eran algunos
de los mejores colaboradores. Ya que no solo enseñarían a los púnicos las rutas y muchas de las
artes del mar; sino que además actuaban de parapeto o de primera linea, frente a la posible
llegada de helenos dóricos hasta las costas de Fenicia.
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fomentarían asentamientos de refugiados y la
Todo lo expuesto explica por qué los púnicos
colonias micenio-cretenses en Chipre; protegidas por Tiro y Sidón al compartir
enemigos, comercio y hasta rutas marinas. De tal manera, poco tiempo después algunos de los
puertos púnicos más importantes se encontraban en litoral Oeste chipriota, desde donde se
embarcarían hacia nuestras tierras. Unos hechos que muestran la unión de Chipre
con Fenicia y la posterior de los fenicios chipriotas con la Península Ibérica. Una
isla cuyos moradores llevaban navegando hasta el remoto Occidente -en busca de
metales-, al menos desde mediados del segundo milenio a.C.. Tal como muestran los
hallazgos de numerosos lingotes de cobre y estaño (piel de buey), fechados hacia el siglo XIII a.C. y
procedentes de yacimientos del Oeste mediterráneo.
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IMAGEN, ARRIBA: Espadas “de remaches” fabricadas en plata y cobre; fechadas en
el Bronce Medio y halladas en Guadalajara, Puente Genil (Córdoba), Granada y Linares
(Jaén) -tal como las muestra actualmente una vitrina del MAN al que agradecemos nos
permita divulgar nuestra foto-. Estas armas anteriores al 1500 a.C., se “forjaron” con
una mezcla de plata y cobre; quizás al desconocerse por entonces en la Península
la proporción necesaria de estaño para dar elasticidad y dureza al bronce. Pese a
ello, sabemos que desde el 2700 a.C. ya se usaban en la costa atlántica objetos
broncíneos con una aleación de cobre con casiterita casi perfecta (del 90% cúpreo y 10%
plúmbeo). Llama la atención que en nuestras tierras aparezcan estas armas
fabricadas usando plata en vez de estaño; cuya dureza y elasticidad desconocemos
-ya que posiblemente con aquella mezcla se lograba un tipo de bronce muy
efectivo-.
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IMAGEN, ABAJO: Espadas de la edad del Bronce Final, que suponemos usadas
como exvotos (lanzadas a las aguas) y halladas en diferentes ríos españoles. En
primer lugar vemos una “pistiliforme”, encontrada en el Sil (Orense); bajo aquella, otra “de
pomo macizo” aparecida en Alconetar (Cáceres). Al lado, dos más; de tipo “lengua de
carpa” y “pomo macizo” procedentes del Guadalquivir (Jaén). En este caso se trata ya
de armas fabricadas con bronce (cobre y estaño) y fechadas en épocas cercanas a
las de la Ría de Huelva (hacia el siglo X a.C.). Su influencia y origen oriental es
manifiesta; tanto como la conexión y unión de los diferentes puntos peninsulares en esta
época.
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hemos de plantearnos quiénes importaron antes
Tras el comentario y las imágenes anteriores,
del siglo XV a.C. esa tecnología broncínea a nuestra Península, que les permitía
fabricar armas con cobre y plata. Todo lo que nos hace preguntarnos igualmente,
quién les enseña siglos más tarde a forjarlas con mineral cúpreo y estaño, en la
proporción mejor existente (cercana al 92% y 8% respectivamente). Enigmas que en gran parte
podemos llegar a comprender examinando los objetos encontrados en nuestras tierras, considerándolos
importaciones -técnicas o culturales- venidas del Este mediterráneo, en época muy anterior a la llegada de los
fenicios. Unos hechos que desgrana con gran acierto la separata de Torres Ortiz que
estudiamos. Donde este profesor menciona los periodos de “Precolonización”,
comenzando con lo que denomina “el prólogo micénico” y que fecha entre el 1400 y
el 1200 a.C..
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Explicando Mariano Torres que tras el inicio de los contactos entre el Mediterráneo este y el
Oeste, durante los siglos XVIII al XVI a.C.; se producirá lo que Marazzi denomina
“salto hacia el Far West”. Momento en que él piensa, llegaron las diferentes piezas
de cerámica micénica aparecidas en la Península. Como las antes mencionadas y halladas
en Llanete de los Moros (Montoro; Jaén) y en La Cuesta del Negro (Purullena; Granada ).
Tratándose esta última pieza de un ejemplar claramente chipriota, lo que muestra la presencia de navegantes
de esta isla que visitaron nuestras costas hacia el siglo XIV a.C. (7) . Acerca de todo ello, escribe
Torres Ortiz lo siguiente (SIC): “no existen evidencias de que la frecuentación micénica
y/o chipriota de la Península Ibérica supusiera el establecimiento, aunque fuese
temporal, de artesanos u otros elementos poblacionales, un fenómeno que sí se ha
propuesto en el sur de Italia y en Cerdeña (...) Queda igualmente por aquilatar el
carácter de los agentes comerciales llegados a la Península Ibérica en
este momento, para lo que caben varias posibilidades. La primera de ellas, es que en
los contactos con la Península Ibérica participasen también poblaciones sardas (8) ,
lo que implicaría una menor presencia directa de los comerciantes micénicos, chipriotas y
próximo orientales. La segunda es que se insertase dentro de un marco
de intercambios estatales, un modelo bien documentado en las cartas de El Amarna y
también sugerido por los materiales recuperados en el pecio de UluBurun (..) Una última
opción es que dichos agentes serían individuos emprendedores cada vez más
independientes de las organizaciones estatales orientales que
están buscando nuevas oportunidades de negocio en la periferia" (9) .
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Las inteligentísimas propuestas del profesor Torres Ortiz -recogidas en las lineas anteriores-
ciertamente expresan el modo en que pudieron organizarse todos aquellos que se acercaban a nuestras
costas, desde el tercer milenio a.C.. Gentes llegadas principalmente en busca de metales, durante la
Edad del Bronce; habida cuenta que en el Mediterráneo apenas hay minas de estaño. Un metal que
abundaba en la Península Ibérica, pero absolutamente escaso en la cuenca interior de ese mar; donde tan
solo se hallaba en un pequeño yacimiento sardo, junto a otros de plomo de muy baja calidad en Chipre.
Aunque tampoco hay que descartar como motivo de la venida de precolonizadores, la enorme riqueza
de nuestras tierras en oro, plata y otros minerales, junto a la proliferación de caladeros de pesca. Sobre
todo, su proximidad al área atlántica norte, lo que propiciaría expediciones en busca de ámbar, de metales
preciosos, de bancos de atunes y escómbridos; o de otras materias primas inexistentes en el Este del
Mediterráneo.
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SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Arriba, reproducción del tesoro de Villena, tal como
lo muestra en MAN en una de sus vitrinas. Este ajuar lo menciona también el profesor
Torres Ortiz en el trabajo que estudiamos, fechándolo hacia los siglos XII al X a.C. y
catalogándolo como perteneciente a la “precolonización”; de enorme influencia
chipriota -tal como lo describe y define la profesora Ruiz-Gálvez- (10) .
Abajo: Estela de Baños de la Encina representado un niño minero de unos cuatro (o
nueve) años, que murió seguramente a consecuencia de su trabajo en el interior de la
tierra -agradecemos al Museo Arqueológico Nacional nos permita divulgar nuestras
imágenes-. Recogemos estos dos ejemplos de la minería y de la metalurgia en la
Península para explicar de nuevo algunas rutas de los metales, usadas en nuestro
territorio desde los tiempos más antiguos. Unas vías que en el caso de las que
comenzaban en el Mediterráneo, partían desde las costas alicantinas, atravesando
Albacete y dirigiéndose luego al Sur, para subir hacia el Segura. Llegando a Sierra
Morena en unos cuatro días, con el fin de alcanzar en un par de jornadas más las tierras
del Guadalquivir, que desde su nacimiento era riquísimo en plata. Tras ello, bajando por
este río, o hacia la zona del Guadiana; eran todo enormes extensiones cargadas de
minas de cobre, plata, estaño, oro y hasta mercurio. Finalmente, si contactaban con
el litoral atlántico, llegarían a comerciar los metales de Galicia y del Norte del
Cantábrico (por mar -costeando-; o bien a través de la Ruta de la Plata, un antiquísimo
camino de trashumancia).
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Consecuentemente con cuanto vamos exponiendo y bajo este “panorama prehistórico”, menciona Mariano
Torres la posibilidad de que los sardos actuasen como intermediarios entre nuestras tierras y Creta-
Chipre o el Egeo. Interviniendo el comercio de minerales ricos llevados desde el Atlántico hasta Oriente
Medio y Egipto. Una intermediación que podría surgir debido a la proximidad geográfica entre la Península y
Cerdeña; isla situada a medio camino entre El Egeo y nuestras costas. Todo lo que además se ratificaría por
la existencia de un comercio y explotación de minas y metales sardos; llevada a cabo por los creto-
chipriotas, al menos desde el siglo XIV al XII a.C.. Etapa de la que se han hallado en Cerdeña numerosos
lingotes “piel de buey” tipo chipriota. Encontrándose en el mar o en las montañas sardas esos bloques
cúpreos, con forma de cuero, fechados principalmente hacia el siglo XII a.C.. Modelo de “talento”
específicamente creto-chipriota, con el que comerciaban el cobre los navegantes minóicos o de Chipre.
Quienes sabemos exportaban desde Cerdeña este rico mineral, tras fundirlos en bloques imitando curtidos o
bueyes (la “pecunia”).
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Pese a la propuesta del profesor Torres Ortiz antes descrita; personalmente me resulta difícil
considerar que los sardos fueran quienes intermediaran el metal que procedía de Iberia. Pues parece
extraño pensar que los marineros creto-chipriotas que regularmente viajaban hasta tierras sardas -en busca de
metales-; permitieran a los habitantes de aquella isla intermediarlo. Es decir, que resulta poco realista creer
que los navegantes de Creta y Chipre dejasen a los nativos de una isla en la que compraban parte de
su cobre, el enorme negocio del viaje hacia el Occidente remoto. Pues la riqueza en metales preciosos
de nuestra Península era incomparable con la que tenían los pequeños yacimientos sardos. Además, de
haber puesto en manos un tercero la intermediación de los minerales ibéricos; en muy pocos años los creto-
chipriotas seguramente ya no podrían comprarlos en Cerdeña. Debido a que muy pronto los sardos tendrían
dinero y una infraestructura suficiente para viajar en sus barcos hasta El Egeo, Oriente Medio o Egipto.
Vendiendo allí directamente el cobre y estaño. Un mineral, que por otra parte, los habitantes de Cerdeña no
fundirían con la marca creto-chipriota del “cuero”; sino lo distribuirían con alguna seña propia de esa isla (ajena
a la de los mercaderes y navegantes de Chipre o Creta).
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Todo lo antes expuesto, lo expreso con la mentalidad de comerciante que conozco; pues desde hace mas de
veinte años trabajo vendiendo a Japón productos españoles. Conociendo cómo si en algún momento hubiera
dejado a un intermediario que completase la ruta de mis facturaciones, aquel mercado hubiera desaparecido
para mí. Es decir, que si los chipriotas cuando viajaban a Cerdeña para comerciar el cobre y estaño;
hubieran dejado a los sardos venir hasta nuestra Península en busca de minas. En muy poco tiempo,
los de Cerdeña tendrían una flota de gran tamaño, junto a una enorme riqueza en minerales. Lo que
haría imposible a los egeos evitar que los sardos entrasen en contacto directamente con las Ciudades-
Estados micénicas, con las de Oriente Medio y con el mismo Egipto. Para transportar hasta las costas
del Este mediterráneas sus metales y venderlos directamente (sin la intermediación creto-
chipriotas). Siendo así y no existiendo evidencia arqueológica alguna de que los Sardos llegasen a Creta, a
Chipre, al Egeo, ni a Oriente Medio o al Nilo. Habiendo constancia de que los chipriotas y cretenses se
establecieron y frecuentaban Cerdeña (desde el siglo XIV y hasta el X a.C.). Hemos de concluir que
esos navegantes micénicos y minóicos fueron quienes realizaban por completo el comercio en las
rutas del metal. No siendo lógico -a mi parecer- considerar que autorizasen a los sardos mercadear los
minerales de Iberia y menos realizar el tramo desde su isla hasta nuestras tierras (pues ello concedería a esos
intermediadores un poder inmensurable).
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SOBRE ESTAS LINEAS: Mapa de la trashumancia según Braudel, tal como lo publica
la prof. Marisa Ruiz-Gálvez (11) . Sobre este he trazado algunas rutas “marítimas” y
terrestres; para comprender las vías comerciales más antiguas, que se relacionan
con los caminos prehistóricos de la trashumancia. En negro y con lineas sobre el
mar, he marcado las singladuras que seguirían los barcos desde Creta y Chipre,
hasta llegar a Cerdeña y a nuestras costas. En un trayecto que no necesitaba
realizarse en grandes naves si se llevaba a cabo durante los meses de verano. Pudiendo
venir desde Chipre hasta Iberia -en unas dos semanas-, utilizando una nave como la de
Uluburún: Un mercante del siglo XIII a.C., de unos quince metros de eslora (con
capacidad para transportar más de veinte toneladas en sus bodegas). A la derecha he
ampliado el mapa de España, tras dibujar algunas vías famosas y de comercio;
pudiendo observarse cómo las rutas de ganado milenarias son paralelas a aquellas
por donde se transportaban mercancías (en especial los metales). He marcado con
color naranja la que finalmente se llamó “Ruta de Herakles” debido a que fue la que
usaron los griegos asentados en Alicante, para llegar desde sus puertos, hasta el
Guadalquivir. Cruzando las tierras de Albacete, hacia Jaén y descendiendo después por
este río que antaño se llamó el Tartessos, que nacía en minas de estaño y plata -según
escribía Estrabón (12) -
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Esta Vía Herakleia -destacada en naranja- era un camino interior muy útil, ya que no
precisaba cruzar el Estrecho para entrar en contacto con las minas de la Iberia
Atlántica. Bastando arribar a puertos cercanos al Levante hispano y trocar allí los
metales peninsulares con los indígenas; o bien internarse en tierras de la actual Albacete
y Jaén, llegando pronto hasta esas zonas riquísimas en estaño y plata (las fuentes del
Guadalquivir). Una opción que siguieron los helenos cuando se establecieron en la
Península; primero en el Cabo de Rosas y más tarde en Hemeroskopion (Denia) o
Alonis (Villajoyosa). Donde mercadeaban los metales con los habitantes
peninsulares, usando ese camino. De ello, aquella vía que unía las actuales provincias
de Alicante con Jaén -con fines comerciales-; pasó a llamarse “Ruta de Herakles”. Por
donde los griegos “robaban” los famosos “bueyes de Gerión”, tal como hizo el héroe
tebano en la leyenda. Unos “bueyes” del rey de Tartessos que a mi juicio idealizaban
miticamente los metales (los lingotes en forma de buey). Oro, Plata, estaño y cobre
que a muy bajo coste lograban adquirir los helenos en nuestras tierras, a través de aquel
camino que unia el Guadalquivir con Alicante -en apenas cinco días-. Para terminar
añadiremos que pese a denominarse Vía de Herakles, la comercialización de las
riquezas peninsulares a través de ese tramo, hubo de ser muy antigua. Tal como
atestiguan diversos hallazgos en aquella ruta; como el tesoro de Villena, fechado en
el Bajo Bronce (entre los siglos XII al XI a.C.), cientos de años antes a la llegada de
fenicios y helenos a la Península.
