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AFORISMOIDES PSICOANALITICOS
Edgardo Korovsky

© Edgardo Korovsky 2010


.ISBN : 978-9974-96-964-3
Edición del Autor
Ediciones de la Casa
Juan Paullier 1428
Email: <edgardokorovsky@gmail.com>

PRÓLOGO
La lectura de los aforismos de Nietzsche siempre me impresionaron, más allá de
su filosofía, como una forma muy adecuada para transmitir conceptos. El diccionario
de la Real Academia define al aforismo como “sentencia breve y doctrinal que se
propone como regla en alguna ciencia o arte”. A su vez el sufijo “oide” significa
“parecido a”, “en forma de”, por ejemplo en osteoide o paranoide.
También agrega el diccionario como segunda acepción que
“añade un matiz despectivo en adjetivos derivados de otros adjetivos”.
Presento aquí una serie de “Aforismoides”, es decir, frases o
sentencias a la manera de aforismos, pero que no pretenden ser reglas, sino producto de
la experiencia de ejercer el psicoanálisis a lo largo de cuatro décadas. Como muchos
de ellos han surgido con cierto humor, he preferido agregarles el sufijo “oide” para
quitarles pomposidad pero sin llegar a otorgarles sentido despectivo. Sin embargo, y eso
implica la decisión de su publicación, vehiculizan el deseo de trasmitir a los colegas e
intercambiar con ellos la experiencia clínica. Algunos de ellos fueron publicados
en mi libro “Temas de técnica psicoanalítica”. Aquí aparecen aumentados y
corregidos. El lector podrá encararlos en forma sucesiva o por temas.
Algunos aparecen con doble entrada, por lo que no deberá sorprenderse por
encontrar algunos repetidos.
Si el psicoanálisis es, sobre todo, diálogo, también debe serlo entre colegas.
A ellos va dirigido, en la espera de, como decía Lain Entralgo, su lectura
sea «un íntimo coloquio, aquiescente unas veces, discrepante otras». Si así
fuera, su objetivo estaría cumplido.
E.K.

ASOCIACIÓN LIBRE

• Lo que transforma en asociación libre las


palabras del paciente, aunque este se pu-
siera a«leer el diario» en altra voz, es la
actitud de «atención parejamente flotante» del analista
.
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ABUELOS

• Se debería diferenciar la Abuelitud de la Abuelidad. La primera es


el estado a que se accede por el mero hecho de que un hijo tenga un hijo.
En cambio, la abuelidad es la cualidad que se puede ejercer (o no) en
relación con los nietos.

ADOLESCENCIA

• Coincido plenamente con M.y E. Laufer en cuanto a que en este


período, el único diagnóstico psicopatológico que conviene hacer es
el de “adolescencia”, debiendo cuidarnos de encerrar al adolescente
en un diagnóstico que lo fije, a la vez que evitar patologizar la
adolescencia. Si a un adolescente le “pedimos” patología, nos
llenará de ella, de la más variada.

• El analista de adolescentes no deberá permanecer demasiado en


silencio, esperando pasivamente la comunicación de las asociaciones
del paciente, pues correrá el riesgo de dejar a éste en el vacío (y
quedarse él sin paciente). Deberá por el contrario, salir al encuentro
del material, por lo menos a mitad de camino, haciendo sentir su
acompañamiento.

• Con los adolescentes, es importante no abusar de las interpretaciones


transferenciales, y usarlas, preferentemente, como decía Freud, cuan
do la transferencia se hace resistencia. Ello resulta de que la
conflictiva del adolescente es con sus padres infantiles actuales, de
los cuales necesita separarse.

• Posiblemente, el lugar del analista con adolescentes, sea el de


acompañante del proceso que el adolescente ha de seguir.

