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VISION TEOCENTRISTA Y ANTROPOCENTRISTA

A lo largo del tiempo el ser humano ha ido cambiando de pensamiento, de forma de


trabajar y forma de gobernar. En este bloque analizaremos como ocurrió este cambio
a través de los diversos movimientos sociales y las diferentes épocas. Analizaremos
movimientos como el “Teocentrismo” y el “Antropocentrismo”.
A pesar de la inmensa distancia acerca de la trascendencia de Dios, el hombre puede
relacionarse con el dejando ser un misterio el como lo han señalado algunas
religiones. No se puede negar que la vivencia concreta de nuestra relación con el
misterio sobre de quien es Dios no siempre cumple esa función. La tentación del
hombre de manipular al misterio estará siempre presente pero ese riesgo no invalida la
posibilidad y el hecho de verdaderas actitudes religiosas frente a la realidad de Dios,
como hacedor de todas las cosa y punto central de la creación (teocentrismo) frente a
la realidad humana nacida en el Renacimiento (antropocentrismo) que considera al
hombre como el centro del universo.
El teocentrismo es la doctrina según el cual Dios es el centro del Universo, el que rige
todo, todo fue creado por el, es dirigido por él y no existe ninguna razón más que el
deseo de Dios sobre la voluntad humana. Abarca todo lo que existe, incluso la razón
científica. Según cuenta la historia que con la caída del imperio romano de occidente
en el año 476, a manos de los bárbaros, siguieron trece siglos en donde el hombre no
fue artífice de la historia, no contaban con él escribirla, no contó como tal para en el
proceso histórico llamado Edad Media y por ello la historia se detuvo iniciando el
llamado Oscurantismo. Ahora bien, La iglesia católica romana que había imitado
administrativamente al imperio romano, pugnó instituciones y grados, detentando el
mayor poder concentrado de la época. El dogmatismo medieval imperante no posibilitó
la existencia de la filosofía, puesto que esta última disciplina tenía como fin (según
ellos) dejar a Dios de lado, para formular preguntas y plantear respuestas. En el
mundo medieval las respuestas las proporcionaba Dios por medio de una verdad
revelada a través de los textos evangélicos, (Sagradas Escrituras) causa por la cual el
hombre no buscaba la verdad, todo estaba escrito allí. En ese sentido, la filosofía
Aristotélica (escolástica) como movimiento teológico y filosófico intentó utilizar la
filosofía grecolatina clásica para comprender la revelación religiosa del cristianismo, el
cual se presentaba como un verdadero enigma ante los ojos del hombre.
El antropocentrismo es una corriente de pensamiento que afirma la posición central del
ser humano en el cosmos, es decir, el hombre como centro del universo. Se
caracteriza por una confianza en el hombre y todo lo que sea creación humana
(tecnologías, sabiduría, conciencia) y una preocupación por la existencia terrena y los
placeres que ofrece. Fue la doctrina nacida y dominante del Renacimiento dejando
entre dicho al teocentrismo de la Edad Media. En el Renacimiento el hombre queda
colocado en el centro del mundo (antropocentrismo) y la vida se considera digna de
ser vivida a fondo. La principal consecuencia de ello fue una revalorización del mundo
y del ser humano. Es la doctrina que hace al ser humano medida de todas las cosas,
su naturaleza y bienestar, son los principios de juicio según los que deben evaluarse
hacia los demás seres y la organización del mundo en su conjunto. La reanudación de
una visión antropocéntrica de la realidad la tenemos hoy día con el humanismo y por lo
tanto con la revolución copernicana. Esta revolución, repone el hombre al centro del
universo.
El Renacimiento fue un movimiento que hace hincapié en las ideas del mundo clásico,
ha sido descrito como el movimiento que dio fin a la época medieval y el anuncio de la
era moderna. El movimiento artístico cultural y el gran interés por los autores Romanos
y Griegos que vivieron antes de Cristo, pues fueron los artistas el primer eslabón para
que la tierra girará en torno al sol, es de tal manera que los artista dieron la autonomía
del hombre, su firme y sello en las grandes esculturas y pinturas de esa época.
Ciertamente que el feudalismo se despedazaba para que surgieran los estados
independientes (estados modernos) con la clase comercial. De la misma manera los
