Вы находитесь на странице: 1из 17

Epistemología,

○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

filosofía de la mente y bioética


○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Trastornos por estrés y sus repercusiones neuropsicoendocrinológicas
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

Los Uros: apuntes para un estudio


del comportamiento gestual y espacial de
los indígenas aymara del lago Titicaca
Dulce María Bautista1

Resumen

El artículo recopila la experiencia de un estudio de campo realizado por la autora entre 1998
y 2000 en la región de Puno (Perú), exactamente en el lago Titicaca, donde vive la comunidad
indígena aymara, la cual ha construido su hábitat en islas flotantes hechas de juncos de
una especie vegetal llamada totora.

El uso de su espacio no tiene metas ni rutinas definidas. Lo utilizan donde se sienten bien y
cuando se cansan, levantan las amarras y se trasladan con su isla a otro lado del lago. Como
la totora es una fibra, se deteriora y por eso cada seis meses es remplazada por nueva fibra,
con lo cual el diseño de las viviendas cambia de tal manera que, pasados seis meses, no es
posible encontrar la misma isla. El carácter transeúnte implica que los usuarios de un
territorio varíen su cultura, pero los aymara, con su temperamento, conservan sus costum-
bres porque además su cambio de «lugar» es un ejercicio ritual de desplazamiento.

Respecto a su gestualidad, los aymara son huidizos, hablan en voz baja, en señal de respeto
por el extranjero, y su más alto grado de expresión corporal gira en torno de la venta de
objetos artesanales, de los cuales viven. De la misma forma como Mead y Bateson estudia-
ron el comportamiento de los habitantes de la isla de Bali para explicar conductas
esquizofrénicas, la isla de los Uros se presenta como un excelente campo de observación,
una enciclopedia natural que nos puede aportar nuevos registros en cuanto a un tema que,
día a día, no deja de sorprendernos y del cual, aún no se ha dicho la última palabra.

Palabras clave: kinésica, kinema, relaciones interpersonales, conducta espacial.

Title: The Uros: Notes for a Study of the Gestural and Spatial Behaviour of the Aymara
Indians from the Titicaca Lake.

○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

1 Magíster en literatura; investigadora-colaboradora del Menthal Research Institute (MRI),


de la Universidad de Palo Alto, California; profesora de Semiótica y de Argumentación en
las facultades de Comunicación y Diseño de la Pontificia Universidad Javeriana.

Revista Colombiana de Psiquiatría, vol. XXXIV / No. 1 / 2005 101


Bautista D.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

Abstract blos que ha construido su hábitat


en islas flotantes hechas de juncos
The article contents the experience about a de totora (especie vegetal resistente),
study do it by the author between 1998 and
que crecen en el mismo lago. La toto-
2000 in the Puno city (of peruvian country),
exactly in Titicaca’s lake, place where lives ra es una gramínea muy parecida al
aymara indigen community, which were been junco, en su forma y sus caracterís-
built it’s habitat in flotant islands that where ticas, aunque pertenecen a distintas
building with totora’s an special type of junk. familias. Posee, además, tallos flexi-
bles y largos que pueden alcanzar
The use of the space doesn’t have any golds
or define routes, they use the islands in
los tres metros de longitud. Es un
anywhere and when they are tired, the best recurso renovable utilizado como
option is rise of there anchor and go with it’s medio de transporte, pues las balsas
island to other place. son de totora y también se usan para
construir la vivienda. Datos recogi-
Ever sis months totora’s junk are replaced
dos en 1938 aseguran que canoas
and for that reason the design off the houses
change at all. Even six months people outside de apreciable tamaño hacían viajes
of the Titicaca’s lake couldn’t find the same entre las distintas localidades y al-
houses or islands. This special character canzaban a transportar hasta seis
gives to aymara people an unique tempera- toneladas. Los tallos secos sirven
ment basis of there strong culture. About
como leña y son alimento cuando se
gestuality, aymara people pretends be shy
talk in low tone in a respect sign to the foreign
les quita la corteza, de donde sale
and the best sign of corporal expression it’s una sustancia blanca y fibrosa que
around the sell of their arts that are they complementa la dieta2.
basis of own style life.
El lugar elegido para construir
As the same that Mead and Bateson descri-
la isla depende de la profundidad
bes schizophrenia in Bali’s people behaviors,
the Uro’s island appears as an excellent del lago y de la aceptación del pun-
observation community, a natural encyclo- to elegido3. Al recorrer las islas, el
pedia that gives to us a new record, there is visitante tiene la impresión de estar
not been write the last word about this topic flotando. La totora tejida hábilmente
an it is the reason of that study.
no sólo forma el piso de la isla, sino
Key words: kinetic, interpersonal relations,
que sirve para los techos, paredes y
spatial behavior. puertas de las viviendas. Los hom-
bres de la tribu se dedican a la nave-
gación doméstica y las mujeres
En la región de Puno (Perú), en tienen un trabajo complementario,
el lago Titicaca, habita la comunidad en el cual se destaca la manufactura
aymara, parte de un grupo de pue- de objetos artesanales que, en los

○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

2
Tomado de http://www.paradigma.cl/eco/uros.
3
Se denomina punto al lugar exacto del espacio donde se ejercita una acción.

102 Revista Colombiana de Psiquiatría, vol. XXXIV / No. 1 / 2005


Los Uros: apuntes para un estudio del comportamiento gestual y espacial de los indígenas aymara del lago Titicaca
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

últimos tiempos, se ha comerciali- se insertan los valores auténticos de


zado más a través del turismo. las comunidades.

