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ENERO DE 2013
ISSN: 2254-3805
ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
RESUMEN
En el presente trabajo el autor se propone examinar la evolución que ha
seguido el reconocimiento del convenio arbitral intrasocietario en el De-
recho corporativo español, hasta llegar a la Ley 11/2011, de 20 de mayo,
por la que se modifica la Ley 60/2003, de 23 de diciembre, de Arbitraje, en
la que se reconoce el pacto arbitral intraestatutario; y, a la vista de este
reconocimiento, expone los avances incorporados por el legislador y tam-
bién sus silencios. Por extraño que parezca, el reconocimiento del arbitra-
je en el ámbito interno de las relaciones societarias ha estado muy cues-
tionado no solo en nuestro país sino también en países de nuestro entorno
como Italia y Alemania, no en cambio en los países anglosajones donde el
arbitraje corporativo apenas tiene restricción alguna. En nuestro ordena-
miento, después de una larga vicisitud tanto doctrinal como jurispruden-
cial, la citada Ley 11/2011 ha dedicado los arts. 11 bis y 11 ter al impro-
piamente denominado arbitraje estatutario, dejando algunas dudas como
son: si cabe el arbitraje ad hoc, sobre la falta de publicidad de la demanda
arbitral, si resulta necesaria o no la protocolización del laudo que declare
nulo un acuerdo inscribible, sobre el derecho de separación o no de los
socios que voten en contra de la inclusión de la sumisión a arbitraje. Fi-
nalmente, se señala en el trabajo la conveniencia que la UNCITRAL dicte
reglas con pretensión de universalidad para uniformar las divergencias
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ABSTRACT
In this paper the author will examine the evolution followed the recogni-
tion intrasocietario arbitration agreement in the Spanish corporate law up
to the Law 11/2011 of 20 May, amending Law 60/2003 of 23 December on
Arbitration, which recognizes the intraestatutario arbitration agreement.
In the light of this recognition, exposes the advances incorporated by the
legislator and also their silences. Recognition of arbitration in the domes-
tic corporate relations has been very questioned not only in our country
but also in neighboring countries such as Italy and Germany, nonetheless
in Anglo-Saxon countries where arbitration have no corporate restriction.
In our system, after a long vicissitude both doctrinal and jurisprudential,
the Law 11/2011 has dedicated the arts. 11 bis and 11 ter to incorrectly
called statutory arbitration, leaving some doubt as are: if ad hoc arbitra-
tion is possible, about the lack of publicity of the arbitration claim, if is
necessary to award the notarization of the agreement declared null regis-
trable, about the right of partners to vote against the inclusion of the sub-
mission to arbitration. Finally, the work stand out the convenience to make
rules by the UNCITRAL to standardize divergences that still exist between
national laws in order to intrasocietario arbitration.
Key words: Corporate arbitration, 11/2011 Law, Arbitration Law, Corpo-
ration, Statutory arbitration, intrasocietario agreement, Corporate bylaws,
registrable agreements, registrable award.
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SUMARIO
1. UN PROBLEMA DE DENOMINACIÓN.
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1. UN PROBLEMA DE DENOMINACIÓN
El art. 11 bis de la Ley 11/2011, de reforma de la Ley 60/2003, de Arbitraje, se
rotula arbitraje estatutario. Todos sabemos a qué tipo de arbitraje está hacien-
do referencia ese precepto: a las controversias que se den entre las socieda-
des de capital y los socios. Sin embargo, en este trabajo se ha optado por las
expresiones arbitraje intrasocietario y convenio arbitral intrasocietario, por
parecer que se ajusta más a la problemática que se plantea cuando los socios
incorporan en los estatutos sociales fundacionales o posteriormente en vida de
la sociedad, y mediante la correspondiente modificación estatutaria, el conve-
nio arbitral como medio de solucionar los conflictos entre la sociedad y los
socios.