inventos revolucionaron el mundo de conocido con el descubrimiento de América,
como fue la imprenta y la brújula, el desarrollo científico alzó sus máquinas para llevar
al hombre al centro del universo. Los cambios estaban dando nuevo giro a la sociedad
de aquel tiempo, sin embargo, la iglesia católica no se salvó de estas innovaciones
como lo fue la reforma protestante, el hombre humanista veía un Dios distante y el
mismo se exaltaba. Además la literatura tomaba rumbos distintos en especial la lírica,
teatro, épicas, sin olvidar la riqueza del medio evo, entre ellos se destaca Dante con su
Divina Comedia. El renacer tocó los ámbitos de la educación en la academia, y los
nuevos descubrimientos en tal caso “la tierra gira alrededor del sol”.
El hombre es la medida de todas las cosas, es el centro del universo, y toda una
aljama para exaltar al ser humano. De este modo las esculturas vivificaban el
pensamiento del hombre, el cuerpo humano. Todo esto surgió en medio de
revoluciones, científicas, religiosa, cultural, económica, geográfico, filosófico, etc.
¿ANTROPOCENTRISMO O TEOCENTRISMO?
El catolicismo es decir el verdadero cristianismo es fundamentalmente una religión
divina. Si Dios se hizo hombre fue para en cierto modo divinizarlo para hacer que se
cumpla el alto destino de lo humano en su perfeccionamiento.
Por la revelación sabemos que el hombre es para Dios. La ley de Dios no está hecha a
la medida y agrado del hombre; ella tiende a elevarlo de acuerdo con su propia
naturaleza enraizada en Dios, venciendo su propia gravedad. La Religión no tiene por
fin primordial facilitar la vida sobre la tierra, sino guiar al hombre a través de los
obstáculos por la senda que lo lleva a la vida eterna. De allí que parezca a algunos en
ciertos casos inhumana, cuando en verdad es sobrenatural. El yo, de suyo egoísta,
únicamente por la gracia puede desinteresarse de sí propio. Y al perderse a sí mismo,
se gana en el plano superior, en el teocéntrico, en el auténtico.
No existe Dios para beneficio del hombre, aunque éste puede impetrar y recibir su
perdón y su auxilio. Fue creado el hombre para servir a Dios, para amarlo con toda su
alma y todas sus fuerzas.
El punto de referencia es Dios no el hombre aunque esto puede sonar duro en los
oídos de algunas personas que han olvidado el Cielo y el infierno y sólo saben de la
tierra y de la autoafirmación como instancia suprema. Es duro, pero es verdad, y “la
verdad os hará libres”: librará al hombre del hombre para que pueda ser de Dios. Las
palabras blandas, las que aseguran que lo esencial es la felicidad del hombre en la
tierra para que sea valle de pocas lágrimas en materia social, en materia económica,
en materia moral, en materia sexual, las palabras blandas digo no son palabras de
espíritu sino de eso, de materia; no son palabras de vida, sino de muerte.
Porque el hombre tiene una dimensión más que aquella natural en que se encuentran
razón y dignidad. La dimensión divina, aquella que no corresponde ni se sigue de la
esencia del hombre sino se debe a un don, a la gracia, que eleva al hombre a un
orden superior; y en ese orden superior se encuentra la fe. Aparte de todo lo humano
en ella, de lo que puede hacer el hombre por adquirirla y despertarla (motivos de
credibilidad, argumentación, ejemplos), en la fe lo decisivo es la gracia: Acto del
intelecto por el cual se adhiere a la verdad revelada, efectuase bajo el imperio de la
voluntad, movida por la gracia de Dios. Si este último y final resorte falta, todos los
demás son inútiles. Pero si irrumpe lo sobrenatural en nosotros, y con ello nosotros en
lo sobrenatural, entonces la voluntad que es libre- puede decidirse, y se decide, por
aquella posición que la razón humana no ve siempre como necesaria, y considera a
veces dura. Y al decidirse por ella inicia la senda de su justificación.
En conclusión el cambio de paradigma del teocentrismo al antropocentrismo (la
adoración papal había decrecido. La transición de la cultura medieval a la moderna se
concibe con frecuencia como un tránsito de una perspectiva filosófica y cultural
centrada en Dios a una centrada en el hombre aunque este modelo ha sido
reiteradamente cuestionado por numerosos autores que han intentado mostrar la
continuidad entre la perspectiva medieval y la renacentista.

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