Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
05-abr-11
Invitado por la Cátedra Alfonso Reyes del Tecnológico de Monterrey, como parte de su
Programa de Ética y Ciudadanía, el filósofo francés impartió la conferencia "Los deberes
de un profesional y ciudadano en la sociedad mundial de riesgo".
Hemos entrado en una sociedad global del riesgo. François Vallaeys atribuye este problema
a la manera irreflexiva en la que se ha hecho uso de la ciencia y de la tecnología.
"En Francia, el reporte del Instituto de Salud arroja que los diversos tipos de cáncer han
aumentado desde 1980. Si la sociedad francesa come bien, hay un buen servicio de salud,
¿entonces por qué pasa esto? Hace poco se realizó un análisis de la sangre de los diputados
y encontraron entre 40 y 60 productos tóxicos; también se analizó la sangre del cordón
umbilical de recién nacidos y se encontraron más de 40 productos tóxicos", explica.
Actualmente -agregó- hay alrededor de 100 mil productos químicos en uso y en venta, en el
mercado, de los que solo se han analizado los efectos de 5 mil. Nos estamos matando a
nosotros mismos. Vallaeys afirma que vivimos en una sociedad de riesgo, es decir, una
sociedad de clases que ya no se acota a un Estado, sino que es global; que se mueve por el
miedo; que padece sin distingo los peligros y efectos colaterales; que prácticamente no es
capaz de protegerse contra los riesgos porque no hay una conciencia generalizada de que
existen, el peligro se percibe de manera difusa y quienes pueden dar la alerta están
abstraídos o no les importa hacerlo obedeciendo a sus propios intereses.
Esto es causa de un desequilibrio entre los poderes que componen una sociedad. "Si bien el
poder jurídico-político de los Estados y el poder económico-político de las empresas
tienen un papel importante en la sociedad global, hay otros que se le están equiparando. El
poder científico-político de las ciencias es cada vez más importante porque ni las empresas
ni los estados pueden avanzar un paso sin la ciencia; otro poder que se ha levantado es el
poder ético-político de los movimientos ciudadanos que vigilan a estos otros tres poderes.
Lo ideal es un equilibrio entre ellos", afirma.
Sin embargo explica que esto no se ha podido lograr por las colusiones peligrosas que se
dan entre ellos; por ejemplo, entre el poder económico y el jurídico que generan corrupción.
Pero también hay colusiones entre el poder económico-político y el científico, que se deja
llevar por la rentabilidad que da la ciencia, lo que a largo plazo causa daños.
Como afirmaba Paul Valéry, 'el hombre sabe a menudo lo que hace. Nunca sabe qué hace
lo que él hace'; así que -asegura François Vallaeys- nuestra responsabilidad es cobrar
conciencia de lo que hacemos, y de lo que no hacemos. Es a fin de cuentas, tener y actuar
con Responsabilidad Social. ¿Pero, cómo hacerlo?
Hay un buen comienzo para actuar, y es que la definición y acciones derivadas de la
Responsabilidad Social ya son consensuadas en la norma ISO 26000 que se firmó en
apenas en septiembre de 2010 por 90 países y 40 organizaciones internacionales o
regionales, y que además no se limita sólo a los negocios, sino que se amplía a cualquier
otra organización.
El saber que se genera en la universidad ya no puede practicarse bajo una especie de Ley de
Gabor, que dice que todo lo que puede hacerse, se hará, sin importar las consecuencias. "Un
colega que es físico me comentó hace tiempo, antes de lo que pasó en Fukushima, que las
centrales nucleares le daban miedo, porque no había ninguna persona que supiera todo
sobre su funcionamiento; es el peligro de la hiperespecialización", cuenta Vallaeys.
Heidegger afirmaba que la ciencia no piensa. "No es que sea boba, sino que la actividad
científica no es reflexiva... por lo general un científico no sujeta su labor a preguntarse
sobre los efectos que se van a generar con su investigación, porque entonces sus preguntas
ya no serían científicas, serían éticas o filosóficas, pero no científicas; por eso la ciencia no
piensa. De ahí la importancia de que los científicos piensen y nosotros con ellos, porque
pueden producir cualquier cosa", dice.