ANCIANOS

• Los ancianos, con ser casi el 20 % de la pobla-


ción, son los grandes olvidados del psicoanáli-
sis, de quienes ya Freud decía que eran difíciles
de analizar por las sucesivas capas que era ne-
cesario remover.
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• Los geriatras y gerontólogos conocen muy bien el grave problema de


la deshidratación en los ancianos. Coincide con ellos el saber
popular, a juzgar por lo habitual que resulta escuchar que «uno debe
tener un hijo para que por lo menos le alcance un vaso de agua
cuando sea viejo».De ahí resulta la cantidad de hijos-as que quedan
solteros y junto a sus padres para cuidarlos. En homenaje a una vieja
película de la década del ’50 (con Douglas Fairbanks y Gari Grand)
propongo el nombre de «Síndrome de Gunga Din» o «del aguatero»
para estos casos.En cuestión de modelos cinematográficos, también
existe la película “Agua para chocolate”.

· Es importante reconocer que el médico o psi coanalista que trata a


los ancianos es también un ser humano que envejece. Admitirlo facilita la
posibilidad de comprensión empática .

• La vejez implica, en algunos de sus aspectos, la


dificultad para adaptarse a las nuevas condicio-
nes vitales cuando disminuye la capacidad de
crear nuevas respuestas. Esta falta de flexibili-
dad puede expresarse en la solidificación de
sus articulaciones como manera de evitar el
cambio, el movimiento

BIOGRAFÍA

• El cuerpo también es biografía.

• La derivación de un paciente (un paciente que anda a la deriva), es


decir, la historia de cómo un paciente llega al análisis, constituye la
prehistoria del tratamiento, y merece ser incluida en la historia (no
meramente en el historial).

• Si se logra comprender las fantasías incons -


ciente vehiculizada en una enfermedad orgá-
nica, se rescata un trozo de la biografía del
paciente.

CAMBIO

• Si en un análisis cambia solamente el paciente, el análisis no ha sido


exitoso.
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• Todos llegan al análisis buscando cambiar, pero todos se resisten


tenazmente a los cambios.

CAMPO PSICOANALÍTICO

• Importante concepto desarrollado por Willy y


Madelén Baranger, constituido por la transfe-
rencia del paciente y la contratransferencia
del analista.

• Las interpretaciones nacen del campo psico-


nalítico. A veces las formula el analista.

COBRAR

• Cobrar es, para el analista, admitir sus necesida-


des: ante el paciente, pero sobre todo frente al
ideal maníaco (omnipotente y negador) mu-
chas veces disociado y proyectado en el pa-
ciente, que le exigiría no tenerlas.

• Esto lo colocaría frente al paciente como un


modelo de identificación que le impide a éste
hacer consciente sus propias necesidades.

CONTRARRESISTENCIA

• La contrarresistencia máxima de un analista sería morirse de


contratransferencia.

CONTRATRANSFERENCIA

• Parece muy adecuada la traducción que hace López Ballesteros del


término “gegenubertrangun” como transferencia recíproca para
designar la parte de la contratransferencia en la que el analista
transfiere sobre el paciente sus objetos internos.

• Además de la transferencia recíproca, la contratransferencia se


completa con la identificación del analista con los objetos internos
del paciente y con el yo del paciente (identificación complementaria
y concordante de Racker).
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• Analizar la contratransferencia permite lograr un grado de


objetividad mayor en tanto se comprende la propia subjetividad.

• Cuanto menor sea la comprensión del analista o la posibilidad de la


descarga eficaz en una interpretación adecuada, mayor el remanente que
se experimenta como afecto. Cuando menos se entiende al paciente, o
cuando no se interpreta, mayor el afecto que ha de sentir elanalista.
Entonces, adecuación de la interpretación y carga afectiva en el analista
guardan una relación inversa y complementaria. Sin embargo, ese mismo
afecto experimentado puede iniciar el proceso de comprensión y ser el estí
mulo para la creación de la interpretación.

CUERPO

• El cuerpo también es biografía.

• El cuerpo, con sus cicatrices, señala a quien quiere y puede


leerlas, los mojones de una historia que así complementa su relato
verbal.

• El cuerpo del analista puede funcionar como


caja de resonancia de los afectos que no pueden ser comprendidos como
tales.

DIVÁN

• El Diván ha devenido en sinónimo de psicoanáli-


sis, pero en realidad, el paciente puede estar
sentado frente a frente, parado o caminando,
o, aun exagerando, sentado en el escritorio o
colgado de la araña, lo importante es que haga
asociación libre y que el analista lo escuche
con atención parejamente flotante.