Existe una gran tradición tribal Estos paquetes de significación,


que hace de este pueblo un grupo como lo dirían Lotman y Geertz,
humano con identidad propia y ca- cada quien en su momento, parten
racterísticas culturales que han so- de las consideraciones etnográficas,
brevivido desde la antigüedad en el pero van mucho más allá y se han
uso del espacio y en su navegación, convertido en campo privilegiado
que no tiene metas precisas ni ruti- para la semiótica. Ya definía Lotman
nas. Simplemente están en el sitio a la semiótica como una semiosfera,
o punto que más les gusta y cuando al explicar los límites de los referen-
se cansan alzan las amarras de su tes y sus significantes, no sólo como
isla y se van a otro lado. Los aymara la información codificada por las
dependen de la pesca, que no es comunidades, sino también como
muy abundante por las condiciones los elementos que motivan y permi-
del lago; sin embargo, igualmente, ten la interacción humana.
navegan en sus balsas y deambulan
sin rumbo definido buscando los Estudiar de qué forma se orga-
peces4. Por la utilización del espa- niza la comunidad en el espacio, qué
cio y por su gestualidad, este grupo tipo de gestualidad presenta, qué cla-
es interesante para la semiótica, se de símbolos modifican sus com-
pues aporta conceptos de cultura portamientos y de qué modo se es-
transeúnte. tablece o se interrumpe la interac-
ción —a mi modo de ver— supera la
Para comprender mejor el sen- mirada de inventario y centra el ejer-
tido de este artículo, es importante cicio en la exploración de nuevos
resaltar que la cultura, desde su campos donde los límites del emisor
ámbito evolutivo y por ende cam- y del receptor se vuelven cada vez
biante, permite entender las formas más pequeños para favorecer el en-
significativas que arman una ur- grandecimiento de la interacción co-
diembre desde la cual el interés por municativa. ¿Por qué es tan difícil
su interpretación se torna de gran entender el espacio como un elemen-
valor toda vez que es en ella donde to más del tránsito humano? ¿Por

○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

4
La persona que haya pasado alguna vez por la ribera de un río o laguna seguramente
habrá visto como parte natural del paisaje los juncos que crecen en sus orillas o en las
partes menos profundas. El hecho de que estén o no estos juncos sólo nos afecta en
cuanto a la modificación del paisaje; nos resultaría difícil imaginar que en cierta región del
lago Titicaca haya comunidades enteras que dependen de esa planta para su subsisten-
cia. (Cfr. http://members.ncbi.com /perou.uross.html).

Revista Colombiana de Psiquiatría, vol. XXXIV / No. 1 / 2005 103


Bautista D.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

qué ese tránsito se reduce en el tiem- culturales que manifiestan rasgos de


po y se sustituye por el placer de re- reserva hacia la interacción comu-
crear nuevas espacialidades? Tal vez nicativa, por lo menos hacia los ex-
porque, como lo diría Marc Augé, los traños. Y este aspecto es de especial
espacios se tornan anónimos en las interés para nosotros, porque es pre-
ciudades y en lugares como las islas cisamente en esas elaboraciones cul-
de los Uros; en cambio, esa espacia- turales donde se matizan los elemen-
lidad se vuelve ritual, exigente, mu- tos espaciales de la cultura Aymara.
cho más simbólica en razón de los
límites y las fronteras que imponen Estamos seguros de que es tan
aquellos territorios geográficamente rica esta comunidad, que sus apor-
pequeños, sin embargo, ello no sig- tes a la cosmovisión son incontables
nifica que los pequeños territorios y aún poco estudiados, pero el fenó-
sean menos valiosos o más anóni- meno del uso temporal de los obje-
mos para nuestro conocimiento. To- tos y los espacios es quizá el que
do lo contrario, enseñan esa estruc- mejor dice de su modus vivendi; por
tura que tiende a funcionar perfecta- eso no sólo consideramos las leyes
mente porque es también un reflejo de la significación, sino los alcan-
del locus mítico, del locus amenus ces que estas concepciones espacia-
buscado por la humanidad a través les pueden tener para estudios pos-
de su evolución. Y ha sido Mali- teriores, incluso, porque apenas se
nowsky, entre otros, quien ha contri- vislumbra esa posibilidad. La semió-
buido al estudio de la antropología tica es para los Uros, en el mejor
cultural, al incluir los temas de las concepto de Geertz, una actitud
multiplicidades, de las variables cul- interpretativa de significantes.
turales y de la interacción social de
los fenómenos. De esta suerte, ritos, Gregory Bateson y la Escuela de
creencias, aprendizajes (o deutero- Palo Alto estudian la interacción, en
aprendizajes, en el decir de Bateson), cuanto hecho, entre seres humanos,
temores, cultos, formas de elabora- independiente de las condiciones
ción del duelo, etc. constituyen mo- ideales de comunicación. Para llevar
delos de contextos que facilitan una a cabo esta lectura es preciso ana-
lectura del comportamiento de las lizar el contexto donde se desarro-
comunidades. llan los hechos de la comunidad y
los eventos comunicativos, por ello
El uso del espacio —por cierto se analiza el uso del espacio y las
tan restringido para los habitantes formas gestuales de los participan-
de las islas de los Uros— y la mani- tes en dicha interacción.
festación de una limitada kinésica
de actitud en apariencia sumisa, de- Dado que los hechos de la co-
pendiente, suponen construcciones municación humana son objetos de

104 Revista Colombiana de Psiquiatría, vol. XXXIV / No. 1 / 2005


Los Uros: apuntes para un estudio del comportamiento gestual y espacial de los indígenas aymara del lago Titicaca
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

