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Capítulo II
Anna Lucia Campos
CAPÍTULO II
Introduciéndonos en el sistema
nervioso humano
Introducción
Capítulo II
Asimismo, cabe resaltar que los estudios que vienen realizando los
neuroanatomistas se basan en algunos enfoques conceptuales como por
ejemplo: i) el comparativo (estudia la evolución del cerebro y busca corre-
laciones entre las conductas y el funcionamiento más complejo del sistema
nervioso); ii) el evolutivo (que estudia los cambios en la estructura del
cerebro, a medida que este se va desarrollando a lo largo del ciclo vital de
un individuo); iii) el citoarquitectónico (que estudia la arquitectura cerebral
desde la estructura, tamaño, forma, conexiones y distribución de las células
en el cerebro); iv) el funcional (estudia la funcionalidad de diferentes áreas
del cerebro y su relación con la conducta). En la actualidad, además, pode-
mos observar que la neurociencia se ha especializado en diferentes niveles
de análisis que permiten entender al cerebro desde una unidad de estudio
en especial (molecular, celular, sistemas, conductual y cognitivo) permitien-
do así una análisis más sistemático y mejor controlado.
Capítulo II
para fundirse a nivel dorsal y formar el tubo neural. Este proceso que
apreciamos la placa neural combarse y convertirse en tubo neural es co-
nocido como neurulación. ¡Y todo esto ha ocurrido a solo unos 22 días
después de la fecundación! En esta etapa es de vital importancia la salud
física de la madre, ya que las investigaciones más recientes consideran que
una buena alimentación y un estado nutricional adecuado de la gestante,
puede ser de gran ayuda para el correcto cierre del tubo neural.
Capítulo II
consecuencia de una instrucción espacio temporal genéticamente
programada. La diferenciación de un neuroblasto en una neuro-
na, comienza con el crecimiento de extensiones desde el cuerpo
de la célula, llamadas neuritas. Las neuritas se van a diferenciar
estructural y funcionalmente en dos tipos: axones y dendritas.
La morfología final de una neurona dependerá en parte, de los
determinantes genéticos de su individualidad, y en parte de las
influencias de las otras células en el espacio intercelular.
Capítulo II
peña la función sensitiva de recoger y transmitir las señales de los
receptores de la luz, denominados fotorreceptores. Los nervios
ópticos derecho e izquierdo se dirigen a las zonas contrarias del
cerebro debido a que se cruzan.
• Oculomotor: También denominado motor ocular común, se en-
carga de la función motora de controlar los movimientos ocula-
res de “elevar – bajar” y de los párpados, así como de regular el
cierre de la pupila y el ajuste o acomodación del cristalino.
• Troclear: También llamado patético o motor ocular interno, des-
empeña la función motora de facilitar la rotación medial del glo-
bo ocular, es decir, la rotación que permite mirar hacia la punta
de la nariz.
• Trigémino: Se compone de tres ramas: rama oftálmica, rama
maxilar superior y rama maxilar inferior. Se encarga tanto de fun-
ciones sensitivas como motoras –detectar y transmitir informa-
ción del ojo, de los dientes y de la piel de la zona de la mejilla
y de la mandíbula, así como de controlar los músculos que se
encargan de la masticación–.
• Abductor: Se encarga de la función motora de regular la mirada
del ojo hacia el exterior.
• Facial: Desempeña funciones tanto sensoriales como motoras:
controla los músculos de las expresiones faciales, detecta y trans-
mite la información sensorial del paladar y la lengua, y estimula
las glándulas salivales y lacrimales.
• Vestibulococlear: También denominado estatoacústico, posee dos
ramas: el nervio acústico o coclear, y el nervio vestibular. Desem-
peña la función sensitiva de transmitir señales sensoriales del oído
interno, las cuales se relacionan con el sonido y el equilibrio.