PARA LOS INTERESADOS EN LA RUTA HERAKLEIA VER NUESTRO ARTÍCULO:
“LA VIA HERAKLEIA, CAMINO DEL FRIGIANISMO Y DE LA HELENIZACIÓN”
Pulsando: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2013/06/la-via-herakeia-camino-del-
frigianismo.html
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BAJO ESTAS LÍNEAS: Pinaza medieval de unos 12 metros de eslora y 4 de manga;
tal como la muestra un dibujo del Museo Arqueológico y Provincial de Bilbao -al que
agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen-. Esta embarcación cuyo nombre
procede de estar construida totalmente con madera de pino, fue una de las más
utilizadas durante la Edad Media (aunque siglos más tarde las “pinazas” se
transformarían en otros navíos de gran cabotaje o de guerra). Era típica de las bahías de
Vizcaya; por su ligereza y rapidez permitía a los marineros adentrarse en alta mar,
pudiendo regresar a gran velocidad si lo necesitaban (13) . Se usaron principalmente
para transporte de mercancías y particularmente para cargar metales (hierro en
rama). Con ellas los pescadores llegaban a los caladeros lejanos del Atlántico (de bonito
y ballenas, incluso durante el invierno); pudiendo alcanzar Terranova en pinazas como
la que vemos. Una nave mucho más pequeña que la del pecio de Uluburún -que
repetidamente hemos estudiado-. Barco de unos quince metros de eslora, hundido en las
costas de Turquía (Uluburún) en el siglo XIII a.C., donde se hallaron centenares de
lingotes cúpreos “piel de buey” creto-chipriotas.
PARA LOS INTERESADOS EN EL ULUBURUN Y EN LOS LINGOTES OXHIDE,
RECOMENDAMOS LEER NUESTRO ARTÍCULO: “PROCEDENCIA, DESCUBRIMIENTO
Y VALOR DE LOS TALENTOS OXHIDE -PIEL DE BUEY-”.
Pulsar: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2016/05/articulo-nuevo-incluido-origenes-
del.html
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Continuando con el texto del prof. Torres Ortiz que analizamos, recordaremos que
el investigador indicaba como la fase primera de precolonización peninsular, la que
él denomina “El prólogo micénico” y que fecha del 1400-1200 al 1100 a.C.. Escribiendo
como: “Tras el inicio de los contactos micénicos con el Mediterráneo central en los siglos
XVII-XV a.C., concretamente con el sur de la Península Itálica y Sicilia, en el siglo XIV a.C.
se va a producir lo que Marazzi denomina «el salto hacia el Far West». De esta etapa se
considera comunmente el tesoro comentado y en imágenes anteriores; sobre el que
escribe Torres Ortíz: La “influencia tecnológica del Mediterráneo oriental en el
tesoro de Villena fue ya señalada por Ruiz-Gálvez (...), quien indica que algunas de
las técnicas metalúrgicas utilizadas en su fabricación, como el uso de
remaches para unir diferentes piezas, derivan del Mediterráneo oriental, por lo
que dado la cronología que atribuye al tesoro -entre los siglo XII y IX a.C.-,
propugnando una componente chipriota en el `knowhow´ tecnológico usado en su
manufactura” (14) .
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tal como vemos de nuevo,
Por cuanto hemos ido estudiando a lo largo de años en nuestros artículos y
resulta evidente la presencia de chipriotas en la Península desde al menos el siglo
XIV a.C.. Aunque para la mejor comprensión de este hecho, hemos de reflexionar acerca de lo
que fue esa isla en la época que tratamos. Pues es muy importante considerar como este
archipiélago (que tomó o dio nombre al cobre) experimenta paulatinamente como sus minas
cúpreas comienzan a agotarse a principios del segundo milenio a.C. -consultar
cita (22) -. Lo que obligará desde entonces a sus habitantes, aventurarse al mar en
busca de nuevos yacimientos (para sobrevivir en plena Edad del Bronce). Unas expediciones
que los chipriotas no podrían hacer por sí solos y sin la ayuda del enorme imperio
Minóico; ya que Creta desde el 1800 a.C. tenía una armada tan sofisticada como
numerosa -una enorme cantidad de barcos, muy avanzados en tecnología y de gran tamaño; tal como
podemos ver en los frescos de Akrotili (15) -. Naves que permitían a los cretenses comerciar
con Egipto a gran escala, hasta que la explosión del Tera-Santorino -sucedida en el
1680 a.C.- destruye el Imperio Minóico. Volcán cuya caldera estalla de manera
terrible, acabando con la isla de Tera, destruyendo Creta y gran parte de las
civilizaciones que les rodeaban. Afectando especialmente a Chipre , que siempre fue un
gran aliado de Creta; tal como siguió siendo tras lograse recuperar ambas islas de aquella hecatombe sísmica.
Renacimiento del imperio minóico que sucede hacia el 1500 a.C., cuando los dos archipiélagos de nuevo se
convierten en los mayores emporios mediterráneos para la navegación y el comercio.
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De tal modo, si repasamos las cronologías de Creta y de Chipre, observaremos no solo
la unión de acontecimientos en ambas, sino además una sucesión de hechos con
repercusión en nuestras tierras (por muy lejanas que nos parezcan). Todo lo que vemos desde
que el Heládico Final I da comienzo, precisamente en el 1680 a.C. -tras la explosión
del Tera-Santorino-. Un tiempo que a su vez se corresponde con el Chipriota Final I
(igualmente iniciado entorno al 1650 a.C.) y con el Minoico Medio IIIA (desde el 1680
a.C); marcando el paso hacia el Minoico Medio IIIB (NEOPALACIAL 1650-1600
a.C.). Momento en que a su vez, da comienzo en la Península Ibérica poco la Edad del
Bronce Final (hacia el 1625 a.C.); desapareciendo entonces la Cultura de El Argar y
también todo residuo del Vaso Campaniforme; iniciándose por entonces la de Las
Cogotas. Por su parte, en el 1450 a.C. se produce en Creta el Minoico Tardío
(TERCIOPALACIAL) y en Chipre, el Chipriota Final IIA; correspondiendo en nuestra
tierra al Bronce Final IC, marcado por hallazgos como los ya mencionados de tipo
Micénicos (Llanete de los Moros, La cuesta del Negro y Belmeque).
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Finalmente, volviendo al Oriente mediterráneo, se produce entre el 1300 y el 1200 a.C. el
Postpalacial Minóico (la etapa de Cnossos), que coincide con el tránsito del
Chipriota Final II al Final III; y con la aparición de los Campos de Urnas en nuestra
Península. Tras ello, la caída del Imperio Minóico se sucede entre el 1100 y el 1000
a.C.; lo que se corresponde con el fin del Heládico en el Egeo y el inicio del
Submicénico. Momento que en Chipre marca la conclusión del Chipriota Final, para
pasar al Geométrico Chipriota. Todo ello debido a la aparición de los “hombres del
Hierro” en las islas, quienes acabarían con los últimos residuos de las civilizaciones del Bronce. Es esta
la misma etapa en la que en nuestras tierras se produce el Bronce Final III (siglos XI
y X a.C.) marcada por hallazgos como los de la Ría de Huelva -proliferando las espadas de bronce (en
lengua de carpa, con pomo, y etc)-. Para concluir diremos que también se introducirá el Hierro en la
Península Ibérica durante el siglo siguiente (el IX a.C.).
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SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos imágenes que ayudan a comprender cómo la
vida de los marineros apenas cambió desde el siglo XVII a.C., al XVII d.C.. Más de
tres mil años, durante los que esas personas que vivían navegando no tuvieron
grandes mejoras (a excepción de la aparición de la brújula y del hierro, que les permitía
algo más de seguridad o de facilidad en la guía y construcción de barcos). Partiendo de
esta idea, podemos comprobar cuanto expreso en la imagen superior; un cuadro de
Canalleto, donde se representan los embarcaderos de Venecia, con sus naves y las
cargas -propiedad del Museo Thyssen al que agradecemos nos permita divulgar nuestra
fotografía-. Abajo presentamos una foto tomada en la desembocadura del Sado, en
Portugal; un río que al morir sobre el mar crea un enorme estuario, abriendo su
delta final en centenares de canales y brazos.
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Hemos escogido estas dos imágenes porque en el caso de Venecia, este tipo de
Ciudades-Estado asentadas sobre las aguas (en un islote flotante), es un modelo ya
creado por los fenicios. Quienes fundaban urbes similares emergiendo en el mar, tal
como lo fueron Tiro o Sidón (incluso Gadir); construidas en una punta o zona
habitable donde elevaban las casas y el puerto, asentadas con cimientos sobre estacas.
Aquellas ciudades portuarias fenicias incluso tomaban el agua dulce desde manantiales
que nacían en el fondo marino; transportándola a la superficie a través de tuberías de
cerámica o con mangueras de cuero. Por su parte, la desembocadura del Sado -que
vemos abajo- es parecida a como fue la del Guadalquivir en tiempos del Lago Ligur
(en épocas tartessias). Con una enorme ría en su final y grandes extensiones
cruzadas por canales -artificiales o naturales-. Aunque en el Bajo Guadalquivir, tras el
terremoto del siglo IV a.C. y al modificarse la desembocadura, aquel enorme Lago
Ligustino fue convertido paulatinamente en lo que hoy son las Marismas. Sea como
fuere, ambas imágenes en fotografía -superior e inferior- pueden enseñarnos como
era la vida en el mar desde los tiempos más remotos, hasta el siglo XVII; y como fue
la zona de Tartessos antes de que su gran río cambiara el curso final (al vaciarse el
enorme lago que antaño tenía en la desembocadura).
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Continuando con el texto de Torres Ortiz que venimos analizando. El profesor tras
la primera fase de “precolonización” (“el prólogo micénico”), nos marca una
segunda etapa, a la que denomina “El intermedio chipriota” y que fecha entre el
1200 y el 950-900 a.C.). Un momento que describe con las siguientes palabras:
“El colapso de los palacios micénicos a fines del Heládico Tardío III B, circa 1200 a.C., va
a provocar una importante disminución en la exportación de cerámica micénica hacia el
Mediterráneo central durante el Heládico Tardío III C, básicamente el siglo XII a.C., y su
completa desaparición en el XI. (...) Sin embargo, las producciones metalúrgicas
chipriotas en bronce van a alcanzar una importante difusión en el Mediterráneo
central justo en este momento (siglo XII a.C.), como evidencian los numerosos
hallazgos de Cerdeña (...) Es entonces cuando quizá habría que fechar la llegada a
la Península Ibérica de los prototipos de las hachas de apéndices laterales (16), que
se convertirán con el paso del tiempo en una de sus producciones metálicas más
características. Su llegada a la península Ibérica habría que ligarla quizá todavía a las
últimas navegaciones micénicos, ya que estas piezas se han documentado en Grecia y
el Egeo durante el Heládico Tardío III C (17), pero escasamente en Chipre, cuyas
producciones están empezando a copar lar redes de comercio justo
en este momento. Poco después habría que situar también el conocido cuenco de
Berzocana (...), hallado en dicha localidad extremeña asociado a dos torques de oro
macizo propios de la orfebrería de tipo Sagrajas-Berzocana (18), que ha sido
comparado adecuadamente por Mederos (19) con producciones chipriotas
y orientales de los siglo XIII-X a.C. (...) Esta fase chipriota parece anteceder a la
típicamente fenicia, aunque es difícil dilucidar si el conocimiento de las rutas hacia
occidente se produjo ya directamente en Chipre con anterioridad al colapso del
1200 a.C. o, por el contrario, éste llegó a la isla junto a las poblaciones
micénicas asentadas en la misma después de dicha fecha (20) y que serían herederas
del know how marítimo micénico en Occidente” (21) .
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Relaciona el prof. Torres Ortiz todo vestigio oriental que aparece por entonces en nuestra Península,
con la llegada de chipriotas. Un hecho que a nuestro juicio muestra y demuestra -además de una enorme
intuición-, un gran conocimiento del pasado más remoto del Oriente y del Occidente mediterráneo.
Debido a que fue esta una etapa de enormes convulsiones sufridas en todo el Este: En el Egeo, Creta y
Chipre; tantas que en ella se debe fechar la famosa Guerra de Troya. Enfrentamiento que marca el inicio
de la Edad del Hierro y cuya datación se situaría entorno al año 1212 a.C.. Momento en que el paso del
Bósforo ya no sería imprescindible, tras la aparición del nuevo metal; pues desde la invención de armas
férreas no se necesitaría llegar hasta las minas de cobre y estaño de “la Cólquida” (al final del Mar
Negro, en el Cáucaso). Uno de los más importantes yacimientos cúpreos y de casiterita que conocieron
durante la Edad del Bronce los mediterráneos, aunque su explotación estaba totalmente vigilada por
quienes controlaban Anatolia (principalmente los hititas, que cerraban el Bósforo con celo, para evitar que
otros se hicieran con sus preciadas materias primas, para fabricar armas).
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Debido a ello, durante la Edad de Bronce, cuando los cretochipriotas y los egipcios necesitaban
grandes cantidades de Cobre y estaño; aquel punto que cerraba el Bósforo era crucial. Aunque se haría
imposibe acceder a las minas de “La Colquida” ante la presencia de pueblos feroces -como el hitita-
cerrando el paso hacia el Mar Negro, en puntos como Troya. Impidiendo desde esa ciudad que barcos no
autorizados lograsen llegar al codiciado Cáucaso (o a los yacimientos del Danubio). En esta situación,
hemos de suponer que el mejor recurso para los cretenses y chipriotas -al ver agotarse los yacimientos
de sus islas- (22) ; sería dirigirse hacia el Occidente. Descubriendo primero las minas de cobre de
Cerdeña y algunos yacimientos de plomo en esta isla. Para más tarde alcanzar las tierras de Iberia,
riquísimas por entonces en plata, estaño, cobre y oro. Un “dorado” cuya existencia debieron guardar
con enorme celo quienes lo descubrieron, pues de haberse conocido por varios pueblos del Oriente
Mediterráneo, todos hubieran enviado sus expediciones -en cita (23) recogemos las fuentes antiguas y
datos que muestran el celo con el que se guardaba en La Antigüedad la ruta hacia los metales de nuestra
Península-.
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SOBRE ESTAS LINEAS: Torques de Sagrajas (expuesto en el Museo Arqueológico
Nacional, al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Estos collares y
brazaletes con la tipología de Berzocana-Sagrajas, han sido
hallados profusamente en zonas cercanas al Atlántico; apareciendo comúnmente en
áreas como Extremadura, Portugal (e incluso en las islas Británicas). Acerca de
ellos decía Torres Ortiz en el texto que analizamos: “las producciones metalúrgicas
chipriotas en bronce van a alcanzar una importante difusión en el Mediterráneo
central justo en este momento (siglo XII a.C.) (...) . Su llegada a la península Ibérica
habría que ligarla quizá todavía a las últimas navegaciones micénicos, ya que estas piezas
se han documentado en Grecia y el Egeo durante el Heládico Tardío III C (...) Poco
después habría que situar también el conocido cuenco de Berzocana (...), hallado en
dicha localidad extremeña asociado a dos torques de oro macizo propios de la
orfebrería de tipo Sagrajas-Berzocana" (SIC) ver cita (21) . Pese a ello, hemos de
destacar que en ni Oriente Medio, ni en Chipre o Creta, han aparecido este tipo de
joyas; similares a las de Berzocana y Sagrajas (lisas, plenas de lineas y decoradas
con rallas en cubos y rombos). Piezas con un precioso diseño y con una magnífica
manufacturación de orfebre; que obligan a pensar en una cultura avanzadísima en
joyería y que se dió durante la Edad del Bronce en las costas del Océano -donde
aparecen profusamente (Extremadura, Portugal, El Cántábrico, Normandía, Irlanda y
Gran Bretaña)-. Todo lo que habla de una civilización experta en trabajar y obtener
oro, muy ligada al megalitismo atlántico; pues estas piezas se han encontrado en
puntos de Iberia, Francia e Islas Británicas, donde proliferan los dólmenes, menhires y
cromlechs.