Entendemos que las expresiones más corrientes tales como arbitraje estatuta-
rio o arbitraje societario, si bien no pueden calificarse de inapropiadas, sin
embargo, ni formal ni materialmente, se corresponden estrictamente con los
conflictos internos que se suscitan entre la sociedad y sus socios. Se puede
prever en los estatutos sociales que los conflictos entre la sociedad y terceros
se resuelvan por medio de arbitraje, y de hecho esta es un práctica corriente
que no plantea problemas. ¿Es este un arbitraje societario? Consideramos
que sí, porque está previsto el arbitraje en los estatutos, pero no es un arbitra-
je que sirva para solucionar los conflictos entre la sociedad y los socios. Por
esta razón y para delimitar correctamente el objeto de este trabajo relacionado
con los arts. 11 bis y 11 ter de la Ley 60/2003, es por lo que se ha optado por
las denominaciones de arbitraje intrasocietario y, en su caso, por convenio o
pacto arbitral intrasocietario o intraestatutario.
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1
DE CASTRO, El Arbitraje en la Lex Mercatoria, Anuario de Derecho Civil, T. XXXII, octubre-diciembre,
1979.
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2
Traducción castellana de Constitutions et altres drets de Catalunya. Libro II, Tít. XIII, por VIVES y
CEBRÍA, Barcelona, 1832, p. 155.
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3
OLIVENCIA, Una contradicción de los Revolucionarios de 1868: la regulación del arbitraje. Comunicación
presentada al Pleno de Académicos de Números RAJL, 19 de enero de 2009.
4
Vid. MERINO MERCHÁN, «El arbitraje en la Constitución de 1812». Spain Arbitration Review, número
14/2012, p. 33 y ss.
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ino Unido y las Uniform Arbitration Act y United States Federal Arbitration Act
de 2002, siempre como normas supletorias a la voluntad de las partes5.
En esas legislaciones no existe restricción alguna para el convenio arbitral
intrasocietario que pueda aplicarse a todo tipo de entidad, sean sociedades
abiertas o personalistas, estén cotizadas en bolsa o no; ni tampoco existe
prohibición alguna para la existencia del convenio intrasocietario atendiendo al
tipo de conflicto: en principio toda la materia societaria es disponible y someti-
ble al convenio arbitral; así como tampoco se distingue a efectos de una posi-
ble exclusión de arbitraje en materia de impugnación de acuerdos sociales
entre acuerdos nulos o anulables adoptados en junta general. Y, por supuesto,
de cara a los efectos vinculantes del convenio arbitral no se matiza entre so-
cios originarios y nuevos.
Frente a esa situación ideal del convenio intrasocietario, se encuentran los
países de nuestro entorno europeo, como son Francia, Alemania e Italia.
El ordenamiento francés es hoy en día el más próximo al anglosajón, ya que
su legislación, sin contar con una norma expresa al respecto, es francamente
favorable al arbitraje comercial y al intrasocietario en particular. Posiblemente
en ello haya influido la gran tradición que el arbitraje –forzoso– tuvo en Francia
para resolver las controversias entre comerciantes a partir de la Ordenanza de
1560 y sobre todo la de 1680, obligatoriedad que se mantendrá hasta finales
del siglo XIX en el que se establecieron los tribunales de comercio 6. Actual-
mente las fuentes del arbitraje intrasocietario en el país galo hay que buscar-
las en el Código Civil y el Libro IV del nuevo Código de Procedimiento Civil,
además de los artículos concordantes del Código de Comercio, siendo la últi-
ma reforma la Ordenanza de 8 de junio de 2006 y la Ley de 12 de mayo de
2001.
Un repaso a esas fuentes nos permite apreciar que no se encuentran objecio-
nes para el arbitraje intrasocietario, cualquiera que sea el tipo de sociedad en
la que se incluya el convenio; y tampoco pueden encontrarse limitaciones al
reconocimiento del arbitraje en materia de responsabilidad de los administra-
dores, disolución y liquidación de sociedades; en lo atinente a la impugnación
de acuerdos sociales el ordenamiento francés es francamente favorable al
convenio arbitral intrasocietario tanto para el conocimiento de las acciones de
5
ROBINSON. Arbitration and alternative dispute resolution, London, 2001. LANDRAU. L’arbitrage dans le
droit anglais et français compares. Université de París, Toulouse, p. 22 y ss. 1946. RODRÍGUEZ
ROBLERO. Impugnación de acuerdos sociales y arbitraje. P. 205 y ss. Ed. Bosch. 2010
6
CAPRASSE. Les Sociétés et L´arbitrage, p.148; MUÑOZ PLANAS. «Algunos problemas del arbitraje en
materia de sociedades mercantiles». En Estudios de Derecho Mercantil en homenaje a Rodrigo Uría,
Madrid, 1978.