• Glosofaríngeo: Se encarga de funciones motoras, como controlar
las glándulas salivales y el músculo superior que contrae la farin-
ge; y sensitivas, como transmitir señales sensoriales de la lengua
y la faringe.
• Vago: También denominado neumogástrico, desempeña funcio-
nes sensitivas y motoras, regulando la actividad de los órganos
del sistema digestivo, circulatorio y respiratorio. Estos compren-
den el esófago, el estómago, el hígado, el corazón, la faringe, la
laringe, la tráquea y los bronquios.
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Capítulo II
encarga de la función sensitivomotriz, recibe información sensorial de la
médula espinal, recibe información motora de la corteza cerebral y tam-
bién recibe información sobre el equilibrio desde el sistema vestibular en el
oído interno. Una lesión en esta área produce una seria discapacidad en el
control de los movimientos. El cerebelo además, tiene la función de regular
la fuerza de los movimientos y participa directamente en el aprendizaje de
las conductas motoras. El cerebelo también tiene una participación en el
mantenimiento de la postura y a la vez coordina los movimientos de la
cabeza y de los ojos.
El mesencéfalo es el com-
ponente más pequeño del tronco
encefálico y se compone de dos
partes. En primer lugar, el téctum –
zona dorsal del mesencéfalo– cuen-
ta con dos pares de prominencias
o ensanchamientos, denominados
tubérculos cuadrigéminos. El par
posterior –tubérculos cuadrigémi-
nos inferiores– posee una función
auditiva, mientras que el par ante-
rior –tubérculos cuadrigéminos su-
periores– está involucrado en una
función visual. No obstante, la fun-
ción del téctum va más allá: pro-
duce movimientos en relación con
las señales sensoriales. Un ejemplo
claro de esta función es la acción
de voltear la cabeza al escuchar un sonido, buscando el lugar en donde se
produjo. En segundo lugar, el tegmentum –zona ventral al téctum– es una
división atravesada por la formación reticular y diversos fascículos, que se
conforma de tres estructuras. La sustancia gris periacueductal es una sustan-
cia gris que se localiza alrededor del acueducto cerebral –canal que comu-
nica el tercer ventrículo con el cuarto– y funciona como mediador de los
efectos analgésicos de los fármacos. Las otras dos estructuras –la sustancia
negra y el núcleo rojo– son importantes para la función sensitivomotriz –la
sustancia negra es importante para iniciar el movimiento, mientras que el
núcleo rojo controla el movimiento de las extremidades–.
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Capítulo II
–lugar en donde convergen los nervios
ópticos– y los cuerpos mamilares –nú-
cleos esféricos situados en la parte infe-
rior del hipotálamo, que reenvían la in-
formación proveniente de la amígdala y
el hipocampo al tálamo. Otra estructura
del hipotálamo se llama núcleo supra-
quiasmático y se encarga, básicamente,
de regular el ciclo circadiano, es decir,
la conducta relacionada por el ciclo
diario luz–oscuridad. Pero no son solo
estas dos estructuras las que conforman
el diencéfalo. Aunque son las más im-
portantes, existe una tercera estructura
que lo compone: el epitálamo. Su fun-
ción no se conoce bien, pero la glándu-
la pineal, una de sus estructuras, tiene
implicaciones en la regulación del ritmo
circadiano.
Capítulo II
Cuando nos referimos a la corteza cerebral, en realidad, estamos
hablando de la superficie que observamos en el cerebro humano muy ple-
gada, que por su evolución y crecimiento ha superado el espacio que había
en la caja del cráneo. También podemos observar subdivisiones de la cor-
teza: la corteza de la ínsula, que no está visible, la neocorteza y la corteza
límbica. La neocorteza se compone de seis capas de sustancia gris sobre
una de sustancia blanca. Exactamente, es lo que vemos cuando se mira
desde arriba el encéfalo. Este tipo de corteza solo existe en los mamíferos.