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BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Estatua Menhir Villar de Ala, tal como la muestra el Museo
numantino de Soria (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Según la
institución que lo muestra, debería fecharse hacia 850 a.C.; aunque a mi juicio se trata
de un cipo común a los del Bajo Bronce. Por lo que creo personalmente, sería más
justo datarlo entorno al siglo XII a.C.; considerando que su tipología y aparición se
relacionaría con colonizadores creto-chipriotas aparecidos en nuestras tierras
durante ese final de la Edad del Bronce. La fecha que proponemos se puede justificar
porque este ídolo menhir presenta en su parte baja grabado un bajorrelieve con un objeto
-o marca- conocido como “áncora”. Arma o bien hoz, que parece lucir como símbolo de
poder el representado en el cipo y que también aparece en algunas estelas alentejanas.
Lajas de piedra del Alentejo, que quizás fueron tapas de cenotafios; fechadas entre los
siglos XII y el X a.C. y en las que -como decimos- se observa en ocasiones estas
“áncoras”.
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Si observamos detenidamente la fecha que Torres Ortiz marca como la de inicio de
una segunda etapa de “precolonización”de nuestra Península -y que él denomina
“El intermedio chipriota”-. Veremos que coincide con la aparición del Hierro en el
Egeo: El 1200 a.C. (la Guerra de Troya). Fecha trágica para las civilizaciones del
Bronce, que se ven asediadas y atacadas de continuo por hordas férrreas ;
especialmente para la cultura minóica y la micénica, que reciben las famosas razzias de Los Pueblos del Mar
(gentes que navegaban por el Egeo tras ser expulsadas de Anatolia debido a la expansión del Hierro). Muchos
de los que huyeron, se refugiarían en Oriente Medio y principalmente en Chipre, aunque esta última isla
también recibe el azote de los “expulsados” de Anatolia que vagaban buscando territorio. Quienes aparecen en
Chipre hacia el 1190 a.C., atacando el litoral y cuya destrucción se acrecienta con numerosos terremotos
ocurridos más tarde. Tal como decíamos al comienzo de este artículo al escribir: “ en esa isla comenzará
el Hierro con la llegada de los aqueo-cretenses (desde el 1200 a.C.). Aunque a partir
del 1190 y hasta el 1150 a.C. se iniciaron allí las razzias y múltiples ataques de los
Pueblos del Mar. Además, tras el 1150 a.C. varios terremotos asolaron la isla; por lo
que en este tiempo termina todo vestigio de la Edad del Bronce y del Chipriota Tardío
(III) que había comenzado en Enkomi sobre el 1425 a.C.. De tal manera hacia el 1050
a.C. se inicia un nuevo periodo chipriota, llamado Geométrico y perteneciente al
Hierro “puro”.
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Las últimas frases explican -a mi juicio- esta segunda fase de precolonización
peninsular llamada por Torres Ortiz “intermedio chipriota”; pues desde el 1200 al
950 a.C. los creto-chipriotas tendrían que huir a tierras lejanas, llegando muchos
hasta las nuestras. Unos buscando metales y nuevas rutas de comercio; pero la mayoría al necesitar
refugiarse y establecerse en la Península. Lo que explica -a mi entender- no solo la aparición de nuevas armas
y enseres en nuestras tierras (como los de la Ría de Huelva y etc); sino además, la importación de costumbres
como las Estelas del Bajo Bronce. Surgiendo primero las llamadas Estelas Alentejanas -que podemos fechar
hacia el 1300 a.C. según autoridades como Mederos- (24) y posteriormente apareciendo un segundo tipo de
lajas, algo más tardías, llamadas Estelas del Sudoeste. Nacidas desde el 1150 a.C. como prolegómeno a las
tartessias, que permanecerán elevándose hasta el siglo VI a.C.. Comentando el prof. Mederos Martín lo
siguiente acerca de estos cipos del Bajo Bronce: “Las estelas decoradas del Suroeste
peninsular se hacen eco de una serie de novedades que se introducen en el
armamento europeo hacia el 1300 a.C. y que afectan a Grecia, Bohemia, la región
Carpática y la propia PenínsulaIbérica”.
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Tras los datos y etapas marcadas por Torres Ortiz, nos señala también su texto el
establecimiento de fenicios en nuestras costas, como fase final de
“precolonización”. Etapa que este profesor fija al término del siglo IX a.C. ; tal como
hemos visto en cita (6), donde Mariano Torres escribe: "propongo una fecha alrededor del 825 cal.
A.C. para la fundación de las primeras colonias fenicias en Occidente" (25) . Pese a todo,
a mi juicio, la llegada de los fenicios no cambiaría mucho la función histórica que
tenía la Península para el Mediterráneo; pues como decimos, nuestras tierras
fueron “el dorado oculto” de la Antigüedad. Un “dorado secreto” que abastecía de oro, plata,
estaño y cobre; ese mar donde se desarrollaban las primeras civilizaciones. Tanto fue así, que tras la
aparición de los púnicos en las costas peninsulares, aquellas rutas del metal hacia
occidente siguieron siendo guardadas con gran celo; pues de su secreto dependían
en comercio, tanto como la seguridad de los pueblos a quienes los fenicios
abastecían de riquezas. Debido a la necesidad de ocultar y salvaguardar el lugar del que procedían los
metales; creemos que tan solo se atreverían los griegos a emularles en aquel intento de
llegar a las “fuentes del estaño”. Alcanzando los rodios con sus barcos el remoto
Occidente -en el siglo VIII a.C.-, logrando establecerse en el litoral Ampurdanés y en
el levantino cientos de años más tarde (hacia el VII a.C.). Primero en el Cabo de Rosas -quizás
denominado como su isla de procedencia: “Rodas”- y más tarde en las zonas de Alicante; pero sin avanzar
más allá de Mainake. Situando los helenos sus puertos en lugares que les permitían mercadear con los iberos,
aunque alejados de las bases fenicias. Separando sus emporios comerciales de los púnicos;
con el fin de evitar los muchos conflictos que lógicamente surgirían.
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Los conflictos entre fenicios y helenos debieron ser tantos como para que en el año
531 a.C., los cartagineses decidieran acabar con las naves y el comercio de los
griegos en Occidente. Atacando sus bases en Sicilia y destruyendo puntos
estratégicos como Alalia; erradicando prácticamente la armada griega que protegía y dirigía el
mercado de los focenses en el Oeste. Tras ello, las colonias helenas del Sur peninsular -
Hemeroskopeion, Alonis, Akra Leuke- desaparecen; pudiendo conservarse tan solo
Ampurias (Emporiom, en Gerona). Un puerto alejado, al Norte, que logra la protección de Massilia y luego
la de Roma, debido a que servía como paso desde el Cantábrico al Mediterráneo; para el envío de mercancías
desde Iberia hasta Marsella, y de allí al Egeo (a través de Italia). Pero después de Alalia -del 531
a.C.- y una vez destruida la armada helena de Occidente, los de Cartago fueron
dominando paulatinamente la Hispania prerromana; conquistando primero el Sur, para más
tarde dominar sus zonas mineras (intentando hacerse con los importantes yacimientos). Pese a todo, al
comenzar este dominio de la Península; los cartagineses hubieron de mandar
expediciones en búsqueda de metales. Pues ni los fenicios, ni ellos, conocían la
“ruta de las Kassitérides”; el camino hacia el estaño atlántico que había sido
guardado con enorme celo durante milenios. Tanto que los de nuevos dueños del territorio,
enviaron dos misiones marítimas hacia el 525 a.C.; capitaneadas por sus almirantes Himilkón y Hannón, con el
fin descubrir estas vías hacia la casiterita -la plata y el oro del Atlántico- (26) .

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SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Ejemplos de estelas del Bajo Bronce
(pretartessias). En estos cipos esculpidos se observan armas y modas procedentes
del Oriente mediterráneo; apareciendo cascos, espadas y escudos de tipo
micénico-minóico.
Arriba, lápidas menhir del Museo de Castelo Branco (Portugal) -al que agradecemos
nos permita divulgar nuestra imagen-. A su lado sitúo a mi mujer, para que podamos
comprender el tamaño de estas lajas, que no son del todo iguales a las tartessias
(mucho menores). Aunque las portuguesas igualmente se fechan entre los siglos X
al VIII a.C.; seguramente debido a que en sus grabados figuran escenas y
bajorrelieves muy semejantes a las estelas de guerrero y diademadas hispanas
(pretartessias).
Abajo, dos estelas de guerrero tal como las expone el Museo Arqueológico
Nacional (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). A la izquierda
lápida hallada en El Viso (Córdoba) y a la derecha otra encontrada en Magacela
(Badajoz). Ambas presentan el guerrero con casco (de cuernos), junto a sus armas,
escudo y otros enseres de prestigio; su datación es la misma que se da a las
anteriores en imagen (siglos X al VIII a.C.).
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Terminará el profesor Torres Ortiz la separata que analizamos, con unas
conclusiones acerca de la Precolonización de nuestras tierras. Escribiendo (SIC):
“A la vista de todo lo analizado anteriormente, se observa como la
precolonización es un proceso mucho más articulado y con una duración más
extensa de lo que tradicionalmente se había considerado, abarcando un
período de al menos medio milenio (circa 1350-850 a.C.),
(...) En su conjunto, se pueden distinguir tres fases:
(...) El inicio de este proceso cabe situarlo en el siglo XIV a.C., como evidencia la
fecha de la Cuesta del Negro de Purullena, continuando a fines de dicha centuria y
a lo largo del siglo XIII a.C., etapa relacionada con micénicos, chipriotas y fenicios
respectivamente
(…) Una segunda fase de contactos, sería la relacionada al componente chipriota,
es principalmente coetánea de las culturas del Bronce Final del sur,
primordialmente el sudoeste, y de la fachada atlántica de la Península Ibérica (...)
(…) La tercera y última fase tendría ya un matiz marcadamente fenicio, como
evidencia el conjunto cerámico recientemente hallado en Huelva, la tipología del
cual se sitúa preferentemente en la Edad del Hierro II A levantina, cuyo inicio habría
que fijar a fines del siglo X a.C.” (26)
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Estas tres fases que la arqueología ya puede probar -en base a hallazgos-, se desarrollan prácticamente
durante todo el Bronce Final ibérico II y III; una etapa que comienza en el siglo XIV y termina hacia el IX a.C..
Etapas de Bronce Bajo IIA y IIB, cuyo inicio y término coinciden con aquella aparición en nuestro territorio de
de los chipro-micénicos -siglo XIV a.C.- y con los primeros Campos de Urnas (que se fechan entre el 1325 y el
1150 a.C.). Posteriormente, la segunda fase que marca Torres Ortiz, sería la que él denomina “chipriota” y se
corresponde con el Bronce Final IIC y IIIA, que se data entre el 1150 y el 950 a.C. (Ría de Huelva y espadas de
bronce peninsular). Siendo la tercera época marcada por este investigador, un periodo marcadamente fenicio y
posterior al hallazgo de la Ría de Huelva, concordando con la misma que definimos como Bronce Final IIIB (del
950 al 825 a.C.).
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A continuación, llegarían a la Península los fenicios para fundar sus primeras colonias; con el fin de
establecer puertos y factorías. Para comerciar la riqueza mineral de nuestras tierras, pero también los
enormes caladeros de escómbridos y de atunes del Atlántico. Ante lo que a mi juicio hemos de plantearnos si
aquellas factorías púnicas donde secaban pescado, fabricaban garum y aceite; servían para generar
los productos con los que estos fenicios comerciaban los metales de Iberia. Una hipótesis avalada por
las fuentes clásicas, pues tal como decía Diodoro (V.35.3): “la plata era el metal más buscado por los
fenicios, que la intercambiaban por aceite”. Este dato demostraría que en la Península los colonos
mercadeaban con comida (salazones, mojamas, salsas, bebidas y aceites) los metales que llevaban hasta
Oriente Medio. Tal como ratifica la frase citada Diodoro, que continúa en estos términos: “la plata era el metal
más buscado por los fenicios, que la intercambiaban por aceite; así llenaron Grecia, Asia y otras regiones con
los minerales de Hispania”. Todo ello explica además la ausencia en excavación de materiales y enseres
importados desde Oriente durante la precolonización; pues si los habitantes autóctonos de Iberia
intercambiaban comida, bebidas y aceite, por metales. Las mercancías con las se que pagaban esas
transacciones, se transportarían fácilmente en odres de piel; sin dejar posteriormente rastro
arqueológico de su existencia.
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Por lo demás, la aparición de los colonos púnicos, finalmente asentados en las costas; fue un hecho
que cambiará radicalmente la Historia peninsular. Acontecimiento que probablemente se produce
debido al uso del Hierro. Pues los anteriores visitantes (pre-colonos) seguramente no pudieron
establecerse ni fundar ciudades, al serles imposible vencer y dominar a los habitantes
autóctonos. Cuya abundancia en cobre y estaño era tanta, que les permitiría fácilmente armar a la población
indígena e impedir las invasiones (rechazar a los extraños). Aunque la llegada de soldados luchando con
espadas de acero -como los marinos fenicios-; obligaría rendirse a los peninsulares, permitiéndoles
asentarse en sus costas. Logrando un equilibrio de fuerzas; sin dejarles que ocupasen tierras del interior,
pero evitando choques y concediéndoles puertos en el litoral, para poder seguir comerciando de un modo más
efectivo (todo lo que explica la fundación de Gadir, frente a Tartessos; para mercadear y establecer un mundo
simbiótico).
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Sea como fuere, la venida de unos y otros (colonos, precolonos y hasta
protocolonos) se debió claramente a la riqueza mineral de la Iberia Antigua. Algo
que podemos leer en las fuentes clásicas, que consideraban nuestra tierra un
“dorado”. Tal como describen las palabras del Profesor Blázquez, recogiendo textos
antiguos; que a continuación sintetizamos: “Estrabón (III.2.9) resumió la descripción de
las minas béticas que hizo Posidonio, en los siguientes párrafos: Posidonio (...) no da
como falsa la leyenda de que habiéndose incendiado una vez los bosques, estando
la tierra compuesta de plata y oro, subió fundida a la superficie; pues que todo el
monte y colina es como dinero acumulado allí por una pródiga fortuna. Y, en
general, dice, cualquiera que haya visto estos lugares podría decir que son los eternos
almacenes de la Naturaleza o los tesoros inagotables de un imperio. Porque el país es,
según dice, no sólo rico en lo que muestra, sino también en lo que oculta; y en verdad,
para sus habitantes, el subsuelo se halla regido, no por Hades, sino por Plutón. Las
siguientes expresiones de Posidonio prueban que Hispania era El Dorado del
Mediterráneo. Era la región más abundante en minas. Hades es el dios de los
Infiernos, del interior de la tierra, donde se encontraban los metales, y Plutón es el
dios de la riqueza.
.