DERIVACIÓN

• Cuando un paciente en tratamiento psicoanalítico deriva otro


paciente a su analista, vale la pena tener en cuenta diferentes
ítems:
√ En primer lugar, representa la expresión de la transfe- rencia
positiva y el reconocimiento del valor y la ayuda que el analista es capaz
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de dar. Es importante tener esto en cuenta y valorarlo en su justo término,


aunque sin dejarse seducir ni tener una actitud persecutoria.
√ Algunos pacientes que tienen el deseo de interrumpir su tratamiento, o
que están en disposición de terminarlo, pueden enviar otro paciente para
que lo reemplace, para compensar económicamente al analista, o para que
éste lo deje ir. Esto último indicaría la fantasía de que el analista lo retiene
por sus necesidades económicas.
√ Para otros pacientes, la derivación adquiere el carácter de una prueba,
queriendo poner al analista en la disyuntiva de “elegir” entre ambos
pacientes. En ocasiones el analista que no ha analizado exhaustivamente el
tema con su paciente, puede llegar a perder a ambos.
• Cuando se está por derivar a un paciente, es preciso pensar en éste
más que en el colega a migo a quien se quiera favorecer.

DINERO

• Es preciso diferenciar el dinero del cual se “habla” en la sesión (es


decir, el dinero como representación) del dinero que “efectivamente”
el paciente paga al analista. El dinero como material del paciente o
del analista puede ser una representación sustitutiva de fantasías
sexuales, anales, sanguíneas, etc. Estas pueden impregnar el dinero
del pago, dando lugar a modalidades patológicas del pagar y del
cobrar.

• El dinero adquiere también el carácter de sentido de realidad


(“hablando en plata”). Por consiguiente, el momento de pago implica la
interrupción del clima oniroide de cumplimiento alucinatorio de deseos en
que transcurre la transferencia.

EMBARAZO

• Así como el primer trimestre del embarazo es el período de mayor


posibilidad de abortos espontáneos, también durante los tres primeros
meses de análisis suelen ocurrir las interrupciones del tratamiento. Los
analistas noveles deberían esperar a pasar este período de implantación
para asegurar que tienen paciente.

• Otra consecuencia del anterior enunciado es considerar la relación


entre embarazo y tratamiento psicoanalítico. Esto ya lo han hecho muchos
analistas, desde Rank hasta Aizenberg, y tienen razón, en tanto en un
análisis exitoso nacen nuevos aspectos del yo.
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ENFERMEDAD

• Mientras haya enfermedad hay esperanza.

• La enfermedad es la creación del que no puede crear.

• Eduardo Salas distinguía entre niños enfermos y niños enfermados.


La experiencia clínica indica que también hay niños enfermantes. Y
la expectativa es que seguramente existen, además, niños sanos.El
narcisismo del analista po-
dría decir: «los míos».

• Hay que diferenciar dos tipos de pronóstico: el de enfermedad y el de


tratamiento. Hay pacientes que padecen una enfermedad que habitualmente
tiene un buen pronóstico de cura, pero sin embargo, el tratamiento no
resulta efectivo por la incidencia de otros factores (resistencias
inmanejables, transferencias negativas irreductibles por el terapeuta,
contratransferencia negativas, etc.) que le dan mal pronóstico al
tratamiento.

ESPEJO

• Resulta necesario que al salir del consultorio después de una sesión


el paciente tenga la oportunidad de mirarse en algún espejo (real,)
antes de llegar a la calle. Esto facilita la recomposición del esquema
corporal, que puede verse afectado en el curso de la sesión,
integrando aspectos del yo que pudieron haber quedado disociados, o
recuperarse de una regresión que, de mantenerse, podría traer
conflictos en el contacto con la realidad.

• El analista funciona como «espejo» para el paciente, dice Freud. Pero


el paciente también funciona como «espejo» del analista, donde éste puede
reconocer aquellas identificaciones inconscientes que rechaza.

FOBIAS

• Habitualmente, los psicólogos experimentan


una fobia a lo corporal, que es complementa-
ria a la que los médicos tienen respecto a lo
psíquico. La formación universitaria
forma profesionales barrados,escindidos. Sería
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de esperar que la formación analítica lograra


superarla.