En cambio, la corteza límbica es más primitiva: también, se encuentra en
otros animales, como las aves y reptiles. Está conformada por tres o cuatro
capas de sustancia gris sobre una de sustancia blanca y no puede verse a
simple vista.
Capítulo II
temporal superior –circunvolución temporal superior–, y para la
producción y compresión del lenguaje. Además, está implicado
en otras funciones, como el procesamiento visual complejo: re-
conocimiento de rostros.
• Capa de células eferentes: las capas V y VI, junto con las células
que las constituyen, son de gran tamaño. Se encargan de enviar
proyecciones hacia otras áreas del cerebro y la médula espinal.
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Existe otro tipo de organización, que ordena o enumera las seis capas
desde la más externa –piamadre– hasta la sustancia blanca.
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• Áreas primarias: reconocidas también como áreas de proyección
primaria, son áreas de la corteza cerebral que reciben o envían
proyecciones desde o hacia estructuras que se ubican afuera de
ella. Por ejemplo, el lóbulo frontal anterior recibe las proyeccio-
nes del sistema olfatorio y el lóbulo frontal envía proyecciones
motoras hacia la médula espinal. En ambos casos –cuando habla-
mos de los lóbulos–, estamos hablando de áreas primarias.
• Áreas secundarias: son las áreas que no se encuentran conecta-
das de forma directa con los receptores sensitivos o neuronas
motoras. Estas reciben la información de las áreas primarias ad-
yacentes. Se considera que participan en la interpretación de las
percepciones y en la organización de los movimientos –más aún
que las áreas primarias–.
• Áreas terciarias: también llamadas áreas de asociación, son las re-
giones que se encuentran entre las áreas secundarias y se ocupan
de coordinar y conectar las funciones de estas áreas. Su actividad
no termina allí: median funciones complejas, como el lenguaje,
la memoria, la planificación y la atención.
Capítulo II
El funcionamiento anormal de estos núcleos genera enfermedades,
en donde se ve interferido el control de los movimientos. Un ejemplo
de trastorno de los ganglios basales es la enfermedad de Parkinson. Los
pacientes arrastran los pies, tienen dificultades para agarrar objetos y pre-
sentan un temblor continuo en las manos y, algunas veces, en la cabeza.
Otro ejemplo de mal funcionamiento de los ganglios basales es el síndrome
de Gilles de la Tourette, en donde los pacientes tienen varios tipos de tics,
movimientos extraños e involuntarios del cuerpo –particularmente, en la
cara y la cabeza–, así como expresiones verbales involuntarias (sonidos
de animales y groserías). Como se observa, en ninguno de estos casos el
problema es la producción de movimiento; ambos tipos de pacientes se
pueden mover. Sin embargo, lo que sucede cuando se dañan los núcleos
basales es un trastorno del control de los movimientos.
Hasta ahora, hemos visto cómo ciertas estructuras y partes del ce-
rebro producen y controlan los movimientos. Sin embargo, es la médula
espinal la que, en último grado, controla los movimientos estereotipados.
Por ejemplo, es conocida la leyenda urbana que se cuenta sobre los pollos
sin cabeza. Se dice que, aunque sin la cabeza, pueden seguir caminando
durante algún tiempo. ¿A qué se debe esta peculiaridad? Esta conducta se
debe a que tanto la médula como los nervios, que se encuentran adheridos
a ella, son independientes del encéfalo.
Capítulo II
François Magendie, fisiólogo francés, informó en el año 1882 su
descubrimiento: había logrado cortar las raíces dorsales y ventrales de la
médula espinal de cachorros de perro –las raíces de estos animales permi-
te la operación, debido a su adecuada separación–. Lo que encontró fue
que, al seccionar las raíces dorsales, se perdía sensación, mientras que el
corte de las raíces ventrales genera pérdida de movimiento. Sin embargo,
once años atrás, Charles Bell, un fisiólogo escocés, había realizado algunos
experimentos con conejos y concluido resultados semejantes, pero poco
concluyentes. Bell le increpó a Magendie y pidió su reivindicación. Lo que
sucedió, como resultado, fue la creación de la ley de Bell y Magendie.