En el párrafo anterior del libro III de la Geografia (III.2.8), recoge Estrabón la opinión de
Posidonio sobre la riqueza de las minas de Turdetania, y en general de Hispania, al
escribir: "A tanta riqueza como tiene esta comarca se añade la abundancia de
minerales. Ello constituye un motivo de admiración; pues si bien toda la tierra de
los íberes está llena de ellos, no todas las regiones son a la vez tan fértiles y ricas,
y con más razón las que tienen abundancia de minerales, ya que es raro se den
ambas cosas a un tiempo, y raro es también que en una pequeña región se halle
toda clase de metales. Pero la Turdetania y las regiones comarcanas abundan de
ambas cosas, y no hay palabra digan para alabar justamente esta virtud. Hasta ahora, ni
el oro ni la plata, ni el cobre, ni el hierro nativos se han hallado en ninguna parte de
la tierra tan abundantes y excelentes. El oro no se extrae únicamente de las minas,
sino también por lavado. Los ríos y torrentes arrastran arenas auríferas" (28) .
.

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IMAGEN, ARRIBA: Martillos mineros de la Edad del Bronce, hallados en La Malena
(Linares) -tal como los muestra el museo de Cástulo (Jaén) al que agradecemos nos
permita divulgar la imagen-. Estos “mazos de galería” se fechan entre los siglos XIX y
XI a.C.; considerándose piezas del Bronce Medio -circa 1600 a.C.-. Las herramientas
demuestran la actividad minera desarrollada en la zona de Linares (nacimiento del
Guadalquivir) desde la Edad del Bronce. Un hecho lógicamente explicable, debido a
que en esa etapa el cobre y el estaño eran vitales (para sobrevivir y protegerse). De tal
manera y como hemos visto, el área de las fuentes del Guadalquivir era riquísima en
casiterita y plomo; tal como recogen los textos clásicos, que relataban que el rio Betis
nacía en montañas de plata y estaño.
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ABAJO: Otras dos fotografías tomadas en el Museo Arqueológico de Linares (Cástulo,
Jaen) al que agradecemos nos permita divulgarlas. En ellas vemos dos imágenes de una
misma vitrina, donde se muestran herramientas de trabajo de mina halaldas en las
galerías de Palazuelo -junto a Linares- y correspondientes a la etapa romana (siglos
I y II d.C.).
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B) LAS RELACIONES MEDITERRÁNEAS EN EL II MILENIO A.C. Y COMIENZOS DEL I
EN LA ALTA ANDALUCÍA. EL PROBLEMA DE LA ‘PRECOLONIZACIÓN’ FENICIA
(por José Luis López Castro): (29)
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Continuando el libro que venimos analizando -“Contacto cultural entre el
Mediterráneo y el Atlántico (siglos XII-VIII ane) La precolonización a debate" -
encontraremos otro estudio, esta vez escrito por el prof. López Castro (cuyo título
encabeza el del presente epígrafe). En este, primero nos dirá su autor que el concepto de “Precolonización”
procede del desfase existente entre las fechas que las fuentes dan como principio de las fundaciones fenicias,
y la verdad arqueológica; que data mucho más tarde aquellas fundaciones. Considerando López
Castro que “En lugar de precolonización, que implica un vicio teleológico como es la
consideración de la posterior colonización; sería más sensato hablar de contactos
durante la Edad del Bronce o durante el II milenio a.C.. Añadiedo con gran
inteligecia que “El problema estriba en que admitimos los contactos atlánticos
pero dudamos de los mediterráneos o los sobrevaloramos, sin término medio” (30) .
.
Es decir que mientras tenemos la absoluta seguridad de un continuo contacto entre las
costas de la Europa atlántica, desde el comienzo del megalitismo y hasta el Bajo
Bronce (entre Galicia, Portugal, el litoral Cantábrico, el de Francia y de las Islas
Británicas). Increíblemente se considera sin probar que arribasen continuuamente
gentes orientales, hasta el nuestras tierras. Un planteamiento a mi juicio un tanto “extraño”. Pues
desde Chipre a las costas hispanas hay unos cinco mil kilómetros costeando (2700 millas) y unos tres mil
(1650 millas) navegando en linea recta -por un mar que durante tres meses al año es una balsa-. Mientras
entre el Sur de las Islas Británicas y el de Portugal, hay unos mil ochocientos kilómetros (1000 millas); pero a
través de costas infranqueables incluso en el verano; precisándose embarcaciones pesadas, capaces de
soportar grandes mareas y olas. Por ello, resulta impensable que los navegantes minóicos,
chipriotas o egeos, no hicieran continuas expediciones a Occidente para ampliar su
mercado. Más aún buscando minas de estaño y cobre, en plena Edad de
Bronce; mientras se estaban agotando los pequeños yacimientos cúpreos y argénteos del Mediterráneo.
Todo lo que obliga a pensar que los expedicionarios chipriotas, minóicos o micénicos; hubieron de llegar
hasta los lugares más ricos en metales, para poder subsistir y armar a sus ejércitos.
Lo que implica continuos contactos entre el Este y el Oeste de este mar, en el que
se desarrollaban algunas de las más avanzadas civilizaciones (como Egipto, Creta, las de
Canaán, la eblita o las egeas).
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Regresando al texto de López Castro, el investigador fecha las etapas de precolonización del siguiente
modo (pasando más tarde a analizar esas fases, conforme a los hechos que se suceden y en relación a
posibles colonos):
- Un Bronce Tardío postargárico comprendido entre 1615 a.C. y 1375/1350 a.C., con
intervalos extremos en torno a c. 1700-1300 a.C.
- Le seguiría el Bronce Final del Sureste, datado entre c. 1300-920 a.C.
- Para Andalucía Occidental el Bronce Final Tartésico, coetáneo en líneas generales
del Bronce Final del Sureste estaría comprendido en el intervalo c. 1250-950 a.C.,
aunque sólo estaría bien documentado arqueológicamente entre 1150-900 cal a.C.
- Entre 920 y 750 a.C.; o a partir de 890/800, como mínimo se situaría el
intervalo cronológico de la etapa inicial de la colonización fenicia (31) .
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SOBRE ESTAS LINEAS: Distribución de importaciones mediterráneas en los yacimientos de la
Alta Andalucía y del Bronce Final, citados en el texto de Jose Luis López Castro. Desde un mapa que él
presenta y que continuación analizamos conforme a los objetos de procedencia oriental que enumera
este investigador.
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BAJO ESTAS LINEAS: Mapa de la Ruta de Herakles, trazado por mí. En rojo hemos marcado el
camino terrestre desde las colonias griegas de Alicante (Hemeroskopion, Alonis, Akra Leuke) hasta el
Guadalquivir. En su mitad -entre Cástulo (Linares) y los puertos helenos- tenemos algunos de los
hallazgos más importantes de la arqueología: Villena, con los dos tesoros; el Cerro de los Santos (junto a
Yecla); Cinchilla del Monte Aragón, con Pozo Moro; Balazote, con la “bicha” (toro androcéfalo). La aparición
del tesoro de Villena y de Cabezo Redondo en esta ruta, nos muestra que debió ser un camino ya
seguido por los precolonizadores en el segundo milenio a.C. (creto-chipriotas o egeos). Al consistir esta
una vía natural que unía por tierra el Mediterráneo con el Guadalquivir (punto de partida hacia las minas de
plata y oro del Sudeste peninsular). En la imagen, junto a la Ruta Herakleia (en rojo) hemos marcado
otros caminos, como el de los cartagineses (morado; desde Cartagena al Guadalquivir) o el de
Mainake-Tartessos (en azul).
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El siguiente epígrafe del estudio que analizamos de López Castro, se intitula “LAS IMPORTACIONES
MEDITERRÁNEAS DURANTE EL BRONCE TARDÍO EN LA ALTA ANDALUCÍA (C. 1550-1350
A.C.)”. Donde este profesor nos explica como “tras la descomposición de la sociedad
argárica, completada en torno a 1550 a.C.; y que no fue tan súbita como se creía, sino más bien un proceso
prolongado en el tiempo; se abre en el Sureste peninsular un periodo que conocemos como Bronce
Tardío comprendido en el intervalo cronológico 1550-1350/1300 a.C.” (32) . Acerca de aquel momento
trata el siguiente capítulo, titulado “LAS IMPORTACIONES MEDITERRÁNEAS DURANTE EL
BRONCE FINAL EN LA ALTA ANDALUCÍA (C. 1300 A C. 920 A.C.)”; donde comenzará
señalando que: “Durante la etapa argárica comprendida entre c. 2500 a.C. y 1575 a.C.
(...) se han documentado escasos testimonios materiales atribuibles a contactos
mediterráneos, como las cuentas de pasta vítrea y marfil de la tumba 9 de Fuente Álamo
(...) Por el contrario, a partir de un momento avanzado del Bronce Tardío, en torno a
1375 a.C. comienzan a documentarse importaciones hasta ese momento
desconocidas en la Península Ibérica como son las que contuvieron los vasos
cerámicos halladas en Montoro y Cuesta del Negro”. Con numerosos hallazgos
orientales: “desde aproximadamente 1375 a.C. como las importaciones de Cuesta del
Negro, hasta c. 1150-920 a.C. momento en que habría que situar el estrato VIII/IX de
Galera, donde se ha registrado una importación”. Por lo tanto: “La crisis de la sociedad
argárica situada en torno a 1550 a.C., con el final de los enterramientos y rituales
característicos de esta sociedad, que habría conducido a una fragmentación política en la
periferia argárica iniciada en torno a 1600 a.C.; daría lugar a nuevas entidades políticas
independientes que inicialmente serían responsables de la continuidad de
asentamientos fundados durante el bronce argárico” (33) .
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SOBRE ESTAS LINEAS: Cuenco de bronce en cuyo interior apareció el tesoro de
Berzocana (dos torques de oro fechados hacia el siglo XI a.C., con decoración y diseño
muy semejante al de Sagrajas). Tal como expresa Torres Ortiz, el plato es de tipología
chipriota, con paralelos absolutos a cráteras broncíneas muy similares y fechadas
en el Chipriota IIC (siglo XIII a.C.) -agradecemos al Museo Arqueológico Nacional nos
permita divulgar nuestra imagen del cuenco de Berzocana que expone en sus vitrinas-.
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BAJO ESTAS LINEAS: Varias cabezas en piedra caliza, procedentes del Cerro de los
Santos; esculturas ibéricas de los siglos III-II a.C. (propiedad del Museo Arqueológico Nacional, al que
agradecemos nos permita divulgar la imagen). La mayoría de las imágenes que se hallaron en este
cerro (situado en Montealegre del Castillo; Albacete), tienen unos mismos rasgos que las chipriotas: Ojos
almendrados, pelo a modo de escamas o diademado, cejas y nariz en arco y apuntadas, orejas largas,
o labios marcados (con un estilo un tanto “egipciante”). Estas son las características comunes de las
esculturas y retratos en piedra de Chipre, durante su periodo Arcáico (desde el siglo VII al IV a.C.). De tal
manera, la estatuaria chipriota contiene enormes paralelismos en tipología y resolución de talla en
piedra caliza con las posteriores, del Cerro de los Santos.
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BAJO ESTAS LINEAS: Cabezas en piedra caliza halladas en Chipre; periodo greco-chipriota
arcaico (siglos VI al IV a.C.). Observemos el parecido entre las del Cerro de los Santos y estas
esculturas -que en verdad parecen idénticas-.
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A continuación menciona López Castro el Tesoro de Villena y el de Cabezo Redondo (hallado en las
inmediaciones) como ejemplos de importación oriental. Fechando el ajuar de Cabezo Redondo entorno
al 1500 a.C. y el de Villena en tiemp os cercanos al final del milenio; añadiendo que “La
datación del tesorillo de Cabezo Redondo se eleva algo hacia c. 1575-1400 a.C. (...)
debido a las pruebas radiocarbónicas y a la secuencia del yacimiento, no faltando
quienes proponen una datación similar para ambas ocultaciones” (34) . Tal
como concluye al final el prof. López Castro, lo más lógico es pensar que ambas ocultaciones
pertenecen a una misma época, debido a las condiciones de su hallazgo y a la proximidad de su
enterramiento. Pues aparecieron a muy poca distancia y ambos contienen piezas semejantes.
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Todo ello lo relata perfectamente el descubridor de los ajuares (Jose Ma. Soler), quien explica la
absoluta unión entre los dos tesoros; además de los múltiples problemas existentes para su datación y
clasificación (tantos que en la época de J.M.Soler, las ocultaciones todavía se consideraban del siglo VII a.C.,
al igual que sucedía con los conjuntos de Évora o con la orfebrería megalítica...). Consecuentemente
escribió Soler hace más de medio siglo que: “La relación entre ambos conjuntos es evidente. Hay en el
«tesorillo» sortijas que son réplicas en miniatura de los brazaletes del gran tesoro y un fragmento
ornado con puntas que bastaría, sin más, para señalar una estrecha relación de parentesco. Esta
afinidad no volvemos a encontrarla en ningún otro conjunto de los aparecidos dentro o fuera de la
Península”. Añadiendo que “La consecuencia que de ello se desprende es clara y de la mayor
trascendencia. Puede asegurarse que las joyas villenenses no son importadas, sino de fabricación
local y que algunas piezas similares aisladas aparecidas muy lejos de nuestra comarca, con el famoso
brazalete de Extremoz”. Para terminar expresando el descubridor de los ajuares de Villena: “No podemos
entrar aquí en los problemas que plantea la aparición de esta masiva cantidad de oro en una comarca jamás
citada como productora del noble metal. Sólo el «tesorillo» del Cabezo Redondo, con sus escasos ciento
cincuenta gramos de peso, supera en volumen al de todos los hallazgos juntos de los yacimientos «argáricos»
de Murcia y Almería. Por su parte, el «Tesoro de Villena», que alcanza cerca de los diez kilogramos excede en
peso y cantidad de objetos al de todas las joyas conocidas del mundo «hallstáttico» centroeuropeo, con las
que han querido compararse los hallazgos villenenses, infundadamente a nuestro juicio” (35) .
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SOBRE Y BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Dos imágenes de los tesoros hallados en
Villena. Arriba, el de Cabezo Redondo en la portada de un libro escrito por su
descubridor (José María Soler). Abajo, foto “oficial” del tesoro de Villena, tal como la
muestra el Museo Arqueológico de Valencia (al que agradecemos nos permita divulgar
nuestra imagen). Tal como decimos, parece que estos dos ajuares no son una
“importación” sino más bien lo contrario; es decir, un ajuar preparado para su
exportación. Algo que me atrevo a afirmar basándome en los siguientes motivos:
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En primer lugar, porque en la Península no habría capacidad ni organización para
que sus reyezuelos pudieran encargar ajuares, ni tesoros de este tipo a
visitantes (precolonos del segundo milenio a.C.). En el segundo, porque nuestras
tierras eran por entonces riquísimas en minas de oro y plata; todo lo que haría
inexplicable una “importación” de este metal que abundaba en suelo autóctono.
Finalmente, la hipótesis de que se tratase metal peninsular llevado hasta el Oriente
mediterráneo y retornado, tras haberse elaborado allí las joyas. Carece de apoyos;
pues no se ha encontrado orfebrería semejante en el Este del
Mediterráneo, debiendo existir abundancia de modelos similares en el lugar de
procedencia. Por lo que afianza la teoría de que es orfebrería autóctona, los otros
muchos tesoros hallados en la Península, parecidos y datados también la Edad del
Bronce. Decenas de torques, pulseras y ajuares similares -como los de Evora o Alentejo-;
que también superan los quince kilos de oro (entre los que destaca el de Caldas de
Rei). Joyas del Bronce ibérico cuyo trabajo se relaciona con diseños
campaniformes, tal como sucede en el de Villena.