análisis de variada naturaleza y que mente fuera del ámbito de perca-


dicha multiplicidad puede más bien tación —salvo, tal vez, cuando ta-
desvirtuar un objetivo único, lo cual les reglas se ven violadas—. Este
podría verse como una deficiencia, proceso determina o favorece a su
se hace indispensable limitar los vez una visión de sí y del mundo
campos de acción en cuanto a la que se incorpora al estilo del sujeto
observación de los fenómenos co- sin cuestionamiento y sin concien-
municativos. Por esta razón, el pre- cia de su existencia. Nadie nos en-
sente artículo cumple con la función seña específicamente cómo se com-
de leer las relaciones kinésicas y binan los mensajes verbales y los
proxémicas del campo interaccional gestuales, por ejemplo, pero de to-
de los aymara del lago Titicaca en das maneras se enseña y aprende.
su interacción con los visitantes o Nadie explica en qué consiste una
foráneos con quienes entablan co- coalición y cómo se propone y co-
municación. Pretende, además, rrige, pero su aprendizaje tiene lu-
mostrar el carácter limitado de la gar desde el mismo comienzo de la
interacción, toda vez que los códigos socialización, a través de la expe-
de interpretación desde ellos hasta riencia interaccional cotidiana(1).
los foráneos y viceversa están afec-
tados por la diferencia cultural. Se El universo simbólico de los
convierte este aspecto en un modo aymara de las islas flotantes de los
de distanciamiento. No obstante, Uros se refleja en su cotidianeidad.
por la identidad cultural de los Ya desde su concepción de la vida y
aymara y su aparente hermetismo la muerte, los espacios están regidos
verbal, se hace interesante recono- por un carácter mágico que rompe
cer el rasgo de comportamiento en las barreras entre lo rutinario y la
la interacción comunicativa entre la trascendencia, porque los muertos
comunidad y los visitantes de las continúan viviendo y desempeñan-
islas. Recordemos que: do sus actividades en el más allá,
que es aquí mismo, en el ahora del
El proceso de aprendizaje en que día a día. Una de las explicaciones
se ve envuelto el humano desde el puede darse en el hecho de que en
mismo momento de su nacimiento la comunidad no se entiende el ol-
transcurre en un medio que trans- vido respecto a los muertos, se les
mite información y modos de cali- recuerda permanentemente, ellos
brar dicha información, que ense- siguen ahí y no solamente en el
ña lenguajes y reglas acerca de di- terreno de la memoria y, más aún,
chos lenguajes, que va organizando pueden tomar posesión del cuerpo
la conducta del sujeto mediante de algún miembro de la comunidad
pautas regladas de interacción muy si las reglas de convivencia son
complejas, muy precisas, y total- violadas.

Revista Colombiana de Psiquiatría, vol. XXXIV / No. 1 / 2005 105


Bautista D.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

A los muertos se les teme y se ta en las formas de quienes ya mu-


les atribuyen poderes para causar rieron y se recrean en muñecos de
enfermedades sobre todo en los ni- pan que desfilan a lo largo de los
ños pero, asimismo, se les venera y días de baile a fines de octubre.
respeta porque están aquí, siguen
entre nosotros. Por eso los espacios Nadie parece tener en cuenta la
de los muertos juegan a estar sin palabra, ni siquiera durante las fes-
estar. De la misma forma, el funeral tividades, porque la comunidad en
aymara está marcado por compor- general apenas susurra, habla real-
tamientos donde la gestualidad ex- mente poco, realiza su interacción
presa dolor y euforia a la vez. Mien- de modo más gestual que verbal.
tras los hombres construyen el Incluso la crianza de los niños es
ataúd, ríen al tiempo que consumen un trabajo limitado casi exclusiva-
alcohol y coca, porque es un motivo mente a la madre y ni ella les habla
de diversión para ellos. Las mujeres, en presencia de otras personas. La
en cambio, lloran. Cuando el muerto crianza se limita al movimiento, las
es llevado a la tumba, el desplaza- palabras casi no existen. La mujer
miento del cadáver es objeto de jue- carga a su hijo a las espaldas, ama-
gos, chanzas, risas, incluso se des- rrado a una faja ancha hasta el pe-
pierta un cierto tipo de competencia ríodo del destete. Lo lleva fajado
por ver quién de los hombres sopor- también a él, pues se considera que
ta más tiempo el ataúd encima an- el niño es vulnerable a ser invadido
tes de entregarlo a su relevo. por los espíritus si no está fajado y
muy cubierto. Después, otros miem-
Pero los muertos no están se- bros se empiezan a acercar a él, para
pultados en las islas, sino en el con- expresarle afecto por medio de pe-
tinente. Esta ruptura espacial, sin queñas dádivas que, con el tiempo,
embargo, no hace que el muerto se los mismos jóvenes rechazan. Es el
vaya porque para los aymara conti- período para formar grupos de ami-
núa allí, presente en la isla, acom- gos que al crecer se convierten en
pañándolos todos los días, desde un novios y después en maridos y espo-
cierto límite que solamente se rompe sas, cuya interacción dura relativa-
en la fiesta de Todos los Santos, una mente poco tiempo, pues al compro-
celebración para dejar que los muer- meterse, desaparecen las expresio-
tos hablen a través de la música y nes gestuales de amor y se trans-
la danza, lo cual para los Aymara, forman en una especie de patrimo-
como para muchos otros pueblos de nio comunitario expresado y guar-
los Andes americanos, es un hecho dado a través de la camaradería.
parecido y muy importante. En tér-
minos generales, la gestualidad En la época del enamoramiento
para estas festividades se represen- son destacables los cantos amoro-

106 Revista Colombiana de Psiquiatría, vol. XXXIV / No. 1 / 2005


Los Uros: apuntes para un estudio del comportamiento gestual y espacial de los indígenas aymara del lago Titicaca
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

sos en los cuales el hombre, en oca- Aunque bajo llave te estés


siones, asume un papel retador y Aunque encerrada te halles,
amenaza con el abandono, mientras Si deseo, si quiero,
los cantos que involucran a las mu- En mis brazos llorarás,
jeres se refieren al desengaño. Por Si deseo, si quiero,
supuesto, no es la recopilación de Entre mis manos sufrirás. (2)
una conducta reiterativa de abando-
no o desengaño ya que, en términos Después, la expresividad y eufo-
generales, los hombres conservan ria del enamoramiento pasan a con-
su intención de continuar con su vertirse en una especie de silencio
‘amada’ y ellas hacen otro tanto. De compartido entre las mujeres ayma-
todas maneras, las manifestaciones ra. Estas formas de asumir el mun-
mencionadas y otras en las cuales do se ven reflejadas en los compor-
se comparan los amantes con ani- tamientos de los habitantes de las
males peligrosos o temidos por la islas de los Uros respecto a los visi-
comunidad son recurrentes, como tantes. Aunado a su tradición, este
en el caso que observamos a conti- modo de ser se convierte también
nuación, tomado de Alejandro Ortiz en una forma de cerrar su privaci-
Rescaniere, quien a su vez cita a dad y de expresar respeto y sumi-
Guamán Poma, el compilador del sión hacia el foráneo. Según Boas:
siguiente canto:
La cultura incluye todas las mani-
Alto punapi vicuñitas festaciones de los hábitos sociales
Alto punapi tarukitas de una comunidad, las reacciones
Manadachanmanta separakoqme, del individuo en la medida en que
kaspa se vean afectadas por las costum-
Manadachanmanta separakoqme, bres del grupo en que vive y los pro-
kaspa ductos de las actividades humanas
en cuanto a que son determinados
Vicuñita de altas punas por dichas costumbres. (3)
Venadito de altas punas
que sabe separarse de su manada Ésta es una de las maneras co-
que sabe separarse de su manada. (2) mo podemos intentar una explica-
ción para los modos de interactuar
“Al amante se le compara con de los aymara. ¿Se encuentran ellos
un animal salvaje. Ambos llevan afectados por la intromisión de otra
una vida solitaria, de vagabundeo, cultura en sus islas? ¿Nos afecta
lejos de los padres” (2). O la siguien- como visitantes su actitud casi her-
te, donde el hombre representa un mética? Hemos de pasar a leer al-
papel agresivo: gunos de sus símbolos.