RECUERDA QUE:
Capítulo II
este caso, las vías ascendentes realizan el cruce hacia el lado opuesto en
la médula espinal, inmediatamente luego de ingresar al sistema nervioso
central. En otros casos, como la sensibilidad táctil final, la vía ascendente
recorre el mismo lado de la médula espinal y tiene su primera sinapsis en
el bulbo raquídeo. Son las fibras de segundo orden las que realizarán el
cruce en el tálamo. Estos cruzamientos dentro del sistema nervioso central
se llaman decusaciones.
La neurona
Las neuronas son las células por excelencia del sistema nervioso, debido a
que se encargan de recibir, conducir y transmitir señales electroquímicas.
Así, la sinapsis es el proceso electro-químico mediante el cual las neuronas
se comunican mediante señales electroquímicas. Se denomina pre-sinaptica
a la neurona que envía la señal, y post-sináptica a la neurona que la recibe.
Son cuatro las regiones definidas de una neurona: el cuerpo celular o soma,
las dendritas, el axón y las terminales presinápticas.
Tipos de neuronas
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su cuerpo celular. Esta rama actúa como axón y las ramas que salen de él se
comportan como dendritas. Estas neuronas se encuentran en los sistemas
nerviosos de los animales invertebrados y dentro del sistema nervioso au-
tónomo en los vertebrados.
Aunque alguno de nosotros pensemos que la única célula del sistema ner-
vioso es la neurona, existe otro tipo de células, que superan en número a
las primeras en una proporción de diez a uno: estas reciben el nombre de
células gliales (o neurogliocitos). Si bien las presentamos brevemente líneas
arriba, ahora las explicaremos en mayor detalle. Su nombre deriva del
término griego que denomina al pegamento, por lo que se cree que este
tipo de células se mantienen unidas a las neuronas. Sin embargo, esto no es
así. Lo que hacen es rodear los cuerpos celulares, las dendritas y axones de
las neuronas. Si bien las neuronas son las que participan en la elaboración
de la información, las células gliales se ocupan de otras siete actividades
fundamentales. A continuación, las detallaremos:
Capítulo II
• Durante el periodo de desarrollo cerebral, dirigen el crecimiento
de los axones y la migración o mudanza de las neuronas.
• Algunas glías participan en la formación de la barrera hematoen-
cefálica, que impide que sustancias tóxicas ingresen desde la san-
gre hacia el cerebro.
• También, ayudan a nutrir a las neuronas –aún no se ha demostra-
do en forma determinante– y segregan factores de crecimiento.
Dentro del sistema nervioso de los vertebrados, las células gliales se agru-
pan en dos tipos principales: microglia y macroglia. Mientras que la micro-
glia se constituye por fagocitos, son cuatro los tipos de células de macroglia
–oligodendrocitos, células de Schwann, astrocitos y ependimocitos–. Para
llevar la cuenta de manera simple, existen cinco tipos de neurogliocitos en
total.
a. Comunicación eléctrica
Potencial de reposo
En primer lugar, es preciso explicar la forma de medición o de registro
Introduciéndonos en el sistema nervioso humano 139
Capítulo II
del potencial de membrana –diferencia entre la carga eléctrica que existe
en el interior y exterior de una célula–. Para ello, se sitúa la punta de un
electrodo dentro de la neurona y la punta de otro electrodo en el líquido
extracelular, es decir, en el exterior.
Lo opuesto sucede con los iones de K+. Estos son impulsados a salir
de las neuronas a un ritmo significativo debido a que la membrana no
opone resistencia a su paso, debido a su alta concentración en el interior.