FREUD

• El paradigma freudiano ocupó el siglo XX y


seguramente ocupará el siglo XXI.

HIJOS

• Hay hijos que solo maduran cuando llegan a


huérfanos. Otros ni aún así.

IATROGENIA

• Cuando Baranger (1981) decía que se está


preparado a negar la iatrogenia propia y a
acusarse mutuamente, escuelas o individuos,
de ser iatrogénicos, es decir, que lo iatrogéni
co es «el otro», expresaba una realidad, más
allá de toda reconvención. Existe una ver-
dadera dificultad en reconocer la propia ia-
trogenetosis, sobre todo cuando ésta provie-
ne de un error de técnica por inexperiencia o
déficit de formación, por neurosis de contra-
transferencia o por el narcisismo del analista.

INTERPRETACIÓN

• Interpretar la transferencia es una buena manera de no manipular la


vida del paciente.

• No solamente hay que preocuparse por formular adecuadamente la


interpretación: también hay que escuchar cómo la entendió el
paciente.

• Baldomero Fernández Moreno decía: «El cazador pobre, como el


poeta: a lo que salga». Podemos agregar: el analista también.
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• Todo analista tiene una reserva de interpretaciones «prete a porter»,


listas para usar o de confección, fruto de la experiencia o por
haberlas recibido, y que muchas veces dan resultado terapéutico.
Pero el verdadero análisis comienza cuando se debe crear
interpretaciones «a medida» para cada paciente.

• Cuando el analista siente que no se le ocurre ninguna interpretación


frente al material del paciente, probablemente está en una identificación
concordante, de tipo narcisista. Deberá tratar de recuperar la identificación
complementaria, rescatando el objeto de la transferencia. Pero también
podría estar siendo objeto de proyecciones agresivas por parte del
paciente, que lo castran en su capacidad analítica.

LACAN

• Es posible que la fórmula lacaniana de la «vuel-


ta a Freud» tenga el sentido de “la vuelta a la legibilidad”.

· • “…queda ya del todo claro que el síntoma


se resuelve por entero en un análisis del len-
guaje porque él mismo está estructurado co-
mo un lenguaje, porque es lenguaje cuya pa-
labra debe ser librada.” Así dice Lacan, y
estoy de acuerdo, a tal punto que muchas
veces, el síntoma desaparece ante la
palabra liberada y liberadora, y no solo en la
histeria.

LENGUAJE

• “…la lengua no es aquello por medio de lo


cual se piensa, sino aquello con lo que se
piensa, e incluso aquello que se piensa o por
lo que somos pensados.” Lo dijo, lo pensó,
lo escribió Humberto Eco.
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LUGAR DEL ANALISTA

• El analizando le paga al analista para que éste se ponga en el peor


lugar. El peor lugar es aquella identificación que el analizando
rechaza y el analista también.

• El analista funciona como «espejo» para el paciente, dice Freud.


Pero el paciente también funciona como «espejo» del analista, donde
éste puede reconocer aquellas identificaciones inconscientes que
rechaza.

• Si en un análisis cambia solamente el paciente, el análisis no ha sido


exitoso.

• Un analista podrá distribuir su jornada de trabajo entre sus pacientes


y sus alumnos, pero deber tratar de no enseñar psicoanálisis a sus pacientes
ni psicoanalizar a sus alumnos.

MATERNAJE

• El concepto de maternaje no incluye que si el paciente dice que tiene


hambre uno deba correr a la cocina a prepararle un sándwich.

NIÑOS

• Eduardo Salas distinguía entre niños enfermos y niños enfermados.


La experiencia clínica indica que también hay niños enfermantes. Y
la expectativa es que seguramente existen, además, niños sanos.

• Dime qué no preguntan los niños y te diré de qué no quieren hablar


los padres.

• Aunque Freud dice que los niños no tienen noción del dinero,
Arminda Aberasturi ha propuesto hacer el contrato analítico, además de
con los padres, también con el niño. Así como el infante, aún bastante
pequeño tiene idea de sus horarios de sesión, (aunque no sepa todavía
reconocer la hora en el reloj) y muchas veces, estando en transferencia
positiva, cuida que sus padres lo lleven puntualmente, también se puede
registrar en su material las vicisitudes del pago.