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PARA LOS INTERESADOS EN EL TESORO DE VILLENA Y EL DE CABEZO
REDONDO, RECOMENDAMOS LEER NUESTROS ARTÍCULOS SOBRE ELLOS.
Son cuatro entradas en las que se analiza el Tesoro de Villena y el de Cabezo Redondo,
llegando a la conclusión de que ambos ajuares deben ser juegos de ponderales
-seguramente de un taller de orfebre que los enterraría en una huida o invasión-. Una
hipótesis que basamos en su correlación de pesos que están medidos en relación a siklos
(fenicios y babilonios principalmente).
1-EL TESORO DE VILLENA, EL DE CABEZO REDONDO Y EL DE EL CARAMBOLO.
SUS PONDERALES: ¿FENICIOS, ANATÓLICOS, BABILÓNICOS O EGIPCIOS...? (parte
primera: Introducción) http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2014/02/el-tesoro-de-
villena-el-de-cabezo_5365.html
2-EL TESORO DE VILLENA, EL DE CABEZO REDONDO Y EL DE EL CARAMBOLO.
SUS PONDERALES: ¿FENICIOS, ANATÓLICOS, BABILÓNICOS O EGIPCIOS...? (Parte
segunda: Pesos y medidas de los metales en la
Antigüedad) http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2014/02/el-tesoro-de-villena-el-de-
cabezo_17.html
3-EL TESORO DE VILLENA, EL DE CABEZO REDONDO Y EL DE EL CARAMBOLO.
SUS PONDERALES: ¿FENICIOS, ANATÓLICOS, BABILÓNICOS O EGIPCIOS...? (Parte
tercera: Estudio comparativo de los tesoros de Villena y Cabezo
Redondo) http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2014/02/el-tesoro-de-villena-el-de-
cabezo.html
4-EL TESORO DE VILLENA, EL DE CABEZO REDONDO Y EL CARAMBOLO. SUS
PONDERALES: ¿FENICIOS, ANATÓLICOS, BABILÓNICOS O EGIPCIOS...? (Parte
cuarta: El posible ponderal ibérico y sobre hipotéticas medidas de peso y longitud en la
época) http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2014/02/tablas-correlativas-de-los-
articulos-i.html
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Tras expresar nuestras dudas acerca de que el tesoro de Villena sea una importación oriental;
añadiríamos que quizá pudo tratarse de un ocultamiento de joyas “preparadas” para su exportación. O
bien de piezas de un orfebre, que trabajaba en aquella zona levantina el metal procedente de las
múltiples minas de oro peninsulares, para enviarlas por mar al Oriente (a Creta, Chipre, Oriente Medio, o
a Egipto -a través de Biblos-). De tal manera y tras añadir nuestra opinión sobre los dos ajuares de
Villena, seguimos con el interesante trabajo de López Castro, donde el autor continúa afirmando que las
“importaciones mediterráneas a la Península Ibérica se ha atribuido a
navegantes micénicos, chipriotas, levantinos y sardos” (...) Los hallazgos en Cerdeña
y Sicilia (...) de cerámicas micénicas por un lado, de objetos de la metalurgia de tipo
atlántico por otro y el hallazgo de importaciones micénicas en el Sur de España,
sustentan la vinculación de estas redes mediterráneas. Las relaciones entre el área
micénica del Egeo y el área centro mediterránea, intensificadas desde el Heládico
Final I, entre c. 1680 y 1580 a.C. en adelante, puede seguirse mediante la
distribución de materiales cerámicos micénicos que muestran la existencia de una
ruta marítima” (36).
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A continuación, el profesor López Castro escribe unas interesantes lineas, que recojo en su totalidad,
por la importancia que contienen (SIC): “Recientemente se ha propuesto la atribución a
navegantes chipriotas y ugaríticos la autoría de los viajes a Iberia y del tráfico
entre ésta y las islas de Cerdeña y Sicilia que habría traído las cerámicas micénicas del
Llanete de Los Moros, participando en el comercio micénico (...) A estos argumentos
habría que añadir el de la participación del Sur de Creta en las rutas que unían el
Mediterráneo Oriental con el Central y Occidental, como parecen atestiguar las
importaciones cretenses en Cerdeña (...). Hallazgos (c. 1320-1225 a.C.) de cerámicas
chipriotas y minoicas en puntos de Italia, Sicilia y Cerdeña y, sobre todo, la presencia de
graffiti con escritura chipro-minoica en Cannatello en el Sur de Sicilia, apoyarían la
existencia de una ruta hacia el Sur de Iberia (...) Serían pues navegantes chipriotas,
seguramente asociados a otros micénicos, levantinos y ugaríticos, quienes
protagonizarían estas relaciones de intercambio, dado el carácter multiétnico de la
navegación mediterránea de finales de la Edad del Bronce (37), lo que explicaría la
presencia de productos peninsulares o atlánticos en Cerdeña, como las hachas de
apéndices laterales, consideradas de origen ibérico, las hachas de anillas o las
espadas pistiliformes (38) (...) En este sentido, se ha apuntado la posibilidad de que
los objetos áureos del complejo orfebre Villena-Estremoz siguiesen un patrón
metrológico micénico (39) .
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Sobre ese tesoro también comenta López Castro que “dado que el oro de Villena
procede de arenas fluviales según análisis efectuados se ha defendido la existencia
una red de intercambios desde el Sureste con el área Noroeste peninsular, desde
donde llegarían el oro y el estaño de la casiterita procedentes del batido de los
sedimentos fluviales, a cambio de sal, escasa en aquella zona que podría circular
como dinero” (39-b) . Todo lo expresando por este investigador explicaría la
existencia del “Camino de Hércules” desde tiempos remotísimos, para unir vías de
trashumancia entre el Mediterráneo y el Atlántico; pero sobre todo para transportar
los metales de uno a otro lado de la Península. Habida cuenta que los
yacimientos de oro, plata, cobre y estaño más importantes estaban en el litoral Oeste; mientras
los precolonizadores -o los visitantes de tierras lejanas-, aparecerían primero por las costas
del Levante hispano. Pues para llegar a nuestro litoral mediterráneo, desde Oriente Medio o del Egeo;
se precisaba tan solo de veleros ligeros y con unos quince metros de eslora. Aunque para cruzar el Estrecho y
navegar por el océano, necesitarían naves mucho mayores y pesadas, que las utilizadas en el segundo milenio
a.C.. Ya que la peligrosidad del paso de Gibraltar y de las olas atlánticas, nada tenían
que ver con la fácil estiba por el Mediterráneo. Un mar que durante los tres meses
de verano se comporta casi como un lago, siendo posible navegarlo de Este a
Oeste en un pequeño balandro y en menos de treinta días. Todo lo que explica que los
primeros colonos “tocasen” las costas levantinas; debiendo comerciar los metales del Atlántico
a través de caminos interiores. Vías terrestres que seguirían los habitantes
peninsulares para mercadear con esos visitantes venidos por mar -en especial los
pastores, cuya obligada trashumancia les permitiría llevar enseres de un lado a otro anualmente-.
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IMÁGENES, ARRIBA Y ABAJO: Dos fotografías tomadas en el Museo Arqueológico
Nacional, al que agradecemos nos permita divulgarlas. En la superior vemos la
reproducción de una tumba y una vivienda de El Argar, con la casa en la parte alta,
sus enseres y vasijas. Bajo ella, se observa un cenotafio con los huesos de
“antepasados” y de familiares, que los argáricos enterraban en el suelo del hogar.
En la imagen inferior tenemos un precioso dibujo de Luis Siret; con un cráneo de
mujer luciendo una diadema de oro, perteneciente a la sepultura Argar 62 (tal como
fue hallado por el arqueólogo que la dibujó). En opinión del profesor López Castro la
Cultura de El Argar -que fechamos entre el 2500 y el 1600 a.C.- no tuvo contacto con
el Oeste Mediterráneo, siendo una civilización aislada y autóctona peninsular. Pese
a ello, nos llama tremendamente la atención que su duración temporal coincida casi
exactamente con el comienzo del Reino Antiguo egipcio y el comienzo del Reino Nuevo
(entre los siglos XXVII y el XVI a.C.). Habiendo causado a mi juicio el final del Argar la
explosión del Tera-Santorino (1680 a.C.) que destruye Creta, junto a las islas y
civilizaciones adyacentes -incluido Egipto-. Lo que promovería la llegada en masa a
nuestras tierras de huidos de Oriente Medio, del Egeo y sobre todo de creto-
chipriotas. Quienes se refugiarían en tierras lejanas, escapando del desastre volcánico
que dejó meses el área de Creta sin luz solar y envuelta en nubes de gas con polvo en
suspensión (de consecuencias terribles, bajando las temperaturas varios grados durante
años).
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Continuando con el ajuar de Villena y el de Cabezo Redondo, en nuestros artículos
habíamos llegado a la conclusión de que sus ponderales se relacionaban más
concretamente con los de Mesopotamia y Egipto, de mediados del segundo milenio
a.C.. Refiriéndonos al Shaty (siklo) egipcio, que hacia 1500 a.C. valía unos 7,5 gramos; un peso que se
relacionaba y cambiaba con los de Mesopotamia de misma época, con un coeficiente de equivalencia de
11/10. Por lo que el valor de los siklos mesopotámicos oscilaba sobre los 8,25 gramos; es decir 11 Shatys del
Nilo (de unos 7,5 gramos) por cada 10 siklos de Mesopotamia (de unos 8,3 gramos). Pesos que -como vimos
en nuestros artículos- concuerdan con los de las piezas de Villena y las de Cabezo Redondo; tanto que en
ellos aparecen piezas que claramente son ponderales y pesan 16,6 gramos (aproximadamente), lo que se
corresponde con dos siklos de 8,3 g. (40) .
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Para completar las interesantes ideas que venimos recogiendo de López Castro,
añadimos las palabras de este profesor escribiendo que: “En el intervalo de Bronce
Final del Sureste ibérico, coincidente con el Heládico Final IIIC (c. 1225-1125 a.C.) es
en el que se produjo el fin de Ugarit” (41) . A ello desearíamos incluir una cronología paralela
entre la Península y el Oriente; que habríamos de comenzar por lo antes expuesto, uniendo el final de
El Argar con la explosión del Tera-Santorino y la llegada de los Hicsos a Egipto.
Cuando hacia el 1680 a.C. termina El Argar y comienza el Bronce Bajo peninsular;
momento que marca la destrucción del Imperio Minoico Medio y a su vez la caída de
Ebla (en Anatolia). Debido a que aquella hecatombe volcánica destruyó todo vestigio de civilización a
cientos de kilómetros de la actual Santorini. Tanto, que Egipto fue también afectado por lluvia de
piedras, nubes de gases y polvo magmático en suspensión sobre la atmósfera. De ello, que sus
habitantes se refugiasen en el Sur abandonando el Bajo Nilo; un delta que pasaría a
ser conquistado -o habitado- por los pueblos que huían del desastre del Tera,
emigrando en masa desde Anatolia, Chipre o Creta. Bárbaros que ocuparon la desembocadura
del Nilo, creando en nuevo reino Hicso; formado fundamentalmente por esos huidos del volcán y que lograron
de ese modo asentarse en Egipto, tras el abandono del delta por parte de las autoridades del
faraón. Asimismo, en este momento de crisis, nació un nuevo imperio y estado
anatólico, llamado Hatti. Los hititas, probablemente surgidos desde Cretominócios
huidos de su isla, unidos a los mesopotamios y Hurritas que habitaban hasta
entonces gran parte de la actual Turquía (Ebla y Mitani).
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Todo ello marcaría unas nuevas etapas en el Mediterráneo, al igual que lo haría la aparición del Hierro
en Anatolia (hacia mediados del siglo XIII a.C.). Derribando los hombres del Hierro el imperio Hitita, el
Minóico Palacial y a Micenas; atacando posteriormente Chipre y Egipto. Lo que se sucede desde la
guerra de Troya, que marca el fin de la Edad del Bronce, para indicar la llegada de los indoeuropeos de
Anatolia al Mediterráneo. Quienes pasan pronto a gobernar El Egeo, Creta y las costas de la actual Turquía;
mientras los muchos expulsados a consecuencia de esta expansión del Hierro -llamados “Pueblos del Mar”- se
organizan en hordas de piratas; logrando atacar Egipto, llegando incluso entronizar un faraón de su linaje, en
el siglo X a.C.. Emigrando en ese tiempo muchas otras tribus de Pueblos del Mar hasta Italia, Cerdeña y
a la Península ibérica (los Sardana, Turta o Teresh, o los Masawa). Quienes sin lugar a dudas serían
también algunos de los precolonizadores de nuestras tierras -al menos a mi juicio-. Entre los cuales
algunos reconocen a los “turta”, que se identifican con los etruscos en Italia (los tirrenos); tanto como a los
Sardana, que parecen ser los Sardos. Pero también se cree que algunas de estas tribus poblaron el Sur
Peninsular; como fue el caso de los Mastienos -o de los Bastetanos-, que muchos consideran pudieron ser
antes los Mashawa (piratas que atacaron a Ramsés III entre esas hordas de gentes marinas que huían de
Anatolia buscando tierras).
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IMÁGENES, ARRIBA Y ABAJO: Dos fotografías relacionadas con la minería de la
Iberia Antigua. En la superior, vemos las playas el rio Sil a su paso por Salas, en las
cercanías de Las Médulas (León). Junto a estas orillas, hace algo más de medio siglo,
Adolf Schulten vio todavía a las bateadoras de oro; mujeres que durante el verano
bajaban con sus instrumentos de “batido” para buscar oro entre las arenas que arrastraba
el Sil. Al parecer, antes de que hicieran el gran pantano de Orense y el de Ribeira Sacra,
en el aluvión de este río había todavía suficientes pepitas de oro como para posibilitar a
los habitantes de los pueblos ribereños que se entretuvieran en batearlo (viviendo
algunos de esa actividad).
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Abajo, una foto reciente mía en Las Médulas, junto a la ladera de Orellana, que toma
su nombre del metal que de allí se extraía. Tras el balcón desde donde observo los
montes recortados en forma de médulas, vemos una colina totalmente derruida por
efecto de las galerías que excavaban en su interior los romanos, para llenarlas de
agua y arruinarlas. En su mitad se observa una cueva artificial, de las muchas que
cavaban los mineros dentro de las montañas, para luego introducir en ellas el cauce de
una tubería que las haría explotar, partidas en varios pedazos. Una vez provocada la
“ruina montis”, se lavaban las tierras que caían de las laderas, buscando de ese
modo el oro. -Para comprender las dimensiones de esta explotación minera invitamos a
los lectores a aumentar la imagen, para que observen cómo en la galería (tras mí), hay
una valla que mide un metro y medio aproximadamente. Todo lo que indica que esa
cueva artificial tiene unos cuatro metros de altura-.