Sin embargo, la membrana celular, con el fin de mantener la concentración
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Capítulo II
Para que se genere un potencial de acción –cambio de potencial de
membrana de –70 a +50 mV aproximadamente, que dura 1 milisegundo–,
la suma de los potenciales postsinápticos, que llega a la sección adyacente
al cono axónico, debe ser suficiente como para despolarizar –disparo de la
neurona– la membrana hasta llegar al umbral de excitación: –65 mV. Es en
ese preciso momento en el que se produce un potencial de acción. Se debe
tener en cuenta que los potenciales de acción son disparos “todo o nada”,
es decir, se producen con la misma intensidad o no se producen.
Para que esta explicación quede más clara, tomaré el ejemplo del
disparo de cañón. Para que un cañón dispare, se debe llenar de pólvora
y, luego, encender la mecha, que se ubica en la parte trasera. Lo que esto
originará será el disparo inmediato de una bola de cañón. Pero suponga-
mos que, para un evento, se contrata a dos sujetos. Uno de ellos –PEP– es
contratado para llenar de pólvora el cañón –potenciales excitadores postsi-
nápticos–, mientras el otro –quien se llamará PIP– tiene la función inversa:
quitar la pólvora –potenciales inhibidores postsinápticos–. Sabemos que
el disparo depende de la cantidad de pólvora que haya en el interior del
cañón, es decir, de la suma o balance de la cantidad de pólvora arrojada
al interior por PEP y la cantidad de pólvora sacada por PIP. Si al momento
de prender la mecha, la suma dio una cantidad adecuada, el cañón –la
neurona– disparará; sin embargo, de tener una cantidad de pólvora muy
baja, no habrá disparo.
La velocidad del potencia de acción va a ser más rápido mientras más largo
sea el axón y esté mielinizado –esté recubierto con mielina–. Por ejemplo,
las neuronas motoras de los mamíferos –las neuronas que establecen sinap-
sis con los músculos– son grandes y están mielinizadas, por lo que pueden
transmitir el impulso a una velocidad de 100 metros por segundo –aproxi-
madamente, 361 kilómetros por hora–. En cambio, los axones sin mielina
y pequeños, tienen una velocidad de conducción de 1 metro por segundo.
Períodos refractarios
b. Comunicación química
Capítulo II
• Sinapsis axodendríticas: sinapsis entre el botón terminal del axón de
una neurona y la dendrita de otra.
• Sinapsis axosomática: sinapsis entre el botón terminal del axón de una
neurona y el cuerpo celular –soma– de otra.
• Sinapsis dendrodendríticas: sinapsis entre la dendrita de una neurona y
la dendrita de otra.
• Sinapsis axo–axónicas: sinapsis entre el axón de una neurona y el axón
de otra.
• Sinapsis dirigidas: sinapsis en que la hendidura sináptica es pequeña.
• Sinapsis no dirigidas: sinapsis en que la hendidura sináptica es de tama-
ño significativo.
Las neuronas transmiten impulsos eléctricos por sus axones que pue-
den ser cortos, que pueden medir uno 2.5cm, hasta 1m o más. Los axones
están cubiertos por una capa de mielina, un aislante que evita la perdida de
los impulsos eléctricos que viajan por este tipo de fibras. La mielina es sin-
tetizada por unas células muy especializadas, llamadas células de Schwann.
Si éstas envuelven al axón y forman una capa gruesa de mielina, la trans-
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Capítulo II
LA ACETILCOLINA
AMINOÁCIDOS CATECOLAMINAS SEROTONINA
(ACh)
PÉPTIDOS GASES
a. La acetilcolina
Esta sustancia es liberada por las neuronas que se conectan con mús-
culos de contracción voluntaria y por neuronas que controlan el latido car-
diaco. También actúa como neurotransmisor en varias regiones del cerebro.
b. Los aminoácidos
Capítulo II
La glicina tiene una acción similar al GABA en las interneuronas de la
médula espinal. Probablemente deriva del metabolismo de la serina.