NÚMERO DE SESIONES
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• A veces los analistas noveles se plantean cuantas sesiones semanales


deben ofrecer al paciente. Sin duda, la fórmula será la mayor
cantidad de sesiones que el paciente pueda tomar y el analista pueda
soportar.

• Es difícil que un analista pueda atender a un paciente más sesiones


semanales que las que él mismo haya tenido como paciente.

NÚMERO DE PACIENTES

• Cada analista tiene el número de pacientes (o de horas de paciente)


de los que puede hacerse cargo en cada momento de su vida, y que
realmente esté dispuesto a trabajar.

• Resulta curioso ver que generalmente, cuan-


do un paciente termina o interrumpe su aná-
lisis, otro viene a llenar la vacante, sin que
aparentemente el analista haga algo para ello.

OLFATO

• Cuando se tapa la nariz, cuando hay una pérdida del olfato, cabe
preguntarse (con Groddeck) cual es el olor que no se quiere oler.

• Así como se dice que “no hay peor sordo que el que no quiere oír”,
hay quienes manejan la metáfora olfatoria. Son quienes huelen de
lejos ciertos rastros.

PADRES

• Tradicionalmente los psicoanalistas han culpa-


do a los padres de las neurosis de sus pacientes.
Sin embargo, como tener padres es una pato-
logía tan difundida que puede dar lugar a muy
variados síntomas, es posible que existan ade-
más otras etiologías.

PAGO
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• Lo que el paciente paga es el trabajo del analista, y no el amor, los


cuidados que éste podría dispensar.

PODER

• Decía Escarpit: «No se puede liberar a los demás sin privarse a sí


mismo de los beneficios de su servidumbre». Una buena advertencia
para los analistas con ansia de poder. ¿Les valdrá la pena analizar?

PRONÓSTICO

• Hay que diferenciar dos tipos de pronóstico: el de enfermedad y el de


tratamiento. Hay pacientes que padecen una enfermedad que
habitualmente tiene un buen pronóstico de cura, pero sin embargo, el
tratamiento no resulta efectivo por la incidencia de otros factores
(resistencias inmanejables, transferencias negativas irreductibles por
el terapeuta, contratransferencia negativas, etc.) que le dan mal
pronóstico al tratamiento.

PROPINA

• Decía Chiozza que algunos pacientes le dejaban propina. Se refería a


que algunos pacientes en análisis en ocasiones, se colocaban
monedas en el bolsillo del pantalón que luego quedaban en el diván
al levantarse. Me ha ocurrido que ciertos pacientes también me dejen
la “propina” al terminar la sesión, y habitualmente coincide con mi
propia percepción de haber trabajado bien. Si la propina surge como
un acto inconsciente, resulta posible constatar que hay en el paciente
en estas circunstancias el sentimiento de satisfacción y gratitud
coincidente.

PSICOANALISIS

• La definición que más me ha gustado es que resulta la forma más


cara, larga y dolorosa de llegar a ser lo que uno es.

PSICOSOMÁTICA

• En uno de mis libros (Psicosomática Psicoanalítica) decía que el ser


humano, además de ser psicosómatosocial, es un ser histórico,
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porque tiene una historia, que se entramaba con las historias de sus
contemporáneos, y también de sus antecesores, pero además vive en
un tiempo histórico. Esta dimensión histórico-social también se
expresa en su modalidad de enfermar y de curarse, incluyendo en
ésto la imagen del hombre que tiene el médico tratante, consciente e
inconscientemente, que influye activamente en su metodología
terapéutica.

