Вы находитесь на странице: 1из 2

¿Fanáticos de Cristo?

Hace unos días estaba con un grupo de cristianos recordando la vida de un santo canonizado
recientemente. Al terminar, uno de los participantes me preguntó: ¿y a este santo también lo
consideraron “fanático”? Otra persona que estaba a mi lado, rápidamente respondió que no. Su
respuesta suponía el significado más común de fanático como aquella persona que defiende con
tenacidad desmedida creencias u opiniones o que exagera en sus prácticas religiosas. Situándome
en quién era la persona que preguntaba, entendí porque hacia esa pregunta e intenté matizar la
respuesta. Es una persona que pertenece a un movimiento católico donde se promueve un
compromiso de vida, que se expresa, entre otras cosas, en dedicarle mucho tiempo a la oración, al
grupo, al servicio social, etc. Por este motivo, más de una vez ha sido tildado de “fanático” por
sus amigos e inclusive por sus propios hijos. Por eso su pregunta implicaba su situación
existencial. Teniendo en cuenta esto, le respondí que si por “fanático” entendíamos a alguien
entusiasmado profundamente por la causa del Evangelio, dicho santo sí había sido un fanático.
De todas maneras la pregunta me sirvió para continuar reflexionando sobre este tema y me parece
importante hacer algunos comentarios.
Algunas veces, los cristianos hemos ido moviéndonos como el péndulo. Del extremo de la
identificación Iglesia-Estado, donde todo ciudadano era cristiano y toda ley civil expresaba o
recibía el aval religioso (al menos en nuestro país la partida de bautismo o de matrimonio tenían
todos los efectos civiles y no era necesario ningún otro documento), estamos pasando a separar
radicalmente las dos instancias. Estos extremos pueden llevar a diversos tipos de fanatismos. Por
una parte, están los creyentes que tal vez cansados de la identificación Iglesia-Estado o de
experiencias negativas con la institución eclesial, van en contra de todo lo que suene a religioso.
Me atrevería a decir que son “fanáticos” de llevar la contraria a todo lo que pueda tener cualquier
expresión de fe. Conozco varias personas así: muy comprometidas con lo que hacen, pero con
una sensibilidad extrema para criticar cualquier cosa que tenga tinte eclesial y llega casi a
parecer, que ni tienen fe. No son capaces de reconocer todo lo positivo que también encierra la
experiencia eclesial actual. Por otra parte, están los creyentes que por no aceptar este nuevo
momento, corren el peligro de volverse “fanáticos” de su fe, exagerando, en algunos casos, sus
prácticas religiosas y condenando de antemano a todo aquel que pueda decir o hacer algo que
parezca contradecir las tradiciones religiosas. Ante estas posturas y todas las demás que se
podrían señalar, propias de nuestra limitación humana que nos hace ver, la mayoría de las veces,
solo una cara de la moneda, se hace urgente pedir la verdadera sabiduría del Espíritu para que nos
ayude a evitar los extremos y estar en el verdadero camino del seguimiento de Cristo. Lo que es
cierto es que el Evangelio es una Buena Noticia que busca siempre liberar a las personas de
cualquier esclavitud, sea ésta el tener una actitud siempre negativa contra todo lo eclesial o estar
siempre a la defensiva de cualquier idea nueva que pretenda actualizar la experiencia de fe. Se
nos olvida que Jesús interpeló profundamente a los escribas y fariseos por sentirse tan seguros de
su fe y no abrirse a la realidad del Padre que él les estaba revelando. Definitivamente, Jesús
anuncio un Dios que supera todos nuestros esquemas. Por lo tanto, lo ideal sería sentirnos
siempre en camino buscando encarnar en cada tiempo nuestra experiencia creyente. Hay que ser
fanáticos de Cristo, es decir entusiasmados y apasionados por el amor, el servicio, la entrega
generosa, el bien. Pero hay que buscar no ser fanáticos de nuestros esquemas, nuestras ideas
sobre Dios, nuestras tradiciones, nuestras certezas. El mundo ha cambiado y continuará
cambiando. Ser cristiano es estar en camino, en actitud de seguimiento. Para las posturas
extremas que señale anteriormente -que llegan a ser fanatismos-, podríamos decir, que aquellos
que rechazan todo lo religioso, más les valdría pensar que los cambios son posibles y que hay
mucha vida nueva en la Iglesia. A los que ven ataques a su fe en todo lo que suponga alguna
novedad, les sería mejor creer que siempre es posible abrirnos a nuevas expresiones, costumbres,
sensibilidades. En realidad, solo Dios tiene la verdad y lo que nosotros tenemos que hacer, es
vivirla sabiendo que siempre será de manera imperfecta, limitada, parcial. Sólo una actitud así,
nos permitirá vivir nuestra identidad cristiana en este mundo que definitivamente se nos impone
como un mundo plural.

Вам также может понравиться