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Atrapados en la caverna
Nayeli Flores Farías, Escarleht Imigo Suazo, Yanira Merino Vera- 4°C
Valdivia, 23 de abril de 2018
En nuestro país existe un debate sin término sobre la legitimidad de la Constitución, puesto
que, en el ámbito jurídico si lo es, ya que fue llamado a un plebiscito que permitió su
promulgación. Por otro lado en el ámbito político y social no lo es, dado que no es
representativa, debido a que solo se enfoca en los deseos de una parte de la sociedad que
en este caso es la junta militar. Pero esto no solo ocurrió con la Constitución de 1980, sino
también se ve claramente desde la promulgación de la Constitución de 1925, en donde solo
un porcentaje de la población total tenía el derecho a poder votar, a su vez existía
demasiada población desinformada acerca de las votaciones.
La comisión Ortuzar estuvo encargada de redactar el texto institucional, que será aprobada
en 1980 mediante un plebiscito, en un contexto de múltiples anomalías electorales, como
no existía ningún tipo de control en el proceso eleccionario, la oposición no tuvo opción de
manifestarse a través de los medios de comunicación
Debido a su origen nos damos cuenta que era poco democrática y participativa, no
beneficiaba a toda la sociedad, por lo que no dejaba participar en la toma de decisiones.
Las ideologías políticas, solo tratan de solucionar problemas provocados por crisis sociales,
donde la única forma que ven las autoridades de solucionar la diversas rebeliones es a partir
de la creación de la Constitución. Desde esto nos surge la siguiente reflexión. Si la
Constitución es la caverna. ¿Estamos atrapados en ella?
En la actualidad prima el Estado de Derecho que tiene como base la Constitución, sus
principios fundamentales son proteger las libertades, supremacía constitucional e
interpretación conforme a la Constitución (nadie está sobre la ley), principio de
responsabilidad y legalidad (los organismos del estado son los responsables de respetar la
carta fundamental y garantizar el orden), principio del poder estatal en órganos diferentes,
principio de probidad y transparencia de la función pública (debe primar el interés público,
y la conducta que funcionaría debe ser moralmente intachable), este ha permitido la
preservación y profundización de la democracia en nuestro país.