• Me han referido hace poco un episodio que me ha parecido


aleccionador. En un servicio hospitalario de psiquiatría, un médico
propone hacer una investigación psicosomática. Una psiquiatra con
función docente plantea que en ese servicio no hay pacientes
psicosomáticos. Otro colega plantea el caso de una paciente
deprimida. La docente interviene aduciendo que ese era un caso
bipolar, y no psicosomático. El colega agrega que la paciente ha
iniciado su padecimiento en circunstancias vinculadas a la enfer-
medad de su marido, y que además tiene síntomas corporales,
mientras la docente insiste en que aquel era un caso de trastorno
bipolar, de enfermedad mental, que nada tiene que ver con lo
psicosomá tico.
Si no tuviera yo gran respeto por la calidad profesional de los
colegas, especialmente por la docente, no trepidaría en calificar tal
expresión como una burrada. Pero algo más importante aun que el
respeto me inhibiría de tal calificación. Es la comprensión de que
detrás de las palabras de la docente se expresaba toda una ideología
médica, y más aun, una antropología latente, es decir, una imagen
inconsciente del ser humano que prima en nuestra Medicina,
enraizada en la filosofía de nuestro tiempo. Para esta docente, lo
psicosomático es una categoría diagnóstica.

• Si, como dijo Freud en el Esquema… los «presuntos concomitantes


somáticos son lo psíquico genuino», y si los procesos conscientes no
forman series completas, y si como sugiere «de una manera natural,
poner el acento, en psicología, sobre estos procesos somáticos»
reconociendo en ellos lo psíquico genuino, ¿no estaremos no en los
límites sino en el centro mismo de la tarea psicoanalítica, al intentar
comprender las manifestaciones somáticas de enfermedad en
términos de fantasías inconscientes a la luz de la biografía del
paciente?

• Si somos seres psicosomáticos, ¿cómo podríamos enfermar de otra


manera que no sea psicosomática?
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QUEJA

• Todo paciente viene a la sesión a quejarse. Hay que ayudarlo a que


se queje lo mejor posible.

• En otros términos, habría que ofrecerle el “libro de quejas”.

• Hay que diferenciar la queja del reproche. Ayuda a ello el


sentimiento que genera en el otro: la queja puede despertar
solidaridad o pena; el reproche, culpa.

• El autorreproche del paciente es un reproche al objeto, que es


encarnado por el analista. Él deberá hacerse cargo.

• Si el analista logra interpretar el autorreproche como un reproche al


objeto transferido en él, permite hacer consciente la rabia reprimida y
el sometimiento masoquista, ayuda a elaborar la culpa, al mismo
tiempo que facilita la desidentificación con el agresor.

REGLA DE ABSTINENCIA

• Una antigua ley cuyo origen tal vez sea mítica, indica que el médico
que “toca” a sus pacientes no debe “sentir”, mientras que el médico
que trabaja con los sentimientos no debe tocar.

• A partir de su propia experiencia clínica, desde sus orígenes como


practicante de la hipnosis y el método catártico (palpando las zonas
histerógenas primero y la presión en la frente para inducir el
recuerdo después) Freud enuncia la norma de que el análisis debe
transcurrir en abstinencia, llegando a una ubicación espacial tal que
el paciente no pudiera tener un contacto visual con su analista.

• Existe una relación etimológica entre el “palpar” y la “tentación”. La


palabra “tentar” proviene del latín “tentare”, que significa a la vez
“palpar” y “tentar”. La tentación, que es el impulso a realizar algo
prohibido, tiene una antigua historia que se remonta al episodio
bíblico de Adán, Eva y la Serpiente.

• No solo la regla prescribe la abstinencia


sexual; también la abstinencia narcisista,
evitando actuar como un nuevo Pigma-
lión, que busca hacer al paciente a su ima
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gen y semejanza.

• Cada vez que un terapeuta transgrede la


regla de abstinencia, al caer víctima de
la seducción de su paciente o de su
contratransferencia erótica o de sus
propias pulsiones, resulta victimario de
la paciente como tal, de su función co-
mo terapeuta y del psicoanálisis mimo.

RELIGIÓN

• Hay quienes aseguran que no creen en el


psicoanálisis ni en la psicología. Son quienes
lo confunden con una religión. Pero puede
haber psicoanalistas que tengan la misma confusión.

REMEDIOS

• Hay pacientes que vienen al análisis en busca de remedio.


• Hay pacientes que se analizan para huir de los remedios
• Hay pacientes que se analizan porque no tienen otro remedio.
• Hay pacientes que no tienen remedio.
• Hay quienes dicen que hay que tener re-medios para analizarse.

