Вы находитесь на странице: 1из 3

ASNES, M. (2017). “Utopismo”. En BIAGINI, A. y ROIG, A. (dir), Diccionario de pensamiento alternativo II.

Argentina, Lanús: Biblos. ISSN 1852-3625. Recuperado de http://cecies.org/articulo.asp?id=598

Dpto. Humanidades, Universidad Nacional del Sur (UNS), Bahía Blanca, Argentina

Utopismo

La definición de utopismo deriva del concepto de utopía y se encuentra en relación con categorías
tales como función utópica, pensamiento utópico, género utópico, pulsión utópica, etc. que conforman el
campo de estudio del fenómeno utópico.
El utopismo comprende una vasta gama de fenómenos de naturaleza muy diversa: formas del
pensamiento, imaginación colectiva, expectativas, experimentos sociales, movimientos populares o acciones
revolucionarias. El utopismo es la tendencia humana a la construcción de utopías y sus productos históricos
son tanto las utopías literarias, tanto como las utopías prácticas. El utopismo se puede expresar como un
modo del pensamiento transformador así como acontecimientos estéticos, programas políticos o
emprendimientos sociales. Fundamentalmente, utopismo es la actitud crítica hacia toda la serie de
interpretaciones politicas y sociologicas a las que da lugar el fenómeno de la utopía.
Sobre el origen y la evolución del concepto remitimos a las entradas UTOPÍA (v) y FUNCIÓN
UTÓPICA (v) dado que el concepto de utopismo se halla ligado históricamente a los autores allí
mencionados.

Críticas al utopismo
El utopismo ha sido objeto de comentadas críticas. En líneas generales, el blanco ha sido asimilar lo
utópico a un ideal de perfección. K. Popper le crítica al utopismo que no es compatible con la ciencia y que
la utopía presentada como la perfección consumada, en su falsa felicidad anula la libertad del individuo. Este
tipo de posturas ignora la evolución del pensamiento utópico; una tradición que se ha leído a sí misma y que
se caracteriza por actitud crítica hacia sí misma.
Otro de los flancos críticos del utopismo ha sido, tradicionalmente, el modelo marxista. Fue Engels
quien opuso la idea de utopía a la de ciencia, privilegiando el socialismo científico por sobre el socialismo
utópico sobre la base de que las utopías no se fundan en la realidad. Tanto Engels como Marx, consideraban
que la mirada del socialismo utópico es una abstracción imaginaria subjetiva, si bien reconocieron que los
socialistas utópicos brindaron una base teórica al socialismo científico, temían que degeneraran en puras
fantasías. La crítica al utopismo por parte del marxismo estriba en demostrar que el ideal de transformación
revolucionaria de la sociedad capitalista, el comunismo, no es un ideal del que tenga que sujetarse la
realidad, ni un principio exterior a esta.
En la misma línea de pensamiento, es inevitable mencionar la reconocida condena de Marcuse hacia
la acción utópica al pensar lo posible-utópico como negación de lo histórico-social. Marcuse entiende la
utopía de un modo estático, como sociedad perfecta, no perfectible. La idea de una sociedad utópica así
implicaría la desaparición del conflicto. Sin embargo, el utopismo se opone al conformismo y procura buscar
soluciones donde aún el propio tiempo no parece haberlas encontrado. El utopista crea ficciones en las que
esos problemas ya no existen y busca los medios para que esas ficciones posibles devengan en realizaciones
concretas.
Debemos a Ernest Bloch la posibilidad de superar la noción negativa de utopía por ser considerada
una imagen cerrada, no pasible de crítica y producto de las clases dominantes cuando enuncia su ontología
de lo que todavía-no es, lo todavía-no-manifestado en el mundo, que se articula con lo todavía-no-consciente
en el hombre. De esta forma, las imágenes de un futuro posible superan la ingenuidad de un futuro
idealizado, ya que cargan con una intención anticipatoria que las liga a las utopías concretas de un nuevo
orden social y político. Esa esperanza de futuro es un espacio que Bloch denomina Heimat (hogar, patria),
cuyo rasgo fundamental es que se trata de un espacio que se instala en el presente, por el hecho de ser un
acontecimiento del lenguaje que describe una imagen está interviniendo en el presente histórico.
Los Estudios poscoloniales han recuperado la teoría de Bloch sobre la base de una premisa que
condensa la relación entre imagen, escritura e intención emancipatoria: No es posible que el pensamiento
utópico pueda operar sin una visión de la utopía. La utopía constituye la forma y el utopismo, la función.
La idea de un lugar es central, no como una fantasía idealizada, sino como el sitio de transformación,
de locación de la identidad y generación de un acercamiento literario a una identidad comunitaria imaginada
más allá de la herencia colonial de nación.
Las utopías a menudo se ubican en el futuro pero el utopismo no puede existir sin una operación de
la memoria. Así, el pasado y la memoria resultan centrales en el utopismo poscolonial. En este proceso tiene
lugar una relación primordial entre el individuo y la subjetividad colectiva, y en la escritura es donde la
memoria colectiva debe ser inventada.