Revista Colombiana de Psiquiatría, vol. XXXIV / No. 1 / 2005 107


Bautista D.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

El sentido de cultura global rios ya no pueden ser contenedores


y cultura transeúnte de una cultura (4).

En la actualidad, los fenómenos Así es como se explica por qué


de interculturalidad son de interés las culturas siempre están en hibri-
académico, porque los conceptos de dación. En términos generales, no
frontera cultural, territorio cultural son homogéneas y su garantía de
y límite cultural han variado osten- permanencia es precisamente esa
siblemente con la concepción de lo heterogeneidad, pues la cultura se
que casi, en términos de lugar co- enriquece, se transforma y moldea
mún, los especialistas en estudios elementos de significación de otras
culturales han llamado aldea global. culturas. Priman, entonces, las for-
Distancias y fronteras son términos mas significativas; por eso cuando
relativos si consideramos, además, las personas mudan de territorio
que el mundo virtual agrupa tam- también lo hacen de cultura. De es-
bién territorios culturales. Incluso, ta manera, unos y otros son “par-
el mismo término cultura, tan estu- cialmente distintos” y esto se mide
diado por los antropólogos, tiene en los rasgos de la gestualidad; en
hoy día tantas acepciones que resul- el uso del espacio, la lengua y el
ta imposible adoptar una de ellas habla, y, en fin, en aquellos elemen-
para delimitar las manifestaciones tos particularmente humanos.
culturales.
Para los aymara, el desplaza-
Las llamadas regiones o territo- miento viene dado por aconteci-
rios culturales se caracterizan, mientos extremos que afectan la
esencialmente, por estar en conti- vida comunitaria, por ejemplo, la
nua interacción. De la intensidad y muerte de alguno de sus miembros.
de la permanencia de dicha interac- Es diferente la concepción aymara
ción sobrevive, en parte, cada cul- de la vida, porque se encuentra liga-
tura. Por lo tanto, no hay duda de da a un espacio simbólico donde
que la cultura es la actividad común está presente una cierta hibridación
a los grupos humanos activos. Su espacial. Para ellos existen básica-
crecimiento y desarrollo dependen mente tres dimensiones, a saber, el
en buena medida de los significados pacha, entendido como un tiempo
y de las formas significativas regis- de época, que también es el univer-
tradas por la comunidad y que con- so, el cual se divide a su vez en los
servan en su territorio. Aunque la siguientes elementos: el alaxpacha,
comunidad o algunos de sus miem- que constituye un espacio eterno si-
bros se desplacen, el sistema signifi- milar al cielo de las culturas occi-
cativo irá con ellos y se adaptará a dentales; el akapacha, que es una
las circunstancias, pues los territo- forma verbal para expresar un es-

108 Revista Colombiana de Psiquiatría, vol. XXXIV / No. 1 / 2005


Los Uros: apuntes para un estudio del comportamiento gestual y espacial de los indígenas aymara del lago Titicaca
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

pacio donde es posible la “vida de de Jaqi Jaqi. Y se encuentra más


los muertos” y corresponde a los completamente guardada en la me-
deícticos ésta, éste, esto (sin embar- moria de los viejos, aunque reciente-
go, los vivos participan de este ca- mente se ha tratado de compilar en
rácter proximal de los objetos, má- libros (no olvidemos que la mayoría
xime cuando se refieren a un mundo de las culturas indígenas de América
en el cual las grandes distancias no han sido ágrafas). La vida es intoca-
existen, incluido el lago Titicaca, que ble por su carácter de perpetua y
no tiene fronteras para los indíge- comporta un sentido místico que re-
nas, pues los límites políticos se basa los espacios materiales para es-
cumplen casi exclusivamente para tablecer los trascendentes, en el sen-
los extranjeros), y la manq’apacha, tido de que existen planos por los
palabra que agrupa la comida como cuales trasiega el ser aún desencar-
objeto espacial para los muertos que nado y retorna una vez ha cumplido
se alimentan como en vida. el ciclo que tiene una forma de espi-
ral. Algunos autores afirman que el
Ese espacio sagrado ocupado concepto de espacio trascendente,
por los objetos dedicados a la comi- por el cual pasan los muertos, es cir-
da de los muertos es un territorio cular pero en realidad ésta sería una
al cual no pueden entrar los vivos, consideración válida si los muertos
pero es igualmente transitorio y está retornan a la vida.
por ello en permanente transforma-
ción. Lo anterior no significa que los Según los testimonios de los
vivos tengan prohibido el disfrute de aymara de las islas observadas, esta
estas tres dimensiones. La vida afirmación carece de sentido, por-
igualmente se expresa en términos que los muertos no resucitan (como
de vivir el momento, de acercarse, en la concepción judeocristiana),
de ocupar un lugar proximal, de re- sino que atraviesan distintos esta-
vivir para los muertos en el día de dios circulares donde van cumplien-
Todos los Santos, de la vida en sí do condiciones de viaje, pasaje, pa-
misma (que es espacio y lúdica), de saje-viaje, etc. Es pertinente acla-
vivir con alguien, de vivir para siem- rar también que el Jaqi es una espe-
pre o de ser humano. cie de cuerpo que engloba el ser y
las distintas potencialidades de su
La vida no tiene fin para los manifestación en los espacios y los
aymara; presenta unas ciertas leyes tiempos. De ahí que se insista en
que deben respetarse, por cuanto el que “el Aymara está dotado de dos
universo rige su armonía. El sistema principios vitales, esto conforme a
que compila estos principios consti- la concepción de vida-pasaje-viaje.
tuye una especie de ética que para Porque para los aymara el Jaqi no
los aymara se conoce con el nombre muere en el sentido cristiano del