• Parece ser que Ernst von Leyden (famoso médico berlinés de 1900)
solía enseñar a sus alumnos: “El primer acto del tratamiento es el acto de
dar la mano al enfermo”, y M. Bálint decía que el médico es el primero de
los medicamentos que él prescribe.

SENTIDO COMUN

• El analista debe tener sentido común (con el paciente) para entender


lo que éste dice y sentido descomunal para entender lo que no dice.

SILENCIO

• Hay fundamentalmente tres ocasiones en que al analista le está


indicado callarse: cuando está enojado, cuando está excitado sexualmente
y cuando no entiende. En estos casos su palabra tendría el sentido de una
actuación.
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SÍNTOMA

• Será preciso no hacer lo que la medicina


tradicional hace, de ver y tratar el síntoma
sin contextualizarlo en la biografía del pa-
ciente. El psicoanalista deberá tender a -
comprender el sentido del síntoma en el
contexto de la historia biográfica y de la
situación vital de la persona.

SUEGROS
• Los suegros cumplen una función social: per-
mitir, escición y proyección mediante, al ha-
cerse cargo de todo lo malo, una mejor rela-
ción con los propios padres, al transformar a
estos en tan buenos.
SUPERVISIÓN

• Muchas veces en la relación supervisando-


supervisor se reproduce la situación
transferencial-contratransferencial del
paciente con su terapeuta, lo que permite
su mejor comprensión.

TEORÍA

• Si se está con la teoría no se está con el paciente.

• Cuando estando con un paciente me sorprendo pensando


teóricamente, me doy cuenta que no lo estoy entendiendo.

• No entender no es tan malo. Lo verdaderamente malo es lo que uno


hace para ocultar que no entiende.

• Es muy importante poder teorizar acerca de lo que hacemos. Pero eso


es otro momento, no cuando estamos con el paciente.
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TOMAR PACIENTES

• Edward Glover proponía que el analista debería tomar un paciente


como si no tuviera horas libres. Talvez debiera tomarlo haciéndole
sentir que le da un lugar, un espacio en su vida.

TRABAJO

• Aunque no es una novedad, siempre vale la pena reafirmar que se


trabaja psicoanalíticamente con lo que se es más que con lo que se
sabe teóricamente, (lo cual no implica dejar de estudiar) por lo que
resulta necesario afinar el propio instrumento. El permanente análisis
de la contratransferencia es un buen camino. También lo es el
reanálisis periódico. Freud lo recomendaba cada cinco años.

• Lo que el paciente paga es el trabajo del analista, y no el amor, los


cuidados que éste podría dispensar.

TRANSFERENCIA

• Interpretar la transferencia es una buena manera de no manipular la


vida del paciente.

• Si interpretamos la transferencia como un sueño, descubriremos el


deseo infantil insatisfecho

• Las palabras del paciente serían aquello que


puntualiza, selecciona, sintoniza, dentro de
la multiplicidad de transferencias dadas, el
objeto inconsciente privilegiado con el que
se ha identificado el analista.

• A la manera de metáfora, las palabras del


del paciente funcionan como una «interpre-
tación» al analista, en tanto le permitirían a
éste hacer consciente sus identificaciones
reprimidas con los objetos del paciente.
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VANIDAD

• Muchas veces se confunde Orgullo con Vani-


dad. El Orgullo es el sentimiento legítimo de
satisfacción por lo que se es o lo que se tiene.
La vanidad viene de vano, de vacío, y suena
a vestirse con plumas ajenas.

VERDAD

• El problema de la verdad en psicoanálisis es sin duda un arduo


problema, sobre todo desde el punto de vista de la técnica.
Seguramente el analista no apunta a dar “la interpretación
verdadera”, pero sí a la interpretación “más adecuada”, es decir,
aquella que, en un gradiente de interpretaciones posibles, tal vez
todas verdaderas, mejor se adecua a la situación del campo
transferencial-contratransferencial, que posibilite su apertura y la
emergencia de asociaciones que enriquezcan el proceso analítico.

Se terminó de imprimir artesanalmente


en marzo de 2010, en Juan Paullier 1428
Montevideo, Uruguay

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