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7
SANGIOVANNI. Le Clausole compromissorie Statutarie nel nuovo diritto societario italiano. Foro padano
(Foro pad.), 2005, II, cc. 1-28. RODRÍGUEZ ROBLERO, Op. cit. p. 134 y ss.
8
DANOVI. «L’arbitrato nella riforma del diritto processuale societario». Diritto e giurisprudenza Anno: 2004
- Volume: 119 - Fascicolo: 4.
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Resuelve así la nueva Ley una cuestión también muy debatida en torno al
régimen de mayorías exigibles, decantándose por una mayoría legal reforza-
da.
En definitiva, el ámbito objetivo de aplicación del convenio intrasocietario pue-
de concretarse en lo siguiente: 1) La existencia de una voluntad manifestada
en los estatutos sociales de someter cualquier litigio intrasocietario a arbitraje
(arts. 9.1, 11 bis 1 y 2 LA, 1261 CC y 28 LSC). 2) Que el carácter o contenido
patrimonial o no de la controversia ha dejado de ser criterio o parámetro defini-
tivo de referencia para su disponibilidad, siempre que el conflicto pueda redi-
mirse en términos económicamente evaluables. 3) Que el convenio arbitral
intrasocietario ha de hacerse figurar en los estatutos sociales, con el quórum
requerido en el art. 11 bis 2 LA. Si esto no es así, y el convenio arbitral no se
hace figurar de la forma requerida en los estatutos sociales, solo producirá
efectos, como acuerdo extra o para-estatutario, entre quienes lo pacten, pero
no obligará al resto de socios. 4) Que la validez y eficacia del convenio arbitral
intrasocietario es independiente de los estatutos sociales, y por tanto, separa-
ble de ellos. Es precisamente esta autonomía, como ya se sabe, la que otorga
poder al árbitro para decidir sobre su propia competencia cuando se planteen
por las partes excepciones relativas a la existencia o validez del convenio
arbitral intraestatutario (art. 22 LA). 5) Finalmente, la inscripción del convenio
arbitral intraestatutario, en el Registro Mercantil, asegura su publicidad convir-
tiéndolo en norma interna de la sociedad otorgándole eficacia erga homnes
frente a todos los socios.
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abril de 1998, tantas veces citadas. Por tanto, los socios futuros desde
el momento en que adquieran la acción o participación social quedan
adheridos a los estatutos sociales dado precisamente el carácter de pu-
blicidad registral que alcanza el convenio arbitral intrasocietario, y como
los nuevos socios manifiestan su voluntad de aceptar estos estatutos,
quedan sometidos al convenio.
3) Accionistas que no tengan la condición de socios, por no llevar a cabo la
correspondiente inscripción en el Libro de Registro de acciones nomina-
tivas, no quedarían afectados por el convenio arbitral inserto en los es-
tatutos de la mercantil hasta tanto no se produzca su inscripción en di-
cho Libro. El convenio arbitral intraestatutario no puede oponerse a
quien aún no tiene la condición de socio por el principio de la relatividad
de los negocios jurídicos (art. 1257 CC).
4) Socios que disienten de la introducción del convenio arbitral intrasocieta-
rio. A pesar de que se trata de una cuestión polémica, es claro que con
la redacción dada al art. 11 bis 2 de Ley de Arbitraje, si el convenio de
sumisión a arbitraje ha sido aprobado con el voto favorable de al menos
dos tercios de las acciones o de las participaciones, estos quedan obli-
gados al convenio arbitral intraestatutario; más adelante veremos si les
asiste o no el derecho de separación.
5) Socios que fueron excluidos de su voto. También quedarían excluidos,
en principio, del convenio arbitral, si, posteriormente impugnan los esta-
tutos que recogen el convenio por considerarlos ilegales (vid. SAP Va-
lencia, de 19 de abril de 2000).