Revista Colombiana de Psiquiatría, vol. XXXIV / No. 1 / 2005 109


Bautista D.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

término. Según esta concepción de tuos, de la perfección y de los prin-


la muerte (pasaje-viaje) se utiliza a cipios vitales.
menudo la palabra Chhaqhtaway-
xatanawa (se había perdido)” (5), Se constituye en un impulso (se
para significar que acaba de morir me ocurre pensar que parecido al
y se encuentra en una especie de Elan Vital) que impulsa sin ser im-
espacio límbico, mientras encuentra pulsado, pero ésta es una afirma-
el camino que a través de los ritos ción muy occidentalizada, aunque
logra hallar. Y otra expresión es se no encuentro otra forma más cerca-
irá o morirá, que antecede el final o na para expresar una interpretación
la agonía, lo cual supone que deben que nos sirva de momento al propó-
prepararse utensilios a modo de sito de aprehender las combinacio-
equipaje para que lleve el futuro nes entre las sustancias evoluciona-
muerto y así no esté mucho tiempo das, los espacios ilímites y las cir-
perdido en el espacio anónimo que cunstancias finitas, problemas
debe atravesar en primera instancia. planteados por la ruptura vista des-
de la cosmovisión aymara. Más aún,
Solamente cuando el cuerpo siendo el mundo material, finito, tan
trascendente se aparta del cuerpo limitado y aparentemente estrecho
físico, ocurre el pasaje o la muerte —ya hemos hecho referencia a la
como tal. Aquí surgen “dos procesos distribución de las pequeñas islas
lentos de pasaje-viaje [...] porque el y su contexto espacial—, se expli-
pasaje-viaje no se produce instantá- caría cómo la adopción y conserva-
neamente”, sino que el espíritu en ción del concepto de espacio ilímite
primera instancia toma la forma de podría explicar las diferencias y las
otro ser (no especifican los aymara dificultades de los espacios y las
cuál, si animal, humano o inmate- relaciones proximales existentes en
rial) y en esta nueva esencia se pa- la cotidianidad de los aymara.
tentiza “otro ser”, digamos, producto
de esa transformación, y queda otra Y hay más. El sentido de la vi-
esencia, la cual no se mezcla porque talidad, representado a través del
tiene el poder de la trascendencia concepto de espíritu esencial de las
definido este término como la pro- cosas que retornan a su origen, a
piedad de los cuerpos inmateriales su locus amenus, se ve reflejado en
de alcanzar el estado de mayor pure- la actitud que el aymara tiene res-
za o retornar a las esencias primeras pecto al concepto de actividad:
(explicado desde la teoría platónica
para entenderlo a nuestro modo ... porque es sabido por todos los
occidental) y esa esencia pasa a for- aymara que cuando observan a un
mar parte de los objetos de la tierra, hombre sin creatividad, sin inten-
del universo de los espacios perpe- ción, sin juicio, sin humor, sin

110 Revista Colombiana de Psiquiatría, vol. XXXIV / No. 1 / 2005


Los Uros: apuntes para un estudio del comportamiento gestual y espacial de los indígenas aymara del lago Titicaca
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

decisión ni voluntad, lo consideran mientras que el espacio, el estar, se


un ser enajenado que rompe con refiere con palabras relacionadas
los principios éticos del jaqi puesto con la forma Alex, ya mencionada,
que para ellos no puede existir es- para recrear una forma espacial de
cisión entre acto y pensamiento. (5) los muertos que interactúan con los
vivos y de los ritos consagrados a la
muerte. El verbo estar es de carác-
Algunos términos importantes ter trascendente, mientras el verbo
para definir el ejercicio ser es inmediato, se supedita a la
de la semiótica en la lectura condición deíctica. Por eso es impor-
de un fenómeno cultural tante resaltar que lo transeúnte en
la cultura refiere elementos que pa-
De acuerdo con cada una de las san de un estadio a otro en forma
manifestaciones de los grupos, en de espiral y de este modo se agru-
la interacción se presentan la kiné- pan los signos.
sica y la proxémica. Su lectura de-
pende de los significados y las for- Los signos, agrupados en siste-
mas significativas que la comunidad mas, se van haciendo complejos has-
registra, utiliza y conserva en su te- ta formar grandes cadenas que las
rritorio. La semiótica, como ejercicio comunidades actualizan, conservan
que estudia los principios de los sis- o eliminan según sus necesidades.
temas de signos, permite observar Por eso se habla de grados de com-
la cultura en sus diferentes manifes- plejización del signo. El código, por
taciones. El signo, como eje articula- otra parte, es un archivo de lengua-
dor de la significación, facilita que jes que da cuenta de los objetos se-
los grupos puedan entenderse. La mióticos, los cuales no son, en modo
agrupación de signos forma grandes alguno, tangibles (concretos, perci-
sistemas que determinan el ser, la bidos en la realidad inmediata de los
identidad cultural. Esto explica por intérpretes). Un objeto es una cate-
qué para cada comunidad las goría para designar la existencia de
mismas cosas del mundo significan algo que “existe para algo”.
distinto.
La kinésica es el código de los
Para los aymara el concepto de gestos que cobra significación cultu-
espacio está ligado al concepto de ralmente. La proxémica se refiere tan-
tránsito, de paso, y este paso está to al código de los espacios y sus usos
caracterizado por la ritualidad. Por como al de los objetos que intervienen
eso las palabras esto, ésta, éste to- en éste y en las relaciones del hombre
man el significado de ser (como ver- con su entorno. Por lo tanto, cuando
bo) para indicar que un objeto deno- se agrupan diferentes sistemas
minado éste existe en un ser ahí, semióticos, se crean los polisistemas,

