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Lucía Micaela Torterola 10 de mayo de 2018

Trabajo Práctico N° 3

El lingüista Walter J. Ong expone las principales diferencias entre oralidad y


escritura en su libro Oralidad y escritura: Tecnologías de la palabra (1982). Allí el autor
pone en escena, a partir de los estudios lingüísticos de Ferdinand de Saussure, la
influencia que tiene la oralidad y la escritura en los diferentes grupos humanos. Walter J.
Ong explica que el lenguaje es completamente oral, lo cual implica que hay una necesidad
en las sociedades de comunicarse y por lo tanto, es a través del lenguaje que se construyen
los significados que le dan sentido a la realidad. En principio es fácil distinguir la oralidad
de la escritura, como bien sabemos, la oralidad es la primera expresión del lenguaje verbal
humano, los hablantes de una comunidad la adquieren y desarrollan sólo por el hecho de
formar parte de dicha comunidad. En cambio, Ong, con respecto a la escritura, afirma su
aspecto artificial, la considera una tecnología, según el autor no es la primera
manifestación del lenguaje verbal humano sino un “sistema secundario de modelado”,
esto quiere decir que la escritura se adquiere a partir de una instrucción especial, es
necesario someterse a un proceso de formación, de entrenamiento y de práctica.

Los canales que utilizan escritura y oralidad son muy diferentes entre sí, para la
oralidad el canal es el aire y para la escritura suele ser un papel, pero además del medio
son muy diferentes en cuanto a las unidades que lo conforman, si bien se utilizan los
mismos signos o unidades de una lengua, en la oralidad lo que se producen son sonidos
articulados mientras que en la escritura el mensaje se transmite a través de signos gráficos:
grafemas y signos de puntuación. Los elementos de los que se dispone para construir el
mensaje son de carácter lingüístico (grafemas) o paralingüísticos (signos de puntuación,
espacios, sangrías, negrilla, subrayado, etc.). En este sentido, el mensaje escrito se
codificará según estos signos gráficos plasmados en un papel mientras que en el habla
entran en juego otras cuestiones: el mensaje se codifica haciendo uso de las cualidades
físicas del sonido: timbre, tono, intensidad y cantidad y se refuerza con recursos
adicionales como pausas, cambios de ritmo, entonación, de tono. La información se
complementa con gestos, ademanes, movimientos. (códigos extralingüísticos).

Si bien la escritura es de menor uso, práctica y frecuencia que la oralidad, es, al


mismo tiempo, más duradera y estable y tiene la capacidad de perdurar en el tiempo, no
así la oralidad que es fugaz. En este sentido, la escritura sirve a la humanidad como
reservorio de información y también encierra un potencial epistémico (cognitivo), nos
permite aprender, adquirir conocimiento, evaluarlo y transformarlo. Al tener medios de
Lucía Micaela Torterola 10 de mayo de 2018

transmisión y duración en el tiempo tan disímiles, también va a variar el tipo de receptor


de cada una. En consecuencia, la escritura tendrá llegada a un número más alto de
receptores mientras que en el caso de la oralidad es limitado.

Asimismo, la oralidad tiene lugar en un contexto situacional y físico, es decir, está


enmarcada por un conjunto de circunstancias de carácter social, discursivo, psicológico,
cultural, espacial y temporal. Estos contextos determinan el acto lingüístico, y es por ella
que gran parte de la significación en la oralidad no se encuentra dentro del texto sino fuera
de él, en el contexto. En la escritura, en cambio, carecemos de dicho contexto, establece
lo que se ha llamado un lenguaje “libre de contextos” o un discurso “autónomo”, es
trabajo del autor contextualizar al lector. Al tener una relación indirecta y mediata con su
receptor, no está sujeta tampoco a sufrir modificaciones. La oralidad permite desarrollar
destrezas comunicativas y cognitivas vinculadas a situaciones de intercambio oral, por lo
tanto, permite la interacción continua y está sujeta a sufrir modificaciones.

Es necesario afirmar también que la oralidad es menos refinada, más espontánea


y más descuidada que la escritura; esto conlleva a que los errores cometidos durante su
emisión posean poca censura social. Cuando escribimos por lo general tenemos un plan
de escritura y una organización previa, el acto de habla, en cambio, es mucho más
espontáneo y no requiere de una planeación previa. En la escritura se debe considerar lo
que se va a decir, cómo, para qué y a quién se le va a decir. El proceso incluye: invención,
redacción de borradores, puesta en texto, evaluación, revisión y edición. También es
necesaria una organización gramatical para lograr una mejor estructura, no se escribe
como se habla. En este sentido, la escritura es mucho más refinada y estructurada que la
oralidad y los errores que se cometen en la elaboración de textos escritos tienen una
censura social mucho mayor. Frente a esta censura social y, también, por su carácter
estructurado y organizado, la escritura es más conservadora que la oralidad. El carácter
espontáneo y coloquial de la oralidad hace que, al mismo tiempo, sea más dinámica e
innovadora que la escritura, aceptando así, por ejemplo, el uso de neologismos y de
expresiones coloquiales.
Lucía Micaela Torterola 10 de mayo de 2018

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