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Termina el estudio que analizamos López Castro con unas “consideraciones finales”, entre las que
primero destaca que: “La secuencia de importaciones mediterráneas registrada es prolongada en el
tiempo, abarcando casi cuatrocientos años entre c. 1375 y 1000 a.C. en la Alta Andalucía -con los datos
actualmente disponibles-; mientras que en el Suroeste peninsular se prolonga hasta 950 a.C., momento
en el que la presencia fenicia se hace estable con la fundación de un asentamiento en Huelva (...) La
componente chipriota en las importaciones, ya presente en las cerámicas más antiguas de Cuesta del
Negro, parece una constante hasta el asentamiento fenicio” (42) . Afirmando más tarde que la
coincidencia de aquellos objetos importados con otros aparecidos en la Meseta y con cerámicas de
yacimientos interiores peninsulares (Cogotas I), semejantes a las micénicas y chipriotas “estaría
apuntando más bien a la existencia de unas mismas redes de difusión entre las
distintas sociedades del Bronce Tardío y Final a través de las que circularon
productos, tanto mediterráneos como atlánticos” (43) .
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Finaliza así este sabio profesor su separata que hemos comentado, afirmando que aquella
precolonización llegada de Oriente fueron: “Un modelo de contacto que, aún no siendo todavía
hegemónico, comenzaba a ser sistemático, por seguir la conceptualización de Alvar, y que se apoyaba en
la fundación de templos como el de Kommos en Creta, o el de El Carambolo en Iberia instituidos como
antecedentes inmediatos del proceso colonial fenicio”. Pasando a decir cómo: “Cobran ahora más
sentido las menciones bíblicas a Tarshish y la identificación de este topónimo con
el Extremo Occidente (...) del que existe un indicio como la famosa estela de Nora, que
aunque descontextualizada, mostraba caracteres paleográficos de una gran antigüedad
(...) que expresamente mencionaban el topónimo Tarsis” (44) . Todo lo que explica el inicio y la
razón de Tartessos; surgido del recuerdo e influencia creto-chipriota, tras la aparición del Hierro y
gracias a la llegada a la Península de gentes huidas de Anatolia y del Egeo. Quienes vendrían hasta
nuestras tierras, expulsados por las hordas armadas con el nuevo metal; que acabarían con todo
vestigio de las civilizaciones del Bronce en el Oriente Mediterráneo. En especial la Minóica y la Hitita; lo
que nos hace entender por qué en la Iberia Antigua (tras el siglo X a.C.) aparecerán repetidamente vestigios
cretenses, chipriotas y neohititas.
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IMÁGENES, ARRIBA Y ABAJO: Dos fotografías tomadas en el Museo Naval de
Bayona (Galicia), al que agradecemos nos permita divulgarlas. En ellas mostramos los
instrumentos usados para la navegación hasta el siglo XIX y que como podremos
comprender, fueron casi los mismos que utilizaban en la Antigüedad. Arriba, mesa
con un cuadrante de pesa, un compás, un reloj de arena (ampolla) y un pequeño
astrolabio. Con este simple instrumental se hallaba la altura del Sol o la de la
Estrella Polar, conociéndose así la latitud a la que estábamos. Tras ello, la longitud
se solía intuir a través de medir el tramo recorrido cada día, a la misma hora. Para
ello periódicamente se lanzaba desde la popa del barco “La Corredera”; el objeto
que vemos en imagen inferior (una madera que quedaba inerte en superficie,
capacitando medir distancias). De ese modo y con el fin de conocer la velocidad media,
ataban a este “flotador” una cuerda larga anudada; un largo cabo, con nudos atados a
cada medida de longitud (poniendo un nudo a cada braza). Tras ello se volteaba el reloj
de arena a la vez que soltaban desde la popa esa Corredera, que al ofrecer
resistencia al mar quedaba en el punto en que caía, mientras el cabo comenzaba a
soltar cuerda. Pasados los tres minutos que la ampolla de arena marcaba, se
paraba la suelta del cabo y se recogía “La Correderera”, contando los nudos que
había avanzado. Con ese método tan simple se calculaba la velocidad en “nudos”
de la nave; todo lo que se realizaba al menos dos veces al día, para conocer así cuanto
se había avanzado (aproximadamente) y lograr intuir la Longitud a la que se situaban.
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CITAS:
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(1): Contacto cultural entre el Mediterráneo y el Atlántico (siglos XII-VIII ane) La precolonización a
debate // VV. AA. Coordinación: S. Celestino, N. Rafel y X.-L. Armada // CONSEJO SUPERIOR DE
INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS // Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma // Madrid 2008
(dedicado a Xavier Dupré i Raventós -Barcelona 1956, Roma 2006-)
(2): LOS «TIEMPOS» DE LA PRECOLONIZACIÓN // Mariano Torres Ortiz -IDEM cita (1); pag 59 y ss-.
(3): IDEM CITA (2), pag 59: "En este sentido, ya Almagro-Gorbea (1998: 93-95; 2000: 713-715; 2001: 252-
256 articuló cronológicamente los diferentes elementos que identifica como precoloniales: las cerámicas
micénicas de Montoro, los elementos vinculados con Chipre y los Pueblos del Mar (circa 1200-1000 a.C.) y,
por último, los propiamente fenicios, que fecha a partir de circa 1000 a.C.” (pag 59)
(4): IDEM CITA (2), pag 63
(5): IDEM CITA (2), pag 64 y 65
(6): ”LOS PRIMEROS ASENTAMIENTOS COLONIALES: Examinada la evidencia, creo que no existen
razones para modificar sustancialmente la fecha del último cuarto del siglo IX a.C. (...) conviene una revisión
de algunas de las fechas que sirvieron para proponer mi propuesta de una cronología de fines del siglo IX
a.C. para los inicios de la colonización fenicia en la Península Ibérica para ver si siguen pudiendo ser
utilizadas con este propósito. Me refiero a las fechas del cerro de la Mora y, más concretamente, del
yacimiento malagueño de Ronda la Vieja-Acinipo” IDEM CITA (2), pag 71
A CONTINUACIÓN RESUMO EL ESTUDIO DE MARIANO TORRES ORTIZ SOBRE CRONOLOGÍA DE LA
COLONIZACIÓN FENICIA (SIC):
Mariano Torres Ortiz // Complutum, 9, 1998: 49-60
LA CRONOLOGÍA ABSOLUTA EUROPEA Y EL INICIO DE LA COLONIZACIÓN FENICIA EN
OCCIDENTE; IMPLICACIONES CRONOLÓGICAS EN CHIPRE Y EL PRÓXIMO ORIENTE
El análisis de las dataciones calibradas de carbono 14 obtenidas tanto en los niveles más antiguos de las
factorías fenicias como de los poblados orientalizantes de la Península Ibérica sugiere una fecha más
antigua de lo que se creía para el inicio de la colonización fenicia en occidente tal y como ya ha sido
propuesto por investigadores como MtE. Aubet, P. Castro, V. Lulí. R. Micóy A. Mederos. No obstante, la
cronología propuesta por los mismos puede ser refinada mediante su contrastación con la secuencia
dendrocronológica obtenida en los yacimientos palafíticos suizos del Bronce Final y sus correlaciones con
culturas italianas de la Edad del Hierro. As4 propongo unafecha alrededor del 825 cal. A.C. para la
fundación de las primeras colonias fenicias en Occidente. (...) La fecha del inicio de la colonización
fenicia en Occidente es uno de los temas más polémicos de la Protohistoria y la Historia Antigua de la
Península Ibérica debido a las diferentes metodologías usadas por ambas disciplinas, siendo aún hoy
motivo de encendidas discusiones entreespecialistas de ambos campos. Si en un principio la batalla se
planteaba en el campo del más puro positivismo, del interés del dato por el dato, el panorama ha cambiado
en ¡a actualidad y el conocimiento de la fecha de las primeras fundaciones fenicias en Occidente es de gran
importancia a la hora de resolver problemas que afectan tanto a la Protohistoria española como a la propia
historia del proximo Oriente general (pag 49) (...) Por ello han Venido defendiendo una presencia muy
antigua de los fenicios en la PenínsulaIbérica, finales del segundo milenio A.C. (las fechas se citan según
las convenciones fijadas por Castro, Lulí y Micó 1996: 6, nota 2) a partir del relato de Veleyo Patérculo (1-
Iist. Rom. 1,2,1-3) sobre la fundación de Gadir, hecho que sitúa 80 aiíos después de la guerra de Troya
(circa 1104 A.C.). Este dato encaja además con otras fechas antiguas de colonias fenicias occidentales
como Utica, circa 1 lOt A.C. (Plinio, Nat.Hin XVI,216; De mirabilis auscultationibus 134) y Lixus, donde se
menciona la existencia de un templo de Hércules más antiguo que el de Cádiz (Plinio, Nat. Hist. XIX,63). Sin
embargo, las excavaciones de diversos asentamientos fenicios en la Península Ibérica no
proporcionaron datos que permitieran llevar los comienzos de la colonización más allá del 770-760 arq.
A.C. a partir de las asociaciones del material fenicio de Toscanos IV y la necrópolis de Laurita con kotylai
del Protocorintio Antiguo y Medio (pag 50) (..) Almagro-Gorbea (1977: 541-543) ya trató el tema de la
calibración de las fechas de carbono 14 de las colonias fenicias en aquel momento disponibles: Toscanos y
la necrópolis de Jardín. Este investigador señaló que la calibración de las dataciones radiocarbónicas de
Toscanos según la cronología histórica egipcia era aceptable, pero un poco alta según la calibración
MASCA, considerando las fechas convencionales de radiocarbono excesivamente bajas (ibidem: 542-543,
fig. 203). (....) Posteriormente, Schubart (1982: 81-82) también ofrece la calibración de una de las fechas
obtenidas por él en el nivel más antiguo de Morro de Mezquitilla (B-?), señalando que la calibración directa
de la misma era 810 cal. A.C (pag 50) (…) No obstante, los primeros investigadores en usar fechas de
carbono 14 calibradas para cuestionar la cronología arqueológica tradicional de las primeras colonias
fenicias de la Península ibérica han sido Aubet (1994: 317-323) y Castro (1994:144-145). (pag 50) (…)
Aubet recopiló todas (...) sí, a partir de la calibración de la fecha B-4 178 sugirió la posibilidad de que la
factoría de Morro de Mezquitilla hubiera sido fundado con un coeficiente de probabilidad del 93% entre el
894 y el 835 cal. A.C., (pag 50) (..) Al mismo tiempo, esta fecha fue utilizada por Castro (1994: 144) para fijar
el inicio de la colonización fenicia en la Península Ibérica circa 900 cal. (..) a partir de una muestra
procedente de las excavaciones llevadas a cabo en 1976 (Schubart 1982: 81-82). Esta datación, mucho
más valiosa debido a su baja desviación standard, ofrece una calibración directa de 805 cal. A.C. y un
intervalo a dos sigmas de 836-785 cal. A.C. .
Ronda la Vieja-Acinipo La calibración directa de esta fecha proporciona una fecha de 910 cal. A.C. y un
intervalo a dos sigmas de 1160-790 cal. A.C. (…) Esta es la única fecha realmente consistente para suponer
que el comienzo de la colonización fenicia puede ser fechado en el tránsito de los siglos X-IX cal. A.C.
El Cerro de la Mora Se ha efectuado un total de 10 dataciones radiocarbónicas procedentes de contextos
pertenecíentes al Bronce Argárico, Bronce Tardío, Final y Primera Edad del Hierro. De nuevo, al igual que
en Mono de Mezquitilía, la fecha más elevada (UGRA-235: 2740+90 b.p.) ha sido la utilizada para fechar el
inicio de la colonización fenicia (Mederos 1997: 85, tabla 16). Esta datacíón ofrece calibraciones directas de
890, 880 y 850 aC
Convento de las Franciscanas Concepcionistas (Vejer de la Frontera, Cádiz) En este sentido, esta
fecha parece apuntar también a finales del siglo IX cal. A.C.,
(7): LA PRECOLONIZACIÓN: UN FENÓMENO DIACRÓNICO
"Las evidencias cronológicas presentadas hasta ahora sugieren que el fenómeno denominado
«precolonización» ha sido largo y articulado, como ya señaló en su momento Almagro-Gorbea (...) Mucho
más difícil de caracterizar es la etapa intermedia, que obedece más bien a un vector de tradición
chipriota, aunque en este caso queda por dilucidar si se trataría de chipriotas autóctonos o ya micenizados
a lo largo de los siglos XII-XI a.C. (...)
5.1. FASE I: EL PRÓLOGO MICÉNICO (CIRCA 1400-1200/1100 A.C.) Tras el inicio de los contactos
micénicos con el Mediterráneo central en los siglos XVII-XV a.C., concretamente con el sur de la
Península Itálica y Sicilia (Mederos 1999b: 230-235; Marazzi 2003: 110-113), en el siglo XIV a.C. se va a
producir lo que Marazzi (2003: 113) denomina «el salto hacia el Far West», (...) Es este el momento en que
llegan a la Península Ibérica las cerámicas micénicas del Llanete de los Moros de Montoro, fechadas en el
Heládico Reciente IIIA/B (…) Igualmente, también en el siglo XIV a.C. (vid. supra§ 3.1.2.) debe fecharse el
contexto en que se halló la crátera pithoide a torno del estrato VI/sur de la Cuesta del Negro de Purullena,
también asociados con cerámicas de Cogotas I (...) Este vaso, para el que proponemos hipotéticamente
una procedencia chipriota, abre la posibilidad de la temprana implicación de los chipriotas en las rutas
comerciales hasta el lejano Occidente ya en este momento tan temprano” (IDEM CITA (2), pag 77)
(8): Lo Schiavo 2001: 142 -CITA DE IDEM OP. (2)-
(9): CITA DE IDEM OP. (2) pag 79
(10): Ruiz-Gálvez (1992b: 233; 1993: 49; 1998: 276-277) // CITA DE IDEM OP. (2) pag 78
(11): Tomado del libro de Marisa Ruiz-Gálvez. “Europa atlántica en Edad del Bronce”, Barcelona 1998, fig
108 -LA TRASHUMANCIA SEGÚN BRAUDEL-
(12): Estrabón (III, 2, 11):
“Cerca de Cástulo hay un monte que por sus minas de plata llaman Argentario; se dice que de él
mana el Betis. Polibio refiere que éste y el Anas vienen de Celtiberia y distan entre sí unos novecientos
estadios. Parece ser que, en tiempos anteriores, llamose al Betis Tartesos, y a Gadir y sus islas
vecinas Eriteia; así se explica que Estesícoro, hablando del pastor Gerión, dijese que había nacido
casi enfrente de la ilustre Eriteia, junto a las fuentes inmensas de Tartesos, de raíces argénteas , en
un escondrijo de la peña. Y como el río tiene dos desembocaduras, se dice también que la ciudad de
Tartesos, homónima del río, estuvo edificada en tierra sita entre ambas, siendo llamada esta región
Tartesos, la que ahora habitan los túrdulo”.
.
ACERCA DE LA MINERÍA EN LA ZONA DEL NACIMIENTO DEL GUADALQUIVIR HAY NUMEROAS
FUENTES ANTIGUAS QUE ATESTIGUAN LA RIQUEZA EN PLATA, ESTAÑO Y PLOMO.
TODOS LOS DATOS INDICAN QUE UNA GRAN PARTE DEL PLOMO Y PLATA QUE SE OBTENÍA DE LAS
RIQUÍSIMAS MINAS DE SIERRA MORENA PROCEDÍAN DE ESTE PUNTO CERCANO A CÁSTULO.