Utopismos latinoamericanos
Fernando Ainsa señala que en el utopismo americano se ha dado una variante “nacionalista” de
recuperación de los orígenes. Luego de la independencia americana, en los movimientos “indigenistas” del
siglo XX subyace la nostalgia por los antepasados. El nacionalismo exacerbado reivindica el mundo
armónico, perfecto y sin fallas de una integralidad original.
En una segunda etapa, la Independencia de los Estados Unidos y la Revolución francesa permiten
proyectar futuros estados independientes dando lugar a los primeros proyectos de utopías auténticamente
americanas.
Los propios gestores de la Independencia americana, como Simón Bolívar o José Gervasio Artigas,
serán autores de textos utópicos donde se proyecta una América igualitaria y unida pero se irá cerrando
sombríamente alrededor de 1850 debido a las ambiciones personales de caudillos o en los intereses
geopolíticos y estratégicos de grandes potencias. La utopía parece alejarse de América.
Sin embargo, a partir de 1865 y hasta 1914, el continente americano vuelve a ser “la tierra
prometida”, el proceso de inmigración parece concretar el proyecto de nueva sociedad imposible en la vieja
Europa. La idealización de América resulta bastante simplificada.
Mientras las dictaduras generan ideas a favor de “repúblicas ideales”, en contraposición, José Martí
acuña la expresión “Nuestra América” en su lucha por la libertad e independencia de Cuba y Benito Juarez
imagina un México libre de todo despotismo. El gran tema de la unidad americana es replanteado a fines del
siglo XIX y principios del XX por José Enrique Rodó, Francisco García Calderón, Manuel Ugarte y José
Vasconcelos.
Los proyectos e ideologías revolucionarios que surgen gracias a un impulso americanista durante los
años cincuenta y sesenta se detienen abruptamente en los setenta con la nueva ola de golpes de estado y
dictaduras
En la década de 1990, una malintencionada utopía de la integración se correspondió con la propuesta
de la libre circulación de bienes, capitales y personas. Durante este proceso, el utopismo latinoamericano
recobró su vigor de proyectos y concibió organizaciones con el objetivo de concretar la integración en
diversas áreas. Podemos ejemplificar algunas de estas instituciones en: La Asociación Latinoamericana de
Integración (ALADI) en 1980, el Mercado Común del Sur MERCOSUR (1991), La Alianza Bolivariana para
los Pueblos de Nuestra América - Tratado de Comercio de los Pueblos o ALBA-TCP (2004), La Comunidad
de Estados Latinoamericanos y Caribeños, Celac (2010), la Unión de Naciones Suramericanas, UNASUR
(2014) entre otros.
Considerando que estos proyectos a lo largo de la historia son modos de una praxis, ejercicios de
instrumentación del utopismo latinoamericano, podemos constatar que la tradición del pensamiento utópico
en América cobra una naturaleza eminentemente práctica. Se trata de un utopismo de la realización. Dicha
realización puede pretenderse como posible hic et nunc o en un futuro lejano. Sin embargo, la praxis es
indisociable de la noción americana de utopía.
En este sentido pero desde otro ámbito, debemos señalar que científicos argentinos vienen
desarrollando un utopismo instrumental, diferenciándose de los sociales, culturales, éticos o pedagogicos.
Desde su racionalidad estratégica y expresado en las prácticas de programas científicos, este modelo se
define como “la tendencia a constituir un ideal metodológico de investigación” en el marco interdisciplinar
de las ciencias sociales.
La conceptualización del utopismo es una herramienta teórica de la revolución para la teoría social
crítica, en el espacio reflexivo de las alternativas emancipadoras.

Fuentes: Ainsa, Fernando, “Tensión utópica e imaginario subversivo en Hispanoamérica” En: Anales de la
literatura Hispanoamericana, n°13. Madrid: Facultad de Filología, Universidad Complutense, 1984. –
Ashcroft, Bill. “Introduction: Spaces of Utopia”, en Spaces of Utopia: An Electronic Journal, 2nd series, nº.
1, 2012. – Barbosa, Susana, “Usos de la utopía en Ciencias Sociales”, Comunicación efectuada en la sesión
privada extraordinaria de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires del 4 de agosto de 2006. –
Bloch, Ernst. The Utopian Function of Art and Literature: Selected Essays. Cambridge, Mass.: MIT Press,
1988. – Cerutti Guldberg, Horacio. Presagio y tópica del descubrimiento (ensayos de utopía IV). México:
Ediciones Eón/CC y DEL/Pensares y Quehaceres, 2007. – Geoghegan, V., Utopianism and Marxism,
London, Methuen, 1987. – Hevilla, Cristina, “Utopías fronterizas, abrazos andinos” en XIV Coloquio
Internacional de Geocrítica Las utopías y la construcción de la sociedad del futuro, Barcelona, 2-7 de mayo
de 2016. – Misseri, Lucas Emmanuel, Utopismo y responsabilidad: perspectivas y convergencias [en Línea].
Universidad Nacional de Lanús. Departamento de Humanidades y Artes. 2013.– Sargent, Lyman Tower,
Utopianism: A Very Short Introduction. Oxford: Oxford University Press, 2010.

Mauro Leandro Asnes (Universidad Nacional del Sur)


mauleandro@hotmail.com

Вам также может понравиться