La Universidad también debe revertir el uso del saber como mercancía. Sobre esto dice que
"la autonomía, la universalidad y la neutralidad del saber ya no están garantizados o
blindados contra los intereses privados y los fines lucrativos. El saber se ha vuelto
mercancía y una mercancía jamás tiene legitimidad en sí misma. Hace poco en Francia se
decidió sacar del mercado un medicamente que tenía efectos colaterales cuando ni siquiera
debió entrar al mercado, pero fue así, porque existía colusión entre la farmacéutica que lo
creó y algunos políticos que buscaban dinero".
Por otro lado, la Universidad debe evolucionar entrando a la política. En este sentido,
François Vallaeys dice que "la ciencia tiene que entrar en la política por la puerta de la
universidad; la universidad debe plantear reflexiones públicas sobre los riesgos que se
pueden producir por el ejercicio de las tecnociencias, construyendo un espacio público de
diálogo y argumento para controlar o evitar los riesgos. Y es que ni la política es tan sucia,
ni la ciencia tan limpia. Ambas deben convivir mediadas por la universidad".
De todo esto se puede deducir las habilidades profesionales y ciudadanas para lograr lo
anterior. François Vallaeys señala que van en tres direcciones: conciencia ecosistémica,
sinergia entre organizaciones y gestión de impactos. Esto, enmarcado en la esfera de las tres
dimensiones de la Ética planteadas por el filósofo francés y que corresponden, en la
primera dimensión está la persona como actor, y la Bondad como su acción; la de segunda
dimensión, corresponde a la Justicia, y es llevada a cabo en la sociedad; en la Ética de
tercera dimensión se incluye a las anteriores más el componente de Sostenibilidad, cuya
acción depende de la persona y la sociedad, es decir, de la especia humana. A través de
estas tres dimensiones de la ética, se logra la Responsabilidad Moral, en el eje de primera
dimensión; la Responsabilidad Jurídica, en la segunda dimensión; y en el eje de la tercera
dimensión, es donde se logra la Responsabilidad Social.
Otra manera en la que puede contribuir la Universidad y los profesionistas que genera a la
Responsabilidad Social, es a través de lo que se conoce como Economía Circular, que es la
economía de los recursos no renovables. "Trata de imitar a la naturaleza en el sentido de
que no hay desechos, sino que estos pueden ser el insumo de otra parte de la cadena o
industria, con producción limpia, haciendo una Ecoregión donde haya menos desechos y
que los que sean tratados, no generen daños. Así se utilizan flujos en lugar de stocks y hay
conciencia social", explica Vallaeys.
"Esta es la nueva Economía que hay que enseñar en la Universidad, con un enfoque en la
sinergia entre organizaciones y empresas. La economía de Milton Friedman ya no sirve, lo
siento… es inmoral. Esto implica un cambio radical, en el que las empresas deben aprender
a trabajar con las ONGs y viceversa. También es un cambio para los estudiantes, quienes
deben pensar cómo ser profesionistas responsables socialmente", señala.
Y dio el ejemplo de la diseñadora de IKEA, Mónica Mulder, quien creó la regadera para
plantas Vallo, pensando en una forma que permitiera su manejo y transportación para venta
que ahorrara combustible y evitara así daños ambientales al poder poner más contenedores
en el camión. "Lo importante es que antes de realizar el diseño, pensó en los efectos
colaterales de lo que iba a hacer. Antes. Hacia ahí debería dirigirse la formación de los
profesionales en las universidades. A que sus estudiantes reflexionen sobre lo que su
profesión provocará no solo en beneficios, sino también en daños a la sociedad", afirma.
Con todo esto, Vallaeys invitó a una última reflexión: "Tenemos que cuidar la casa,
sabiendo que esta casa, es nuestro planeta, y que en ella vivimos los seres humanos, y los
árboles, y los pájaros y las mariposas... y que, como dicen, estemos conscientes de que el
aleteo de una mariposa aquí, puede generar una tempestad al otro lado del mundo".