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Wim Hof ha realizado algunas de las mayores hazañas para las que la ciencia no encuentra explicación, como su extraño
entrenamiento físico que cualquiera puede llevar a cabo si tiene ganas
Le llaman el Hombre de Hielo, y aunque el apodo pueda recordarnos al de un superhéroe de Marvel, no hay mejor nombre para
este holandés cuyas proezas físicas y mentales han hecho que los científicos se tiren de los pelos para intentar explicar lo que
finalmente han definido como una “anomalía”. Sin embargo, él no se cansa de repetir que cualquier persona puede hacerlo, con
un duro entrenamiento, desde luego. Porque Wim Hof es capaz de controlar su sistema inmune a voluntad, y también el
cardiovascular, el sistema hormonal, el muscular y el nervioso. “¿Cómo?”–se preguntarán. Y nosotros les respondemos citando a
este Hombre de Hielo cuando dice: “Respira, es gratis”. Ya que las técnicas de respiración, junto a la concentración y las
inmersiones frecuentes en agua helada son la base de este particular método que le ha llevado, entre otras cosas, a batir un
Récord Guiness al permanecer dos horas enterrado en el hielo sin que su temperatura corporal varíe ni un ápice.
Le inyectaron una bacteria que habría provocado fiebre a cualquiera y él segregó de manera consciente la adrenalina
suficiente para que no le afectase
Y aun ha realizado mayores hazañas, y algunas de ellas más heladas si cabe: corrió un maratón por el desierto sin beber una
gota de agua, ascendió al Everest sin zapatos y en pantalones cortos y se ha sumergido en las profundidades marinas más
heladas del mundo, todo para demostrar que ejerce un control total de su cuerpo y su mente. Un poder tan extraordinario que
los médicos no han podido menos que apartar por un momento la vista del microscopio para analizarlo detenidamente. Así fue
como convirtió su cuerpo en un laboratorio humano.
2. Respira, es gratis
Las técnicas de respiración rápida tienen diferentes resultados, pero básicamente aumentan nuestra capacidad pulmoral,
nutriendo de oxígeno a nuestras células. Así que uno de los primeros pasos para convertirse en un superhumano es, según su
creador, aprender a respirar de forma consciente. Para ello se deben inspirar hasta tomar más oxígeno del necesario y espirar sin
llegar a liberarlo del todo. Este ejercicio debe realizarse cinco veces y con la última respiración mantener el oxígeno en el pecho,
el cuello y la cabeza, hasta que llega un momento en que se genera una gran sensación de calor corporal. Y lo pueden
atestiguar aquellos que han recibido sus enseñanzas y caminado medio desnudos en ambientes tan gélidos que podrían producir
a cualquier una hipotermia sin que sufriesen ni un triste resfriado.
La primera vez que me sumergí en hielo se me congeló la retina. No podía ver nada ni respirar y pasé a un estado de
consciencia más profundo
De hecho, entre las muchas teorías nacidas para dar respuesta a este fenómeno inexplicable, una de ellas compara las
técnicas de meditación de Hof con los tummo tibetanos, que consiguen interrumpir la actividad mental e inducir al metabolismo a
generar calor. También se ha dicho que gracias a someter su cuerpo a temperaturas muy frías ha creado una capa de tejido
adiposo tan abundante que es capaz de resistir las bajas temperaturas, igual que le ocurre a las personas que viven o trabajan a
la intemperie. No obstante, son solo especulaciones, y tal vez no todas sean ciertas.
Un sistema “autoinmune”
En 2011 Wim Hof participó en un experimento que pretendía desafiar el conocimiento de nuestros sistema nervioso. Le
inyectaron unaendotoxina bacteriana que provocaría altas fiebres, escalofríos y dolores de cabeza a cualquier persona
corriente. Sin embargo, a él lo dejó frío, al haber segregado de manera consciente la cantidad de adrenalina necesaria para
dominar su sistema inmune a voluntad. Algo que los científicos creen sumamente difícil, de la misma forma que lo sería acelerar
nuestro pulso intencionadamente, porque el sistema nervioso libera adrenalina de forma autónoma.
Para demostrar que no se trataba de ninguna “anomalía” particular, se sometió a 12 personas que habían aprendido el método
de Wim Hof al mismo experimento y se obtuvieron similares resultados. De esta forma, el super holandés probó que cualquiera
podía ser un Hombre o una Mujer de Hielo. Bueno, lo que se dice cualquiera…
La tristeza es el motor más profundo. Sucedió en 1995, su mujer se suicidó fruto de una psicosis y Wim se quedó a cargo de
cuatro hijos pequeños. Devastado por haber perdido al gran amor de su vida de una forma tan incomprensible decidió dedicar el
resto de su existencia a demostrar el poder de la voluntad humana. Aunque no fue nada fácil.
Tal y como cuenta, en su primera inmersión sintió como si un millón de agujas se clavasen en su piel. “A los 35 metros perdí la
vista porque se me congeló la retina. No podía ver nada ni respirar y entonces pasé a un estado de consciencia más
profundo”. Porque para este holandés, que vive en una casa flotante en un canal de Ámsterdam y recibe allí a cuantos quieran
aprender su método, el frío es “inclemente pero justo”.
Su filosofía de vida puede resumirse de la siguiente forma: “Si te mentalizas, serás capaz de lidiar con los elementos”. Porque el
Hombre de Hielo no teme a la muerte, su mayor miedo es, como bien afirma, no vivir plenamente. “Cuando me expongo a lo
extremo, abrazo a la vida”.
Hacia el final del documental que 'Vice' realizó sobre sus proezas, el periodista le pregunta cuál iba a ser su paso final, después
de haber superado los mayores obstáculos físicos y haber demostrado que los milagros no son exclusivos de los dioses ni
los super héroes de cómic. “Volver al dolor de la pérdida, volver al amor perdido y devolver amor al mundo”, contesta.
El caso de Wim Hof no es aislado, otros a lo largo de la historia han probado con sus hazañas “sobrehumanas” el poder
extraordinario de nuestra mente. No obstante, él es "el primero que lo ha llevado ante la ciencia”. Y aunque la comunidad
científica todavía no ha podido comprobar que todos podamos desarrollar esta capacidad, de llegar algún día a confirmarse,
podría ayudarnos a tratar trastornos inmunodeficientes como la enfermedad de Crohn, la artritis reumática o el cáncer.
¿Podremos llegar algún día a controlar nuestro sistema inmune, e incluso el nervioso y el muscular a través del entrenamiento
físico y mental? Quién sabe… Lo que está claro es que la voluntad puede mover montañas o, al menos, hacernos caminar
descalzos sobre ellas en un particular pulso a los elementos.