EL PROF. JOSE Ma. BLAZQUEZ EN SU ESTUDIO QUE ABAJO RECOGEMOS DESCRIBE ALGUNAS DE
ESTAS FAMOSAS RIQUEZAS DE LA ZONA CERCANA A CÁSTULO Y DE SIERRA MORENA:
"Las minas de Carthago Nova eran de plomo argentífero, como las de Cástulo en Orentania, mencionadas
a continuación. La mención de la plata en Cástulo, da pie a Estrabón (III.2.11) para añadir algún dato sobre
la plata de Cástulo, que remonta a Polibio. Cerca de Cástulo hay un monte que, por sus minas de plata, se
llama el Monte de la Plata, Argyrós Óros en griego, o Mons Argentarius en lengua latina. Este monte debía
encontrarse en Oretania, próximo a Cástulo. Probablemente a él pertenecía el pozo Baebelo, citado por
Plinio (NH XXXIII.96-97), donde se conservan numerosos vestigios de explotaciones mineras romanas. Es
cosa de admirar que los pozos abiertos por Aníbal en Hispania se hallan aún en explotación y conservan
los nombres de los que descubrieron tales yacimientos. Uno de ellos, llamado actualmente Baebelo,
suministraba a Aníbal 300 libras diarias. El monte estaba ya excavado en 1.500 pasos. Por todo este
espacio, los aquitanos, de pie, día y noche, achicaban las aguas, que daban lugar a un arroyo,
no relevándose sino a medida de la duración de las lámparas.
En este párrafo del naturalista latino se leen noticias muy importantes: que los cartagineses
y, concretamente Aníbal, explotaron muchos pozos, que seguían en explotación todavía en época flavia. Su
riqueza minera era asombrosa. Plinio el Viejo confirma su afirmación con el pozo llamado Baebelo, que
rentaba a Aníbal 300 libras de palta diarias, cantidad que era fabulosa. Las minas y los pozos recibían los
nombres de los descubridores, como el citado Atletes en Carthago Nova y Baebelo en el Alto del
Guadalquivir.
Estrabón (III.2.3) en un párrafo anterior, confirma estas afirmaciones, como que varias cadenas montañosas
y llenas de metales, siguen la orilla septentrional del Guadalquivir; que en las comarcas de Ilipo y Sisapo
existe gran cantidad de plata, y que cerca de Cotinai, de localización incierta, hay cobre, también oro, y que
las comarcas donde hay metales son, por naturaleza, ásperas y estériles. A. García y Bellido interpretaba
este pasaje en el sentido de que, para la copelación del mineral, se necesitaba mucha madera, y se talaban
los bosques, adquiriendo la comarca un aspecto áspero y estéril. Esta misma afirmación se lee en Plinio
(NH XXXIII.67): Los montes de las Hispanias, áridos y estériles, en los cuales no nace ninguna otra
cosa, son forzados a ser fértiles”.
(SIC): EL IMPACTO DE LA HISPANIA ROMANA EN LA ECONOMÍA DEL IMPERIO ROMANO
Director: José María Blázquez
Explotaciones mineras en el Mediterráneo a finales de la República Romana. Las minas de
Macedonia (Conferencia I)
http://www.colegiodeemeritos.es/docs/repositorio//es_ES//Cursos_2011/lec_1_blazquez_explotaciones_min
eras_en_el_mediterraneo.pdf
(13): SOBRE LAS PINAZAS DE LAS COSTAS DE VIZCAYA, NOS DICE LA CONSEJERÍA DE CULTURA
VASCA:“Numerosas fuentes documentales, como ordenanzas de cofradías de la Edad Media y contratos de
construcción del Renacimiento, mencionan el término pinaza. Era la embarcación que permitía a los
pescadores adentrarse varias millas en mar abierto, especialmente en invierno, hasta el cantil donde se
encontraban los caladeros de pesca. Las pinazas no sólo se empleaban para la pesca, sino también para el
transporte de mercancías a lo largo de la costa, especializándose en el transporte de vena de hierro desde
las minas de Bizkaia hasta la proximidad de las ferrerías, debido a su poco calado. Eran embarcaciones
abiertas que tenían una eslora de entre diez y doce metros. Hasta finales del siglo XV sus cascos eran
construidos en tingladillo; posteriormente esta técnica sería sustituida por el casco liso”.
BERTAN http://bertan.gipuzkoakultura.net/23/caste/24.php
gipuzkoakultura.net
(14): Ruiz-Gálvez (1992b: 233; 1993: 49; 1998: 276-277) // CITA DE IDEM OP. (2) pag 78
(15): PARA LOS INTERESADOS EN LAS EMBARCACIONES DE COMIENZOS DEL SEGUNDO MILENIO
a.C., RECOMENDAMOS LEER NUESTRO ARTÍCULO:
MARINEROS Y METALURGIOS ENEOLÍTICOS: DE LA RUTA DEL ÁMBAR, A LAS FUENTES DEL
ESTAÑO
Pulsar: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2016/06/articulo-nuevo-incluido.html
(16): CITA DE IDEM OP. (2) pag 81; mencionando a (Almagro-Gorbea 1989: 283; 1998:93)
(17): CITA DE IDEM OP. (2) pag 81; mencionando a (Bouzek 1985: 150-151 fig. 75)
(18): CITA DE IDEM OP. (2) pag 81; mencionando a (Callejo y Blanco 1960)
(19): CITA DE IDEM OP. (2) pag 81; mencionando a (Mederos 1996a: 104-107)
(20): CITA DE IDEM OP. (2) pag 81; mencionando a (Karageorghis 1994b; 2000b; 2004: 79 y ss.)
(21): TEXTO -SIC- OP. (2) Torres Ortiz pag 81
(22): CHIPRE FUE MUY RICA EN COBRE, TANTO QUE LA ISLA TOMÓ SU NOMBRE DESDE ESTE
METAL, CUYO RADICAL INDOEUROPEO ES “URRE” (rojizo). PESE A ELLO, SE SABE QUE HACIA EL
1800 a.C AQUELLOS YACIMIENTOS ESTARÍAN YA EXHAUSTOS Y DEBERÍAN AVENTURARSE HACIA
NUEVAS TIERRAS EN BUSCA DE ESOS METALES ESENCIALES PARA LA SUPERVIVENCIA EN LA
EDAD DEL BRONCE. ACERCA DE LAS MINAS DE CHIPRE EL PROF. JOSE Ma. BLAZQUEZ, EN SU
ESTUDIO DEDICADO A LA MINERÍA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA EN ÉPOCA ROMANA, RECOGE EL
TESTIMONIO DE FUENTES ANTIGUAS DONDE NOS TRANSMITEN LA SITUACIÓN DE AGOTAMIENTO
DE AQUELLOS FILONES JUNTO A LA EXISTENCIA DE MINAS ANTIGUAS DE COBRE Y PLOMO EN
AQUELLA ISLA. ASIMISMO, A CONTINUACIÓN RECOGEMOS LO QUE NOS DICEN ACERCA DE LOS
YACIMIENTOS DE ANATOLIA:
"Las minas más famosas de cobre en tiempos de Estrabón eran las de Tamassus, en Chipre (Str. XIV.6.5),
en las que, al decir de Estrabón, se obtenía cobre sulfatado y cobre oxidado, que tenía propiedades
medicinales. Ovidio (Metam. X.220,531) menciona el cobre de Amathus, de Soli y de Curium (Plin. XXXIV.2,
94). En época de Augusto se trabajaban las minas de cobre de Chipre, según testimonio de Josefo (Ant.
45).
En tiempos de Plinio (XXXVII.79) se encontraban ya exhaustas las minas de cobre de Calcedón y de las
islas próximas, citadas siglos antes en Teofrastro (371-287 a.C.) (Lapid. 25). Estrabón (XIII.1.15) Estrabón
no alude a las minas de plomo de Asia Menor. En cambio, Plinio (XXXIV.173) y Pedanio Dioscórides,
contemporáneo del anterior (V.85), citan la galena de Elaeussa, de Coricos y de Zephigrium en Cilicia; el
plomo de Chipre (Plin. XXIV.170; 130; Diosc. V.75) y el plomo de Rodas (Plin.
XXXIV.175; Diosc. V.38)”.
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(23): EL PROF. JOSE Ma. BLAZQUEZ EN SU ESTUDIO DEDICADO A LA MINERÍA DE LA PENÍNSULA
IBÉRICA EN ÉPOCA ROMANA RECOGE EL TESTIMONIO DE LAS FUENTES ANTIGUAS SOBRE LA
RUTA HACIA LOS METALES DEL EXTREMO OCCIDENTE:
“Estrabón (III.5.11) termina el libro III de su Geografia volviendo a hablar de las Cassitérides y de los
intentos de los romanos por conocer la ruta del estaño, sacando el dato de Posidonio: Las [islas]
Cassitérides son en número de diez, todas ellas muy cercanas entre sí y sitas hacia el norte del «Puertode
los Ártabros», en plena mar. Una de ellas está desierta; las demás están habitadas por hombres que visten
mantos negros y llevan encima túnicas talares sujetas alrededor del pecho, y que caminan con báculos,
asemejándose por ello a las Furias (Erinias) de la tragedia. Viven, en general, del producto de sus ganados,
a la manera de los pueblos nómadas. Tienen metales de estaño y plomo, y los cambian, así como las pieles
de sus bestias, por cerámica, sal y utensilios de bronce que les llevan los mercaderes. En un principio este
comercio era explotado únicamente por los fenicios desde Gadeira, quienes ocultaban a los demás las rutas
que conducían a estas islas. Cierto navegante, viéndose seguido por los romanos, que pretendían conocer
la ruta de estos emporios, varó voluntariamente por celo nacional en un bajo fondo, donde sabía que
habrían de seguirle los romanos, pero habiendo logrado salvarse él de este naufragio general, le fueron
indemnizadas por el Estado las mercancías que perdió. Pero los romanos, a fuerza de numerosos intentos,
acabaron por descubrir la ruta de estas islas. Fue Popilio Craso el que pasó el primero y conoció el poco
espesor de los filones y el carácter pacífico de los habitantes, dando luego todas las indicaciones para
facilitar la libre práctica de estos parajes, más alejados de nosotros que lo que está el Mar de Britannia.
(...) el hecho de incluir a las Cassitérides dos veces, Estrabón, en el libro referente a España, parece
deducirse que estas islas se encontraban próximas a la costa atlántica hispana. Se confirma esta opinión de
la última frase con la que cierra el libro: Esto es lo que hay de Iberia y de sus islas sitas en sus cercanías. A.
Schulten las sitúa en las bahías de Arosa, Vigo y Pontevedra. Piensa el hispanista germano que si en II.5.15
y en el párrafo que se comenta, las localiza al norte de los ártabros y hacia Britannia, se
debe a una confusión con las Cassitérides de Britannia.
En el primer párrafo escribió: Partiendo del Hierón Akrotérion y navegando en sentido opuesto hacia los
llamados ártabros, el rumbo es hacia el Norte, teniendo a mano derecha la Lusitania. Después el resto de la
costa vuélvese por completo hacia el Oriente, formando un ángulo hasta el extremo del Pirineo, allí donde
se acaba el Océano. La parte oriental de la costa británica corre hacia el Norte, frente por frente de aquella,
del mismo modo que las llamadas islas Cassitérides, sitas en plena mar, casi en el mismo paralelo que
Britannia, se alzan al Norte y frente por frente también de los ártabros.
El Hierón Akrotérion es el cabo San Vicente, donde había un templo al aire libre dedicado a Baal Safón (Str.
III.1.4), e iban los navegantes y hacían ofrendas de anclas de piedra y de libaciones de agua. Diodoro
Sículo (V.38) las localiza bien. Las Furias, en las representaciones teatrales, vestían de largo y se apoyaban
en bastones. Athenes (12.528) menciona el vestido largoy trágico de los iberos. Cambiaban el estaño y las
pieles por cerámica, objetos de bronce y por sal. La cerámica eran, probablemente, ánforas de vino,
mencionado por Estrabón (III.3.7) como mercancía preferida por los habitantes del norte.
Otras fuentes son más claras sobre la localización de las Cassitérides. Así, Posidonio en Diodoro (V.38): Se
produce también estaño en muchos lugares de Iberia, el cual se encuentra no en la superficie, como
algunos han repetido en las historias, sino extrayéndolo bajo de ella y fundiéndolo como la plata y el oro. En
la región más arriba de la tierra lusitana, en las islas oceánicas próximas a Iberia, hay muchos yacimientos
de estaño por lo que éstas son llamadas Kattitérides. También se lleva mucho de las Islas Británicas a la
Gallatia, situada enfrente, transportándolo los comerciantes a través del interior de la Keltiké, a lomo de
caballo hasta Massalia y hasta la ciudad llamada Narbo.
Este texto es claro. El estaño se recogía en la tierra que está encima de Lusitania, es decir, en el noroeste
hispano, en unas islas situadas en el interior del Océano, próximas a Iberia, en las que hay muchos
yacimientos de estaño. Las Cassitérides se encontraban enfrente de Gallaecia. Afirma Posidonio,
tajantemente, que al mismo tiempo, el estaño de Britannia a través de la Céltica (Galia) llegaba a Marsella.
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(24): Alfredo MEDEROS MARTÍN en separata: ANEJOS DE AE SPALXII Merida 2012 -Javier Jiménez
Ávila(ed.) SIDEREUM ANA IIEl río Guadiana en el Bronce Final (Mérida 2012)-
EL ORIGEN DE LAS ESTELAS DECORADAS DEL SUROESTEDE LA PENÍNSULA IBÉRICA EN EL
BRONCE FINAL II(1325-1150 a.C.) (pag 417 y ss) // A. MEDEROS MARTÍN
(SIC): “Las estelas decoradas del Suroeste peninsular se hacen eco de una serie de novedades que se
introducen en el armamento europeo hacia el 1300 a.C. y que afectan a Grecia, Bohemia, la región
Carpática y la propia PenínsulaIbérica”.
Así -en el estudio antes citado- razona comparativamente las lanzas, espadas, puñales, escudos y cascos
que aparecen en las diferentes estelas. Hasta llegar a clasificar las más antiguas, pertenecientes al Bronce
Final I (alentejanas), de las más recientes -del Bronce Final II y III-, llamadas del “Sudoeste”. Utilizando
como primer modo de diferenciarla las técnicas para su labra; observando que las alentejanas están
esculpidas en altorrelieve, mientras las siguientes se hicieron simplemente golpeando o creando
incisiones sobre as piedras. Además nos indica que en las del Alentejo no existen representaciones
de lanza, casco, escudo o personas y animales; todo lo que las distingue por su simplicidad iconográfica
de sus “sucesoras” (las del Sudoeste), en las que veremos espejos, liras, carros y hasta bestias de tiro.
Más tarde, clasifica Mederos en su trabajo antes mencionado la iconografía y armamento
representado en las diferentes estelas, llegando a la conclusión de la enorme influencia oriental en
muchos de estos objetos (todo lo que demuestra la llegada de gentes venidas del Egeo o del Este
mediterráneo, quienes establecerían las modas y usos -entre ellos, el de fabricar estas losas-).