6) Socios que niegan su condición de socios. Se está en el supuesto en el
que el conflicto recae sobre la propia condición de socio; y, así como el
Derecho francés excluye arbitrar tales controversias, el Derecho italia-
no, creemos que acertadamente, admite la arbitrabilidad de estos con-
flictos sobre la cualidad o no de socios, dejando la cuestión al árbitro
para que decida sobre el conflicto.
7) En cuanto a los administradores de la sociedad, es discutible si quedan
o no vinculados por el convenio arbitral. Puede, sin embargo, estable-
cerse la pauta estatutaria de que el arbitraje es de aplicación para re-
solver los conflictos entre el administrador y la sociedad, si se explicita
en los estatutos esta previsión y los administradores al aceptar su nom-
bramiento la aceptan. Este criterio es el mantenido por la RDGRN de 19
de febrero de 1998.
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dad, primero, por el de la mayoría ordinaria y, finalmente, por la del voto favo-
rable de, al menos, dos tercios de los votos correspondientes a las acciones o
a las participaciones en que se divida el capital social que es como aparece
definitivamente en el art. 11 bis.2 de la Ley 11/2011.
Al optar el legislador por esa mayoría cualificada ha impuesto el mismo requi-
sito para las sociedades anónimas y para las limitadas, sin distinguir entre
unas y otras. Esto resulta algo sorprendente, porque lo cierto es que la vigente
LSC establece mayorías reforzadas diferentes para uno y otro tipo de socie-
dades. Esta mayoría reforzada es derecho necesario, puede ser agravada
pero nunca disminuida. Parece claro que obtener el voto favorable de dos
tercios de los votos correspondientes a las participaciones de una sociedad de
responsabilidad limitada será mucho más fácil que para las sociedades anó-
nimas.
No se dice nada, en cambio, sobre el hipotético derecho de separación del
socio o accionista que vote en contra de la incorporación del convenio arbitral
intrasocietario que, como veremos más adelante, puede plantear cuestiones
de difícil solución, máxime si en los estatutos sociales no se prevé, de acuerdo
con el art. 347.1 LSC, como causa específica de separación distinta a las pre-
vistas legalmente (346 LSC). Mejor hubiera sido, desde luego, que la propia
Ley de Arbitraje hubiera previsto el derecho de separación, aunque siempre
queda abierto el reconocimiento de tal circunstancia por vía estatutaria (art.
347.1 LSC).
Interesa llamar la atención sobre el relevante papel que van a jugar notarios y
registradores en el arbitraje intrasocietario. Los fedatarios públicos, por su
inestimable función de asesoramiento de la legalidad que les obliga a controlar
la identidad y capacidad de los otorgantes y la validez del convenio arbitral
intrasocietario, advirtiendo sobre los necesarios requisitos que el mismo ha de
tener, poniendo de manifiesto, si procediese, la patología que pueda hacer
ineficaz el arbitraje previsto como medio alternativo de la jurisdicción del Esta-
do. Los registradores, su esencial papel desde el momento en que el Registro
Mercantil se constituye en destinatario de la inscripción de convenio arbitral
intrasocietario, otorgando a este la publicidad exigida por el CCo y el Regla-
mento del Registro Mercantil. La inscripción registral del convenio arbitral in-
trasocietario autoriza al registrador para calificar la legalidad de las formas
extrínsecas del documento a inscribir así como la capacidad y legitimación de
los otorgantes e incluso de la validez de su contenido (arts. 18.2 CCo y 6
RRM). No podrá, sin embargo, entrar a examinar si el convenio recae sobre
materias arbitrables o no, pues esta es una cuestión para la que únicamente
es competente el árbitro ex artículo 22 LA. En cuanto a la inscripción del laudo
en el Registro Mercantil, el registrador tiene también un importante papel que
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cumplir como señalan los arts. 155 a 157 RRM, no exento de problemas, co-
mo más adelante se indicará.
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para la fusión o absorción, así como sobre si se han cumplido o no los requisi-
tos y formalidades previstos en la Ley.
También la disolución, por las causas establecidas en los estatutos sociales,
puede ser objeto del pacto de arbitraje entre socios para dilucidar los conflictos
entre ellos, sobre si las condiciones estipuladas estatutariamente se han pro-
ducido o no.