Revista Colombiana de Psiquiatría, vol. XXXIV / No. 1 / 2005 111


Bautista D.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

que son conjuntos de sistemas com- se tornan callados o hablan muy


plejos que hacen parte del repertorio suave y su actitud es reticente y
cultural. Éstos se alimentan entre sí huidiza. Entre ellos son risueños y
y sobreviven los unos gracias a los de pocas palabras. Las relaciones
otros, formando una cadena que espaciales de los aymara son limita-
Lotman ha llamado semiosfera. das en cuanto a la interacción pro-
ximal, pues no existe diferenciación
En consecuencia, para enten- entre espacio personal y espacio so-
der el mundo, los individuos cultu- cial. Tal vez debido a que son tran-
rales construyen estrategias de in- seúntes, tienden a cambiar de lugar
terpretación. Entonces, ya que los dentro de la isla con mucha frecuen-
sistemas semióticos están inmersos cia y el concepto de tiempo está
en procesos sociales, los individuos igualmente supeditado al ahora de
deben esforzarse para realizar lectu- sus acciones inmediatas. El hecho
ras semióticas que superen la inme- de estar situados en cualquier parte
diatez de los fenómenos culturales, del lago hace que los habitantes de
esto es, “no existe nunca una situa- estas islas permanezcan largo tiem-
ción en la que funcione solamente po juntos, especialmente mujeres y
un repertorio para todas las posibles niños, pues los hombres salen muy
circunstancias de la sociedad” (6). temprano a pescar.

Interpretar el sistema de codifi-


cación kinésico-proxémico de una Comunicación verbal y no verbal
comunidad supone ir más allá del
código verbal y centrar la atención En cuanto a la expresión inter-
en la importancia, valoración y apro- activa del rostro, Birdwhistell afir-
piación de los gestos. Ray Birdwhis- ma que el rostro humano es capaz
tell afirma que “si bien el comporta- de hacer unas 250.000 expresiones
miento del movimiento corporal se distintas, de las cuales se han ela-
basa en la estructura fisiológica, los borado símbolos que hoy se aceptan
aspectos comunicativos de este com- internacionalmente y sirven para re-
portamiento están pautados por la conocer las señales del rostro más
experiencia social y cultural” (7). importantes. Cada una de éstas son
Para los aymara, la gestualidad de descodificables y representables
interacción es relativamente limitada gráficamente.
respecto al foráneo. Son evasivos en
la mirada y se concentran mucho La lectura del rostro supone
tiempo en las acciones que ejercen una interacción, entendido este tér-
sobre los objetos artesanales que mino como el momento en que un
venden. De alguna manera, mani- sujeto lee la expresión de otro sujeto
fiestan su timidez ante el extraño, y produce una respuesta. En prin-

112 Revista Colombiana de Psiquiatría, vol. XXXIV / No. 1 / 2005


Los Uros: apuntes para un estudio del comportamiento gestual y espacial de los indígenas aymara del lago Titicaca
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

cipio, podríamos decir que la inter- cha acción en relación con unos
acción es el efecto de la acción entre modelos actuales o pasados. (8)
los sujetos que intervienen en la co-
municación; en este caso, la comu- Este aspecto se refleja en el
nicación gestual vendría dada por comportamiento de los aymara, en
la lectura de los gestos producidos sus ritos fúnebres y en sus carna-
por los interactuantes en un proceso vales de amor. De los primeros he-
significativo donde el rostro marca mos hablado suficientemente para
el principio de una comunicación. explicar que existen espacios en for-
ma de espiral y que actúan en el
En situaciones de conversación tránsito a la manera de ciclos por
real, según Birdwhistell, el rostro no cumplirse en una cadena infinita de
puede mantenerse inmóvil. Esto im- interacción y que los vivos reflejan
plica que, necesariamente, se pro- con risas y chanzas el sentido de
duzcan cambios en el resto de la duelo mientras construyen los ataú-
postura y lo mismo en la cabeza, así des o cuando los llevan al continen-
como en la posición de las manos y te, en tanto las mujeres lloran.
los pies. Por lo tanto, el gesto no es
un acto congelado, sino el resultado En los ritos amatorios, los ayma-
de un conjunto de estados internos ra demuestran gestos desafiantes
y representaciones externas de es- cuando avanzan hacia el territorio
tos estados en el tiempo y en el es- de la mujer en señal de dominación
pacio, lo cual nos lleva a pensar en y estos gestos vienen apoyados por
el gesto como en el principio y final códigos verbales que los reiteran,
del movimiento. Por ende, el movi- como ya lo mencionamos más arri-
miento es el eje de la interacción, ba. También se presenta una inter-
siempre que haya un receptor que acción más marcada en las manos y
lo decodifique o interprete, es decir, la mirada se fija en los ojos de la
cuando establece comunicación: pareja, porque, como hemos venido
diciendo, en el resto del tiempo los
En consecuencia, éste puede ser aymara son de mirada evasiva. Los
definido como un movimiento signi- novios se ‘escapan’ muchas veces de
ficativo, es algo intencional y carga- las miradas sociales y se refugian en
do de sentido que pone en cuestión el continente o en lugares agrestes
toda la personalidad [...] Como dice y, cuando no pueden encontrarse a
H. L. Orlic: el gesto es la materia solas, expresan su emotividad a
prima del psiquismo, ya que éste través de la danza.
se halla integrado a la vez por la
puesta en tensión del organismo La comunicación verbal no es
que se dispone para la acción y por un ejercicio limitado, sino comple-
la anticipación del esquema de di- mentario de la interacción no verbal:

Revista Colombiana de Psiquiatría, vol. XXXIV / No. 1 / 2005 113


Bautista D.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

Una vez que el gesto expresivo que- mente a la cronología que nosotros
da ligado al estado de espíritu que manejamos o a la idealización de lo
lo ha desencadenado, la emoción o temporal, según parece en la verba-
estado de espíritu contrarios en- lización temporoespacial de los
gendran automáticamente la expre- aymara, entonces significa que debe-
sión contraria. Además, cada emo- mos acercarnos a la interpretación
ción va acompañada de una des- de estos signos de un modo menos
carga de expresión nerviosa que le estricto en el sentido de la sintaxis y
es propia, lo cual quiere decir que sí más propenso a la pragmática.
todo movimiento expresivo corres-
ponde a una emoción diferente. (8) Recordemos que, según Morris,
“el estudio de la comunicación hu-
Para los aymara, la comunica- mana puede subdividirse en tres
ción verbal es realmente limitada, áreas: la sintáctica, la semántica y
lo mismo que su utilización gestual. la pragmática”. Así aplicadas al mar-
No son muy expresivos con el rostro, co de la comunicación humana, la
son más bien repetitivos y les cuesta primera de estas tres áreas abarca
trabajo asimilar los gestos de otros, los problemas relativos a transmitir
en este caso los visitantes de las is- información y, por ende, constituye
las. Hablan el uro puqino combina- su ordenamiento. La segunda enten-
do con elementos quechuas y ayma- derá las cadenas relacionales de los
ras. Aunque los visitantes son bien campos asociativos y significativos
recibidos, eventualmente cohiben a de los contextos lingüísticos y la ter-
los nativos, lo cual influye en los cera implicaría la interacción en un
cambios comportamentales gestua- contexto marcado por la condición
les porque su cotidianeidad se ve cultural. A este último aspecto nos
invadida por formas culturales dis- referimos cuando tratamos los con-
tintas. Sin embargo, para expresar ceptos de espacio y tiempo mítico ac-
el término aquí los nativos señalan tualizados por la comunidad aymara
el suelo y dicen ya, ahora, etc. Es en su verbalización.
decir, el tiempo y el espacio están
estrechamente ligados para ellos y La kinésica o estudio de los ges-
esto implica que el intérprete de su tos como base del comportamiento
cultura pregunte continuamente no verbal se legitima en distintas
qué quieren decir, pues no se sabe concepciones del cuerpo y sus rela-
a veces si hablan en términos de ciones interespaciales y, por exten-
tiempo o de espacio. Desde el punto sión, interculturales. De ahí se des-
de vista de la teoría del mito, pode- prende la necesidad de establecer
mos afirmar que, como el espacio la delimitación de los patrones com-
mítico es atemporal y esta condición portamentales de los sujetos, asimi-
de atemporalidad se refiere estricta- lados por las diversas culturas. El

114 Revista Colombiana de Psiquiatría, vol. XXXIV / No. 1 / 2005


Los Uros: apuntes para un estudio del comportamiento gestual y espacial de los indígenas aymara del lago Titicaca
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

gesto expresivo, en particular el de nales. El cortejo y la conducta so-


agresión, centra su atención en el cial son como lo hemos dicho, rela-
‘otro’, como receptor del flujo comu- tivamente limitados. No se observan
nicativo. actos agresivos sino su imitación; en
términos generales, la vida de los
Darwin plantea que la expresión aymara es pacífica y rutinaria a los
gestual tiene amplia consideración ojos de los foráneos.
en la vida social. Así como existen
gestos universales como la sonrisa,
existen algunos otros que constitu- Papel de los significados
yen sistemas más elaborados de
comportamientos que denotan una Los significados y las formas
cierta particularidad cultural. En significativas son el esqueleto de
cuanto a los gestos, podemos ob- una cultura, esto es, conforman su
servar que las conductas ritualiza- autonomía, en palabras de Mali-
das o estereotipadas “suelen hallar- nowski. Así se dan las tradiciones
se en todos los pertenecientes a una de los pueblos y éstas se reflejan en
misma especie e intervienen esen- los actos cotidianos. Para los ayma-
cialmente en tres campos: el de las ra, la barca, además de ser su vehí-
atenciones para con los hijos, el de culo más importante para garanti-
la manera de cortejar y el de la con- zar la supervivencia, significa una
ducta social, en particular en lo que deidad. Está hecha con una cabeza
atañe al saludo y a los contactos ya de felino, el animal sagrado que evo-
que tienden a establecer y a con- ca al dios-puma, señor de las aguas
servar la armonía dentro de las re- del lago, adorado por los nativos
laciones sociales” (citado por Kosto- desde la época precolombina. Ex-
lany). Respecto a las atenciones con puesto lo anterior, es imposible des-
los hijos, los aymara son poco dedi- ligar su arte y su cotidianeidad de
cados a la crianza: las mujeres los la concepción religiosa de su tradi-
amamantan un largo período, pero ción cultural, la cual se expresa en
no les hablan ni los miran mientras imágenes más que en palabras y se
los alimentan. No tienen la costum- transmite de esta manera: “toda la
bre de acariciarlos, sino que cum- tradición tribal, toda la estructura
plen el ritual de alimentación de for- de la sociedad, está incrustada en
ma silenciosa y aparentemente dis- el más escurridizo de los materiales:
traída. Los niños crecen junto a las el ser humano [...] las normas de las
madres y cuando son varones aban- instituciones indígenas son el resul-
donan la choza para ir junto a sus tado automático de la interacción de
padres en busca de peces. Las ni- las fuerzas mentales de la tradición
ñas, en cambio, siguen las costum- y las condiciones materiales del
bres maternas de labores artesa- medio ambiente”.