La actividad del GABA aumenta por la acción de benzodiazepinas
como el Valium y por drogas anticonvulsivantes que en la enfermedad de
Huntington, una alteración hereditaria que se manifiesta a mediados de la
vida, en el cerebro de estos pacientes degeneran las neuronas productoras
de GABA, responsables de coordinar los movimientos, por lo que están
incapacitados para controlarlos.
c. Las Catecolaminas
La Dopamina
La Noradrenalina
Capítulo II
extra neuronal degradación por la MAO y por la catecol-O-metiltrans-
ferasa (COMT), que se localiza sobre todo a nivel.
d. La Serotonina
e. Péptidos
Los péptidos difieren de las proteínas en que son más largos y forman
combinaciones más complejas de aminoácidos.
Capítulo II
Es un polipéptido que activa muchas neuronas en el hipotá-
lamo, la amígdala, el tálamo y el locus ceruleus.
El cuerpo neuronal contiene un gran polipéptido denomina-
do proopiomelanocortina, el precursor de varios neuropépti-
dos como la, a, b y g-endorfinas.
La B-Endorfina Este polipéptido es transportado a lo largo del axón y se
divide en fragmentos específicos, uno de los cuales es la
b-endorfina, que contiene 31 aminoácidos.
Tras su liberación e interacción con los receptores opiáceos,
se hidroliza por acción de peptidasas en varios péptidos me-
nores y aminoácidos.
La presencia de encefalinas puede explicar por ejemplo cuando se producen heridas du-
rante el estrés de un combate que no son percibidas sino hasta horas más tarde.
Los opioides y sus receptores Están asociados estrechamente con vías en el cerebro que
se activan cuando existe mucho dolor o daño en los tejidos. Estas señales son transmi-
tidas al sistema nervioso central; el cerebro y la medula espinal por sensores nerviosos
especiales como son las fibras mielinizadas pequeñas y fibras muy delgadas no mieli-
nizadas llamadas fibras C.
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f. Factores tróficos
Estas pequeñas proteínas son sintetizadas por células del cerebro, li-
beradas localmente en éste y se unen a receptores que se expresan en neu-
ronas específicas.
Los mismos investigadores han identificado genes que codifican para es-
tos receptores involucrados en mecanismos de señalización de factores tróficos.
g. Las Hormonas
Capítulo II
Son liberadas en la sangre (como las endorfinas). A tra-
vés de los vasos de su sistema porta, localizado a nivel
del tallo de la hipófisis,
Las hormonas
endocrinas:
Activan receptores específicos en los órganos blanco,
que a su vez elaboran y liberan otras hormonas en la
sangre, las que pueden actuar sobre otros tejidos del
cuerpo o en la propia hipófisis y en el cerebro.
Estrógenos
Mineralocorticoides Andrógenos
Hormonas
esteroides
Vitamina D Progestinas
Glucocorticoides
Capítulo II
• La disminución de los niveles de estas hormonas, también induce cam-
bios en la estructura celular y en la química que lleva a un incremento
en la capacidad del comportamiento sexual.
h. Los Gases
En los últimos años, los científicos han identificado una clase de neuro-
transmisores que son gases. Estas moléculas son el óxido nítrico (NO) y
el monóxido de carbono, que no obedecen a las leyes que gobiernan el
comportamiento de los otros tipos de neurotransmisores.
Conclusión
Referencias
Capítulo II
• Kandel, E. R. (2001). Principios de neurociencia (4ª ed.). Madrid: Mc-
Graw–Hill.
• Kolb, B., & Whishaw, I. Q. (2002). Cerebro y conducta. Madrid: Mc-
Graw–Hill.
• Kol, B., & Whishak, I. Q. (2006). Neuropsicología Humana (5ª ed.).
Madrid: Médica Panamericana.
• Pinel, J. (2007). Biopsicología (6th ed.). Madrid: Pearson Educación.
• Portellano, J. A. (2005). Introducción a la neuropsicología. Madrid:
McGraw–Hill.
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