Por tanto, con carácter general puede mantenerse siguiéndose la argumenta-
ción de la STS de 30 de noviembre de 2001, que la disolución de las socieda-
des mercantiles es materia perfectamente disponible por las partes y existien-
do convenio arbitral intrasocietario, no hay impedimento para que estas cues-
tiones no puedan resolverse por medio de arbitraje.
3) Arbitrabilidad e impugnación de acuerdos sociales. Esta cuestión que
fue tan polémica hasta 1998 (no obstante, se admitió la arbitrabilidad en las
tempranas sentencias del Tribunal Supremo de 26 de abril de 1905 y 9 de julio
de 1907; sin embargo, las de 15 de octubre de 1956, 27 de enero de 1968 y
21 de mayo de 1970, cambiaron el criterio, negando la posibilidad del arbitraje
societario en materia de impugnación de acuerdos sociales), dejó de serlo con
la tan citada RDGRN de 19 de febrero de 1998 y con la STS de 18 de abril del
mismo año; y, sobre todo, tras la publicación de la Ley 11/2011, de Reforma
de la Ley de Arbitraje, al incorporar en un nuevo apartado 3 del artículo 11 bis
de la Ley 60/2003, que: «Los estatutos sociales podrán establecer que la im-
pugnación de los acuerdos sociales por los socios o administradores, quede
sometida a la decisión de uno o varios árbitros, encomendándose la adminis-
tración del arbitraje y la designación de los árbitros a una institución arbitral».
Se despeja así cualquier duda sobre la arbitrabilidad de la impugnación de los
acuerdos sociales, pero en el bien entendido de que la prescripción contenida
en el apartado tercero del art. 11 bis, en el sentido de que podrá encomendar-
se este tipo de conflictos al arbitraje administrado, no constituye una condición
sine qua non o de obligado cumplimiento, sino que también podrán someterse
estos conflictos al arbitraje ad hoc, como se expondrá más adelante. Se com-
prenderá que tanto ese precepto como la Exposición de Motivos de la Ley
11/2011, pretenden recomendar el arbitraje administrado atendiendo a la ma-
yor garantía que ofrece el arbitraje institucional sobre el arbitraje ad hoc; pero
no deja de ser una recomendación útil para dar mayor estabilidad a la socie-
dad y a los socios.
No dice nada la nueva Ley 11/2011 sobre si cabe o no someter a arbitraje de
equidad, la impugnación de acuerdos sociales. Esta cuestión tampoco ha sido
pacífica dentro de la doctrina, dado el carácter imperativo de algunas normas
societarias aplicables a dicha materia. Pero lo cierto es que no se ha estable-
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lectura más atenta del precepto nos permite apreciar que no se excluye el
arbitraje ad hoc, ya que como señala VICENTE-ALMAZÁN9, el vocablo podrán
(«los estatutos sociales podrán establecer…»), se aplica, como un conjunto, a
la posibilidad de someterse en los estatutos al arbitraje, lo que es el arbitraje
estatutario, para el tipo particular de conflictos… pero no se obliga a hacerlo
de esta manera ni se excluye otra forma de establecer el arbitraje u otro tipo
de arbitraje. En definitiva, para ese comentarista, la finalidad pretendida por el
art. 11 bis.3 es favorecer el arbitraje institucional, por las ventajas que este
tiene con respecto al arbitraje ad hoc en la impugnación de acuerdos sociales.
Pero ello no limita que puedan arbitrarse estas controversias encomendándo-
se la solución a un árbitro ad hoc.
En consecuencia, por nuestra parte participamos del criterio de que el art. 11
bis.3 no es obstativo para que pueda aplicarse el arbitraje ad hoc a los conflic-
tos derivados de la impugnación de los acuerdos sociales. La crítica a este
precepto estriba en que debió expresarse sobre este aspecto en términos más
claros y nítidos sobre esta cuestión.
