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Si quisiéramos encontrar una analogía literaria, con respecto de las especies de caracoles
marinos de la familia Conus, caeríamos inevitablemente a un soneto de Sor Juana:
Podría uno preguntar el porqué de esta causa tan sin sentido, pero sólo basta con irnos al
pasado y averiguar las primeras interacciones del hombre con los caracoles marinos. Dichas
relaciones del hombre con estas especies nos remontan hasta la época mesopotámica. Fue ahí,
donde se encontraron collares hechos con conchas de los caracoles y muy seguramente fue en
ese mismo lugar en donde también se enteraron del engaño de estos preciosos moluscos,
aunque los primeros registros de sus engaños se asoman en el mediterráneo del siglo XIX.
Las especies de Conus tiene la siguiente categoría taxonómica: Reyno animalia, Phyllum
mollusca, clase gastrópodo, orden neogastrópodo y familia conidae. Su origen evolutivo se
especula en el periodo mesozoico. Existen alrededor de 500 especies de Conus, cada una con
un grupo de toxinas características. En nuestro país, México, una especie que vive en las
costas del pacífico, principalmente en sinaloa, se llama Conus Regularis. Se encuentra en
zonas tropicales, entre la arena y el fango a 10 y 60 metros de profundidad y miden
aproximadamente 50 mm de longitud.
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Imagen de las conchas de diferentes especies de Conus y esquema del sistema venenoso.
No siempre los Conus fueron tan ponzoñosos como hoy en día lo son. Son resultado de un
proceso competitivo adaptativo coevolutivo. Los Conus, son depredadores de peces y
gusanos marinos; pero como buenos caracoles, son casi sésiles, de movimientos muy lentos y
necesitan una capacidad adaptativa tal, que puedan atrapar a peces y gusanos de manera
eficiente.
Se especula que en un principio los Conus sólo estaban especializados en la caza de gusanos
marinos y en algún punto de su evolución la mayoría de ellos comenzaron a especializarse en
peces. ¿Cómo surge esta propuesta? La respuesta está en las toxinas que producen estos
increíbles animales. Según estudios genéticos todas las especies de Conus comparten en sus
genes el código para la producción de una toxina, llamada δ-conotoxin, que cumple la
función de bloquear el canal de sodio de células nerviosas, impidiendo así la propagación de
los potenciales de acción que involucran diversas funciones en los organismo. De tal forma
que la presa que recibe este veneno queda inmovilizada. Pudiendo entonces el caracol
tranquilamente engullir a sus presa. Pero, había un detalle no resuelto, que estaba relacionado
con la dificultad para moverse de los Conus. Lo que acaecía, según nos explican, es que
ciertos peces robaban la presa al caracol y estos, al tratar de defenderse de sus asaltantes,
disparaban contra los peces. En la competencia de adaptación para su supervivencia, los
Conus crearon toxinas que atacaban a los canales de potasio. Tanto las toxinas que bloquean
canales de sodio, junto con las de potasio, logran formar una sinergia tóxica más eficiente,
pudiendo de esta manera inmovilizar a un pez que fuese más resistente que los gusanos.
Una vez que los caracoles, al defenderse, se dieron cuenta que los peces yacían muertos,
decidieron comerlos también. Entonces, comenzaron a tener una mayor adaptación de ataque
fisiológico hacia los peces. Entonces pasaron de ser exclusivamente vermívoros a ser
piscívoros y vermívoros.
Actualmente cada especie de Conus tiene entre 50 y 200 componentes tóxicos cada una, y
afectan principalmente canales iónicos dependientes de voltaje, activados por ligando y
transportadores.
Referencias
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