Revista Colombiana de Psiquiatría, vol. XXXIV / No. 1 / 2005 115


Bautista D.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

El concepto de sufrimiento apa- existencia y sentido a su paso por


rece implícito en varios textos. El ci- el mundo. Explican igualmente que
clo de la vida tiene implicado el su- el uso y la adecuación del espacio
frimiento como una parte del trabajo cotidiano es apenas un pretexto pa-
propio de quien atraviesa los círcu- ra vivir lo que para nosotros es una
los concéntricos de la evolución. El fantasía o la recreación infantil de
fuego tiene el efecto purificador de los mitos humanos.
llevar el mensaje y los víveres más
allá del plano terrenal y, a la vez, es
significado de espejo con dos caras Bibliografía
una hacia el pasado y otra hacia el
1. Watzlawick P, et al. Teoría de la comuni-
futuro. Por esta razón, en los ritos cación Humana. Barcelona: Herder;
fúnebres se enciende un fuego (en 1997.
el continente, no en la isla flotante) 2. Ortiz Rescaniere A. El quechua y el ay-
mara. Madrid: Mapfre; 1992.
y el aspecto trascendente del jaqi ve 3. http://www.infopsiquiatria.com.
a través del humo el pasado y el 4. Hannerz Ü. Conexiones transnaciona-
futuro propio y el de la comunidad. les: cultura, gente, lugares. Madrid:
Cátedra-Frónesis; 1998.
5. http://htm.katari.org.com.
Como lo dijimos anteriormen- 6. Even-Zohar I. Teoría de los polisistemas.
te, esto es posible porque hay una 7. Birdwhistell R, et al. El lenguaje de la
expresión corporal. Barcelona: Gusta-
visión múltiple y mítica que es aná-
vo Gili; 1979.
loga a su condición atemporal. Los 8. Kostolany F. Los gestos. Madrid: Men-
objetos tienen el significado de los sajero; 1977.
espíritus hacia los cuales se orde- 9. Aumont J. La imagen. Buenos Aires: Pai-
dós; 1996.
nan. Son reflejos del mundo eterno 10. Barthes R. Mitologías. México: Siglo XXI;
y se hacen presentes gracias a la 1980.
creatividad de una mente, conocida 11. Barthes R. Elementos de semiología.
Madrid: Comunicaciones; 1973.
como la voluntad del universo, es 12. Bernstein B. Class, codes and control I:
decir, el pacha. La constante actitud theoretical studies towards a sociology
de renovación le da al tiempo “una of language. London: Routledge & Ke-
gan Paul; 1971.
importancia gravitacional [...] la vida 13. Bertucelli M. Qué es la pragmática. Bar-
siempre es un recorrido nuevo que celona: Paidós; 1996.
no es nuevo” —un tanto difícil de 14. Bourdieu P. Comentarios sobre televi-
sión. Prime, Publicaciones Electrónicas;
comprender para nosotros, pero que 2000.
desde la comprensión de la infini- 15. Casetti F. Introducción a la semiótica.
tud es posible—. Tal vez habría que Barcelona: Fontanella; 1980.
16. Cassetti F, Chio F di. Análisis de la tele-
entenderlo en el sentido de renova- visión: instrumentos, métodos y prácti-
do. Los significados, por lo tanto, cas de investigación. Barcelona:
cumplen el papel de hacer una her- Paidós; 1999.
17. Dayan D, Veyrat-Masson I. Espacios pú-
menéutica que la comunidad inter- blicos en imágenes. Barcelona: Gedisa;
preta para dar continuidad a su 1996.

116 Revista Colombiana de Psiquiatría, vol. XXXIV / No. 1 / 2005


Los Uros: apuntes para un estudio del comportamiento gestual y espacial de los indígenas aymara del lago Titicaca
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

18. De Toro F. Semiótica del teatro. Buenos 33. Marty C, Marty R. La semiótica: 99 res-
Aires: Galerna; 1992. puestas. Buenos Aires: Edicial; 1992.
19. De la Torre y Rizo G. El lenguaje de los 34. Mead M, et al. Ciencia y concepto de
símbolos gráficos. México: Noriega; raza: genética y conducta. Barcelona:
1992. Fontanella; 1972.
20. Derrida J. La desconstrucción en las 35. Moles A, Rohmer E. Sicología del es-
fronteras de la filosofía. Barcelona: pacio. Madrid: Ricardo Aguilera; 1972.
Paidós; 1996. 36. Moles A, Rohmer E. Teoría de los ac-
21. Fabbri P. Tácticas de los signos. Barce- tos. México: Trillas; 1983.
lona: Gedisa; 1995. 37. Moles A, Rohmer E. Micropsicología de
22. Flusser V. Los gestos. Barcelona: la vida cotidiana. México: Trillas; 1983
Herder; 1994. 38. Moles A, Rohmer E. Teoría de los obje-
23. Galabert MJ, et al. Diccionario de ges- tos. París: Ediciones Universitarias;
tos con sus giros más usuales. 4th ed. 1972.
Madrid: Edelsa; 1990. 39. Moles A, Rohmer E. El afiche en la so-
24. Gennari M. La educación estética: arte ciedad urbana. Buenos Aires: Paidós;
y literatura. Barcelona: Paidós; 1997. 1976.
25. Goffman E. Relations in public. Londres: 40. Mukarovsky J. Escritos de estética y se-
Pelican; 1972. miótica del arte. Barcelona: Gustavo
26. Hall ET. La dimensión oculta. Madrid: Gili; 1975.
Est. Adm. Local; 1996. 41. Pease A. El lenguaje del cuerpo. Bogo-
27. Halliday MAK. El lenguaje como semió- tá: Planeta; 1995.
tica social. Bogotá: Fondo de Cultura 42. Peirce C. La ciencia de la semiótica.
Económica; 1998. Buenos Aires: Nueva visión; 1974.
28. Jameson F, ZiZek S. Estudios cultura- 43. Segre C. Semiótica, historia y cultura.
les: reflexiones sobre el multicultura- Barcelona: Ariel; 1981.
lismo. Buenos Aires: Paidós; 1998. 44. Serrano S. La semiótica: una introduc-
29. Levi-Strauss C. La vía de las máscaras. ción a la teoría de los signos. Barcelona:
México: Siglo XXI; 1988. Montesinos; 1984.
30. Lotman I. La semiosfera I. Madrid: Cá- 45. Viqueira C. Percepción y cultura: un en-
tedra-Frónesis; 1996. foque ecológico. México: La Casa
31. Lotman I. La semiosfera II. Madrid: Cá- Chata; 1977.
tedra-Frónesis; 1998. 46. Virilio P. El último vehículo. En: Videocul-
32. Malinowski B. Los argonautas del pací- turas de fin de siglo. Madrid: Cátedra;
fico occidental: comercio y aventura 1990.
entre los indígenas de la Nueva Guinea 47. Watzlawick P, et al. Teoría de la comuni-
melanésica. Barcelona: Península; cación humana. Barcelona: Herder;
1995. 1995.

Recibido para publicación: 20 de agosto de 2004


Aceptado para publicación: 10 de marzo de 2005

Correspondencia
Dulce María Bautista
Cra. 20 Nº 54-63 Interior 1
Correo electrónico: dahamir@latinmail.com

Revista Colombiana de Psiquiatría, vol. XXXIV / No. 1 / 2005 117

Вам также может понравиться