La segunda cuestión a la que nos queremos referir y sobre la que guarda si-
lencio el legislador es la falta de publicidad de la demanda arbitral presentada
en un conflicto intrasocietario. ¿Debe darse publicidad a la demanda arbitral
por la propia sociedad, una vez presentada ésta? Parece evidente que, inter-
puesta la demanda arbitral, asiste el derecho al resto de los socios a conocer-
la, tanto por sus hipotéticos efectos materiales como procesales, ya que puede
favorecer la acumulación con otras e incluso para que tenga lugar la interven-
ción de sujetos originariamente no demandantes ni demandados (art. 13 LEC),
o incluso para la intervención provocada (art. 14 LEC). Este silencio no se
encuentra en la legislación italiana, que exige que en los conflictos intrasocie-
tarios, se deposite la demanda arbitral en el Registro de la Empresa, con el fin
de asegurar la debida publicidad de la misma con respecto al resto de los
socios e incluso de terceros. A nuestro juicio este es el criterio que debió se-
guirse en la Ley 11/2011, por razones de seguridad jurídica.
La tercera cuestión hace referencia a si resulta necesario o no la protocoliza-
ción del laudo que declare nulo un acuerdo inscribible. La doctrina casi de
manera unánime se ha manifestado en el sentido de que no resulta preceptiva
la protocolización del laudo. No solo apoya esta tesis la Ley 60/2003, de Arbi-
traje, que eliminó la preceptiva protocolización notarial del laudo (art. 37.8 LA),
siguiendo la Ley Modelo UNCITRAL, sino también los precedentes parlamen-
tarios obrantes en la tramitación del proyecto de ley que en vías de diversas
9
VICENTE-ALMAZÁN. «La reforma de la Ley de Arbitraje: aspectos notariales y registrales». Rev. El
Notario del Siglo XXI, n.º 38, p. 21, julio-agosto 2011.
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enmiendas eliminaron el texto recogido en el art. 11 ter.1, inciso 2.º (será ne-
cesaria la protocolización del laudo para su inscripción en el Registro Mercantil
cuando el acuerdo anulado constase en documento notarial). La eliminación
en el texto definitivo de ese inciso es suficiente como para despejar cualquier
duda sobre la no obligatoriedad de la protocolización del laudo. Sin embargo,
no han faltado posiciones minoritarias que siguen defendiendo el carácter
preceptivo de la protocolización de laudo, o al menos de exigir que este último
se formalice en alguna titulación pública para que pueda tener acceso al Re-
gistro Mercantil de acuerdo con lo establecido en el art. 18.1 del CCo y del art.
95 del Reglamento del Registro Mercantil.
Por nuestra parte entendemos que al integrarse la Reforma 11/2011 en la Ley
General de Arbitraje de 2003, habrá que estarse a lo que esta establece al
respecto, y no es otra cosa que considerar la protocolización del laudo como
optativa y voluntaria. Otro punto distinto es que, cuando el laudo tenga que
inscribirse en el Registro, el registrador mercantil exija alguna forma de auten-
ticación del mismo, lo que bien puede hacerse ante el propio registrador o
solicitándose la ejecución del laudo, aunque esto segundo es someter al inte-
resado en la inscripción a un innecesario peregrinaje procesal.
Otro tema no exento de polémica y sobre el que también guarda silencio la
reforma contenida en la Ley 11/2011, es la atinente a la eficacia del convenio
arbitral intrasocietario respecto a los socios que voten en contra de su inclu-
sión en los estatutos sociales. ¿Pueden ejercer estos socios disconformes su
derecho a separarse de la sociedad? Un análisis ponderado de la cuestión nos
lleva a advertir que no son de aplicación al caso los supuestos concretos de
defensa previstos en los artículos 291 y 292 LSC, ya que estos están configu-
rados como reglas especiales de tutela de los socios para el caso de que se
creen nuevas obligaciones en virtud de una modificación estatutaria; pero es
claro que la incorporación en los estatutos sociales de un convenio arbitral
intrasocietario no es en modo alguno una «nueva obligación» que se le impo-
ne a los socios, sino que simplemente la utilización del equivalente jurisdiccio-
nal como medio de solucionar conflictos entre la sociedad y los socios o entre
estos entre sí. Pero así y todo, creemos que el legislador de la Reforma
11/2011, debería haber aclarado este punto, siguiéndose el modelo italiano,
para evitar manifestaciones emitidas por algunos autores, en el sentido de que
el art. 11 bis.2, es contrario al derecho fundamental a la tutela judicial efectiva
del art. 24.1 de la Constitución y que se encuentra abocado tarde o temprano
a enfrentarse a una cuestión de inconstitucionalidad conforme los arts. 163 CE
y 35 LOTC.
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