Aunque concluye que los escudos allí labrados, a su juicio son de origen y muy similares a los de
Irlanda, fechados en el Bronce Final I (anteriores al 1300 a.C.). Ante lo que hemos de añadir que todo
ello mostraría una vez más “la gran conexión” atlántica. Manifestando la evidencia de que si en
nuestra Península se hallan profusamente grabados escudos iguales a los de Irlanda; en esta isla
debieron aparecer los hombres y cultura pertenecientes a las tierras en que se labraron y
conservaron aquellas estelas. Losas extendidas principalmente en una zona que comprende: El Valle del
Tajo y Extremadura Oriental con la zona de la zona de las Beiras y Cáceres; la Sierra de lasVilluercas,
Toledo; Valle del Guadiana, el Zújar y comarca de La Serena; Ciudad Real y Valle del Guadalquivir
(25): Mariano Torres Ortiz // Complutum, 9, 1998: 49-60
LA CRONOLOGÍA ABSOLUTA EUROPEA Y EL INICIO DE LA COLONIZACIÓN FENICIA EN OCCIDENTE;
IMPLICACIONES CRONOLÓGICAS EN CHIPRE Y EL PRÓXIMO ORIENTE
(26): Sobre el tema de los periplos de Hannon y Himilcón. Ver fuentes en: Paléfato y Pomponio Mela.
junto a Plinio el Viejo (consultar al respecto: "La España de hace dos mil años, según P.Mela y P. el
Viejo", editado por Austral, bajo la dirección y comentarios de García y Bellido; MADRID 1987). Hist.
Nat Plinio el Viejo, Lib II 169 y Lib. V, 8 y ss.
DECÍAMOS EN OTRO DE NUESTROS ARTÍCULOS SOBRE LAS EXPEDICIONES DE HANNÓN Y
HIMILKÓN, REALIZADAS ENTRE EL 450 Y EL 425 a.C. POR EL ATLÁNTICO; PARA BUSCAR Y
ENCONTRAR LAS RUTAS DEL METAL QUE ANTES SEGUÍAN LOS TARTESSIOS Y LOS COLONOS EN
TIEMPOS PREVIOS A LOS FENICIOS:
“el periplo que seguirían estos buscadores de estaño (viniendo de Oriente Medio, para cruzar el Estrecho y
navegar por el Océano); es prácticamente igual al que realizaron los generales cartagineses Himilcón y
Hannon, entre el 450 y el 425 a.C. -tras conquistar los púnicos nuestras tierras-. Un viaje documentado, en
el que los navegantes de Cartago intentaron redescubrir la ruta de los metales atlánticos; que se sabía
ocultada durante siglos y que denominaban "el camino hacia las Cassitérides" . Singladura que llevaba
hasta las “fuentes del estaño”, de las que los fenicios conocían su existencia, tras años de comercio con
Tartessos; aunque desconocían su situación real. Por todo lo que Himilkón se dirigió desde Gadir hacia el
Norte; mientras que Hannon, después de cruzar el Estrecho, viajó por tierras africanas (poniendo rumbo el
Sur, buscando también aquellos misteriosos yacimientos). A mi juicio, tras haber hallado los cartagineses
esas minas de casiterita, oro, plata y estaño (en Galicia y las Islas Británicas); se apresuraron a firmar el
famoso tratado de Plus Ultra con Roma. Para proteger estas rutas que conducían hasta las fuentes de los
metales. Un acuerdo marítimo de fronteras que evitaba conflictos entre ambas potencias militares, con el
que se reparten las áreas de comercio y de dominio; dejando el Océano (con Tartessos, o lo que quedaba
de este), bajo la zona de influencia púnica. Por lo que en el año 509 a.C., el senado de Roma y Cartago
sellan ese pacto denominado Plus Ultra; a través del que se impedía a los del Lacio navegar más allá del
Estrecho de Gibraltar, salvo en caso de naufragio (permitiendo permanecer tan solo cinco días en tierras "al
Oeste del Bello Promontorio", a todo barco accidentado o perdido, romano).
(27): CITA DE IDEM OP. (2) pag 86; mencionando a (Boaretto etal. 2005; Sharon et al. 2005)
(28): Sigue diciendo el prof. Blázquez: "La riqueza minera de Hispania está confirmada por Diodoro
Sículo (V.36); por Plinio (NH III.30; IV.11); por Trogo Pompeyo (Iust. XLIV.2) y por Floro (II.33.59), etc.
La riqueza de Hispania en oro y plata queda bien patente en el botín que P. Cornelio Escipión tomó en
Carthago Nova, compuesto (Liv. XXVI.47) de 276 páteras de oro de una libra de peso cada una; de 18.300
libras de plata trabajada o acuñada y de gran número de vasos de plata. Estrabón (V.1.12) escribe que las
minas de Iberia y de la Céltica son más productivas que las de Italia, por eso no se explotaban ya. Plinio
(NH III.30) defiende tajantemente que Hispania entera abunda en yacimientos de plomo, hierro, cobre, plata
y oro. La Provincia Citerior producía piedra especular, y la Bética, minio. Había también canteras de
mármol. Diodoro (V.35.3) afirma que la plata era el metal más buscado por los fenicios, que la
intercambiaban por aceite, y que llenaron Grecia, Asia y otras regiones de los minerales de Hispania”.
(SIC): EL IMPACTO DE LA HISPANIA ROMANA EN LA ECONOMÍA DEL IMPERIO ROMANO
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Explotaciones mineras en el Mediterráneo a finales de la República Romana. Las minas de
Macedonia (Conferencia I)
http://www.colegiodeemeritos.es/docs/repositorio//es_ES//Cursos_2011/lec_1_blazquez_explotaciones_min
eras_en_el_mediterraneo.pdf
(29): LAS RELACIONES MEDITERRÁNEAS EN EL II MILENIO AC Y COMIENZOS DEL I EN LA ALTA
ANDALUCÍA Y EL PROBLEMA DE LA ‘PRECOLONIZACIÓN’ FENICIA
José Luis López Castro (pag 273 y ss)
Separata de: Contacto cultural entre el Mediterráneo y el Atlántico (siglos XII-VIII ane) La precolonización a
debate // VV. AA. Coordinación: S. Celestino, N. Rafel y X.-L. Armada // CONSEJO SUPERIOR DE
INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS // Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma // Madrid 2008
(dedicado a Xavier Dupré i Raventós -Barcelona 1956, Roma 2006-) /// (pag 273 y ss)
(30): IDEM OP. (29) pag 273 : "El concepto de precolonización en la Península Ibérica ha estado
determinado por la existencia del fenómeno colonial fenicio y ha dependido de los
problemas cronológicos que éste suscitaba desde que Tarradell empleara por primera vez el término en
1956, con el propósito de explicar el desfase cronológico existente entre las dataciones ofrecidas por las
fuentes clásicas para las fundaciones de Gádir y Lixus que las elevarían a 1100 a.C.y las fechas mucho
más tardías que ofrecía entonces la evidencia arqueológica (...) En lugar de precolonización, que implica un
vicio teleológico como es la consideración de la posterior colonización sería más sensato hablar de
contactos durante la Edad del Bronce o durante el II milenio a.C. El problema estriba en que admitimos los
contactos atlánticos pero dudamos de los mediterráneos o los sobrevaloramos, sin término medio”. (López
Castro PAG 273)
(31): IDEM OP. (29) pag 274: “Un Bronce Tardío postargárico comprendido entre 1615 a.C. y 1375/1350
a.C., con intervalos extremos en torno a c. 1700-1300 a.C. (Castro, Lull y Micó 1996: 171), al que seguiría
el Bronce Final del Sureste, datado entre c. 1300-920 a.C. (Castro, Lull y Micó 1996: 186 y n. 264) que
vendrían a reorganizar las periodizaciones anteriores propuestas anteriormente por otros investigadores
(Molina 1978) a partir de bases cronológicas absolutas independientes. (…) Para Andalucía Occidental el
Bronce Final Tartésico, coetáneo en líneas generales del Bronce Final del Sureste estaría comprendido en
el intervalo c. 1250-950 a.C., aunque sólo estaría bien documentado arqueológicamente entre 1150-900 cal
a.C. (Castro, Lull y Micó 1996: 207)” (…) “Entre 920 y 750 a.C. (Castro, Lull y Micó 1996: 193195) o a
partir de 890/800 (Mederos2005a: 307-310) como mínimo se situaría el intervalo cronológico de
la etapa inicial de la colonización fenicia de acuerdo con las series radiocarbónicas obtenidas en
asentamientos fenicios” (PAG 274) - López Castro Pag 274-
(32): IDEM OP. (29) pag 275
(33): IDEM OP. (29) PAG 280; CITANDO A (Castro, Lull y Micó: 120 ss).
(34): IDEM OP. (29) PAG 281: “La cronología del Tesoro de Villena oscila dependiendo de distintas
propuestas de datación que la aproximan incluso a la Edad del Hierro (Almagro Gorbea 1993a:
82, Perea 1994: 10), mientras que la mayoría de los investigadores la sitúan a finales del II milenio a.C. o en
todo caso alrededor del año 1000 a.C. (Schüle 1976, Molina González 1978: 203, Ruiz-Gálvez 1993: 49,
Mederos 1999a: 116-117). La datación del tesorillo de Cabezo Redondo se eleva algo hacia c. 1575-1400
a.C. (Mederos 1999a: 120) debido a las dataciones radiocarbónicas y a la secuencia del yacimiento, no
faltando quienes proponen una datación similar para ambas ocultaciones”. (SIC Pag. 281)
(35): El «Tesoro de Villena» y el «Tesorillo del Cabezo Redondo»
José María Soler García
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-tesoro-de-villena-y-el-tesorillo-del-cabezo-redondo-
0/html/004315a0-82b2-11df-acc7-002185ce6064_2.html
(36): IDEM OP. (29) PAG 281: “La llegada de importaciones mediterráneas a la Península Ibérica se ha
atribuido a navegantes micénicos, chipriotas, levantinos y sardos. Los hallazgos en Cerdeña y Sicilia (Ruiz
Gálvez 1993, 1998a, Mederos 1997b, 1999b, Cultraro 2005) de cerámicas micénicas por un lado, de
objetos de la metalurgia de tipo atlántico por otro y el hallazgo de importaciones micénicas en el Sur de
España sustentan la vinculación de estas redes mediterráneas. Las relaciones entre el área micénica del
Egeo y el área centro mediterránea, intensificadas desde el Heládico Final I, entre c. 1680 y 1580 a.C. en
adelante, puede seguirse mediante la distribución de materiales cerámicos micénicos que muestran la
existencia de una ruta marítima que ascendiendo por el Estrecho de Messina alcanzaría las islas Eolias y
Pelásgicas hasta llegar a Cerdeña, donde se documentan importaciones micénicas desde el Heládico Final
IIIA2, hacia 1415-1320 a.C., retornando luego a Sicilia a través de las islas Eolias (Mederos 1999b: 231-
233, 236)”. (SIC: PAG 281)
(37): IDEM OP. (29) PAG 281; CITANDO A Mederos 1999b: 242, RuizGálvez 2005a: 256 ss.
(38): IDEM OP. (29) PAG 282 CITANDO A Mederos 1997b: 116 ss, 2005b: 61-62
(39): IDEM OP. (29) PAG 282 CITANDO A Ruiz-Gálvez 1998a: 313 ss.
(39b): IDEM OP. (29) PAG 282 CITANDO A Soler 1987: 151
(40): Con el fin de poder comprender los valores de los siklos en la antigüedad y sus cambios,
ofrecemos una serie de valores hallados por mí mismo, a través de cubicar sus medidas terrestres.
De ello, pudimod obener el dato de que el tesoro de Villena y el de Cabezo Redondo estaban
relacionados con medidas egipcias y mesopotámicas de mediados del segundo milenio a.C.:
ANTIGUOS (tercer milenio y primera mitad del segundo a.C.):
Siglos del XXX al XXII a.C.
Codo Sumeriocaldeo del 2650 = aprox. 515 mm.
Tendría un Gin Sumerio Caldeo de aprx. = 8,277 ? (en base al Shaty)
Codo Real impuesto por Imnhotep en el XVIII a.C. = 523 mm
Shaty impuesto por Imnhotep en el XVIII a.C. = 7,45 gramos
Siglos del XXII al XVI a.C.
Codo Gudea = 498 milímetros // Gin Gudea inicial = 8,3 gramos
Pié Sumerio = 332 milímetros // Doble siklo Sumer = 16,6 gramos
Equiparables entre Egipto y Mesopotamia (9 Gin = 10 Shaty):
Codo Gudea = 498 milímetros // Gin Gudea = 8,3 gramos
Codo Real Egipto = 523,448 milímetros // Shaty antiguo = 7,47 gramos
Equiparables entre Egipto y Mesopotamia (10 Shaty = 9 Gin):
Codo Real Egipto Reino Medio = 524,14 milímetros // Shaty Medio = 7,5 gramos
Codo Gudea = 498,663 milímetros // Gin Gudea = 8,3333.... gramos
MEDIOS (segunda mitad, II milenio a.C.):
Siglos XVI al XI a.C. (Reino Nuevo y Babilonia)
Codo Real Egipto Reino Nuevo = 525 mm. // Shaty Imp. Nuevo = 7,53662 gramos.
Codo Sagrado hebreo = 525 mm. // Shekel = 11,25 gramos.
Mina de Ebla, Ugarit = 470 gramos aproximadamente
Pié Asirio = 329 mm. // Siklo asirio m. = 11,23 gramos.
Pié Babilonio = 330 mm. // Siklo asirio m. = 11,25 gramos. (igual anterior)
Codo Menor Persa = 495 mm. // Siklo babilonio m. = 11,25 gramos.
Codo Menor Hitita = 495 mm. // Shekel = ?
Codo Mayor Persa = 550 mm. // Siklo babilon. kàrsa = 8,333... g.
Siklo babilon. kàrsa = 83,33... g. equivalencia con (siklo-oro) = 7,5 g.
Pie Babilonia = 330 mm. // Siklo babilonio oro = 6,73 gramos.
Para el comercio entre Egipto, Oriente Medi., Mesopotamia y Anatolia:
Codo Vulgar = 450 mm. // Siklo-Oro = 7,5 gramos.
Desde el siglo XI que este Codo solo está en uso en Israel.
RECIENTES (Primera y segunda Edad del Hierro):
Codo Real Egipcio = 526 mm. // Shaty tardío = 7,58 gramos
Codo Vulgar babilonio = 495 mm // Siklo Babilonia = 6,737 gr.
Codo Persa = 550 mm // Siklo Persa kàrsa = 8,333... gr.
Siklo babilon. kàrsa = 8,333... g. equivalencia con (siklo-oro) = 7,5 g.
Medidas filisteas = hebraicas // siklo filisteo (pym) = 7,58 gr.
Codo Sagrado Israel = 525 mm // shekel hebreo = 11,37 gr.
Codo hitita = 495 mm // siklo minorasiático = 11,¿75? g.
Codo Cartago = 460 mm // siklo cartaginés = 7,2772 g.
Pié griego = 297 mm // Dracma = 4,54827 gramos.
Las medidas griegas son aplicables a Roma antes del II a.C.
Pié romano = 296 mm // Denario = 4,5024... gramos.
(41): IDEM OP. (29) PAG 283
(42): IDEM OP. (29) (PAG 284)
(43): "La contemporaneidad de cerámicas con decoración tipo Cogotas I y cerámicas micénicas y chipriotas
importadas en la Cuesta del Negro y el Llanete de los Moros, lejos de indicar la distribución de
importaciones mediterráneas asociado a la distribución de cerámicas de aquel horizonte meseteño como se
ha sugerido (Perlines y Blasco 1999: 473-475), estaría apuntando más bien a la existencia de unas mismas
redes de difusión entre las distintas sociedades del Bronce Tardío y Final a través de las que circularon
productos, tanto mediterráneos como atlánticos, aún suponiendo que todas las cerámicas con decoración
tipo Cogotas I fuesen foráneas" IDEM OP. (29) (PAG 286)
(44): IDEM OP. (29) ; PAG 287 y 288); CITANDO A (Alvar 1982, Koch 1984, 2004) y (Amadasi y
Guzzo 1986)

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